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Galvano della Volpe La libertad comunista ICARIA 13°20 | | I Titulo original: La lberté comunista @ 192-CAD.B./Savcil spa Mia Cierone 4, 00193 RON fe Ja edicién esparota: ICARIA EDITORIAL, S, A. De la Torre, 14, Bazcelone-6 Traduccin: Jacinto Zulueta Primera edicién: Noviembre 1977 ISBN: 94:7425023.X. Depésito legal: B. 45: io de ia cublerta: Joan Batallé Imprime Conmar Color. Cotaminas, 28, Hospitalet de Liobregat stented sep oeeneeinnienen AVISO AL LECTOR DE LA SEGUNDA EDICION ITALIANA Esta reimpresion —de ta que son promotores mis ami- gos de las Ediciones Avanti, a tos que doy las gracias— de un libro que hace unos veinte afios levanté un cierto inte- rés en el inmediato segundo pertodo de la postguerra, ham briento de verdades sociales, tiene quizds alguna justifica- cidn que va mds alld de las razones conmemorativas o docu mentates. El autor piensa que tales justificaciones intrinsecas tienen un doble orden de intereses filoséficos: primero, el andlisis del concepto tradicional de la persona a través de una critica inflexible de los srevisoress cldsicos del marxismo y de su ética » politica sociabliberal; segundo, ta articula cid lo mds fiel posible al espiritu del marxismo (y no segitn el espiritu de un equivoco shumanismo» social-espiritualista, como hace una legion de intérpretes, especialmente extran- jeros, llegados después) de tos conceptos fundamentales de los marzianos Manuscritos de economia y filosofia del 1844 (examinados por quien escribe precedentemente en la Teoria marxista de la emancipacién humana, 1945): como los con- ceptos de chombres, enaturalezas, wsociedad>, walienacion Humana» (ahora un Slogan de la inteligencia burguesa «in quictas) y edesaparicién positiva de la alienacién humana» J ecomunismon, etcétera, De la primera lista basta recordar, ‘en particular, el andlisis de los antecedentes roussonianos y hantianos y también Tockianos del revisionismo de los Berns- tein, Kauisky y Mondotfo, y el examen de la «critica» cro- ciana de ta piusvatia hecha desde el punto de vista de ta 6 GALVANO DELLA VOLPE ismo de ta moral; de la segunda, ta a marsiana cardinal de la «sociabi lidad det trabajos ralmente, los defectos y las limita clones, manifiestas, de ta obra, se nolan mds en la segunda parte, dedicada a la reconstruccién valorativa del marzismo, digamos de Marz: por lo menos a causa de fa limitacion de (principalmente los Manuscritos y 1a Tdeologia alemana I): defectos que se intento paliar en Por Ja teorfa de un Humantsino positive (1949) y sobre todo en Rousseau y Marx (1962); por no hablar dela Logica como ciencia positiva (1956) de Ia que, por io demds, 2! ensayo Sobre la dialéctica, que agut sigue a reimpresion de la Li bertad, es a ta vez una sintesis » una profundizacidn. ¥ en Rousseau y Marx se puede encontrar, también, una profur dizacién det mensaje rassoniano y del kantiano, la indica. cién de sus as} jasitives e histéricamente no agotados; reetificando de esta ‘a en una perspectiva mds generosa, hist6rico-ideal, el juicio expresado sobre Rousseau y Kant en la primera parte de la obra presente, dedicada a ia revision de los revisores y de sus precedentes cldsicos 7 en las iilti mas conclusiones. En cuailo a tas notas 14, 15 9 17, que con tienen bosquejos de éiica y de légica, el autor ha decidido dejarlas, a pesar de su residuo gneosologista absiracto y formatismo, principalments con finatidad pedagégic: cir, para permitir que algiuo de los lectores mds pacientes pueda medir toda la distancia entre el método ain incierto seguido entonces por quien escribe y el método de la Légica como ciencia pusiliva y de los ensayos de critica materia. lista contenidos en el Rousseau y Marx: método, éste, de una historificacién radiea! en ta dialéctica de tos problemas filoséficos os Tos idgicos): sin el cual no tiene ningtin sentido declararse s del materialismo histérico. Asi pues, el viejo libro esid completo ante los nuevos lectores (s6lo poquisimos rengiones demasiado relacionados con ia autobiografia del autcr © con las crénicas culturales de una época, ya lejana, hart sido eliminados) y pide razonable indul- gencia. Gatvano DELLA Vours Roma, 15 abril 1963 AVISO AL LECTOR La naturaleza det problema afrontado en este volumen hace superflua, si no nociva, una verdadera introducién en Ta cual el autor anticipe las intenciones y las directivas que le han guiado en la investigacién. Quien escribe prefiere que quien lee lo haga sin prevenciones ni equivocos, posible- mente. Los motives de consenso o disenso los encontrard ef lector mds naturales y genuinos en el mismo curso de ta investigacién. Las dificultades que ésta presenta no son todas achacables al autor, porque la gravedad del problema tiene necesariamente su parte, y también por et hecho de que la dliteraturas (filoséfica) sobre el tema es précticamente ine- xistente. Sdlo se podia contar, verdaderamente, con tas «fuentes», no demasiado abundantes. Para lo esencial, que estd en Marx, se ha tenido en cuenta también sus obras péstumas, especialmente las filosdficas: pero se ha tenido cuidado en distinguir, aunque no materialmente, el trata- miento histérico-critico del teorético y personal. El tratamiento teorético traza las bases de esa critica de Ja persona en la cual el autor trabaja desde hace tiempo. Este trabajo estd especialmente dedicado a tos jévenes camaradas intelectuales, Gatvano Datta Vorrs Messina, Universidad, marzo 1946 . “Veamos, pues, la formulacién individualista de Tom Paine, filésofo poiftico «iluminado», fundador como Franklin y Jef- ferson de la civilizacién americana en la que se apoyan las Cuatro libertades, y uno de los padres de la cultura politica anglosajona en general (a é! se remite atin Harold Laski en cl libro citado). Bl cristianismo laicizado, «razonable», que esta en Ia base de su pensamiento politico, se expresa asf (en la Edad de.la razén): «Yo creo en un Dios, y nada més} y confio en una felicidad después de Ia vida. Creo en ta igualdad huinana; y 2 SALVANO. DELLA vourE que los deberes retigiosos consistan : igiosos consistan en el obrar justo, en la Piedad y en esforzarse por hacer feli freee 2 # por hacer felices a las criaturas com, Pateras nucstras...No ceo en ice credos srohaae nee sia hebrea, ni por la romana, ni por li s q , mana, ni por ja turca, ni por la Protestante, ni por cuslquier otra que yo conozea’ Mi beets i feiss». Y puesto sue «el Todopoderoco ha imprlnias Per aae tne de Aosotres estos inextinguibles sentaientes en}s, que son como los custodios de Su imagen on ignidad ‘0 valor, que de este modo iduo humano y lo constituye om sesh lone co cms Sota Bon libertad, etc.) innatos o imprimidos a priori on cade wean Yduo humane eomo tal. ¥ justamente en el sends dé woo fag pacimlento de. cada individuo aparecen nuevos deve Gigs ue ningtin precedente pacto [social] puede con sna, ticia limitar 0 anular»; de donde Ia necesidad de une «one tinua reafirmacién» del «pacto socials, es decir, del. pesto por el que se instituye Ia sociedad poitiea y el relate ge erno entendidos como la tutela de los maturcle : Y; por lo demas, el g: scares «mal _necesarios y «como nuestros vest fial de i i 2 ; estidos, sefial de ini gencia perdidar (Sentido comin); Idgicamente, porque el ardcter aprio: ‘acto, prehistérico, de los vale 3 t , res sus relativas pretensianes 0 derechos del individuo, deccle. pith, We prejudicial, para todos sus fines, a le sociedad iftica, entidad histéri i if politica, entidad histérioa, emapirica, y sin embargo arifisias Esta es la conclusidx del taico e «ilumini i Ia conclusiéa det siluministay Paine, afi mando la importancia secundaria y subordinade de ln soci Gad politica en relacién con Ia persona, que coincide susnn, clalmente con la del Atzobispo Temple respecto la prime riedad dela persona; y en suma él individualismo existing Mmantiene, incluso traducido en términos racionales ¥ flocs, icos (aunque sean cotrisutes, como los usados por el Hie. Soforlibelista americano), su significado esencisl: Hero revein mucho més su incapacidad furdamental para resolver aquel problema de un worden social» que es una instancia ulioter ¥ més elevada que el problema de un orden politics mon ‘mente (hasta cuya solucién sdio se puede Hogar, como noe, mos mejor, estudiando las bases roussonianae cristianse de LA LIBERTAD GOMUNISTA 13 la «domocracia moderna»). Sucede que el problema de un orden social, que significa el problema de una sociedad digaa el nombre, de una sociedad social 0 sociedad veraz y 110 aparente queda completamente extrafio para quien s2 mueva desde el principio de la mera primariedad de la persona con respecto a la sociedad en general. Y dudamos de que también las Cuatro Libertades americanas —en cuya base estd Ja formulacién individualista cristiana de Paine y otros pare- cidos— puedan ser, desde un punto de vista ideoldgico, algo més dé un eclecticismo, de un compromiso entre individua- lismo y socialismo, 4. — Pero, subiendo un peldafio mas, Heguemos a Rous- seat; el mas grande patriarca espiritual de la edemocracia moderna», " «Hay en el fondo de nuéstro énimo —nos dice Rousseau, antes de Paine— un principio innato de justicia y de virtud. al que yo lamo conciencia»: es decir, los «deberes> y la «eterna justicia «que me los impones (Emilio, 1V). Espect- ficamente, la conciencia moral consiste’en el «sentimiento de Ia humanidad» ‘0 amor humanitario: «el amor de los hombres derivado del amor por sf, es el principio de Ta jus- ticia humana», es decir «es del sistema moral formado por esta doble relacién hacia uno mismo y hacia los propios semejantes de donde nace el impulso de la conclencias, que «hace al hombre semejante a Dios» (ivi). La. explicacién de esta doble relacién que es la coneiencia est en esto: que ya que «el amor por el Autor del propio ser... 8¢ confunde con este mismisimo amor por sf» (ivi), el amor por si y el amor por los propios sentejantes coinciden, se confunden a su vez; esta doble relacién como se origina a partir de la fundamental relacién-de unién (amor) de cada uno de nosotros, de nosotros mismos y de los dems con Dios, con el niversal bajo forma de comin principio trans- cendente, precisindose el dicho: que es por amor a Dios por To que se debe amoral préjimo, es decir el semejante, como a uno mismo. Nada menos (pero tampoco nada més) que un egotismo, dirlamos, religioso, y en este sentido moral, se nos presenta, pues, en la declaracién roussoniana: que express. precisamen: =, condicién fundamental del vada, CE, para Platén, ZI sofista (623.¢), (y todo valor en general) nace del «did "8 consigo misma» (quiere decir en LA LIBERTAD COMUNISTA 15 problema de Ja sociedad politica, advlerte que «todo con- siste en no estropear al hombre de la naturaleza al aproplarlo a la sociedad» (La nueva Eloisa, V, 8); ¥ que acusa al legis- lador del comunismo espartano ast: «Licurgo Jo ha desna- turatizedo [el corazén del hombre]» (Emilio, 1). Pero, en este punto, se comprende también las dificulta- des inmensas que se Ie crean al Rousseau filésofo politico a causa de sus mismas premisas generales, metatisicas y éticas; por el axioma dogmatico del hombre de la naturalezd, del individuo libre ¢ independiente por el impulso originario do su conciencia, es decir por su egotismo religioss; y por el corolario que no puede faltar: que, al hacerse social-polt- tico el hombre de Ia naturaleza salve su integridad. Eso se manifiesta no s6lo en Ja famosa férmula del «pro- blema fundamental» del que el «contrato social» tendria ‘que ser la solucidn, férmula en la que se enuncia la exigencia de «encontrar una forma de asociaciin que defienda y pro- teja con toda Ja fuerza comin a la persoria y los bienes de cada asociado [es decir, tutele el derecho de propiedad y los demas derechos conexos «naturales», es decir, las preten- siones privadas de la persona originaria, presocial, que es el hombre de la naturaleza}, y por la cual cafla uno, uniéndose fa todos, no obedezca por consiguiente mas que a s{ mismo, Guanto ereminiscentes). Cfr., para Agustin, Ia advertencia (repetida Siempre por. los idealistas) in teipsum redin, en De vera religione, €.39: «No saluas de fi, vuelve dentro de ti, en el hombre interior reside fa verdad; y si encuentras mudable tu naturaleza, trasciende incluso de tt mismo, es decir trarciende el razonamiento y vete alld donde se ‘enciende la tnisma luz de 1 razGne, es decir la Verdad divina (reflejada en el abditumt montis o ems profunda> memoria del alma, memoria Sntelectual), ¥ cfr. también san Paolo, 2 Cor, 4,16: «licet is, qui foris fest, noster homo corrumpatur: tamen is, qui inius est, renovatur de die in diems, — No silo Rousseau, también, Voltaire, el otro Genio de Ja Revolucién burguesa, se remite a la «interioridad» (abstracta), tradicional: «jt pour nous élever, descendons dans nousmémes!» (cit. sin referir la fuente, por H. §. Chamberlain, Die Grundlagen des New zehnten Jahrhunderts 194), 1, 11245), — Para la mds completa documen- facion hist6riea sobre Rousseau, véase el bello libro del roussoniano Hendel: Jean-Jacques Rousseast’ moralist, London - New York, 1934, ‘especialmente, vol. 1, pp. 143 y ss., vol. if, pp. 100 y ss. — Para una fritica acabadla de 1a filosoffa moral y politica de Rousseau, véase la Ls parte demi Teoria marsista de ta emancipactin humans, 198, jessina, 16 GALVANO DELLA’ VOLER quedando libre como ‘cantesy (Contrato’ sodial, ¥, 6); pero también, y en modo especial, en las ulteriores graves’ consi- deraciones (ya notadas por el primer critico serio de R., Marx): que *Aquéi que osa emprender Ia institucién de un pueblo fo Estado] debe sentirse en condiciones de cambiar, por decirlo asi, la 1 a humana, de transformar a cada individuo, que por si iuismo, es un todo perfecto y solitario, es parte de un todo mas grande del que este individuo recihe, de alguna manera, su vida y su ser», y que «Es necesario, en una palabra, que él quite al hombre fuerzas ‘que son suyas para darle atras que le son extrafiass (op. cit., Il, 7). En cuyas iltimas consideraciones en particular (en las que Marx vefa dibujado al chombre politico» roussoniano como «sélo el hombrs abstracto, artificials) se tiene la im- presién, al menos implicita, por parte del mismo Rousseau, de Ja situaci6h en fa que éi mismo se ha metido queriendo construir la sociedad —es decir unidad— politica con ele- mentos tan refractarios como los impresoriptibles» derechos originarios, presociales, del hombre de Ja naturaleza. Situa- cin conocida, al menos, a través de lo que fue lamada la disidencia entre las dos énimas de R., la republicana 0 «ro- mana» y Ja cristina, la cpatridtica» o civil y Ja «humanita- tia» («el patriotismo y la bimanidad son dos virmudes incom. patibles», admitié al final); y que aquf se expresa en la notoria diificultad inherente a la institucién del Estado: se trata de cambiar la naturaleza humana, es decir, al hombre de la naturaleza, se trata de transformar a cada individuo, que de por si es un todo perfecto y solitario—porque es la parte que es mayor del todo seziin la paradoja cristlana— en parte de un mayor todo... Pero este cambiar —admitiendo que sea posible— gno ameneza sex aquel estropear al hombre de la naturateza al apropiasio a la sociedad (ai transformarlo, como ahora, en el artifi. dadano), que Rousseau pretende, lo hemos visto, conjurar 2 tods costa, exorcizando incluso el espectro de Licurgo? (Z¥ cémo no exorcizar, tarabién, desde este punto de vista, a la concentracién estatal bajo forma de Jo que fue liamado el al smo republicano, y su relativa sreligién civil», cuya alma «romana» de R. perdona en algu- nas paginas del Con(rato?) Claro, Ia solucién de tal dificultad mediante la cléusula del '0 ayo comtins, que constituye el nuevo «cuerpo politico», su base ultima en Ja «conciencia» como «sentimiento de la humanidad» o amor humanitario, y siendo este tltimo nada mds que aquel egotismo religioso del que antes hablamos; donde se resuelve el individualismo cristiano, es necesario sacar la conclusién de que la igualdad instituida por él, para este tipo de cuerpo politico, no puede ser mas que el tipo de igualdad-desigualdad que ese egotismo permite. Es decir: Ia igualdad-desigualdad resultado del concebir Ia igualdad en funcién de la libertad (= persona), pero!no también vice- versa. No también viceversa, precisamente, porque la per- soma, con la que coincide Ta libertad, es aquel individuo absiracto solitario, presocial, que es Ia persona del marxismo, remontables al «esquema» dialéctico, filosé- fico, «predispuesta> tesis de la concentracién del capital en manos de un ntimero decreciente (Marx) 0 creciente (B.), admite esto para afiadir que este éxito eno depende ni siquiera de todo el edificio dialéctico, al que ese detalle pertenecer, y que antes bien, depende «del aumento de la riqueza social y, especialmente, de la madurez intelectual y moral de la misma clase obrera» (p. 179). Pala- bras, especialmente aquellas referidas a la deseada madurez moral de la clase obrera, que logran su sentido més com- pleto en la pagina 187, con la conclusiva deploracién del «des- precio del ideal», con Ia eexaltacién de los factores materia- Jess, de los que serian culpables los marxistas ematerialistasy, (eyo, dice él, no subordino la victoria del socialismo a su inmanente necesidad econdmica») y finalmente en su Hama- miento a una emoral superiors, al idealismo del Kant del imperativo categérico (véase de B.: Das realistische und das ideologische Moment im Sozialismus, in Neue Zeit, 1894). Este es el cant bernsteniano, su retdrica moralista, su pia formula: el espiritualismo idealista contra el materialismo histérico; muy lejano, 1 que invoca «Kant contra el cant» de los dialécticos marxistas, del pensar que se le pueda re- 24 ‘CALVANO DELLA VOLPE torcer que‘al cant representado, en cambio, por el mismo Kant, como por su maestro Rousseau, y por todo el moralis- mo tradicional, s6lo se pueda oponer Marx; no para imitar a Bernstein en su fantasiosa polémica, sino respeto a la mis- ma‘realidad de las cosas. Veamos pues, para concluir, la naturaleza retdrica de las bases filoséficas del socialiberalismo del berastenianismo y también un ejemplo significativo del influjo —negativo~ de éste sobre 1a con in, por parte de B., de la economia y dela filosofia mars En cuanto al primer punto, Bernstein, visto ‘que Ia de- mocracia no es mas que la forma polftica del liberalismo, se remite a Rousseau que «en su “Contrato social” [en el que se inspira ef Estado de derecho kantiano] pone en la base de todas las cons s los principios de Ja soberanta popular que prociamé Ia Revolucién francesa —ea aquella constitucién democrética del 1793 invadida por el espiritu de Rousseat— como derichos imprescriptibles del hombres; y Finalmente afirma que «incluso una mirada fugaz al con- tenido de Ia cons 2 del 93, expresién consecuente de las ideas liberales de la época, demuestra cuan poco ésta era © es obstéculo para el socialismox, que més blen «de hecho no existe uma idea liberal que no pertenezca también a la ideolologia socialistas (p. 130)? Pero, desafortunadamente para B., que demuestra, en esta ocasién, apreciar tenazmente el dogma especulativo de los imprescriptibles derechos ena turalese, y ademés a Ia persona originaria a los que éstos se refieren (véase antes 1), Marx ya lo habia irreparablemente confutado anteriormente en Ia Cuestidn Judia (1844), obser vando que los derechos del hombre distintos de los derechos 2, Karl Kauisky, en su «Antllaitike institulada Bernstein und das socialdemokratische Prog ‘Stuttgart, 1899, p. 173, supo muy bien contrabatir a este propdsito: «Aber auch der Liberalismus in sener elnsten Gestalt, das deal der Denker der Aufilarungsphilosophie, ist. fn seinem sozialenn Tall: nichis weniger als sovialistisch, weder dizekt noch aur indirekt, in s: nsequenzen... Der ganzen Argumenta- tion Bernsteins liegt hier das Zusammenwerfen von Demoleatic und ‘Skonomischem Li? sm Grandes. Exeepto exaliar después sin reservas, como de costumbre, el «contenido politica» del liberalismo ¥ conehuir quo «Anders cich: &e freilich mit den golisicchen Inhalt des Liberalismus, der Demokratie, Die muse der Sodialismas selbtverstine diich aeceptiren, et2.r, LA LABBREAD COMUNISIA 28 del ciudadano —es decir justamente los derechos «natura- Jes>— «no son mas que los derechos del hombre egc{stas, del hombre «limitado a su particular interés y a su arbitrio par ticular, separado de la comunidad; y que «la constitucién més radical, la del 1793, por mas que diga: Art. 2: ces droits [los derechos naturales ¢ imprescriptibles] son: Wégalité, la Bberté, la sfireté, la propiétée: porque, en el articulo 62 sobre Ja libertad (como «pouvoir qui appartient & Fhomme de faire tout qui ne nuit pas aux droits d'autruis) «se trata de la Ubertad del hombre como ménadax, en el art. 8° sobre la seguridad (como «protection accordée par la société A chacun de ses membres pour la conservation de sa persome, de ses droits et de ses propiétés) se ve como «la sociedad burgue- sa no se eleva sobre su egoismo», sitio que «la seguridad es més bien le aseguracién de su ezofsmos; y asi sucesivamente. ¥ en cuanto al segundo punto, no hay duda de que el re- chazo por parte de Bernstein de la revolucionaria «expropia- cién de pocos usurpadores hecha por la masa del pueblo» (véase el cap, citado del Capital I) est condicionado —ideo- légicamente— por su incomprensién del motivo fundamental de aquella expropiacién, indicado, también en esta ocasién, por Marx en un hecko econémico: el hecho por el que la propiedad privada capitalista «estd ya basada en un ejercicio social de la produccién»; y que tal incomprensién, de Ja raz6n basilar de la revolucionaria «transformacién de Ja propiedad capitalista... en propiedad socfalm, depende de los prejuicios generales tradicionales, roussonianos, de la retérica jusnatu- ralista, en la que aun se ahoga B., y a la que se vuelve a conectar la ideologia cconémica burguesa que lo ciega tanto. Lo que se confirma con una rapida consideracién de algunas advertencias esenciales de Marx al inicio de la Iniro- duccién a