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eBook

GUIA DE
INTRODUCCIÓN A LA
ALIMENTACIÓN
VIVA

bases de una alimentación sana y consciente

Eva Roca Solà




Primera edición: agosto 2019
Eva Roca Solà, 2019
www.crudivegania.org
info@crudivegania.org

Edición, fotografía y diseño: Eva Roca



Cualquier forma de copia, reproducción, reenvío o transmisión de este ebook tiene que
ser autorizado por su autora.
Gracias.

ÍNDICE DE CONTENIDOS

SOBRE MI 4

UNA PEQUEÑA INTRODUCCIÓN A LA EVOLUCIÓN HUMANA 6

TU ALIMENTACIÓN PUEDE CAMBIAR EL MUNDO 9

¿EN QUÉ SE BASA LA ALIMENTACIÓN VIVA & CONSCIENTE? 10
EL SER HUMANO ES FRUGÍVORO POR NATURALEZA? 13
LAS ENZIMAS SON LA VIDA EN NUESTRO CUERPO VIVO 15
¿ES LA LEUCOCITOSIS DIGESTIVA NORMAL? 16
PAUTAS BÁSICAS PARA A UNA ALIMENTACIÓN CONSCIENTE 18
¿QUÉ BENEFICIOS GLOBALES APORTA LA ALIMENTACIÓN VIVA? 20
¿QUÈ NOTARÁS AL COMER MÁS ALIMENTOS VIVOS? 21

¿TODAVÍA TIENES DUDAS? 23
¿DE DÓNDE OBTENEMOS LA PROTEÍNA? 24
¿Y LA VITAMINA B12? 28

¿POR DÓNDE EMPEZAR? 30
TRANSICIÓN SALUDABLE HACIA UNA ALIMENTACIÓ VIVA 30
LA LISTA DE LA COMPRA 34
EQUIPANDO TU COCINA 34
¿QUIERES RECETAS DE COCINA VIVA? 33
BIBLIOGRAFÍA Y DOCUMENTACIÓN 33





SOBRE MÍ…
Desde pequeña sentía que los animales no se comían y la carne se me hacía una bola en
la boca. Soy vegetariana desde que fui consciente e independiente. Más tarde, en un afán
de encontrar respuestas por no entender el maltrato animal y nuestra cultura
alimentaria, paralelamente a mi carrera de informática, estudié nutrición como hobby y
asistía a los congresos de vegetarianismo del país. Me fascinaba el mundo de la
alimentación del ser humano, aunque en esas fuentes nunca encontré las respuestas que
mi corazón anhelaba.
Desde joven ya entendía que el ser humano es vegetariano por naturaleza, así que,
durante años estudié y experimenté todos los tipos de alimentación vegetariana
propuestos por médicos y nutricionistas, sus beneficios e inconvenientes, pasando
también por la macrobiótica y el veganismo del gluten y el tofu, que ahora sé que son la
causa de muchas enfermedades de los veganos. Pero donde realmente encontré las
respuestas fue en la medicina griega, en el movimiento vitalista europeo del siglo pasado
(Bircher-Benner, Ehret, Capo, Shelton, ...), en la escuela de alimentación consciente del
Dr. Gabriel Cousens (The Tree of Life) y en mi corazón. Todo ello, batido con la propia
vivencia y la de mis pacientes, me reafirma, día tras día, que la alimentación biológica del
ser humano es la frugívora.
La alimentación frugívora o como yo la llamo, la alimentación viva, se basa en hojas,
frutas, semillas y raíces vivas, tal como las encontramos en la naturaleza, en su estado
natural, conservando así toda la vitalidad, enzimas y nutrientes que necesita nuestro
organismo para mantenerse vivo y saludable. La forma de nuestros dientes, de nuestro
intestino y el resto de órganos, así lo demuestran. Si en una arquitectura tan perfecta,
como es la del cuerpo humano, le cambiamos su "combustible natural" por uno erróneo
como es la carne, los lácteos, el azúcar, los procesados, el café, los pesticidas, etc .., el
organismo, obviamente, enfermará. La mayoría de enfermedades y dolencias que padece
el ser humano hoy en día (falta de vitalidad, candidiasis, osteoporosis, diabetes, artritis,
cáncer, ...) son el resultado de una crisis que sufre desde hace tiempo el cuerpo humano
a debido a haberle dado un alimento no-fisiológico. ¿Recuerdas el caso de las vacas que
se volvieron locas al comer pienso animal?
A medida que iba avanzando en mis investigaciones, iba apoderándose de mí un
sentimiento de rabia e injusticia al ver a los animales sufrir, al planeta destruirse, y al ser
humano enfermo, engañado y privado de su libertad y de su alimento esencial debido al
enriquecimiento sin escrúpulos de la industria alimentaria y de sus socios, la industria
farmacéutica. Y ahí empecé a actuar.
En 2009, creé la escuela de alimentación viva Crudivegània, impartiendo charlas sobre
alimentación consciente y cursos de cocina viva, con la intención de difundir la
alimentación sana y velar por la soberanía alimentaria como único motor de cambio real
en nuestro entorno, a todos los niveles. Tres años más tarde desde la creación de la
escuela, en 2012, mi corazón fue tocado por la necesidad de crear un espacio social
donde compartir con personas afines, no sólo el conocimiento de la alimentación viva,
sino también la experiencia energética y organoléptica que nos ofrece un delicioso y
creativo plato de alquimia viva, y así creé el restaurante Bionèctar.
La alimentación viva ayudará al mundo a hacer el cambio que necesita.

UNA PEQUEÑA
INTRODUCCIÓN A LA
EVOLUCIÓN HUMANA

Si tomamos los diferentes estudios antropológicos en los que se basa la historia de la
evolución humana, veremos que difieren, que no son lineales e, incluso algunos, se
contradicen entre sí. Y, es que, ¿cómo queremos saber con precisión cómo vivían
nuestros ancestros hace millones de años desde unas especies fósiles? Los hallazgos
fósiles nos darán pistas que fundamentarán hipótesis antropológicas, no reales ni
experimentales, que nos acercarán a tener una idea aproximada de lo que comimos el
día en que empezó la cuenta atrás a la fosilización, pero en ningún caso una idea real de
esa vida. Además, el fósil que conecta el mono con el homínido no está descubierto
todavía. ¿Por qué será?

Lo que si coincide en los diferentes estudios de la biología humana es que los
antecesores al Homo, el Ardipithecus (5-4 millones de años) y el Australopitecus (4-1,2
millones de años), fisiológicamente, eran primates homínidos de bosques tropicales y
que, por la forma de su cuerpo, de su aparato digestivo y por la biodisponibilidad del
entorno, eran frugívoros que comían básicamente de los árboles y bosques. Es decir, se
alimentaban de frutos (secos y frescos), hierbas, flores, semillas, raíces y tubérculos.

Hace unos 3 millones de años hubo un cambio climático drástico a nivel planetario (la
edad de hielo) que cambió los ecosistemas y, por tanto, la alimentación de las especies.
Escaseaba la vegetación y el hombre tuvo que buscar nuevas formas de alimentarse con
alimentos como las gramíneas, los insectos y las aves muertas.

En esta adaptación al nuevo ecosistema, aparece el Homo Habilis (2,5-1,5 millones de
años) y se clasifica contemporáneamente así por su habilidad instrumental, al fabricar y
utilizar herramientas. Este homínido empieza a remover animales muertos, medio
comidos por otras criaturas.

Esta capacidad de adaptación que desarrolla el hombre para su supervivencia, junto con
los procesos de aprendizaje y socialización, le hace crecer el cerebro, acelerando su
evolución biológica.

El hecho de que el hombre comiera carne por supervivencia, no significa que dejara de
comer plantas y su clasificación de omnívoro es errónea, pues no és por fisiología o
biología, sinó por supervivencia. El hombre es biológicamente frugívoro con
capacidad de adaptación para no extinguirse. Y es gracias a esta capacidad de
adaptación y supervivencia, la que le permitió crecer demográficamente y
expandirse geográficamente.

El Homo Erectus (hace 1,8 millones de años) desarrolla herramientas más sofisticadas

que le permite cazar oportunistamente y adoptar nuevos hábitos de alimentación, pero


manteniendo la base frugívora. Hasta entonces la alimentación era totalmente
crudívora y, hasta hace 300.000 a 100.000 años (era del Neandertal), el hombre no
empezó a poner la carne al fuego, pinchada de un utensilio. Los vegetales no se
cocinaban porque aún no existían los recipientes (5000 años). Al haber reducido la
ingesta de fibra vegetal, el intestino se reduce y parte de la energía que gastaba el
intestino es liberada y reconducida al cerebro, lo que podría representar también otro
factor a su incremento de tamaño.

El Homo Sapiens (hace 150.000 a 40.000) ya no tiene problemas de supervivencia en
zonas frías y, además, desarrolla técnicas avanzadas de conservación de alimentos,
creando nuevos hábitos alimentarios: recolección sistemática de vegetales para su
conservación, creación de una despensa de conservas, método del ahumado, y más
tarde, la agricultura y la domesticación de animales, que alcanzan su especialización en
la época de Egipto.

