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de los Uwas
La sabiduría ancestral de un pueblo indígena
*Berito Cobaría: dirigente uwa. Se ha desempeñado como Gobernador del Cabildo Mayor
de este pueblo indígena, situado en Cubará, Boyacá
10
Uwa,* el nombre autóctono de este pueblo indígena significa “la gente”,“la gente
que piensa”, “la gente inteligente que sabe hablar”.6 Pensar, saber hablar, son cua-
lidades que señalan su fuerte orientación espiritual. La palabra expresa el pensa-
miento mediante el cual se accede al conocimiento heredado de los antepasados,
la base de la ley ancestral de los uwas y de su propia historia. Pensar es, para los
uwas, comunicarse intuitivamente con fuerzas sobrenaturales, con los movimien-
tos rítmicos y cíclicos del universo y del entorno. Es acceder al mundo ancestral de
donde deriva el saber. Hablar es transmitir ese saber a través de los mitos que se
cantan en los rituales para rememorar y actualizar el conocimiento ancestral.
Ellos son los uwas. ¿Por qué entonces, desde tiempos coloniales, han
sido designados con el sobrenombre de tunebos? En los numerosos documentos
de esa época que hablan de este pueblo indígena –muchos de ellos conservados
en el Archivo General de la Nación de Bogotá– no aparecen identificados como
uwas ni aún en las cartas escritas por los dirigentes indígenas, porque en ese tiem-
po ellos también se nombraban a sí mismos como tunebos, apodo generalizado
por los españoles. Sólo en la segunda mitad del siglo XX, cuando los uwas profun-
dizaron un proceso de recuperación y consolidación de su cultura y de su identi-
dad como pueblo indígena, rescataron su nombre original y autóctono.
*En distintos escritos, el nombre de este pueblo indígena aparece con apostrofo: U’wa. Los
lingüistas opinan que para reproducir los sonidos exactos del nombre en la lengua indígena, es
adecuado escribirlo sin ese elemento: Uwa
18
Un niño toca
el caracol para
anunciar el
comienzo del ritual.
Con frecuencia, los nombres con los que hoy conocemos a ciertos gru-
pos indígenas tuvieron su origen en alguna característica particular que los oídos
foráneos tomaron por su nombre autóctono. Así ocurrió con los uwas. Los tune-
bos son los tunába. Así designan los uwas a los cocuyos, esos pequeños insectos
que al volar en la noche emiten su tenue luz intermitente. Los uwas son como los
cocuyos. Ellos “vuelan”, cantan y bailan en la noche durante sus rituales7; como ve-
remos, en estas ocasiones, los chamanes “iluminan” con su conocimiento.
19
Dicen los uwas que el chamán se comunica espiritualmente con Sira
–deidad superior del mundo masculino de arriba– ser inmortal que simboliza la
luz, la energía creadora, el conocimiento espiritual. En los mitos, Sira ordena con
su pensamiento la creación del mundo. El pensamiento es esa intención creadora
primigenia, inmaterial, que dará forma a un mundo presentido, esa energía lu-
minosa y fértil que dará origen a los elementos generadores de vida: el calor del
sol ancestral –fuerza fertilizadora del mundo de arriba– y el agua de las lagunas,
úteros de la Madre Tierra que conectan con el mundo fértil y femenino de abajo
donde está concentrada la energía vital; éste es el dominio de Baukara, deidad
creadora femenina. La vida germinará en la tierra a partir de la semilla, del em-
brión surgido de esa energía primordial. Así lo evoca el mito del Aya, el de la crea-
ción del mundo:
Hay oscuridad en el mundo de abajo, sobre el mar donde están las tormen-
tas. El embrión está allí, protegido por la sombra de la palmera Rukwa...
No hay amanecer, ningún ser aflora.
La savia asciende con fuerza en la oscuridad donde no hay amanecer,
donde están las sombras y las tormentas... La oscuridad se acaba. La tor-
menta se calma...
Baukara está pensando ¿Cómo hará para ubicar el mundo del agua, el
mundo abuelo? Pondrá los lagos, pondrá el alma, para que así haya naci-
miento en el mundo del medio...
Sira está pensando. Para que las semillas crezcan debe enviar al mundo
del medio el calor del Sol y el agua de los lagos del mundo de arriba.8
Es esa energía primordial que ilumina al chamán durante los rituales.
Su fuerza espiritual trasciende su condición humana. Él es el ser primigenio que
intuye los orígenes con su pensamiento, y domina las energías cósmicas y natura-
les para asegurar su fluir permanente y restaurarlo cuando ha sido afectado. Así, el
chamán mantiene el equilibrio del mundo. Así “alumbra” con su conocimiento.
