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La Virgen de la Hiniesta de Sevilla

y el misterio concepcionista

Francisco S. ROS GONZÁLEZ


Universidad de Sevilla

I. Introducción.
II. Los comienzos del culto a la Virgen de la Hiniesta.
III. La invención del origen: ¿una Inmaculada Concepción en los
tiempos apostólicos?
IV. La Virgen de la Hiniesta y el fervor inmaculista del siglo XVII
en Sevilla.
I. INTRODUCCIÓN

La ciudad de Sevilla se ha distinguido desde la época bajomedie-


val por su especial devoción a la Virgen, lo que le ha valido el popu-
lar calificativo de Tierra de María Santísima e, incluso, la incorpora-
ción del título de «Mariana» a su escudo de armas. El momento álgi-
do del marianismo sevillano tuvo lugar en el siglo XVII con motivo
de la polémica suscitada en torno a la pía creencia de que la Virgen
fue preservada de la mancha del pecado original. Desde el primer
momento, los sevillanos tomaron partido por la causa inmaculista
defendida por franciscanos y jesuitas con el apoyo del arzobispo Pe-
dro de Castro y Quiñones, lo que tuvo su reflejo en multitud de fun-
ciones, sermones, procesiones e, incluso, algún que otro acto de vio-
lencia hacia los defensores de la opinión rigurosa, los dominicos. Es-
pecial protagonismo tuvieron en estas manifestaciones las herman-
dades y cofradías y las imágenes marianas que veneraban, a las que,
independientemente de su advocación, se les aplicaron los atributos
y caracteres propios de la Virgen Inmaculada. Tal fue el caso de San-
ta María de la Hiniesta, de la iglesia parroquial de San Julián (fig. 1).
La Virgen de la Hiniesta es una devoción de origen medieval vin-
culada al ciclo de imágenes ocultadas en la invasión musulmana e
inventadas tras la reconquista castellana al que también pertenecen,
en el ámbito sevillano, la Virgen de la Antigua, de la catedral hispa-
lense, y la Virgen de Guadalupe, del monasterio extremeño. Si las
devociones de la Antigua y Guadalupe alcanzaron un carácter uni-
versal, gracias a su proyección americana, la de la Virgen de la Hi-
niesta se circunscribió al ámbito local, aunque logrando un gran
arraigo por su fama milagrera. Alonso Morgado escribía a finales del
siglo XVI: «La Iglesia Parroquial de San Julián es una de las mas fre-
quentadas de toda Sevilla, por la singular devoción de una devotísi-
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Fig. 1
LA VIRGEN DE LA HINIESTA DE SEVILLA Y EL MISTERIO... 143

ma imagen de nuestra Señora, que ha hecho muchos milagros, lla-


mada comúnmente de la Giniesta»1. La Virgen de la Hiniesta llegó a
convertirse en uno de los referentes religiosos del pueblo de Sevilla
que recurrió a ella repetidas veces en los momentos de dificultad. La
imagen fue sacada en procesión de rogativas en 1580, por la sequía;
en 1582, por la epidemia de peste; en 1588, por el éxito de la Arma-
da Invencible; y en 1649, por la epidemia de peste. En esta última
ocasión, el Ayuntamiento de Sevilla votó una función de acción de
gracias perpetua el 8 de septiembre, función que sigue celebrándose
puntualmente en nuestros días 2.

II. LOS COMIENZOS DEL CULTO A LA VIRGEN DE LA HINIESTA

El origen de la imagen de la Virgen de la Hiniesta se encuentra,


como en tantos otros casos de devociones medievales, inmerso en la
leyenda 3. Cuenta ésta que el caballero catalán mosén Per de Tous se
encontraba cazando en los montes de su tierra un día de finales del
sigo XIV cuando su azor quedó paralizado ante las retamas en las que
se habían refugiado las perdices que perseguía. Extrañado por el
comportamiento del ave, el caballero se apeó de su caballo, miró
dentro del matorral y descubrió una imagen de la Virgen con el Niño
en brazos con una inscripción a sus pies que, en la versión latina de
Ortiz de Zúñiga, decía: «Sum Hispalis de sacello ad portam quæ du-
cit ad Corduvam» («Soy de Sevilla, de una capilla junto a la puerta
que encamina a Córdoba»). Del texto se deducía que la imagen era
una de aquéllas que en tiempos de la invasión musulmana habían si-
do escondidas para evitar su profanación y que milagrosamente se
había conservado intacta a través de los siglos a pesar de encontrarse
a la intemperie. Per de Tous condujo la imagen a Sevilla y la deposi-
tó en la iglesia parroquial de San Julián, por ser el templo en aquel
entonces más próximo a la puerta abierta en las murallas de la ciudad

1. MORGADO, A., Historia de Sevilla, Sevilla 1587, p. 59.


2. CIUDAD SUÁREZ, M. M., y ROS GONZÁLEZ, F. S., Catálogo de la exposición
«La Virgen de la Hiniesta y Sevilla», Sevilla 1999; y DOMÍNGUEZ DOMÍNGUEZ-ADA-
ME, M., La Virgen de la Hiniesta. Su vinculación con la parroquia de San Julián y el
Ayuntamiento de Sevilla, 3.ª ed., Sevilla 2004.

nes. Un replanteamiento de la religiosidad popular como religiosidad local», en La