La paleobióloga Amanda Henry afirma que el hombre ha sobrevivido a lo largo de
su evolución, de vegetales y ella misma ha descubierto fósiles que lo demuestran.


Con la agricultura (hace unos 10.000 años), el hombre se beneficia de un suministro
seguro y abundante de alimento y, como consecuencia, se vuelve sedentario, crece la
demografía, pero disminuye la salud. ¿Por qué? Pues porque pasamos de una dieta
variada basada en plantas, rica en proteína de calidad proveniente de las hierbas
silvestres (recolector 70-90%) con ingesta animal de vez en cuando (cazador 10-30%), a
una dieta basada en granos (básicamente de cereal de monocultivo), alta en azúcar y
baja en clorofila. Esto provoca un estrés nutricional importante y una reducción de la
esperanza de vida.

El paleolítico vivía nómada y en equilibrio con la naturaleza y las estaciones,
moviéndose hacia las zonas donde se podía asegurar un buen sustento alimentario en
las diferentes épocas del año. En cambio, el neolítico, al volverse sedentario, tuvo que
sufrir épocas de restricción de alimentos a causa de las estaciones, de las condiciones
meteorológicas, de fertilidad del suelo y de malas cosechas.

El agricultor también incorporó la domesticación de animales, lo que fomentó la
aparición de parásitos y enfermedades infecciosas. Este incremento de enfermedades
hizo que la población tuviera deficiencias nutricionales y, en consecuencia, también de
desarrollo, tal y como demuestran los esqueletos encontrados hace miles de años.

La agricultura de Egipto se basaba en el cereal y sus derivados. Los egipcios comían
granos, verduras (básicamente cebolla, ajo, puerro, apio y lechuga), carne, pescado,
legumbres y lácteos (de vaca, cabra y oveja). Las frutas eran alimentos de lujo que se
cultivaban en jardines privados de los templos, como la higuera, la vid y la palmera
datilera. Como predominaba una cultura de alimentación abundante como garantía de
buena salud, la gente de clase alta estaba sobrealimentada, obesa, y la esperanza de vida
no superaba los 30 años, con picos importantes de mortalidad en la primera infancia y

adolescencia. Las momias demuestran que había muchas enfermedades infecciosas y


que la mayor parte de la población, de clase baja, tenía carencias alimentarias. Los
documentos médicos encontrados en esta época hablan de la putrefacción del
tracto digestivo y la caries dental como causas de enfermedad más comunes.

En Grecia, todavía aumentó más la ingesta de cereales, ya que la filosofía de los griegos
se basaba en la agricultura como medio de sustento del hombre civilizado y comer carne
representaba pobreza y un hombre poco civilizado, como los bárbaros. La salud de los
griegos era bastante débil y esto explicaría el nacimiento de la medicina hipocrática.

En Roma, se comía más carne que en la época griega, aunque el trigo, sigue siendo un
símbolo de riqueza. El pan, el vino y el aceite están muy presentes en las dietas romanas
y también más tarde, en la Edad Media. También se comen verduras, especialmente,
coles.

En la Edad Media, en Europa, los vegetales eran el alimento principal de los pobres y la
carne el de los ricos, haciendo aumentar los problemas cardiovasculares y la obesidad
en esta población. El alcoholismo también era una problemática social y de pro-
enfermedad.

El problema de adoptar una dieta basada en la agricultura del cereal, es que es
demasiado moderna como para haber provocado el cambio genético necesario para
poderla asimilar. Dicen los expertos que esta mutación humana se manifestaría en
nuestro organismo a los 100.000 años, lo que la agricultura sólo tiene 10.000.

Si en las épocas precedentes escaseaba la salud debido a una alimentación deficitaria, en
la época actual nos llevamos el galardón de oro a la desnutrición por sobrealimentación.
Y no te dejes engañar: Si la esperanza de vida ha aumentado (que es diferente a tener
salud y vitalidad), no ha sido debido a la alimentación, sino a la higiene, a la
potabilización del agua y a la civilización, factor que ha aumentado nuestra calidad de
vida emocional, clave también para una buena salud.

A lo largo de estos tiempos, sin embargo, han ido aumentando las enfermedades como la
obesidad, la diabetes, el cáncer, la hipertensión, la osteoporosis, la artrosis, la caries
dental, las úlceras, la candidiasis, el Parkinson, el Alzheimer , etc. Y, es que, no hemos
estado nunca tan lejos de nuestro modelo de alimentación biológica.

Alimentos como las harinas, los azúcares, las grasas hidrogenadas, los procesados, los
aditivos, los pesticidas, la sal, la carne, la soja y, prácticamente, casi todo lo que
encontramos en un supermercado, representa un veneno para nuestro cuerpo, el
cual, está estudiado y demostrado científicamente, que moriría degenerado y podrido,
antes de poder mutar para adaptarse al alimento industrializado y desnaturalizado. Si
nuestro sistema digestivo no se ha podido adaptar a la agricultura y la ganadería,
imagínate al alimento azucarado e industrializado, de hace escasos 80 años.

La industria alimentaria ha convertido al ser humano en animales domesticados,
comiendo alimentos adictivos llenos de calorías y vacíos de nutrientes.

Y, además, con la incorporación de la mujer al mundo laboral hemos perdido algo


importante para la vida del ser humano: la nutrición de los miembros de la familia.

Si a la crianza de nuestros hijos le sumamos la nutrición y las tareas domésticas, ya no
nos queda tiempo para mucho más y, en cambio, también estamos trabajando fuera de
casa. ¡Una locura! Aquí está claro que no estamos haciendo bien ninguna de las 4 cosas, y
lo que más hemos descuidado es la alimentación familiar y la crianza de nuestros hijos. Y
a este factor, se ha aprovechado sin escrúpulos la industria de los falsos alimentos con
sus productos procesados, vacíos de nutrientes y llenos de calorías, químicos y toxinas.


TU ALIMENTACIÓN
PUEDE CAMBIAR EL MUNDO

En conclusión, a pesar de que en algún momento de la evolución humana el hombre cazó
animales para comérselos, lo hizo por pura supervivencia, apartándose de su sistema
biológico.

Actualmente, en una época en que tenemos al alcance todo tipo de alimentos y una gran
variedad de recursos, podemos recuperar nuestra alimentación biológica, y así
continuar evolucionando, tal y como ha ido haciendo a lo largo de la historia el ser
humano, según los recursos de los que ha ido disponiendo en cada momento. Y es,
precisamente, esta capacidad de adaptación y de elección la que nos ha permitido
seguir evolucionando como humanos.

Hoy en día, disponemos de conocimientos y tecnología que nos permite saber que una
alimentación basada en carne y lácteos consume más recursos del planeta que
una alimentación basada en plantas. Y que, tal y como ha afirmado la ONU, si
seguimos basando nuestra dieta en animales, en pocos años, el planeta quedará tan
contaminado que no podremos vivir en él.

La ciencia también nos permite saber que una alimentación basada en plantas
satisface todas las necesidades nutricionales del ser humano.

Y, además, nuestra conciencia sabe que una dieta basada en plantas evita el
sufrimiento animal.

Toca elegir y adaptarnos a los recursos y la problemática que vivimos en la
actualidad, con el fin de continuar nuestra evolución humana, tal y como hicimos
hace 3 millones de años para no extinguir nuestra especie.

Y, por cierto, que las plantas tampoco no están aquí en la Tierra puestas para que nos las
comamos. Es por eso que contienen sustancias tóxicas como los alcaloides o los
inhibidores enzimáticos, para protegerse de nosotros, los predadores, si abusamos de su

consumo para así poder seguir reproduciéndose. Para que te hagas una idea, la Tierra
tiene 4.500 millones de años y el homo Sapiens, más o menos, 100.000 años. Entonces,
¿qué debemos comer? Pues lo que cause menor daño al conjunto. Las plantas, de toda la
“cadena alimentaria” supondrían un menor daño a la Tierra, a los animales y a nuestro
cuerpo y, a la vez, representan el alimento más nutritivo.

¿Así qué? Continuamos evolucionando y adoptamos, pues, una alimentación biológica,
que respete nuestra naturaleza y la del planeta? O nos quedamos en ese paleolítico
cazador oportunista o en aquel agricultor-ganadero y acabamos de destruir el planeta y
nuestra salud?

Y, por cierto, hablando del paleolítico cazador, me viene a la cabeza la nueva moda de la
dieta Paleo del siglo XXI, en la que, erróneamente, se sigue una dieta paleolítica con
carne cuando tenemos al alcance todo tipo de alimentos naturales de mejor calidad
nutricional para nuestro organismo, alimentos de los cuales el paleolítico no disponía
cuando cazaba. Y, en cualquier caso, quien quiera adoptar la dieta del paleolítico
cazador-oportunista, que lo haga de la misma forma que lo hizo él: cazando, desollando y
despiezando el animal él mismo. Ya veríamos si habría mucha gente en el planeta
comiendo carne pudiendo obtener la proteína de otras fuentes no-violentas.


