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·
De la pedagogía
Jcan Pi agct
De la pedagogía
~~
PAJDÓS
tlocuo~ Ain~s
B;•rcdon ~
,f>1Cxicn
.INTRODUCCIÓN
Silvia Parrat-Dayan
Anastasia Tryphon
.
1 . Jean P1aget, · Par¡'s Denoel 1969 [ed. cast.: Psi-
Psychologie et Pe'dagogre, ' ' ,, . ? p ,
' d · ' · B
co logza y pe agogza, Buenos Aires, Se1x arra ' 1 1993] y u
O va l educatzon., ans,
Denoel-Gonthier, 1972: · · · _ . . t de los últimos
2..La simple consulta de los catálogos de los Archivos Ptage e
1
años permite comprobar que la teoría de Piaget tiene interés tat~o pa;~.e~~~ ~
dagogos como para los psicólogos. Sin embargo, se hace a menu o re '
dicha teoría con un propósito educativo.
10 DF 1./\ PFD/\ C UC 1;\
al escol ar no corn o un rece ptor pas i\1o, sino omo una persona
que onst ru fa su s conocin1icnlos g u iad é1 po r sus p ropio. in •re-
~ c s ,. necesidad es.
as idea de "actividad" e "in terés", "vitalid ad" y "desarrollo
notura1 ", "lib ertad " y "autonon1ía", "ind iv id ualidad " y " respeto
<1 la in fa nci a", así con1 o las d e "col ectivi dad " e "integ ración",
consti tu yeron las nociones principales atribuidas a la nueva es-
cu ela o "escuela activa". Sus representantes pedían la constitu-
ción d e la pedagogía con1o ciencia.
En el Instituto Jean-Jacques Rousseau,5 era Clapared e quien
daba el tono . Fundado en Ginebra en 1912, precisamente por
Édouard Claparede, y dirigido por Pierre Bovet, el Instituto era
un centro afatnado de investigación en pedagogía y psicología.
Con su apoyo se crearon numerosas instituciones educativas:
por eje1nplo, la Casa de los Pequeños, centro de observación di-
rigido por las señoritas Aude1nars y Lafendel; la Escuela de la
Explanada, centro de investigaciones pedagógicas creado y diri-
gido en 1928 por Robert Dottrens; los consultorios médico-peda-
gógicos y las clases de desarrollo. Además el Instituto organiza-
ba cursos anuales de verano, animados por Charles Bally, cuya
reputación excedía considerablemente las fronteras suizas. A
esos cursos asistían pedagogos y psicólogos. Allí se discutieron
y difundieron largamente las ideas de la escuela activa.6 Para
Claparede, "el principio de la escuela activa deriva naturalmen-
te de la ley fundamental de la actividad de los organismos, que
es la ley de la necesidad o el interés: la actividad es sien1pre susci-
tada por una necesidad" .7 Lo que debía hacer la escuela era
11. J. Piaget (1935), Remarques psychologiques sur le travail par équipes" '
11
Los 111 étod os de la escuc líl activa y las inves ti gaciones psi co-
lógicas d e n1u cs tr~ n .qu e la form.ílción de la persona]jdad y la
coopera ción son Jnd1 solubl es, afJ rn1a Piaget, plantea ndo de tal
modo, paralel cunente a la relación entre la teoría y la prá ctka , el
vínculo entre pskología y pedagogía .
gu\cr: " M\rc, yo l:l' ten go 0~1 ini (m t'n JW<lf1gog í<l. Fl problema d e
la cdu ct1ci6n ln C 1n tL'n'Si l v t va nwn l<' ' pu es f' S mi i m p n~s i ón qu e
h.w nntcho que rcf~ rm;H y transformar, pero pi enso que el papel
dcÍ ps\C('llógo (llllSl ~t ~ anle tod o en pro p orciona r hech os que la
pedagogía puede utth zar, Y no en ponerse en su lu ga r para darl e
. "1 1
conc;;eJOS.
Sin en~bargo, esta respues ta no debe tomarse literalm ente .
