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¿Existo o no?

Hoy 14 de febrero de 2020 durante una caminata, me preguntaba: “¿soy lo que


soy o soy lo que otros dicen de mí?”. Traté de ir a la raíz de mi existencia más a
una existencia metafísica que a una existencia física y biológica. Desde que nací
todas las palabras que tengo son aprendidas; me enseñaron a hablar, pero: ¿esas
palabras expulsan lo que yo pienso de mí? Me di cuenta que no. Mis palabras no
son mías sino de otros, pero si hay algo que es mío: las experiencias. Mis
experiencias dan significado a mis palabras, mi posicionamiento ante el universo,
mi realidad. Vygotsky va a mencionar que “una palabra es un microcosmos de
conciencia humana”; y de aquí enfaticemos algo, Vygotsky habla de una
“conciencia” pero no de una “consciencia”. Yo voy a usar el término consciencia no
desde el entendimiento de que hay un objeto externo que percibo por los sentidos,
sino a la cosa interna que puedo percibir, pero que a su vez contiene una parte
desconocida de uno.
Puedo ser consciente de que digo “perro” pero no soy consciente de la imagen
que me viene o de todas las experiencias con perros en mi vida; sin embargo, al
pedirle al sujeto que describa al perro, éste va a poder mencionar una experiencia
próxima o describir un recuerdo. Esa consciencia está en lo preconsciente; pero
aún hay algo más debajo de eso, que es el primer perro que elegí en mi vida, la
primera significación del perro, ya sea como un sonido que asimilo a una
experiencia infantil o a una imagen que no necesariamente serán un perro; esto
será lo inconsciente. Es ahí donde uno puede percibir que las palabras no son lo
que decimos y que entonces uno no es lo que se dice ser. Pero entonces, ¿soy lo
que los demás dicen? o ¿qué soy, si no soy lo que digo?
Las palabras como sonidos aprendidos durante la infancia, son la primera forma
de domesticación del individuo y a su vez la pérdida de la individualidad. Con el
lenguaje pasamos de ser individuos a ser sujetos, sujetos a lo que el otro diga de
nosotros.
Pero de igual manera hay que aclarar lo que es el “ser”. “Voy a describir lo que yo
creo” -esto piénsenlo de forma sátira-. Creo que hay 3 descripciones del objeto:
cosa, ente y ser. La cosa es todo lo que existe, pero no ha sido mencionada ni
percibida; el ente es la cosa que es difícil de definir pero que ya ha sido percibida;
y el ser es todo lo que se define y se percibe. Vamos a ejemplificar esto. La cosa
es algo que puede estar en el universo, pero como aún no ha sido percibida, no ha
sido mencionada y no existe (para el sujeto). El ente ya ha sido percibido y se cree
que se definió, pero no tiene una constancia en la existencia y por lo tanto todo el
tiempo se transforma o se degrada, por ejemplo: una piedra o la cama en la que
estoy ahorita sentado. Pero el ser, es todo lo que se cree que se percibe y lo que
se cree que se define. Toda ciencia es creada desde el ser, y toda ciencia busca
dar una razón a la existencia del ser, así como la religión o la filosofía. Sin
embargo, al cuestionar al ser, se puede observar que el ser está en continuo
cambio o degradación, y pasa a ser un ente, pero ese mismo ente es difícil de
definir, y al estar en continuo cambio no se percibe su existencia continua, por lo
tanto, pasa a ser una cosa.
El resultado a todo esto fue saber mi inexistencia para el otro, pero no mi
inexistencia para mí. Podría ahora decir que soy todo lo que se diga del no-Yo. Al
ser entonces todo lo que no se diga de mí y visualizarme como un “sujeto
inexistente”, ¿por qué sufro? ¿Sufro mi sufrimiento o sufro el sufrimiento del otro?

¿Sufro mi inexistencia?
Primero hay que discernir, entre el sufrimiento, la ansiedad y la angustia. Para mí,
la ansiedad es una función natural que sirve, a modo de nivel de burbuja, para
avisarle a la cosa que su organización se ve en riesgo y debe hacer algo para que
no desaparezca. La angustia sirve en la “consciencia neurótica” -esto se revisará
posteriormente- para advertir la existencia de un peligro, este peligro puede ser
vislumbrado de manera inconsciente o consciente, pero su significación total está
en el inconsciente. Hay angustia que es asimilada como “aceptable” y otra que no
se asimila, pero se construye como “sufrimiento”.
Entonces si sufro mi inexistencia, pues todo el conflicto humano nace de la
inexpresión de lo real, lo que está en el cuerpo y la mente.
Creo febrilmente -nuevamente entiéndase con sarcasmo- que el proceso de
conversión de lo animal a lo humano no es por la consciencia o la construcción
biológica, sino por la invención de los sentimientos de un proto humano a otro. A la
vez, esto me da una idea sobre el nacimiento del sistema.

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