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Departamento de Historia
Monografía de Grado
Directora de Tesis:
María Piedad Quevedo
200410592
Junio de 2008
Agradecimientos
2
Índice
Introducción .............................................................................................................. 4
Plan del texto: método ........................................................................................... 4
El concepto de representación ............................................................................. 7
Las mujeres. Enfoques y perspectivas .............................................................. 10
Chrétien de Troyes............................................................................................... 14
Capítulo I.................................................................................................................. 16
Cuerpo: el texto y el gesto....................................................................................... 16
1.1 La «oralidad» del texto ............................................................................. 16
1.2 Leer y escribir............................................................................................ 20
1.3 La novela o el romance: Chrétien de Troyes ......................................... 24
1.4 La noción de verdad y de historia ........................................................... 28
1.5 Las estructuras del escrito: Chrétien de Troyes y su obra ................... 30
1.6 Una sociedad gestual: la lectura y el gesto............................................ 33
Capítulo II................................................................................................................. 39
El cuerpo: moral, vestido y sociedad ..................................................................... 39
2.1 El cuerpo en el origen de la cristiandad ................................................. 39
2.2 Estética y moral: la jerarquía del cuerpo ................................................ 41
2.3 Desnudez y vestido .................................................................................. 51
2.4 El cuerpo de Cristo: el sufrimiento .......................................................... 57
2.5 El cuerpo social y el cuerpo humano...................................................... 62
Capítulo III................................................................................................................ 67
Mujeres en el siglo XII: amor, familia, pareja y matrimonio ................................. 67
3.1 El amor....................................................................................................... 68
3.2 Familia y pareja......................................................................................... 81
3.3 El Matrimonio ............................................................................................ 88
Conclusiones .......................................................................................................... 96
Bibliografía ............................................................................................................ 101
3
Introducción
4
pertenecientes a las cortes del norte de Francia, específicamente Flandes y
Champaña. A partir de este modelo se pudo consolidar con mayor fuerza su identidad
y su poder para diferenciarse de otros grupos sociales. Estas representaciones son
una promoción del cuerpo femenino y, al mismo tiempo, lo diferenciaron de una
manera particular del cuerpo masculino en función de los comportamientos corteses y
caballerescos de esta elite privilegiada.
En esta introducción se presentará un marco teórico a partir del cual se estudian las
representaciones del cuerpo femenino. En ese aparte, el concepto de representación
se desarrolla porque constituye el centro analítico de este trabajo. De éste deriva la
necesidad de definir el discurso y sus campos de acción, pues las representaciones
que aquí se estudian son textuales y discursivas. Además, la diferencia es un
concepto complementario que permite unir dos esferas de análisis: las que derivan de
la construcción del «género» en el pasado que aquí se estudia, y la distancia que se
establece entre el pasado y el presente. Finalmente y con motivo de introducir al lector
se presentará a Chrétien de Troyes como autor.
1
Spiegel, Gabrielle M. (2001) [1994], “Historia, historicismo y lógica social del texto en la edad media”, trd.
Isabel Vericat y François Perus, en: Historia y Literatura, Antologías Universitarias, México, pp. 157.
5
Finalmente, en el tercer capítulo, se discuten los temas del matrimonio, la pareja y el
amor en el contexto del siglo XII y su relación con las novelas y las representaciones
del cuerpo femenino que construyó Chrétien de Troyes. A partir de estas fuentes, se
puede añadir un engranaje a las discusiones sobre la historia de las mujeres en la
historiografía que trata de esa época. Sin embrago, este tema se tratará
exclusivamente desde la visión particular del autor de las novelas y el análisis que se
hace de las representaciones en ellas. Finalmente, se concluirá con los resultados de
esta investigación.
Ahora bien, el lector de esta investigación puede discutir el hecho de que se trabaje
con base en libros novelescos que han sido traducidos y modernizados. En ese
sentido, el autor de este texto establece esa limitación. No trabajar con los manuscritos
originales puede representar pérdida de información y, a veces, el sentido mismo del
lenguaje que fue utilizado. Sin embargo, se considera que el discurso y las
representaciones que en ellos se encuentran se conservan puesto que los filtros de la
modernización y la traducción no alejan completamente el sentido de un texto. De lo
contrario no se traducirían ni se modernizarían. Como apoyo, me baso en la afirmación
de que en el discurso –como aclara Michel Foucault– “…por más que sus puntos de
aplicación cambien, la función permanece; y el principio de cierto desfase no deja de
ponerse continuamente en juego”.2
2
Foucault, Michel (1999) [1970], El orden del discurso, trd. Alberto Gonzáles Troyano, Tusquets Editores,
Barcelona, pp. 27.
6
El concepto de representación
…el discurso no es simplemente aquello que traduce las luchas o los sistemas de
dominación, sino aquello por lo que, y por medio de lo cual se lucha, aquel poder del que
6
quiere uno adueñarse.
3
Chartier, Roger (1995) [1992], El mundo como representación. Historia cultural: entre práctica y
representación, Gedisa editorial, Barcelona, pp. I.
4
Ibíd., pp. II.
5
Chartier, Roger (2000), “Representación”, trd. Maribel García Sánchez; [et al…] en: Entre poder y placer
cultura escrita y literatura en la edad moderna, Editorial Cátedra, Madrid, pp. 73-74.
6
Foucault, Michel (1999) [1970], El orden del discurso, Op.Cit., pp. 15.
7
Chartier, Roger (2000), “Representación”, Op.Cit., pp. 75.
8
Ibíd., pp. 75.
7
emblemas, las fábulas, las alegorías”.9 En todo ello es perceptible y descifrable la
relación que existe entre el signo visible y su significado.10 Por otro lado, una
representación puede estar constituida por un signo que se signifique a sí mismo, por
ejemplo una persona que habla de sí o se representa a sí misma.11
9
Ibíd., pp. 75.
10
Ibíd., pp. 75.
11
Ibíd., pp. 76.
12
Ibíd., pp. 78.
13
Ibíd., pp. 78.
14
Ibíd., pp. 79.
15
Ibíd., pp. 80.
16
Ibíd., pp. 80.
8
sentido, las representaciones con mayor poder son las que no revelan el sentido real
del discurso. Michel Foucault aclara lo siguiente:
El discurso verdadero, al que la necesidad de su forma exime del deseo y libera del
poder, no puede reconocer la voluntad de verdad que lo atraviesa; y la voluntad de
verdad que se nos ha impuesto desde hace mucho tiempo es tal que no puede dejar de
enmascarar la verdad que quiere.17
17
Foucault, Michel (1999) [1970], El orden del discurso, Op.Cit, pp. 24.
18
de Certeau, Michel (1990), L’invention du quotidien, t. I, Arts de faire, Gallimard, Paris, pp. 260 [Trad.
La invensión de lo cotidiano, t. 1, Artes de hacer, México, Universidad Iberoamericana, 1996.] Citado en:
Chartier, Roger (2000), “Representación”, trd. Maribel García Sánchez; [et al…] en: Entre poder y placer
cultura escrita y literatura en la edad moderna,Op. Cit., pp. 82, cita 23.
19
Chartier, Roger (1995) [1992], El mundo como representación. Historia cultural: entre práctica y
representación, Op. Cit., pp. IV.
20
Ibíd., pp. 127.
9
claras de expresión: una oral, comunitaria, ritual y colectiva diferente de una lectura
solitaria en busca de sentido. Esto con el fin de evitar proyectar “… en las relaciones
antiguas con los textos nuestra propia relación con ellos…”.21 Esto remite a la
siguiente reflexión que hace Chatier:
Por otra parte, el lenguaje no puede ya ser considerado como la expresión transparente
de una realidad exterior o de un sentido dado previamente. Es en su funcionamiento
mismo, en sus figuras y sus acuerdos, cómo la significación se construye y la “realidad”
es producida.22
Se trata de ser capaces de ver y analizar una realidad más integral de los textos. En
esa medida, la medievalista Gabrielle M. Spiegel dice que “… el poder de cualquier
conjunto de representaciones deriva en gran medida de su contexto social y de su
vínculo con las redes sociales y políticas de las que participa”.23 Esta idea es apoyada
por Chartier al decir que la literatura es “… como un repertorio de modelos de
comportamiento, como un conjunto de representaciones que son otro tanto de normas
imitables”.24
La «mujer» o las «mujeres» vistas como una categoría diversa, son los sujetos que
interesan a esta investigación y son a la vez una categoría que atraviesa temática y
metodológicamente el estudio de las representaciones. Más exactamente, las
representaciones del cuerpo de las mujeres que hace o recrea Chrétien de Troyes en
sus novelas. Para tal fin, es necesario revisar cómo se ha escrito sobre las mujeres;
reconocer y entender cómo estos sujetos jugaron un papel en la historiografía,
21
Ibíd., pp. 127.
22
Chartier, Roger (1995) [1992], El mundo como representación. Historia cultural: entre práctica y
representación, Op. Cit., pp. IV.
23
Spiegel, Gabrielle M. (2001) [1994], “Historia, historicismo y lógica social del texto en la edad media”,
Op.Cit., pp. 150.
24
Chartier, Roger (1995) [1992], El mundo como representación. Historia cultural: entre práctica y
representación, Op. Cit., pp. VII.
10
responder cómo surgió la necesidad de historiar a las mujeres para justificar el estudio
de ellas en el presente texto.
La historia social permitió incluir a las mujeres como grupo social y en el movimiento
de éstos, ahí se generó la categoría de «mujer». Se creó así una relación conceptual
que tenía al margen la categoría de «hombre». Sin embargo la historia social hizo
énfasis en «mujer» como «cultura femenina», no en su victimización.29 A pesar de tal
esfuerzo, esa categoría fue utilizada para generar una identidad política que hacía
énfasis en el dominio masculino sobre las mujeres más que en el cómo se introdujo la
diferenciación sexual en la cultura.30 A finales de la década de 1970 las tensiones, que
se generaron entre la dinámica de la disciplina histórica y las sacudidas políticas,
amenazaron la categoría de «mujer». “Se requería un modo de pensar la diferencia y
el modo en que su construcción definía relaciones entre individuos y grupos
sociales”.31 A ese tipo de estudio se le llamó estudios de género, categoría que aludía
más a aspectos sociales de la construcción de los calificativos sexuales que a las
connotaciones físicas. En ese sentido, “…sólo era posible concebir a las mujeres
definiéndolas en relación con los hombres, y a los hombres diferenciándolos de las
mujeres”.32 De esa forma, la propia categoría de «mujer» simplemente fue
fragmentada y dotada de diferencia, diversidad y flexibilidad en su propio seno. Se
25
Scott, Joan (1999) [1993], “Historia de las mujeres”, trd. José Luis Gil Aristu, en: Formas de hacer
historia, Alianza Editorial, Madrid, pp. 69.
26
de Certeau, Michel [1994] (2000), “La operación histórica”, en: Perus, Françoise, Historia y literatura,
Instituto Mora, México, pp. 60.
27
Scott, Joan (1999) [1993], “Historia de las mujeres”, op. Cit, pp. 72.
28
Ibíd., pp. 72.
29
Ibíd., pp. 76.
30
Ibíd., pp. 77, 78.
31
Ibíd., pp. 79.
32
Ibíd., pp. 80.
11
suscitaron entonces debates de cómo articular el «género» en los estudios. Scott nos
dice lo siguiente:
Supone así mismo una correlación directa entra las categorías sociales de macho y
hembra y las identidades subjetivas de hombre y mujer y atribuye sus variantes a otras
características sociales instuidas, como las de clase y raza.33
33
Ibíd., pp.81.
34
Ibíd., pp. 82.
35
de Certeau, Michel [1994] (2000), “La operación histórica”, Op. Cit, pp. 61.
12
palabras de de Certeau “… que tiene la forma de una diferencia”36 o en última
instancia que “…el hecho es la diferencia”.37
Es algo añadido, adicional, superfluo, por encima y más allá de lo que ya está
plenamente presente; pero también es un sustitutivo de lo ausente, de lo olvidado, de lo
que falta, por lo que resulta necesaria para llegar a una consumación o integridad.40
Michel de Certeau critica la posición del sujeto que analiza la producción del
discurso, puesto que la epistemología ha querido adjudicar la «verdad» de la obra a
“… la no pertenencia de quien sea el hablante”.43 Así, la propia historia de las mujeres
36
Ibíd., pp. 62.
37
Ibíd., pp. 63.
38
Ibíd., pp. 69, “El viejo eslogan de las “lecciones de la historia” vuelve a tomar, en esta perspectiva , un
significado en si, al dejar de lado una ideología de herederos, se identifica la “moral de la historia” con
este intersticio creado en la actualidad por la representación de diferencias”. pp. 69.
39
Concepto tomado de Jacques Derrida quien lo toma prestado de Virginia Wolf.
40
Scott, Joan (1999) [1993], “Historia de las mujeres”, Op. Cit, pp. 71.
41
Ibíd., pp. 71.
42
de Certeau, Michel [1994] (2000), “La operación histórica”, Op. Cit, pp.66.
43
de Certeau, Michel, “History; Science and Fiction”, en: Heterologies: Discourse on the Other
(Minneapolis, 1986), Citado en: Scott, Joan (1999) [1993], “Historia de las mujeres”, op. Cit, pp. 73.
13
o la investigación de éstas como “operación histórica” abarca y cuestiona la propia
posición del sujeto que habla frente al que estudia, es decir establece ya en si mismo
una diferencia, un límite de lo pensable que está al interior de una distancia
significativa (presente-pasado)44. Esta construcción está presente en la dialéctica que
se genera en el “hacer historia”, entre presente y pasado, lo que permite una
prefiguración de ciertas necesidades futuras: se establece el presente como la
figuración ambivalente del pasado y el futuro.
Resulta entonces pertinente hacer una investigación que se centre sobre mujeres en
tanto que permite establecer una diferencia, y en el caso de esta investigación poder
hacer patente tanto la diferencia como la ausencia en las relaciones de las
representaciones corporales femeninas y masculinas; no hay que desconocer, pues,
que los límites se establecen en primera instancia desde un autor masculino que
estudia otro autor masculino pretendiendo ver algo sobre las mujeres. Es decir, podrán
establecerse los alcances y los límites de estudiar las representaciones corporales
femeninas que se encuentran al interior de la literatura de Chrétien de Troyes. Para
que haya claridad, hay dos esferas de desarrollo: 1) hay que establecer las diferencias
entre las representaciones del cuerpo femenino y el cuerpo masculino (entender cómo
se construyen y dar explicaciones) en la obra de Chrétien de Troyes; 2) esta misma
diferenciación se aplica entonces al hecho de que el autor de este texto es un hombre
que estudia a otro hombre que produjo literatura repleta de representaciones de lo que
se esperaba que fuera una mujer, y de lo que de su cuerpo pudo representar, de tal
manera que se pueda poner en evidencia los límites de lo que se puede conocer. Así,
se producen hoy representaciones para hacer patente las diferencias que existen
actualmente frente al pasado, revelar las ausencias y las presencias de aquello que se
estudia y se prueba. De esa forma se construye un signo que nos permite referirnos a
nuestro propio presente en función de la temática que aquí se trata.
Chrétien de Troyes
Sobre la vida de Chrétien de Troyes, canónigo de Troyes, se sabe muy poco. Sin
embargo, se ha podido situar su obra y aproximadamente su vida gracias a las
dedicatorias que hace en algunas de sus obras. Fue un clérigo dedicado a las
traducciones ovidianas e instruido en la poesía provenzal en la corte de Champaña. El
caballero de la carreta y El caballero del León fueron las obras que realizó por encargo
44
“… el pasado es, ante todo, el medio de representar una diferencia” citado en: de Certeau, Michel
[1994] (2000), “La operación histórica”, Op. Cit, pp.66.
14
de esta corte en la década de 1170. Por encargo del Conde de Flandes escribió El
cuento del Grial en la década de 1180.
15
Capítulo I
Suena el timbre del teléfono, habla una persona que necesita a otra, los pitos de los
carros distraen e interrumpen, y, a veces, los pasos agitados en el tablado terminan
por agitar el pulso cardiaco mientras suena el tecleo de un escrito. La silueta
tonsurada susurra el cuento que compone, mientras el metal resuena en el pasillo y el
viento mece algunos árboles. Los periódicos del domingo los anuncia una voz fuerte
que se proyecta a través de las paredes y ventanas de la casa. Unos instantes faltan
para que llegue la hora sexta y una campana lleva el ritmo de una voz que pregona las
bodas de un caballero y su doncella. Pasa una ambulancia y suenan dos campanadas.
Las hojas del camino crujen bajo unos cascos apurados, mientras los estandartes
aletean y dos palomas se posan sobre una anticuada antena de televisión.
Estallan burbujas en la gaseosa al ritmo del crujir de las palomitas de maíz. El aliento
interrumpido y espasmódico contiene el llanto, tres lágrimas silenciosas ruedan hasta
el hombro de él mientras la consuela y sorbe a través del pitillo. A las vísperas,
palabras y carcajadas se intercalan con el salpicar del vino cuando cae en las copas, y
la carne de un gallo se diluye en el mascar. Han terminado de cenar: él exclama y
salta, ella llora desconsolada mientras ante un atril otro recita y declama las grafías de
un romance; sube y baja la voz, entre sollozos y exaltaciones, su delicada mano pasa
una página con lentitud, los ojos miran la tinta en el papel y la boca se pronuncia,
recuerda el cuento y mira a sus oyentes, éstos dejan que la voz estremezca sus
cuerpos. Ya ha oscurecido completamente, todos parten ensimismados y algo
melancólicos dejando solo el lugar; dos grandes páginas se mueven al pasar del
viento en la oscuridad, y las luces se encienden indicando el final de la película.
16
juglares y trovadores, primero en latín y más tarde también en otras lenguas.45 La lira y
el arpa acompañaban muchas historias en desorden que a veces ya cantaban al amor.
Las primeras formas escritas nunca estuvieron separadas de la voz, no existía tal
cosa como una lectura ni, incluso, una escritura en silencio. En los siglo XII y XIII la
poesía oral aún era una generalidad que se extendía a la lectura de la novela
cortesana.48 Entre los siglos X y XV, las anotaciones musicales de los textos
develaban la estrecha relación de éstos y la voz.49 Se recita y se oye –acota el
historiador Paul Zumthor–, esta pareja sensorial eleva el texto al estatuto de «locutor».
Se veía una grafía y se oía un mensaje, ahí se combinaba inseparablemente el
ejercicio de ver y oír.
Con la escritura se logró fijar los mensajes a través del tiempo y el espacio. Las
novelas de Chrétien de Troyes, escritas en la segunda mitad del siglo XII, son el centro
45
Zumthor, Paul (1989), La letra y la voz. De la «literatura» Medieval, trd. Julián Presa, Cátedra, Madrid,
pp. 290.
46
Ibíd., pp. 346. El caso específico de la novela o el romance se tratará con profundidad más adelante en
este mismo capítulo.
47
Ibíd., pp. 116.
48
Ibíd., pp. 63.
49
Ibíd., pp. 42.
50
Zumthor, Paul (1994), La medida del mundo. Representaciones del espacio en la Edad Media, trd.
Alicia Martorell, Cátedra, Madrid, pp. 348.
17
de análisis de esta investigación. En ellas se ve corroborada esta afirmación,
específicamente en el libro de Erec y Enid:
…el cuento trata de Erec, hijo de Lac, y aquéllos que quieren vivir de contarlo, suelen
destrozarlo y corromperlo delante de reyes y condes. Comenzaré ahora la narración que
permanecerá en la memoria mientras dure la cristiandad; de esto se evanece Chrétien.
51
Pero la voz nunca desapareció; en ella se mantuvo el movimiento de los textos junto
con su autoridad.52 En el siglo XII, entre lo que se escribía y se pronunciaba, existió
una actuación pública que incluyó una forma teatral donde se involucraba el cuerpo y
la «oralidad». Ahí estaba –ilustra Zumthor–
… el cuerpo del que emana dicha voz, los otros cuerpos cuyos oídos la registraban,
definían conjuntamente el territorio abierto a la obra de lenguaje, invadido y, por poco
53
tiempo, poseído por ella.
51
de Troyes, Chrétien, Erec y Enid, Ed. Carlos Alvar (1982), Trd. Carlos Alvar, María Victoria Cirlot y
Antoni Rosell, Editora Nacional, Madrid, pp. 46-47.
52
Zumthor, Paul (1994), La medida del mundo. Representaciones del espacio en la Edad Media, Op.Cit,
pp. 348.
53
Ibíd., pp. 349.
54
Zumthor, Paul (1989), La letra y la voz. De la «literatura» Medieval, Op.Cit, pp. 314
55
Ibíd., pp. 315.
18
Es importante aclarar que la voz humana es la dimensión misma de los textos y ésta
se ha estudiado desde el concepto de «oralidad».56 El término se acuñó en los
estudios medievales desde 1960, pero su acepción sólo remite a una abstracción
teórica lejana a la propia práctica. Es decir –aclara Zumthor– “… la «oralidad» es una
abstracción; solamente la voz es concreta, y sólo su escucha nos hace llegar a las
cosas”.57 La voz medieval, como se ha visto, constituye el todo de las obras textuales
(más adelante literarias). La obra, es decir, la teatralidad del texto, es esencial en
tanto que –en palabras de Zumthor– “…contiene y produce el texto”, éste no
58
desaparece en la acción. Por eso –arguye también este autor–, se puede hablar de
la textualidad desde el momento mismo en que empieza a existir la poesía escrita.59
56
Ibíd., pp. 20.
57
Ibíd., pp. 11.
58
Ibíd., pp. 12.
59
Ibíd., pp. 12.
60
Véase: Ibíd., pp. 21.
61
Véase: Ibíd., pp. 22-23.
62
Ibíd., pp. 23.
19
autoridad divina llena de verdad, existe una brecha que no puede acortarse y sólo una
sensación imaginada puede acercar, ligeramente, esa distancia espacial y temporal.
Por otro lado, la dimensión corporal del texto medieval es mucho más amplia que la
que hoy en día concebimos en nuestros textos. Por eso, el cuerpo en las obras de
Chrétien de Troyes es esencial y constituye un centro de análisis de gran riqueza,
además de que el cuerpo es valorado especialmente en la sociedad cristiana
medieval. En su composición y proyección el cuerpo se involucra con la boca y el oído
como los sentidos y las partes de mayor importancia; la vista es secundaria, pero a
partir del siglo XII empezará, muy lentamente, a revalorarse y de esa forma también el
sentido de la escritura misma. Finalmente, los textos medievales son el eco silencioso
de una «vocalidad» que fue concreta aún en el siglo XII.
