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DE LA COMPRAVENTA
y
DE LA PROMESA DE VENTA
TOMOI
Volumen 1
EDITORIAL
JURIDICA
DE CHILE
CAPITULO PRIMERO
7
DE lA COMPRAVENTA Y DE lA PROMESA DE VENTA
8
DE LA NATURALEZA DEL CONTRATO DE COMPRAVENTA
9
DE lA COMPRAVENTA Y DE lA PROMESA DE VENTA
1
De la vente, núm. 3, pág. 3.
2 Comentarios al Código Civil, tomo X, pág. 9. Véase en el mismo sentido, GUILLOUARD ,
I, núm. 166, pág. 187; HUC, X, núm. 1, pág. 7; TROPLONG, l, núm. 204, pág. 273.
10
DE lA NATURALEZA DEL CONTRATO DE COMPRAVENTA
1
Revista de Derecho y jurisprudencia, tomo V, sec. 1ª, pág. 400 (considerando 2º de la sen-
tencia de 1ª instan cia confirmada por la Corte de Apelaciones de Val paraíso).
2
Revista de Derecho y Jurisfrrudencia, tomo VIII , sec. 1ª, pág. 432 (considerando 4º de la
sentencia de 2ª instancia).
11
DE LA COMPRAVENTA Y DE LA PROMESA DE VE NTA
1 LAURE NT , tomo 24, núm. 5, pág. 10; HUC, 1, núm. 8, pág. 18; AUBRY ET RAU, V, pág. 2;
GUILLOUARD, l , núm. 7, pág. 14; BAUDRY-LACA TINERlE, núm. 17, pág. 11; TROPLONG , Il,
núm . 6, pág. 16.
12
DE lA NATURALEZA DEL CONTRATO DE COMPRAVENTA
13
DE LA COMPRAVENTA Y DE LA PROMESA DE VENTA
1
CUQ, Institutionsjuridiques des Romains, tomo I, pág. 86.
14
DE LA NATURALEZA DEL CONTRATO DE COMPRAVENTA
1 ÜRTOLAN, Instituciones de Justiniano, tomo Il, pág. 334; MAYNZ, Cours de Droit Romain,
tomo Il, pág. 208; RUBEN DE COUDER, Droit Romain, Il, pág. 189; SERAF!NI, Instituciones de
Derecho Romano, tomo Il, pág. 143.
15
DE lA COMPRAVENTA Y DE lA PROMESA DE VENTA
1
II, pág. 340.
2 Des obligations, I, núm. 424, pág. 464.
3
Tomo II, pág. 404.
4 CUQ, tomo II, pág. 222.
16
DE LA NATURALEZA DEL CONTRATO DE COMPRAVENTA
Maynz dice que la cuestión relativa a saber por qué los romanos se
limitaron a imponer al vendedor la obligación de entregar la cosa vendida
y no la de transferir la propiedad ha sido muy mal apreciada por los auto-
res, dirigiendo de este modo un reproche a los que sostienen que se debió
al formulismo romano. He aquí lo que al respecto expone el gran roma-
nista: "El enigma se explica fácilmente si se toma en cuenta el desarrollo
histórico de la sociedad romana. Imponiendo, en el origen, al vendedor la
obligación de transferir el dominio de la cosa vendida, se habría excluido
del comercio a todos los extranjeros, por la razón de que éstos eran inca-
paces de adquirir y con mayor razón de transferir el dominium ex iure Quiri-
tum. Para evitar este resultado inadmisible en el contrato de venta, ya que
éste más que cualquier otro, participaba del ius gentium, era necesario limi-
tar las obligaciones del vendedor a la tradición de la cosa, sin perjuicio de
agregar a esta simple entrega material todas las garantías que el caso exi-
gía. Entre los ciudadanos nada impedía a las partes que convinieran que la
tradición fuera precedida, acompañada o seguida de la mancipación. Pero
cuando un peregrinus intervenía en el contrato o cuando se trataba de co-
sas no susceptibles de mancipación se empleaban los medios que los pro-
gresos de la civilización no tardaron en descubrir". 1
Es posible que esta argumentación sea exacta; pero dado el carácter
formulista del Derecho Romano y el rigorismo con que exigía el cumpli-
miento de esas formalidades que, por lo demás, no abandonó ni aun en
los últimos tiempos de su existencia, no puede dudarse que si ese formu-
lismo y ese criterio riguroso no fueron la causa precisa e inmediata de
haberse considerado el contrato de compraventa únicamente como pro-
ductivo de obligaciones e incapaz de operar el traspaso del dominio, fue-
ron, por lo menos, bastante poderosas para contribuir a la creación de ese
aspecto en dicho contrato.
En fin, cualesquiera que hayan sido las causas que determinaron esa
concepción, lo cierto es que en el Derecho Romano el contrato de com-
praventa, como todo contrato, fue sólo un mero acto generador de obliga-
ciones y nunca un modo de adquirir la propiedad.
1
Cours de Droil Romain, tomo 11, pág. 222.
17
DE LA COMPRAVENTA Y DE LA PROMESA DE VENTA
9. Fueron los redactores del Código Civil francés quienes sentaron defini-
tivamente, como dice Baudry-Lacantinerie, la nueva doctrina que consistía
en hacer del contrato de compraventa un acto traslaticio de dominio, o en
otras palabras, que el comprador adquiriera el dominio de la cosa vendida
por el solo hecho de celebrarse el contrato sin que para ello fuera necesa-
rio la tradición.
He aquí, en consecuencia, los dos sistemas entre los cuales se dividen
los códigos modernos y que estudiaremos en su aspecto positivo, tomando
como base del sistema romano, nuestro Código y como base del sistema
francés, el Código de Napoleón.
1
III, núm. 1, pág. l.
2 ldem.
18
DE lA NATU RALEZA DEL CONTRATO DE COMPRAVENTA
19
DE LA COMPRAVENTA Y DE LA PRO MESA DE VENTA
20
DE LA NATURALEZA DEL CONTRATO DE COMPRAVENTA
21
DE LA COMPRAVENTA Y DE LA PROMESA DE VENTA
1
Revista de Derecho y jurisprudencia, tomo VUI, sec. 1ª, pág. 433. Véase en el mismo senti-
do, sentencia 2.608, pág. 1083, Gaceta, 1878.
22
DE 1A NATURALEZA DEL CONTRATO DE COMPRAVENTA
23
DE LA COMPRAVENTA Y DE LA PROMESA DE VENTA
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DE lA NATURALEZA DEL CO NTRATO DE COMPRAVENTA
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DE lA COMPRAVENTA Y DE lA PROMESA DE VENTA
propiedad, según el artículo 711 del Código Civil francés. Además nada
importa no definir el contrato expresando las obligaciones que produce,
porque aparte de ir comprendida en el hecho de la transferencia, que es
el resultado final de la obligación de entregar, va subentendida en la
palabra contrato que , como sabemos, es uno de los actos jurídicos que
crean obligaciones.
Guillouard, 1 Laurent, 2 Baudry-Lacantinerie,3 PlanioV Marcadé, 5 Huc, 6 etc.,
sólo aceptan definiciones análogas a la indicada como las únicas compatibles
con el carácter que al contrato de venta atribuye el Derecho francés.
El carácter traslaticio de dominio que se da al contrato de venta trae
como consecuencia que, dentro del sistema que acepta esa doctrina, la ven-
ta de cosa ajena es nula. Siendo el objeto del contrato la transferencia d el
dominio y pudiendo transferirlo sólo el que lo tiene, es indudable que aquel
que no es dueño de una cosa no puede obligarse a transferirla. En el Dere-
cho francés la obligación del vendedor y el efecto mismo del contrato es
transferir la propiedad de la cosa; por lo tanto, si aquél no tiene ese domi-
nio hay una imposibilidad jurídica para la validez de la convención. De ser
así, la venta no puede producir el efecto propio de ella y en tal caso adolece
de nulidad. Marcadé se expresa al respecto en los términos siguientes: "Pero
hoy que vender es operar inmediatamente el traspaso de la propiedad, es
claro que, por la fuerza misma de las cosas, yo no puedo vender lo que no
me pertenece, aquello cuya propiedad no tengo , pues no se habrá transmiti-
do a otro el derecho que no se tiene por sí mismo". 7
Antes de concluir esta materia conviene dejar establecido que aun cuan-
do la venta en el Código francés transfiere el dominio de la cosa al com-
prador, este efecto sólo lo produce entre las partes. Respecto de terceros,
éste no es dueño de la cosa mientras no se efectúe la transcripción d el
contrato, si se trata de inmuebles y mientras no te nga la posesión real, si se
trata de muebles. 8
26
DE LA NATURALEZA DEL CONTRATO DE COMPRAVENTA
1
Tomo 15, núm. 97, pág. 232.
2 De la vente, núm. 12, pág. 9.
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DE LA COMPRAVENTA Y DE LA PROMESA DE VENTA
28
DE LA NATURALEZA DEL CONTRATO DE COMPRAVENTA
14. Resumiendo las dife rencias que existen entre los dos sistemas anterior-
mente expuestos, podemos señalar las siguientes:
1
De la vente, I, núm. 6, pág. 13; Hu c, X, núms. 3 y 4, págs. 9 a 13; LAURENT, 24, núm. 4,
pág. 9; AUBRY ET RAU, V, pág. 2, nota 1; BAUORY-LACANTINERIE, núms. 11 a 14, págs. 8 a 10;
TROPLONC, l , núm. 4, págs. 5 a 16; MARCADÉ, VI, págs. 148 a 150; R!CCI, 15, núm. 97, pág. 231;
LACRO IX, III , págs. 141 a 144; CI-!ARRIER j UICNET, Il, págs. 93 y 94; RAMBAUO , Ill, págs. 126 y
127; FuZIER-HERMAN, tomo 36, Vente, núms. 8 a 13, págs. 810 y 811; MANRESA, X, págs. 19 a 23.
29
DE LA COMPRAVENTA Y DE LA PROMESA DE VENTA
30
CAPITULO SEGUNDO
16. Al comenzar este estudio hicimos notar que una de las características
del contrato de compraventa era su carácter consensual, es decir, que se
perfecciona por el mero acuerdo de las voluntades de los contratantes sin
que sea necesario agregarle la realización de solemnidades o la entrega de
la cosa. Ni esas formalidades externas que la ley denomina solemnidades,
ni la tradición que debe efectuarse para que el comprador adquiera el
dominio de la cosa vendida, ni la entrega del precio son requisitos esencia-
les para su formación. De aquí que el inciso 1º del artículo 1801 diga que
"la venta se reputa perfecta desde que las partes han convenido en la cosa y en el
precio".
Es ese acuerdo de voluntades manifestado en forma indubitable sobre
la cosa que debe entregar el vendedor y sobre el precio que debe pagar el
comprador, lo que da origen al contrato y desde el momento que se pro-
duce, nacen los derechos y obligaciones para ambas partes. En una pala-
bra, el contrato queda perfecto, sin que sea necesario, ni la entrega de la
cosa ni la entrega del precio. "No es la entrega del precio, sino la conven-
ción, la que perfecciona la venta", decía Ulpiano. 1
Naturalmente antes de llegar a producirse ese acuerdo ha tenido que
realizarse un proceso jurídico tendiente a reunir ambas voluntades, proce-
so que se estudiará al analizar el requisito denominado consentimiento.
Aquí sólo bástenos saber que es el consentimiento de las partes, una
vez verificados todos los actos conducentes a obtenerlo, lo que forma en
su esencia el contrato de compraventa, consentimiento que debe versar,
según dijimos, sobre la cosa y el precio.
La ley dice que este contrato se reputa perfecto por ese solo hecho,
porque son esos requisitos, el consentimiento, la cosa y el precio, los que
constituyen la esencia misma de la compraventa. Si uno falta no puede
existir ni jurídica, ni aun materialmente es te contrato. Es el cambio de
una cosa por dinero lo que constituye la compraventa y si ese cambio no
se realiza por la omisión de alguno de esos elementos, no hay venta, ni
material ni jurídicamente hablando.
1
DIGESTO, libro 18, título 12, ley 2°, núm. l.
31
DE LA COMPRAVENTA Y DE LA PROMESA DE VENTA
En esto se fundan algunos autores para manifestar que esos requisitos son
de derecho natural, no en la acepción que ordinariamente se da a este dere-
cho, sino para expresar que ellos constituyen por sí mismos la compraventa,
aun cuando la ley no lo hubiera dicho ni lo hubiera establecido. Se dice que
son requisitos de derecho natural, porque los establece la noción misma de la
compraventa; sin que sean una creación jurídica o legal, como ocurre con
otros que, en ciertos casos, establece la ley civil, que, aunque falten, no aca-
rrean la inexistencia material del contrato de venta. Su falta acarreará tal vez
la inexistencia del acto jurídico, pero el acto material de la compraventa exis-
te aun sin ellos porque existen y concurren todos los requisitos que bastan
para constituir ese hecho que en la práctica se denomina venta.
32
FORMA Y REQUISITOS EXTERNOS DEL CO NTRATO DE VENTA
33
DE LA COMPRAVENTA Y DE LA PROMESA DE VENTA
Sólo un documento otorgado ante notario y que cumpla con las for-
malidades que esas leyes señalan, recibe el nombre de escritura pública y
es el único capaz de satisfacer con la exigencia que establece la ley en
ciertas ventas.
Según el artículo 1701 de ese Código los actos o contratos para los
cuales la ley ha exigido un instrumento público -la escritura pública lo es
según acaba de decirse-, se reputan no ejecutados o celebrados mientras
no se otorgue aquel instrumento. Esta disposición está confirmada por la
del artículo 1682 que establece que son nulos absolutamente los actos o
contratos en los cuales se haya omitido algún requisito o formalidad exigi-
da por la ley para el valor de los mismos en consideración a su naturaleza y
no a la calidad de las personas que los ejecutan o celebran.
De ambas disposiciones se desprende que cuando la ley exige para
ciertos actos o contratos el cumplimiento de determinadas solemnidades
en atención a su naturaleza, la disposición legal que las señala da a esos
actos o contratos el carácter de solemnes, los convierte en actos o contra-
tos que no se reputan perfectos ante la ley ni tienen existencia jurídica
mientras no se cumplan esas solemnidades, no obstante la concurrencia
de los demás requisitos legales.
En tales casos la solemnidad exigida por la ley es un elemento que
genera el contrato; no sólo sirve para probar su celebración, sino que es la
causa determinante de su existencia; de tal modo que si falta, el contrato
no existe jurídicamente.
La omisión de la solemnidad en los contratos en que la ley la exige en
atención a su naturaleza y no a la calidad de las personas que en ellos inter-
vienen no lo hace nulo absolutamente, como dice el artículo 1682, sino
inexistente . Existirá el acto material; pero el acto jurídico no existe, carece
de vida y ni la prescripción ni la ratificación posterior sanearán el defecto,
porque afecta a un elemento vital que sólo un nuevo acto podría contenec
Pues bien, en el contrato de compraventa nuestro Código Civil exige
en ciertos casos la escritura pública, en atención a la naturaleza del contra-
to y no a la calidad de las personas que lo celebran. Le da, en consecuen-
cia, el carácter de solemne y convierte a la escritura pública en la causa
determinante, en una solemnidad generadora del mismo que mientras no
se otorgue, no hay contrato, aunque haya consentimiento, cosa y precio.
En esta hipótesis, habría venta material pero no ventajurídica. La escritu-
ra pública no es, pues, en el contrato de venta un requisito necesario en
absoluto para la constitución misma del contrato, sino únicamente para su
existencia jurídica. Es un requisito que la ley lo ha elevado en ciertos casos
a la categoría de esencial, de constitutivo del contrato . De ahí que, según
el artículo 1701, su omisión no pueda suplirse por ninguna otra prueba,
considerándose en tal evento el contrato como no ejecutado. De ahí tam-
bién que, en el mismo caso, según el artículo 1682, el contrato de compra-
venta sea nulo absolutamente aun .cuando, en realidad, carece de existencia
jurídica. Es más que nulo, es inexistente.