3. Cfr. VELASCO, H. M., «Las leyendas de hallazgos y de apariciones de imáge-

religiosidad popular. II. Vida y muerte: la imaginación religiosa, Barcelona, 1989,


pp. 401-410; y CHRISTIAN, W. A., Apariciones en Castilla y Cataluña (siglos XIV-
XVI), Madrid 1990.
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que conducía a Córdoba. El hecho de haberse encontrado la imagen


de la Virgen oculta en unas retamas o hiniestas motivó que se titula-
ra Santa María de la Hiniesta.
Este episodio es el que, con mayor o menor detalle, repiten las
crónicas y los anales de Sevilla desde el siglo XVI siguiendo la tradi-
ción conservada en la ciudad, pues se carecía de cualquier testimonio
contemporáneo a los supuestos sucesos. Sí es común, para legitimar
el relato, la alusión a una fuente escrita desaparecida: un libro que re-
cogía la aparición de la imagen y los milagros por ella realizados que
se guardaba en la parroquia de San Julián y que enajenó uno de sus
curas. El primero en citar este libro perdido fue Alonso Morgado en
1587 4. Tres años después, con motivo del pleito iniciado por Andrés
de Monsalve, descendiente de Per de Tous, para evitar que las fre-
cuentes salidas en procesión de la Virgen de la Hiniesta fueran en de-
trimento de su devoción, vuelve a mencionarse. El presbítero Alonso
Lucero, entonces prior de la Casa del Espíritu Santo de Triana, que
era cofrade la Hiniesta y que había sido capellán mayor de la Virgen
y mayordomo de la fábrica de San Julián, declaró en los autos que
había conocido de boca de ancianos del barrio la existencia de un li-
bro con los muchos milagros de la Virgen de la Hiniesta y que un cu-
ra de la parroquia se lo había llevado, y que al principio del libro se
narraba el hallazgo de la imagen por mosén Per de Tous entre unas
retamas estando de caza por los montes de Cataluña 5.
Vera y Rosales refiere otra fuente escrita, un libro manuscrito «de
a folio de marca mayor», muy antiguo, cuyo autor fue un sacerdote
natural de Sevilla, y que pudo leer en el archivo sevillano del duque
de Alcalá. Los sucesos, que Vera transcribe de memoria, hacen alu-
sión a la llegada de la Virgen de la Hiniesta a Sevilla. Tras el hallaz-
go en Cataluña, Per de Tous habilitó un carro adornado con costosos
y ricos terciopelos y tirado por dos bueyes para trasladar la imagen,
a la que acompañó junto a sus parientes y criados. En el heredamien-
to de Cuartos, a una legua de Sevilla, salieron a recibir a la comitiva

4. El abad Alonso Sánchez Gordillo escribió al respecto: «Había memorias

DILLO, A., Religiosas estaciones que frecuenta la religiosidad sevillana, Sevilla


grandes y testimonios auténticos que con el tiempo se han perdido». SÁNCHEZ GOR-

5. VERA Y ROSALES, F. L., Discurso histórico del origen, ocultación, hallazgo, y


1982, p. 230.

culto de la Milagrosissima, y Antiquissima Imagen de nuestra Señora de la Iniesta,


sita en la iglesia parrochial de San Julian de Sevilla. Y las grandezas, y excelencia
de la misma muy Noble, y muy Leal Ciudad, Sevilla 1688, p. 352.
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el arzobispo y los cabildos eclesiástico y secular, e, incluso, el rey


Juan I y su esposa Leonor de Aragón. La Virgen fue conducida a la
catedral, donde se celebró octava y fiesta. El cabildo catedralicio
quiso quedarse con la imagen, pero Per de Tous hizo prevalecer su
voluntad de conducirla al lugar que indicaba la inscripción: la parro-
quia de San Julián, junto a la Puerta de Córdoba. Allí se colocó en el
altar de la cabecera de la nave del evangelio. La tabla con la inscrip-
ción que apareció junto a la Virgen se depositó en el archivo parro-
quial, «la qual se perdió con un libro en que se escrivió este suceso
por culpable descuydo» 6.
Si hasta aquí todo queda en el terreno de la leyenda, los historia-
dores que se han ocupado del tema han aceptado el año 1380 como el
de la llegada de la Virgen de la Hiniesta a Sevilla. La fecha la aporta
Ortiz de Zúñiga, que sigue un memorial de Argote de Molina, en el
que incluso se señalan los nombres de los eclesiásticos de la parro-
quia en el momento de la venida de la imagen, el beneficiado Martín
Alonso, el cura Juan Martín de los Palacios y el sacristán Hernán Ál-
varez 7. El analista, además, transcribe la versión del origen de la
imagen contenida en el texto de Argote de Molina. Según ésta, la
Virgen fue encontrada en una zona costera, entre retamas de hinies-
tas, por un «hombre de la mar» que la llevó a la iglesia de San Julián
de Sevilla, donde la puso en el altar de San Sebastián. Un caballero
de la familia Tous la quiso para la capilla que tenía en aquel templo,
pero trasladada la imagen, volvió milagrosamente al altar de San Se-
bastián donde había sido colocada en primera instancia. Informados
el arzobispo, el deán y el cabildo, se organizaron solemnes fiesta y
procesión para colocarla en la capilla de la cabecera de la nave del
evangelio, «comenzando luego á obrar muchas maravillas».
Ortiz de Zúñiga llamó la atención sobre la versión ofrecida por
Argote de Molina, que difería de la generalmente aceptada que se re-
cogía en el libro desaparecido del archivo de San Julián. Además, re-
saltó las semejanzas existentes entre las leyendas de la Virgen de la
Hiniesta de Sevilla y la Virgen de la Hiniesta que se veneraba en las
cercanías de Zamora, remontándose esta última al siglo XIII 8. Ello le

7. ORTIZ DE ZÚÑIGA, D., Anales eclesiásticos y seculares de la Muy Noble y


6. Ídem, pp. 340-342.

