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TEMA 25.

LA CIVILIZACIÓN GRECOLATINA
1. EL MUNDO GRIEGO 2. EL MUNDO ROMANO

1.1. Introducción geográfica 2.1. Introducción geográfica

1.2. Evolución histórica 2.2. Evolución histórica

1.2.1. Las civilizaciones prehelénicas: Creta y Micenas 2.2.1. Origen. La fundación de Roma (753 a.C.)

1.2.2. La edad oscura (siglos XII-IX a.C.) 2.2.2. El periodo monárquico (753-509 a.C.)

1.2.3. La Grecia arcaica (siglos VIII-VI a.C.) 2.2.3. República romana (509-27 a.C.)

1.2.4. La Grecia clásica (siglos V-IV a.C.) Política exterior romana: guerras civiles y triunviratos

Atenas y Esparta 2.2.4. Alto Imperio (27 a.C.-235 d.C.)

Conflictos bélicos: las Guerras Médicas y la Guerra del 2.2.5. Bajo Imperio (235-476)
Peloponeso
2.3. Economía romana
1.2.5. La Grecia helenística (siglos IV-II a.C.)
2.4. La cultura romana
1.3. La cultura griega
2.4.1. Ciencia y derecho
1.3.1. Ciencia
2.4.2. Religión
1.3.2. Religión
2.4.3. Filosofia
1.3.3. Filosofía
2.4.4. Literatura
1.3.4. Literatura
2.4.5. Vida cotidiana
1.3.5. Vida cotidiana

INTRODUCCIÓN
Habitualmente se suele ubicar el origen de nuestra “civilización occidental” en la cultura y las concepciones político-
legislativas de la civilización grecolatina. Consideramos civilización grecolatina a la civilización desarrollada por los
griegos desde el III milenio a.C. hasta la configuración de los reinos helenísticos, enlazando cronológicamente con la
civilización romana hasta el declive del Imperio Romano en el siglo V d.C.
El marco geográfico en el que se desarrolla la civilización grecolatina es amplio y abarca toda la costa del Mediterráneo,
Europa occidental y parte de Próximo Oriente. Las sucesivas invasiones tras la caída del Imperio Romano han
provocado profundas transformaciones en los territorios dominados por la civilización grecolatina durante los primeros
siglos de nuestra era, si bien aún se distinguen diversos rasgos comunes de esta cultura.

Teniendo en cuenta que la convocatoria oficial de oposiciones incluye un tema monográfico dedicado al arte clásico,
se ha preferido prescindir aquí de su desarrollo, con ánimo de evitar reiteraciones.
1. EL MUNDO GRIEGO
Grecia constituye una de las principales culturas madre del mundo occidental. La organización política y numerosos
conceptos sociales que formaron parte del mundo griego fueron heredados por los romanos y, posteriormente, por sus
herederos en Europa. Sin embargo, el concepto de Grecia debe ser entendido como un concepto cultural sin
identificación étnica o estatal, pues no hay que olvidar que los habitantes de esta región nunca formaron un único
Estado. No obstante, estas comunidades sí presentaron suficientes rasgos comunes que generaron un sentimiento de
pertenencia al territorio, la Hélade.
1.1. Introducción geográfica
Desde el punto de vista geográfico, Grecia queda constituida por dos zonas bien diferenciadas:

• La Grecia continental, que ocupa parte de la Península Balcánica y se caracteriza por su orografía montañosa y
la presencia de pequeños valles y costas muy recortadas.
• La Grecia insular, un conjunto de numerosas islas esparcidas por el mar Egeo, entre las que destacan Creta y
las Cicladas.
• La costa de Asia Menor, que, aunque actualmente no pertenece al Estado griego, fue un importante foco de
colonización y cultura griega durante este el periodo clásico.
El clima característico de esta zona es de carácter mediterráneo: templado en invierno y caluroso en verano, con una
fuerte sequía estival y no demasiadas lluvias. Este conjunto de factores condicionó la organización política y la
actividad económica del territorio.

