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LAS COLECCIONES
18 julio, 2019 · de Espacio Visual Europa (EVE)
· en ARQUITECTURA, CONSERVACIÓN, EXPOSICIÓN, GESTIÓN. ·
Los museos no serían lo que son sin el cuidado y la buena aplicación de la iluminación. Los
visitamos para contemplar sus colecciones, por lo que no sería de mucha utilidad que todo
permaneciera a oscuras. La iluminación puede crear una atmósfera muy especial en un museo
o galería, incluso reforzar su narrativa museológica, captando así nuestra atención sobre
algunos de los elementos expuestos más interesantes.
En un museo, sin embargo, la luz es capaz de provocar daños. Los tintes y los pigmentos se
desvanecen cuando se exponen a la luz -incluso a niveles bajos-, y los efectos son
acumulativos. El museo debe controlar siempre la luminosidad para conservar la apariencia
original de sus artefactos.
Hay tres formas clave para atenuar el daño que la luz puede ocasionar en una colección:
Reducir la cantidad de luz visible o la intensidad de luz que recibe un objeto u obra.
Reducir el tiempo en que un objeto está expuesto a la luz visible, para contrarrestar el daño
acumulado.
Como la luz es una forma de energía, se mide y expresa en longitudes de onda. La luz natural
comienza en una longitud de onda de 300 nanómetros. Cualquier onda más corta no podría
atravesar nuestra atmósfera.
Radiación ultravioleta (UV): con longitudes de onda inferiores a 400nm, invisibles al ojo
humano. La radiación UV es la forma de luz más dañina para las colecciones de nuestros
museos.
Luz visible: la denominamos espectro de luz, y oscila entre 400 y 760nm. Nosotros la
percibimos visualmente en segmentos separados por los diferentes colores del arco iris.
Radiación infrarroja: los humanos no somos capaces de ver el halo infrarrojo, pues va más allá
de los 760nm, pero podemos percibirlo en forma de calor.
La mayoría de los tipos de luz contienen estos tres componentes, pero a diferentes niveles. La
luz del día posee un alto porcentaje de radiación ultravioleta, mientras que las bombillas de
tungsteno emiten cantidades significativas de infrarrojos.
La intensidad de la luz visible se mide en lux (1 lux = 1 lumen por metro cuadrado). Todo lo que
tenga que ver con el buen uso, o no, de la iluminación de un museo dependerá de la utilización
correcta de los niveles de lux, especialmente en los objetos más sensibles. Solo necesitamos 50
lux para percibir la forma y el color de un objeto, así que no podemos excedernos de ese límite
al iluminar los más valiosos y sensibles a la luz.
Las siguientes pautas indican la sensibilidad de los diferentes materiales y sus niveles de luz
más apropiados:
Piel y plumas.
Cuero teñido.
Huellas dactilares.
Dibujos.
Acuarelas.
Sellos.
Manuscritos
Miniaturas.
Filminas.
Objetos de madera.
Muebles
Cuernos.
Huesos.
Marfil.
Algunos minerales.
Piedras.
Cerámicas.
Vidrios.
Metales.
Una vez establecidos los niveles de luz que el museo desea mantener para sus exposiciones,
debe controlar tanto la luz natural como la artificial para garantizar la consistencia de su
intensidad.
La luz del día fluctúa en intensidad, lo que dificulta una adecuada modulación y control.
Anularla por completo puede provocar que el museo o galería resulte demasiado sombrío y
poco acogedor.
Hay varias opciones para administrar los niveles de luz natural en el edificio del museo:
Aplicar una película de control solar -que tiene un efecto de tintado-, en todas las ventanas y
tragaluces.
Usar cortinas de red, persianas venecianas o persianas de calicó, que son útiles si los tintes
afectan negativamente a la apariencia de los edificios antiguos.
El daño causado por la luz es un efecto acumulativo: cuanto más tiempo esté expuesto un
objeto, más daño sufrirá. Podemos lograr reducirlo con la aplicación de «medios amables»,
considerando tanto la intensidad como la duración de la exposición.
Una acuarela delicada, por ejemplo, expuesta a 50 lux durante 100 horas experimentará el
mismo daño que si estuviera expuesta a 100 lux durante 50 horas. Por lo tanto, al medir la
intensidad de luz dentro del museo, se deben comprobar los niveles anuales de exposición
para llegar a una evaluación más precisa.