la Critica de la Economia Politica, advertencias que quedaron en Jetra muerta para Bernstein (y no sélo para €): es decir que, si «los individuos producen en la sociedad», como no se puede negar, el «punto de arranque» de cual quier investigacién econémica «es consiguientemente Ia pro- duccién sociatmente determinada por los individuos»; luego hay que rechazar como Robinsonaden, como «pobres fanta- ‘sias del siglo dieciochos, ya sea el aislado cazador o pescador con el que empiezan Smith y Ricardo», ya sea «los sujetos independientes por naturaleza» que «el Contrato social de 26 GALVANO DELLA VOLPE Rousseau pone en relaciéna; y es necesario, en cambio, vole Ver a referirse arlstotélicameute al principio: que «el hombre es on sentido literal un zoom politikons y que ses un animal que sdlo puede aislarse en Ia sociedad» (pp. XITLIV, ed. Kautsky, Sttugart, 1907). Resumiendo, se puede concluir que, ideolégicamente, y es decir, en el caso en cuestién, filoséficamente hablando, el ¢ant jusnaturelisia que se deriva del egoistico retigioso, rous- soniano (antes mencionado, 1), impidié a Bernstein notar el descubrimiento marxiano —cientifico-econdémico antes que filoséfico— de la sociedad inherente esencialmente al trabajo: ¥ en la practica lo hizo desviarse hacia el reformismo de su social-liberalismo. Por otra parte, abriendo un paréntesis, se puede relevar, en relacién con Mara, que habla también de «una aparien- cia s6lo estética de las robinsonadas grandes y pequefias» (p. XID, que éstas cxpresan también un aspecto esencial el derecho naiurai— de ta ideologia ética tradicional, que no puede ser omitido cientificamente, como aqui y en otros lugares indica Marx, ocupsdo cientificamente, al’ menos en un cierto momento de su actividad, sobre todo por el pro- blema econémico y por la consiguiente reduccién de cual- quier problema histésico a Ta historia de la economia tout court (véase también, la afirmacién simplista: que «este in- dividuo del siglo dicciochox, el hombre independiente por naturaleza, es simplemente «el producto, por una parte, de Ia disolucién de las formas econémicas feudales, y por otra, de las nuevas fuerzas productivas que se han desarrollado desde el siglo xvi»); veremos como contra el cardcter profundo de su filosoffa que se en el concepto del ederribo de Ja praxis», que tiende a salvaguardar, con la unidad del pro- eso histérico, la distincisa especifica de jos momentos que lo componen: Ja waturalcza 0 particularidad, es decir, las «condiciones econémicas y el hombre, lo universal, es decir, Ja superestructura» de la que forma parte cada valor y cada ideologfa, y también en este caso, la ideologia moral jusnatue ralista; y a pesar de la misma apasionada batalla contra el derecho natural realizada por él durante toda la vida, hecha evidentemente no contra puros fantasmas estéticos o irrele- vantes fenémenos de Ja realidad (econémica). LA LIBERTAD COMUNISTA ” 2. — Con Rodolfo Mondolio, Ia problematica revisionista y reformista abierta por Bernstein se ensancha y se hace mucho més instructiva, aunque lo sea siempre en sentido negativo. Examinemos la refutacién mondolfiana de la «an- tieticidad del materialismo histérico» y la relacionada inter- pretacién de la teorfa del exceso de trabajo como teorfa eco- némicofiloséfica. Despejado el terreno de la preliminar cuestién histérico- econémica de la dificultad, superior a sus categorfas (no sélo econdmicas), en las que se habfan entedado los ricardianos @ propésito de la plusvalfa: dificultad aclarada por Marx de esta manera: 1} que, mientras segim el principio, aceptado por Ricardo, de la igualdad valor-trabajo, el valor de cambio de una jornada de trabajo es igual a su producto, es decir ol salario es igual a su producto, de hecho era verdad lo contra- rio y resultaba, por comin acuerdo, un trabajo no pagado (plusvalfa); 2) "que tal plusvalfa concernfa a la mercancfa efectivamente existente en el momento del contrato entre capitalista y trabajador, es decir no al producto del trabajo sino a la sfuerza de trabajos, a la que se podia aplicar la igualdad valor-trabajo, midiendo el valor de cambio por la cantidad de «trabajo social cristilizado» que contiene —Mon- dolfo afronta el problema fundamental: el de explicar cémo y dénde la aplicacién de tal valor tipo —valor-trabajo— al contrato de compraventa de Ja fuerza de trabajo pueda dar paso’ al concepto de plusvalia o exceso de valor en el sentido de trabajo no pagado, de detraccién, de explotacién, etc. (El materialismo hist6rico en Federico Engels, 1912, 335 ss.). En tanto, no hay duda de que «el concepto del exceso de valor en cuanto que es el concepto de una detraccién, no es concepto econémico [de la economfa tradicional burguesa]», y esto sin tener en cuenta la observacién de Croce: que sobre- valor, es decir extra-valor, es en economia pura una palabra carente de sentido (p. 336). Marx y Engels habfan declarado ya, que si nos limitamos a considerar la fuerza de trabajo ‘como una mercancfa, las leyes del intercambio de las mercan- cfas tienen también en este caso una aplicacién plenamente legitima. Desde este punto de vista, es decir, en el Ambito del principio caracteristico, segtin Marx, de la época capita lista, segdn el cual ela fuerza de trabajo toma para el mismo trabajador Ia forma de una mercancia», el mismo Marx, en 28 GALVANO DELLA VOLPE el capitulo THY, s 4, det Capital 1, «combate las tendencias yampirescas del capitelismo, pero admite que el uso de la fuerza de trabajo pertenezca al capitalistas, porque «la natu- raleza especial de esta mercencfa, de la que habla Marx, consiste sdlo en eso, que necesita no ser deteriorada por un excesivo consumo; no en que niegue la legitimidad de un supervalor» (pp. 342-3 n.), ¥ las «reivindicaciones» [de los trabajadores} «pueden ser solamente de mejoramiento de horario 0 de salario, no de abolicién de Ja relacién de asala- Hado; pueden corresponder a Ia medida de la explotaciGn, no a Ja explotacién por si misma, no a Ja existencia del su: pervalor» (pp. 3423). Y Engels confirma en el Antidithring, MIL, 4, que «cuando esta mercancia especial [la fuerza de trabajo] se ofrece en ef mercado, st valor, como el de cual- quier otra mercancia, se determina por el tiempo de traba- jo socialmente necesario para producirlas, y que el trabaja- dor, para poder afirmar la existencia de un supertrabajo no pagado, de un supervalor detraido tiene que «tener una idea del negocio pactado enizramente dijerentes de la del capita- lista (And, I, 7). Qué idea? Nos encontramos, dice Mondolfo, ante dos concepciones opuestas: «si una parte del concepto de que la fuerza de irebajo'es una mercancia, la otra tiene que moverse necesariamente a partir de la rebelién contra To que el Manifiesto cominista Nama resolucién de la digni- dad personal en valor Ge cambio» (pp. 342-44). Ast pues, «en cuanto mercancia, el valor de la fuerza de trabajo se fija naturalmente en base a la igualdad valor-trabajo, la que. Lassalle Ilamé eherne Lofuigesetz [ley de bronce del salacio]; pero cada protesta, cada accién de clase, como cada teoria de un exceso de valor, de una detraccién y de una explota- cién, significan un princivio diferente, més allé de la igualdad valor-trabajo» (pp. 3445), El principio diferente, més allé de la igualdad valor- tra: bajo supuesta por toda teorfa de un exceso de trabajo y ex eso de valor, es el «principio det humanismos, formulado por Marx, contra la escuela historica, a propésito del pro- Jetariado que se remitc a un titulo esencialmente humano y no «histéricos: principio que Mondolfo determina como el Principio de la fuerza de trabajo «en cuanto propiedad per- sonal, no mereaneia (pp. 335-345); remitiéndose precisamen- mente a Locke ms. (en Two treatises on Government, LA LIBERTAD COMUNISTA 29 II, V, 44) que «siendo el hombre duefio de si mismo y propie- tario de su propia persona y de sus propias acciones y del propio trabajo, encuentra ya en sf mismo la gran base de fa propiedads. Asi, prosigue Mondolfo, el «concepto del exceso de valor no sélo atafie al hecho de Ja produccién o a Ja relacién de cambio; sino también a Ja relacién del reparta de los produc- tos y al hecho de la apropiaciény; y Mondolfo se sirve de la siguiente cita de Engels (Prélogo a Capital y salario): «estos valores producidos por los obreros no perténecen a los obre- ros... Ja clase trabajadora no recibe més que una parte de los productos que crea», Asi, mientras la relacién de cambio, de individuo a individuo, es relacién de igualdad, «la desi gualdad aparece en las relaciones de reparto», que eno se establecen entre los individuos, sino entre las clases», ya que ja plusvalfa es un «fenémeno de clase» que pertenece a la sociedad capitalista en cuanto a que esté dividida en clases, con diferencias por lo tanto de apropiacién» (p. 346). Y aqui, al considerar el exceso de valor como fendnieno de clase y Ja relativa reivindicaciéa como reivindicacién de clase y no individual, esté la diferencia entre el comunismo critico marxengeliano y el juridico, por ejemplo, el de Proudhon», Este ultimo (con el’ que Mondolfo teme, no sin razén, ser confundido cuando se refiere al principio individualista, loc- iano, del trabajo) reivindica el ederecho al producto integro del trabajo» para el trabajador individual; pero Marx, en la critica al Programa de Gotha, y. Engels, en la critica al prou- Ghonista Miilberger, han demostrado que, no siendo Ja pro- duccién industrial moderna un hecho individual sino social, (ibid.). Estas paginas en las que el mismo Croce pone en com tacto principios filoséficos y conclusiones politicas, es pues un documento interesantfsimo: en cuanto a que estas pégi- nas nos demuestran muy claremente qué incertidumbre te6- 42 GALVANO DELLA VOLPE rica, qué confusisn y eclectismo de prineipios generales cons- tituyen la base ralisiao, del que hoy es Croce, lo quie- Ya 0 no, el reprosentante filoséfico més autorizado, Basta indicar ese decir y desdzcir perpetuo sobre lo econémico y sus relaciones con lo ético, por lo que primero se afirma que el momento vital 0 econdmica es «necesario» cuanto el ético, y as{ parecerfa ver verdaderamente distinto de este iltimo, y después se termina diciendo que el segundo conti nuamente «superan, en el sentido de que lo «configura», al primero, pero no ot quien quiere, rics nte no se quisiera ver confundido con 7 cule, «morelizars a Jn economia, y se vuelve a pedir la ne de lo econémico y que éste «afir- me» cada vez més «cnézgtoamentes a si mismo, como «amo. rals ya no como inmoral, para después volver de muevo a la conciencia ética como tinico principio y ajustador cen resu- midas cuentas» de lo econémico. Es la lgica ecléctica del idealista inquieto por lo real y concreto, pero incapaz de autocritica; la logica del un poco de todo. Y¥ Gsta es la Iogica del liberalsocialismo en general: libe- rales en Ia ética y en Ja politica, socialistas en la economia; es decir, un poco de esto y un poco de aquello; como nos lo ha demostrado de Ja manera més sencilla y cdndida el arzo- bispo de Canterbury: la «personae (y la libertad) del indivi. dualismo cristiano, con un afiadido de planning, de planifi- cacién econémica o econcrfa racionalizada, como se quiera decir. Croce, con su légica, dice: el liberalismo, es decir la sidea religiosa y moral de la Ubertad>, puede librarse del «viejo connubio» con el librecambismo. ¥ ésta os la légica del Hberalismo de nuestras tierras, que por boca de Guido Calogero repite que «sera asf, una vex més, s6lo la educacién en el sentido de la justicia, es lo que podré hacer avanzer a Ja historia y a la economia en ef sentido querido por Ma:xs (La critica dell'economia e il mar- xismo, 1944, p. $5). Se ha visto, pues, suficientemente, si no nos equivoca- mos, cuanto valor tiene especulativamente Ja xrevisién» del marxismo, en sus xepresentantes mejores, desde Bernstein a Croce y seguidores, qué pobre consistencia tiene Ia «crisis» del marxismo exaltada por ellos, Hemos visto las incertidum- bres, confusiones y coitradicciones filoséficas de Bernstein y de Mondoifo, Hemos visto, por altimo, clararente, en la LA LIBERTAD COMUNISTA 43 Iogica crociana de los grados 0 momentos del Espiritu, y en particular en la teorfa de momento econdmico, la razén més significativa del fracaso filoséfico de los revisionistas: el no haber sabido apreciar adecuadamente to econdmico, es decir Ia categoria de ta particularidad 0 multiplicidad @ la que éste pertenece; este no haber sabido apreciar debido, es obvio, al idealismo o iluminismo comin a todos los revisores (y par ticularmente interesante, la reduccién iluminista de la plus- valia_y fenémeno juridico, es decir ético, en el Mondolfo positivista). Espejo precioso, pues, la filosoffa de lo econémico de Croce, porque es un espejo de ampliacién de la inquieta men- talidad abstracta suya y de los demds erevisores», espejo, on resumen, de la comin mentalidad ecléctica, es decir de Ja crisis —no resuelta— en la que el marxismo ha puesto su idealismo o iluminismo. (La crisis es de los erevisoresm.) Por lo que todo se reduce, para nosotros, al final, a volver a examinar el problema de lo econdmico o particular y de su especificidad y condicién de positivo con relacién a io ético © 2 lo universal, volviendo a ver todo el problema de sus relaciones. La cuestion se puede exponer histéricamente de Ja siguiente manera: si después de Marx, se puede aceptar la siguiente «reivindicacién hegeliana de Jo util 0 econémico citada por Croce (en la Filosofia de la prdctica, 1945, pp. 268-9) como sobreentendido motivo inspirador de la filosofia idea- lista de lo econdmico: que «La moral no tiene que haceria desdefiosa con la utilidad, porque toda buena accién de hecho es itil, es decir tiene realidad y efectiia algo bueno», porque, cma buena accién que no fuese util, no seria accidn y no tendria realidad; y la inutitidad es 1a abstraccidn y la irreali- dad del bien»; y que, por fin, la (pp. 159-161). Obsezvainos inmediatamente el cardcter de verdadero y propio criterio unitario, flloséfico, que tiende a sumir la caiegoria marxiana de la enaiuralezay, en cuanto abraza, en el significado de particularidad, sea’ el aspecto subjetivo que el objeto de fa naturatces. ‘or otra parte, prosiguieado, wel hombre no es solamente un ente natural (p sine que es tambien un ente natural fusniaio, es decir an ente que existe pare st misino Gefiejo en sf, ponsance), asf pues un ente genérico (Cartungs. wesen), y como tal tiene que confirmarse y afirmarse temo em su ser como en su saber» (p, 162). Es decir, os un ente genérico en cuanto a que xéste se teflere a s{ como a un ente wiiversal (einen universeilen) y ademas libre» (p. 87): y ésta,es éu diferencia especitica: Ia universalidad, Formula- Gi6n marsiana del ono animal rationale. eB] hombre —-en cualquier grado sea un individuo particular e inchuso siende sw particularidad la que hace de él un individuo...— es igual. mente Is totalidad ideal» (p. 117). Conclayendo el can ente gonéré ¢0 determinado (ein Bestininies Gattungswesen)s, natural (P. 117): como decir que es un compuesto de particularidad © naturaleza y generalidad. Pero esta férmula del compuesto LA LIBERTAD COMUNISTA a7 © sinolo marxiano tiene un sentido preciso sélo a condiciéa que esté resuelto en la otra: que «el individuo [humano] es el ente social» (p. 117). Porque sélo en esta ultima se revela a) que la generalidad o universalidad es Ja diferencia espectfica del hombre respecto a los demés entes naturales © particulares; b) como la humanidad del hombre, la yene- ralidad o universalidad, se actie sélo en su relacién con la naturalidad o particularidad que es asimismo algo «auto- momo»; ¢) como esta relacién sea s6lo posible mediante la socializacién (universalizacién) de la naturaleza, mediante el constituirse de sociedades 0 comunidades veraces. Se trata, con otras palabras, de ver la verdad del compuesto que es el hombre en esto: en el ser hombre-naturaleza y también ente social. Aceptamos como una hipétesis que hay que comprobar este singular compuesto (de distintos, decimos, y vedmoslo en la prucba del problema humano por excelencia: el pro- blema de la persona o libertad: si éste es un criterio superior a los tradicionales para la solucién de dicho problema. Vea- mos, por tanto, pasando del andlisis a la sintesis, cémo se configura Ia relacién entre la que se encuentran los elementos del sinolo, la humanidad o universalidad y la naturaleza o particularidad. «El ser htimano de la naturaleza —afirma Marx— no exis- te sino por el hombre social; y es de esta manera como hay una relacién de la naturaleza con el hombre: es como exis- tencia del hombre para otro y de otro para él; y sélo como clemento vital de la realidad humana es fundamento (run dlage) de ia existencia humana del hombre. Sélo asi la exis- tencia natural es su existencia humana, y la naturaleza se convierte para é] en humana. Asi la sociedad es la perfecta unidad esencial (Wesenseirtheit) del hombre [o universal] con Ia naturaleza [o particular], la verdadera resurreocién de la naturaleza, la realizacién del naturalismo del hombre y del humanismo de la naturaleza» (p. 116). Veamos la aplicacién y comprobacién de esta concep- cién de las relaciones del hombre con la naturaleza; que es una concepcién netamente antitradicional, en cuanto a que no ¢5 la especificamente romantica, basada en el principio de una relacién subjetivelirica, inspiracién, genio, intuicién, del hombre con la naturaleza; pero tampoco es (se ha visto) la genéricamente idealista de la naturaleza como objetiviza- 48 GALVANO DELLA VOLPE cién del hombre a esptritu. Veamos, pues, la confirmacién de Jo antes dicho que nos ofrece, por ejemplo, de los sentides y necesidades humanas. sEl ojo —nota Mars— se ha hecho kumano cuando su objeto se ha hecho un objeto social Aumano, del hombre y para el hombre. Es asi inmediatamente en su practica cuando Jos sentidos se han teGricos, Se relacionan con la cosa por amor de la cosa, poro Ja cosa misma es una relacién humana objetiva consigo misma y con el hombre y viceversa. La necesidad o el goce picrden asi su naturaleza egoista, y Ia naturaleza pierde su icra utilidad, cuando Ja utilidad se ha hecho utitidad humara fes decir universal porque es social]» (p. 119). Asf ees cuando el hombre no se pierde en su objeto, ai éste se ha transformado pata él en objeto humano [unis versal 0 valor], hombre objetivo. Esto es sélo posible si este objeto se hace para él en objeto social, é1 también un ente social, como la sociedad se convierte para él en este objeto» (p. 119), Naturalmente «no sélo los cinco sentidos, sino tam- bién los Namados sentidos espirituales, Ia sensibifidad préc- tica, el querer, el aunar, etc, en una palabra la sensibilidad fuumana, el cardcter humaso del sentir, existe sélo porque existe su objeto, poraue la naturaleza ‘se ha hunanicados (p. 120), porque se ha socializado y asf y sdlo asf se ha universalizado, espiritualizado, adquirido un valor. La com probacién de todo io que se ha dicho, est en las siguientes consideraciones criticas sobre la sensibilidad humana defec- tuosa que se manifiosta en esa relacién del hombre con la naturaleza, la relaciéu con el hecho econémico de la propie- dad privada; consideacionos que se justifican y hacen validas Por el criterio antes iencionado dé Ja relacién def hombre, gue ahora estamos comprobando en el campo fenomenolégico o experimental, «La propiedad privads —observa Marx— nos ha hecho tan estiipidos y unilatezales que un objeto sdlo lo sentimos nuestro cuando lo posoemos... Todos los sentidos fisicos [jhumanos!] ¢ intelectuates han sido sustituidos por Ja sim- ple enajenacién (Enéfrendusg) de todos ellos, del sentido del tener, A esta absoluia pobreza tenla que reducirse el ser humano...> (p. 118), La comprobaciéa exp onsciente, o dialéctiea apariencia ‘del LA LIBERTAD COMUNISTA 49 {a relacién hombrenaturaleza nos ha levado, pues, al mundo econémico: y no nos debe asombrar por dos motivos: una ideal © intrinseca a la misma problematica filoséfica de la que hemos empezado, en cuanto a que el mundo econémico es innegablemente manifestacién t{pica y fundamental de las selaciones humano-naturales; el otro, histérico o de hecho (en el sentido de un historicismo efectivo 0 concreto, no dia: iéctico por una dialéctica platonizante, a la hegeliana, que ‘haga initil en una continuidad y unldades abstractas €l as- pecto de la novedad o contingencia que hace ia historia, incluso la de los conceptos filos6ficos, historia o experiencia © como se quiera llamar), ha nacido del fenémeno 0 novedad histérica, con el problema cient{fico-econémico marxiano de Ja sociabilidad de la produccién y también el problema filo- sofico marxiano del hombre humano en cuantg hombre social. Marx contimia examinando la «historia de la industria», historia de decisiva importancia para verificar el sinolo hom- brenaturaleza y para resolver el problema del hombre como «ser social», Porque ela industria [0 trabajo social] es Ja relacién real, histérica, de la naturaleza y ademés de la siencia natural, con el hombre» (I, 3, p. 122), es decir tipica relacién real, en cuanto histérica, y verdadera, en cuanto mediado por lo particular o naturaleza con’ Jo universal uw hombre que se resume en Ja férmula de Ia «coincidencia de la modificacién de las circunstancias y de la modificacion de la actividad humana... en cuanto praxis revolucionaria Lrevolutiontire Praxis» (I, V, p. 534). Ahora, «se ve cémo la historia de la industria... ha sido concebida hasta ahora, no en su conexién con la esencia del hombre [la universalidad], sino siempre y dinicamente segin una relacién externa de utilidads (I, 3, p. 121), es decir, en conexién con la «pura» abstracta, utilidad o naturaleza o particularidad del hombre: en resumen desde un «punto de vista de enajenacién», desde un punto de vista de extrafiacién para el ser humano, para su esencia especifica que es lo universal 0 valor. De hecho, «cen la industria material ordi- naria (del régimen de propiedad privada]... tenemos delante bajo la forma de objetos sensibles, extrafios, utiles, bajo la forma de la enajenacién, las fuerzas esenciales objetivas del hombre» (pp. 121-2): tenemos ante nosotros objetivada la enajenacién del hombre en relacién a si mismo, a su especk 30 GALVANO DELLA VOLPE fica esencia, en cuanto que tenemos ante nosotros una uti Tidad (naturaleza) © para el hombre porque no esté atin en relacién real con el hombre, no esté atin socializada Y por eso no est ain empspada por Io universal, por fa espectfica esencia humans (que no dispone de otro modo de actuacién que no sea ilusorio, teniendo que ser mitico 0 dogmatic). La fecundisima transcripeién hecha hasta este momento de'los conceptos de sociedad ¢ historia hasta el de industria 9 trabajo social (en cuanto tip y original, del hombre con le naturaleza), se expresa, con toda su fuerza normativa de criterio real-ideal, en la siguiente declaracién: de Io que tiene que ser, es decir, la naturaleza cantropolé- gicar o humanizada en cuanto socializada, y 1 correlativa ideal industria (p. 114); porque en la erelacién genérico- natural» (natiirlichen Gattungsverhiiltnis), base de este comu. nismo, «la relacién del hombre con Ja naturaleza es inmedia- tamente su relacién con otro hombre, y su relacién con otro hombre es inmediatamente su relacidn con Ja naturaleza, su determinacién natural» (p. 113). Es posible comprender, por medio de la rica férmula de la relacién genérico-natural que anuncia Ia razén y el fin de esa socializacién de la natu- Taleza, como es la esencia de este comunismo, es posible comprender la presencia normativa del criterio basilar del hombremnaturaleza; criterio cuya veracidad y consiguiente ea: pacidad de resolver Jas dificultades econémico-morales que Hlevan, se ha visto ya, al problema del comunismo, se podra: probar totalmente s6lo cuando se terminard el examen de las dificultades en las que éste puede transformar las soluciones tradicionales de los problemas econémico-morales, y ademas el examen de la adecuacién de sus modos de solucién de las dificultades que este criterio —inductivo-deductivo— ha evi- denciado en las soluciones tradicionales. 