Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
Una de las tristes realidades del pueblo de Dios en el Antiguo Testamento fue
la dureza de su corazón. A pesar de haber sido testigos del poder de Dios, y habiendo
experimentado Su gracia, muchos judíos se endurecieron espiritualmente (v.7-11).
Como consecuencia, no entraron en el “reposo” del pueblo de Dios (v.12). Para el pueblo que
salió de Egipto, ese “reposo” iba a ser la Tierra Prometida. El autor de Hebreos usa la
tierra de Canaán como una figura de la salvación espiritual.
A la luz de los que pasó con la primera generación que salió de Egipto (v.10-11), el autor
exhorta a los creyentes judíos del primer siglo a no cometer el mismo error; es decir, a no volver
atrás, simplemente por encontrar dificultades en el camino (v.12). El antídoto contra la
apostasía espiritual es la exhortación mutua (v.13a).
En particular, el autor anima a los creyentes a tener mucho cuidado con el “engaño del
pecado” (v.13b). El pecado engaña, porque promete felicidad, pero no cumple lo
que promete. Y el peligro de eso es que insistimos en ir tras el pecado (queriendo alcanzar la
felicidad), hasta tal punto que nos volvemos insensibles a Dios. Eso lleva al endurecimiento
espiritual.
Ese era precisamente el problema con los creyentes judíos del primer siglo, a quienes el
autor dirige esta carta. Habían dejado el judaísmo (su “Egipto” espiritual), y habían abrazado la
salvación en Cristo (su “Moisés” espiritual). Sin embargo, las dificultades en el camino
(ver Hebreos 10:32-34) los estaban desanimando, y exponiendo a la tentación de volver al
judaísmo. El autor les advierte del peligro que corren, usando el ejemplo de la
primera generación de judíos que salió de Egipto.
Reflexión:
Examina tu vida para ver si hay algún indicio del “engaño del pecado” (v.13), producto de un
“corazón malo” (v.12). ¿Estás perseverando en la vida cristiana, o estás en peligro de dar
marcha atrás?