Muy Leal Ciudad de Sevilla, Metrópoli de Andalucia, Madrid 1795, t. II, p. 213.
8. Cfr. FERRERO FERRERO, F., VII Siglos de Romería a La Hiniesta, Zamora
1992.
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daba «motivo á sospechar si es la misma imagen, ó la misma la ad-


vocación, aunque es tan recibido su hallazgo en Cataluña, en cuyo
idioma propio se llama iniesta la retama, é iniesta también algunas
de sus marismas por la amargura de su sal, que aún dudarlo tuviera á
temeridad la devoción de Sevilla» 9.

documental de sus Anales, le llevó a poner en duda la veracidad de la


La visión crítica de Ortiz de Zúñiga, sustentada en la pulcritud

leyenda del origen de la Virgen de la Hiniesta. El único documento


fiable que existía era la inscripción colocada en la reja que cerraba la
capilla de la Virgen en San Julián: «ESTA CAPILLA, Y ASSENTAMIENTO
DE ESTA SANTA IMAGEN DE NVESTRA SEÑORA SANTA MARIA, MANDO FA-
ZER MOSSEN PEDRO DE TOVS, CRIADO DE EL MVY ALTO, Y MVY NOBLE
SEÑOR REY D. HENRRIQVE, HIJO DE EL MVY NOBLE REY DON IVAN, Y DE
LA MUY NOBLE REYNA DOÑA LEONOR DE ARAGON, EN EL AÑO DEL NACI-
MIENTO DE N. SEÑOR IESV CHRISTO, DE M. CCCC. VII. EN QVE MANDO EN-
TERRAR A SI, Y A DOÑA IVANA DIAZ DE SANDOVAL SV MVGER». Para el
analista, el texto sólo verificaba que Per de Tous colocó la imagen en
la capilla, «que la traxo también es tradición repetida en los púlpitos,
con mas y menos circunstancias» 10. Por cierto, la fecha de la reja,

la Virgen de la Hiniesta. La Crónica de Juan II de Castilla de Alvar


1407, coincide con la de la primera referencia documental directa de

García de Santa María cuenta que la devoción del infante don Fer-
nando el de Antequera por esta imagen le llevó a dormir en su capi-
lla en la noche del 7 de septiembre de aquel año 11.

III. LA INVENCIÓN DEL ORIGEN: ¿UNA INMACULADA CONCEPCIÓN


EN LOS TIEMPOS APOSTÓLICOS?

1654-1712) publicó en 1688 el Discurso histórico de Nuestra Seño-


El presbítero Francisco Lorenzo de Vera y Rosales (Sevilla,

ra de la Hiniesta (fig. 2), una obra de juventud, la primera que su au-


tor dio a la imprenta, cuyo propósito, como él mismo explicó en el
prólogo, no era otro que el de divulgar por el mundo la fama y los

9. ORTIZ DE ZÚÑIGA, D., Anales eclesiásticos, o. c., t. II, p. 214.


10. Sobre Per de Tous ver SÁNCHEZ SAUS, R., Caballería y linaje en la Sevilla
medieval. Estudio genealógico y social, Cádiz 1989, pp. 477-483, y SÁNCHEZ SAUS,
R., Linajes sevillanos medievales, Sevilla 1991, t. I, pp. 311-313, y t. II, p. 417.
11. CARRIAZO Y ARROQUIA, J. de M., Anecdotario sevillano, Sevilla 1988,
p. 26.
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milagros que continuamente realizaba la Virgen de la Hiniesta y así


«mover à todos à su devocion». Una devoción que se había enfriado
en los últimos decenios, tras la epidemia de 1649, y que ahora se vol-
vía a promover con la reorganización de su Hermandad. Se trata, por
tanto, de un texto apologético con una clara finalidad, aumentar la
piedad popular en torno a la Virgen de la Hiniesta sirviéndose de to-
dos los medios laudatorios posibles, incluida la ficción histórica. Él
mismo lo reconoce: «Y porque siendo tan obscuro, y poco lo que ay
que dezir de esta Imagen Santa, he discurrido tanto con las historias
cerca de su origen (que se ignora) culto, y veneración antes de per-
derse España (también ignorado) como los dos libros primeros, y
aun parte del tercero, tienen tanto de discurso, y historia, y no se pue-

título desta obra, Discurso Histórico de la Imagen de la Iniesta».


de afirmar absolutamente mucho de lo que se dize; por eso elegí por

A pesar de las pocas fuentes existentes para historiar a la Virgen


de la Hiniesta, Vera concibió un volumen in folio de 540 páginas de
apretada letra cuya mayor parte, como no podía ser de otro modo, es
pura invención. Allí donde no existía nada, él planteó posibilidades
que acabaron pasando por hechos ciertos. El artificio lo sustentó, co-
mo era habitual, en un entramado de citas eruditas para las cuales se
valió de cuantos textos bíblicos, historias y cronicones servían a su
propósito de prestigiar a la imagen e, incluso, a la propia ciudad de
Sevilla, pues según propia confesión «no ay cosa mas poderosa, y
valiente, que el amor de la Patria».
El más llamativo en este sentido es el segundo de los tres libros
que componen la obra titulado «Origen, y principio de la Milagrosis-
sima Imagen de nuestra Señora de la Iniesta en Sevilla, y Culto que
en ella tuvo, hasta su ocultación en la pérdida de España, en los
Montes de Cataluña». No satisfecho con el origen medieval que la
leyenda confería a la imagen de la Hiniesta, Vera construyó una fa-
bulosa historia que se remontaba incluso a los tiempos apostólicos.

ta Jerónimo Román de la Higuera en el Dextro que Rodrigo Caro le-


Para ello se basó fundamentalmente en las mistificaciones del jesui-

gitimó con sus anotaciones y que eran de uso común para los histo-
riadores locales 12. Pero, además, tomó como modelo para construir
el prestigioso pasado de la Hiniesta la historia de la Virgen del Pilar

12. DEXTRO, F. L., Flavi Luci Dextri V. C. Omnimodae historiae quae extant
fragmenta cum Chronico. M. Maximi et Helecae at S. Braulionis caesaraugustano-
rum episcoporum, notis Ruderici Cari baetici illustrata, Hispalis 1627.
148 FRANCISCO S. ROS GONZÁLEZ

