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El fenómeno mariano
en la iglesia y en el mundo
Sección primera
UN DATO RELEVANTE Y POLIVALENTE
I. M a r ía e n e l c i j j .t o d e la ig l e s ia
5, R. Li umi i in, 1.a q uesttu>i me ríate\ScuiS, Paris ] 96 5, 35-36 [tal cuestión tna ría na,
Taurus, Madrid, ¡%A],
ñ, ,3. Do ñores, María neilet teología contentpamnea, Contra di cultura minina
«Madre dolía diiesa», Roma 991, 40 [Maris en k teología contemporánea, Sígueme,
Salamanca 19911.
7, Sobre estas dos tendencias cf. ei histórico ¡míenlo de H. Kóstor, Q uid iuxta
investigationes hueusque ¡temetas tem quam mínimum m buendum sit B. M . Virgin i. in
eaoveratinne esas s d apus redemptinnis, en M aría es eeclesia. Acta eangressus interna-
lio ndiis marinlogir i-?nari,ini in ounta se Lourdes d n n o l Uótt celebrad, II, PA.V1Í, Roma
1959. 2l-á9.
26 MARÍA MAOltí: PnJUSL,'S
II. M a r ía e n i .a r h e l e x ió n t e o l ó g i c a
2{J. K. Baníi, D ie Irírkiiehc Dogmatik, 1938 1/2, 157, Este teólogo protéstame
continua su dictamen negando «la posibilidad, Li legitimidad y la necesidad de una
mariología», en Domártele a Roma. Clan diana, Tocino 1967, 76,
21, A.gu nos mitad os post-conciliares se sitúan meioiinlógieameme en esta línea:
L, Boft, // volco materno di Dio. Setggin ¡¡indisciplinare sitifemmirdlc e le sue forme reli
ólese. Qucriniana. lireseia Í9SI, 245 [E lran.ro materna do Dios. Ensayo inicrdisciplinnr
sobre lo femenino y susformas religiosas, Paulinas, Madrid 1981]; L Melotti, María, la
madre dei viventt. Compendio di mariología, LDC, Leumann 1986; 210; C.I, González,
Mn rii, logia, Marín miube e distepolo. Pienimc, Ci sa!e íví. 1988, 343; B. horre, Ms. ría,
la don na ico na del misten. Saggia di m arw hfa ¡imbcUcc-nctrrativa, Paoline, Ci ir¡sello
LS. ¡989.. 27! [María, la mujer ¡corto del misterio. Ensayo de marta logia ¡imbélko-narm-
tivtt, .Sígueme, .Salamanca 1993).
22 , Congregazione per IcducíJziuna can olíen,' La Vergine María neliti fh nnazíti t1e
i ntelletr.uale e spirit.uale, 25.3.1 988: F.V 11 /283ss,
30 MARIA MADRE DE JESÚS
Sección segunda
U N DATO U N IV ER SA L E N LA VARIEDAD D E PERSPECTIVAS
[, L as ic l k s í a s c r i s t i a n a s a n t k m a r ía
i , L a iglesia ortodoxa
2,i, G.M. Besurti, Biblingmfui mariana, I 94 8-1 989: 8 vols., Marianum, Roma
1950-1993, ab;irondo 3-450 páginas, K.M, Ttmioio, Bibíiogntjkt mañana, vol. 9 (1990-
1993), Roma 199S.
24. Cf- en Besutei los estudios recopilados bajo el tirulo «Congresos y reuniones
de estudio».
25 , M, Jourjon, La Viergc M ane duns Veecuménisme, en «F.iudes» (] 988) 686.
EL fEN óM EN O MARIANO EN I.A IGLESIA V EN EL MUNDO 31
35. M aría i m Gesprach, StBcnno Ver 1ag, Leipzig 1977; M a ría relia a¡ m u n i tu
ecurneiiscel: lid izion i ¡Ylnn furosne, Roma 1982; W.J. Colé, Mürym Ernmenical Dialogue.
en EM 33 (1933) 417-457; C.S, Napiórkowsity, Lem ariologuepeut-il ftre oecuménistd,
en Rlvl 22 (1972) 15-76; Id., iicumenismti, 5 i 8-522.
3(5. j.-E Gabtis, Point de vucprotestartsur ¿es ¿tudas marioiagiqnes et !apiétém ariak,
en Mar 44 (1982) 4S2.
37. W. Borowsky, hiconsro delle eonfm íoni su María, en M aría ancora un estacólo
jnsormontabile aWunion del cristia ni!. Centro snittí eeumenreo-mariani, Torillo 1979,
35-43.
38. ti. Marón, M aría a d ía teología protéstame, en Cono 19 (1983) 8, 35.
39. Gaims, Point de Vite.. .,493.
40. J. Mol unan n, Ethwriaie II, en Conc 19 (1983) 8, 35.
34 MARÍA MAUIÜ-: Df-'JKS'ÍJS
1. Ju d a ism o
43. A. Wohlma un, /-fean¡uo¡ le silente de l 'béimtlsme d dujourd 'huí ¿tu sujet de M ane
de Naz¡iretl¡í Une fa r.m cju iv e répond, en Mari,.! nell’cbmiimo e ndllsiarn oyyi, Mari-
anum-Ddioniant, R:>¡m -Bduiyja 1987, 12 (refiriéndose ai pcnsíi-mcntu dej. Klaussner).
44. Wohlmann, Peneque';. . 9.
45. S. Cavalletli, Ubre!, en NDM, 517,
46. S. Ach, Afane, mere de jesús, Caimann-l.cvy, Ruis 195 1, 532; K. Hen Chorin,
Mitllrr Myritím. Alaria m jfídischt-r Sichc, E List. M Linchen 1971, 224,
47. Wohlrmmi, PtMnjuoi. .., 17. Un examen mis amplio en I.. Diez Merino, !jt
Madre de jesús rn ks escritos cristoíépcos y neoreitamcnTarios de alpinosjudíos modernos,
en Ksr.Vl.ij- 4 7 (1982) ! 25-265.
48. "Wohlmann, ¡’tmnpsoi.. 3 7 y í 8, ■
49. Wohlrnann, Poürtjuoi__ 18-3],
36 MARIA MAD1U5 i'ií Jl-.-SLíS
2, Islam.
m.mTjikhd asexuada. 1 i. lililí, /-«ir) i . / i ,'«■ » sivuiiM í!í-171) prestara a una María
«subversiva» en üí píipd ce mujer moderna! d pastor suizo K. Marti en su poesía
E M aría (i y¿SU) imagina a Id madre de jesús que se asombra de ser ia Virgen, día que
es madre de rantos hijos, concebida lejos de los ideares v como mujer que Judia por h
libes siLión.
56. L í .11 nan, Mam? di A'as-a; nh, MOJ1 dadori, ,Vfi[ano 19 8 6 ,2 5 6 .] ■J ai]ro r ec¡nd iiye
mi obra con fas .sigmenres palabras: "Para mí, María se muescia desde cuatro perspec
tivas: una joven mujer con un niño en brazos: una mujer que observa meditando en
.su cora/ón el pequeño hijo que crece; una mujer madura que corre preocupada porque
le lian comentado que su hijo fia o urdido el juicio y podría tener problemas; una mujer
envejecida por d dolor al ver a su luje- sufrir y morir* {255).
57. í- Mar;]i, L a Mütlunna. Riz./.oh, Milano 198/, 75-
58. Maj^íi; L a M a d m/a a, 9 5 ■
59. L a M adonna , 39. La autora ya había avanzado análogos contenidos
en Gesa d i Noza ret h La h¡; v ñ visgrossio no, Kiz/.di, M daño 1982.
KL i’EKÚMKXO MARIANO EN LA IGLESIA Y KN KL MUNDO 39
Sección tercera
UN DATO SIGNIFICATIVO EN EL CONFLICTO
DE LAS INTERPRETACIONES
I. I n ter pr e ta c ió n m ít ic a
62. Los títulos marianos o ephheta ornamia, como reina, dolorosa, virgen y madre de
Dios muestran ciertos parecidos con los antiguos títulos de ísis, Minerva y Deméter. Cf
C. Ragoazino, iitoli niariani suggeriúda cuhipncristiani?, en Asprenas 26 (1579) 275-295.
63. La semejanza iconográfica se refiere en particular a la imagen de oro de la Isis
nutrida o al color oscuro de la Perséione que encontramos en las Vírgenes negras.
64. ( .«;no se ve en la celebre oración isíaca de Apuieyo {Metamorfosis 1 L,2), cuyo
esquema tripartito de invocación, antología y súplica, encontramos también en las
oraciones cristianas a María, caso de la plegaria de Dante a la «Vergine Madre, ftglta
del luo ítgiio...» (cf E. Auerbadi, l,a prrghiera di Dante alia. Vergine (Par. XXX! ¡I) ed
antecedenti elogi, en Studi su Dante, Fdtrinelli, Milano 1974, 263-292).
65. E. Meycr, Ürspmnge undÁnfange des Christentums, 1924. 79.
66. I-, Heiler, Storitt delle religión!, Sanscmi, Firenzc 1976, II, I 2 1 -122. Esta idea
acerca del am tinkum entra la era precristiana y la laiino-cdstiana es renovada por A.
Agrio;ettn, M an a e Li suvgtt, en I.e Gr&ndi ivindri, l'eltienelli, Milano 1989, que afirma
entre otras tosas: «El culto a María es quizá la última expresión del culto a la antigua
divinidad femenina mediterránea en el área occidental» (p.69). Por lo que respecta a
la sucesión del culto mariano de su original pagano se cita el caso del templo de Soisson
que en el s.VI pasa de la dedicación a Isis a la de Liaría, o d santuario de ¡ lera Argiva
que se transforma en la Madonna del Granato cerca de Paestum.
67. A. Hamack, Lehrbuvh derDogmengescbkhtefVtíbmgtCí 1935, 665, ti.3. Pata
E Heiler unir ai Padrenuestro d Ave María es un «notorio sincretismo» [Die Haupt-
tnotivt des MadonrunkuUus, en Zcitschrift fürThenlngie und Kirche, [1920] 445).
EL FENÓMENO MARIANO EN LA IGLESIA Y EN EL MUNDO 4]
Así mismo cabe advertir que los títulos de María, si bien son formal
mente semejantes a los aplicados a las diosas paganas, traducen un
contenido originalmente diverso'' h Algunos padres en Egipto fueron
los primeros en percibir las diferencias. Clemente Alejandriño describe
a bis como la «diosa tres veces miserable» y maldice «a quienes fomentan
los misterios de ía madre de los dioses» con las orgías que le eran propias74756.
A su vea. Orígenes, respondiendo a Celso que relacionaba la concep
ción original de Cristo con el mito pagano de Danac, lo trata «de bufón
y falseador de la verdad histórica», haciendo hincapié en «cuán virginal,
pura y alejada de toda corrupción ha sido la generación» de Cristo77.
Igualmente Isidoro de l’dusio subraya la diferencia entre la «madre de
los dioses» y la «Madre de Dios», afirmando que la primera concibe
«según concupiscencia», mientras que María «concibe un Hijo unigé
nito de manera absolutamente única» sin concurso de varón y lejos de
cualquier mancha7ú.
La principal diferencia entre María y la «Gran Madre» radica en que-''
la Madre de Jesús no es una diosa, sino una criatura. Este dato está
inscrito en la misma autodefinición de María com o «sierva del Señor»
(Le í ,38) y en el título de «hermana» que se la dio a partir de Atanasio77.
11. I n t e r p r e t a c i ó n p s i c o l ó g i c a
el ser humano y nos pone sobre aviso de Jas emboscadas que una psico
logía precavida debe desenmascarar.
I V INTFRPRKTACIÓN C.ÁRl.S.VSÁTICA
92, H, Cox, La sedir/imie ¿leliu ¡pinto. Uso e abu sod d h rdigione popolarc, Queriniana,
Lkcscia 1974, 199.
92. A. Rossí, l.t f e w dei ¡I.m.vri 1suer/.a, Barí 21971, 108.
94. Tesis que insiste en la temática sobre «la función de la divinidad, con sus tran
quil izado res santuarios terapéuticos capaces de favorecer la solicitud y la protección
siempre garantes de los anhelos psico-económicos de una sociedad rural, inferior e
indigente...» (V. Dini, Uhtícrpmazivm: wóo-antropalm¿ka, en La «religión? populare»
¡AgnoicttoJ, 231).
IX H-NOMI;.\ ü MARIANO l;.N ;.A le [A Y l:N lií. MUNDO 47
[...] por ser Madre satirísima de Dios, que tomó parte cu ios miste
rios de Cristo, es justamente honrada por la Iglesia con un cuito
especial. [. ..J Por este motivo, principalmente a partir del Concilio
de Éfeso, ha crecido maravillosamente e! cuíco de! Pueblo de Dios
hacia María en veneración y amor, en la invocación c imitación, de
acuerdo con sus pro fóticas palabras: «Todas las generaciones me
llamarán bienaventurada, porque ha hecho en mí maravillas el Pode
roso» (Le i ,48-49).
FA C U LTA D r¡f. t e o l o g í a
ü .C.A.
48 MARÍA M ADIIE DE jl-SÜS
Sección primera
M A R ÍA A L A L U Z D E LA T E O L O G ÍA B ÍB L IC A
E E l p r in c ip io u n it a r io d i - i .a B ib l ia y lo s c a m in o s
HIS I ÓR iCü-SALVÍl-1COS D E D IOS
! . L ín e a a p o fá tic a
2. L in ea tem ática
18. S. Virgulin, La madre dei viven ti (Gn 3 J 5.20), en La madre del Signare
(PSV 6/1982), Dehoniane, Boiogna 1982, 20-21.
19. S. Virgulin, La madre dei r i v e r i t i . 21-22-24.
20. L. Alonso-Schokd - J.L. Sicre Díaz, Prufeta¡\, Madrid 1980, 144-145-
56 MAÍí [a m a d r e d e j e s ú s
Secón
O la teolooia
O rclücioruiliz correlación es d elemento unificador
de la historia de la salvación.
los que aceptan seguir la. llamada hacen depender toda su existencia
de quien les guía, y e! resultado comporta experiencia, prodigios,
salvación y preservación, 'lauto unos como otros entienden que el
obedecer se identifica con ci seguir; el único mandato es continuar
en el camino, el único pecado es abandonarlo (Jn 6 ,6 1 ss.)W3*
1. M a r ta revelación d e D io s en e l m isterio
36. C f j-P Pkívüsl, Le «parádaxc du salui« telan Sg3-4. iñude de si metan-, exégjtsc
el-perspectivas théologiques, PL'G, Rom» 197*)-19 B0, 159 fresó policopiada).
37. Rara este «estupor» ame el misterio escondido de María reliemos el ejemplo
dd himno Alt ¡ubi si os, estrofa 17, y H.-M, Guindon, Une dimensión objtctive du cuite
mariid chez mine Epbrem de Syríe: ladra muían, en D e prim ordía cu¡tus m anan i. Acta
cimgresms fndriakgtci-mtiriuni imernatianah iti Lusi tuina. amia i 9 0 / celebrati, 111, RAM1,
Roma 1970.213-228.
38 9c ignora d origen de esre axioma que llega a nosotros gracias a Luis ¡vi. de
Moni fon en su Trinada de la verdadera devoción a M aría (compuesto hacia 1712, encon-
Lradcí en 1842 y publicado en 1843) donde se afirma: «V así pues es justo y necesario
repetir con los santos: D e M aría nunquam unir» (u.10). La ¡dea se encuentra en Jos
I'adres y en los teólogos medievales, mico eras que ía fórmula la hallamos por primera
vez cu Lutcru con su expresión «Crcamra María non potesr satis laudar!» {'Ehcbrcden,
25.3.1533). C f H.M. Ktistei, Ma ñ a nunquam satis»: Werfánd, wat bedeutet diese
bar malí, en M aterjídci et fidríimn. Caílccred Essciys tn íiofw r Théodoee Kíihíer.. «Marian
Libiary Siudics», 17-23 (¡9S/-1991) 617-632. Añadimos dos autores anteriores a
Monrforr con parecidas fórmulas: I L Raynaud. Diptyca m añ an a.,., Grano¡topoli
1643 en cuya p. 12 indica: «Dicta pacrum, de nunquam satis laudanda fí. Virgine», y
MARÍA EN LA ¡tKVLLAQON BÍBLICA 61
uso triunfal que se le ha dado, esta intuición nos muestra a María como
el lugar privilegiado de la acción trinitaria y nudo relacio nal que «reúne
en sí y refleja en cierto modo las supremas verdades de la fe» (I..G 65).
Una teología que pretenda contener la alabanza a María no tiene más
remedio que romar en cuenta el misterio divino en el que ella se sumerge.
2 . M a r ía la m u jer d e la a lia n z a
el carmelita A. Mastdloni, !.e due zalutazitmi, II/1, Napoii 1688, que se refieren María
con el proverbio «De dilecta nunquam satis» (p. 2.3Ü). El origen de este lema hunde
sus raíces en la antigüedad: «Así e;i ia, exequias de Efestión, gran amigo dd mismo
Alejandro, un orador en extremo elocuentísimo encerró todas ias virtudes retóricas en
citasoía expresión: de dilecto niitiqnam satis» (C. Labia, Simbol: fistiviper te¡oler.niih
prhwipttli di Christo nostro Sipiare, M ía Beata Vergine Mana, degii aposiali e d ’altri
Sanli..., N. IVazana. Venezia 169S, 65).
39. j. Galot, Muría la donnu nellopera disalvezM, PUG, Roma 1984, 23.
62 MARÍA MADRE D E JESÚS
43. Ei fórmula «cor pura le personal it.y» lanzada por H.’W. Rol) ¡riion en 1936 lia
sido estudiada, por j, De Fraine, Adamo e la saa discendertza. f.a conceziane della perse-
nalita corporativa nella dialettica bíblica d ell’individuale e del colletúvo, Citta Nueva,
Roma i 968 (l-1ed. francesa i 939).
.VAfíÍA l-'.N I..A RFVF.1.AC10N BÍBLICA 65
49. Desde el punto de vista ecuménico parece evidente que los protestantes resaltan
la mpeimaisAc María y los católicos su exaltación. Sin embargo el texto de l,c ] ,48-49
«asegura ambas cosas: ella forma parte de la humilde existencia de los piadosos judíos
que han retornado deí exilio, y en un semillo amplio, de todo d genero humano. Pero
Dios también la exalta y por ello es predamada como bien aven* unida.» (A. Müllcr, La
pos izóme e la cooperaziont di M ana nd! evento di Cristo, en MS VI, 577).
50. E. Féretro. Serva, en NDM, 1291.
68 MARÍA MADRE DE JESÚS
S ín t e s is conclusiva
Sección segunda
MARÍA F.N LA HISTORIA DF, LA SALVACIÓN
SEGÚN LA TEOLOGÍA DEL NT
51. 1.. Goppelt, 'leolngijí ddN uevo Testamento.. 2 vols., Moros![iuna, Brescia 1982-
1985; Id,, L'nd aftas tulien e iubdpmtolica, Paidcia, Brescia 1968.
70 MAftf.A MADRE DE JESÚS
I. M a r ía k n i .a c o m u n i d a d j u d e o - c r i s t i a n a r a l e s t in e n s f .
53. X. Plkaza, María y el bspiriw Santa (l !rh ! 14) Apunta*¡taro uva marinlaeia.
pMumaiológica, en «Estudios trinitarios» 15 (1981) 20.
54. Goppcll, Lela apostólica..., 33-167 refiere oirás interesantes noticias acerca
tic ¡a vida de la comunidad de Jerusaién. Consumida por las apariciones del Resuci
tado, se convierte en una «iglesia» en sentido específico. Aun estando ligada al templo,
su oración es nueva porque es du igida al Padre (Ion íi, 15; Ga 4,6) esperando al mismo
tiempo la venida de Jesús íAp 22,20). En ia persecución de Esteban y los helenistas,
los Doce siguen tranquilos en Jerusaién (Hch íi,l) porque observan la ley. El cambio
decisivo se produce en el concilio de jerusaién laño 48) cuando la comunidad reco
noce el evangelio de ía fe que libera de la iey (Hch 15,1-5, Ga 2,4). De esta manera
no participa en la guerra mcsidnica dd 66 contra Roma porque es considerada trai
dora a los judíos y debe hutt a Pella al «Me del Jordán. Después del 135 le sera impe
dida la entrada a Jerusaién, convertida por aquel entonces en Aclis Capítol ina.
55- Goppelr, 'ienlaaut del NT, II, 398.
71 ¿viai^ a M a d r e d e jesú s
!sí>. Ví'.G. Kiimiaei, L a icologiií dei Nuuvo Tatam ente. Gesü, Paofa, Gioaanni,
ihiilró, Breseia 1976, 149.
