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De nada nos sirve empezar con mucho afán algo que queremos lograr si no
tenemos perseverancia. La mitad de los anhelos en nuestra vida se nos quedan
en eso, en anhelos, en deseos, en sueños no realizados... y si analizamos bien el
por qué no se hicieron realidad fue porque nos faltó perseverancia.
No le va a bastar al que quiere cultivar su mente leer todo un día cuanto libro tenga
a su alcance si no lo vuelve a repetir, si no impone una vida de constante lectura y
estudio y no adelantaremos en nuestra vida espiritual sin tan solo nos dejamos llevar
por arrebatos místicos, con promesas a Dios de rezar más, de amar más a nuestro
prójimo y tener una vida más apegada a los sacramentos, de ir más a la iglesia si
todo esto es como "llamarada de petate", como algo que empezamos con mucho
ímpetu y ardor y enseguida nos cansamos y pronto olvidamos todo ese entusiasmo
porque eso cuesta, porque nos está pidiendo un gran esfuerzo, porque esos
proyectos nos piden disciplina y perseverancia.
En el aspecto espiritual tal vez haya personas que al mirar su vida pasada
encuentren una trayectoria directa con Dios a pesar de las caídas y miserias
naturales de la debilidad humana, pero... ¿y la perseverancia final?
A veces con los años se viene como un cansancio, como una flojera, como una
desgana espiritual. Ya no hay el ardor juvenil, se fueron los días en que el alma
ponía en juego toda su fuerza para los sacrificios y la voluntad estaba al servicio de
la fogosidad del espíritu para agradar a Dios. Es el momento del peligro. Peligro de
abandonar el estar en pie de lucha.
Ante esta circunstancia, pidamos como un don especial, que acompañe hasta
nuestro último día la perseverancia final.
2.
La perseverancia
La perseverancia es duración...
3.