Tunebo, haría entonces referencia a una cualidad particular de los uwas:
su conocimiento sagrado. Si en tiempos coloniales los españoles preguntaban:
¿Quiénes son aquellos indios que se niegan a dejar esas celebraciones paganas que
atraen gente de regiones cercanas y distantes?, muchos podrían responder: ellos
son los tunába, los que alumbran en la noche con sus cantos sagrados y guardan
celosamente su sabiduría ancestral. Porque a través de la historia, los uwas han cum-
plido un papel central en la vida ritual de la Sierra Nevada del Cocuy y zonas vecinas.
Sus chamanes o autoridades tradicionales, que los españoles llamaban caciques,
fueron perseguidos durante la época colonial por “curadores, adivinos y hechiceros”,
como Diego Casiano, de quien se quejaba un cura doctrinero en 1754:
20
Un indio llamado don Diego Casiano, de nación tunebo, viejo, público he-
chicero y adivino, lleno de supersticiones y oráculo de toda la comarca.
Vivía éste en una montaña y aspereza distante de todo comercio y cris-
tiandad, donde no podía llegar persona ninguna de jueces ni curas. Siem-
pre continuó él ser cabeza de sectas y tumultos, sembrando su depravada
malicia, esta cizaña, entre los otros indios... por ser todos muy poco cristia-
nos y dados a la adivinación y superstición.9
Es la supervivencia hasta tiempos contemporáneos de las prácticas
chamánicas de los uwas, la que nos permite comprender esas actividades de cu-
ración y adivinación rechazadas y combatidas por los españoles. Además del uso
de numerosas yerbas medicinales cuyas propiedades son ampliamente conoci-
das por ellos, los chamanes utilizaban un “modo de curar... haciendo muchas de-
mostraciones impropias que no imitan las de la medicina usual y racional”, decía
un español en 175310 al referirse con certeza a las ceremonias de purificación de
los uwas o ceremonias “de soplado”. En estos rituales existe una gradación, des-
de la curación de diversas enfermedades hasta el ritual mayor de purificación, el
Reowa, dirigido a la prevención o soplado de todos los males y peligros que ame-
nazan la continuidad de la vida en la naturaleza y la sociedad.11 Para los uwas, las
enfermedades provienen de un desequilibrio causado por elementos externos
y el chamán debe restablecer el balance “viendo” en el mundo sobrenatural las
causas del desorden para contrarrestarlas; debe acceder a esa otra realidad, a una
experiencia mística, a un estado visionario.
Con la cadencia de los extensos mitos, cuando los cantores interpretan
durante largas horas los rítmicos cantos sagrados, el ritual trasciende el tiempo co-
tidiano, une el pasado con el presente y el futuro, entra a un tiempo primordial, el
tiempo de los orígenes, de los ancestros, el tiempo del amanecer en el mundo. En
la ceremonia mayor del Aya, cuando los cantos relatan la construcción de la “casa
del mundo” por parte de los seres inmortales y el advenimiento del sol ancestral,
el chamán se transforma en el ser primordial, entra en contacto con los orígenes,
intuye los patrones de movimiento cíclicos del cosmos, armoniza con su propio
ritmo vital, retiene con fuerza su bastón ceremonial –que asegura el equilibrio
cósmico– hasta la media noche cuando el mito cantado señala que ya se ha com-
pletado la construcción de la casa del mundo.
El estado visionario del chamán uwa, su éxtasis, está acompañado
por el uso ritual de alucinógenos como el yopo, obtenido de la semilla con-
tenida en la vaina de un árbol de la familia de las mimosas –Anadenanthera
Macrocarpa– y la otoba, sustancia producida con el fruto del árbol conocido
como otobo –Dialyanthera otoba– abundante en otros tiempos en la vertiente
oriental de la Sierra Nevada del Cocuy. Dicen los uwas que el yopo fortalece la
fuerza espiritual del chamán y que la otoba, empleada en su iniciación, es una
21
sustancia iluminadora –asociada con el amanecer cósmico– que favorece la
comunicación del chamán con el mundo primordial; se relaciona con su des-
pertar en estado de conocimiento, su “amanecer”, ya que la iniciación chamánica,
en realidad una experiencia interior, es vista como una muerte ritual seguida
de una resurrección en estado de sabiduría. La otoba es una guía en el camino
del chamanismo.12
Durante la época colonial los chamanes o caciques mayores orienta-
ban la vida de las comunidades y guiaban a los líderes uwas cristianos que ha-
blaban castellano –y algunos lo escribían– nombrados por los españoles como
tenientes, gobernadores y alcaldes, quienes formaban el puente con el gobierno
colonial.