57. W.C. Kümmd, La ten logia del NT, 144,
M A lllA t N [.A RIÍVH LA C IÓ N HlHUCA
mariana será recuperada y Transmitida por ios evangelios de la. in fan cia
de Mateo y Lucas. Numerosos estudiosos atestiguan su carácter paleo-
cristiano,
G'l. A la cuestión Je por que d Apóstol olrcce tan pocas noticias sobre (a Madre
ck» fesús, es debido a que «este silencio cuasi toral de Pablo sobre María parece responder
a uj; silencio premeditado aceren de Jesús de Nazarei... Lo que le importa « centrarse
exclusivamente en Jesús muerto y resucitado (1 Co 15,1-1 5)» (G. Barbaglio, Alaria nel
Na ovo ¡estamento, en M ar ia uostra sorella, edición preparada por ia i:edera7tonc de ¡le
tímese eihingelicfje ht lialia, Com-Nuovi tempj, Roma» 1988, 37).
63. H. Schticr, l.ettera ai CuiLxti, Patdeia, Brescia 1966, 203 [f.a carta a Un Gálatas,
Síguenie, Salamanca 19751-
MAJíÍA L-:\ ¡.A LiEVi-.l j\t. :lú.\' íiífiLCA
(A. A, Vanhoye. Lt Mrte du Fita di Mtu re/wr Cn4/l, en Mar 40 (1578) 237-
247.
65. Para la interpretación del texto paulino ct.*A. Sorra, ttibbia, en NDVf, 233 y
Vcrviue, ibi, 1'124-1427.
76 MARÍA MADRE DE J.LSÜi
I. M a r ía en e l e v a n g e l io d e M a r c o s
Otros, tom o I .agran ge y Sierra, piensan que el texto debe ser inter
pretado con mayor ductilidad y humanidad. La familia de Jesús pretende
«obligarle, con una violencia afectuosa, a ocuparse de su propia persona»
(I.agrange). Además,
2. V aloración g en era l
72. Sobre la cuestión de los herma nos de Jesús, cf. J. lílinzer. } frite!ii e le sarelle
di (ri’sü, Uddcia, Brcscia 1974; L. Randellim, La cbiesa deigiudeo-cristiani Paitida.
Brcscia í 968, 47-70; Seria, Vergtne, 1449-1452.
73. Cf. I;. Spadaloia, D e loéis sie dktis antímariotogicis iv silera Seriptura, en De
m ariakgiu et tm-umeniimo, PAMI, Roma 1962, 121-132.
74. Barhaglio, M arta m i ¡WT, 54.
75. lista es h posición de V Taylot. Marco (pp. 268-269), que sigue ci discurso
de Elvidio y liquida la de Jerónimo considerándola como «nueva» y sin testimonios
anteriores, Taylor ignora que el escritor palestmense tgc-sipo (s.II) afirma que Simón
era «primo del Señor» (cf, el texto de Egcsipo recogido por Ensebio en su Historia ecle
siástica 4,22; TMPM i, 140).
MARTA EN LA RLVLI.ACTÓN BIBLICA 81
que nos han llevado a un lamentable callejón sin salida para la mano-
logia -e l mismo que concillaba'en María una grandeza según la
carne- ya que nos impiden exaltar la maternidad de María pres
cindiendo de los progresivos dones de la grada que el resto del N T
nos hará descubrir76.
De ahí la respuesta de! hijo que pretende orientarla hacia esta dirección,
«para que renuncie a su visión (humanísima, por otro lado) de madre
según la carne» y acceda al verdadero vínculo que crea la comunión de jesús78.
7 (i. R. I ,aure ni in, I.tt Vergine María. Ma riologia Püsr-condíiare, Ai ¡ >1inl*, Roma
M983.22.
77. Serru, Bibhiit, 237.
78. íbi.
82 MARÍA MAIMÍS n ¡:.]F.SC'S
83. J. Guílle), Mano, Cúunidla, Assisi 1987, i 92.196-197 [El Evangelio según
San Muráis, Sígueme. Salamanca 1986], Pero es innegable que sobre el relato de Me
3,21.31-35 se proyecta mina atmósfera de crisis» que obliga a valorarlo a la luz del
■ ¡contenido teológico de Marcos» (Rigaux, Sms ct portée..., 546-543),
84 . K. Kertdge, L 'epifanía di Gesit nei remada di Marca, en tnínduz.iann ¡enentria
tr teológica a l Nuevo Testamento, l ’aoline, Roma 1982, 273 .
¡i5. Jimio a e>to.> motivos es posible que Mateos hubiera minusvalorado la fe de
María: I. Por -la polémica contra una forma de califato» (15. Schwrizer) constituido
por la familia de jesús al pretender su hegemonía en la dirección de la iglesia de Jeru-
saléíi. lista tesis es sostenida por j.D. Crossan, Mari' and thc Rdaríves afjisus, en «Novum
Testamcntum» Í5 (1973) 81-1 13 y declarada como -poiihle» por R. iVsch Ulviingdo
di Marco, I, 363), aunque Gnilka sea escéptico {Marco, 203-204); 2 - Y en segundo
lugar por un cierto antileminismo en Marcas que hubiera limitado las noticias sobre
María y Lina visión positiva de ella. En esta línea R. Silic, Marín en skerígmate» cornmu
nitatis primieivae, en María in sacra Se ripiara, IV, 30-46.
84 MARÍA M Al IRE Ui: JESÚS
Los dos primeros capítulos de Mateo, como sus cor respondí en les
paralelos en Lucas, completan el proceso de «desarrollo a la inversa»
del anuncio det misterio de Cristo. Del kerigma apostólico sobre Jesús
muerto y resucitado, pasa con Marcos a los hechos y palabras de su vida
adulta, para junto a Lucas desarrollar su naci irlie rito e infancia. Así el
evangelio muestra un «indiscutible corte biográficos88, aunque se trate
de una biografía histórico-salvífica penetrada por la luz de la pascua.
88, R. E, Browti, i./i mísci.t.¡i del messia. senado Mat-teo e Lúea, Citcadella, Assísi
1981,2 ó [El nacimiento cid Mesías. Comentario a ios relatos de la infancia., Cristiandad,
Madrid 1982].
89, G. Segal la, Una steria am am a ata. / racconti deli'infamia in Maneo, Morce-
lliana, Brescia 1987, 11.
90, 111 midrasb %z defia a como «Un género sdifícante y exp1icativo estriotamenre
vinculado a la Escritura cuya amplificación aun siendo real conserva un papel secun
dario ya que eili subordinada a una finalidad religiosa esencial que es esclarecer la obra
de Dios, la palabra de Dios» (R. Bloch, Midmsh, en DBS V, í 263)
9!. G. Da ni tí i, / vangeli dell'infanzta, ert // messaggio deüa sahocut, IV, LDC,
Lcumann 1968, 179,
92. Respecto a la historicidad dd evangelio matcano de la infancia los estudiosos
oscilan entre la afirmación (Kramer, Danicloti, Lauronon), el escepticismo (Brown,
Paul) y una posición intermedia que distingue «núcleos esenciales y añadidos poste
riores» (Danieli), -realidad y modalidad» (Pcrelio) c «historial e historia» (Greíoi).
Nellessen propone cinco criterios para verificar la historicidad tic cada dato evangé
lico: 1. No utilización de criterios dogmáticos; 2. Confirmación de otras fuentes;
J. Independencia de modelos literarios precedentes; 4. Estilo simple y no retórico;
.5, Ausencia de una biográfica completiva, üegaila, Una storia..., 84-86 aplica alguno
de estos criterios a la concepción virginal.
86 MARIA M ADRE D E JESÚS
«se encontró encinta por obra del Espíritu S an to ... porque !o engen
drado en ella es dd Espíritu Santo» (1 ,1 8 .2 0 ).
Dando comienzo a un procedimiento (1 ,2 2 ) que se repetirá doce
veces a lo largo de su evangelio, Mateo pone la concepción virginal bajo
c! signo dd cumplimiento de la Escritura, en este caso de Is 7 ,1 4 :
100. Orre nsi o da S pin el oí i, Mu tico. // vctngejo de lia cbiesa, Ciña tí el la, Assisi
<1983, 374.
90 MARÍA MADRE DE JESÚS
iII, M a r ía k n e l e v a n g e l io d e L ucas
101. Lucas toma prestado de Marcos el 50% de su evangelio, mientras que lo que
es propio de él {Sondeiyut) constituye el 30%, limitado a la infancia (cc, 1-2), af «pequeño
incisos (6,20-7,50} y al «gran inciso» (9,5 í -18-14).
102- H, Schiirmann, 11 tángelo di Lúea. Pane prima, Paidcia, Brescia 1983, 76,
103. Schiirmann, Ilvangdo di Lúea, 96,
104. J. Ernst, ii vanado serondo Lúea, Morcelliana, Brescia 1985, I, 70,
¡ 05. La idea es de Schürmann, 11 vangdo di Lúea, 105. Para él la forma literaria de
Lucas 1-2, siendo inclasificable, puede describirse en los siguientes términos: «Una
forma narrativa inspirada por una fe del tipo de la haggada tardoi udía, que —sobre la
base de tradiciones anteriores- profesa con fe ¡os orígenes divinos de Jesús, a los que
da una expresión e interpretación desde una perspectiva tipológica y por medio de
contenidos apocalípticos» (p. 105).
MARIA EN LA REVELACIÓN BÍBLICA 91
hasta Juan Bautista, el tiem po d e ¡m is, ¡«lie Mitre derzeit», el centro del
tiempo, y el tiem po d e la iglesia hasta la parusía106.
Lucas, con una sensibilidad abierta a la cultura helenística, simpa
tiza con algunas temáticas: la misericordia del Padre, la oración, el
sentido social, la importancia de las figuras femeninas... Pero el centro
de su interés es siempre Cristo, Salvador del mundo (2 ,1 1 ) y Señor
desde el mismo inicio de su existencia humana (1 ,4 3 ; 2 ,1 1 ).
Nuestro evangelista, com o sucede en Mateo, aplica también el
esquema hisrórico-salvífico de !a «promesa-cumplimiento» que nos
desvela la entraña salvífica de la vida de Cristo (3,6; 4 ,1 6 -2 1 ). Y Junto
a el su madre María, que se convierte en «persona de la historia de la
salvación, en el más profundo significado del término»107.
Para conocer los principios de la teología lucana sobre la figura de
María y su función en la historia de la salvación nos centraremos sobre
los principales puntos del evangelio de la infancia.
! 06. f.!. (Joiiídmaiin, Dte Míete derZeit. Studien zur Tbeofsgie des Luías, Tübingen
1964 [El centre det tiempo. Estudia de la teología de Lucas, Fax, Madrid 1974;.
1U7. Müller, Laposizione e Lt cooperazione.... en .VIS VI, 560.
! 08. Cf. G.M. Bcsüü'Í, BU linorafia mañana 1978-1984, Vía. rían uní, Roma 1988,
77-80.
1Oí). I. de la l’otrerie, Muría nel ¡nistero deU'sUeanza, Marido, Genova 1988, 36.
110. Entre los que destacan R. Laurentín, Stmcture et tbéoL/gie de Luc 1-11, Gabalda,
París 195?; Id., I umgeli deU'infitnzia di Cristo, Paoline, Ciniseilo Iv 1985; Orfensio
da Spinctoli, ¡niroduzione ai uur.gels d d l’infknzia, Cittaddla, Assisi ■í1976; G. Aran da,
Las evangelios de la infancia de jesús, en «Scripta theologica» 10 (1978) 793-848; Zur
Theologie delKmdheitsgeschiehten. D tr heutige Stand der Rxegese, (R, Pesch, ed.) Schnel!
& Stcincr, i\4ünclien-7.Qrídi 176 5; p, Henoit, Lesréáts euangeUtjues de l'tnfance deJesús,
en Exégése et íbéologie, Cerf, París 1982, IV, 63-94;, Brown, La naseita...', G, Ferrara,
/ rateonri deU'infitnzia nel vangela di ¡Mea, Dchoniane, Napoli 1983.
92 MARÍA MADRE D E JESÚS
111. R.F.. Brown - K.2 Donfritó - J. A. Fio.myer - J . Rcumann, Marra nel Nuovo
Tutanienta, Catutclella, Assisi ] y85, 124 1Múria en el Nuevo 1estamento. Una evolución
conjunta de estudiosos católicos y protestantes, Sigíleme, Salamanca 19S2],
112. Para una comparación entre ambos anuncios, cf. uaurentin, / vangeh delVin-
jamátl di Cristo, 32-44; Sen a, Hibbia, 245-248.
113. Serra. Bibbitt, 245.
114. Frnst, IIvangelo secando Lúea, 93.
MARÍA EN LA REVELACIÓN BÍBLICA 93
Es claro que los parámetros de Dios no son los mismos que los pará
metros de los hombres, pues su sabiduría trasciende la elemental elec
ción de !a sabiduría humana.
Junto a este paralelismo, la comprensión del relato del anuncio a
María se ilumina cuando analizamos el recurso a los esquemas vetero-
tesramentarios que lo sustentan y que constituyen un verdadero género
inerario.
Los exegetas nos presentan cuatro esquemas de interpretación, que
más que oponerse se complementan mutuamente:
Anuncio a
Gn i 8 ,1 -1 5 j e 13,3-22 U 1,5-25 L e 1 ,2 6 -3 8
b) E squem a d e vocación
c) Esquema, apocalíptico
d ) E squem a de alia n z a
El exegeta A. Serta, sin negar las visibles analogías entre ¡os textos
lucanos y los modelos bíblicos de anuncio de un nacimiento o de una
misión, entiende que para esclarecer adecuadamente el relato de Le
1 ,2 6 -3 8 debe analizarse com o «un formulario típico de los ritos de
alianza entre Dios y su pueblo»127.
En realidad, las fórmulas de estipulación o renovación de la alianza,
que aparecen 11 veces en el AT, contienen siempre dos elementos estruc
turales: e l discurso d e i m ediador, cuyo mensajero d e jH W H anuncia y
' 23- I- Legiand. Lannttnce á M ane (ix i,26-38). Uve apocalypse aux origines de
l'Eetirigiie, Ccrt, París 1981, 103.
124. Legran d, /.anuortce ü M ari?. .,, 138.
Í25. ¡.egrand, L ’n mwmx a M uñe.. 135.
126, Legrand, l.annonce d M arie..., M 0.
127. Serra, Bibbia, 224.
MARIA 1-lK LA RF.VEI.ACIÓN BÍBLICA 97
2. L a p r o to m a r io lo g ia d e l M a g n ífica t
F.l episodio de la visita de Marta a Isabel (Ix 1,39-5 6 ), que así mismo
amplía e interpreta el de la anunciación, está lleno de perspectivas cris
to lógicas y mariológicas.128
B, E l cántico d e a la b a n z a d e María.
130. Cf. A. Serra, «Bencdetto i! trullo del uto sena» (Í¿1,42). IIgrembo materno, lunes)
delta bmeáizime di Dio. en María secando il oangelo, Querii titula, B tercia 1987, 24-43.
131. Ci. M, Masini, II idlulo di B.lisdbfUst a Mario. (Le 1,42), en Mar 50 (I9S8)
151-155.
1,32, Mu el AT la Ghebimh significa dueña o señora y designa a ia reina madre en ia
que se reconoce ¡nula y pi Litigio, Ksre ei caso de I’etsabé que se presentó a su hijo
Salomón para defender la causa de Adornas. El rey «se postró ante ella» y k hizo sentar
a la diestra de su imno: «Pide, madre mía, poique no te la negaré- (IR 2,20), Pero la
gracia le fue negada. Cf. A. Serra, Regina, en NDM, 119 M I 92,
133. 1?rown er a i, Ma ría nel N T, 143- 144.
134. Desde d punto de vista de la crítica textual se impone ía atribución del Magní
ficat a María, mientras que h variante «Y dijo Labe:» no tiene apoyos suficientes.
La crítica moderna, sobre todo por ia expresión «me llamarán bienaventurada» (1,48),
que piolunga la aclamación de Isabel «bien aventurada k que ha creído» (1,45) refe
rida i María y no a Isabel, se muestra a favor de la, tesis tradicional. Cf. A. Valentín!,
La controversia circo l'attribuzione dd Magníficat, en Mar 45 (1983) 55-93.
100 MARÍA M ,A D REL'H JLsÚS
146. Lit expresión está tomada de la encíclica Redemptorh m anráe Juan Pablo II
{25-3.1 987): »E1 anuncio de Si meón parece como un segunda anuncio a María, dado
que le indica la concreta dimensión histórica en la cual el Hijo cumplirá su misión, es
decir, cu la incomprensión yen el doler» (RM 16; EV 1 1/1312).
147. Orcen si o da Sp ineroli. l.uca. 11 vanado dei poveri, Ciu.ideíla, Assisi 21982,
123.
1-Í8. CE J.M, Alonso, La espada de Simeón (Le 2 3 5 a ) en la exfgesis de los Pudres,
en María in sacra Ser;¡¡tura, IV, 183-285.
104 MARIA M ADRE Olí, JESÚS
153. Pao un estudio mis profundo de este episodio, cf. R. Lamen un, ¡hits mt
temple. Mysrérede Paques etfnide Marte en Lite2,48-50, Ga balda, París 1966.
¿54. Sena, Bibbia, 269-271-
155- Schürmann. II vangelo di Ltica, 269,
156. A. Sorra, Sapiente, en NI AVI, 1280.
106 m a r I a m a d r í ; d i ; jn süs
a ) M a r ía es lla m a d a a fo rm a r p a r le d e l p la n d iv in o con u na
m isión p a r tic u la r
15?. A. Ser r;i, Sapienzti e cuntemplazione di Mar id secomía !atea 2,19.5!b, l'eiij.ian'i
Mtrianum, Roma 1983, 302 (buen estudio).
158. Cf. A. Cienri;e, Eludes sur i ’isettvre du Loe, Gabalda, París 197S, 435 cjiie cita
j lis: 2,17; 5,8; 7,3; 8,5.
159. I. De la Potterie, María «pieria di.gnu.ia» (Rm. 7-11), en Mar 50 (1988) 1 l i
l i ? cjUL* incide en e! valor causativo del verbo dnrrilóó; de este modo kechar'itírménc
significa «agraciada, dotada de gracia».
160, Cf, E. Peretco, Cmtenuti e limiti deWammcmzione (Le 1,28-38), en ¡dentitá
de¡ serví di Mario, Edizinni Marianum, Roma 1975, 4 l.
161. H.W, Ikyer, eultigbéo, en G LN T lll, 1171. Cf. A. Scrra, «Benedetto iljrutto
del tu o sentí» (Le 1,42). il gremio materno, htt/go delta benediz.ione di. Dio, en Alaria
secundo il vangelo, Qtiermiana, Brcscia 1987, 23-43.
-MARÍA l:N I A KKVT.LAClON KlHI 1CA 107
b) A la llam ada d e Dios Adaría responde con una f e ejem plar cpie
constituye e l rasgo m ás característico d e su ser espiritual (1 ,3 8 .4 5 )
168. III tema di María «hija de Sión» (título reconocido en la I.G 55) es un descu
brimiento de la exés'esis anual al interpretar ei anuncio de] ángel como una actualiza
ción de So 3, ¡4-1 7. Cí. N, Lemmo, María «ftgliet di a puniré da l.ueti 1,26-38.
ííikm ln i.■xejreMo d a l ¡939 <d 1982, en Mai 45 (1983) 175-238,
169. Cí. De la l'ottcrie, María uei minero..., i 7-32, 279-280. G. Barbaglio. que
se atiene rígidamente al método histórico-cnrico, observa que lucas «acentúa la “rqui-
laeación” teológica y espinina] tle María; en cüikí'CCo, su ríeteler por la gracia y su
respuesta obediente a la palabra de Dios» {Maná m i NT, 46),
170. Frnst, Vangelo secando f.uoi, U l .
171. E Mussner, I.h 1,48 f; 1 1 ,2 7 f. und die Anfdnge der Mariemvrthntng in de>'
Urkirche, en De pnmordhs euitiis marulni, II, 25-34.
172. El cántico de Isabel (l.c 1,42-45) constituye la «bendición-santificación coral,
puesta en boca de Isabel, que la comunidad Clistiana. primitiva dirige a María Madre
del Señor (v_ 42) y Madre de ios creyentes, la pisteiUasa por excelencia» (Ravasi, «Beata
tohu. ] 59-1 CAY). «.Sin una forma incipiente de alabanza a María (o quizás también
de discurso) pienso que esta frase en la redacción lucana sería difícilmente explicable»
(G. Ghiberti, Le 1,48b: anche genere agiogntfico:, en «Rivura bíblica» 39 (199 i) 140.
110 M A iilA MADRE- Di- j'llSÚS
173. Por lo que se refiere a la discusión sobre la autoría del cuarto evangelio, para
algunos exégetas modernos (Colsoti, [.oren'/.en, Hengel, Hrown, Schnackenburg...) se
trata de un discípulo anónimo fuera dd grupo de ios doce y al margen del judaismo
oficial; d. G. Segalia. nlldisiepalo que Gesü amai/a* e la irodizione giovannea, en «Then-
logia» 14 (1989) 217-743. Eí autor se alinea con la tesis tradicional del apóstol Juan
en lulición de criterios internos y de la tradición de Justino c Lenco entre otros.
174. La Bibbia di Gerusalemme, Deltonianc, Bologna ’ l 990, 2258 [ Biblia de jeru -
satén, Desclée, Bilbao, 2000].