¿EN QUÉ SE BASA
LA ALIMENTACIÓN VIVA Y
CONSCIENTE?


Comes para vivir o vives para comer?

¡Qué tema! Vivir para comer enferma, destruye el planeta y deja sin comer a la otra
mitad del mundo. Sí, enferma el propio cuerpo porque éste se satura a causa de una
sobrealimentación y sus órganos se degradan a causa del sobresfuerzo eliminatorio y de
la desnutrición provocada por los alimentos procesados, el azúcar (antinutriente) y la
putrefacción y fermentación intestinal que no deja asimilar los nutrientes.

Comemos para vivir, para nutrir nuestras células y mantener las funciones
vitales, la vida. Por tanto, nuestra alimentación debe basarse de aquellas sustancias
que cumplen este objetivo sin ensuciar el cuerpo, que son:

• AGUA, OXÍGENO y el contacto con la NATURALEZA y sus elementos vitales.

• ALIMENTOS LIMPIOS que permiten que el cuerpo mantenga su EQUILIBRIO y
se autorregule en el entorno y en las diferentes estaciones y cambios climáticos,
sin acumular toxinas.

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• ALIMENTOS que, además de los NUTRIENTES, nos aporten VITALIDAD
(energía vital), como las frutas y las hojas verdes ecológicas.

Cuando hablamos de alimentación consciente no sólo tenemos en cuenta la salud
corporal, sino que también contemplamos todos aquellos elementos que rodean el
cuerpo del ser humano y su entorno, la naturaleza. Todo forma parte de un ecosistema
que se retroalimenta y que hay que cuidar y amar. ¿Te has dado cuenta que los días en
que pasas más tiempo en la naturaleza tienes menos hambre? Y es que el alimento sólido
representa una pequeñísima parte de nuestra alimentación, mientras que el oxígeno
representa más del 90%. ¿Cómo es la calidad de tu respiración? Y, ¿la calidad del aire
que respiras? La respuesta dirá mucho acerca del hambre que tienes y de la calidad de tu
salud y energía vital.

Y cuanto a esta pequeñísima parte de alimento sólido que ingerimos puede tener dos
cualidades: nutrir o enfermar, dependiendo de su calidad y de su energía vital.

Un alimento procesado, tal como una galleta de harina, huevo, azúcar y aditivos tiene
una calidad pésima, es un antinutriente y su energía vital es cero. Nos enferma. En
cambio, una manzana ecológica tiene una calidad excelente y nos aporta gran energía
vital, sobretodo si la hemos recién cosechado del árbol y en su punto de maduración
óptimo. Nos cura, nos nutre y nos vitaliza.

Los alimentos de calidad, pues, son aquellos que provienen de la naturaleza, de forma
natural:

• En el ranking número 1, tendríamos las hierbas y plantas salvajes, que han
crecido con todo su potencial energético y en las condiciones más íntegramente
nutricias para la planta.

• Y en el puesto número 2, tendríamos la agricultura que esté en armonía con el
hombre y la Tierra, sin usar químicos, por supuesto.

Esto es:

1. PLANTAS SILVESTRES, VERDURAS DE HOJA VERDE, BROTES Y ALGAS.
2. HORTALIZAS Y RAÍCES.
3. FRUTAS Y FLORES.
4. SEMILLAS Y GERMINADOS.

Cuando consumimos alimentos de la agricultura convencional, tratada con químicos y
pesticidas, lo que ingerimos no aporta fuerzas vitales, la cantidad de nutrientes es entre
el 60 y el 99% más baja y contiene tóxicos (lo contrario de energía vital) que atacan al
ser humano y a su libertad, ya que en el cuerpo actúan como veneno. Los químicos
inhiben los nutrientes en la planta. Por tanto, los aliments no ecológicos contienen
muchos menos nutrientes que sus homólogos ecológicos. Existen estudios científicos

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que avalan esta información, como los que encontrarás en este enlace. Un ejemplo de
esta diferencia nutricional, lo encontramos publicado aquí:
https://www.ecoagricultor.com/diferencias-nutricionales-entre-alimentos-ecologicos-
y-convencionales basándose en los estudios citados anteriormente:


TOMATE CALCIO MAGNESIO HIERRO
DE CULTIVO ECOLÓGICO 23 59,2 1938
DE CULTIVO CONVENCIONAL 4,5 4,5 1

LECHUGA CALCIO MAGNESIO HIERRO
DE CULTIVO ECOLÓGICO 71 49,3 516
DE CULTIVO CONVENCIONAL 16 13,1 9
Valores nutricionales por mEq./100 gr. de alimento.


Muy similar sería una tabla de composición nutricional entre un alimento crudo y su
homólogo cocido. Por ejemplo, las espinacas crudas contienen un 45% más de vitamina
C, un 43% más de potasio y un 25% más de ácido fólico que las espinacas cocidas.

Esto, de entrada, nos demuestra que:

1. Comiendo una menor cantidad de alimento ecológico, te nutrirás mucho más


que comiendo alimentos de cultivo convencional y disfrutarás de más
energía vital aportada por los alimentos vitales ecológicos.

2. Si comiendo la mitad te puedes nutrir el doble, con la otra mitad podríamos


erradicar el hambre en el mundo y el impacto medioambiental que provoca
la agricultura se reduciría y la sostenibilidad y la ecología mejorarían
considerablemente evitando el cambio climático.

3. Si comiendo la mitad te nutres el doble, reducirás tus digestiones y ahorrarás


energía para dedicarla a las actividades que ahora no te puedes permitir a
causa del cansancio y la fatiga que te provoca comer constantemente.

4. Si comiendo la mitad te nutres el doble, podrás ahorrar mucho dinero que


podrás invertir en comprarlo todo ecológico, de comercio justo y de
proximidad, km0. Ya sabemos que los alimentos más económicos, o están
producidos de forma poco natural y con mano de obra nada justa ni ética o
vienen de la otra punta del mundo, con el daño que esto provoca al planeta.


Hay que optar, pues, como mínimo por alimentos orgánicos (sin químicos ni
pesticidas) e, idealmente salvajes y biodinámicos. Estos tres grupos son los únicos
que cumplen los requisitos de un alimento que es capaz de nutrir con calidad, ya que

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conservan estas fuerzas vitales.




Los alimentos ecológicos:

• No contienen químicos, ni pesticidas ni aditivos sintéticos.
• No contienen organismos genéticamente modificados o transgénicos.
• Contienen más vitaminas, minerales y oligoelementos.
• Contienen vitalidad y son más sabrosos.
• Respetan el medio ambiente, la salud humana y el bienestar animal.


Si quieres tener energía y vitalidad, debes comer energía y vitalidad.



¿EL SER HUMANO ES FRUGÍVORO POR NATURALEZA?

Como explica Néstor Palmetti, en su libro Nutrición Vitalizante y el Dr. Jean Seignalet en
La Alimentación, la 3ª Medicina, el alimento fisiológico o biológico es el que está
adaptado a nuestro sistema digestivo original.
En la Tierra hay animales con diferente fisiología alimentaria:
• herbívoros (vaca, elefante, caballo, oveja ...)
• frugívoros (mono, tucán, murciélago ..)
• carnívoros (tigre, lobo, león, serpiente ...)
• omnívoros (hueso, cerdo, avestruz ..)
• granívoros (pájaros, patos, gallinas ...)

En cada categoría, los organismos están totalmente adaptados para el procesamiento del
alimento natural que necesitan: dientes, intestinos, fluidos digestivos, enzimas, forma de
las manos, etc.
Desde tiempos remotos (espero que pronto cambie), la antropología ha clasificado al
hombre en el grupo de los omnívoros. Bien, ¿sabes qué fisiología tienen los animales
omnívoros?
Pues son agresivos, tienen ojos laterales, dientes y mandíbula fuerte para masticar
huesos, estómago potente y secreciones gástricas adecuadas para deshacerse
rápidamente de las sustancias tóxicas de la descomposición de la carne (putrescina y
cadaverina) y heces con mal olor.
En cambio, el mono y el hombre, de naturaleza frugívora, comparten la misma fisiología:
manos con dedos largos y delgados para recoger frutos de los árboles, mandíbulas
débiles y caninos poco desarrollados, ausencia de enzimas para neutralizar

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sustancias provenientes de la descomposición de animales muertos y un intestino


de forma, tamaño y acidez idónea para digerir la fibra de los vegetales (celulosa y
lignina). Las heces no huelen mal y atención!: flotan. Claramente, no somos
omnívoros.

Estaríamos muy lejos de la naturaleza y del diseño biológico original del ser humano si
pensáramos que para alimentarnos debemos ingerir sustancias que no provienen de la
tierra o que debemos usar el petróleo, el gas o la electricidad para nutrirnos, en
cualquiera de sus formas: fogones, vitrocerámica, microondas, envases de plástico, ollas
y sartenes, etc.

