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TITULO:
2017-TANDIL
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INDICE
1.Introducción 3
2. Marco Historiográfico 6
Antecedentes historiográficos locales 10
3. Objetivos de Trabajo de Investigación 13
Operacionalización Metodológica 13
Métodos o técnicas a utilizar 16
4. Fuentes 19
5.El trabajo como valor del Inmigrante. 21
Planteo del Problema. 23
Miradas y Aportes brindados desde la Inmigración Italiana 25
6. Movimiento Inmigratorio en Argentina 28
7. Poblamiento de Monsalvo-Maipú- 32
Encuentro Social Argentino-Italiano
8. Trabajo Italiano reflejado en el Censo de 1869 39
9. Estructura Social y Ocupacional de Argentinos e Italianos. 43
Censo Nacional de 1895
10. Visión Laboral de los Italianos en el Partido de Maipú 57
11. El sastre: un trabajo artesanal. 60
Paisanos Italianos 67
12. Visión Laboral 1869-1895 68
13. Características de la integración social de la Inmigración Italiana 69
14. Integración Ítalo –Argentina según el Censo Nacional de 1895 73
15.Integración Social del italiano en la Sociedad Maipuense. 76
Participación política Italiana 81
16. Conclusiones 86
17. Bibliografía 90
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1
INTRODUCCION
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piamonteses y luego los provenientes de la Basilicata, con labores registradas en los Censos y
con su origen detallado cronológicamente en los Registros de la Sociedad Italiana de Maipú.
Maipú, desde el nudo de comunicación ferroviaria, ejerció una influencia importante
desde lo económico y comercial, ya que desde esta localidad se divide el Ferrocarril Sur, por
Mar del Plata y hacia Tandil, generando una importante movilidad de mercancías, con
supremacía de los artículos rurales. Aparece así sobre la inmigración en general y la italiana
en particular una posibilidad cierta y la comodidad de acceder tanto a ámbitos rurales como a
los urbanos que se desarrollaban a instancias del ferrocarril. Se plantea entonces una
hipotética cuestión: ¿Las variantes laborales seleccionadas por italianos influyen en su
radicación urbana?
En el período que va de 1860 a 1900 se persigue como objetivo general estudiar y
analizar la integración paulatina de la comunidad italiana, dentro de una comunidad
mayoritariamente argentina. Esta comunidad desarrollaba sus actividades junto a otras
nacionalidades europeas y americanas, mediante el uso de las variantes laborales,
desempeñadas desde el conocimiento previo que los acompañaban desde su Italia natal.
Particularmente el trabajo en la diversidad de variantes laborales desempeñadas en
los ámbitos rurales y urbanos nos presenta una problemática: ¿La intención del italiano en una
radicación mayormente urbana favoreció su integración, ejerciendo así influencias de distinta
magnitud en la sociedad maipuense?
También podríamos cuestionarnos, ¿qué percepción sobre el mercado de trabajo
observaba el italiano -llegado en pequeños números al inicio, aumentando luego-, y cuáles
eran las estrategias seleccionadas para insertarse?. Suponemos, a priori, que su ideario se
basaba en migrar para mejorar su situación económica y regresar a su patria. Salvo en
aquellos casos de persecución política o religiosa -y sin siquera en todos ellos- los resultados
de múltiples trabajos sobre inmigración muestran una esperanza alta de retorno, no siempre
cumplida. De todos modos, a sabiendas de la parquedad de la documentación para señalar con
exactitud sobre estrategias claras o improvisación sobre la marcha, optamos por un equilibrio
entre miradas cuantitativas y cualitativas del fenómeno.
Esta integración, en relación con las demás colectividades como la española y la
francesa, busca obtener una impresión de la inmigración italiana en el ámbito maipuense,
reflejada en las huellas materiales manifiestas en instituciones, barrios y edificios escolares.
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Dichas huellas se mantienen presenten a través de recuerdos populares y fechas aproximadas,
conformando una parte de la memoria en la historia maipuense.
En el período trabajado (1860-1900) partimos desde el partido de Monsalvo-Maipú,
hasta el nacimiento de Maipú, como estructura urbana. En este período verificamos italianos
radicados desde la década de 1850, registrados en el Censo Nacional de 1869. Inmigrantes
con hijos argentinos, hasta el decaimiento de este proceso demográfico, aproximadamente
hacia 1920. Las consecuencias que deja la Primera Guerra Mundial, y una nueva estructura
política peninsular italiana, no facilitan la partida de italianos hacia estas tierras.
El espacio a considerar, en el que asienta la comunidad italiana forma parte de la
llanura pampeana deprimida, con un buen número de lagunas, pastizales y bosques naturales
de tala, conocidos como los Montes Grandes de Monsalvo, con fauna característica,
carpinchos, coipos, perdices, etc. Se trata de un espacio económico dedicado en esta época a
la cría de ganado ovino, vacuno y equino, junto a las actividades conectadas y explotación de
subproductos derivados, como asimismo huertas y quintas productoras de verduras, frutas y
animales de consumo domésticos.
El progreso generalizado en una zona de cría ovina y vacuna, como reflejo del
modelo agro-exportador, se convierte en el último cuarto del siglo XIX en un ambiente
propicio para el inmigrante. Dicho proceso toma consistencia a partir de su reflejo en la
sociedad de Maipú, mediante su integración laboral, con la diversidad de trabajos aceptados y
desarrollados en los diversos espacios geográficos del Partido, permitiéndoles así ingresar a
un lento proceso de participación social, económico y político.
El fenómeno dado en Europa, hacia mediados del siglo XIX, relacionado con la
industrialización expulsaba a los artesanos, ante la imposibilidad de comerciar sus productos.
Otros fueron expulsados por las mejoras técnicas en el trabajo rural que ya no necesitaba de
su mano de obra.
Así, muchos imaginaron que en una América preindustrial productora de materias
primas podrían desarrollar sus prácticas laborales. Otros se lanzaron intentando mejorar su
situación sin imaginar o diseñar una estrategia laboral.
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MARCO HISTORIOGRAFICO
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números que demostraron una interacción importante entre la sociedad local y los inmigrantes
y posteriormente sus descendientes con los nuevos inmigrantes.
Entre esos inmigrantes se movieron variadas fuerzas, como con la italiana, en una
interacción desde lo económico, político, cultural y religiosa, junto a los argentinos y otras
etnias reconociendo intereses variados y vinculados como organización espontánea de un
grupo familiar, comercio de los inmigrantes y explotación de los mismos centros comerciales
en ocasiones.
En el siglo XX, el estudio de los movimientos inmigratorios se profundiza a partir
de las décadas de 1950 a 1960, ante la preocupación generada desde los movimientos
económicos de la Argentina Moderna y su influencia sobre la conformación de la estructura
social.
Analizada en profundidad desde la década de 1970 la inmigración ha constituido un
campo de estudios que dio como resultado a partir de 1980 publicaciones acerca de las
vivencias de los inmigrantes.
Si bien el análisis del uso de la cadena migratoria entre italianos es muy importante,
también lo es valorizar sus estrategias. Formuladas por los migrantes hacen girar el eje de la
investigación y lo dirigen hacia el estudio del papel que las redes sociales cumplieron en la
decisión del destino inmigrante, en la inserción en el mercado laboral, en sus prácticas
matrimoniales y los resultados de la movilidad social.
Los estudios que analizan el contexto sobre el que se apoyó el inmigrante para lograr
trabajo, vivienda o inserción en la sociedad maipuense permiten desarrollar el problema de la
inserción del inmigrante italiano. Estos análisis, desde la recepción por parte de la sociedad
local, se convierten, desde el enfoque de H. Donghi y Armus, en la ansiada búsqueda para el
inmigrante.
Este marco historiográfico modificó el imaginario repetido en numerosas ocasiones.
Se modificaron los enfoques: de miradas macros se pasa a miradas acotadas; se revisan y
relativizan conceptos como, por ejemplo: la extrema pobreza de los inmigrantes, la
solidaridad étnica y el alto porcentaje de endogamia (casamiento entre connacionales). Es en
el mencionado enfoque dónde la estadística importaba, dada la necesidad de resaltar
resultados que cuantificaban en lugar de cualificar esos conceptos.
Se van a desarrollar nuevos esquemas, con formas de adaptación, que marcan
diferencias nacionales y regionales, tal como lo hiciera, entre otros, la historiadora Bjerg. Esta
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recalca cómo la problemática de la inmigración es encarada desde el representar pequeñas
historias en las que sobresalen pequeñas o grandes trayectorias, desesperación y nostalgias,
con relaciones afectivas trasnacionales (Bjerg, 2009:81)
Con estas pequeñas historias, se va conformando una alternativa, donde el
pluralismo cultural va ganando terreno (Borges, 1988:386), caracterizando una relación
migrante-sociedad local y su grado de asimilación.
¿Qué entendemos por asimilar? A primera vista, se presenta como algo diferente o
complementario del proceso de integración. La historiografía nos muestra un abanico de
experiencias grupales diferenciadas (según la etnia, el momento, el escenario, las coyunturas)
respecto a la integración-asimilación. Algunos grupos como el danés o el irlandés, intentaron
(junto a comportamientos endogámicos o no) frenar la asimilación preservando
institucionalmente idiomas, costumbres y tradiciones. La sociedad local intenta (más o menos
conscientemente) asimilar el agente foráneo que se instala en su matriz, ya sea con la
educación pública o por medio de las relaciones de intercambio habituales (mercado,
vecindario, trabajo) en toda sociedad.
Según Marcelo Borges, “es un proceso por el cual personas de medios técnicos o
culturales diversas llegan a inter-actuar en la vida de una comunidad libre de trabas
anteriores” (Borges, 1988 :386)
Este proceso de inserción del inmigrante italiano en la sociedad argentina, y
maipuense en particular representa una variedad de características atravesadas por conflictos
sociales (ideológicos, políticos, religiosas, incluidas las diferencias culturales), que se
reiterarán (generalmente tendiendo a disminuir en colectividades abiertas) con las nuevas
generaciones de descendientes, en una nueva variedad de vínculos positivos y/o negativos.
Indicadores del proceso de inserción/integración (sólo separados para su análisis)
serían el modo y celeridad con que los inmigrantes encuentran vivienda, empleos y
desarrollan sus organizaciones. Suelen detectarse distancias (generalmente posibles de acortar
con el tiempo) entre la élite de un colectivo étnico y la masa social de la misma, conflictos
que, originados en la patria europea, son de razones sociales y políticas. Estos conflictos son
enumerados por Devoto en su trabajo sobre Sociedades de Socorros Mutuos. (Devoto, el al,
2000: 43).
Estas situaciones de incapacidad de reconocer consensos, también es detectada en
Maipú, hasta que la razón y el interés común los llevó a la unión. Según la apreciación de
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Devoto, la fortaleza de las asociaciones italianas se ve limitada seriamente por la diversidad
socio profesional de sus miembros, por la composición de la élite dirigente, y por la falta de
propuestas e intereses políticos hacia la sociedad receptora. Esto hizo que fuera considerada
por la masa de sus miembros como una mutual de asistencia médica, farmacológica y
financiera. (Devoto-Rosoli, 2000: 44).
El proceso de asimilación reconoce una variabilidad importante reflejada desde
cambios de pautas culturales por las de la sociedad receptora, entrada masiva de los
inmigrantes en instituciones del grupo primario de la sociedad receptora; matrimonios mixtos
y desarrollo de un sentido de pertenencia colectiva en la nueva sociedad.
La adaptación o asimilación cultural implica según el pensamiento de Baily, la
adquisición de valores básicos y las pautas de comportamiento de la sociedad receptora, es
decir, conocerse y organizarse de manera que el inmigrante funcione efectivamente en su
desempeño en el nuevo medio. (Devoto, el al, 2000:45).
A modo de paneo general y con resultados de muchas investigaciones de casos,
Marcelo Borges ubica al argentino concentrado laboralmente en el ámbito rural, mientras el
inmigrante italiano dominaría el ámbito urbano. (Borges, M., 1988:387). Aunque no es
errónea en un panóptico del fenómeno, esta aseveración sintetiza mayormente otro escenario
geográfico, menos ruralizado que Maipú, más cercano al puerto de llegada. Es importante en
el proceso de investigación, y tomando las fuentes censales, corroborar este tipo de
apreciaciones pensadas para otros espacios y tiempos diferentes al contexto que analizamos
en esta tesis.
Las pautas matrimoniales, una cuestión importante para el inmigrante, resultan
fundamentales para los análisis sociales, y constituyen un indicador importante, aunque no
exclusivo del grado de integración, ya que el origen étnico de los contrayentes condiciona la
naturaleza y el rumbo de la futura familia y por ende de sus hijos.
Un papel protagónico en el contexto inmigratorio y en el proceso de integración
italiana lo desempeñaron instituciones denominadas Sociedades de Socorros Mutuos. Un
interrogante planteado se daría en la representación de la colectividad o en el caso de que
ciertos sectores dominaran políticamente su accionar, o el que algunos sectores no tuvieran
acceso a su representación. Devoto considera a estas instituciones escasamente representativas
frente a las sociedades locales, con un nulo poder de mediación política.
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A pesar de la opinión de Devoto considero que en Maipú las instituciones sociales
desempeñaron un rol decisivo difundiendo los aspectos culturales italianos, e integrándolos
tanto a argentinos como a otras colectividades.
Así, cultivando pautas como la solidaridad, el mutualismo fue tomando forma
hacia el último cuarto del siglo XIX, con un carácter reivindicatorio del patriotismo italiano, e
intentando conformar en palabras de Emma Civotti , una “colonia”, sin eco en estos ámbitos,
aunque sí integrando a estos inmigrantes en una “comunidad” que desarrolló pautas
económicas, sociales y culturales, a través de sus instituciones, y participando en políticas por
medio de mecanismos informales, que le ofrecía la vida de asociación en el período de
trabajo.
La institución cumple un nexo vinculando al italiano con otros inmigrantes que,
desempeñando diversas actividades políticas y económicas, permitieron los contactos sociales
que daban el trabajo y los momentos de ocio. Esto no solo se efectuaba para sí mismo sino
también para sus vecinos, cumpliendo el papel de integración. La opinión de Devoto no se
aplica en esta instancia debido al ámbito pequeño en el que se conectaban los emigrantes de
diversas etnias.
Así se convierte el trabajo en una vía de integración para el italiano, ya cumpliendo
un importante papel en la relación y participación social, permitiendo incluirse en el
pluralismo cultural de Argentina en este período de inmigración.
La élite de las asociaciones italianas se conectaba con la dirigencia política local a
los efectos de consensuar apoyos y clientelismo con el objeto de acceder a espacios que
detentaba la élite política local. Esta conceptualización según Miguez, prueba la importancia
que una integración social aportaba al poder político de la época. (Miguez, 1991:181).
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“Aquí en Maipú, el trabajo en el campo, y la posibilidad de instalarse
en un tranquilo pueblito, donde los oficios y profesiones eran necesarios
para su desarrollo, constituyeron poderosos factores de atracción”
(Barbieri, J.J. 1978, 45)
Por su parte, en su libro Barbieri relata “que los primeros profesionales del pueblo
fueron inmigrantes italianos: dentistas, doctores, igualmente quienes tenían un oficio y
comerciantes, establecieron negocios que perduraron en el tiempo”. (Ledesma, 2013:122).
Como se adelantará Maipú se beneficiaba con la llegada de profesionales que encontraban en
esta economía, al margen de un capitalismo preindustrial, una posibilidad propicia.
Observando el conjunto, Ledesma profundiza sobre la influencia en la sociedad
maipuense desde lo económico y cultural, destacando su capacidad laboral. En este caso se
plantea la disyuntiva de fijar la mirada sobre cuáles eran las capacidades del italiano. Hacia
1900 previa lectura de los Censos Nacionales de 1869 y 1895, el italiano nos mostraba una
afinidad con actividades laborales fundadas en servicios u oficios que reflejaban sus vivencias
previas. Así por ejemplo tareas como albañil, sastre, zapatero y comercios que nutrían sus
estanterías con productos que el italiano añoraba, eran las actividades que prevalecían.
El grueso de inmigrantes no se dedicó al campo, pues Ledesma nos plantea que la
presencia de familias como los Ortiz Basualdo, Ramos Mejía o los Alzaga y Sanchez Elía,
adquirieron grandes extensiones de tierra, en grandes latifundios, sin posibilidades de
fraccionar esas extensiones. Por ello los inmigrantes italianos accedieron a ámbitos
suburbanos, de una a cinco hectáreas de producción minorista. Esta situación se modificó
cuando se produjo el fraccionamiento de esos campos por herencia o ventas.
