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EL CONSUELO.

DE
UNA ALMA
CALUMNIADA
para uso de las personas que se hallen en igual caso

PRÓLOGO.
Una persona muy perseguida y calumniada se ocupaba en la lectura de las
santas Escrituras y de los santos Padres, y de dicha lectura sacaba tanto
consuelo, que en medio de las más negras y atroces calumnias se tenía por
muy feliz; daba gracias á Dios porque la hacía digna de sufrir algo por su
divino amor; y al mismo tiempo encomendaba al Señor á todos sus
perseguidores, considerándoles como á sus más útiles bienhechores, porque
le proporcionaban tan bellas ocasiones de sufrir y merecer. de aquí es que,
durante el largo tiempo que fue perseguida, jamás se quejó, ni se defendió, ni
se excusó, sino que se dejó completamente en las manos de la divina
Providencia, sin jamás pedirla que la librara ó defendiera de tales
persecuciones y calumnias; ¡mes que se hallaba muy bien con ellas,
gozándose y recreándose en las mismas y mas que los mundanos en oír
alabanzas y adulaciones. He aquí las palabras que se hallaron escritas de esa
persona que tanto se alegraba en las persecuciones y calumnias:

PERSECUCIONES Y CALUMNIAS.
Apuntes para animarme á padecer en silencio, con
paciencia y con resignación las persecuciones y
calumnias.

CAPÍTULO I.
Dios es perseguido y calumniado.
Ante todo te has de acordar, alma mía, de aquellas palabras del santo
Evangelio: El discípulo no debe pretender ser más que su maestro, ni el
criado más que su señor. Pues bien, si Dios fue y es perseguido, calumniado y
ofendido, ¿por qué no querrás tú pasar por lo mismo? Mira ó sino, alma mía,
como Dios fue perseguido siendo el supremo Señor. Dios en un principio crió
el cielo y la tierra. En el cielo crió los Ángeles para que le conocieran, amaran,
sirvieran, alabaran y fueran felices con él por toda la eternidad; pero una gran
parte de ellos se rebeló contra el mismo Dios, y de Ángeles se convirtieron en
demonios que persiguen al mismo Dios que les dio y conserva el ser que
tienen; ellos le blasfeman y le hacen blasfemar, perseguir y ofender. Dios crió
en la tierra á los hombres para que le conocieran, amaran y sirvieran, y
después pudieran subir al cielo y ser felices con el mismo Dios por toda la
eternidad; pero los hombres fueron y son infieles á Dios y desobedientes á sus
preceptos; ofenden á Dios con sus malos pensamientos palabras, obras y
omisiones.
Y Dios, siéndole tan fácil exterminarlos, provocado por tan grande ingratitud
y maldad, no obstante los sufre y los favorece, hace llover sobre los
campos de los justos y de los pecadores, y cada día hace salir el sol para
buenos y para malos. Ya que Dios es tu Padre, imítale como buen hijo, sufre
con paciencia y bondad á todos tus enemigos, hazles todo el bien que puedas.
Dios santo, bonísimo, sapientísimo, omnipotente, por todos títulos merece ser
amado y servido; y sin embargo es ofendido, blasfemado y maldecido, y sufre;
y tú, alma mía, que por tus pecados deberías estar en los infiernos, ¿no
sufrirás? Además de tener bien merecidas estas persecuciones y calumnias,
hay una cosa digna de ser tenida en cuenta, y es que, si las sufres con
paciencia, te ofrecen ocasión de dar con ellas satisfacción á la divina justicia
por las faltas de tu vida pasada, y oportunidad de contraer grandes méritos
para la vida presente y para la gloria del cielo. Bendito seáis, Dios mío. Dad
vuestra santa bendición á todos los que me persiguen y calumnian: dadles,
Señor, toda suerte de prosperidades espirituales y corporales, temporales y
eternas. Y á mí dadme humildad, mansedumbre, paciencia y conformidad con
vuestra santísima voluntad para sufrir en silencio y amor las penas,
persecuciones y calumnias que Yos permitís vengan sobre mí.

CAPITULO II
Las persecuciones y calumnias son inevitables: lo
demuestran la razón natural, la evidencia y la
historia del Antiguo Testamento.

