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Consideraciones para padres.
dedicarse a uno mismo (encontrar tiempo para bañarse y hasta comer pueden
llegar a convertirse en una hazaña). Tampoco será el mismo tiempo que uno podrá
brindarle a las actividades de ocio y recreación. Y la lista sigue…
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misma que teníamos antes de serlo. El problema está en que uno pretende
conservar al menos algo de lo que tuvo, y cuando se enfrenta a que no puede, se
Humano
frustra.
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Se hace difícil porque será complicado llegar puntuales a las reuniones; combinar
la ropa será una odisea (experiencia personal verídica); encontrar nuestro celular o
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la llave también podría llegar a serlo, etc., etc. Debemos afrontar un nueva vida y,
posiblemente, en muchas oportunidades estemos sin energías porque la noche
anterior nuestro pequeño se despertó tres veces (también caso real), y esto nos
altera los nervios. Mantenerse en pie, agotado y andando es realmente
complicado.
Sin embargo, a pesar de todo, nuestros hijos nos dan infinitas demostraciones de
que todos esos cambios valen la pena. Se puede encontrar disfrute y equilibrio en
todo ese caos que aparece en nuestras vidas. Para eso hay que bajar las
expectativas en muchas de las esferas de la vida. Pretender rendir de la misma
manera en la que uno lo hacía cuando no tenía hijos es una tarea imposible. Uno
puede tener mucha ayuda (si tiene la suerte) y aun así no será lo mismo.
Pretender que la vida sea lo que las propagandas de pañales nos muestran, con
una madre con cuerpo impecable, maquillada y en tacos, que está en una casa
perfectamente limpia y ordenada y el niño corriendo felizmente a sus brazos, con
un padre que llega con el traje impecable, sin una arruga, sonriente y musculoso,
y todo el escenario con música suave de fondo, no es realista. A veces pasa, pero
no todo el tiempo.
A veces nos ganan las lágrimas de cansancio. Pero muchas otras, las sonrisas.
¡Hasta alguna puede llegar a tener un marido musculoso y sonriente! Y el marido,
la mujer impecable que lo reciba en tacos. Pero no toda la vida es como la
muestran las propagandas, ni todas las familias son perfectas ―ni las que lo
parecen―. Hay madres solteras; padres solteros; madres viudas; familias con
madre y padre; familias con dos madres; otras con dos padres; familias religiosas
y otras que no lo son, y así, en infinidad de combinaciones. Entender que cada
familia tiene sus dificultades y sus maneras hace que no idealicemos, y como
contrapartida, nos victimicemos.
Hoy Facebook, Instagram, Twitter y demás redes sociales hacen que mostremos lo
mejor de nosotros, que lo que se vea sean las sonrisas de foto, con un filtro para
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retocarlas. Pero el día a día de un padre o una madre difícilmente quede reflejado.
Nadie postea la foto en la que le está gritando a su hijo: “Vení para acá a sacarte
la foto y sonreí”. Muestra la que salió sonriendo. Y uno, nostálgico, se queda
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mirando las imágenes creyendo que los demás tienen una vida más feliz que la
nuestra. La realidad es que hay muchos momentos placenteros, y otros tantos que
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no lo son, y muchas veces los padres nos necesitan como terapeutas para que
escuchemos que esto les pasa, y que los ayudemos a ver de qué manera hacer
Humano
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que las rutinas no sean una pesadilla y que los acompañemos en el proceso de
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Les recomiendo el libro Hijos, de Kaz Cooke. Encontré su primer libro,
Embarazada, en una librería estando de vacaciones (también lo recomiendo) e
Hijos lo adquirí después. Lo recomiendo para padres y para terapeutas, porque
brinda tanto datos científicos y teóricos como consejos, con temas que van desde
la lactancia, la alimentación y sueño, hasta cómo resolver situaciones prácticas de
conductas específicas. Les dejo su test ―no es uno común― ya que tiene una
gran cuota de humor. Divertirnos, en muchísimos casos, nos ayuda, alivia
tensiones y nos muestra que las cosas, en ocasiones, no son tan terribles como
parecen (ver al final de este apunte).
A continuación observaremos algunas estrategias para padres, que pueden hacer
que el día a día sea más llevadero. Unas son de Kaz Cooke, otras de diferentes
terapeutas que me las prestaron o, directamente, mías. Cada uno puede ir
encontrando las que más le cierren o ayuden a disminuir el estrés en función del
estilo de vida propio, creencias y costumbres:
Dormir, dormitar, meditar o escuchar música tranquila en los ratos en que
nuestros hijos duermen la siesta, o juegan tranquilos (aunque sean unos
pocos).
Intentar tener comida sana y nutritiva lista, tanto para los niños como para
uno, preparándola cuando se tiene tiempo, o algún fin de semana al mes. De
este modo no estaremos atrás de la comida justo cuando debemos ayudar
nuestro hijo con la tarea (sobre todo en aquellos casos que realizarla nos lleva
más tiempo del habitual).
