Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
I
cíficas sobre la manera en la que lo
social se presenta en su configuración
como campo de acción. La expresión
Intervención y campo social “denso, oscuro y complejo” no es sólo
la invocación retórica de algunos adje-
denso, oscuro, complejo* tivos, sino que constituye un esfuerzo
por contribuir a consolidar los argu-
mentos que sostienen la imposibilidad
y sinsentido de un pretendido conoci-
miento positivo sobre lo social, dada
CLAUDIA M. SALAZAR VILLAVA la indeterminación de los procesos
sociales.
PALABRAS CLAVE: intervención, densidad,
oscuridad, complejidad.
Campo complejo
histórico que no tenga en cuenta los ámbitos que son otros respecto de lo
estrictamente social. Se dice que Napoleón fue derrotado por el invierno.
Esto es aún más evidente en épocas como la nuestra, en la que prolifera
la preocupación por fenómenos como el calentamiento global, el cambio
climático, la contaminación genética de los cultivos, la mutabilidad de
los virus que se transmiten de especies animales al hombre y viceversa, los
mismos virus como entidades capaces de afectar dramáticamente la salud y
la existencia, así como la preocupación por la extinción de especies animales
o vegetales a consecuencia de la ilimitada propagación de comunidades
humanas por el planeta. La intrincada relación de estos universos distintos
que el social, van produciendo formaciones estrictamente sociales como
modalidades jurídicas del derecho, modalidades de producción económica,
etcétera. En los días que corren incluso existen no sólo las sociedades
protectoras de animales y de los entornos naturales que proliferaron desde
principios del siglo XX, sino modalidades legislativas que hacen de ciertas
especies verdaderos sujetos de derecho, lo cual no es una transformación
insignificante en la forma de considerar las fronteras de lo social. Lo mismo
ocurre cuando surge la agricultura orgánica, el eco-turismo, las “barreras
sanitarias” aplicadas a poblaciones migrantes, humanas o de otras especies.
Si bien los seres humanos tendemos a concentrarnos en la forma en que
afectamos a la naturaleza, lo que muestra una vocación por centrarnos en
nuestra propia acción como factor determinante, sin duda las propias fuerzas
de la naturaleza desencadenan una serie de efectos sobre la humanidad no
necesariamente atribuibles al quebrantamiento por el ser humano, de un
supuesto equilibrio ecológico precedente.
Cabe decir que para este trabajo, la idea misma de equilibrio es una
creación imaginaria que no necesariamente tiene su correspondencia inequí-
voca, en el sentido de adecuación entre concepto y realidad, con el modo de
ser de lo natural y mucho menos en relación a la idea de “sistemas abiertos”,
que constituye parte crucial de la argumentación de Morin sobre la necesidad
del paradigma de complejidad. Antes bien, la posibilidad de decir algo sobre
el mundo natural —como el equilibrio que lo caracterizaría—, se encuentra
ya a la vez limitada y potenciada, es decir, mediada por la creación de la
dimensión simbólica que da lugar a la noción de equilibrio.
con consecuencias sobre éste, y sobre las que lo humano opera y otorga
significado.
Por el lado de la construcción del conocimiento, aunque no suscribo el
conjunto de sus afirmaciones, una de las consecuencias que parecen más
interesantes —si bien no exclusivas— del paradigma de complejidad
propuesto por Edgar Morin, se expresa en la crítica que desarrolla contra las
formas del conocimiento por especializaciones, que al mantenerse desarticu-
ladas unas de otras, desconocen de hecho las intrincadas relaciones que se
dan entre los diversos fenómenos y se convierten en lo que él denomina
“inteligencia ciega”, como se dijo antes, un conocimiento que en el conjunto
de la realidad y en tanto conocimiento de ella, se muestra en un sentido
insignificante y en otro, peligroso. Recoge desde allí una grave interrogante
sobre la responsabilidad ética de los científicos y tecnólogos respecto de las
aplicaciones de sus descubrimientos, ilustrada en el horror de Hiroshima y
Nagasaki, donde quedó emblemáticamente demostrado su potencial de
destrucción total del mundo humano. Este cuestionamiento que continúa
incesante, ha sido incapaz hasta ahora de orientar la actividad científica y
tecnológica mediante parámetros éticos y políticos mínimos que trasciendan
los intereses particulares más inmediatos, entre otras cuestiones, por la presen-
cia dominante de dinámicas mercantiles alrededor de todo descubrimiento
científico. De hecho la única dinámica integradora del progreso científico
hasta ahora es la del mercado, pero no produce articulaciones entre los diversos
conocimientos, sino que los articula parcialmente en la concreción de
productos, cuya dinámica es propia de su configuración como mercancías.