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Desde el punto de vista político, la orografía irregular sobre la que se desarrolló la civilización griega facilitó la
distribución en zonas de influencia de diferentes ciudades-estado (polis) con distintas concepciones del poder,
organización institucional, etc. Dichas polis se configuraban como comunidades de no muy gran tamaño, jurídicamente
soberanas y autónomas, constituidas entorno a un núcleo que constituye su centro político, social, administrativo y
religioso. Geográficamente, las polis comprendían el núcleo urbano y el territorio (chora) que la rodeaba. Estas polis
experimentaron una evolución política intensa, desde formas políticas monárquicas hacia tiranías y, en ciertos casos,
hacia formulas democráticas.

Por otra parte, este conjunto de tierras e islas contaba con unos recursos económicos muy limitados. Solo en las llanuras
mejor emplazadas y los depósitos fluviales se podía practicar una agricultura de tipo mediterráneo, que era la actividad
básica de la sociedad griega. A falta de recursos minerales, los griegos también se vieron obligados a buscar en el
exterior las materias primas fundamentales. No obstante, si eran abundantes las canteras, que proporcionaron los
materiales para construir las ciudades, y los afloramientos de arcilla de gran pureza, lo que favoreció la creación de
centros ceramistas y un auge en el comercio exterior basado en el comercio de piezas de gran valor artístico. Pero lo
realmente importante era la capacidad navegante de los griegos, que alcanzaron notables progresos tanto en las técnicas
de navegación como en la construcción de puertos y naves. Ese desarrollo impulsó un floreciente comercio por el
Mediterráneo.
1.2. Evolución histórica
1.2.1. Las civilizaciones prehelénicas: Creta y Micenas

El inicio de la historia griega se retrotrae al III milenio a. C. con la aparición de dos importantes civilizaciones. La
primera, la cretense o minoica (2600-1400 a.C.), se desarrolló en la isla de Creta y dio lugar una brillante civilización
de marineros (talasocracia) dirigida por un sistema monárquico. Los restos arqueológicos asociados a esta civilización
corresponden a grandes ciudades-palacios, que habrían conformado los centros religiosos, políticos y económicos de
las poblaciones más pequeñas situadas a su alrededor (palacio de Cnosos, Phaistos, Hagia Triada, etc.). También destaca
el empleo de un sistema de escritura propio (lineal A) y el importante desarrollo de la artesanía cretense, que favoreció
el surgimiento de rutas comerciales con Próximo Oriente. Aún no se conocen las razones exactas que provocaron la
desaparición de esta civilización, si bien ciertos investigadores apuntan que pudo deberse a invasiones de origen aqueo
o a desastres naturales.
Hacia el 1.600 a.C. irrumpe en la Grecia continental un pueblo indoeuropeo de habla griega, los aqueos. Este nuevo
grupo estableció su capital en Micenas, constituyendo una nueva civilización, la llamada civilización micénica (1600-
1200 a.C.). El sistema de poblamiento micénico estaba configurado por la presencia de ciudades-Estado guerreras
amuralladas (Micenas, Tirinto, Pilos, Argos, etc.). El dominio aqueo de la península del Peloponeso se vio interrumpido
con la llegada de los dorios a partir del 1.200 a.C. La superioridad técnica de los dorios, que usaban armas de hierro en
lugar de bronce, permitió a estos sobreponerse contra los aqueos y suplantarlos como dominadores del territorio. Es
posible que la Ilíada de Homero refleje la sociedad militar de esta época y el caos provocado por la invasión dórica,
que provocó la huida de los aqueos hacia las costas de Asia Menor y la desaparición de la civilización micénica.
1.2.2. La edad oscura (siglos XII-IX a.C.)
El asentamiento de los dorios en el territorio griego dio lugar a una etapa denominada edad oscura, un nombre
empleado por los historiadores debido a la ausencia de restos materiales que nos han llegado de este periodo, a
excepción de algunos santuarios aislados y escasos objetos de hierro. Durante este periodo de movimiento de pueblos
e invasiones se gesta lo que conocemos como “Grecia histórica” en sus diversas fases”.
1.2.3. La Grecia arcaica (siglos VIII-VI a.C.)
Entre el siglo VIII y el VI a. C. asistimos a una recuperación política, económica y cultural en el mundo griego, conocida
como Época Arcaica. Esta etapa se caracteriza por el nacimiento de ciudades-Estado independientes, constituidas a
través de la fusión de pequeñas comunidades agrícolas (sinecismo) y dando lugar a las polis. La integración de unidades
básicas de producción y consumo (oikoi) y de tribus hizo que la polis en sus inicios fuera una ciudad estado de carácter
aristocrático, ya que el poder económico, basado en la propiedad de la tierra, y el poder político quedaban en manos de
la aristocracia (aristoi), que lo ejercía por medio de los órganos políticos conformados en instituciones, constituyendo
así un sistema de gobierno oligárquico.
La polis implica la existencia de un centro en el que se ubican los órganos de gobierno y desde donde actúa la
aristocracia públicamente, y ese centro es el ágora, lugar de reunión y nombre de la asamblea donde se presentaban los
asuntos para su debate. Una vez adoptada una resolución en común, esta se presentaba al pueblo (demos) reunido para
que diese su asentamiento. Así, aunque estas primeras polis aristocráticas fueran restrictivas, alimentaron la idea de