Todos los que quieren vivir pía y santamente en este mundo perverso y
corrompido han de padecer persecuciones y calumnias. Las tinieblas no se
pueden hermanar con la luz, ni el agua con el fuego, ni Dios con Belial. Los
malos son y quieren continuar en ser malos. Con las obras más que
con las palabras dicen á Dios: «Recede nobis, scientiam viarum tuarum
nolumus. Quítate, apártate de nosotros, «no queremos la ciencia ni saber tus
«mandamientos; no queremos saber «obrar el bien; queremos que nuestro
«entendimiento esté aletargado en el «sueño de la ignorancia, á fin de que
«nuestro corazón se goce en los deleites, injusticias y crímenes.

«No queremos que nadie nos despierte de este sueño con sus palabras de
sabiduría y bondad. Pero lo que más nos irrita es el ejemplo de la bondad,
equidad, justicia y piedad que nos dan los buenos: este ejemplo nos pone
frenéticos y furiosos; porque nos pone de manifiesto nuestra maldad, «con su
luz nos deslumbra (he aquí por qué el que obra mal aborrécela luz); la luz que
nos dan los buenos nos avergüenza, nos confunde, nos humilla, y nos quita el
sosiego en nuestros goces criminales. Sí, dicen con sus obras, somos malos y
lo queremos ser, y por lo mismo hemos de aborrecer, perseguir, calumniar y
acabar con los buenos, á fin de quedar nosotros dueños de la situación.»
Y así lo han hecho siempre desde un principio. Abel fue perseguido de Caín
su hermano. Este era hombre malo y sus obras eran malas; Abel era bueno y
sus obras también buenas. Por esto fue perseguido y muerto por el infame
Caín. Noé, varón justo y perfecto 1) fue perseguido, calumniado y tratado de
loco, de mentecato, de fanático y visionario por los antediluvianos. ¿Por qué?
Porque era bueno, y ellos malos, y sobre todo soberbios y lujuriosos.
1 Gn, VI , 9.2

Por esto finalmente el Señor los castigó con el diluvio. Los Profetas de la
antigüedad fueron perseguidos, calumniados, azotados, crucificados y
muertos, como se lee en el Evangelio, y la causa fue porque eran
buenos, y los perseguidores malos, y tan malos que se les dice: Serpientes y
raza de víboras, ¿cómo escaparéis del juicio de la eterna condenación que se
os espera 1?.

CAPÍTULO III.
Jesucristo fue perseguido y calumniado.
Nadie ha tenido que sufrir tanto de los malos como Jesucristo, que fue puesto
por signo de contradicción (2): y esta contradicción y persecución la sufrió en
la divinidad, en la humanidad, en su persona, en su doctrina, en sus obras, en
sus milagros, en todo fue perseguido en toda su vida, desde el pesebre hasta la
cruz, fue perseguido de reyes y de plebeyos, de sacerdotes y de seglares, de
sabios y de ignorantes, de chicos y de grandes, de militares y de paisanos, de
compatricios y de extraños, de nacionales y de extranjeros. Sufrió calor, frió,
hambre, sed, desnudez, sufrió cansancio, fatigas, congojas, azotes, espinas,
cruz, clavos, dolores y muerte la mas afrentosa. Sufrió calumnias, falsos
testimonios, desprecios, infamias las más atroces. Después de muerto,
resucitado y subido á los cielos, se ha quedado en el santísimo Sacramento del
altar en donde es ofendido de muchísimos; los herejes le niegan, y los malos
cristianos no le respetan; unos le desprecian y no hacen caso; otros le ultrajan
con irreverencias y sacrilegios Oh Jesús mío y Maestro mío! Con las palabras
y con las obras me enseñáis cómo he de portarme con mis enemigos; Vos me
decís á mí y á lodos los cristianos: Amad á vuestros enemigos: haced bien á
los que os aborrecen, y orad por los que os persiguen y calumnian1. ¡Oh
Maestro mío! ¡Cuán convincentes son vuestras palabras, pues practicáis lo
mismo que enseñáis! Vos mandáis perdonar á los enemigos y rogar por los
calumniadores, y así lo practicáis. Desde la cátedra de la santa cruz enseñáis
con la práctica esta celestial doctrina cuando haciendo oración decís: Padre,
perdónales, no saben lo que hacen. ¡Oh Dios mío! yo amo con todo mi
corazón á todos mis enemigos, les deseo todo bien y felicidad. ¡Oh Padre mío!
perdonad á todos mis enemigos, concededles la gracia y la gloria del cielo,
que es el mayor bien que les puedo desear. Yo para mí os pido lo que para sí
os pedía san Juan de la Cruz cuando decía: Domine, pali et contemni pro te.

