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Una parte de las pulsiones sexuales es, como sabemos, sus- ceptible de
esta satisfacción autoerótica, y por tanto apta para servir de sustento al
desarrollo [del «yo-realidad» originario hacia el «yo placer»] descrito a
continuación [en el texto], regido por el principio de placer. Las
pulsiones sexuales, que desde el comienzo reclaman un objeto, así como
las necesidades de las pulsiones yoicas, que nunca se satisfacen de
manera autoerótica, perturban desde luego este estado [el estado
narcisista primordial] y preparan los ulteriores progresos. Por cierto, el
estado narcisista primordial no podría se- guir aquel desarrollo si todo
individuo no pasara por un período en que se encuentra desvalido y
debe ser cuidado, y durante el cual
El odio es, como relación con el objeto, más antiguo que el amor;
brota de la repulsa primordial que el yo narcisista opone en el
comienzo al mundo exterior prodigador de estí- mulos
Desmontaje de la pulsión