La jurisprudencia de nuestros tribunales se ha pronunciado en el mis-
mo sentido y cada vez que se encuentran en presencia de una compraven-
34
FO RMA Y REQU ISITOS EXT ERNOS DEL CONTRATO DE VENTA
taque ha d e bido oto rgarse por escritura pública e n cuya cele bració n se ha
o mitid o esta sole mnidad, la ha n d eclarad o nula y sin ningún valo r, no
o bsta nte se h aya entregad o la cosa y el precio, reconocie nd o a las partes el
d e rech o d e desistirse d el contrato antes d e lle na rse esa solemnidad y ord e-
n ando, al mism o tiempo, com o consec ue ncia d e esa nulidad , la restitució n
d e un a y otro al vend ed o r y al co mprad or, d e acu e rdo co n lo dispues to en
e l artículo 1687 d el Código Civil. 1 Así, po r ej emplo, la Corte d e Ape lac io-
n es d e Valparaíso h a di ch o :
"Que , exigie ndo la ley e l otorgam ie n to de esc ritura p ública para la validez de la
ve n ta de bie nes ra íces en consideración a la natumleza del acto y no a la calidad o
estad o d e las personas q ue lo ac uerdan , la o misión de este requisito vicia e l co ntrato
de nulidad absolu ta y com o consecue ncia lo priva de todo efecto civil , de ma ne ra
que debe estimarse corno no existente."2
Y la Corte d e Santiago, po r su pa rte, dice:
"2º Que e n la clá usula transcri ta sólo se co nsig na, com o ap arece de sus términos
claros, la o bligació n contra ída po r la se ñora A. d e V. d e reducir a escritura públi ca
con tratos d e ve n ta de bi e nes ra íces q ue co nstaba n d e d ocume ntos privados, por lo
cua l, co nfo rm e a lo dispuesto en e l artíc ul o 170 1 de l Cód igo C ivil , debe mira·rse
corno no existen te la obligación m e n cio nada, ya q ue la venta de b ie n es raíces, en
virtud d e la p rescripció n d e l artíc ulo 1801 de l mism o Código n o se re puta pe rfec-
ta mi e ntras n o se ha o torgad o escritura públi ca" .3
21. ¿La nulidad d e la escritura pública por inco mpete ncia d el fun cio na ri o
o po r algún vicio d e fo rma, acarrea la nulidad o inexiste ncia d el co ntrato
d e compraven ta que haya d e bido o torgarse e n ese instr ume n to? No vac ila-
m os e n pronun ciarnos por la afirm ativa. Si la escritura pública es una so-
lemnidad que gen e ra el contra to , d e tal mod o que sin ella no existe, es
evide nte qu e la nulidad d e la escritura pública acarrea la inexisten cia d el
1
Se n te ncia 646, pág. 234, Gace ta 1863; se ntencia 1.805 , pág. 809, Gace ta 1873; sen-
tencia 2.702, pág. 1225 , Gace ta 1873; sen tencia 1.518, pág. 734, Gaceta 1874; se nte ncia
1.56 1, pág. 756 , Gace ta 1874; sente ncia 1.826, pág. 820, Gaceta 1875; se n te ncia 16, pág.
5, Gaceta 1877; se nte ncia 125, pág. 65, Gace ta 1877; se n te ncia 4.374, pág. 1828, Gaceta
1878; se n tencia 558, pág. 369, Gaceta 1881; sente ncia 606 , pág. 400, Gaceta 1880; se nten-
c ia 449, pág. 280, Gace ta 188 1, se nte ncia 287, pág. 171, Gace ta 1882 (conside ra ndo 2º);
se nte nc ia 1. 641, pág. 9 18, Gace ta 1882 (co nside rando 2º); se nte ncia 427, pág. 249 , Gace-
ta 1886; se n te ncia 812, pág. 476, Gaceta 1887, tomo I; se n te ncia 414, pág. 668 , Gace ta
1889, tomo Il ; se nte ncia 826, pág. 397, Gaceta 1890, tomo T; se n tenc ia 4.58 1, pág. 346,
Gace ta 1897, to mo 111; se ntencia 1.1 87, pág. 962 , Gaceta 1907, to mo II (co nsideran dos 5
a 8) . Revista de Derecho y j urisprudencia, tomo III , se c. P , pág. 161; Revista de Derecho y J w-is-
prudencia, tomo V, se c. 1ª, pág. 414; Revista de Derecho y j urisfnudencia, tomo X, se c. 1ª , pág.
27 ; Revista de Derecho y J urisprudencia, to mo X, sec. 1ª, pág. 37; Revista de Derecho y j urispru-
dencia, to mo X, sec . 1ª, pág. 54.
2 Se ntencia anotada baj o e l núm ero 3 de la palab ra "comprave nta" e n la pág. 142 de la
35
DE LA COMPRAVENTA Y DE lA PROMESA DE VENTA
1
Sentencia 2.900, pág. 1208, Gaceta 1878.
2
Sentencia 984, pág. 682 , Gaceta 1879.
3 Sentencia de 16 de diciembre de 1916.
36
FORMA Y REQU ISITOS EXTERNOS DEL CONTRATO DE VENTA
24. Si se vende por escritura pública un bien raíz y los contratantes por
acto posterior otorgado en escritura privada declaran que la compra debe
entenderse hecha a favor de un tercero que la acepta, en esta última venta
hay nulidad absoluta, porque aun cuando en la primera se llenaron las
exigencias legales, esto nada significa desde que según la declaración de
las mismas partes, debía reputarse como comprador a ese mismo tercero.
La aceptación de éste no constó por escritura pública; por consiguiente,
no ha podido perfeccionarse la compraventa realizada a su favor, desde
que sólo esa escritura es la única forma en que puede constar el consenti-
miento de las partes, tratándose de un bien raíz, para que la venta se
repute perfecta. Así lo ha declarado la Corte de Apelaciones de Santiago.3
1
Se ntencia 1.581, pág. 756, Gaceta 1874; sentencia 16, pág. 5, Gaceta 1877; sentencia
1.968, pág. 294, Gaceta 1894, tomo U; se nten cia 4.581 , pág. 346, Gaceta 1897, tomo lll .
2 Sentencia, 1.518, pág. 734, Gaceta 1874.
3 Sentenci a 1.187, pág. 962, Gaceta 1907, tomo II.
37
DE LA COMPRAVENTA Y DE LA PROMESA DE VENTA
27. 1º VENTA DE BIENES RAÍCES. "La venta de los bienes raíces, servidumbres y
censos y de una sucesión hereditaria, no se reputan perfectas ante la ley, mientras
no se ha otorgado escritura pública", dice el inciso 2º del artículo 180 l.
De la disposición legal transoita aparece que la venta de todos esos bie-
nes no tiene valor jurídico alguno, aunque haya acuerdo de las partes en la
cosa y en el precio, mientras no se otorgue por escritura pública. En estos
casos, hay venta cuando el consentimiento de las partes consta por escritura
pública. Si nos fuamos en la redacción de ese artículo hallaremos la confir-
mación más evidente de lo que se dijo más arriba acerca del carácter de la
escritura pública. Ese inciso habla de valor o de perfección de la venta ante
la ley, con lo cual está manifestando que esa solemnidad sólo valida la venta
ante sus ojos, por disposición de ella, de donde se desprende que aun sin el
otorgamiento de dicha escritura existe la compraventa material. Su omisión
1
Sentencia de 13 de abril de 1917 suscrita por los ministros señores Varas, Gaete, Fós-
ter, Castillo, Benavente, Silva, Zenteno y Roj as y publicada en extracto en La Nación del 2
de mayo del mismo año .
38
FORMA Y REQUISITOS EXTERNOS DEL CONTRATO DE VENTA
1
R UBÉN DE COUDER,Droit Romain, pág. 182.
2
FUZIER-HERMAN, tomo 36, Vente, núm . 875, pág. 854.
3 Sentencia 125, Gaceta 1858; sentencia 2.876, pág. 1354, Gaceta 1875; sentencia 1. 32 1,
39
DE LA COMPRAVENTA Y DE LA PROMESA DE VENTA
Pues bien, la ley, tomando en cuenta esos dos hechos, ha querido regla-
mentar cuidadosamente la manera de dar estabilidad a la propiedad para
evitar los petjuicios y los daños que pudieran resultan si no se rodeara su
constitución de ciertos requisitos qu e impidieran toda confusión entre los
terratenientes. Nuestro legislador pensó tal vez que dejar sometida la venta
de los inmuebles a las reglas generales de los demás contratos era muy peli-
groso, pues con ello podrían cometerse muchos abusos y suscitarse discusio-
nes y dudas de todo género. Para obviar esos inconvenientes no había otro
m~dio que rodear esas ventas de solemnidades que, si no hacían los abusos
imposibles del todo, los redujeran a lo menos casi a la nada. Esas solemnida-
des no podían ser otras que el medio de prueba por excelencia y el que
produce los mejores efectos ante la ley: la escritura pública.
Además, según la doctrina de nuestro Código, el contrato de compra-
venta no transfiere el dominio, como se ha dicho; éste sólo viene a adqui-
rirlo el comprador mediante la tradición que, tratándose de inmuebles, se
efectúa por la inscripción en el Registro del Conservador de Bienes Raí-
ces. De allí que esta inscripción tenga, entre nosotros, una gran importan-
cia, puesto que es la que constituye la propiedad y la que la organiza en
bases f~as y estables.
Dada, pues la importancia de la inscripción era menester buscar el
sistema más apropiado y que presentara menos inconvenientes para el ob-
jeto que se perseguía. El mejor sistema era, desde este punto d e vista,
exigir la escritura pública para la celebración de todos los contratos que
importaran enajenación de bienes raíces, porque de este modo la inscrip-
ción se haría sobre la base de un documento auténtico y fehaciente. Por
esta razón, el artículo 57 del Reglamento sobre el Registro Conservatorio
exige, para que puedan efectuarse las inscripciones, que se exhiba al Con-
servador copia auténtica del título respectivo.
Tales han sido, a nuestro juicio, los motivos que indujeron al hábil
redactor del Código Civil a modificar tan radicalmente la doctrina romana
sobre este particular.
Es, por consiguiente, esencial para que la compraventa de bienes raí-
ces se repute perfecta ante la ley que el consentimiento de las partes sobre
la cosa y el precio conste por escritura pública, siendo de advertir que su
omisión acarrea la nulidad absoluta de la misma. 1
1
Sentencia 646, pág. 234, Gaceta 1863; sente ncia 1.805, pág. 809, Gaceta 1873; senten-
cia 2.702, pág. 1225, Gaceta 1873; sentencia 1.518, pág. 734, Gaceta 1874; senten cia 1.56 1,
pág. 756, Gaceta 1874; sentencia 1.826, pág. 820, Gaceta 1875; sentencia 16, pág. 5, Gaceta
1877; sentencia 125, pág. 65, Gaceta 1877; sentencia 558, pág. 369, Gaceta 1880; sentencia
606, pág. 400, Gaceta 1880; sentencia 449, pág. 280, Gaceta 1881; sentencia 287, pág. 171 ,
Gaceta 1882; sentencia 427, pág. 249; Gaceta 1886; sentencia 812, pág. 476, Gaceta 1887,
tomo I; sentencia 826, pág. 397, Gaceta 1890, tomo l; sentencia 1.968, pág. 294, Gaceta 1894,
tomo 11; sentencia 4.581, pág. 346, Gaceta 1897, tomo III; sentencia 1.187, pág. 962 , Gaceta
1907, tomo 11.
40
FORMA Y REQUISITOS EXTERNOS DEL CONTRATO DE VENTA
1
Revista de Derecho y jurisprudencia, tomo III , sec. 1ª, pág. ] 61.
2
Revista de Derecho y jnrisprudencia, tomo VII , se c. 1ª, pág. 240; Revista de Derecho y Juris-
pruden cia, tomo VII, sec. 1ª, pág. 529.
3 Sentencia 2.034 , pág. 1420, Gaceta 1879.
4 RL'I.Iista de Derecho yjwisprudencia, tomo X, sec. P , págs. 27 y 37.
41
DE LA COMPRAVENTA Y DE LA PROMESA DE VENTA
1
Sentencia 1.641, pág. 918, Gaceta 1882, considerando 2º.
2
Véase sobre esta materia el dictamen de don Leopoldo Urrutia, en la causa número
1.590, y la sentencia publicada en la Revista de Derecho y jurisprudencia, tomo III, sec. 1ª,
pág. 130.
42
FO!Uv!A Y REQUISITOS EXTERNOS DEL CONTRATO DE VENTA
1
AjJUntes tomados en clase de don Luis Claro, tomo 1!, pág. 218.
43
DE LA COMPRAVENTA Y DE LA PROMESA DE VENTA
Es así como el artículo 833 establece que "el dominio de la nave adquirida
por contrato no podrá ser justificado contra terceros sino con la escTitura pública
que deberá otorgarse en un registro especialmente destinado a este objeto". Y agrega
que esta disposición no se aplica a las naves que midan menos de 10 tone-
ladas.
Surge aquí esta cuestión: ¿puede justificarse ese dominio entre las par-
tes por otro medio que no sea la escritura pública, o mejor dicho, es la
escritura pública un requisito sin el cual no existe la compraventa de naves
o es sólo un medio probatorio del contrato?
Nos inclinamos a creer lo primero, esto es, que la escritura pública es
un requisito esencial para el contrato de venta de una nave. En otros tér-
minos, mientras ésta no se otorgue, no hay venta ante la ley. Tenemos
nuestras razones para pensar así.
Es cierto que la redacción del artículo 833 es un poco oscura y carece de
precisión. Es cierto también que este artículo sólo dice "el dominio no podrá
ser justificado contra terceros", sin agregar nada más. En cambio, el artículo
1801 del Código Civil, al hablar de las ventas que requieren escritura públi-
ca, dice "tales ventas no se reputan perfectas ante la ley, mientras aquella no se
otorgue".
Hay diferencia en el modo de expresarse y esto podría hacer creer que
en ambas ventas la escritura pública desempeña un rol diferente; en la
primera sería un medio probatorio y en la segunda una solemnidad esen-
cial del contrato.
No obstante la redacción del artículo 833, que pareciera ser muy
limitativa del alcance que debe darse en esta venta a la escritura públi-
ca, creemos que en la venta de naves esa escritura no es sólo un medio
probatorio, sino también una solemnidad esencial para la existencia
del contrato.
Según una regla de hermenéutica que consagra el artículo 22 del Có-
digo Civil, el contexto de la ley servirá para ilustrar el sentido de cada una
de sus partes de manera que haya entre todas ellas la debida correspon-
dencia y armonía, pudiendo ilustrarse sus pasajes oscuros por medio de
otras leyes, sobre todo si versan sobre el mismo asunto.
Aplicando este principio al caso actual, ya que el tenor literal y el espí-
ritu del legislador no son muy claros, tenemos en el Código Civil dos dis-
posiciones que vienen en ayuda de nuestra opinión. Son las de los artículos
1682 y 1701 que, aun cuando no figuran en el Código de Comercio, se le
aplican, porque según el artículo de este Código, se aplicarán las disposi-
ciones del Código Civil en todos los casos que no estén resueltos expresa-
mente por la ley mercantil.
Según el artículo 1701, la falta de instrumento público no puede su-
plirse por otra prueba en los actos y contratos en que la ley requiere esa
solemnidad; y se mirarán como no ejecutados o celebrados, aun cuando
en ellos se prometa reducirlos a instrumento público. En estos actos, este
instrumento tiene el alcance de un requisito esencial del acto o contrato,
sin el cual no puede formarse, y de ahí que su omisión produzca la inexis-
tencia y haga que se considere como no ejecutado o celebrado.