Así, el inmigrante se establecía en el espacio urbano donde desarrollaban oficios
destacándose en los ámbitos manufacturero, industrial o comercial, destacando el hecho de
que los varones, ingresan en mayor número, produciendo una diferencia entre sexos,
substancial entre el primer y segundo Censo Nacional. Estos hombres, que migraban, en
general lo efectuaban en edad de desarrollar actividades laborales, o de eludir el servicio en
las fuerzas armadas. No conformaban una familia nuclear y debían estar dispuestos al
esfuerzo y a las privaciones derivadas de la migración.
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Un aspecto destacado de la vinculación social del italiano resulta ser el religioso
dado en su participación como padrino de hijos naturales.
La mayoría de los padrinos de hijos naturales eran de nacionalidad argentina, en un
87,5 %; el resto eran italianos. No aparecen de otra nacionalidad, destacando los lazos
solidarios del italiano, junto a su relación religiosa - católica. No se descarta en este hecho una
situación que “excedía” por la relación vincular que se establecía desde lo social y comercial
con los padres.
Los datos los proporcionan los primeros años de los registros parroquiales y las
madres de esos hijos naturales se registran como argentinas. Devoto nos explica que quienes
tomaban la decisión de cruzar el Atlántico hacia nuevas tierras, lo hacían con la idea de torcer
su destino de marginación y relativa pobreza. Así se forjó la idea de que el movimiento de
inmigración había sido un movimiento de masas hambrientas empujadas por una miseria
extrema. Así planteó que:
“La miseria sobre todo si extrema parece más un obstáculo
que un motor para la emigración” (Devoto, 1991:57)
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La información censal brinda informaciones interesantes. Las cifras del Censo de
1869, en un ámbito totalmente rural, nos brinda el dato de un 44% de alfabetización. El Censo
Provincial de 1881 establecía un 28,4 de argentinos que sabían leer y escribir y un 61 % de los
emigrantes alcanzaban el grado de instrucción sin discriminar las etnias. En este Censo
Provincial en el ámbito rural un 59,4% de los emigrantes sabían leer y escribir y en el ámbito
urbano crecía al 77,3%, sin detalles en el caso específico de Maipú.
En el Censo Nacional de 1895, con un proceso de escolarización en desarrollo un
68,9 de italianos estaban alfabetizados con variables importantes entre rural y urbano.
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OBJETIVOS DEL TRABAJO DE INVESTIGACION
Estudiar y analizar actividad laboral desempeñada por los inmigrantes italianos en el ámbito
espacial seleccionado y los procesos que provocaron su integración social a partir de la
relación tejida con la comunidad maipuense.
Los objetivos específicos intentan abarcar sólo algunas de las puertas que se abren en ese
pasillo que conforma el extraordinario fenómeno de la inmigración:
Operacionalización Metodológica.
Tomando en cuenta lo temático, se responde a la presunta generalización (según lo
explicitado en el marco historiográfico), de la ocupación de los puestos laborales por parte de
los inmigrantes.
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En el aspecto espacial se abarca un partido, con características económicas que lo
transforman en el ámbito adecuado para la inmigración en el período cronológico
comprendido entre la Organización Nacional, y el final del siglo XIX. En el mismo se
incluyen las expectativas generadas desde el modelo agroexportador de la generación del 80,
que generaría gestación de demanda de mano de obra en polos laborales planificados desde la
dirección política nacional. Así el estado tomaba decisión sobre la orientación básica de la
producción nacional. Esto multiplicaba la demanda de oficios y destrezas en distintos puntos
del territorio, principalmente en la pampa húmeda, pero, también la elección de una economía
agro exportadora, que nucleaba nichos regionales como productos de la tierra, demandaba
obras básicas de vialidad y tendido de redes ferroviarias, indispensables para hacerla
operacional.
La presente investigación se efectúa basada en técnicas estadísticas, con datos
susceptibles de cuantificar, buscando establecer el sentido y el valor de la asociación entre
variables, posibilitando proposiciones susceptibles de tener carácter predictivo.
Utilizo como metodología comparaciones dentro del ámbito laboral, teniendo en
cuenta el período histórico 1860-1900, incluyendo para ello un diseño diacrónico, que incluye
dimensión temporal, conocido como” método histórico comparativo”, centralizado sobre el
proceso histórico, que da lugar a la inmigración italiana: el fenómeno socio-económico.
En el uso de esta metodología “comparada”, se efectuará la misma sobre las etapas
del fenómeno inmigratorio, comparando al trabajador italiano con el trabajador argentino, y
las experiencias resultantes de adaptación a la sociedad argentina. Hay diferencias en la
sociedad argentina de entonces, si tenemos en cuenta propietarios de campos, o terratenientes,
hasta criollos artesanos o gente de oficios. Igualmente, los italianos observaban diferencias
desde su antigüedad en el país basada en distintos grados de progresos respecto a los recién
llegados con un modesto capital. Esta comparación se efectúa desde las diferentes variables
mencionadas: sexo, edad, especificidades laborales, tomando como referencia los Censos
Nacionales de 1869 y 1895.
Nuestra investigación impregnada de temporalidad no puede dejar de observar el
efecto de un flujo de arribos de extranjeros a modo de goteo. Comienza en cada ocasión una
trayectoria tan individual como facilitada en algún punto por la llegada de paisanos que lo
precedieron y ahora se convierten en escalones donde apoyarse. Ese mecanismo se conoce
como redes sociales.
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Metodológicamente se avanzará sobre requisitos como:
- Situaciones individuales, que trate particularidades de cada caso, tratando de no
ingresar en generalizaciones, considerando este estudio como un muestreo que nos permita
profundizar la investigación;
-Universalizadora, demostrando que, mediante el análisis de los indicadores, se
sigue una misma regla.
-Identificadora de diferencias: lo que permite identificar el principio de variación, en
el carácter o la identidad de un fenómeno, analizando las diferencias entre casos. Estas pautas
metodológicas se ordenan trabajando sobre la universalizadora, a los efectos de demostrar que
los casos trabajados siguen una misma regla de conducta.
En segundo lugar, buscando por medio del esquema identificador de diferencias, se
trata de establecer posibles razones de elecciones laborales entre italianos y con respecto a las
elecciones laborales de argentinos. Desde una visión globalizadora, nos permite imaginar
casos de adecuación e integración en la sociedad argentina.
En el esquema de operacionalización a desarrollar debemos tener en cuenta la
disponibilidad de fuentes implicadas en la provisión de datos necesarios para dilucidar
indicadores:
-La integración del inmigrante se dinamiza desde la dimensión socio-económico. La
variable dependiente a desarrollar, comprende las actitudes adoptadas por el inmigrante en su
integración social. Estas, experimentadas de distintas maneras por los distintos individuos
según ámbitos de inserción, disponibilidad de tiempo, etc., eran económicas, religiosas,
culturales, institucionales, mediante su inserción laboral.
Aunque sabemos, que nos movemos en un terreno donde pudo predominar lo
afectivo, imposible de cuantificar, una variable podría intentar avanzar desde la frecuencia de
matrimonios endogámicos y exogámicos, tomando en cuenta las situaciones marcadas en las
fuentes de los Censos nacionales de 1869 y 1895, dadas situaciones como:
1- Italianos, casados con italianos;
2- Italianos, casados con argentinos;
3- Italianos, casados con otras nacionalidades;
4- Padrinos y madrinas de uniones varias;
5- Descendencia con nacionalidad italiana o argentina
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Esta variable está conectada con el ámbito de radicación y su relación con la
comunidad.
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entremezclan grandes propietarios con jornaleros, peones, como en el grupo de italianos
donde conjugan chacareros, artesanos, comerciantes y empleados varios, dado el espacio
temporal entre ambos censos, en el que se conformó una comunidad diversa y heterogénea.
Para establecer una dimensión de la integración social del inmigrante italiano, se
efectuaron análisis de nuevas familias, surgentes del contacto inmigratorio, como sus
resultantes económicos, comprendiendo las políticas adoptadas por el inmigrante en su
integración social. Una variable independiente se daría en la frecuencia de matrimonios
endogámicos y exogámicos, como la situación dada por el padrinazgo de niños por parte de
inmigrantes italianos, en su política de adaptación social, para lo cual se emplearían unidades
de análisis, como los registros parroquiales de casamientos y bautismos.
No descartamos, aunque es difícil de cuantificar, que el padrinazgo, que solía recaer
en comerciantes u oficios que dejaban un margen de tiempo, o empleados que quedaban a
cargo del establecimiento, haya sido una variable tenida en cuenta al momento de solicitar un
padrinazgo. Es probable, que la presencia de un extranjero en aquel momento trascendente de
una pareja brindara relevancia social.
Posteriormente se trabajó sobre el aspecto demográfico, el estado civil de los
integrantes de esta inmigración, asimismo, como se relacionaron desde el aspecto
matrimonial.
Por último, desde la institucionalización de la comunidad italiana, se investigó
utilizando como fuente material periodístico. Así mismo el papel e influencia que cumple en
la población de Maipú, apreciando desde el periódico “La Voz”, las informaciones de
instituciones y familias de origen italianas integradas socio-económicamente en el Maipú del
siglo XX. Este análisis engloba desde aspectos artísticos hasta la interrelación política que
desempeñaron los italianos.
Uno de los aspectos más difundidos fue la utilización del teatro de la Sociedad
Italiana, que creemos contribuyó a la inserción italiana en la sociedad residente.
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significado mediante la comparación aplicada a dos o más casos, (en ámbitos espaciales
diferentes: urbano-rural), trabajándose los datos sobre el Censo Nacional de 1895.
Siguiendo el diseño inspirado en Stuart Mill, se propició como forma de muestreo,
un diseño de máxima semejanza en el que se planteó un método histórico comparativo con
diseño temporal (diacrónico)
Se utilizó en la recolección de datos la posición identificadora de las diferencias,
como requisito metodológico.
Los datos resultantes se ordenaron secuencialmente en:
-Encuesta a descendientes de italianos;
-Relevamientos estadísticos sobre registros censales;
-Relevamientos sobre registros parroquiales;
-Conformación de tablas estadísticas que permitan elaborar un cuadro de actividades
laborales;
A los efectos de estructurar una dimensión de la integración se realizó la
conceptualización, con perspectivas cuantitativas y cualitativas.
Se efectuaron análisis de familias surgentes del contacto entre inmigrantes y sus
relaciones laborales.
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FUENTES
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También se efectuaron entrevistas a descendientes de los inmigrantes italianos de
fines del siglo XIX, destacados por su actividad laboral y artesanal dentro de la sociedad.
Fueron consultados los Registros de Casamientos y Bautismos Parroquiales de la
Parroquia Nuestra Señora del Rosario en Maipú, período 1878 a 1889.
Toda la documentación consultada resulta pertinente para el estudio de la
colectividad italiana en Maipú, que no solo abarca la llegada de inmigrantes, sino también la
influencia cultural, social, económica que brindó la presencia de la inmigración italiana, como
el universo de prácticas y relaciones que rodearon a estos hombres y mujeres en el contexto
regional.
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EL TRABAJO COMO ELEMENTO INTEGRADOR DEL INMIGRANTE.
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En este proceso de adaptación, no debieron faltar aquellos que optaron por
refugiarse en un entorno afectivo y cultural con sus paisanos, ni otros que decidieron el
retorno por no poder adaptarse.
La inmigración italiana tuvo dimensiones cuantitativas y culturales, tan distinguidas
como atractivas, respecto al resto de las etnias. Formando parte de un proceso migratorio
europeo, que llegó al país, desde la mitad del siglo XIX, integró estudios a partir de los
trabajos de Onega, Halperin, Devoto, Galvez y otros. (Devoto, 2003 :28)
Como era de esperar, el resultado de las investigaciones muestra que distintas
prácticas culturales como el trabajo, la religión, la arquitectura, la música, las fiestas, la
comida y hasta la propia lengua, en sus manifestaciones comunicativas se vieron afectadas
por este contacto intercultural.
Aunque la inmigración hunde sus inicios en una época tan temprana como 1840,
sus impactos son inocultables cuarenta años más tarde. La década de los ochenta ha
constituido, en efecto, el laboratorio argentino en que ha madurado la historia social de los
trabajadores.
La nueva historia obrera, en cambio suele dirigir la investigación más bien sobre
una ciudad, una comunidad, una empresa. Solo a estos niveles más circunscriptos parece
posible recuperar la complejidad de la experiencia de los trabajadores y recortar la incidencia
de sus diferentes dimensiones. Esta mayor penetración de la micro historia conlleva mayores
exigencias para el historiador, acompañadas de documentación que la hagan posible.
Un riesgo inherente a la micro historia es el terminar aislando el universo
circunscripto de la ciudad, la comunidad o la empresa bajo estudio de los procesos globales,
de naturaleza económica y política de la sociedad.
La República Argentina definía junto a la segunda mitad del siglo XIX, su proyecto
nacional económico, alentando la recepción de grupos migrantes de origen europeo.
La necesidad de poblar grandes extensiones de tierra con mano de obra activa, capaz
de hacerlas redituables, motivó a la Generación del 80, a intentar implementar políticas
migratorias con fines precisos.
La inmigración europea se sumerge así en una nueva cultura con normas, valores y
costumbres a la que se adaptaron e incorporaron con las dificultades de un encuentro cultural
de tanta magnitud. En especial con la llegada de los primeros inmigrantes, atenuándose con
los siguientes grupos.
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Planteo del Problema
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Ello no nos hace olvidar que la mujer colaboró en el proceso de integración en el
ámbito de la cotidianeidad, el mercado, el barrio. Los momentos de ocio, mayormente
masculinos con otros familiares, como romerías, espectáculos deportivos fechas patrias
hicieron lo suyo informalmente. En este trabajo propongo profundizar sobre la influencia que
italianos e italianas llevaron a cabo en materia económica, política, social y cultural, tanto en
el ámbito urbano como en el rural, efectuando un paralelismo con el argentino.
En el trabajo, esperamos que las vivencias de estos italianos, y descendientes nos
permitan abordar aspectos desarrollados por otros autores, a efectos de su contrastación, en la
región del sudeste bonaerense.
En esta actividad de investigación, no es un sujeto el objeto de estudio, sino un
colectivo, con diferencias notables de formación cultural, profesional, económica. Esto nos
dará lugar a variantes que nos presenten las fuentes, y con ello los obstáculos, lo que nos
representará dificultades para categorizar la realidad que se pretende analizar con lo cual hay
un aspecto arbitrario e ineludible que merecerá otros análisis. Una de las dificultades es la
presencia en el colectivo italiano de muchos individuos con actividades diversificadas, con la
problemática de definir a grupos de acuerdo a la labor desarrollada.
Aunque el objeto de análisis es el inmigrante, es necesario ponerlo en el contexto de
época para comprender la adaptación, y las estrategias necesarias para desarrollarse según sus
aptitudes laborales.
¿Cuál es su grado de adaptación laboral ?,¿y en qué medida fue influenciado ...?
¿Cómo se modifica en el tiempo? ¿qué estilo de vida llevaba?
¿Cuál es su elección laboral??¿tiene que ver su comunidad ...?
¿Sobre qué ámbitos, urbano o rural influenciaron los inmigrantes italianos?
Estas preguntas y otras que surgieron con la investigación se responderán quizás en
el futuro mediante la utilización de fuentes o documentación con los que hoy no contamos,
con el objetivo de dimensionar la presencia del inmigrante italiano en Maipú y su influencia a
nivel local.
Junto a los documentos estatales y periódicos, hay un universo de documentos
privados o semiprivados, que raramente se cruzan con el historiador. A veces, cartas de
inmigrantes, libros personales se nos presenten, abriendo puertas a comportamientos
fundamentales de nuestro objeto de estudio.
25
Este planteo nos permite ubicar a estos inmigrantes dentro del proceso general
cultural, estructura social y económica entre mediados del siglo XIX y finales del mismo.
El recorte temporal 1860-1900, se justifica por el proceso de surgimiento, desarrollo
y expansión de la inmigración italiana, que se reflejara en Maipú, como en el resto del país,
con la instalación de pobladores, integración laboral y social, como difusión de sus vivencias
y valores culturales. Este recorte lo fundamenta la posibilidad de analizar los Censos
Nacionales de 1869 y 1895, con la disponibilidad de datos que proporcionan.
