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1 SAMUEL

Nacimiento de Samuel Luego se fue por su camino, comió y no


parecía la de antes. 19A la mañana siguiente
1
1
Había un hombre sufita, oriundo de Ramá,
madrugaron, adoraron al Señor y se volvieron.
en la serranía de Efraín, llamado Elcaná, hijo
Llegados a su casa de Ramá, Elcaná se unió a su
de Yeroján, hijo de Elihú, hijo de Toju, hijo de
mujer Ana, y el Señor se acordó de ella. 20Ana
Suf, efraimita. 2Tenía dos mujeres: una se
concibió, dio a luz un hijo y le puso de nombre
llamaba Ana y la otra Feniná. Feniná tenía hijos y
Samuel, diciendo:
Ana no los tenía. 3Aquel hombre solía subir todos
–¡Al Señor se lo pedí!
los años desde su pueblo para adorar y ofrecer 21
Pasado un año, su marido, Elcaná, subió con
sacrificios al Señor Todopoderoso en Siló, donde
toda la familia para hacer el sacrificio anual al
estaban de sacerdotes del Señor los dos hijos de
Señor y cumplir la promesa. 22Ana se excusó para
Elí: Jofní y Fineés.
4 no subir, diciendo a su marido:
Llegado el día de ofrecer el sacrificio, repartía
–Cuando destete al niño, entonces lo llevaré
raciones a su mujer Feniná para sus hijos e hijas,
5 para presentárselo al Señor y que se quede allí
mientras que a Ana le daba sólo una ración, y
para siempre.
eso que la quería, pero el Señor la había hecho 23
Su marido, Elcaná, le respondió:
estéril. 6Feniná, su rival, la insultaba burlándose
–Haz lo que te parezca mejor; quédate hasta
de ella para mortificarla, porque el Señor la había
que lo destetes. Y que el Señor te conceda
hecho estéril. 7Así sucedía año tras año; siempre
cumplir tu promesa.
que subían al templo del Señor, solía insultarla
Ana se quedó en casa y crió a su hijo hasta
así. Una vez Ana lloraba y no comía. 8Y Elcaná, su
que lo destetó. 24Entonces subió con él al templo
marido, le dijo:
del Señor de Siló, llevando un novillo de tres
–Ana, ¿por qué lloras y no comes? ¿Por qué te
años, una medida de harina y un odre de vino.
afliges? ¿No valgo yo para ti más que diez hijos? 25
9 Cuando mataron el novillo, Ana presentó el niño
Entonces, después de la comida en Siló,
a Elí, 26diciendo:
mientras el sacerdote Elí estaba sentado en su
–Señor, por tu vida, yo soy la mujer que
silla, junto a la puerta del templo del Señor, Ana
estuvo aquí, junto a ti, rezando al Señor. 27Este
se levantó, 10y con el alma llena de amargura se
niño es lo que yo pedía; el Señor me ha
puso a rezar al Señor, llorando
concedido mi petición. 28Por eso yo se lo cedo al
desconsoladamente. 11Y añadió este voto:
Señor de por vida, para que sea suyo.
–Señor Todopoderoso, si te fijas en la
Después se postraron ante el Señor.
humillación de tu servidora y te acuerdas de mí, si
no te olvidas de tu servidora y le das a tu Canto de Ana
servidora un hijo varón, se lo entrego al Señor de (Sal 113; Lc 1,46-55)