Matheus. XXIII, 33, — Luc. II, 34.

(1) Matheus. V, 44. — (2) Luc. XXIII, 34.

Señor, padecer y ser despreciado por vuestro amor. Y como santa Teresa de
Jesús: Pati, aut mori, padecer ó morir; ó como santa María Magdalena de
Pazzis: Pati, non mori. Padecer, no morir aun para poder padecer mas, pues lo
que he padecido es muy poco.
CAPÍTULO IV
Palabras de Jesucristo que están contenidas en el santo Evangelio, con que
nos hace saber las persecuciones que tendremos que sufrir, y cómo nos hemos
de portar.

Bienaventurados los que padecen persecución por la justicia (por ser justos);
porque de ellos es el reino de los cielos. (Matheus. V, 10). Dichosos seréis
cuando los hombres por mi causa os maldijeren y os persiguieren, y dijeren
con mentira toda suerte de mal contra vosotros. (Ibid. 11). Alegraos entonces
y regocijaos, porque es muy grande la recompensa que os aguarda en los
cielos: del mismo modo persiguieron á los profetas que ha habido antes de
vosotros. (Ibid. 12). Seréis delatados á los tribunales, y os azotarán en sus
sinagogas. (Matth. X, 17). Y por mi causa seréis conducidos ante los
gobernadores y los reyes, para dar testimonio de mí á ellos y á las naciones.
(Ibid. 18). Si bien cuando os hicieren comparecer, no os dé cuidado el cómo ó
lo que habéis de hablar: porque os será dado en aquella misma hora lo que
habéis de decir. (Ibid. 19). Puesto que no sois vosotros quien habla entonces,
sino el Espíritu de vuestro Padre, el que habla por vosotros. (Ibid, 20).
Entonces un hermano entregará á su hermano á la muerte, y el padre al hijo: y
los hijos se levantarán contra los padres, y los harán morir. (Ibid. 21).
Y vosotros vendréis á ser odiados de todos por causa de mi nombre: pero
quien perseverare hasta el fin, este se salvará. (Ibid. 22). Entre tanto, cuando
en una ciudad os persigan, huid á otra. En verdad os digo, que no acabaréis de
convertir á las ciudades de Israel, antes que venga el Hijo del Hombre. (Ibid.
23). No es el discípulo más que su maestro, ni el siervo más que su amo. (Ibid.
24). Bástele al discípulo el ser tratado como su maestro; y al criado como su
amo. Si al padre de familias le han llamado Belcebú, ¿cuánto más á sus
domésticos? (Ibid. 25).

Pero por eso no les tengáis miedo. Porque nada está encubierto, que no
se haya de descubrir; ni oculto, que no se haya de saber. (Ibid. 26). Nada
temáis de los que matan al cuerpo, y no pueden matar al alma: antes bien
temed al que puede arrojar' alma y cuerpo en el infierno. (Ibid. 28). ¿No es así
que dos pájaros se venden por un cuarto; y no obstante ni uno de ellos caerá en
tierra sin que lo disponga vuestro Padre? (Ibid. 29). Hasta los cabellos de
vuestra cabeza están contados. (Ibid. 30). No tenéis, pues, que temer: valéis
vosotros más que muchos pájaros. (Ibid. 31). En suma: á todo aquel que me
reconociere y confesare por Mesías delante de los hombres, yo también le
reconoceré y me declararé por él delante de mi Padre, que está en los cielos.
(Ibid. 32). Más á quien me negare delante de los hombres, yo también le
negaré delante de mi Padre que está en los cielos. (Ibid. 33). No tenéis que
pensar que yo haya venido á traer la paz á la tierra: no he venido á traer la paz,
sino la guerra. (Ibid.34 ) Pues he venido á separar al hijo de su padre, y á la
hija de su madre, y á la nuera de su suegra. (Ibid. 35). Y los enemigos del
hombre serán las personas de su misma casa. (Ibid. 36). Quien ama al padre ó
la madre más que á mí, no merece ser mió: y quien ama al hijo ó á la hija más
que á mí, tampoco merece ser mió. (Ibid. 37). Y quien no carga con su cruz. Y
me sigue, no es digno de mí. (Ibid. 38). Quien á costa de su alma conserva
su vida, la perderá: y quien perdiere su vida por amor mió, la volverá á
hallar. (Ibid. 39). Debéis saber que vendrá un tiempo en que se armará una
nación contra otra, y un reino contra otro reino; y habrá pestes, hambres y
terremotos en varios lugares. (Matheus. XXIV, 7). Empero todo esto aun no es
más que el principio de los males. (Ibid. 8). En, aquel tiempo seréis
entregados á los magistrados pava ser puestos en los tormentos, y os darán la
muerte: y seréis aborrecidos de todas las gentes por causa de mi nombre por
ser discípulos míos. (Ibid. 9). Con lo que muchos padecerán entonces
escándalo, y se harán traición, y se odiarán recíprocamente. (Ibid. 10). Y
aparecerá un gran número de falsos profetas que pervertirán á mucha gente.
(Ibid.11). Y por la inundación de los vicios se enfriará la caridad de muchos.
(Ibid.v.12). Mas el que perseverará hasta el fin, se salvará. (Ibid. 13).
Sí, el que será fiel y perseverante sin ser engañado de las imposturas de
los charlatanes; sin que los malos ejemplos le perviertan, y sin permitir que se
enfríe en su corazón el ardor de la caridad.