Leer y escribir son prácticas ligadas al texto, pero en su dimensión medieval son
completamente distintas a lo que hoy podemos considerar de ellas. En primera
medida, leer no necesariamente está ligado al acto de escribir.63 La distancia que
existe entre el manuscrito medieval, o mejor la elaboración de éste, y lo que nosotros
llamamos escritura, es tan grande como la que hay entre la oralidad primaria y el
manuscrito medieval.64 En términos de Mcluhan –refiere Zumthor–, la cultura del
manuscrito es táctil y oral, y por eso la escritura no influye tan fuertemente como
influyó después del siglo XVI o incluso de la forma en la que influye en nuestra era.65
Sus diversas fases son asumidas por el mismo hombre: composición de la tinta, tallado
del cálamo o de la pluma, y, a veces, la preparación del soporte antes del trazado de los
caracteres. 66
63
Ibíd., pp. 124.
64
Ibíd., pp. 117-118.
65
Ibíd., pp. 119.
66
Ibíd., pp. 119.
20
creadas en ciertos talleres especializados.67 Escribir es un arte de altísima preparación
y entrenamiento, e interviene más el oído y la voz que la vista.
El escritor recibe, por lo general, auditivamente el texto a reproducir. Incluso las grafías y
sus alteraciones parecen implicar que éste interiorizaba más una imagen sonora que
72
visual de las palabras que escribía.
Escribir en lenguas vernáculas era una práctica poco frecuente; se inició para guardar
y consolidar las tradiciones que se cantaban o recitaban provenientes de diversos
territorios, para darle solidez a un legado cultural que emanaba de las cortes
principescas, desligado y excluido de la realeza y de la iglesia.
67
Ibíd., pp. 119.
68
Ibíd., pp. 120.
69
de Troyes, Chrétien, El cuento del Grial, trd. Carlos Alvar (1999), biblioteca artúrica, Alianza editorial,
Madrid, pp. 49.
70
de Troyes, Chrétien, El Caballero de la Carreta, trd. Luis Alberto de cuenca y Carlos García Gual [1984]
(2000), biblioteca medieval S iruela, editorial Siruela, pp. 47.
71
de Troyes, Chrétien, Erec y Enid, Op.Cit, pp. 46-47.
72
Zumthor, Paul (1989), La letra y la voz. De la «literatura» Medieval, Op.Cit, pp. 123.
21
Durante el siglo XII en esas cortes se gestó lo que en un futuro se denominó el
«autor», concepto y palabra derivada de «locutor». Un locutor muchas veces ni
siquiera tenía el texto en sus manos sino que lo sabía todo de memoria. La
trasformación de los géneros poéticos a la que fueron sometidas en las cortes del siglo
XII dio autoridad al texto y empezó a gestarse la noción de «autor», evidencia de ello
son las novelas firmadas por Chrétien de Troyes. Este autor, trabajó para la corte de
Champaña en la década de 1170 y allí compuso El Caballero de la carreta y El
caballero del León, y a principios de la década de 1180 trabajó en la corte de Felipe de
Flandes donde compuso El cuento del Grial.73 Es en estos escritos que esta
investigación pretende decodificar las representaciones corporales, especialmente las
de las mujeres. En ese contexto es útil referir que –aclara Foucault–
…en el orden del discurso literario y a partir de esa misma fecha, la función del autor no
ha hecho sino reforzarse: a todos aquellos relatos, a todos aquellos poemas, a todos
aquellos dramas o comedias que se dejaban circular durante la Edad Media en un
anonimato al menos relativo, he aquí que ahora, se les pide (y se les exige que digan) de
dónde proceden, quién los ha escrito; se pide que el autor rinda cuenta de la unidad del
texto que antepone su nombre; se le pide que revele, o al menos que manifieste ante él,
el sentido oculto que lo recorre; se le pide que lo articule, con su vida personal y con sus
experiencias vividas, con la historia real que lo vio nacer. El autor es quien da al
inquietante lenguaje de la ficción sus unidades, sus nudos de coherencia, su inserción en
74
lo real.
Ahora bien, las distintas formas en las que se escribe –aclara Zumthor–
condicionan los modos de lectura, además de que leer “…exige iniciativa y acción
lúdica, al mismo tiempo que valía intelectual”.75 Por eso, leer es mucho más complejo
que escribir. Leer, desde el siglo V hasta el siglo XVI es una práctica que poco cambia.
Generalmente –ilustra Zumthor– la lectura se murmulla, se pronuncia, requiere de
movimiento corporal; es una práctica que lejos de parecerse a la lectura mental y
silenciosa, requiere de gestualidad y sonoridad, se lee con el cuerpo.76 Zumthor ilustra
el caso excepcional que ha referido San Agustín. Él ha visto a San Ambrosio en Milán
leer solamente con los ojos y esto le ha sorprendido mucho, tanto que lo ha registrado
en sus escritos.77
Los textos se escriben para la declamación profesional, se escriben para que se lean
con el cuerpo y una voz entrenada en ello; se asemejan mucho a lo que era una
partitura. Zumthor ilustra este punto así:
73
Ibíd, pp. 50.
74
Foucault, Michel (1999) [1970], El orden del discurso, Op.Cit, pp. 30-31.
75
Zumthor, Paul (1989), La letra y la voz. De la «literatura» Medieval, Op.Cit, pp. 124.
76
Ibíd., pp. 125.
77
Ibíd., pp. 126.
22
La puntuación nunca es sistemática. Los manuscritos más atentos a este respecto, como
la copia de Guiot de las novelas de Chrétien de Troyes, señalan el texto con un punto en
los lugares en que aparentemente se desea una suspensión del relato; con una coma
después de una exclamación, es decir, una alteración de la voz.78
No es mucha gente la que es capaz de escribir, y aún con menor frecuencia la que es
capaz de leer.
Es claro que la lectura y la escritura son prácticas de mucha complejidad. El siglo XII
es muy significativo en ese sentido en la Europa occidental, pues éstas prácticas son
sometidas a un cambio, lento pero seguro, al colarse en las lenguas vernáculas que
eran el emblema de poder e identidad de las cortes principescas. La escritura y la
lectura en equipo con las lenguas vernáculas empiezan a consolidar la identidad de
estas elites, que buscan diferenciarse por medio de su lenguaje (que como se ha visto
hasta acá, no es sólo de palabras, sino que involucra el cuerpo entero) de los
mercaderes y los villanos. Además, forman con más fuerza el estatuto de «laico», que
78
Ibíd., pp. 127.
79
de Troyes, Chrétien, El Caballero de la Carreta, Op.Cit, pp. 128.
80
Zumthor, Paul (1989), La letra y la voz. De la «literatura» Medieval, Op.Cit, pp. 129.
81
de Troyes, Chrétien, El caballero del León, , Trd. y ed. María José Lemarchand [1984] (1999),
Biblioteca medieval siruela, editorial Siruela, Madrid, pp. 116.
23
en primera medida se aleja del latín, configurando la “literalización” de su propia
lengua.82
En el siglo XI –como aclara Victoria Cirlot–, los romanos y los pueblos celtas de
diversos orígenes convivían en el territorio de Bretaña. La tradición oral «celta»
expresada en los romances franceses del siglo XII fue denominada como la materia de
Bretaña. La temática artúrica es una de las ramas de la materia de Bretaña, y fue la
que se utilizó ampliamente para enriquecer los romances que se estaban
construyendo en Francia. Esta temática se fijo en los romances franceses –ilustra
Cirlot–, al parecer, con la obra de Geoffrey de Mounmouth.88 Las concepciones
82
Véase sobre esto el argumento de Duby: Duby, Georges (1996), Mujeres del siglo XII. Recordando el
linaje femenino, trd. Carolina Diaz, Editorial Andrés Bello, Santiago de Chile, pp. 165-173.
83
Cirlot, Victoria (1987), La novela artúrica; Orígenes de la ficción en la cultura europea, Montesinos
Editor, Barcelona, pp. 10.
84
Ibíd., pp. 10-11.
85
Ibíd., pp. 12.
86
Duby, Georges (1996), Mujeres del siglo XII. Recordando el linaje femenino, Op.Cit, pp. 68.
87
Ibíd., pp. 135.
88
Cirlot, Victoria (1987), La novela artúrica; Orígenes de la ficción en la cultura europea, Op.Cit, pp. 39.
24
religiosas, imaginarias y las formas de representación en la que se expresaba la
oralidad celta del territorio de Bretaña se refleja con vigor en los romances franceses
del siglo XII, como por ejemplo el Otro mundo. En el mundo cortés, ese Otro mundo
fue un campo virgen donde pudo ubicarse el espacio de la corte y de los
comportamientos cortesanos –sostiene Victoria Cirlot–.
Los héroes de las novelas llevaban a cabo sus hazañas y sus aventuras en un
mundo imaginario, creado a partir de la poesía oral en la que se inspiraban estos
escritos. Las cortes, concientes de su clase, encargaron estas novelas que
“…desarrollaron su imagen ideal”, construyendo signos para diferenciarse de villanos y
burgueses.89 La novela se inserta y refleja –aclara Zumthor– el tránsito del feudalismo
a las monarquías; para este autor el romance no representa el choque sino el tránsito
en el que se inscribía.90 Por otro lado, la medievalista Gabrielle M. Spiegel afirma que
la literatura francesa cortesana se fundamentó en una ideología de la élite para
combatir esa tendencia hegemónica de la monarquía, lo que no niega que se inscriba
y refleje el tránsito.91
25
Chrétien de Troyes nos afirma y demuestra esta última aseveración: para este autor
el conde de Flandes, es decir Felipe, se asemeja a Alejandro pero es aún mejor que
éste. Alejandro “…había reunido en sí todos los vicios y todos los defectos, de los que
el conde está limpio”.96 En El Caballero del León, refiriéndose directamente al amor
este escritor dice lo siguiente:
De herida de amor, podría entreteneros en larga plática, antes de agotar este tema, si
gustaseis oír de esta historia, pero pronto surgiría alguno diciendo que ando divagando
sobre quimeras, porque la gente ya no fantasea con ensueños amorosos, hoy no se ama
como se amaba antaño, y de amor no se quiere oír hablar siquiera.97
Ahora bien, la tradición que versa sobre el rey Marc, Tristán e Iseo es una rama de la
materia de bretaña paralela a la temática artúrica –sostiene Victoria Cirlot–.99 En esta
rama es donde se solidifica el mito del amor adúltero que ha cruzado occidente desde
entonces. La concepción de amor parece remontarse a los orígenes oscuros del
cuento de Tristan e Iseo , donde el adulterio crea una atmósfera dramática y bella que
alimenta y configura el romance. El mito de amor se consolida en el siglo XII –
demuestra el escritor suizo Denis de Rougemount– gracias a la exigencia mítica del
romance.100 La necesidad del mito surge –aclara este autor– de ocultar dos factores
que deben permanecer invisibles alrededor del amor: la pasión y la muerte.101
96
de Troyes, Chrétien, El cuento del Grial, Op.Cit, pp. 48.
97
de Troyes, Chrétien, El caballero del León, Op.Cit, pp. 116.
98
Véase: Cirlot, Victoria (1987), La novela artúrica; Orígenes de la ficción en la cultura europea, Op.Cit,
pp. 26.
99
Ibíd., pp. 40.
100
De este punto en adelante entiéndase por mito la siguiente definición que este autor da: “… un mito es
una historia, una fábula simbólica, simple e impresionante, que resume un número infinito de situaciones
más o menos análogas”. Citado en: de Rougemont, Denis (2001) [1993], Amor y Occidente, trd. Ramón
Xirau, Cien del Mundo, México D.F, pp. 18.
101
Ibíd., pp. 20. En el significado mismo de pasión (acción de padecer) se encuentra la relación cercana y
directa que el amor tiene con la muerte, por lo que este autor demuestra que el amor necesariamente
oculta un deseo profundo de morir que se remonta a una concepción cristiana: el amor de Cristo hacia los
hombres. La muerte es en el cristianismo, inversamente a otras religiones, un estado añorado. Tras ella
viene la verdadera vida. El día y la noche se invierten en la concepción cristiana cuando la noche se
26
Ahora bien, las casas nobiliarias se encargaron de promocionar y trasformar un
género poético en lo que se llamó novelas o romances. A esto se le sumó una especie
de renacer de la cultura clásica durante el siglo XII; se rescataron nuevas y diversas
fuentes paganas que entraron en circulación y configuraron también –diría Spiegel– la
«realidad textual» de las novelas.102 A partir de las traducciones y la elaboración
cronística, Chrétien de Troyes utilizó la elaboración rítmica en octosílabos pareados
para cristalizar el género de la novela (género que él mismo denominó).103
Hay que añadir que los relatos de viajes –ilustra Zumthor– provenientes del mundo
árabe se pueden identificar con la novela. A partir de estos relatos, también se crearon
los relatos de peregrinación, en los que un espacio aparte y alejado del resto se
constituía en un testimonio de los lugares santos. Este viaje invitaba a sus lectores
(oyentes) a imitarlo.104 “El discurso del relato de viajes nunca se comprueba –ni se
puede comprobar– de forma inmediata: es un rasgo único, parentesco innegable con
la ficción”.105 En ese sentido y siguiendo con esta analogía, aclara Zumthor: “Como la
vida errante para el caballero, el viaje nos enseña que el conocimiento se otorga al
que, en sentido literal, sale de sí”.106
Por eso en el romance la aventura se constituye como una prueba voluntaria con un
destino azaroso que otorga las virtudes al caballero; en ese espacio es que se le
permite conocer al otro –en palabras de Zumthor–.107 Puede decirse entonces que en
las novelas ese otro es principalmente la mujer a la que se añora con amor, aparte de
un sin fin de otros encuentros que no son de tan vital importancia como lo son
gigantes, monstruos, villanos, etc. El ejemplo en las novelas de Chrétien de Troyes
que da fuerza y comprueba esta afirmación es, en El caballero de la Carreta, el
momento en que Lanzarote, para llegar a Ginebra, debe cruzar un puente filoso: el
puente de la espada.108 Alvar afirma que la llegada al Otro mundo, donde están los
otros, se representa simbólicamente de la siguiente manera:
significa como la muerte de la vida material y es entonces la verdadera iluminación espiritual. Ver: Ibíd.,
pp. 70-71.
102
Tomo el concepto de «realidad textual» de: Spiegel, Gabrielle M. (2001) [1994], “Historia, historicismo y
lógica social del texto en la edad media”, Op.Cit, pp. 150.
103
Véase Cirlot, Victoria (1987), La novela artúrica; Orígenes de la ficción en la cultura europea, Op.Cit,
pp. 50.
104
Zumthor, Paul (1994), La medida del mundo. Representaciones del espacio en la Edad Media, Op.Cit,
pp. 285.
105
Ibíd., pp. 291.
106
Ibíd., pp. 291.
107
Ibíd., pp. 369.
108
de Troyes, Chrétien, El Caballero de la Carreta, Op.Cit, pp. 96-97.
27
…el Otro mundo se sitúa en la tierra de los Antípodas y se accede a él pasando por un
túnel o una gruta, o bien rebasando un violento río, una cortina densa de niebla o
atravesando un puente cortante como el filo de una espada.109
Ahora bien, el romance parece indicar –en palabras de Cirlot– el momento en que la
lengua vulgar abandonó la oralidad y adoptó la escritura: se estableció ajeno a la
oralidad y se diferenció de la épica.111 Sin embargo, Zumthor matiza tal aseveración y
aclara que la novela efectivamente intenta negar la voz, pero no lo consigue. Logra, en
cambio, someter la voz al escrito.112 El romance se interpreta pública y teatralmente, el
público percibe al narrador, es decir, al autor del texto de manera directa. La lectura se
realiza en voz alta, y los oyentes son capaces de ver al recitador y al texto con
distancia, lo que le otorga una ventaja al autor.113 “La «novela» surge hacia 1160-1170
en la confluencia de la oralidad y de la escritura”.114
Más que negar la oralidad en general, es decir como práctica, lo que las novelas
pretendieron fue negar la oralidad del vulgo, y al adoptar las lenguas vulgares de
manera escrita buscaban negar el latín, es decir rechazar al clero.115 Su destino eran
las doncellas y los caballeros nobles, que escuchaban durante largos períodos de
lectura; esta es una de las diferencias principales con los cuentos que, en cambio,
eran de rápida interpretación.116 La oralidad popular, a pesar de ser gran fuente de
inspiración de las novelas, fue rechazada.
109
Alvar, Carlos (1999), “Introducción”, en: de Troyes, Chrétien, El cuento del Grial, trd. Carlos Alvar,
Alianza editorial, Madrid, pp. 33.
110
Cirlot, Victoria (1987), La novela artúrica; Orígenes de la ficción en la cultura europea, Op.Cit, pp. 47.
111
Ibíd., pp. 9.
112
Zumthor, Paul (1989), La letra y la voz. De la «literatura» Medieval, Op.Cit, pp. 325.
113
Ibíd., pp. 325-326.
114
Ibíd., pp. 326.
115
Ibíd., pp. 326.
116
Ibíd., pp. 327.
28
pasado a Francia.117 Plantagenenêt con muchos clérigos a su servicio se embocó en
un ambicioso proyecto donde pretendía conectar sus linajes con los de los héroes
griegos de la antigüedad. Los romances cumplían de esta forma una función
pedagógica instruyendo sobre los clásicos y pretendiendo dar a conocer una verdad
histórica.118
Las novelas son las más antiguas ficciones de occidente con un velo transparente –
en palabras de Zumthor– “…de pretendida historicidad”.119 Los escritores de ellas, en
el siglo XII, aspiran a una verdad no científica acerca de su propia historia, o al menos
–aclara Zumthor– asegurar los cimientos de ésta.120 Las novelas serán oídas desde la
voz de un recitador hasta bien entrado el siglo XV, y con ello permanecerá la memoria
enaltecida de antiguos nobles y reyes.121
La ambigüedad que planteó esta noción de veracidad alejada del tiempo histórico y
puesta en la imaginación, es lo que después provocará, en el siglo XIII, el desarrollo
117
Cirlot, Victoria (1987), La novela artúrica; Orígenes de la ficción en la cultura europea, Op.Cit, pp. 16.
118
Ibíd., pp. 16-17.
119
Zumthor, Paul (1989), La letra y la voz. De la «literatura» Medieval, Op.Cit, pp. 325.
120
Ibíd., pp. 328.
121
Ibíd., pp. 328.
122
Ibíd., pp. 135.
123
Cirlot, Victoria (1987), La novela artúrica; Orígenes de la ficción en la cultura europea, Op.Cit, pp. 53.
124
Ibíd., pp. 53.
29
de la prosa como forma narrativa más cercana a la verdad. De ese momento histórico
se puede afirmar lo que dice Geerz: “Lo real es tan imaginado como lo imaginario”.125
Esto también se fortaleció con el desplazamiento de la materia antigua, como principal
fuente de los romances, a la materia Bretaña en la década de 1170.126 Esta última,
como ya se ha dicho, brindó un mundo imaginario donde se desenvuelven las
aventuras del caballero, lo que relegó la noción de veracidad (de la épica) a un
segundo plano y cambió la concepción del romance. Alrededor de 1200, el verso
abandonó las pretensiones de verdad y ahondó en el mundo ficcional –aclara Cirlot–, y
la prosa surgió como intento de recuperar la verdad histórica.127
Por eso es importante hacer evidente las estructuras de las obras analizadas.129 Casi
todas las obras analizadas en esta investigación (Erec y Enid, El Caballero de la
carreta, El Caballero del León y El cuento del Grial) tienen una dedicatoria o una
especie de introducción a excepción de El caballero del León. Erec y Enid se introduce
con un proverbio que permite dar inicio a la “narración”, pero no hay una clara
dedicatoria. El caballero de la carreta está dedicado a “mi señora de Champaña” que
es la misma María de Champaña, y El cuento del Grial al conde de Flandes, es decir a
Felipe de Flandes.130 Aparte de este fragmento, el autor liga tres partes que he
denominado “A”, “B” y “C” que se caracterizan por la aparición de la corte del rey
125
Gerrz, Negara (1980), The theatre state in nineteenth century Bali, Princenton, citado en: Spiegel,
Gabrielle M. (2001) [1994], “Historia, historicismo y lógica social del texto en la edad media”, Op.Cit, pp.
136.
126
Cirlot, Victoria (1987), La novela artúrica; Orígenes de la ficción en la cultura europea, Op.Cit, pp. 47.
127
Ibíd., pp. 100.
128
Ibíd., pp. 64.
129
Para la visualización de las estructuras me basé en la propia lectura de los textos y me apoyo en lo
que dice sobre esto Victoria Cirlot: Cirlot, Victoria (1987), La novela artúrica; Orígenes de la ficción en la
cultura europea, Op.Cit.
130
Véase también: Otis-Cour, Leah (2000), Historia de la pareja en la Edad Media, Op.Cit, pp. 140.
30
Arturo, con lo cual el autor da inicio a momentos distintos de las aventuras del
personaje. Sin embargo, en cada obra esto se presenta de manera distinta.
En Erec y Enid la parte “A” está subdividida en tres períodos: primero en la corte del
rey Arturo; segundo, el rito del ciervo blanco y su aplazamiento abren el espacio de las
aventuras de Erec; y tercero, las aventuras de Erec donde conquista el Gavilán y
conquista a Enid. La segunda parte, generalmente viene asociada a la crisis del
protagonista, lo que Victoria Cirlot denomina el sensus moralis. Allí el autor juzga la
materia moralmente.131 En Erec y Enid la parte “B” se constituye de cuatro períodos:
para unir la primera parte y la segunda y hacer reaparecer la corte del rey Arturo, viene
el final del rito del ciervo blanco junto con el regreso de Erec al lado de Enid a la corte
del rey; después vienen las bodas de Erec y Enid, su partida de la corte del rey Arturo
y el arribo a la corte del rey Lac, padre de Erec; en este punto aparece el juicio a la
materia, en la vida matrimonial está presente el amor y éste conlleva a la crisis de la
vida conyugal de los protagonistas, lo que desemboca en la parte final; en esta parte la
crisis dio inicio a las aventuras de Erec y Enid que se desenvuelven bajo el conflicto
matrimonial. La parte “C” está subdividida en tres partes a su vez: primero, Erec y Enid
vuelven a la corte del rey Arturo con lo que se reestablecen; así se abre espacio para
las aventuras de estos dos protagonistas bajo la reconciliación, lo que desemboca en
la Alegría de la corte (la tercera parte) que simboliza la restauración con la colectividad
(verdad moral). Finalmente, a manera de coda, Erec es coronado por Arturo a la
muerte de su padre, el rey Lac.
