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Quién soy yo?

Si te miras en el espejo y no entiendes quién es esa


persona que te mira...
Juan Armando Corbin

Cuando nos comparamos con el resto de animales acostumbramos a dar cuenta de


nuestra capacidad única para reconocer la existencia de nosotros mismos y de los demás
en tanto que seres con motivaciones, objetivos y puntos de vista diferentes y
cambiantes. Somos, de algún modo, seres conscientes. Esto puede ser motivo de un
cierto orgullo un tanto injustificable, desde luego, pero también es solo una cara de la
moneda.

Y es que si bien estar dotados de consciencia puede resultar ventajoso al ir a la par con
nuestra habilidad para pensar cosas abstractas, también es una fuente de potenciales
problemas que el resto de especies no tienen que afrontar. Y uno de esos posibles
problemas puede surgir cuando, inevitablemente, aparece en nuestra corriente de
pensamientos una pregunta clásica: ¿Quién soy yo?
La caja de pandora: ¿Quién soy yo?
¿Quién soy yo?” es una de esas preguntas existenciales que, si no sabemos responder,
pueden llegar a convertirse en un obstáculo a la hora de ser felices. Saber quién es uno
mismo y hacia dónde queremos ir es una de las bases para encontrar bienestar no ya en
los grandes proyectos, sino en todos los detalles de la cotidianidad.

Pero no poder responder a esta pregunta en un momento no quiere decir que todo esté
perdido. Actualmente no hay nada que nos haga suponer que la capacidad para
plantearse adecuadamente y responder con éxito la cuestión "¿quién soy yo?" sea en sí
misma una capacidad innata, algo inamovible e independiente de nuestras elecciones y el
ambiente en el que elegimos vivir. En ocasiones, es necesario hacernos esta pregunta
para poder seguir creciendo, pues es un indicador de si estamos en el camino correcto.

Además, hay que tener en cuenta que, desde el primer minuto, nuestro conocimiento
sobre nosotros mismos está limitado. Aunque parezca engañoso, muchos aspectos de
nuestra propia personalidad son mejor conocidos por quienes nos rodean que por
nosotros. ¿Por qué? Porque nuestra visión sobre mucho de lo que hacemos, está
sesgada.

Dado que nuestra vida es más importante para nosotros que para la mayoría, tenemos
interés en deformar la realidad, la interpretación sobre lo que nos ocurre, para que encaje
en esa narración que hemos creado para darle una respuesta a la pregunta de "quién
soy"; la historia que supuestamente explica lo que es nuestra existencia como individuos.
Así pues, debemos ser humildes a la hora de extraer conclusiones acerca de quiénes
somos, y admitir que siempre hay espacio para la rectificación.

Más allá de las palabras


Cuando decimos que no saber hallar respuestas de cuestiones identitarias puede llegar a
ser un problema, no estamos diciendo que la clave esté en saber responder o no a este
tipo de preguntas con una frase específica, concreta, como si de un eslogan vital se
tratase. Lo importante es comprobar, desde la propia subjetividad, hasta qué punto
podemos llegar a reconocer una serie de ideas e imágenes que identificamos con
nosotros mismos. La respuesta a la pregunta "¿Quién soy yo?" está siempre más allá de
las palabras.

Por eso merece la pena detectar hasta qué punto ciertas sensaciones de malestar
pueden tener su foco en estas dudas acerca del significado de la propia existencia y la
propia identidad.

Si no podemos responder a esta pregunta, ello puede significar que estamos pasando por
una crisis de identidad, un periodo de nuestra vida en el que podemos experimentar
profundas dudas sobre nosotros mismos, dudas sobre el sentido de la existencia
acompañadas de sentimientos de vacío, soledad.

Ahora bien, cuando conseguimos responder de nuevo a esta pregunta, nos volvemos a
reenganchar al ritmo de los acontecimientos que suceden en nuestra vida, consiguiendo
ser, esta vez, mucho más conscientes de lo que nos rodea y más realistas en
nuestros pensamientos. Volvemos a empoderarnos frente a la vida.

Es necesario seguir al lado de uno mismo a pesar de las


dificultades
La identidad se va forjando a lo largo de la vida, pero hay una etapa o periodo crítico en
que tiene especial relevancia: la adolescencia. Ya lo resaltaba el psicólogo Erik Erikson
en su Teoría del Desarrollo Psicosocial. Erikson afirmó que el mayor obstáculo que
debe enfrentar el desarrollo de los adolescentes es el establecimiento de una identidad.
Para el autor, la construcción de la identidad no se puede entender sin la interacción con
los demás.

Los adolescentes suelen ir en busca de ese “¿quién soy yo?”, porque la adolescencia es
una etapa de descubrimiento. Los adolescentes pasan por un periodo
de autoconocimiento, y empiezan a hacer grupos de amigos, a relacionarse con el sexo
opuesto o a pensar en sus opciones de futuro. Pero además de este autoconocimiento,
es decir, ¿Qué soy yo, de dónde vengo, qué quiero ser?, el “¿quién soy yo?” también
afecta y se ve afectado por la autoestima: ¿Me quiero mucho o poco o nada? ¿Soy lo que
quiero ser?, y la autoeficacia: ¿Soy capaz de ir a dónde quiero ir? ¿Soy capaz de ser lo
que quiero ser?
Por tanto, saber quién eres te hace más fuerte y, a pesar de las adversidades que
puedan presentarse en tu vida, te ayuda a superar las dificultades.