175- «iMientras que para Pablo eí jesús terreno, en tanto Preexistente bajo figura
de esclavo, está privado de toda gloria y esplendor divino (Flp 2,6ss; 2Co 8,9; Rrn 8,3),
en Juan el I .ngns hecho carne reveía-de un modo paradójico, visible solamente a los
ojos de la fe—la propia daxa en su obra histórica» (Bultmann, Teología del N T , 346).
El exégera muestra que la expresión «yo le he glorificado» (Jn 12,28) sería impensable
en Pablo (ibi).
MA.IIÍA KM l,A Kl-VJ-'.l.ACIÓ N BIBLICA
] 85. De la Potreó e observa que es preferí bie este acercamiento antes que referirse
a Gn 41,55: «Id a [osé: haced lo que é! os diga», ya que ambas escenas «no tienen nada
en común» {M aris nei m i s m v . 207).
186. «Hn lodo caso hay que tener presente que María en el v. 5 ayuda a la prepa
ración del milagro» (Schnackcnburg, II vangc'm d i Giovanni, L 461).
187. A. Serta, Maris a Caita e salto la croa. Centro di cuIcura mariana, Roma
] 985, 36.
MARÍA EN LA REVELACIÓN BÍBLICA 115
es presumible que en las bodas de Cana María, antes que los demás,
se adelantase a aceptar la voluntad del Hijo comunicando a los
sirvientes su abandono toral en él. La frase: «Cuanto él os diga
hacedlo» se convierte ahora en «Todo lo que él dígalo haremos»188*.
192. Los exegeras para explicar este episodio recurren a cienos textos del AT. Algunos
citan Sai 27,11!. que muestra ¡a angustia del extremo abandono del Mesías sufriente
por pane de su familia y aun de su propia madre (Van den ilussche, R.E. Brown).
Otros mticsiran que c! significado del lextu ioánico no es la renuncia, sillo por d
contrario, la adopción y la confianza jumo a la maternidad mesiánica de María, que
hallan su ocultación profcrica en ia mujer de Gr, 3,15 o en la Jerasílen madre de los
hijos dispersos de Dios (ls 49,18-22: 54,1-3; 60,4).
193. Cf. M. De Goctir, La m ire de jésas cu je e n ¡9,25-27, en Kecharitoméne.
Mélangc.s Rene Laurentin, Desddc, Paró 1990, 207-2 ¡6. El autor vuelve a exponer en
co Iaborad ó n el pensamienu>de stis a nrerio res art íc ul os: Buses ki b tiques de ia m al ern i té
splrítnellc de M ane, en «Ltudw m¡irtaltt¡» 16 (1959) 35-53; Un sthinta de révéiarion
d e tis le quiurieme évangile, en «New Test amen i Siudies» 8 (i 962} 142-150. Ett el ard-
culíi de 1990 de Goedt propone llamar al esquema de revelación «esquema de presen-
ración oracular o de man ¡íes ración pío (ética de vocación» (p. 208),
lis .MARÍA MADRE DE JESÚS
Jn 1,29.36 Jn 1 ,4 / jn 19,25-27
Ai día siguiente [Juan Vio jesús que se acer jesús vim do a su madre
d Bautista] urajeáis... caba Natanacl y junto a ella a! discí
pulo que amaba,
— «la acogió», del verbo him báno, indica la apertura de fe hacia María,
la única persona además de jesús (1 ,1 1 -1 2 ; 5 ,4 3 -1 4 ; 1 3 ,1 9 -2 0 } que es
objeto de acogida en el evangelio de Juan. Siendo un verbo afín a «creer»
(98 veces en Jn) y en una ocasión unido explícitamente a éste (1,12-
13), lam bán o —considerado como una «particularidad estilística joánica
(Schnackenburg)- participa de su significado fundamental:
—«en su casa» (literalmente «entre sus cosas» - eis ta íd ia) que no indica
tanto su propio hogar11 cnanto una propiedad o pertenencia de carácter
religioso. Para el discípulo amado, «lo que es propio» son
Entre los bienes espirituales, es decir, los bienes oírecidos por Jesús
a los creyentes, com o la gracia (1 ,1 6 ), la palabra ( 1 2 ,4 8 ; 1 7 ,8 ), el
201. Sdiniiekeiiburg, // vangelo dt Cío van ni, [, 70 S; e.f, iodo d exmrsut sobre
«El creer joánico» (697-719)-
T la inducción indiana que usa el autor para ios textos bíbljros reproduce d
sentido que pretende el texto («rra i suoi beni») que la edición española, en este caso
La Bit)lia de Jentsalén, que aquí tisai nos corno referencia, irán ser ibe según la expresión
más arriba citada («en su cusa») (N. del f.)-
202. ierra, María a Cana. .., 1 i 1.
.VARÍA EN' ÍA RKVKJACIÓN RÍMICA 12)
203. Serca, María a Cana..., 126. Sobre ia expresión vis tu (día U. Van ni avanza
la siguiente interpretación eclesis!: «Cunto en otras lamas expresiones que Juan ciara-
mente muestro (di Jn 1,11; 13.1; 16,32), esta palabra puede significar el propio ambiente-
huí na tm. U propia gente. PeíVu: ex con toda probabilidad su .sentido. En el momento e:i
que se escribe el cuarro evangelio existía tm ambiente humano característico de Juan
y de la escuela joánica. En dicho ambiente, en esta iglesia, el discípulo acoge a María.
Con ello se evidencia todavía más la dimensión celes!¡ti y concreta de su maternidad»
ii.Apccalisse..., 'A 1).
2.04. 208“ Capítulo General OSM, Fute quedo che vi dirá. Rijlcaioni epropaste ¡>cr
ia pwmozione delia pictá mañana H), Cur ia general izia O S M . Roma 1983, 18.
205- R. Ilulimann, Das Evangelium desjohnnncs, Vandenhoek 6c Ruprecht, G&ttingen
953, S-'í (a propósito del relato de" Cana).
122 MARÍA MAUilll DKJZSÜS
206. lista perspectiva es más plausible que la defendida por Bllltmanu, para el cual
,María represe ora ría a ¡os judeo-cristisnas que- debían acoger a los cristianos prove
niente, del paganisnu rept escolados por el discípulo amado. Como observa Scbnac-
kenburg, «la interpretación de María como represen tan re de! judeo-cristianismo no
convence y la deducción de que e! discípulo representa al cristianismo de los gentiles
es si cabe ¡mis pelegrina ya que éste es nombrado entre los discípulos de Jesús»
(// uangelo d i Giosanrú , III. A55).
207. Ib Vanni, Ajiai'iiii'se (Libro dell'j en ND1 B, Sí).
208. El gran signo en d cielo es interpretado en un sentido cscatológico: «Un fenó
meno absolutamente extraordinario que alcanza dimensiones cósmicas y determina el
curso de ios acontecímientos fina,es (d. Mr 26,30; Ap 12,3; 13,1)» (E. Eoli.se, l.Apo -
cnline di Giüvmmi, Pal dcía, Bresca a 1974, 123). Sin embargo «no se trata tanto de un
"pórtenlo’1, un espectáculo digno de admiración, cuanto de un mensaje que exige una
decodilitación. Es necesario abrir y trascender el Signo, cuya grandeza de tipo lógico
demuestra su importancia, y cuya posición en el cielo revela su trascendencia» (Vanni,
L'Aporciliue. •, 230-231).
m a r 'a :-:n u ¡ti-vi'i.AaóN r íu m c a 123
209. P Prigcnt, lí messaggio Jell'Apacalissc, Roma 1982, 162. K! amor (pp. 162 a
i 64} excluye que se ríate de i;¡ «ccimunitiad sania del AT», o mejor, la comúnidael
hebrea convertida si cristianismo ya que osla distinción no es propia del Apocalipsis;
por eí contrario se Li'ataoe la comunidad ensilan a de discípulos que en medio deí sufri
miento da a luz. al hombro nuevo (Jn 16,19-22).
2tf). Prigr-m, f¡ mcisojfyjo,, 1 6 4 .
21 i . Lohse. LÁpocnime di Ciovemui, 133.
124 MARÍA MAHRR OKJH.SÚS'
2[ 2. U. Vanni afirma sobre esta cuestión: «Una exéresis científica no puede aplicar
■a figura ¡le Ja mujer a María» (l.'Apoealisse..., 251), Con todo y dentro del mismo
contexto el autor reconoce, ampliando el discurso del «circulo joánico», que «una
comparación entre ia figura da María según aparece en el cuarto evangelio y Ap 12,1-
6 no sólo permite, sino que implica una continuidad y por añadidura una reciprocidad
curre María y la iglesia». En cualquier case, entrón ti amos todavía en el eampo protes
tante frases como ésta: «Observa trios con satis facción que prácticamente lia desapare
cido de los comentarios recientes aquella antigua exégesis que veía en la mujer la imagen
de María, identificación que en realidad llevaba consigo más problemas que sol liciones»
(Prigcnt, Hmessagio..., 164).
213. Cl. A, Feuillec, l.e Messie er.sa M ire d'afires le dsafiim XI¡ de l'Afiocalyfise, en
«Revue bibiique» 66 (1959) 55-86.
214. lista referencia a María también se encuentra c:i los comentarios protestantes,
aunque es descartada por tazones apriorísticas, liste es el caso de I.ohse que no parece
propenso a admitir en Marta una maternidad de orden espiritual: «Puesto que él [el
hijo tío la mojei-J no es otro que Jesús de Nazarct, parecería obvio reconocer en ella a
la reina del cielo, María Madre de Jesús, venerada como ia mujer revestida de sol.
I.a iglesia medieval interpretó Ja imagen en este sentido [cpieseiilaiKio a María como
la reina dd Cielo. Pero esto no tiene fácil armonización con el v. 17 cuando la mujer
aparisco no sólo como la madre del Mesías, sino también como la madre de los creyentes»
(L'Ápocfl.lisse di Giavantii, 123).
MARÍAEN LAREVELACION BÍULICA 125
V. A MODO DE BALANCE
S i n o s r e m i t i m o s a la c a n t i d a d , n o s o n ta n e s c a s o s lo s t e x to s e n los
q u e a p a r e c e M a r í a . P e r o en p r o p o r c i ó n es u n « p o c o » c u a n t i t a t i v o
q u e c e d e a l « m u c h o » efe l o c u a l i t a t i v o . S o n f r a s e s a p a r e n r e m e n t e
s o b ria s y secas, v e rsíc u lo s o in c is o s q u e a p rim e r a v ista c u a lq u ie r a
creería q u e so n del to d o m a rg in a le s, r e s u m ie n d o a d e m á s tr a d ic io n e s
d e d i v e r s a s p r o c e d e n c i a s . E s t a s t i e n e n s u r a í z e n el A T y a t r a v i e s a n
el á r e a d e l j u d a i s m o q u e h e m o s c o n v e n i d o e n l l a m a r « i n r e r t e s r a -
m e n t a r t o » p a ra a s u m i r c o n re la tiv a f r e c u e n c ia s e n t id o s p a r c i a l m e n t e
n u e v o s . P u e s b i e n , t o d o e s t o d e s e m b o c a e n el N T s e g ú n i o s d i v e r s o s
án g u lo s y l a s p e r s p e c t i v a s t e o l ó g i c a s d e c a d a a u t o r ' ’ 1''.
222, Lira esta lectura dinero nica de los datos mínanos deí NT, cf. Gcorge, Décou -
verte de Marte dans le Ni\ ¡\. Sil ir, M aría in «kerigmaie* communitaíis prímiüvae, en
Muría in ¡atm Sm pntni, IV, 3-48; H. Frchen. D e cultas mariuni Jundtímentis aftud
haríwtrrapho; Novi Testamenti synapticos en D eprím ardiis cuitas marittni, II, 38-48.
2 2 j. A. Fcuillcc, L'heure de ia fem me el l'imire de A Mere de jesús, en «Bíblica» 47
(1966) 572.
MARÍA K\ LA REVELACIÓN BIBLICA 129
1. W. JditiS, Cw iii -me der Mai 'ícm.'iTfhrniry, Reí rim é Muiré iculéisd 1963;
! I- (j'racf, M ana, i.nw t.jirihichie tlcr i.drnr and Muréraye Hcrder, F r.uee rMBi. i 964
(ed, inglesa 19CÍ3; [María. l,n mnrkdovíay cUulta ruunnnri a (Mués de L'í binaria, I Itriler,
Barcelona 1968]; G. Süli, Suma d d tiopni marinui, LAS, Roma J981 (ed. alemana
i 978); 1! Giclot - 1). l-crnáricei - ’l, Kóhler - S, De Fio res - G. l’hilips, Marín c i i
muí nairn-, Itinerario rtoneo-teoiogh-o, Cirtíi Nueva, Roma 19K5 (truínooión cíe la voz
M arte d d DSAVfJtT Kolder. Starin M h m onologa, en NDM. 1385-1 d05. Desde el
pimío de vista del sacerdocio de ¡a Virgen, es fundamental para la historia de la manó
lo ala el libro de R. Lame nú n, Marín cariara siícerdtilhuu. i: ¡sai sur ir dévdojipanetU
d ’ime idétr religieuse, NLL, Raris 1932.
132 MARÍA MAÜRI-: DK JESÚS
2. ¡sobre osea cuestión Pablo V[ observó acertadamente; «La. iglesia, cuando consi
dera la larga historia, de la piedad mariana, se alegra comprobando ia conumudad dd
hecho cultural, pero no se vincula a los esquemas representativos de las varias épocas
culturales ni a las particulares concepciones antropológicas subyacentes, y comprende
cómo algunas expresiones de culto, perfectamente válidas en sí mismas, son menos aptas
para ios hombres pertenecientes a épocas y civilizaciones distintas» (MCI 36; KV 5/67).
3. I.n sincronía [syn chróno = con el tiempo) implica que los signos adquieren
valor desde una relación orgánica con ios otros signos del sistema, constituyendo una
[nulidad que al no menoscabar la autonomía de cada signo da sentido ai todo y a las
panes. I a diacr/mía {diA chránon = a través del tiempo) comporta la evolución do una
totalidad mediante la transformación de cada parte. Las modificaciones no actúan
«nunca sobre el bioque del sistema, sino sobre uno u otro de sus elementos» (K De
Saussure, Cono d i lingüistica. general?. I.atenta, lian 1968, 106 [Cuno de lingüistica
general, Planera-Agostini, Barcelona 1992]).
[.A HCL'RA D E MARÍA A TRAVES D L LOS SIGLOS 133
Sección primera
EDAD PATRÍSTICA (SS. II-V1I1)
14. Cf. E Manns, Le récit de la Dormidor; de Marie (Vat. grec. I9d2). Contribu-
tion /I l'éiude des origines de lexéghe cbréíienne, en Mar 50 (1988) 439-555. El autor
toma en cuenta ios principales estudios de los apócrifos sobre la Dormición: van
Esbrneck, Wengcr, Arras, Ragarrí. Testa... Este último sostiene que un gmpe de apócrifos,
entre ellos el Vat. griego ¡982, pertenece a los ss, III-IV, y podrían provenir de los
parientes de María {F.. Testa, Lo sviluppo delta Dormido Marine ndla leuemtum, nelltt
teohgia. e nelliirchtüíogia, en Mar 44 (1982) 316-3B9).
15. Manns, Le récit, 440.
16, Manns, Le récit, 478.
17, E l trAntii o romano: T M PM 1, 8 95- S 9 9.
18. -A la vida desde el seno de la madre engendrado/la forma humana alcanzó y
el infante mostrado/con parto virgíneo, gran prodigio a los hombres fue dado» ( Omcoli
LA HGL'KA D E MARÍA A TRAVÉS DE LOS SIGLOS 137
el texto gnóstico egipcio Pistis S ophia (s. II) el mismo jesús dice a su
madre:
II. M o d u l o g n ó s t i c o - s a p i e n c i a l :
M a r ía n u e v a E v a y s a n t a T h e o t o k o s
I , C a m cíeríiticá s
a ) O rientación b íb lica
sibilliJti: TMPM i, 142). Igualmente las Odas de Salomón 19 dicen de María: «grávida
convenida, un hijo sin dolores conribió/f...] Mas partera no quiso, ia vida ella dio»
(TMPM I, 144).
I Pht¡s Sophia: TM PM L 146.
20, C, Vagaggini, Teología en NDT, 1609.
21, B. Mondin, I grano i teoíogi del XX serolo, Borla, Tormo 1969, II, 258.
22, Mientras Justino asume de los apócrifos só]q la noticia de la «gruta» de Belén,
el Niceno abre el camino a un uso mayor.
138 MARÍA M ADRE DE. JESÚS
b ) O rientación ap ofática
d ) O rientación -platónica
2. C on ten idos
Así pues F.va, cuando era todavía Por el contrario, María, la Virgen,
virgen e incorrupta, concibió la acogió con fe y alegría cuando el
palabra de la serpiente y parió ángel Gabriel le llevó el feliz
desobediencia y muerte. anuncio.
[ ...i Por medio de él [Cristo]
realiza la liberación de la
muerte29.
.VJ. Carta a ¡os Efestos 7: I MPM 1, 12:. Se acvierte que Ignacio enfoca «como
primera instancia el cuadra de los atributos carnales de Cristo» dentro de la «coinci
dencia de los opuestos predicados tea ruíneos..'. En este contexto cobra importancia la
mención a h madre: «Para el mártir, la que ha engendrado a Cristo es María, dándole
una ram e verdadera y re.-íícue le ha. per mil ido padecer)’ m srb. Por tanto Cristo, ci: '«
veneración, en ía pasión, en ¡a muerte, en una palabra, en todos y cada uno de los
evenios hisiórico-salvííicos J osli carne, "es de María1'. De este modo María garantirá
la realidad histórica y concreta de la carne de Cristo contra toda posible negación
docela; se entiende en ion tes que pala Ignacio bi uta en primer lugar de M ari tí y después
de Dios.'.' (P. Ecrgamdlt, Cnratterisnchc e oriyinalhk dalla nrtfessione di ferie mariantt di
Ignaaio di Ah¡ioe/>ia, en I.a miírlalagin ucU,i ealrcbesi dei Padri ¡erópreniccnd]> 68).
40. Carta, a los Tríllanos 9 :1 MPM 1, 12:3. En otro texto anti doce la, Ignacio «con
un oxímoron audaz |figura que consiste en retín ir dos palabras aparentemente contra
dictorias ilega a hablar de un «Dios concebido» en el seno de una mujer», osadía que
haría estremecer al esplritualismo platónico: «Así mismo Jesuciisto nuestro Dios fue
llevado L-n el vientre de María según ¡a economía de Dios [kar'oikonomiart Thcoii). de
la semilla de David, cierto, pero sobre todo del Espíritu Santo» (A los F.fesios 1ó,2:
TMPM 1,122).
41. A las f.fesios \8,2; 19,1: TMPM I, i 22.
144 MARÍA MADRE DK JESÚS
virginal: «Ahora bien, es dato del todo manifiesto que nadie de la descendencia
de Ahraham según la carne nació de una virgen, salvo nuestro Cristo» (TMPM
i, 131).
44. /Apología 21,1: TMPM í, 126.
45. Justino «en función cíe la teoría del "plagio” defiende la precedencia y supe
rioridad de Moisés y los profetas sobre los escritores y filósofos paganos»; en conse
cuencia «el mito de Dan,te es una “imitación de ia serpiente engañadora» {Diálogo con
Trifón 69,1), es decir det diablo frente a la profecía de is 7,14 según los LXX» (M-
Maricano, La Vergme M adre negli n ritíi d i Giutlino maniré. M ilipagani e m istfw cris
tiano, en ¡.a mariolagia. ndltt cam bes! dei Pudrí (etd prenicerw), 94-95),
46. I Apología 33,6: I MP MJ , 128.
47. Diálogo con Trifón 43,3; 84,1: IMPÍV; I, 130, 135-136.
48. c... Para algunos, el Jesús de la economía [...] pasó a través de María como el
agua a través de un tubo» {Adv- llaer. III, 11,3: TMPM í, 159).
49. Para Ireneo Jesús podría ser y llamarse verdaderamente «e¡ Hijo del homhre
ya que nadó humanamente de María porque ésta vino también de ¡as generaciones
humanas, como humana que era» {Adv. Haer. III, 19,3; TMPM I, 164),
¡46 M A R IA M A D R E DH JLSÜS
1renco recoge el ieit m otiv ignacia.no del parto de María con un texto
complejo en el que se habla de la regeneración de los hombres y de la
catarsis o purificación de María:
R e c o n o c e m o s p or ta n to c o m o un sig n o de c o n tra d ic c ió n la
co n cep ció n y el p a r r o d e la V i r g e n M a r í a [ . . . ] . V e r d a d e r a m e n t e d i o
a l u z , p o r q u e l o l i a h e c h o d e s d e s u c a r n e , p e r o al m i s m o t i e m p o n o
h a d a d o a lu z p o r q u e n o h a s i d o m e d i a n t e el s e m e n dd hom bre;
'i4. La carne de CrLu. 23,2; TMPM 1i1, 74. ( d. 1 Da] ( invdo, Riferimcnti rnaris -
¡agid i» ieriiiíinino. Lo «¡tutus amiatumii*, en La mariolovia (¡ella cginvrs: (leí ¡’adri
(cltí ¡¡renicenu), í 2 i -i 23.
