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que transforma la obra en una totalidad con sentido: “A través de la estructura, en tanto
de su estructura consistirá en definir sus “partes”. Podemos partir del supuesto de que la
importante en este caso sería analizar “la composición de los hechos”, la “fábula”.
El modelo actancial intenta analizar la obra teatral desde este supuesto. Nacido
para el análisis de la obra narrativa, se ha aplicado con escaso éxito a la obra teatral.
al reducir la obra teatral a su estructura narrativa, en realidad dejamos fuera del análisis
esos mismos sucesos. Una prueba de lo que decimos podemos encontrarla en K.Spang,
por ejemplo, cuando aplica este modelo de análisis a la obra de Calderón El Alcalde de
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Formulada como una relación sintáctica este esquema presentaría las siguientes
justicia, Pedro Crespo defiende el honor de su hija y del estamento de los labradores en
general. En esta tarea es socorrido por su hijo Juan y por la gente de Zalamea y
encuentra sus oponentes en los militares, sobre todo en el capitán y don Lope de
No parece esto más que un resumen del argumento de la obra, lo que resulta muy
significativo para una mejor comprensión de la obra o la forma específica como está
argumento; uno, además, entre otros posibles, como el propio K.Spang nos dice.
de Bernarda Alba y nos ofrece dos interpretaciones muy distintas, una en la que el
cambian por completo. Así que, además de realizar una operación reduccionista del
ámbitos del análisis del relato y del filme, ha sido en cambio infructuosa en el terreno
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Francisco Ruiz Ramón, después de asistir a una ponencia sobre el “Actante y el
coloquio posterior mostró sus dudas sobre la utilidad general del esquema actancial,
sobre todo aplicado al teatro, ya que, según él, sólo conducía a “decir lo obvio, lo que
posibles y no sólo uno. Cada obra, o al menos cada género teatral, establece su propia
analiza. Podríamos incluso tomar esta estructura como modélica, pero nada más. El
Aristóteles, sin embargo, contiene algunas afirmaciones de sumo interés teórico general:
Así como los cuerpos y los animales es preciso que tengan magnitud, pero ésta debe ser
fácilmente visible en conjunto, así también las fábulas han de tener extensión, pero que
La fábula, puesto que es imitación de una acción, es preciso que lo sea de una sola y
entera, y que las partes de los acontecimientos se ordenen de suerte que, si se traspone o
suprime una parte, se altere y disloque el todo; pues aquello cuya presencia o ausencia
no significa nada, no es parte alguna del todo [1974: 1450b 25-1450b 35-1451a 5- 1451a
30-35].
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Aristóteles defiende lo que luego se ha llamado unidad de acción, o sea, que la
obra represente “una sola” acción y que esa acción sea “completa y entera”. “Acción”
deben guardar un orden y una magnitud o extensión apropiadas, de tal manera que la
-Orden: que las partes (acciones, hechos, episodios) guarden una continuidad o
secuencia adecuada.
-Necesidad: las partes no puedan suprimirse o alterar su orden sin que se disloque
o altere el todo.
La razón última por la que Aristóteles defiende estos criterios es, como aclara
García Yebra, porque las obras así elaboradas producen mayor placer estético, gustan
más que las obras que no tienen unidad; es decir, por un motivo pragmático: “Es porque
prestamos más atención y escuchamos con más gusto las cosas más comprensibles. Y es
más comprensible lo definido que lo indefinido. Ahora bien, lo uno está definido,
de que la obra deba presentarnos una acción “única y completa”, sino en la necesidad
de que la obra (el argumento o sucesión de los hechos) tenga un orden y una magnitud
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apropiada, que las partes en que se dividan los acontecimientos sean todas necesarias y
que el conjunto sea comprensible para captar nuestra atención e interés. El punto de
vista del espectador y el placer de la recepción es, en último término, lo que de verdad
importa.
mayoría de los espectadores. La forma concreta de esa estructura, sin embargo, puede
variar mucho, desde un desarrollo lineal y cronológico a otro que dé saltos hacia delante
o hacia atrás en el tiempo; que presente grandes elipsis temporales o se suceda sin
solución de continuidad; transcurra en varios espacios o en uno solo; con una sola línea
argumental o con varias, pero que confluyan en un todo; con la acción fragmentada o
continua, etc. Todo eso es posible y ésta es la razón por la que creemos que no es
señalados.