131
Cirlot: Cirlot, Victoria (1987), La novela artúrica; Orígenes de la ficción en la cultura europea, Op.Cit,
pp. 59.
31
nuevamente la corte (“C”), y la novela se desenvuelve con la batalla entre Meleagante
y Lanzarote: se solucionan los problemas planteados y se accede a una verdad moral.
En El caballero del León Yvain parte de la corte del rey Arturo en busca de una
aventura. Las aventuras se desenvuelven a partir del encuentro con el villano,
después la fuente, el enamoramiento y las bodas con Laudina de Lauduc (parte “A”).
La corte del rey Arturo aparece (parte “B”) y Galván convence a Yvain de ir en busca
de aventuras junto con él; viene la crisis del caballero (sensus moralis) que es la locura
que cura en el trascurrir de la trama; viene después la batalla del león y la serpiente
donde surge el caballero del león (sigue habiendo un juicio de la materia); vienen las
aventuras del caballero del león; éstas desembocan en la batalla entre Yvain (el
caballero del león) y Galván en la corte del rey Arturo ( parte C); finalmente logra
reconciliarse, a manera de coda, con Laudina de Lauduc, develando nuevamente una
verdad moral.
Finalmente el caso particular de El cuento del Grial que está inconcluso por lo que
sólo se evidencian la parte “A” y la parte “B”. Antes de dar inicio con la corte del rey
Arturo, la novela presenta al personaje que está con su madre, parte a las aventuras
(Parte “A”) y finalmente arriba a la corte del rey Arturo (Parte “A1”). Esto abre espacio
para que el personaje se forme como un caballero terrestre, se encuentra con el rey
pescador y da con el rito del Grial. Regresa después a la corte del rey Arturo (Parte
“B”), donde una doncella fea da inicio a la crisis del caballero (sensus moralis) y éste
parte en busca del Grial. Galván parte después en busca de Perceval (el protagonista).
Chrétien va intercalando las aventuras de Galván y las aventuras de Perceval. Por un
lado la búsqueda del Grial y las aventuras de Perceval parecen indicar la formación
espiritual que se contrapone (a manera de contrapunto entre la tierra y el cielo) con las
aventuras de Galván como el caballero terrestre. El cuento queda cortado la segunda
vez que aparece Galván.
Ahora bien, las novelas de Chrétien estaban dirigidas a una muy pequeña elite
cortesana: a caballeros errantes y nobles, además de damas y doncellas. Esto se
evidencia por dos razones, la primera son las dedicatorias producto de los encargos
de sus obras: a una mujer y otra a un hombre. La segunda es que los protagonistas y
los personajes son casi en su totalidad damas y doncellas, caballeros , reyes y nobles;
el pueblo –que en palabras de Chrétien serían los villanos– son nombrados, o, en este
caso, es nombrado sólo en una ocasión porque sólo hay un personaje. Aparte
aparecen monstruos como gigantes, hijos del demonio; también una serpiente y un
32
león; los sirvientes aparecen anónimos, como una masa sin voz ni participación; los
enanos encarnan el mal y son radicalmente aborrecidos. De las 699 veces que se
nombran personajes en las obras analizadas está nombrado el villano dos veces en
una sola ocasión. Los enanos aparecen cuatro veces siempre representando traición y
felonía, y están nombrados nueve veces en esas cuatro ocasiones. Los gigantes son
referidos en una única ocasión. Un ermitaño aparece en dos ocasiones distintas, en El
cuento del Grial y en El Caballero del León, siempre en la crisis de los caballeros: está
nombrado cuatro veces. Por último, es importante resaltar que los caballeros son los
protagonistas principales. Chrétien se refiere al género masculino 435 veces frente a
264 en las que se nombran damas y doncellas. No existe el género femenino en los
monstruos, enanos, villanos etc. Las mujeres sólo son nobles damas y doncellas al
interior de las obras analizadas.
Los gestos, los ritos y las descripciones físicas están repartidos en toda la obra
refiriéndose a los personajes. Con ello Chrétien simboliza y llena de significado las
situaciones y los actos en las que se ven envueltos sus protagonistas. Enaltece la
cortesía, los modales, el amor y la belleza. Ejemplifica el sufrimiento, la aflicción y
también las malas acciones. Hay que resaltar con especial atención los gestos, pues
éstos son el hilo que conecta los modos de representación corporal que Chrétien de
Troyes genera en su obra. Las novelas están llenas de referencias al gesto: en las
obras analizadas hay seiscientas cincuenta referencias sobre éste. Por lo anterior,
entender la importancia del gesto en la sociedad de ese entonces es esencial a la hora
de estudiar las representaciones del cuerpo.
Hugo de San Victor –refiere Zumthor– en el siglo XII dice que “«un gesto es al
mismo tiempo movimiento y figuración de la totalidad del cuerpo»”.132 De éste se
esperaba mesura y modalidad en la acción o en la actitud. La Edad Media occidental
es fundamentalmente ritual y en su seno –sostiene Le Goff y Truong– son de vital
importancia los gestos, las actitudes y los movimientos.133 Su esencia oral, implica la
132
Zumthor, Paul (1989), La letra y la voz. De la «literatura» Medieval, Op.Cit, pp. 295.
133
Le Goff, Jacques y Nicolas Truong. (2005), Una historia del cuerpo en la Edad Media, trd. Joseph M.
Pinto, Paidós, Barcelona, pp. 116-117.
33
gestualidad que se refleja ampliamente en su escritura. Los gestos remiten a los
contratos, a los ritos y a los juramentos.134
La voz está directamente relacionada con el gesto, pues ésta se proyecta desde un
cuerpo y altera con fuerza los cuerpos que participan. Así lo refiere Zumthor:
En el límite entre los dos campos semióticos, el gestus da cuenta del hecho de que una
actitud corporal encuentra su equivalente en una inflexión de la voz, y a la inversa, de
forma continua.139
134
Ibíd., pp. 122.
135
Zumthor, Paul (1989), La letra y la voz. De la «literatura» Medieval, Op.Cit, pp. 300.
136
Ibíd., pp. 296.
137
Ibíd., pp. 296.
138
Ibíd., pp. 296.
139
Ibíd., pp. 298.
140
Ibíd., pp. 297.
34
Los gestos simbolizan toda acción corporal a la vez que son el dispositivo discursivo
mediante el cual se afecta al oyente. El lenguaje no es sólo palabras, se expresa a
través del cuerpo entero. Los gestos se disponen en las obras de Chrétien de Troyes
en las estructuras de los textos adquiriendo un significado específico cuando se
acompañan de sentimientos y calificativos. La estructura devela la función que
despeña el gesto en el espacio. Los sentimientos y calificativos se proyectan a través
del texto, a través de un sentido de lo verdadero, que en la concepción de Chrétien de
Troyes alude directamente al juicio moral. De esta forma se proyectan las
representaciones del cuerpo a través del discurso.
Tabla Nº 1
GENERO ESTRUCTURA
GESTOS El caballero del El caballero de la
MUJERES HOMBRES Erec y Enid El cuento del Grial
león carreta
llanto 21 16 A, B, C B A, B A, A1, B
suspiro 4 4 C B A B
gritos 11 5 C A, B A, B A1
besos 27 31 A, B, C, coda B, coda A, B, C A, A1, B
abrazos 18 29 A, B, C, coda B, C A, B, C A, A1, B
golpes 1 41 A, B, C A, B, C A, B A, A1, B
hablar-conversar 8 13 B A, B A A1, B
callar 4 B, A B / /
juego 1 2 / / A A1
danza-baile 5 3 B / A B
canto 1 1 B / / /
saltos 2 C B / /
Asustar 1 / A / /
Goce 1 3 A B / B
Ruborizar/enrojecer 2 B / A /
Arremeter 2 / A, B / /
pedir/ rogar 14 24 A, B, C A, B, coda A, B A1, B
Mirar/ver 20 25 A, B, coda A, B, C A A1, B
Oir/escuchar 1 10 C, B A,B A /
Aceptar/recibir 2 11 A,B A,C A A,B
Comer 7 C A,B A,B A1,B
Servir 5 6 / A,B A B
Injuria/ofensa 2 1 / B A B
35
moral, esto se inscribe en el final de la parte “A” donde el amor adúltero se ha hecho al
total de la atmósfera de la narración.141 Por su parte, Enid se ruboriza por vergüenza lo
que –añade Chrétien– le da un toque de belleza a su blanca cara; esta situación se
presenta en la parte “B” cuando todos los caballeros en la corte del rey Arturo la
admiraban por su belleza justo antes de las bodas.142 La vergüenza y el rubor se
significan de modos distintos en ambas partes, y esto se debe a la construcción que el
texto da a la situación. La vergüenza en ambos casos está relacionada con el amor, lo
íntimo y lo privado. Una doncella siente vergüenza cuando muchos hombres la miran;
la reina Ginebra siente vergüenza porque al estar ensangrentadas sus sábanas, se le
puede acusar de realizar actos indebidos en su intimidad. Tanto la reina como la
doncella ven trasgredidas las fronteras de la privacidad y la intimidad, y por ello se
siente vergüenza. Los gestos y los sentimientos que evocan se significan en contexto
con la realidad en la que se inscriben, también en el mundo real.
Los hombres son los únicos que dan golpes. La única referencia de un golpe dado
por una mujer es cuando golpea una mula.143 Las mujeres de la corte por tanto, puede
deducirse, no son dadas a la violencia física, en ellas no se presentan estos gestos.
Los hombres pelean en las justas y torneos, se golpean y esto demuestra su valentía,
coraje y fuerza. Una mujer no lucha, no se le considera fuerte y no es por ello que se
le admira. En ese sentido, por más odio y coraje que sienta debe guardar compostura
y, en últimas, requerir la ayuda de un caballero que lleve a cabo, por ella, este acto,
como se ve referenciado múltiples veces en las distintas obras. El caballero es el
héroe del que se espera servicio para las damas, por amor o cortesía. De este modo,
a partir de los gestos de sus cuerpos puede verse con claridad la forma en que se
espera, o la imagen ideal de la diferencia que debe existir entre hombres y mujeres en
la vida caballeresca y cortesana del siglo XII. Esto a su vez revela los modos de
relacionarse que se dan entre hombres y mujeres en ese círculo social.
141
de Troyes, Chrétien, El caballero de la carreta, Op.Cit, pp. 121.
142
de Troyes, Chrétien, Erec y Enid, Op.Cit, pp. 91.
143
de Troyes, Chrétien, El caballero de la carreta, Op.Cit, pp. 92.
144
Zumthor, Paul (1994), La medida del mundo. Representaciones del espacio en la Edad Media, Op.Cit,
pp. 39.
36
rigurosamente analógico en su armonía”.145 Por ello, los gestos a los que se refiere
Chrétien de Troyes, buscan proyectar un ideal que mantenga la armonía y el orden de
una sociedad, más exactamente el orden y la identidad de una elite al interior de una
sociedad. Por ejemplo, ni caballeros ni damas saltan porque esto es un movimiento
corporal exagerado, no expresa la mesura de su condición social y moral; por eso,
este autor ubica este gesto en la personalidad de un saltimbanqui que no pertenece a
la corte sino que la sirve para su diversión.146
Los gestos son los nodos que articulan las representaciones corporales. Éstos se
evocan imaginativamente en la lectura en voz alta que escuchan atentamente
caballeros, damas y doncellas en la sala o en el cuarto de las damas. En ese espacio,
la verdad moral que busca revelar Chrétien a sus oyentes cobra fuerza y los gestos
serán rechazados o imitados de acuerdo al significado que se les conceda. De esta
forma, los cuerpos tanto de hombres como mujeres, expresan un significado que ellos
mismos han apropiado. Se identifican con un modelo que buscan seguir, con unas
maneras de comportarse que les permitan pertenecer y desenvolverse al interior de un
selecto grupo de personas que no sólo ha revalorado su lenguaje sino, a través de
éste, su cuerpo como instrumento de verdad moral.
145
Ibíd., pp. 39.
146
de Troyes, Chrétien, El caballero del León, Op.Cit, pp. 60.
147
Spiegel, Gabrielle M. (2001) [1994], “Historia, historicismo y lógica social del texto en la edad media”,
Op.Cit, pp. 150.
148
Chartier, Roger (2000), “Representación”, trd. Maribel García Sánchez; [et al…] en: Entre poder y
placer cultura escrita y literatura en la edad moderna, Op.Cit., pp. 85.
37
dotando de significados distintos los gestos de ambos géneros en la nobleza. Los
gestos son los que en primera instancia crean el carácter mimético de la novela,
principal diferencia con la épica. “El nuevo género suscitó la mimesis, como la tragedia
había motivado la catarsis”.149 Por otro lado, los sentimientos, las descripciones físicas
y el vestido giran alrededor de los gestos, y en conjunto configuran completamente las
representaciones del cuerpo que generó Chrétien de Troyes. Esto fue producto del
mundo en el que se desenvolvió la creación de las novelas de éste autor, a la vez que
configuró nuevas formas de concebir la diferencia y la identidad desde el cuerpo en la
cristiandad.
149
Cirlot: Cirlot, Victoria (1987), La novela artúrica; Orígenes de la ficción en la cultura europea, Op.Cit,
pp. 33.
38
Capítulo II
150
Le Goff, Jacques y Nicolas Truong. (2005), Una historia del cuerpo en la Edad Media, Op.Cit., pp. 43-
44.
151
Ibíd, pp. 34.
152
Brown, Peter, [1991] (2001), “La antigüedad tardía”, trd. Javier Arce, en: Historia de la vida privada,
V.1, Tauros minor, Madrid, pp. 236.
39
razón, con las directrices establecidas por la medicina y la filosofía servía para
mantener una armonía del cuerpo, puesto que “…el cuerpo es la manifestación más
evidente y palpable de un adecuado comportamiento…”.153 Concepción que no dejará
de existir al interior de la sociedad cristiana. Estos personajes por medio de la
preservación de estas tradiciones se diferenciaron de los que no eran “bien nacidos”.
El nuevo Israel se consideró una “unión”, un lazo que había creado Jesús el Mesías.
Bajo esa unión, la nueva comunidad se estableció pretendiendo haber borrado todas
las diferenciaciones sociales: “…los judíos y los gentiles, los esclavos y los hombres
libres, los griegos y los bárbaros, los hombres y las mujeres”.156 Para ingresar a la
comunidad sólo fue necesario un ritual purificador, un baño. Este baño, es decir el
bautismo, significaba simplemente revestirse de Cristo.157 En primera instancia se
accedía a la comunidad a través de un ritual corporal. El ideal moral de los judíos
radicales, los que después fueron los cristianos, era alcanzar la “sencillez de corazón”
–en palabras de Brown–, lo que se lograba en primera medida con la renuncia
sexual.158 Para Brown, el valor del que fue dotado el cuerpo en estas nacientes
comunidades cristianas de los siglos II y III d.C., en el que se le consideraba dotado de
una “…fuerza tal y específicamente sexual hacia el matrimonio y la reproducción”159,
es el cambio moral al que dio lugar el cristianismo, el más importante en función de
lograr su ideal. Adicionalmente, ese comportamiento corporal, la solidaridad y el fuerte
sentido de comunidad permitieron que los creyentes se diferenciaran con fuerza de los
153
Ibíd., pp. 236.
154
Ibíd, pp. 245.
155
Ibíd., pp. 252.
156
Ibíd., pp. 248.
157
Ibíd., pp. 248.
158
Ibíd., pp. 257.
159
Ibíd., pp. 258.
40
paganos.160 Por eso, el cristianismo trasformó el pecado original en un pecado
sexual.161 Esto se evidencia en el nuevo testamento con la condena a la lujuria y la
concupiscencia, y con el establecimiento de los pecados capitales entre el siglo V y el
siglo XII.162
El cambio en las jerarquías sociales durante la Edad Media dio como resultado que
lo que en la Antigüedad era atribuido a la oposición entre civilización y barbarie se
atribuyese a la pobreza y la riqueza. La civilización, en la Antigüedad, se asociaba con
la alimentación vegetal y la barbarie a la alimentación carnívora; en la Edad Media, la
pobreza se asociaba con la alimentación vegetal y la riqueza y el poder con la
carnívora. El ideal del “corazón sencillo” cobraba vigor en esta concepción. En la
tensión que reside entre el carnaval y la cuaresma se evidencia cómo el cuerpo
imaginado es diferenciado en función de los tres órdenes jerárquicos: oratores,
bellatores y laboratores.163 También los sueños, considerados con un especial valor
por los paganos, fueron demonizados durante la Antigüedad tardía y la temprana Edad
Media por el cristianismo. Esto se relacionaba con la complicidad que se concebía
entre la noche y el sexo, por tanto fue motivo de sospecha la relación entre la noche,
la carne y los impulsos.164
160
Ibíd., pp. 258.
161
Le Goff, Jacques y Nicolas Truong. (2005), Una historia del cuerpo en la Edad Media, Op. Cit, pp. 44.
162
Ibíd., pp. 45.
163
Véase para ampliar: Ibíd., pp. 33
164
Ibíd., pp. 71.
165
Ibíd., pp. 72-73.
166
Ibíd., pp. 74.
167
Ibíd., pp. 74.
41
condición que se estableció en el primer concilio de Letrán en 1123. Sin embargo, para
los laicos se creó y sacramentó una nueva institución para el control corporal: el
matrimonio. 168 “A falta de poder controlarlo completamente, la Iglesia se encargará de
codificar, reglamentar y regimentar el cuerpo”.169 Estas reglamentaciones se
introdujeron en diversos ámbitos: la culinaria, los gestos, la belleza, el amor y la
desnudez; esta ideología de civilización del cuerpo triunfó paulatinamente en Europa,
una ideología de las buenas maneras. Sin embargo el cuerpo se resiste –según Le
Goff y Truong–, acción que deriva de la tensión entre la carne y el alma.170 Sin
embargo, Paul Zumthor matiza la concepción de Le Goff y Truong.
168
Ibíd., pp. 39
169
Ibíd., pp. 111.
170
Ibíd., pp. 111.
171
Zumthor, Paul. (1994), La medida del mundo. Representaciones del espacio en la Edad Media, Op.Cit.,
pp. 35.
172
Le Goff, Jacques y Nicolas Truong. (2005), Una historia del cuerpo en la Edad Media, Op. Cit, pp. 99.
173
de Troyes, Chrétien, El Caballero de la Carreta, Op.Cit., pp. 52-53.
42
El tópico clásico Vulnes Amoris174, es decir el amor como enfermedad, tomado como
referencia desde Ovidio, se presenta en este episodio. Chrétien de Troyes en el siglo
XII hace suyo este tópico para ilustrar lo que sucede con Lanzarote. Desde su
concepción, Chrétien de Troyes resuelve el conflicto entre los impulsos de la carne y
los dictámenes del alma, en una batalla de elementos de distintas naturalezas, es un
batalla entre la cabeza y el corazón; es por causa de su enfermedad, por la cual el rey
de su corazón solitario es el amor –como ilustra el tópico–, que Lanzarote renuncia a
la razón. Por amor fue capaz de renunciar a su propia honra. El espíritu no siempre se
opone a la carne, hay un juego entre ambas partes, una continua comunicación, no
siempre complementaria pero no siempre opuesta. Se valora más al amor que al
espíritu en este caso y triunfa la carne sobre el alma. Padece la enfermedad del amor
en la que la carne domina el alma.
Sin embargo, la interpretación del triunfo de la carne sobre el alma puede verse
desde una perspectiva distinta donde existe un alma dividida en dos: una batalla entre
el corazón y la razón, si se piensa que el corazón es el espacio que ocupa el alma, a la
vez que los dictámenes de la razón provienen del alma, entonces existe una división
en el espíritu. De todas formas, el amor y el corazón parecen pertenecer a un mundo
carnal, y el amor en este caso impone los impulsos del cuerpo sobre los del alma. De
cualquier forma, el dominio de la enfermedad de amor sobre el cuerpo conlleva a un
impulso corporal que es lo interesante en el análisis de este pasaje.
Las prácticas de control de la carne son para beneficio del alma, como en el caso de
la medicina. Para llegar al alma hay que cruzar por el cuerpo sin reducirse a él. En el
siglo XII se instauró con solidez, institucionalmente y para ciertas elites (semejante a
las prácticas de los “bien nacidos” para diferenciarse), sistemas de control corporal y
sexual. Según Le Goff y Truong, la razón y el espíritu se expresan en el hombre, en lo
masculino, y el cuerpo y la carne se expresan en la mujer, en lo femenino.175 Esta es
una visión complicada de sustentar de manera tan simple. El hombre y la mujer, así
como el alma y el cuerpo, no pueden ser totalizados con características estáticas y
opuestas, tanto las características que se le atribuyen a lo femenino como su propia
condición, no necesariamente se oponen a la condición masculina y a las
características que estos autores le atribuyen. Tampoco puede decirse que son
características exclusivas de una de las dos condiciones sexuales, existen hombres
carnales y existen mujeres espirituales. A diferencia de lo que afirman Le Goff y
174
Ovidio, Amores, l, 1, 21-26. en: http://topicosclasicos.wikispaces.com/Vulnus+amoris?f=print
175
Ibíd., pp. 48.
43
Truong, Lanzarote, como se vio referenciado arriba, cedió a los impulsos del cuerpo al
subirse a la carreta. En cambio, en la última etapa de la novela, al regreso de
Lanzarote a la corte del rey Arturo, cuando vuelven a encontrarse la reina Ginebra y
Lanzarote, Godefroi de Leigni176 describe el momento con una batalla entre la razón y
el amor. En este caso la reina Ginebra es la que está sometida a ese dilema del que,
al contrario de Lanzarote, logra salir dándole prioridad a la razón, es decir al espíritu.177
“Por ello es por lo que la razón ha doblegado corazón y pensamiento”.178 Esto se
desarrolla en la última parte de la novela, donde el discípulo de Chrétien desenvuelve
el conflicto y pretende develar una verdad moral, en este caso representada en el
cuerpo de una mujer y no en el de un hombre.
Las discusiones sobre el cuerpo y las posiciones sobre éste se manifiestan también
en los discursos que atraviesan la Edad Media. Para Gregorio Magno, el cuerpo no es
más que el vestido abominable del alma mientras que para Pablo, el cuerpo es
glorificado, es el tabernáculo del espíritu santo y por eso las prácticas populares
(paganas) se resisten a esos mandatos divinos.179
[e]l cuerpo se considera la prisión y el veneno del alma. A primera vista, pues, el culto al
cuerpo de la Antigüedad cede su lugar en la Edad Media a un hundimiento en el cuerpo
183
social.
