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PRÁCTICA 1: ESQUIZOFRENIA

Al principio, al no saberse nada de la esquizofrenia, resultaba difícil diferenciar a una persona


esquizofrénica de otra que simplemente se comportara de manera diferente. Por supuesto, no
había tratamiento, y enfrentarse a casos como este resultaba totalmente imposible. Hoy en
día, la situación resulta similar: diagnosticar una esquizofrenia puede llegar a ser una tarea
ardua, pues no está clara cuál es su causa, a lo que hay que añadirle que la enfermedad en sí
sigue siendo un misterio.

Los primeros pacientes esquizofrénicos investigados fueron aquellos que ingresaron en el


psiquiátrico. Por ello, fueron los psiquiatras los primeros que investigaron esta enfermedad.
Consideraban que ésta podía desarrollarse por una educación incorrecta, comportamientos de
origen religioso, la avaricia, la vida, la pérdida del honor o la pérdida de la potencia. No
obstante, sabían que la verdadera causa no era una de estas, y que resultaba imposible
determinar realmente cuál era.

En el año 1900 se da un resurgimiento científico, y se produce un cambio en un doble sentido


en cuanto a las causas que provocan la esquizofrenia, considerando que podría ser una
enfermedad biológica y no mental, y que podría ser que curarla no estuviese al alcance de
nuestra mano. Surgen así las distintas posturas de hoy en día. Se pasa de las cabinas de rejas y
de las camillas de inmovilización a las terapias (por ejemplo, con norias) o a baños con
vendajes que proporcionan tranquilidad a los enfermos.

Con el nacionalsocialismo todo cambia; muchos investigadores huyen de Alemania, y


predomina la teoría de la relatividad estatal entre la población, discriminándose
absolutamente cualquier forma de locura. La humanidad se divide entre personas provechosas
y dañinas, y los psiquiatras conformes con el régimen demuestran que los hijos de personas
esquizofrénicas tienden a tener la enfermedad con una gran frecuencia, por lo que empieza a
considerarse como una enfermedad hereditaria. La búsqueda de las causas de la enfermedad
se limita a razones hereditarias, y normalmente se recurre al asesinato de los enfermos.

Tras la guerra se vuelve a utilizar la terapia. Para poder llevarlas a cabo se utilizan los pocos
recursos que hay, como por ejemplo los electroshocks, que se utilizaban para los ataques
epilépticos, la terapia para la psicosis y para preparar las operaciones de cerebro (lobotomías),
que permitían separar las conexiones de las secciones afectadas de las otras partes del
cerebro. Estos métodos se abandonaron con el descubrimiento de los medicamentos
psiquiátricos modernos (neurolépticos). Gracias a estos medicamentos muchos de los
pacientes pueden volver a sus casas y hacer una vida normal, simplemente cambiando la
química del cerebro.

Esta sensación de tranquilidad dura hasta la revolución de los estudiantes de los años 60,
considerando a los pacientes no como simples pacientes, sino como productos de la sociedad
en la que viven. La enfermedad se ve desde un punto de vista positivo.

Hoy en día vivimos en la era de la proscripción de la enfermedad psíquica y de la psiquiatría, y


se vuelve a buscar la causa de la esquizofrénica en el aspecto biológico, siendo el cerebro el
principal objeto de estudio, encontrándose así una solución a la contradicción entre el origen
psíquico-mental y el origen orgánico-biológico de la enfermedad.

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