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Juan 6:40 “Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en
él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero”.
Juan 10:27-29 “Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, 28 y yo les doy vida eterna;
y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. 29 mi Padre que me las dio, es mayor
que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre”
Para ser ovejas de Cristo tenemos que aceptarlo como nuestro salvador, esto debe de ser lo
más importante en nuestras vidas, el creer que Jesús es el Mesías esperado por los judíos,
Dios encarnado, que estuvo en la tierra y que murió por usted y por mí, y que resucitó al
tercer día, que ascendió a los cielos y está sentado a la diestra del Padre, y que solo por medio
de él tenemos acceso a la vida eterna.
Juan 1:9-11 “Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo. 10 en el
mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció. 11 A lo suyo vino, y
los suyos no le recibieron. 12 Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre,
les dio potestad de ser hechos hijos de Dios”
2.-Nutrirnos espiritualmente
El ponernos a dieta para rebajar de peso, es saludable para nuestro cuerpo, templo y morada
del Espíritu Santo. Pero necesitamos una dieta mucho mejor que la de dejar de comer,
necesitamos ponernos a dieta en relación a nuestros pecados, tenemos que dejar de hacer
aquellas cosas ocultas que nos debilitan espiritualmente y nos hacen ser personas
insensibles, gordas, pero de pecados.
Para lograr esto tenemos que llevar una doble dieta, una para el cuerpo y la otra para el
alma. Así como procuramos estar delgados y fuertes físicamente, debemos de fortalecernos
y estar llenos espiritualmente.
Fortalecer nuestro cuerpo es una cosa fácil, así como los maratonistas entrenan todos los
días para poder aguantar la difícil prueba de la maratón. Pero fortalecer nuestra alma es otra
cosa, no es nada fácil, El apóstol Pablo lo expresa bien en esta epístola:
Efesios 6:10-17 “Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su
fuerza. 11 vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las
asechanzas del diablo. 12 porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra
principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra
huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. 13 por tanto, tomad toda la armadura
de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes. 14 estad,
pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia, 15 y
calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz. 16 sobre todo, tomad el escudo de la fe,
con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. 17 y tomad el yelmo de la
salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios; 18 orando en todo tiempo con
toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por
todos los santos”
Esto significa estar sedientos de fuerza espiritual, apartados del pecado. Esta parte es la más
difícil pues las dietas espirituales requieren de un proceso que toma toda una vida. La
primera etapa, cuando aceptamos a Cristo como nuestro Salvador, somos sellados con su
Santo Espíritu, y desde ese momento somos santificados.
Esta parte es llamada la santificación inicial, pero luego, por el cambio habido dentro de
nosotros al haber sido sellados con el Espíritu Santo, viene la parte donde somos nosotros
los responsables de nuestro crecimiento espiritual.
El proceso se llama la santificación progresiva, y esta parte nos corresponde a nosotros
hacer el esfuerzo de apartarnos del pecado, lo que nos hace crecer y ser más fuertes, y este
proceso es para toda la vida. Por último, tenemos la santificación final, que se da cuando
llegamos a la presencia del Señor y le veamos cara a cara.
8.-Procurar tener una comunicación adecuada con Dios, y con nuestro prójimo
Debemos de empezar en nuestra casa. Dios siempre está dispuesto a escucharnos,
solamente necesitamos un corazón dispuesto.
Dan 10:11-12 “Y me dijo: Daniel, varón muy amado, está atento a las palabras que te hablaré,
y ponte en pie; porque a ti he sido enviado ahora. Mientras hablaba esto conmigo, me puse en
pie temblando. 12 entonces me dijo: Daniel, no temas; porque desde el primer día que
dispusiste tu corazón a entender y a humillarte en la presencia de tu Dios, fueron oídas tus
palabras; y a causa de tus palabras yo he venido”. Dios quiere que le hablemos con un corazón
humilde, que nos humillemos ante él, que es el Dios único y soberano. El Todopoderoso.
Salmos 63:1 “Dios, Dios mío eres tú; De madrugada te buscaré; Mi alma tiene sed de ti, mi carne
te anhela, En tierra seca y árida donde no hay aguas, 2 Para ver tu poder y tu gloria, Así como
te he mirado en el santuario”.
Daniel sabía el significado de tener sed de Dios. El anhelaba tener una buena comunicación
con Jehová.
Pro 8:17 “Yo amo a los que me aman, Y me hallan los que temprano me buscan” Dios siempre
está pendiente de sus hijos, y quiere que desde muy temprano estemos en comunicación con él.
Elías y David eran ejemplo de personas que tenían una buena comunicación con Dios. Esto no
quiere decir que no hubiera otros, la Biblia habla de muchos personajes que sí la tenían y que
estaban dispuestos a escuchar a Dios y hacer lo que él les mandaba.