VII Congreso Internacional de Convergencia San Miguel de Tucumán

El Psicoanálisis inserto en la Polis Octubre de 2018

María Victoria Picciuto

El Psicoanálisis inserto en la Polis

En lo que hace a la inserción del Psicoanálisis en la Polis la etimología nos permite

pensar en la connotación fálica del discurso Amo de la Ciencia, sin la que sin embargo
el Psicoanálisis no sería posible, a la vez, nos lleva a advertir que los verbos incluir,
encajar, intercalar, entreverar, inserir, refieren al esfuerzo de hacer penetrar algo
diferente, heterogéneo, algo de otra estofa. Veremos que de eso se trata el
Psicoanálisis.

Esa línea Psicoanálisis <> Salud mental nos lleva a pensar los avatares que supone la
inserción profesional de los colegas en los distintos organismos públicos y privados
algunos de los cuales aplican la reglamentada Ley Nacional de Salud Mental Nª
26.657. Desde la perspectiva de “para todos” ¿cómo pensar la singularidad del sujeto?

Si tomamos la definición de salud: Qué sería ¿“un completo bienestar”?.Lo que

creemos desde nuestros ideales es suponer a la Salud, asociada a la armonía. La
definición de salud mental propone una lógica del bien y la felicidad. El higienismo
actual que invade buena parte de las políticas de salud mental trata de reducir el
síntoma a un trastorno que hay que hacer desaparecer sin preguntarse por el sentido
que encierra para quien lo padece.

En la época de Freud regían los ideales de la higiene mental. En su texto de 1918, Los
caminos de la terapia psicoanalítica, abre varios caminos, mostrando desde el
principio la complejidad del psiquismo.

Sin embargo ya en “Más allá del principio del placer” (1920), nos advierte que el
aparato psíquico no se rige por el Principio de Placer, estableciendo de este modo que
no se alcanza psíquicamente tal armonía, y en todo caso si se consigue no lo es de
modo continuo.

Y en 1925 con El malestar en la Cultura, se pregunta “¿Qué es lo que los seres

humanos mismos dejan discernir, como fin y propósito de su vida? ¿Qué es lo que
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exigen de ella, lo que en ella quieren alcanzar? Quieren alcanzar la dicha, conseguir la
felicidad y mantenerla.”

¿No resuena ya algo que permite avizorar lo que de traumático hay en la dolorosa
existencia de los sujetos?

Así como la salud se define como bienestar completo, el Psicoanálisis postula entonces
un malestar estructural que insiste.

Una viñeta:

D. llega a la consulta acompañada por su hermana, porque según dice se marea y tiene
miedo en la calle. Es una mujer de 60 años, médica emergentóloga, que meses atrás
ha sufrido un ACV isquémico. A modo de presentación me entrega una carpeta, se
sienta y espera sin hablar. Cuando le pregunto en qué la puedo ayudar, ella me
responde que viene a mí para que yo le haga un informe de salud mental para obtener
un certificado de discapacidad para tramitar su jubilación por invalidez. Le propongo
que ella hable de los que le pasa y ella me responde :

¿Qué le puedo decir yo? Si TODO lo que me pasa está en esos informes de diversos
estudios que me han hecho”

Hasta aquí el recorte, que me hace preguntarme

¿Qué es un cuerpo?

¿El de los ritmos circadianos y las etapas evolutivas, el cuerpo trastornado de los
DSM?(trastorno mental enfermedad mental o desajuste psíquico :alteración en el
equilibrio psíquico de una persona. )
¿Qué puede decir una clasificación de lo que le pasa a D? ¿Quién pueden decir, sino
ella misma sobre ese sujeto singular que ella es? El estatuto que el cuerpo tiene en
psicoanálisis difiere radicalmente del organismo viviente.
Esta diferencia la marca Freud desde sus primeros escritos.