Ya lo advirtió V.Hugo:
conjunto no repudia de ninguna manera las acciones secundarias sobre las que debe
apoyarse la acción principal. Sólo es preciso que estas partes, sabiamente subordinadas
en los distintos niveles, o más bien en los distintos planos del drama. La unidad de
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La unidad se logra cuando existe un principio generador que va seleccionado y
basa en la idea de que el empeño primario del lector, a la hora de enfrentarse a un texto
que permite, por lo mismo, que las interpretaciones y “lecturas” del sentido de la obra
todos los lectores del texto. Siendo una ‘lectura necesaria’ la macroestructura es un
obra viene determinada por recursos gráficos en el texto (partes, actos, escenas, títulos,
etc.) y en la representación por pausas, cortes o “bajadas del telón”, transiciones, nexos,
proyecciones, intervenciones de los actores, etc. que señalan tanto cambios temporales
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Tradicionalmente, la estructura interna presentaba tres grandes divisiones: presentación,
nudo y desenlace, que iban marcando el desarrollo del conflicto básico de la acción. El
en general es difícil sustraerse a este modelo. De las tres partes señaladas, la primera y
la última son las que pueden sufrir mayores transformaciones. El comienzo in media res
media res. Es no sólo un recurso para captar la atención del público, sino una necesidad
dramática, dado que no es posible construir todos los antecedentes de la fábula, lo que
requeriría largos e inútiles preámbulos, al mismo tiempo que se busca introducir cuanto
antes al espectador en el drama. Otras obras quedan sin final, “abiertas”: el conflicto no
creado por esa misma obra. Por un lado hemos dicho que toda obra teatral es completa,
en la media en que crea una realidad aparte, autónoma y ficticia (tiempo, espacio,
personajes, acciones) que sólo puede interpretarse y comprenderse desde los supuestos
que ella misma construye. Por otro, decimos que el argumento de una obra con
frecuencia empieza in media res, y que no puede partir ex nihilo. Ambas afirmaciones
todos sus componentes. El mundo escénico sólo puede construirse tomando prestado y
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dando por supuesto un mundo real, con sus individuos y propiedades. Este mundo
autónomo respecto al mundo real. Este mundo real (MR), por otro lado, tampoco es, o
Una obra de arte aparece como un todo cerrado en sí mismo, y cada uno de sus
aspectos no adquiere su importancia, en relación con algo que sea exterior a la obra
totalidad. Esto quiere decir que cada elemento de una obra artística tiene, ante todo, una
centrada en sí misma. Cuando algún elemento reproduce, refleja, expresa o imita algo,
que nada esta unidad constructiva de la obra y de las funciones puramente estructurales
comienzos de algo. Así ocurre también con el conocimiento, aunque sea científico, que
cambio, decimos que es siempre concluso, porque es creación pura, no existe como tal
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en el mundo real, empieza y acaba en sí mismo. No hemos de confundir conclusión con
puede estar ausente a veces en la literatura. Existe el recurso de no terminar de decir las
cosas. Pero esta inconclusión externa hace que destaque aún más la conclusión temática
adecuarse a la interna. La tendencia actual a que las obras duren menos que antes (en
torno a una hora y media), fuerza muchas veces a romper violentamente la estructura
“desestructurar” un texto para hacerlo coincidir con estructuras externas que no le son
Lo importante, en todo caso, será siempre que la obra posea una estructura
dijimos, es que no creemos que sea posible establecer una unidad mínima propiamente
dicha y común a todas las obras teatrales. Los intentos de Kowzan en este sentido no
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parecen haber dado resultados prácticos satisfactorios. P.Pavis resume bien nuestra
posición:
criterio externo y arbitrario, creemos que señala algo importante: la presencia o ausencia