52. ‘ALVANO LA VOLPE Por lo tanto, se ha dicho que el problema marxiano del comunismo es ético-critico, como problema moral tratado segiin el método del historicismo concreto antes mencionado, método que, siendo inductivo-deductivo (segdn la formula de la «praxis revolucionaria» como «coincidencia de la mo- Gificacién de las o! clas y de Ia modificacion de Ia actividad humana»), esté esbozado en algunos parrafos de la Critica de la razén pura y después abundantemente des- conocidos y olvidados por el mismo Kant y por todo el idea- lismo, que es el espfritu de Ia ciencia moderna y de la conva- lidaci6n filosdfica que es el criticismo 0 atemperamiento de empirismo y racionalismo. reuns| 2, — Terminemos, pies, el examen del proceso de Ia alie- nacidn humana en la que parecen converger las dificultades de la economia tradicionat y de su. moral, entrando en Ia ori tica marsiana filos6fica de Ia tradicional divisidn social det trabajo, es decir, de ia estructura general de la sociedad bur- guesa en cuanto sociedad de clases. «La divisién del trabajo» —en la que se expresa «xespecto a la actividad [trabajo}s lo que en «propiedad privada» se expresa «respecto al producto de la actividad»— es, dice Marx, cla expresion « icista de la sociabilidad det tra- bajo (Gesellschaft der Arbeit) dentro de Ia enajena- cién (humana)»: es decir «como el trabajo es slo una expre- sign de la actividad humana en la privacién, una expresin de la vida, ast la divisidn del trabajo no es otra cosa que la posicién extraitada, de privacién (entfremdete, entitusserte, Setzen), de la actividad humana como actividad real genérica (Gattungstitigkeit) 0 actividad del hombre como ser gené- rico» (p. 139). pee «<¢En qué consiste —se pregunta Mars— la enajenacién del trabajo? En primer lugar en eso, en que el trabajo es extrafio para el trubajador, es decir, no pertenece a su esencia [de hombre: lo universal 0 gentrico], y que éste, no se siente afirmado en su trabajo, sino negado, no confortado, sino infeliz... Por eso su trabajo es libre [= humano], pero cos- trefiido (= epura> naturaleza o particularidad), es trabajo obligatorio (Zivangsarbeit)» (pp. 85-6). Y, por otra parte, obti- gada (en sentido profundo, antes dicho) se revela también, por efecto de la divisién del trabajo, Ia actividad dé los LA LIBERTAD COMUNISTA 53 mismos capitalistas, que como productores independientes, xenfrentados los umes con Jos otfos, no reconocen mis auto. tidad que la de la competencia, que la violencia (Zwang) de la presion de los reciprocos intereses [= pura, abstracia na. turaleza] ejercida sobre ellos» (como se dice ‘en el Capital, libro primero, cap. 4, p. 340 y p. 329, ed. 1867, Hamburg). Ast, la division del trabajo —que «se hace esponténea- mente (von selbst) o “naturalmente” (naturwilchsig), segin las disposiciones naturales, p. ej., la fuerza fisica, segtin las necesidades, los casos, ete.» (Ges. - Ausg. cit, 1, V, p. 21), ¥ que sno se convierte en una real division mas que desde él momento en que se instituye una divisién entre el trabajo material y el intelectual» (ivi)— leva como consecuencia que «la actividad espiritual y la material, el placer y el trabajo, el consumo y la produccién, pertenezcan a individuos dife. Fentes» (ivi), Sucede asi que «cada hombre se esfuerza por crear al otro una necesidad nueva..., para meterlo en wma nueva ser- vidumbres, que «cada uno intenta crear encima del otro una fuerza sustancial extrafia para apagar la satisfaccién de la propia necesidad interesada», pues, «con Ia masa de los ob- Jetos cxece el nuevo reino de los seres extrafios a los que el hombre esta soyuzgador (I, 3, p. 127). Sucede que «el refi namiento de las necesidades y de sus medios (refinamiento provocado por el “cunuco de la industria”, el produetor, a favor de Tos consumidores que se resuelve ¢on una “‘explota- cién general del ser humano comin”) provoca, por una parte (la de los trabajadores), el embrutecimiento, una total y evidente simplicidad abstracta de Ia necesidads, por lo que sincluso ls necesidad del aire libre deja de ser para el obre- 70 una necesidad> (p, 128). Peor, sucede que divisién del trabajo, «La casualie dad (Zuféitligkeit) de las condiciones de vida para el indivi 6, Das Kapital, 1 der Werkstatt bs Regel; nur @ posterio reise walizncl Uberwiltigende HO: «Bei der Thoilang der Arbeit im Innorn tis dic Verititnisseeh! die jeder Sonerfunition 22 a prior als bewrusste tind plansutestg befolgic dex Arbeit im Inuera der © ‘an Barometer ‘wiki der € TA LIBERTAD COMUNISTA 55 duo aparece sélo- con la aparicién de la clase, siendo ésta misma un producto de la burguesfas (I, V, pp. 65-6). Enton- ces, ela competencia y la lucha entre ‘st de los individuos produce y desarrolla esta casualidad como tal» (p. 66). ¥ «este derecho de poder, en ciertas condiciones, disfrutar del azar (der Zufalligkeit sich erfreuen) con seguridad (ungestért) ha sido Hamado hasta ahora libertad personal» (p. 64). Confron- tese, entre paréntesis, para medir la permanente verdad y actuatidad, esta formula fuertemente critica, tanto como para parecer exagerada, de la gloriosa «libertad» burguesa, como libertad del azar, con el «derecho a una genuina contingencias formulado, a propésito de la naturaleza de la libertad, por el més ilustre filésofo del americanismo, John Dewey, en Human nature and conduct, New York, 1922, p. 309, del que volveremos a hablar. Prosiguiendo, queda ahora por ver la cosa més importan- es decir, cémo se relaciona el criterio esencial de la divi- sin del trabajo, es decir, la naturalidad-casualidad con Ia enajenacién humana; del que este criterio debe de ser, pa- rece, el factor responsable fundamental. Ya nos ha puesto sobre aviso sobre esto la relacién existente entre la casuali- dad-anarguia de la divisién del trabajo y esa necesidad ciega de la proporcionalidad, ciega, cuantitativa de'la produccié; a Ia que esta sometida, y por la que se degrada, a su vez, el despético productor; relacién que es de identidad, porque ser casual y necesidad cicga o irracional son sinénimos; y 10 que cuenta, nos ensefia sobre 1a comin raiz de la casualidad- anarquia de la divisién del trabajo y de la irracionalidad de la produccién del productor independiente: la naturalidad 0 particularidad atin abstracta, no racionalizada o universali- zada verdaderamente; no verdaderamente humanizada; por eso la deshumanizacién, la enajenacién, del mismo productor, se manifiesta como pena del talidn, en este caso, en su ser dominado, precisamente porque es un déspota de la produc- cién (jsociall), por esa extraiia potencia que es objetivamente Jo ixracional —«incontrolado»— proceso productive, como sus enecesidades naturales», y subjetivamente, la «pura uti. lidad», el abstracto egofsmo (con sus enecesidades natura- ese), a las que autoriza al productor la tradicional division del ‘trabajo con su esencial criterio de Ja naturalidad-casua- lidad, o involuntariedad. Asi, pues, ese criterio como deter- 56 SALVANO DELLA VOLPE minante de potencias irracionsles, extrafias para el hombré, determina la enajenaciéa hua: Pero veamos Ja enunciacién en términos generales del con- dicionamiento de la allenacién por parte del eriterio esencial de Ia division, Ja cnunciacién de su identificaciéa al final. «La division del trabajo —dice Marx— nos demuestra que Jos hombres se encuentran en una sociedad natural, por con- siguiente, mientras se dé la divisién entre los intereses parti- culares y tos intereses comunes, mientras la actividad no aparece dividida voluntariamente (= racionalmente), el acto propio del hombre se convierie para él en una potencia ex- trafia, exterior, que Jo domina, en lugar de ser él quien lo domine. En efecto, desde que el trabajo empezd a ser divs dido, cada cual tiene su cfreulo de actividad determinado, exclusivo, que Je ha sido impuesto, del que no puede salir» G, V, p. 22). Es decir, ela fuerza social, 1a fuerza productiva multiplicada que nace 2 cause de ia colaboracién entre difc- rentes individuos, condicionada por Ia divisién del trabajo, Se presenta para estos inilividuos, pues la colaboracién no es voluntaria (nicht freiwililg), sino natural (naturwiichsig), no como un propio poder unldo (vereinte Macht), sino como una fuerza extrafia, situada fuera de ellos..., y que ya no pueden dominar» (I, V, p. 23), Ast pues, la razén de la enajenacién humana, de la autoextrafiacin manifestada en el hecho que Ja misma fuerza productiva social humana resulta extrafia para s{ misma, que las fuerzas de produccién se muestran como «absolutauncnte independientes y separadas de los in- dividuos (bumanos)» (I, V, p. 536), la raz6n de esto estriba en fa division natural o inmodiata, no voluntaria, es decir no libre, no racional o ualversal, de Ja actividad humana (que es especificamente mediata, libre, racional, universal); estriba en Ja consecuente casuafidad o irracionalidad de las condicio- nes de vida de los individuos humanos; estriba en el cardcter de sociedad natural, absiracta, accidental, particularista, que obtiene asi la colaboraciéa de ios individuos en ia produccién, resultando asf la fuerza productiva, no siendo verdadera- mente una potencia o fuerza social asertora —con Ia univer- salidad como sociabilldad— de la misma humanidad espect- fica de los os, y para éstos extrafia, mortificante, opresora. Con otras palabras «el motivo es que los indivé duos de los que ésas son las fuerzas productivas, existen des- LA LIBERTAD COMUNISTA 37 parramadas y enfrentados los unos contra los otros, micntras, Por otra parte, esas fuerzas no son tales sino en el coraercio ¥ en las relaciones de estos individuos» (I, V, p. 57), Es decir, condiciones de vida «confiadas al azar» se convierten en «independientes» ante Jos individuos humanos «precisa mente por la distincién de los individuos, por su unién nece- saria [natural] que se efectia con la divisién del trabajo y convertida, como separacién, en una unién extrafia. para ellos» (I, V, p. 64). Agui es donde Ja critica marxiana incide més profunda- mente; aqui donde el concepto-base del hombre como com. puesto hombrenaturaieza, manifesiando toda su fuerza de criterio disolvente ideolégicamente Ja estructura general —la divisién del trabajo— del tradicional mundo econémico- moral, se impone implicitamente como el tinjco criterio re- constructor, en el terreno ideolégico, del mundo econémico- moral, es decir, criticamente del mundo; como lo que pre- anuncia —porque los contiene— los conceptos mas conoci dos, praxis revolucionaria, sociedad comunista, hombre total, como criterios unitarios por excelencia, es decir conceptos filoséficos verdaderos y propios. Ea efecto, Marx puede sefialar profundamente la razén de la extraftacion de las fuerzas productivas para los indivi duos mumanos en ta separacion 9 oposicién de éstos, en el mundo de la «competencia» o «libre iniciativa» casual, por- que esa separacién-oposicién significa por sf misma que los individuos humanos estén muy lejos de aquella suya socia. bilidad, digna del nombre, «la sociabilidad del trabajor, que siendo en base al criterio del hombre-naturaleza o ser gené. rico-determinado consubstanciacién de la naturaleza o parti. ‘cular y hombre o universal, sola lleva al hombre a huumanizar © universalizar 0 espiritualizar la naturalidad, la materiall- dad, la particulariedad de las fuerzas productivas, precisa: mente con el socializaria (en una revolucién de las tradicio- nales relaciones humano-naturales, es decir, del trabajo, que se explica en base al criterio del compuesto de los distintos que €s el hombre, como veremos). Se comprende gue esa separacién- oposicién, insita en Ia «libre iniciativan, no es més que el Ultimo resultado de Ia sociedad natural --o abs. iracta porque sociedad digna del nombre 1o es més alld de Ja naturaleza 0 del hombre como mediador de ellos— que 38 GALVANG DELLA VOLPE ¢s la colaboracién no-voluittarie en la produccién, a la que da jugar la no-voluntaria divisin del trabajo, Y se com- prende que la oritica de esta divisién no concierne a la espe- Cializacion 0 técnica que en cuanto ésta no es libre, no es voluntaria 0 humana consciente o racional o universal © como se quiera decir, Lo cual es la premisa critica, indis- pensable para una revolucién de la especializacién o técnica; Para la instituciéa de una técnica libre, que es lo mismo que decir verdaderamente juonuna Por lo que respects a la tradicional, burguesa, libertad de Ja personay, ésia se reduce a ese disfrutar dei agar con seguridad, que no es la exptesién adecuada —precisamente Por su contradictoviedad interna— de una libre iniciativa que pretende ser tal a pesar de ser casual, es decir, no racion nal y ademés nogadora —de la racionalidad— de a libertad misma, que es sinénimo de universalidad 0 racionalidad, y por titimo por su cscacia especifica, «se relaciona consigo como con un ser tinfversal y por lo tanto libre». La eritica de ta Sn se concluye de Ja siguiente ma: nera, mosiréadonos la esfera de In enajenacién por entero, es decir, la enajonacién como ley, que no sélo acomete la mayoria oprimida de los individuos que se han hecho «abs- tractos» porque su trabajo se ha despersonalizado o deshu- manizado, sino que también acomete a la misma minoria opresora cuyos individuos que Ja componen son igualmente individuos abstracts, al ser individuos sélo como «propieta- rios», es decir, reducldos @ la opaca naturalidad o particu: Jaridad como es el abstracto egoismo: «Por tanto, por una parte, una totalidad de fuerzas productivas que han adoptado en un cierto sentido, una forma de cosas (eine sachliche Ges- talt) y ya no son para Jos individuos fuerzas de tos individuos, sino de la propiedad. privada y, por tanto, de los individuos sélo en cuanto propieisrios privados... Por otra parte, ante estas fuerzas productivas, se encuentra la mayorla de los in- dividuos de quienes csiss fuerzas [jsociales, humanas!] se han separado y que pox tanto se ven privados de cualquier sustancia viviente y se ban convertido en individuos abstrac- tos... La dniea 5 que ain mantienen con las fuerzas productivas y con su propia existencia, el trabajo, ha per- dido en ellos toda apatiencia de actividad personal y s6lo se mantiene vegetando» (I, V, p. 57). TA LIBERTAD COMUNISTA 59. ala clase poseedora —dice Marx— on la Sagrada Fami: fa— y Ja clase proletaria representan la misma enajenacién humana, pero la primera clase se siente cémoda y se con- firma (wohl und besiiitigt), entiende que la enajenacién es su propia fuerza y posee en ella ta apariencia (Schein) de una existencia humana; la segunda se siente anulada (ver- ichtet), en Ja enajenacién, se da cuenta de su propia impo- tencia y 1a realidad de una existencia ‘inhumanas (1, IIT, P. 206). Aclarado el contenido de la formula de la divisién —so- cial— del trabajo como expresién economista de la sociabili- dad del trabajo en Ia enajenacién humana, se puede notar como ésta es Ja formulacién fundamental de la problemé. fica general, filoséfica, nacida inductivamente (— deduictiva- mente) del descubrimiento econémico marxiano de la contra- diccién fnsita en Ja revolucién capitalista entre la forma ~social— de la produccién y la forma —privada— del inter cambio y de la relativa propiedad burguesa; formulacién especifica filoséficomoral, como formulacién. de las condi- ciones negativas,a superar —la enajenacién del hombre en general, proletario o burgués —para resolver por fin el pro- dlema de la emancipacién, de la libertad, Esto equivale a decir, con otras palabras, que del fundamental descubri- mlento econémico marxiano de la contradicciéa insita en el hecho histérico de la revolucién capitalista deriva la con- cepcién marxiana, moderna, eritica, del problema aristoté lico de Ja sociabilidad’ del hombre como problema resoluble sélo en base a Ja instancia de la sociabilidad del trabajo, de la técnica: y en este sentido como problema de libertad: problema de la libertad de ia técnica, Se puede decir que toda Ja ideologia marxiana, sea econd- mica como filoséfica, se mucve entorno a este concepto de la «sociabilidad del trabajos; como se puede decir que toda esta ideologia tiene su fundamento extra-ideolégico en ese hecho, 0 novedad histérica, que esta ideologia categoriza como Ja erevolucién capitalistay. Y que el marxismo en el sentido mas amplio no es mas que este consciente cérculo esencialmente aristotélico de induccidn y deduccién; con to- dos los problemas nuevos, en primer lugar I6gicos, que trae consigo. Si ahora confrontamos Hegel con Marx, la confrontacién 60 GALVANO DELLA VOLPE Tesulta penosa para Hegel, en el momento de releex las si- guientes dectara: Hasices de su Filosofia del derecho, §§ 1989: «Lo u y 10 objetivo en el trabajo se en- cuenira sin embargo en la abstraccién que efectia la espe ficacién de los medivs y de las necesidades y por tanto preci- samente especifica la ‘produccién y crea Ja divisién de los trabajos... Esta abstraccidn de Ia habilided y del medio hacé total, convirtiéndola en necesidad total, Is dependencia y la relacién de inlercambio de los hombres... En esta dependen- i d del trabajo y de la satisfaccion de las ciém al oscurecimieuto de més —en la medizcié 8 necesidades de todos ios de- del individuo mediante lo universal, 20> (el cursivo es nuestro). De 10 gue se puede observar no s6lo que Hegel (como observa Marx a propésito del Hegel en general en la Fenomenologia y de Ia Filesofia del derecho) ese coloca en el punto de vista de Ta economia politica modemar, «no ve mds que e] lado positive del trabajo (“el trabajo como del ser del hombre que se afirma”) y no ve el lado negativos (I, 31, p. 157); pero que Ja motivacién ideoldgica més profunda de este Hegel que sé pone en el te1reno negativo, econdmico de la divisién del trabajo es ese concepio exciusivo suyo del trabajo, de la actividad humane en gencral, como «abstracto-espirituals (abstrakt geistige), como dice Marx, p. 157, en cuanto se entienda que ese concepto, que significa asunciéa en sf de Jo econdmico bajo la categoria teoldgica de Jo eespirituals 0 eterno» 0 de Ja «aut encia», no puede evar més que al utilitarismo teol6gico que explica Ja aceptacién por parte de Hegel de la division del trabajo. Precisamente porque la concepcién aprioristico-abstracta, teolégiea, del hombre como autoconsciente, y admis persona como restaurador de una unidad originaria, es decir, inmediata, dogmética, de univer- sal y particular, s6lo so puede expresar en un individualismo absiracto, de tipo crisilano, religioso, como esté contenido en el egotisino relizioso roussoniano, y en el utilitarismo teoldgico de Hegel que —en Ja ilusién’de salveguardar asi Jo euniversals, lo (I, 3, p. 134). Pero con estos corolarios sobre la emancipacién «politica gue concluyen el examicn sobre fa alienacién humana insita en las instituciones econémicas y morales, tradicionalés, bur gesas, sc conchuye exomen experimental de la acciéa ideolégica disolvente ejercitada sobre estas institucio- nes por parte de los criterios de los que hemos partido: y se abre ya el camino para el examen de las soluciones que de las dificultades suscitadas por estos criterios nos puedan dar; se abre el camino para el examen de ia emancipacién «hu- mana» del hombre, es decir, la eliminacién de Ta enajenacién mediante el connmismo. 