Salir. El ejercicio moderado, tomar algo de sol o hacer actividades al aire libre
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son acciones que están cada vez más probadas científicamente como
antidepresivos.
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Salir con amigos, si se puede sin hijos, y sino con ellos. Escuchar y ser
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escuchado por los que queremos, compartir momentos, nos hará bien.
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Ponerse objetivos pequeños para irlos consiguiendo con los meses. Por
ejemplo: ducharse tranquilo; leer un capítulo de un libro; salir a tomar algo con
una amiga sin que el bebé nos vomite la blusa o salir el fin de semana, etc. Las
actividades que se hacen una vez por semana, como las clases de artes
marciales, un taller de manualidades o pintura son más realistas que una diaria.
Incluso alguna mensual, como ir a un taller de cocina o de jardinería. Pero
hagamos algo que nos guste y nos haga bien.
Los ratos libres de niños son importantes para cualquier cuidador de niños, ya a
sea tiempo completo o parcial. Si tu pareja no asume su parte, hay que decirle
que la necesitás, o que de otra manera te volverás loca, y te internarán en un
neuropsiquiátrico y de esta manera se quedará él con todo el asunto. Fuera de
toda broma, consensuar y ceder en la pareja es clave.
Muchas veces las madres esperamos que vuelva nuestro marido para “enchufarle”
a nuestros retoños y poder hacer algo por nosotras. Esto choca con las intenciones
de los maridos que trabajaron afuera todo el día ―y a veces con las de mujeres
que lo hicieron y con los niños que se han quedado con otro cuidador― y
necesitan de un tiempito de descanso al llegar al hogar para recargar algo de
energías y encarar el anochecer con los niños de manera saludable. Negociar:
darle media hora para que se duche, tome un té y se relaje. Algunos días a la
semana, a cambio de que nos deje ir a la clase de pilates, el puede tener su
partido de fútbol con los amigos. Éstas son formas que hacen que las energías
familiares fluyan.
contigo. Así podrás dormir una siesta, leer una revista o irte al cine. Tratar de
no usar ese tiempo para trabajar o hacer una tarea de la casa.
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absorba la energía mental en esa actividad y no tengas que pensar más que en
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Tené cuidado con los hobbys que impliquen quedarse en tu casa. A veces es
preferible salir a hacer una actividad fuera.
Tené amigos con los que puedas hablar de las preocupaciones con los hijos. Así
hablarán de lo que les pasa. Pero tené también amigos sin hijos o que no les
interese hablar del tema. Tener un tema de conversación por fuera de lo que
son los hijos realmente hace bien.
Si salir a cenar con tu pareja resulta muy difícil, armar algo que los haga
compartir: o una cena solos en la casa, una merienda o salir a caminar.
Buscar actividades que puedas realizar con tus hijos (museos o paseos). Hay
muchas y gratuitas para hacer con ellos.
Un padre que está la mayor parte del día trabajando, y que no tiene tiempo
suficiente para estar con ellos en la semana, puede armarse rituales de fin de
semana para hacer con los niños (preparar el desayuno con ellos, bañarlos,
llevarlos a dar un paseo corto, etc.).
Pensar qué nos gusta hacer y llevarlo a cabo disminuye notoriamente el estrés.
Reunir reservas
Preguntarle a otras madres y padres qué hacen para sobrellevar momentos
difíciles (todos los padres los tenemos y el que diga que no está mintiendo).
Leer un libro sobre paternidad (a menos que sean de esos antiguos que plantean
las cuestiones parentales en tonos pasteles, en cuyo caso mi recomendación ―a
pesar de amar los libros― es que sean utilizados para cualquier otra cosa menos
que para su lectura).
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ejemplo, cuando hacemos una actividad física o para ver otras propuestas.
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Consideraciones para padres con niños con dificultades de aprendizaje
Muchos de los escenarios que
fueron planteados en al
apartado anterior se amplifican
cuando nuestro hijo tiene
dificultades en el aprendizaje.
Pero hay que saber que nuestro
niño en primer lugar es niño, y
que después tiene dificultades
de aprendizaje. Y que nosotros
somos padres, y después
somos padres de un niño que
además tiene dificultades de aprendizaje. Les van a pasar muchas cosas que les
ocurren a todos los padres, y algunas amplificadas, y otras más a menudo. Pero
esto no quita que nos pasen a todos.
Pretender cumplir con la tarea, bañar a nuestro hijo, hacerle comprender una
consigna, enseñarle a respetar o que nos mire a los ojos puede convertirse en una
maraña de frustraciones. Reitero: muchas cosas que pasan tienen que ver con el
mero hecho de ser padres. No todo es atribuible a que nuestro hijo tenga
dificultades de aprendizaje. Aceptar eso, ayuda muchísimo. Los padres
necesitamos contención, y los padres de niños con dificultades en el aprendizaje la
necesitan más aún. Nunca se está solo, y muchas veces necesitamos saber pedir
ayuda. Para eso estamos los terapeutas, pero también están los demás padres,
familiares, vecinos, otras madres o los centros de ayuda. Muchas veces la
sensación de falta de tiempo; la autoexigencia; el ritmo de vida acelerado de las
zonas urbanas; la cantidad de labores requeridas por el jefe; la otra cantidad de
tareas pedidas por los maestros a modo de trabajo para el hogar o las clases
extracurriculares que hacen que uno lleve al niño de un lado a otro, sumado al
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cansancio propio del día, hacen que la sensación de soledad desborde, y que
nuestras energías se agoten antes de lo que deberían. Pedir ayuda es una decisión
saludable. Todos los padres la necesitamos.