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igualdad entre todos los miembros del Estado. La lucha por conseguir una sanción jurídica a esta situación caracterizara
la historia de las polis a partir del siglo VII a.C.
La etapa arcaica estuvo marcada también por un importante movimiento colonizador que se inició hacia el año 750 a.
C., provocado por el aumento por la presión demográfica y la falta de tierras de cultivo, que dio lugar a enfrentamientos
sociales en las polis, así como por la necesidad de buscar nuevos mercados comerciales para los productos griegos. El
traslado del excedente demográfico hacia las colonias evitó el descontento social en las polis y permitió la expansión
de la cultura griega por el Mediterráneo occidental, empezando por las islas del sur de Italia (Magna Grecia), el Mar
Negro y la costa de Asia Menor, el norte de África y, finalmente, la Península Ibérica.
La decisión de fundar una apoikía (colonia) era tomada por la polis. Ésta elegía un fundador (oikistés) para ponerse al
frente de la expedición. Era común hacer una consulta previa al oráculo de Delfos. Los expedicionarios (unos mil) se
elegían mediante sorteo o leva. El viaje se realizaba en naves de guerra. Tras ser fundada la colonia acudían a ella
nuevas oleadas de pobladores desde la metrópoli correspondiente. La fundación se acompañaba de ceremonias
religiosas: sacrificios, trasferencia de un culto de la metrópoli a la nueva ciudad y traslado del fuego sagrado desde la
metrópoli. Los emplazamientos preferidos para asentar la nueva ciudad eran pequeñas islas frente a la costa, penínsulas
o promontorios y la desembocadura de ríos. El objetivo era facilitar el contacto con los pobladores indígenas y al mismo
tiempo procurar una fácil retirada en caso de necesidad. Con frecuencia, después de un tiempo se establecía una segunda
colonia en tierra más adentro. Las nuevas colonias, si bien disfrutaron de independencia política, mantuvieron siempre
lazos religiosos, económicos y culturales con la ciudad griega que les había dado origen. Por otra parte, se establecieron
diversas formas de colaboración entre los colonos griegos y las poblaciones indígenas de la zona a través de pactos,
que dieron lugar a unas solidas relaciones materiales y culturales y que, en algunos casos, provocaron un proceso de
“helenización” de la región.
A raíz de las colonizaciones las actividades productivas se diversifican y se van configurando otros sectores sociales,
como los comerciantes, que en el interior de la ciudad apoyarán a los campesinos en sus reivindicaciones, recibiendo
de ellos sus apoyos en la conquista del poder político frente a otras familias aristocráticas Esta rivalidad aristocrática
producto de la stasis (conflictos internos) se resolverá de forma diversa en cada polis y, por ello, se constata una
diversidad de formas políticas y de peculiaridades en cada una de estas ciudades, desde la tiranía hasta la democracia.
1.2.4. La Grecia clásica (siglos V-IV a.C.)
El período cronológico de la Historia de Grecia que discurre entre las grandes confrontaciones de las Guerras Médicas
(ca 500-479 a.C.) y el reinado de Alejandro Magno (336-323 a.C.), se denomina convencionalmente Época clásica en
razón a que durante dicho período florecieron las manifestaciones culturales más importantes del espíritu creador griego
Todo ello se originó en el seno de una sociedad compleja, que, pese a su conciencia de pertenecer a un tronco étnico
común, cristalizó a lo largo de la época arcaica en una pluralidad de comunidades con formas políticas diferentes.
Dentro de estas, destacamos dos casos: Atenas y Esparta.
➢ ATENAS