3, — En primer lugar, veamos los fundamentos meto- dolégicos y las selativas premisas criticopolémicas de la teorfa del comunismo. Veamos como Ja eliminacién «positi- vay de la enajenacién implica ideolégicamente a) una orientacién general que es el «msterialismo préctico», 0 LA LIBERTAD COMUNISTA 6 shistérico», o «materialismo comunistay; 6) un-ateismo no abstracto. Dice Marx: «La propiedad privada, material e inmediata- mente sensible es la expresin material y sensible de Ja vida humana enajenada, Su movimiento —Ia produccién y el con- sumo— es la manifestacién sensible de toda 1a produccién anterior, es decir de la realizacién o realidad del hombre, Religién, familia, Estado, derecho, moral, ciencia, arte, etc., son sélo modos particulares de la produccién y caen bajo su ley general. La eliminacién positiva (positive Aufhebung) de a propiedad privada, como apropiacién (Aneignung) dé la vida fumana, es pues Ja eliminacién positiva de cualgiier enajenacién y ademas el retorno por parte del hombre desde la religi6n, la familia, el Estado, etc., a su existencia (Dasein), humana, es decir, social» (I, 3, pp. 1145). (Donde se ve que desde el comienzo, desde los Manuscritos econdmicos-filosd- ficos, Marx sobrepasé a Feuerbach y su estrecha problemé- tica, que consideraba slo Ja enajenacién religiosa.) «La moral... y el resto de la ideologia y las correspondientes formas de conciencia —dice Marx en otro lugar— no tienen [por s{ solas] historia, no tienen desarrollo, sino que son los hombres los que desarrollan su produccién material modificando, junto a esta realidad, también su modo de pen- sar» (I, V, p. 16). Por tanto, «esta concepcién de la historia... se mantiene continuamente sobre el terreno real de Ja historia, no explica Ja prictica a partir de la idea, sino que explica Jas forma- clones ideoldgicas con Ia praxis material y por consiguiente llega también a este resultado: que todas las formas y todos los productos de la conciencia pueden explicarse, no a partir de Ia eritica espiritual (geistige Kritik) y Ia reducciéa a la autoconciencia..., sino solamente por el derrocamiento pric- tico (praktischen Umsturz) de las reales relaciones sociales, de los que se han originado esas fantasias espiritualistas; que no es la critica, sino Ta revolucién Ia fuerza mhotriz de la his: toria, como de Ja religién, de la filosofia y de cualquier otra teoria; y esta teorfa demuestra que la historia no termina di- solviéndose en la “autoconciencia” como “espiritu en el espi- itu”, sino que se encuentra en ella, en cada estadio, un resul- tado ‘material, una suma de fuerzas de produccién una rela- cién creada histéricamente por los individuos con la natura- ’ 66 GALVANO DELLA VOLPE Jeza_y entre Jos mismos individues, transmitida por cada generacién a la sucesiva, una masa de fuerzas productivas, de capitales y de condiciones, que es verdad, estén mo cadas, por una parte por la nueva generacién, pero que, por otra, dicta a ésta sus proplas condiciones de existencia y le dacun desarrollo determinado, un cardcter especial; y que, por tanto, las clrcunstancias hacen a los hombres cuanto Jos hombres hacen a fas circunstancias» (I, V, pp. 27-28). Luego est claro: 1) que afirmaciones como la de ser Ja religién, la famillia, el Bstado, etc., modos particulares de Ia produccién y ta de ser Jas formaciones ideoldgicas expli- cables a través de ia praxis material, afirmaciones que, toma. das en s{ parccerian favorables al presunto materlalismo determinista de M., esas afirmaciones estén desarroliadas ¢ integradas en férmulas como la de praklischer Umsturg 0 derrocamiento préctico, por lo que las circunstancias hacen @ los hombres en la t:isina medida gue tos hombres hacen a las circunstancias, o lo visto anteriormente de Ia revolutio tire Praxis (= winwiilzende Praxis) como coincidencia de Ia modificacién de las circunstancias » de la modificacién de ta actividad tawsana: [ormulas expresivas tanto como otras del materialismo préctice, marsiano; 2) que la revolucién, en su acepsién zis filosdfica o general, coincide con ef aderrocamiento pzicticos en cuanto que éste coincide con Ja ssociedad» (= indusiria) como relacién normativa de consus- tanciaci6n entre honibre o universal y naturaleza o particular, ¥ como esta relacidn no lo es de opuestos (espiritu o natura, Jeza) confluyentes en aquelia originaria unidad que es la Idea, sino de heterogéneos 0 distintos: porque las circuns- tancias, es decir, Ia causz que es la naturaleza (como vere- mos algo seseucial» y cauténomo» respecto al hombre o universal), hacen lanio los hombres cuanto los hombres, (el efecto reaccionande sobre Ja causa, en el derrocamiento de Ja praxis) hacen a las circunstancias: es decir, por ultimo, la economia, lo particulat, determina Ja ética, lo universal, en tanto en cuanto la ética determina a ésta; 3) que, por tanto, cuando Marx re método de la critica espiritual, es decir, resolver la con la autoconciencia, es decir en un proceso de restauzucién de opuestos en la unidad origh naria extra-temporal (que es la Idea), Marx al mismo tiempo que toma una postura antlhegeliana y antiidealista, o anti LA LIBERTAD COMUNISTA or platénica, que no podria ser mas neta y radical y asume un principio I6gico original que, al ser una reaccién del efecto sobre la causa o reciprocidad de causa a efecto, sobrepasa Ja categorfa fundamental racionalista del idealismo, la cate- goria de causa (0 jratio!) sustituyéndola, como nexo de opues- tos (es decir, de universal-causa y particularefecto) 0 causa sui, un nexo que s6lo puede ser y efectivamente lo es de heterogéneos y distintos, como relacién no «dialéctica» sino de «consustanciacién» (que indagaremos); nexo que es Ja misma ldgica de la arevolucién» como es la Iégica del con- cepto basilar del sinolo que es el chombre» como hoibre- naturaleza, Sobre el hombre hegeliano como Yo, Marx polémico ob- serva: «El hombre es puesto como Yo. Pero el Yo es sélo ef hombre tomado en sentido abstracto, y producto de Ia abs- traccién. El hombre es egoista. Su ojo, su ofdo, etc., son egoistas; cada una de sus fuerzas sustanciales tiene la pro- Piedad del egoismo. Pero por eso es absolutamente falso decir: Ia autoconciencia tiene ojos, ofdos, fuerzas sustanciales. La autoconciencia es mas bien una cualidad de la razéa humana, del ojo humano, etc., no es la naturaleza humana una cualidad de la autoconciencia, El Yo por mi mismo, abstracto y fijado es el hombre como egoista abstracto (abstrakter Egoist), el egoismo elevado en su abstraccién a pensamiento, es decir, a Ja universalidad (I, 3, p. 158). Compérese la definicién an- terior de trabajo como «abstrakt geistige y la conclusion nuestra a partir de ella de un utilitarismo teol6gico, al que aqui corresponde el egoismo sublime del hombre como Yo, de lo que es el trabajo, la actividad correspondiente. Por tanto, mds que penetrar en un examen critico téenico de Ja formula hegeliana de la Autoconciencia, Marx se limita aqui, para su objetivo, que es el de despejar el camino de las consecuencias éticas (individualistas) del idealismo, se limita a sefialar en el Yo hegeliano una abstraccién y una hipostizacién del yo real: Ia «autoconciencia», es decir, una abstracciéa (como scualidad» o predicado humano), hecha conereta, es decir, persona, con ojos, etc., egoistas; abstrac- cién ¢ hipdstasis explicables, no justificables, con el haber hecho Hegel del hombre (de la «naturaleza humana» dice Marx), es decir, del sujeto légico aristotélico), o particular, una cualidad, es decir, predicado (lo universal) de la eauto- 68 GALVANO. DELLA VOLPE conciencias que se convierte de esta manera, de predicado (humano) indebido sujeto Iégico y metafisico, sustancia, hi- péstasis. + Téngase en cuenta que este interesante proceso de hipos- tizacién —sobre el que Marx reflexiona mucho, no solo aqui (cfr. T, 3, p. 168: «el hombre real y 1a naturaleza real se con- vierten en simples predicadoss, y uel sujeto y el predicado se encuentran entre sf en Ja relacién de una inversién abso- luta (sin poder perder, nétese bien, su valor primitivo, que sigue siendo yuxtzpucsto al nuevols), pero también y en espe- cial en J, I, 1, pp. 4267: p. ej,, «Hlegel hace los predicados independientes y Jos deja transformarse luego en una especie mistica de sujetos... Hegel hace independientes los predi- cados, los sujetos, pero separdndolos de su real independen- cia, de su sujeto. El sujeto real aparece a continuacién como resultado, mientras es accesario partir del sujeto real y con- siderar su objetivizacién. La mifstica sustancia se convierte, ues, en cl sujeto real y ef sujeto real aparece como otra cosa, como un momento de 1a mistica sustancia, Precisa- mente porque Hegel parte de ios predicados de determina- cidn general, en lugar de partir del ser real (ypokeimenon, Subjekt), y como ticne que haber un soporte para estos pre- dicados, la Idea mistica se convierte en este soportes}— este Proceso, que Marx resuic en el «intercambiarse (Umschla- gen) de'la empiria con 12 especulacién y de In especulacién con la empiria» (I, 1, 1, p. 466) queda como un dato de hecho, una constatacién, si no se demuestra su tazéa. Y de esa dogmética unidad inmediata de universal y particular, base de la unidad originaria, extratemporal, de los mismos, parte el platonismo antiguo y modemno, el idealismo 0 filo: 8. Los cans de Reusch (Aneta, 2, pp 838) encontrado en csi panes de Rf pp Lac aoe sa abe Seloradn toto hace Rs prgge ober en ice festa Sic paraklo dein Wiocels cgpeniodar clas cigs cle thi, cogs el xo dee Botiemdungehtion cbse Por egy taz fats dedecinaso astm, en tapi en 1 Slosais police 7 ence que de als ha i ciata maitsta warn, ep © J Tint’ get ge fa menserns Sumit nda us er’ cero etre n er‘ coela [tears eliloes ents fy‘ por fo de thom ene eto sus Zo 'Peusboc Gee tclidades we boston trade LA LIBERTAD COMUNISTA 6 Soffa de Ia autoconciencia; unidad inmediata y por tanto confumdida de universal y particular, en Ja gue éstos ‘se unifican, por ast decirlo, coexistiendo y neutralizdndose me. luamente (v. mas adelante): donde, precisamente, el inter. cambio del sujeto o particular con ef preflicado 0 universal ¥ viceversa; intercambio en el que se expresa, por ultimo, | ética, el individualism abstracto tradicional, es decir, I concepeién, sea de Hegel como de Rousseau y Kant, del home bre como individuo-valor o persona en cuanto auto-consclente, &s decir, como restaurador de la unidad originaria de univer, sal y particular, que es (Ia persona originaria); con el relative egotismo religioso de Rousseau, y utilitarismo teolégico de Kant que justifiea con el enéumeno» la propiedad privada y de Hegel que justifica con el «Espiritus la divisign tradicional del trabajo y Ia sociedad clasista burguesa. En cuanto a Ja critica marxiana a Feuerbach, estd demos- frado que «en Ia medida en que Feuerbach es materialista, 20 se encuentra la historia en él, y en la medida en gue toma J historia en consideracién no es materialista» (J, V, p. 34). De hecho. «Sin detenernos en el hecho —-dice M— que él (Feuerbach) ve al hombre simplemente como “objeto sen sible” y no como actividad sensible, ya que aqui atin no sale de Ja teoria, y no comprende por consiguiente a los hombres en su tejido social dado, ni en sus condiciones presentes de existencia que han hecho de ellos Jo que son, é1 no llega nunca al hombre activo, realmente presente, sino que se de- tiene a una nocién abstracta, el “hombre” 'y s6lo consigue reconocer al “hombre real, individual, corp6reo” en el senti- miento, es decir, no conoce més “'relaciones humanas de hombre a hombre” que el amor y la amistad, y ademas idea- lizadas. No nos ofrece critica alguna de las condiciones de existencia actuales. No llega por tanto a concebir el mundo sensible como la actividad sensible total y viviente de los individuos que lo constituyen y se ve obligado cuando, por ejemplo, ve uma masa de muertos de hambre, agotados y tuberculosos a recurrir a la “intuicién superior” a la “igual dad ideal del género”, a reincidir en el idealismo; alli donde precisamente el materialismo comunista ve la necesidad y al mismo tiempo Ja condicién de una transformocién tanto de Ia industria como de la organizacién socials (I, V, p. 34), Y¥ de to'anterior se extrae la conclusién de que Feuerbach 0 GALVANO DELLA VOLPE no nota el problema de la historia en Ja medida en que ignora esa actividad sensible total de los individuos que tiene su norma ea el criterio de la sociabilidad del trabajo © industria, que es el mismo criterio del constituirse y de una sociedad humana digna del nombre, y de la misma his- foria (como «una parte real de la historia naturals), y que es debido al waierialismo eintultivos, ain puramente fedrico de Feuerbach, que no le permite superar al individuo sin- gular, abstracto, la pura naturaleza y verlo en relacién orgé- nica, dinamica con lo universal, es decir en la relacién me- diata, racional-critica, como es, veremos, la sociedad (y Ja historia) como sinduino de. industria transformada segin el criterio de ta soclabilidad del trabajo, es decir, en cuanto sindnimo de naturaleza antropoldgica al ser socializada; como or otra parte, por estos motives, por Jos que Feuerbach no ge interesa verdaderamonte en la historia real humana, y de hecho reincide en cl idealismo, en cuanto pretende resolver el problema social con el criterio de la equiparacién «ideals, es decir, abstracta, iumediato, de los individuos, en el «géne- ro» (humnano), y por eso su recurrir al amor y a la amistad, es decir, a las categorias précticas del individualismo ro- méntico. A propésilo de este nexo esencial entre idealismo, ya cea iluminista o ruméatico, y ética de la igualdad abstracta, to del contraste insalvable entre Jas premisos s, de Ja igualdad abstracta, politica, Ii- ‘concreta, social, comunista, puede srvacién hecka por M. (I, 3, p. 134). 1) —dice— no es més que el ale sido al francés, es decir, politicamente. La igualdad como fuidarento (Grund) del comunismo 3 verdadera fimdamentacién politica y es 10 mismo que si el alemdn justifiease el comunismo en cuanto concepcién del hombre como cufoconclencia general (0 Yo = Yo)>* generales, filos eral y las de Je recordarse la si igualdad 9, Téngase en cuente ademés, como ampliacidn a los textos cite dos, passim, los siguicisiss de las Kritische Rantglassen, eic., en rele clon tambien con la critica do la categoria de in poittica (a propésite ou Jagisn sociale y srevolucién politicas): «Eine soziale Revolution befindet sich Siakt des Conger, weil sie —Hinde sie auch ‘stati weil sie eine Protestation des Mens 2 Leben ist, well sie vom Standgunkt des ‘chen gegen das cu LA LIBERTAD COMUNISTA 1 En cuanto al atcismo, premisa de la eliminacién positiva de Ia enajenacién, mediante el materialisma préctico 0 comu- nista, no es un atefsmo abstracto, dogmAtico. «El comunismo —dice Marx— empieza con el ateismo abstracto (Owen); el ateismo est4 inicialmente muy lejos de ser comunismo, ya gue cualquier tipo de atefsmo se mantiene atin en la abstrac- cién, La filantropfa del atefsmo es, por esto, en primer lugar s6lo una filantropia filoséfica, abstracta, la del comunismo es inmediatamente real e Inmediatamente de accién (zur Wir kung)... Ya Aristételes dice: “eres engendrada por tu padre y tu madre”... Ves, pues, que incluso desde el punto de vista isico el hombre debe sit existencia al hombre... Como para el socialista toda ia llamada historia del mundo no es: mis que la generacién del hombre por medio del trabajo humano, por tanto el devenir de la naturaleza para el hombre, asf tierie inzslnen wirklichea Individuims ausgehet, weil das Gemeinwesen, gegen dessen Trennang von sich das Individuum reagiert, das wahre Gemeinwesen des Menschen ist, das menschliche Wesen. Dic politische Seele einer Revolution bestent dagega in cer Tendene der politisch eia- fiusslosen Klassen, ihre Isolierung vom Siaaiswesen und von det Herrschajt aufzahében. Thr Standpunkt ist der-des Staats, cincs abs ‘rakton Gazen, das mur durch die Trennune vorn wirllichen Leben bes- tcht.. Eine Revolution von poltischer Seele orgaaisiert dalcr auch, der beschrinkfen und awiespaltigen Natur dieser Secle gemlss, einen lstischenden Kreis in der Gesellschaft, auf Kosten der Gesellschalts 3, p. 22), ¥ ahora el siguiente julcio sobre el genio politica de Ja Rovolucién francesa: «Die Alassische Perfode des polltisehen Verstandes Ist die. franzdsische Revolution. Weil eutferat im Pringip des Staats die Quelle der sozialen Mingein dic Quelle politscher Uebelstinde. So sieht Robespierve in der grossen Armut und dem grossen. Reichtume hur ein Hindernis der reinen Democratic, Ex wimsscht cine allgemeine Spartanische Frugaitat za ctablicren. Das Prinzip der Politik ist det Wl. Je eiaseiige, das lst also Je vollendeer der paitache Vers ist, ‘um 90 blinder Ist er gegen die natirlichen und geist Schrangen des Willen, uin 20 unfaiger fat algo, de Quelle soar Gebrechen zu entdecens (0,3, pp. 1510) ta umllatralldad de te nica revolucionaria. burguesa (Guo. principio es el ico, & decir, volta raclonalista sbatasta © de ta rason minista), y su radical impotencia ante los limites «naturales» representados por J, eaidad de lo econdoniso tnadvertdos para ell, y'su consiguients fncapacidad de descubrir los motives de’ las «necesidades. soeialesy, estén sintetizadas estupendamente en este perfil de la mentalidad de Yobsspieme: ensayo ejemplar de riien Nsoreg materialist, Rolie ves exrinseeos en Mehring 1 literorischer Nachlass von F, Mars, 2 GALVANO DELLA VOLPE Ja prucha evidente, irrefutable, de su nacimiento de si mismo, de su proceso de origen. Ya gue lo esencial (Wesenhajtigheit} del hombre, el hombre, se ha convertido précticamente en sensible y visible en la naturaleza, el hombre para el hom- bre, como existencia de Ja naturaleza, resuelta pricticamente Ja euestién de un ser extrafio, de un ser por encima de la naturaleza y del Lombre; pues tal cuestion implicarfa Ja no esencialidad de la uatusaleza y del hombre. El ateismo, como negacién de esta no esencialidad no tiene sentido, porque es una negacién de Dios y es mediante esta negacion que se pone la exis/encia det foinbre; pero el socislismo en cuanto tal, no necesita més de esta mediacién; comienza con ia conciencia sensible tedcica y practica dei hombre en la natur raleza como el ser (als des Wesens). Es la conciencia posi tiva de st que tiene el hombre no mediada ya por la elimina- cién de fa religién... Tgual que el atefsmo, en cuanto elimi naciéa de Dios, es el devenir dei humanismo te6rico, ast el comunismo, en cuanto negacién (Aufhebung) de ia propiedad privada, es Ja reivindicaciéu (Vindikation) de la vida humana real como duefia de sf (als seines Eigenturms), que es el de- venir del humanisino practice (des praktischen Hurmanis- mus); es decir, el humauismo es el ateismo mediato por la negacién de Ja propiedad privada: sdio por la negacién de esta conciliacién —pero ésta es una premisa (Voraussetzung) necesaria, nace ¢l m0 positive (positive Humanis- mus), comenzado positivaimente a partir de si mismo» (I, 3, pp. 115, 124, 125, 126, 186, 167). Por tanto, Marx supora el ateismo abstracto, negativo, in- fecundo a partir del naturalismo y materialismo naturales: y precisamente poryue su naturalismo y materialismo no pierden nunca lo wilversal, el velor; sino que sélo sustituye la figuracién dogmética, trascendente, abstracta de ésto, Dios, con el concepto erfiico y verdaderamente inmanente de Io universal como sinéniud no de hombre auto-consciente 0 Esplritu —es decir, de un mitico, estéril regreso, por parte del hombre a una’ unidad intemporal, aunque sea trascen- dente y negadora dle la naturaleza y del mundo, de Jo parti- eular— sino como sinézimo de hombre social 0 ser sociali- zante, es decir, e ute universalizador de la natura. Jeza, fo pai esto consustanciado; avanzando de esta mancra Marx, al mismo tiempo, con respecto al ateismo LA LIBERTAD COMUNISTA 2B del materialismo tradicional, vulgar, y con respecto al teolo- gismo del mismo idealismo dialéctico, gracias a un natura- lismo que es humanismo (prictico) y viceversa: que se ex- presa en sus conceptos equivalentes de hombre, sociedad, historia y revolucion. Al enirar, por Ultimo, en la teorfa de Ja emancipacién hu- mana mediante el comunismo, es necesario aclarar, en pri- mer lugar, el atributo de Proudhon. Aqui, por lo que precede, revela totalmente su aleance filoséfico. «Que Proudhon —dice M. en la Sagrada Familia— pretende abolir el no-tener es lo mismo que pre- tenda abolir Ja relacién de prictico alejamiento entre el hombre y su ser objetivo, y 1a expresién econémica de la auto-extrafiacién del hombre. Pero, como su economia esté ain concebida segtin las premisas de la economia politica cortiente, formula la reapropiacién del mundo objetivo ain 14 GALVAND DELLA VOLPE bajo la forma econsmiica de Ia posesién. Proudhon... contra: pone al viejo modo del tener, a la propiedad privada, Ja posesién, atribuye a Ja posesién una “furcién social”; pero en una funcién asf, lo “interesante” no es “excluir” a los dems, sino ejercer y realizar mis fuerzas esenciales [huma- nas}. Proudhon no ha logiado desarrollar esta idea. El con- cepio de "posesién igua!” es una expresién econémica y como tal, extrafia para i que ef objeto como ser para él hom bre, como objetivo del hombre, es al mismo tiempo a exis- tencia del hombre para otro kombre, su relacién humana con otro hombre, ta actitid social del hombre hacia el hombre. Proudhon niega Ja ¢: in econdmica (nationalékono- mische Enifremdung) quedindose dentro de la enajenacién econémica» (I, 3, pp. 2123), «Pero, bajo la apariencia de reco- nocer al hombre —habia dicho ya Marx— la economia poll tica, cuyo prinetpio es el trabajo, es mas bien sdlo la légica realizacién del renegar al hombre» (I, 3, pp. 107-8). Significativo es el juicio de Lenin (referido por Adoratskij, 1, 3, p. XIX) sobre la critica, vista ahore, de Marx a Proudhon donde «Marx persigue el concepto basilar de su “sistema”: Ia concepciéa de las relaciones de produccién sociales». Sig- nificativo porque expresa el punto de vista exactamente préc- tico, econémico-politico, desde el que Lenin mira el «sistema» de Marx; punto de vista que se hace constante y se acentia en general en la exégesis marxista de la escuela rusa, como se puede ver en el mismo Adoratskij. De hecho, Adoratskij en esta cita, en el que es también el problema general de la enajenacién humaza el que urge bajo esa cextrafiacién eco- némicay en la que se enreda Proudhon, no Je interesa mas que el problema, exaciamente politico, de la tarea. del pro- Jetariado: «Marx ~dice— alude aqui a la verdadera consigna del proletariado: que no tiende a una simple igualdad de la posesién, sino gue aspira a un cambio radical de la sociedad humana, a un cambio de Jas relaciones de produccién» (ivi). Adoratskij entiende y aprecia desde el mismo punto de vista Ta compleja pro’ de los Manuscritos econdmico filo séficos y otras in Jones filosdficas de M. __ Marx prosigue en le doterminaciéa de Ja eliminacién po- sitiva de la propiedad privada, en la determinacién de su comunisme, diciendo que es necesario ver como «en lugar de Ja riqueza y de 1a miseria de Ia economia politica surge slg LA LIBERTAD COMUNISTA 5 el hombre rico y Ia necesidad humana enriquecida» (1, 3, . 