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SE CUMPLEN 50 AÑOS DESDE QUE EL PRIMER HOMBRE PISÓ LA LUNA

La misión Apolo 11 salió de la Tierra el 16 de julio para que días después, Neil Armstrong se
convierta en el primer humano en pisar nuestro satélite.

El módulo Eagle, de la misión Apolo 11, tocó la superficie del único satélite natural de la Tierra a
las 20.17 horas UTC (15.17 h en el Perú) del 20 de julio de 1969. Seis y media horas después, a las
2:56 UTC del 21 de julio, el astronauta estadounidense Neil Armstrong desciende los nueve
peldaños de la estructura. Instintivamente, mientras se aferra al Eagle, tantea con el pie el suelo
lunar. Descubre que tiene una capa de polvo, pero es lo suficientemente compacto para desplazarse
sin dificultad. Decide entonces soltarse, posar completamente su bota izquierda y hacer historia.

Armstrong se convirtió hace medio siglo en el primer ser humano en pisar la Luna, un acto que él
mismo definiría con una frase para la posteridad: “Es un pequeño paso para el hombre, pero un
gran salto para la humanidad”. El hecho fue transmitido por televisión, inmortalizado en
imágenes borrosas a blanco y negro. Las vieron alrededor de 125 millones de personas en EE.UU. y
casi 530 millones alrededor del planeta, excepto en países del bloque comunista como China y la
Unión Soviética (URSS), la potencia rival.

La hazaña norteamericana fue producto de la carrera espacial de la Guerra Fría. La URSS había
enviado al primer ser vivo al espacio (Laika), al primer hombre (Yuri Gagarin), la primera mujer
(Valentina Tereshkova) e incluso -en 1959- la primera sonda que logró orbitar el satélite (la Luna-
1), pero no pudo mandar una misión tripulada. Por eso, el alunizaje no fue solo una victoria
científica, sino también política, y para que no quedara duda de ello, la bandera estadounidense fue
izada en la Luna.

La decisión de conquistar suelo lunar fue tomada por el presidente John F. Kennedy en 1961. Desde
entonces, miles de personas trabajaron en el programa Apolo para hacer realidad el objetivo.
Finalmente, el 16 de julio de 1969, la misión Apolo 11 despegó de Florida en el cohete Saturno V.
Estaba integrada por Armstrong -el comandante-, Edwin “Buzz” Aldrin -piloto del Eagle- y Michael
Collins -operador del módulo Columbia, que permaneció orbitando la Luna-. El día 20, el Eagle se
desprendió del Columbia para alunizar.

La misión del Apolo 11 fue el primer paso para reconocer in situ el hábitat lunar. Recolectó
muestras de rocas e instaló un sismógrafo para determinar si la Luna tenía temblores de origen
volcánico y comprobar si era o no un astro muerto. También colocó un reflector láser para obtener
datos como la distancia exacta entre la Luna y la Tierra, información más precisa sobre
movimientos terrestres, entre otros.

Es necesario advertir que una de las razonas por las que el programa lunar se suspendió a inicios de los 70
fue, en gran medida, por su alto costo. En 2005, la agencia espacial de EE.UU. calculó que demandaría
104 mil millones de dólares volver a la Luna (unos 130 mil millones al cambio actual). Pero hoy -como
en la Guerra Fría- hay una carrera espacial en ciernes, lo cual justificaría políticamente tamaña inversión.

Moscú ha revelado sus planes de enviar un astronauta para 2030. Beijing también se ha sumado a la
conquista lunar. En enero pasado, China se convirtió en el primer país en alunizar en el lado oculto del
satélite, mediante el módulo no tripulado Chang’e 4. También llevó a cabo el primer experimento
biológico en esa zona al hacer crecer una planta. Las próximas misiones tienen por fin enviar material a la
Tierra, buscar metales raros como titanio y uranio, y finalmente mandar una persona.

Pero ¿por qué súbitamente la Luna cobra tanto interés? El veterano cosmonauta ruso Fiódor Yurchijin,
de 60 años, comentó recientemente que “es un cuerpo celeste lo suficientemente grande como para
desarrollar en él las tecnologías que permitan que el ser humano habite otro planeta”. Y el primer planeta
al que apunta la humanidad es Marte (de hecho, EE.UU. tiene planes de llegar en 2030). Si el planeta rojo
es el objetivo, una estación lunar puede facilitar la logística para conquistarlo.

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