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En 1905 “Psicoterapia: tratamiento por el espíritu”, dice que:
“la acción psíquica sobre el cuerpo, ha sido desde el principio poco agradable para los
médicos”.
Y Lacan dirá en 1954 que hay en el cuerpo una fisura, una perturbación profunda de la
regulación vital, una desviación de las necesidades del hombre porque, no se puede
equiparar de igual modo al “cuerpo” y al “organismo”

Más adelante en La tercera que se llama así precisamente porque a esa altura de su
enseñanza sigue intentando dar cuenta de lo Real más allá del inicial “volver siempre al
mismo lugar” y del consiguiente presupuesto lógico de lo Real como “lo
imposible “, dirá del síntoma: “aquello que se pone en cruz para impedir que las cosas
anden”. En este período (1974), el síntoma es la tercera forma de nombra lo Real. El
síntoma, es aquello que insiste y estorba en el camino, y por ende, está en las
antípodas de todo bienestar completo.

Entonces voy a decir, tomando a E. Feinsilber en Constelaciones Pulsionales que dice

que el cuerpo es lo que el parletre tiene pero no lo es, tiene un cuerpo sexuado por la
incidencia del lenguaje, distribuido entre el cuerpo de la letra y el cuerpo del
significante”. Entonces, si el síntoma es del orden del padecimiento, del pathos
encuerpo, de lo que no cesa de no inscribirse, de aquello que insiste, que re-peticiona,
re-percute en el cuerpo, hay que hacerse un cuerpo a partir del saber de aquello que
se pathematiza en el cuerpo.

Si hay un eco en el cuerpo del decir del Otro, que trazó intrincados trayectos de goce
por efecto de lalangue, podremos pensar que aquello que hizo marca singular en cada
quien, esos trayectos de goce, dicen de un más allá de lo que el sujeto es capaz de
enunciar.

Es la Pulsión, en su exigencia incoercible y perentoria, de actualizar, es decir poner en

acto, allí justamente donde resulta tomado lo Real del cuerpo. Entonces, con Freud y
con Lacan tomamos un itinerario concerniente al cuerpo; que va de la insuficiencia a la
anticipación en el espejo que es la mirada del Otro, al goce del cuerpo que se juega en
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los desfiladeros del significante para finalmente intentar mostrar con la letra, la letra a,
lo más real de la relación del cuerpo con los objetos Pulsionales. Ahí radica otra
diferencia sustancial que hace a nuestra práctica: en tanto psicoanalistas entendemos
al síntoma como del orden de lo Real, y lejos de sofocarlo, haremos una promoción del
síntoma.

Prácticas en Psicoanálisis En el lugar que sea, (me ha tocado atender en un pasillo, en el

banco del jardín del hospital, etc.), cuando enunciamos la regla fundamental, “Hable”, estamos
instaurando cada vez en el nombre de Freud y con Lacan aquella revolución que implica
desplazarnos de una clínica de la mirada a posicionarnos en una clínica de la escucha para
que emerja el sujeto de lo Inconsciente: En ese entredós que se hablan, que es la
Transferencia, esa disparidad subjetiva, que es la condición de posibilidad de que lo que el
sujeto hable pueda elevarse a la condición de un decir, allí es donde se actualiza, se pone en
acto la Realidad de lo Inconsciente. El sujeto tanto que exiliado de sus orígenes, inmerso en el
lenguaje que lo preexiste, padece un cuerpo cincelado por el caprichoso deseo del Otro. Un
sujeto que habla y que no sabe que en su decir habla desde esos significantes que lo extravían,
que habrá de hacerse de un cuerpo propio. ¿No es acaso Eros, esa placa arcaica contenida en
el lenguaje y en la vida psíquica bajo la forma de la angustia y de la risa como dispersas
cenizas de ese volcán? ¿Acaso eso que habla en nosotros, nuestra novela familiar, esos
padres que inventamos, esas historias, no son acaso un intento de darle sentido a un
azar del que somos fruto y que no conocemos?

Momento de concluir: En el Seminario 8 Lacan se refiere a Alcibíades como el hombre

del deseo diciendo: “Alcibíades no dice-es por mi bien o por mi mal, por lo que quiero
eso que no es comparable con nada y que se encuentra en ti ágalma”. “Lo quiero
porque lo quiero, sea mi bien o sea mi mal.”

El psicoanálisis se sostiene en la ética del deseo, por lo tanto está fuera de la antinomia
del bien y del mal. El desafío será poder posicionarse en diálogo con otras disciplinas
para poder importar conceptos que amplíen los márgenes conceptuales de nuestra
praxis, sin olvidar que nuestra política es la política del síntoma.

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