La exposición anual de luz se mide en función de las horas que un museo estándar está
abierto, calculando siete horas al día, durante seis días a la semana, durante 52 semanas. De
este modo, un objeto podría estar perfectamente expuesto a la luz durante 2.184 horas al año,
según los promedios de los museos. Las horas de luz representan la unidad establecida cuando
el tiempo de exposición se multiplica por la intensidad de luz recomendada.
Guardando los artículos una vez que se hayan alcanzado las horas anuales de lux
recomendadas
Realizando cambios en las vitrinas con cierta frecuencia, rotando elementos del
almacenamiento.
Instalando sensores de movimiento que enciendan las luces solo cuando haya alguien en la
sala.
Excluyendo toda luz cuando el museo esté cerrado, utilizando cortinas o persianas. Esto es
particularmente importante en verano, cuando aumentan las horas de luz diurna, ya que
supondría exponer los artículos a más tiempo del necesario.
Radiación ultravioleta.
La radiación ultravioleta (UV) es invisible, por lo que debe controlarse cuidadosamente. Esto
también implica que puede eliminarse casi por completo en los museos sin que afecte a la
manera de contemplar las exposiciones. Dados los avances en la tecnología anti-UV, los
objetos pueden verse afectados por tan solo 10 microwatts de radiación ultravioleta por un
lumen de luz. Tanto la luz diurna como la artificial emiten radiación UV. Su corta longitud de
onda es la propiedad más dañina para los objetos de museo.
Existen muchas herramientas que los museos pueden utilizar para combatir esta amenaza
invisible, incluidos algunos de los siguientes materiales:
Vidrio laminado, película autoadhesiva y otros materiales que absorben los rayos UV, como los
barnices y acrílicos para ventanas, tragaluces y vitrinas.
Mangas y filtros que absorben los rayos UV para fuentes de luz artificial, lámparas y tubos con
una baja emisión de radiación ultravioleta.
Pinturas blancas, fabricadas a base de dióxido de titanio u óxido de zinc. La luz reflejada por
una pared pintada de blanco contiene menos del 20% de su cantidad original de radiación UV.
La cal blanca (tiza) no es efectiva.
Cada uno de estos materiales tiene una vida útil variable, por lo que se debe controlar la
eficacia de los mismos. El vidrio laminado dura más tiempo, pero es conveniente que el museo
consulte con el vendedor para comprobar si sus películas y filtros son apropiados para el uso
en los museos.
Radiación infrarroja.
Muchas fuentes de luz emiten radiación infrarroja, que no podemos ver pero que sentimos en
forma de calor. Las luces de tungsteno son inequívocamente ineficientes. Una bombilla de 100
vatios podría utilizar el 94% de su electricidad para generar únicamente calor.
Las vitrinas o salas calientes pueden provocar fluctuaciones en la humedad relativa y dañar las
colecciones en el proceso. Esta radiación debe, por lo tanto, ser manejada y controlada
eficientemente.
Instalar las fuentes de luz a una distancia segura para los objetos, preferiblemente en vitrinas
exteriores.
Utilizar lámparas de «luz fría», que reflejen el calor hacia atrás pero que permitan el paso de la
luz visible.
Instalar luces de fibra óptica, que iluminen desde una fuente de calor externa, filtrando
automáticamente tanto la radiación UV como la infrarroja.
Recursos:
Conservation and lighting (2018). Website de Museum and Galleries of Scotland. Puedes
visitarlo en: https://www.museumsgalleriesscotland.org.uk
El Victoria & Albert Museum ofrece un estudio de caso completo de sus sistemas de
iluminación de bajo consumo. Para obtener más información sobre el cuidado de las
colecciones, puedes leer las guías proporcionadas por el Fondo de Colecciones y la Asociación
de Museos. Encuéntralo en:
http://www.vam.ac.uk/__data/assets/pdf_file/0007/178612/Environmental_control_for_obje
ct_display_April_2010.pdf
Cassar, M. (1995): Gestión ambiental – Pautas para museos y galerías. Comisión de Museos y
Galerías / Routledge.
Thomson, G. (1986): The Museum Environment 2ª edición (Buttwerworth) The National Trust
Manual of Housekeeping. Butterworth-Heinemann, 2006.
https://evemuseografia.com/2019/07/18/iluminacion-y-cuidado-de-las-colecciones/