CAPÍTULO V.
Los Apóstoles, los Mártires y los demás Santos fueron perseguidos y
calumniados.
En el libro sagrado de los Hechos apostólicos se leen las muchas y grandes
persecuciones y calumnias que sufrieron los Apóstoles. También se lee en la
historia eclesiástica y en las vidas de los Santos. Catorce millones de Mártires
que todos fueron perseguidos. Muchísimos Confesores que fueron
perseguidos y calumniados: y para mi enseñanza me detendré en algunos en
particular, siguiendo el orden de los siglos. San Ignacio mártir, después de
haber sido prelado estimado y venerado de todos, siendo preso y conducido á
Roma a sufrir el martirio, por el camino no recibió más que injurias y malos
tratamientos de los soldados, y entonces dijo: Ahora comienzo á ser discípulo
de Jesucristo.

Siglo IIL ¡Cuan perseguido no fue san Atanasio! Fue tratado de hechicero.
San Macario alejandrino, discípulo de san Antonio abad, fue ordenado de
presbítero por el obispo de Alejandría, y colocado de cura en una aldea en que
había una joven que tenia amores, y el novio la deshonró. Al advertirlo sus
padres, le preguntaron quién lo había hecho; y ella por disculparse dijo: que
había sido el cura Macario, que la había forzado, habiéndola amenazado con
la muerte si no condescendía. Los padres con todos los parientes, sin mas
información que el dicho de la muchacha engañada, se fueron á casa del señor
cura Macario, y sin atender que era sacerdote y su pastor, con furor diabólico
lo arrancaron de su casa, le llevaron por las calles de la población, y en altas
voces decían: Este falso hombre hizo fuerza á nuestra hija; y le daban los mas
fuertes y terribles golpes. Por cierto que habría muerto en sus manos, si Dios
no lo hubiese remediado. El Señor dispuso que pasara por aquel pueblo un
monje, y al ver los malos tratos que daban á su cura, se opuso con la mayor
energía; mas ellos no hacían caso de cuanto aquel buen monje les decía, hasta
que por último dijeron: que no dejarían de atormentarle, si no les daba un
fiador que se obligase á mantener á la mujer y la criatura que naciese. Oído
esto, el monje y el cura Macario llamaron á un amigo suyo; y como si fuese
criminal en algún delito, sin disculparse, le suplicó con mucha humildad que
le hiciese lianza, y hecho esto, los labradores aquellos dejaron de castigarle.
Macario, con la nueva obligación, se exhortaba diciendo; Ea, anímate y Ira
baja, pues tienes mujer el hijo que sustentar. Así es que trabajaba doblado,
haciendo esportillas, cestas y otras cosas por el estilo, las que entregaba á su
fiador, y este las vendía, y socorría á la falsa mujer; y como Dios es juez y
testigo de todas las cosas, viendo la paciencia , humildad y silencio con que
Macario llevaba tan afrentoso trabajo, quiso librarle, permitiendo que cuando
llegase la hora del parto, la mujer no pudiese parir; y reconociendo la mujer
que aquello era un castigo de Dios, por sus gravísimas culpas, pidió
misericordia á Dios, y confesó públicamente el falso testimonio que había
levantado al inocente y virtuosísimo cura Macario; y dijo claramente, que
quien la había engañado fue el joven vecino de su casa, con quien tenía
amores secretamente: y al ver que se moría de parto, dijo que fuesen a casa del
Padre cura Macario, y le suplicasen que la perdonase cuanto le había ofendido.
Y habiendo ido el fiador en compañía de otros sujetos á darle esta noticia, la
oyó sin ninguna alteración, sin manifestar alegría ni tristeza. Al momento se
puso á orar por la pobre mujer, y el Señor le concedió la gracia que le pedia,
por manera, que antes de concluir la oración, la mujer ya había parido
felizmente. Al ver este prodigio todos conocieron la virtud del Padre cura
Macario, celebraron su heroica humildad, su mansedumbre, su paciencia y
caridad; pero Macario, á fin de huir la estimación y visitas que desde aquel día
le hacían, venerándole como santo, dejó secretamente aquella tierra y se fue al
desierto. (Vida de san Antonio abad, pág. 117).