La alimentación viva se basa en alimentos vivos (= crudos o naturales), a base de plantas
y, a veces, transformados de forma natural para aumentar sus nutrientes y/o asimilación
digestiva, como es el caso de la germinación y la activación enzimática.

Tanto en verano como en invierno, comas crudo o cocido, el alimento debe ingerirse a la
temperatura del cuerpo. Por tanto, en invierno podemos calentar el alimento, siempre y
o
cuando, no sobrepasamos la limitación de los 43 C, temperatura a partir de la que los
nutrientes comienzan a desvitalizarse y, algunos, incluso, se modifican químicamente,
creando toxinas ácidas, carcinógenos, mutágenos y radicales libres, sustancias que
provocan la enfermedad.

Los colores vibrantes de los alimentos vivos, como el verde oscuro de las verduras de
hoja verde, el lila de los arándanos, o el rojo de las fresas son una señal de que este
alimento está lleno de nutrientes y de antioxidantes.

La naturaleza nos habla a través de estos colores brillantes del alimento vivo y nos dice
que contiene nutrientes (colores) que nos prevendrán de enfermedades. Ahora,
imagínate lo que ocurre con los colores del arco iris después de la cocción: los colores se
desvanecen y, con ellos, los nutrientes. Es obvio, que con la manipulación y
procesamiento de los alimentos, estamos perdiendo algo esencial para nuestra salud y
bienestar.

Paradójicamente, la variedad y la asequibilidad de los productos alimenticios de
la era industrial nos lleva a estar sobrealimentados y al mismo tiempo,
desnutridos.


"Allí donde el hombre se eleva a grandes miradas de la existencia, donde no está
atado por las cadenas de una tradición generalizada, sino donde él determina su
vida y su existencia desde puntos de vista amplios y libres, la alimentación proviene
del mundo vegetal. Allí donde el hombre forma sus juicios desde la rabia, los
intereses propios, por la simpatía y la antipatía, que todo lo empaña y lo muestra
bajo una luz estrecha; en que se arrastra de prejuicio en prejuicio, eso se lo debe a
su relación con el mundo animal, a su alimentación animal ".
Rudolf Steiner

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LAS ENZIMAS SON LA VIDA DE NUESTRO CUERPO VIVO



Lo que te explicaré a continuación sobre las enzimas y la leucocitosis post-prandial, son
dos evidencias científicas que demuestran que nuestra fisiología necesita el alimento
crudo para mantener la vida o, al menos, para mantener una vida saludable. Hoy día,
sabemos que el cáncer es una manera que tienen nuestras células de mantener la vida y
no es, de ninguna manera, así como queremos vivir.

Según la biología y la bioquímica, nuestro cuerpo vivo, necesita las enzimas (= vida) para
poder llevar a cabo todas las funciones orgánicas vitales. Nuestro cuerpo tiene dos tipos
de enzimas: las enzimas metabólicas, que hacen funcionar nuestro cuerpo, y las enzimas
digestivas, que participan en la digestión de los alimentos. Cada uno de nosotros nace
con un recipiente de capacidad variable de enzimas metabólicas según su herencia
genética. En cambio, las enzimas digestivas sí se pueden repoblar, pero la capacidad
enzimática de cada organismo es limitada y agotable. Por eso no nos interesa nada
mantener por mucho tiempo una alimentación cocida (= muerta) que nos robe las
enzimas (= vida).

Sólo los alimentos naturales crudos contienen intactos y vitales sus propias
enzimas para ayudar a digerirlos. Ellos son los responsables de la asimilación de
nutrientes de los alimentos que comemos.

Ahora bien, el problema está en que por encima de los 43ºC de calor comienzan a
desactivarse las enzimas. Por ello, la comida cocinada, no contiene enzimas o contiene
muy pocas y el cuerpo se ve obligado a utilizar sus propias enzimas, agotando el
organismo y provocando el envejecimiento prematuro.

Pese a que los alimentos crudos conservan las enzimas naturales, es bueno recordar que
al cabo de una hora de la cosecha del alimento, un porcentaje de las enzimas se pierden.
Así que, cuanto más fresco es el alimento, más enzimas contiene.

Y aunque el ser humano ha puesto intencionadamente al fuego sus alimentos
(probablemente desde el Neandertal), los vegetales no se ponían al fuego porque no
existían los recipientes. En cualquier caso pondrían al fuego la carne descompuesta,
pinchada en algún utensilio, para eliminar las bacterias y hacerla más comestible (que es
diferente a digerible). Lo de poner al fuego hojas, frutas y verduras es una locura de la
edad moderna.

Los esenios, una civilización previa a la occidental, muy evolucionada como seres
humanos, por su estilo de vida totalmente integrado con la naturaleza y sus ciclos
vitales, fue una de las más sanas y basaban su alimentación en el agua, las frutas, las
hierbas silvestres, los granos germinados y la miel.

Evolucionar como humanos no significa evolucionar tecnológicamente o
industrialmente. Estos términos sólo pueden referirse a la materia y el ser humano es
más que un cuerpo físico.

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Hoy sabemos que cociendo los alimentos, se queman y se separan molecularmente los
nutrientes y acabamos comiendo alimentos muy calóricos pero vacíos de nutrientes y, al
ingerirlos, acidificamos nuestra sangre y agotamos la energía vital y las enzimas
metabólicas.

Cuando nos alimentamos de fruta y verduras crudas y ecológicas, le estamos dando al
organismo las vitaminas y micronutrientes que necesita y enseguida nos sentiremos
saciados y enérgicos y nuestro organismo también. La diferencia se nota rápidamente y,
es por ello, que una alimentación viva ayuda a las personas con sobrepeso a reducir en
pocas semanas los kilos que le sobran.

Así pues, ¿por qué nos cuesta tanto comer de forma natural? Pues, simplemente, es una
cuestión de educación y de un sistema de creencias bien fijado y que, la mayoría de
veces, no forma parte de nuestra naturaleza individual.

Hay que revisar nuestras costumbres y estilos de vida a través de la vivencia personal, a
fin de encontrar la forma de alimentarnos que mejor funciona en nuestro organismo y
que será la única medicina que lo mantendrá sano.


¿LA LEUCOCITOSIS DIGESTIVA ÉS NORMAL?

Seguro que has oído hablar de la leucocitosis, este mecanismo de supervivencia que
tiene nuestro organismo para aumentar de forma anormal y patológica los glóbulos
blancos (leucocitos) y así combatir los virus, gérmenes, bacterias, toxinas y venenos de
nuestra sangre y proteger al cuerpo para mantener la vida. La leucocitosis ocurre
cuando se enciende la alarma en nuestro cuerpo debido a:

- Una producción elevada de glóbulos blancos para combatir una infección viral o
bacteriana.

- Un trastorno del sistema inmunitario a causa de una enfermedad autoinmune como el
cáncer, la artritis reumatoide, la inflamación celular, etc.

- Una reacción alérgica o una reacción a una droga o medicamento.

- Una reacción por intoxicación ....


Y, por supuesto, no es gratis sufrir leucocitosis, ya que, además de agotar el sistema
inmunitario y la energía orgánica y vital, los síntomas evidentes de un exceso de
glóbulos blancos en sangre causan:

- Fatiga, debilidad y cansancio.
- Fiebre, sudor y escalofríos.

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- Sangrado y hematomas en la piel.


- Malestar general.
- Dificultad para pensar.
- Hormigueo en las extremidades.
- Dificultad para respirar.
- Problemas visuales, etc.

¿Te suena haber sufrido algún síntoma de estos después de comer? Pues no te extrañe
porque tal y como la describió en 1897 Rudolf Virchow (médico pionero del concepto de
la patología celular), la leucocitosis digestiva es el aumento de glóbulos blancos
causados por la digestión. Y, aunque Virchow la describió como un mecanismo normal
por el hecho de que todos sus pacientes la padecían al hacer la digestión también había
descrito la leucocitosis como una patología anormal, cuando la digestión en sí no debería
ser anormal porque es un proceso fisiológico. ¿Dónde está, pues, el problema? La
respuesta nos la dio el Dr. Paul Kouchakoff en el 1º Congreso Internacional de
Microbiología (París, 1930), donde presentó su estudio, resultado de seguir las
investigaciones de Virchow sobre la leucocitosis digestiva o post-prandial.

El Dr. Paul Kouchakoff hizo el estudio sobre miles de personas a las que analizaba una
gota de sangre a diferentes intervalos de una digestión, después de haber ingerido
diferentes tipos de alimentos, observando que el índice de glóbulos blancos se
duplicaban media hora después de la ingesta de alimentos cocidos, mientras que este
índice no aumentaba después de la ingesta de alimentos crudos. En la digestión de
alimentos crudos no había leucocitosis digestiva.

Los puntos clave de su descubrimiento fueron:

1. En la digestión de alimentos crudos no hay leucocitosis digestiva o post-


prandial.

2. La leucocitosis post-prandial es independiente de haber masticado bién o mal


los alimentos en cuestión.