Atenas consiguió dominar un área extensa del Ática empleando la diplomacia mediante acuerdos con las polis vecinas,
extendiendo la democracia como forma de gobierno. La democracia quedó constituida en Atenas a través de la obra
político-legislativa de Solón (594 a.C.: liberación de campesinos y reforma social) y de Clístenes (510 a.C.: isonomía
o derecho igual para todos los ciudadanos). La primera obra legisladora de extremada severidad se debe a Dracón (leyes
draconianas, hacia 624 a.C.) En Atenas para ser ciudadano era necesario se hijo varón de padre y madre atenienses.
Con la mayoría de edad se tenía derecho a participar en la vida política a través del voto en la asamblea de ciudadanos
(Ekklesia), e incluso ser elegido para desempeñar un puesto público. El consejo (Boulé) era un órgano formado por
numerosos ciudadanos por turno, con un órgano directivo (Pritanía) encargado de debatir los temas que la asamblea
debía aprobar. Los nueve magistrados (arcontes) se ocupaban, anualmente, del culto religioso (el arconte basileus), la
jefatura del ejército (el arconte polemarcos) y la conservación de tradiciones y costumbres (los arcontes temosthetes).
No podemos olvidar que la democracia ateniense era una democracia ficticia conforme a su significado actual, puesto
que existían estratos de población que no participaban en la vida pública, como los metecos (extranjeros que residían
en las polis), las mujeres o los esclavos. La mayoría de metecos eran comerciantes, banqueros, artesanos y médicos y,
aunque pagaban tributos, también estaban obligados a prestar servicio en el ejército. Los esclavos, por su parte, podían
ser públicos, que trabajaban en diversas tareas de construcción, mantenimiento, las minas, etc.; o privados, que en
general disfrutaban de una mejor calidad de vida.
➢ ESPARTA
Esparta, por su parte, se regía por un sistema distinto al ateniense, sancionado en una constitución legendariamente
promulgada por Licurgo: la diarquía, con dos monarcas procedentes de distintas familias aristocráticas, cuyo poder

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estaba sometido al control de las altas magistraturas (éforos), al consejo de ancianos (gerusía) y a la asamblea de
ciudadanos libres (apella), aunque esta tenia unas capacidades más nominales que reales. Los espartanos conquistaron
territorios vecinos sometiendo a las antiguas poblaciones, que desde ese momento estuvieron a su servicio. Hablamos
de los ilotas, esclavos públicos encargados de trabajar las tierras de los espartanos; y los periecos, que, aunque eran
técnicamente libres y contaban con sus propias instituciones, estaban controlados políticamente por las autoridades
espartanas y debían prestar servicios en su ejército.
➢ CONFLICTOS BÉLICOS: GUERRAS MÉDICAS Y GUERRA DEL PELOPONESO

La crisis de la Grecia clásica se debe fundamentalmente a dos conflictos bélicos:

• Guerras Médicas (500-448 a.C.). Una de las mayores amenazas para los griegos a principios del siglo V a.C. era
el Imperio Persa, que se había extendido por las tierras del antiguo Imperio Hitita hasta las colonias griegas de Asia
Menor, invadiendo Tracia y Macedonia a su paso. La política de invasión persa provocó el estallido de las llamadas
de este conflicto, que enfrentó a los griegos contra las fuerzas persas de Darío I y Jerjes. Durante el conflicto, las
polis griegas se configuran en alianza (Liga de Delos) contra los persas, liderados por Atenas. Aunque los persas
lograron saquear la ciudad de Atenas, el apoyo de Esparta en la contienda provocó la derrota de los primeros en la
batalla de Platea (479 a.C.).