Siglo IV. San Basilio fue falsamente acusado de hereje al papa san Dámaso.
San Juan Crisóstomo fue acusado de deshonesto calumniosamente.

Siglo.V San Cirilo alejandrino fue condenado por hereje por un conciliábulo
de cuarenta obispos, y al mismo tiempo privado del obispado.

Siglo X. San Romualdo en la edad de más de cien años fue acusado de un


delito tan enorme, que no faltaba quien dijese que merecía ser quemado vivo>
siendo del todo inocente.

Siglo XIV. Persecución y calumnia de santa Catalina de Sena. (Pág. 148). Una
beata del mismo Orden tercero, llamada Andrea, enfermó de un zaratán
en el pecho. Era tan grande el mal olor que despedía, que nadie se atrevía á
acercarse á ella. Santa Catarina se le ofreció, y la sirvió puntualmente.
Envidioso de ello Satanás, sembró sospechas en el corazón de Andrea contra
santa Catalina. Empezó á levantarla falsos testimonios, y para desacreditarla
decía: que á veces la dejaba para ir á divertirse en amores torpes. Como esto
la enferma lo decía á todos los que iban por allá, luego lo supieron las demás
sórores, las que tuvieron grandísima pena por el grande escándalo que de esto
se seguía, pues todos los de la ciudad hablaban de Catalina. Antes de proceder
contra Catalina fueron á preguntar á la enferma si era verdad lo que decía, y
ella no solo se ratificó en las mentiras que para infamar á Catalina había dicho,
sino que añadió otras mayores, y con tan vivos colores pintó sus embustes y
calumnias, que las beatas se creyeron que eran innegables verdades.
Reunieron se todas las beatas delante de la priora, é hicieron presentar á
Catalina, y con la severidad que pedía tan feo delito, si le hubiera perpetrado,
la priora le dio una asperísima reprensión y bien pesado castigo. Díjo la
afrentosísimos oprobios, llamándola mujer perdida, deshonra del hábito, que
con tanta bajeza había vendido el tesoro irreparable de la virginidad; y después
las demás acompañaron las palabras de la prelada con muchas amenazas y
baldones. Catalina admitió el castigo, y oyó el Capítulo con indecible
mansedumbre y admirable silencio; y á los gritos que después la daban solo
respondió: A la verdad, hermanas y señoras mias, yo por la gracia de
Jesucristo soy virgen. Ni á Dios ni á la Religión he ofendido en materia de
castidad. No dijo que mentían, ni que eran testimonios impuestos de quien
mal la quería: no alzó las voces al cielo, ni pidió justicia de Dios contra la
acusadora. Nada de esto hizo, porque tenía su honra y su vida en las
manos de Dios. Concluida la reunión se fue Catalina á casa de la enferma, y
sin abrir sus labios á queja alguna, ni mostrar sentimiento en el semblante,
prosiguió en servirla con el mismo agrado y solicitud que antes.
Catalina hizo oración. Se le apareció Jesucristo con dos coronas, una de rosas
y otra de espinas, y Catalina cogió la de espinas. Jesucristo le dijo: Persevera
constante en la asistencia caritativa de la enferma, y deja á mi cuidado el de
tu reputación, que yo te doy mi palabra que tendrá felicísimo resultado.
Finalmente Andrea se convirtió y pidió perdón á Catalina, y estale contestó:
Amada madre mía, yo sé bien que el enemigo ha sido el inventor de este falso
testimonio y escándalo, por lo que á él solo doy la culpa; yo á vos siempre
os he venerado con el mismo respeto y amor de madre.
Siglo XVI. Persecución del venerable Juan de Ávila. Este grande apóstol
predicaba con grande celo y fruto de las almas, pero algunos impenitentes y
frenéticos enfermos contra su buen médico le acusaron al tribunal de la
Inquisición de Sevilla. Prendieron le hasta averiguar la causa, perdiendo así la
opinión en que le tenían. El varón santo se portó con tan rara paciencia,
mansedumbre y confianza en Dios, que los mismos oficiales quedaron
asombrados. — La defensa que hizo fue dejar la causa á Dios, confiando que
en tales manos no padecería su inocencia. Le aconsejaron que tachara los
testigos. Mas él contestó que jamás lo haria, que estaba muy confiado en
Dios y en su propia inocencia, y que él le salvaría, pues ha dicho: Con él
estoy en la tribulación, yo le libraré y le glorificaré. Los enemigos, como no
hallaban resistencia, cada dia adelantaban muchísimo contra él; mas el Señor
le consoló muchísimo, le dio un grande conocimiento de Jesucristo y de la
gracia de la Redención. Estando muy adelantada la causa y muy malparada
contra el Venerable, le dijo uno de los jueces: Padre maestro, su negocio está
en las manos de Dios. Modo proverbial que quería decir que estaba en muy
mal estado. Y el Padre con gran confianza en la providencia y misericordia
divina, con semblante alegre respondió: Nunca ha tenido mi negocio mejor
estado; hasta aquí han hecho los hombres, ahora hará Dios. En efecto,
al cabo de pocos dias se descubrió su virtud y santidad de su vida, y la verdad
y sinceridad de su doctrina, y que todo habia sido una conjuración y una
calumnia. El tribunal le declaró libre, y le mandó predicar en un dia de fiesta
en la misma iglesia en que acostumbraba, que era la de San Salvador. Apenas
se asomó al pulpito para empezar el sermón, sonaron trompetas y chirimías,
señales de victoria, y con grande aplauso y consuelo de la ciudad. (Vida, del
venerable P. M. Juan de Ávila, página 32).