3. La multiplicación de leucocitos se acelera cuando los alimentos se han


cocinado por encima de: 87ºC en el agua, 70ºC en ciertas frutas y 97ºC en
verduras y oleaginosas. Para que te hagas una idea, la cocción al vapor, que
sería de las más “saludables” supera los 100ºC.

4. Al principio de la leucocitosis se contabilizan 7.000 glóbulos blancos por


milímetro cúbico. 5 minutos después, 8.000 glóbulos blancos por mmc. 10
minutos más tarde, se contabilizan 10.000 góbulos blancos por mmc, 30
minutos después se pueden contar 13-14.000 glóbulos blancos por mmc. El
número de glóbulos blancos dobla en 30 minutos, no volviendo a la cifra
normal de 7.000, hasta después de dos horas.

5. La leucocitosis post-prandial se atenúa mezclando en la ingesta una mayor

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parte de alimentos crudos y una menor parte de alimentos ligeramente


cocidos, pero esta combinación no atenúa el efecto en combinar alimentos
crudos con alimentos cocidos a elevadas temperaturas.

6. Las células que se multiplican en este proceso digestivo son las


polimorfonucleares, las cuales se encargan de luchar contra microbios y
toxinas que penetran en el organismo. Si utilizamos este maravilloso sistema
de defensa del sistema inmunológico para hacer frente a la digestión de
alimentos cocidos de forma activa y recurrente varias veces al día, lo
tendremos ocupado y desgastado de energía y recursos, dejando al organismo
vulnerable a virus, bacterias y células cancerosas.



En conclusión: El organismo considera una verdura cocida un enemigo, como si fuera un
virus, del que debe defenderse, debido a no detectarle enzimas, vida, en un conjunto de
moléculas alteradas.

Quizás este hecho pueda no parecerte demasiado grave, al haber sobrevivido años
funcionando así, pero seguro que el cáncer o una infección grave sí que te lo parece. Pues
bien, fisiológicamente hablando (emocionalmente es otro tema), podríamos evitar
cualquier enfermedad y también el envejecimiento prematuro si dejamos que el sistema
inmunológico esté libre y estimulado para actuar ante enemigos potencialmente dañinos
como virus, bacterias y células cancerosas , en lugar de tenerlo entretenido y desgastado
con una digestión de alimentos no fisiológicos.


PAUTAS BÁSICAS PARA UNA ALIMENTACIÓN
SALUDABLE Y CADA DÍA MÁS CONSCIENTE

A continuación te detallo 7 pautas básicas que puedes empezar a experimentar
para mejorar tu salud en pocos días.

Después de integrar estos hábitos sencillos en tu día a día, notarás que tu energía y
vitalidad va aumentando cada día más y que desaparece todo cansancio. ¿Te lo
imaginas?

Empezarás a ilusionarte por la vida y tener más lucidez y ganas de soltar lo que te
bloquea como ser humano, lo que no permite que se manifiesten sus sueños. Y, es que,
no se trata de un juego de magia. Simplemente, recuperarás de nuevo la condición de ser
humano y te sentirás libre. Las células se alimentarán, las funciones vitales comenzarán
a ir finas y te sentirás capaz de manifestar tus propósitos. Y, es que, una alimentación
cocida y muerta, anula nuestra voluntad, porque nuestro organismo no tiene que hacer
mucho esfuerzo para transformarla. En cambio, una alimentación viva basada en
plantas, despierta todas nuestras fuerzas vitales y creativas, fomentando la voluntad y

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las ganas de vivir. Nos hace felices.



Vengas de la alimentación que vengas, empezaremos integrando una pauta nueva
cada semana o cada 21 días (si por semana se te hace demasiado intenso), en este
orden:

1. Comer alimentos naturales, integrales y orgánicos, libres de toxinas.


Evitar comprar en los supermercados y fomentar la compra directa al
agricultor o cooperativa de consumo ecológico de tu zona (es más económico,
sostenible y evitarás el consumo de falsos alimentos).

2. Basar la dieta en un 70% de alimentos vivos (crudos). Como mínimo el


70% de la ingesta de alimentos deben aportarnos vitalidad y nutrientes. El
otro 30% lo podemos destinar al cuerpo emocional, siempre y cuando se
respete el punto 1.

3. Nuestro organismo es 70% agua y nuestra alimentación debe basarse en


alimentos de la misma proporción: 70% frutas y verduras y 30% semillas
y granos.

4. Respirar con conciencia y pasar ratos en la naturaleza para nutrirnos de las


fuentes naturales de energía: sol, aire, agua y tierra. Pasear por el bosque,
bañarse en el mar, trabajar la tierra, cultivando un pequeño huerto en casa ...

El oxígeno que inhalamos suministra el 90% de la energía vital que
necesita nuestro organismo, mientras que el alimento sólo supone el
10%. Exponerse cada día al sol, un mínimo de 20 minutos, en las horas más
vitales y sin protección es la única fuente de vitamina D.

5. Comer de forma fisiológica, combinando correctamente los alimentos y


comer dentro del horario en que el cuerpo puede digerir los alimentos
(fase de ingesta). Este punto y el siguiente, los encontrarás detallados en mi
eBook “Nutrición Radiante para ser Feliz”.

6. Respetar los ciclos vitales del organismo: dormir un mínimo de 8 a 10


horas, descansar, hacer actividad física adecuada a nuestro metabolismo y
comer sólo cuando tenemos hambre, en silencio y tranquilos.

7. Disfrutar de la vida. Puedes empezar haciendo una lista de cosas que haces
durante el día que te gustan y que te llenan de alegría (A) y otra con las cosas

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que no te gustan, que las haces por obligación o que se te hacen pesadas (B).
Obsérvalas, toma conciencia y crea las condiciones para hacer que la lista A
supere la B, hasta que esta última desaparezca.



¿QUÉ BENEFICIOS GLOBALES APORTA LA
ALIMENTACIÓN VIVA?

1. Es la única forma de alimentarnos con conciencia, ecológica y sostenible


y que respeta a los indefensos animales.

Si los humanos nos alimentáramos de forma fisiológica, se acabaría el
hambre en el mundo y la industria alimentaria tendría que cambiar su
negocio por campos de agricultura ecológica. Esto nos ahorraría enormes
cantidades de recursos naturales utilizados para producir energía para estas
industrias. La energía nuclear sería totalmente innecesaria. Y no nos
olvidemos de la gran cantidad de árboles y reservas de petróleo que nos
ahorraríamos al no tener que envasar los alimentos procesados en papeles y
plásticos. También habría menos dióxido de carbono y metano liberado en la
atmósfera debido a la ganadería y la cocina con fogones y más oxígeno
producido a partir de todos los nuevos huertos y jardines, que ayudarían a
reducir el efecto invernadero.

2. Al ser nuestro combustible biológico, nutre todo nuestro organismo y


nos aporta salud, vitalidad y energía.

Los alimentos crudos son de calidad íntegra, lo que nos permiten comer
menos para satisfacer nuestras necesidades nutricionales. Cuando nos
alimentamos con comida cocinada, además de ingerir toxinas y ensuciar el
cuerpo, el alimento ya no contiene las enzimas necesarias para digerir bien y
a nuestro organismo le cuesta metabolizar y absorber sus nutrientes. Esto
hace que necesitamos constantemente comida, con los problemas que ello
conlleva a nuestra salud física y emocional.

3. La alimentación viva mantiene nuestro cuerpo limpio y sano.



Una dieta de alimentos vivos puede protegernos contra el cáncer, los
resfriados, la candidiasis y cualquier enfermedad vírica, bacteriana o
degenerativa. Los alimentos vivos bien combinados de acuerdo con las
normas de higiene natural, mantendrán nuestro organismo a un nivel
óptimo, lejos de las acideces estomacales, los gases, las indigestiones o el

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estreñimiento.

Elimina las toxinas del cuerpo, acumuladas durante años y nos
regenera celularmente.

4. Una dieta de alimentos vivos revierte o para el avance de muchas


enfermedades crónicas, incluso enfermedades autoinmunes, cardíacas y el
cáncer.

La comida cocinada crea leucocitosis, inflamación celular y radicales libres,
que son la principal causa de cáncer. Cuando menor sea la inflamación y el
número de radicales libres en las células menor será el riesgo de cáncer. El
año pasado se publicó un estudio que afirmaba que en 2020 una de cada dos
personas sufrirá o habrá sufrido un cáncer en su vida. A nivel global, si se
reduce este índice, reduciremos también el sufrimiento y el gasto económico
de sanidad.


¿QUÉ NOTARÁS A LOS POCOS DÍAS DE COMER MÁS
ALIMENTOS VIVOS?

1. Los alimentos vivos son más fáciles de digerir por la presencia de enzimas
propios. Nuestro organismo trabaja ligero y se libera el estómago y el hígado,
incrementando nuestra energía y vitalidad.