Fig. 2
LA VIRGEN DE LA HINIESTA DE SEVILLA Y EL MISTERIO... 149

del franciscano Diego Murillo 13. Es decir, levantó una invención a


imitación de otra invención. La fama de la imagen zaragozana, sus-
tentada en la leyenda jacobea, era el grado al que Vera quería llevar a
la Virgen sevillana de sus amores.
Lo que Vera viene a contar en este segundo libro de su Discurso
histórico es que, durante su predicación en España, el apóstol San-
tiago fundó la Iglesia de Sevilla, Iglesia que sería Metropolitana y
Primada, nombrando como primer obispo a su discípulo Pío, que al-
canzaría la santidad tras su martirio. Éste sería quien construyese, en
el año 38, la primera iglesia sevillana en el solar que actualmente
ocupa el convento de los capuchinos, a las afueras de la Puerta de
Córdoba. Esta iglesia sería la tercera construida en el mundo, tras el
Cenáculo de Sión en Jerusalén y la de la Virgen del Pilar en Zarago-
za. A imitación de la del Pilar, la iglesia sevillana se tituló Santa Je-
rusalén y se dedicó a María, estando ésta aún viva. San Pío puso en
la iglesia una imagen de la Virgen, que sería la segunda en el mundo
tras la del Pilar, que se tituló de la Concepción. Para Vera, esa ima-
gen no era otra que la que más tarde se llamaría de la Hiniesta, copia
tan fiel de la propia Virgen María «que solo le falta al parecer el al-
ma, para parecer ella misma; pues en sus faiciones, y antiquísima fa-
brica le es tan semejante, y parecida». En tiempos del emperador
Constantino, la cátedra arzobispal pasó al templo mayor de los gen-
tiles, en el interior de la ciudad, donde se encuentra la actual cate-
dral, que recibió el nombre del Salvador del Mundo. Entonces el
obispo Sabino dividió la ciudad en parroquias, siendo la primera de
ellas la de Santa Jerusalén, que se amplió y hermoseó. Con motivo
del saqueo de Sevilla por el rey vándalo Gunderico, en tiempos del
obispo Claudio, la Virgen de la Concepción fue escondida para evi-
tar su profanación en una casa intramuros, situada en el solar donde
después se alzaría la parroquia de San Julián. Tras la invasión vánda-
la, se construyó en el lugar de la casa un templo, que recuperó el tí-
tulo de Santa Jerusalén, dedicado a la Virgen de la Concepción, que
lo presidió desde su altar mayor. Allí permanecería hasta que el
avance musulmán obligó a ocultarla en los montes catalanes14.

13. MURILLO, D., Fundación milagrosa de la Capilla Angélica y Apostólica de


la Madre de Dios del Pilar, y excellencias de la Imperial Ciudad de Çaragoça, Bar-

14. Sobre los primeros tiempos del cristianismo en Sevilla ver VARIOS, Historia
celona 1616.

de la Iglesia de Sevilla, Sevilla 1992, pp. 17-100.


150 FRANCISCO S. ROS GONZÁLEZ

El hermoso e increíble relato pergeñado por Vera, legitimado por


la letra impresa y por su continua repetición en los púlpitos, fue con-
testado críticamente en el siglo XIX. Ya en 1804, el espíritu ilustrado
de Justino Matute advertía: «Nada hay mas confuso en la historia an-
tigua que las noticias eclesiásticas, parte por las turbaciones que pa-
decieron los fieles en los tiempos primitivos, parte por la ignorancia
de los que despues se dedicaron á escribirlas, los que movidos de un
falso zelo juzgaban que les era lícito inventar prodigios, con tal que
cediesen en honor de algún templo ó imagen de su particular devo-
ción. La misma santidad de las materias imponía silencio á los que
pudieran examinarlas, y el recelo de pasar por poco devoto sofocaba
los mas juiciosos sentimientos y hacia callar á la crítica. A todo esto
se juntaba el entusiasmo por las cosas de la patria, contra la que se
reputaría armado á qualquiera que hubiera pretendido poner en claro
sus verderas glorias»15. Pero el desmontaje completo de la ficción ba-
rroca llegaría a finales de la centuria en medio de un acalorado deba-
te historiográfico.
En 1889 se publicaba el primero de los tres tomos de la Sevilla mo-
numental y artística de José Gestoso y Pérez (Sevilla, 1852-1917), una
extensa obra en la que por vez primera se estudiaba de manera global
y científica el arte sevillano. El carácter erudito y académico de Gesto-
so rechazó todo aquello que documental o arqueológicamente no po-
día demostrarse, caso de la supuesta antigüedad de la Virgen de la Hi-
niesta, que llegó a examinar despojada de sus vestidos16. Concluyó que
su hechura podría remontarse a la primera mitad del siglo XIV, lo que
hacía verosímil la donación de Per de Tous a finales de ese siglo, pero
«en cuanto al origen visigodo que le atribuyen algunos piadosos escri-
tores, repetimos que no puede sostenerse seriamente dicha tradición».
La crítica contemporánea ha refrendado la opinión de Gestoso. Her-
nández Díaz delimitó un arco temporal de medio siglo, entre 1330 y
1380, para la ejecución de la talla, dictamen que han seguido todos
cuantos posteriormente han tratado el tema17.

Iniesta, Patrona de Sevilla», en Correo de Sevilla, 117 (1804) 89.