44
FORJ\1A Y REQUISITOS EXTERNOS DEL CONTRATO DE VENTA
35. ¿Qué naves deben venderse en esa forma? Según el artículo 823 del
Código de Comercio es nave toda embarcación principal sea cual fuere su
magnitud y denominación y sea de vela, remo o vapor. Cualquiera que sea
el mecanismo que ponga en movimiento a la embarcación, la materia de
que está construida, su objeto, tonelaje, magnitud, nombre, etc., su venta
deberá h acerse por escritura pública. Esto sólo tiene la excepción del inci-
45
DE LA COMPRAVENTA Y DE LA PROMESA DE VENTA
36. ¿Los aparejos de una nave deben venderse también por escritura pú-
blica? Es evidente que cuando se vende la nave completa van comprendi-
dos en la venta, no sólo por formar parte de ella, sino porque así lo dispone
expresamente el artículo 831 a menos, naturalmente, que se estipule lo
contrario.
En este caso la venta debe hacerse por escritura pública, porque el
objeto principal es la nave y no los aparejos que sólo siguen su suerte por
la razón ya expuesta. Es la nave y no los aparejos la que determina aquí las
solemnidades del contrato.
Pero cuando se venden separadamente los aparejos no es necesaria la
escritura pública, porque en tal caso pasan a ser bienes muebles, de acuer-
do con el artículo 517 del Código Civil, ya que se separaron del bien prin-
cipal a que accedían.
No podría decirse que la venta de los aparejos deba constar por escri-
tura pública por ser naves según el artículo 823 del Código de Comercio.
Esto sería un absurdo. El Código de Comercio en ese artículo no ha queri-
do decir que los aparejos sean naves, sino que ésta comprende no sólo el
casco y la quilla, sino también los aparejos y accesorios. Es decir, llama
nave a todo ese conjunto; poro no dice que cada parte de él sea una nave.
Si se sacan los aparejos, siempre queda la nave en pie y conserva su identi-
dad. En tanto que si fueran la nave misma, al retirarlos desaparecería aqué-
lla; y si también fueran naves, resultaría que cada parte de la nave debía
ser tal y en una nave habría tantas naves cuantas fueran sus partes, y esto
no es aceptable.
Los aparejos son parte de la nave, quedan comprendidos en esa pala-
bra mientras están en ella y son destinados a su servicio, maniobra o nave-
gación; pero una vez separados recuperan su carácter de objetos
independientes y toman el nombre que cada uno tiene o bien siguen de-
nominándose aparejos.
46
FORMA Y REQUISITOS EXTERNOS DEL CONTRATO DE VENTA
37. 6º VE TA DE MINAS. Según el artículo 568 del Código Civil las minas
son inmuebles, de modo que aun cuando el Código de Minas no hubiera
dicho expresamente que su venta se hiciera por escritura pública, siempre
habría requerido para su validez esta solemnidad en virtud del inciso 2º
del artículo 1801.
No obstante la ley, en atención a la importancia que ellas tienen y a la
conveniencia que hay en consolidar y establecer sobre bases ciertas y dura-
deras la propiedad minera, creyó conveniente consignar una disposición
especial al respecto y de ahí que diga en el artículo 85 del Código de
Minas: "La venta de las minas no se reputará perfecta mientras no se haya otorga-
do la escritura pública".
Como en los casos anteriores, la escritura pública tiene aquí el carácter
de requisito generador del contrato; su omisión, por consiguiente, lo vicia
de nulidad absoluta. 1
La disposición del artículo 85 se aplica a todas las minas y también a
las salitreras, y no se refiere únicamente a las pertenencias que hayan sido
demarcadas, sino a todas las minas en general, ya que cualquiera que sea
el estado de las gestiones que el registrador haya hecho para constituir
definitivamente su título, el carácter y naturaleza de bien raíz que la ley
atribuye a la mina que es objeto de dichas gestiones no se altera ni modifi-
ca. En consecuencia, sea que una mina se enajene cuando haya sido sim-
plemente manifestada y registrada, o bien después de su ratificación o
mensura, la enajenación debe hacerse siempre por escritura pública. Así
lo ha resuelto la Corte Suprema. 2
Sin embargo, como vimos, la venta de minas otorgada por escritura
privada no es del todo ineficaz, pues vale como promesa de celebrar este
contrato, siempre que reúna, naturalmente, las exigencias que señala el
artículo 1554 del Código Civil.
La venta de los minerales, según tendremos ocasión de decirlo más
adelante, no requiere escritura pública, porque se encuentran expresa-
mente exceptuados de esa solemnidad por el inciso final del artículo 1801
del Código Civil. La misma doctrina ha establecido la Corte de Apelacio-
nes de Santiago. 3
1
Sentencia 4.374, pág. 1828, Gaceta 1878.
2Revista de Derecho y jurisprudencia, tomo V, sec. 1', pág. 419.
3 Sentencia 2.342, pág. 550, Gaceta 1892, tomo II.
4
Sentencia 665, pág. 320, Gaceta 1890, tomo 1; sentencia 1.479, pág. 1112, Gaceta 1898,
tomo 11.
47
DE LA COMPRAVENTA Y DE LA PROMESA DE VENTA
1
Sentencia 1.870, pág. 1969, Gaceta 1877; sentencia 909, pág. 616, Gaceta 1880; sen-
tencia 292, pág. 187, Gaceta 1881; sentencia 704, pág. 373, Gaceta 1883; Revista de Derecho y
jurisprudencia, tomo IX, sec. 1•, pág. 224.
2
De la vente, núm. 740, pág. 775 .
48
FORMA Y REQUISITOS EXTERNOS DEL CONTRATO DE VENTA
1
Núm. 740, pág. 774.
2 Revista de Derecho yju·risprudencia, tomo I, pág. 395.
3 Revista de Derecho y jurisprudencia, tomo V, sec. 2ª, pág. 105 .
4
Sentencia 1.298, pág. 1141, Gaceta 1910, tomo II.
5 Véanse núms. 49 y 50.
49
DE lA COMPRAVENTA Y DE lA PROMESA DE VENTA
50
FORMA Y REQUISITOS EXTERNOS DELCO TRATO DE VENTA
43. Hay ciertas cosas que, por estar adheridas a los inmuebles, o porque
son producidas por éstos, forman parte de los mismos. Tales bienes son
por su naturaleza muebles y si la ley los reputa inmuebles es sólo por la
razón apuntada. Pero como no tienen ni la importancia de los bienes raí-
ces y como, por otra parte, pueden ser enajenados separadamente del
inmueble a que acceden, el Código los reputa muebles para el efecto de
constituir derechos sobre ellos.
De ahí que en su artículo 571 diga: "Los productos de los inmuebles y las
cosas accesorias a ellos, como las yerbas de un campo, la madera y fruto de los
árboles, los animales de un vivar, se reputan muebles, aun antes de su separación,
para los efectos de constituir un derecho sobre dichos productos o cosa a otra persona
que el dueño. Lo mismo se aplica a la tierra o arena de un suelo, a los metales de
una mina, y a las piedras de una cantera".
Siendo muebles esos bienes es evidente que no quedan comprendidos
en la excepción del inciso 2º del artículo 1801 ya citado, porque éste solo
hace solemne la venta de bienes raíces. Por consiguiente, en virtud del
artículo 571 del Código Civil y del mencionado inciso 2º del artículo 1801,
la venta de esos productos o cosas es meramente consensual.
Sin embargo, el legislador, para evitar toda duda que pudiera surgir al
respecto, estableció expresamente que la venta de esos bienes no requiere
escritura pública para su validez. Y es así como después de enumerar los
casos en que la venta es solemne, agrega en el inciso final del artículo
1801: "Los frutos y flores pendientes, los árboles cuya madera se vende, los materia-
les de un edificio que va a derribarse, los materiales que naturalmente adhieren al
suelo, como piedras y sustancias minerales de toda clase, no están sujetos a esta
excepción". Es decir, la venta de estos bienes no es de aquellas que deben
otorgarse por escritura pública.
Estos bienes son los que se conocen en derecho con la denominación
de muebles por anticipación y podemos decir que la venta de tales cosas es
meramente consensual, no solamente por haber sido exceptuados de un
modo expreso por la ley del carácter solemne que este contrato puede
revestir en ciertos casos, sino también porque son considerados muebles
para el efecto de su enajenación, ya que éste es uno de los actos que pue-
de conferir derechos sobre ellos a favor de terceros. La Corte de Apelacio-
nes de Santiago, fundada en esa disposición, ha declarado que la venta de
los minerales que produzca una mina no exige, para su validez, que se
otorgue por escritura pública.'
No faltará quien diga que la disposición del inciso 3º del artículo 1801
es menos comprensiva que la del artículo 571, lo que estaría demostrando
que ha tenido por objeto eximir del carácter de solemne únicamente la
venta de los bienes allí mencionados, porque si su objetivo hubiera sido
51
DE LA COMPRAVENTA Y DE LA PROMESA DE VENTA
eximir la de todos los que enumera el artículo 571, le habría bastado con
referirse a él, lo que, sin embargo, no ha hecho.
Esta observación carece de todo valor, a mi juicio, porque si se leen
detenidamente ambas disposiciones, encontraremos que los únicos bienes
que el artículo 1801 no enumera de los que figuran en el artículo 571 son
los animales de un vivar.
¿Querrá decir entonces que los animales de un vivar deben venderse
por escritura pública? De ninguna manera, porque son muebles para el
efecto de constituir derechos sobre ellos, y uno de estos derechos, como
dijimos, es el dominio que, las más de las veces, se constituye por el con-
trato de venta. De modo que aun cuando nada hubiera dicho la ley res-
pecto de los bienes que sei1ala en el inciso 3º del artículo 1801, por el
hecho de ser muebles para aquel efecto, no habrían requerido la escritura
pública, de acuerdo con lo dispuesto en el inciso 1ºde ese mismo artículo.
Además, la enumeración del inciso 3º del artículo 1801 no es taxativa sino
enunciativa o descriptiva, es decir, las cosas o bienes que allí se mencionan
no son todos los que la ley ha exceptuado, sino algunos de éstos y han sido
citados sólo por vía de ejemplo.
Los animales de un vivar no requieren, pues, escritura pública para su
venta, como no la requiere tampoco ningún otro bien que se repute mue-
ble para el efecto de constituir derechos sobre ellos, aunque no figure en
la excepción del artículo 1801 ni en la disposición del artículo 571.
En la jurisprudencia de nuestros tribunales encontramos diversos casos de
ventas sobre bienes de esta especie y en los cuales, según lo han declarado los
tribunales de acuerdo con los preceptos citados, no es menester la escritura
pública. Así, la Corte de Apelaciones de Santiago ha reconocido la eficacia de
un contrato de venta de un bosque otorgada por escritura privada.'
44. Dentro de esas ideas, es muy aceptable la doctrina sostenida por mu-
chos fallos en orden a que la venta de un edificio construido en terreno
ajeno, como de cosa mueble, no requiere, para su validez, ser otorgada
por escritura pública. 2
45. Los inmuebles por destinación, es decir, por estar destinados perma-
nentemente al uso, cultivo o beneficio de un inmueble, no necesitan tam-
poco, la escritura pública cuando se venden separadamente del inmueble
a que acceden. Estos bienes son muebles por su naturaleza y si se les repu-
ta inmuebles es porque están adheridos a éstos o se dedican a su explota-
ción. De ahí que sólo tengan este carácter mientras adhieran a un inmue-
ble. Si son vendidos separadamente de éste, es claro que dejan de
pertenecer al propietario del inmueble y, en consecuencia, de destinarse a
su uso o cultivo, con lo cual pierden su calidad de inmuebles para reco-
52
FOIU.1A Y REQUISITOS EXTERNOS DEL CONTRATO DE VEl'HA
53
DE LA COMPRAVE NTA Y DE LA PROMESA DE VE NTA
1
Tomo Il , núm. 1355 , pág. 460.
2 De la vente, núm. 18, pág. 12 y núm. 185, pág. 194.
3
X , núm. 2, pág. 7.
4
V, pág. 3.
5 De la vente, ! , núm . 8, pág. 27.
6 De la vente, I, núm. 7, pág. 14. Véase también F UZIER-HERMAN , tomo 36, Vente, núm.
877 a 881, pág. 854.
7 BAUDRY-LACANTINERJE , Des obligations, I, núm . 391 , pág. 434.
8
Des obligations, I, núm. 374, pág. 426.
9
De la vente, núm. 185, pág. 195.
54
FORMA Y REQUISITOS EXTERNOS DEL CONTRATO DE VENTA
1 BAUDRY-LACANTINERJE, De la vente, núm. 19, pág. 12; FUZIER-HERMAN, tomo 28, Navi-re,
núm. 353 a 361, págs. 389 y 390.
2
De la vente, núm. 866, pág. 899.
3 ROBLES Pozo, El Código Civil y su jurisprudencia, tomo II, pág. 487, núm . 605.
55
DE LA COMPRAVENTA Y DE LA PROMESA DE VENTA
1
ROBLES Pozo, obra citada, tom o TI, pág. 490.
2 ROBLES Pozo, obra citada , tomo 11, pág. 599.
56
FORJ\1A Y REQUISITOS EXTERNOS DEL CONTRATO DE VENTA
1 SALEILLES, Elude su-r la théorie générale de l'obligation d'ap-res le p-remie-r p-rojet de Code Civil
pourl'EmpiTe Allemand, núm. J 63, págs. 179 y 180.
57
DE LA COMPRAVENTA Y DE LA PROMESA DE VENTA
tro. En el primer caso, las solemnidades propias del contrato de venta son
el acto escrito; y en el segundo, la entrega y la inscripción.
Esta desempeña, por consiguiente, dos roles. En el primero de los ca-
sos mencionados, sirve para efectuar la tradición únicamente; y en el se-
gundo, a más de esto, para validar el contrato de venta, o mejor dicho,
para subsanar el vicio de forma en que se incurrió al celebrarlo.
Resumiendo lo expuesto, resulta que en el Código alemán, el contrato
de venta de inmuebles es esencialmente solemne y su celebración está
sujeta al cumplimiento de ciertas formalidades cuya omisión lo vicia de
nulidad.
Respecto de la venta de una sucesión hereditaria los artículos 312 y
2371, exigen que se haga por acto escrito otorgado ante notario o ante
juez. Su omisión anula el contrato.
En cuanto a la venta de naves, el Código de Comercio alemán no esta-
blece ninguna solemnidad, sin perjuicio del derecho de cada parte para
exigir, cuando así lo desee, un instrumento legalizado de la convención
(art. 440).
47. Al comenzar este capítulo hicimos ver que en algunos casos el contra-
to de venta podía ir acompañado de otras solemnidades a más de la escri-
tura pública en aquellas en que la ley la exige.
Pues bien, esas solemnidades exigidas por la ley para algunos contratos
de ventas son las que hemos denominado especiales. Consisten en las for-
malidades que deben acompañar a ciertas ventas en atención a las perso-
nas que en ellas intervienen o a las condiciones en que se realizan.
Atendiendo a si son o no indispensables para generar el contrato de
venta, podemos dividirlas en dos grupos: unas que bastan por sí solas para
generar el contrato y que, por consiguiente, hacen innecesaria la escritura
pública aun en las ventas que requieren esta solemnidad y otras que no
tienen virtud y que, por lo tanto, deben ir siempre acompañadas de la
escritura pública en las ventas en que la ley la exige. Las primeras pode-
mos llamarlas solemnidades especiales únicas o especialísimas y las segun-
das, que son las más numerosas, podemos denominarlas solemnidades
especiales accesorias.
Al primer grupo pertenecen las que se exigen en el caso de la expro-
piación por causa de utilidad pública. Y al segundo, las que se establecen:
a) para las ventas forzadas hechas ante !ajusticia; b) para las ventas de los
bienes comunes o de una sucesión; e) para las ventas de los bienes de
personas relativamente incapaces; d) para las ventas de bienes dados en
prenda o hipoteca, y e) para las ventas de terrenos de indígenas.
58
FORMA Y REQU ISITOS EXTERNOS DEL CONTRATO DE VEI\'TA
59
DE LA COMPRAVENTA Y DE LA PROMESA DE VENTA
1
Revista de Derecho y jurisprudencia, tomo Vl, sec. 1•. pág. 432 .
