Sei sulla pagina 1di 2

3/9/2019 La diferencia, el interés y la deducción

Versión para imprimir El Mercurio.com


.

Legal | Análisis Jurídico | Contratos y responsabilidad | Artículo 1 de 1

La diferencia, el interés y la deducción


"...Se trata de un contrato que se encuentra exclusivamente encaminado a la consecución de
fines económicos (...) Por lo mismo, aunque se pudiera hablar de daño moral de las personas
jurídicas con fines de lucro (que no se puede o, al menos, no se debe), muy plausiblemente
habría que señalar que ese particular daño se encuentra más allá del ámbito de protección del
contrato..."
Martes, 09 de julio de 2019 a las 18:03 | Actualizado 18:03

Iñigo de la Maza
La empresa A compra a la empresa B 1.000 computadores con la finalidad de revenderlos al distribuidor C y ganar
50 dólares por unidad revendida, es decir, un total de 50.000 dólares. Sin embargo, 40 días antes de que B deba
realizar la entrega de los computadores comunica al comprador (A) que no podrá entregarle ni una unidad; se
disculpa señalando que se trató de una equivocación monumental con el inventario (“aún estamos aprendiendo a
usar el Sap…”). A cotiza los computadores en el mercado y descubre que, si los compra a un tercero, deberá
pagar 32 dólares más por unidad comparado con el precio que le había dado B, consiguiendo, únicamente una
ganancia de 18 dólares por computador. De manera que insiste a B en que cumpla con el contrato, pero nada
consigue, y así nada entrega a C.

A demanda a B y solicita como indemnización 50.000 dólares por lucro cesante y 100 millones por daño moral
causado por la lesión a su prestigio comercial derivado de su incumplimiento con C.

El elegante, pero lacónico, texto del artículo 1556 CC no ayuda demasiado. De una parte, no se refiere al daño
moral, sí al lucro cesante, pero ¿todo el lucro cesante solicitado en este caso?

Pues bien, este caso, semejante a una pregunta de examen —y es que es la época—, pero que, con algunas
variaciones, sucedió, permite reflexionar, aunque sea brevemente, sobre una cuestión más bien desatendida por
la doctrina nacional: la determinación de aquello que debe indemnizarse.

Tres operaciones contribuirán en esta empresa para el caso en cuestión.

La primera consiste en establecer la diferencia entre dos situaciones, una real y una hipotética. La real es aquella
en la que se encuentra el acreedor a resultas del incumplimiento; la hipotética es aquella en la que se encontraría
si el contrato se hubiera cumplido. En principio, el monto de la indemnización corresponde a aquello que separa
económicamente las dos situaciones: id quod inter est. En la situación hipotética el acreedor sería 50.000 dólares
más rico y no habría padecido daño moral.

Es una buena forma de comenzar, pero no el lugar a donde se debe llegar en este caso. La segunda operación
consiste en determinar el fin de protección del contrato. Supondré que B podía, razonablemente, suponer que A
revendería y que el precio de reventa también era razonable; entonces, no cabe duda, el contrato protege esa
ganancia y debe ser indemnizada. ¿Qué sucede ahora con el daño moral?

Las respuestas pueden ser varias —por ejemplo, las personas jurídicas con fines de lucro no padecen daño moral
—, pero la que me interesa aquí es otra. Se trata de un contrato que se encuentra exclusivamente encaminado a
la consecución de fines económicos y, por lo tanto, los intereses que protege han de ser exclusivamente
económicos. Por lo mismo, aunque se pudiera hablar de daño moral de las personas jurídicas con fines de lucro
(que no se puede o, al menos, no se debe), muy plausiblemente habría que señalar que ese particular daño se
encuentra más allá del ámbito de protección del contrato. Así que queda el lucro cesante, pero, desde luego, no
corresponde a los 50.000 dólares solicitado por el demandante.

Ahora toca una deducción. Después de todo, estamos de acuerdo en que existe una carga de mitigar el daño para
el acreedor y sus requisitos parecen cumplirse aquí.

http://www.elmercurio.com/Legal/Noticias/Analisis-Juridico/2019/07/09/La-diferencia-el-interes-y-la-deduccion.aspx 1/2
3/9/2019 La diferencia, el interés y la deducción

Acaso convenga explicarlo un poco más. En el ejemplo, B avisa 40 días antes de la fecha en que debía entregar
los computadores que no podrá cumplir. A investiga en el mercado que podría comprarlos, aunque con una
ganancia sustancialmente menor a la proyectada si es que A hubiera cumplido.

Pues bien, asumiendo que A no le había pagado a B el precio, la pregunta ha de ser si podía exigírsele al primero
que saliera al mercado a comprar. La respuesta en este caso parece ser que sí; igualmente hubiera ganado,
aunque menos. Por supuesto, las cosas pueden ser distintas y esa compra le podría haber demandado un
sacrificio financiero a A, en cuyo caso no resultaría sensato exigirle la carga de mitigar el daño del incumplimiento
contractual.

Pero, si se asume que en este caso era razonable exigirle el cumplimiento de la carga, entonces se puede concluir
que el acreedor debe soportar aquella parte del daño causado por el incumplimiento que pudo haber mitigado
razonablemente, y decidió no hacerlo.

En el ejemplo, A podría haber salido a comprar al mercado, pero, como el precio que habría tenido que pagar era
más alto, en vez de ganar 50, únicamente habría ganado 18 al revender a C. De esta manera, aunque las
matemáticas no suelen ser el fuerte de la profesión legal, puede concluirse que en este caso el lucro cesante que
debe pagarle B asciende a 32.000 dólares. Y así terminan las cosas respecto de la determinación de los daños
indemnizables; cobrarlos es otro tema, desafortunadamente mucho más práctico que teórico.

Términos y condiciones de la Información © 2002 El Mercurio Online

http://www.elmercurio.com/Legal/Noticias/Analisis-Juridico/2019/07/09/La-diferencia-el-interes-y-la-deduccion.aspx 2/2

Potrebbero piacerti anche