123). P TEL hombre rico —explica— es al mismo tiempo el hom dre necesitado de una totalidad de manifestaciones de vida humana, es el hombre para el que su propia realizacién (humana) existe como necesidad interna, como carencic, No sélo la riqueza, sino también la pobreza del hombre asume de la misma manera —en la hipétesis del socialismo— un significado humano y ademés social: es el vinculo pasivo (passive Band) que hace sentir al hombre Ia necesidad de 1a mayor riqueza, el otro hombre. El dominio en mi del ser objetivo, y el prorrumpir sensible de Ja actividad 42 mi ser, es la pasién (Leidenschaft) que aqut sé convierte en la accidn (Tatigkeit) de mi ser» (pp. 123124). Aqui Marx empieza a determinar positivamente al , sino comunidad que es real, no aparente, precisamente por- que incorpora —es decir, colectiviza— a’ naturateza, Jo par- Heular; Jo universal real, concreto (ave fénix para el idealis- mo y Ja teologia en general); y que, por tanto, ni lo universal ai lo particular son més de los datos aprioristicamente 0 dog- maticamente asumidos junto con su originaria, es decir, pre- supuesta dada, unidad; pero también son elementos (con. diclones) de un proceso que es real proceso como historici- dad-temporalidad y que es proceso de valor, es decir, espiri tual, precisamente porque, en este caso, proceso ético, 0 de 88 GALVANO DELLA VOLPE Jo universal, como econémico 0 del particular y viceversa; VET) que ya se perfila le funcién mediadora o de unidad exiticoracional (de universal y particular) desempefiada por Ja sociedad: porque en la sociedad y por la sociedad los ele- mentos que se modian se unen 0 median en el momento mismo en el que cada uno se revela en su especifica natura. leza positiva, por tanto cada uno se relaciona verdaderamen- te con el otro porque Jo exige su especifica positividad (éste es el sentido de la metéfora de la «consustanciacién» de hombre y naturaleza, llamada la sociedad): en efecto, lo uni- versal no es gratuito © dogmético sélo si es un acto de uni- versalizacién, que a su vez no es gratuito y vacto sélo si es, concretamente, acto asociante que ¢s acto socializante; y 10 particular, tampoco es miftico o gratuito ni vacto sé! como objeto o término no «dialéctico», o de todas formas aparente, del acto uni te, sino sélo como término 0 contenido positivo de éste'(y se sabo, también, que «la naturaleza no es nada para el hombre si se toma abstractamente, en si, fijada en su separacién del xe», T, 3, p. 170); VIED ‘que Ja sociabilidad que es propia de la sociedad anteriormente des- crita, la soclabilidad del trabajo, tiene —en relacién con la sociabilidad de Ja eSoctedads tradicional, o roussoniana socia- bitidad det amor tumanitario (que est desarrollada en Ja sociabilidad de ta racdn pura prdctica, es decir, del Estado de derecho teovizado por Kant, como esta tiltima se ha desa- srollado, a través de un aparente derrocamiento, en la soc! bilidad del ethos dialéetico teorizada por Hegel)— la ventaja fundamental de esiablecer una relacion 0 equilibrio orde. nado de Jo econdmico y ético, es decir, de particular o natural y universal o humano, ausente en la otra, recordad en las otras: equilibrio por el que lo particular y fo universal dejan de estar yuxtapuestos y confundidos en una unidad inmediata (y asf las hipéstasis o sustantificaciones tan errdneas, como abstracciones, cuanto Jes como prerrogativas metafi sicas imprescriptibles del individuo empirico ebstracto, de Jo que se alimentan el egotisino religioso y el utilitarismo teolé. gico modernos); y se comprende que sea as{ porque Ja soci billdad del trabajo es la soctabilidad consubstancial para el individuo humano y adeu.ds expresa exactamente la unidad mediata de particular y uaiversal, el orden genérico-determi- nado que es el individde humano (considerado cxiticamente); 1A LISERTAD COMUNISTA 89 @ gue Ja sociedad especificada anteriormente, que e¢ per- fecta consubstanciacién de hombre o universal y de nator, Jeza © particular, al ser una relacién del hombre singular con el otro hombre como su relacién a ta vez con la natie raleza y viceversa, esté ejemplarizada tipicamente en la industria 9 trabajo en Ia que se exprese Ja genuina sociabi, dad u organicidad esencie' para el misma trbajo; industria, gue Ro es Ia «ordenada» o capitalistadurguesa, porque es, ca cambio, la norma que tiene que transformar, revolucio, Rindola, a esta tiltima, pero que, por tanto, tiene en ella y f& Sus contradicciones, la base real y el objeto propio; por Jo cual aparece ya evidente que decir que el hombre es Yue, mano, es decir, universal sélo como social quiere decir que GL Bombre es humano es decir universal sdto porque trabaja. Veames, pues, mejor en qué consiste el trabajo, El trabajo. Implica: a) que, si Ja comunidad aparente sig- nifica para Jos individuos una libertad ‘ilusotia como es Ia libertad det azar, 0 falta de libertad, camo es la libertad clasista, burguesa, tradicional, en cambio la comunidad real, gonlleva esa libertad real, como es Ja libertad comunista: libertad que es la instancia ética individual representada por cl trabajo (industria) normativo, y que éste se identifique con una comunidad real (donde Ia sociabilidad esencial para cl trabajo se actie): 0 mejor este mismo trabajo como ins tancia ética o normatividad; 6) que en efecto, al ser esie frabajo, trabajo en una comunidad real, es decir trabajo suansformado», revolucionado, porque ésté socializado y ademAs convertido en ténica libre o verdaderamente Tk mana, asf es libertad real: como lo que constituye el indi, Yiduovalor, ta persona sdlo en cuanto acto asociante-sociali. Zante, es decir, hist6rico temporal efectivo acto de univers. lizacién de la naturaleza, que es como decir acto de particu. larizacion 0 especificacién o especializacién de Jo universal: a resumen, sdlo como trabajador y ademds libre de csa inercia moral que deshumaniza al individuo como consecten, gis de todo lo que aprioristicamente dado se le atribuye bajo forma de prerrogativas metafisicas (derechos naturales ot similia) que inherentes al individuo reducido a sustancia (monade), son solamente Ia absolutizacién ¢ hipostizacién de sa naturalidad abstracta, la pura utilidad, el sentido del ‘tener, etc. (por lo que el individuo tradicional, de clase, existe 90 GALVANO DELLA VOLPE como homo cconomicus 0 «burgués» y como homo politicus © «chidadanos); ¢) que, por tanto, decir que el hombre es ‘especificamente husnand, es decir universal, séio porque es social, es decir, trabajs, quiere decir, por ditimo que el hombre es humano silo’ porgue es realmente bre, confir- mando asf la libertad couio singnimo de universalidad 0 ra- cionalidad; d) que, six embargo, eso significa precisamente que el hombre reatiza su differentia especifica la univer- salidad 0 libertad— dentro de los limites de su genus: la natural ad que tiene en comin con los demés seres; y que su libevlad es libertad en y para el tra- bajo, en y para Ia «vida misterialn 0 técnica en general, y era; por fo que su no limitacién se alcanza mediante su esmero (no es la naturaleza «fundamento de la existencia huurana del hombres?): y éste es el existencia- Hisme critico, marxiano; ¢) que, finalmente, al ser Ja _posi- tividad de la naturale o particular quien da un sentido a Ia concisiéa de lo v concreto y al esmero que €s la téenica, y al ser esta postbitidad inexplicable, sea haciendo de la naturaleza una prekantiana ooasiin del despertar de las ideas, sea haciendo de ella un objeto dialéctico 0 apariencia espiritual a la hegeliana, no queda sino volver sobre aquel algo de ialx, es decir, esencialmente distinto de lo universal u hombre, que es 12 naturaleza; no queda sino vol ver sobre los distintos y heterogéneos y sobre su sin-tesis. Pero esta sfr-tesis paradéjica de heterogéneos, que vol- vemos a encontrar en le base de las conclusiones que libertad (personalidad) y inciden y que este tltimo tiene que ser la pri desear ante todo ta libert el de revolucién, La revolucién. La pra préctico significa: a) en el sentido més filoséfico o general, una relacion en Ia que se acttia Ia coincidencia de Ia modi ficacién de las cir ‘as 0 economia o naturaleza 0 par- ticular y de la mod de la actividad humana o ética © universal; es decir, wic relacién por la cual las circuns- tancias hacen tanto a los hombres cuanto los hombres las clrounstanctas; 6) que amente esta relacién expresa —por el medio sobreentendido del concepto de enaturaleza antropoldgicas o natuzaleza que «se convierte para la indusé LA LIBERTAD COMUNISTA OL trias— la instancia fundamental tipica de la sociabilidad de a sociedad antes mencionada, o «sociebilidad del trabajo», es decir, ef acto asociante-socializante: porque, en efecto, el mudarse de la praxis sélo adquiere un sentido filoséfico pre- ciso cuando significa antropolizarse para Ja naturaleza 0 par- ticular, en que consiste t{picamente la sociabilidad del tra- bajo; la sociabilidad verdadera del hombre, y como tal expresién real, no miftica, de su humanidad ‘(Universalidad), diferente de la sociabilidad del amor; c) que, con otras, pala- bras, se tiene, en esta relaci6n, Ia reaccién del hombre (0 la- mado efecto de la naturaleza 0 economia) sobre la misma causa, 1a naturaleza, donde el efecto, hombre, se convierte su vez causa de la causa que se convierte en efecto perma- neciendo causa: 10 que es un sintesis que es reciprocidad de causa y efecto, de principio y principiado; d) que en un andlisis 1égico-real (trascendental) esta sintesis nos demues- tra: I) Que decir que el hombre es efecto, shecho» por las, ), al que, falténdole la naturaleza, lo particular, como algo especifico y positivo, careceria de su fundamento (luego, Zesa enecesidad» de una totalidad de manifestaciones, del otro hombre, etc., que siente el hombre Fieo-pobre, es decir, el hombre real?), y de su misma finalidad, que se haria ilusoria por qué humanizar, socializdndol naturaleza que fuese ya implicitamente humana, espiritual? como es ilusorio el Seutido que tiene el hombre de cons. truirse cada vez sobre la base de ia naturaleza interna y externa; IV) que, de todas formas, Ja relacin en cuestion no puede ser una relacién de opuestos, ya sea porque, al ser reciprocidad de causa y efecto, va més alla de la categoria de la causa-ratio del raclonalismo y del idealismo, es decir, aquella pura , como «tinica actividad originarias; por Jo que se anula en una gro- sera unificacidn dialéctica, de contrarios —de causa 0 sujeto © universal y de efecto u objeto o particular— la necesidad realista-critica marxiana de Ia esencialidad de lo particular; sea porque la sintesis de contrarios es por si zisma ilusoria, porque es el reconfluir de un multiple en una unidad origt- naria, presupuesta (Idea 0 Sujeto 0 como se quiera): de tal manera que nos pone sobre aviso la critica marxiana de la ccrftica espiriiuale de Ja historia de la ereduceién a Ia anto- consciencia» de la misme, como mitica resolucién de los opuesios en su unidad originaria, extratemporal metahisté- rica; V) que, por tanto, esta relacién no puede ser mas que una sintesis o uniéa sui generis de heterogéneos o elementos cualitativamente diferentes: «pensar (denken) y ser (Sein) —nos avisa Marx— son si distintos (zwar unlerschieden), pero a Ia vez (aber zugieich) en unidad entre oi (in Einheit mit cinander)» (I, 2, p. 117); una sintesis de elementos espe- cificamente diferentes, que tiene cada uno una positividad propia, también el ser (= existencia) o naturaleza o particu. Jar, pues; positividad, esta witima de Ja naturaleza, sobre la LA LIBERTAD COMUNISTA 93 cual la persuasién de Marx tiene un precedente importante en Jas siguientes conclusiones (las wnicas verdaderamente oriticas) del Kant negador del racionalismo de Platon a Leib- niz: que (como K. se expresa en su manera gnoseolégica, ya superada) ela sensibilidad es algo muy positivo y un aitadido indispensable para el intelecto» (Antropologia) y que «intui- cién y concepto son representaciones diferentés totalmente segiin la especie» (R-ogresos de la metafisica); conclusions razonadas por Marx observando que «un gran error de la escuela lefbniziana-wolfiana ha sido el de hacer consistir la sensibilidad en las representaciones indistintas, y la intelec- tualidad en las distintas, y por consiguiente ver uma diferen- cia sélo formal (es decir, «una diferencia Iégica») de la conciencia, en lugar de real (o «manifestacién ‘transcenden- fal), es decir, concerniente slo a la forma y no también al contenido»; que «de esta manera se “hacia consistir la sensibilidad s6lo en una falta (falta do clayidad de tas representaciones parciales), es decir, en la fulta de dife- renciaciéno; que «Leibniz es el verdadero culpable, ya gue él, fiel a la escuela platdnica, admitia intuiciones innatas y puras, lamadas ideas, y que estarfan en el dnimo ahora, sélo que oscurecidass (Antrop,); y que por tanto, Leibniz eno reconocia a la sensibilidad ‘ningdn todo propio de intuicién... y buscaba en Ja inteligencia todas las repre. sentaciones empiricas de los objetos, y no dejaba a los sen- tidos mas que la miserable funcién dé confundir y deformar las representaciones de Ja inteligencia» (Critica de ta razén pura, A 43-44, 277), etc., conclusiones que, mientras atin hoy siguen siendo letra muerta para hegelianos ¢ idealistas —por. que, por ejemplo, tanto Gentile con el concepto del senti- miento como lo «implicito», es decir, Io «inexplicado expli- cable», zepiten el error de Leibniz de concebir la sensacién en general como unidad indistinta, es decir, la idea confusa, como una especie de pensamiento inferior, o pensamiento que se puede distinguir del sentido, es decir, de Ia existencia, sdlo por grado, no por naturaleza o especificamente —en. cuentran en cambio un eco singular en la concepcién mar xiana del pensamiento y de Ja existencia como distintos (rechazada por el idealista Croce): porque ela existencia pro- plamente no es de ningein modo predicado [o pensamiento]». Asi pues, el andlisis més profundo de los conceptos de 94 GALVANO DELLA VOLPE sociedad, trabajo y revolucién nos autoriza a confirmar que el trabajo es la ra necesidad de Ja vida, y su finalidad, en cuanto colt n nuestra libertad y personalidad real. Resumamos las conclusiones que conciernen ese tipo de tra- dajo que coincide efectivamente con nuestra libertad y per sonalidad, porque es la duica instancia de libertad, la'tnica Wbertad, aceptable criticamente, Libertad y unlversalldad, {limitacién, como nadie puede impugnar. Pero no puede ser universalidad 1o que es sing ‘nimo de un valor o universal que sea premisa para la hi toria o que Ja transcienda en este sentido, vaciéndola de sig- nificado a ella y a nuestra libertad humana; sino la que es sinénimo de valor o universal inmanente, es decir, de acto hhumano, como ualversalizadora, Ahora bien, tiene significado sf no es un acto vacio, al ser vago, como el idealista como «acto puro» o «autoctisin (autoconciencia); pero sf acto que universaliza la naturaleza 0 particular como un contenido real suyo} acto, por ‘sato, de particularizaciOn 0 especifice- efectiva de Jo universal, como lo es el trabajo, la técnica. Pero no basta: porque hay que affadir que, sila técnica no es social, es decir en funcién de la comunidad, no de una parte o clase, en lugar de ser esa especificaciénrealizccién de lo universal o valor que busce- mos, que es la especializacién social 0 indivisa, es decir, universal, resulta en cambio ese instrumento de Ja univer salidad y libertad como es la técnica burguesa 0 dividida, en funcién clasista (acto inttil que se realiza siempre, ideo- Wgicamente, en nombre precisamente del idealismo o es- pititualismo, es decix, en nombre de un dado universal o valor, transcendente: p. ej., las prerrogativas individuates gprioristicas come son los «derechos [= valores naturales»]. Por tanto, concretamente, el acto universallzador o acto copecializadorrealizador, que e6 el trabaje, s6lo puede exis tir como especializacién o téenica «socializaday, sélo puede ser el acto que es universalizador porque es asociador- Jizador, el acto en ef que se expresa la sociabilidad peculiar para el trabajo, la esencia (transcendental) del trabajo, el trabajo en su esencia, Asi, la Hbertad, o univer- salidad colucide con el trabajo porque es, como universali- dad-sociabilidad, 1a misma esencia del, trabajo, de la técnica, Y precisamente ese trabajo que concreta la esencia del tra- LA LIBERTAD COMUNISTA 95 bajo, su socialidad-libertad, ése compone una unidad con nuestra libertad y personalidad real, no formal y tiene que ser nuestra primera necesidad, 5, — En este momento nos queda por atiadir alguna acla- racién final sobre la problemética peculiar de la sociabilidad del trabajo. Que ante todo es lo que es —sociabilidadtiber- tad—~ por el cardcter —organicidad— que la distingue espect- ficamente de la sociabilidad humanitaria o' del amor y de sus derivados, que es sociabilidad anorgénica y ademds apa- rente, Este cardcter de la organicidad —es decir, del rautuo condicionarse de la vitalidad de cada mlembro o parte y de Ja vitalidad del todo— es debido precisamente al ser de tal manera que el relacionarse del hombre con el otro hombre es el relacionarse a Ja vez de éste con la naturaleza y vice- versa (asociacién-socializacién). En efecto, esto significa una relacin orgénica, por lo que tanto el constituirse de lo universal u hombre como el cons- tituirse de lo particular o naturaleza estin garantizados ‘ambos y son necesarios (por la mutua reciprocidad contem- pordnea), ambos vitales y positivos, y de esta guisa también de garantizar sea la vitalidad del todo como Ja de las relati- vas partes del organismo social (cfr. antes). Pero esto quicre decir, ademas, que la positividad del mismo particular, de la misma naturaleza, es necesaria de la misma manera de lo universal u hombre (concedido siempre por el idealista). La prueba decisiva de Ja legitimidad de esta necesidad est contenida en la siguiente dificultad que nace de la negacién de esta necesidad: es decir, que la negacién implica una ‘afirmacién innatista 0 apriorista-abstracta de Io universal 0 valor, con Ja consiguiente reduccién de la naturaleza 0 par ticular a universal implicito-explicable, a idea 0 unidad con- fusa, de Jeibnizniana memoria; reduccién que suscita esta pregunta: ¢por qué humanizar, es decir, universalizar —socia- Tizéndola— una naturaleza que es ya implicitamente humana, universal? Este interrogante interesado que hace el materialista al idealista es grave, porque significa que el idealista no puede Justificar verdaderamente sociedad y sociabilidad dignas del nombre. Este es el resultado negativo ms interesante, en ‘el campo de la problematica moral (y no sélo de ésta, natu- 96 CALVANO DELLA VOLPE. ralmente), de la inflacién de Jo ideal que es propia del idea: lista, del tediogo en genersl, Bn efecio, qué sentido puede tener el acto de as: ‘en genéral, si existe, como se cree, el singular, el iadividuo Immano como auto-consciente, que sélo tlene que desarzollar y producir el khombre interior», Io universal que Jo sustancla? gPor qué, volvemos a repetir, universalizar y Iuimanizar —mediante Ia sociedad~ una ne- turaleza 0 particularidad que ya es universal, que es huma- nidad implicita? si se va a ver el fondo de esta inesen- ciatidad idealista de la sociedad, veremos que presupone no ‘s6lo una devaluacién de lo universal, ademis efectiva, con- ereta, representada por la sociedad y sociabilidad, devalua- ciéa de la que proceden todos los egotismos Iuutanitarios, sino que presupont, también, aunque parezca paraddjico, una contenspor aiuacion de lo partictlar, de su posi- tividad. En efecto, porque Jo particular, Jo multiplice subjetivo, que la sociedad tunica, y de la que est compuesta, se devalta como xempirico» ¢ eicrealy y es sustituido por un particular inexistente, ese poi 0 individuo privilegiado (autocons- ciente) que no exisfe justamente porque to que constituirfa su privilegio la milagrose interioridad del valor 0 univer- sal— impide que exista: zedmo podria existir, si Ja auto- conciencia es proceso de desarrollo de un universal o con- cepto «puto», fntegro, esdto oscurectdoy en el individuo por el individuo 0 particular? Qué particular es, pues, éste? Ya sabemos que no es veriaderumente particular; que es un uni versal, s6lo oscurado, y la hegeliana «universalidad real» del hombre «de clase» 0 acomo bourgeois» de donde 11, Hegel, Filos. d. der., Agg. §§ 201, 207: «La diversidad general de Ia particularizacion de ia sociedad civil es una necesidad. Si la primera base del Estado es la familia, las clases son In segunda: ésta = mucho més importante por el hecho de que los privados, aunque ‘cgoisias, tienen necesidad de dirjgirse a los demés: en esto, por tanto, sid la raiz mediante [a ewal el egotsmo se vincula con 10 universal, con al Estado... Un hombre sin clase, es simplemente un privade y no estd en universatidads; «Cada uno es, desde el momento cn que pertenece 2 una clase, algo de universal, y por tanto un individue verdadero, tuna persona» (Sistema de ta Eticidad, ed. Lasson, p. 475); «Cada uno, desde el momento que es capaz de propiedad, se coloca ante los Gemés como unlversal, es decir, como ciudadano, en el sentido de bourgeois» (Sobre jas maneras cientificas de tratar’el derecho natural, ‘ed, Lasson, p. 338). 