Piaget tiene una opinión en pedagogía, y lo demuestran 1os tex -
tos presentad~s en este vol~n1en . Surnergiéndose en el clima de
la escuela actl\ra en el Instituto Jean-Jacques Rousseau, Piaget
enfrentó desde el inicio los problemas que plantea la reforma
pedagógica. Así, tal. con1o lo afirn:-a. en su "Autobiografía",
aceptó el puesto de duector de la Ohc1na Internacional de Edu-
cación porque de ese modo pensaba contribuir "a mejorar los
~ . , 18 e ~ d ~
métodos pe d agog1cos · ¿ omo po na aportar una contribu-
ción cúalquiera, si no con una opinión n1uy firme sobre el pro-
blema? En cuanto a abstenerse de dar consejos a los docentes,
no siempre resistió a la tentación de hacerlo. Llegó incluso a
proponer experiencias para realizar en clase, a fin de mejorar la
enseñanza.19
En varias oportunidades, Piaget estableció explícitamente
una relación de dependencia de la pedagogía respecto qe la psi-
cología. Para hacerlo recurrió a la analogía, muy de moda a fines
del siglo XIX, que asimilaba la fisiología a la psicología, y la me-
- dicina a la educación. "La pedagogía es con1o la medicina: un ar-
te que se basa (o debería basarse) en conocimientos científicos
precisos." 20 Un buen médico tiene aptitudes particulares, casi in-
natas, que le permiten ser un buen clínico. Pero esto no basta,
debe poseer también conocimientos sólidos de anatomía y fisio-
17. J.-C. Bringuier, Conversations libres avec ]ean Piaget, París, Robert Laffont,
1977, pág. 194.
18. J. Piaget, "Autobiographie", Calúers Vifredo Pareto, Revlle européemze
d'hístoire des sciences sociales, 1966,· n.o 10, vol. 4, págs. 129-159, p ág. 143.
19. J. Piaget (1.931), "L'esprit de solidarité chez l'enfant et la collaborati.on
internationale", en ob. cit., 1998, cap. 2, pág. 63.
20. J. Piaget (1949), "La pédagogie moderne", en op. cit., 1998, cap. 12, pág.
195.
DE U \ PEDA GOG fA
20
CON LU SIÓN
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puede conside rar que Piagc t fue un {.lCILICad o r ?. s·m se r un
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in1porta nciu . l c.sdc el pu nto dl' vista interna ciona l, todos razo-
nan1 os n1ás o n1 r nos de este n1 odo . uando pensamos en los ha-
bitantes de otros países, desde nu es tro punto de vi sta les atri-
btlilnos cie rtas ca racterísti cas, pero ignoramos totalm en te que
tan1bién nosotros tenen1os característi cas desde el punto de vis-
ta de ell os .
No es necesario insistir para que se comprendan los efectos
generales de este egocentrisn1o. Existe un sisten1a de operacio-
nes intelectuales (la lógica de las relaciones) que le permite al
h on1bre adaptarse socialmente a los otros hombres, y este siste-
ll1a está a su vez bajo la dependencia de la actitud egocéntrica 0
de la actitud de coordinación. En síntesis, mientras uno es ego-
~éntrico, no piensa correctamente desde el punto de vista lógico.
Este es el hecho fundamental. Por el contrario, sólo en cuanto
uno sale de sí n1isn1o y establece relaciones normales y comunes
con los otros hombres puede comenzar a pensar racionalmente.
Tomemos un segundo ejemplo del ámbito morat para ilustrar
los efectos de la coacción social, es decir, el segundo de los facto-
res sobre los cuales hemos insistido hace unos instantes. En el
niño, los resultados de la coacción social aparecen mucho más
claramente aún que en nosotros. Es cierto que el niño no sufre la
coacción del grupo total, ni conoce otra que no sea la de algunos
adultos, sus parientes y sus 1naestros. Pero el prestigio intelec-
tual y moral de estos adultos es tal para la mirada del niño, que
él cree con docilidad todo lo que e1nana de ellos. La escuela tra-
dicional se basa casi totaln1ente en este mecanismo; en ella el ni-
ño no obra espontáneamente, sino que depende de un punto de
vista superior que 'se le impone desde afuera.
Puede sostener que lo que hace que nos cueste tanto, de adul-
tos, desembarazarnos de las coacciones que los grupos imponen
a nuestra falta de reflexión es el hábifo adquirido en clase de re-
petir y obedecer, de plegarse sin reflexionar a las opiniones 1110-
rales e intelectuales de los mayores. .
