Sei sulla pagina 1di 4

Busquemos perlas escondidas (10 min.

)
Gé 20:12. ¿Por qué no mintió Abrahán cuando dijo que Sara era su hermana? (wp17.3 12, nota).
Gé. 20:12 Además, la verdad es que ella es mi hermana. Somos
hijos del mismo padre pero de distintas madres. Y ahora
también es mi esposa.
La Atalaya, número 3 del 2017; Una mujer hermosa.
Sara era media hermana de Abrahán. Ambos eran hijos de Taré,
pero tenían madres distintas (Génesis 20:12). Es verdad que un
matrimonio así no sería correcto hoy en día, pero es importante
recordar que la vida era diferente en aquel tiempo. La humanidad
se hallaba más cerca de la perfección que Adán y Eva habían
perdido. Como la gente era más saludable, la unión entre parientes cercanos al parecer
no presentaba riesgos de transmitir defectos genéticos a sus descendientes. Sin embargo, unos
cuatrocientos años después, los seres humanos se habían alejado más de la perfección. Para ese
entonces, la Ley mosaica prohibió las relaciones sexuales entre familiares cercanos (Levítico 18:6).

Gé 21:33. ¿Cómo invocó Abrahán “el nombre de Jehová”? (w89 1/7 20 párr. 9).
Gé. 21:33 Después de aquello, Abrahán plantó un tamarisco en Beer-Seba y allí invocó el nombre
de Jehová, el Dios eterno.
La Atalaya 1989; Abraham un ejemplo para todos los que buscan la amistad con Dios.
Abrán respondió mediante otro acto de fe. Como dice el relato: “Edificó allí un altar a Jehová”.
(Génesis 12:7.) Esto quizás incluyó el ofrecimiento de un sacrificio animal, pues la palabra hebrea
para “altar” significa “lugar de sacrificio”. Más tarde, Abrán repitió estos actos de fe en otras partes
del país. Además, ‘invocó el nombre de Jehová’. (Génesis 12:8; 13:18; 21:33.) La frase hebrea “invocar
el nombre” también significa “declarar (predicar) el nombre”. Los de la casa de Abrán, al igual que los
cananeos, tienen que haberle oído declarar con denuedo el nombre de su Dios, Jehová. (Génesis
14:22-24.) De igual manera, todos los que buscan hoy día la amistad de Dios deben invocar Su
nombre con fe. Esto incluiría participar en la predicación pública, ‘ofreciendo siempre a Dios
sacrificio de alabanza, es decir, el fruto de labios que hacen declaración pública de su nombre’.
(Hebreos 13:15; Romanos 10:10.)

¿Qué perlas espirituales ha encontrado sobre Jehová, el ministerio y otros temas en la lectura
bíblica de esta semana?

Gé. 20:3 Un incidente que ocurrió en la vida de Abrahán y Sara alrededor de 1918 a.E.C, indica que
para ese tiempo se solía considerar al hombre casado como el “dueño”, en hebreo, bá·ʽal, y a la mujer
casada como ‘la que era poseída’, en hebreo, beʽu·láh. Estas expresiones vuelven a emplearse en
varias ocasiones en las Escrituras, y no hay indicación de que las mujeres precristianas las
consideraran ofensivas. Ahora bien, a la mujer no se la debía tratar como una propiedad. La
propiedad podía comprarse, venderse, incluso heredarse, pero no la esposa. “La herencia de parte
de los padres es una casa y riqueza —dice un proverbio bíblico—, pero la esposa discreta es de parte
de Jehová.”

Ge. 20:2-5 Abraham había estado en Hebrón por mucho tiempo, levantó tiendas y se mudó,
probablemente en busca de mejores pastos. El problema es que él y su familia volvieron a ser
desconocidos, “extranjeros” entre los nativos. Y cuando uno es extranjero en tierra ajena, uno está
en una posición muy vulnerable. Tal vez por esa razón, Abraham se sintió en la necesidad de hacer
una alianza con el rey del lugar. De nuevo, el rey se sintió atraído por la belleza de Sara. Por
miedo a que lo mataran Abraham volvió a decir que era “su hermana” en lugar de su
mujer. Abraham no aprendió de la lección del pasado, y volvió a cometer el mismo error. Pero, a
pesar del error de Abraham, Dios no permitió que eso quedara así. En realidad, ¿cuántas veces Dios
no nos ha salvado de hacer algo de lo cual nos hubiéramos arrepentido después? Hay errores que
Dios permite que hagamos porque de ello aprenderemos algo. Pero hay otros errores que traerían
sólo destrucción.

Gé. 20:6-10 Dios no sólo salvó a Sara, sino también a Abimelec, de cometer un grave error. El rey
había tomado a Sara como concubina creyendo que podía. Pero ella era casada, y si se hubiera
unido a ella, le hubiera traído consecuencias negativas a su casa. Pero Dios fue bueno, y lo detuvo
antes del acto. El Señor protegió no sólo a Sara y a Abraham, sino también a Abimelec y a su casa. El
rey estaba actuando con integridad; pero era Abraham no había sido completamente sincero y
honesto. ¡Qué vergüenza que un impío actúe con más rectitud que un justo! Lamentablemente
esto se ve mucho en el mundo… Abraham le explicó que se había dejado llevar por miedo. Abraham
y Sara habían hecho un pacto basado en el miedo, no en la confianza en Dios. A veces los creyentes
son avergonzados por el buen comportamiento de los incrédulos. El siervo de Dios, a pesar de su
conocimiento de la verdad, siempre será proclive al pecado.