4 98 GALVANO DELLA VOLPE. el individuo privitegiado (auttoconsciente), exisie pues, pero come individuo hipostético, como sustancializacién (absolu. tizaciéa) de to pari emporal— subrepticio, esta el ‘egofsmo burgués en el caso en cuestién; etcétera. Como conclusién de este examen del viciado proceso inter- no de la unidad originaria de universal y particular, es nece- sario notar que coniizma, al menos imaplicitamente, ia proble. mitica de los heicrogéncos, porque nos ha demostrado que la viciosidad del proceso esté en el desconocimiento de la dimensidn temporal de la velacton universal-particular, la tink ca dimensién que perinite ese respiro que necesitan, esos dos elementos en en la tensidn arménica de la mutua rec{proca posit in que sdlo puede identificarse on una circularidad de induc que la elim! ién ocasiona la sofistica antes examinada de la pura deduecida, con sus consecuencias irrea- les ¢ inmorales a la vez, Volviendo ahova 2 la Inesenctalidad idealista de la socie- dad parece claro que es debida, en primer lugar, a la con. cepeién apriorista de lo universal propia del idealismo y de cualquier teologia, en el sentido de que esta concepcién pone un individuo privilegiado (como autoconsciente), que com vierte Ja sociedad en algo adventicio, secundario; pero que, en segundo lugar, se debe, 1o cual no cuesta menos, al resul. tado iiltimo de esa coucepci6n: es decir, al sustituir efectiva: mente al individuo privilegiado autoconsciente —como in Viduo hipostético— al individuo «empirico»; cuyo resultado €s esta consecuencia paradéjica: Ja devaluacién idealista de la sociedad no s6lo consiste en el vaciar de significado a lo universal cempirico», pero efectivo y concreto no obstante, representado por la ‘sociedad, en el vaciarlo de significado, es decir, mediante la correlativa inflacién apriorista de 10 particular, que es el individuo hipostdtico, antes citado, el hombre privilegiado, autuconsciente o apriori, el Yo (puro), Asi, cuando se uote ta devaluacién de la sociedad y soci dilidad insita en Ia dialéctica idealista y teolégica, es necese. rio tener en cuenta que es al mismo tiempo contrahechura ¥ devaluacién de la parlicutar, del individuo que es individuo humano real, personal, bre, como social; ¥ no como auto. consciente. in y deduccion, de tal manera - innit iain iS srt LA LIBERTAD COMUNISTA 9 Esta aporia de la sociedad, la aporia ética fundamental en Ja que cae el idealismo, termina pues en la siguiente alter- nativa sin salida: 0 la Sociedad, es decir, la instancia de la sociabilidad del hombre, como sociabilidad del trabajo (aso- ciacién-socializacisn), con su premisa del hgmbrenaturaleza, es decir, de la positividad de la unidad (universalidad soci bilidad de la naturaleza o multiplicidad, consiguiente a la Positividad de multiplice o naturaleza; o el Espiritu, es decir, cl hombre-apriori, sin sociedad digna del rombre, sin otra sociedad que no sea esa sociedad aparente que es Ia sociedad liberal, es decir, libertaria, sociedad contradictoria de hom- bres-apriori 0 presociales, con las prerrogativas individuales aprioristicas, es decir, las absolutizaciones © hipdstasis de 1a naturaleza (jque vuelve a entrar por la ventanal), que Ia fundamentan. Otro esclarecimiento de la problemética de la sociabilidad del trabajo se hace necesario a propésito de Ia persona o individuo-vator que es sujeto de la libertail real, es decir, social: la persona no originaria, sino histérica, en cuanto social. Es necesario disipar la sospecha de que las cualida- des propiamente individuales, peculiares, ile las personas estan amenazadas por la racionalicacidn que caracteriza a la sociedad de la que ¢s miembro la persona social, Ia sociedad real comunista. No serd dificil desmontar los’ argumentos tradicionales a favor de la concepcién liberal y romintica de la individualidad humana, y demostrar cémo precisamente las cualidades y «posibilidades» mas peculiares de Ja persona tienen en la racionalizacién-socializacién la base mas idénea para su desarrollo. Hasta ahora se ha visto que si no tienen Ja posibilidad de serlo todos, ninguno es total, es decir, libre: ahora se trata de ver cémo esta libertad comunista sea Jevadura individual propia en cuanto es racionalizacién- organizacién, trabajo, tecnicidad. Hasta ahora se ha demostrado como el trabajo sea liber- tad en cuanto liberacién del individue de cualquier dato 0 premisa metahistérica y conjuntas inercias, ahora se trata, de demostrar cémo el individuo lejos de carecer de espacio Para su expansién personal, encuentra ésta solamente en el terreno del trabajo, de ta técnica, en definitiva, al moverse ea su pura dimensién temporal, histérica, es decir, mmano- natural. 100 GALVANO DELLA VOLPE. El Auloidactisine —en Ia acepcién histéricotfilosética del término— resume Jos argumentos tradicionales mencio- nados mejor que cualquier otra formula, quizé, En cuanto a que con este término (usado por Stenzel en Platén educador), se hace referencia ai concepio-base metafisico plurisecular de Auto-conciericia coms «memoria interiors de ideas y de valores (innatismo); concepto que tiene su primera aplica cién en la historia de! esclavo, del ignorante que sabe porque recuerda (el Menone platénico), y del que procede todo el apriorismo doginético que culmina en la teoria roméntica y tradicional de Ja actividad humana como «personal» bajo forma de la sintesioridads (abstracta), genio, inspiracién, intuicién pura, obrar interior, etc, y ademés contrapuesta como superior de 1a técnica, trabajo, 0 actividad «imperso- Rals, «exteriors, «materials, etc. (Tipica «ideologiay de Ia division tradicional de la «cultura» del «trabajo».) Ahora, esta teorfa no puede ser confutado verdaderamente si no es Poniéndose en su terreno, que es la defensa de Io que hay ¥ tiene que haber, de personal, en la actividad humana digna de este nombre: y esta posibilidad de confutacién nos Ja demuestra la paradoja, podemos.decir, del autodidacta y del Gficionado (como subgsuero del egotsta religioso). En efecto, al seguidor de esta teoria le podria suceder que perdiese Justo lo que esta teoila le promete, si en verdad pudiese Seguirla (pero no puede): su individualidad. Cuidndose poco dela «técnicar, cua! es decir, de las reglas que son algo de comin, de socici, de histérico, de adquirido, en defi- nitiva, y no innato —le sucederla que se perderia justo en lo genérico (en el sentido deteriorado del término), de perder casi completamente cualquier acento personal: las cualida- des personales, sus posibilidades, serian, se suele decir, «echa- das a perder», se disipacian. En efecto, el uso involuntario y accidental que hari de ia téenica, de las reglas (a las que estarfa de todas formas obligado a recurrir a pesar suyo, para dar universalidad, es decir, expresién, aunque minima, a lo que siente), no seria sufisiente, para sacar fuera, objetivizar, expresar verdaderamente @ sf mismo: luego tanto més Je faltaria Ja libertad expresiva y el desarrollo personal cuanto més —desde el punto de vista subjetivo— fuese casual ¢ involuntaria la técnica poselda, es decir, débil su un Jos demds hombres, su sociabilidad ~y cuanto més— desde LA LIBERTAD COMUNISTA 101 el objetivo —fuese aparente, no real, la comunidad de la que es miembro. Asi, también bajo este aspecto del foment y desarrollo individual, persona y trabajo 0 sociabilidad, personalidad y tecnicidad coinciden: organizacién o vida técnica y expansion o vida técnica y expansin individual es: un todo. El hom bre total, en sentido comunista, es al mismo ‘tiempo extre- madamente individuo, diferenciado. Lo que impide que nos demos cuenta es el habito mental de la repugnancia a adm tir sin reservas que el individuo es esenclalmente acto, acti- vidad, que es eso en ef obrar, que es obrar, qué no hay nada antes —es decir, debajo— de su operar 0 existencia histé- rica. Hébito mental tipicamente dogmatico de Ja sustanciali- zacion. La personasustancia, el individuo-hipastdtico, antes mencionado, que es el hombre autoconsciente, este recep- téculo metafisico de todas las inercias morales, de todos los privilegios y de los egofsmos abstractos, es ¢l dogma que prohibe comprender cémo la individualidad del hombre re- fulja en esa concentracion espiritual que es pl tecnicismo, singnimo de sociabilidad, la técnica libre 0 cqmunista, (p. ej, Mondolfo), con consiguientes integraciones, consideradas posibles mediante conceptos «éti- cosm tradicionales, de la emancipacién segin la Declaracién de los derechos humanos y ast sucesivamente; y 10 corrija Por otra parte consecuentemente quitindoles' esé acento op- timista-futurista, que adolece del optimismo cjentifico (ilumi- nista), ademas del optimismo dialéctico de] monista panteista Hegel. 'Y en cuanto a la tradicién corriente del concepto de liber- tad y personalidad comunistas, adolece mas de Engels que de Marx, como testimonia p. ¢j., la siguiente formulacién (en uno de los mejores comentarios recientes al Manifiesto, el de A. [ntonio] P. [esenti], Bari, 1944): que «La personalidad fumana Tega a desarrollarse verdaderamenie sélo con el régimen socialista, que libera al hombre de la tirania (es- clavitud) econdmica, asegurando condiciones humanas de vida desde cl nacimiento hasta la muerte a todos los miem- bros de la sociedads; formulacién, pues, de tipo econémico y politico, que deja en la sombra la univeréalidad, por asf decirlo, del mensaje marxiano de la sociabilidad de! trabajo. Para convalidar acabadamente esta universalidad, es de- cir, el cardcter estructuraltmitario del concepto de Ja liber- tad como trabajo, por lo que nuestra liberacion est4 incluida sin reservas en el mismo modo de operar, de ser, histérica- mente, de existir, nada mejor que una confrontacién abierta de ese concepto con el concepto de la libertad que tuvo quien, en Ia ética moderna, formulé y siguié més rigurosamente de cualquier otro, el principio que «nada de temporal puede satistacer y Nenar por completo el destino del hombres, el «fundador» del imperative «moral» por excelencia, Kant. Consideremos ante todo, las premisas més generales del imperativo. El hombre, «como ser moral» o «persona»,.es shombre noumenons, es decir pertenece a lo supersensible, 12, Sobre este pensamiento, expresado en el Prélogo a Ja segunda edicién de In Critica de ta razén pura, véase el kantiano Delbos, La philosophie pratique de Kant, Paris, 1926, pp. 40813. 108 GALVANO DELLA VOLFR, al mundo inteligible, o puramente racional, y en este sent es ser rucionals y «¥o verdaderon (nur ais Intelligone aoe eigeniliche Setbst): ya que el hombre como simple animal Fationale es, en cambio, el chomo phaenomenons, el hombre fenoménico‘o individus empirico (Grundl. z. Metaph. d. Sit. ten, ed. Akad. IV. p. 457, Metaph, d. Siiten, 11, 9-11, ed. Vor linder, pp. 279-285). Por tanto, el bien moral sélo puede estar constituido por Ja «representacién de Ia fey por st misman, Jo cual tiene lugar precisamente en un «ente racionaly, en, cuanto que «sélo esa ley (= universal = noumeno) y no un efecto esperado por la accién (= particular = fenémeno) ‘es Ja determinante del querer (moral)»: es decir, en cuanto que 's woluntad est jada por la ereprstcntacion inme ‘a de Ia leyn (Grursdl,, pp. 446, 461, Kritik d. prakt, ed. Akad. V, pp. 31, 71). fee Con esto quedan determinados Jos conceptos, gu equivalentes, de intcrés (desinteresado) y de intenctin, Ua interés es eso por lo cua! la razén se hace précticas, es decir, edetermina la voluntad inmediatementes. He aqui «porque s¢ dice de un ser sazonible que se interesa por algo, las ctiaturas privadas de sazda sienten s6lo estimulos sensibles- ‘La razén ademis no toma un interés inmediato por la accion mas que cuando la velidez universal de la masima de’ tal accién es un principio suficiente de determinacién de la Voluntad. Sélo un interés de este género es puro Tun interés desinteresado: “ein TInteresse nehmen, ohne darum aus Inte: ress zu handeln”), Pero cuando Ja razdn no puede determinar Ja voluntad més que a través de otro sujeto del deseo, 0 suponiendo un sentiuiento particular del sujeto, entonces ésta toma en a accién silo un interés mediaio... cate interes raclonal no puede ser més que empirico 0 en absoluto un puro interés de la rozdo» (Grundl, ‘pp. 459. Rv pr. Vern, pp. Bas). eee Es este interés puro 0 desinteresado (ia buena voluntad) 1 que significa te Iniencidy. ¥ esto no es de poca importan- cla: porque puesto que la cuestién fundamental es. «sl ia accién ha sucedido tambiéx (subjetivamente) para la ley moral, y por consiguicnte, segin su norma, no sélo tenga J exactitud moral como hecho, sino también ef valor moral somo infencidns, y puesto que de igual manera es necesanio pensar ia intencién como efundada en modo superser LA LIBERTAD COMUNISTA 109 se desprende que Ia virtud por excelencia es la que «como intencién constante de cumplir estas acciones por deber (por su moralidad) es Iamada virtus noumenons. ¥ de esto se desprende a su vez: 1) que Ja intencién o interés desin- teresado «sustituye» a Ja totalidad del progryso que continga hasta el infinito de las acciones hacia Ia conformidad con la ley, es decir, «suple... la imperfeccidn generalmente insepa- rable de la existencla de un ser cualquiera en el tiempo, por lo que no se puede ser nunca completamente lo que nos proponemos legar a sere: y en efecto «el principio sub- jetivo de Ia intencién... no es (como algo supersensible) de ‘una naturaleza tal que su existencia pueda ser divisible en fracciones de tiempo, sino que puede sdlo concebirse como unidad absolutas, 0 ‘extratemporal; 2) que si la-més pura intencién moral «cuantitativamente, es decir, en cuanto que se manifiesta con acciones, queda siempre imperfecta ¢ infi nitamente lejana de Ja intencién santa... cualitativamente. debe y puede ser ciertamente santas: y «como unidad int lectual del todo hace las veces de ta accidt en su cumpli- miento, porque precisamente contiene la razén del continuo progreso en el remediar la imperfeccién»; zeémo podria tener si no sentido filoséfico el «hombre: nuevo» paolino, que «en su nueva intencién (como ser inteligible) es moral: mente otro a los ojos de un juez divino para quien ta inte cidn ocupa el puesto de la acciéns? (Grurdt., p. 394, Dio Relig. innerhalb 4. Grenzen der bloss.. Vern., ed. Rosenkranz, pp. 15, ‘77-78 n., 82 n., 81). Estos tiltimos corolatios del apriorismo prdctico al que se reduce este tipo de intencién ‘moral, 0 buena voluntad (como es debido), estén también implicitos en las siguientes advertencias metédicas: que , sin emt, FETED cfee superar el srunto de vista simplemente morals Kantiano y relativo individuslismo abstracto, y llegar & ta cGicldads orgéntea del Estado, sobre la premisa de ese com certo det soe > para lo que se exalta al cfudadano commie bourgeois)» ya las eclasess y sus telativas ecorpore, clones» como ola rate inedanie la eval ef egoismo se sincula t + Hegel igué ha arregiado solo ividualismo Kantianol sacassacas cua atiiecleaeokaicianisiesulibi LA LIBERTAD COMUNISTA ut Pero veamos, pues, cémo la instancia kautiana de la invio- labilidad del depésito no es una pura tautologia, y su éefecto sea otro: la indebida absolutizacién de la que hemos heblado. Ante todo, veamos el «postulado juridico de ta razén préc- ticas que basa el «mfo y tuyo externioss, la propiedad. Puesto que el «derecho innato es uno sélo», la libertad («Libertad 0 independencia de cualquier obligacién impuesta por Ja volun- tad de otro en cuanto puede subsistir con Ja libertad de cual- quier otro segtin una ley general, éste es el derecho tinicg originario que atafie a cada hombre en fuetza de eu humani- dads), no s6lo se deriva el principio de la’ «igualdad innata, es decir, la independenciar y el de eentra (si ti no puedes evitar la sociedad) en una sociedad con jos demés de tal manera, que en la sociedad cada uno pueda conservar lo que le perteneces, pero se desprende también, que como «seria necesario que la misma tibertad se privase «en contradicci6n consigo misma», en el momento en que fuyse absolutamente imposible que el objeto de «mi arbitrior, que yo puedo usar tsicamente, pudiese juridicamente estar en ti poder, es, pues, «un postulado a priori de la razén prdctica considerar y tratar cualquier objeto de mi arbitrio coano cosa que obje- tivamente puede Hegar a ser niia o tuyan; y «para que haya un mio y un tuyo externos, tiene que admitirse como posible una posesidn inteligente (possessio noumenon)», por lo que «la posesin empirica (el dominio) es entonces sdlo una po- sesién fenémenica (possessio phaenomenon), atin cuando ef objeto que yo poseo no esté considerado agut, como sucede en la Analitica trascendental [Crit. d. razdn pura], como un fendmeno, sino como una cosa en stv: y se comprende porqué sen el primer caso [en la Analitica] se trataba, para la razén, del conocimiento teorético de la naturaleza de las cosas y de saber hasta donde pueda llegar, pero aqui se trata de la de- terminacién prdctica del arbitrio segiin las leyes de la libertad w= ¥ el derecho es un concepto préctico puramente racional del arbitrio bajo las Jeyes de la libertad» (Metap. d. Sitt., I, Einl., 15, pp. 42-56). Si se tiene en cuenta, ahora, en base a este postulado de ta raz6n pura préctica, Ia norma de Ja inviolabilidad de un depésito, se veré que esta norma morel no es mAs que ia aplicacién de aquel postulado fundamental practico-puro de Ja «libertad», de In que deriva el postulado «juridico» précti- 112 GALVANO DBLLA VOLPE co-puro del r:fo y tuyo externos, de Ia «propiedads. Se verd ee Ja par’ conty siderada directamente por Kant), i ea le la violabilidad de un depésito, es verdaderamente scontradistorias y wse dastrayes, porque existen las condicio- es a ae esto suceda, existe el «contenido» del que Hegel dadaba (cana 60 (én, decia 41, puede existir sélo con algo, con un contenido puesto con anticipacién, como prin- cpio estable ... pero el deber, que tiene que ser querido como ‘al solamente, no por un contenido, la identidad formal, es Precisamente ‘un excluir cualquier contenido o dotermina ciéne) existe el contenido, no hay (s6l0) mera itentidad for. ee fae contrario, hay un contenido metafisice (del que Hegel también se ha interesado, pero sdlo para inscribirlo edisiés ficamente> y criticarlo, por consiguiente, desde un punto de vista interno, idealista): existe el contenido que es Ja propie. dad én cuanto posesicy: (segtn las precisas palabras d¢ Kant) de um sobjeto» que es wiz ecosa en sb, es decir, como pose. sion fenoménica- uumerica, basada en el arbitriolibertad (caqui ée trata de la determinacién prdctica del arbitrio ee- gin las leyes de Ia . »)t es decir, basado a su vez en una libertad fenomdnico-numérica, Asi, la pura (Metaph Asf, repitamos, el p cipio dei deber por el deber, o del LA LIBERTAD COMUNISTA 13 imperativo categdrico, no es una pura identidad formel, no es retdrico en el sentido hegeliano; sino que fo es en otro (en el que también lo es Ia «eticidad» hegeliana). ¢En cual? He- ‘mos Ilegado al punto que mas nos interesa de todo este exa- men del apriorismo prictico kantiano. Hemos Hcgado a Ja vejadisima cuestién del eutilitarismo» kantiano, es decir de la apreciacién utilitaria, econémica, de Jas «consecuencias» sobre las que Kant apoyé su «norma» moral (Delbos), ese «criterio de la utilidad» que se introduci- ria en la doctrina del deber de una *manera inexplicable» (Simmel), en este caso del «depésito»'(= propiedad), como en cl de Ja «falsa promesay y en los demés ¢asos semejantes. Pero este utilitarismo Kantiano no es fi extrinseco ni intrin- seco, como piensa Simmel, ni ‘su introducirse subrepti mente puede ser acepiado sin discusién como hacen Croce y los demés. : Este utilitarismo subrepticio aparece, en cambio, explica- ble como intrinseco y esencial para Ja moral de Kant como moral apriorista (;por el «primado» de la r4z6n «puras préc- tics, no pasible de «critica» como Ja teorétical): parece ex- plicable justamente en cuanto utilitarismo tedlogico. ¥ se comprende. Concebida la unidad de universal y particular ‘como originaria, es decir, inmediata —que aqui se manifesta en el concepto de la persona como ser racional (y libre) como homo noumenon, luego 1a posibilidad de cada uno de consti- tuirse persona en base a su representacion de la ley en si mis- ma (=jnoumenon!) es decir, en base a que sea determinable su voluntad por la representacién inmediata de Ia ley —tiene ‘como consecuencia que Io particular, el individuo empfrico, el hombre econémico, desconocido por la autosuficiencia de Jo universal apriorista, del homo nowmenon o «Yo verdade- ros, pero, aunque desconocido ineliminable por Ja instancia del contenido, que él representa, sin la que tampoco el homo noumenon seria la forma que puede ser (es decir, no seria ese universal que puede ser), lo particular, pues, permanece, como particular-contenido subrepticio, «inexplicable». Sino que este particular es subrepticio porque es gratuito, es gratuito porque no esté mediado con lo universal y no est mediado porque estd apriorizado. En efecto, el empuje aptiorista de lo universal supersensible, intemporal, auto- suficiente y «creatives, ro ha mediado verdaderamente 10 14 GALVANO DELLA VOLPE, Particulartemporal, « violentado haciéud6! taneialicarto (el tad ue sdlo fo ha apriorizado, es decir, ucjante a st al generalizarlo y sus. © empirico, el hombre fenoménico, econsmico, ha sido s: te deducido a partir del hombre numénico, del «Yo verdaderos, su arbitrio deducido a partir de la libertad, su poser Fenoménico deducido a partir de la Posesién de una casa en si, y asi sucosivamente), y de este tuito: pero es ésta Ja gratuidad de rlicular cuya instancia ineliminable, la instancia del contenido, permanece, inasorbida, extrafia para Ja falsa ins- tancia unitaria que os Ja instancia de 1a pura «formas inmé. vil de lo universal intemporal, y ademas no puede hacerse valer mas que subrepticiamente, pero irreductiblemente. Este particular, subrepticio al ser gratuito, gratuito al ser nomediado, no-mediado al ser apriorizado, en este caso, es el contenido de la « €8 el edepésito» (Jo mio y tuyo externos) que es Ta ley prictica racional: tal contenido y tal forma constituyen en este caso, el imperative categdrico, el deber por el deber, ta equtvoca’ eidentidad formal» no vista por Hegel en su: natu pour cause. Asi, cuando Sim- mel acentia Ia import, riterio kantiano de ia eracio- nalidad légica> de Ja norma de accién y después admite que Ja norma de la universalizacién de la norma s6lo puede