15. MATUTE Y GAVIRIA, J., «Noticias de la imagen de Nuestra Señora de la

16. GESTOSO Y PÉREZ, J., Sevilla monumental y artística, Sevilla 1889, t. I, pp.

17. HERNÁNDEZ DÍAZ, J., Iconografía medieval de la Madre de Dios en el Anti-


205-208.

guo Reino de Sevilla, Madrid 1971, p. 33. Cfr. ROS GONZÁLEZ, F. S., «La Virgen de
la Hiniesta Gloriosa. Historia, Arte e Iconografía», en Hiniesta, (1999) 56-62. La es-
cultura gótica de la Virgen de la Hiniesta quedó destruida en el incendio de la parro-
quia de San Julián en 1932. La que actualmente se venera es una réplica tallada por
Antonio Castillo Lastrucci en 1945.
LA VIRGEN DE LA HINIESTA DE SEVILLA Y EL MISTERIO... 151

Ortega (Sevilla, 1856-1919) daba a la imprenta sus Glorias Sevilla-


Poco tiempo después, en 1893, el presbítero Manuel Serrano y

nas, un libro dedicado a historiar el culto profesado a la Inmaculada


Concepción en la ciudad de Sevilla y en el que, ante todo, se hacían
manifiestos el fervor mariano y el patriotismo del autor. Según Se-
rrano, no existía pueblo que aventajase en amor y devoción a la Vir-
gen que el sevillano: «Este debe ser nuestro orgullo, y este es el prin-
cipal distintivo de todo el que se precie de sevillano neto, si es que
no quiere renegar de la fe de nuestros antepasados y de las gloriosas
tradiciones de la capital de Andalucía» 18. Interpoladas en el texto,
dispuso extensas notas en las que refutó las opiniones vertidas por
José Gestoso acerca de las «antigüedades» sevillanas, como la Vir-
gen de la Hiniesta 19. Para el fervoroso clérigo, la imagen era «de es-
tilo puro greco-romano», nada semejante a las esculturas del siglo
XIV como afirmaba Gestoso. Apoyaba su opinión en el «zapato ro-

una nota del Dictionnaire de Rich 20, y en el criterio del pintor Virgi-
mano» que calzaba la Virgen en el único pie visible, remitiendo a

lio Mattoni, profesor de la Escuela de Bellas Artes de Sevilla, que


consideraba que la escultura bien podría ser muy anterior al siglo
XIV. No obstante, Serrano admitía que la datación de obras artísticas
era un terreno sumamente complicado. Él mismo lo había experi-
mentado con un «sabio arqueólogo español de gran nombre», se re-
fería al jesuita Fidel Fita, que, tras examinar unas fotografías de la
Virgen, dictaminó que no podía ser anterior al siglo XVI.
Las directas acusaciones de Serrano tuvieron rápida respuesta en
Gestoso, a la que siguieron nuevas réplica y contrarréplica. En un to-
no cada vez más agrio, ambos defendieron sus posturas iniciales y
descalificaron al contrario. Si Serrano acusaba a Gestoso de positi-
vista y destructor de las tradiciones, éste le recriminaba a aquél su
credulidad y patriotismo. Pero nos resulta imposible entrar ahora en
el análisis de los detalles de esta interesante y tensa disputa historio-
gráfica 21.

18. SERRANO Y ORTEGA, M., Glorias Sevillanas, Sevilla 1893, pp. 5-6.

20. RICH, A., Dictionnarie des antiquites romaines et grecques accompagné de


19. Ídem, pp. 148-158.

2000 gravures d’aprés l’antique representant tous les objets de divers usages d’art
et d’industrie des grecs et des romains, Paris 1873.

GESTOSO Y PÉREZ, J., Contestación á las notas del Pbro. Sr. D. Manuel Serrano y
21. El debate, por lo que respecta a la Virgen de la Hiniesta, puede seguirse en
152 FRANCISCO S. ROS GONZÁLEZ

Además de la cronología de la imagen de la Hiniesta, Serrano


también abordó el problema de su iconografía, en lo que se mostró
mucho más acertado que en el apartado estilístico. Su criterio era que
«el estudio iconográfico debe reducirse á la búsqueda é indagación
de aquellos simulacros ó simbolismos bajo los que el pueblo cristia-
no quiso representar la Concepción de María, y sólo este Misterio. Y
al exponer esta materia, lo primero que debemos sentar es la gran di-
ficultad, y casi imposibilidad, de expresar de manera adecuada y cla-
ra el concepto propio de este Misterio, por lo abstracto del pensa-
miento que encierra; razón por la cual siempre la idea de la Concep-
ción virginal de María tuvo que ser expresada por el arte cristiano de
una manera simbólica, presentando con más o menos claridad y deli-
cadeza la alegoría que entrañaba tan profundo Dogma; siendo esa, á
nuestro parecer, la causa por qué, con ser una devoción tan antigua y
ardiente, no le dedicaron los pueblos efigies con título propio hasta
que la piedad, hostigada por la opinión contraria, de consumo con el
arte, ya más desenvuelto y perfeccionado, empieza á erigirle simula-
cros bajo esta advocación. Por este motivo siempre se celebró, á lo
menos en nuestra patria, á la Concepción en todas las imágenes que
se veneraban de la Virgen María, y esto aunque fueron conocidas ba-
jo las advocaciones dolorosas; pues siempre los pueblos se apresura-
ron á rendirle esplendidos cultos en sus mismas titulares, conside-
rándolas con relación al más singular de todos los pasos de su vi-
da» 22. Bajo estas premisas, las obras más antiguas que pudo encon-
trar vinculadas al asunto concepcionista no iban más allá del siglo
XII, con la escena del abrazo místico de San Joaquín y Santa Ana an-
te la Puerta Dorada de Jerusalén 23. «Hasta muy entrado el siglo XVI
puede decirse que no se encuentran efigies de la Concepción propia-

Ortega en su libro Noticia Histórica de la Devoción y Culto que la M. N. Y M. L.