176
Discípulo de Chrétien de Troyes que termina la última parte de la novela El caballero de la carreta.
177
de Troyes, Chrétien, El caballero de la Carreta, Op.Cit, pp. 151.
178
Ibíd., pp. 151.
179
Le Goff, Jacques y Nicolas Truong. (2005), Una historia del cuerpo en la Edad Media, Op. Cit, pp. 33.
180
Sennett, Richard. (2003) [1997], Carne y piedra. El cuerpo y la ciudad en la civilización occidental, trd.
César Vidal, Alianza Editorial, Madrid, pp. 174.
181
Ibíd., pp. 176-177.
182
Ibíd., pp. 179.
183
Le Goff, Jacques y Nicolas Truong. (2005), Una historia del cuerpo en la Edad Media, Op. Cit, pp. 35.
44
Sin embargo, el “hundimiento” en el cuerpo social está ligado a una forma valorativa
de ver el cuerpo a través del sufrimiento, interpretar si es o no el “veneno” del alma
resulta insuficiente. El sufrimiento, la compasión y otros sentimientos fueron dotados
de un gran valor simbólico que así mismo enfatizaba la importancia del cuerpo, por
medio del cual se llegaba a un “despertar” espiritual o moral. El cuerpo es glorificado
por el espíritu a la vez que es el vehículo para acceder a éste. Del sufrimiento y la
compasión surge el “hundimiento” en el cuerpo social, en tanto que nace la
preocupación y la convivencia conciente con otros cuerpos.184 Por ejemplo, en El
caballero del león, la doncella que encuentra a Yvain desnudo, se “persigna”, siente
“dolor” y “solloza” por el estado en el que ve al caballero.185 Esto se desarrolla en la
parte de la crisis del caballero. Por él se siente compasión y más adelante se le cura
para reincorporarlo a la colectividad, para “hundirlo” nuevamente en el cuerpo social.186
Así también se establecen los valores estéticos en función del cuerpo. Las formas de
cortesía, es decir los buenos modales, resaltan la “…rectitud desde el punto de vista
de la compostura”.187 Se mantiene una visión del cuerpo como la manifestación de un
deber ser. Sobre la belleza física, sobre lo esbelto, se resalta –afirma Vigarello– la
fuerza en un caballero.188 En una mujer se alaba la mirada recta, es decir mantener
una disciplina de la mirada, puesto que revelar el deseo es una actitud moralmente
reprochable.189 En las novelas de Chrétien de Troyes, específicamente en El cuento
del Grial, el hijo de la Dama Viuda de la Yerma Floresta (Perceval), que es descrito
numerosas veces como el bello hijo, sólo es descrito con detalle cuando se habla de
sus brazos fuertes.190 Después, descrito como el bello caballero la única cualidad física
descrita son nuevamente sus fuertes brazos.191 En esa misma situación, sin resaltar su
belleza, Aguigneron, otro caballero, también es poseedor de fuertes brazos.192 Se
resalta más adelante del bello caballero su fiereza, su fuerza y atrevimiento.193 Sin
embargo, así como la descripción anterior de Aguigneron, existen monstruos como los
gigantes que son fieros y fuertes.194 Los monstruos por definición no son hermosos, ni
184
Esto se desarrollará con mayor profundidad más adelante en este capítulo.
185
de Troyes, Chrétien, El caballero del León, Op.Cit., pp. 77.
186
Nótese que es una mujer la que siente compasión y más adelante le cura. Este punto se analizará con
detenimiento más adelante en este capítulo.
187
Vigarello, Georges, “El adiestramiento del cuerpo desde la edad de la caballería hasta la urbanidad
cortesana”, en: Michael Feher, (1990-1992) Fragmentos para una historia del cuerpo, trd. José Luis
Checa…[et.al], V.2, Taurus, Madrid, pp. 149.
188
Ibíd., pp. 149.
189
Ibíd., pp. 150.
190
de Troyes, Chrétien, El cuento del Grial, Op.Cit, pp. 67.
191
Ibíd., pp. 103.
192
Ibíd., pp. 103.
193
Ibíd., pp. 108
194
de Troyes, Chrétien, Erec y Enid, Op.Cit., pp. 149.
45
bellos, pero pueden ser fuertes y fieros. La belleza es la que refleja la condición moral,
ni los monstruos ni Aguigneron son calificados como bellos, mientras que Perceval es
el bello hijo y el bello caballero. Un caballero bueno (moralmente) es bello a parte de
tener cualidades como la fuerza y la fiereza. De todas maneras su cuerpo no se
describe con detalles, sólo las partes que resaltan las cualidades que interesan. Aparte
de las veces que se describe a Perceval como bello hijo y bello caballero, en las obras
analizadas se describe a Lanzarote195 y a un Valvasor196 como bellos; un caballero que
ve Perceval es hermoso como un ángel;197 y finalmente Erec es descrito como
hermoso y bello.198
La única vez que es nombrado un villano con detalle en las obras de Chrétien de
Troyes, por el contrario, es animalizado y convertido en bestia, se le describe con
puños duros y fuertes.199 Así lo describe físicamente este autor:
… monstruosa y desmedida fealdad, criatura más fea de lo que se podía decir con
palabras, estaba sentado encima de un tronco con un gran mazo en la mano. Al
acercarme al villano, vi que tenía la cabeza muy gruesa, más que la de un rocín u otro
animal de mala traza, el pelo hirsuto, la frente pelada, de más de dos palmos de ancha,
enormes orejas velludas, como las de un elefante, cejas espesas y cara plana, ojos de
búho y nariz de gato, boca hendida como la de un lobo, colmillos afilados y rojos, como
los de un jabalí, roja la barba y torcidos los bigotes, la barbilla hundida en el pecho y una
200
larga espalda, encorvada y gibosa.
195
de Troyes, Chrétien, El Caballero de la Carreta, Op.Cit., pp. 149.
196
de Troyes, Chrétien, Erec y Enid, Op.Cit., pp. 58. Un Valvasor es un vasallo de un vasallo del rey. Son
vasallos de segundo o tercer grado. Véase: Bloch, Marc (1958), La sociedad feudal, T.2, Uteha, pp. 229.
197
de Troyes, Chrétien, El cuento del Grial, Op.Cit., pp. 126.
198
de Troyes, Chrétien, Erec y Enid, Op.Cit., pp. 110 y 125.
199
de Troyes, Chrétien, El caballero del león, Op.Cit., pp. 28.
200
Ibíd., pp. 27.
201
Véase las definiciones de villano del actual diccionario de la Real Academia de la Lengua Española.
202
de Troyes, Chrétien, Erec y Enid, Op.Cit., pp. 52.
46
abotargada, como la de un sapo hinchado,…”;203 en El caballero de la carreta es el
que propone a Lanzarote subir a la carreta, de ese enano se dice que es un
“…asqueroso engendro”;204 más adelante en esta misma novela un enano es quien
engaña a traición a Lanzarote, de este se dice que es giboso y gesticulante.205 La
gesticulación es distinta a la gestualidad. La primera es demoníaca y desmesurada, y
como se ve en este caso, corresponde a un ser desproporcionado y considerado
espantoso. La gestualidad es la armonía de los gestos, mesurados y moderados, que
se presenta en los nobles.
Ahora bien, la belleza del caballero no es tan explícita como la fealdad del villano o
los enanos. En el caballero se resaltan con más frecuencia sus virtudes. Su belleza es
importante, pero sus virtudes como combatiente lo hacen caballero, ahora bien si es
moralmente aceptable necesariamente es un bello caballero. Existen caballeros
moralmente inaceptables, de ellos simplemente no se resalta su belleza: como lo son
Aguigneron, El caballero orgulloso, Meleagante y algunos otros.
Si alguna vez he hablado de la belleza que Dios puso en el cuerpo de una mujer o en su
rostro, ahora me agrada volver a hacerlo sin mentir en una palabra. Llevaba el pelo
suelto y tenía los cabellos tales, si pudiera ser, que bien pensaría quien los viera que
eran todos de oro puro, tan relucientes y brillantes eran. Tenían la frente blanca, alta y
despejada como si hubiera sido hecha a mano, como si fuera obra de la mano de un
hombre, de piedra o de marfil o de madera. Cejas morenas y entrecejo separado, en la
cara tenía ojos sonrientes y glaucos y claros mezclados. La nariz tenía recta y larga, y
mejor le quedaba en el rostro el rojo sobre el blanco que el sinople sobre la plata. Dios
hizo esta maravilla para robar la sangre y el corazón de la gente, y luego nunca hizo otra
semejante, ni antes la había hecho.207
203
de Troyes, Chrétien, El caballero del león, Op.Cit., pp. 96.
204
de Troyes, Chrétien, El Caballero de la Carreta, Op.Cit., pp. 52.
205
de Troyes, Chrétien, El Caballero de la Carreta, Op.Cit., pp. 127.
206
de Troyes, Chrétien, El cuento del Grial, Op.Cit., pp. 126. Este caso es particular y se ubica en un
momento mágico, místico en el que el rito amerita que la belleza se exprese en todos los ámbitos.
207
de Troyes, Chrétien, El cuento del Grial, Op.Cit, pp. 95.
47
En la descripción que hace de muchas damas (“quizá noventa”), Chrétien dice que son
hermosas, corteses, poseedoras de donaire, talento, valor y prudencia, son de alto
linaje y mucha nobleza.208 La palabra hermosa va acompañada de virtudes que
pueden ser observadas a través de sus actitudes corporales llenas de cortesía.
También, en la fiesta de Ascención, en El caballero de la carreta, Chrétien describe a
las damas como bellas y corteses. Ellas y ellos “…hablaban con refinamiento la lengua
francesa”, claro ejemplo del enaltecimiento del lenguaje en el que se escribe, se habla
y el cual entienden e identifican sus oyentes.209 Hay que notar que la belleza la provee
Dios, en ese sentido es un reflejo ético y moral. Asimismo, la fealdad se refiere a una
condición moral inferior, como es el caso de la doncella fea que difama a Perceval en
la corte del rey Arturo; sin embargo, incluso en el escrito esta posición es ambigua,
pues esta escena abre paso a las aventuras en las que Perceval busca redimirse y
llevar a cabo el ideal de un caballero celestial (esto se inscribe en la parte “B”).
Veamos la descripción que de ella hace Chrétien de Troyes:
La doncella tenía dos trenzas gruesas y negras y, si las palabras son verdaderas tal
como las cuenta el libro, nunca hubo nada tan manifiestamente feo ni siquiera en el
infierno. Nunca visteis hierro tan negro como su cuello y sus manos, y aún era eso lo de
menos en comparación con la demás fealdad que tenía. Sus ojos eran como dos
agujeros, tan pequeños como de rata, tenía nariz de mono o de gato y orejas de asno o
de buey. Sus dientes parecían yema de huevo por el color, pues eran rojizos, y tenía
barba como macho cabrío. En medio del pecho tenía una joroba, y la espalda parecía un
báculo, y tenía la cintura y los hombros demasiado bien hechos para llevar el baile. Tenía
joroba en la espalda y piernas torcidas que eran como dos varas. Estaba bien hecha
210
para llevar la danza.
Las descripciones sobre las mujeres al interior de las obras analizadas de Chrétien
de Troyes, se refieren generalmente al rostro, a la fealdad o a la belleza de la cara con
más detalles. El caso de la doncella fea es particular en cuanto a la descripción de su
cuerpo, las mujeres poseedoras de belleza son resaltadas por su cara; esto también
se puede ver en los caballeros, su belleza se resalta con ciertas partes del cuerpo,
pero el cuerpo de los bellos no es descrito mientras que el del villano se describe con
mayor generalidad al igual que el de la doncella fea. Las descripciones físicas en las
obras analizadas son cincuenta y tres frente a cuatrocientas treinta y cinco referencias
al cuerpo de los hombres y cuarenta y cinco frente a doscientas sesenta y cuatro
208
de Troyes, Chrétien, El caballero del León, Op. Cit, pp. 61.
209
de Troyes, Chrétien, El Caballero de la Carreta, Op.Cit, pp. 47.
210
de Troyes, Chrétien, El cuento del Grial, Op.Cit, pp. 95.
48
referencias al de las mujeres, proporción que demuestra la importancia de las
descripciones físicas de las mujeres sobre las de los hombres.211 Se puede concluir
que las descripciones físicas de las mujeres son más importantes en la obra de
Chrétien, pues se les alaba y enaltece. Los hombres admiran su belleza y de ésta se
enamoran.212
La belleza de las mujeres es temida por los hombres de la Edad Media, sobre todo
los hombres de iglesia quienes se veían tentados por ésta. “Si se perdían en la
contemplación narcisista, vaya y pase: sólo corría peligro el alma. Pero si la usaba
para seducir, era la encarnación del mal”.214 A pesar de ello –añade Sennett–, el
cuerpo de la mujer se dignifica en el siglo XII, de esto es evidencia el mayor número
de conventos con abadesas educadas.215 Claro está que es la concepción del cuerpo
que se glorifica, es llegar al espíritu por medio del control de la carne, a lo que también
tienen acceso, por supuesto, las mujeres.
211
Las descripciones físicas masculinas son el 12% del total de las referencias a su cuerpo, mientras que
las descripciones físicas femeninas son el 17% del total de las referencias a su cuerpo.
212
Esto se aclara en el tercer capítulo cuando se habla del amor.
213
Le Goff, Jacques y Nicolas Truong. (2005), Una historia del cuerpo en la Edad Media, Op. Cit, pp. 120.
214
L’ Hermitte-Leclercq, “Las mujeres en el orden feudal (siglos XI y XII)”, en: Georges Duby y Michell
Perrot [2000] (2003), Historia de las mujeres en Occidente, V.2, Tauros minor, Madrid, pp. 290.
215
Sennett, Richard. (2003) [1997], Carne y piedra. El cuerpo y la ciudad en la civilización occidental,
Op.Cit, pp. 182.
216
Scott, Joan (1999) [1993], “Historia de las mujeresOp.Cit., pp. 81. Scott explica el género como la
construcción de la diferenciación sexual.
49
significativa –en términos de de Certeau– dentro del límite de lo pensable.217 Es decir,
la belleza y la estética son valores cambiantes y dinámicos que en aquel momento
histórico cobran un valor distinto al que tienen hoy en día. Sugiere pensar de ese
modo, también, como se construye el género a partir del cuerpo en nuestros círculos
sociales. Sin embargo, el género y la diferencia se plantean teóricamente desde el
presente, lo que nos permite el análisis de este pasado en función de estas
representaciones.
217
de Certeau, Michel [1994] (2000), “La operación histórica”, Op.Cit., pp. 66.
218
En el tercer capítulo aparecerá un ejemplo que ilustra la posición de María de Champaña sobre el
matrimonio.
50
de la carne y la belleza se concibe así en el ámbito de lo espiritual y se refleja en su
condición física.
Para Le Goff y Truong, el cuerpo desnudo es objeto de una tensión, está entre
promocionado y desvalorizado.219 El cuerpo es bello y maligno, inocente y pecador.220
El cuerpo desnudo representa peligros, impudor y erotismo, por eso el vestido es la
protección y la armadura frente a eso.221 La desnudez demuestra la belleza en los
juegos del amor, pero esa belleza puede ser un aguijón a la lujuria. “Entre belleza del
cuerpo desnudo y belleza de los vestidos, entre inocencia y pecado, el hombre y la
mujer de la Edad Media se sirven de los adornos o de la desnudez del cuerpo”.222
Es claro que la doncella, aunque está siendo atacada se limita a “gritar”, “forcejear” y
“pedir ayuda”. No golpea ni se defiende, espera a que un caballero tome acción en el
suceso. El caballero que la ayuda es recompensado con el ofrecimiento del cuerpo
semidesnudo de la doncella, lo que a la vez constituye una prueba. Es una doncella de
alto nivel, es decir moralmente aceptable, y su desnudez es tentadora pero no
malévola (por eso tiene sólo una camisa); no seduce al caballero. El caballero, el de
más alto nivel, no cede ante la tentación del cuerpo de esta doncella, lo que devela su
219
Le Goff, Jacques y Nicolas Truong. (2005), Una historia del cuerpo en la Edad Media, Op. Cit, pp. 117.
220
Ibíd., pp. 118.
221
Ibíd., pp. 118.
222
Ibíd., pp. 119.
223
de Troyes, Chrétien, El Caballero de la Carreta, Op.Cit, pp. 62-63.
224
Ibíd., pp. 66.
225
Ibíd., pp. 67.
51
cortesía. Esta cortesía se caracteriza por el amor que siente Lanzarote por Ginebra.
Sobre la tentación de la carne triunfa el amor al que se alaba. Un valor carnal, el amor,
es elevado al terreno de lo espiritual y de lo divino, y de esa forma a través de éste se
supera una prueba terrenal.
Una doncella desdichada vaga sobre un palafrén en mal estado por la pradera,
semidesnuda y afligida. Su amigo indignado la había sometido a esta pena. Cuando
Perceval la encuentra, describe el libro que ella sería bella si no estuviese
semidesnuda, si estuviese vestida:
… una doncella lo montaba, nadie vio a otra tan desdichada. Sin embargo, sería
bastante hermosa, si hubiera ido arreglada; pero iba tan mal, que en el vestido que
llevaba no había un palmo sano, y por los rotos le salían fuera del seno los pechos; el
vestido estaba remendado de cuando en cuando con nudos y gruesas costuras, y su
carne estaba ajada por la nieve, el granizo y el hielo. Iba destocada y sin manto y se le
veía el rostro en el que habían muchas marcas feas, que sus lágrimas sin cesar por
todas partes habían hecho salir: por el pecho le caían, pasaban bajo el vestido, cayendo
226
hasta las rodillas. Bastante afligido debía tener el corazón quien tal desdicha tenía.
El estado del vestido y del cuerpo de esta doncella revela, para Chrétien, el estado de
aflicción, el estado del espíritu. El vestido en mal estado demuestra que el cuerpo no
está protegido, la aflicción y la desdicha se significan tanto en el cuerpo como en el
vestido. Se describen partes del cuerpo como los pechos, es decir, no estaban
protegidos, no se ocultan. Esto devela una condición moral baja, en este caso
reducida por la pena que se le impuso a la doncella. Fue sometida a ella por lo que su
amigo consideró una traición, pues ella es la misma doncella de la tienda que Perceval
había forzado antes a besarlo y abrazarlo.
226
de Troyes, Chrétien, El cuento del Grial, Op.Cit, pp. 138-139.
227
Ibíd., pp. 76.
52
mismo, está desligado del cuerpo social, ya no se encuentra inmerso allí y por ello
está desnudo y sin ningún rasgo de civilización. Hay que añadir que el amor, el ideal
de cortesía, ha abandonado al caballero y por eso entra en crisis y su cuerpo se
asemeja al de una bestia o un animal: no lo cubre. Sus gestos son los de un animal y
no un ser civilizado, come carne cruda y vaga.
Una doncella que lo encuentra es la que se encarga de hacer que Yvain vuelva del
estado de locura por medio de un ungüento. Ella le da un atavío de piel, un manto
escarlata y una túnica, además de una camisa y unos calzones de tela fina.228 El
ungüento le saca la furia y la melancolía –según Chrétien– y al verse desnudo siente
vergüenza.229 Después la doncella y la dama de ésta lo bañan, lo afeitan y lo llenan de
perfumes y aceites.230 El caballero alejado, enloquecido, está desnudo, y es por medio
del tratamiento corporal que vuelve a un estado de cordura. Son las mujeres quienes
tienen ese poder en este caso, una doncella que frota el cuerpo del caballero con un
ungüento. Después lo visten, lo bañan, lo afeitan, lo perfuman, en definitiva civilizan
nuevamente el cuerpo del caballero. El espíritu es curado a través del cuerpo con un
ungüento, le sigue el cuidado del cuerpo y las vestiduras. El cuerpo debe estar
debidamente cubierto y adornado. Las mujeres “perfuman” y “curan” en este episodio
el cuerpo del caballero por compasión.
228
Ibíd., pp. 78-79.
229
Ibíd., pp. 78-79.
230
Ibíd., pp. 80.
231
de Troyes, Chrétien, El Caballero de la Carreta, Op.Cit, pp. 113.
53
Cuando Chrétien describe la belleza de una mujer, de una dama o una doncella,
generalmente habla sobre su cuerpo vestido. Enid, la hija del valvasor sale con su
madre al encuentro de Erec:
Salen fuera la dama y su hija, vestida con una camisa de faldones anchos, fina, blanca y
plisada; debajo llevaba una saya, no tenía más ropa, y la saya estaba tan vieja que por
232
los lados estaba rota: encima, la ropa era pobre, pero debajo había un bonito cuerpo.
En este caso único, Erec desea casarse con Enid y la manda a ataviar antes de sus
bodas con la reina Ginebra quien pide a Enid que use sus ropas. La reina
… ha traído el manto y el brial que estaba forrado de armiño blanco hasta las mangas;
en los puños y en el cuello había, sin duda alguna, más de doscientos marcos en pan de
oro, y piedras preciosas de grandes virtudes, índigas y verdes, añiles y pardas que
estaban engastadas encima del oro por toda la túnica. Muy rico el brial, pero, en verdad,
que el manto no valía menos. Aún no les había puesto ninguna hebilla pues eran
totalmente nuevos y recientes, tanto el brial como el manto. El manto era bueno y fino:
en el cuello tenía dos cebellinas con cintas que tenían más de una onza de oro, por un
lado un jacinto y en el otro un rubí que brillaba más que un escarbunclo que arde. El
forro era de armiño blanco, nunca se vio ni se encontró más bello ni más fino. La tela
púrpura estaba muy bien trabajada, con crucecitas diferentes, índigas, bermejas y añiles,
blancas y verdes, azules y amarillas. La reina ha pedido una cintas de cinco varas, de
hilo dorado de seda; le han entregado las cintas, bonitas y bien trabajadas; las hace
poner enseguida en el manto a un hombre que era un buen maestro en el oficio. Cuando
no hubo más que hacer con el manto, la noble dama de buen origen abraza a la doncella
233
de la saya blanca y le dice con francas palabras:...
Erec lleva a Enid frente a la corte para que sea vestida. De este modo se le permite
pertenecer, el vestido identifica a los miembros de la corte. Este gesto, vestir, dignifica
al cuerpo y lo incluye en el grupo. Es una mujer, nuevamente, la que se encarga de
vestirla y arreglarla. El vestido aumenta la condición material de la doncella, son
atavíos y ropajes que reflejan una gran riqueza y es la reina quien se los otorga. Se
oculta el cuerpo, se le adorna con el vestido y su cara reluce ante caballeros, reyes y
nobles. Su condición moral alta se afirma y se refleja con el vestido que le permite
pertenecer y casarse con un caballero como Erec.