saclarars y «purificars, no «constituirs, Ja idea de valores morales dé Ia que es principio, est4 een otro lugar», Simmel no se da cuenta de que criterio de racionalidad de ia norma esté desaulorizado también como criterio de «purificaciéne Porque tiene que ejerserse sobre un contenido subrepticion gratuito, y por tanto irreductibte, que lo es ast Justamente Por el préconcepto apziorista kantiano de hacer constitutive absolutamente el crlierio de Ja racionalidad y de la relativa regla de la universalizaciSn; Iuego el cardcter, decimos, aleatorio (la ulilidad) del contenido no se ataca verdaders mente con el motivo aducido por el idealismo gnoseolégico del criterio, es decir, el motive del estar een otro lugar> ol Principio de los valoxes del contenido por eaclarars y «purk ficar», porque precisamente estd en razdn directa de la inte. riorizacién y Tormalidad idealista, apriorista, contenido por éste, por cuanto pueda parecer paradéjico. Est incluido en la dialéctica viciada, antes examinada, que la accida purificadora, ejercitada por la norma de le cst | ' | | | LA LIBERTAD COMUNISTA 15 universalizacin de la norma, no puede superar Jos Iimites sefialados por lo gratuito contenido, por lo que el mismo esfuerzo riguroso mas denodado coincide, ea definitiva, lo hemos visto, con una intencién (—accién) utflitaria ¢ indivi- duatista. | Cierto, se establece toda una escala ¥ jerarquia de «valo- ress: pero siempre condicionada por ia’ gratuidadinmedia- titud del contenido (de la forma intemporal), es decir, del individuo empirico, econémico. Hay que tener ademas en cuenta, a propésito de esta dialéctica viciosa jdel utilitarismo teoldgico moderno, que, mientras los grados mas altos de la escala de los valores asi constituida no supgran jamés, por cuanto excelsos, los Hmites del narcisismo ético como es el individualismo abstracto, Iuego de ninguno de ellos hay jamds paso a una experiencia ética concreta, solidaria, al ‘contrario los grados mas bajos y los inflmos no tienen, en cierto sentido, limites, asi que, bajando la escala de esta ética personalista (absiracta), tambign se puede Hegar (ayu- dando a Ja alquimia del no «patologico» de «respeio de Ja ley practica racional»; sea en cuanto esta instancia de la naturaleza, de la necesidad, daa la instaricia forma! de lo universal un contenido que no es subrepticio-inn ino mediado por la autolimitente necesidad, que es Ta dad 9 mévil de Ja auto-hetero-so- cializacién (universatizaciSn), luego la instancia de lo univer: sal, es decit, del transcender de la necesidad, explica de esa manera su unitaria, formal eficacia, es decir, se realize. ¥ 14, Volvamos a examina: blema de la asoci versal se incl dad existente en su po intervencién de la sto problema fundomental: el pro- 28h qué condiciones, pues, lo unt lida vecdaderammento en in relaciona: 2 ’k condicién, parece obvio, do. Ia ia de cada hombre con ol otro. Pero esta voluntad, para ser elective, rea, no metaténica, 2610 pueds ser voluntad sentida por cata no, voluntad singular prosisorioniet pasion, necesidad, interes (cogda ia instancia de lo pavticilar, es deci, Se Ja posit ). De oira manera se cae on le dficutad ot del ssentimiento do xespelos Satol6gieo, es desir, nosentimien: sistente. Hl empirisia Locke tenia razon enalista en general, cuando decia que tad @ inguietud (wncasines9), incluso et los de Ja virtud, de Ia justcia, por efem- seater sbasta que a (decie) nose sicnta Inguieto por su ila, janis poivd desire por alguna acelén (jsta} sn, eto alguna otra iguictid, que siento en st mismo, legato al Tovés, arraciraré su voluniad hacia otra casas (¥, mi ensayo sobre Le Hlosofia dela esperienca di Davide Hume, 1935, 1, yp. 1. ss), Pero Locks no tents tazéa al civer que el objeto de ia inquietud como tal fuese divectamente sscine absvat goods, algin «bien» auseule, es deci, Ja idea de ego bien, x est caso fn Idea de la justicta. No tenfa raaén contra Ja ética socialite 9 Sin malestar pers hombre mas cone: plo, no obraria jamis. Jus | | silistiennicionnncinuiatinoansiss LA LIBERTAD COMUNISTA 123 Ja libertad encuentra ese equilibrio interno que la convierte en libertad real, en cuanto libertad conto trabajo o libertad social o comunista (no clasista o aparente), —-y ademés liber- tad hisidrica, finita; no miticamente muménica o infinita, abstracta, irreal o ilibertad. porque, cayendo do esta manera en la acusacién de preposteridad, es {eeis, de colocar artes lo que (la idea det placer o djen) viene despius, perdis eva realidad o positividad de la uecesidad de la que babia em- pesado y con ella, In ventaja relativa: poder explicar el «elaterioy, el movil, sia el. cual no hay accion, mi justa, ai insta, En efecto, el Sclatcrion esté en el individo, es ¢] individdo, ef patticular 0 discreto {5 devin, eg necosidad, pasion, ete: Pero admitir que la idea condicione Greceda) a la necosidad, sin rociprocidad, qulere decir admitir que 14 Hecesidad ho es mas que una pura fanci6n 0 ocasién de Ia idea @ nie ‘ersal y de s1 manifestarse, sin poder ser, par consiguiente, Ia indie duaciéa, la realizacion, Queria decir perder’ de vista sa distincién entre particular y universal que estaba implicita en ef fellz punto de salida en Ja positvidad del wieasiness o su lncliminablidad. ¥ se comprends ‘Que la determinacidn temporal del antes y después, contenida. en Ta Scusacién de prepostericad hay que asumisla (profundizando en esta Seuicisn) come indicative de una distin, (ualiatva) de univer Sai y particular, sexin 1a ensefanza esencial de la spzeciaciéa erfte ae Hume del factor temporelidad con la finalidad de la distineion 4 fo universal (= ratio = causa) ¥ Jo particular (<= efecto), 3 desi Seciin la ensefanza fundamental del empirismo clisico qué culmina previsemente con Hume. Y, por lo demés, con respecto a lo que aqut hos ocups, ef propio Hume iatentd, con e concente de las epasiones directase, 0 apetos corpareds, que no derivan del placer o dolor, «= decir, de In idea de éstos, pero que los «producens, intenté corresir el erfor lockiano. As{ veres como la razén y el error de Locke, y todo Jo que se refiere de esencial en Ta prablemética moral del emipizismo clsico haan, nos pieden gular eft la solucion de nuestro problema. En tanto, admitiendo, como parece que se tenga aue hacer, que sin Jn indefectibilidad de ta instancia de la nevesidad, de lo particular, 10 fe instiuye esa relacidn inter-humana, como es'Jo universal mismo {en eae eato eso sera Solo un premisa dogmatic, ea), cambien ay que admitir, por cuanto precede, que la relacion inter-humana no ex buscada por’s! misma por la necesidad como (al, como relaciéa dea! o idea, sino que es buscada para satisfacer la necesidad misma (economia, fa Tamamos), es buscada no directamente (inmediatamen {e) sino inalrectamente (mediatamente), es dectr, a través de st misma como necesidad: “de otra manera tendriamos wn appetitus societatis que equivaldria por abstraccién y falsedad at appeittus justitiae de Boeke. El motive del cardeter fundador de lo universal, poseido por la nosesidad, por su instancia, es ésta precisamente. Y lo que hace Tictta a la nocesidad el buscar esa relacion, 1o universal, para, saisfa- cerse a si misma como necesidad, ¥ que ademas le permite fumdarlo fen ef mismo como nocesidad, es decir, el individualizerlo y realizarlo, 14 ‘GALVANO DELLA VOLPE, Tercera. Que, por iiltimo, intentande definir la forma imperativa incluida en el acto asociador-socializador, s6lo puede ser la de un inperutive hipotético 0 téenico, que man- de actuar en vista de un objetivo, que es una necesidad (eco: némica lato sensu) que se autolimita en el deber socialhis- Ya sea antes que despuds del ignifestarse (como «debers) de la relar ida, de lo universal; es docic, siempre. De otra manera, nto hay paso stivalar a Jo ualversal, no hay medlacién, es decir, lo universal E a, formal, no se realtza. El paso tiene que ser, pues, en la misma necesidad, en la dindmai sitividad. (Lo’ que impide verlo es el preconcepto ra sipraclonalldads, es decir, feidady de la necesidad, de la pasién, ete el prcconcepto de Ia en iade de Ja necesidad, ef, en define liva, que se explica con Ia negligencia de la positividad de esto, es decir de ese pecullar cavdcier propio que consiste en el ser la «pasiéns, ola necesidad, ete, « de existencla original (an original exist tence)», como decfa' Fume es decit, en el no poser, precisaments por- que es origmalidad, unicldad, discrecién, «ninguna cualidad represen ativan, [de otro], es decir, nada de osn eapacidad de relacién que en cambio es propia de ia lic, de la raz6n, en su positividad; Iuego, al ‘no poder ser aads contisrio’a la idea, a la razén, excepto lo que To otro] que puede tener relacivit con ellae, os decix, fo que os de la mis ma naturdtee, Jas pasiones pucden sor Uamadas «contratiass ala razén, irracionales «3 ran acompaiadas por una oplaiéa © juicio», pero entonces no es la pasiin Ia que es eixlazonables, ji0.e1 Juiciol’ Véase sobre esta prublomitica Humana de los heterogéncos, mai obra cit, 1, pp. 33 ss.). Veamos, pies, en accién esta virlud fue dadora que "poses io Ja necesidad, ctc., respecto a lo unk a es en concrete, es decir, en Ie jcular, instancia del {vanscendimtten marxiana rundamental nos dice que 2, ¢ instituir de esta maviera 10 Unk 1¢ que referirse a Ja vez 8 la natura minacién natural» y viceversa, Qué inaction natierat det hombre? Sime (en y para unirse con otro hombre) interna y externa, y ademés regue fen sa pene que es el trabajo genctal de relacién humane-temporal) ‘Wicar esto hay que sobreentender otras. versal (la sociedad), o} 1. eza, es decir, realizar su « significa verdaderame: plemente signifiea que el hou iene que «controlar» Jan, limitar, Ta ne0% (entendido ‘en su ses 2 No sélo significa esto; para j eCémo podria ef Lomibve controlar la natursieza, si é1 mismo no , al menos como hipétesis ¥ problema, que ace (lo universal) es hombrenaturaleza © de ver con profundidad qué significa y comprobar to- talmente la hipstesis. Ahora bico, Tap astancia de la a vidad que antes Remos establecido, la de Ia id, es decir, de la naturalcea, nos autoriza a LA LIBERTAD COMUNISTA 125 t6rico; asf que la accién que resulta es concretamente moral en cuanto interesada y desinteresada al mismo tiempo: por Ja precisa razén que, sin la positividad de la necesidad, 0 interés 0 pasién, la instancia de 1a trascendencia de la ne- cesidad, o instancia de lo universal, no tendria ni base ni aflrmar que el control de la naturaleza interna y externa, esubjetivas (necesidades, etc.) y eobjetivan (instrumentos, ete.), se presenta, en primer lugaf, como capaz de ser ejercitada, efecutable por la misma naturateza, por la pasidn 0 pasividad en su sentido ins amplio; y que, cen definitiva, la limitacién de la naturalesa, so presenta, en. primer lugar, como autotimitacién. El empirismo clisico nos vuelve a ayudar, con el principio: que sin pasién no se vence a 1a pasién. Bs la «pasion tranquil», no la erazéns, que a Ja «pasibn violentas, decia Hume, desarrollando el ‘principio lockiano antes gitado: y conclula ‘con «ninguna accién nos puede ser soliciteda como deber nuestro si zo existe en nosotros algtin efecto activo capa: de producitlan. La dindmica de la positividad de Ja naturalezn o' particular (necesi- dades, instrumentos, materia, ete) se resume y culmina en ests inevi- ‘able sustituirse de gasién en’pasién, en este continuuin de Ia pasividad, es decir, de la naturaleza, por allimo, en esta pasidn limitada porque ‘$e limita. Ahora bien, esto es la determinacién natural que buscamos. Y esto esti precisamente coimplicado on la misma instancia del tras: cendencia de In necesidad. Pero esta instancia es la instancia de lo universal: nos encontramos, pues, dentro ya de esta instancia que es ademuis la instancia del deber (asociativo); es decir, dentro de su sax fisfaccién, A ‘esto nos ha conducido inopinadamente la dindmica de ia positividad de Ja naturaleza, de lo particular o discreto: fa necesidad que no se limita, interés, etc, sc muestra como deber, propiamente ‘como contenido de la forma que es el deber, Es el paso —es decir, el salto~ que es la coincidencia de los heterogénens. Coincidencia 0 sine ‘esis que se revela sdlo ante un andlisis riguroramente eriticoexpert mental, en una descriptiva prictico-ascendental, Finalicemos el and lisis. El deber asociative, que hemos descubierto’ de esta manera, 2es deber verdaderamente, ¢s decit, forma? Tiene que serlo puesto’ que consiste on ese acto de universalicacidn de la norma de acciéa que cumple quien se haga miembro —es decir, parte orgdnica— de una co- munidad unidad que asi resulta comunidad 0 snldad digna del nombre (muy diferente de la seudo-comunidad que es, en cuanto socle- ded de individuos hipostdtices, el ideal kallano srelno de los fines en ‘sts 0 «scres racionaless). Y, por otra parte, ese deber o forma, al tener fese contenido que no es subrepticio como es el contenido que expresa la positividad de la necesidad, es decir, de la naturaleza o particular, manifiesta, precisamente por esto, su eficacia unitaria o formal: 1a manifiesia como acto de universallzacién que es tal sdlo en cuanto ‘acto asociador-socializador (la naturaleza). Ya. La verdadera wniversa: lizacién de Ia norma no puede ser, por la eritlca precedente, mas que ‘universalizacién de un particularcontenide no «rtegativon ¥ subreptt cio, neve positive: por tanto sélo puede ser socializacicn. is, en efecto, 126 SALVANO DELLA VOLPE contenido, y se volveria a ese kantiano moralismo, 0 morali- dad abstracta eresada y ademis que coincide con un utilitarismo teolégico, que Ia i (porque coxcierne a la vida moral) de la ineficiencia formal de lo universal apriorista, es decir, de una instancia de lo de ta naturalees, do lo pucticulas, expresada its que se autolimila, aue basa, para ‘alltacerse ‘dries (temporal) que es ia sociedad Teal, ameate, slo puede ser fundamen: ” por lo dents, que no es multea) y ademas Ta orma, su uecesed, exgida de Ta nccesdad, en la que esd Elie dir, esa dbiversi : quo en Ia fusclonattdad queda como el iltimo mito filoséfico —desesperado— del Privatmensch: mito desespe- rado porque carente de teologia (y sin teologia el burgués muere): tltima sefial de una crisis interna del sistema ideol6. Bico burgués. Mucho ms significativo es, por esto, el existencialismo heldeggeriano que no el existencialismo jaspersiano, renova: da filosoffa de las caniias bellas» (como ereemos haber de. mostrado en otro lugar), si bien este witimo sea mas coheren- : i * LA LIBERTAD COMUNISTA 131 te del otro como critica de la sociabilidad, porque el despre- clo Jaspersiano por la «masa» (0 «iplebe existenciall»), de la «sociedad», define un «velo», destinado a ser «roto», por el cobrar interior» que es la «existencia posible», tiene, junto al desprecio del «ser vital» o mundo de la etencién preciso- mente, su razén_en el principio mistico: que cada uno se universaliza en Dios, no en el mundo, en la comunidad hu- mana: y se universaliza, en este caso, con el «salto en Ia ‘Trascendenciay 0 Uno jaspersiano, salto que. es esa moderni- zaci6n del «éxtasis» neoplaténico que J, ama la eexistencia» ‘como obra sinterior» precisamente, y «experiencia del ser> en el «eterno, sustancial presentes, etcéterat® sd noua er dle, ak Se ol acolo, Sadeeeaa tet a Sena ai EE Ss Ce seria eat aa See se Se ee ee ea ae seks bse ete ran BBs Sree todo @ hombre es, y $610 a continuacién ¢f os esto o aguello: ¥ en Segue ies se ah oe tee Ee ee EoiOeS aufthe tiene an ecb eke SES SNe, Peat en gat ee eee Temes ium it Pass wieder SSeS SEL oe rite SSeS Se toe 2 ae FP Sg a ae acuerdo «con la fe religiosas (como dice Kierkegaard) y que la misma Sood eames: (ee Seeman ge aie Scie, Mi ert aR oe Pes Sa SOUS See See as aes a ee ee ke ea glee ttaliee tied aslenee mana ee 132 GALVANO DELLA VOLPE En cuanto al pragmético de John Dewey, una confronta: éién también con éste pusde ser, por ditimo, instructive: con el objeto de de:ostrar, con un ejemplo ilustre, como la vi- sida exacta de los as précticos actuales pueda ser impedids por obstinados preconceptos generales, fil dé tipo metafisico, en sentido deteriorado, que at dos incluso por usa de les mentes mds sin prejuicios y posi tivas entre las eminentes de nuestro tiempo. Hemos recor dado antes la afirmacién deweyana del «derecho a una ge- nuina‘contingenciay; a propdsito de ta libertad del azar 0 libertad burguesa, tradicioudl. Veamos como razona D. Es interesante observar como el inicial comienzo realisia y moderno del problema del contenido de Ja libertad, por par te del pensador que ha sentido més de cualquier otzo la im- portancia de las ciencias naturales en relacién al problema pedagégico, se pierda apcnas entra incontrolado, en el tra- tamicnto el credo ético lnuividualista, tipico del «americanis- mor, coh sus premisas motalisicas tradicionales, reducidas aun minimo, cierto, por el empirista Dewey, pero siempre peligrosamente eficieates. Por esto el perderse final de Ja visidn de los actuales problemas prdcticos, es decir, econé- para lo que no sirve el lamamien- to ala importancia de las ciencias aplicadas 2 Ia vida social, sino se acompaiia, como es el caso, de una reforma profunda del hombre, en sus ercdos éticos tradicionales en primer lu- gar.Valga la verdad. La glorificacién de Ja «libertad en general», a costa de tas shabilidades positivass, técuicas, ha caracterizado el credo oficial del liber histéricos, observa, al inicio justa- mente Dewey (op. cit., p. 305). Sefial externa de esto, conti- nia, es la separacién de la politica y de la legislacion de la economia». Sucede que el asi lamado «individualismo» del siglo xix se basa en una «inetafisicas que presupone la exis- tencia de una «armonfa entre el hombre y la naluraleza», una vez superadas algunas limitaciones artificiales del hom- bres, Por to que se omic el estudio y regulacién de las «condiciones de fa iudustsian, en base a las cuales una eliber- tad nominal» puede converlirse en steals. Cuando encontréis quien cree que todo Jo que los hombres necesitan es la «libertad de la opresién legal y politicas, habréis encontrado uno que «a menos que no quiera simplemente mantener sus siioasescssbi | | LA LIBERTAD COMUNISTA 133, privilegios privados, tiene en 1a cabeza algim residuo de la doctrina metafisica del libre albedrio, ademas de una opti- mista confianza en una armonfa natural», Para desengafiar- se, éste necesita «una filosoffa que reconozca el caricter objetivo de la libertad y su dependencia de un acuerdo del ambiente con las necesidades humanas» (pp. 305-6). Ya que Ja dliberiad de hecho» depende de «condiciones del obrar que estén social y cientificamente justificadass: y «desde el momento en que la industria engloba las més difusas rela- ciones del hombre con su ambiente, es irreal la libertad que mo tenga en su base un control econémico del ambiente (an economic command of environment» p. 306). Ast pues, no existe libertad «efectiva» y xobjetiva» sin «organizacién». Liegacio asf al «aparente conflicto entre libertad y organiza. cidn», D. afirma que, sin embargo, «una cierta libertad na- tural, la pose el hombres, es decir, «dentro de un cierto respeto existe armonfa entre Jas energias de un hombre y su ambiente, para que este wtimo sostenga y se doblegue ante sus objetivos»; y que en definitiva, en este sentido, el individuo humano es «libre» y «la libertad natural precede @ la libertad politica y es su condiciéns, Es comprensible que sno podamos confiar totalmente» en esta libertad natu- ral, porque esté «a la merced del accidenter: y ademés los individuos tienen que ser favorables a la «reduccién» (curtail- ment) de algunas de estas «libertades naturales» para hacer- Jas esegurase y «duraderas», de Io cual tenemos ejemplo no sélo en Ia «coercién del estado politico», sino también en las labor unions, con las relativas «restricciones» de las «li- bertades antecedentese y de Jas «posibilidades de futuras libertades» (pp, 307-8: y cfr. antes Bernstein!). Sin embargo, es necesario evitar que la sorganizaciénx, haciéndose erigida», sacrifique esa enovidads, ese «riesgo», ese ecambio», que son o «fantasia», eicétera.) Por lo que se puede pensar que hoy puedan recobrar vigox —con la problematica de Je libertad comunista— los no muchos motivos antidogméticos, hasta ahora shogades pos Ia predominante corriente platénlco-cris- tiana (es decir, idealiszio, romanticismo, espiritualismo), que Ja historia de la filosofia conove: de la teorfa aristotélica del ser como compuesto de materia y forma, con los correspon- dientes fundamentos de una légica del intelecto, a Ja teoria de Hume del belief 0 jentor como «fundamenton del ejuicion (cfr. Ia enaturaleza> como eftindamento de Ja ‘existencia humana»), a la capital critica kantiana anti- Léibuis y relativa teorfa de la adiscursividads de] conocimien- to humans, como cone to «mediante conceptos univers sales» (y no mediante tulten casi anttLetvuit ater timiento artistico : fs sealed sedner eo de fos molivos han probleatiea el Edcnullad'y noses Slonada), 3 de le protic ened ae une louie do Tos fete io), = Aponte Foul, ELA cones indo Boges, con respecte a Hume"? ericllont and emptctosy pp Shas, Works isaued oy MET eee at, Bi, ph pas expore as os Ge Meo ete coro bf als ) no acrda en eautvocos De toany foe 9 algtias suatiliones Rumiatee S Loe 164 ss. e passim: on ¥. I. L. Moscow, 1943, vol. XI; E. os expertos (sea del pes pensamfento de Hume © Kan mas, suague aqul se li iii bine ci iit LA LYBERTAD COMUNISTA iat Tianas, las que tionen un significado que metemente vaya més allé del Hstemdtico marco del «idealismo empiicos inglés (y para. Hume. se Hata fustamente de fenomenismo crtiico) como del «idealism tras Cenderttale aleméa; ademas de esto, no so puede negar que los even fuales eriticos adversarios tendrén que demostear verdaderamente (0 propdsiio de fa parte exegética de esta investigacin) si os menos I Ererpretar Marz Hlésofe ex-profeso, es decir, Marx, no sdlo no ecoque- tcanter con Hegel y su edialecticay, sino eritico despiadado de Hegel, si SS menos Iicito interpretarlo en ug. espiritn aristotlico (e humiano ¥ Eantiano, por