En este punto cabe añadir que haber llevado una alimentación basada en
alimentos cocinados, procesados y/o desvitalizados durante muchos años,
dará lugar a un sistema digestivo con poca capacidad digestiva y será
necesario prepararlo para poder digerir los alimentos crudos. Como todos los
cambios de nuestra vida, necesitamos un tiempo para adaptarnos a ellos. La
buena noticia es que con una buena transición, acompañada por un experto,
que nos aportará herramientas y técnicas, en muy poco tiempo nos
adaptaremos fácil y cómodamente.

2. Se fortalece el organismo y, sobre todo, el sistema inmunitario. Se


erradican las alergias.

3. Se flexibiliza el cuerpo y se fortalece la musculatura.


4. Rejuvenecerás, al ser una dieta súper antioxidante.


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5. Los alimentos vivos regeneran y mejoran la flora intestinal y los


problemas digestivos que puedan haber, favoreciendo la función regular y la
eliminación.

6. Eliminarás la celulitis. Recuperarás el peso natural. Si hay sobrepeso se


pierden kilos y grasas rápidamente y si hay falta de peso, se recupera con el
equilibrio metabólico.

7. La piel y el cabello también lo nota, mostrándose más suave e hidratada, al


igual que los dientes y las uñas, que ganan en salud y fortaleza. Elimina la
caspa y los eccemas. Fortalece la raíz del cabello y para la caída prematura.

8. La alimentación viva sana todo el organismo y es muy beneficiosa para


detener cualquier enfermedad crónica, especialmente para las
enfermedades degenerativas, cáncer, diabetes, osteoporosis, riñón, hígado,
obesidad, problemas del corazón, etc.

9. Erradica la candidiasis. La alimentación viva, junto con unas pautas


sencillas, en pocos días, elimina el exceso de cándidas y todos aquellos
microorganismos patológicos que pueblan nuestro cuerpo, robándonos la
salud y la energía.

10. Puede revertir la diabetes o disminuir la insulina en unas semanas.


11. Los alimentos crudos tienen más sabor que los alimentos cocinados así que
son deliciosos y no hay necesidad de añadir condimentos que pueden irritar
nuestro sistema digestivo o perjudicar el organismo, como es el caso de la sal,
que nos roba el potasio del cuerpo, acidificando el organismo. La cocina viva
es deliciosa y estimula también nuestra creatividad. Te encantará
crucinar!

12. Comer alimentos vibrantes, eleva nuestra vibración, expande nuestra


conciencia y nos aporta claridad mental y fuerza espiritual.

El ahorro energético que supone comer alimentos de la misma vibración que
la nuestra, nos permite dedicar energía para el crecimiento personal y
espiritual.
Al nutrirse todas las células, recuperamos la memoria, la lucidez mental, la
euforia, la felicidad, la armonía con nosotros mismos y nuestro entorno y nos
reconecta con nuestra esencia, la naturaleza y la espiritualidad.

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¿TODAVÍA TIENES DUDAS?



Si aún tienes dudas, no me extraña. Estamos bombardeados de información
contradictoria en todas partes y, sobre todo, estamos rodeados de instagramers,
influencers, coachs y nutricionistas que cada dos por tres cambian de opinión en temas
de alimentación confundiendo a la gente por culpa de que no han sabido llevar bien ellos
y ellas su alimentación, básicamente por desequilibrios emocionales, cosa totalmente
comprensible, respetable y lícita cuando no estás asesorando a terceros o esparciendo
informaciones contradictorias por la red.

Una ha escrito más de 20 libros sobre dietas, sin ninguna coherencia entre uno y otro,
desde la dieta vegana del tofu hasta la "queto" del huevo, pasando por la crudivegana,
eso sí, en la época de moda. Otros comenzaron con un negocio de vídeos y talleres de
cocina vegana online (¡cuidado con los talleres de cocina online dónde no puedes
desarrollar las técnicas culinarias ni probar si la receta tiene buenas cualidades
organolépticas!) y cuando han visto que su público plant-based era demasiado limitado
y no satisfacía sus pretensiones económicas, han dicho que la alimentación basada en
plantas no es suficientemente equilibrada y que un poco de huevo o pescado de vez en
cuando es saludable y así llegan también al público "flexitariano", super de moda. Y es
que, una alimentación basada en plantas o no, nunca será equilibrada si la persona no
sabe equilibrarla según su individualidad física y emocional.

Es imprescindible individualizar la alimentación, adaptarla a cada persona y acompañar
a esta durante todo el proceso para que la integración sea saludable y eficaz. Y eso, sólo
lo puede hacer un experto en alimentación consciente y que trabaje éticamente.

Y, ser un instagramer de miles de seguidores no es garantía de nada, ni tampoco tener la
carrera de nutrición, ya que en las universidades, y lo sé por experiencia, no enseñan
nutrición real, sino la "nutrición" que quiere difundir la industria alimentaria para
dirigir el consumo masivo hacia sus propios intereses económicos.

Después hay otro factor importantísimo que es nuestro estado emocional y la relación
que tenemos con la comida. Un buen experto nutricional también nos debe ayudar en
este sentido para lograr el éxito en una alimentación saludable y consciente y, en
consecuencia, llegar a disfrutar de una vida plena, radiante y feliz. Una cosa sin la otra,
nunca funcionarà. El ser humano es materia y es emociones.

Dicho esto, pasamos a algunas cuestiones prácticas que seguro que te pasan por la
cabeza.




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¿DE DÓNDE OBTENEMOS LA PROTEÍNA?



La proteína son cadenas de aminoácidos que, entre otras funciones importantísimas,
mantienen los tejidos corporales. Nueve de estos aminoácidos que conforman la
proteína son esenciales y hay que obtenerlos a través de la alimentación. La famosa
proteína completa es la que contiene los 9 aminoácidos esenciales. El principal
alimento que contiene proteína completa es la hierba y, por ello la carne contiene
proteína, porque el animal se alimentó de hierba.

Si los músculos se componen principalmente de proteína y los animales que tienen una
gran estructura muscular como los elefantes, los toros, los búfalos, los caballos y las
vacas sólo se alimentan de hierba, de dónde obtienen la proteína?

La industria alimentaria nos ha programado para creer que la única fuente de proteínas
es la carne (tejido animal), pero nada más lejos de la verdad. Bioquímicamente podemos
comprobar que los vegetales contienen una gran cantidad de proteína
(aminoácidos), cada uno en su perfecta proporción y cantidad y que estos son de mayor
calidad y más fáciles de digerir y asimilar.

Las proteínas vegetales se encuentran dentro de células de plantas y las paredes están
hechas de fibra. La fibra pasa por nuestro sistema digestivo de una manera agradable y
ordenada, aportando unos movimientos sanos a nuestro intestinos y facilitando la
eliminación.

En cambio, las proteínas animales están dentro de células animales, donde las paredes
están hechas de colesterol, que nuestro cuerpo no es capaz de romper. Esta proteína
cubre nuestros intestinos con grasa y toxinas animales, lo que hace difícil la absorción,
ensuciando y intoxicando nuestro cuerpo. La proteína animal se pudre en nuestros
intestinos y nos restriñe. Y cuando se absorbe en la sangre, el colesterol hace que
nuestra sangre espesa, obstruya las arterias y enferme al organismo.

Cuando las proteínas se cocinan a más de 40oC las cadenas de aminoácidos se inactivan
y se convierten mayoritariamente en proteínas no utilizables y además, son nocivas para
el organismo, causando inflamaciones y muchos otros problemas. Cuando las
temperaturas de cocción alcanzan los 65oC, los bloques de construcción de proteínas ya
están completamente destruidos.

El exceso de proteína en el cuerpo es realmente perjudicial para la salud.

Cuando comemos una gran variedad de vegetales y hojas verdes crudas, es muy
fácil obtener los 9 aminoácidos esenciales, que componen la proteína completa, de
una forma eficiente y sin crear toxemia en el cuerpo.

La proteína se puede encontrar en todos los alimentos naturales, tal y como los
encontramos en la naturaleza (¡faltaría más!). Las hortalizas, las frutas, los frutos secos,
las algas, las semillas, los germinados, ... contienen aminoácidos a raudales. Los brotes

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tienen una cantidad muy grande de proteína y de muy elevada calidad, capaz de
satisfacer las necesidades más exigentes, como la de los niños, deportistas o
embarazadas.

Otro factor a tener en cuenta es que las proteínas se asimilan mucho mejor en los
alimentos crudos que en los alimentos cocinados, aunque provengan del mundo
vegetal. Seguramente, has oído decir que la proteína vegetal no se asimila tan bien como
la animal, pero esto sólo es aplicable al mundo de los cocinados. La proteína cruda
vegetal es la que puede asimilar mejor nuestro organismo de entre todas las
proteínas porque los aminoácidos que la componen son muy eficientes al ser
íntegros y al no estar destruidos o desnaturalizados por el calor.

Estudios recientes han demostrado que durante la fase digestiva de asimilación, el
metabolismo de las proteínas recoge del cuerpo los aminoácidos ingeridos
durante la fase de ingesta y los almacena en el hígado de donde los va sacando a
medida que los va necesitando para formar la cadena proteica. Así pues, no es
necesario ingerir toda la cadena de aminoácidos esenciales en la misma comida, como se
había creído hasta ahora debido a un estudio obsoleto. De ahí la falsa creencia o mito de
que se deben ingerir legumbres y cereales en la misma comida.