55. «Por lo que respea ¡i a ¡;i Madre dd Señor, la matriz se abrió en d instante
mismo del nacimiento, ya que antes dd nacimiento de Cristi.) absoluta metare nadie
locó su sanio cuen») el iu,no de roda veneración» {Homilía ¡obre Lucas XIV.8: TMPM
I, 220).
56. Comentario a Mateo, >0,17: TMPM I, 210: «En cuamt.i a aquellos que sosrienen
que contrajo inaunnonio tras c¡ parro, no tienen ninguna prueba para tundaineutai-
tal resis: los otros hijos eran atribuidos a José y no balita ¡i nacido de María, ya que no
hay ningún texto t*n la í'.ser itura que lo afirmo, {Homilía sobreLucas 4: TMPM I, 214).
148 MARÍA MADRE D E JESÚS
a ) Verdadera y p ro p ia m atern id a d
63. ( X (6. tiiamberardini, ¡i cuito mana.no in Eghut. I, t raí iciscan Prinrmg Press,
Jcrusalcm 51975. 11-114.
64. Juliano emperador. Contra los gallitos (texto citado por úirilo de Alejandría):
TMPM í, 265- Pueden verse también ios diversos fragmentos que lian llegado a nosotros
de su discurso Contra bserisihnosen Juliano emperador, La rincisiiia clegii dtí, II basilisco,
Genova 1988, 293-358.
65. tpiianio, paliarían 30,30: 1 MPM I, .385. Ambrosio. Los místenos 1MPM
III, 194 afirma que «la Virgen engendró trascendiendo el orden de la naturaleza»,
aunque distingue lo que es «según ía naturaleza» de lo que es «supranatural» {D e htcav-
nationis D om in jrar sacramento 54: Pl. 16, 83213}. Gregorio Nacianceno, Poemaia
dogm ática 9: TMPM III, 305: «de modo humano pero no según las leyes humanas».
66. «Según la condición corpórea [Cristo] estuvo en el útero, nació, fue amaman
tado y colocado en el pesebre; pero sobre cal condición la Virgen concibió, la Virgen
150 M A R ÍA MAniífc OH JESÓS
engendró, pina que ereveras que era Dios el que renovaba la nato i alera y al mismo
tiempo era hombre quien según la naturaleza nació de hombre» (Ambrosio, De mear-
narioms Dtmnniaie sacramento 54: PL 16, 832 H). Con lenguaje realista el escritor
Quodvaltdeus í i" ca. 454) afirmó: «E.l vientre deía Virgen se bincha y sin embargo la
barrera del pudor permanece; el útero de la madre se llena... succiona el pezón el
mismo que sostiene los as líos- [Usimhoio ai ctuerumeni 4,4: TMPM lij, 471).
67. Dídimo Alejandrino, Comentario a los Salmos 20,]; TMPM i, 367. Remi
tiéndose a Pablo (Cía 4,4), Juan Cristos tomo precisa: «El Apóstol dice “de mujer", para
rapar la boca a los que afirman que Cristo pasó por el seno nía terna como a través de
un canal" {Comentario a Meneo 4,3: TMPM I, 4 ¡ 9).
68. Agustín, Comentario a i evangelio de Ju an 8,9: TMPM III, 341.
6 9 . H frén , Himnos ¡obre U ¡Pasividad, XI, 7 : T .V i P M IV , 1 0 1 - 1 0 2 .
70. Epifanio, Ansomttís 49, 75, 77: TMPM I. 375.378-379.389-399- La desig
nación del vientre de Mará), como «taller» (crgasrérioiü de la encarnación se encuentra
también en Basilio, Hornilla sobre la santa coneepción de Cristo: TMPM I, 297 y siete
venes en Prodo (CMP nn. 2999, 3(100, 3007, 3036. 3037, 3038 y 3041). CE A. De
Micoía, Memfore. e prejigttraziont sulla matemitá divina di Mario, nei podrí greripostni-
cttiii, en Ltt ma rio logia neila entechen dei Padri (eta pasinketut), 175-176.
LA FIGURA DL MARÍA ATRAV'fc OK LOS SIGLOS 1 51
siglos cristianos, y aceptar un Dios que se hace hombre, c.s decir, que
asume en sí la maternidad, en el seno de una mujer71723.
La encarnación aparece para los creyenrcs como un milagro asom
broso que «la fragilidad del intelecto mortal es incapaz de entender»:
por tinco, como «la Sabiduría de Dios que ha entrado en el vientre de
una mujer y ha nacido como un niño con los balbuceos propios de los
71. F.n la disputa con Arquelao el maniqueo exdama: «¡No se diga jamás que
nuestro Señor Jesucristo bajó a través del parto genital de una mujer!» í Esternón ¡o, Acta
Arckelai 54: TMPM I, 270).
72. Orígenes, Les principio; II, 6,2: TMI’M 1, 198.
73. Ep i[arii o, A ncor,m¡.s 7 8,20: ‘l’MPM 1. 399.
74. Scdulio, Poema pascual. PMPM I, 399-
75- Pedro Crisólogo, Sermón 142,5: TMPM 111, 436.
76. Apolinar, D e ¡¡de el incartuuione 5: 1 MPM III, 436. En este sentido, la iglesia
usi no hubiera asumido la encarnación de Cristo a través de la Virgen, jamás hubiera
podido conoce;- la gloria déla divinidad que provienedd Padre» (Cromado, Sermones
11,4: TMPM 111,227).
77. Gregorio Nadanceno. Carta 101 (a (Jedonio): TMPM III, 312. El texto
conlinúa: «Si alguno asegura que Cristo ha pasado a través de ia Virgen como se pasa
por un canal, pero niega que lia sido plasmado dentro de día de forma divina sin inter
vención del hombre o al modo humano, esto es, según la ley dn la concepción, es igual
mente ateo» (ibi). A Gregorio Nadanceno se le reconoce «el mérito de haber hedió
del término Theotokos la piedra de toque de b ortodoxia mucho ames que d concilio
de tieso» (G. Solí. Aspelti catechetici delia m an elogia, det Cappadoci, en La marielogia
o d ia cuteehesi dei Pudrí (eta pestnicena), 17}.
152 MARÍA MADRL DÍI JESÚS
78. Egemomo, Acra Archelai 50-60: Tivíl'M I, 271. Este encadenamiento argu-
merual fue utilizado, sin citar a iiqcmcmio, por A. Nicolás, i.a Vicrge M aris dam le plan
divin, IV, Valon, París 1860, 107-1 16.
79, Agustín, Comentario a l evangelio de Ju an , 8,6-7: TiVf PM ¡II, 340.
[.A I-'IGURA DE MARÍA A TRAVÍ.S r.)K.L.OS SIGLOS 153
que rechazaba a la madre, sino de aquel que mostraba que el parto por
sí mismo no sirve de nada si ia que dio a luz no fuera virtuosa y fiel
(a la voluntad del Padre)»1*11,
Agustín reflexiona sobre ia relación entre marernidad según la carne
y marernidad según el espíritu, primando la segunda:
;No hizo tai vez la Virgen María ia volunrad del Padre, la cual
por la fe creyó, por ía fe concibió, fue elegida para que por ella la
salvación naciese para nosotros entre los hombres y fue creada por
Cristo antes que Cristo fuese creado en su seno? Santa María hizo
la voluntad del Padre y la hizo enteramente; y por ello vale más para
María ser considerada disctpula de Cristo que madre de Cristo8081.
8-1. B. Sí líder. 1¿ am eilio d i isfeso (4 3 !) nella luce drlla dourina m aiiana d i G rillo
d i AUssandria, en L/r mariidogiit nrlU anechesi d eip o d rí (ctilposlmccnn), 52.
85- «...hablando entonces contra los paganos a los que acusábamos de predicar
que la sustancia divina fue recicntcmemc creada en la Virgen, dijimos: No es propio
de li Virgen dar a luz la divinidad, oh ¡lusm'sirnos: ella sólo dio a luz un hombre, que
es el instrumento inseparable tic la divinidad» (Nestorio, Tragedia o historia : TMPM
r. 550).
86. «Si consideramos la euest ion con la mayor diligencia, la santa Virgen no debe
ser llamada Theotokm, sino Christolokos{CarU a C7r/¿>. TMPM I, 547). «No me opongo
al término 7 heolúkos, con tal que no se emienda desde el hitiesto sentido dado por
Apolinar o Ar ti o, confundiendo sus dos naturalezas. .Sin embargo, creo que la expre
sión 7 hrotokos debe ceder su puesco al término de Christotakos, el cual fue ya pronun
ciado por ios mismos ángeles y recogido ñor ios evangelios» {C a n a a (.destino papas
TMPM I, 54Si.
87. id-.sro se afirma en ¡a fe ortodoxa, y esto hallamos en los santos padres. Porque
ellos nunca dudaran en llamar a la Virgen santa Madre de Dios, no porque la natura
leza del Verbo o su divinidad tuviera su origen en el mismo ser de ía santa virgen, sino
porque de tila nació el santo cuerpo dotado de alma racional, a la que el Verbo se unió
susuncialmente» (Cirilo de Alejandría, Carta I I a Nestorio'. TMPM I, 475,1-
]./, EJí.loU/. DE MAtlÍA A TJÍ/V/é DE LOS SÍGLOS 1. 55
a ) D e m argarita
Se trata de una mol logra fía sobre el parto virginal atribuida por
Asentando a s. Efién (f 3 7 3 ), pero probablemente compuesta por un
autor sirio a finales del s. IV‘T . En vez de responder a los herejes con
sus propias palabras, el autor prefiere que hable la m argarita, es decir
la perla producida por la concha. Eí lenguaje no es todavía muy preciso,
pero su propósito fundamental es claro:
96, María es ya conocida cuino la «saiua Virgen» eil una Carla de ios tijiisudes
{s.Itj (Je cxu-acciún judío-cristiana., primer testimonio de lü que será la atribución dd
«¡ipil líela ornan lia» {Sol!, filaría de i dagmi m ariani 5S. La misma expresión la encon
tramos cu Hipólito (t 235} y en diversos autor tí dd s. IV (.■(uno F.isebiu de Cesárea,
Cnsóstonm, Lpi lanío, Scveriano... Tito de Bosrra (f ca. 378) llama a María «la santí
sima Virgen» [TMPM i, 287]).
97. {¿pilanio, Pamtríor, 78,6: TMPM i, 39á-395.
!JW, F.n cualquier ca.su estamos dentro dd ambiente sirio, ya que ia comparación
de i.i perla .se halla nmhién en Piren (TM l’M IV. 102 y 105).
99- Anónimo, D e mtirgnrim sive advenía CM1’ II, 99. id texto se cita
por esta fuente-, más completa que los TMPM J, que solamente ofrece largos extraeros
de la obra (pp, 1 ] A-\2ÍJ).
M ARÍA MADIÍR Dí'.JI'SÜ.S
Jesús como un gran grupo, una turba; de ahí c|ue Jerónimo 1c espete:.
«Tú has contaminado [refiriéndose a Elvidio] el santuario del Espíritu
Santo, del cual pretendes que hayan salido una cuadriga de hermanos
y un montón de hermanas».
De igual modo Jerónimo se distancia de la «hipótesis que muchos
avanzaron con una temeridad ajena a toda piedad» sobre las diversas
mujeres de José: «Afirmo que también José permaneció virgen gracias
a María, a fin de que un Hijo virginal naciese en el seno de un matri
monio virginal»104.
En el 3 8 3 Jerónim o vuelve a escribir sobre este mismo argumento
contra Joviniano, un ex monje que combaría el ideal de la virginidad
y negaba el pal to virginal de María. En este escrito compara el vientre de
María con un «jardín cenado» (Ct 4 , 1.2) y el «sepulcro del Salvador» donde
«no fue sepultada ninguna otra persona salvo él, ni anres n¡ después»105.
Ambrosio refuta más adelante a aquellos que «osaron negar que ella
[María] se mantuviera siempre virgen», resolviendo las dificultades de
[a Escritura según el modo de Jerónimo.
Por lo que se refere ai parto, Ambrosio sostiene la teoría, del uierus
clamus, basándose en Ez 4 4 , 1-3 y en la carta colectiva al papa Sirício,
en la que se hace hincapié en la virginidad perpetua de María contra
(oviniano103.
espejo (le virginidad roda la exégesis de la imagen lúea na de María resultaba un poco
forrada, aunque la finalidad ético-religiosa quedase salvaguardada [...]» (Solí, Citoria
dei dogmi rnariam, 143).
i Ú8 Ambrosio, Ltl edut dciún de itl vir(je» 3 4: TMPiM11i, 168.
1U9. Ambrosio, Carta 4 2 (a Sirieiu) 5 :TMPM ÍJI, 197-198-
1 10. Concilio 1.areranense del 049: Cunnn 3- ’J M Pívl III, 641.
162 M A R ÍA M A D R E D E JESÚS
Ildefonso aduce las profecías bíblicas llevadas a cabo por Cristo Jesús
y rememora los beneficios dados a los hombres «por medio de esta
virgen» (IV,2). Más adelante se prepara «a penetrar con ánimo apasionado
111. M. Hurlcy, Born tntorruphbly: the tbird Canon o ftb e Lateran Couneil (a.ci.
M9X en The Heiihrop }<iíírmdí{\3G\) 217-223. Cf. además}. A. De A¡dama, TI canon
tercera del Concilio Lateraneme de en Mar 24 (1962) Ó5'93.
1 12. Ildefonso dcloJedo, Libro sobre la virginidadperpetua de Santa M aría contra
tres infieles 1*4: TMPM [!í, 650-
LA LIGL'ltA D E MARÍA A TRAVÉS DE LOS SIGLOS 163
[P o s t r a ] da
ANTE EL SANTO LUGAR DE M[ARÍa ]
CON PRONTITUD ESCRIBÍ ALLÍ [LOS NOMBRES]
SU IMAGEN
DECORÉ
Bajo tu misericordia
nos refugiamos, Madre de Dios ( = Theoiokos).
Nuestra súplica tú no la rehúsas en medio de la necesidad.
Líbranos del peligro:
Tu sola casta, rú sola bendita1ls.
El dem ento primo rdial del cuito mariano lo constituye la par tic ri
la rización de esa «realidad tuiminosa» que es la Madre de jesús por parte
de ¡os fieles. Puede decirse por tanto que «no hay culto sin d recono
cimiento, a través de una identificación precisa, de lo O tro, entendido
Los apócrifos de la D orm idor, cuyo núcleo se remonta a los ss. II-III
impregnados de teología judeo-cristiana, presentan a María dentro de
un espado de sacralidad que halla su culmen en su tránsito al paraíso,
donde Miguel y los ángeles «depositan el cuerpo de María a los pies del
árbol de la vida» '-¡L
Más tarde, inspirándose en los apócrifos asuncionistas, Teotecno de
Libia (ss. V i-V il) celebra a María en su actividad imercesora:
sus fieles no sumida en el sheol vete rol esla m e nt ari o , sino como persona
que ejerce las funciones vitales de escucha y auxilio de sus fieles:
Y es verdad que nos oye, porque ella está en un espléndido lugar,
en la región de los vivos, ella que es madre de l a salvación, ella que
es el manantial de l a luz ostensible125.
b) B ib lia y liturgia
12 6, Severia no dc G abaia, Hora i lia Vi ¡ob¡ e la crea cían del i nundu: TM PM 1,428.
Scveriano exhorta más adelante; «Ya lo dije y ahora ¡o repito de nuevo: rogamos b
ayuda de la sania gloriosa Virgen y Madre de Dios María; rogamos la ayuda de los
sanios mártires.- (H om ilía sobre el legtsUdor. I MPM I, 249).
127. Gregorio Nssenn, Vida de s. Gregorio Í/r.tmaturgo:'YMV\Vi 1,330,
128. Sozomeno. Historia eclesiástica 7,5- I MPM I, 522.
168 MAJÚÁ ívíADKK ÜK .1KS Oí.'
Nadie tocó su santo cuerpo [la Madre del Señor] digno de toda
veneración... Si María fue declarada bienaventurada por el Espí
ritu Santo, ¿cómo creer que el Señor pudo renegar de ellari2^.
por el celebre himno litúrgico A káthistos ( - para recitar «de pie»), altí
sima expresión del cuíco a María en la antigua iglesia griega135.
133. ( ’!■- L.M. lo:ú«lo, L'inno acatisn, monumento di teología e di culto machino
nú la oh i esa bizantina, en D e cuiiu m ariano siteculis VI-Xí, 1-39; Ji!.. Akáthistos, en
NDfvf, 16-25.
131. C.f. J. I AiniéloLi, L e cuite mar nú el le pctganhme, en M ana (Un Man o ir), ],
159-181; Si:II, Storia de: dogmi mariani, 120-122. Clf. todo lo que se Jijo en cí e.I,
sección tercera.
170 MARÍA M.MJSE DE JESUS
de! dios Horus, arraigó hasta bien entrado el s. IIL como testimonian
numerosas monedas perforadas que colgadas al cuello muestran a la
diosa madre sentada en su trono y con c! niño en brazos.
Cabe hablar por tanto de «transposición» de los títulos y la icono
grafía de Isisy María, pero sólo desde un plano puramente formal, sin
que por ello se vean afectados su contenido y axiología. Clemente Alejan
drino (| ca. 2 1 5 ), corno ya sabemos, condenó a Isis por su inmoralidad
y las orgías de sus secuaces135.
A su vez Orígenes (f ca. 254) negó que pudiera compararse la gene
ración virginal de Jesús «con los mitos griegos»536. Según los testimo
nios del historiador Sócrates { t tras el 4 50), el gran maestro alejandrino
«en el primer libro de los Com entarios a la cana- d e P ablo a los Romanos»,
al exponer el motivo por el que María es aclamada com o Madre de
Dios (Theotokos), afrontó esta cuestión por extenso»137. Y aunque este
texto no ha llegado a nosotros, la noticia de Sócrates nos muestra
que Orígenes creyó oportuno dedicar un amplio espacio al título de
rhcotokos.
Más tarde el alejandrino Isidoro de Pelusio ( t ca. 4 3 5 ) ilustra la dife
rencia que desde el plano moral existe entre la madre de ios dioses, que
concibe «libidinosamente y entre amores nefandos», y la .Madre de Dios,
que concibe «de manera absolutamente única» y sin mancha alguna.
Isidoro no olvida insisrir sobre un dato ya sabido: Marín es una mujer,
no una diosa133.
d) L a teología
13$. Clemente Alejandrino, Protrífitico •1,50,3; 2,13: l’G fi. 141 y 73.
136, Orígenes, Contra Cebo I, 37 y 6: TMPiV; 1, 204 y 206.
137. Sócrates. í h a uno cuíusuntica 7,32: l'MPM I, $ 19,
138. Isidoro de Pelusio, Ephiolu /, $4 y ¡'.pistola 3, 176: J'.VÍPM I, 463 y 46$.
LA HGUKA Di: íviARÍA A TRAVÉS DÉ LOS SIGLOS 1 71
142 Cl. G. Gharib, L e tcone m ariane. Swria e caito, Chía Nuova. Roma 1987.
48-49.
143. Tradoro Es tudira, A núrrhetkhs 2,3: TM PM 11, ío 7 .
I.A FIGURA D E MARIA A TRAVÉS DE LOS SIGLOS 173
Sección segunda
E D A D M E D IA (S. V III - F IN D E L S. X V )
la i d e a d e l M e d i e v o c o m o u n a c i v i l i z a c i ó n e n t e n d i d a e n sí m i s m a
y no c o m o u n h ia to e n tre cu ltu ra a n tig u a y m o d e r n a , c o n u n a c o h e
r e n c i a i n t e r n a y s i g n i f i c a d o p r o p i o , lia s i d o u n a d e las c o n q u i s t a s
m á s p r e c i s a s y f e c u n d a s d e l a h i s t o r i o g r a f í a d e l X I X 1“* 4
Son famosas por su influjo en la iglesia las homilías cié Reda el vene
rable (I 735), de Ambrosio Aurperto ( t 784 ), de Amadeo de La usarme
( t 11 59) y sobre todo de Bernardo de Claravai (* 11 53). Nos centra
remos especialmente en dos autores de los ss. VIII y XII: Aurperto y
Bernardo.
164. Según demuestra J, Leclercq en Lodo el libro que liemos citado más arriba y
que reliare la idea de que Bernardo era anrifcmiiiisr.i.
165 Cí. ¡as clásicas obras: G.M. Orives - C. lili)me - H.M. ISaimister, Analecki
hymntca M edn Áevi, 55 cois., O.R. Reislaná, Leipzig 1886-1915; H, Barré, Prihes
anote mies de lO ca d en t k la Mere du Situtvur, í.cthidlcux, París 1963.