2 Oeuvres, tomo Ill , núm. 511 , pág. 20 1.
60
FORMA Y REQUISITOS EXTERNOS DEL CONTRATO DE VENTA
61
DE LA COMPRAVENTA Y DE LA PROMESA DE VENTA
62
FORMA Y REQUISITOS EXTERNOS DEL CONTRATO DE VENTA
1
Revista de Derecho y Jurisprudencia, tomo XIII, se c. 1ª, pág. 232. Véase e n el mismo se n-
tido y del mismo Tribunal: sentencia 1.741, pág. 9, Gaceta 1901, tomo II ; Revista de Derecho y
jurisfmtdencia, tomo II , sec. 1ª, pág. 325.
63
DE LA COMPRAVENTA Y DE LA PROMESA DE VENTA
53. 1º.juicios ejecutivos por obligaciones de dar. Pueden venderse en estos jui-
cios todos los bienes del deudor, sean muebles o inmuebles, corporales o
incorporales, salvo aquellos que expresamente exceptüa el artíCJdo 466
del Código de Procedimiento Civil y las minas que, segün el artículo 155
del Código de Minas, son inembargables.
Las formalidades de la venta forzada, en este caso, son diversas según
se refiera a muebles o inmuebles.
Los muebles se venderán al martillo, siempre que sea posible, sin nece-
sidad de tasación, debiendo anunciarse la venta por avisos publicados cua-
tro veces, por lo menos, en un diario del departamento y por carteles que
deben tijarse durante ocho días en el oficio del secretario. Iguales publica-
ciones se harán en el departamento en que estuvieren situados estos bie-
nes, si no fuere el mismo que aquél en que se sigue el juicio (artículos 503
y 510 del Código de Procedimiento Civil). Si los bienes son fácilmente
64
FORMA Y REQUISITOS EXTEIU.JOS DEL CONTRATO DE VENTA
54. 2º. Juicios ejecutivos de menor cuantía. En estos juicios, las solemnidades de
la venta son las que señala el artículo 877 del Código de Procedimiento
Civil, a saber: a) tasación de los bienes embargados; b) publicación de avisos
con quince días de anticipación en un diario del departamento y fzjación de
carteles en la puerta del tribunal por igual tiempo; e) remate realizado ante
el juez con previa citación de las partes. Como ese artículo no distingue
entre bienes muebles e inmuebles creemos que se aplica a unos y otros.
55. 3º. Juicios de concurso. En éstos se aplican las mismas reglas que rigen la
venta forzada en los juicios ejecutivos, de acuerdo con el artículo 620 del
Código de Procedimiento Civil. De modo que nos remitimos a lo dicho en
el número 53.
56. 4º. Juicios de quiebra. Se aplican en ellos, por lo que hace a la enajena-
ción de los bienes del fallido según el artículo 897 del Código de Procedi-
miento Civil, las disposiciones que rigen en el concurso y que son las mismas
del juicio ejecutivo, a que ahora nos referimos.
65
DE lA COMPRAVENTA Y DE lA PROMESA DE VENTA
1 Revista de Derecho y Jurispmdencia, tomo XI, sec. 1 ª, pág. 206 o sentencia 1.055, pág.
sos) . Sentencia 1.395, pág. 11 49, Gaceta 191 1, tomo II (omisión de avisos). Sentencia de 11
de octubre de 1913 suscrita por los ministros señores]. C. Herrera, A. Bezanilla y Salinas y
publicada e n Las Ultimas Noticias del mes de octubre o noviembre de ese año . Sentencia de
3 de abril de 1913 suscrita por los ministms señores A. Bascuñán, V. Risopatrón y F. Urzúa y
publicada en Las Ultimas Noticias de ese mes (om isión de avisos y carteles). Sentencia 576,
pág. 1863 , Gaceta 191 3 (om isió n de la tasación). Sentencia 287, pág. 903, Gaceta 1913 (om i-
sión de carteles) .
3 Sentencia 1.075, pág. 608, Gaceta 1912, tomo II (om isión de carte les y avisos) .
66
FORMA Y REQUISITOS EXTERNOS DEL CONTRATO DE VENTA
1
Sentencia de 25 de octubre de 1905 de la Corte de Apelaciones de Santiago, publica-
da en El Mercurio del 12 de noviembre de 1905; sentencia 1.000, pág. 395, Gaceta 1905, tomo
ll; se nte ncia 1.298, pág. 11 4 1, Gaceta 19 10, tomo TI (considerando 6º).
~TORO y ECI-IEVERRÍA, Código de Procedimiento Civil anotado, pág. 471.
3 Sentencia 665 , pág. 1076, Gaceta 1906, tomo JI.
67
DE LA COMPRAVENTA Y DE LA PROMESA DE VENTA
61. 5º Juicios ejecutivos sobre naves. Según el artículo 847 del Código de Co-
mercio, el remate judicial de las naves que se haga a consecuencia de un
juicio se hará con la forma y solemnidades establecidas para las ventas
judiciales, salvo las modificaciones allí establecidas. Estas consisten en que
se anuncie previamente la venta durante dieciocho días por medio de car-
teles y avisos en los periódicos. Los carteles serán fuados en los sitios acos-
tumbrados del lugar del juicio, en el puerto donde se encuentra la nave, si
éste fuere distinto de aquél y en la puerta principal de la Gobernación
Marítima. La fuación de carteles y la publicación de los avisos se harán
además constar en el expediente respectivo, so pena de nulidad.
Luego, las modificaciones se refieren únicamente a los avisos y carte-
les; respecto de la forma de la subasta, del acta de remate, etc., se siguen
las reglas del juicio ejecutivo.
Las formalidades que este artículo señala para la venta de las naves se
refieren no sólo a las ventas que se hagan por créditos contraídos por
1 Sentencia de 25 de octubre de 1905 suscrita por los ministros señores Mora, Larraín
Zañartu y Reyes Solar y publicada en El Mercurio del 12 de noviembre de 1905; sentencia
186, pág. 331, Gaceta 1911 , tomo I; sentencia 559, pág. 932, Gaceta 1911 , tomo J.
2 Sentencia 967, pág. 333, Gaceta 1905, tomo II.
3 Sentencia de 14 de octubre de 1916, suscrita por los ministros señores Lagos, Bezani-
lla y Risopatrón , publicada en Las Ultimas Noticias de los meses de octubre o noviembre de
ese año .
68
FORMA Y REQUISITOS EXTERNOS DEL CONTRATO DE VENTA
ellas, sino que se aplican siempre que su enajenación judicial sea necesaria
por cualquier motivo, pues se han establecido en atención a la naturaleza
misma de las naves y no a las causas que puedan originar su venta por
medio de la justicia. Esta doctrina ha sido establecida por un fallo de la
Corte de Apelaciones de !quique. 1
62. 6º. Venta de una nave por encontrarse en estado de innavegabilidad. Según
el artículo 845, la venta se hará en este caso en la forma señalada para las
ventas judiciales, por cuya razón nos remitimos a lo dicho en el párrafo
anterior.
64. 7º. Vénta de una mina por falta de pago de la patente. Según el artículo 135
del Código de Minas, en el remate que se haga de una mina por falta de
pago de la patente deben llenarse las siguientes formalidades: a) se publi-
carán avisos por cinco veces en un periódico del departamento o, en su
defecto, se füarán carteles que indiquen el día del remate; y b) el remate
se hará entre los cuarenta y cuarenta y cinco días contados desde la fecha
de la primera publicación del aviso.
Sólo esos requisitos deben llenarse en estas ventas. Luego, no son ne-
cesarias ni la tasación de las minas que se enajenan ni tampoco la notifica-
ción al dueño de éstas. Así lo ha declarado la Corte Suprema, fundada en
que el Código de Procedimiento Civil no ha derogado en esta materia al
Código de Minas. 3 Este mismo tribunal ha establecido que no se requiere
para esta venta que los avisos deban contener el nombre de los dueños de
las minas, pues no importan un requerimiento sino un simple medio de
publicidad para hacer saber el remate a todos aquellos que pudieran tener
interés en la subasta. 4
El mismo fallo ha declarado que las actas de remate de minas que no
hayan pagado patente deben extenderse en el registro del secretario que
1
Sentencia 184, pág. 163, Gaceta 1899, tomo JI.
2 Sentencia 184, pág. 163, Gaceta 1899, tomo II.
~Revis ta de Derecho y ju-risprudencia, tomo Ill , sec. 1ª,pág. 244.
4 Revista de Derecho y jurisjJTUdencia, tomo III , sec. 1ª, pág. 244.
69
DE LA COMPRAVENTA Y DE LA PROMESA DE VE NTA
65. Las disposiciones establecidas por el artículo 135 del Código de Mine-
ría para la venta de las minas que no hayan pagado la patente no constitu-
yen un juicio propiamente dicho sino un procedimiento especialísimo que
se rige por dicho Código y no por el de Procedimiento. Además, la forma
imperativa empleada por ese artículo al disponer que el remate deberá te-
ner lugar entre los cuarenta y los cincuenta días contados desde la prime-
ra publicación del aviso, importa una verdadera prohibición para que el
remate se efectúe antes de los cuarenta días ni después de los cincuenta
contados desde la fecha del aviso expresado; y como según el precepto del
artícu lo 10 del Código Civil son nulos y de ningún valor los actos que la
ley prohíbe, resulta que e l remate efectuado antes o después d e esa época
es nulo. Esta nulidad es, en consecuencia, absoluta, porque se trata de
requisitos exigidos en atención a la naturaleza del acto o contrato; luego ,
puede hacerse valer en un juicio aparte y en conformidad a las disposicio-
nes del Código Civil que reglan la nulidad. Tal es la doctrina consignada
en un fallo de la Corte de Apelaciones de La Serena que aceptamos en
todas sus partes. 1
1
Sentencia 256, pág. 425, Gaceta 1906, tomo l.
2 Véase número 53.
70
FORMA Y REQUISITOS EXTERNOS DEL COl\'TRATO DE VENTA
1
Se ntencia 737, pág. 1257, Gaceta 1911 , tomo I; sentencia de la Corte de Apelaciones
de Santiago d e 3 de diciembre de 1913 suscrita por los ministros señores Bascuñán , Risopa-
trón y Urzúa y publicada en Las Ultimas Noticias de ese mes; sentencia 576, pág. 1863, Gace-
ta 1913; sentencia 287, pág. 903, Gaceta 191 3.
71
DE LA COMPRAVENTA Y DE LA PROMESA DE VENTA
1 Sentencia 288, pág. 51 O, Gaceta 1911, tomo I; Revista de Derecho y ju·risprudencia, tomo
IX, sec. 1', pág. 139; sentencia de 5 de agosto de 1915 de la Corte de Apelaciones de San-
tiago dictada en el juicio de García Cruz con Rojas Arancibia.
2 Revista de Derecho y Jurisprudencia tomo VI, se c. Il, pág. 100; Revista de Derecho y jurispru-
dencia, tomo VII, sec. 1a, pág. 529; Revista de Derecho y jurisprudencia, tomo IX, sec. 1' , pág.
139; sentencia 2.919, pág. 1026, Gaceta 1894, tomo !l.
3 Sentencia 2.545, pág. 1415, Gaceta 1881.
4
Sentencia 1.933, pág. 818, Gaceta 1869; Sentencia 1.969, pág. 890, Gaceta 1875; Sen-
tencia 5.998, pág. 383, Gaceta 1881; sentencia 2.485, pág. 1380, Gaceta 1883; sentencia 1.501 ,
pág. 1058, Gaceta 1892, tomo I; sentencia 2.919, pág. 1206, Gaceta 1894, tomo II; Revista de
Derecho y jurisprudencia, tomo IX, sec. 1ª, pág. 139.
5 Sentencia 534, pág. 333, Gaceta 1884; sentencia 4.058, pág. 2613, Gaceta 1886; sen-
tencia 220, pág. 247, Gaceta 1902, tomo I; sentencia 1.098, pág. 690, Gaceta 1909, tomo Il;
Revista de Derecho y jurisprudencia, tomo III, sec. 2ª, pág. 129; Revista de Derecho y jurispruden-
cia, tomo IT, sec. 1ª pág. 286; Revista de Derecho y Jurisprudencia, tomo II, sec. 1ª, pág. 320;
Revista de Dmcho yjurisjmulencia, tomo II , sec. 1' , pág. 348; Revista de Derecho y]U1isjJrudencia,
tomo VI , sec. 2•, pág. 14; Revista de Derecho y jurisprudencia, tomo VI, sec. 1' , pág. 436; Revista
de Dmcho y jurisprudencia, tomo VII, sec. 1•, pág. 529; Revista de Derecho )'Jurisprudencia, tomo
XII, sec. P, pág. 381.
6 Sentencia 1.734, pág. 625, Gaceta 1864.
7 Sentencia 322, pág. 172, Gaceta 1885; sentencia 2.124, pág. 405, Gaceta 1892,
tomo Il.
8 Sentencia 216, pág. 313, Gaceta 1909, tomo l.
72
FORMA Y REQUISITOS EXTERNOS DEL CONTRATO DE VENTA
cea para pagar las deudas y legados (artículos 1293 y 1294 del Código
Civil) .1
II. MUEBLES. A) Se requieren ambas solemnidades en las ventas de mue-
bles pertenecientes:
1) Al desaparecido (artículo 88).
2) Al pupilo (artículos 393 y 394), a la herencia yacente, al ausente y al
que está por nacer (artículos 484, 488 y 489), siempre que sean preciosos
o tengan valor de afección; no siendo necesarias ni una ni otra, por lo
tanto, en la de los muebles que no reconocen esas calidades. 2
B) Se requiere la pública subasta, únicamente:
1) Si se trata de muebles que tengan valor de afección y que venda el
albacea para pagar las deudas y legados (artículos 1293 y 1294).
2) Si se trata de cosas al parecer perdidas cuyo dueño no haya apareci-
do (artículo 630) .3
70. Las solemnidades establecidas para las ventas de bienes del pupilo, 4
del ausente, de la herencia yacente,S del hijo de familia, 6 del habilitado de
edad 7 de la mujer casada o separada de bienes, 8 del desaparecido, del que
está por nacer y de las personas jurídicas se exigen en atención al estado o
calidad de las personas. En consecuencia, su omisión produce nulidad re-
lativa y así lo han declarado los tribunales en los fallos que anotamos.
Por lo que hace a las ventas que haga el albacea sin cumplir con las
formalidades legales, la Corte de Apelaciones de Concepción ha resuelto
1
Sentencia 1.115, pág. 657, Gaceta 1911, tomo II.
2 Sentencia 453, pág. 664, Gaceta 1908, tomo I. La Corte de Apelaciones de Santiago
ha declarado que las acciones no son bienes muebles preciosos y por consiguiente, puede
venderlos válidamente el curador sin cumplir con esas solemnidades: Revista de Derecho y Ju-
risprudencia, tomo VII, sec. 2ª, pág. 47.
3 Estos dos últimos casos han sido colocados aquí, aunque no se refieren a bienes de
tencia 216, pág. 313, Gaceta 1909, tomo 1; sentencia 1.098, pág. 690, Gaceta 1909, tomo II;
sentencia 220, pág. 247, Gaceta 1902, tomo I; Revista de Derecho y Jurisprudencia, tomo II, sec.
1•, pág. 348; Revista de Derecho y Jurisp·rudencia, tomo IV, sec. 2ª, pág. 43; Revista de Derecho y
Jurisprudencia, tomo VI, sec. 1ª, pág. 436; Revista de Derecho y Jurisprudencia, tomo VII, sec. 1•,
pág. 529; Revista de Derecho y Jurisprudencia, tomo XII, sec. 1ª, pág. 381; sentencia 840, pág.
269, Gaceta 1906, tomo II; sentencia 785, pág. 143, Gaceta 1906, tomo JI.
73
DE LA COMPRAVENTA Y DE LA PROMESA DE VENTA
71. Nada impide que un mayor de edad o una persona que no está obliga-
da a cumplir esas solemnidades en la venta de sus bienes se allane a efec-
tuarlas, es decir, que publique avisos por el tiempo que ordena la ley, que
haga tasar previamente los bienes que van a subastarse y por último, que
haga la venta en pública subasta. Toda persona puede vender sus bienes
en la forma que mejor le plazca, ya que en eso consiste el derecho de
propiedad y no existiendo, por otra parte, disposición alguna que prohíba
obrar así a un individuo no se ve inconveniente para que proceda en esa
forma, desde que en derecho privado, puede hacerse todo lo que la ley no
prohíbe expresamente.