Entiendo que, para la localidad de Maipú, las fechas las establece el mismo
fenómeno inmigratorio, ya que las primeras oleadas se verán rebasadas por los descendientes
argentinos, con nuevas vivencias, además de la movilidad constante que tiene en la zona la
inmigración italiana. Es importante que en este período de tiempo se seleccionara la primera
oleada de inmigrantes y a sus descendientes, que conformaron un núcleo social con valores
culturales compartidos.
En cuanto a la estructura del trabajo, se efectúa en primer lugar un análisis del perfil
laboral del italiano paralelo al argentino y en segundo lugar la integración institucional, con
sus expresiones sociales, que brindó la Sociedad de Socorros Mutuos, donde convivieron
italianos, argentinos, españoles y franceses junto a otras nacionalidades varias.
En la mitad del siglo XX, la historiografía que trazó el seguimiento del movimiento
migratorio italiano, había trabajado sus análisis sobre el concepto de su influencia sobre la
“modernización de la sociedad”. Esto venía acompañado con la idea de la asimilación del
inmigrante al medio receptor, sin considerar los conflictos inherentes al proceso de
integración.
Continuando en la década del 60, con la visión de José Luis Romero, (Romero, J.L-
1988) quién planteó la realidad argentina, como producto de la inmigración masiva con la
fusión entre criollos e inmigrantes dando lugar a una sociedad híbrida denominando a este
proceso “era aluvial”.
Le sucede una posición posterior de Gino Germani, que trasciende a través de la vía
matrimonial, posición sustentada en la presencia de una mayoría de inmigrantes italianos
masculinos.
26
Surgirían más tarde trabajos que con miradas estructurales proveyeron datos que hoy
reconocemos fundamentales para comprender las dimensiones de la inmigración con cifras
necesarias. Hoy, lo social nos ocupa por sus dimensiones importantes esfuerzos
Tres décadas más tarde, con nuevos aportes, visiones y fuentes adecuadas se
produce una visión micro histórica, desplazando enfoques macro históricos sociales, ya que la
visión micro revela al sujeto social que con su accionar nos muestra su conducta de acuerdo a
la oferta laboral y al lugar que le permitiría acceder a la sociedad del siglo XIX.
Con las pequeñas historias transitamos trayectorias de separación, nostalgias y
relaciones afectivas trasnacionales, donde surgen subjetivamente formas de adaptación en las
que se marcan y establecen diferencias nacionales y regionales.
Este enfoque nos permite dar forma a un nuevo concepto donde migración-sociedad
receptora da lugar a una alternativa basada en un pluralismo cultural, en la que valores como
el trabajo asumen un protagonismo substancial. Esta visión micro nos permite un análisis en
el que el sujeto hilvana sus estrategias, capacidades, logros y /o frustraciones, caracterizando
la relación migrante-sociedad local y su grado de asimilación por medio de sus relaciones
sociales y laborales- económicas.
La asimilación es un proceso en el que personas de medios técnicos o culturales
diversos llegaron a interactuar en la vida de una comunidad, con cambios de pautas culturales,
por las de la sociedad receptora, por ejemplo, la celebración de matrimonios mixtos a partir de
una primera generación, ya educada en tierra argentina y con dominio de los dos idiomas e
integrados a la sociedad local.
Esta mirada de la inmigración italiana, nos presenta en Maipú un nudo de relaciones
con la sociedad local, dado desde la incorporación de la masa inmigratoria al mundo laboral, y
como influyó en el desarrollo económico local y regional. Desde lo social, las micro historias,
nos relatan sus experiencias económicas, sus vivencias culturales, religiosas, los enlaces
matrimoniales y sus repercusiones en el proceso de asimilación como asimismo su
participación en las Sociedades de Socorros Mutuos.
Resultan trascendentales las entrevistas a descendientes de inmigrantes italianos de
fines del siglo XIX, destacados por su actividad laboral dentro de la sociedad de Maipú. Para
ello se entrevistó a descendientes de italianos en tercera o cuarta generación, con una memoria
transmitida, los que fueron seleccionados e inducidos a reflejar las vivencias de sus
27
antepasados, teniendo en cuenta las características y la actividad del primer inmigrante, y la
sucesión de sus particulares elecciones laborales.
También fueron consultados los Registros de Casamientos y Bautismos Parroquiales
de la Parroquia Nuestra Señora del Rosario en Maipú, período 1878 a 1889.
Toda la documentación consultada resultaría pertinente para desarrollar un estudio
de la colectividad italiana en Maipú, que no solo abarca la llegada de inmigrantes, sino
también la influencia cultural, social, y económica a medida que se produzca la aparición de
nuevos aportes y fuentes; como el universo de prácticas y relaciones que rodearon a estos
hombres y mujeres en el contexto regional.
28
6
MOVIMIENTO INMIGRATORIO EN ARGENTINA
29
conformaron la recepción del proceso inmigratorio, junto al movimiento social derivado el
cual es mucho más vasto e ininteligible que lo apreciado a simple vista.
Argentina era un país de puertas abiertas, demográficamente urgido de ello, con una
constitución que amparaba al inmigrante y gobiernos que fomentaron la llegada.
Retomando lo histórico, es necesario apreciar el contexto del último cuarto del siglo
XIX, y el factor económico que significó la aparición y desarrollo del ferrocarril, junto a su
conexión con los centros urbanos de Buenos Aires, Mar del Plata, Tandil, destacados
económicamente como polos de desarrollo.
Para el contexto de fines del siglo XIX, se consideraban inmigrantes a los europeos
más o menos pobres, campesinos, artesanos o trabajadores en oficios, y practicantes de las
llamadas profesiones liberales, varones, mayoritariamente analfabetos, que llegaban a
“hacerse la América”, según su mirada, y para poblar la inmensidad del territorio argentino,
según los dirigentes políticos, con una capacidad de trabajo, que se consideraba virtuosamente
como un valor económico. Además, llegaban mayoritariamente con la intención de instalarse.
Así la República Argentina consideraba inmigrantes a los llegados en segunda
clase, europeo trabajador en una caracterización rústica, mientras en el caso italiano se
consideraba emigrantes sólo a los que viajasen en tercera clase a largas distancias.
La migración en cualquier contexto, se aplica a trabajadores libres, engañados en
algunas oportunidades, obligados por las circunstancias de vida en otras, pero siempre
efectuado voluntariamente. Interesa recalcar como la categoría inmigrante es ambigua, como
cambia su estructura a lo largo de la vida de las personas y de sus descendientes.
La inmigración en la Nación Argentina plasma un carácter civilizado, que se le
atribuye a la Constitución de 1853 y a las Leyes de Inmigración y Colonización de 1876. En
esta definición constitucional, inmigrante era el europeo, especificado en el art N° 12:
“Reputase inmigrante para los efectos de esta ley, a todo extranjero que llegase a la
República, para establecerse en ella, en buques de vapor o vela, en segunda o tercera
categoría”
30
parte, en el Art N° 18, aclaraba que los buques de inmigrantes eran aquellos que “llegaban de
los puertos de Europa o de los situados Cabo Afuera”.
La ley también señalaba que se identificaba como inmigrante a “a aquel que llegase
en segunda y tercera clase, a los menores de 60 años (con edad laboral) libres de defectos
físicos o enfermedades, que los hagan inútiles para el trabajo”. La definición de inmigración
según la ley, comprendía a toda persona que laboralmente se desempeñara como jornalero,
artesano, industrial, agricultor o profesor, ampliando el marco a profesiones y viajantes de 2°
clase.
De acuerdo a las percepciones de los analistas contemporáneos del siglo XIX, la
política inclusiva argentina consideraba a estos inmigrantes algo más que duros trabajadores
manuales calificados o no calificados. La Constitución Argentina alberdiana promovía la
inmigración europea y estimulaba a los “extranjeros que traigan por objeto labrar la tierra,
mejorar las industrias e introducir y enseñar las ciencias y las artes”.
Es difícil separar a los inmigrantes pobres de aquellos comerciantes, profesionales
técnicos o pequeños empresarios, esa pequeña burguesía urbana, que también llegaba con el
objetivo de “hacerse la América”.
Jurídicamente, el inmigrante es un extranjero, y lo aplica la Constitución en el Art
25, utilizando como sinónimos “inmigrantes y extranjeros”, y en el Art N° 20, se refiere a los
derechos civiles indicando que “los extranjeros gozan de todos los derechos civiles del
ciudadano”. La abundancia de mano de obra inmigrante proporcionó dentro de la dirigencia
argentina, la opción de elegir acerca de quiénes eran los inmigrantes deseables, Armus nos
plantea como los napolitanos, sicilianos o calabreses fueron aceptados como un dato más de la
inmigración masiva, recibidos con algo de resignación o hasta en algún caso extremo
estigmatizados como extranjeros indeseables. En estas dos últimas perspectivas los italianos
del sur compartieron con otros grupos étnicos los coletazos del fantasma racial. (Armus en
Devoto- Rosoli, 2000: 96)
El rumor de que en el sudeste de la Provincia de Buenos Aires había posibilidades
de trabajo fue uno de los elementos de comunicación que posibilitaron el traslado de italianos.
El conjunto social italiano se intentó resguardar a sí mismo mediante las relaciones de
parentesco, amistad y vecindad, unido al conocimiento de habilidades necesarias para la
subsistencia facilitando su inserción laboral y social en una nueva sociedad urbana.
31
Los inmigrantes, hombres y mujeres, fueron ingresando y configurando la nueva
sociedad maipuense, marcada por una fuerte movilidad social y espacial en el sudeste
bonaerense. Muchos de esos individuos se adaptaron al nuevo escenario, algunos llegaron a
ser importantes comerciantes, empresarios e industriales; otros se convirtieron en trabajadores
de oficios, obreros, empleados y profesionales, insertándose en un circuito económico,
político y cultural, dejando una marca indeleble en la historia de Maipú.
A partir de 1880, el panorama social se enriqueció y complejizó como consecuencia
de la llegada de miles de inmigrantes de origen europeo interesadas en sumarse a un mercado
de trabajo en expansión. Paralelamente el Estado y las asociaciones privadas invirtieron en
obras de infraestructura que además de ocupar la mano de obra extranjera, lograron que esos
pueblos se modificaran creciendo hasta transformarse en ciudades.
“Así los paisajes sociales cambiaron al ritmo de los paisajes urbanos, que
generaron posibilidades de trabajo, afianzando expectativas de mejoramiento económico que
los impulsó a migrar” (Pastoriza-Bartolucci, et al, 2006: 25).
Una visión que indudablemente se aplica a un contexto que no se daba en el siglo
XIX.
32
7
POBLAMIENTO DE MONSALVO-MAIPU
Estas tierras fueron pobladas en las primeras décadas del siglo XIX,
fundamentalmente con la llegada de Francisco Ramos Mexía, hacia 1815, y la posterior
fundación de su establecimiento ganadero: Miraflores, campo adquirido a las autoridades de
la Provincia de Buenos Aires, y por otro lado a las tribus pampas, que rodeaban el lugar
elegido, generando una extensión de 250.000 hectáreas. En 1820 Miraflores, fue elegida como
sede de la reunión de los caciques indígenas que habitaban desde las sierras de Tandil, hasta la
zona de Dolores, donde se firmó la Paz de Miraflores, que el gobierno de Martín Rodríguez
no acató, generando los malones posteriores, y la destrucción de Dolores.
Con la puesta en marcha del Movimiento de los Libres del Sur en 1839, los
estancieros de la zona fueron castigados por su intervención y confiscadas sus propiedades,
entre las que se incluían descendientes de Francisco Ramos Mexía: su esposa e hijos. Al
restituirse definitivamente esta propiedad, continúa el poblamiento del llamado Partido de
Monsalvo, entre los que se destacan italianos, que en forma individual o con estructura
familiar se instalaron con diversas actividades y un grado de propiedad de la tierra casi nulo.
La estructura demográfica argentina en el siglo XIX, fue influenciada por el peso
inmigratorio, que actuó sobre el crecimiento poblacional nativo. Para ello debemos
contemplar el panorama argentino del siglo XIX, con las guerras civiles, amén de la
mortalidad importante observada en todo el territorio argentino. La inmigración en territorio
bonaerense no fue tan intensa como en el litoral rioplatense. Aquí el tema demográfico es
enfocado desde una visualización regional: partido de Monsalvo –Maipú, en el sudeste
bonaerense, ubicado en una encrucijada de caminos, hacia Mar del Plata y a Balcarce por
tierra, y por otro lado es el nacimiento de la estructura ferroviaria, orientada hacia Mar del
Plata por un lado y hacia Tandil por otro.
Volviendo a las rutas terrestres, las diferentes poblaciones en esta oportunidad se
distribuyeron siguiendo los caminos o senderos ya utilizados desde el siglo XVIII, y en la
proximidad de los cursos de agua y lagunas. (Annessi-Fantini, 2010: 17). Estos caminos
atravesaban hacia 1878; fecha de establecimiento como cabecera del Partido de Maipú; a la
región provenientes desde Dolores, Velázquez (Gral. Guido), jalonando con postas y
33
pulperías el recorrido hacia Balcarce. Otro camino cruzaba el partido y enlazaba con un
recorrido que se prolongaba hacia Mar del Plata, mientras un tercer camino circundaba el
partido hasta llegar al puerto de Ajó, por la zona de Tuyú. (Gral. Madariaga). Cuando el
ferrocarril llega en 1880 a Maipú, esta localidad pasa a ser un punto de referencia laboral y
lanzamiento hacia otros destinos, como Mar del Plata, Ayacucho, Tandil y también destino de
los inmigrantes de diferentes orígenes, convirtiendo a los italianos en protagonistas del
poblamiento.
El peso inmigratorio, no desplaza poblaciones instaladas, sino que la incorporación
de grupos tan numerosos altera en gran medida las características sociales, culturales y
laborales de la región.
Los primeros números de este proceso son perceptibles en los Censos Nacionales de
1869 y Provincial de 1881. Al producirse el Segundo Censo Nacional en 1895, el proceso se
completa, pero la inmigración se renueva, fundamentalmente por el producto de una fuerte
movilidad hacia otros destinos y vuelta de los que habían probado suerte en otros ámbitos de
la región y continuarán llegando masivamente por otros 20 años, reforzando un perfil social,
que, con el inicio del siglo XX, adquiere rasgos esenciales.
El número de inmigrantes se pudo aquilatar a partir del año 1869, aun cuando estos
se manifestaban desde la organización política del país cuando esta región se denominaba
Monsalvo y sus cifras manifestaban poblamiento de españoles y franceses en primer lugar e
italianos y una segunda inmigración de españoles más adelante.
Así para 1869, el peso de los inmigrantes variados e italianos ocupa un lugar
mínimo, como se observa en el cuadro:
Cuadro N° 1: Valoración Migratoria según Censo Nacional de 1869
Var. Muj. Total % del Total % de Varones
Argentinos 2011 20111362 1362 3373 3373 88,5388,53 59,6259,62
Españoles 115 23 138 31,58 83,33
Franceses 88 23 111 25,4 79,28
Italianos 43 8 51 1,34 84,31
34
“Se reflejan en el cuadro, los valores de inmigración, sobresaliendo los masculinos,
en todas las etnias, incluso la italiana. Para este año, el partido de Monsalvo contaba con
3810 habitantes, incluyendo otras etnias, dispersos en su gran mayoría por su espacio rural,
y en esta población se manifestaba el número de la inmigración transoceánica, involucrando
un 11,47 % del total de la población, teniendo en cuenta el valor cronológico de estas cifras,
al que faltaría incluir otros inmigrantes”. (Annessi y Demirta, 2013:23)
El perfil de los inmigrantes llegados antes de 1869 a Monsalvo, eran varones en
edades de 21 a 40 y mujeres de 21 a 30 años. El índice de masculinidad era de 162,76 varones
por cada 100 mujeres. Con respecto a la edad, el 43,91 % tenía menos de 15 años, mientras el
0,52% superaba los 70 años, con una gran proporción de población en edad activa, sobresale
el elemento masculino como personal laborable, si tenemos en cuenta que en el Censo se
consideraba a hombres con una edad de 12 en adelante con aptitudes laborales. La mujer
tenía números entre la inmigración muy acotados, no resultando tanta la diferencia entre
argentinos.