de las acciones o hechos dentro del desarrollo dramático. Lo importante es detectar ese
otro tipo de unidad estructural distinguible dentro del argumento de una obra. La
secuencia es una sucesión de acciones que configuran una unidad “narrativa” (una serie
duración más común de las obras actuales (divididas con frecuencia en dos partes) y que
organizar las partes de su estructura. Puede usarse una gran variedad de modelos. Lo
ser el que cada obra ha definir sus unidades o partes de tal modo que su orden de
Quizás todo sea más sencillo y baste, para analizar la estructura de una obra,
Entendemos por acciones principales aquéllas que de ningún modo pueden suprimirse
sin que la obra pierda su sentido. Podemos a continuación agrupar las acciones
relacionarse entre sí por una razón de necesidad para constituir un hecho. Los hechos
coherente. Decimos coherente y verosímil, pero esto no significa que las relaciones de
necesidad establecidas entre los hechos determinantes hayan de ser de causalidad lógica.
Toda historia contiene un argumento, un conjunto de sucesos o hechos que tienen una
primero que hemos de hacer es distinguir estas unidades, empezando por las más
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simples y concretas: las acciones. Una acción es un movimiento escénico (de un actor,
un objeto, un sonido, una luz…) que tiene un comienzo y un final, que guarda relación
conjunto de hechos significativos unidos por una finalidad común y que adquieren un
rusos:
tiene por qué ser necesariamente una secuencia de acciones humanas: puede referirse a
en cambio, es la historia tal como de hecho se narra, tal como aparece en la superficie
con sus dislocaciones temporales, sus saltos hacia delante y hacia atrás (Eco, 1999:
145)158.
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J.M.POZUELO YVANCOS [1997: 228-260] hace una interpretación en la que invierte el uso de estos
dos términos y llama, siguiendo a Tomachevski, trama al orden lógico-temporal de los hechos y
argumento al orden artístico observado en la obra. Esta divergencia terminológica creemos que carece de
importancia.
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puede alterar el orden natural de los hechos, producir elipsis y construir una trama con
enredo, suspense o intriga. Estos recursos tienen que ver con el mantenimiento de la
atención y el interés del espectador, más que con la historia o argumento en sí.
otra cosa que un desarrollo de acontecimientos que alguien considera posible; en este
estamos señalando una de las características propias del arte teatral, que construye una
por más que las acciones humanas siempre respondan a cierta previsión o plan. La vida,
por más que lo intentemos, y por más que el desorden y la imprevisión nos produzcan
malestar e inquietud, siempre nos parece caótica, incontrolable, compleja y sin sentido.
El arte, en cambio, fruto de la voluntad creativa, necesita poseer una estructura con
sentido, incluso en el caso frecuente de que con esa estructura lo que se nos quiera
pleno. Haciendo un juego de palabras podríamos decir que, en estos casos, es coherente
Las vanguardias, en su afán por romper la distinción entre arte y vida, forzaron
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así revitalizar y dar mayor autonomía al arte. El futurismo fue quizás el movimiento que
Es estúpido querer explicar con una lógica minuciosa todo lo que se representa,
incrustados los unos en los otros, confusos, enmarañados, caotizados (Marinetti, 1999:
121).
ninguna técnica, ninguna oportunidad puede ser impuesta a la genialidad del artista,
que únicamente debe preocuparse por crear expresiones sintéticas de energía cerebral
rechazo de toda estructura, sin embargo, no dio sus frutos, ni durante el período
histórico de las vanguardias ni durante todo el siglo pasado, pese a los numerosos
intentos que, con distintos nombres y modas, se han llevado a cabo reiteradamente bajo
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