Eso sí que, en tal evento, la omisión de esas solemnidades no viciaría el
acto de nulidad, por cuanto no se trata de requisitos exigidos por la ley,
sino creados por la voluntad del vendedor, quien, naturalmente, no ha
entendido darles el carácter de esenciales.
Lo que en ningún caso podría hacerse, tratándose de bienes de perso-
nas respecto de las cuales no se exigen esas formalidades, sería proceder a
esa venta con autorización judicial o ante el Juez de Letras respectivo,
porque según el artículo 2º de la Ley de Organización y Atribuciones de
los Tribunales, el poder judicial interviene en los actos no contenciosos
cuando una ley expresa requiere su intervención. En este caso no hay
ninguna ley que faculte al juez para autorizar la enajenación e intervenir
en ella. Por consiguiente, el juez a quien se la pidiera, tendría que decla-
rarse incompetente.
1
Sentencia 1.113, pág. 657, Gaceta 1911, tomo II.
2
Si la prenda vale menos de ciento cincuenta pesos, el juez puede adjudicarla al acree-
dor, a peúción suya, por su tasación, sin que se proceda a subastarla (artículo 2400 del Có-
digo Civil).
74
FOR.!\1A Y REQUISITOS EXTERNOS DEL COI\'TRATO DE VE TA
75
DE LA COM PRAVENTA Y DE LA PROMESA DE VENTA
postura admi sibl e, sea aprec iado por peritos y se le adjudique en pago, hasta
co ncurrencia de su créd ito, sin que valga, agregan esos preceptos, estipul ació n
a lguna en contrario;
"20. Que los jueces del fondo n o desconocen en su se ntencia esta situació n legal
de todo acreedor hipotecario , ni la aplicabilidad al caso del pleito d e los precep-
tos del Cód igo Civil arriba recordados; pero no dan, sin e mbargo, lugar a la de-
manda de Ovalle Barros, porque, interpre tando esas mismas leyes, a rriban a estas
dos con el usion es jurídicas, desarrolladas en los considerandos 10º, 11 º, 12º y si-
guientes de ese fallo;
"A. Que por el h echo de haber solicitado y obten ido el Banco Garantizador la
adjudicación del fu ndo 'San Eloi' , el mismo día señalado para el remate, y por el
mínimum fu ado para las posturas, debía ente nderse que lo adqu iri ó como postor
en dicho remate, circunstancia que hacía innecesaria la tasación exigida por los
artícu los 2392 y 2424 del Código Civil ; y
"B. Que la prohibición establecida en el inciso 2 del artículo 2397 del Cód igo
Civi l, aplicable al caso de hipotecación de bienes raíces, solo alcanzaba al acto
constitutivo de la obligació n hipotecaria; pero sin trascendencia algun a sobre los
actos posteriores de los contrata ntes, los que podían prescindir en e llos de esa
prohibición de la ley para disponer válidamente, aun por adjud icac ión hecha a l
acreedor, de la cosa hipotecada; conse ntimi en to mutuo que en el caso de esta litis
se habría manifestado por la petición de adjudicación h echa por el Banco y por la
fa lta de reclamación del ejecutado Ovalle Barros;
"2 1. Que ambas conclusiones son igualmente erróneas y violatorias de la ley y para
demostrarlo respecto de la primera, basta recordar aquí los términos claros y pre-
cisos en que está concebido el certificado de fs. 53 vta., única dil igencia procesal
que da fe de lo ocurrido en orden al remate y a la adjudicación del fundo 'San
Eloi' y única que h a servido también de base a los fundamentos de los jueces del
fundo sobre este punto. En efecto, la diligencia indicada dice a la letra como
sigu e, según ya se anotó en el considerando primero de este fallo, al consignar los
hechos de la causa: 'Certifico: que no tuvo lugar e l remate decretado por fa lta de
postores; la parte del Banco pidió que se adjudicara a su representante la propie-
dad por el mínimum fuado , a lo que el juzgado acced ió';
"22. Que, en consec uencia, si no hubo remate por falta de postores; como lo
certifica el ministro de fe q ue autorizó el acto, es físicamente imposible que hu-
biera habido posturas y al declarar otra cosa, la sala sentenciadora, o al dar e l
mérito y eficacia legal de una postura hecha en remate a la solic itud de adjudica-
ción, producida por el Banco después de la hora señalada para dicho acto, fa lló
contra el mét-ito del proceso y violó los artículos 2397 y 2424 del Código C ivil ,
aceptando como válida la adjudicac ió n del predio embargado, hecha al acreedor
hipotecario a falta de postura admisible y si n que previamente hubiera sido apre-
ciado por peritos;
"23. Que la conside ración que e l tribunal form ula en el 11 º fundamento de su
se ntencia, de que el procedimiento adoptado para la adjudicación del fundo 'guar-
da los intereses del d eudor con las mismas ventajas de la licitación pública y se
armoniza con los ténninos de l artícu lo 2397 del Cód igo citado', no es atendible,
por cuanto ese precepto contiene una disposición prohibitiva y el artículo 10 del
mismo Código declara que los actos que la ley prohíbe son nulos, y ag rega el
artículo 11 , que 'cuando la ley declara nulo algún acto, con e l fin expreso o tácito
de precaver un fraude , o ele proveer a algún objeto de conveniencia pública o
privada, no se dejará ele aplicar la ley aunque se pruebe q ue el acto que ella anula
no ha sido fraudu lento o contrario al fin de la ley';
76
FORMA Y REQUISITOS EXTERNOS DEL CONTRATO DE VENTA
"24. Que la segunda conclusión jurídica de los jueces del fondo, o sea la marcada
más arriba con la letra B, es tan errónea e inaceptable como la que se ha examina-
do en los considerandos precedentes, no sólo porque lo dispuesto en los artículos
2397 y 2424 del Código Civil son cosas que corresponden a la naturaleza del con-
trato real de hipoteca, y se entienden pertenecerle durante toda su vigencia, aun
sin necesidad de cláusula especial, sino porque 'los contratos deben ejecutarse de
buena fe, y por consiguiente, obligan no sólo a lo que en ellos se expresa, sino a
todas las cosas que emanan precisamente de la naturaleza de la obligación o que
por la ley o la costumbre pertenecen a ella', como textualmente lo prescribe el
artículo 1546 del Código tantas veces citado;
"25. Que, de consiguiente, todos los derechos que el contrato de hipoteca con-
fiere al acreedor hipotecario y todas las obligaciones que a virtud del mismo
pacto contrae el deudor, deben ejercerse y cumplirse hasta su solución definiti-
va, con estricta sujeción a las disposiciones que lo rigen, sin que sea lícito a
ninguna de las partes modificarlas o suspenderlas, sino en los casos expresamen-
te determinados por la ley;
"26. Que la deducción a joTliori que la sala sentenciadora pretende sacar de que
en el supuesto de no interpretarse como ella quiere el artículo 2397 del Código
Civil, sería imposible que el deudor pudiera disponer de la cosa hipotecada en
otra forma que la del remate o de la adjudicación en pago, es inexacta en dere-
cho, por cuanto ese precepto no impide que el deudor hipotecario pueda dispo-
ner libremente de su cosa por todos los medios indicados en las leyes, y el acree-
dor adquirirla, con tal sólo que no sea para cumplir con el contrato de hipoteca
celebrado entre ambos;
"27. Que siendo de orden público los mandatos prohibitivos de la ley y habiendo
además objeto ilícito en todo acto o contrato en que se incurra en tales prohibi-
ciones, la adjudicación, sin tasación previa del fundo hipotecado, hecha en favor
del Banco Garantizador, a falta de postura admisible, es nula de pleno derecho y
!ajusticia no pudo decretarla, aun cuando la falta de oposición del deudor pudie-
ra significar su consentimiento".1
74. e) VENTA DE TERRENOS DE INDÍGENAS. Estas ventas se reglan por las leyes
de 4 de diciembre de 1866 y de 4 de agosto de 1874. Según ellas, los
particulares no pueden adquirir los terrenos de indígenas situados dentro
de territorio indígena sino cuando el enajenante tenga título escrito y re-
gistrado competentemente. Sólo así pueden venderse esos terrenos y en
tal caso la venta se ajustará a las disposiciones del decreto de 14 de marzo
de 1853. Diversas leyes posteriores han ampliado y restringido los límites
de lo que debe entenderse por territorio indígena para este efecto, como
igualmente, hay varias otras que han prorrogado esa prohibición de diez
en diez años hasta el año 1923. 2
Garantizador de Valores . Véase en el mismo sentido y del mismo Tribunal: Revista de De-re-
cho y jurisprudencia, tomo Vll, sec. 1•, pág. 304.
2 Leyes de 15 de julio de 1869, de 13 de octubre de 1875, de 9 de diciembre de 1877,
77
DE LA COMPRAVENTA Y DE LA PROMESA DE VENTA
2º SOLEMNIDADES VOLUNTARIAS
76. Las solemnidades voluntarias, como dijimos, son aquellas que estable-
cen las partes y de cuyo cumplimiento suelen hacer depender la existencia
o validez del contrato de venta. La ley las acepta fundada en el principio
de que los contratantes son libres para estipular cuanto se les antoje con
tal que no se contravenga a las leyes, al orden público ni a las buenas
costumbres. La convención que crea dichas solemnidades no contravie-
nen ni a unas ni a otras.
Estas pueden acompañar tanto al contrato de venta solemne como al
no solemne; eso sí que en el primer caso, la escritura pública y las demás
solemnidades que establezca la ley no pueden faltar de ninguna manera.
En esta especie de venta, las solemnidades voluntarias se cumplirán a más
de las legales, desde que sin ellas no existiría. En el segundo caso, sí que
sólo deben otorgarse las primeras, porque el contrato, desde que es con-
sensual, no requiere para su perfeccionamiento ninguna formalidad legal.
Difícil será que se presente en la práctica el primero de los casos enun-
ciados, por cuanto la solemnidad más frecuente que las partes convienen
en agregar a la venta es la escritura pública o privada; y como aquélla debe
acompañar siempre a la venta solemne, resulta que ni una ni otra podrán
agregársele con el carácter de tal, la primera porque, aun sin convenio de
las partes, debe concurrir en el contrato y la segunda, porque otorgándose
escritura pública es innecesario otorgar la escritura privada. En tales con-
tratos, las solemnidades voluntarias consistirán en otros actos o formalida-
des que no sean algunas de las mencionadas.
Desde que la ley no ha limitado la facultad de las partes en lo relativo a
las solemnidades que pueden agregar al contrato de venta, es lógico acep-
tar que pueden consistir en cualquier acto externo que no sean de los
prohibidos por ella.
1
Sentencia 77, pág. 51, Gaceta 1880; sentencia 1.772, pág. 387, Gaceta 1888, tomo II;
ambas de la Corte de Apelaciones de Concepción; Revista de Derecho y Jurisprudencia, tomo
VI, sec. 2ª, pág. 33 de la Corte de Valdivia.
2 Sentencia 877, pág. 202, Gaceta 19ll, tomo II de la Corte de Concepción; sentencia
78
FORMA Y REQUISITOS EXTERNOS DEL CONTRATO DE VENTA
78. El artículo 1802 tantas veces citado dispone lo siguiente: "Si los contra-
tantes estipulan que la venta de otras cosas que las enumeradas en el inciso 2º del
artículo precedente no se repute perfecta hasta el otorgamiento de escritura pública o
privada, podrá cualquiera de las partes retractarse mientras no se otorgue la escritu-
ra o no haya principiado la entrega de la cosa vendida".
1
Sentencia 490, pág. 719, Gaceta 1908, tomo l.
2 Sentencia 404, pág. 257, Gaceta 1880.
79
DE LA COMPRAVENTA Y DE LA PROMESA DE VENTA
79. De lo expuesto resulta que la venta, cuando las partes han estipulado
que deba otorgarse por escritura pública o privada, es un contrato solem-
ne, cuya perfección depende, salvo el caso ya mencionado de ratificación
tácita, del otorgamiento de dicha escritura. Teniendo tal carácter, es claro
que no existe en tanto ésta no se otorgue; habrá sólo un proyecto de con-
trato, habrá actos que suponen los preliminares del mismo; pero de nin-
guna manera, existirá vínculo jurídico, ya que éste sólo nace con el
cumplimiento de dicha solemnidad. Participa, pues, la solemnidad men-
cionada del carácter de requisito generador del contrato.
Sin embargo, no faltan autores que creen que la escritura, en el caso
que ahora estudiamos, es una mera condición suspensiva de cuya realiza-
ción depende la existencia misma del contrato. Los que así piensan se
1 LAURENT, 24 núm. 129, pág. 134; BAUDRY-LAO\NTINERIE, De la vente, núm . 186, pág. 195;
Hu c , núm. 2, pág. 7; FuZIER-HERMAN, tomo 36, Vente, núm. 883, pág. 954.
2 Sentencia 2.276, pág. 939 , Gaceta 1878 (considerando 5º).
80
FORMA Y REQUISITOS EXTERNOS DEL CONTRATO DE VENTA
81
DE LA COMPRAVENTA Y DE LA PROMESA DE VENTA
82
FORMA Y REQUISITOS EXTERNOS DEL CONTRAT O DE VENTA
80. Diverso es el caso en que éstas hayan estipulado que la escritura públi-
ca o privada no tenga el carácter de requisito esencial para la existencia
del contrato, sino el de un medio probatorio, es decir de una formalidad
que debe llenarse más tarde sin que su omisión acarree la inexistencia o
nulidad de aquél. Este caso no lo contempla expresamente nuestro Códi-
go, pero ello no obsta para que tal cláusula no sea válida si se estipula,
desde que no es contraria a la ley. Además el artículo 1545 declara que
toda estipulación lícita contenida en un contrato es una ley para los con-
tratantes.
Cuando las partes han celebrado un contrato de venta, sea verbal pro-
metiendo reducirlo después a escritura pública o privada, sea por escritura
privada prometiendo otorgar más tarde la escritura pública, el contrato
83
DE LA COMPRAVENTA Y DE LA PROMESA DE VENTA
81. La diferencia principal que existe entre esta estipulación y la que esta-
blece el artículo 1802, consiste en que cuando las partes dan a la escritura
el carácter de solemnidad generadora del contrato, como ocurre en este
segundo caso, éste no existe en tanto no se otorgue aquélla y por consi-
guiente, ninguna de las partes puede exigir su cumplimiento y cualquiera
de ellas puede retractarse sin estar obligada a indemnización de ninguna
especie; mientras que en el primero, el contrato, como decía Portalis, "no
es un simple proyecto, se promete agregarle una solemnidad más eficaz,
pero el fondo del contrato queda siempre independiente de esa forma. Se
puede realizar o no la promesa que se ha manifestado en orden a dar
mayor publicidad a la convención, sin que por ello se altere la sustancia de
las obligaciones contraídas". 5
La diferencia es, pues, esencial. En el caso del artículo 1802 sólo hay
contrato desde que se otorga la escritura; en el otro, desde que hay acuer-
do en la cosa y en el precio y ésta no es sino una mera formalidad destina-
da a crear un medio de prueba, pero de cuyo otorgamiento no depende,
en absoluto, su existencia.
Además, en el caso del artículo 1802, mientras no·se otorgue la escritu-
ra cualquiera de las partes puede retractarse, desde que aún no hay con-
trato. Esta facultad no la tienen en el otro por la sencilla razón de que el
contrato ya está perfecto.
84
FORMA Y REQUISITOS EXTERNOS DEL CONTRATO DE VENTA
85
DE LA COMPRAVENTA Y DE LA PROMESA DE VENTA
te decir unas pocas palabras acerca de la forma externa de esta venta. Aun
cuando en ella concurren todos los requisitos de este contrato, la ley le ha
dado, sin embargo, una denominación especial y ha hecho del mismo un
contrato diverso del de compraventa. Lo ha denominado cesión de derechos
y lo reglamenta no en el título de esta última sino en el siguiente que
titula "De la cesión de derechos". De modo que el nombre de compraventa se
reserva únicamente para la venta de bienes corporales. De ahí que, en
realidad, su estudio no tenga cabida dentro del que ahora hacemos y si
hemos estimado conveniente referirnos a su forma externa, es solo para
dar una idea más o menos completa de las solemnidades que el contrato
de venta puede adoptar en sus diversos aspectos.
