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Siete entidades colombianas especializadas en microcrédito se situaron entre las 100
mejores de América Latina y tres de ellas se ubican entre las 20 de mayor crecimiento.
Crezcamos, de origen colombiano, ocupó el quinto puesto; Crac Nuestra Gente, de Perú,
lideró el ranking; Banco FIE, de Bolivia, alcanzó la casilla dos; CrediAmigo, de Brasil, el
tercer lugar, y Compartamos Banco, de México, la cuarta posición.
Ese es el resultado del análisis efectuado este año por el Fondo Multilateral de Inversiones
(Fomin), del BID y el Microfinance Information Exchange (MIX), contenido en
'Microfinanzas Américas: las 100 mejores, edición 2011', que incluyó 210 microfinancieras.
Las microfinancieras del país han avanzado en ese escalafón, pero su participación no se
destaca tanto como la de otras economías de la región.
En Perú está el mayor número de estas entidades con mejores atributos (alcance,
eficiencia y transparencia). México logró situar en el ranking de las 100 mejores a 10
microfinancieras; Ecuador, a 16 y Bolivia, a 13.
Crece el microcrédito
Pero más allá de la valoración de las entidades, el informe indica que aunque el
microcrédito en América Latina crece al 22 por ciento, esta dinámica se ha visto frenada
debido a las políticas que buscan atenuar un disparo en la morosidad, que pasó de 4,6 por
ciento en el 2009 a 4 por ciento un año después.
Advierte que hoy existe en la región una alta oferta de recursos para atender a las micro y
pequeñas empresas, pero que las entidades se han concentrado en la zona urbanas, y han
dejado de lado al campo, por los costos que implica la atención de estas regiones.
Eso -dice el informe- podría desembocar en un sobreendeudamiento, razón por la cual las
microfinancieras deben empezar a explorar nuevos mercados y a ofrecer distintos
productos.
Miguel Á. Charria Presidente de Bancamía. Foto: Juan Carlos Sierra
El ranking de los mayores bancos del país está claramente liderado por Bancolombia,
seguido por el Banco de Bogotá y Davivienda. No obstante, si el análisis se hace por las
entidades que más les prestan a micro y pequeños empresarios, el escalafón luce bastante
diferente.
En esa categoría el primer lugar es para el Banco Agrario, que es el único estatal del país y
noveno por patrimonio. A febrero pasado registraba una cartera de microcrédito de $6,2
billones, que tenía prestados a 882.000 clientes, de los cuales 713.000 son del sector
agropecuario. El monto que tiene el Banco Agrario en microcrédito es casi la mitad de
todo el dinero que hay prestado a través de las entidades vigiladas por la Superfinanciera
para ese propósito y que alcanza $12,6 billones.
El Banco Mundo Mujer tiene una cartera de $1,3 billones, que le adeudan 682.000
clientes. Decidieron convertirse en banco, pues esto les permite tener productos de
ahorro. Su meta no solo es prestar, sino hacerlo de forma responsable para evitar el
sobreendeudamiento de sus clientes. Hoy ya suma $100.000 millones en captaciones de
134.000 ahorradores.
El tercer mayor prestamista de los microempresarios también tuvo sus orígenes en la red
de WWB. Se trata de las filiales de Bogotá y Medellín, que se unieron a la Fundación
BBVA Microfinanzas y crearon Bancamía. Este establecimiento tenía prestados $1,2
billones a más de 340.000 personas. Su clave ha consistido en un modelo de segmentación
que reconoce el nivel de desarrollo del negocio de su potencial cliente, para de esta forma
ofrecerle productos y servicios a la medida de sus necesidades.
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María Clara Hoyos, presidente de Asomicrofinanzas, gremio de las entidades del sector –
donde hay bancos, cooperativas y ONG– explica que el microcrédito es el que está dirigido
a negocios con máximo 10 empleados y activos inferiores a 500 salarios mínimos (hoy
$414 millones). Son también, por lo general, de empresarios de la base de la pirámide,
pues aquellos con más recursos recurren a ahorros propios, préstamos de amigos o
familiares o hasta a fondos de capital, cuando no pueden acceder a la banca.
Esto hace que los microcréditos vayan en promedio desde $100.000 hasta $3 millones y
que, cuando los empresarios ya pueden acceder a préstamos de $20 millones en
adelante, se consideran graduados a la siguiente categoría y con su historial crediticio
pueden aspirar a otros productos más económicos, pues el microcrédito es el más caro. La
tasa de usura, que es el interés máximo que se puede cobrar en el país, es de 55,34% para
el microcrédito y de 28,98% para los demás tipos de préstamos.
La explicación para esta diferencia está en los costos asociados al microcrédito, pues este
requiere de una metodología especial, dado que deben ajustarse al flujo de caja del
empresario, dificultades para acercase a una sucursal bancaria (por ejemplo, los tenderos)
y son las entidades las que les envían a sus funcionarios, quienes además de crédito los
asesoran para el crecimiento de su negocio.
El microcrédito está afectado por una morosidad superior a la del promedio del sistema
financiero. Al cierre de febrero, por cada $100 prestados, $4,74 estaban vencidos,
mientras que en microcrédito eran $7,45.
Hoyos sostiene que esa mayor morosidad se explica en el hecho de que los
microempresarios son más sensibles al ciclo económico, dado que son el eslabón más
débil de la cadena. Prueba de esta situación fue lo que ocurrió con la caída del precio del
petróleo, cuando las primeras víctimas fueron las pequeñas empresas que proveían
servicios de alimentación y alojamiento a las petroleras. Por eso, en el último año cuando
la cartera total dejó de crecer, el microcrédito no fue la excepción, pero hoy se recupera al
igual que los demás préstamos.
Si bien aún hay un alto porcentaje de colombianos sin acceso a crédito, lo cierto es que el
país ha avanzado bastante en microfinanzas. No en balde, en el informe de The
Economist, Microscopio Global 2018, que evalúa el entorno propicio para la inclusión
financiera en 55 países, Colombia ocupa el primer lugar y los cuatro gigantes del sector
han sido fundamentales en ese logro.