Ge. 20:2-7 Jehová manifestó su punto de vista sobre el adulterio y la sanción que este merecía
cuando le dijo a Abimélec que por haber tomado a Sara con la intención de hacerla su esposa, se
diera por muerto. Judá dictó sentencia de muerte contra Tamar por haberse prostituido. Jehová
frenó a Abimelec para evitar que cometiera un error. Aunque se maldijo la casa de Abimelec de
inmediato porque había tomado a Sara, Jehová le advirtió de su error y le dio la oportunidad de
evitar cometer un serio pecado. Hoy en día, como siervos suyos, Dios nos advierte antes de cometer
un serio pecado. Podemos recibir respuesta de parte de Jehová leyendo la biblia, padres, maestros,
asesores y líderes como ancianos.

Gé- 20:12 Es verdad que un matrimonio así no sería correcto hoy en día, pero es importante recordar
que la vida era diferente en aquel tiempo. La humanidad se hallaba más cerca de la perfección que
Adán y Eva habían perdido. Como la gente era más saludable, la unión entre parientes cercanos al
parecer no presentaba riesgos de transmitir defectos genéticos a sus descendientes. Sin embargo, unos
cuatrocientos años después, los seres humanos se habían alejado más de la perfección. Para ese entonces, la
Ley mosaica prohibió las relaciones sexuales entre familiares cercanos. El punto de vista de Dios
acerca de ello —que es mucho más importante que el punto de vista de cualquier hombre— le
fue declarado muy diáfanamente a los israelitas.

Gé. 20:11-13 Sara fue un modelo de sumisión o sujeción. Cuando Jehová mandó a Abrahán que recogiera
sus pertenencias y viajara a un país lejano, Sara no puso objeciones sino que fue sumisa. Cuando, en dos
ocasiones, para evitar dificultad, Abrahán le pidió que se representara como su hermana, ella se sometió. Y
cuando los manaderos de Abrahán y Lot riñeron y Abrahán dejó que Lot escogiera las mejores
dehesas, no leemos en cuanto a que Sara regañara: ‘¡Tonto! ¡Dejando que tu sobrino joven tome lo
mejor de todo!’ No, sino que ella fue sumisa. El hecho de que ella era sumisa se manifiesta por la
manera en que Abrahán le hablaba. Cuando tres forasteros llegaron de súbito como invitados,
Abrahán se sintió libre para decirle a ella que se apresurara, como él mismo se estaba apresurando.
¿Qué le ayudará a usted a mostrar sumisión como hizo Sara? La fe, el amor, la sabiduría, y la
humildad.

Ge. 20:11- 13 El engaño de Abraham. Cuando Abraham llegó a Gerar, el rey de la región era
Abimelec. Este nombre significa "Melec es mi padre". "Melec" era el nombre de uno de los dioses
de los cananeos. Esto indica que Abraham se encontró rodeado por gente totalmente pagana.
Lamentablemente, Abraham actuó en la "carne", y mintió acerca de Sara, diciendo, “Es mi
hermana”. Lo hizo por temor de perder su vida. Esto ya lo había hecho antes en Egipto, y quiere
decir que no aprendió de su primer error. ¿Por qué mintió otra vez? Porque Se Acostumbró a
Hacerlo. Cuando salió de Ur, Abraham era aún joven en la fe, y desde ese tiempo comenzó a
practicar la mentira en cuanto a su esposa. Lo triste es que siendo ya maduro en la fe, siguió con las
mismas prácticas pecaminosas de antes. Satanás Aprovecha un Momento de Descuido.

Ge. 21:1-2 Por lo general, las promesas de Dios tienen un tiempo de espera. En el caso de Abraham,
él tuvo que esperar 25 años para el cumplimiento de la suya. No sólo la espera fue larga, sino que
las circunstancias eran adversas al cumplimiento de la promesa. Pero cuando Dios promete, Él
cumple, pues para Él nada es imposible. Sea cual sea el tiempo de espera, Dios cumple lo que
promete. Y Él lo envía en el momento indicado, en el tiempo señalado.

Ge. 21:3 Abrahán llamó Isaac al recién nacido, el hijo que Sara le había dado. Isaac: Originalmente,
el nombre Isaac fue como un tipo de regaño por la risa de Abraham y Sara, pero Dios cambió el
regaño suave en una causa de gozo. Isaac se vuelve un tipo (una representación) de Jesucristo:
Ambos fueron hijos de promesa. Ambos nacieron después de un tiempo de espera. Ambas madres
fueron aseguradas de la omnipotencia de Dios. Ambos les fueron dados nombres llenos de
significado antes de nacer Ambos nacimientos ocurrieron a la hora puesta por Dios. Ambos
nacimientos fueron milagrosos.
Gé. 21:6 Sara a la edad de 90 años, le dio un hijo a su amado esposo, quien ahora tenía 100 años.
Abrahán lo llamó Isaac, tal como Dios le había mandado. Podemos imaginarnos a Sara agotada,
pero con una sonrisa radiante mientras dice: “Dios me ha preparado risa: todo el que oiga de ello
se reirá de mí”. Este regalo milagroso de Jehová la colmó de felicidad el resto de su vida, pero
también le trajo grandes responsabilidades.