El Censo Provincial de 1881, realizado el 9 de octubre, fue encomendado por el
Gobernador de la Provincia de Buenos Aires, Dr. Dardo Rocha, indagándose por él mismo
actividades agropecuarias, industriales y comerciales, además de las demográficas, junto a los
datos de: sexo, edad, nivel de instrucción, alfabetismo, lugar de nacimiento, lugar de
residencia (urbano-rural).
Los datos del Censo Provincial de 1881 en Maipú se reflejan en el presente cuadro:
Cuadro N° 2
Valoración Migratoria Censo Provincial 1881
Origen Sexo Total % del Total % de Varones
Var. Muj. Total % del total % Varones
Argentinos 2067 1689 3756 3756 74,76 55,03
Españoles 389 117 506 10,07 76,88
Franceses 209 77 286 22,56 73,08
Italianos 269 64 333 6,63 80.78
Totales 3039
2934 1985
1947 5024
4881
35
La distribución por sexo y por edades resulta poco equilibrado. Mientras el índice de
masculinidad entre los argentinos observa escasas diferencias, los franceses y españoles
disminuyen entre uno y otro censo, al igual que los italianos que mantienen un índice superior
al 80 %.
Con respecto a la instrucción este censo establece que los argentinos se consideran
instruidos en un 28,4 %, los extranjeros duplicaban esta cifra alcanzando la cifra de
61 %, manteniéndose esta diferencia sea ámbito rural o urbano.
Los extranjeros radicados en el ámbito urbano afirman que saben leer y escribir el
77,3 % y entre los argentinos eran el 49,4%. De los extranjeros localizados en el campo los
instruidos sumaban un 59,4 % y de los argentinos sólo el 27,5%.
Para el Segundo Censo Nacional de 1895, la población en Maipú era de 5437, y un
22,7% eran extranjeros, incrementándose el peso de los europeos en este porcentaje, con un
perfil masculino, aunque menor que en censos anteriores.
Para este censo por primera vez los italianos se convierten en la primera colectividad
extranjera, desplazando a los españoles al segundo lugar, y continuando los franceses en el
tercer lugar.
En este censo, a las consideradas en el de 1869, se incorporaron condiciones de
propiedad, religión, origen étnico y número de hijos según el matrimonio, como así también
el número de años de matrimonio.
En este último censo de 1895 predominan entre los extranjeros, los hombres en
edad activa, difiriendo de los porcentajes entre los argentinos.
En el siguiente cuadro, se reflejan las cifras que ofrece el Censo Nacional de 1895:
Cuadro N° 3
Valoración Migratoria según Censo de 1895
Origen Sexo Total % Total % Varones
Var. Muj.Totales % del Total % Varones
Argentinos 2136 2097 4233 4233 77,8677,86 50,46
50,46
Españoles 300 142 442 442 8,13
8,13 67,87
67,87
Franceses 152 82 234 234 4,304,3 64,96
64,96
Italianos 304 143 447 447 8,22
8,22 68,01
68,01
36
“Los datos volcados precedentemente nos dan un predominio del inmigrante
masculino sobre el femenino, lo que nos muestra la tendencia del italiano a llegar solo. Se
observa una diferencia entre sexos más destacados en el primer y segundo Censo Nacional, y
más equilibrado en el tercero. En la mayoría de los casos eran los hombres los primeros que
migraban, siempre y cuando estuvieran en edad de trabajar.” (Ledesma, 2013: 110)
En todo el partido fueron mayoría los varones, profundizándose en el espacio rural.
Los españoles de acuerdo a los datos precedentes, se ubicaban en un 50% en la zona rural,
mientras los italianos ubicaban solo una cuarta parte de su población en el ámbito rural. Por
su parte los franceses se repartían por partes iguales campo y ciudad.
Por los datos censados, se puede apreciar que los italianos eran una colectividad,
que consideraba a esta zona un espacio atractivo para desenvolverse en ellos, ya sea por las
conexiones epistolares, ya por el conocimiento de las ofertas laborales que se presentaron
desde la llegada del ferrocarril y las conexiones que se derivaron del mismo.
Imagen 1: ubicación del Partido de Maipú
37
Encuentro Social Argentino Italiano
38
habilidad y del que obtiene satisfacción: en lo más inmediato reafirma la autoestima del
inmigrante al permitirle solventar sus gastos y reasumir una de las funciones de adultez,
después del período regresivo de la llegada”
“Por otra parte le hace sentir que tiene un sitio en la nueva sociedad. Finalmente
trabajar significa profundamente poner en juego la capacidad creativa, con contenidos
reparatorios para el propio “self” y los objetos abandonados o perdidos” (Mansione Isabel,
2009)
Un lugar de reunión para el italiano fuera de los eminentemente sociales: fondas,
restaurants, hoteles de paisanos eran las instituciones sociales. En nuestro país sobresalen por
su acción de protección social comunitaria o de sociedad mutual, integrada con la doble
finalidad de sostenerse colectivamente, satisfaciendo necesidades sociales, económicas,
educativas, de salud y sobre todo culturales, que fueron desarrollándose desde 1876 en
adelante. En el encuentro de dos sociedades, según visualizamos anteriormente, en los
Censos Nacionales de 1869 y 1895, además del Provincial de 1881, notamos en los valores
demográficos, que la distribución por sexo y por edades resulta poco equitativo, mientras el
índice de masculinidad entre los argentinos es casi neutro, los franceses y españoles lo
muestran disminuido entre uno y otro censo, mientras los italianos mantienen un índice
superior al 80 %.
Si observamos, la conformación de las familias a partir de los estados civiles entre
argentinos, la proporción de solteros es mayor que la de casados, teniendo en cuenta que se ha
trabajado sobre una población masculina mayor de 15 años, tanto entre varones como entre
mujeres.
Esto no es obstáculo para conformar una imagen: parejas en concubinatos esperando
la oportunidad para efectuar el casamiento, que en muchos casos se unificaba con el bautismo
de los hijos, especialmente si tenemos en cuenta las distancias rurales, los medios de
transporte y las demandas laborales. Particularmente no resultan cifras tan contundentes entre
los italianos, la población inmigratoria a estudiar específicamente en Maipú
39
8
EL TRABAJO ITALIANO REFLEJADO EN EL CENSO DE 1869
Las condiciones laborales estaban dadas por explotación ganadera: bovina, ovina y
equina, con escasa agricultura, y huertas dentro de los cascos de las estancias, ya que no se
ubican en la fecha cascos urbanos. Las actividades que los italianos desarrollaron, tienen que
ver con esas condiciones, relevándose 35 trabajadores sobre 51 habitantes, los restantes eran
menores que no participaban todavía del mercado laboral específicamente rural. Los
italianos, en número de 51, 43 varones y 8 mujeres representaban un 11,67% del total de
40
extranjeros, con una edad laboralmente activa, ya que el promedio de edad era de 28 años,
ubicados un 55% en el cuartel denominado Monsalvo, un 35 % en el cuartel N ° 9 y el 7,5 %
en el cuartel N° 1.
Los italianos en 1869 sabían leer y escribir en un porcentaje de 44%. Los
matrimonios conformados por italianos, incluían italianas, conformando parejas con
integrantes de otras nacionalidades de inmigrantes, con hijos argentinos, dándose casos de
italianos con esposas argentina, que al año del censo ya tienen hijos argentinos.
Laboralmente los italianos se identificaron con las actividades rurales como peones, puesteros
de hacienda ovina y como medianeros. (trabajando a medias hacienda ovina o bovina). Solo
cuatro italianos según el Censo gestaron actividades comerciales.
Es importante recalcar la trayectoria laboral que se desarrollaba en el ámbito rural
como era el de las estancias, nada estático. Por ejemplo, la labor desempeñada por los peones
se basaba en lo reglamentado por el Código Rural de 1894, que exigía que todo peón o
empleado de campo sea conchabado por contrato escrito en el Registro de Conchabos. Los
peones dirigidos por un mayordomo pueden ser “peones de a pie”, “de campo a caballo” y
“sin caballo” (Reguera, 1991: 114), que se contrataban estacionalmente para trabajos
agrícolas o ganaderos y/ u ocasionalmente para algún tipo de trabajo en especial. Esto califica
a los trabajadores en permanentes y temporarios u ocasionales. El Art. 223 del código Rural
señala que el peón es destinado a desempeñar indistintamente todos los trabajos generados
que la naturaleza del establecimiento exija y puede ser: por día, quincena, meses y /o años.
La definición que proporcionan los censos de 1881 y 1895 es más simple: “personal
de fatiga que no tiene trabajo fijo”. El peón debe entender de todo un poco. Así los hombres
deben adecuarse a las demandas que exige la productividad del establecimiento. Los
quinteros, como otras de las actividades aceptadas por el italiano, se contratan para trabajos de
forestación como para el trabajo específico de cultivar verduras y legumbres. Así el trabajador
asalariado entra y sale libremente del mercado de trabajo cada vez que lo exigen sus
necesidades. El camino laboral que suelen efectuar los inmigrantes, consiste en comenzar a
trabajar como empleados, aprendices o peones en la casa de negocio, taller o estancia de algún
integrante de la colectividad.
Para iniciar el desarrollo de un oficio, fue necesario el aporte de conocimientos
propios, adquiridos en el núcleo familiar, en su Italia natal, un capital inicial y en muchas
41
oportunidades como reflejan historias locales, la venida con las herramientas necesarias o
básicas, continuando de esta manera la trayectoria familiar.
Las condiciones económicas creadas por el desarrollo de una economía capitalista
en Italia, llevó a los primeros afectados por esa coyuntura a emigrar a regiones donde esa
industrialización aún no había llegado. Especialmente donde las condiciones económicas del
entorno, y el espacio, se prestaron para que el italiano comenzara su establecimiento tanto en
el ámbito rural como el urbano.
La posibilidad de acceder a la vivienda y al trabajo en Maipú comenzó con la
organización de la localidad, conformando en sus albores la primera Asociación Italiana, que
integraba a italianos septentrionales y a meridionales, con sus particularidades socio-
económicas. La vivienda en Maipú para el italiano se distribuyó desde las casas de
inquilinatos o pequeños locales donde desarrollaron oficios como sastres, zapateros,
cigarreros. En las afueras de Maipú, sobre terrenos fértiles en las inmediaciones de una
laguna, se afincaron en chacras o quintas, italianos con origen diverso: Lombardía o de la
Basilicata, desempeñándose según el Censo como labradores, peones y albañiles.
Constituyeron, junto a los constructores, un elemento laboral que aportó a la heterogeneidad
que brindaban las demás etnias inmigrantes una ventaja substancial por el número de sus
integrantes.
Desde lo enunciado constitucionalmente, la Ley de Inmigración, favorecía desde lo
civil y político a los inmigrantes, por sobre la realidad del argentino. El italiano ingresaba al
territorio argentino luego de una sucesión de guerras y conflictos políticos de conformación
del Estado, buscando paz y encauzar su vida. El argentino, desde 1874, había visto sacudido
el partido de Monsalvo por las aventuras de Mitre contra el gobierno nacional. Los años
siguientes fueron de reorganización económica, especialmente en estos campos de Monsalvo-
Maipú, que sufrieron la confiscación y levas, derivados de la incursión militar mitrista
(caballos y hombres).
Estas circunstancias conformaron un espacio, que, junto a la aparición del
ferrocarril, se transformó en el tiempo de llegada del italiano. Esta llegada que como se
mencionara, involucra al italiano septentrional y meridional, incorporándose, cercano al
Censo de 1895, un número apreciable de italianos del centro de la península italiana.
42
El censo de 1895, nos señala que, sobre una población de 5437 habitantes, un
8,22% de sus habitantes eran italiano, cuyos hijos ya conforman la matrícula de las primeras
escuelas de Maipú, siendo para entonces la inmigración europea más numerosa.
Entre las posibilidades laborales que se ofrecían tanto a argentinos como a
inmigrantes figuraban las opciones más requeridas: peones o jornaleros.
¿Era mejor ser peón con la idea de trabajo permanente que ello acarreaba?,¿o acaso
mostrarse como jornalero, con una paga diaria más alta, pero la incertidumbre de desempeñar
una labor todos los días? Con la posibilidad, en una coyuntura de altos salarios, de ser
jornalero, era una mejor posibilidad de progreso y además de variar las actividades en un
ámbito de libertad de elección.
“Si bien el jornalero trabaja salteado, cuando surge una tarea, esa libertad le
permite tomar un abanico mayor de oportunidades privativas para el peón. Por último,
podemos decir que el jornalero suele ocultar la destreza o el conocimiento en algún trabajo
que por ello mismo se convierte en digno y rentable” (Irianni, 2010: 153). Obreros urbanos,
trabajadores agrícolas y arrendatarios campesinos, provistos casi totalmente por la
inmigración, configuraban un mercado único en la Argentina”. (Miguez ,1991; 105)
43
9
ESTRUCTURA SOCIAL Y OCUPACIONAL DE ARGENTINOS E
ITALIANOS. CENSO NACIONAL DE 1895
44
Cuadro N° 4: Alfabetización de la inmigración italiana
Con respecto a los peones y jornaleros rurales, su vida cotidiana era bastante dura,
tanto para argentinos como para italianos, pero con un salario elevado en relación a los
pagados en Italia. Una buena parte de los italianos orientaban su accionar hacia la Provincia
de Buenos Aires, trabajando como quinteros, arrendatarios, medianeros o jornaleros, o
alternando entre actividades rurales o urbanas, por ejemplo, oficios ambulantes. Los
comerciantes, profesionales pequeños y medianos arrendatarios, iban dando vida a esa clase
media rural, de origen inmigrante, siendo una nota distintiva de los pueblos y ciudades del
sudeste, como Maipú.
45
La vida cotidiana estaba signada por demandas no satisfechas: a la escasez de
ofertas educativas, de servicios sanitarios, se le sumaban positivamente la sociabilidad, dada
por fiestas de todo tipo, reuniones rurales (yerras, por ejemplo), ceremonias religiosas, y las
reuniones llevadas a cabo en los almacenes de ramos generales, y a fines del siglo en las
Instituciones Sociales. Si antes relativizamos la magnitud de una frase como venir “con una
mano atrás y otra delante”, ahora lo hacemos con “el trabajo de sol a sol, ahorrando hasta el
último centavo...” Si hubo una tarea que los hacedores de la revolución industrial debieron
emprender, no con poca resistencia, fue cierta tendencia a descansos durante la jornada, a la
dificultad de establecer días laborales de sol a sol, sin distracciones como cantar, comer algo a
mitad de mañana, echar una siesta para reponer fuerzas, etc. Muchos de los que huyeron de la
proletarización y esas maniobras (generalmente ejecutadas so pena de descuentos o multas)
que buscaban encerrarlos en talleres sin ventilación ni luz, sin encender la luz hasta llegar a
niveles de tantear los objetos, llegaron a nuestro puerto, preservando como tesoro en su bagaje
cultural, esas costumbres ancestrales de trabajo.
El trabajo para los italianos y el inmigrante en general, resultó un elemento
sustentador en la soledad, desde lo psicológico era un elemento que le permitía olvidar en
parte los sinsabores del desarraigo. Otro aspecto de la diversificación laboral italiana, la
brindaba la construcción de viviendas y edificios públicos, dominando ampliamente en este
aspecto, variando entre la industria (fábrica de alimentos como pastas secas, jabones), el
artesano y el comercio al menudeo o mayorista. Alimentos, zapatos, barberos y profesiones
dedicadas a servicios abarcaban el espectro laboral de los italianos, dominando sobre la
construcción, alimentación y metalurgia, en este último rubro como herreros y pequeñas
fundiciones.
Estableciendo una diferencia, el trabajador argentino destacó inicialmente en el
radio rural, con labores relacionadas con la ganadería vacuna y ovina, a la cual Maipú
destinaba gran parte de su territorio en su explotación, y estableció en el jornal diario su
metodología de pago, con períodos de quincenas.
46
En los análisis pertinentes, se agrupa la estructura ocupacional tomando en cuenta a
los argentinos e italianos mayores de 15 años, y de acuerdo a un nomenclador que contiene
actividades desarrolladas en el período del censo y en la región de Maipú, en ámbitos rurales
y urbanos según la división planteada por el Censo en cuarteles rurales y sectores urbanos,
poblados de acuerdo a las ventajas que produce la distribución de aguas y rutas comerciales.
