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La nulidad es, en Derecho, una situación genérica de invalidez del acto jurídico, que provoca
que una norma, acto jurídico, acto administrativo o acto procesal deje de desplegar sus
efectos jurídicos, retrotrayéndose al momento de su celebración. Para que una norma o acto
sean nulos se requiere de una declaración de nulidad, expresa o tácita y que el vicio que lo
afecta sea coexistente a la celebración del mismo.
¿QUE ES ANULABILIDAD?
La anulabilidad es aquella otra imperfección menos enérgica derivada, sobre todo,
de determinados vicios de capacidad o de voluntad que da lugar a una acción de nulidad o
impugnación, la cual, si es ejercitada con éxito, produce la destrucción del acto con eficacia
retroactiva.
La anulabilidad de un acto puede producirse por muchos motivos, entre los cuales podemos
mencionar:
Cuando un acto es nulo de pleno derecho, no tiene ningún efecto jurídico, y cualquier juez
debería aplicar la nulidad de oficio. También se le conoce como nulidad absoluta o
insaneable. Por ejemplo, un Reglamento ilegal, será siempre declarado nulo.
Cuando un acto es anulable, existen unos interesados que pueden pedir la anulación del
mismo. Mientras tanto, el acto es válido. También se le conoce como nulidad relativa o
saneable. Por ejemplo, un Acto Administrativo, será siempre declarado anulable.
En el caso que nos ocupa, el motivo principal de anulabilidad de un acto procede de la ausencia
de capacidad de la persona que lo firmó. En este caso, cuando la persona adquiere capacidad
necesaria, puede optar por anular el acto si así lo desea, o mantenerlo como está (subsanarlo).
Por ello, en el caso de un contrato, la persona que contrató con un menor de edad puede
encontrarse con la anulación del mismo (si el menor cuando alcanza la mayoría de edad, o su
representante antes de eso, así lo estiman), pero no podría solicitarlo él a un juez. Con ello, se
busca la protección de la parte más débil.