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DESIDERIO PRECIADO
“ A QUIEN VENADIO”
PASIÓN SECRETA
PASIÓN SECRETA
Juana, al paso del tiempo, se dio cuenta que su enamorado era de origen
humilde, ya que su familia se dedicaba a la panadería, ella sabia
perfectamente que sus padres nunca habrían permitido ese romance; aun
así, continuaron con su amor secreto por varios meses, hasta que
decidieron escapar hacía Acámbaro. Así, el día jueves 6 de marzo de 1931,
a las tres de la tarde como de costumbre llegó de su negocio don Eligio
Campos y cual fue su sorpresa al ver a Balbina, su mujer ahogada en
llanto, inmediatamente pregunto, que ocurría, esta mirando a su hijo de
apenas ocho años le dijo: cuéntale a tu padre lo que ha sucedido, entonces
el niño platicó que al filo del medio día, Juanita acudió en compañía de él
y de su madre a la capilla de nuestra Señora de Lourdes, en algún
momento llegó Rosalio en un automóvil y huyó con Juanita. De la misma
forma don Eligio Campos, expreso lo acontecido ante el juez, donde levanto
la denuncia por rapto en contra de Rosalio N. Incluso llevo a testificar a
dos de sus mejores amigos, los cuales declararon, que Juanita, era una
muchacha seria, que en ningún momento se le había observado platicar
con algún muchacho, que siempre, salía acompañada de su señora madre;
aun sin asimilarlo, don Eligio exigió se girara un exhorto al juez de
Acámbaro de donde era oriundo Rosalio. Grande fue su sorpresa al
enterarse que se habían casado y que vivían en Guadalajara, don Eligio
ciego de coraje, no lo podía creer y exigió, se mostrara el acta de dicho
matrimonio, cual fue su sorpresa al ver que, la Pasión Secreta se había
consumado.
LOS VAGOS
Cada pueblo tiene a sus personajes y la Villa de Charo no era la excepción.
Todas las mañanas se podían observar a las mujeres ir al molino de doña
Bibianita, era de suponer que se sabía la vida de todo el pueblo, pues
mientras se preparaba el nixtamal se cocían los pormenores de los
habitantes de aquel sitio. Otros lugares de reunión eran la almoneda,
propiedad de don Evaristo y la cantina, su dueño era don Cirilo, ahí los
hombres comentaban sus aventuras amorosas, y de lo pesada que había
estado la jornada de trabajo.
Pero entre todos los habitantes destacaban tres individuos, que eran
la sal y la pimienta de Charo: don Chuy Martínez y los hermanos Ramón y
Antonio Maciel, conocidos como los vagos. Por las tardes, en la plaza
principal, entretenían con sus pícaras narraciones, a todo aquel que se
detenía a escucharlos, entre risas, silbidos y gritos de emoción, describían
desde el histórico encuentro de Hidalgo y Morelos hasta la llegada de
Maximiliano a tierras michoacanas.
Cierto día, en pleno inicio de la primavera del año de 1868 fue
detenido don Chucho y llevado ante el Teniente de Justicia del lugar, se le
acusaba de peleonero, borracho y de andar en la vagancia, en sus
declaraciones dijo franca y sinceramente que sí le gustaba beber, pero lo
hacía porque “su cuerpo se lo pedía para fortalecerse”; declaro no
tener oficio, “cualquier trabajo era bueno con tal de tener dinero para el
aguardiente. El castigo impuesto fue la cárcel por un mes y trabajos
forzados.
Más tarde, hasta las oficinas de don Basilio García, Jefe de Policía de
Charo, llegaba el ruido del escándalo provocado, en la cantina, por los
hermanos Maciel, disparaban sin ton ni son, aventando botellas, mesas
y sillas. ¡Vaya zafarrancho! Al lugar acudió inmediatamente el
comandante, acompañado con su respectiva escolta para detenerlos,
también fueron encarcelados y sentenciados a tres meses de prisión.
¡Qué tristes se sentían las tardes calurosas de Charo, sin sus vagos!
Los vecinos del pueblo que conocían a los detenidos, exigieron los
dejaran en libertad. Don Faustino Oropeza, Amanda Perdomo, Aniceto
Chavira, Nepomuceno Colín, entre un grupo de más de cuarenta
declararon que:
“conocemos a los vagos, son bebedores consuetudinarios, pero
no hacen mal a nadie, Ramón Maciel trabaja en una fábrica de
fideo, Antonio no tiene oficio y por eso se emplea en lo que puede y
don Chucho vive de la caridad”
También se dijo que tanto don Chucho como los hermanos Maciel eran
aficionados al aguardiente pero eso si no dañar a la gente, solo
causaban risa cuando ya no podían sostenerse de pie y se quedaban
donde primero les llegaba la noche, en realidad las quejas de los
vecinos del lugar eran solo por el aspecto de vagos y por bebedores;
algunas veces llevaban serenatas a las muchachas acompañando a
algún enamorado a cambio de copa. La mayoría de las personas que
fueron a declarar coincidieron en que los vagos no hacían mal a nadie,
lanzaban piropos decentes a las muchachas y estas sin ofenderse,
sonreían al escucharlos.
Historia basada y adaptada del expediente sin número 13, del año de
1868, del Juzgado Primero Penal de Morelia.
Autor: Luis Arturo Rivera López, Escribiente del AHPJM.
EL ULTIMO SUPLICIO
Le preguntamos al abuelo que por qué sabía esa historia ... él tristemente
respondió se que ya no me queda mucho tiempo de vida y, así como
ustedes no lograron contener su curiosidad y fueron a la Calle del Ultimo
Suplicio, yo también hice lo mismo, y nuestros antecesores de igual forma.
De hoy en adelante deberán de vigilar que nadie entre o se acerque a esa
casa, difundir el temor entre la gente, esto no un castigo es una misión
importante ... así estamos ayudando a esas almas en pena a alcanzar la
paz.
Autora: María Guadalupe de la Sancha Flores. Escribiente del AMHPJEM.
OBSESION
El sol era muy intenso, a pesar de ser invierno quemaba como nunca la
piel, el astro rey; en el ambiente monótono y tranquilo del lugar la
ociosidad hacía de las suyas. Acostumbrado a esa rutina el presidente
municipal de Acuitzio, cierto día se encontraba degustando un rico café en
sus oficinas, cuando llegó Juanito Chavira acompañado de la bola de
escuincles que se juntaban a jugar por las tardes a las orillas del pueblo.
Bastante espantados le dijeron que por el Camino Grande junto al
huisache, olía muy feo y que al acercarse vieron a un muerto.
Así que, planeo todo: sabia que su amado Meliton pasaba todos los días
por el Camino Grande, en punto de las 6 de la tarde, ahí lo espero
pacientemente por fin en medio de la puesta de sol, observo a un hombre
bien vestido, de complexión delgada y sobre todo muy guapo, ¡ era él ¡, sin
dudar lo abordo para reclamarle su indiferencia, empezaron a discutir
acaloradamente y cuando menos se dio cuenta, su amante sacó entre sus
ropas un cuchillo para amenazarla de muerte: ¡ o me dejas en paz o te
mato!- Asustada y dolida por el desprecio, se abalanzo sobre él, forcejearon
y sin pensarlo, encajó el arma en aquel corazón que ya no era para ella.
Melitón cayó instantáneamente, el verlo herido no conmovió a la mujer al
contrario, le propino la estocada final, clavándole de nueva cuenta el arma
en el corazón, a la vez que decía:-¡ si no eres para mi, no serás para
nadie!......