Para efectos de nuestra tesis, lo social no puede hacer abstracción de la
materialidad del entorno y no puede encararla solamente desde la lógica del
trabajo, como objeto de transformación según el concepto marxista, que en
la ilusión del dominio final de la materia por el hombre y de la consideración
de todas las demás especies como subordinadas al interés de éste, no ha
podido deslindarse del mismo anhelo con que se realizan los rituales mágicos
para contener el poder de lo natural.
La perspectiva de complejidad en nuestra tesis demanda además la
inclusión de los apuntalamientos biológicos del sujeto, como no separado
de su corporeidad y de la dinámica vital de su organismo, apuntalamiento
de las formas de simbolización de su cuerpo y de sus percepciones sensoriales,
Campo denso
1
En su artículo “El acto antropológico. La intervención como extrañeza” (2002).
Campo oscuro
Lo oscuro aparece aquí como el tercer término que usamos para caracterizar
lo social en tanto campo de intervención. Oscuro por oposición a lo trans-
parente y luminoso, que correspondería a la ilusión de transparentar por la
vía del desarrollo adecuado de conocimientos, los aspectos que se nos aparecen
incomprensibles en determinado objeto de elucidación. Definimos el campo
social como oscuro para subrayar la imposibilidad de su esclarecimiento
total. Esta oscuridad, característica del trabajo en ciencias sociales, ha sido
abordada por diferentes autores a lo largo del siglo XX y ha dado lugar a
importantes reflexiones epistemológicas, de las que por su vastedad, no
que toma como objeto de estudio, donde su entusiasmo por abrir paso al
psicoanálisis en el campo de la etnología le hacía ver, por todas partes, la
ratificación de los supuestos establecidos en su arsenal teórico.
En su obra, Devereux ilustra profusamente con ejemplos los efectos
inquietantes que ciertas experiencias de campo producían en variedad de
investigadores. Estos numerosos ejemplos ciertamente permiten poner en
evidencia la fuerte resonancia que lo observado produce sobre los investi-
gadores. Además, este autor aporta un intento por clasificar el tipo de
reacciones que se producen frente a escenas perturbadoras que se presentan
en el campo, pero quizá lo más valioso de su trabajo es su reflexión respecto
de la metodología como defensa frente a las ansiedades que produce el
encuentro con el otro. Si bien él establece con prudencia que en algunos casos
puede ser que el aparato metodológico del investigador sea el producto de su
ansiedad frente al campo, podemos afirmar aquí que no hay diseño metodo-
lógico para el trabajo de campo en ciencias sociales que no sea, al menos
parcialmente, un intento de protegerse anticipadamente frente a la amena-
zante ambigüedad de la identificación y la extrañeza que todo encuentro
con otro convoca. Ansiedad que como se demuestra en el texto devereuxiano
sólo puede abatirse al precio de ignorar o eludir la presencia del sujeto
observado, con lo cual toda elucidación significativa sobre el mismo quedaría
abortada, dando paso a la sustitución de la reflexión a la que ese encuentro
podía haber abierto camino, por elaboraciones prejuiciosas que no hacen
sino repetir lo que ya se pensaba, antes de haber intentado “ir al campo”.
En la intervención, ese encuentro es ineludible, pero no así la posibilidad
de negarse a mirar, de enceguecerse en virtud de las angustias convocadas,
haciendo uso para ello de toda la parafernalia metodológica e incluso teórica,
imaginable.
¿Quiere esto decir entonces que el campo social es absoluta y permanen-
temente oscuro e impenetrable para todo esfuerzo elucidativo? No lo
pensamos de esta forma. Queremos establecer —como otros ya lo han
hecho— que la ilusión de transparentar el sentido de las acciones sobre las
que elucidamos, no es sino eso, ilusión. Que el proceso de elucidación se
compone de manera intrincada por lo que puede apreciarse del campo, que
es siempre parcial y penumbroso, con la creación de sentido que corresponde
al trabajo elucidativo en cuestión y que ello es justamente la producción de
Bibliografía