166. Cí. 5. De Fiores, Lit place de M arie da»i la prierc de. i'Egtise. Reflexión ihéoio-
gtque, en F.t-.Mar, 39 {I*JS2) !0] -130, donde se estudia la estructura oracional según
quedó formularla en la clásica obra de 1L Norden, Agnosias Tbeas, Bcrlin-Lcipzig
1 9 :3 , ¡12.
167. Cf. Anselmo de Camerbury, Orado rus: PL 158,942-966.
168. C..f, A. Pedroso, El Muríale de Saint-hvrnul, eij F.M' 11 (1961) 5-63; R. Lmrcnrin,
Reflexión sur un probíem e de vac&buldirc, en De cu Un m uriana saoeuiis XÜ-XV. Acia
180 MARIA MADRE PEJf.SL'S'
174. Por lo que refiere Agustín, Pdsyio sostenía que la Madre deí Señor «debe ser
reconocida necesariamente sin pecado según nuestro rem ido religioso» (La naturaleza
y la gracia 36,4 ¡ ; TMPM III, 237),
] 75. Cf. Agustín, O k a incompleta centra Juütmo 4,22; TV1PM III, 332,
176. «Excluyamos por timo a la Virgen María, de la cual, por el honor del Señor,
no deseo que se haga cuestión alguna sobre su pecado» (Agustín, La naturalnea y la
gracia 3ó,‘U : TMPM III, 327).
177. Agustín, Obra incompleta contra Juliano 4,22: TM I’iM III, 332,
¡ 7H, Diversos autores discuten sobre la iiiioipi. elación del pensamiento de Agustín
favorable o contrario al privilegio de María. Cf. p.ej. l.M. Dior/, Le die Hí. jtm gfrau
muij Áu<¡uninm ulmmaculatd ai> initia*?, en Áiigwtinianaó (1954) 362-411; L. Gambeto,
L a Vergine M aría nrlla dotlrina d i sant'Agosrirto, en Mar 4 tí {15JH(3) ,557-599.
179. Pascasio Ridbcrto, De parta Virginis: PI,"] 20, 1372,
i 82 MARÍA M A D RE D E JESÚS
¿No pudo ral vez [Dios] dar a un cuerpo hum ano... de libe
rarlo de cualquier espina, aun cuando fuese concebido en medio
de las punzadas dd pecado? Es claro que podía y debía; si lo ha
querido lo ha hecho (P otaitp lañ e et voluit; si igítur voluit, fecit) lso.
4, M i m a d a
ISO. Eadmero, 1huta tus de coneepdone san cute M a riac: PL 159, 305. ’
1SI ■ j na 11 Daos Stxnu, Opus exórnense, sen ordinario i. 3 d.3 <J. 1.
182- J. Léelereq. Devanan el tíséologie muríale dans te manttthisme bénédictin, en
María (du Manoir), 11, 555.
LA FIGURA DE MARÍA A TRAVÉS DE LOS SitU.OX 183
í í í . M o d e l o d e i .a t e o l o g í a t a r d o - m e d i e v a l :
M a r í a o b j e t o d e p l e g a r ia m á s q u e d e i m i t a c i ó n
184. Juan Gerson, Opera omnia, Antwerpen 1706, III, 947; Cf. J. Huizinga, L ’a u-
iunne del Medio Evo, Sansoni, Fircnzc 1966, 213 [El otoño de la td a d Media (versión
de José Gaos), Alianza, Madrid 2001],
185 Juan Gerson, Tntctatus / / sttper Magnifícala en Id.. Opera omniit, IV, 248.
186 MARÍA MADRE DE JESÚS
Sección tercera
É P O C A M O D E R N A ( 1 4 9 2 -1 7 8 9 )
í 86. Juan Gcrson, Tmcmtus sen epístola. ■. de su.;eeptione hura/mitatis Chrisd, cu Id,,
Opera, onmial, 451-453. Cf. A. Combes, La. doctrine 'muríale du chitncelierJetin Gerson,
en Marta (du Man oir), II, 865-882.
187. Cf. J. Leclercq, Crttndeur et misere de la dévotion martille au Moyen-áge, en «La
maison-Dicu.» (1954) 33, 122-135, a pesar de las premisas favorables, juzga d periodo
carolingio como un tiempo de «empobrecimiento mañano» (tests que contrasta con
la de L. Sdiefrcyk), al que le sigue el «empuje mariano» de! s. XI y su decadencia a
comienzos del XI1, en el que se acumularon las prácticas mariana» alejadas de la liturgia.
De hecho se cayó en la superstición cuando se atribuía a una oración como la Salve
una eficacia mágica. Así pues, -«mientras- que los teólogos de los ss. XfV y XV se deba
tían en problemas sutiles de ¡mriología especulativa, la religión popular tendía a reba
jarla; cu ambos casos se corría el riesgo de olvidar el misterio central de la maternidad
divina, para considerar sólo las consecuencias más lejanas, incluso problema ricas»
(p. 314).
188. M.-J. Congar, Théolttgie, en I)ThC XV, 411.
LA FIGURA DE MARÍA A TRAVÉS DE LOS SIGLOS 187
I. M o d e l o l u t e r a n o - p r o t e s t a n t e d e la «t h e o l o g ia c r u c is »;
M a ría sie r v a d e l S e ñ o r y p a r t íc ip e d e s u k é n o s is
189. Cí. J.M. Alonso, Erusmi corpas nmrioíogicum, en * Manan Library Studies» 1 !
(1979) 19-271; 12 (1980) 275- 541.
190. M. [.ulero, Serm ones ¡5 1 4 -1 5 2 0 , ed. de Weimar IV, 649.
191. B. Gherardmi, Tocología crucis. Leredita di Lucero rtell'evoiuziotie teológica delta
Riforma, Paoline, Roma 197S, 358.
188 MARIA MADRE DE JESÚS
192. M. Lulero, Comentaría a l Magníficat, CENS, Liscare (M¡)? 1989, 13-17; 37-
44. La postura intransigente de Lutero es abandonada por ívicíanchron para el que ia
filosofía es necesaria a la teología. Así nace una escolástica protestante que se inte
rrumpirá con la renovación tic la Tocología crúor en K. Banh y J. Molímann.
193. Cfl R. Sdiimmeípfeniting, D ie Geschichu der Mctríenvchrenmgirn deuachen
Pratcstiintismus, Sdiúning, Paderboii: 1952; W Tappnler, Da< M arícn lob d t r Rrfor-
m aioren , Katzmann, Tüningen 1962; B. Gherardini, L a M adonna, in Lutero, Cittá
Kuova, Roma 1967, Id. I.mero- M arín, ['roe, contra:, Giardini, Pisa 1985; K Courtii,
Das M n n en lob b e i M artin Lv.tker. t i ñ e katbalische Würdigung, en «Mündiener I heo-
¡ogische Zeitschrift», 34 (Í983) 279-292.
194. C£ los estudios sobre los reformadores en D e cultu m arian o saecula XVL A cta
congrcssus m arioíogico-tn arian i tntem anonatts Caesam ugustae atino 1 9 7 9 celebráis, 111,
PAMÍ, Roma 1985, 1-358. Cf. el interesante sermón de G. Picotatripudia, La lode dt
D io ir, M arín, Edizioni monfortane, Roma 1983, 62.
LA FIGURA DE MARIA A TRAVÉS DE LOS SIGLOS 189
i l , M O Di-LO BARROCO:
M a r ía hn s u d ig n id a d y e n su s p r iv i l e g io s c ie n t íf ic a m e n t e
ORGANIZADOS
i 95. Para la tul tura barroca y su influjo en k mariologia cí. S. De Fiores, II culto
m aciano n d contesto cultura!e dclt'Ewnpa nei seoolí XVH-XVUÍ, en De culta m ana no
tueculk XVIDXVm, Acta congresnts rnariolopci-rniíriani internadonitlis iit República
M elitcnñ tumo IDUS celebrad, 11, l’A.MI, Roma 1987, 2-31.
190 marta m a d r e d e je s ú s
196- H mérito de haber descubierto a Nigido fue dd jesuira A. Segovia, Nota sobre
el autor t1el contenido de la prim era rmariologia », en «listo di os eclesiásticos» 35 (1960)
287-31 1, Sobre Nigido, d. S. He inores, M aría nelltt teología contemporáneo, 23-26.
LA FIGURA D F MARIA A TRAVÉS DO LOS SIGLOS 191
2. Im agen b arro ca d e M a r ía
III. M o d elo c r ít ic o - il u s t r a d o :
CU LTO RACIONAL A LA M A D R E D E D lO S
206. N. Riccardi, Dei ragionamenri copra le k ra n ied i narra Signara, Genova 1626,
56 y 323.
207. T. Campanella, Censura al libro del Padre Mostro, ms. códice Barbcrini latino
■1602, Biblioteca Vari can a: obra descubierta y transcrita por A. Tcrmindli como parte
integrante de su tesis para ti “Marianum”: Iji Vergtne María, Madre di Dio, nelpensiero
di T. Campanilla, Roma 1982 (texto en poligrafía}.
208. G.B Gnardini, Della glerarchúi overo del sacro regno d i M aría l'ergine Vcnezia
1600.
209. C £ P. Hazard, L a crise d e la consciertce eurepéenne, Fayard, París 1935 [La. crisis
de la conciencia europea (versión de J. Marías), Alianza, Madrid 1988).
194 MARÍA V.ADRE DE JESÚS
Sección cuarta
ÉPO CA CONTEMPORANEA (1789-...)
217. Para profundizar en la espiritualidad momio rían.i cf. Luis María de Mont-
Iorí, Opere, latir/.¡oru rnonftirtarie, i: Seritti spirituuh, Roma 1990; II: Cañad, ',0btur
R,*\C, Madrid I 984;¡ R. Laurcntin, Din mitt tnu-rez.za. F.speríeriza spirituale e mariana,
tutua lita leolnaiut di san l.uigj M aría da Montfort, Ldir.iom morí forran e, Roma 1985.
218. Dí 1lenschneider, La martalogie de s- Aipltome de Jdguarí, I, 253 y 379.
21‘J, «til primado de la excelencia corresponde al cuko de la imitación, d primado
de la i intitulan da al punto de vista de la salvación y ¿I culto a la invocación» (Dillens-
dineider, La tnanologia de s. Alphtmse de Liguurt, I, 372).
198 M A R ÍA M A D R F O íi Jl-.Sl'l-S
220, Acerca ce la cubara tld s. XIX con relación n Muría, cE S. De Flores, ¡lculto
di M aría nel mu testo cu kit rale de. U‘E uropa occidental? »e i ¡ecoli X IX e XX, en D e cultu
martaiw stieculis XiX-XX. A c ta congmsus mariolngici-mariani intcmationalts in sanc-
tuario mariano Kevetaer (Germunia) armo 1 9 8 7 celebrad. I, LAMI, Roma 1991, 10-45-
1.A FIGURA D E MARÍA A TRAVÉS DE EOS SIUl.OS 199
221, .Liid<iv¡eo da Ca ste¡pl a ni(i, Marín nsi cansiglio dril'Eterna a uvero la Vergine
predestinad! fíUa mis¡i arte medesinut ron Gnu Cristo, 1 ip. dcgli Accanuineelli, I, Na poli
1872, XVIII.
222. Pío IX, bula Ineffabilis Deus, 8.12.1354, Para la historia de este dogma cf. S,
De Fiorcs, hnmacoUtta, en NDM, 681-688.
200 MARÍA MADRE D i JESÚS
223. M.j. Schceben - C. Frccks, Sposae Madre di Dio, ¡Vorcelliana, Brescó 1955,
22-23 [Madre y esposa d d verba, IDesdée, Bilbao 59551- De igual mudo Ludovico da
CA id plan ¡o se indigna contra los pro LesLlrúes que ¡meen de María un instrumento
pasivo a ios pies de la cruz. Por tanto es necesario reivindicar «el honor de la causa
lidad» [Marín m•Iconsigho..., 60-61).
224. M. B . C1ary, Ma ría logia, ed Osiologia ossiano sermóni ed ornelie pai ugiriebe per
María dergine, ed ale un i Santi, parre pr ime ra y segimda, Ti p. ( lannnne, barí 1838,60.
225. Nicolás, La Vieige dans le plan divi», IV, 323-3 24.340.345.
226. Laurcnun, María eedesia saeerdotium, 399.
227. Am del primo congresso mariano nazionale tenuto in Livornic, m i gwrni 18, 19,
20 e 21 agmio 189% ’l ip. Fabbi'cschi, Livorno 1397, 41-50.114-120.
LA FIGURA D '. MARÍA A TXAVÍS D F 1 O.S SIGLOS 201
3. M a r ía en la teología n eoescoidstka
234. Para un elenco de cues tratados del XIX y XX, cf G. Bcsi.itti. Ricerca sulla
m ria detíti marioíogía del 1800 d 1980, Roma 1982, 182-214 (edición policopiada);
S- De Fiores, Ájartalogin/niarialogia, en XDM, 917-919.
235- A. De Carolo, 7 beotorolagia j'tu itutttutiú de Viryine Delgenitrice Marín sebo-
ú m iai nictbodo etmeinnara, Tip. Citillo, Kapoli 1 845; A.M, Jannotta, Tbenocolagia
cathoiu¡i..., Tip. Priore, Napoii 1890.
230 Domen ico deila Madre di Dio, Alarialo^ia ossia opúsculo, nel cjuale sí procura
dkhuirntv (¡ueste due domande: Chi iMana, e chisono isuoi veridevoti, ras. conservado
en el archivo general de los Pasionisras, Roma (traducido y publicado en francés con
el título; Ecceüenct de M a n e er sa dhvtiou, <istcrrmnn, Tournai 1841); M.B. Clarv,
María logia, e usitdegia asinino sermón i ed ometie pcmrgirkbe per Mana Verane, ed aleuni
santi, Tip. Canncme, Barí 1938; A.f. Hachich;, Marialogm anapiecteas tñeditsiiones50,
.Schoning, Würzbtug 1859.
237. H. üíwald, DogmttriseheMariologie, Padcrborn 1950; J. Comminas, M ario-
logia u sea Tratado de las grandezas de la Madre de Oíos, Carrucz, Lícida ! 875; A. í.cnz,
Aíariologie. . Regen sburg 1881; C. Stamm, M aríolagiu . ... Jrmfermann, Padcrbcirn
ÍS81: M .j. Schecheo, H ándijucb d er kathoiiscben DugrruHÍk (una de cuyas parles se
denomina Marwlogie), Freiburg/Br. 1882; R Ybinzx, TbeuLuyate dogmatícete compen-
d.ium... (un capítulo cid tratado D e Verbo in em u av constituye la M arioíogía ), Inns-
bruck )89ú ;J. iiujanovic, M ariologija..., Zagreb 1899.
20 4 mai Ua m a .d hk i)- jesús
H. M o d e l o a n t r o p o l ó g i c o f, u l s t ó r i c o - s a l v Ie i c o d e l X X :
M a r ía PROTOTIPO DLL LA IGLESIA Y DLL HOMBRE SEGÜN EL
DESIGNIO SALVÍRCO DE DlO S
a ) M a tern id ad d iv in a
b) N u eva Eva
241. G. Ivl, Ro sehini, Mario logia, I, Bel aidem, Ji.nma * 1947,33íi; 1os aulores ci tados
por 41 en ibi, 324-337; D. Dillenschneidcr, Hprincipio prim o delta teología mañana,
Are.'íj Roma 1957.
208 MA:ÚA .'¿ALORE DE JESÚS
3. E l d og m a d e la A sunción
245- bn i 913 si card. Mercier, junto ai episcopado belga, había pedido al papa la
definición de ];¡ Mediación universal de María. En 1922, Pío XI concede a las diócesis
belgas el oficio y ia misa en honor de María mediadora y constituyo tres comisiones
de teólogos en Bélgica, España y Roma con el fin de analizar la posibilidad de la defi
nición dogmática de la mediación. Sobre esta cuestión parece t¡ue la. comisión romana
mostró su reticencia ame ia dificultad de conciliar ia mediación de María con ei unus
Medit/tor. O . R. Laurencio, En mtirge de U définilion du dogme de l'Assnmptkin. Intui
rían! í/ u cardinal Mercier, en «La vie sp ir huelle» 84 (1951) '518-522; G.M. Bcsiltti,
L a mediáriione di Muría secundo gíi ¡ludí di due Commtssioni au cuite da Pió XI, en Mar
47 {1985} 37-41, procedido del editorial de I.M. Calabtüg a! etnssier inédito (pp, 7-
11) junto a la publicación de los textos de las Comisiones española y belga (42-174).
246. Para la historia del movimiento asuncionista, cf, A.G, Aicllo, Sviluppo del
dogma e rmdizione a proposito deli'assunzione di M ana, Citta Nuova, Roma 1 979.
247. Pío Xll, cónsul, ap, Munificentissimus D eus {\. 1 Í.50), en AAS 42 (1950) 770.
24S. La corriente a favor de la inmortalidad de María fue encabezada por M, jugie,
La inon ei Idssomptton d e la s a im e Vierge. Etude bisioricco-dsctrmaie, II. Bib.Vát., Cifra
del Vaticano 1944.
249. Cí. Aiello, Sviluppo det dogma, 238-284,313.
210 MARIA MADRE DE JESÚS
4. Im pulso in n o v ad o r
250. Cf. KM. Wilíam, Vita d i Mttria la madre d i Geste Morcelfiana, Brescia 1949
(Ia cd. alemana 1930 |Vida d e Ataría,, la madre d e jesús, Hcrdcr, Barcelona ¡,'I988]);
P. Gaechter, M aris im Erdenleben: Neutestamentliche Aiarienstudien, Tyrolia Verlag,
hinsbruelc 1953; A. Gétín, Les pauvres de Ytbvé, Cerf, París 1953 [Lospebres de Yavé,
Nova-Tena, Barcelona 1965]
251. CÉ I:. Spadafora, D e locis ¿ic dictis antitnariokgcis i>i Sacra Seriptttra, en D e
mariología ct oectirnenismo, PAMI, Roma 1962, 121-132; C. Charlier, L a discrétum des
évangiles sur la Vierge, en «Bible et vie chrdticnne», (1954) 7, 44-51; F.M. Braun, L a
mere des jideles, Castermann. Tuurn ai-París 2\954.
252. S. Lyonner, C haire kecharitomene, en «Bíblica» 20 (1939) 720; H. Sahlin,
hmgfru M aris D osiers Siort, en «Ny KyrkligTidskrifr», 18 (1949) 102-124;]. Coppens,
h i Mere du Sauvcur a la lumiere d e la xhéologie véiérotestommsaire, en «Epheinerides
Iheologicae lavan ienses», 31 (1955) 7-20; R. Lauremin, Strueture er théolagie de Luc I-
I!, Gabalda, París 1957; Id-, Iv a n g d i delt'infanzia d i Cristo, Paoline, Ciniseilo B., 1985
(13 ed. francesa 1982); H. Cazelles, L afin clian maternelle d e Sion et de Marte, en M aría
ir. sacra Scriptunt, VI, 165-178; A. Feuilíet, Jesús etsa M ere d'apres les récits lueaniens
de l'enfance e d'apres saint Jean, Gabalda, París 1974. CE además la reseña de N. hcmmo,
M aría <•flglia d i Sion», a partiré d a L e !, 26-29. B ilar.da esegetiea d a l 1939 a l 1982, en
Mar 45'í 1983) 175-258.
LA FIGURA D E MARÍA A TRAVÉS DE IO S SIGLOS 211
253. H. Rahner, María e la chiesa. Indlcaziimc per ctrntemplare il mulero di Mirria rielhí
chusa e i! minero dtilu. chitad in María, Jaca Book, Milano ] 974, 11 (Ia cd alemana 1950
M aría y la Iglesia. Diez espiados ¡obre la vida espiritual, F.d. Mensajero, Bilhao 1958]).
254. I I. Rahner, Alaria e la chiesa, 18,
255. O. Seminclrcxh, b r b ild d er K m hc. Organucbcr Aujlnia des Rfnricngehdm -
nisics, Echtcr Vcrlag. Wtirzburg 1950.
250. H. De Lubac, M editazionesulla chiesa, Paoline, Milano 19(55, con el capítulo
«La Madonna e la. chiesa», 389-4(55 ( l n ed. francesa 1952 [Meditación sobre la Iglesia,
Madrid, Encuentro 1984]); A. Miillcr, lícksia-M aria, í’aulus Veri., Pteibutg/Br. 1955;
G. Philips, M an e el l'Eglüe: un thbn e théolofique renouveU, en Alaria (dn Manoir), Vil,
363-420.
212 MARIA MADRE DE JESÚS
d ) Instancia antropológica
261. 1.- Bu ayer. Huma nitral’ mariiíl, en ¡. Eludes» 87 (1954) 1.58-165; Id., Le trine
riela Siigetse. Essai sur ht significaron du cuite m arjal Cerf, París 1957. C f, además R.
Barón, M arie et l'bunuinisme, en Mario, (du Manuir), VI, 667-688.
262. K. Rahner, M aría M adre d el Signare. M ed itaz io n i teologiebe, Edil rice
Espcrienze, Fossa.no 1962, 37 (!•' cd. alemana 1956 [María, M adre d el Señor, Hcrder,
Barcelona 1967|).