Hasta la época contemporánea, los chamanes uwas –entre quienes
también hay mujeres– han sido escogidos desde muy niños para esta función
que exige largos años de aprendizaje para conocer los mitos cantados que relatan
los orígenes, y las técnicas para curar enfermedades o para restablecer el balance
donde éste se haya perdido. El conocimiento chamánico es medido en términos
de palabras que el aprendiz supera una a una hasta llegar al nivel máximo, la octa-
va palabra, privilegio de los chamanes mayores.13 Debido a los largos períodos de
estudio estos personajes son mayores en su conocimiento, su autoridad y su edad,
y son quienes dirigen los destinos de su gente. Ellos son los werjayás o caciques,
poseedores del poder político y religioso, porque para los uwas el poder reside en
el conocimiento ligado a la esfera espiritual. Poder es conocimiento. La autoridad
de los werjayás y de las mujeres cacicas no puede ser vista simplemente como se-
cular, ya que reside en el conocimiento directo de los orígenes, del orden del uni-
verso, de las energías positivas y negativas y su control para mantener el balance,
sabiduría que estos personajes pueden aplicar en beneficio de la sociedad gracias
a su capacidad de mediación.
Hoy los werjayás y las mujeres cacicas siempre son consultados por los
dirigentes uwas que forman parte de la Asociación de Cabildos, sobre las decisio-
nes que implican acuerdos con gente no uwa y con el gobierno colombiano. Para
ellos, las soluciones a los conflictos deben guiarse por la tradición ancestral y por
la ley natural.
La sabiduría encabezada con los werjayás, que son los sabios, son las
guías, son nuestros orientadores, son aquellos quienes se comunican con
las deidades para después decirnos a nosotros cómo es que nosotros tene-
mos que comportarnos con nuestra madre tierra. Los siguen las Baukarbi-
tas o las mujeres cacicas, porque allá las mujeres también tienen la misma
capacidad de un hombre de sabias, de orientadoras hacia el pueblo. Des-
pués, están los cantores... (Uruskuba Cobaría, 2000).
22
A través de la celebración continuada de los mitos cantados y al regir
su vida según las normas de la armonía que dicta la ley natural, los uwas actúan
para asegurar la supervivencia de la gente. Dicen que sus rituales son esenciales
para favorecer el movimiento del sol en su curso diario y en su ciclo anual; el ciclo
vital corre mayor riesgo desde el anochecer hasta el amanecer cuando el sol está
del otro lado del mundo. Por esto los uwas alumbran en la noche con sus cantos
sagrados, para mantener el equilibrio del universo.
Si no cantásemos, el mundo se desmoronaría... Cantamos también por
los blancos, para que ellos en su mundo puedan seguir viviendo.14
La sabiduría heredada de nuestros ancestros y la comunicación espiritual
con el Padre Eterno Sira, que hoy celosamente conservamos y practica-
mos, nos permiten reafirmar nuestra visión y misión cultural que estamos
obligados a defender con dignidad. El respeto por la vida de la Madre Tie-
rra y todo lo que existe sobre ella.15
La desacralización de un territorio sagrado
¿Cuál otro dios de blancos puso esto, para hoy en día estar
nosotros menospreciados de los señores corregidores y de los
demás blancos? Nosotros no fuimos conquistados, sino fui-
mos libres y amparados; que nos dejó nuestro abuelo hasta
el fin del mundo.
Cacique Francisco Toroá (1784)
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que la imagen de esta virgen fue encontrada por el primer misionero que entró
a la zona y que fue robada por los españoles para llevarla al pueblo de Güicán.
Los uwas la llaman Rika, nombre de la deidad de las aguas puras del mundo de
arriba; por esto los uwas van a bañarse en la cascada de agua purificadora que
existe en la cueva de la virgen negra. En inmediaciones de Güicán hay fuentes
de aguas termales y formaciones rocosas como el sitio de O’shita, conocido hoy
como la Peña del Muerto, donde antiguamente los indios realizaban entierros
en las salientes de las rocas; en este lugar –dicen tradiciones populares de la
zona– muchos uwas se suicidaron en la época de la colonización española.27
Ruba, es el nombre del antiguo grupo uwa de Güicán, cuyos caciques dirigían
rituales que atraían gente de muchas regiones que se establecía por tempora-
das en el Pantano de Güicán. Allí, ellos mantuvieron sus prácticas rituales hasta
finales de la época colonial a pesar de los esfuerzos de los españoles por cate-
quizarlos y concentrarlos en el pueblo:
34
Es el sitio del pantano, un lugar dentro del pueblo de la misión de Güicán...