2seMiYregocija
1
por vida y no pasará la navaja por su cabeza. Ana rezó esta oración:
12
Mientras ella rezaba y rezaba al Señor, Elí corazón
observaba sus labios. 13Y como Ana oraba en por el Señor,
silencio, y no se oía su voz aunque movía los en Dios me siento llena de fuerza,
labios, Elí la creyó borracha 14y le dijo: mi boca se ríe de mis enemigos,
–¿Hasta cuándo te va a durar la borrachera? porque tu salvación
Ve a que se te pase el efecto del vino. me ha llenado de alegría.
2
15
Ana respondió: No hay santo como el Señor,
–No es así, señor. Soy una mujer que sufre. No no hay roca como nuestro Dios.
3
he bebido vino ni licor, estaba desahogándome No multipliquen discursos arrogantes,
ante el Señor. 16No creas que esta servidora tuya que la insolencia
es una descarada; si he estado hablando hasta no les brote de la boca,
ahora, ha sido de pura congoja y aflicción. porque el Señor es un Dios que sabe,
17
Entonces Elí le dijo: él es quien pesa las acciones.
4
–Vete en paz. Que el Dios de Israel te conceda Se rompen los arcos de los valientes,
lo que le has pedido. mientras los cobardes
18
Ana respondió: se visten de valor;
5
–¡Que tu servidora pueda gozar siempre de tu los satisfechos se contratan por el pan,
favor! mientras los hambrientos engordan;
la mujer estéril da a luz siete hijos,
mientras la madre de muchos 18
Por su parte, el muchacho Samuel
se marchita. seguía al servicio del Señor y llevaba puesto
6
El Señor da la muerte y la vida, un efod de lino. 19Su madre solía hacerle un
hunde en el abismo y levanta; manto, y cada año se lo llevaba cuando subía
7
el Señor da la pobreza y la riqueza, con su marido a ofrecer el sacrificio anual.
humilla y enaltece. 20
Y Elí bendecía a Elcaná y a su mujer:
8
Él levanta del polvo al desvalido, –El Señor te dé un descendiente de esta
alza de la basura al pobre, mujer, en compensación por el préstamo que
para hacer que se siente ella hizo al Señor.
entre príncipes Luego se volvían a casa.
y que herede un trono glorioso, 21
El Señor intervino a favor de Ana, que
porque del Señor concibió y dio a luz tres niños y dos niñas. El
son los pilares de la tierra niño Samuel crecía en el templo del Señor.
y sobre ellos afianzó el mundo. 22
Elí era muy viejo. A veces oía cómo
9
Él protege los pasos de sus amigos trataban sus hijos a todos los israelitas y que
mientras los malvados se acostaban con las mujeres que servían a
perecen en las tinieblas la entrada de la tienda del encuentro. 23Y les
–porque el hombre decía:
no triunfa por su fuerza–. –¿Por qué hacen eso? La gente me cuenta
10
El Señor desbarata a sus contrarios, lo mal que se portan. 24No, hijos, no está
el Altísimo truena desde el cielo, bien lo que me cuentan; están
el Señor juzga escandalizando al pueblo del Señor. 25Si un
hasta el confín de la tierra. hombre ofende a otro, Dios puede hacer de
Él da autoridad a su rey, árbitro; pero si un hombre ofende al Señor,
exalta el poder de su Ungido. ¿quién intercederá por él?
Pero ellos no hacían caso a su padre,
Samuel y Elí
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porque el Señor había decidido que murieran.
Ana volvió a su casa de Ramá, y el niño 26
En cambio, el niño Samuel iba creciendo,
estaba al servicio del Señor, a las órdenes del y lo apreciaban el Señor y los hombres.
sacerdote Elí. 12En cambio, los hijos de Elí
eran unos desalmados: no respetaban al
Señor 13ni las obligaciones de los sacerdotes
con la gente. Cuando una persona ofrecía un
sacrificio, mientras se guisaba la carne, venía
el ayudante del sacerdote empuñando un
tenedor, 14lo clavaba dentro de la olla o el
caldero, en la cacerola o la cazuela, y todo lo
que enganchaba el tenedor se lo llevaba al
sacerdote. Así hacían con todos los israelitas
que acudían a Siló. 15Incluso antes de
quemar la grasa, iba el ayudante del
sacerdote y decía al que iba a ofrecer el
sacrificio:
–Dame la carne para el asado del
sacerdote. Tiene que ser cruda, no te
aceptará carne cocida.
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Y si el otro respondía:
–Primero hay que quemar la grasa, luego
puedes llevarte lo que se te antoje.
Le replicaba:
–No. O me la das ahora o me la llevo por
la fuerza.
17
Aquel pecado de los ayudantes era grave
a juicio del Señor, porque desacreditaban las
ofrendas al Señor.

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