ese poco de aristotélico que puede haber en. Hume y Kant) que'no en un espicitu platdnicohegeliano, es decir, «dialéetico», ¥ eneiain contaminadg como sucede de edarwinismor. ¥ no hay que Sividar que, tambien hoy tenemos necesidad de Marx vivo: es decir, Se'Marx vivo por el eusio filosdfico (en este caso) de hoy, de nuestro empo. 1A menos de que el sano principio del ¢marxismo como guia Viviente y no dogmas fenga que servir solo para la politica y no tam bign para la clencla (Closdtiea) marxista! Para concluir con Hume, et Rixor que lo ha estadiado algunos alfos y de nuevo se permite remi- Gia taop. cit, (on la que cree haber liberada H. de cuanto de manua- iis y Stuartidtt habia sido sobrecargado), se siemte en In obligacién de retorcer al menos dos méritos de HL, ain hoy incontestables bajo tucstze punto de vista de marxistss: a) él haber dado Ja confirmacién Elosofica, primera y fundamental, de la clencla moderna, ea el con- Explode’ causatey; ) Ta primera aplicacion de este concepto hecha Gr’al creacionismo teolégico yen general del telsmo, no sélo positive Gflasista) sino también flosdfico © iluminista (la eretigién natural», Giscionals, que aun sobrevive con Kant y continda), Como Tamar, Pass a Hume teaccionarion? Hume po es el espiritualista Berkeley, Ti ginpoco el cartesianoso Locke (incluso si éstos forman équipe con 2 en los manuales de historia, Hume es el unico filésofo ancéitont- Sista en el siglo clisico del Tluminismo. El positivismo (generalmente Tominisa) ne derive eirectamente de él, sino de Mill. Hume es al tuuniliseo, ce, oa Inglaterra, el antidociorsohason, y después de la Gusrte de 'Tf,' cl albacea, des cioncia econémica burguess, se nes miejecutar su voluntad: is publicacion de los sacrilegos Didfogos sobre fe teligidn natural (ouya primera edicién amplia ha sido publicada Hace pow). Lenin Jo colocé. junto 2 Berkeley y sucesores (contra 05 fue estaba cargado de tern); pero pera disculpa suya, era el cliché (iviional de Hume, el de matea milliana y huxleyana, el que tenia en cuenta, Por 1o que respecta la «skepsis» humlana, ‘sparte de su erdadero’ significado (gara lo cual reenviamos a Ia necesaria distin- Sion entre skepsis moderna y antigua, eslablecida en la eit. Cr. d. pr. fog, pp. if ss. ¥ 14 ss), es natural quo Lenin, hombre de accion, Gultace en la comparacion la sflosofia optimistas de MarxEngels. Pero se trataba, precisaments, del Mars que entonces se conocia, el Yinieo que se conaciese. El Marx péstumo, antes estudiado, empieza a partir de un convepto, como hemos visto, no precisamente optimista- FRegeliano de la vida: pero para lograr vin optimismo més exitico, ¥ ‘gerd no menos vigoroxo del que circula en sucesivos escritos esoné- Rico-politicos, irigides divectameate a la transformacién revolucio- 442 LVANO DELLA VOLPE naria, Yen cuanto a ta § gu Ia siguiente canst la que dice que ala dis falses. nos Tega por Ja 7: aparece concebida en un esp més bien pragmatists, es dec de Lenin, observar Lenin, observaremos, per ultimo, de su teoria materialista del conocimiento, entre las imagenes verdaderas y las ie (Lense, cit. p. 109), ciertamente no iis beastiano, os decir, edialéeticos, sino SOBRE LA DIALECTICA (1962) (Una respuesta a tos camaradas y a tog demds) L. Esta argumentacién parte del tercer capitulo, dedi- cado al «método de la economfa politica», de esa Introduic- cidn (1857) a los Elementos de fa critica de ta economia polt- tica (1837-1858) de Marx, que aunque sin acabar y péstuma, hha sido reconceida «important{sima» por mi principal con- tradictor, ef camarada Luporini. Veamos a dénde nos puede llevar, razonandolo y justificdndolo, este superlativo (singu- lar por parte de wn ‘contradictor de D. Vi Logica come scietza positiva, 1956, pp. 185 ss. y Per una metodologia materialista dett'economia e delle discipline morali in genere, en Rousseau e Marx, 1962, pp. 127 ss.). Si por ejemplo —dice Marx— cxaminamos la categoria econémica de Ia produccién, tenemos que saber ver que st caracter general 0 comiin es una cosa articulada y compleja, que se diversifica en numerosas determinaciones. Algunos de estos elementos son comunes a todas las épocas, otros sélo de algunas. Pero Io mismo que las lenguas més desarro- lladas tienen leyes y caracteres en comin con las menos desarrolladas, y precisamente lo que constituye su «desarro- Ho» est en que se originan a partir del general comin, ast Jas caracteristicas econdmicas «generales» deben ser «deja das a partes, es decir, distinguidas para que no sea olvidada, a favor de Ja «unidad 0 uniformidad o generalidad, la «dife- 148 Gaiwanto DELLA voLPE Tencia esencial» 0 specifica, En ese «olvidos consiste bresunta «sabidurla» de los economisias (burgueses) que 7 ssfuerzan por demcstra: la eeternldad y armonia de las com diciones sociales existectess: y explican, por ejemplo, el pital como una «gencrel eterna relacién naturals: lo que 8 verdad si soshayanios el ccarécter especifieo» que hace ‘de tin trabajo acuunulado un capital en sentido «moderaos, En esumen, tienden a sconfundir y eliminar todas las difeten- istOricass esto es, especificas. Pero asi sucede que (véase ». ej. John Stuart Mill), al representarse «la produccion (--) sometida @ leyes eteracs independientes de la historia, eh esa ocasién las es burguesas [de produccién] son interpoladas bajo mano como inmutables leyes naturales de Ja sociedad en abstracto, es. devir, on generale ¥ de'esta manera cacn continuamente en «tautologlasy no Puramente formales, sino reales: «Cada produccién es apro. Piacién de la naturcleza por parte del individuo dentro Mediante una deterisiaade forma de sociedad. En este ser fido, es wna daulologia decir que la propiedad [= apropia: 8 ina condicida de ia produecién: pero resulta sidieulo lar un salfo de esto a una determinada forma de propiedad privada [modeina, buxsussa]>. (Bs decir, M. entiende que: 41) que es una conctustéx sdicula porque es indtil definit la leterminada, espe stGtica forma de propiedad, como € la propiedad burgiiese, diciendo que como es propiedad, apropiacién, es condicién de ta produccién 0 apropiacin, y ayendo por tanto en una tautologia de io real que se tiene que explicar; 2) que esa conclusién imitil porque es tautolé. wlca y por consiguiente estéril desde el punto de vista del conoéimiento, no es sino el resultado-pena del talidn de una hhipéstasis: es decis, dct tener como apriorismo sustantif- ado, 0s decir, asumido como realidad, una idea abstractisina como es el mis genérico concepto de produccién como apo. piacién do la naiusalcza, de manera que éste agote en sf fambién la produccién moderna, burguesa, trascendiendo est S caractetisticas especificas de ésta: o del haber, como dice M, interpolado, es decir, sustituido el sentido especifice de ones burgucsas de produecién, antes mecionados, con el més gentrico posible de produccién, preconcebido. como ley natural eterna de una sociedad econémica en abs. tracto; 3) que este resultadopena del talién de apriorismos iietennennabeiaransiesociimlstieenassssencaneannisin LA LIBERTAD COMUNISTA 148. © hipéstasis es la prueba del materialismo histérico, dé ta objetividad de lo real con sus contyadicciones, etc. v, en Logica cit., p. 141 ss., el postulado gneoseplégico, critico, de Ja materia). Es necesario entonces —contintia Marx— seguir un mé- todo «cientificamente correcto»: es decir, ante todo proceder abstrayendo (sin 1o cual ni hay pensamiento ni conocimiento de ningtin tipo) partiendo de [o «concreto», del «sujeto real», que es, en este caso, una «sociedad determinada», histérica, Pero aunque lo concreto sea el efectivo punto de salida de la observacién y de Ja concepcidn, aparece, sin embargo, ert nuestro pensamiento como wn «proceso de sintesis», como un aresultados y «no un punto de salida»: lo concreto es tal, en efecto, en cuanto es un «conjunto de muchas determina- ciones [algunas generales 0 comunes para otras épocas, otras especificas 0 propias de la experiencia de 1a modernidad 0 presente: v. antes al principio] y por consiguiente unidad multiplices, Si p. ej., para explicar todo el proceso social de produccién, partimos de la poblacién como base, sin tene? ‘en cuenta verdaderamente las clases que’ lo constituyen, es decir, de los elementos histéricos, como el trabajo asalariado, el capital, etc., y ademas empezamos con una «representacion cadtica de Ia totalidad» y egamos, con un anélisis gradual, ‘a conceptos cada vez més sencillos, actuando asf se va de un econereto imaginario» a abstracciones «cada vez més sutiles» 0 gertericidad, hasta legar a ebstracciones simplici- simas, como la divisién del trabajo, la moneda, el valor, etc.: y éste es ol método seguido por la metafisica (0 apriorismo) Ye la economia politica burguesa: «método por el cual 1a total concreta representacién se volatiza en una abstracta definiciGns. (Y téngase en cuenta que el «volatilizarse» de la representacién no significa para Marx un kantiano vaciarse de ésta, sino el ser «cadticon, aimaginarion, indistinto, su contenido, porque lo que se volatiliza en la definicién abstrac- tista, apridrica, es el valor cognocitivo de la representacién, no al contenido, la materia: y esta presencia quand-méme © permanencia del contenido 0 materia en el concepto a ctial- quier costo, también, sabemos, a costo de ser el. contenido vicioso, subrepticio, indigerido, de las tautologias reales, an- tes mencionadas, se explica, lo veremos ahora, con la nece: sidad del cfrculo vicioso concretoabstracto-concreto: y v. el 146 SALVANO DELLA VOLPE ctreulo metédico x gnoseol6gico de la mai Pero si —continia Maa— Megados a i i abstracciones, como la division del trabajo, el valor de toes bio, etc, «volveios a sealizar el viaje ai revés y regresamos a la poblaciéns y sesia vez no como a una cabtica nocion de uun todo, sino a una sica totalidad [= unidad] de muchas determinaciones y relacioness, es decir, (entiende M.) tomada en su cardcter Histdrico presente, haciendo asi seguimos cl emétodo cozrecio», por el cual «las definiciones abstractas [pero ya no en sentido deterior, ya no apriéricas, al estar Tundadas ‘sobxe el continuo “setoro” a lo contraria en el gurso del pensamienio» (y sabemes que sin definiciones 0 atpstracciones no hay p nto ni conocimiento de nin. giin tipo). eTlusiéu> de Hegel, pues, econsiderar lo real como Tesultado [...] de un pensamiento que se mueve a partir de sf mismo», alli donde «ol método de pasar de fo abstracio a Jo concreto es el nico métado de pensamiento para apode- rarse de lo concreto {o real], de reproducirlo como un concreto mental», asi que «las leyes enuinciadas por un razo- namiento abstracto que se remonte desde lo mas sencilio a lo complejo [o concreto] corzesponden al proceso histérico reals. Ahora bien, decimos que esta puesta a punto histérica (experimental) de tas categorlas (econémicas en este caso), en el que se resuclve el iétodo del cfreulo concreto-absiracto. conereto, no significa de alaguaa manera, téngase ea cuenta, que se tengan que acoptar las categorias ven ia sucesién en que fueron factores determinantes en el curso de la histo: las, porque serfa cinoportuno» y «erréneo» [y por consi guiente el simple sanélisis histéricos, del que habla el amigo Paci a propésito do la «génesis de la situacién presente, etd bien lejos de ser iente para la solucién marxista, materialista, del problema, capital por el método, del sem. tido de la telacién prictice presentefuturo], sing que «st orden de secuencias se determina més bien por fa relacion eu tiene una categoria cor fa otra en 1a moderna [esto est presente] sociedad burguesa: orden que es exactamente el inverso del que parece su curso natural o de lo que corres: ponde al orden [cronolégicol de su desarrollo histérico. Asf, «no se trata def puesto que les relaciones econémicas ceupan en la sucesiéa de cliferentes formas de sociedads y vazén revelado por el ‘postulado ia en Logica cit.). : 4 ‘ | | i i / i i i LA LIBERTAD COMUNISTA 147 «mucho menos de su orden de secuencias “en ta Idea”, como entiende Proudhon», y més profundamente entiende Hegel (iv. la Miseria de fa fitosofia!); sino que se trata de «su orednica conesion dentro de la moderna sociedad burguesa», como se puede ver a partir de la elaboracién «correcta», «cientifica», aunque esquemitica, de las categorfas econémi- cas burguesas-modernas del trabajo en general (o saus phra- se) y del capital. En cuanto a la primera, téngase en cuenta que s6lo cuando «el trabajo se ha convertido no sdlo en el pensamiento [de Adam Smith] sino en la realidad el medio de producir la riqueza en general» y un xtal estado de cosas se ha desarrollado al méximo en la mds moderna sociedad burguesa, en los Estados Unicios de América», donde Ta abs- traccién, gue es Ja categoria trabajo-en-general «se convierte por primera vez practicamente verdadera», sélo entonces la categoria (o teoria) smithiana del «trabajo sans phrasey se convierte en el «punto de salida de la economia moderna» y elimina a las precedentes categorfas o teorias del trabajo (remonténdonos, el «trabajo agricotar fisiocrdtico y el «tra- bajo-comercial-manufacturero») que en efecto corresponden fa «esas varias especies de trabajo, ninguna de las cuales predomina mds»: y esto significa que su valor de antecedente histérico-i6gico —y no de simple precedente cronolégico— del moderno capitalismo est formado Ynicamente por la capacidad de «conexién orgénica» de esa categoria smithiana dentro de la moderna sociedad burguesa» es decir, con los problemas («autocritica de la sociedad burguesa») que carac- jerizan la experiencia o presente de ésta; est formado en otras palabras, por la homogencidad de la solucién smithiana con la problemdtica mas moderna del capitalismo, y por con- siguiente por su fungibilidad para Ia solucién de ésta.t Pero de esta manera —concluye M— «la abstraccién mds simple, ja abstraccién que es el dpice de Ia moderna doctrina eco- 1, sEs importante comprender —observa Sweezy~ que la redue- cién de cualquier trabajo a un comin denominador, de tal manera que Jas tunidades de trabajo puedan ser cotejadas y sustituidas reefproca- mente, sumadas y resladas, y por dltimo totalizadas para formar un Complejo social, no es una abstraccién arbitraria {...] Es més bien, Como correctamente observa Lukacs, una abstraccién "que pertencee 2 Ja esencia del capitalismo”» (The theory of capitalist development, London, 1949, p. 31). 148, GALVANO DELLA VOLPE némica jy que ‘expres una relacién muy ent r i i relaci igua y valida para todas Jas forinas de sociedad, aparece sin embargo sale por este Hipe de sbstraccién [historica, espectfica, determ. nada] pricticamente scidadera como categoria de la. mds moderna sociedad: es decir, ei ejemplo del “trabajo” nos demuestra de mansra consincente como incluso las mds abs. Macias categorias, pesar de su validez, en virtud de sa abstracei6n, para cada época, son sin embargo, por la deter. minacion de su abstiaccidt, igualmente, el producto de rela Giones hhistéricas y poscen plena validez sélo en relacién a fetes y en el dinbito de éstase, Y asi —demuestra finalmente Marx a propésito de la otra eategorfa fundamental— en la 7 de la dud meitia también el capital, exceptuando amonetario tiene en su forma de tradicional instrumento productivo, el cardctet de propiedad inmobiliaria, mientras 4s verdad lo contrurio en la sociedad burguesa>, donde «la saricultura se convierte cada vez més en un simple ramo de Ja industia y dominada completamente por el. eapitale: es decir, por ese elemento prevalente que of , diferent) de los precedentes que son vlidos como antecedentes Igicos y ademas historicos del conse. cuente-presente, que cois0 tal los utiliza, es decis, los desa rrolla y soslaya al couvsrttios en notas de esos conceptos o flterlos que estén destinados a resolver sue peculiares, nue 4) que lo que precede implica: 1) que los criterio: Jo que nplice: ctiterios usados or este aéiodo de pensallento del presente son abstracclo Res sdeterminadaes como vélidas, como sabeincs, en el bite de Jas sscliclonss BlstGiease constituidas por el pre- sente sspecifio y sus casas (ino son Jo siniagiaation de la mal}: son pues conceptos hist6rico-ideales (el «tras 05 ya en cuanto exentos de la bajo, ete.) y adem, indeterminacién o gencrieldad de Ios conceptos metafl | LA LIBERTAD COMUNISTA 151 2) que su cientificidad se precisa en su capacidad de valer (por su origen y, diremos, vocacidn histérica) como criterios experimentales y propiamente como criterios-modetos de ta faccin y del evento, siempre determinado por definicién: de valer, en definitiva, como aquellos criterios operatives pre- sentidos por Marx en las Tesis sobre Feuerbach: porque, si es verdad que ces en la prdctica donde el hombre tiene que probar la verdad de sus concepciones (segunda tesis), y si es verdad que lo que importa no cs, como han hecho hasta ‘shora los fildsofos, «interpretar» el mundo sino «cambiarlo» (onceava tesis), entonces los criterios 0 Conceptos 0 abstrac- ‘ciones que responden a esta finalidad no pueden ser abstrac- ciones indeterminadas 0 genéricas o a priori o (que se Ila- yan) metahistéricas y por consiguiente «forzadas», sino s6lo abstracciones adecuadas para la historicidad y determinacion propias de Ja praxis (Ia vinica que pueda cambiar el mundo): es decir, abstracciones prdcticas u operativas en cuanto de- terminadas; 3) que el cardcter clentifico de estas abstraccio- nes se descubre completamente por su cardcter de hipdtesis: al ser su normatividad (de criterios esto es de criterios de valor) no categoria o absoluta como Ja de la hipdstasis, sino hipotética y relotiva porque expresa instancias histrico- racionales: y su validez 0 verdad verificable a partir de su resultado hist6rico (cfr. Lenin en Mater. y erip., II, 6: «como quiera que el criterio de la prdctica, 0 con otras palabras, el desarrollo que se ha producido en todos ‘los paises edpita- listas en estas witimas décadas, demuestra la verdad objetiva de la teoria econémica y social de Marx en general, y no de ésta 0 aquélla de sus partes o de ésta o aquella férmu- la, ete,, es evidente que hablar de “dogmatismo”, en relacién fa esto, por parte de los marxistas es hacer una imperdonable concesién a la economia burguesa»: es decir, a una economia cfectivamente dogmtica porque es especulativa y contempla- va): y esto no es mas gue galiieismo moral del marxismo, implicado ya (no se olvide) desde las Tesis sobre Feuerbach, y después aplicado en el Capital, en In critica de la economia politica; @) que, sin embargo, es obvio que las citadas abstracciones clentificas no tienen nada de repetibie (con diferencia de los ‘conceptos o leyes 0 tipos de las ciencias naturales): es obvio Ya que se trata de absiracciones histéricas en su contenido 154 GALVANO DELLA VOLPE ¥en su finalidad y es sabido por todos que lo que es histé- Tico no se repite jamnds, es decir, no se vuelve a presentar is idénticamente (alarma totalmente superflua del cama- Tada Badaloni, ai que ruego me indique en cuél de mis escritos se encuentra, el término erepetible»): pero que es hnecesario explicar (cosa que ,tampoco en esta ocasién, hacen sais vivaces contradicioxes) ése fanto de permanente y ade mas de nommative que poseen (clertamente, en el dmbito de determinadas srelscionos higt6ricas») las mencionadas sstracciones (justo en cuanto abstracciones) y que es ade- mis Jo que Jas hace criteriosmodelos o tipos, etc: 10 cual se explica con la covtixidad del pasado hist6rico y de sus roblemas, como leis visto antes (y es de esperar que ni iquiera Ja soubra de la tan eémoda teoria de una especie de heraclitismo de la historia, debida a Rickert-Croce y Berg. Son, etc,, haya inflaido en las polémicas intenciones de mis oriterloe) espocialicnle en ios eemaradas); que, a tigor de lo que precede, se tendria que a tambiga el sentido de tn contemporaneldad iatevalisin oo decir, prdctica de la historia (sentido ya implicito en ): como un producir historia fuiura mediante la realizacién de las Instanciss de un que engloba y desarrolla en sf la historia pasada: ¢ euyo propésito es ttl precisar lo siguiente: ) que la estructura de semejante contemporaneidad hists. rica estd constituida por los menclonados critetios- modelos en cuanto a que son cbsiracciones © conceptos o géneros histéricos 0 determinados, y operatives e hipotéticos y no- repetibies; 2) que esté comprobado por una confrontacién, incluso répida, con as coacepciones corrientes de la contem. orm hstirica, I hegslanecrociona y le que se dice materialista de LulacsSweery (sacada por Paci): porque, relacién con la prltisra, es necesario observar que, bacase en el concepto mctafisico del weterno presente» de la auto. conciencia de la Idea, o Espiritu, cierra con sus hipdstasis o abstracciones forzadas, la historia, Hegel ayer, con la hipds- tasis de Ja Libertad autoconsciente en el mundo germano o sistema del Ideatismo absoluto, Croce atin hoy, con la hipés- tasis de Ja Idea liberal («La idea liberal quiere la libertad para todos»: pp. 301 de la Id. lib, 1944): y que por tanto Groce se contradice profundamente cuando contesta a Hegel Ja conocida conclusiéa de 1a Filosofia de la historia (Hasta LA LIBERTAD COMUNISTA 153 aqui ha llcgado Ja Conciéneia en su desarrollo») diciendo, al final de 1a Teoria e st. della storiorg,, que Hegel «no tenia derecho a decixlo porque su desarrollo, que desde la incons- ciencia de la libertad iba a la plena conciencia de ésta en el mundo germano..., no admitia prosecucién> (je6mo si la mencionada hipostizacién, es decir, absolutacién crociana de la libertad politica o democrdtica parlamentaria no probi- biese también —dada la congénita indiferencia de esta ultima por las instancias sustanciales de una democracia social— cualquier prosecucién del desarrollo histérico!): all{ donde los mencionados criterios determinados y ademés operatives, en ios que se articula la contemporaneidad materialista o prac tica de la historia, provocan, por definicién, 1a prosecucién del desarrollo histérico, la transformacién del mundo, como p. @j,, los criterios del «trabajo», del

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