Ciudad de Sevilla ha profesado á la Inmaculada Concepción de la Virgen María
desde los tiempos de la antigüedad hasta la presente época, Sevilla 1894, pp. 29-38;
SERRANO Y ORTEGA, M., Las Tradiciones Sevillanas. Carta al Excmo. Señor D. Ma-
nuel Pérez de Guzmán y Boza, Marqués de Jerez de los Caballeros, Correspondien-
te de la Real Academia de la Historia y Académico de la de Buenas Letras de Sevi-
lla, Sevilla 1895, pp. 29-33; y GESTOSO Y PÉREZ, J., Segundo Bodoque Epistolario;
que contra el deleznable Propugnáculo de la malaventurada crítica histórico-artís-
tico-arqueológica del Pbro. D. Manuel Serrano y Ortega, lanza el Ldo. Gestoso, en
defensa de la verdad, estropeada por su Paternidad, en el librico, Las Tradiciones
Sevillanas. Va dedicado este opúsculo á Su Excelencia del Señor Marqués de Xerez
de los Caballeros, Sevilla 1895, pp. 29-34.
22. SERRANO Y ORTEGA, M., Glorias Sevillanas, o. c., pp. 77-78.
23. Ídem, pp. 78-79.
LA VIRGEN DE LA HINIESTA DE SEVILLA Y EL MISTERIO... 153

mente dichas, pues si bien existían imágenes á las que desde muy an-
tiguo se les venía dando culto propio de este título, como ocurría con
Ntra. Sra. de la Hiniesta en esta Ciudad, repetimos que no pueden ser
consideradas como simulacros de este Misterio» 24. Efectivamente, la

modelo iconográfico bizantino de la Panagia Hodigitria o Madre


Virgen de la Hiniesta responde, como es habitual en el arte gótico, al

Conductora que nada tiene que ver con la Inmaculada.

IV. LA VIRGEN DE LA HINIESTA Y EL FERVOR INMACULISTA DEL


SIGLO XVII EN SEVILLA

Resulta llamativo que a pesar de la enorme repercusión que tuvo,


de la conmoción que durante años causó en la ciudad, no se conoz-
can con exactitud los detalles del inicio del debate inmaculista en Se-
villa a comienzos del siglo XVII. La fuente más citada ha sido el ana-
lista Ortiz de Zúñiga, quien reproduce un memorial del fraile merce-
dario descalzo Pedro de San Cecilio 25. Todo comenzó, al parecer, el
8 de septiembre de 1613, fiesta de la Natividad de la Virgen, cuando
«un Religioso de cierta Religión, á que dio infinito que padecer su
particular atrevimiento, mostró en un Sermón con claridad, que lle-
vaba la opinión menos piadosa acerca de la Concepción de la Reyna
de los Ángeles, cuya inmaculada pureza, nunca tocada de la culpa
original, estaba tan firmemente creída en los ánimos de toda esta
Ciudad». La defensa de la santificación de la Virgen tras su concep-
ción abrió la caja de los truenos. Tal fue el alboroto, tan graves fue-
ron las consecuencias, que ningún cronista se atrevió a poner por es-
crito el nombre del orador ni la orden a la que pertenecía ni el lugar
del sermón. No obstante, una lectura entrelíneas de las prudentes pa-
labras de Ortiz de Zúñiga descubre que el causante fue un fraile do-
minico: «un Religioso de cierta Religión, á que dio infinito que pa-
decer su particular atrevimiento». Ninguna otra religión como la do-
minica padeció tanto en los años posteriores por su obstinada oposi-
ción a la pía creencia 26.

25. ORTIZ DE ZÚÑIGA, D., Anales eclesiásticos y seculares de la Muy Noble y


24. Ídem, p. 80.

Muy Leal Ciudad de Sevilla, Metrópoli de Andalucía, Madrid 1796, t. IV, pp. 234-
238.

de Sevilla en el siglo XVII», en Archivo Hispalense, XLIV (1966) 231-274, y XLV


26. Cfr. VRANICH, S. B., «Carta de un ciudadano de Sevilla. La guerra mariana

(1966) 59-77.
154 FRANCISCO S. ROS GONZÁLEZ

La tradición ha mantenido que el sermón se pronunció en el con-


vento dominico de Regina Angelorum. Así lo señala Serrano y Orte-
ga, «aunque aquí no lo indican las Crónicas», precisando incluso que
la actuación del orador le llevó a «ser reprendido duramente por el
Superior de aquel convento» y que fue obligado a marcharse de Se-
villa 27. Esta idea parece proceder de la famosa copla que corrió por
Sevilla dos años después, en 1615, y que aún hoy día guarda la me-
moria colectiva de la ciudad: «Aunque se empeñe Molina/ y los frai-
les de Regina/ con su padre provincial,/ María fue concebida/ sin pe-
cado original».
La inclusión en la cancioncilla del nombre del entonces prior del
convento, fray Domingo de Molina, ha hecho que se le haya atribui-
do a él la paternidad del sermón. Carlos Ros no piensa que fuera él
quien lo pronunciara, «sino un fraile anónimo, uno cualquiera de su
comunidad» 28, como tampoco cree que dicha plática «fuera la chispa
que provocara de inmediato el fervor inmaculista y los repetidos cul-
tos de desagravio» 29.
Lo cierto es que es un lugar común considerar que en 1613 se
inauguró «un período excepcional de fiestas tan extraordinarias, que
llamaron poderosamente la atención por su número, por la fastuosi-
dad con que se hicieron, por las circunstancias especialísimas de al-
gunas de ellas, y sobre todo por el fervor y entusiasmo con que se re-
alizaron» 30. Según Ortiz de Zúñiga, «no quedó Comunidad, ni quedó

da y á los dubitantes; y clamaba aquella voz universal, MARIA con-


templo que no se esmerase: á una voz la Ciudad toda detestaba la du-

cebida sin pecado original» 31.


En opinión de Serrano y Ortega, la primera hermandad sevillana
en celebrar fiestas en honor de la Inmaculada Concepción fue la de la
Hiniesta en aquel mismo año 1613 32. El dato lo toma de Vera y Ro-
sales: «Entre las nobilísimas Hermandades, y Cofradías, que en estos
años celebraron fiestas, y octavas a esta solemnidad, y desagrabio,

27. SERRANO Y ORTEGA, M., Glorias Sevillanas, o. c., p. 243, nota 2.


28. ROS, C., La Inmaculada y Sevilla, Sevilla 1994, p. 23.

cluso es posible que no tuviera lugar en Sevilla. Cfr. ROS, C., La Inmaculada y Sevi-
29. ÍDEM, p. 33. Tan confuso es el inicio de la polémica concepcionista que in-

lla, o. c., p. 25-32.