47
Sobre un total de 266 argentinos y 14 italianos, se practica un primer análisis, donde
las actividades nos demuestran un grado de segmentación socio-ocupacional, que tienden a
vincular trabajo con el origen de la población. Encontramos disciplinas laborales, en las que
interviene mayoritariamente el argentino, sobre el italiano, ya que se involucra un espacio
rural, sin centro urbano, dónde sobresalen cascos de estancias.
Sobre la edad de los trabajadores italianos el Censo nos permite datos y promedio: Jornalero:
44 años; Criador: 36; Comerciante: 33; Carrero: 22; Quintero: 39; Dependiente: 35; Albañil:
43; Mercachifle: 37; Chacarero: 34. Se destacan en las plantas edilicias las construcciones de
barro, madera y chapa.
48
Este espacio rural sobresale por un casco de estancia importante, San Simón, que por
su dimensión hizo necesaria la instalación de escuela rural, dada la demanda de la población,
entre hijos de argentinos y los descendientes de la emigración europea.
De acuerdo al período (1895), y la región (espacio dedicado fundamentalmente a la
cría de ganado ovino, bovina y equino), resaltan además de las tareas remuneradas con jornal,
entre los argentinos, las ubicadas como criadores, pastores, cabañeros, hacendados, puesteros,
domadores, etc. Esta situación nos ubica en un sector como el rural donde sobresalen las
tareas de yerra, encierro de hacienda, atención de aguadas, y en otro sector laboral,
destacamos las tareas de mantenimiento de las viviendas.
El trabajador italiano lo hace en actividades de servicio u ocasionalmente como
comerciante y a tareas relacionadas con el labrado de la tierra y quinta de manutención. El
promedio de edad de los italianos se muestra así: Jornalero: 35; Criador: 41; Comerciante: 37;
Quintero: 29; Peón 40; Carretero: 50; Carpintero: 38; Albañil, 48; Labrador: 33.
49
En el Cuartel N° 5, ya se encuentra un pequeño Centro Urbano, en inmediaciones de
la Estación del Ferrocarril, junto al casco de la Estancia Las Armas, además de ubicarse el
empalme de los caminos hacia Balcarce, provenientes de Dolores y de Maipú.
Las actividades desarrolladas en este cuartel muestran un número importante de
jornaleros como de criadores de hacienda ovina. En menor medida los italianos desarrollan
actividades como comerciantes, prestadores de servicios, y de pescadores, originarios de la
región de la Liguria, que aprovecharon las numerosas lagunas de la zona. Se presenta en el
censo un propietario, lo cual significaba ser “rentista” (vivir de rentas). La edad de los
trabajadores italianos variaba según las actividades desempeñadas; el promedio establecido
según el Censo, nos dice lo siguiente:
Pescadores: 42 años de promedio; Agricultores: 27; Propietarios: 41; Albañil: 38;
Comerciante: 33 años; Criadores: 51 años, Jornaleros: 34; Carpintero: 45; Hacendado: 35;
Chacarero: 30. Las viviendas utilizadas por los trabajadores italianos eran viviendas de
madera y / o ranchos.
Cuadro N° 8: Estructura ocupacional de Varones Argentinos
e Italianos. Ámbito Urbano
Sector Urbano Sección Maipú Urbano
Trabajo Argentinos % total Italianos % total
Jornalero 59 37,3 15 9,6
Comercio 20 12,7 34 21,7
Carrero 10 6,3 6 3,8
Rentista 3 1,9 1 0,6
Empleado 11 7,0 1 0,6
Cochero 4 2,5 2 1,3
Emp.FC Sur 1 0,6 7 4,5
Escribano 1 0,6 ---- ----
Platero 1 0,6 ---- ----
Sacristán 1 0,6 ---- ----
Carnicero 2 1,3 4 2,5
Of.Policía 1 0,6 ---- ----
Policías 7 4,4 ---- ----
Carpintero 4 2,5 8 5,1
50
Telegrafista 3 1,9 ---- ----
Resero 2 1,3 ---- ----
Criador 4 2,5 ---- ----
Agrimensor 1 0,6 ---- ----
Agricultor 3 1,9 2 1,3
Industrial 1 0,6 ---- ----
Peón 5 3,2 7 4,5
Estudiante 1 0,6 ---- ----
Panadero 2 1,3 7 4,5
Sastre 1 0,6 8 5,1
Dependiente 1 0,6 ---- ----
Maestro 2 1,3 ---- ----
Albañil ---- ---- 12 7,6
Labrador ---- ---- 1 0,6
Médico ---- ---- 1 0,6
Aparador ---- ---- 1 0,6
Pintor 1 0,6 4 2,5
Barbero ---- ---- 2 1,3
Quintero ---- ---- 1 0,6
Peón FC Sur ---- ---- 3 1,9
Cocinero ---- ---- 4 2,5
Guarda hilos ---- ---- 1 0,6
Emp.Comer. ---- ---- 2 1,3
Herrero 2 1,3 4 2,5
Talabartero ---- ---- 2 1,3
Verdulero ---- ---- 1 0,6
Zapatero 3 1,9 8 5,1
Relojero ---- ---- 2 1,3
Músico ---- ---- 1 0,6
Hojalatero ---- ---- 1 0,6
Confitero ---- ---- 1 0,6
Lavandero ---- ---- 1 0,6
Acopiador ---- ---- 1 0,6
Mercachifle ---- ---- 1 0,6
51
Acarreador 1 0,6 ---- ----
Totales 158 100,0 157 100,0
Fuente: Censo Nacional de 1895. Elaboración Propia.
El cuadro N° 8 nos da una imagen de una estructura urbana y suburbana de Maipú, con la
presencia de Oficina de Correo y Estación de Ferrocarril, presentando italianos cumpliendo y
desarrollando tareas en servicios y oficios como zapateros y sastres, junto a albañiles y
constructores. Según el Censo, se registran en este ámbito construcciones con techos de tejas
aunque se mantiene una estructura de ranchos y viviendas de chapas y maderas.
La edad promedio de los trabajadores italianos nos permite esta lectura:
Jornaleros: 37años; Comerciantes: 37; Albañiles: 40; Zapatero: 42; Peluquero: 27,
Sastre: 27, agricultores: 49; Cocinero: 38, Constructor: 42, Pintor 55; Labradores: 47. Los
oficios con personal más joven son: sastres y peluqueros, mientras los labradores y
agricultores tenían el mayor promedio de edad, con las características de un trabajo con
condiciones y exigencias climáticas que lo hacían más duro. Los empleos públicos tenían a
los argentinos como protagonistas, por ejemplo, Empleados del Correo y del Ferrocarril Sur.
52
Cuadro Censal N° 5
Cuadro N°Estructura Ocupacional
9: Estructura de Varones
Ocupacional Argentinos eeItalianos,
de Argentinos Italianos. Sección 5 Urbana
Sector Urbano: Sección 5 Urbana
Trabajo Argentinos % del total Italianos % del Total
Jornalero 31 49,2 9 17,3
Comercio 10 15,9 11 21,2
Cochero 3 4,8 ---- ----
Telegrafista 1 1,6 ---- ----
Emp.Correo 1 1,6 ---- ----
Albañil 2 3,2 8 15,4
Cazador 1 1,6 ---- ----
Curandero 1 1,6 ---- ----
Hacendado 1 1,6 ---- ----
Propietario 1 1,6 ---- ----
Criador 2 3,2 ---- ----
Sepulturero 1 1,6 ---- ----
Zapatero 1 1,6 7 13,5
Dependiente 2 3,2 ---- ----
Barbero-Pel 2 3,2 1 1,9
Emp.FC Sur 2 3,2 ---- ----
Sastre ---- ---- 2 3,8
Agricultor ---- ---- 4 7,7
Cocinero ---- ---- 2 3,8
Constructor ---- ---- 1 1,9
Pintor ---- ---- 1 1,9
Labrador ---- ---- 6 11,5
Procurador 1 1,6 ---- ----
Totales 63 100,0 52 100,0
Fuente: Censo Nacional de 1895. Elaboración Propia.
53
Quintero: 60; Peón FC.: 39; Guarda hilos: 45; Cocinero: 44; Emp.Comercio:24 ; Herrero: 48;
Talabartero: 24; Verdulero: 40; Zapatero: 41; Relojero:36;Músico:39; Hojalatero:
26;Confitero: 60; Lavandero: 55; Acopiador: 43. Aunque no existe una relación directa entre
peones, jornaleros y analfabetos, sí existe una tendencia a que en aquellas tareas, se
desempeñaran personas sin formación específica u oficios generalmente originarias de
sectores social y geográficamente marginales.
La distribución laboral de los italianos, se encuentra limitada a los oficios, y a una
porción de trabajadores en el sector suburbano con quintas y pequeñas explotaciones para el
servicio de casas y comercios, es el único sector urbano donde la paridad de trabajadores
argentinos e italianos numéricamente, se presenta como novedad.
La edad promedio de los trabajadores italianos se presenta con las cifras:
Jornaleros: 35 años; Peón: 31; Carpintero: 40; Comercio: 41; Zapatero: 38; Agricultor: 52;
Carrero: 35; Mercachifle: 43; Peluquero: 38; Rentista: 60; Empleado FC. Sur: 26; Albañil: 38;
Talabartero: 27; Sastre: 32; Panadero: 27; Herrero: 44.
Cuadro
Cuadro N° 10: Estructura Censal N° 6 de Mujeres Argentinas e Italianas, Sector Rural
Ocupacional
Estructura Ocupacional de Mujeres Argentinas e Italianas, según
Censo Nacional de 1895
Sector Rural: Cuartes 1 °, 2°, 3°, 4°, 5° , 6° y San Simón
Trabajo Argentinas % del Total Italianas % del Total
Jornaleras 26 19,7 ---- ----
Cocinera 4 3,0 ---- ----
Planchadora 4 3,0 ---- ----
Panadera 1 0,8 ---- ----
Agricultor 3 2,3 ---- ----
Sirvienta 4 3,0 ---- ----
Lab. De Hogar 3 2,3 ---- ----
Costurera 8 6,1 1 33,3
Lavandera 52 39,4 ---- ----
Rentista 2 1,5 1 33,3
Criadora 21 15,9 1 33,3
Empleadas 2 1,5 ---- ----
Maestra 1 0,8 ---- ----
Mucama 2 1,5 ---- ----
Totales 132 100,0 3 100,0
54
Encontramos un porcentaje mínimo de mujeres italianas, en relación a las
argentinas, en este espacio rural, la mayor parte del Partido. Es llamativo el caso de las
argentinas criadoras, una mayoría viuda, asimismo con el caso de la criadora italiana.
Es necesario aclarar que el término Labores de Hogar figura como actividad laboral,
en todos los casos forman parte de matrimonios. En cuanto a los promedios de edad de las
italianas se registran: Costurera: 22; Propietaria:
Cuadro Censal N°40;7 y Criadora: 39.
Estructura Ocupacional de Mujeres Argentinas e Italianas, según
Cuadro N° 11: Estructura Ocupacional
Censo Nacional de 1895 de Mujeres Argentinas
e Italianas.Sector
Sector Urbano. Urbano
Trabajo Argentinas % del Total Italianas % del Total
Jornaleras 5 2,9 ---- ----
Cocineras 5 2,9 ---- ----
Planchadora 10 5,7 ---- ----
Modista 6 3,4 1 3,4
Prostituta 7 4,0 ---- ----
Sirvienta 15 8,6 1 3,4
Lab. De Hogar 25 14,3 2 6,9
Costurera 33 18,9 ---- ----
Lavandera 40 22,9 13 44,8
Partera 1 0,6 ---- ----
Cigarrera 2 1,1 ---- ----
Peón 1 0,6 ---- ----
Limosnera 1 0,6 ---- ----
Maestra 4 2,3 ---- ----
Mucama 2 1,1 ---- ----
Comercio 2 1,1 6 20,7
Rentista 1 0,6 ---- ----
Institutriz 1 0,6 ---- ----
Agricultor ---- ---- 1 3,4
Ama de Casa 14 8,0 5 17,2
Totales 175 100,0 29 100,0
Fuente: Censo Nacional de 1895. Elaboración Propia.
55
Cuadro Censal N° 8
Estructura Ocupacional de Mujeres Argentinas e Italianas, Según
Censo Nacional
Cuadro N°12: Estructura Ocupacional de 1895
de Mujeres Argentinas e Italianas. Sección 5° Maipú
Sector Urbano: Sección 5 ° Maipú
Trabajo Argentinas % del Total Italianas % del Total
Rentista 1 1,7 ---- ----
Ama de Casa 2 3,4 ---- ----
Planchadora 3 5,2 2 25,0
Maestra 3 5,2 ---- ----
Jornalera 10 17,2 ---- ----
Sirvienta 15 25,9 1 12,5
Sastre ---- ---- 1 12,5
Costurera 2 3,4 1 12,5
Lavandera 21 36,2 3 37,5
Cigarrera 1 1,7 ---- ----
Totales 58 100,0 8 100,0
Fuente: Censo Nacional de 1895. Elaboración Propia.
El análisis de los datos permite ver que se destacan entre las trabajadoras italianas,
labores hacia fuera del hogar. Existe relación con las trabajadoras argentinas, por el mercado
de fuerte demanda masculina, en tareas de lavandería, costureras y servicio doméstico.
Sobresale entre las italianas la labor comercial, al igual que en el sector masculino.
Como presuponíamos, el promedio de edad de las italianas varía según la tarea:
Sirvienta: 25; Labores del Hogar: 45, Lavandera: 23; y Comercio: 33. Esto requiere una
explicación: hay ocupaciones laborales que demandaban cierto aprendizaje, por los
requerimientos de la clientela. Otros surgen por el conocimiento del espacio y de su gente, en
este aspecto es importante el paisano italiano. En otros casos la mujer habiendo criado a sus
hijos reanudaba sus actividades laborales. Es evidente la disparidad entre mujeres y varones
italianos aún en el radio urbano, sobresaliendo en actividades como lavandera por las
necesidades de la época y el alto porcentaje de varones que reclamaban esos servicios.
El promedio de edad de las italianas se registra: Modista: 38; Comercio: 41;
Lavandera: 23; Agricultora: 38; y Ama de Casa: 34. Las italianas que declaran como actividad
comercios o actividad en agricultura probablemente lo efectuarían con maridos o familiares.
La modista se incluía en una actividad informal en una actitud pre-capitalista, ya que se
desconocen tareas en talleres.
El análisis de los cuadros N° 11 y 12, nos adelantan una estructura laboral
ocupacional, con características distintas al masculino. No llama la atención que
observáramos tendencias con la misma orientación que las internacionales.
56
La labor femenina no
demuestra especialización, salvo si tomamos como tal los oficios domésticos que se extienden
fuera del hogar. Sí es llamativa la ocupación de mujeres como rentistas, hacendadas o
criadoras, lo que nos permite deducir la colaboración con sus maridos o en su defecto
incapacidad física de aquellos, o viudez. Es difícil confirmar la real situación de estas
mujeres, pero la situación familiar, vivir solas, sin parejas, y en otros casos complementando
los ingresos del marido, aprovechando la coyuntura del hombre solo que demandaba tareas de
lavado, cocina, arreglos de ropa y limpieza de habitaciones o ranchos. En las Libretas del
Censo se ubicaron dificultades, por la ausencia de labores en muchas declaraciones, lo cual no
señalaba impedimentos para realizar quehaceres hogareños.
El promedio de edad de las trabajadoras italianas se registra con las siguientes cifras:
Planchadora: 24; Sirvienta: 18; Sastre: 24; Costurera: 29; Lavandera: 30. Estas ocupaciones
57
demostraban una situación de colaboración con sus maridos, imposibilidad física de ellos o
viudez. Es difícil confirmar la real situación de estas mujeres, pero la situación familiar, vivir
solas, sin parejas y en otros casos complementando los ingresos del marido, aprovechando la
coyuntura del hombre solo que demandaba tareas de lavado, cocina, arreglos de ropa y
limpieza de habitaciones o ranchos.