Veamos un hecho, entre n1uchos otros. El niño, en sus prnn~
ros años, es naturahnente indiferente a la verdad . De allí una 1111 -
tomanía relacionada en buena parte con su egocentrisn1o, con su
. · 1 que na-
falta de preocupación por la verdad co1nún y obJehva, o
turalmente-lo hace · entrar ert conflicto con el adulto. El adulto
¡ ;\ FVOT.l ' J( )¡ SOCIAL Y LA l EV A lT JJ A(;OC fA 1 1]
III
Tratemos de concluir.
Si pensa1nos en el futuro, en el desarrollo de las relaciones so-
ciales entre los hombres, no debemos quedarnos en el niíi.o tal
como lo conocemos, ni en el adulto tal como es hoy en día. No
hay que creer (tenemos demasiada tendencia a hacerlo) que la fi-
nalidad del niño es llegar a ser como nosotros. En realidad, el
niño puede ser muy distinto de lo que es en general, según la
educación que reciba. Por otra parte, y a fortiori, el adulto se
transforma constantemente según el n1edio social que se in1pone
a él desde afuera. Si se duda de la humanidad, si se duda de los
progresos que aún puede realizar el hon1bre, nada es más recon-
fortante que echar una n1irada hacia atrás y comparar co~, las
nuestras a esas sociedades llamadas primitivas que los soCiolo-
LA EVOLUClÓ SOCIAL Y LA NUF.VJ\ PEDA GOG fA 113
gos nos han p e nllitl~~ con~cc r líl~l bien . Esa con frontación basta
para denlostrar, no solo ha sla que p:tnto el hombre es plástico y
puede ser tran sf~rn1 ado por el n1 ed 1o socia l en el que vive, sino
tarnbién \ ¿1 n1 ed1da en que .e,sta tran sforma ción tien e que ver
csenciahn nte con la educaCion. En efecto, constatamos que, en
ténn1nos intelectuales y morales, el prilnitivo es aún más sumiso
que nosotros al egoce1:trisn1o y a la coacción. Desde el punto de
vista intelectual, por e1en1plo, toda su representación del mundo
es egocéntrica. No en el sentido del niño, pues el individuo no
cree que sea él quien dirige las cosas, sino egocéntrica en cuanto
el prin1itivo consi~era to~o en relación con el pequeño grupo del
que forma parte . El cons1dera que el conjunto de los fenómenos
de la naturaleza depende del hombre. Esta actitud intelectual
tan característica, que les ilnpide a los prin1itivos comprender
los fenón1enos tal con1o son dados objetivamente, no es en su
fuente más que el egocentrismo infantil, transpuesto sencilla-
mente a un plano ampliado. De tal modo el egocentrismo reapa-
rece en el "socio1norfismo". Por otra parte, el primitivo está infi-
nitamente más sometido que los otros a la coacción social. Su
moral es infinitamente más legalista que la nuestra. Existen ade-
más los tabúes, las prohibiciones rituales, las prescripciones y
los ritos obligatorios. Para él toda la virtud consiste en observar
estrictamente esas reglas, sean cuales fueren las intenciones de
los actos particulares. Por lo tanto, no existe en principio la mo-
ral de la conciencia autónoma, de la conciencia interior: la única
moral consagrada es la de la obediencia.
Por el contrario, la evolución social tiende poco a poco a libe-
rarnos de tales fenómenos. Esto depende esencialmente de la
educación recibida. En las sociedades más inferiores se encuen-
tran trazas de todo lo que posteriormente se desarrolló entre no_;
sotros. Sólo que en los "primitivos" la educación reprin1e.pre,~i
samente las virtualidades. En el curso de lo que se denon11na la
iniciación", el adolescente, en un régimen iinpresionante de n1is-
terio es sometido a todas las coacciones de la tradición del gru-
po. És vertido como una cera blanda en el n1olde de las tradicio-
. nes sagradas del grupo. Después, durante toda su vida obedece
a "los ancianos" y, por ser "antigua", a la propia costun1bre. Ve-
mos entonces lo que la coacción puede hacer cuando se encuen-
DE LA PEDAGOGfA
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