La ciencia de la nutrición actualizada que, desgraciadamente, no es la que abunda en las
universidades de nuestro país, nos demuestra que hay 9 aminoácidos esenciales que
forman la proteína completa y que estos se encuentran en la hierba de trigo (trigo ,
kamut, espelta, etc., pero en la hierba, no en el grano que es dónde está el gluten), la
espirulina, el cáñamo, los pistachos, la col kale y en las espinacas, entre otros. Más abajo
detallo la lista.


Así pues, cuánta proteína necesitamos?

Este es otro mito que deberíamos dejar atrás.

Teniendo en cuenta que los datos publicados en cuanto a requerimientos nutricionales
provienen de intereses económicos por parte de la industria cárnica y que estos datos
han demostrado llevar a la población a la obesidad y a la enfermedad en medio mundo y
muerta de hambre a la otra mitad, nos basaremos en resultados de experiencias
estudiadas con resultados de una salud óptima desde hace miles de años:

• En varias islas del Pacífico hay tribus que han seguido una dieta basada en frutas,
raíces y tubérculos desde hace decenas de generaciones y gozan de una salud
excelente. Consumen unos 15 gramos de proteína al día.

• En un estudio que realizó el Dr. Jaffe de la Universidad de California en Berkeley
sobre los efectos de una dieta sin carne, se estudió a varias generaciones de
frugívoros (desde niños pequeños hasta adultos), donde la dieta consistía
principalmente en frutas, complementadas con nueces y miel de vez en cuando.
Estas dietas contenían unos 24-33 gramos de proteína al día. Ninguna mostró

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ningún signo de deficiencia de proteínas, ni de cualquier otra deficiencia de


nutrientes. De hecho, resultaron tener todos una salud excepcional.

• Varios investigadores (Rose, Boyd, Berg) de manera independientemente,
demostraron que sólo es necesario que entre el 3,7% y 4,65% de la ingesta total
de alimentos sea proteína para mantener una buena salud. Estos porcentajes son
equivalentes a cerca de 24 a 30 gramos de proteína diarios.

• El Dr. Max Rubner, director del Instituto de Higiene de la Universidad de Berlín,
demostró que sólo el 4% de la ingesta calórica diaria debe ser en forma de
proteínas. Esto quiere decir que en una dieta de 2500 calorías, alrededor de 100
calorías deberían ser de proteínas, cerca de 28 gramos.

En conclusión, las necesidades proteicas de un adulto son, probablemente, entre 25 y 30
gramos diarios o sobre 1 gramo por cada dos kilos de peso corporal. Si una persona
come una dieta variada de frutas, verduras, frutos secos, semillas y brotes crudos, puede
estar seguro de que cumplirá con este requisito de proteína, junto con todas las
necesidades de otros nutrientes.


¿Qué pasa con el exceso de proteína?

Raramente experimentarás o sentirás hablar de una dieta deficiente en proteínas en los
países "desarrollados", en cambio, sí pobre en nutrientes. Y es que cuanto más proteína
ingerimos, más nutrientes necesitará el cuerpo. Tenemos que encontrar un
equilibrio.

Cuando consumimos más proteína de la que puede asimilar el organismo, los resultados
son una gran toxicidad por la cantidad excesiva de nitrógeno y otras sustancias nocivas
en la sangre. Esta intoxicación por proteinosis causa muchos problemas a nuestro
cuerpo:

1. Fatiga crónica, al acumular las toxinas en el músculo.


2. Dolor de cabeza y malestar general.


3. Acidez, ardor en la boca, los labios y en la garganta, erupciones en la piel


y psoriasis.

4. Alergias. De hecho, muchas alergias son realmente casos de intoxicación por


proteína, debido a la histamina.

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5. Como la proteína animal es muy acidificante, desmineraliza el organismo


debido al trabajo de equilibrio del organismo entre ácido-base. El exceso de
proteína y la acidosis es la causa de la osteoporosis.

6. Con el tiempo, una dieta alta en proteínas destruye el sistema glandular, el


hígado y los riñones debido a la sobrecarga tóxica que genera.

7. En muchas personas, los síntomas de la artritis han desaparecido después de


haber adoptado una dieta baja en proteínas. La artritis es síntoma de
acumulación de toxinas en las articulaciones.

8. Como dice Néstor Palmetti en su libro de Nutrición Vitalizante, al ingerir


proteína animal, ingerimos también dos proteínas procedentes de la
descomposición animal: la cadaverina y la putrescina, sustancias tóxicas que
son acumuladas en nuestro organismo generando más suciedad, intoxicación
y desnutrición.


El ranking de alimentos proteicos

La proteína la encontramos en todos los vegetales orgánicos en forma de aminoácidos.

Los alimentos vegetales más ricos en proteínas son:

1. La hierba de trigo y el zumo de hierba de trigo.

2. La espirulina.

3. La alfalfa, la verdolaga y la mayoría de plantas silvestres comestibles.

4. La col Kale.

5. Las semillas de cáñamo.

6. Los brotes de guisante.

7. Los germinados de alfalfa y los germinados de col kale.

8. Los piñones, los pistachos y las nueces de Brasil.



La quinoa, el amaranto y los garbanzos también contienen los 9 aminoácidos pero éstos,
aunque son vegetales, no son alimentos fisiológicos porque su almidón no es digerible
en la forma tal y como lo encontramos al natural, sin procesar.

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Y, ¿LA VITAMINA B-12?




Ancestralmente, el ser humano, al comer directamente de la tierra ya ingería las
bacterias que necesitaba su cuerpo para sintetizar esta vitamina, pero en los tiempos
modernos, y debido a una práctica demasiado "higiénica" y anti-bacteriana, hemos
eliminado nuestro eco-micro-sistema saludable para poder producir nosotros mismos
nuestra vitamina B12 a través de la alimentación fisiológica (vegetal). Si a esto le
sumamos los factores críticos para su asimilación (detallados más abajo), veremos que
en los tiempos modernos puede ser una odisea sintetizar suficiente vitamina B12,
independientemente de la alimentación que lleves. Conozco muchísimos casos de
deficiencia de B12 en personas llevando una alimentación omnívora, así que comer
animal no es garantía de asimilación de B12.

La vitamina B12 se sintetiza sólo a nivel bacteriano a través del factor intrínseco
(una proteína del estómago encargada de la sintetización de B12 en el intestino) y
de una buena salud intestinal. La que ingerimos proviene de las bacterias de los
alimentos, sea animal o planta, pero la clave está en su absorción. Además, no toda la
B12 es asimilable o utilizable por el cuerpo humano. De hecho, la mayoría de
suplementos de B12 no son efectivos. Primero, porque su forma bioquímica no es
asimilable por el cuerpo humano y segundo, porque si nuestra salud intestinal no es
saludable esta vitamina no dispone de las condiciones para poder ser absorbida. Te
detallo más información en los factores críticos para su asimilación, más abajo.

Así pues, el ser humano tiene bacterias en su cuerpo que producen B12. Su absorción
depende de las enzimas, el estómago, el páncreas y la flora intestinal, y cuando
más sana sea nuestra biota y nuestro sistema inmunitario, más capacidad
tendremos para generar esta vitamina.

La clorofila al ser un potente oxigenador, regenerador y depurador de la flora intestinal,
y también por contener porfirina, hace que todos los alimentos que la contienen sean
potentes precursores de vitamina B12: espirulina, chlorella, hierba de trigo, kale, perejil,
etc. Sin embargo, debes saber que estos alimentos no la contienen.


Factores críticos para la asimilación de la B12:

1. Con el exceso proteico, el cuerpo tiene una mayor demanda de vitamina


B12. Por lo tanto, al consumir menos proteína, o mejor dicho, la justa que
necesita el cuerpo, tendremos menos necesidad de B12.

2. La cocción destruye las bacterias, por lo tanto también la vitamina B12


del alimento. Por tanto, con la alimentación viva desaparece el mito de la B12
en las dietas basadas en plantas, siempre y cuando nos aseguramos una buena

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salud intestinal.

3. Los suplementos de vitamina B12 la hacen mutable y no utilizable por el


cuerpo humano.

4. El café, el alcohol, el tabaco, los fármacos (sobre todo los antibióticos y


anticonceptivos), los aditivos, procesados y pesticidas de los alimentos
industrializados, el exceso de vitamina C, el exceso de proteína, la
parasitosis, la acidosis, la candidiasis, el Helicobacter Pylori y los
problemas digestivos son causa de deficiencia de B12.

5. La mala combinación de alimentos, las putrefacciones y fermentaciones


no dejan absorber la B12.