58
10
VISION LABORAL DE LOS ITALIANOS EN EL PARTIDO DE MAIPÚ
En una mirada panorámica sobre el ambiente de Maipú, en 1895, los vecinos podrían
suponer que predominaban los jornaleros y comerciantes entre los italianos, sobre otras
ocupaciones que no eran tan numerosas. Así, pensando mayormente en una impresión
general, más que en los números estadísticos detallados, los vecinos observarían que
predominaba claramente lo anteriormente mencionado, en el ámbito rural. Los maipuenses
que desbordaran el núcleo urbano podían toparse con: 28 Jornaleros; 10 Criadores; 6
comerciantes; 2 Carreros; 2 Quinteros: 1 Dependiente o empleado; 3 Albañiles; 1
Mercachifle; 2 Chacareros; 1 Peón de Chacra; 2 Carpinteros ;4 Labradores o Agricultores; 1
Hacendado; 1 Propietario o Rentista. Un total de 64 trabajadores italianos con actividad
declarada.
En el ámbito urbano los varones italianos, presentaban los siguientes números,
algunos visibles para el vecindario, otros cambiantes frente a demandas rentables alternativas:
24 Jornaleros; 45 Comerciantes; 6 Carreros; 1 Quintero; 3 Dependientes; 20 Albañiles; 1
Mercachifle; 8 Carpinteros; 6 Labradores; 13 Agricultores; 1 Rentista; 15 Zapatero; 3
Peluqueros; 10 Sastres; 6 Cocineros; 1 Constructor; 5 Pintores; 2 Cocheros; 7 Empleados del
Ferrocarril Sur; 4 Carniceros; 7 Peones; 7 Panaderos; 1 Médico; 1 Aparador; 3 Peones del FC
Sur; 1 Guarda hilo; 4 Herreros; 2 Talabarteros; 1 Verdulero; 2 Relojeros; 1 Músico; 1
Hojalatero; 1 Confitero; 1 Lavandero; 1 Acopiador. Un total de 209 trabajadores con
actividad declarada.
La posición de las mujeres en el indefinido mercado laboral rural presenta las
siguientes cifras: 1Costurera; 1 Propietaria o rentista; 1 Criadora, un total de 3 trabajadoras.
En el ámbito urbano, las italianas se desempeñaban en un abanico más amplio de
posibilidades, observándose las siguientes cifras: 1 Costurera; 2 Sirvientas; 7 Amas de Casa o
Labores del Hogar; 16 Lavandera; 6 Comercio; 1 Modista; 1 Agricultor; 2 Planchadora; 1
Sastre. Un total de 37 trabajadoras, lo que debió ser claramente visible para los maipuenses y
otras etnias. Influye en el establecimiento de los inmigrantes, el reacomodamiento de la
59
estructura productiva bonaerense, debido a la organización política del Estado Nacional. Esta
estructura facilitó el ingreso y establecimiento de los italianos en el sudeste provincial, con la
consiguiente multiplicación de puestos de trabajo, no solo en el ámbito rural, como en el
urbano. La llegada del ferrocarril y la inversión de capitales en la zona, fueron impulsores
importantes. Al crecer la provincia, se multiplicaron las oportunidades laborales para una
gran diversidad de oficios, con los cuales también se cubría y ampliaba el mercado
consumidor.
A través de los datos brindados por la edad y la ocupación, se nos brinda un
panorama en los cuales los jornaleros tienen un promedio etario de 37 años, y los peones 36
años, en los ámbitos rural y urbano.
En el ámbito urbano los más jóvenes asistían a una demanda laboral favorecidos por
el llamado de un conocido o pariente cercano, con acceso al rentable pero incierto mundo de
los jornaleros, mientras los que reconocen una edad mayor, y con un capital adecuado,
ingresan o prueban su suerte en algunos de los oficios típicos del italiano, como carpinteros,
sastres o zapateros. Un jornalero atravesando la mitad de su vida, nos confirma que era una
ocupación rentable igual o mayor que la de peón. Con las cifras de los censos de 1869 y
1895, se presenta una variación de peones, transformados en jornaleros, debido a la
estacionalidad de los trabajos, en especial en el ámbito urbano. Volvemos a preguntarnos:
¿Era mejor ser peón, con la idea de trabajo permanente, que ello acarreaba?; o ¿acaso
mostrarse como jornalero, con una paga diaria más alta, pero la incertidumbre de laborar
todos los días? En una coyuntura de altos salarios, ser jornalero, era una posibilidad de
progreso, y además de variar las actividades en un ámbito de libertad de elección.
La construcción, con un crecimiento destacado por las demandas solicitaba
albañiles, carpinteros, constructores, etc. Hay oficios con los cuales los italianos se
introdujeron en el mundo laboral, como carreros, carreteros, mercachifles, los cuales le
permitían interrelacionarse socialmente. Era común en aquel Maipú, de 1895, visualizar al
italiano en los comercios al menudeo, restaurants, hoteles, casas de baile (seudo –prostíbulos),
como también despachos de bebidas, chacinados, pequeños almacenes con venta de productos
importados de Italia, lo que permite deducir la relación tan afectiva como comercial con su
tierra natal.
Los datos visualizados en cuanto al número de hombres en relación a las mujeres,
estimulaban en estas la aparición de labores como costureras, lavanderas, mucamas, etc.
60
El crecimiento demográfico del Maipú urbano, trajo también la aparición de
labradores, quinteros y peones, que alimentaban con verduras y productos de chacra frescos.
Algunos hoteles de Maipú, a cargo de italianos: Brunini, Nosotti, Cametti, observaban la
presencia de restaurantes, con lo cual alimentaban y hospedaban a los inmigrantes que
llegaban y solicitaban albergue hasta completar su instalación y desarrollo laboral. Al
desarrollo de hoteles, surgieron fondas que cumplieron el papel de aquellos, económicos y
sencillos, que brindaban comida, y una cama, estimulando la llegada y sociabilidad de los
italianos recién arribados, hasta lograr su inserción económica. Estos se titulaban con carteles
como La Fonda de Magdalena, La Fonda” Lombardía”, Fonda “Los Hermanos Unidos”, que
junto al Hotel “Italia” de Carlos Tiessi, actuaban como imanes para los inmigrantes,
convirtiéndose en centros de llegada y contacto para los inmigrantes que llegaban a este
pueblo.
Los 10 carpinteros,4 herreros, 23 albañiles, 15 zapateros y 11 sastres, nos señalan
las características de una inserción laboral, lógica de un espacio nuevo necesitado de oficios
para habitantes, que acercaba el ferrocarril y los transportes como galeras y carretas, que se
trasladaban por los caminos de tierra. Estos consumían alimentos, que permitió el trabajo de
panaderos, confiteros junto a trabajadores de la tierra, proveyendo animales de las quintas y
chacras instalados en las mejores tierras, sobre la laguna al S.O de Maipú. Quintas o chacras
seguramente enriquecidas con el aporte de semillas que proveían amigos distantes, vecinos
viajeros o migrantes recién arribados que venían de su Italia con semillas de plantas frutales, y
otros elementos con los que satisfacían el consumo.
61
11
EL SASTRE: UN TRABAJO ARTESANAL
La actividad laboral del sastre fue una de las manifestaciones de trabajo privativa de
los inmigrantes en este caso casi exclusiva de los italianos. No así los zapateros en la que
participaron inmigrantes de otras etnias. Igualmente se registran casos de zapateros italianos
con una edad de 12 a 15 años, lo que indicaba que venían de su tierra natal con una trayectoria
como aprendices, desde el seno familiar. Así lo manifestaron en Maipú, donde el padre
trabajaba con hermanos e hijos, atendiendo a la demanda. Esta razón provocó la elección de
esta familia en Maipú, por la memoria vigente en sus descendientes.
Es importante dentro de las vivencias de estos artesanos la jerarquización del
trabajo, ya que desde muy jóvenes comenzaban a desarrollar las etapas de aprendiz,
remendón, el que cosía los botones, planchadores y zapateros, sin especificar si era el artesano
y/o el propietario del taller/comercio.
Para el inmigrante italiano, el oficio artesanal o manufactura iba acompañado de una
ampliación del radio geográfico (ámbito de trabajo), de forma tal que cubría la demanda para
la prestación del trabajo. Ya que el número de vecinos aumentaba constantemente, la oferta de
oficios no cubría la demanda que provocaban la construcción de edificios y ampliaciones de
edificios. La práctica de determinados oficios artesanales que cubrieran necesidades básicas
también hizo posible la aparición en Maipú de oficios como zapateros, sastres, ladrilleros,
hojalateros, poceros en muchos casos, dada la amplitud del ámbito rural, el artesano se
transformaba en “errante”, o ambulante, agrarizando su oficio con un intercambio que pasaba
del metálico al “trueque”.
Entrados en el siglo XX, para la flamante clase media, el artesano significó un
hombre que se dedicó al comercio, para el obrero el artesano es el hombre que “tiene un
oficio”, o desde lo comercial la diferencia entre los que producen y los que venden;
corresponde a un sentimiento donde se establecen variantes. (Howshan, 2013: 93)
“Dedicarse al comercio” era aún contemplado con cierto desdén; “tener un oficio” o
“valerse por sí mismo” mantenía cierto sentimiento de orgullo.
El derecho a ser artesano se convirtió en un patrimonio familiar. Los hijos de
artesanos se convertían en artesanos, porque el trabajo significaba mayores probabilidades en
62
el mundo laboral y ellos no pretendían algo mejor para sus hijos. Existen preciados ejemplos
entre los italianos del viejo Maipú, delegando sus carreras en hijos, que desde muy jóvenes se
lanzaban de lleno a desarrollar su carrera artesanal como salida laboral e introducirse en la
sociedad de fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX.
En “Gente poco Corriente”, obra de E. Howshan, este historiador marca la
importancia ideológica de los pequeños artesanos, entre los inmigrantes del siglo XIX, que
con una mirada crítica no exenta de principios filosóficos, analizaba el presente de la sociedad
decimonónica.
Esa mirada crítica evaluaba el esfuerzo que demandaba una vida entre artesanos
como zapateros, sastres, hojalateros, relojeros, todos con una especificidad técnica, aprendida
desde la infancia en su tierra natal. Sus aportes técnicos les facilitaron el ingreso en el
mercado laboral, un reconocimiento que les permitió cierto ascenso social, convirtiéndose en
la puerta de entrada más segura a un mercado pre-capitalista, que les había impedido el
crecimiento en sus países de origen.
El sastre siempre fue un obrero calificado con buenas remuneraciones, pudiendo
trabajar en un taller o como en Maipú en sus casas de manera independiente.
Julio Latorraca, nieto de Doménico Latorraca, nos comentaba como su abuelo llegó a
especializarse con el cargo de maestro sastre.
Julio recuerda lo que expresara don Doménico: “Cuando terminé la escuela
(primaria), mi padre que era sastre me explicó: hijo, yo no puedo darte estudios, tienes que
aprender un oficio”, así comenzó como aprendiz.
“APRENDER UN OFICIO “, nos relata nuestro entrevistado” NO ERA
SINONIMO DE UNA VIDA FACIL O PLACENTERA.”
“-¡Este sí es un oficio ingrato, llevaba mucho tiempo aprender, tiene muchos
detalles!”
“-¡El trabajo es esclavista, no hay tiempo de visitar a los amigos, ni de conversar con
ellos y se trabajaba hasta el domingo para cumplir con el trabajo!”
“¡El trabajo se termina cuando el cliente lo necesita y sino no se cobra!, ¿sabe que se
trabajaba hasta 12 horas diarias?”
“¡Y que a pesar del mucho trabajo, pocos sastres lograron tener su casa, hacer
estudiar a sus hijos y vivir siempre con lo justo…”!
63
“Además los sastres conocidos en Maipú vivían situaciones parecidas. A medida que
el tiempo traía nuevos comercios, los sastres ingresaron en esas empresas como empleados,
con un horario más aliviado” (Fuente: Entrevista sostenida con Julio Latorraca, nieto de
Doménico).
Es importante reflexionar como lo que en Europa hubiera significado
proletarizarse, en América se convierte en empleado para usufructuar el tiempo de descanso
que brinda un horario acordado. Un análisis en primera instancia nos permitiría individualizar
las características laborales de estos artesanos, entre finales del siglo XIX y comienzos del
siglo XX: una labor ajena a las ventajas que obtendrían con sus protestas otros italianos en las
grandes ciudades. Un trabajo que coincidentemente los alejaba de la sociedad, a pesar de su
integración por medio de la lectura y el debate ideológico que caracterizaba a los sastres y
zapateros, en la visión de Howsbawm.
Pese a todo, una mirada estrictamente profesional nos lleva a definir al sastre como
el artesano especialista en confeccionar ropa masculina, labor bien remunerada, cuando eran
dueños del taller o empleados antiguos, debido a la moda de la época. Las costumbres
establecían entre los hombres de diversas clases sociales, el uso de traje y corbata con
diversidad de prendas: sacos, pantalones, chalecos y corbatas Asimismo existían jerarquías
entre los sastres.
Los de primera categoría eran los caracterizados por un,” buen corte” y la excelente
terminación. Los denominados “media medida”, confeccionaban ropa considerada
“standard”; por último, estaban aquellos que elaboraban todo tipo de ropa masculina.
Volviendo a la entrevista con Julio, este nos narra entrecortados episodios de su
abuelo sastre Doménico.
Don Doménico Latorraca trabajó desde su adolescencia como cadete en la tienda
“El Sol”, en calles Alsina y Madero. Decía Doménico; “que desde que llegó de Italia, trabajó
con su padre en la elaboración de trajes “encargados a medida”. “Los sastres más importantes
en el pueblo eran: Mónaco Fernando, Longo Cosme, y Napolitano Domingo”.
“Confeccionaban las tres prendas principales: saco, pantalón y chaleco, además de ropa de
trabajo para el peón y el jornalero”. Cada sastrería y sastre se especializaban en la confección
de cada una de las prendas.
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Julio menciona también lo contado por su abuelo, acerca de cómo se conformaba
el proceso de “confección”:
“Cada cliente asistía a la sastrería a tomarse las medidas en papel, se trazaba el
molde, luego sobre la tela, se cortaba, esta tarea solo la realizaba el “cortador”.
“Cada prenda era cosida por separado y la confección del saco al” saquero”,
general- mente un hombre, porque la plancha utilizada para planchar, se calentaba con
carbón, y pesaba hasta 7 kilos, no apto para mujeres.”
“Las mujeres, elaboraban los chalecos, debido a que era una prenda más liviana,
trabajo efectuado con gran dedicación y paciencia, muy meticulosas, con los ojales, armado
uno por uno y tejidos con un sedal grueso y trenzados paso a paso”
“Eran de 6 a 10 ojalillos según el modelo. La plancha para esta prenda era más
liviana, aunque se necesitaba buena vista y habilidad”
“El abuelo Doménico recordaba a doña Sabina Catania, que vivía en calle
Avellaneda, era chalequera, mientras que Ana y Luisa Guana eran pantaloneras, porque las
italianas eran muy buenas para la costura y el tejido”. “Los pantalones los confeccionaban
tanto hombres como mujeres”. “Había verdaderos especialistas que se dedicaban a cada
prenda, con todos los detalles por la demanda existente, aunque un buen sastre sabía hacer
de todo”.
65
números: 6,5 %, y en el urbano, un 7%. El porcentaje de trabajadores coincide con un
importante número de habitantes que consumen productos, servicios, conformando un
mercado interno con potencialidad laboral.
En diversos rubros como sastrerías, zapaterías, y comercios al menudeo, la
presencia italiana es significativa, como lo es en fondas, hoteles, y restaurants acaparando en
Maipú un alto nivel de presencia. Esta actitud comercial iba acompañada con el ingreso de
capitales en forma de centenares de pesos como pequeños ahorros, valiosos en todas las
etapas de esa naciente historia como nación.
Estas razones laborales afirmarían la presunción del asentamiento laboral, con la
inserción en múltiples tareas, en forma precaria o definitiva, produciendo asimismo una
dispersión geográfica en el sudeste bonaerense, que buscaron otras posibilidades.
La integración e inserción fue consecuencia de una decisión precedida en noches de
insomnio en su patria lejana, soñando con iniciar sus inquietudes en otros ámbitos. Se trata de
un esfuerzo buscando progresos materiales, o las posibilidades sociales de formar una familia
con un futuro intuido promisorio. Estos sueños no siempre confluyen en los resultados
ansiados desde la llegada a estas tierras.