232
de Troyes, Chrétien, Erec y Enid, Op.Cit, pp. 59.
233
Ibíd., pp. 87.
54
Ahora bien las damas de alto linaje y alcurnia siempre son descritas por su rostro
además de sus vestidos, veamos algunos casos: Blanca Flor, acompañada por dos
nobles
… venía más arreglada, más elegante que gavilán o papagayo. Su manto y su brial eran
de púrpura negra, moteada de veros, y no estaba pelada la piel, que era de armiño; el
manto en el cuello estaba orlado de cebellina negra y canosa que no era demasiado
larga ni demasiado ancha.
La reina Yrgene aparece “… vestida de seda matizada blanca con hilos de oro y
bordado menudo”.234 Laudina de Lauduc “… que lleva un atuendo digno de una
emperatriz: vestido ribeteado de armiño nuevo, y en la cabeza, una diadema, toda
engarzada de rubíes”.235 Las damas y doncellas honorables, de alto linaje, se visten a
su medida, en función de su alto nivel social y moral. El vestido dignifica el cuerpo
femenino, oculta su faceta tentadora. La condición moral de la mujer se eleva con el
vestido, en función del rostro.
… primero se hace enlazar unas calzas de blanco acero, viste después una cara loriga
cuyas mallas no se pueden desgarrar; muy rica era la loriga, tanto por delante como por
detrás; tenía tanto hierro como una aguja y no podía coger herrumbres pues estaba
hecha toda de plata con anillos entrelazados. Estaba trabajada con sutileza que os
puedo decir ciertamente que nadie que la hubiese vestido, se hubiera cansado o dolido
más que si se hubiera puesto sobre su camisa una cota de seda. (…) Cuando le
hubieron armado con la loriga, un criado le enlaza en la cabeza un yelmo adornado con
un cerco de oro que relucía más claro que un cristal.237
234
de Troyes, Chrétien, El cuento del Grial, Op.Cit, pp. 230.
235
de Troyes, Chrétien, El Caballero del León, Op.Cit, pp. 60.
236
de Troyes, Chrétien, El cuento del Grial, Op.Cit, pp. 191.
237
de Troyes, Chrétien, Erec y Enid, Op.Cit, pp. 113.
55
presente), viste una camisa gruesa y una abarcas.238 Hay un encuentro entre lo rústico
y lo estilizado, de bello hijo se vuelve un bello señor o un bello caballero. Cambia su
rústica apariencia por la de un caballero, cambia de caballo de uno de caza a uno de
guerra. Su camisa gruesa la reemplaza por una camisa de lino fina y delgada.239
Gornemans de Groort, el noble instructor de Perceval, le lleva ciertos ropajes: camisa
y brazas de cendal, calzas teñidas de brasil, cota azul hecha en India. Así, le hace un
caballero, es decir, le “calza la espuela” –expresión que utiliza Chrétien–. En el rito le
ciñe la espada y lo besa.240
Las calzas, son de hierro para la seguridad de sus pies y sus piernas; esto significa
que el caballero debe tener seguridad en sus pasos y sus caminos, a los que acude
armado. “La loriga significa castillo y muro contra los vicios y las faltas”, así como el
castillo está protegido por muros en todas partes, la loriga protege al caballero por
todas partes lo que significa “… el noble coraje del caballero y su aislamiento en esta
nobleza, a fin de que en él no puedan entrar la traición, ni el orgullo, ni la deslealtad, ni
vicio alguno”. Por último, el yelmo es para significar vergüenza, pues todo caballero
debe tenerla para ser obediente al orden de la caballería. También humildad, pues
“…el yelmo guarda de las cosas altas y mira a la tierra, porque es el medio entre las
cosas altas y las cosas bajas”.241
238
de Troyes, Chrétien, El cuento del Grial, Op.Cit, pp. 62 y 64. Abarca: Calzado de cuero crudo que
cubre solo la planta de los pies, con reborde en torno, y se asegura con cuerdas o correas sobre el
empeine y el tobillo. Se hace también de caucho. Ver: http:// www.rae.es
239
de Troyes, Chrétien, El cuento del Grial, Op.Cit, pp. 78.
240
Ibíd., pp. 89-90.
241
Lulio, Raimundo, Libro del orden de la caballería, F. Sureda Blanes ed. (1949), Editora Espasa-Calpe
Argentina S.A, Buenos Aires, pp. 66-67.
56
La desnudez es peligrosa si no hay control, ésta se expresa para mostrar belleza en
los juegos del amor, allí donde las reglas de los comportamientos están claramente
establecidas en un mundo imaginario y deseado. Rene Nelly, dice que la
contemplación de la dama desnuda, según lo poesía trovadoresca, representa la
primera etapa del fin’ amour. Esto no necesariamente llevaba al siguiente paso, a la
unión de los cuerpos.242 Además aclara que la desnudez no compromete el honor de
la dama, sobre todo alrededor del juego del amor, sino que al contrario expresa
cortesía.243 Por otro lado, se expresa como sinónimo de vergüenza o alejamiento de la
civilización. Sin embargo, los hombres y las mujeres no rechazan la desnudez en la
Edad Media.244 “La civilización de las costumbres de la Edad Media es una civilización
de los cuerpos”.245
Por otro lado, en las obras de Chrétien analizadas en esta investigación aparecen 64
descripciones sobre el vestido de los hombres contra 37 del vestido de las mujeres. Es
decir, Chrétien da casi igual importancia tanto al vestido de la mujer como al vestido
del hombre: 15% de las referencias al cuerpo masculino y 14% de las referencias al
cuerpo femenino son descripciones del vestido. No se puede concluir que el vestido
sea más importante en un género u en otro a partir de estos textos.
242
Nelly, René, “Las recompensas del amor”, trd. Agustín Temes Rodríguez, en: Michael Feher,
Fragmentos para una historia del cuerpo, Op.Cit, pp. 220. Sobre el amor «cortés» se profundizará en el
tercer capítulo.
243
Ibíd., pp. 221.
244
Veáse: Le Goff, Jacques y Nicolas Truong. (2005), Una historia del cuerpo en la Edad Media, Op. Cit,
pp. 121.
245
Ibíd., pp. 116.
246
Sennett, Richard, (2003) [1997], Carne y piedra. El cuerpo y la ciudad en la civilización occidental,
Op.Cit, pp. 134.
247
Ibíd., pp. 134
248
Ibíd., pp. 134.
57
el cuerpo de Cristo es divino y no humano. Bajo esta concepción, los seres humanos
sienten deseos, celos e impulsos sexuales, mientras que el cuerpo de Cristo sólo
siente compasión por otros.249
Las reformas monásticas de los siglos XI y XII acentuaron la represión del placer
corporal además de establecer la imposición de sufrimientos voluntarios. “A partir del
siglo XII, el desarrollo de la imitación de Cristo en la devoción introduce entre los laicos
prácticas que recordaban la pasión de Cristo”.253 Esto se ve representado numerosas
veces en los escritos de Chrétien de Troyes, quien invita a hombres y mujeres a la
imitación de Cristo de maneras diversas. El más directo tal vez es el caso de Perceval,
quien está siendo instruido por su madre quien le describe a Cristo. Le pide que vaya a
iglesias y monasterios y le ore a Jesús, pues él fue quien salvó las almas de los
hombres y las mujeres que iban al infierno, él las sacó de allá sacrificando su cuerpo,
que fue atado, golpeado y crucificado llevando una corona de espinas.254 La búsqueda
del Grial se establece después como la manera de seguir a Cristo, el caballero
abandona el ideal terrestre de buscar honor y fama, gloria y prestigio y busca el Grial,
sigue un camino celeste. Imita el cuerpo de Cristo.
249
Ibíd., pp. 138-139.
250
Ibíd., pp. 149.
251
Ibíd., pp. 151.
252
Ibíd., pp. 152.
253
Le Goff, Jacques y Nicolas Truong. (2005), Una historia del cuerpo en la Edad Media, Op. Cit, pp. 35.
254
de Troyes, Chrétien, El cuento del Grial, Op.Cit, pp. 64.
58
transcurso de sus aventuras para llegar a una verdad moral y evocar una enseñanza.
Le Goff y Truong refieren que la Edad Media “[c]rea nuevos héroes, los santos, que en
primer lugar son mártires en su cuerpo”.255 Es decir que los héroes de las novelas de
Chrétien de Troyes se asemejan a los santos y, en última instancia, a Cristo a través
del sufrimiento y el dolor de sus cuerpos con los que adquieren valores espirituales y
morales.
El dolor por otro, es decir la compasión, se siente por la falta del héroe o por el
sufrimiento de éste y se expresa claramente en El Caballero de la Carreta: las gentes
del reino al enterarse de la captura de Lanzarote sienten mucho dolor;256 después
Galván se entera que Lanzarote no está en la corte del rey, que no ha aparecido,
siente dolor y se torna pensativo.257 El santo provoca la compasión al igual que Cristo.
Estos casos representan un dolor que no es físico, es un dolor del corazón por la
muerte de un ser querido, por la falta o sufrimiento del héroe, por el mal estado de sí
mismo o por el agravio cometido hacia algún personaje.
Las mujeres también sienten este tipo de dolor: la primera es la Dama Viuda de la
Yerma Floresta (madre de Perceval) quien por no encontrar a su hijo tiene el corazón
doliente y negro, siente alegría al momento de verlo;258 después, mientras le cuenta a
su hijo sobre la muerte de sus otros dos hijos, le dice que sintió gran dolor y tristeza;259
por último Blanca Flor le ruega a Perceval que no vaya al combate al que lo retan, este
se niega y ella siente gran dolor, aflicción y sufrimiento.260 Este dolor no físico se
expresa en las mujeres por la pérdida de un ser querido y por la preocupación hacia el
héroe, tanto su madre como después su amiga.
Los duelos de las damas nos ilustran aún más ampliamente sobre el dolor y el
sufrimiento. Enid observa la batalla de Erec contra un caballero que lo reta,
preocupada por él siente gran dolor:
Quien la vea hacer tan gran duelo, retorcer las manos, tirarse de los cabellos y caerle las
lágrimas de los ojos, vería a leal dama, y muy cruel sería quien la viera y no se apiadara
de ella.261
255
Le Goff, Jacques y Nicolas Truong. (2005), Una historia del cuerpo en la Edad Media, Op. Cit, pp. 31-
32.
256
Ibíd., pp. 112.
257
Ibíd., pp. 130.
258
de Troyes, Chrétien, El cuento del Grial, Op.Cit, pp. 58.
259
Ibíd., pp. 61.
260
Ibíd., pp. 111.
261
de Troyes, Chrétien, Erec y Enid, pp. 136.
59
Una doncella sentada junto a su amigo, un caballero herido, siente gran dolor en su
duelo. Se esforzaba por mostrarlo, pues tiene los dedos agarrados de la trenzas para
arrancarse los cabellos mientras besaba a su amigo en los ojos, en la frente y en la
boca.262 Por último, la situación de Laudina de Lauduc que al ver a su esposo muerto
parece enloquecer de dolor:
El dolor se refleja en los gestos cuando éstos provocan dolor sobre el cuerpo.
Damas y doncellas sufren corporalmente con el duelo y de esta forma también pueden
superarlo. Se castiga la carne para curar el espíritu. Esto además demuestra gran
lealtad a su esposo muerto, o en el caso de Enid lealtad por Erec que está en peligro.
La doncella se esfuerza, como lo indica el segundo caso, en mostrar dolor; el dolor
debe expresarse a través del sufrimiento del cuerpo. Estos sentimientos acompañados
de los gestos ilustran la compasión que las mujeres sienten por otros a la vez que
generan la compasión de los oyentes por ellas: “…cruel sería quien la viere y no se
apiadara de ella”.264 La imitación del cuerpo de Cristo también es latente y no explícita.
Como refiere Le Goff y Truong, el dolor femenino cobra valor y fuerza, la concepción
de la mujer que sufre se ve fortalecida por la imitación del cuerpo de Cristo.265
Por otro lado, Le Goff y Troung aclaran que la identificación con el Cristo que llora
tres veces en la Biblia connota positivamente el llanto. Las lágrimas, a las que se les
atribuye un origen divino, son un signo de imitación del cuerpo de Cristo.266 Las
mujeres lloran en las obras analizadas veintiún veces y los hombres dieciséis (ver
cuadro Nº1); en ese sentido, el signo de imitación a Cristo se presenta con mayor
fuerza en las mujeres que en los hombres. Los sentimientos que acompañan el llanto
son generalmente dolor y sufrimiento. Sólo hay dos casos en los que se llora de
alegría: la madre de Enid llora cuando el padre concede su mano a Erec;267 un
262
de Troyes, Chrétien, El cuento del Grial, Op.Cit, pp. 198.
263
de Troyes, Chrétien, El Caballero del León, Op.Cit, pp. 40.
264
de Troyes, Chrétien, Erec y Enid, Op.Cit, p. 136.
265
Le Goff, Jacques y Nicolas Truong. (2005), Una historia del cuerpo en la Edad Media, Op. Cit, pp. 50.
266
Ibíd., pp. 63-64.
267
de Troyes, Chrétien, Erec y Enid, Op.Cit, pp. 66.
60
caballero apresado sufre de dolor y aflicción, y llora de alegría cuando lo liberan.268 Es
importante anotar que el caballero apresado “…llora de alegría y llama y reza a Dios
que le ha enviado socorro”.269 En este caso es explícito el origen divino de las
lágrimas.
Entre el gran dolor que le causaba el paso, avanza con enorme destreza. Manos, rodillas
y pies se ensangrientan. Pero pronto lo reconforta y cura Amor que le conduce y guía, de
modo que dulce era el sufrimiento. Con manos, pies y rodillas se ayuda con tanto
esfuerzo que llega al otro lado.270
Esta descripción evoca la imagen bíblica del Cristo crucificado. Como a Él le sangran
manos y pies además de tener heridas las rodillas. “Dulce” es el sufrimiento pues con
éste alcanza el amor. El amor cura el sufrimiento que se vive por alcanzarlo.
Representa simbólicamente el esfuerzo que el caballero hace por el amor, y en ese
sentido se eleva este sentimiento a un nivel espiritual. Se martiriza el cuerpo, al igual
que un santo, para alcanzar un valor que es considerado espiritual. Hay que recordar
que Cristo sacrifica su cuerpo por amor a los hombres a la vez que los hombres deben
sentir gran amor por Él.
268
Ibíd., pp. 150.
269
Ibíd., pp. 150.
270
de Troyes, Chrétien, El Caballero de la Carreta, Op.Cit, pp. 96-97.
271
Sennett, Richard. (2003) [1997], Carne y piedra. El cuerpo y la ciudad en la civilización occidental,
Op.Cit, pp. 170.
272
En la medicina el surgimiento del concepto de síncope aludía a la «compasión» entre los órganos del
cuerpo, los que responden con relación o independientes de los otros. Ibíd., pp. 170.
273
Ibíd., pp. 172-174.
274
Ibíd., pp. 174.
61
El héroe de las novelas de Chrétien de Troyes se ubica en esta relación, es un héroe
que sufre y busca el amor. Sus actos heroicos están en relación con la imitación del
cuerpo de Cristo y con adquisición de la mujer que aman.275 El amor se constituye,
especialmente en el caso de Lanzarote, como un valor que es carne y luz al mismo
tiempo. Sobre el sufrimiento, el dolor que provoca compasión, los héroes llevan a cabo
sus combates, aventuras y hazañas. Son héroes que pueden ser imitados por sus
oyentes por esta razón.
Durante el siglo XII solía compararse el cuerpo humano con el cuerpo político y
social. Santo Tomás de Aquino –refiere Sennett– veía el mundo como un sistema
lógico en el que el cuerpo político se asimilaba al cuerpo biológico. Sennet llamó esta
tendencia el «humanismo científico».277 Le Goff aclara que
275
La vida de los personajes de los romances es una auténtica imitatio Christi. Véase: Otis-Cour, Leah
(2000), Historia de la pareja en la Edad Media, Op.Cit, pp. 154.
276
Ibíd., pp. 63.
277
Sennett, Richard. (2003) [1997], Carne y piedra. El cuerpo y la ciudad en la civilización occidental,
Op.Cit, pp. 168.
62
… el uso metafórico de las partes del cuerpo se esboza durante la Alta Edad Media (…)
y se politiza, en fases sucesivas, en la época carolingia, después durante la reforma
gregoriana y, finalmente, durante el siglo XII, que fue muy aficionado a esta
278
comparación.
En algunos casos las mujeres, que no aparecen referidas en las metáforas de Juan
de Salisbury –cita Zumthor–, al parecer sí ocuparon un lugar. El culto mariano y la
imitación del cuerpo de Cristo le otorgaron uno.
Por otra parte –sostiene L’Hermitte–, las mujeres no suelen aparecer con una
función política y social de mucha importancia. “La mayor parte del tiempo, las mujeres
son las compañeras invisibles de los hombres que se distribuyen en el interior del
278
Le Goff, , Jacques, “¿La cabeza o el corazón? El uso político de las metáforas corporales durante la
Edad Media”, trd. José Luís Checa, en: Michael Free (1990-1992), Fragmentos para una historia del
cuerpo humano, V.·, Taurus, Madrid, pp. 16.
279
Sennett, Richard. (2003) [1997], Carne y piedra. El cuerpo y la ciudad en la civilización occidental,
Op.Cit, pp. 168.
280
Ibíd., pp. 27. Ver también: Le Goff, , Jacques, “¿La cabeza o el corazón? El uso político de las
metáforas corporales durante la Edad Media”, Op.Cit, pp. 17. & Le Goff, Jacques y Nicolas Truong.
(2005), Una historia del cuerpo en la Edad Media, Op. Cit, pp. 138.
281
Véase: Le Goff, , Jacques, “¿La cabeza o el corazón? El uso político de las metáforas corporales
durante la Edad Media”, Op.Cit, pp. 17. y Le Goff, Jacques y Nicolas Truong. (2005), Una historia del
cuerpo en la Edad Media, Op. Cit, pp. 139.
282
Le Goff, Jacques y Nicolas Truong. (2005), Una historia del cuerpo en la Edad Media, Op. Cit, pp. 144.
283
Sennett, Richard. (2003) [1997], Carne y piedra. El cuerpo y la ciudad en la civilización occidental,
Op.Cit, pp. 181.
63
cuerpo social”.284 Sin embargo, tienen funciones específicas, económicas (a nivel
doméstico) y políticas, que son esenciales en el funcionamiento de la sociedad de ese
entonces. Por esa razón, es importante notar –como sostiene Klaplish-Zuber– que
La familia debe ser ordenada por la esposa, que debe brindar comodidades a su
marido, educar a sus hijos y estar pendiente de las funciones de los sirvientes.286 La
paz familiar depende de ellas. Además, desde muy pequeñas, las mujeres son
enseñadas a tejer, hilar y bordar con lo cual desempeñan una función económica al
interior de la casa.287 De ello deriva que las mujeres son quienes se encargan de vestir
a los integrantes de las casas: mujeres y hombres, sirvientes y caballeros.
Por otra parte, la ideología del amor288 exalta también la necesidad del matrimonio
en la tarea de gobierno. Para que Erec logre convertirse en rey es necesario que se
case. También es evidencia la profunda complicidad entre el rey Arturo y Ginebra: el
cuento de Calogerante es trasmitido al rey por boca de la reina;289 ella también se
sienta siempre junto a él, no es excluida de las reuniones en la mesa con los
caballeros.290 Las mujeres y sus cuerpos, aunque la mayoría de veces en silencio –
como lo acota Klaplish-Zuber–, juegan un papel de vital importancia en el
284
L’ Hermitte-Leclercq, “Las mujeres en el orden feudal (siglos XI y XII)”, Georges Duby y Michel Perrot,
Historia de las mujeres en Occidente, Vol. II, Tauros minor, Madrid, pp. 294.
285
Klaplish-Zuber, Christiane (1990), “La mujer y la familia”, en: Jacques Le Goff (1990), El hombre
medieval, trd. Julio Martínez Menanza, alianza editorial, Madrid, pp. 301.
286
Ibíd., pp. 318
287
Ibíd., pp. 320.
288
El tema del amor se desarrollará con profundidad en el tercer capítulo.
289
de Troyes, Chrétien, El Caballero del León, Op.Cit, pp. 33.
290
de Troyes, Chrétien, El cuento del Grial, Op.Cit, pp. 73.
64
funcionamiento del cuerpo social. Se encargan de la educación de los hijos que
después se convertirán en caballeros, reyes, damas y reinas. Los comportamientos en
el mundo que la Dama Viuda de la Yerma Floresta enseña a su hijo demuestra con
claridad esta función; además es ella quien da las primeras instrucciones a Perceval
de cómo debe ingresar y ser parte del orden de la caballería.291
Chrétien de Troyes representa a damas y doncellas como los sujetos que son
capaces de incorporar el cuerpo humano en el cuerpo social; lo educan, lo visten y lo
curan. No sólo lo reincorporan sino que lo cuidan. Desde la célula familiar hasta el
vestido de sus integrantes. El cuerpo femenino es valorado en estas obras literarias en
función del cuerpo social y el modelo divino.
Por otro lado, es importante ilustrar la relación que los sujetos medievales mantienen
con el espacio, puesto que en primera instancia esta concepción es la que permite las
semejanzas que se establecen entre el cuerpo humano y el cuerpo social. El cuerpo
quieto se limita en lo desconocido; el movimiento de éste le permite integrar la
conciencia del espacio y su extensión.292 “El carácter rudimentario de la tecnología de
la que dispone inspira al hombre de entonces la idea de que la naturaleza es una
prolongación de su yo”.293 De esa forma, se puede plantear que el cuerpo social busca
diferenciarse de la naturaleza como un sujeto busca diferenciarse de las bestias, es
decir, el cuerpo social es la apropiación de la imagen del cuerpo humano en contra de
la naturaleza. Esto resulta en gran medida de que “[e]l espacio medieval no es ni
abstracto ni homogéneo (…) se vive más que se percibe”.294 Por eso, en las novelas
de Chrétien de Troyes, los caballeros errantes acceden corporalmente al Otro mundo y
se desplazan continuamente en este mundo; las cortes se desplazan de un lado para
otro; Yvain que busca una aventura, se interna en el bosque hasta encontrar al villano
y la fuente; la doncella de la hija desheredada busca al Caballero del León
desplazándose.
