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2seMiYregocija
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por vida y no pasará la navaja por su cabeza. Ana rezó esta oración:
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Mientras ella rezaba y rezaba al Señor, Elí corazón
observaba sus labios. 13Y como Ana oraba en por el Señor,
silencio, y no se oía su voz aunque movía los en Dios me siento llena de fuerza,
labios, Elí la creyó borracha 14y le dijo: mi boca se ríe de mis enemigos,
–¿Hasta cuándo te va a durar la borrachera? porque tu salvación
Ve a que se te pase el efecto del vino. me ha llenado de alegría.
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Ana respondió: No hay santo como el Señor,
–No es así, señor. Soy una mujer que sufre. No no hay roca como nuestro Dios.
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he bebido vino ni licor, estaba desahogándome No multipliquen discursos arrogantes,
ante el Señor. 16No creas que esta servidora tuya que la insolencia
es una descarada; si he estado hablando hasta no les brote de la boca,
ahora, ha sido de pura congoja y aflicción. porque el Señor es un Dios que sabe,
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Entonces Elí le dijo: él es quien pesa las acciones.
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–Vete en paz. Que el Dios de Israel te conceda Se rompen los arcos de los valientes,
lo que le has pedido. mientras los cobardes
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Ana respondió: se visten de valor;
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–¡Que tu servidora pueda gozar siempre de tu los satisfechos se contratan por el pan,
favor! mientras los hambrientos engordan;
la mujer estéril da a luz siete hijos,
mientras la madre de muchos 18
Por su parte, el muchacho Samuel
se marchita. seguía al servicio del Señor y llevaba puesto
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El Señor da la muerte y la vida, un efod de lino. 19Su madre solía hacerle un
hunde en el abismo y levanta; manto, y cada año se lo llevaba cuando subía
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el Señor da la pobreza y la riqueza, con su marido a ofrecer el sacrificio anual.
humilla y enaltece. 20
Y Elí bendecía a Elcaná y a su mujer:
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Él levanta del polvo al desvalido, –El Señor te dé un descendiente de esta
alza de la basura al pobre, mujer, en compensación por el préstamo que
para hacer que se siente ella hizo al Señor.
entre príncipes Luego se volvían a casa.
y que herede un trono glorioso, 21
El Señor intervino a favor de Ana, que
porque del Señor concibió y dio a luz tres niños y dos niñas. El
son los pilares de la tierra niño Samuel crecía en el templo del Señor.
y sobre ellos afianzó el mundo. 22
Elí era muy viejo. A veces oía cómo
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Él protege los pasos de sus amigos trataban sus hijos a todos los israelitas y que
mientras los malvados se acostaban con las mujeres que servían a
perecen en las tinieblas la entrada de la tienda del encuentro. 23Y les
–porque el hombre decía:
no triunfa por su fuerza–. –¿Por qué hacen eso? La gente me cuenta
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El Señor desbarata a sus contrarios, lo mal que se portan. 24No, hijos, no está
el Altísimo truena desde el cielo, bien lo que me cuentan; están
el Señor juzga escandalizando al pueblo del Señor. 25Si un
hasta el confín de la tierra. hombre ofende a otro, Dios puede hacer de
Él da autoridad a su rey, árbitro; pero si un hombre ofende al Señor,
exalta el poder de su Ungido. ¿quién intercederá por él?
Pero ellos no hacían caso a su padre,
Samuel y Elí
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porque el Señor había decidido que murieran.
Ana volvió a su casa de Ramá, y el niño 26
En cambio, el niño Samuel iba creciendo,
estaba al servicio del Señor, a las órdenes del y lo apreciaban el Señor y los hombres.
sacerdote Elí. 12En cambio, los hijos de Elí
eran unos desalmados: no respetaban al
Señor 13ni las obligaciones de los sacerdotes
con la gente. Cuando una persona ofrecía un
sacrificio, mientras se guisaba la carne, venía
el ayudante del sacerdote empuñando un
tenedor, 14lo clavaba dentro de la olla o el
caldero, en la cacerola o la cazuela, y todo lo
que enganchaba el tenedor se lo llevaba al
sacerdote. Así hacían con todos los israelitas
que acudían a Siló. 15Incluso antes de
quemar la grasa, iba el ayudante del
sacerdote y decía al que iba a ofrecer el
sacrificio:
–Dame la carne para el asado del
sacerdote. Tiene que ser cruda, no te
aceptará carne cocida.
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Y si el otro respondía:
–Primero hay que quemar la grasa, luego
puedes llevarte lo que se te antoje.
Le replicaba:
–No. O me la das ahora o me la llevo por
la fuerza.
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Aquel pecado de los ayudantes era grave
a juicio del Señor, porque desacreditaban las
ofrendas al Señor.