Características de la construcción de la identidad


La identidad tiene un gran componente emocional, y saber “quien soy yo” también lo
tiene. De manera resumida, algunas de las características que debes de considerar
respecto a la construcción de la identidad son las siguientes:

 La identidad se desarrolla en interacción con otros.

 La identidad es una definición socialmente construida del ser.

 La identidad es un fenómeno subjetivo, con un fuerte componente emocional.

 La formación de la identidad implica un proceso de reconocimiento y de valorización de


uno mismo y de las posibilidades para hacer frente a los retos.

La crisis existencial: una crisis de identidad


Saber “quién soy yo” puede no ser siempre fácil. Y para algunos individuos se convierte
en una pregunta complicada, pues les da miedo afrontar la realidad. Cuando no sabes
quién eres, ni dónde estás, ni sabes el camino que quieres seguir en la vida, la ansiedad,
el malestar y el miedo pueden tomar el control sobre ti. Esto es lo que se conoce como
una crisis existencial, y puede mentalmente muy agotador, además de provocar
trastornos psicológicos si no se resuelve la situación de manera correcta.

La crisis existencial es una crisis de identidad, y la solución está en volver a conectar con
uno mismo.

La autorreflexión para volver a conectar con uno mismo


Por desgracia, este miedo a afrontar la realidad puede complicar la situación. Y este
miedo a ver las cosas como son puede mantenerte lejos de ti mismo. El camino hacia la
resolución de problemas de identidad suele solucionarse con la autorreflexión
realista. Practicar la autorreflexión es un aspecto muy importante en el desarrollo de
una persona, y aunque sea simple, no es fácil.

Como ya se ha comentado, preguntarse a uno mismo “¿Quién soy yo? es una pregunta
existencial. Y como tal, requiere un afrontamiento activo hacia los problemas. Las
soluciones difícilmente lleguen solas, sino que hay que buscar esas situaciones que nos
ayuden a mejorar cada día. Solo a través de una correcta autorreflexión, es decir, a
través del conocimiento realista de uno mismo y de la interacción con lo que nos rodea,
además de unos hábitos que nos permitan seguir creciendo, esto será posible.

Desarrollo personal y autorreflexión: la curiosidad y el


dolor
Para construir el soporte interno que nos va a permitir enfrentarnos a las situaciones y a
los problemas de nuestra vida diaria, será necesario tomar decisiones difíciles, el asumir
una postura o determinado punto de vista y decidir la mejor elección. Si queremos que el
bienestar sea un rasgo más o menos estable, tendremos que plantearnos la siguiente
pregunta de vez en cuando: “¿es aquí dónde quiero estar?”.

Esta cuestión nos va a permitir saber si realmente estamos en el lugar que queremos
estar (nuestro trabajo, nuestra pareja, nuestra ciudad, etc.). Si la respuesta es sí,
estaremos en un estado de flow y todo parecerá ir en armonía. Si la respuesta es no,
entonces estaremos en el lugar del malestar. La manera de llegar de nuevo al bienestar,
es la autorreflexión: avanzar hacia el desarrollo personal.

Por lo tanto, el camino del desarrollo personal no es ni más ni menos que el camino hacia
el bienestar, hacia encontrar el lugar en el que quiero estar.

Una reflexión final


Responder a la pregunta "¿Quién soy yo?" implica, entre otras cosas, enfrentarnos a la
tensión entre lo que creemos ser y lo que queremos ser.
Es prácticamente imposible valorarse a uno mismo sin compararse con una versión
del yo ideal, con todo aquello que nos gustaría ser. Trabajar tanto en la autoestima como
en nuestro potencial y capacidades hará que nos enfrentemos a esa pregunta sin miedo.

No diré que soy perfecto


Porque no lo soy,
tengo mil defectos
que me hacen mejor.

Soy de equivocarme demasiado,


Caer en la depresión.
Pero soy capaz de fingir
que todo está mejor.

Soy fuerte de carácter,


Pero tengo buen corazón
No soy de guardar rencor

Creo en la vida
creo en el amor,
Me gustan los poemas,
Me muestran su color.
Es un reflejo de la vida,
Qué se yo.

Describirse a uno mismo,


No es nada fácil.
Pero creo que así soy yo,
"Una persona que lucha por un mundo mejor".
Aunque consciente que esto va para peor.

Soy muy soñador


En mi cabeza lo veo todo mejor.

Soy esto (...)


Una persona más en un millón.
No soy ni más ni menos,
Soy como vos.

Autor: anónimo
Juan Armando Corbin
Psicólogo de las organizaciones
Licenciado en Psicología por la Universidad de Buenos Aires.
Máster en Recursos humanos y experto en comunicación
empresarial y coaching. Posgrado en Nutrición y Alimentación
Sanitaria y Social por la UOC. Especialmente interesado en el
bienestar y el deporte.

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