En ese sentido, los sujetos tienen una identidad personal pormenorizada frente a la
identidad del «cuerpo social»; estos sujetos se identifican junto con otros, junto con un
grupo y, por supuesto, junto con la comunidad.295 La identificación con la comunidad
291
Ibíd., pp. 63-63.
292
Zumthor, Paul. (1994), La medida del mundo. Representaciones del espacio en la Edad Media, Op.Cit,
pp. 22.
293
Ibíd., pp. 37.
294
Ibíd., pp. 36.
295
Ibíd., pp. 41.
65
surge, en primera instancia, del sentimiento de compasión que proviene, a su vez, de
la empatía con el sufrimiento y el dolor.
Por último, es importante aclarar que si alguien se sale de los límites del cuerpo
social, tiende a volverse salvaje, a combinarse junto con la naturaleza, como es el
caso de Yvain cuando enloquece. La identidad personal está fuertemente limitada y
los roles que a ésta se le asignan están claramente en función de la vida y el
funcionamiento del «cuerpo social». De ello son evidencia las múltiples metáforas
corporales de Juan de Salisbury. El orden social es por esto un orden corporal y
viceversa. Se puede añadir que la filosofía en el siglo XII –ilustran Le Goff y Truong–
piensa en el cuerpo humano como una representación en miniatura del universo
mismo, como un microcosmos.296 Este microcosmos se refleja en el espacio del
cuerpo del sujeto y se utiliza como modelo del espacio social.
296
Le Goff, Jacques y Nicolas Truong. (2005), Una historia del cuerpo en la Edad Media, Op. Cit, pp. 130.
66
Capítulo III
Lo que se conoce sobre las mujeres en el siglo XII no es de ninguna manera un todo
ni una verdad completa y absoluta. Tampoco se sabe todo aquello que quisiera
saberse. Existe una gran cantidad de vacíos que no permiten saber con exactitud las
formas de vida de las mujeres, sus formas de pensar, actuar, conocer, y en general
sus formas de ser. Aún más, no se conoce una cantidad considerable de casos
particulares que nos permitan saber sobre sus diferencias y matices específicos entre
clases sociales o razas diferentes, lo que se sabe muchas veces versa sobre las
mismas fuentes y rastros que estudian distintos historiadores. Gran parte del
conocimiento surge a partir de hipótesis y trabajos analíticos y teóricos de los
historiadores que estudian a las mujeres. Generalmente, las fuentes han sido casos
judiciales donde se ven implicadas mujeres, cartas de una mujer a un hombre o de un
hombre a una mujer, escritos hechos por una mujer, cartas entre mujeres, y también,
por supuesto, los escritos literarios que tratan específicamente sobre damas y
doncellas, como los de Chrétien de Troyes. De todas maneras, aunque escasas las
fuentes, han resultado significativas por sus particularidades y porque sirven para
alcanzar información relevante.
Las posiciones sobre el tema de las mujeres en el siglo XII varían y a veces son
contrarias. L’ Hermitte nos habla de las corrientes historiográficas frente a esta
temática. La primera gran posición es de Robert Dossier, quien argumenta que el siglo
XII representa una fase en la cual se puede hablar de matriarcado y le atribuye esto al
hecho de que había menos mujeres que hombres.297 Sostiene además que el “… siglo
XII, junto con el XIX, es el campeón del adulterio; la iglesia se ve desbordada.”298 Una
visión más moderada es la de Leah Otis-Cour, quien apoya que durante el siglo XI y
XII efectivamente hay una promoción de la condición femenina que cristaliza en los
siglos XIII, XIV y XV pero no habla de un matriarcado. Este autor defiende esta
posición porque las mujeres adquieren ciertos roles administrativos (domésticos en
general) y los hombres les delegan el cuidado y protección de los hijos menores en
caso de que ellas quedaran solas.299 De todas formas, la visión dominante la
constituyen Duby, Le Goff y Herlihy quienes, opuestamente, sostienen que la mujer fue
297
L’Hermitte- Leclerq [2000] (2003), “Las mujeres en el orden feudal (Siglos XI y XII)”, en Georges Duby
y Michel Perrot, Historia de las mujeres en Occidente, Op.Cit., pp. 262, 263.
298
Ibíd., pp. 263.
299
Otis-Cour, Leah (2000), Historia de la pareja en la Edad Media, Op.Cit., pp. 32.
67
degradada teológica y socialmente durante el siglo XII. Esta posición se fundamenta
cuando afirman que había muchas más mujeres que hombres, divergencia que resulta
–sostiene L’Hermitte– de la mala calidad y escasez de fuentes sobre aquel
entonces.300 Frente a la iglesia las posiciones también pueden ser dos: la primera, es
que las mujeres mejoran su condición resultado del culto a la virgen que adquirió
especial fuerza en aquel siglo; la segunda, de Le Goff principalmente, es que los cultos
de María y Magdalena surgieron con fuerza en el siglo XI, pero decayeron
paulatinamente durante el siglo XII, lo que llevaría a pensar en la degradación de la
condición femenina. En cuanto a asuntos relacionados con la iglesia, también ha
habido gran cantidad de debates frente a la herejía de las mujeres. Desde el marxismo
se ve en las prácticas heréticas una lucha de sexos, expresión clara de la lucha de
clases, y por tanto tales sucesos son la única forma en la que se expresa una
resistencia frente a la iglesia. Los tradicionalistas sostienen, en cambio, que lo
religioso sólo puede ser visto desde lo religioso. En todo caso –argumenta L’Hermitte–
la historia de las mujeres del siglo XII no alcanza una «neutralidad» puesto que suscita
muchos debates.301
3.1 El amor
El amor existía como modelo en la poesía que provenía de Occitania. En las cortes
principescas de Normandía, Turena, Champaña y Flandes, en el último tercio del siglo
XII, esta creación literaria se introdujo a través del romance. El modelo de amor se
300
L’Hermitte- Leclerq [2000] (2003), “Las mujeres en el orden feudal (Siglos XI y XII)”, Op.Cit, pp. 263.
301
Ibíd., pp. 264.
302
Duby, Georges, “El modelo cortés”, en Georges Duby y Michel Perrot, Historia de las mujeres en
Occidente, Op.Cit, pp. 321-322.
303
Ibíd., pp. 322.
304
Ibíd., pp. 322.
305
Ibíd., pp. 322.
68
fortaleció y propagó a partir de ese momento y ampliamente en sus dos formas de
expresión: la provenzal y la francesa.306 Estos textos fueron una fuerte invitación a
incorporar unas formas específicas de tratar a las mujeres.307 “Todos han sido
compuestos para solaz de los hombres. Preciso: hombres de guerra, caballeros”.308
306
Ibíd., pp. 323.
307
Ibíd., pp. 323.
308
Ibíd., pp. 324.
309
Ibíd., pp. 319.
310
Moore, John C. (1979), “ “Courtly Love”: A Problem of Terminology”, en Journal of the History of Ideas,
Vol. 40, No. 4, pp. 622, 623.
311
Duby, Georges (1990), “¿Qué se sabe sobre el amor en Francia en el siglo XII?”, en El amor en la
Edad Media y otros ensayos, trd. Ricardo Artola, Alianza Editorial, Madrid, pp. 32-33.
312
Tal afirmación es discutible, aunque parece bastante lógico que al centrarse en los imaginarios
creados por la literatura pueda perderse de vista el desarrollo «real» de lo «verdaderamente» sucedido.
69
De todas formas, este «amor cortés» de la literatura, fue real como comportamiento
–argumenta Duby– en dos esferas: 1) ante todo, fuera del matrimonio y 2) además era
un juego de hombres que se sometían a una mujer que educa. Sin embargo, es
importante aclarar –añade Otis-Cour–, que cuando se ve el «amor cortés» tienden a
resaltarse valores secundarios como el adulterio y el servicio sobre el hecho
verdaderamente importante: el ennoblecimiento de ese sentimiento.314 Las
representaciones corporales que Chrétien de Troyes genera alrededor del amor se
ubican en una red social, política y cultural donde pueden ser adoptadas. Se escuchan
en las cortes principescas, de donde emana el poder sobre el territorio y se instaura
una forma de pensar la organización social con base en esta ideología específica. El
amor se establece como un ideal, desde antes de Chrétien, en la poesía trovadoresca
y se fortalece en las representaciones corporales que este escritor construye para sus
oyentes cortesanos.
A través del romance el «amor cortés» se introduce con mayor fuerza en las cortes
principescas. La caballería, las reglas y la cortesía son las figuras retóricas mediante
las cuales los cuentos de los que se nutre el romance se cuelan sin resistencia en sus
auditores cortesanos. Por eso, “…estas “ceremonias” sociales son medios para hacer
admitir un contenido antisocial que es la pasión”.315 El mito del amor existe y se
expresa a través del romance en la trama social en la que participa, puesto que éste
no puede existir fuera de ésta. Es ahí donde radica la fuerza potencial de las
representaciones que Chrétien de Troyes recrea en sus novelas.
“El amor refinado civiliza, constituye uno de los engranajes esenciales del sistema
pedagógico cuya sede es la corte principesca.”316 Por tal razón, el juego inherente al
amor requiere de la existencia de una jerarquía.317 Esto ocurre por dos razones:
primero, el amante debe ser sumiso y educado, como en la relación alumno y maestro;
segundo, la dama generalmente es de mayor estatus y de mayor edad, ella es la que
detenta el poder como en la relación del señor frente a su vasallo. Un buen ejemplo de
ello es la declaración de amor que hace Yvain a la Dama de la Fuente cuando se le
presenta, en El caballero del león. El amor doblega al caballero ante la dama, “…le
Vease Duby, Georges, “El modelo cortés”, en Georges Duby y Michel Perrot, Historia de las mujeres en
Occidente, Op.Cit.
313
Véase también: Ibíd, pp. 337.
314
Otis-Cour, Leah (2000), Historia de la pareja en la Edad Media, Op.Cit, pp. 170.
315
de Rougemont, Denis (2001) [1993], Amor y occidente, Op.Cit, pp. 21.
316
Duby, Georges (1990), “¿Qué se sabe sobre el amor en Francia en el siglo XII?”, Op.Cit, pp. 43.
317
Ibíd, pp. 44.
70
suplica juntando las manos” y se “arrodilla”. El corazón fue subyugado por los ojos, y
los ojos por la belleza de esta mujer que, a su vez, hace que este caballero la ame
intensamente.318 El amor se genera gracias a la belleza que se admira a través de la
vista. La vista, en ese sentido, se valora porque es por medio de ella que se genera el
amor.
En este juego del amor la Dama, generalmente casada, es el centro sobre el cual
giran los elementos. A su lado, un caballero novel o un joven célibe se siente turbado,
pero no por ello huye, al contrario la mira. Esta mirada es asociada con el flechazo de
amor, muy bien descrito en el Caballero del León. Yvain el caballero, invisible y
encerrado en una cámara, escondido de una muchedumbre furiosa que lo busca por
haber matado a su señor, divisa a la Dama, es la Dama de la fuente que llora la
muerte de su esposo, quien ha muerto en manos de Yvain. Versa así lo que Chrétien
de Troyes describe de aquel momento:
Pero con sus dulces mieles, le cura y suaviza Amor novel, que ha invadido su feudo y se
ha cobrado a su presa: enemiga suya es la dueña de su corazón, pues él ama al ser que
más lo odia. Sin saberlo siquiera, la dama a vengado con creces la muerte de su esposo,
pues mayor venganza se ha tomado de lo que había imaginado - ahora ni lo sabe- si
Amor no se hubiese encargado de vengarla, hiriendo a su enemigo con tan dulce
requerimiento que con la mirada le traspasa el corazón. Tal golpe dura y duele más que
los de una lanza o una espada: un golpe de espada pronto cura y sana por arte de un
médico, pero herida de amor peor se vuelve, cuanto más cerca está de su medicina.319
Hay que aclarar que la palabra «amor» en el siglo XII designa específicamente
“apetito carnal”; éste se produce justo en el instante de la mirada.320 En ese momento,
cómo se puede observar en la cita de arriba, la dama está por encima del caballero, él
es vasallo de ella, ha sellado el contrato con la mirada (“...Amor novel, que ha invadido
su feudo…”, “…con la mirada le traspasa el corazón”). La mirada asociada al flechazo,
con el cual el caballero se convierte al amor (específicamente entrar en el juego del
«amor cortés»), evoca la relación que existe entre la guerra y el amor, es de hecho
una metáfora guerrera. El arte de amar y el arte de la guerra están íntimamente
ligados desde la antigüedad. La metáfora del arquero que flecha a los amantes ilustra
esta afirmación; antiguamente la mujer se rinde ante el guerrero más fuerte. Sin
embargo, las estrategias corteses –acota de Rougemont– son paralelas a las
estrategias militares, pero en el siglo XII y en el «amor cortés», al contrario que en la
318
de Troyes, Chrétien, El caballero del León, Op.Cit., pp. 53, 54, 55.
319
Ibíd., pp. 43.
320
Duby, Georges, “El modelo cortés”, en Georges Duby y Michel Perrot, Historia de las mujeres en
Occidente, Op.Cit, pp. 319. Sin embargo, esa acepción de amor es adecuada y específica para el fin’
amour, en una relación entre un hombre y una mujer. No es adecuada para los amores fraternales ni
filiales, ni en el amor que existe en una amistad.
71
antigüedad, la victoria se invierte: el amante es prisionero en su conquista al mismo
tiempo que es vencedor.321
El amante debe ser sumiso ante la dama y ser su servidor; ella por su parte es libre
de aceptarlo o rechazarlo. Él está sometido a prueba y ella es quien lo evalúa. Sin
embargo, si ella se niega es libre ante él, pero si acepta es prisionera de él como él de
ella.322 Es necesario decir que el «amor cortés» es de naturaleza onírica más que
material o tangible. “El amor cortés concedía a la mujer un poder indudable. Pero
mantenía ese poder confinado en el interior de un campo bien definido, el de lo
imaginario y el del juego”.323
Las prácticas sexuales, en teoría, deben manifestarse sólo al interior del matrimonio.
Las posiciones al respecto eran variadas: en el siglo XII –ilustra Otis-Cour– Hugoccino,
no muy escuchado en su propio círculo, exclamaba que el sexo es pecado incluso en
el matrimonio; en ese mismo siglo, Pedro Lombardo asegura que el sexo sólo es
pernicioso en exceso al igual que la comida; en el siglo XIII, Servasanto de Fuenza
afirma que todo aquello que es natural no es pecado; y finalmente Tomás de Aquino,
en ese mismo siglo, resalta el valor positivo con el que Aristóteles dota el placer.326 Lo
que se considera natural, sin embargo, está dotado de un fuerte contenido cultural. Por
321
Véase sobre el tema del amor y la guerra: de Rougemont, Denis (2001) [1993], Amor y occidente,
Op.Cit, pp. 243, 244, 245, 342.
322
Véase: Duby, Georges, “El modelo cortés”, en Georges Duby y Michel Perrot, Historia de las mujeres
en Occidente, Op.Cit, pp, 20.
323
Ibíd., pp. 321.
324
Klaplish-Zuber, Christiane, “La mujer y la familia”, en: Jacques Le Goff (1990), El hombre medieval, trd.
Julio Martínez Menanza, alianza editorial, Madrid, pp. 312.
325
Duby, Georges (1996), Mujeres del siglo XII. Recordando el linaje femenino, trd. Carolina Diaz,
Editorial Andrés Bello, Santiago de Chile, pp. 194.
326
Otis-Cour, Leah (2000), Historia de la pareja en la Edad Media, trd. Antón Dieterich Arenas, Siglo XXI
editores, Madrid, pp. 92.
72
eso una mujer debe subvertir la obediencia, cuando el hombre en el acto sexual le
impone una posición contra-natura, una posición que evite la procreación. Esto la
convierte –ilustra Klaplish-Zuber– en bestia o en varón y no le permite concebir.327
327
Klaplish-Zuber, Christiane, “La mujer y la familia”, Op.Cit, pp. 313.
328
Otis-Cour, Leah (2000), Historia de la pareja en la Edad Media, Op.Cit, pp. 111.
329
Ibíd., pp. 95.
330
Le Goff, Jacques y Nicolas Truong. (2005), Una historia del cuerpo en la Edad Media, Op. Cit, pp. 42-
43.
331
Más adelante se ilustrará con un ejemplo esa condena al matrimonio en la corte de Champaña.
332
Sobre este tema véase: de Rougemont, Denis (2001) [1993], Amor y occidente, Op.Cit, pp. 112, 113,
114.
73
Sin embargo, en El caballero de la carreta, es el fin’amour proveniente de la poesía
trovadoresca el que se expresa con mayor claridad. Ambos “…estaban deseosos él de
ella y ella de él”. Antes de juntarse, de acercarse cuerpo a cuerpo, a través de unos
barrotes, conversan amorosa y alegremente, “…mano a mano se entrelazan”.
Lanzarote le ofrece romper los barrotes y acercarse a ella, la reina le dice:
Ante ella se postra, y la adora: en ningún cuerpo santo creyó tanto como en el cuerpo de
su amada. La reina le encuentra enseguida con sus brazos, le besa, le estrecha
fuertemente contra su corazón y le atrae a su lecho, junto a ella. Allí le dispensa la más
hermosa de las acogidas, nunca hubo otra igual, que Amor y su corazón le inspiran. De
Amor procede tan cálido recibimiento. Si ella siente por él un gran amor, él la ama cien
mil veces más: Amor ha abandonado todos los demás corazones para enriquecer el
suyo. En su corazón ha recobrado Amor la vida, y de una forma tan pletórica que en los
demás se ha marchitado. Ahora ve cumplido Lanzarote cuanto deseaba, pues que a la
reina les son gratas su compañía y sus caricias, y la tiene entre sus brazos y ella a él
entre los suyos. Tan tiernos y agradables son sus juegos, tanto han besado y han
sentido que les sobreviene en verdad un prodigio de alegría: nadie oyó hablar jamás de
maravilla semejante. Pero nada diré al respecto: mi relato debe guardar silencio. De
entre las alegrías, quiere la historia mantener oculta y en secreto la más selecta y
deleitable.
La mucha alegría y el placer ocuparon a Lanzarote toda la noche. (…)El cuerpo parte,
333
permanece el corazón.
Este caso que ha marcado la historia del amor «cortés», adúltero, lleno de cortejo,
conversación, deseo, ternura, caricias; ha sido el altar de la cortesía. Fuera del
matrimonio y lleno de cortesía queda claro que ambos se dan placer. Es importante
anotar que para llegar acá, Lanzarote atravesó el puente filoso de la espada, lo que es
una representación de estar accediendo al Otro mundo, como ya se ha aclarado antes.
Se desenvuelve en un mundo onírico, se lleva exclusivamente al plano de la
imaginación y además es secreto.
333
de Troyes, Chrétien, El Caballero de la Carreta, Op.Cit, pp. 119-120.
74
condenan aquellos quienes no quieren ocultar el secreto del amor divino. Son
considerados indiscretos “… los que revelan a la censura dogmática el sentido secreto
de las alegorías”.334
334
de Rougemont, Denis (2001) [1993], Amor y occidente, Op.Cit, pp. 109. Más adelante se desarrollará
más ampliamente el tema de la influencia árabe.
335
Ibíd., pp. 34.
336
Véase: Ibíd., pp. 52, 53, 54.
337
Ibíd., pp. 116.
75
constante desde ambos lados de las tradiciones de las que son herederos: castidad y
fidelidad.
¡Ay! ¡Cómo me reconfortaría y cuánto mejor me sentiría si, al menos una vez antes de
muerto, le hubiese tenido entre mis brazos! ¿Cómo? Muy fácilmente: desnuda yo y
desnudo él, para que mayor fuese el placer.338
338
de Troyes, Chrétien, El Caballero de la Carreta, Op.Cit, pp. 113.
339
de Troyes, Chrétien, Erec y Enid, Op.Cit., pp. 101, 110, 164.
340
Ibíd., pp. 100-101.
76
Ahora bien, el «amor cortés» casi nunca se consuma más allá de las miradas, las
sonrisas, los besos y los abrazos. Es decir, sólo hay dos escenas claras donde se
consuma un acto carnal: entre Erec y Enid y entre Ginebra y Lanzarote. Laudina de
Lauduc e Yvain, al reconciliarse se aman mutuamente sin detalles sobre sus actos
corporales, sólo es claro que se logra un amor recíproco.341 La palabra «amor» como
sentimiento asociado a las acciones corporales se referencia en la obras analizadas
veintiocho veces, en general se presenta entre hombres y mujeres. Sin embargo, esta
relación no es la única en la que se expresa amor. Efectivamente, la palabra «amor»
designa ese apetito carnal que afirma Duby. Aunque, esa acepción está referenciada
con claridad cuando el deseo, contenido en el caso de Erec y Enid, se deja llevar por
este sentimiento en el momento de juntar sus cuerpos, de consumar el matrimonio. El
amor se expresa corporalmente en el matrimonio también. Yvain y Laudina de Lauduc
se prometen un destino por «amor» (el autor y narrador aprovecha esa promesa para
anticipar), y un objeto la simboliza: un anillo.342 Pero no es claro un apetito carnal, y
aún menos un deseo que se lleve a cabo. Lanzarote es debilitado, está lejos y
pensativo, turbado medita sobre el amor que no tiene junto a él, lo añora y lo sueña.343
En esa añoranza crece el deseo, y en eso consiste el «amor cortés» puro: en el deseo
para el hombre reside el placer del amor, no en el acto carnal. Chrétien de Troyes
describe lo azaroso del amor y es en ese punto donde está la diferencia más
importante en cuanto al tema del amor con los poemas provenzales. Por eso,
Lanzarote no sólo actúa en contra de la moral cristiana sino en contra de las normas
del «amor cortés», cruza el límite del deseo y lo convierte en la acción carnal, es decir,
también profana el «amor cortés».344
341
de Troyes, Chrétien, El caballero del león, Op.Cit., pp.138.
342
Ibíd., pp. 64.
343
de Troyes, Chrétien, El caballero de la Carreta, Op.Cit, pp. 58.
344
de Rougemont, Denis (2001) [1993], Amor y occidente, Op.Cit, pp. 116.
77
también que el amor no se confina a un campo específico: en estos distintos episodios
se presenta en el matrimonio, lejos de la Dama y antes del matrimonio. Se puede
asegurar que el amor en estas obras es la base que hila la totalidad; aunque las
referencias directas sean pocas, cada una de ellas está contenida en un momento
donde el oyente (o lector en mi caso) pensará la historia bajo los preceptos del amor,
es un recurso poético e ideológico. Esta atmósfera no es sólo literaria y es lo que Duby
no escatimó en llamar el modelo cortés.
