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Reacción: Un culto a la piedra y un marcado desprecio por la gente

Por: María Alejandra Millán Hernández

¡Que fascinante verme atrapada en este texto! Desde el inicio hasta el final logré adentrarme y
sentí pena por mi hermosa ciudad, que tanto han herido, que muy poco han amado, que poco a
poco han destruido.

Vienen a mi mente las veces en que he podido hablar con personas que llegan por primera vez a
mi ciudad, no se me escapa la oportunidad de hacer la pregunta: “¿Qué fue lo que más te gustó de
Cartagena?” Ellos, sin pensarlo me responden: “Su gente, la gente de esta ciudad es tan alegre, tan
acogedora, lo hacen sentir en casa”. Ojalá los “dueños” de esta ciudad, pudieran escuchar estos
comentarios, dejarían de invertirle tanto a lo externo, y más a lo interno.

Puede ser el “Corralito” una joya, hablando de la belleza de sus infraestructuras y riqueza
histórica, pero cuando llega un turista el busca más allá de pasear por las calles de Cartagena, vivir
en Cartagena. Esto quiere decir que él llega con sed de hacer un intercambio cultural, de aprender
nuevas palabras, de comprar las ropas confeccionadas en la ciudad, y todo para sentirse un
cartagenero más.

Ojalá y nuestros hijos sepan valorar antes de un monumento, a las personas, ojalá y esta historia
no sea contada en vano a ellos, si no que quede tan marcada en sus corazones que sean capaces
de luchar por la igualdad y la dignidad. Cartagena fue nombrado Patrimonio Histórico y Cultural, se
puede hacer restauración y conservarse las murallas, las casas coloniales, pero si no se conserva la
Cultura, su gente morirá y junto con ella, la misma Historia.

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