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Durante toda la vida, la alimentación juega un papel esencial en el desarrollo del niño,
pero aún más en momentos de crecimiento acelerado. Durante el primer año, la lactancia
materna, la introducción de alimentos nuevos y la transición a la comida de los mayores
deben controlarse para evitar problemas de nutrición.
El alimento ideal para el recién nacido es la leche materna. Ningún otro alimento puede
sustituirla, ya que cubre las necesidades de energía, proteínas, vitaminas, minerales y
agua, que necesita el bebé para crecer y desarrollarse adecuadamente. El calostro, que es
el fluido que producen las glándulas mamarias durante los primeros días posteriores al
parto, es rico en proteínas, vitaminas y minerales.
Además, contiene anticuerpos y agentes antiinfecciosos y antiinflamatorios, entre ellos las
inmunoglobulinas, que tienen una gran importancia en el fortalecimiento del sistema
inmunitario, y enzimas y hormonas, que son beneficiosas para el desarrollo y crecimiento
del bebé. Además, evita el riesgo de enfermedades infecciosas, tanto estomacales como
respiratorias, alergias, cólicos y malformaciones de huesos y dientes.
Los 4-6 primeros meses de vida se caracterizan por ser un periodo de crecimiento rápido,
especialmente para el cerebro, y como la leche materna contiene aminoácidos y ácidos
grasos, resulta ideal para satisfacer dichas necesidades.