Siglo XVII. Calumnias contra san Francisco de Sales. Dijeron que tenía
relaciones ilícitas con una señora. Había un protestante que tenía tanta
habilidad en escribir, que remedaba perfectamente cualquier carácter de letra.
Remedando, pues, la letra del Santo, escribió una correspondencia la mas
obscena y criminal, que se daba buen cuidado de enseñar y hacer ver á unos y
á otros, aun á los mas amigos del Santo, quienes decían: Es letra suya, no hay
duda, nos tiene engañados á todos con sus hipocresías. Sabia el Santo todo
cuanto de él se decia, y no obstante guardó tres años el más completo silencio.
El calumniador se puso entonces enfermo, y antes de morir descubrió sus
calumnias.

CAPÍTULO VI.
Máximas de los Santos que tengo presentes en las persecuciones y calumnias.

1. a La virtud sin prueba no es virtud. (Santa María Magdalena de


Pazzis).
2. Cuando recibáis alguna... no andéis buscando, ni indagando quién
dijo ó hizo aquello: y si alguna vez lo llegáis á saber, no le reprendáis:
ni os quejéis jamás, ni busquéis quien os defienda. Sea el primero á
quien encomendéis á Dios el que os persigue y calumnia. (San Ligorio).
3. El tiempo de las calumnias y persecuciones es el tiempo de la cosecha
de virtudes y méritos, es el tiempo de salir de deudas. (Álvarez).
4. Para sufrir bien las penas y calumnias se ha de mirar á Jesús, y se han
de recordar las palabras del mismo Jesús contenidas en el santo
Evangelio.
5. Todos los que quieren vivir píamente en Cristo Jesús, padecerán
persecuciones. (II Tim. III, 12)
6. Hablándose un dia de cierto religioso que era tenido por santo, dijo san
Bernardo: Será él sanio, pero le falta lo mejor, que es el ser tenido por
malo.
7. El P. Torres escribiendo á una persona dirigida por él le dijo: Créame
V., entre las gracias principales que le puede hacer el Señor, es
principalísima la de hacerla digna de ser calumniada de todos, sin hallar
ni siquiera una persona que crea en V.
8. En los trabajos, calumnias, persecuciones...si estas se sufren bien,
se ejercitan las virtudes, se contraen muchísimos méritos, se edifica al
prójimo: el Señor derrama muchos y grandes conocimientos y
consolaciones.
Oh dichosas y felices persecuciones y calumnias, que tantas gracias y
consolaciones celestiales me' "proporcionáis!!!

BENDITO SEA DIOS

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