30. SERRANO Y ORTEGA, M., Glorias Sevillanas, o. c., p. 324.
31. ORTIZ DE ZÚÑIGA, D., Anales eclesiásticos, o. c., t. IV, p. 235.
32. SERRANO Y ORTEGA, M., Glorias Sevillanas, o. c., p. 325.
LA VIRGEN DE LA HINIESTA DE SEVILLA Y EL MISTERIO... 155

fue principal, y especialmente señalada en celebrarla la Cofradía de


nuestra Señora de la Iniesta, en su divina, y celestial Imagen [...] Y
así aunque desde luego celebraba su Cofradía su Inmaculada Con-
cepción en su día; pero para continuar las fiestas, y acompañar â los
demás, la celebraron en las fiestas, y octavas especiales del año de
mil seiscientos y treze; diez y siete; y veinte y cinco con grande pom-
pa, solemnidad, y culto» 33. Pero, en realidad, todo es una pura supo-
sición de Vera que acaba tomándose como hecho cierto. Él mismo se
delata páginas antes cuando trataba de demostrar que la Virgen se
había titulado de la Concepción antes de ser hallada por Per de Tous:
«Confírmalo también el que, como dize Espinosa, el año de mil seis-
cientos y treze, de diez y siete, y de veinte y dos se celebraron en Se-
villa solemnes Octavas, fiestas, y procesiones en honra de la Con-
cepción de Maria Santísima, de que le tocó gran parte à esta celestial
Imagen, pues se celebraron grandes fiestas, Octavas, procesiones; y
Músicas de la fiesta de su ilibada Concepción»34. La única fuente que
cita Vera para fundamentar sus palabras, no hay ningún indicio que
nos haga suponer una fuente oral, es el libro octavo de Espinosa de
los Monteros, y en él no hay la menor referencia a celebraciones
concepcionistas por parte de la Hermandad de la Hiniesta. Fiel a su
estilo fabulador, lo que hizo Vera fue utilizar hechos ciertos, las fies-
tas de 1613, 1617 y 1622, y deducir que también se tributaron a la
Virgen de la Hiniesta, lo que nunca ocurrió, pues no hay testimonio

que una errata en la página 438 del Discurso histórico, donde dice
que lo acredite, salvo el propio Vera. Incluso se da la curiosidad de

1625 en lugar de 1622, llevó a Serrano a reseñar en esa fecha unas


«suntuosas fiestas á la Concepción» por la hermandad de la Hiniesta
en un año en que no se festejó nada 35. Hubo quizás celebraciones en
1613, cuando parece que comenzó todo; las hubo en 1617, con moti-
vo del decreto del papa Pablo V que impuso silencio a la opinión ma-
culista en sermones y actos públicos; y las hubo en 1622, con motivo
del decreto del papa Gregorio XV que actualizó el anterior; pero en
ninguna de esas ocasiones la Hermandad de la Hiniesta organizó na-
da, o, al menos, no nos ha llegado constancia documental de ello.
En relación con las espurias celebraciones concepcionistas, Vera
y Rosales menciona la existencia en la parroquia de San Julián de un
rótulo con grandes letras en campo azul que rezaba «Concebida sin

33. VERA Y ROSALES, F. L., Discurso histórico, o. c., p. 438.

35. SERRANO Y ORTEGA, M., Glorias Sevillanas, o. c., pp. 157 y 669.
34. Ídem, p. 154.
156 FRANCISCO S. ROS GONZÁLEZ

pecado original», sobre el que había una lámina de una vara de alto
con un escudo rematado por una corona que contenía nueve letras
iniciales, cada una de ellas la inicial de una palabra: «G. O. A./ O. M. P./
C. D. C.» (fig. 3) 36. Según Vera, se colocó en la parte superior de la re-
ja de la capilla de la Hiniesta, en el lado que daba a la nave mayor del
templo, con motivo de las celebraciones concepcionistas de 1613. Ya
hemos visto que tales fiestas nunca tuvieron lugar, pero es que, ade-
más, su colocación se produjo en una fecha más tardía. Este rótulo
de San Julián fue una réplica de aquel otro que en 1615, en pleno fra-
gor mariano, se colocó en la Puerta Colorada de la catedral de Sevi-
lla, la que hoy se llama de la Concepción, y que en letras doradas
proclamaba «MARIA CONCEBIDA SIN MACULA DE PECADO ORI-
GINAL», rematándose con «una muy gallarda corona dorada y dos
palmas así mesmo doradas, que entravan por dentro de la corona, cu-
yas puntas salían arriba della». Según Espinosa de los Monteros,
«afervorizo esto los pechos de los piadosos Sevillanos, que a imita-
ción de sus superiores, no quedó Yglesia, lugar publico, ni puerta de
casa donde no se pusiese la supraescripta empresa, sin pecado origi-
nal, y la Imagen de la gloriosíssima Reyna de los Ángeles de la me-
jor y mas abentajada pintura que cada uno pedía»37. El rótulo de San
Julián permaneció en la reja de la capilla hasta 1681, cuando aquélla
se desmontó, colocándose entonces sobre la puerta principal de la
iglesia por la parte de dentro.
El significado de las letras de aquel rótulo era desconocido, pero
Vera ofrece varias interpretaciones de cosecha propia. En primer lu-
gar, sugiere que pudieran aludir al hallazgo de la Virgen por Per de
Tous: «Genista Offert Aurbram/ Ocultam Mariam Petro,/ Capienti,
Dum Captat» («La Genista, ó Retama, manifestó à la Aurora Maria,
que estaba oculta á Pedro (ô Mossen Per) que la hallô, ô resibió
quando cazaba»). Pero, a continuación, dada la proclama concepcio-
nista que lo acompañaba, plantea nuevas lecturas: «Genitricem Om-
nipotentis Ab/ Originalis Macula Peccasi/ Conceptam Dicimus Cor-
de» («Dezimos, y confesamos de todo corazón, que la madre del
Omnipotente es Concebida sin la mancha del pecado Original») y
«Genitrici Omnipotentis Ab/ Originali Macula Præservatæ/ Cultum
Dicamus, Consecramus» («Este culto dedicamos, y consagramos a
la Madre del Omnipotente, preservada de la culpa Original»). Y aca-