En conclusión, una alimentación viva equilibrada sin una extremada limpieza (la
cual incluye bacterias saludables) y rica en clorofila, asegura una buena
sintetización de vitamina B12, siempre y cuando las condiciones de nuestro
organismo sean favorables. Si este factor no se puede garantizar, recomiendo
controlar esta vitamina mediante analíticas cada año. Si observas que sus niveles bajan,
es un indicio de que hay algún problema, factor o desequilibrio intestinal, de estómago o
de la biota. En este punto, hay que poner remedio de inmediato con una buena limpieza
corporal (ayunos y limpiezas intestinales) acompañada de una alimentación fisiológica,
que incluya la simbiótica (pre y probiótica) y un suplemento de B12 en forma de
cianocobalamina, para reforzar .
Ten en cuenta también que el hígado puede tener reservas de vitamina B12 durante un
par de años más o menos, dependiendo de cada persona, así que las analíticas tampoco
reflejan con fiabilidad una buena absorción de B12 en el momento actual. Realmente, la
fiabilidad vendrá dada por una buena alimentación y salud intestinal.

Y, ¿cómo sabemos si tenemos una flora intestinal saludable? Pues a través de
nuestras digestiones y heces y, si no tenemos suficiente conciencia corporal o intuición
para saberlo, podemos recurrir a una analítica de microbiología de nuestra biota.

En cualquier caso, tomar un suplemento de vitamina B12 para sentirte más seguro, no te
hará ningún daño, al contrario. Como la mente es muy poderosa, si crees que es
imprescindible tomar suplementación de B12 en una alimentación viva para no tener
carencias de esta vitamina, adelante. En este caso, opta por un suplemento en forma de
cianocobalamina, que es la más segura. Toma un suplemento de 2.000 mcg, una vez por
semana o uno de 1.000 mcg dos veces por semana.


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¿POR DÓNDE EMPEZAR?



Muy bien, y ahora que sé todo esto, ¿por dónde empiezo? Te preguntarás. Pues fácil:

1. Integra un nuevo hábito cada 21 días. Empieza por los más fáciles de
alcanzar para ti y hasta que no esté bien integrado, no añadas uno nuevo. Sigue
esta pauta hasta alcanzar todos los hábitos necesarios para que tu
alimentación sea tu medicina.

2. El orden ideal para la integración de tus nuevos hábitos es:



◦ Primero integra los alimentos ecológicos, de gran calidad. y elimina
los antinutrientes: azúcar, harinas y lácteos. Si aún comes algún
alimento de origen animal, es necesario que sea "ecológico". Pongo
ecológico entre comillas porque hoy en día ya sabemos que la
ganadería no puede ser, de ninguna manera, ecológica. Cuando
encontramos carne ecológica en las tiendas, el término ecológico sólo
se refiere a que el animal no fue tratado con antibióticos y fue
engordado con alimentos naturales. Nada más.

◦ Después continúa incrementando la ingesta de alimentos crudos, con
el objetivo de llegar, sin prisas, a un 70% de alimento crudo y 30%
de alimento cocinado, como el grano, legumbres y algunas sopas de
verduras.

◦ Si aún no sigues una alimentación basada en plantas (o vegana), ahora
es el momento de eliminar las carnes, los embutidos y el pescado.
Si no puedes prescindir de ello al 100%, come un huevo ecológico cada
quince días, como máximo, en el período de transición. Está
demostrado, bioquímicamente y con la experiencia de muchas
personas crudiveganas, que no es necesario ningún producto de origen
animal en una dieta equilibrada basada en plantas, pero si
mentalmente o emocionalmente lo necesitas, excepcionalmente, y
acompañado de una alimentación muy rica en alimentos vivos de
calidad, siempre será más ético y sostenible que comer el animal.

◦ Elimina la soja (tofu, tempeh y derivados de la soja) y el gluten (trigo,
harinas de trigo, seitan...). Estos “alimentos”, además de antinutrientes,
pueden ser perjudiciales para tu salud. Te lo explico en un artículo en
mi página web.

• Nos nutrimos de lo que digerimos, no de lo que comemos. Así que
integra las bases de la alimentación consciente, del higienismo y y

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trofología, para mantener un sistema digestivo limpio y preparado


para absorber los nutrientes que necesitas: la combinación correcta de
los alimentos, respetar los biorritmos y las fases de la digestión y
comer en un ambiente tranquilo y sin estrés. Te cuento con detalle
estas bases en mi eBook Nutrición Radiante para ser Feliz.

3. La transición es clave para dar tiempo a que nuestras células se acostumbren


a los nuevos hábitos. Esta transición dependerá también de tu voluntad y
estado de salud actual. Aunque podrías necesitar el acompañamiento de un
coach o experto en nutrición vitalista, en el siguiente apartado, te cuento cómo
sería una transición genérica para una persona que no tiene problemas de
salud.

Pronto notarás grandes beneficios que te motivarán y animarán a seguir
adelante. Treinta, cuarenta o más años de una alimentación que nos ha
ensuciado el cuerpo y nos lo ha atrofiado bastante, no puede cambiar en dos
días.


TRANSICIÓN SALUDABLE HACIA LA


ALIMENTACIÓN VIVA
Para hacer una buena y estable integración, la transición hacia la alimentación viva
100% se debe hacer de manera progresiva, durante el tiempo que necesite nuestro
cuerpo y nuestra mente y, por tanto, sería bueno comenzar con un 70% de alimento
vivo ecológico (crudo) y un 30% de alimento ecológico cocinado a temperatura
suave, eligiendo opciones de alto contenido nutricional y cocinado saludablemente para
no saturar el organismo. Esto quiere decir, evitando los fritos y las cocciones largas,
donde los nutrientes y enzimas ya se han deteriorado y la leucocitosis post-prandial será
más elevada.
Sabes por qué, en la transición, aconsejo no bajar del 70% de alimento crudo? Seguro
que sí. Y si no, vuelve a la página 17-18 ;-).

Un menú de transición saludable y bien equilibrado 70% crudo y 30% cocinado, sería:

• Desayuno: un zumo o batido verde, a base de hojas verdes clorofílicas,
manzana, jengibre y limón.

• Comida: una ensalada completa, de muchos colores, a base de hojas verdes y
hortalizas (evita la lechuga) y con germinados a raudales. Cada color es un tipo de
nutriente diferente, así que varíalos cada día. Y, si tienes más hambre, puedes

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acompañar esta gran ensalada con un cuenco de grano (cereal integral o


legumbre cocinado) con verduras crudas, picaditas y marinadas con un aceite
diferente cada día, para equilibrar los ácidos grasos esenciales y alguna hierba
aromática fresca.

• Cena: una sopa o crema de verduras de temporada. Si tienes más hambre,
puedes acompañar la sopa con unos crudités de apio y zanahoria y hummus de
hortalizas y semillas de cáñamo peladas.

Poco a poco, iremos incrementando los alimentos vivos de las comidas y eliminando las
legumbres y el cereal cocinado.

Me encantaría añadir aquí un menú de alimentación viva, pero tendría que añadir uno
para cada persona que está leyendo este eBook. Cada persona es única y diferente y cada
una necesita su alimentación individualizada según su constitución, metabolismo,
genética, actividad física, estado físico. etc. Esto es lo que hago en mi consulta de
coaching. Encontrarás toda la información en mi página web www.crudivegania.org
(Coaching).

LA LISTA DE LA COMPRA
• Fruta fresca de la estación
• Verduras y hortalizas frescas
• Frutos secos y fruta secada al sol
• Semillas
• Espirulina y chlorella
• Aceites vegetales orgánicos, de 1ª prensada en frío
• Hierbas y especias

EQUIPANDO TU COCINA VIVA

IMPRESCINDIBLES:

• Batidora de alta potencia para los batidos verdes y las sopas


• Cuchillos i mandolina de cerámica

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• Espiralizador de verduras
• Germinadores

OPCIONALES:

• Extractor de zumos de bajas revoluciones
• Deshidratador

¿QUIERES RECETAS DE COCINA VIVA?



En este enlace encontrarás recetas gratis de cocina viva y también talleres, cursos,
formaciones y artículos súper-interesantes para ampliar la información de este eBook:
www.crudivegania.org



BIBLIOGRAFÍA & DOCUMENTACIÓN

• www.crudivegania.org: recetas y artículos sobre alimentación viva
• Alimentación Consciente y Rainbow Green Live-Food Cuisine, de Gabriel Cousens
• La Combinación de los alimentos, de H.M. Shelton
• La Revolución Verde, de Victoria Boutenko
• El Arte de Saber Alimentarte, de Karmelo Bizcarra
• Hay una cura para la diabetes, de Gabriel Cousens
• Sunfood Diet Success System, de David Wolfe
• Nutrición Vitalizante, de Néstor Palmetti
• Nutrición para la Libertad, de Rudolf Steiner
• Raw Food Anti Aging, de Consol Rodríguez
• La Alimentación, la 3ª Medicina, de Dr. Jean Seignalet




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Que el teu aliment sigui la teva medicina i la teva medicina el teu aliment. (Hipòcrates)
Sigues tu el canvi que esperes en el món. (Gandhi)
Som el que mengem. (Aristóteles)

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