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Consideraciones para padres de niños con TDAH
Una vez superadas las primeras reacciones ante el diagnóstico tenemos que estar
dispuestos a conocer el problema de nuestro hijo y tendremos, de esta manera,
una actitud más confiada y positiva.
En este punto comienza una fase de formación cuyo resultado nos ayudará a
sentirnos mejor y a estrechar la relación con él.
Para comenzar, lo más importante es prestar atención, escuchar a nuestro hijo; de
esta forma, nos sentiremos más preparados para discutir y enfrentarnos a los
pormenores del TDAH.
A continuación, como padres debemos, atender aspectos de nuestro propio
comportamiento e intentar mejorar aquellos que puedan resultar nocivos para la
relación familiar.
Buscar información: ésta debe estar actualizada y ser práctica o realista.
Ambos padres deben estar implicados a la hora de ayudar a su hijo con los
ejercicios especiales o las tareas escolares. Es importante que diseñen juntos
un programa de actividades y tengan un contacto directo con el niño a la hora
de ponerlo en práctica. Busquen el apoyo de otros padres: los ayudará a
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TDAH obliga a los padres de estos niños a revisar las expectativas que tenían
puestas sobre ellos y a menudo les genera sentimientos de amargura y
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reconocer el lado bueno de las cosas, ríanse y ayuden al niño a descubrir el
humor y a reírse de sí mismo.
Comprenda a su hijo: los niños con TDAH tienden a aburrirse más fácilmente
que los demás; por ello necesitan realizar actividades muy estimulantes. De lo
contrario, su impulsividad y altos niveles de energía pueden ocasionarles
problemas. Esto puede ocurrir, especialmente, en aquellos niños que han sido
medicados y lo suspenden sin utilizar ningún otro tratamiento alternativo. Por
estas razones, es importante que los padres promuevan actividades para que
su hijo haga un buen uso de su tiempo, aprenda habilidades esenciales en la
vida, se divierta y mejore su autoestima. Y para ello, es fundamental entender
cómo piensa un niño con TDHA.
Usen mensajes positivos. Esto servirá para mejorar su comunicación con él.
Intenten sustituir el verbo “ser” por el verbo “estar”. Por ejemplo, en lugar de
decirle “sos un desordenado”, díganle “tu habitación está desordenada”. De
esta forma, le demuestran que su conducta es incorrecta sin atacar su
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autoestima.
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orgullo y logros, e incluso pueden llegar a ser más importantes en la vida del
niño que sus propias dificultades. Asegúrense de que sienta que es bueno y
que esto lo haga sentirse valioso. Ayúdenlo a aceptar sus propias limitaciones y
acéptenlo. Háganle saber que comprenden sus sentimientos y que pueden
ayudarlo a entender que todos tienen dificultades en algunas áreas y
capacidades en otras. Ustedes también deben separar al niño de la conducta y
de su discapacidad. Aprendan a valorar a su hijo como persona, no sólo sus
éxitos y habilidades.
Los padres (y todos los que se relacionan con él o ella) deben dejar muy claro
al niño que el éxito es algo para él. Si el niño “sabe” que no puede tener éxito,
porque así se lo hacen sentir las personas importantes de su entorno, tendrá
miedo a intentarlo y como en la profecía que se auto-cumple, lo hace fracasar,
sin apenas darse cuenta. Esto complica la tarea del especialista.
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Irónicamente, son a veces los padres que han tenido dificultades similares y
que han sufrido mucho en la escuela los que tienden a ejercer una presión
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Es totalmente inadecuado e inútil comparar en sentido desfavorable al niño
disléxico con un niño sin problemas. Esto sucede especialmente si el niño que
va bien en el colegio es más pequeño que el que tiene el problema. Conviene
recordar que ambos son distintos y que el disléxico tiene sus cualidades. Las
rivalidades fomentadas entre hermanos nunca son buenas.
Otra cosa a tener en cuenta son las dificultades prácticas asociadas con la
dislexia: confusiones con las horas del día, equivocaciones respecto del lugar
en donde se colocan las cosas, tendencia al desorden, torpeza en ocasiones y
dificultad en el cumplimiento de las instrucciones (si no se le dan muy claras,
concretas y se aseguran de que las haya comprendido). Todo esto exige de
una buena dosis de paciencia, pero esto es tan importante como comprender
las dificultades mismas del aprendizaje del lenguaje escrito.
vuelven inalcanzables.
Por sobre todas las cosas: recuerde, valore y ame a su hijo como persona, no por
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