La demanda de los productos del sudeste bonaerense, y por lógica la provisión de
trabajos con la capacidad de insertarse socialmente, hacían que el italiano imaginara
positivamente su futuro especialmente si su capacitación cultural, educativa y técnica
facilitaba su accionar. Un importante número de italianos pareciera haber informado de sus
mejoras económicas y calidad de vida, por el importante número de “paisanos” que siguió
fluyendo sobre estas tierras, continuando con su dispersión geográfica en el sudeste
bonaerense si las expectativas no los satisfacían.
La información positiva que llegaba a sus pueblos de origen se transformaría en
fuentes confiables, que impulsarían el viaje a lugares como Maipú. Para ello fue en auxilio del
italiano el número de familias y la relación con la sociedad original que conformaron en su
mayoría con hijos, lo que nos muestra un asentamiento a mediano plazo o definitivo, con la
posibilidad que daba un empleo permanente. Los casos aislados de emigrantes sin empleo
permiten deducir una inserción social sin inconvenientes.
El ritmo de desarrollo económico alcanzado por los italianos respondió a los rubros
elegidos. Por ejemplo, a largo plazo fueron los peones y jornaleros, ingresando en el mismo
avance los quinteros o peones de quinta, y los albañiles; e ingresando en un escalón más
66
cómodo los que atendían a servicios de demanda social como sastres, zapateros, y en el lugar
de mayor confort social, los constructores, comerciantes y los que desarrollaban industrias
como panificadoras, fábrica de pastas, jabones, etc. En este caso, el comercio se transformó
para el italiano en una vía importante para progresar en el ámbito urbano de Maipú,
caracterizados en general por ser modestos y en general al menudeo. Algunos comerciantes
adquirían un capital con el que llegaban a modificar su orientación laboral, para el cual
intervenía la mujer en tareas de servicios como lavadoras, costureras, planchadoras, etc.
jugando con una colaboración inestimable en el progreso familiar. Era previsible que un
italiano modificase sus inquietudes laborales ante una oportunidad más rentable, quizás
sorpresiva como el lugar abandonado por un familiar, por vejez o muerte, lo que no le daba
mayores alternativas.
¿Cómo imaginar la vida y el desempeño de un italiano, cuando los espacios en el
último cuarto del siglo XIX eran diferentes, y el ferrocarril como medio de comunicación
comenzaba a desarrollarse?
Trabajar como peón o jornalero tenía como contrapartida una retribución importante,
que le permitía un ahorro indispensable para los que retornarían a su patria, o enviase remesas
a sus familias no emigradas. Pero este no sería su único objetivo en la vida. Trabajaban,
pero eran personas con afectos, temores e ilusiones, acompañados de una incertidumbre sobre
el futuro de su instalación en este país. Cualquier situación impensada que se presentara: el
surgimiento de un afecto, el nacimiento de hijos, la aparición de sueldos beneficiosos,
convertían al sueño de volver en algo difícil de concretar. Este balance los inclinaba a
radicarse y aún más desde que el nacimiento de sus hijos los invitaba a crecer y desarrollarse
en una realidad cada día menos diferente a la de su Italia natal.
Poco a poco, estas razones inclinaron la decisión para su residencia permanente con
lo cual, se desarrolla una integración, que siguió diferentes comportamientos determinado por
las elecciones del inmigrante: afectos, participación en instituciones sociales, o su adaptación,
o mantenimiento del idioma.
Estas decisiones del inmigrante eligiendo su trabajo, sus afectos, las conductas con
sus “paisanos”, provenían de su carga cultural y de su familia de origen.
Pudo haber sido determinante en sus decisiones el ámbito de residencia: rural o
urbano, y la relación con otros inmigrantes y los argentinos. En oportunidades, la actitud
discriminatoria del argentino, debió influir en sus decisiones sociales, laborales y afectivas.
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Ejemplos de fobia hacia el italiano se dieron en la primera etapa especialmente con la
disparidad de habilidades en el ámbito rural (dominio de cabalgaduras o herramientas
utilizadas por el hombre de campo argentino) y en otros casos manifestada por la protección
de la ley hacia los emigrantes. Una de las actividades que facilitó la integración fue la laboral,
que permitió al italiano cohesionar en torno de sus actividades a sus connacionales e
integrantes de la sociedad maipuense, en torno a los servicios y actividades comerciales que
permitía desarrollarse, especialmente en el ámbito urbano.
Para los italianos la institucionalización de su comunidad, a partir de 1882, presentó
una imagen de asimilación de pasos lentos a la sociedad maipuense, a pesar de que no todos
los italianos participaban de su conformación. Esa diferencia cultural planteada en la
diversidad de sus miembros puede haber sido decisiva en la integración definitiva.
Indudablemente es muy difícil, en parte por la ausencia de documentación como
cartas personales o no quedar inscripto en una institución, aunque participaba, reconstruir
experiencias de integración de los italianos, dados la variedad cultural, y el origen de los
individuos participantes.
El período de inmigración, registrado entre los dos primeros censos nacionales, nos
muestra una variedad de regionalismos que, ante la primera generación nacida en este nuevo
lugar del sudeste bonaerense, se debilitó en su formación original, facilitando su asimilación e
integración social.
El ámbito receptor, el sudeste bonaerense, entre 1860 y 1900, debe haber
colaborado en buena medida a la integración de ese núcleo de inmigrantes, ya que una nación
joven, en formación de sus bases de identidad, necesitaba del esfuerzo de todos sus habitantes.
Los inmigrantes conformaron en esos pueblos nuevos, una participación solidaria, haciendo
un frente común, más espontaneo e intuitivo que organizado, ante las necesidades
elementales, con una idea de integración individual y grupal, junto a inmigrantes de otras
nacionalidades y argentinos.
Paisanos italianos
El resultado de la experiencia de la inmigración italiana, como del resto de las etnias
que emigraron a la Argentina, en su proceso de integración social es inevitable, aunque en el
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primer período de la misma se verifica un debilitamiento. En la segunda generación nacida en
el país, se produce una cobertura, donde los sentimientos italianos son empañados por los
resultados de la integración.
Analizando la homogeneidad de la comunidad italiana, nos hallamos con un conjunto
de actitudes individuales de sus miembros, reflejadas desde lo institucional en el registro de
sus actas, aunque podemos discernir que se presentaban las actitudes personales con diferente
intensidad, dividiendo a la sociedad, entre los que participaban en todas las actividades, hasta
los que no se asimilaban totalmente, motivados en sus bagajes culturales. Todas las relaciones
laborales y culturales italianas, no se reflejaban en lo institucional, pero la integración se
efectuó lentamente, desapercibida para algunos, pero manifiesta por actitudes reflejadas en
ceremonias como los matrimonios, bautismos, donde lo religioso, centraba el accionar social
de la comunidad. Este interrelacionarse y vincularse de italianos y argentinos, y también otras
nacionalidades, mediante lo laboral y social, fue un elemento integrador.
Desde lo cuantitativo podemos analizar las actividades laborales del italiano, los
casos de participación en ceremonias religiosas, pero es insuficiente para comprender el
proceso de integración a un ámbito como Maipú, que sí se manifestaba en el trabajo, el
comercio, las relaciones en los ámbitos institucionales que marcaban una participación del
italiano en sus diferentes estratos sociales.
Esa relación social del italiano también se manifestó en los contactos dados en las
fondas, los bares, hoteles, lugares de trabajo, o en la capilla, como en los préstamos y atención
médica que se gestionaban desde el ámbito de la Sociedad Italiana. Es un signo evidente de la
integración italiana, la participación en comisiones de educación, sanidad, instalación de
sistemas sanitarios y su participación política desde la conformación de Juntas Municipales,
en ocasiones sin connotación política partidaria, sí como vecino solidario.
Laboralmente tanto el artesano o práctico de oficio como el comerciante italiano,
aceleraron su integración en el intercambio diario con sus proveedores y clientes argentinos o
de otras nacionalidades: españoles y franceses, fundamentalmente en Maipú, con el diálogo e
intercambio social y económico, en el que el idioma por su adaptación jugaba un papel
trascendental.
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12
VISION LABORAL 1869-1895
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13
CARACTERISTICAS DE LA INTEGRACION SOCIAL DE
LA INMIGRACION ITALIANA
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Cuadro N° 16: Estado Civil de Trabajadores Argentinos e Italianos.
Totales ámbito rural
Argentinos e Italianos-Edad y Estado Civil. Maipú, 1895
Argentinos Solteros 478 solteros: 478 Italianos Solteros: 35
Argentinos Viudos: viudos: 19 Italianos Viudos: 3
Argentinos Casados: 177 Italianos Casados 38
Totales 674 76
Fuente: Censo Nacional de 1895. Elaboración Propia.
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Cuadro N° 19: Estado Civil de Trabajadoras Argentinas e Italianas- San Simón
Argentinas e Italianas. Edad y Estado Civil- Maipú, 1895
Cuartel San Simón
Argentinas Solteras: 28 Italianas Solteras: -----
Argentinas Viudas;
iudas: 33 Italianas Viudas: -----
Argentinas Casadas; 32 Italianas Casadas: 2
Totales: 63 2
Cuadro N° 21: Estado Civil Trabajadoras Argentinas e Italianas. Totales ámbito rural.
Argentinas e Italianas-Edad y Estado Civil- Maipú. 1895
Totales del Ambito Rural
Argentinas Solteras: 204 Italianas Solteras: ----
Argentinas Viudas: 40 Italianas Viudas: ----
Argentinas Casadas: 200 Italianas Casadas: 14
Totales: 444 14
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Cuadro N° 22: Estado Civil Trabajadoras Argentinas e Italianas. Ámbito Urbano.
Argentinas e Italianas-Edad y Estado Civil.Maipú, 1895
Sección 5° Urbano, Sección 1° Urbano, Maipú Urbano
Argentinas Solteras: 194 Italianas Solteras: 12
Argentinas Viudas: 47 Italianas Viudas: 10
Argentinas Casadas: 182 Italianas Casadas: 89
Totales: 423 111
Los totales de solteros y solteras nos marcan una disparidad importante en el ámbito
rural. El argentino soltero duplicaba el número de argentinas solteras, mientras que el número
de casados era inferior al de mujeres casadas. Los documentos muestran la unión de las
argentinas solteras, además de los argentinos a otras etnias.
Mientras los italianos solteros no encontraban esposa entre sus paisanas, derivaban
sus intenciones nupciales hacia argentinas u otras etnias. Los hombres italianos casados
superaban dos veces y media a las italianas casadas, lo cual involucraba a estos con mujeres
argentinas y a todas las italianas.
En el ámbito urbano los argentinos solteros son superados ampliamente por las
mujeres solteras al igual que las argentinas casadas. Los italianos superaban seis veces a las
italianas solteras, en forma similar los italianos casados casi duplicaban a las italianas casadas.
Estos índices nos marcan una participación mayor de los inmigrantes italianos varones sobre
las inmigrantes italianas mujeres.
Entre las mujeres resalta el porcentaje de casadas, entre italianas, mientras las
solteras entre las argentinas superan con escaso margen a las casadas. También entre las
mujeres italianas, dado el desequilibrio por sexo de la población, se observa una nupcialidad
mayor, y una proporción de viudas, debido a una mayor expectativa de vida, femenina similar
en cifras a las solteras-
Se destaca entre varones una nupcialidad importante entre los italianos, superior en
porcentaje a los argentinos.
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14
INTEGRACIÓN ITALO ARGENTINA SEGÚN EL CENSO NACIONAL DE 1895
Hacia 1895, como lo demuestra el Censo Nacional, el peso de los migrantes europeos
es evidente, y en este caso con los italianos, se observa una influencia importante.
Demográficamente, el peso de los jóvenes mantiene un valor demoledor, más del 90% de los
menores de 15 años, era argentino, mientras entre los adultos, el porcentaje de extranjeros
superaba el 50 %, y el resto un 48% era argentino.
Hay una tendencia o especulación en la que se plantea que los contrayentes
provengan entonces de un mismo origen nacional. Aunque también se debe incluir en esa
especulación el redondeo de familias, sobre todo el llamado de novias y el casamiento entre
descendientes de italianos. Muchas veces aceptado en el conjunto del fenómeno endogámico.
La excepción vendría a expresarse con las mujeres argentinas, que con frecuencia
conformaron uniones con italianos.
En los siguientes registros, se observa la coincidencia con la nacionalidad de los
contrayentes, de un mismo origen nacional, según los ámbitos rurales y/ o urbanos, en los que
se destaca, junto al número de hijos que acompañaban a estos matrimonios en los diversos
ámbitos en los que se radicaran.
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Cuadro N° 25: Matrimonios de Inmigrantes con sus hijos. Cuartel N° 5
Italianos con Esposas Italianas: 7 matrimonios,
Italianos con Esposas Argentinas: 7 matrimonios
Hijos Argentinos: 56 Hijos Italianos: 3
Fuente: Censo Nacional de 1895. Elaboración Propia.
76
expectativas laborales los ubicaba en este ámbito. Del total de niños nacidos y bautizados en
Maipú entre 1877 y 1880, el 32 % son naturales y de madres argentinas. Convertirse en
padrino de un hijo natural, implicaba una responsabilidad, que los italianos aceptaron, y en
muchos casos respaldando al niño ante la falta de un padre. El primer padrino de un hijo
natural hallado en este registro es un reconocido italiano por su actividad comercial y socio
cultural maipuense: Nicolás Galante, padrino de un niño, el 9 de julio de 1878. Un análisis de
los datos de archivos religiosos muestra la nacionalidad de padrinos en porcentajes sobre el
total de bautismos. Un 44% son padrinos extranjeros, de ellos el 16 % son italianos. Por lo
expuesto se deduce la importancia que el sacramento del bautismo tuvo para convertirse en un
instrumento cultural valedero para la integración social. (Ledesma, 2013:126).
77
15
INTEGRACION SOCIAL DEL ITALIANO EN LA SOCIEDAD MAIPUENSE
Junto al laboral otro aspecto de la integración, fue experimentada por los italianos
por medio de su intervención de la vida socio-cultural en Maipú, que se vinculó con
manifestaciones como el deporte, arquitectura, artística, destacando el teatro, la música, hasta
la implementación del teatro como sala cinematográfica, en el edificio de la Sociedad Italiana.
El italiano participó activamente ingresando y fundando instituciones deportivas en Maipú.
El caso más llamativo fue la creación del Club Atlético Maipú, el 12 de julio de
1906, con reunión en el Teatro de la Sociedad Italiana, de socios de la comunidad, entre ellos:
Ángel Pisani, Juan Fontanetto, Simón Platini, Antonio Vertullo, Cayetano Ferretti, Domingo
Di Paolo, Luis Fontanello, Angel Forni, José Mutti, integrando la primera comisión como:
Presidente: Ángel Pisani;
Secretario: Simón Platini;
Vocales: Juan Fontanetto y Ángel Forni.
Imagen del Club Atlético Maipú, año 1913, año de inundaciones, esquina Roca y
Alsina. Construcción efectuada por constructores y albañiles italianos.
Fuente: Archivo fotográfico del Museo Municipal.
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Estos integrantes relevan la importancia para la población de Maipú, de la
influencia cultural italiana, junto a la participación de sus miembros en la formación de pautas
costumbristas maipuenses. Destacando la actividad deportiva, en el Club Atlético, un italiano,
Quirico Cova enseñaba esgrima, en forma gratuita, a grupos de hasta 40 personas,
inmediatamente de instalarse en su original sede social. Otro club deportivo; Social de Maipú,
fundado en 1916, allí hubo destacada participación italiana, desde la iniciativa de Tomás y
Angel Macchi, acompañando Alejandro Lorenzi, Nicolás Napolitano, Valentín y Luis
Tancredi, José y Esteban Mónaco, José Marino, Eduardo Parisi, Leonardo Campagna y Luis
Chiessa.
Desde el nivel educativo, la gestión de la comunidad italiana inició gestiones en la
creación de la Escuela Normal Popular de Maipú, el inicial intento de crear una Escuela
Secundaria en la localidad, su personal lo integraban italianos y descendientes de los mismos,
ocupando los siguientes cargos:
Director: Luis O. Chiessa;
Profesor de Pedagogía y Crítica Pedagógica: Angela R. de Vertullo;
Profesora de Economía: Celestina P. de Perotto;
Profesora de Lectura, Caligrafía y Geografía: Ursula B de Di Rago;
Profesor de Música: Luis Tancredi;
Profesor de Ciencias: Fernando Roumiguieri;
Profesor de Instrucción Cívica: Martín Rappallini;
Profesor de Fisiología e Higiene: Juan J. Barbieri;
Profesor de Anatomía: Manuel Daneri.