263. Rahner, María Madre dei Signare, 30.
214 MARIA MADRE D E JESÚS
264. M. Schmaus, 'Dogmática caito he a, II; Dio Reden toce. La M adre del Signare,
Mai'k'tn, 'liiri no 1961,331 y 333 [ Teología dogmática, 5 vols., Ri.tip, Madrid 1959ss.].
265, G. von Le Lo re La dumm eterna, IPL, Mi i,¡no 194 5 (IJ cd. alemana 1934).
266, P, Kvdokimov, i.a donmi e tasalaczza del monda, jaca Book, Milano 1980 ( I a
ed. francesa 1958 \Ltt mujer y k salvación del mundo, Sígneme, Salamanca 1980]),
267. El libre de R. Laurendn Ira tenido diversas erad liciones y ediciones; la quinta
edición indiana (Paoüne, Roma 1963) lleva d título La Vergine Marta. Maríologiapon-
concillare.
J..A FJÍ.AJKA D E M A R ÍA A T K A V ÍS DE I.OS SI O).OS 215
au ton om ía, que agranda k María dogmática más allá del dictado bíblico;
y ol sím bolo d e la cooperación d e l h om b re con Dios, frente a ía procla
mación reformada de que la salvación sólo viene de Dios a través del
único mediado
El no a la mariología salió con su máxima rotundidad de los labios
de K. Barth que considera a la mariología
una excrecencia.,. orgullosa de convertirse necesariamente en una
amenaza para la misma raíz que ¡a caracteriza, es decir, la obra y la
palabra de Dios en Jesucristo2^ .
2 (ÍS. Cí. por ejemplo, G. M i o g g e , La Vergine María. Saggio di noria del dogma,
Claudiana, Torre Pellico l y 50; R. Mehl, Du auholkisme romain. Appraches el inler-
prétation, Delachaux & Nicstlc, Raris-Neucháteí 1957: T. Harjtimpaa —R Mcinhold
—W. Borowsky, María ancura un oslacoio imormontabile all'unioneí, Centro di studi
madolngiea-ecumcnici, Tormo Í970. Ver igualmente la exposición de b «problemá
tica ecuménico-mariana» en lie Fiores, María netla teología contemporánea, 80-96.
269. K.. B a r t h , «Una lettera s u ll a iviariologia», en Demande a Rema, Claudiana,
Torillo 1967, 76-77.
270, K. Barth, K ird ú kh c Dogma tile ]./2, i 5 M 52.193-194.
2)6 MARIAMADKK l)K JF.SÚS
276. Para la documentación de este triple camino, cf, S De ¡'¡ores, María nellet
teología contemporánea, H íi-5! 1.
277. Conferencia episcopal latinoamericana, Documento de Puebla (1979), 291.
278- Cf, J. Amonssou, Le cuite de Maris dans la spiritualité afrícaine au Dahomey
en Afrique noire, Granó séminaire Saint Calí, Oudinfi 1974; J.M. Bulcenya Birihonwa,
The devotion to Mary in Uganda in tbe light ofth e doctrine ofehapter VIII o f Lumen
gentium, PUU, Roma 1979; P. Gamba, Mary in tbe Evangelizadon ofM alawi: History
and culture fo r a spiritualProject, PUG, Roma 1983; R. Laurcntin, Mary and African
Theology, en Mary in Faith and Life in tbe New Age o f rhe Cburch, University of Oyetón,
1983,3-44.
U FIGURA DE MARÍA A TRAVÉS DE LOS SIGLOS 219
A MODO DE CONCLUSIÓN
I . LÍN EA DF. D liSARROLLO D F,L PRIM líR Í’RI NCIPIO DF, LA .MARIOLOGÍA
p r e s e n t a d a e n la E s c r i t u r a y e n la t r a d i c i ó n ( B o v e r , B e r n a r d ) .
María realiza Jos dos aspectos esenciales de la persona: ser sujeto que
posee so razón de ser y está dotado de libertad {n iveldiacrón ico) y estar
en relación, con los otros {n ivelsin crón ico).
De hecho, mientras «Dios nos crea para, hacernos personas y nosotros
decidimos convertirnos en seres de violencia y muerte» (pecado original),
María consigue realizarse plenamente como persona:
Por gracia de Dios ha roto con la ley de la sucesión (herencia)
del pecado en la historia, naciendo en el ámbito de la gracia (sin
pecado origina! origíname). Por gracia de Jesús se mantiene siempre
en grada, respondiendo amorosamente al amor que Dios le dio
(superando así el pecado original configurante). Por gracia de Jesús
V con un comportamiento de plena auto entrega, ella murió en las
manos de la gracia, siendo asunta a la gloria de Dios (superando así
el pecado original en su aspecto de clausura [- muerte])1-'.
17. X. Pikaza, Marta. ía prim a persona deila ¡torta, en Come si manifist.it in M aría
ía dignilit delta donnn. Cientro cultura mañana «Madre della di ¡esa», Roma 1990, 19-
2 0 . «Con su nacimiento María lia entrado en cí mundo como pe ruma independiente.
Es señora de su vida y puede confrontarse con el mismo Dios: dialogar con él y respon
derle» (p. 28).
18. Pikaza, M arta la prim a persona..., 45.
19- Pilcara, M aría ia prim a persona. .., -17.
SEFLEXIÓ N SISTEMATICA SOBRE LA MADRE D E JESÚS 229
II. C r ít ic a d f .l m é t o d o d e d u c t iv o y d f .l p r im e r p r in c ip io
2 0 . J. Bonnstoy, Laprbnu uté absulue ei um venellede N.S. Jésrn C.'bñsr etd e ia trés-
smhu Vieyge, en ÉtM.ir4 (1938) 88-89,
21. Bonnirhon, Htippgrt. sur Lt pratique de Vtnstignttnent de la théolorje múñale,
en F.tMar 2 (1936) 60-62.
2 2 . R. Laurentin, L a Vergine M añ a. Mitritilngiet poit-am eiliare, Faoline, Roma
51983, 161-170.
23. R. Laurenrin, Conclusión, en M añ a, km des sur ht sainle Vierge, «I. de I i. du
ívlanior, 8 vnls., Heauchesnc, I'aris 1949-1972, III, 737.
24. Laurentin, L t Vergine M aría, 10-1 1 -
230 M A R ÍA M A O R K D li ,-IÍSÚS
c) Argumento bíblico
32. Observa L. Boff: «El corazón humano no puede confiar más en d sinsentido
de !o arbitrario... I.a teología [...) debe conferirse a sí misma la tarca de desentrañar
la estructura del sentido escondido en los hechos y hacer que brote el sistema invisible
gracias al cual los acontecimientos históricos toman cuerpo. ¡ ... |Es necesario superar
eí positivismo histórico ya que sólo se limita a constatar hechos sin aportar ninguna
luz» {11 volto materno, i 6 y 18). Respecto a la exigencia de siscematiddad, c£ Z. Alweghy,
Sistema in teología?, en «Gregoriano m» 67 (1986) 213-234,
3.3- G, Finkenradi, Mistero, en DCBNT, 1026.
234 MAItíA M A D R l: [>F. JESÚS
Vi M a r ía m ic r o í il s t o r ía d e la sa l v a c ió n
O LOS CAMINOS DE D iO S EN MARÍA
3 9 . «... una ti» las mayores conclusiones que se derivan de nuestro estudio consiste
en que la estructura profunda del misterio de María es la estructura misma de la alianza,
vista desde ese lado humano que María representa» {[. de la Poucrie. M aría o elm isten
dcüaüeansd. Maneto, Genova 1 9 8 8 , 279). Como se hizo en la alianza, de igual modo
pueden aplicarse a María las categorías que hemos descrito más art-ba.
40. star espiritualidad en la que la gracia se aiirma propiamente en la debilidad
e's un Credo en línea tradicional de la literatura protojudía ya que aquel que se ve a si
mismo como ehtehisros, el más pequeño, es eleaus, merecedor de piedad » (Schillebe-
eckx, 11 Crina, 116).
REFLEXIÓN SISTEMÁTICA S0J1RI- '- A MADRE DE JESÚS 237
Por otro laclo ser m u jer no supone para María ningún privilegio,
dada la general inferioridad con que era considerada la mujer en el
mundo antiguo4'.
A ello se une su virginidad que como orientación de vida genera la
incomprensión del ambiente judío donde se exalta a la mujer-madre.
El valor de la maternidad es cantado por los salmos (Sal 11 4 ,9 ; 127,3;
1 2 8 , 3)1 como otros libros subrayan el llanto dramático de Ana estéril
y de la hija de Jefté (1S 1,19-18; Je 1 i ,2 9 -4 0 ).
Por su humilde condición, María ilustra concretamente la libre elec
ción de Dios por ios pobres y débiles según la palabra de Santiago:
«;N o lia elegido Dios a los pobres del mundo para hacerlos ricos con
la fe y herederos del rein o.,.?» (St 2,5). En ella se evidencia la «para
doja de la salvación» (Sb 5,2) puesto que «Lo plebeyo y despreciable
d d mundo ha escogido Dios; lo que no es, para reducir a la nada lo
que es. Para que ningún mortal se gloríe en la presencia de Dios»
(I C o ] ,28).
La desconcertante acción de Dios tiende a liberar al hombre de la
autosuficiencia y del orgullo que lo incapacitan para colaborar con él.
Por el contrallo María es la «sierva del Señor» (Le 1,38) ya que es capaz
por sí misma de colaborar con Dios, pasando de la insignificancia a
una misión salvífica. En María, mujer pobre y simple, Dios ha llevado
a cabo la intervención definitiva de la salvación: la encarnación.
De este modo Dios accúa con María cuando la interpela por medio
del ángel Gabriel: la trata com o a una persona libre y responsable,
demandando de ella ía adhesión a su ofrecimiento'1'. Y María escucha,
reflexiona, pide un suplemento de luz y al final consiente (Le 1 ,2 6 -3 8 ).
María, la mujer que «puesta a diálogo con Dios, da su consenti
miento activo y responsable» (M C 37 ), pasa a ser imagen viva y proto-
típica del papel humano en la historia de la salvación. Ella revela la
antropología teológica que brota de toda la Biblia: el hombre, bajo el
impulso de la llamada y de ía gracia de Dios, responde libremente con
ía obediencia de fe.
A la luz del «fíat» de María aparece la estructura fundamental de la
antigua alianza. No se trata sólo de una palabra pronunciada por Dios
sino también de k respuesta del hombre, porque «cada acción o palabra
de Dios busca suscitar una reacción en el hombre»4*. Dicho en otras
palabras, la historia de la salvación es un «acontecimiento dialógico»
en el que la respuesta humana «constituye el núcleo central de la
teología»47
Esta respuesta humana puede ser negativa o positiva, ya que el
hombre
puede no responder a Dios, puede desobedecerle y no honrarle,
puede negarle y despreciar su palabra. El gran drama de la bisroria
de Israel nace del rechazo a Dios-0.
47. lomas de Aquinc- subrayó la exigencia de que María no fuera obligada por
Dios a prestar tari ¡repulíante colaboración: «Non cnim invite benéfica mu praestnri
dehebar» {D e veritate, q. 1 2 a. Í0 ad 6 ).
48. C. Wesrermann, leologia deiTAntico Testamento, Paideia, Brestia 1983, 33.
Con Lia la postura de von Rad que entendía el AT como «historia relatada». Weslcr-
niann precisa que la teología del AT viene «determinada por la estructura ...] de una
historia de la que forman pártelas palabras de Dios que en ella se muestran y la respuesta
de aquellos que han vivido esta historia» (p. 14).
49. Wcstermann, Teología d ell’Á l . 35.
50. Westerraann, Teología delTAif. 278.
REFLEXIÓN SISTEM ÁTICA SO BRE I.A MADilE DE JESÚS 241
5. M a r ía p erso n a p a r a la co m u n id a d
57. C í las afirmaciones de Ilgemoniu y Agustín,referí das su/rni, c 111 sec. I, acerca
de la Theotoicos.
244 M A R ÍA MADlíl-' DI: JESÚS
58. H.U. ven B alt basar, M aría neüa dmtrina e neí cuite delta cbiestt, en M aría
chisstt mitcente, PaoJínc, Roma 198), 67 [María, Iglesia naciente, l'íncuentro, Madrid
19991.
59. Vaga ggi ni, Storta delta salvezza, 1570.
60. Vaga ggi ni. Sto ría delta salvezza, 1570.
REFLEXIÓN SISTEMATICA SOBRR LAMADIÍB DBJHSÚS 245
María está presente en rodas estas fases que van del AT a la parusía
del Señor. «Pro ('éticamente bosquejada» en la mujer del protoevangelio
(Gn 3 ,1 5 ), María «sobresale entre los humildes y pobres del Señor, que
confiadamente esperan y reciben de Eí la salvación» (LG 55). Ella perte
nece por tanto al pueblo elegido corno el vértice sobresaliente de la
«plenitud de los tiempos» (Ga 4,4),
María es la flor de Israel, el fruto maduro de la pedagogía divina,
que aspira a preparar su fiducial acogimiento del Mesías. Mientras los
suyos no 1c recibieron (Jn 1, 11), ella fue la mujer creyente que concibió
al Mesías en su corazón yen su cuerpo (Le 1,38)- María pertenece por
encima de cualquier otra persona del N T a la «constelación cristoló-
gica»6’ , inmersa com o está en el espacio misional de Grisro,
De igual modo María pertenece al tiempo de la iglesia, a modo de
tipo o madre que «resplandece como modelo de virtudes para toda la
comunidad de los elegidos» (L C 65) y «se cuida de los hermanos de su
Hijo, que todavía peregrinan y se hallan en peligros y ansiedad hasta
que sean conducidos a la patria bienaventurada» (I,G 2 2).
María forma parte de los tiempos finales de la iglesia6 162 y anticipa la
cscatología con su asunción.
María muestra en definitiva el desenvolvimiento progresivo de la
historia de la salvación desde los Inicios a su plenitud escatológica.
61, l-f.U. VOII Baldiíisar, Imdrammatiut. ilJ: Le persune del ilmmmd, Jaca Book,
Milano, 1983. 259 [Tcodrumática, 5 vola., Entumiré, Madrid ¡990-1996]),
62. Sobre eí papel de María al final cíe los tiempos, cf. los estudios de la Socíete
Ira 11M se d cuides mariales, Mdrie cf la fin des temps, publicados en ÉiMau Approckt
btblique. 40-41 (] 984); Approche patrisnque, 42 (1 985); Approche historica-théalogique.
43 (¡986).
63- Cf G-1acó pino. Icstts imomprchmsus. Gtsufr&mmo ndl’cvangelo d i Givvanni,
en «Rivista bíblica», 36 (¡988) 165-197.
246 MARÍA MADRE D E JESÚS
64. Vori Balthasar enumera «cinco chocantes episodios de rechazo» do María por
parre de |esús, aunque quizá oculten «un secreto entendimiento con la Madre»;
«El mu chacho de doce años que rompe con su esto pe con la máxima dureza, cosa que
los padres no entienden; bs palabras cié repulsa a la madre en Caná tjn 2.4) no consienten
interpretaciones edulcoradas, el rechazo en recibirla cuando ella va a buscarle )■ el
comentario de Jesús sobre los oyentes como slls verdaderos hermanos, hermanas y
madres” (Mt 12,50) debieron hincarse como un puñal en su corazón, la bienventu-
r.iirza dirigida a! seno materno y a la que él da ia vuelca en orden a ia fe (Le 1 l,27s.),
el hecho de apartarse de ella (si bien ocultando grandes misterios) en las palabras;
"Mujer, he aquí a tu hijo” (Jn 1 9,26), sellan una larga serie de dis tañe iamíenlos»
Pleadríímmaxica, III, 3 0 5 )-
65- Vagaggiui, Storin delta sa lv cz z a, 1571.
R E R E Jü O N SISTEMÁTICA SOBRE LA M ADRE DE JESOS 247
fifí, ]..a dificultad ecuménica mis recién te acerca dd culto mañano estriba ttn la
concepción riel catavi o rio los v[ ,1 unlus cristianos. O . c. 'OoitriJ i, L a téti/ioeo (xao/cui o ,
delui «Redera¡>lo ri¡ mater», en Redemptoris malet. Continua e proipettive doitvtnali e
p,tut.mli, PAMI, Roma 19SS, 109-172.
67. Cf. K. Rahncr, [Militóle, en KM III, 64-70; KJ. Yarnold, Male, en NDT, 831-
,334; Ii. 1,a11g, Angilníl) ia velo, en ha dclnp alia teología!, Qu enmana, B resda -1950,
23-30.
63. Ct. S. Virgufin, Ria/rche su Gentil 3, /.í da! 19 7 0 til 1977, en Mar 40 ( 1978)
13-30; VI. Peralto, i.a ooto «darme» sognn di rontinuitü dinámica tro. Giouanni 2,3-
d; ¡9.23-27 e Apva¡lisie 12,1-6. Prospetibe eccfaitdi, en Virgo líber Verbo Miscellanett
d¡ studi 1 / 1 onore di P. Giuseppe M. Bosmti, Mariarjum, Roma 1591, 91-120 (especial
mente las pp. 1 ] [i-1 1 9 ).
248 M A R ÍA MAl.)RK L)K J RS L'S
1. E l ju s to h u m iU ad o-ex altad o
75. «En el espacio de un siglo, lo que en un principio se entendió como una apoda
o un escándalo dd piadoso en extrema angustia, se convierte final mente, a través de
la teoría de la piedad de la ley (Sal 1 19) y también de la “teología de los pobres” de los
Sctenu, en un dogma déla piedad judía: jusros y piadosos deben sufrir por fuerza, mas
Dios los exaltará» (ti. Sdiilícbeeckx, Gesü lu storia d i un vívente, Qucriniana, Btescia
A9/6, 296 \jesús, hi historia de un viviente. Cristiandad, Madrid 1981 j).
RED .EXíON i [$TEMÁTICA SOBRE LA MADRE DF.JK.SÜÍ 251
1 8 . 1 4 ; cf. M t 2 3 , 1 2 ). La cristología a rc a ic a d e M a r c o s in t e r p r e t a el
c u l m e n d.c l a e x i s t e n c i a d.ei H i j o d e l h o m b r e a p a r t i r , s o b r e r o d o , d e s u
p asió n y en t r o n i / . a c i ó n a la d i e s t r a d e l L a d r e ( M e 1 4 , 6 2 ) , es d e c ir , d e s d e
su tr iu n fo celeste p a r tie n d o d e Dn 7 ,1 3 -1 4 .
I n m e d i a t a m e n t e la c o m u n i d a d c r i s t i a n a a n u n c i a e l m i s t e r i o p a s c u a !
d e J e s ú s d e s d e u n d o b l e l e n g u a j e q u e s e c o m p l e m e n t a e n t r e s í:
La primera parte del himno (vv. 6-8) describe a Cristo bajo la condi
ción paradójica de su existencia terrena. Sin hacer valer su «status»
divino desciende a un triple nivel de kénosis: se convierte en siervo
privado de dignidad/privilegio/poder, se somete a los límites de la condi
ción humana incluso en la muerte y acepta una muerte de cruz, hecho
que constituye el clím ax <Xe su humillación:
[Cristo Jesús], aun teniendo condición divina,
no hizo uso en provecho propio
el ser igual a Dios,
sino que se vació de sí mismo asumiendo la condición de siervo.
Semejante a ios hombres,
y apareciendo en su porte como hombre,
se humilló a sí mismo,79*81
82. Para estas tres fases úela ceremonia reai, cí. Schillebccckx, I!Cristo, 194-1 ‘J 5
254 M A R IA M A D R E D E JESÚS
V I I . L a e x i s t e n c i a d e M a r ía
BAJO EL ESQUEMA DE ABAJAMIENTO-EXALTACIÓN
M A G N ÍF IC A T H IM N O CA N TO D EL
CR1 O T O L Ó G IC O SIE R V O D E JH W I I
1. h u m ild a d se h u m i l l ó e n la h u m i l l a c i ó n
tabéimsin etapeínosen tapeinósei
(v. 4 8 ) '(v. 8 ) (v. 1 3 )
D i o s le e x a l t ó será en a ltecid o
e x a lu 'i a los
h u m ild e s
ypentpsoscn ypsothésetaí
ypsosen
fv . 5 2 ) (v. 9 ) (v. 1 3 )
a v e n tu r a d a tod as m u ltitu d e s
p ro clam e
las g e n e r a c i o n e s
pásai ai gheneeti pasa gíóísa pnlloús
(v. 4 8 ) (v. í 1) íy 1 2 )
83. Cf. A. Contri, // «Magníficat., alia hice dcühirio crisiohgito di Filipptai 2, 6'-
D, en Mar 40 (1978) 164-168.
REFLEXIÓN' SISTEMÁTICA SOR RE I A MADRE DE JESÚS 255
86. Jacubo de Sarug, Homilía sobre la Bienaventantda Virgen Muría Madre de Dios'.
TMPiVI IV, 145-146. En esta misma línea circula la escuda bcrulliana de espiritua
lidad, sobre todo Luis M. de Montinrl en su ¡rasado de la verdadera devoción a María
2: «María vivió tan escondida que fue llamada por e! Espíritu Santo y la iglesia alma
moler, madre escondida y reservada, fue tan profundamente humilde que no encontró
en la tierra atracción más fuerte y continua que la de esconderse de sí misma y de toda
criatura para ser conocida sólo por Dios».