En este sitio se hallan muchos indios infieles desde tiempos inmemorables
y cada día se aumentan más y más como también sus abusos, supers-
ticiones, hechicerías, adivinaciones... Apóstatas del pantano, ni dejan las
mochilitas de yerbas que... cargan para mascar y sorber hasta indisponer-
se, y en aquella indisposición adquieren o se fingen sus adivinaciones.28
Al adentrarnos por la vertiente nororiental de la Sierra Nevada del Co-
cuy, llegamos a la región de tierras medias conocida desde la Colonia como Tierra-
dentro, donde habitaban los “tunebos infieles” que los españoles nunca lograron
conquistar y donde los uwas se mantuvieron hasta el día de hoy. Allí, la población
de Cobaría –Kubaruwa– sede principal del grupo del mismo nombre que los uwas
contemporáneos designan como los más sabios es, como decía un misionero a
comienzos del siglo XX, 29 la “renombrada metrópoli de los tunebos”, adonde tra-
dicionalmente han acudido indígenas de toda la sierra nevada para participar en
rituales. Hoy, los uwas del grupo Cobaría dicen que han habitado desde siempre
su territorio tradicional, y esta ocupación puede remontarse a un lejano pasado,
porque en cercanías de la población actual de Cobaría se encuentran los vestigios
de un antiguo centro ceremonial con menhires alineados, tal vez precolombino. 30
El capitán José Miguel Vásquez quien en la segunda mitad del siglo XVIII mantuvo
su intento de reducir y catequizar a los uwas casi treinta años, advirtió la impor-
tancia de Cobaría y de sus caciques a quienes nunca logró conquistar:
... aquella piadosa y caritativa obra de reducir a aquellos paganos que
habitan toda la tierra adentro, que incluyen un considerable número de
poblaciones gentiles sujetas al cacique de Cubaría, con el cual cacique me
he comunicado por embajadores e intérpretes. 31
También en la zona nororiental, la cuenca del río Cubugón es región
de sitios sagrados cuya importancia cosmológica ha sobrevivido. Allí está el ce-
rro de Tiína, que los uwas asocian con las primeras peñas formadas por los seres
inmortales al crear el territorio y con el sitio donde se pone el sol; dicen que allí
hay una comunicación con el mundo subterráneo, que es como el nuestro, pero
invertido, como la imagen en un espejo; a ese mundo se accede por una “puerta
de espejo”, decía el cacique uwa Francisco Toroá en 1784. 32
El territorio tradicional de los uwas en el piedemonte y las tierras bajas
del oriente, también albergaba santuarios y sitios de peregrinación. Un oráculo
atraía a los uwas a las cabeceras del río Tame, como advirtió el padre Juan Rivero
–un incansable viajero– cuando visitó la zona en la primera mitad del siglo XVIII:
Cerca del río Tame, á la parte que cae al norte, hay una sabana grande...
y es á manera de una mesa esta sabana, en medio de la cual hay una
laguna cuyas aguas sirven de cátedra a satanás. Aparece allí aquella
35
serpiente antigua, en forma de una gran culebra, que los españoles lla-
man güío, y habita de ordinario en las lagunas y ciénagas. A ella solían
ir los indios Tunebos á consultar sus dudas y negocios, haciéndole á la
culebra sus preguntas, y oían sus respuestas y consejos con grande acata-
miento y reverencia. 33
En la vertiente sur-oriental de la sierra nevada había asentamien-
tos uwas en la cuenca del río Casanare, prolífica en sitios sagrados que ellos
compartían con otros pueblos indígenas relacionados, como eran los laches y
los ipuyes. En la cuenca alta del río, los uwas se establecían por temporadas en
Rubacate y otros poblados que ellos tenían en la zona, para recolectar sal en sus
importantes fuentes salinas34 durante rituales relacionados con la purificación
de la gente; la sal es para los uwas un elemento purificador asociado con esta
cualidad simbólica del mundo de arriba y de las tierras altas. 35 Subían además a
las fuentes del río Casanare –las lagunas sagradas de Eucas, Ocubí Chicas y Ocu-
bí Grande– donde se realizaban peregrinaciones anuales. Hoy los uwas todavía
viajan por los caminos del Casanare y llegan a comprar sal en La Salina y otros
pueblos de la zona.
