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La sustancia percipiente del ser vivo habrá adquirido así, en la

eficacia de su actividad muscular, un asidero para separar un


«afuera» de un «adentro».' Pag 115

i ahora, desde el aspecto biológico, pasamos a la consideración de


la vida anímica, la «pulsión» nos aparece como un concepto
fronterizo entre lo anímico y lo somático, como un representante
{Reprasentant} psíquico, de los estímulos que provienen del
interior del cuerpo y alcanzan el alma, como una medida de la
exigencia de trabajo que es impuesta a lo anímico a consecuencia
de su trabazón con lo corporal

Por fuente {Quelle} de la pulsión se entiende aquel pro- ceso


somático, interior a un órgano o a una parte del cuerpo, cuyo
estímulo es representado {reprasentiert} en la vida aní- mica por
la pulsión.

Cuando el psicoanálisis se extienda a las otras afec- ciones


neuróticas, sin duda obtendremos también una base para conocer
las pulsiones yoicas, aunque en este nuevo campo de estudio
parece desmedido esperar condiciones tan fa- vorables a la
observación. Pulsiones yoicas – pulsión de muerte?

Ño paíece haber un masoquismo originario que no se engendre del


sadismo de la manera descrita.^

El gozar del dolor sería, por tanto, una meta originariamente


masoquista, pero que sólo puede devenir meta pulsional en quien
es originariamente sádico.

Una parte de las pulsiones sexuales es, como sabemos, sus- ceptible de
esta satisfacción autoerótica, y por tanto apta para servir de sustento al
desarrollo [del «yo-realidad» originario hacia el «yo placer»] descrito a
continuación [en el texto], regido por el principio de placer. Las
pulsiones sexuales, que desde el comienzo reclaman un objeto, así como
las necesidades de las pulsiones yoicas, que nunca se satisfacen de
manera autoerótica, perturban desde luego este estado [el estado
narcisista primordial] y preparan los ulteriores progresos. Por cierto, el
estado narcisista primordial no podría se- guir aquel desarrollo si todo
individuo no pasara por un período en que se encuentra desvalido y
debe ser cuidado, y durante el cual

sus urgentes necesidades le fueron satisfechas por aporte desde afue-


ra, frenándose así su desarrollo.

Por tanto, en ese tiempo el yo-sujeto coincide con lo placen- tero, y


el mundo exterior, con lo indiferente (y eventualmen- te, en cuanto
fuente de estímulos, con lo displacentero). Si por ahora definimos
el amar como la relación del yo con sus fuentes de placer,
entonces la situación en que sólo se ama a sí mismo y es
indiferente al mundo ilustra la primera de las

oposiciones en que hemos hallado el «amar».^^

Ahora reparamos en que así como el par de opuestos amor-


indiferencia refleja la polaridad yo-mundo exterior, la segun- da
oposición, amor-odio, reproduce la polaridad placer-dis- placer,
enlazada con la primera.

Luego que la etapa pura- mente narcisista es relevada por la etapa


del objeto, placer y displacer significan relaciones del yo con el
objeto.

El odio es, como relación con el objeto, más antiguo que el amor;
brota de la repulsa primordial que el yo narcisista opone en el
comienzo al mundo exterior prodigador de estí- mulos

Desmontaje de la pulsión

La constancia del empuje impide cualquier asimilación de la


pulsión a una función biológica, la cual siempre tiene un ritmo. Lo
primero que dice Freud de la pulsión, valga la expresión, es que no
tiene ni dia ni noche, ni primavera ni otoño, ni alza ni baja. Es una
fuerza constante. Pag 172 (Si se trata de una fuerza constante, en
qué lugar queda la satisfacción en tanto cancelación del estímulo
en su fuente?

Y no obstante, sabemos que todo lo que ellos son, lo que viven,


aun sus síntomas, tiene que ver con la satisfacción. Satisfacen a
algo que sin duda va en contra de lo que podría satisfacerlos, lo
satisfacen en el sentido de que cumplen con lo que ese algo exige.
No se contentan con su estado, pero aun así, en ese estado de tan
poco contento, se contentan. El asunto está justamente en saber
qué es ese se que queda allí contentado. Pag 173. Satisfacción
más allá del principio del placer.

En conjunto y en una primera aproximación, diremos que aquello


que satisfacen por la vía del displacer, es, al fin y al cabo, la ley del
placer –cosa por lo demás admitida. Digamos que, para una
satisfacción de esta índole, penan demasiado. Pag 174

En todo caso, nos referimos a la pulsión justamente porque el


estado de satisfacción se ha de rectificar a nivel de la pulsión. Pag
174

Aunque la boca quede ahíta –esa boca que se abre en el registro


de la pulsión- no se satisface con comida sino, como se dice, con el
placer de la boca. Pag 175

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