La cesión de derechos propiamente tal comprende solamente la venta
de los créditos personales, de los derechos litigiosos y de una sucesión
hereditaria. No comprende la cesión de derechos reales de que ya nos
ocupamos. Y aun entre los derechos a que se refiere este contrato, solo se
rigen por las disposiciones de este título, en lo referente a sus solemnida-
des, la de ciertos créditos personales y la de los derechos litigiosos, porque
la relativa a un derecho hereditario debe hacerse, como vimos, por escri-
tura pública.
86
FORMA Y REQUISITOS EXTERNOS DEL CONTRATO DE VENTA
88. Se llaman arras la suma de dinero y otra cosa mueble cualquiera que
una de las partes da a la otra en el momento de la conclusión del contra-
to.2 Pueden darse tanto en el contrato de venta solemne, como en el con-
sensual, según se desprende de los artículos 1804 y 1805 del Código Civil. 3
1 BAUDRY-LACANTINE RJE, De la vente, núm. 758, págs. 803 y 804, núm. 765, pág. 809.
2 PLANIOL, II, núm. 1.387, pág. 467.
3 Sentencia 1.822, pág. 817, Gaceta 1875.
87
DE LA COMPRAVENTA Y DE LA PROMESA DE VENTA
89. El origen de las arras data del Derecho romano. Fueron los romanos
quienes les dieron los dos caracteres o significaciones diversas que pueden
tener y que les reconoce nuestro Código.
En un principio tuvieron por objeto servir de señal o prueba de la
conclusión del contrato y consistían en cierta suma de dinero o en otro
objeto mueble que, ordinariamente, era un anillo (annulus) . "La suma así
dada a título de arras por el comprador, dice Ortolan, era como una parte
entregada a cuenta del precio convenido, de tal manera que ya no le que-
daría sino que pagar el resto." 3 Las arras eran, por lo tanto, una prueba de
que el contrato se había perfeccionado y de aquí por qué en tiempo de los
romanos y aun hoy, se las define como la suma u objeto que una de las
partes da a la otra en el momento de perfeccionarse la venta como prueba
de su celebración. Aunque servían para probar su conclusión definitiva,
no eran, sin embargo, necesarias para su validez, pues era válida aun sin
ellas . De aquí se desprende que fueron entre los romanos -como lo son
hoy también- una formalidad probatoria del contrato de venta pero no
generadora del mismo. Este carácter de las arras se manifiesta en una sen-
tencia de Gayo en que, comentando al Edicto Provincial, decía: "Quod
saepe arrhae nomine pro emtione datur, non es pertinet, quasi sine arrha conventio
nihil proficiat; sedut evidentius probari possit convenisse de pretio ". 4
Y conservaron este aspecto de medio probatorio del contrato hasta los
tiempos de Justiniano.
88
FORMA Y REQUISITOS EXTERNOS DEL CONTRATO DE VENTA
91. Este doble objeto que tuvieron las arras, servir como prueba de la
celebración del contrato y como un medio de retractación, fue acogido
por la legislación española que en la ley 7ª, título V de la Partida V repro-
dujo textualmente el principio consignado en las Institutas de Justiniano.
Dice esa ley: "Señal dan los omes unos a otros en las compras, e acaesse
despues que se arrepiente alguno. E por ende dezimos, que si el compra-
dor se arrepiente, despues que da señal, que la dcue perder. Mas si el
vendedor se arrepiente, despues deue tomar la sei'íal doblada al compra-
dor, e non valdra despues la uendida. Pero si quando el comprador dio la
señal, dixo assi: que la daua por señal e por parte del precio, o por otorga-
miento, estonce non se puede arrepentir ninguno dellos, ni desfazer la
vendida que non vala".
Reconoce, pues, esa disposición el doble carácter de las arras: ser
una facultad de retractación y ser un medio de prueba de la celebra-
ción del contrato. Por lo demás, reproduce la misma doctrina, pero
exactamente la misma del Derecho romano. Citamos el texto de las
Siete Partidas, porque para nosotros tiene importancia histórica, desde
que de ahí fueron tomada las disposiciones que sobre esta materia esta-
blece nuestro Código.
1 RUBEN DE COUDER, Il, pág. 83; TROPLONG, 1, núm. 138, pág. 167; GUILLOUARD, !, núm.
22, pág. 35 .
89
DE LA COMPRAVENTA Y DE LA PROMESA DE VE NTA
trario, habilitan a las partes para poder retractarse del mismo. 1 A las arras
bajo este aspecto las denominaremos arras-señal, porque, en realidad, son
entregadas como seii.al de que el contrato puede llegar a celebrarse.
En cambio, en e l artícu lo 1805 se presenta como un medio probato-
rio de la celebración del contrato; en este caso las arras son una prueba
de que éste se celebró y como tal, forman parte del precio o, mejor
dicho, del contrato mismo. Por esta razón, las llamaremos arras-prueba
o parte de precio. 2
Tal es la situación jurídica de las arras en nuestro Código y en su derre-
dor giran las disposiciones legales que las reglamentan. De aquí que la
definición que de ella hemos dado no guarde perfecta armonía con el
verdadero carácter que tienen en nuestro Derecho:
Dentro de las disposiciones citadas, las arras pueden definirse como la
suma de dinero u otra cosa mueble que una de las partes da a la otra,
como garantía de la celebración del contrato para reservarse el derecho
de retractarse del mismo durante ese tiempo o como prueba de que éste
se ha celebrado definitivamente .
93. De los preceptos legales que rigen la materia de las arras en el Código
Civil se desprende que la regla general es darles el carácter de una seii.al,
es decir, siempre que se dan arras, si nada se dice sobre su alcance, se
entiende que confieren a las partes la facultad de retractarse del contrato.
Es la misma regla del Derecho romano.
Sólo por excepción tienen entre nosotros el carácter de un medio de
prueba de la celebración del contrato. Esto ocurre cuando las partes han
convenido expresamente y por escrito en darlas como parte de precio o como
medio de prueba. De no hacerse así, presume de derecho que las arras se
han dado como un medio de retractarse. No se puede, pues, presentar en
nuestra legislación la duda de saber cuándo las arras son una cosa o son
otra, ni queda tampoco esta determinación al arbitrio de los jueces, como
• ocurre en e l Derecho francés. 3 El Código da reglas f~as e invariables para
saber cuándo son un medio de retractación y cuándo un medio de prue-
ba. Tienen este último alcance siempre que reúnan ciertos requisitos taxa-
tivamente enumerados por la ley; a falta de e llos, se presume que las arras
son un medio de retractarse.
94. Debe tenerse presente al estudiar las arras que sólo se les aplican las
disposiciones citadas siempre que hayan sido entregadas efectivamente, es
1
BAUDRY-l.ACANTINER!E, De la vente, núm. 79, pág. 58; l.AURENT, tomo 24, núm. 26, pág.
37; GUILLOUARD , l , núm. 21, pág. 34; HUC, X, núm. 33, pág. 53; TROPLONG , 1, núm. 141,
pág. 179; MARCADÉ, VI, pág. 179; PLANIOL, Il , núm . 1339, pág. 467; POTHIER, III , núm. 497,
pág. 196.
2 BAUDRY-LI\CANTINER!E, De la vente, núm. 79, pág. 58; l.AURENT, tomo 24, núm . 26, pág. 37;
GUILLOUARD, l , núm . 21, pág. 34; POTHIER, III, núm. 505, pág. 197; MARCADÉ, VI, pág. 180.
3 GUILLOUARD , l, núm . 21, pág. 35; l.AURENT, 24, núm. 28, pág. 39.
90
FORN!A Y REQUISITOS EXTERNOS DEL CONTRATO DE VENTA
95. El artículo 1803 se ocupa de las arras-señal, esto es, de las que se entre-
gan con el objeto de reservar a las partes el derecho de retractarse del
contrato. Así, por ejemplo, serían de esta especie las arras que A diera a B
como garantía de la compra de un caballo que éste le venderá sin agregar
nada más, pues el hecho que se den hace presumir la facultad de retrac-
tarse, desde que para que así no suceda es menester que concurran otros
requisitos.
Dice este artículo: "Si se vende con arras, esto es, dando una cosa en prenda
de la celebración o ejecución del contrato, se entiende que cada uno de los contratan-
tes podrá retractarse; el que ha dado las arras, perdiéndolas; y el que las ha recibido,
restituyéndolas dobladas".
91
DE LA COMPRAVENTA Y DE LA PROMESA DE VENTA
98. ¿Qué efectos producen las arras en el caso del artículo 1803? ¿Se per-
fecciona el contrato desde que se entregan las arras o éste no nace aún?
He aquí una cuestión muy discutida entre los autores. Dos opiniones hay
al respecto. Según unos, y entre ellos Guillouard 1 y Colmet de Santerre,
las arras dan a la venta el carácter de un contrato perfecto bajo condición
resolutoria; aquella se perfecciona y produce inmediatamente todos sus
efectos, pero se resolverá si una de las partes quiere servirse del derecho
que las arras le confieren.
Según otros, entre los cuales figuran Baudry-Lacantinerie, 2 Troplong3
y Duvergier, las arras dadas en este carácter impiden que los efectos del
contrato se produzcan inmediatamente, es decir, el contrato aún no está
perfecto. Creemos que dentro de la disposición del citado artículo 1803
esta es la única solución aceptable.
En efecto, las partes, por el solo hecho de dar las arras sin estipular
nada sobre el particular, adquieren la facultad de retractarse del contrato.
Este es el efecto primordial y único que producen al entregarse, de tal
modo que un contrato que habría producido todos sus efectos y que ha-
bría sido exigible desde el primer momento, si no se hubiera celebrado
con arras, no produce tales efectos ni se reputa perfecto si en él intervie-
nen aquellas.
Es indudable que si las partes pueden retractarse perdiendo las arras,
naturalmente, aquél no produce ningún efecto, ya que su existencia está en
suspenso. Su vida jurídica y su celebración dependen del hecho de que
aquellas no retiren su consentimiento, de que no se retracten. Este hecho es
futuro e incierto, pues no se sabe si se realizará o no. Reúne, en consecuen-
cia, el carácter de una condición. ¿Qué clase de condición es ese hecho? Si
fuera resolutoria, se retrotraerían las cosas a su estado anterior debiendo
devolverse las arras. Por otra parte, si tuviera ese carácter, los riesgos de la
cosa vendida serían de cargo del comprador desde el día del convenio, puesto
que un contrato celebrado bajo esa condición produce desde el principio
sus efectos. Esto no ocurre en la venta con arras que ahora estudiamos, pues
los riesgos son a cargo del comprador sólo una vez que vence el término
fijado por la ley o por las partes para retractarse sin que hayan ejercitado esa
facultad, es decir cuando se perfecciona definitivamente el contrato.
No siendo resolutoria la condición tiene que ser suspensiva y en reali-
dad el contrato está sujeto a una condición suspensiva negativa, pues si
alguna de las partes retira el consentimiento o se retracta, esa condición,
que consistía en no retirarlo o no retractarse, se habrá cumplido lo que
hará que el contrato no exista. Ahora, si la condición no se cumple, es
decir, si no se retira el consentimiento o no se retracta alguna parte, la
condición ha fallado y el contrato comienza a producir sus efectos, que se
retrotraen a la fecha de la convención.
92
FORMA Y REQUISITOS EXTERNOS DEL CONTRATO DE VENTA
99. La suerte que corren las arras dadas como garantía o señal de la cele-
bración d el contrato es diversa segú n sea que el contrato se cum pla o no,
es d ecir según sea que las partes se hayan o no retractado.
1 MARCADÉ, V1 , pág. 180; POTHIER, liT , núm . 503, pág. 197; BAUDRY-LACANTINERJ E, núm .
82, pág. 62.
2 Digesto, libro XIX, De actionibus emti i venditi, título I, párrafo II, ley 6.
3 Sentencia 341, pág. 203, Gaceta 1892, tomo I.
4
1ll, núm. 502, pág. 197.
93
DE LA COMPRAVENTA Y DE LA PROMESA DE VENTA
102. ¿Si uno de los contratantes se retractara haciendo uso de este dere-
cho, podría el otro exigir indemnización de perjuicios a más o en cambio
de la pérdida de las arras? Creemos que la negativa se impone.
Claro está que si las partes han estipulado otra indemnización a más o
en cambio de las arras, esa nueva indemnización se deberá también y será
exigible ya que su voluntad es ley y además la disposición del artículo 1803
no es de orden público ni afecta a terceros, de modo que pueden derogar-
la o modificarla. Sólo sienta una regla general que se aplicará siempre que
no se estipule nada al respecto.
Pero si nada han dicho las partes, el otro contratante no podría exigir
al que se retractó otra pena que la pérdida de las arras, porque es el efecto
propio de ellas, de modo que al estipularse éstas queda subentendido que
si uno de los contratantes se retracta, sólo perderá dichas arras, renuncián-
dose al mismo tiempo a toda otra acción de petjuicios. Esto es lógico,
porque, como dice Pothier "habiendo fuado la ley los daños y perjuicios
que resultan de la inejecución de la obligación del comprador sólo a la
pérdida de las arras de parte de éste y a la restitución de las mismas dobla-
das de parte del vendedor, los contratantes no pueden pretender otra in-
demnización al dar o al recibir las arras; deben contentarse con esta especie
de indemnización y entienden renunciar a toda otra". 1
103. Si una de las partes se retracta del contrato ¿podría la otra exigir su
cumplimiento? En ningún caso, porque el hecho de dar las arras implica
el derecho de retractarse, de manera que al desistirse del contrato no ha
hecho sino usar una facultad o un derecho que le acuerda la ley y cuyo
ejercicio tiene como única sanción la pérdida de aquellas . Tal exigencia
sería imposible desde que el contrato no existiría, puesto que las partes no
se ligaron definitivamente sino bajo una condición suspensiva negativa.
Como ésta se cumplió, el contrato queda en nada: no hubo consentimien-
to, ni acuerdo alguno y, por lo tanto, no puede exigirse el cumplimiento
de algo que no existe ni de una obligación que no se contrajo. Las partes
pactaron las obligaciones de dar la cosa y de pagar el precio bajo la condi-
ción de cumplirlas siempre que no se arrepintieran antes de cierta época.
Luego, si en ese tiempo se arrepintieron y retiraron su consentimiento, la
obligación se extinguió, porque se cumplió la condición de que dependía
su validez. Habrá derecho únicamente para retener las arras o para exigir-
las dobladas, que es el efecto propio de la retractación.
104. Dijimos también que el contrato puede no celebrarse por otra causa
que no sea la retractación de las partes. En efecto, puede ocurrir que los
contratantes de común acuerdo convengan en dejarlo sin efecto o que la
cosa objeto del mismo haya parecido por caso fortuito o que se haya modi-
ficado o alterado considerablemente. En todos estos casos el contrato no
se celebra, no por la retractación de una de las partes, sino por otras cau-
94
FORMA Y REQUISITOS EXTERNOS DELCO TRATO DE VENTA
105. ¿En qué plazo pueden retractarse las partes? o mejor dicho ¿Cuánto
tiempo dura la facultad que tienen para retractarse del contrato? El artícu-
lo 1804 resuelve la cuestión.
Dice: "Si los contratantes no hubieren fzjado plazo dentro del cual pueden re-
tractarse perdiendo las arras, no habrá lugar a la retmctación después de los dos
meses subsiguientes a la convención, ni después de otorgada la escritura pública de
venta o de principiada la entrega".
Según este artículo el plazo que las partes tienen para poder retractar-
se es legal o convencional. Es legal cuando lo fija la ley. Este plazo dura
dos meses y va subentendido en las arras siempre que las partes no estipu-
len nada a l respecto. El plazo convencional es el fúado por los contratan-
tes y su duración es por el tiempo que éstos sói.alen.