345
de Troyes, Chrétien, El caballero de la Carreta, Op.Cit, pp. 91.
346
Ibíd., pp. 154.
347
Ibíd., pp. 208.
348
Duby, Georges, “El modelo cortés”, en Georges Duby y Michel Perrot, Historia de las mujeres en
Occidente, Op.Cit, pp. 326.
78
Además –refiere Otis-Cour–, el amor según Dronke era un fenómeno universal en el
mundo árabe y en el mundo europeo en general, que empieza a ser plasmado en el
papel durante los siglos XI y XII tiempo en el que se estableció una ideología tras este
sentimiento.349 Al parecer, la forma en la que se expresaba el amor divino en ciertos
pueblos árabes de Asia Menor, influenció las maneras corteses del amor provenzal de
los siglos XI y XII. Ciertas doctrinas gnósticas que predican el desapego a todo lo
material están directamente relacionadas con el profundo deseo de morir –demuestra
de Rougemont– que se encuentra en la lírica cortesana asociado al amor. Esta
influencia pudo darse a través de los cátaros que apropiaron este ideal religioso.350 Por
otro lado, una especie de neoplatonismo, el maniqueísmo iranio351 y el Islam se
expresaron con fuerza en las metáforas eróticas de los místicos árabes del siglo XI,
que pueden ser consideradas análogas a la poesía cortesana. Estos místicos elevan el
objeto amado al mismo tiempo que lo consideran un símbolo de deseo divino. Esta
concepción echa raíces en la concepción de que todo sujeto finito no puede amar algo
infinito y por tanto el amor sólo puede expresarse a través de algo finito para alcanzar
aquello que es considerado infinito.352 La influencia árabe pudo darse gracias al
contacto con el mundo oriental a través del actual territorio español y también gracias
a las cruzadas –aclara de Rougemount–.353
Por lo anterior: las reglas estrictas del fin’amour, la deificación del sentimiento y las
fuertes influencias religiosas sobre la poesía cortesana, es que Denis de Rougemount
concluye que el
“… amor pasión glorificado por el mito fue realmente, en el siglo XII fecha de su
aparición, UNA RELIGIÓN, con toda la fuerza que esta palabra lleva consigo y
354
especialmente, UNA HEREJÍA CRISTIANA HISTÓRICAMENTE DETERMINADA”.
Aunque este tipo de amor fue una creación literaria nunca dejó de expresarse en las
realidades vividas más cercanas a los sujetos del siglo XII, tanto hombres como
mujeres. Fue una forma de pensar que se instauró y fue adecuada para el momento
histórico por el que cruzaban varias de las cortes del norte de Europa occidental, con
especial fuerza en Bretaña y el norte de Francia. Por tal razón, ver el «amor» remite,
en primer lugar, al matrimonio, nueva institución emblemática y esencial en la
349
Otis-Cour, Leah (2000), Historia de la pareja en la Edad Media, Op.Cit, pp. 168.
350
de Rougemont, Denis (2001) [1993], Amor y occidente, Op.Cit, pp. 85-86.
351
Esto es las concepciones del bien y el mal derivadas de la religión de Saratustra o Zoroastro.
352
Para ampliar la información sobre estos temas véase: Ibíd., pp. 106-107.
353
Ibíd., pp. 110-111.
354
Ibíd., pp. 122.
79
organización de la sociedad feudal; y en segundo lugar, con especial importancia, al
cuerpo, puesto que los comportamientos a través de éste se modifican por esta nueva
forma de pensar y es a la vez el único medio por el cual se expresa el «amor». El
cuerpo es claramente el que permite la comunicación que se generó a partir del
fin’amour entre hombres y mujeres como sujetos diferenciados que se acercan. Por
eso los gestos del amor se representan cuidadosamente, con propósitos ideológicos,
en la poesía trovadoresca y en las obras de Chrétien de Troyes.
Hay otros tipos de «amor», un amor de amistad entre hombres, amor del padre a sus
hijos o hijas, de la madre a sus hijos e hijas. El Rey Lac, padre de Erec, después de la
boda despide a su hijo antes de su partida, y Chrétien nos dice que no puede contener
el llanto.355 Se sufre por amor, es un gesto de su divinidad. Gestos amorosos se dan
entre Perceval y Galván quienes hablan y se abrazan por amistad.356 Guavain (Galván
escrito distinto) e Yvain se enfrentarán sin reconocerse el uno al otro.
Mi señor Guavain ama de verdad a Yvain y le llama compañero, e Yvain lo mismo, esté
donde esté, e incluso ahora mismo. ¡Con qué jubilo le acogería al instante, si le
reconociera! Por él daría su vida y el otro la suya, antes de permitir que le hicieran daño.
¿No es esto Amor absoluto y perfecto? Sí, ciertamente, pero, por otra parte, ¿no resulta
flagrante el Odio? Sí, porque es absolutamente cierto que cada uno de ellos, sin lugar a
dudas, quisiera romper la cabeza de su rival, o dejarle con tal deshonra que peor le sería
sobrevivir a su fama. A fe mía, es un verdadero prodigio encontrarse juntos Amor y Odio
mortal. ¡Dios! ¿Cómo puede una misma morada albergar a cosas tan contrarias? En mi
opinión, en un mismo hospedaje no pueden estar reunidas, porque no sabría
permanecer una contra otra por una sola noche, sin que estallaran querellas y disputas,
en cuanto una supiera la presencia de la otra. Pero en el cuerpo de una misma casa
caben varios alojamientos, cada uno con sus salas y aposentos separados. Así podría
aclararse el misterio: acaso Amor se había encerrado en algún aposento secreto, y Odio
se había alojado en las salas que dan a la calle, porque gusta de quedar a la vista de
todos.357
355
de Troyes, Chrétien, Erec y Enid, Op. Cit, pp. 115.
356
de Troyes, Chrétien, El cuento del Grial, Op.Cit, pp. 156.
357
de Troyes, Chrétien, El caballero del León, Op. Cit, pp. 126.
358
Ibíd., pp. 130-131.
359
de Troyes, Chrétien, Erec y Enid, Op. Cit, pp. 84.
80
El amor se expresa a través del cuerpo por medio de los gestos, por eso el amor
constituye un modelo social. Es valorado en las novelas, donde las mujeres son las
amas y señoras en la jerarquía que éste establece. El amor entre hombres y mujeres
se dignifica y se expresa de una manera divina y terrenal al mismo tiempo. Cuando es
adúltero es soñado y clandestino; cuando es público y terrenal se expresa en la
consumación del matrimonio. Es importante aclarar que no todo lo que se le llama
amor en la Edad Media hace referencia al «amor cortés» ni tampoco a ese apetito
carnal. El amor y la imitación del cuerpo de Cristo se juntan y construyen los ideales
que los caballeros buscan alcanzar: el héroe imita el cuerpo de Cristo y busca alcanzar
el amor de una mujer. Es un ideal de guerrero al mismo tiempo que un ideal espiritual.
Ahora bien, existe también un amor entre familiares y entre amigos, donde también se
sufre. Este sólo se ilustra, no es tan importante, y se presenta en el comportamiento
cortés de los caballeros, los nobles, las damas y las doncellas. Ni gigantes, ni enanos,
ni villanos son capaces de amor en las representaciones de Chrétien de Troyes.
La sociedad feudal del siglo XII estaban basada en la estructura familiar. Las casas
señoriales eran casas de familias que se preocupan por mantener sus riquezas y sus
territorios en la descendencia. Tal descendencia era en sí misma uno de los objetivos
principales del señor feudal, quién sin ésta no tenía a quien trasmitir su legado
material. La representación que se hace esta sociedad del universo y la organización
social es jerárquica, de esa forma está organizada la casa noble y su familia. Está el
padre o señor y su mujer, alrededor de ellos están sus hermanos y hermanas
respectivos. Él está encargado de dominar y alimentar a toda su familia. Le siguen en
orden ascendente sus hijos quienes están obligados a obedecer y servir en lo que
necesite y pida su padre. En tercer lugar –ilustra Duby– están los padres muertos,
aquellos que trasmitieron sus riquezas y enseñanzas y por eso deben ser honrados.360
360
Duby, Georges (1996), Mujeres del siglo XII. Recordando el linaje femenino, Op.Cit., pp. 17-18.
81
Allí, en el espacio familiar –aclara Otis-Cour–, las mujeres, por medios indirectos o
directos, lograron acceder a mayor control sobre el patrimonio y participación en los
asuntos familiares.361 Añade que en las familias en los siglos XII y XIII, por los cambios
que se produjeron paulatinamente en los siglos precedentes en las estructuras
familiares, los tíos cobraron un rol muy importante; el motivo literario que lo ejemplifica
es el del tío paterno que despoja de su herencia a sus sobrinos.362 Esto remite a la
descendencia y las relaciones de parentesco.
361
Otis-Cour, Leah (2000), Historia de la pareja en la Edad Media, Op.Cit, pp. 34.
362
Ibíd., pp. 13.
363
Ibíd., pp. 4.
364
Ibíd., pp. 6.
365
Ibíd., pp. 8.
366
Ibíd., pp. 8.
367
Duby, Georges (1996), Mujeres del siglo XII. Recordando el linaje femenino, Op.Cit, pp. 16.
368
Otis-Cour, Leah (2000), Historia de la pareja en la Edad Media, Op.Cit, pp. 34 Esta afirmación es
discutible puesto que no existe suficiente información sobre esta posición de la mujer en la temprana
Edad Media, además de que el término “mujer casada” no puede usarse indiscriminadamente para todos
los momentos y espacios.
82
Por ello en el siglo XII, la dote y la herencia de la mujer fueron fusionándose, es decir
la dote fue equiparada a la herencia que recibiría una mujer.369 Este proceso coincidió
con que la iglesia empezó a limitar el matrimonio con parientes cercanos, lo que hacía
más factible que el patrimonio familiar quedara en manos de personas externas a la
familia.370 Las hijas ya dotadas muchas veces fueron excluidas de la herencia paterna.
Sin embargo en “… lo referente a la herencia, las hijas disponían de más de un
argumento jurídico en que apoyarse”.371 La heredera es una figura que en el siglo XII
existe en la literatura y en la vida real como lo afirma Otis-Cour.
Uno de los motivos de las aventuras de Yvain, en El Caballero del León de Chrétien
de Troyes, es el de defender a una hermana menor quien iba a ser desheredada por
su hermana mayor. Ambas recurren a la corte del rey Arturo en busca de justicia y
éste, contrario a lo que sucedía con el derecho de primogenitura, interviene por ellas
para que hubiese una repartición equitativa. Claramente en el proceso Yvain defiende
a la hermana menor, la justa, la víctima que sólo reclama su parte (disfrazado del
caballero del León); y Galván (escondiendo su identidad) defiende a la hermana
mayor, la malvada, injusta que reclama todo el feudo.372 Tras este motivo hay una
clara ideología sobre la realidad además de una excusa para enfrentar el bien y el mal
ejemplificados en un conflicto de propiedad característico de aquel momento (el rey
justo, la hermana ambiciosa y la hermana desheredada). Es importante añadir que
Yvain y Galván se comprometen cortésmente con cada una de las doncellas que
solicita su ayuda. Esta ayuda la prestan sin hacer ningún juicio previo, sólo se someten
y acatan la versión de cada una de ellas. Cuando la hermana menor desheredada se
encuentra con el Caballero del León se alegra, le “saluda”, y lo “honra” con señas de
estima.373 El caballero por su parte, dice la hermana desheredada ante el rey, siente
tal “piedad” por ella que abandona los asuntos que tenía para ayudarle; por eso es
muy cortés.374
La herencia y el linaje, estructuras familiares que derivan del proceso gradual que
tuvo lugar en la temprana edad media, son los motivos por los cuales se empezó a
venerar a los muertos. De esa forma, el padre generalmente otorgaba el nombre de su
padre a uno de sus hijos quien se sentía obligado a ser tan valiente y virtuoso como
369
Ibíd., pp. 23 Dos (dote) y hereditas (herencia) se encuentran en muchos documentos del siglo XII como
términos que perfectamente pueden ser intercambiados uno por otro.
370
Ibíd., pp. 23.
371
Ibíd., pp. 25.
372
Véase: de Troyes, Chrétien, El caballero del León, Op. Cit, pp. 106, 107, 108, 111, 123, 125, 126, 132,
133.
373
Ibíd., pp. 123.
374
Ibíd., pp. 125.
83
aquel que tuvo su nombre.375 Por su parte, la madre era recordada con más fuerza que
el padre, gracias a su ascendencia de mayor alcurnia que la de su marido. El linaje
femenino enaltecía la mayoría de las casas familiares establecidas en la sociedad de
entonces.376 Duby argumenta que esto se debe a que las condiciones del mercado
matrimonial eran desequilibradas.377 Además –aclara– que ya en la segunda mitad del
siglo XI se habían definido con claridad el concubinato y la bastardía paralelamente a
la instalación sólida de la institución de descendencia: el mayorazgo. Estos fenómenos
coinciden con el surgimiento y la consolidación de un nuevo orden político en este
mismo siglo.378 La evolución de la familia y la descendencia van de la mano de la
evolución de la pareja y el matrimonio.
375
Duby, Georges (1996), Mujeres del siglo XII. Recordando el linaje femenino, Op.Cit, pp. 19.
376
Ibíd., pp. 63.
377
Ibíd., pp. 56-57.
378
Ibíd., pp. 124.
379
Véase: Otis-Cour, Leah (2000), Historia de la pareja en la Edad Media, Op.Cit, pp. 42-43 y Duby,
Georges (1996), Mujeres del siglo XII. Recordando el linaje femenino, Op.Cit, pp. 114, 116.
380
Duby, Georges (1996), Mujeres del siglo XII. Recordando el linaje femenino, Op.Cit, pp. 105.
381
Otis-Cour, Leah (2000), Historia de la pareja en la Edad Media, Op.Cit, pp. 42-45.
84
de elegir pareja; preocupación, claro, que no estaba desligada de la preocupación
estatal.382
Sin embargo, el ejemplo de la mujer adúltera es Ginebra, esposa del rey Arturo, que
ama a Lanzarote. Además representa un deseo latente que incorpora varias
tradiciones, como ya se ha dicho antes. De todas maneras, veamos a los caballeros
protagonistas en los distintos libros de Chrétien de Troyes. En El cuento del Grial,
Perceval pasa por escenas amorosas o corteses, es decir, considera amigas a dos
mujeres distintas. En una tercera situación obliga a una mujer a besarlo y a abrazarlo.
Cuando se va del castillo del rey Arturo se despide de la doncella de la reina mientras
le sonríe.386 Después, en otra situación, la bella doncella, que sabemos después que
se llama Blanca Flor, pide su protección cuando va asustada al lecho donde él se
encuentra. Él solicita su amor a cambio de la protección, pero antes le permite dormir
en su lecho donde se besan boca con boca y brazo con brazo y duermen bajo la
colcha hasta el amanecer.387 Cuando Perceval vuelve de la batalla contra el malvado
caballero, no comen ni beben, sino que hablan de buen talante, se besan y se
abrazan.388 Después ha continuado su camino, y una vez en una pradera llena de
nieve encuentra tres gotas de sangre que evocan inmediatamente la imagen de su
amada, de piel blanca y sonrosada; el caballero piensa a su amada y la recuerda.389
Sin embargo antes de ser un caballero, cuando era torpe y tosco, sin tener en cuenta
los consejos de su madre se ve envuelto en una situación contraria. Encuentra una
382
Ibíd., pp. 47 Veáse también: Klaplish-Zuber, Christiane (1990), “La mujer y la familia”, en Le Goff,
Jacques, El hombre medieval, trd. Julio Martínez Mensanza, Alianza editorial, Madrid, pp. 301.
383
Ibíd., pp. 57.
384
Ibíd., pp. 69 Estos castigos no se redujeron significativamente durante el siglo XII, pero durante la baja
edad media se fueron reduciendo paulatinamente. Véase: pp. 75.
385
Duby, Georges (1990), “¿Qué se sabe sobre el amor en Francia en el siglo XII?”, Op.Cit, pp. 41.
386
de Troyes, Chrétien, El cuento del Grial, Op.Cit, pp. 75.
387
Ibíd., pp. 100.
388
Ibíd., pp. 106.
389
Ibíd., pp. 149, 150, 151, 152.
85
linda doncella en una tienda lujosa, ella duerme en una cama de seda y oro. El
caballero la obliga a besarlo y abrazarlo tosca y bruscamente.390 La relación con las
mujeres de Perceval ilustra la formación del caballero desde sus inicios; además nos
muestra cómo es aprobado el hecho de que el caballero tenga o pase por varias
mujeres que lo van formando.
El amante leal es Lanzarote, las situaciones de amor son exclusivas con Ginebra, su
corazón y su mente le pertenecen a la reina. Sin embargo se ve tentado en una
oportunidad: el caballero de la carreta (Lanzarote) se encuentra con una doncella
distinguida en su búsqueda: ella lo tienta y él supera la prueba, así el amor sea
adúltero existen reglas, hay que demostrar que es verdadero.391 Galván, en El cuento
del Grial, se ve envuelto en una atmósfera de amor cuando se besa y se abraza con
gozo y alegría, a la hora de acostarse, con la hermana de su anfitrión en Escalavón.392
Sin embargo, después toca a la Mala Doncella en ese mismo cuento para ver su cara
y su cuerpo.393 También, Gauvain (Galván) en El Caballero del León, le hace una
promesa de amor a Luneta, la doncella de Laudina de Lauduc antes de partir con
Yvain y regresar a la corte del rey Arturo.394 Aunque no todas sean escenas
claramente amorosas, en todas se combina la cortesía y las amigas cobran un papel
esencial para los caballeros, solteros o amantes; se besan y abrazan. El caso de Erec
es diferente. Las escenas de amor y cortesía se presentan exclusivamente con su
amada Enid, en el matrimonio y antes del matrimonio. La única representación hecha
de una mujer adúltera es la de Ginebra. Por el contrario, los caballeros protagonistas,
incluso habiendo prometido amor a cierta doncella o dama, suelen relacionarse con
más mujeres de manera cortés, y para Chrétien, nunca abiertamente infieles. Aún así,
mantienen una relación con otras mujeres a las que consideran amigas.
Ahora bien, al interior de las casas la relación entre un hombre y una mujer tenía que
incluir una división de las tareas domésticas claramente establecida, el objetivo era
mantener las finalidades, las esperanzas y los intereses de parentesco en la célula
familiar, como demuestra Christiane Klaplish-Zuber.395 Estos intereses generalmente
son económicos, y la división de las tareas domésticas también es económica. Por eso
390
Ibíd., pp. 67.
391
de Troyes, Chrétien, ElCaballero de la Carreta, Op. Cit, pp. 66-67.
392
de Troyes, Chrétien, El cuento del Grial, Op.Cit, pp. 185.
393
Ibíd., pp. 204.
394
de Troyes, Chrétien, El caballero del León, Op. Cit, pp. 61.
395
Klaplish-Zuber, Christiane (1990), “La mujer y la familia”, Op. Cit, pp. 297.
86
–ilustra Otis-Cour– las historias de amor o las historias de pareja contenidas en la
literatura remiten a historias de la propiedad.396
396
Otis-Cour, Leah (2000), Historia de la pareja en la Edad Media, Op.Cit, pp. 19.
397
Ibíd., pp. 150, 151.
398
Ibíd., pp. 16.
399
Ibíd., pp. 171.
87
3.3 El Matrimonio
-«Desdichada de mí, -dijo- ¡en mala hora nací- ¿qué he venido a buscar aquí de mi
país? Bien me debería tragar la tierra, pues el mejor de todos los caballeros, el más
valiente, y el más fiero que nunca hubo entre condes ni reyes, el más leal, el más cortés,
ha abandonado toda caballería por mí. Bien cierto es que lo he deshonrado, por nada del
mundo quisiera haberlo hecho»405
Erec ha sido apaciguado por el matrimonio, ya no busca batallas y torneos por honor,
se dedica exclusivamente a su dama. En este caso esta situación permite a Chrétien
abrir paso a una nueva saga de aventuras (parte “B” sensus moralis), aventuras que
Erec vivirá al lado de Enid para demostrarle que no lo ha deshonrado y que él no ha
dejado de ser quien era: un caballero valiente y destacado. Resalta la obediencia y la
admiración por el esposo, y desenvuelve la crisis que se genera (“B”) con el
enaltecimiento del matrimonio y el amor (“C”).
La concepción, las reglas y los ritos fueron cambiando paulatinamente desde que
empezó a concebirse la idea de matrimonio. Sin embargo había unas directrices
claras: control de la iglesia sobre la prohibición del incesto, sobre la natalidad y
seguridad del estado. La prohibición del incesto, o mejor la lucha contra la endogamia
abre paso a la concepción más clara del matrimonio, lo que permitió incluir el concepto
400
Véase: Duby, Georges (1996), Mujeres del siglo XII. Recordando el linaje femenino, Op.Cit, pp. 92 y
Duby, Georges, [2000] (2003), “El modelo cortés”, en Georges Duby y Michel Perrot, Historia de las
mujeres en Occidente, Op.Cit, pp. 328.
401
Véase: Klaplish-Zuber, Christiane (1990), “La mujer y la familia”, Op. Cit, pp. 299.
402
Duby, Georges (1996), Mujeres del siglo XII. Recordando el linaje femenino, Op.Cit, pp. 94.
403
Ibíd., pp. 89.
404
Otis-Cour, Leah (2000), Historia de la pareja en la Edad Media, Op.Cit, pp. 176.
405
de Toyes, Chrétien, Erec y Enid, Op. Cit, pp. 110-111.
88
de mutuo consentimiento y de afecto recíproco.406 Para 1215 en el IV Concilio de
Letrán, la endogamia se prohibió hasta el séptimo grado de parentesco y se estableció
por vez primera el ritual de la iglesia en el que un sacerdote oficia la boda.407 Hasta
entonces los ritos, como se ve representado en las bodas de Erec y Enid, parecían
combinar tanto elementos paganos como elementos de la iglesia, pues los sacerdotes
estaban presentes pero su rol no parece tan importante como el del rey en el momento
de la unión. Las bodas de Erec y Enid se celebran en la corte del rey Artús, están
presentes rey y ministriles. Cuando Erec recibe a Enid se baila y se canta y están
presentes los más nobles. En la corte se disfruta de suculentos banquetes, vituallas y
abundante comida. Se oye y se baila mientras se disfruta de los cantos y la música
instrumental.408 En el momento en el que se juntaron, en el que juntaron sus cuerpos,
obispos y arzobispos estaban allí.409 Fueron los testigos de la consumación del
matrimonio, de la copula carnalis. Como ya se dijo el amor corporal de este suceso se
representa público, en el mundo de la corte y bajo la aprobación de Dios, por eso no
es clandestino. También hay que notar que Enid adquiere un nivel moral y social más
alto al integrarse a la corte y casarse con Erec a la vez que él puede convertirse en
rey. Por otro lado, Yvain se convierte en un señor, deja de ser un caballero errante al
momento de casarse con Laudina de Lauduc. Este caso además defiende el hecho de
que una dama se case por segunda vez.