87. «... la concepción del “hijo de Dios" por obra del Espíritu constituye el punto
final de las gestas salvíficas del Dios poderoso que se iniciaron en d éxodo» (Valemini,
//Magrúpeat, í 6 5).
258 MARÍA MADRE DE JESÚS
a) S an tid a d p erson al
95. R. Forte, Trinitd com e storia. Saggto sui D io cristiano, Paoiine, Cinisdlo B.
1985, \A [Trinidad romo historia. Ensayo sobre el Dios cristiano , Sígueme, Salamanca
1988],
9íi. Forte, Marta, ia donna icona del misten), 207.
ItK R K C Ó N SiSTfiMÁTICA SOBRE [.A MADRE DE JESUS 261
el seno de María en «lo más amplio del cielo», portador del «misterio
de la divina economía»10010, y vasija de «lo Incontenible».
Cirilo saluda a María como aquélla «gracias a la cual la santa Trinidad
es glorificada y adorada en toda la tierra habitada»10¡. Posteriormente
la tradición cclcsial formuló en términos más antropológicos las inefa
bles relaciones entre María y la Trinidad102.
Al elegir a María las tres personas divinas como persona dentro de
su diálogo salvífico y lugar materno de la encarnación del Verbo, la
convierten en un camino hacia la Trinidad. En ella todo nos remite a
las tres personas divinas, ya que «reúne en sí y refleja en cierto modo
las supremas verdades de la fe» (LG 6 5 ), comenzando por el misterio
altísimo de la Trinidad.
c) L a m a tern id a d espiritual
1Oí». Pablo VI. Din u n o d e clausura d el tercer periodo d el Concilio, 21.1 1. 1964:
KV 1/306*.
107. Pablo VI, D in uno de clausura d el tercer periodo del Concilio, 21.11.1964:
EV 1/303*.
IOS. María forma parle: en la regeneración de los hombres de lies modo excepcional
ora por la unioetsalidad de su influjo, sabiendo que su «sí» ¡rucia la nueva economía,
ora por la unicidad de las funciones c orno madre de la misma Vida que rodo io renueva,
ora por la excepcionaliáad d el modo dado que María fue unida a Cristo de un modo
íntimo c iiidisoluble. Cf. S. Oe Plores. M aría nel mistare d i Cristo c della cbiesa, 105-106.
109. Para la interpretación del titulo de «maler ecdesiae», d_ R. Casasiiovas Cortés,
h l titulo ".Madre de la Iglesia» en los sextos y en las actas d el concilio Vaticano II, en EM
32 (1982) 237-264; M. Pascbke, M aría —Mutter der Kirche. '/,um Nueauforucb dieses
Titels i...], tesina de ía Pac. de teología. Main;. I9S3; M. Verali, M aría «Madre della
cbiesa« nel Vaticano I I (tesis doctoral en teología), PUL, Roma 1980; W Dürig, Marta-
Mutter der Kirche. Z ur Gescbichle ttnd 1 heoiogie des neuen liiargiscbes Marientilels, EOS-
Verlag, SrOtificn 1979, 85; J. Calor, N a ture du diré «Mi-rede CÉgtisc», en EM 32 (1982)
159-173; R. I.aureutiu, Mere de l'Église, en Ca¡holicisme\'l\\, 1217-1218; X. Pikaza,
Marta, m adre de la Iglesia, fundam ento teológico y sentido pastoral, en EM 32 (1982)
175-188.
266 MAKÍA MADRE DE JESÚ S
La más profunda kenosií de María {RM 19) como madre de! cruci
ficado coincide, de modo también paradójico, con la gran obra de Dios
que es la redención del mundo.
La reflexión medieval ve a la Virgen durante el triduo pascual como
la sola creyente en la resurrección dd H ijo 116. Toda ia iglesia fiel es
ahora representada en María, en cuyo corazón no guardó en vano el
anuncio de la resurrección hecha por Jesús a sus discípulos117. Respecto
a ia aparición del Resucitado a María, no es documentada por ios evan
gelios ya que el testimonio de la madre no habría revestido ningún
valor. Pero esta Idea ha sido defendida en el oriente cristiano1ií?.
b) L a a la b a n z a a M a ría en la iglesia
125. J.-E. Cirlot, D iziom triod eisim bo li, Siadedizioni, Milano 1985, 171 ¡Ed. orig.
D iccion ario d e sím bolos. Labor, Barcelona 1978]. Otros datos en j . Chevalier —A. Clheer-
brant, D izion ario d e i sim boli-, Rtzwjli, Milano *1987, 1, 323-327 f D iccion ario d e los
sím bolos. Hcrdcr, Barcelona 1988].
126. El nombre de María, que también quiere decir «elevada», al margen de las
controversias sobre su significado etimológico (cE G.M . Rosdrint, M ariolog ia. I I/ 1,
Belardetli, Roma 21947, 58-66), debe indicar, según el esquema de abajamiento-exal
tación, la realidad escarnícigica en continuidad con su misión terrena. Por tanto: la
Madre de Jesús debe ser exaltada, glorificada, honrada, asunta al ciclo y partícipe del
señorío de Dios y de la misión santiñeadora del Espíritu, es decir, como Madre de Jesús
en la plenitud de su santidad, poder y misericordia, desde la condición final de gloria
y de maternal comunicación de los dones divinos. Según expresa la liturgia romana,
escamos anee la «gloriosa Madre de Dios».
i 27. Valentín i. I I Magníficat, 15 5-
272 MARÍA MADRE DE JESÚ S
128. «I.o característico tanto dei Magnificar como de los textos de judit es el hecho
de que no sólo Dios es el celebrado, sino también el personaje humano que está en el
núcleo de esa experiencia u de ese canto» (Val en ti ni, //Magnifica!, 154).
129. Como demuestra el paralelismo con Jdt 13,17-20 y 14,7, donde el pagano
Ajior es obligado a unirse a! coro de los hebreos en alabanza de Judie.
130. Como prueba el Sub ruum pm esiáium , donde María es contemplada como
persona glorificada y capa?, de intervenir en ¡a vida de* los fieles liberándoles del peligro.
Severino de Gíbala interpreta teológicamente la plegaria de alabanza a María dado que
ella «cama, porque se encuentra en un lugar espléndido, porque está en la región de
ios vivos, día que es la madre de la salvación, ella que es la fuente de la ¡U'Z perceptible»
{H om ilía VI sobre creación de} mando: TMPM I, 428).
131. «Porque cuanto con más frecuencia son contemplados [Jesús, la Theotokos,
lo; ángeles, los santos y piadosos liombtes] por medio de su representación en la imagen,
tatito más se mueven los que éstas miran al recuerdo y deseo de los originales y a tribu
tarles el saludo y adoración de bonor, no ciertamente la latría verdadera que según
nuestra le sólo conviene a la naturaleza divina;...» (Nicca lí, Hnroz TMPM II, 619;
COD, 136).
REFLEXIÓN SISTEMÁTICA s o b r e la m a d r e d e j e s ú s 273
195- Congregación para las iglesias o ríen rales, instrucción Con la solennit/i acerca
de la aplicación de la encíclica Reelem ptorisM ater a las iglesias orientales con Ocasión
del año mariano (7.6.1987) 8 : EV 10/1807.
1 96. Congregación para las iglesias orientales, Con la iolennitit 5: EV 10/1806.
197. Cf. en esta línea A. Marrinelli, Uno stilsdi vita ispirato a Mario, LDC, Leumann
1987, 198.
6
Significado de María para nuestro tiempo
2. Cf. d análisis realizado por la M erialis cultus del malestar y de esa «cieña falta
tic afecto hacia el culto de la Virgen y una cierta dificultad en tomar a María como
modelo» (MC 34: EV 5/65). El documento de Pablo VI ve la causa en la dificultad de
«encuadrar la imagen de la Virgen... en las condiciones de vida de la sociedad contem
poránea y las actuales concepciones antropológicas y la realidad psicosociológica, profun
damente cambiada, en que. viven y actúan los hombres de nuestro tiempo» (MC 34:
EV 5/64).
3. Li dificultad en hilvanar un discurso cultural parte por un lado de la coexis
tencia de diversas culturas y suhcuituras no sólo en el mundo entero, sino dentro de
una misma área geográfica, y por otro de las mutaciones culturales debidas a la velo
cidad con que evoluciona el mundo.
4. C f G. Vattimo - P.A. Rovatti, ¡l pensiero debole, Milano 1983; A. Rizzi, L e
sfidt d el p o n iera débale, en RnssT, 27 (1986) 1-14 [E lpensam iento débil. Cátedra,
Madrid 1988).
SIGN IFICADO D E MARÍA PARA NUESTRO TIEM PO 357
Sección primera
M A R ÍA Y LA C U E S T IÓ N F E M E N IN A
7. Pata este punto, cf. S. De Flores, Marín ndia teología contemporánea. Centro
di diluirá mariana «Madre delía cbiesa», Roma ! 99!, 400-437 (c. XIV: «María e la
domui riel movnnento cultúrale contemporáneo»).
8. P Evdokimov, La donna e la salvezza del mondo. Jaca Book, Milano 1980,
196.
SIGN IFICADO D E MARÍA i’ARA NUESTRO TIEM PO 359
13. Otras feministas atribuyen esta presentación de María mis que a la culpa de
los varones a una «historia tic los errores» de la historia cid pensamiento sobre la mujer
que requiere pursu parte de una «indulgente vigilancia» (Carr, Grdzia che transforma, 223).
14 • M . DaIy, Lantifemminismo nella china, en «Serví tium.» 3 (1969) 10, 258. Cf.
también Worner, Solafrti le donne, 15. C. Militello en M arine iljhnniinite nelk «Redemp-
taris Mttter», en Redempmrii M atee . . ., PAMT, Roma 1983, constara que «el énfasis de
María corresponde a una insignificante consideración de la mujer» (p. 227), aunque
observa que «¡a excepción María.,, enfatizada y exasperada, aunque satisfaga al imagi
nario colectivo, no reconduce a María a lo femenino» (p, 230). De este modo se
concluiría, según intuiciones criológicas, que «el mismo énfasis de María es más verbal
que real,.. María, desenganchada del cuerpo eclesiai y aislada, es paradigma de la mujer
en su condición de aislamiento y soledad. Más que “sola entre las mujeres" debería
decirse “sola como cualquier mujer’’...» (p. 236).
15. C. j.M, Hittkcs, M aria/mariologia. Punto d i vista fem minhta, en Enciclopedia
teológica., Queriniana, íiresda -1990, 543 y 541,
16. L.M. Rttssel, Teología femminhit), Queriniana, Bre.scia ¡977, 32,167-169.
17- Una liberación que entraña una doble exigencia: «a; María pide ser liberada
de ia imagen que tic ella se lia hedió y de las proyecciones que una jerarquía masculina
le ha atribuido. Movida por un profundo sentimiento de solidaridad, no deseo verla
así. b) las necesario, además, liberar a Las mujeres de las imágenes de María, que todavía
las dominan y someten, listas imágenes deben ser analizadas y desenmascaradas» {Cl.j.M,
Halkes, M aría e la donmt, en Cono. 19 (1983) 8, 135).
SIGNIFICADO DE MAJÍlA PARA NUESTRO TIEMPO 361
25. «... Q uisiéram os notar que las dificultades a que hemos alu d id o están en
estrecha conexión con algunas connotaciones de la imagen popular y literaria de María,
no con su imagen evangélica ni con los dalos doctrinales determinados en el lento y
serio trabajo de hacer explícita la palabra revelada» ¡MC 36: IÍV 5/67).
26. Lsra imagen fue elaborarla, después de Atanoslo, por Ambrosio: «¿Cuándo se
mostró en desacuerdo con ¡os suyos...? [...] No salía fuera de casa salvo para ir ai
lemplo, y siempre en compañía de sus padres o conocidos. Laboriosa en el secreto de
las paredes domésticas, no se mostraba en público si no era custodiada de fiel compañía.
[ . . . 1 No deseaba estar con otras compañías y mujeres [...] Rila vaciló a la vista del ángel
de humano semblante» (Sobre tas virjrmes 2,7-1 ¡ : TMl'M III, 164-16>5).
364 M a r ía m a d r e d e jesú s
III. M aría y la a u t o c o m p r e n s ió n d e la m u je r
... la feminidad tiene una relación singular con la madre del redentor
[ ...]. La figura de María de Nazarct proyecta luz sobre la m ujer en
cuanto tal por el mismo hecho de que Dios, en el sublime aconte
cimiento de la encamación del Hijo, se ha entregado ai ministerio
libre y activo de una mujer (RM 46).
Con este modo de actuación, que salta por encima de las discrimi
naciones existentes en el mundo antiguo acerca de la mujer, Dios muestra
su amor predilecto por ésta, criatura débil y marginada, decretando en
M aría el hn de! dominio del hombre sobre la mujer. La concepción
virginal sella así el fin del régimen patriarcal, porque Jesús no ha sido
engendrado por el poder del varón311. En la nueva alianza ya no cuenra
ser hom bre o mujer {G a 3 ,2 8 -2 9 ) sino la fe que engendra según el
espíritu.
Ser mujer significa ser llamada al diálogo y a la colaboración con
Dios, corno persona que se entrega a sí misma para llevar a cabo ei pian
divino de la salvación. E sta en trega se exp lica, según la propia
vocación, desde las diversas expresiones de virginidad, esponsaíidad y
maternidad.
30. «La generación y obra de la Theotokos sin padre humano, anuncia e! fin del
reino del varón, el término de! patriarcado» (Evdokimov, I,i¡ donna c ¡a stilvczza del
mondo, 205).
3 1. En este sentido un texto esdarccedor, aunque bien puede Tratarse de una glosa,
es el siguiente: «No hace nada el señor JHW H sin revelar su secreto a sus siervos los
profetas» (Am 3,7). El significado de revelación esLa incluido en el «misterio paulino»,
que es el desplegamiento en la historia deí designio eterno de Oíos y por tanto su reve
lación en ella (Ef 3,1-13).
32. «Ser persona a imagen y semejanza de Dios comporta también existir con
relación al otro “yo". Esto es preludio de la definitiva autorrevelación de- Oíos, Uno y
Trino: unidad viviente en la comunión del Padre, del.Hfi0 y del Espíritu Santo» (MD
7: F.V 11/1229).
368 M A R ÍA M A D R K 1'Jfi JRSÜS
33. A Dios no puede atribuirse e[ sexo que caracaeriza a los seres corpóreos, porque
Dios es espíritu trascendente. Sin embargo si Dios creó a hombre y mujer a su Imagen
«debe existir en Dios, de una lorma trascendeme, algo que responda a la ni aselili ni dad
y a la feminidad» (Y. Congar, Credo vello Spinto santo, Queriniana, Brescia 1383, III,
162). Parece claro que e[ amor de Dios asume cualidades masculinas y femeninas, y
que Lanío el hombre como la mujer derivan su propia paternidad y maternidad del
«eterno misLerio del engendrar... (cf E f 3,14-15)» (MD 18; EV 11/1289).
34. Conferencia episcopal latinoamericana, Puebla. Uevangelizzazione nelpresente
c neifuturo ddl'Amerka latina, EM¡, Bologna 1979, nn. 282 y 2 9 1 [Puebla. La evan-
¡relizaciíin en el presente y en el futuro de América Latina, La Editorial Católica, Madrid
1979].
SKI M PICADO DK M ARIA PARA NLIL.S'1'RO TlliMPO 3 Óy
IV. M a ría y l o s m in is t e r i o s d e la m u je r e n la ig l e s ia
35. ( x ¡Lian Pablo II, encíclica Dives in misericordia, (30.11.1380), 4, nota 52:
EV 7. 802ss."
36. Cf. G. Gharih lame, en NDM, 670-679 (con bibliografía): Juan Pablo II,
D iva in misericordia 9: hV 7/91 Iss.; b.,M, 1'oniolo, La «Madre della misericordia»
neltínadica del Papa, en li Papa e la misericordia di Dio, Ed, La Patoja, Roma 1981,
45-56.
37. Este iludo es atiibuidu, v. », porAtannsio en su ('.arta a !:.piteto7:"\'MVM I,
277; «María es de hecho nuestra hermana, porque Lodos hemos nacido de Adán».
La misma expresión se encuentra en Epifanio, Pam rion77: TMPM I, 391.
38. «Incluso en la riqueza de las admirables prerrogativas con las que Dios la ha
dotado, para hacerla digna madre del Verbo encarnado, ella permanece cercanísima a
nosotros, i lija de Adán come nosotros y por ello hermana nuestra por vínculos de
370 MARÍA MADRE DE JESÚ S
naturaleza» (Pablo VI, Discurso de clausura dei tercer periodo del concilio Vaticano II,
21.11.1 904: EV 1/310*}. Cf. 1. K Ossanns, Alaria sorelia nostra nel magismo d i Paolo
VI, Borla, Roma 1591.
39. Cf. V. Macea, Sorella, en N111V1, 1323-1325-
SIGNIFICADO DF. MARÍA PAUA NUKSTRO TUiMPO 371
l a mujer que vive en esta concreta situación, con todos los problemas
que conlleva, puede encontrar en María ejemplo y ayuda.
a) E l espíritu d e servicio
b) C arism as d e M a ría
Cristo cu este campo; a cumien?,os aci siglo XIII, el papa Inocencio III, confirmó de
nuevo la misma doctrina; 'Aunque la bienaventurada Virgen María superase en dignidad
y excelencia a rodos los apóstoles, sin embargo no a ella sino a éstos confió el Señor las
Ilaves del reino de los cielos"» (Ciongregación para [a docLrina de la fe, ínter iniigniores
(15-10.76), II: EV 5/2122).
44. Advierte H. I.egrand que la ausencia de mujeres en los doce apóstoles no
prueba la exclusión de la mujer en orto ministerio de ¡a iglesia, aunque conviene recordar
que la constitución del grupo apostólico se entiende como ejemplo de la recuperación
de los 12 patriarcas para c.l nuevo Israel csciiológico. De este modo, «si se interpreta
la institución de los Dote en esra perspectiva, resulta del todo artificial compararla con
ei hecho de que ni Jesús ni la asamblea de pctitecosiés agregaron a María a los Doce.
Li presencia de una mujer [o de ur, samar ¡rano) en aquel grupo simplemente no hubiera
tenido sentido» (H. Legiand, ’i h td kw perpetua serva ta. La non-ardinazione de lie d o m e:
tradiziont o ¡em páveJaita ¡loríeos, en Donna f miniuero, 215).
45. Ya Jo afirmaba el documento d ate (¡titilo che vi dirh, añadiendo además
que »dt lacro la nmjei desempeña por doquier tales ministerios, sea por costumbre
ya adquirida, sea por legítimo encargo de la autoridad eclesiástica, no siempre con
carácter "exi ra-urdí na no".» (20H® Capítulo genera! OSM, Pare qu edo che vi dirá.
Riflessiom c propone per la prom oú om delía pletk mariana 84, Curia ge ñera liria 0 5 M,
Roma 1983).
46. La consulta teológica inrer-orrudoxa de Radas (1988) afirma que «es
necesario que vuelva a revivir la institución de las diaconisas. En la iglesia ortodoxa no
fue del todo suprimida aunque prácticamente' ha sido olvidada» (cit. en D onna e
r/imisUuv, 114).
47. Desde 1930 existen las diaconisas anglicanas ordenadas por un obispo y desde
1982 en los vcrcro-carólicos.
374 MARÍA MADRE DE JESÚS
4H- R. Gryson, //minero d d k dtmne nelht Mesa, antiat, Cilla Nuova, Roma 1974:
C. Vagaggini, l.ordtntizitmr delle Sitcontíc nellii tntdizionegreca e bizantino, en «Orien-
lalia chrisciana periódica» 4(J (1974) 145-149; A.Ci. Martimnrr, Les diaeonesses. Lssoi
historiase, CLV, Roma ¡982; E. Schiüssler Eioren'/a, in m em orio d i lei, Claudiana,
'1orino 1990 {etf. inglesa 1983); M.J. Aubcrt, Desfem m es diaeres. Un nouveau ebemin
pos¡r l ’Église, París 1986, E- Rchr-Sigci, Le miuhtere de ¡a fim m e dam l ’F.gUse, Ruis 1987:
E.D. Thcodormi, ¡ .'¡nstitution des diaeonesses doro ÍEglise onhodoxe et la p osibilite de
<;¡ rétmvtuion, es: "Cónicas» 146 (1989) 124-144; Id., Drama e. miuistero. Presentanone
teológica delia tm dizioue e delta prassi etc Le idílica bizantina, en Don na e min.ist.ero, 98-
i 18; R Sotci, Ministeri üturgici titila d o m a nella chieta amica, tbi , 17-96,
49. Tlieudoriju. Donnn r ministem, ] 16-117,
50. So reí, Ministeri th urgid, 93.
51. RV 5/21 14.21 3 1. El comentario oficial a la declaración redama. !a distinción
cune- d dato propuesto con autoridad (hasta ¡a techa no de forma irreformable) y la
reflexión teológica íjiíc la acompaña, la cual «no compromete al magisterio». La labor
de clarificación y fundameiiladón educa sigue en curso.
