Sei sulla pagina 1di 2

Una mujer para el Nobel de Economía

Por Alejandra M. Salinas (Profesora de Teoría Política)


8 de marzo de 2020

Elinor Ostrom (1933-2012) fue galardonada con el Premio Nobel de Economía en 2009 por
su investigación en el uso de recursos comunes (riego, pesca, etc.). A más de diez años de
ese Premio, debe celebrarse no sólo que haya sido la primera mujer en recibirlo, sino
además que haya sido una graduada en ciencias políticas la que se atrevió a cruzar las
fronteras entre la economía y las otras ciencias sociales para señalar las ventajas del
enfoque interdisciplinario a la hora de abordar posibles resoluciones a los problemas
colectivos.
La obra de Ostrom estudia cómo surgen y se mantienen algunas normas sociales, y
cuáles son los factores que llevan a la gente a cooperar. El marco teórico que respalda esos
estudios resalta principalmente los méritos de las formas de auto-organización y de auto-
gobernanza, entendidos como el conjunto de instituciones y personas que interactúan y se
adaptan de modo continuo, dinámico y flexible a los desafíos y problemas en común (en
sus términos, “sistemas adaptativos complejos”). Son los usuarios, los productores y los
ciudadanos los agentes centrales de producción y custodia de las normas necesarias para
asegurar la eficaz administración de los recursos comunes y proveer así a la cooperación
social (en sus términos, “policentrismo”).
En este sentido, la propuesta de Ostrom es superadora de la clásica división entre el
sistema público y el ámbito privado. A éste le señala sus límites a la hora de organizar el
acceso y el uso de los bienes comunes (tales como como un lago, un océano, un sistema de
riesgo, un bosque, etc.), cuya administración no está regida por el sistema de precios de
mercado. Por otro lado, al gobierno le critica fundamentalmente la pretensión de asumir la
toma de decisiones de modo jerárquico y con información incompleta, sobre la base de que
ningún gobierno posee los conocimientos ni el capital social necesario para resolver todos
los problemas relacionados con la administración y la protección de los bienes comunes.
Ostrom también advierte que otorgar subsidios públicos a una región sólo sirve para
apuntalar trayectorias políticas, y sugiere en cambio invertir fondos en proyectos locales
allí donde beneficiarios también inviertan recursos propios. En tal sentido previene acerca
de las consecuencias no intencionales de los subsidios indiscriminados: “Si el nivel de
financiamiento externo aumenta demasiado sin estar estrechamente ligado a la
responsabilidad de reembolso con el paso del tiempo, los esfuerzos locales de participación
pueden desviarse hacia un sistema de captación de rentas en lugar de actividades
productivas de inversión”. Lo que los gobiernos sí pueden hacer, afirma Ostrom, es
proporcionar sistemas judiciales eficientes y justos, asegurar los derechos de propiedad y
facilitar los proyectos de infraestructura a gran escala de modo de hacer posible la gestión
de la auto-gobernanza.
El programa de investigación inspirado en estas ideas (y en las de su marido, Vicent
Ostrom) es conocido hoy como la Escuela de Bloomington (Ostrom enseñó en la
Universidad de Indiana, ubicada en esa ciudad). Su influencia ha sido global, y se han
creado centros de investigación en Bolivia, Guatemala, India, Kenya, México, Nepal,
Tailandia, Tanzania y Uganda inspirados en sus aportes y sus métodos.
Algunas de las conclusiones extraídas de las cientos de observaciones de campo
pueden ser útiles también para la gestión de instituciones sociales tales como clubes y otras
asociaciones similares. Entre ellas se destacan las siguientes:
-Es más probable que las personas respeten las normas si participaron en la toma de
decisiones.
-Una vez establecidas las normas, verificar que se cumplan. No hay que depender de la
buena voluntad, sino de la responsabilidad.
-Cuando surgen problemas, hay que reconocerlos y no ignorarlos, y buscar resolverlos del
modo menos costoso y más directo.
En definitiva, el mensaje de Ostrom puede resumirse en la idea de que la creación
de instituciones y las prácticas conducentes a la cooperación social y al desarrollo
sostenible involucran múltiples actores y normas. En tiempos de fáciles dicotomías
(Estado/mercado) y de responsabilidades ignoradas, la invitación de Ostrom a la auto-
gobernanza ciudadana dentro de un marco jurídico-político adecuado constituye no sólo un
desafío sino una guía casi necesaria.

Potrebbero piacerti anche