Tiene un aspecto destacado, el énfasis puesto en el uso del castellano en las clases
en general, olvidando con este accionar el intento mencionado anteriormente de la “colonia”,
por un sector de inmigrantes, afianzando la integración con la sociedad de Maipú.
La participación de los italianos en la sociedad de Maipú, sobresale en especial lo
relativo a la música, desde lo creativo y aún más desde lo educativo. El culto hacia la música
por parte de los italianos facilitó su ingreso y participación integral en lo social, destacándose
músicos como:
-Julio Belfiore, uno de los músicos italianos más reconocidos en Maipú, dirigiendo
la Banda Municipal en 1896, la Escuela Municipal de Música en 1897, la Banda Popular entre
79
1916 y 1919, animando las películas mudas, ejecutando en el piano melodías de acuerdo a la
temática del argumento cinematográfico.
Entre sus autorías musicales, un tango: “Se hace lo que se puede”, dedicado al Sr
Arrieta. (Diario La Voz, Nº 3697, 4-5-1915).
Otras expresiones musicales de Belfiore, fueron los valses “Doux Mysteri” y el
tango “Chamuyando”, ejecutadas por la orquesta del Club Atlético, en el debut de la misma
en el cine “Traquete” del italiano Baltasar Nosotti: (Diario La Voz Nº 3704, 19-4-1915).
Por último, es autor del tango “Liatu”, que obsequió como regalo de bodas a los
esposos Luis Laferrieri y Tulia Valinoti. (Diario La Voz N º 3794, 21-8-1915)
-Luis Tancredi, conocido profesor de música de la Escuela Nacional Popular de
Maipú, en 1914, Director de la misma escuela en 1916 y autor de obras teatrales,
representadas en el Teatro de la Sociedad Italiana de Maipú.
Es autor conjuntamente con Julio Belfiore del Himno a la Bandera Argentina,
ejecutado el 25 de mayo de 1915, en la ceremonia llevada a cabo en el Teatro de la Sociedad
Italiana, asociándose de esta manera al acontecimiento cívico.
-Otro autor italiano Raimundo Valinoti, es el autor del tango “Alborada”, dedicado
a la Srta. Raquel Laferrieri. (Diario La Voz, N º 3851, 6-11-1915)
-Juan B Belfiore, siguiendo los pasos a su padre, crea el tango “Jaula de Oro”, con
letra de Manuel Menéndez. Este músico dirigió varios conjuntos locales, entre ellos el
quinteto “Los cinco del Odeón”, que animaba en la década de 1910, películas mudas en el
cinema Odeón, esquina Sarmiento Belgrano, de otro italiano: José Marino. (Diario La Voz N º
5854).
-José Galante, destacado músico, es el autor de las siguientes piezas musicales:
marcha “A Maipú”, vals “Azucena”, preludio “Paciencia” y el vals “Al fin volvemos”. Hacia
1910 dirigió la banda local “La Popular”, dirigiendo paralelamente obras de teatro, estrenadas
en el Teatro de la Sociedad Italiana, convirtiéndose la música en su medio de vida
destacándose el himno o marcha “A Maipú”.
En general las bandas musicales con dirección y participación de italianos como
Belfiore, Galante, Bernazza, Giúdice, daban funciones o representaciones en el kiosco,
ubicado en el centro de la Plaza San Martín.
Las funciones y retretas se repetían domingos y feriados, ofreciendo
representaciones musicales muy variadas: óperas, marchas, tango, jazz y pasos dobles, como
80
concesión a la Colectividad Española, concurriendo a aniversarios, acontecimientos familiares
y comerciales e inclusive ejecutaban música sacra en los cementerios en oportunidad de la
participación de integrantes de la comunidad. Igualmente asistían a las Romerías Españolas.
Esto puede considerar una experiencia, digna de la integración socio-étnica, junto a
otras manifestaciones culturales. Un comportamiento que trazó puentes, que facilitaron la
integración italiana a la sociedad de Maipú.
Con respecto a la intervención del italiano en la música de tango, en algunas
oportunidades se aprecia una influencia de esa “italianidad”, ya que el personaje inmigrante
aparece de modo pintoresco, en otras letras se lo ve doliente, trágico, efusivo, nostálgico, tal
como reflejo del fenómeno inmigratorio, en los que sobresale la nostalgia, el desarraigo y la
desilusión del emigrante con su nueva tierra, manifestados en poemas, que visualizan la
soledad del italiano en la mesa de algún boliche. En estas letras dos pasiones se muestran
sacudiendo al inmigrante: el amor de una mujer que lo ata a esta tierra, y el recuerdo de la
tierra natal, lejana, que lo tira al regreso.
Hay simbolismos en las letras como “Ya no cantas Chingolo”, “Viejo Ciego”, “A la
deriva, “Tinta Roja”, donde los versos exclaman:
“donde lloraba el tano,
Su rubio amor lejano
Que mojaba con bon vin”… (Russo G. 1999, 62 y 199)
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Que enciende los corazones
Y los impulsa a soñar su bien
Por esa gloria hechicera
Canta un almo prisionero
En las redes del amor
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Una de las tantas composiciones musicales del italiano Belfiore, para lo cual se
presenta una interesante correlación con el español Manuel Menéndez, reflejando las
relaciones sociales de los inmigrantes en esta tierra maipuense.
Las fechas de datación de estas crónicas, son las manifestaciones de italianos,
activos socialmente, en general ya registrados en el Censo Nacional de 1895, con hijos
argentinos que continuaban sus inquietudes.
83
Esta participación no fue insignificante, incluyéndose en estas lides electorales a los
líderes de esas comunidades italiana, en especial los que dirigían las sociedades italianas
caracterizados por su participación socio-económica.
El Registro de Extranjeros habilitados a votar y su respectiva edad y domicilio nos
permite recuperar algunos ejemplos que se detallan hacia 1912, siendo estos:
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Varían las personalidades italianas en 1909, los municipales suplentes cuentan con
Eduardo Malone, y entre los consejeros escolares Mariano Montaldo y Manuel Daneri.
Hacia 1910, la Secretaría del Concejo Municipal, la ejerce Vital Delfino, que
reiterará en 1911, acompañado por Nicolás Valinoti, en el cargo de Vice 1 º.
En el año 1911, vísperas de la ley Electoral, solo hay un Partido, el Conservador, y a
Vital Delfino se incorpora Manuel Daneri como seguidores del Partido.
Los Concejos Deliberantes de 1912-13, cuentan con Delfino como Vice 1 º y el
vocal Nicolás Valinoti, agregando al secretario Nicolás Napolitano, como Vice-Síndico 1º.
Hacia los ciclos 1914, 1915, 1916, la conformación del Concejo con un solo partido
el Conservador, mantiene a Vital Delfino, Tomás Macchi, Pascual Valinoti y Nicolás
Napolitano como integrantes de la comunidad italiana.
El año 1917, y merced a la intervención nacional, luego del triunfo radical de
Hipólito Irigoyen, es nombrado Comisionado Municipal Martín Rappallini, que conforma al
Secretario Simón Platini. Así es como el radicalismo comienza a desarrollar su gestión en
Maipú, bajo el régimen de la Ley Sáenz Peña.
Hacia el año 1918, se designa el 1 de marzo como Comisionado Municipal al Dr.
Juan José Barbieri, que constituirá las autoridades municipales el 30 de abril de 1918, con tres
italianos en su conformación:
Intendente: Martín Rappallini; Defensor de Menores: Francisco Spina; Síndico
Fiscal: Ambrosio Vertullo.
Martín Rappallini retoma nuevamente en 1919, incorporando como Consejero
Suplente a Héctor Marino y Juan José Barbieri.
Por noviembre de 1919, al introducirse en el Art 16, modificación de la Ley
Orgánica Municipal, se aumentó la representación de 10 municipales, con los cuales los
italianos, en 1920, ostentan al presidente del Concejo Deliberante: Ambrosio Vertullo, al Vice
1 º Ricardo Valinoti, Defensor de Menores Francisco Spina y Síndico Fiscal José Marino.
A fines de 1920, el 28 de noviembre, se efectuó un escrutinio por los cargos
legislativos, presentándose como representante de la UCR Martín Rappallini, Partido
Socialista: Gustavo Baumeister y Conservador Manuel Daneri, con las siguientes cifras:
85
Cuadro N° 27: Resultado de las elecciones en 1920, con participación de candidatos de
origen italianos.
86
Las fondas y restaurantes, los almacenes donde concurrían a diario, las instituciones,
los momentos de ocio, las cadenas migratorias, las redes y los ámbitos de sociabilidad
abiertos, nos permitieron hilvanar, apoyados en documentación variada, la experiencia de
inserción e integración a lo largo de tres décadas en un rincón de la pampa húmeda llamado
Maipú.
87
16
CONCLUSIONES
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La ética del trabajo fue un “valor”, que los italianos aportaron como un remanente
de la cultura burguesa europea, “legitimando” cierta posición social preminentemente relativa,
frente a la sociedad local, que aportaba su propia visión del trabajo. Las leyes nacionales
brindaban un paraguas político, social y económico a los extranjeros -vedado o limitado
parcialmente a los locales- que colaboraron en esa legitimación.
Los inmigrantes italianos trajeron un número de habilidades artesanales, aprendidas
desde su ámbito familiar europeo, útiles en una sociedad donde no abundaban, por ejemplo,
sastres o zapateros, con lo que se conformó un panorama productivo atractivo por las
demandas existentes. Su bagaje cultural y costumbres conllevaron a que el inmigrante italiano
contribuyera a generar una comunidad abierta, entrelazada con redes viejas y nuevas, donde la
movilidad social, desde lo económico abría un panorama con expectativas muy fuertes.
El esquema laboral del siglo XIX oculta posibilidades que el inmigrante logró
desentrañar en la búsqueda de un lugar en la sociedad maipuense. Las cifras que nos brindan
los censos consultados, permite inferir que peón y jornalero eran las opciones más solicitadas
entre los casos que no disponían de especialización tecnológica u oficios dominantes entre los
inmigrantes.
Especialmente en el ambiente urbano, surgen las oportunidades en las que el
jornalero trabaja salteado cuando surgen las tareas, con una libertad que le permite disponer
una elección, entre la diversidad de ofertas laborales, en un esquema contrario al peón, que
mantiene un trabajo rutinario marcado por la estacionalidad.
Con el aporte de nuestro estudio podemos considerar al jornalero como un
inmigrante que no manifiesta sus destrezas o conocimientos específicas hasta tanto surjan
oportunidades rentables, por medio de las cuales incluirse en el sistema socioeconómico
mediante una red de clientes y personas que dispensaban sus confianzas para el cumplimiento
de tareas, hasta definir el momento de incluirse en una actividad artesanal y /o comercial, con
la que se arraigara en la comunidad maipuense.
Las variantes mencionadas, a las que se sumaban los aportes brindados por la mujer
en la cooperación familiar, fueron significativos para su implementación en el ámbito urbano
y suburbano. Para las familias que en su diseño laboral implementaron un servicio de
productores de alimentos naturales, que incluso se refleja en los registros de Ferrocarril Sur,
como un proveedor al ámbito de Bs. As. Así las variantes escogidas o implementadas por el
italiano, les permitieron desarrollarse en el ámbito urbano, aunque muchas de esas actividades
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se trasladaban al campo; servicios a domicilio; que eran apreciados por ser importantes
económicamente.
A fines del siglo XIX, en dicho mercado laboral participa el Estado, por medio del
Municipio y Provincia, junto a asociaciones privadas, que invirtieron en obras de
infraestructura primaria logrando realzar la dinámica de los pueblos del sudeste bonaerense.
Para el inmigrante italiano, la aparición de los pequeños espacios urbanos en el sudeste
bonaerense generó posibilidades de trabajo, resaltando en este sentido la influencia del
ferrocarril, afianzando expectativas de mejoramiento económico, razón que los impulsara a
emigrar.
Pese a que la integración era un hecho que tarde o temprano ocurriría, el conjunto
social italiano se resguardó asimismo por relaciones de parentesco, amistad, vecindad y
previo conocimiento. A todo esto, se une el conocimiento de habilidades necesarias para la
subsistencia.
Todo estaba por construirse en estos ámbitos, especialmente el desarrollo de
infraestructura, lo que facilitó la llegada de albañiles, constructores, carpinteros, techistas,
como individuos que hallaron en este ámbito una inserción en el desarrollo económico.
La construcción fue un escenario en el que se ensayaron oficios viejos y nuevos, de
acuerdo a los avances tecnológicos, cuestiones de las que, en su Italia natal, los habían
relegado y marginados de las posibilidades reales de crecimiento; en este espacio geográfico
se los incluía en una progresista sociedad.
La relación laboral y comercial que establecieron entre sí los inmigrantes con los
argentinos y demás colectividades facilitó su ingreso social, conformando una nueva sociedad
marcada por una fuerte movilidad social y espacial en el sudeste bonaerense.
Los inmigrantes vinieron interesados en sumarse a un mercado de trabajo, que
conservaba una identidad social, como seres pertenecientes a comunidades vulnerables a
decisiones políticas de la Italia natal, a condiciones laborales, en las que la industrialización
expulsaba a los artesanos, que se superponía a una identidad privada anhelante por lograr esa
superación personal que los encaramase en la escala social.
Esta búsqueda de una nueva identidad no significaba optar por un desarraigo
obligado. Venían como inmigrantes los que querían y podían costearse el viaje y creyendo en
sus posibilidades de proyección.
90
Estos individuos transitaron un dificultoso proceso de adaptación a la sociedad
surgente en este rincón del sudeste bonaerense. Esta aventura de ingresar en un ambiente
desconocido contó con la herramienta más importante: su capacidad laboral y adaptación a las
condiciones vigentes bajo valores, convicciones, códigos y sensibilidades propias de su
identidad.
En el terreno social, el aporte de la inmigración italiana fue favorable. Contribuyó a
generar una sociedad abierta en la cual la movilidad social era un horizonte de expectativas
muy fuerte, convirtiéndose en un punto destacado en la vida del inmigrante. La convivencia
con etnias diversas generó en el italiano un acostumbra- miento que influyó en el nivel social,
donde la diversidad era vital para desempeñarse. Los inmigrantes italianos vinieron a este
rincón del sudeste bonaerense con el objetivo de labrarse un futuro, hallando personas con las
que construyeron un entramado de experiencias que hoy denominamos sociedad maipuense.
Al radicarse mayoritariamente en el ámbito urbano, por su adaptación laboral,
favoreció sus relaciones sociales, en las diversas capas sociales maipuenses, seguramente
respondiendo a sus capacitaciones laborales, y de estudios en el contexto de época.
Estas relaciones a pesar de las diferencias reconocidas entre los provenientes del
norte y sur italiano generaron afinidades entre la diversidad social existente dentro y fuera de
la Sociedad Italiana, como en las manifestaciones argentinas y de otras colectividades
importantes en Maipú: Sociedad Española y Sociedad Francesa.
El intercambio social les permitió integrarse con expresiones culturales como el
teatro, la música y la danza, junto a la integración que permitía el italiano casándose con
diversos individuos de los colectivos sociales maipuenses.
El ingreso a esa sociedad contuvo una diversidad de trayectorias de vidas
intelectuales, generando un microcosmos a analizar con detalle. Esta posibilidad se daría
merced al hallazgo de otras fuentes con las que se podrá hacer un balance de “la aventura” de
emigrar a estos territorios y construirse un futuro en base a sus capacidades y al entrelazarse
con otros inmigrantes y con el argentino, que también aprendió a convivir y conformar la
nueva sociedad maipuense, cosmopolita claramente bonaerense y argentina.
Un aspecto de la integración italiana se manifestó claramente mediante su relación
laboral y sus manifestaciones culturales derivadas de actividades que socializaron la misma.
Nuestro aporte, en un escenario acotado como el maipuense, y un grupo de estudios
minoritario, aunque en crecimiento durante este período temporal, reside en observar ciertas
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pautas laborales y sociales recurrentes, más o menos generalizadas de la comunidad italiana,
que les permitió preservar la identidad por un tiempo, pero aceleró la integración del
conjunto con el trabajo, su participación desde instituciones y con el aporte de la cultura,
transformándose estos en puentes destacados para lograrlo.
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