SIGNIFICADO D E MARIA PARA N UESTRO TIEM PO 375
Sección segunda
MARÍA Y EL COMPROMISO HISTÓRICO DEL CRISTIANO
52. Mili relio, M aría c la diaconia dclLi do-ana ¡¡ella ckiesa, 176.
53. Cf. Behr-Sigel, llordinctúone d clk darme, 131.
54. F. F'ranzi, Sácere!olí, en NDM, 1233- l:.n este articulo se analizan las analogías
entre María y d sacerdocio, además dd sentido y vicisitudes del título «Virgo sacerdos»
atribuí do a María (pp. 1231-1234). Para un estudio mis amplio, c f la clásica obra de
R. Luí renon, Marín ecclesia sucerdaíium. hm ií m r te développement d ’une idee reli^ieuse,
NHL, Paos 1952, (58S.
376 MARÍA MADRE D E JESÚS
5 í». Un agudo ir.ltfrptcie del mundo contemporáneo observa; -La más grave deses
peración en la que puede raer una sociedad es creer guc vivir reciamente es inútil» (C,
AIvaro , Ulti mo diario, B omp!a» i, M iiano 1939, 8).
378 MARÍA MADRE D E JESÚS
tener que cumplir una misión particular; [...] no debe ser enten
dida por tanto con un sentido de humildad o de sumisión; se trata
de una actitud valiente que asume una responsabilidad. Puede ser
comparada a la respuesta de Isaías: «Envíame» (Is 6 ,8 )6-.
ÍíG. K. Stock, L e prim e perícopi delta sloria delt'infam ia ir, Le }-2¡ PIB, Roma
1990, 8S-95 (apuntes).
6*. A. Sorra, M aría secando il vangelo, Qucóniana, Brescia 1987, 13.
62. A. Botón o, M aría «serón del Signare», en «Ecdcsia maten. 22 (1983) 100.
.SiUNih'ICiAUO D K M A K U ['ASA N U E S T R O T ÍE M P O 379
67. !. Cidael ra - M.C , ¡J irige m cr, M e ri» madre di D io e medre dei j>oí v ri Un iBgjria
a partiré dalia danna e dali America L abia, Citradclia, Assisi 1989, 55-
68. CLebara - Bingemer, M aría tmnlre d i D io e m adre d ei poveri, 20 S.
69. «Aquí no habla la dulce, tierna e idílica María de las imágenes, sino una María
apasionada, impetuosa, indómita, entusiasta. Nada de esos tonos dulces y melancó
licos de tantos cánticos navideños, sitio d canto fuerte, duro, despiadado de los tronos
que se derrumban, de los señores que lian sido humillados, de ía poLtncia de Dios- y
la impotencia de los hombres» (D. BonhoefFer, Sermón sur le Magníficat, en «Bibíeer
vi e chréi lenne» 106 (1 972) 36),
/O. Pablo VI, homilía en d santuario martano de Roñaría, 24.4.1 970,
71, «bu su cántico de alabanza a ía divina misericordia, la humilde Virgen, hacia
la cual se dirige espontáneamente y con lama fe la muchedumbre de los pobres, canta
d misterio de la salvación y s'u fuerza transíormadora» (Congregación para ia doctrina
de la fe, instrucción L ib en Mis consciencia sobre la libertad cristiana y la liberación,
{23-3.1986), 48: EV 10/255).
SIGN IFICADO DE MAULA PARA NUES TRO TSKMI'O 381
76. ll>¡. Cti sobre rodo: Congregación para la doctrina de la fe, insrrucdón I.iber-
tutis num im sobre algunos aspectos de ia teología de la liberación, (6,8.1984), que
condena «el recurso sistemático y deliberado a la violencia ciega» (XI/7: EV 9/975),
además de la ludia de clase, ia iglesia de dase, la eucaristía de clase y la teología de dase
(Dí/3.10; X/1.16; EV 8/942.949; 953.968).
77. María deja a un lado el versículo dd cárnico de Ana: «ini boca se dilata contra
rnis enemigos” (1S 2,1) y habla de humiIdad/baj eza/pob reza de la sierva en la que se
incluye la mansedumbre, como silenciosa y esperanzada confianza en la intervención
de Dios.
78. LN\ introducción: EV 9/867.
79. l.N'XI/l: EV 9/969.
SIGNIFICADO D E MARlA PARA NUESTRO TIEM PO 383
I I I . C o n M a ría p o r u n a c u l t u r a d l v id a
a) B ioética y cuitara de v id a
80. Q . I, Os san na, i¿ M agníficat progetto di vita, Analiü etico strut tunde di Le
l,4 6 b-5 5 , Borla, Rom,¡ 1984. 186,
81. Y7T. Rcicl'1, hnr/ctüpcuui o f Bioetbtcs, I, i1Leu P ress, N e w Yorlc 1978, XIX.
82. S. Spinsami, Vita física, en Corso d i mora le, e nT. Gofíi - G. Piaña (eds.J, II:
D iakonia (etica dalla persona), Qucnniana, Brcscia 1983, 222.
384 MARÍA MADRE DI-JESÚS
etica debe ser «mejorar las condiciones de vida» (GS 34) y no tina arbi
traria manipulación del núcleo íntimo y misterioso de la estructura
humana.
Hoy, al menos por lo que respecta a la sociedad industrializada,
no se trata de un simple vivir o sobrevivir, sino de alcanzar una «calidad
de vida» que garantice el desarrollo de las diversas potencialidades
de! hombre al nivel más alto posible. En este sentido vemos actos de
generosidad por parte de religiosos y laicos que buscan defender la vida
en el tercer m undo, privado com o sabemos de asistencia médica
esencial.
Sin embargo, a pesar de los progresos, queda todavía una zona gris
en la que se debate el inicio y fin de la vida humana: el instante de la
hominización83 y el de su muerte8^.
En estas fases decisivas han aparecido dos comportamientos moral-
mente alarmantes: el aborto y la eutanasia. Ambos deben ser enten
didos com o «dis-valores», en cuanto suponen un rechazo de la vida,
don del Señor. Pertenecen a una más vasta «cultura de muerte» de la
que son gravísimas expresiones «el hecho del terrorismo, la violencia,
la delincuencia com ún; la carrera de armamentos y el com ercio sin
escrúpulos de las armas; la grave propagación de la droga; la persistente
frecuencia de las muertes por accidente laboral; la constante incons
ciencia en la conducción»85.
Ante esta encrucijada de vida y muerte, los cristianos de hoy no
pueden perm anecer im pertérritos, sino que deben decidirse por el
«sentido de la vida» propuesto por Dios (D i 3 0 ,1 5 -1 6 ; Sal 1 6 ,1 1 ).
83. Conviene tener presente que «desde su mismo inicio el óvulo fecundado
contiene iodo el programa originario del nuevo ser» {Ditbiarazionedell'episcopado belga,
6.4.1 973): en el mismo zigoto encontramos el ser huirían o que debe ser protegido,
pero puesto que es todavía divisible (en el caso de gemelos o en el mismo laboratorio)
se desconoce con precisión cuando surge la persona humana individual.
84. Superados los antiguos criterios (inmovilidad, cesación del pulso, ausencia de
respiración...), hoy debemos referirnos a la declaración de la Pontificia academia
de las ciencias, según la cual «la muerte cerebral es d verdadero criterio de la muerte»;
se constata el paro irreversible de las funciones celébrales «por medio del electroence
falograma... efectuado al menos dos veces con una distancia de seis horas», si bien con
una terapia intensiva puede prolongarse la función cardiaca (Pontificia academia de
las ciencias, Derlaración acerca J e la prolongación artificial de la vida y la determinación
exacta d el momento de Lt muerte, (21.10.1985): EV 9/1767).
85. Co nsiglio permanente delfa CEI, Mersaggir, per una cultura d i vita, (17-3.1981).
2: ECEI 3/561.
SIGNIFICADO DE MARIA PARA N UESTRO TIEM PO 385
b) L a íb eo to k o s «imagen p o rta d o ra » d e v id a
Para aliarse con la vida no sirven sólo las ideas sino sobre todo los
modelos que encarnan el valor de ¡a vida. LaTheotokos representa una
viva «imagen que nos conduce» a la vida (P. Evdokimov).
La figura de M a ría grávida, imagen que ha servido de delicada inter
pretación por parte de numerosos pintoresSf”, constituye una apelación
c) Icono d e la «Fuente d e v id a»
d) E l á r b o l d e la vida
Sección tercera
M A RÍA N O S IN T R O D U C E E N L A L Ó G IC A D E D IO S
98. Tratado do la verdadera devoción a M aría (= VD) 1(34. «En todo lugar María
es el verdadero árbol que porta d fruto de vida, la verdadera madre que lo engendra»
(VD 44). «Si se cultiva bien d árbol de [a vida -M aría- con la fidelidad a las prácticas
de esta devoción, dará fruto a su tiempo y este fruto no es otro que Jesucristo» {VD
218). Cf. igualmente VD 261.
99. El secreto de M aría 70.
100. Como libertad ante cualquier impedimento humano, contemplación, lucha
cortera el egoísmo y e¡ pecado, oración eucaríscíca, fidelidad ante las pruebas,... {E l
secreto ele M a r ía ! 1-77). Para otra interpretación simbólica de! árbol de la vida, efi E.M.
Tonioio, fregare «con M aría » la vita, en Come pregare con M aría, Centro di cultura
mariana «Madre deíla tliiesa», Roma 1991.165-175.
101. El secreto de M aría 78.
S IG N IF IC A D O DI: M A R IA PARA N L 'I'S T R O TIF.M[’O 389
102. G. Vatttmo - PA. Rovatti, ílpensisro debele, Milano 1983; A. Ri'/zi, T.e ¡fule
d d ptm irro debo't , en RassT 27(1986} 1-M,
103. La experiencia de la crisis del iiinerario natural liada la salvación religiosa es
ilescrira por Pablo, cuando reveía [a insuficiencia de la vía cósmica (Rm 1) y la vía etica
(Km 7,7-13). La vía uoética griega ha sido «una gran y gloriosa posibilidad espirirual»
pero improel freí iva (I Co 1-2), ya que lia establecido un hiato entre d conocer}' el re
conocer a Dios. O . G. ltavasi, I.intt bibliche dell'esperíeiiza spirituale, en Corso di spiri-
tunlua. Esperitnzít sistemática, praiezioni, en B. Secondin - T. Goffi, (eds.) Queriniana,
Rrcscin. 1989, 1U7-112.
390 MARÍA MADRE D E JESÚS
L L a V i r g e n - M a d r e .s ig n o d e l a p a r a d ó jic a s a b id u r ía d e D io s
Ella está inmersa en una historia concreta, la historia que Dios cons
truye en el tiempo con la colaboración del hombre y para la salvación
del hombre.
Dios inicia la fase central de esta historia salvífica con el envío del
ángel Gabriel a María de Nazaret (Le 1,26). Dado que esta muchacha
judía es término de la elección divina, a la que responde con una acep
tación responsable (Le 1 ,3 8 ), María se convierte en «persona de la
historia de la salvación, en el más profundo significado del termino»106.
La Virgen pasa a ser signo de la acción de Dios a favor de la huma
nidad: en ella Dios nos ha revelado su modo de obrar, su sabiduría que
ama lo paradójico y que se complace en sorprender la miope sabiduría
humana.
Indudablemente la acción más grande de D ios en la historia, su
intervención más decisiva y paradójica, es ciertamente la en cam ación .
El Verbo encarnado es el misterio por excelencia, porque en él la eter
nidad entra en el tiempo, lo invisible se hace perceptible, la gloria escon
dida trasluce en la historia v Dios se hace hombre para que el hombre
viva la vida divina,
La encarnación, aconteciendo por obra del Espíritu Santo en María
y p o r María, no puede comprenderse sin ella. Por tanto, María, en su
divina maternidad tal y como fue reconocida en el Concilio de Efeso
en el 4 3 1, deviene en signo y garantía de ia recta te sobre ia encarnación:
Con justicia y en verdad llamamos ’j'heotokos a santa María.
De hecho, este nombre comprende todo el misterio de la economía
[de la encarnación]. Si la G enetrixes la Madre de Dios, necesaria
mente es Dios e] que ha nacido de ella y necesariamente debe ser
hombre. ¿Cómo podría nacer Dios de una mujer, que es la esencia
anterior a todos los siglos, si no es haciéndose hombre?107108.
11. K é x o s i s de M a r ía y d e r e c h o s h u m a n o s
Por ello los profetas exigen del hombre, teniendo ante sí la alianza,
la práctica de la justicia ante cualquier acto de opresión contra pobres,
viudas, huérfanos, extranjeros y forasteros (Mi 6,8; Is 10,2; Ex 22 ,2 1 -2 2 ).
Nadie puede separar la fidelidad a Dios del respeto al hombre, ya
que son un todo, de tal manera que «los derechos del hombre vienen
así a formar parte del “derecho divino”, recibiendo un fundamento
inquebrantable»1IC;
Ilü , A. Dcittler, Unnnuneto deli a ntico Testtimento> P;i ic1e ia , Hrescia 1980, 14.
394 MARÍA MADRE DE JESÚS
111. íInmisión teológica internacional, Tesi sulla ¿ígnita e i dirim della persona
humana, (6.10.1984), 2.1.1: EV 9/1041.
1 f 2, C. Wackenhdm, Significóla teológico ácidiritti itmani, en Corte 15 (1974) 4, 95.
113. Este es el concepto de gracia en la Tcnakh, que significa «ser benévolo, ser
compasivo con uno», ante personas en situación de indigencia y necesidad: «la gracia
se refiere a los pequeños y humillados, a los que Dios “eleva”. Aquí está la gracia» (E.
Sdiillebeedíx, H Cristo, las torta di una nuova prassi, Queriniana, Hresda 1980, 87 y 90).
SIGNIFICADO DE MARÍA PARA NUESTRO TIEMPO 395
114. R. Cantidamessa, Marín uno spmrhwper la china, Ancón, Milano 5989, 99-5 00,
115- H.U. von B alelí asar, «Kénosis del la di iasar», en Lu Spiriio e l ’istituzione,; Morce-
ijiana, Hresda 1979, 109.
lió . M. Lulero, Exhortación a k p a z (1521), etl. Weirnar XVIII, 310, 10,
396 MARÍA MADRE DE JESÚS
111. M a r ía c a m in o a l a v e r d a d e r a s a b id u r ía
117, S. Rost signo, Diritti unían i nella china; semibilitá protestante al problema, en
[diritti umani tulla chiesa cattolka, (11and isina, 'I orí no 13B1, 99-
ÍIB. G. von Rad, Teología eleUAntico Testamento, I, Paideia, Brescia 1972, 470
{Teología del Antiguo Testamento, Sígueme, Salamanca s2(J(j O].
119, Para esta interpretación, cf. A, Serta; Sapienza e eom em plazione d i M aría
secondo Le 2,1 9. 5 ¡b, María num, Ruma 1982 y Sapiente, en NDM, 1272-1285.
SIGNIFICADO DE MARÍA PARA NUESTRO TIEMPO 39 7
120. H.U. von Balihasar. Teodrammatica U l: í.e persone d el dram ma, Jaca Book,
Milano 1983, 305.
398 MARÍA MADRE DE JESÚS
2. M a rta en e l ca m in o d e la S a b id u r ía h a c ia el h o m b re
3. M a r ía en e l cam in o d e l h o m b r e h a c ia la S a b id u r ía
El era sabio, como quizá nadie lo sea más, más fuerte incluso y
más iluminado. Pero a pesar de ello fue engañado y vencido, cayendo
en el pecado y la estulticia, dejando a sus descendientes asombrados
por sus luces y tinieblas, por su sabiduría y por ia soberbia de sus
pecados {ASE 220).
Sección cuarta
LAS APARICIONES DE MARÍA Y EL FUTURO DEL MUNDO
I. A n á l is is d e l f e n ó m e n o
1. ¿ Q u é es u n a a p a r ic ió n ?
1 0 , d e 1 9 2 8 a 1 9 7 5 se c u e n t a n 2 3 2 p r e s u n t a s a p a r ic io n e s o la g r im e o s [ im á g e n e s
llo ra n te s] e n 3 2 n a c io n e s. E l m is m o a u t o r a ñ ad e a este ca lillo , d esd e el in ic io d d s. X X
Apparitions etm ani-
hasta 1 9 9 0 , 2 9 5 m a n ¡fes r a d o n e s d e la V i r g e n en 4 0 n a c io n e s {Id .,
fhrutians de la Vlcrge M aric au X X , en Kccharídiméni, Melanges RenéLaurtntsn , IDesdée,
P a r is 1 9 9 0 , 3 3 9 - 3 4 9 ) . 4 1 ca so s d e a p a r ic io n e s de 1 9 7 3 a 1 9 8 8 , d e las cu a le s las m á s
im p o r t a n t e s s o n las d e M e d ju g o r je , s o n lo m a d a s e n c o n s id e r a c ió n p o r R . L a u r e n t in ,
Multiplicarían des apparitions de la Vierge aujourd’h u;. Est-ce e lk í Que veut-elie dire!,
I ‘V a n c e lo is irs , P a rís * 1 9 8 9 , 5 1- 1 0 9 . 1 3 3 - 1 5 8 : en total 2 7 3 ca so s en el p e r io d o c u rre
1 9 2 8 a 1 9 8 8 [Apariciones
actuales de la Virgen M aría, R ia lp , M a d r i d 1 9 8 9 ].
125. L epoin t de vite du médecin psychtatre ctím-
É s t a es la p o s tu r a de M . O r a is o n ,
cien sur les apparitions, en Vrais et fattsses apparitions, 134-135.
126. R. Zavalloni. Psicologíapastorale, Marietti, Torino 1965, 309 [Psicologíapastoral,
S t u d iu m , Madrid 1967].
404 MAK fA M A l >HE n Si J RS fJS
a ) una persona que se halla por sí misma fuera del campo normal
de nuestra experiencia sensorial;
b) que es percibida por el «vidente» por conocimiento sensible128.
a) Aspecto visual
b) E l m ensaje
II. P r o c e d i m i e n t o c a n ó n ic o
i 39. Billel enumera sólo 10 hechos aprobados por fa iglesia (Apparítions ct mani-
fistatinns, 349), a [os que hay que añadir Quito (1 906) documentado por G.M. Besutti,
Eacdam o iipunta otile appañzioni m añane , LDC, Leunmun 1988, 36. la lista de las
apariciones o hechos prodigiosos inariano; reconocidos por los obispos son los siguientes:
Quito (] 906), Fáciina (1 917), Pontevedra (i 925), Tuy (1929), Beanraing (1923-33),
Ranneux (1933), Si recusa (1 953), Zeirún en Egipto (1968 por parte de [a iglesia copta
ortodoxa), Akini en Japón (1973-1981), Damasco (1977 y 1982) y Macano (1986).
140. Dicho documento es transcrito por R. Laurenrm en Multiplicatiim des appa-
ritmm, 38-40, a cuya obra me remito. Otro clásico es el artículo de M. Castellano, La
pm sú canónica air.i te apparizwm m añane, en Enciclopedia m añ an a * Theotocos*, Bevi-
lacqua e Solar! -M .ssimo, Gcnova-.Milano 21958, 486-505.
SIGN IFICADO DE MARÍA PARA N UESTRO TIEM PO 409
111. E s t a t u t o t e o l ó g i c o
145. E Suárez, De Pide, disp.3a, sec.10, en Id., Opera omnia, 28 vols., Vives, Parts
¡856-1861, X, 90-94.
146, K. Rahner, Les révélationsprivées: quelques remarques íhéologiqucs, en «Revue
d’ascétique et mystique» 25 (1949)508.
147- C. Ralic, A ppariziani m ariane dei seeoli XIX-XX, en Lnciclopedia m añana
« Thcotocos», 249.
SiCINiFlCADO DE MARÍA TARA NUESTRO TIEMPO 413
148. L, Volken, !.e rioelazioni nelia cbiesa, Paolinc, Roma 1463, 236 [Las revela
ciones en ¡o Iglesia, Paulinas, Madrid 1í)62|.
414 MARÍA MADRB DF. JESÚS
1Ac). ) I. U . von Bal rhasar, Aprite i cutir: ¿tU'hnmaca lata, cica appare ht M otín d i Pío,
en «11 sabalo» (19831 3-9 diciembre, p. 9.
150. Bossard, Les ep p am iom de Marie, 239.
SIGNIFICADO DE MARÍA I'ARA NUESTRO TIEM PO 415
3. M a r ía y e l destin o d e l m u n do
V. C o m p o r t a m ie n t o s a n t e las a p a r ic io n e s
2 . N i in d iferen cia n i p a s iv id a d
I. B ib l io g r a f ía b á s ic a rara el e s t u d i o d e la m a r io l o g ía