Por consiguiente, aque llas pueden retractarse del contrato dentro de
los meses subsiguientes a la convención o dentro del plazo que fúaren. Si
venciere el señalado para este objeto o transcurrieren esos dos meses sin
que las partes hayan ejercitado su derecho, el contrato queda irrevocable-
mente celebrado.
El consentimiento que se había dado bajo la reserva de poder retractar-
se se ha otorgado, ahora, definitivamente por el transcurso de esos plazos.
106. El término legal puede también ser de más corta duración que la indi-
cada. Ello ocurre cuando se ha otorgado la escritura pública de la venta o se
ha principiado la entrega de la cosa vendida. Estos hechos importan el cum-
plimiento de la convención y es evidente que si las partes ejecutan volun ta-
riamente lo convenido, quiere decir "que renuncian a la facultad de romperla
por un retracto, y dan definitivamente el consentimiento que aún no ha-
bían dado sino bajo la reserva del derecho de retirarlo". 2
Naturalmente estos actos impiden la retractación de las partes si se
ejecutan antes de transcurrir los dos meses indicados, porque una vez que
transcurran, aunque no se otorgue la escritura ni se principie la entrega
de la cosa, el contrato queda perfecto y no pueden retractarse, puesto
que, a falta de estipulación al respecto, la facultad de retractación dura ese
plazo.
107. En un caso, sin embargo, podrían las partes conservar la facu ltad de
retractarse hasta el otorgamiento de la escritura o hasta la entrega de la
cosa, aun después de transcurridos esos dos meses . Esto ocurriría cuando
1 Véase POTHIER, III, núm . 503, pág. 197; BA UDRY-L'-\CANTIN ERI E, núm . 83, pág. 62; MAR-
CA DÉ, VI, pág. 180.
~ BAUDRY-l.ACANTINERIE, núm. 81 , pág. 61; GU ILLO UARD , 1, núm. 24, pág. 37.
95
DE LA COMPRAVENTA Y DE LA PROMESA DE VENTA
108. De manera, que cuando la ley dice que las partes no pueden retrac-
tarse una vez otorgada la escritura o principiada la entrega, se ha referido
al caso en que no hayan señalado un plazo para retractarse, en el cual éste
dura dos meses, según se ha dicho. Transcurrido ese tiempo aunque no se
ejecuten estos hechos el contrato queda perfecto y produce todos sus efec-
tos, perdiendo las partes esa facultad. Según esto, ellos ponen término al
derecho de retractarse si se verifican antes de vencidos los dos meses seña-
lados; si ocurren después, no influyen en nada. En una palabra, la ejecu-
ción voluntaria del contrato acorta el plazo que la ley fija para la retractación
de las partes; pero no lo alarga. Y es natural que así suceda, pues el objeto
de la ley ha sido señalar un término para evitar la duda en que se encuen-
tran los contratantes acerca de si aquel va o no a celebrarse. Si se realiza,
la duda desaparece, puesto que las partes ya no pueden dejarlo sin efecto.
En cambio, si la ejecución del contrato alargara el plazo f~ado por la
ley, éste habría sido inútil, desde que de todos modos, sea que venciera o
no, las partes podrían siempre retractarse.
96
FORMA Y REQUISITOS EXTERNOS DEL CONTRATO DE VENTA
esta razón, si la venta que se celebra con arras es de aquellas que requie-
ren escritura pública, las partes conservan siempre, no obstante cualquiera
estipulación en contrario, la facultad de retractarse hasta su otorgamiento;
la pierden únicamente cuando se otorga ese documento.
Lo dicho se aplica también en todas sus partes a las ventas solemnes
por voluntad de las partes quienes, como dice el artículo 1802, pueden
retractarse mientras no se otorgue la escritura pública. La diferencia de
este caso con el anterior estaría en que si las partes dan cumplimiento al
contrato, aunque no otorguen esa escritura, perderían por aquel hecho
esa facultad, puesto que esto significaría la supresión de aquella por su
acuerdo tácito y como no era necesaria, según la ley, para su formación
resulta que quedó pe rfecto por ese hecho. En cambio, si el contrato de
venta es solemne por disposición de la ley, la facultad de retractarse dura
hasta el otorgamiento de la escritura sin que jamás se extinga con la entre-
ga de la cosa.
Excusado creemos decir que tanto en uno como en otro caso, la re-
tractación, según el artículo 1803, acarrea la pérdida de las arras. Así lo ha
declarado también la Corte de Apelaciones de Santiago. 1
97
DE LA COMPRAVENTA Y DE LA PROMESA DE VENTA
111. ¿Habría acción en este caso para exigir la entrega de las arras? Cree-
mos que sí, porque todo contrato legalmente celebrado es ley para los
·contratantes y aunque el contrato en que se estipularon no tenía existen-
cia jurídica, hubo convenio sobre ellas; convenio que tiene vida propia,
desde que produce efectos que le son propios.
98
FORMA Y REQUISITOS EXTERNOS DEL CONTRATO DE VEl'HA
expresamente que al dar las arras lo hacen como señal de quedar conveni-
das o como parte de precio; y 2º Que esa intención conste por escrito.
Sería un ejemplo de arras dadas como parte de precio, el siguiente: en
el contrato de venta de un caballo se hace constar por escrito que el ven-
dedor ha entregado al comprador a cuenta del precio o como señal de
quedar convenidos la suma de $ 1OO.
116. En la única ocasión en que las arras entregadas como señal de quedar
convenidos los contratantes o como parte de precio, no dan constancia de haber-
se perfeccionado el contrato es cuando la venta es un contrato solemne,
como lo dice expresamente el artículo 1805. Esta venta se perfecciona por
el otorgamiento de la escritura pública y no existe mientras no se otorgue.
Si las arras dieran constancia aun en este caso de haberse perfeccionado el
contrato, se violaría el inciso 2º del artículo 1801, pues la venta solemne se
1
Sentencia 1.632, pág. 1209, Gaceta 1895, tomo I (considerando 3º ).
2 Sentencia 2.302, pág. 1267, Gaceta 1883 (considerandos 1º )' 4º ).
3 POTHIER, III, núm. 507, pág. 198.
4
Revista de Derecho y jurisprudencia, tomo III , sec. 1ª,pág. 449; sentencia 2.302, pág. 1267,
Gaceta 1883; sentencia 1.632, pág. 1209, Gaceta 1895, tomo I (considerando 3º); sentencia
4.393, pág. 197, Gaceta 1897, tomo IIl (considerando 4º).
99
DE LA COMPRAVENTA Y DE LA PROMESA DE VENTA
119. A pesar que la redacción del artículo 1805 pareciera indicar que las
arras son las que perfeccionan el contrato de venta, debe observarse que
no es ese el valor jurídico que en realidad tienen. Las arras no son, en este
caso, un requisito generador de ese contrato, éste no se perfecciona por
su entrega, como parece desprenderse del mencionado artículo que habla
de que "la venta queda perfecta por esa entrega".
El contrato se celebra por el acuerdo de voluntades en la cosa y en el
precio; de modo que las arras tienden únicamente a probar un hecho ya
realizado, hecho que consiste en la celebración de aquel. Las arras no son,
pues, como dice Pothier, un requisito esencial del contrato de tal modo
que no existe sin ellas. 2
La prueba más evidente de lo que venimos diciendo la encontramos
en el mismo artículo 1805 que habla de arras que se dan como parte de
precio o como señal de 1quedar convenidas las partes. En efecto, para que
puedan darse como pa~te de precio, es menester que el contrato se haya
perfeccionado, porque de otro modo no hay precio.
100
FORMA Y REQU ISITOS EXTERNOS DEL CONTRATO DE VE1,HA
120. ¿Qué suerte corren las arras que se dan como prueba del contrato?
Aquí no hay que distinguir como en el caso anterior, si éste se cumple o
no puesto que tendrá que cumplirse necesariamente ya que se perfeccio-
nó desde e l primer mome nto y sin es tar sujeto a ninguna condición.
En consecuencia, una vez cumplido el contrato, las arras si consisten
en dinero, se imputan al precio; y si consisten en algún obj e to, o se impu-
tan a aqu e l si así convinieren las partes asignándoles un dete rminado valor
o se d evuelven, un a vez p agado todo el precio. 1 Si el que ha recibido las
arras no quiere restituirlas, el que las dio tendría acc ión para exigir su
devolución.
121. Dado caso que una de las partes se negare a ejecutar el contrato, la
otra, como dijimos, podría exigir su cumplimiento o su resolución, puesto
que se halla perfecto y puede, por lo tanto, dar origen a esas acciones. Eso
sí que en este evento, el que recibió las arras estaría obligado a restituirlas,
a menos que consistieran en dinero, pues entonces podrían imputarse al
precio o a los perjuicios que el demandado adeudare, según el caso. Pero
en ningún caso las perdería ni estaría obligado a devolverlas dobladas,
porque no son una pena establecida para la retractación, sino un medio
de prueba del contrato, que se rige por reglas distintas de las establecidas
para aquellas. 2
Así lo han resuelto también varias sentencias que, en caso de inejecu-
ción del contrato, ordenan la restitución de las arras. 3
1
III, núm. 506, pág. 197.
POTI-l!ER,
2 POTI-IIER,
III, núm. 508, pág. 199.
3
Sentencia 2.302, pág. 1267, Gaceta 1883; sentencia 1.632, pág. 1209, Gace ta 1895,
tomo I; sentencia 4.393, pág. 197, Gaceta 1897, tomo III.
101
DE LA COMPRAVENTA Y DE LA PROMESA DE VENTA
do por escrito que ese ''pie de compra" fue pagado como parte de precio, las
Cortes de Apelaciones de Valparaíso y de Santiago han declarado que im-
porta una verdadera estipulación de arras de las que menciona el artículo
1805. 1 Es claro que si el ''pie de compra" no consta con arreglo a la ley
equivaldrá a las arras del artículo 1803, pues esa frase en sí nada significa.
1
Sentencia 2.302, pág. 1267, Gaceta 1883; sentencia 4.393, pág. 197, Gaceta 1897,
tomo III .
102
FORMA Y REQUISITOS EXTERNOS DEL CONTRATO DE VENTA
103
DE LA COMPRAVENTA Y DE LA PROM ESA DE VENTA
126. Pocos Códigos tie nen sobre las arras una reglamentación más co m-
pleta que el nuestro, pues a más d e contemplar los dos aspectos que pue-
den prese ntar, señala los plazos en que las partes puede n retractarse cuando
se trata d e arras que se d a n con este objeto.
El Código francés contiene una sola disposición relativa a las arras , la del
artículo 1590, que es análoga a la d e nuestro artículo 1803. Aquel se ocupa
únicamente de las arras como un medio de retractación, dejando a la volun-
tad de las partes el señalamiento d el plazo d e ntro d el cual pueden retractar-
se, plazo que, según los autores, si nada se dice al respecto, dura hasta la
ejecución d el contrato. 1 Y lo que es aun más curioso es que dicho Código se
ocupa de las arras con relación a la promesa de venta y nada dice sobre si
tienen o no cabida e n la ve nta misma. Esto di o origen a arduas discusion es
entre los tratadistas. Algunos, como Pothier, sostienen que tal disposición
no es aplicable a la venta, porque se trata aquí de un contrato perfecto que
no admite el derecho de retractarse que sólo puede tener cabida en la pro-
mesa de venta que es un contrato en proyecto. En buenas cuentas, Pothier
acepta que las arras como medio de retractación pueden estipularse en un
contrato aún no celebrado pero no en uno ya perfeccionado. En este caso,
dice, pueden darse arras como prueba de su perfección. 2
La doctrina de Pothier has ido duramente combatida y la opinión ge-
neral entre los autores es que la disposición que establece las arras en la
promesa de venta, se aplica también a la venta ya que, según el Código
francés, aquella tiene el mismo alcance que ésta. 3
Nada dice este código sobre si las arras sirven o no como medio de
prueba de la celebración del contrato. Pero acerca de este punto todos los
comentaristas están de acuerdo en el sentido que las partes pueden darles
ese carácter. Determinar cuándo presentan este aspecto o el que señala el
artículo 1590 es un punto que queda sujeto a la apreciación de los jueces,
pues no hay en él, como en el nuestro, una disposición expresa que deter-
mine cuándo tienen uno u otro alcance . En el hecho, se dan en Francia
arras como un signo de prueba de esa celebración sobre todo en los cam-
pos, y se conocen con el nombre de épingles, pot de vin, denier a Dieu, piece. 4
El Código italiano no contiene ninguna disposición relativa a las arras.
1 BAUDRY-LACANTINERIE , De la vente, núm. 81, pág. 61; GUILLOUARD, l, núm. 24, pág. 37.
2 III , núm . 509, pág. 200.
3 BAUDRY-LACANTINERIE, De la vente, núm. 84, pág. 63; LAURENT, 24, núm. 27, pág. 38;
GUILLOUARD, I, núm. 20, pág. 33; Huc, X, núm. pág. 53; BÉDARRIDE, núm. 195, pág. 246;
MARCAOÉ, VI, pág. 180.
4
Sentencia 470, pág. 268, Gaceta 1885.
104
FORMA Y REQUISITOS EXTERNOS DEL CONTRATO DE VENTA
127. La regla general establecida por nuestro Código sobre esta cuestión
es la del artículo 1806 que dice: "Los impuestos fiscales o municipales, las
costas de la escritura y de cualesquiera otras solemnidades de la venta, serán de
cargo del vendedor, a menos de pactarse otra cosa".
Según ese artículo, si nada estipulan las partes sobre las costas del con-
trato de venta, éstas son de cargo del vendedor. 2 La ley presume que fue-
ron tomadas en cuenta por éste para estipular el precio y de allí que supla
su silencio imponiéndolas a su cargo.
105
DE LA COM PRAVENTA Y DE LA PROMESA DE VENTA
128. ¿A qué impuestos se refiere este artículo? Creemos que a los que se
ocasionan con la celebración del contrato, tales como los derechos nota-
riales y las contribuciones de estampillas y papel sellado y en general, to-
dos aquellos que gravan su celebración. No se refiere a las contribuciones
que pesan sobre la cosa vendida, porque éstas no forman parte de los
gastos del contrato; son accesorios de aquella y su pago incumbe al propie-
tario. Los derechos del notario, según la ley de aranceles, son cuatro pesos
por el otorgamiento de la escritura de venta y cincuenta centavos por cada
página de escritura.
Según la ley de papel sellado, timbres y estampillas de 12 de marzo de
1910, los contratos de compraventa de bienes raíces deben pagar cinco
centavos por cada cien pesos (Nº 18 del art. 3º); y la misma contribución
grava a los contratos de confección de obra material que sean de compra-
venta, en virtud del número 24 de ese artículo.
1
Se ntencia del 1º de diciembre de 1916, publicada en Las Ultimas Noticias de ese mes.
Lleva la firma de los ministros sdiores Lagos, Marín, Vergara y Cortés.
106
FORMA Y REQUISITOS EXTERNOS DEL CONTRATO DE VENTA
130. Las costas a que se refiere el artículo 1806 son las que demande la
celebración misma del contrato de venta, esto es, el otorgamiento de la
respectiva escritura. Respecto de aquellos gastos que se hacen con poste-
rioridad a la venta, tales como la escritura de recibo otorgada por el ven-
dedor en que se acredita el pago del precio que se quedó debiendo, la
inscripción de la venta en el Registro del Conservador, etc., no pertenecen
al vendedor; pues no quedan comprendidos en la disposición legal citada
que solo se ocupa de las costas que cause la celebración del contrato. Los
gastos a que ahora nos referimos son causados por su ejecución, de modo
que el artículo 1806 es inaplicable en este punto. Siendo el comprador el
único interesado en el otorgamiento de esa escritura y en la realización de
la inscripción, es lógico que sean de su cuenta.