36. VERA Y ROSALES, F. L., Discurso histórico, o. c., pp. 439-443.


37. ESPINOSA DE LOS MONTEROS, P., Segunda parte de la Historia y Grandezas
de la Gran Ciudad de Sevilla, Sevilla 1630, f. 120v.
LA VIRGEN DE LA HINIESTA DE SEVILLA Y EL MISTERIO... 157

ba explicando su sentido en un terceto en castellano: «Graciosa Oy


Amaneces,/ Obra Milagrosa, Pura,/ Cielo, Divina Criatura».
También menciona Vera que la Cofradía de la Hiniesta hizo jura-
mento y voto de defensa de la Inmaculada Concepción, sin precisar
la fecha 38. Es un dato que hay que tomar con reservas, pues tampoco
hay otra fuente que lo confirme.
A pesar de que las «pomposas» fiestas concepcionistas de la Hi-
niesta nunca tuvieron lugar, la Virgen sí se vinculó a la exaltación in-

servadas. Tal es el caso del Discurso devoto a la aparicion de la ima-


maculista 39, como demuestran diversas composiciones poéticas con-

gen de Nuestra Señora de la Iniesta, sita en la Yglesia Paroquial de


San Iulian de Sevilla, en que se tocan algunos puntos a su Inmacula-
da Concepción sin mancha Original del prolífico Gil López de Lu-
cenilla40. Se trata de un romance en el que se narra el episodio de la
ocultación de la Virgen de la Hiniesta trufado de continuas referen-
cias a la pureza de María. El impreso se cierra con un soneto titulado
«Al milagroso Parto de señora Santa Ana, dandole parabien de pari-
da».
También encontramos alusiones al tema concepcionista en la re-
copilación poética del dominico Pedro Beltrán (Sevilla, 1570-1663),
en la que se recogen unas «Letras que cantó la música en diferentes
fiestas grandiosas, que le han hecho, y celebrado a esta gran señora
de la Iniesta particulares devotos suyos, en el día de su Puríssima
Concepción» y unas «Quintillas que se pusieron en los postes de la
iglesia, escritas curiosamente en tarjas iluminadas en diferentes fies-
tas que se le hizieron a la misma santa imagen, día de su Puríssima
Concepción»40. Vera asegura que la Hermandad de la Hiniesta cele-
braba la fiesta de la Inmaculada, pero, nuevamente, es un dato que
sólo da él y sin detalles, lo que obliga a tomarlo con reservas 41. Sí

38. VERA Y ROSALES, F. L., Discurso histórico, o. c., p. 439.


39. Sabemos que la Hermandad de la Hiniesta participó en la procesión que lle-

de septiembre de 1616. ROS, C., La Inmaculada y Sevilla, o. c., p. 131.


vó a la imagen de la Concepción del convento de Regina al de San Francisco el 18

40. LÓPEZ DE LUCENILLA, G., Discurso devoto a la aparición de la imagen de


Nuestra Señora de la Iniesta, sita en la Yglesia Paroquial de San Iulian de Sevilla,
en que se tocan algunos puntos a su Inmaculada Concepción sin mancha Original,

40. BELTRÁN, Pedro, Ramillete de flores de la retama, Barcelona 1631. Citamos


Sevilla 1616.

41. VERA Y ROSALES, F. L., Discurso histórico, o. c., p. 438.


por la edición de Á. González Palencia, Madrid 1948, pp. 181-198 y 199-203.
158 FRANCISCO S. ROS GONZÁLEZ

Fig. 3
LA VIRGEN DE LA HINIESTA DE SEVILLA Y EL MISTERIO... 159

son ciertas las fiestas concepcionistas dotadas en el altar y capilla de

así constaba en el desaparecido Protocolo de la parroquia de San Ju-


la Virgen de la Hiniesta por devotos, la más antigua de 1525, porque

lián que, en esta ocasión sí, Vera cita escrupulosamente 42.


En la segunda mitad del siglo XVII, la Hermandad de la Hiniesta

en acción de gracias por la bula Sollicitudo omnium Ecclesiarum, fir-


organizó dos fiestas concepcionistas. La primera tuvo lugar en 1662

mada por el papa Alejandro VII el 8 de diciembre del año anterior y

piadosa. En el estatuto XIV de las Constituciones de la Hermandad


que renovaba las censuras y penas a los que se opusiesen a la opinión

de la Hiniesta de 1671, que versa sobre las fiestas que se han de ce-
lebrar anualmente, se pone como ejemplo de celebración singular 43.
La segunda se celebró el segundo domingo de febrero de 1681 y fue
una «función de rogativa á nuestra Señora en el misterio de su pura
Concepción», «en la que hubo misa y sermón, y â la tarde se cantó la
Salve con la mayor ostentación y celebridad», y que vino motivada
por haber quedado Sevilla libre de la epidemia que el año anterior
azotó a los puertos andaluces 44. Sorprendentemente, esta celebra-

citada en el Discurso histórico.


ción, de la que Vera y Rosales debió ser testigo, no la encontramos

43. Constituciones de la Hermandad de Nuestra Señora de la Yniesta, Sita en


42. Ídem, pp. 453-459.

la Iglesia Parroquial de Señor San Julian, desta Ciudad de Sevilla, Sevilla 1671, p.
34.

Iniesta, Patrona de Sevilla», en Correo de Sevilla, 120 (1804) 117.


44. MATUTE Y GAVIRIA, J., «Noticias de la imagen de Nuestra Señora de la

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