406
Véase: Otis-Cour, Leah (2000), Historia de la pareja en la Edad Media, Op.Cit, pp. 50, 103.
407
Otis-Cour, Leah (2000), Historia de la pareja en la Edad Media, Op.Cit, pp.115 y ver también: Klaplish-
Zuber, Christiane (1990), “La mujer y la familia”, Op. Cit, pp. 301.
408
de Toyes, Chrétien, Erec y Enid, Op. Cit, pp. 99.
409
Ibíd., pp. 101.
410
Klaplish-Zuber, Christiane (1990), “La mujer y la familia”, Op. Cit, pp. 301.
411
Otis-Cour, Leah (2000), Historia de la pareja en la Edad Media, Op.Cit, pp. 31.
89
vías de movilidad social en una sociedad tan jerárquicamente establecida.412 La dote
de la mujer durante el siglo XII crece en comparación al tesoro de la novia (el que
recibía la mujer del marido), gracias a este fenómeno.413 “Este papel central de la
mujer en las relaciones familiares interesó también a los autores medievales”.414
Como se dijo arriba, a mediados del Siglo XII se estableció que el matrimonio sólo
debía producirse en caso de que ambas partes estuviesen de acuerdo; esta condición
pasó a ser esencial en teoría para las prácticas matrimoniales, aunque muchas veces
sólo en teoría.418 Como refiere L’Hermitte, generalmente la edad que distanciaba en
las parejas nobles un matrimonio estaba entre un rango de diez a veinte años, la mujer
era escogida desde muy niña por sus padres y los padres del esposo.419 Además,
teniendo en cuenta que el promedio de vida no era muy alto, las mujeres se casaban
en la alta aristocracia entre los 11 y 12 años y los hombres entre los 14 y 16 años.
Como refiere Duby, en una pareja joven recién casada tenían que empezar a
comportarse como adultos, y específicamente él como un Señor.420
412
Véase: Klaplish-Zuber, Christiane (1990), “La mujer y la familia”, Op. Cit, pp. 301; Duby, Georges
(1996), Mujeres del siglo XII. Recordando el linaje femenino, Op.Cit, pp. 60 y Otis-Cour, Leah (2000),
Historia de la pareja en la Edad Media, Op.Cit, pp. 16.
413
Klaplish-Zuber, Christiane (1990), “La mujer y la familia”, Op. Cit, pp. 302 y Otis-Cour, Leah (2000),
Historia de la pareja en la Edad Media, Op.Cit, pp. 21.
414
Otis-Cour, Leah (2000), Historia de la pareja en la Edad Media, Op.Cit, pp. 17.
415
Klaplish-Zuber, Christiane (1990), “La mujer y la familia”, Op. Cit, pp. 302.
416
Otis-Cour, Leah (2000), Historia de la pareja en la Edad Media, Op.Cit, pp. 26-27.
417
Ibíd., pp. 33 Todas las diferencias y las posiciones encontradas entre autores solamente nos confirman
el fuerte debate frente a la historia de las mujeres. Aclara además que tales posiciones sólo derivan de las
interpretaciones a las que está sujeta la ideología del historiador que investiga.
418
Véase: Duby, Georges (1990), “¿Qué se sabe sobre el amor en Francia en el siglo XII?”, Op.Cit, pp.
35; Klaplish-Zuber, Christiane (1990), “La mujer y la familia”, Op. Cit, pp. 305 y Otis-Cour, Leah (2000),
Historia de la pareja en la Edad Media, Op.Cit, pp. 103-104.
419
L’Hermitte- Leclerq [2000] (2003), “Las mujeres en el orden feudal (Siglos XI y XII)”, Op.Cit, pp. 281.
420
Duby, Georges (1990), “¿Qué se sabe sobre el amor en Francia en el siglo XII?”, Op.Cit, pp. 41.
90
cristianismo, además de que la unión sexual bajo el sacramento dejaba de ser
pecado.421 El principio de indisolubilidad que se consolidó en el siglo XII nos remite a
tres elementos: 1) la iglesia es la única autorizada por medio de tribunales a tratar los
asuntos de la separación o el divorcio; 2) las reformas gregorianas de 1073 a 1085
contribuyeron a una centralización de la iglesia durante los siglos XI y XII lo que le
permitía un mayor control sobre variados aspectos de la sociedad; 3) el concepto de
matrimonio se estableció teológicamente y en la legislación canónica durante el siglo
XII.422 Este principio, el de indisolubilidad –añade Otis-Cour–, protegió a las mujeres
frente a la posibilidad de repudio por parte del marido.423
¿Qué pasaba en el pueblo y en las uniones que no eran de las capas más altas de la
sociedad? Graciano y Pedro Lombardo sostenían que los siervos debían casarse por
consentimiento mutuo y por consentimiento de su señor. Sin embargo, el Papa
Adriano IV muerto en 1159, afirmaba que los señores no debían prohibir el matrimonio
de sus siervos.424 Los señores cobraban impuestos por las bodas de sus siervos,
práctica que contribuyó a la leyenda en la que los señores pasaban la primera noche
con la mujer de sus siervos.425 “Del mismo modo que las mujeres eran «autorizadas» a
aceptar o rechazar a un pretendiente, los siervos eran «autorizados», primero a
casarse y segundo a elegir a su pareja sin coacciones señoriales”.426 Estas
formulaciones provienen, sin embargo, desde arriba, desde la teoría y no siempre el
ideal se expresaba en la realidad.
El matrimonio es entonces una unión divina y humana. Se crea una triángulo entre el
hombre, la mujer y Dios.427 Esta forma se expresa también en la relación corporal que
se establece con la mujer. Es lo que se ha referido antes en la representación de las
bodas de Erec y Enid, quienes consuman el matrimonio con la copula carnalis frente a
los representantes de Dios en la tierra. En ese momento se consuma definitivamente
el matrimonio.
421
Véase: L’Hermitte- Leclerq [2000] (2003), “Las mujeres en el orden feudal (Siglos XI y XII)”, Op.Cit, pp.
276 y Otis-Cour, Leah (2000), Historia de la pareja en la Edad Media, Op.Cit, pp. 41-42.
422
Otis-Cour, Leah (2000), Historia de la pareja en la Edad Media, Op.Cit, pp. 53.
423
Ibíd., pp. 56.
424
Ibíd., pp. 120-121.
425
Ibíd., pp. 121.
426
Ibíd., pp. 122.
427
Ibíd., pp. 54 y L’Hermitte- Leclerq [2000] (2003), “Las mujeres en el orden feudal (Siglos XI y XII)”,
Op.Cit, pp. 276.
91
el duelo que describe Lamberto tras la muerte de uno de los cónyuges es evidencia
del amor en el matrimonio, pero aún así tal cosa no puede ser comprobable en la
esfera de las prácticas reales.428 En otro texto, este mismo autor nos refiere que los
ritos de cortesía tomaron lugar en el procedimiento previo al matrimonio durante el
siglo XII.429 Otis-Cour ilustra que los autores del siglo XII, influenciados por el concepto
de amor y amistad, generaron el motivo del «buen matrimonio», lo cual constituyó una
esfera trasformada y la vez trasformadora de lo que se piensa y lo que se practica.430
Estos dos conceptos afectaron decididamente el concepto de matrimonio.431 Gautier
añade a los tres bienes propuestos por San Agustín en el matrimonio (fidelidad, hijos y
sacramento) la amistad entre el hombre y la mujer.432 La reflexión sobre el caritas,
lleva a que en el amor se aspire a un estado espiritual, esto remite a lo que Tomás de
Aquino dice respecto al matrimonio refiriéndose a él como la «amistad más grande».433
Chrétien de Troyes dice que la narración, que él mismo llama novelesca, está
dedicada a ella, que halagándola dice que es la dama que aventaja a todas las damas.
Pero advierte con énfasis que ella es quien da el tema y el sentido de la novela.436 Es
muy importante notar que la ideología de los cuentos no solamente responde a las
creencias del autor, éste estaba supeditado a su mecenas, es decir a la persona quien
428
Duby, Georges (1996), Mujeres del siglo XII. Recordando el linaje femenino, Op.Cit, pp. 124.
429
Duby, Georges, “El modelo cortés”, en Georges Duby y Michel Perrot, Historia de las mujeres en
Occidente, Op.Cit, pp. 335.
430
Otis-Cour, Leah (2000), Historia de la pareja en la Edad Media, Op.Cit, pp. 122-123.
431
Ibíd., pp. 125.
432
Ibíd., pp. 126.
433
Ibíd., pp. 127.
434
Ibíd., pp. 140.
435
Citado en: de Rougemont, Denis (2001) [1993], Amor y Occidente, Op.Cit, pp. 334.
436
de Troyes, Chrétien, El Caballero de la Carreta, Op. Cit, pp. 47.
92
encargaba su cuento, fuese Felipe de Flandes o la propia María de Champaña. Es
curioso que el único libro que parece tener una defensa del amor adúltero, el de una
reina, sea el libro que encargó María de Champaña (una mujer). Además que sea en
el único libro en el que el autor hace explícita la intervención de esta dama en la
construcción del cuento, se aleja de la participación de la materia y el sentido, y
añadamos que no es Chrétien quien termina esta historia sino uno de sus discípulos.
Todo esto está abierto a las interpretaciones, pero es importante tenerlo en cuenta.
437
Otis-Cour, Leah (2000), Historia de la pareja en la Edad Media, Op.Cit, pp.158.
438
de Troyes, Chrétien, El cuento del Grial, Op.Cit, pp. 60.
439
Ibíd., pp. 73.
440
de Troyes, Chrétien, Erec y Enid, Op. Cit, pp. 100-101.
441
Ibíd., pp. 110.
442
Ibíd., pp. 164.
443
de Troyes, Chrétien El Caballero del León, Op. Cit, pp. 55.
444
Duby, Georges (1990), “¿Qué se sabe sobre el amor en Francia en el siglo XII?”, Op.Cit, pp. 36.
445
Ibíd., pp. 41.
93
Los romances expresan una ideología específica en cuanto al amor. Otis-Cour
afirma que la “… ideología expuesta en estas historias es la ideología de la justicia y la
paz basada en el amor, amor social que surge del amor personal de la pareja
gobernante”.446 El caso literario es claro en la historia de Yvain y Laudina de Lauduc.
Ella debe buscar un marido rápidamente para proteger la fuente y las gentes de su
feudo y quién mejor para eso que el caballero más valiente, que está enamorado de
ella. El ideal del guerrero, la relación entre el amor y la guerra, se ejemplifican en estos
pasajes. Por eso los consejeros de la dama le sugieren que debe buscar marido para
gobernar lo más rápido posible.447 Sin embargo, la ideología es clara: el matrimonio en
este caso debe contener amor, pero también es estratégico pues necesita de un
hombre para la tarea de gobierno, necesita protección de un guerrero; él por su parte
la ama incondicionalmente, pero adquiere su feudo y su estatus. Es claro que una
situación de amor como la presenta aquí Chrétien es difícil de creer en la «realidad»,
pues la muerte del esposo de ella ha sido causa de Yvain y ella lo perdona
rápidamente y asimismo empieza a amarlo. Sin embargo, esa es la excusa para
exaltar el poder del amor, la fuerza y la subyugación que este provoca. Además así
logra exaltarse la necesidad del amor a la hora de gobierno, que para Chrétien debe
estar en manos de un hombre y no de una mujer, pues ésta no está en capacidad de
hacerlo por sí misma. Aún así, un hombre debe estar con una mujer que le permita
trascender a través de las generaciones.
El amor es para la corte y se proyecta como ideal desde ésta. Las cortes
principescas de Champaña y Flandes lo adoptan como un ideal en el último tercio del
siglo XII desde las representaciones corporales que dispone Chrétien de Troyes en
función de los gestos. La voz del locutor de la novela se oye atentamente, los gestos
del amor son los de más alto nivel y develan la más alta condición moral y social. El
sentimiento y sus prácticas se adoptan desde la poesía trovadoresca y se establece
en los romances como una forma ideológica que representan las cortes de sus propias
particularidades culturales. De esta forma, se diferencian de otros grupos sociales;
buscan independizarse del poder del clero, identificarse y resaltar su alto nivel sobre
villanos y comerciantes. Por esta razón, la pareja que gobierna desde una corte debe
proyectar este ideal.
Los laicos se resisten a las imposiciones de la iglesia sobre sus cuerpos como por
ejemplo la fidelidad, la viudez solitaria y la vida casta. Construyen sistemas de
446
Otis-Cour, Leah (2000), Historia de la pareja en la Edad Media, Op.Cit, pp.153-154.
447
de Troyes, Chrétien El Caballero del León, Op. Cit, pp. 56.
94
representaciones de su imagen ideal, elevando los ideales corteses de su grupo a
partir de sus particularidades culturales. Desde su poder dotan de autoridad el
instrumento que les permite su propia reafirmación: el texto y específicamente el
romance o la novela. A su vez, éste a través de su escritura permite que esos
sistemas de representaciones trasciendan en el tiempo y se propaguen en círculos
diversos alejados en el tiempo y en el espacio. La voz seguirá proyectándolos durante
varios siglos. El amor y el cuerpo se resaltan en el matrimonio. La mujer accede al
poder a través de esta institución, adquiere voz y los hombres pueden gobernar
asegurando su patrimonio y linaje. Sin embargo sus cuerpos se resisten a esta
institución, la mujer defiende su libertad corporal fuera del matrimonio, como lo refleja
el caso de Ginebra.
95
Conclusiones
El texto se expresaba a través de la voz, las mujeres y los hombres que escuchaban
eran capaces de hacer suyo el discurso que emanaba desde el locutor. Se convirtió en
un arma ideológica para ejercer el poder sobre ciertos sectores sociales, y resistirse al
poder mediante el cual la iglesia y la monarquía buscaban controlar los cuerpos de los
sujetos. A través de este control se buscaba dominar un territorio habitado por un
cuerpo social complejo. Por eso, estas narraciones novelescas pretendían poseer una
veracidad histórica, contenían un discurso verdadero que a la vez era pedagógico, se
resistía y luchaba; era un discurso fundamentado en una concepción de historia que
permitió adueñarse, por medio del lenguaje, de una herencia cultural.
En una sociedad esencialmente ritual, como la sociedad feudal del siglo XII, los
gestos son los puntos de articulación mediante los cuales se viven las experiencias
corporales y su relación con el cuerpo social. Foucault aclara la restricción del discurso
en ese sentido:
96
interrogación, de la recitación, deben ocupar tal posición y formular tal tipo de
enunciados); define los gestos, los comportamientos, las circunstancias, y todo el
conjunto de signos que deben acompañar al discurso; fija finalmente la eficacia supuesta
o impuesta de las palabras, su efecto sobre aquellos a los cuales se dirigen, los límites
de su valor coactivo.448
Por medio de los gestos se adoptan las representaciones del cuerpo. Son el
significante corporal de las ideas, de los sentimientos, del estatus social y moral.
Representan una forma de ser corporal y espiritual en el mundo. Por eso se disponen
en el texto en todas las esferas, desde las que significan aspectos negativos como las
que significan aspectos positivos; es decir, los gestos pueden imitarse en función de
alcanzar un ideal corporal que es reflejo del espíritu, o pueden rechazarse en función
de alejarse de todo aquello que se considera moralmente inaceptable. El gesto cumple
con ser el significante corporal del significado de un discurso que pretende trasmitir un
mensaje verdadero. El discurso atraviesa la carne y le confiere un significado ideal.
Los valores estéticos, en la jerarquía del cuerpo, que se resaltan en las novelas de
Chrétien, también lo sugieren. El rostro es la parte más alta del cuerpo y su belleza,
específicamente en las mujeres, evoca la divinidad, lo alto, lo sacro, el cielo, el
espíritu, la razón y con esto el dominio del cuerpo. El resto del cuerpo se oculta con el
vestido. La belleza y la verdad se ubican en el campo moral y espiritual cuyos efectos
se reflejan en el cuerpo, en la carne.
La belleza, lo que se considera bello es, para los hombres y las mujeres de la corte,
el distintivo corporal que refleja una jerarquía del cuerpo. Revela la condición social de
la persona al mismo tiempo que su condición moral; ambos aspectos no están
separados uno del otro. Esto está relacionado con una forma específica de entender la
448
Foucault, Michel (1999) [1970], El orden del discurso, Op.Cit, pp. 40-41.
97
verdad: puesto que ésta es una manifestación divina, lo bello es también una
manifestación de verdad, en este caso una verdad moral, si se quiere; Dios provee la
belleza de una mujer, que, en las obras de Chrétien, va acompañada de las virtudes
corteses y una condición moral alta. De la belleza de una mujer se enamoran los
hombres, como se referencia en el momento en el que Yvain se enamora de Laudina
de Lauduc: los ojos perciben la belleza, una expresión divina, y éstos subyugan al
corazón. Se valora la vista, y, en este caso de amor representado por Chrétien, la
mujer con su belleza es la que se ubica arriba en el orden jerárquico entre los dos
géneros, es superior y somete a prueba al caballero.
Hay que aclarar que, tanto en el caso de Yvain con este amor lícito y conyugal, como
en el caso de Lanzarote, el amor se expresa en el mundo de los sueños, en un mundo
imaginario en el que el caballero accede al reconocimiento del otro: en este caso la
mujer a la que ama. A través del sufrimiento que causa el amor se reconoce al otro.
Representa un deseo más que una práctica concreta, es un ideal que se busca seguir
o expresar. El caso de Ginebra y Lanzarote no representa un ideal a seguir, en sí
mismo es un amor adúltero, pero la gestualidad y la cortesía de ese amor sí son
modelos representados que pueden ser imitables: son Lanzarote el mejor de los
guerreros (el ideal de un caballero) y la reina Ginebra la más hermosa entre todas las
damas (el ideal moral y social). Particularmente este tipo de amor es el medio en el
que se representa un tipo de gestualidad entre caballeros y damas que es un modelo a
seguir, tanto el de Yvain como el de Lanzarote.
98
La desnudez y el vestido son elementos que están en continuo movimiento. El
vestido oculta el cuerpo tentador de las damas y doncellas, y resalta su belleza divina,
adorna el cuerpo y lo sumerge en el cuerpo de la corte. Las damas y doncellas, por su
parte, cumplen con el rol de vestir, es una función económica y simbólica que
desempeñan en el corazón de la corte. Esto se ve representado en Erec y Enid,
cuando la reina viste a Enid; y en El caballero del León, cuando una doncella y su
dama visten a Yvain. Las damas y las doncellas entonces cumplen una función
esencial a la hora de configurar el cuerpo social de la corte, pues éste, a través del
cuerpo de sus miembros busca identificarse y diferenciarse, y el primer dispositivo que
lo permite es el vestido que es la forma de expresión externa del cuerpo. Se visten
damas, doncellas, reinas, caballeros y reyes de acuerdo a su condición. El clero se
viste de otra manera; los villanos y los monstruos también.
Ahora bien, el sufrimiento y el dolor son dos valores positivos del cuerpo que las
mujeres adoptan con especial fuerza en las representaciones de Chrétien de Troyes.
Son valores exaltados desde antes por el cristianismo, en eso consiste su valoración
del cuerpo. La compasión de las mujeres por el héroe santo es una de las
características, por éste se llora y se pide, se siente dolor y aflicción cuando éste sufre
o está en peligro. El sufrimiento y el dolor en las mujeres también se ve reforzado por
la tendencia generalizada de la imitación del cuerpo de Cristo. El llanto y los
sufrimientos corporales por el duelo son su expresión más directa; de esta manera el
cuerpo femenino también accede a una identificación entre lo divino y lo humano. El
amor, en el caso específico de las mujeres, permite también la identificación del
cuerpo femenino entre lo divino y lo humano, aunque combina elementos de
tradiciones que podrían denominarse paganas junto con la tradición cristiana; además,
el sufrimiento por el que pasa el héroe para alcanzar el amor ubica el cuerpo femenino
en el plano de la divinidad.
La imitación del cuerpo de Cristo cobró gran valor al interior de la elite cortesana. A
través de los gestos que evoca esta práctica, se le permite a los oyentes identificarse
con los personajes que sufren al interior de la obra. De esta manera, la imitación del
cuerpo de Cristo constituye una fuerza potencial en las representaciones del cuerpo
femenino que configura Chrétien de Troyes. A través de estos gestos el auditorio se
identifica con plenitud con los personajes de las obras.
99
Las obras de Chrétien de Troyes se inscriben en un contexto de transición de
aspectos sociales y políticos. Éste autor representa y potencia en sus obras ciertas
ideologías. Por ejemplo, la obra se inscribe en el proceso que sufrió de la temprana a
la alta Edad Media las relaciones de parentesco: de horizontal a vertical. Surgió así el
linaje que está representado en la obras de Chrétien, puesto que la consolidación de
éste hizo posible, a su vez, la consolidación de este género literario. En ese ámbito, el
caso del derecho de primogenitura es un buen ejemplo. Chrétien lo critica en el caso
de la hermana desheredada, que en la figura del rey justo y más noble se resuelve con
una repartición equitativa; es decir, la figura moral por excelencia de las novelas
resuelve el caso de la manera que Chrétien considera más correcta.
El amor es la ideología que reina para Chrétien sobre los aspectos económicos y
sociales que son inherentes al matrimonio. En el caso de Erec y Enid se expresa
desde sus bodas como en su convivir, aunque se acceda a la herencia y a los
territorios en este caso del esposo. En el caso de Yvain y Laudina de Lauduc, el
hombre es quien accede al estatus y riquezas de la dama con la que se casa. Sin
embargo Chrétien enfatiza todo el tiempo en el aspecto amoroso de la relación más
que en las posibilidades materiales y sociales. Es claro que se defiende una ideología
específica, y problematiza las realidades «actuales» con las historias de los caballeros
y las damas. Defiende el amor en el matrimonio y la posibilidad de segundas nupcias
(Laudina de Lauduc).
449
Zumthor, Paul, La medida del mundo. Representaciones del espacio en la Edad Media, Op. Cit., pp.
347.
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