La distribución de la gente en el espacio y de los centros ceremoniales
en distintos niveles ecológicos de la Sierra Nevada del Cocuy, expresaba un or-
denamiento cosmológico materializado en el calendario ceremonial que dirigía
las actividades de la gente a lo largo del año, y los circuitos que cada clan seguía
en sus desplazamientos periódicos. Para los uwas, la pérdida de tierras registrada
desde la Colonia precipitó el desequilibrio de la estructura integral de una geo-
grafía mítica y sagrada.
El desajuste de la organización territorial de los uwas en Chiscas y
Güicán se remonta a mediados del siglo XVI cuando fueron repartidos en enco-
miendas. Los españoles los recogían por la fuerza para anexarlos a Chiscas, Gua-
camayas, Panqueba, El Cocuy y otros pueblos de indios establecidos en la zona. Si
recordamos cómo organizaban los uwas su ocupación del espacio, entenderemos
también que los españoles, sin comprender ni mucho menos aceptar el sistema
de poblamiento indígena, recogían e intentaban concentrar a individuos pertene-
cientes a distintas comunidades uwas y de diversas procedencias. Los encomen-
deros y capitanes de conquista organizaban las redadas para recoger a los uwas;
en la primera mitad del siglo XVII, fue inútil el intento de los indios por defenderse
del capitán de infantería y encomendero Andrés del Basto Garza, quien apresó y
llevó encadenados hasta Pamplona a muchos uwas que halló en inmediaciones
de Chiscas, y de Alonso Pérez de Guzmán quien, a pesar de haber tenido que res-
ponder a un pliego de cargos en 1635, continuó con sus expediciones de conquis-
ta utilizando a los uwas como cargueros:
36
... Con fuerza de capitán y soldados, sacó y llevó a la dicha entrada treinta
indios de nación tunebas... llevándolos presos y en colleras de látigos de
cueros, por cargueros; que los llevó cargados con cargas de petacas, cajas,
mochilas, armas y arcabuces y otros pertrechos... haciéndoles en los cami-
nos otros malos tratamientos cuando de cansados y afligidos no podían
caminar, picándolos con bordones y palos y haciéndolos caer a algunos
dellos por derrumbaderos... y murieron tres indios de los dichos tunebas...
y cuando volvieron a los dichos asientos y pueblos, vinieron muchos de-
llos enfermos e hinchados con calenturas, y padecieron muchas hambres
y necesidades por falta de sustento, respecto de que en su ausencia per-
dieron sus labranzas.36
Desde las visitas de Luis Henríquez en 1602 y de Juan de Valcárcel en
1635, quienes ordenaron distintas reubicaciones de los uwas, la mayoría de sus
asentamientos tradicionales fue ocupada por españoles. Durante mucho tiempo
El territorio ancestral de los uwas está señalado por los sitios sagrados. Los anti-
guos menhires son sus mojones. Son las marcas simbólicas que sancionan el es-
pacio sagrado otorgado a este pueblo indígena por los seres inmortales desde
el amanecer en el mundo. Allí se desarrollaba, en el pasado, el manejo cultural
colectivo fundamentado en la ley natural, la ley del equilibrio, la ley del ritmo de
los ciclos cósmicos y naturales.
Desde tiempos coloniales, la visión occidental de la naturaleza como
fuente de recursos y de la tierra como propiedad privada, impuso nuevas nocio-
nes de delimitación territorial que se oponen a la percepción indígena del territo-
rio como espacio integral, comunal, donde lo sagrado, lo humano, lo espiritual y lo
cotidiano son indivisibles. La pérdida de amplios sectores del territorio tradicional,
la ruptura del sistema de poblamiento estacional de los uwas, la delimitación de res-
guardos y posteriormente su pérdida, fragmentaron la unidad y la conectividad de
los territorios indígenas, separaron a las comunidades entre sí y de los sitios sagra-
dos, rompieron la acción cultural integrada y comunitaria. A pesar de ello, los uwas
intentaron, desde aquellos tiempos, equilibrar la visión integradora de la ley natural
y del derecho ancestral con las normas territoriales de fragmentación establecidas
por el sistema jurídico de los españoles, y en la época republicana han defendido su
territorio mediante el derecho constitucional de la nación. Sin embargo, ellos nunca
han abandonado su percepción mítica de la realidad, el reclamo a sus derechos an-
cestrales, su preocupación por la fragmentación de la tierra, y el intento de comuni-
car su visión integral del mundo y del territorio.
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