131. Los autores franceses creen que la disposición que determina a car-
go de quien son las costas del contrato de venta sólo rige entre las partes,
pero no se aplica a las relaciones de éstas con el notario que tiene, según
ellos, acción solidaria por sus derechos contra ambos contratantes, aun
cuando en la escritura se diga a quien corresponde su pago. Esta doctrina
se funda en que el notario es un mandatario de ambas partes, por cuya
razón hay acción solidaria en contra de estas, en virtud del artículo 2002
del Código francés.'
Esta disposición no existe en el nuestro y, por lo tanto, no podría el
notario exigir indistintamente a cualquiera de ellas el pago de sus dere-
chos. Puede exigirlos solamente de la que haya requerido sus servicios y
que, de ordinario, será el contratante a quien corresponda cubrir los gas-
tos del contrato.
132. En cuanto a las disposiciones que sobre esta materia contienen los
Códigos francés, italiano, alemán y español, puede decirse que, por regla
general, los gastos del contrato de venta son de cargo del comprador. El
Código español exceptúa de esta regla los gastos de otorgamiento de escri-
tura que son de cuenta del vendedor; pero todos los demás pesan sobre
aquél ( 1455). El Código alemán, siguiendo la doctrina del Código francés,
impone al comprador los gastos de escritura que demande el contrato y
sólo obliga al vendedor a satisfacer los que origine la liberación de la ins-
cripción del dominio en el Registro de Propiedades, cuando verse sobre
bienes raíces (art. 449) .
107
CAPITULO TERCERO
DEL CONSENTIMIENTO
1 Sentencia 135, pág. 195, Gaceta 1909, tomo l. Este fallo fue sancionado por la Corte
109
DE LA COMPRAVENTA Y DE LA PROMESA DE VE NTA
135. Por iguales motivos, si una persona compra a otra una determinada
cosa y en una escritura posterior declara el comprador que la compra fue
hecha en medias con un tercero que no concurrió a aceptar esa declara-
ción, ésta no puede crear vínculo alguno entre ese tercero y el vendedor,
porque no existe contrato de venta entre ambos, desde que no hubo con-
sentimiento de parte de aquél, que es el requisito esencial para que nazca
dicho contrato. En consecuencia, no habiendo contrato, no puede ese
tercero o sus herederos pretender derecho alguno sobre la cosa objeto de
la venta.
Tal es la doctrina sustentada en una interesante sentencia de la Corte
Suprema, que aceptamos en todas sus partes.3
136. Por razones de interés general, la ley exige, en ciertos casos, para el
contrato de venta el otorgamiento de la escritura pública o la celebración
de otras solemnidades que le dan el carácter de solemne. La venta como
contrato solemne no se perfecciona mientras no se otorgue la escritura
pública y mientras no se llenen las solemnidades del caso; de modo que
no basta, para su perfección el consentimiento de las partes sobre la cosa y
el precio. En él deben agregarse las solemnidades legales, pues aun cuan-
do el consentimiento de aquéllas "es indispensable para la perfección del
contrato de venta solemne, como para la de todos los demás, no basta
aquél, y no tiene ningún valor legal, si no está manifestado en la forma
prescrita por la ley" .4 Puede decirse que la ausencia de la escritura pública
en tal contrato importa la ausencia misma del consentimiento, porque
éste no tiene existencia ante la ley cuando no está manifestado en la forma
que ella indica.
En resumen, en la compraventa solemne, aunque el consentimiento
exista realmente, se reputa no haberse prestado en tanto no se otorgue la
escritura pública. Queda, pues, subordinado al cumplimiento de esa so-
lemnidad. Pero, debe dejarse bien establecido que ésta, aun cuando es un
requisito esencial de la venta, no revela la existencia del consentimiento,
llO
DEL CONSENTIMIENTO
como ocurría entre los romanos. Y si parece tener ese carácter es aparen-
temente, porque el contrato existe en sí sin ella. El objeto de la solemni-
dad es dar una garantía a los contratantes y los terceros; y a fin de exigir su
cumplimiento, la ley sancionó su omisión con la inexistencia de aquel,
haciendo aparecer, de este modo, esa omisión como la carencia del con-
sentimiento.'
111
DE LA COMPRAVENTA Y DE LA PROMESA DE VENTA
las partes la que realiza la venta; en las otras, la voluntad de una autoridad
superior o ajena a los contratantes.
La cuestión que aquí se presenta es la de saber si en esas ventas hay o
no consentimiento. Es evidente que lo hay, pues aun cuando no sea libre y
espontáneo es, de todos modos, el resultado de una presión en la que, al
fin, tiene que consentir el individuo.
Respecto del carácter jurídico y de la concurrencia del consentimiento
del vendedor en las ventas realizadas por orden de la justicia en los juicios
ejecutivos y demás análogos, el punto ha sido resuelto por un fallo de la
Excelentísima Corte Suprema que sentó, a mi juicio, la verdadera doctri-
na. Allí se estableció que esas ventas, aunque efectuadas contra la voluntad
del deudor, eran verdaderos contratos de compraventa en los que la con-
dición de forzados es una peculiaridad procesal que no modifica ni altera
el fondo del contrato y que sólo se refiere a la manera como se otorga el
consentimiento por parte del vendedor ejecutado. He aquí los consideran-
dos pertinentes:
"13. Que en la ejecución forzada de las cosas de un deudor, hecha por mano de la
justicia, concurren todos los elementos o requisitos sustanciales que caracterizan
el contrato de compraventa; pues en virtud de dicha enajenación, la persona a
quien se ejecuta, debidamente representada por un mandatario legal, da una cosa
de su dominio a otra que la adquiere para sí, mediante una suma convenida de
dinero, todo lo cual constituye precisamente el contrato de compraventa, tal como
lo define el artículo 1793 del Código Civil;
"14. Que la condición de forzada que ordinariamente corresponde a esta clase de
ventas judiciales, es una peculiaridad procesal que no modifica ni altera el fondo
del contrato y que mira únicamente a la manera de otorgarse el consentimiento
por parte del vendedor ejecutado, sin que por tal circunstancia dejen, sin embar-
go, de recibir debido cumplimiento todos los requisitos legales que constituyen
una compraventa perfecta;
"15. Que cuando el legislador define un acto o contrato determinado, crea una
institución de derecho civil a la cual pertenecen sin distinción alguna todos los
actos o contratos que cumplan con los requisitos y condiciones señalados en la
definición, cualquiera que sea el nombre con que se les presente, o los detalles de
segundo término adoptados para su celebración, sean ellos legales, judiciales o
convencionales;
"16. Que, de acuerdo con el principio que precede, el legislador ha sido lógico al
considerar como una verdadera venta la forzada que, en pública subasta y por
mano de lajusticia, se hace de los bienes de una persona, en los casos en que la
ley autoriza semejante medio de enajenación; como fue igualmente lógico al esta-
blecer entre comprador y vendedor el vínculo de derechos y obligaciones recípro-
cas que corresponde a esta clase de contratos, sin otras modificaciones que las
expresamente contempladas en la ley;
"17. Que, por otra parte, no es tampoco jurídicamente exacto, como se pretende
en el recurso, que en las ventas forzadas de que se trata, se omita el consentimien-
to ,4 ··1 vendedor. Por el contrario, ese consentimiento existe y se prestó virtual-
mente desde el momento mismo en que el deudor ejecutado contrajo la obliga-
ción o celebró el convenio de donde emana la acción ejecutiva y la venta forzada
de sus bienes, que es su legal consecuencia; ya que con arreglo al artículo 22 de la
ley de 7 de octubre de 1861, han debido entenderse incorporadas en tales obliga-
112
DEL CONSENTIMIENTO
ciones y contratos todas las leyes preexistentes que autorizaban ese medio com-
pulsivo de pago;
"Y de ahí es que en los juicios de esta naturaleza, cuyo objeto no es otro que el de
obligar a un deudor a cumplir con un compromiso libre, voluntariamente con-
traído, autorice la ley al propio juez del pleito para representar al acreedor venci-
do en el acto de la venta, y para otorgar en su nombre el consentimiento necesa-
rio , sin otras formalidades o condiciones de validez que las dete rminadas en la ley
respectiva para la correcta sustanciación deljuicio". 1
La doctrina aquí sustentada guarda completa conformidad con las ideas
expuestas por los tratadistas. Así, por ejemplo, Baudry-Lacantinerie, estu-
diando el alcance que, en Derecho, tiene esta venta, dice: "Se objeta que
la venta supone el consentimiento del propietario y que el ejecutado no
puede ser considerado como vendedor, puesto que la venta se realiza con-
tra su voluntad. Es cierto que vende a pesar suyo, que el tribunal lo obliga
a ello a petición del acreedor ejecutante; pero no es menos cierto que él
vende: su consentimiento se suple por la decisión de la justicia. Esto basta-
ría para que su rol de vendedor fuera cierto. Hay más aún. Por el hecho
de obligarse hacia el acreedor, consintió de antemano en todas las conse-
cuencias que podía acarrearle su obligación; al conceder a sus acreedores
un derecho de prenda general sobre sus bienes, autorizó implícitamente
la realización de esa prenda si era necesaria para pagarla y de este modo,
el acreedor que ejecuta, hace vender los bienes del deudor en virtud del
mandato tácito conferido por éste. 2
"La venta forzada hecha en una ejecución, agrega Guillouard, es efec-
tivamente una venta como cualquiera otra, en la que el ejecutado juega
el rol de vendedor; es cierto que no consiente en la venta en el momento
en que se realiza y es por esto que la venta es forzada, pero ha consentido
antes, al tiempo de convertirse en deudor. En este instante, dio a su
acreedor frente al cual se obligaba, un derecho de prenda general sobre
todos sus bienes y le confirió el derecho de hacerlos vender al vencimien-
to de su deuda, si ésta no era pagada. Cuando el acreedor ejecuta y hace
vender los bienes de su deudor, procede como su mandatario, como sub-
rogado en sus derechos; es el deudor ejecutado quien vende por inter-
medio de su acreedor y en virtud de los derechos que le confirió a éste". 3
Finalmente, Manresa se expresa así: "Se ha dicho que en estos casos de
ventas forzadas no hay verdadera venta, o que, en último término, es la
justicia la que vende; pero esto no pasa de ser más que una figura retórica.
Imposible privar al acto de su naturaleza de compraventa. Cierto que el
vendedor no vende por su voluntad; pero él vende, al cabo, en virtud de
una necesidad legal y una necesidad legal no es un motivo ilícito. Cierto
que el vendedor no percibe el precio, o si percibe algún sobrante, no lo
percibe entero; pero su importe se emplea en pagar a sus legítimos acree-
113
DE LA COMPRAVENTA Y DE LA PROMESA DE VENTA
1
X, pág. 174.
2
Revista de Derecho yjwisprudencia, tomo VI, sec. P, pág. 432.
114
DEL CONSENTIMIENTO
1
BAUDRY-l.ACANTINERIE, De la vente, núm. 21, pág. 14; AUBRY ET RAU, V, pág. 3; LAU-
RENT, tomo 24, núm. 6, pág. 10; GUILLOUARD, 1, núm. 10, pág. 22; FuZIER-HERMAN, tomo
36, Vente, núm. 63, pág. 814.
2 111, núm. 34, pág. 15.
3 Digesto, libro 18, título 1º,párrafos 9 y 10, de ULP!ANO y PAULO respectivamente.
115
DE LA COMPRAVENTA Y DE LA PROMESA DE VENTA
aplicación de las reglas generales que sobre el error establece nuestro Có-
digo en sus artículos 1453 y 1454, que es el vicio que puede impedir, en
ciertos casos, la formación del contrato de venta por no existir, a causa de
él, el triple acuerdo de las partes acerca de la cosa, del precio y de la venta
misma.
141. El consentimiento debe existir, ante todo, con relación a la cosa que
es objeto del contrato.
La falta de consentimiento sobre la cosa que se vende puede producir-
se de dos maneras. En primer lugar, no existe acuerdo a este respecto
cuando uno de los contratantes entiende vender una cosa y el otro com-
prar otra diversa. En este caso no hay venta, porque habría error acerca de
la identidad específica de que se trata. No existiría el consentimiento, se-
gún lo dispone el artículo 1453 del Código Civil. Por esta razón decía
Ulpiano que si una parte creía que compraba el fundo Corneliano y la
otra que vendía el Semproniano, no había venta, pues no hubo consenti-
miento acerca de la identidad de la cosa. 1 Igualmente si creo vender un
sombrero de paño y B entiende comprar un bastón, tampoco hay venta,
porque no hay acuerdo acerca de la identidad de la cosa que es objeto del
contrato.
En una palabra, siempre que haya error acerca de la identidad de la
cosa, es decir, acerca de ser exactamente una misma y no otra la cosa que
ambas partes entienden vender y comprar respectivamente, no hay con-
sentimiento sobre la cosa y, por consiguiente, contrato de venta.
En segundo lugar, tampoco hay consentimiento sobre el objeto, o sea
sobre la cosa vendida, cuando las partes, aunque de acuerdo sobre el cuer-
po que se vende, no lo están sobre la materia que constituye su sustancia o
esencia. El consentimiento está viciado aquí, porque recae sobre la sustan-
cia o calidad esencial del objeto que es materia del contrato de venta, vicio
que, según el artículo 1454 del Código Civil, produce la nulidad absoluta
del mismo.
La sustancia o calidad esencial del objeto no son sino las cualidades
que los contratantes o uno de ellos han tenido principalmente en vista
para contratar; de tal modo, que sin ellas, no lo habrían hecho. Así, cuan-
do A vende un saco de cebada que B toma por trigo, hay error acerca de
la sustancia de la cosa vendida; y el contrato de venta no existe.
A este mismo caso se refiere Ulpiano en los siguientes ejemplos: si el
vinagre se vende por vino, el cobre por oro, es nula la venta, porque se
erró en la materia o en la sustancia de la cosa. 2
Ejemplos análogos son éstos: cuando A cree comprar un reloj de oro
que es de cobre; cuando una persona cree comprar un cuadro de Murillo,
siendo que es una imitación; cuando compro un objeto de arte, creyéndo-
lo antiguo y resulta ser de fabricación reciente y si lo compraba era solo
1
Digesto, libro 18, título 1", párrafo 9.
2 Locución citada.
116
DEL CONSENTIMIENTO
142. Para que haya venta es necesario, en segundo término, que el con-
sentimiento de ambas partes recaiga sobre el precio que se paga por la
cosa vendida. 4 Tres casos pueden presentarse:
1º. Ambas partes están de acuerdo acerca del precio de la venta, es
decir, el precio por el cual una entiende comprar es el mismo que aquel
por el cual la otra entiende vender. En este caso no hay duda alguna y el
contrato de venta existe en todas sus partes, porque el consentimiento de
los contratantes está acorde acerca de todos sus elementos;
2º. Una de las partes entiende vender por un precio mayor que aquel
por el cual otra entiende comprar. Aquí no hay consentimiento sobre el
precio, pues ambas se refieren a sumas diversas; en consecuencia, no hay
contrato de venta; 5
1
Ejemplos tomados de BAUDRY-LACANT!NERIE, Des obligations, 1, núm . 54, págs. 84, 85
y 86.
2 Sentencia 2071, pág. 918, Gaceta 1868.
3 BÉDARRIDE, núm. 85, pág. 118.
4
BÉDARRIDE, núm. 86, pág. 119.
5 POTH!ER, III, núm. 36, pág. 15.
117
DE LA COMPRAVENTA Y DE LA PROMESA DE VENTA
1
BÉDARRIDE , núm. 84, pág. 116.
2 Digesto, libro 18, título 1, párrafo 9.
3 BAUDRY-LACANTINERIE, De la vente, núm. 21, pág. 15; LAURE NT, 24, núm. 6, pág. 11.
4 POTHIER, III, núm . 37, pág. 16.
118
DEL CONSENTIMIENTO
119
DE 1A COMPRAVENTA Y DE 1A PROMESA DE VENTA
1
Sentencia 3.416, pág. 134, Gaceta 1893, tomo II.
2 Sentencia 3.164, pág. 1574, Gaceta 1874; sentencia 3.406, pág. 2141 , Gaceta 1886.
3 Sentencia 101 , pág. 623, Gaceta 1882.
4 Sentencia 1.056, pág. 623, Gaceta 1887, tomo I.
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