Ge. 21:10-12 Entonces Dios le dijo a Abrahán: “No te sientas mal por lo que Sara te está diciendo
sobre el muchacho y tu esclava. Escúchala. La despidió: La solución de Dios fue clara – deshacerse
del hijo de la carne. No debe haber ninguna reconciliación con la carne, ninguna coexistencia
pacífica. El hijo de la carne debe ser desechado para siempre. En nuestra batalla entre la carne y
confiar en el Espíritu Santo la solución es la misma: Echar fuera a la sirvienta y su hijo. Es como la
vieja personalidad y la nueva no pueden vivir juntas como principios de nuestra vida cristiana

Ge. 21: 10-11 Luego del nacimiento de Isaac, volvió a salir a flote el conflicto entre Sara y Agar, el
cual se transmitió a sus hijos Ismael e Isaac. Ante esto, Sara pidió la intervención de Abraham y dijo
a Abraham: Echa fuera a esta sierva y a su hijo, porque el hijo de esta sierva no ha de ser heredero juntamente
con mi hijo Isaac. El conflicto era de “herencias”. Pero no sólo se trataba de la herencia material, sino
de la herencia espiritual, del Pacto con Dios. Sin lugar a dudas, la decisión que Abraham debía tomar
era difícil y trascendental. No puso su confianza en sí mismo sino en Dios. Humanamente parecía
injusto echar fuera a Ismael ya que también era su hijo. Por muchos años, él lo había considerado
como el hijo que Dios le había prometido. Cuando no encontramos una solución humana, debemos
buscar la respuesta divina.

Gé. 21:5,6; 8-14 Isaac, cuyo nombre significa “Risa”, fue el hijo que Sara dio a luz el año siguiente.
Pronto llegó el tiempo para que fuera destetado. Durante el banquete, el envidioso Ismael persiguió a
Isaac. Al ver esto, Sara instó vehementemente a Abrahán a echar de la casa a la esclava, Agar, y a su hijo.
Jehová Dios respaldó la solicitud de Sara. Aunque tal acción le dolió a Abrahán, obedeció con
prontitud. Según Gálatas 4:21-30, aquello representó que el Abrahán Mayor pondría fin a su relación
con la nación del Israel natural. Y tal como Ismael persiguió a Isaac, ellos persiguieron a la
congregación cristiana recién formada del Israel espiritual, la cual era la parte secundaria de la
descendencia de Abrahán.

Gé. 21:1-14 “Dios dijo a Abrahán: ‘No te sea desagradable nada de lo que Sara siga diciéndote
acerca del muchacho y acerca de tu esclava. Escucha su voz, porque es por medio de Isaac por
quien lo que será llamado descendencia tuya será’”. Abrahán obedeció el consejo de Jehová Dios.
Tal vez alguien diga: “¡Si Dios nos hablara desde el cielo, seguro que llegaríamos a un acuerdo
rápido!”. Esto nos lleva a la siguiente fórmula para resolver problemas maritales. Los matrimonios
tienen la posibilidad de escuchar a Dios. ¿Cómo? Leyendo la Biblia juntos y tomando lo que esta
dice como la guía divina.

Ge. 21: 19 Dios le abrió los ojos. Agar fue llevada a un pozo de agua que estaba cerca, un pozo que
había estado allí todo el tiempo. El poder divino no produjo agua clara, sino una visión clara. Los
pozos del desierto de Palestina eran hoyos artificialmente agrandados en el terreno, donde se recogía el agua
de vertientes naturales, cuyas aberturas estaban ocultadas con piedras para impedir que los animales
descarriados cayeran dentro. Sencillamente, Agar no se dio cuenta de la existencia de ese pozo hasta
que providencialmente fue dirigida a él. Jehová es nuestra guía en tiempos difíciles.

Ge. 21:22-24 Habiendo presenciado la bendición del cielo sobre Abrahán, primero en Gerar y después en
Beerseba, Abimelec consideró que era ventajoso celebrar un pacto con él. Una relación más estrecha
con un hombre tan próspero también podría beneficiarlo. Al principio se consideró superior a
Abrahán, pero ahora Abimelec reconoció que Abrahán era infinitamente superior a él. Con ese
propósito Abimelec y Ficol, comandante de su ejército, fueron a Beerseba para celebrar un tratado
con él. Ficol daba órdenes al ejército de Abimelec, El hecho de que Dios esté con un hombre no
puede pasar inadvertido mucho tiempo para otros. La evidente bendición de Dios que descansa
sobre sus leales representantes origina el respeto de los que son testigos de sus vidas. Podemos ser
luz para el mundo con nuestra conducta.

Potrebbero piacerti anche