• Guerra del Peloponeso (431-404 a.C.). La victoria griega sobre los persas, en la que Atenas había tomado un
papel fundamental, condujo a esta polis a una época de auge económico y político. Esta situación de hegemonía,
motivada por la llegada al poder de Pericles, dio lugar al establecimiento de una política imperialista sobre el resto
de las polis, especialmente tras la paz de Calias (448 a.C.). La insumisión de las ciudades griegas, que se apoyan
en Esparta y Corinto para reivindicar su independencia de Atenas, provocó el estallido bélico que acabaría con la
derrota de Atenas y el definitivo declive de su poder. A partir de entonces Esparta primero, y Tebas después, asumen
la hegemonía sobre el territorio. El conflicto dejó una economía arruinada y un comercio paralizado. Muchos
griegos abandonaron el campo, lo que provocó una sobrepoblación en las ciudades, fomentando la rivalidad entre
los grupos políticos.

1.2.5. La Grecia helenística (siglos IV-II a.C.)


En este contexto, el desgaste sufrido por las polis griegas a raíz de ambos enfrentamientos fue aprovechado por
Macedonia para instaurar su control sobre toda Grecia, dando lugar a una etapa conocida como Época Helenística.
La culminación de la campaña del monarca macedonio, Filipo II, sobre las polis griegas se produjo en la batalla de
Queronea (338 a.C.), que supuso una victoria decisiva para los macedonios y la imposición de una alianza entre Grecia
y Macedonia (la Liga de Corintio) con el objeto de acabar con el Imperio Persa. Filipo II murió asesinado, pero su
proyecto continuó con su hijo, Alejandro Magno (rey entre el 336-323 a.C.), quien, finalmente, logró conquistar a los
persas y establecer un enorme imperio que se extendía desde los Balcanes hasta la India. A la muerte de Alejandro, en
el año 323 a.C., sus generales se repartieron el imperio y conformaron los llamados reinos helenísticos: el Egipto
Ptolemaico, Asia Seléucida y Macedonia Antigónida.
Desde el punto de vista económico, las ciudades de este periodo se convierten en importantes centros artesanales y
comerciales, reactivándose el comercio de largo alcance con el Extremo Oriente, África central y oriental. Además,
surgen las grandes ciudades caravaneras (Seleucia, Palmira) y los grandes puertos marítimos (Alejandría, Rodas). Entre
los años 148-146 a.C. la República romana se hace con el control de estos territorios, pasando paulatinamente a formar
parte del gran Imperio Romano.
1.3. La cultura griega
1.3.1. Ciencia

Aunque tienen sus fuentes en Egipto y Mesopotamia, los griegos, a través de la filosofía, desarrollaron numerosas
facetas científicas, gracias a las numerosas escuelas y la existencia de importantes bibliotecas. Así, destacan las
matemáticas (Euclides, Pitágoras), la astronomía y geografía (Ptolomeo), la física (Arquímedes), la medicina
(Hipócrates), etc.
1.3.2. Religión
Los dioses griegos son fundamentalmente dioses agrarios y fuerzas de la naturaleza, aunque algunos también
representan conceptos como el amor, el hogar, la sabiduría, el comercio o la agricultura. La religión griega posee una
visión muy antropocéntrica, los dioses tienen forma humana y actúan como tales, dando lugar a los mitos.
La religión era común a todas las polis y era un elemento uniforme de cultura, cuya mejor expresión eran los Juegos
atléticos de la ciudad de Olimpia (desde 776 a.C.). Existen además ceremonias complejas, tales como los Misterios de

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Eleusis (al dios Dionisos) o las ofrendas comunales (las Panatenaicas). También tienen importancia los centros
religiosos de adivinación (oráculos, como Delfos).
1.3.3. Filosofía
Se inicia con el pensamiento de los presocráticos, que fundamentaban su pensamiento en el uso de la razón y la
explicación lógica de los fenómenos. Destacan Tales, Anaximandro, Parménides, Heráclito, Pitágoras, Protágoras,
Jenófanes, etc. Los sofistas dieron una importancia especial a las discusiones filosóficas con objeto de obtener una
formación general de los ciudadanos útiles para la vida de la polis, basada en la retórica, la dialéctica y el civismo.

Durante los siglos V y VI a.C. destaca el pensamiento de Sócrates con su moral racional, Platón y su mundo de las
ideas perfectas y mundo del alma, y Aristóteles, que desarrolla la lógica como forma de pensamiento para conocer el
mundo. En la fase helenística nacen nuevas escuelas, como el estoicismo, el epicureísmo o el cinismo.
1.3.4. Literatura
Las primeras obras poéticas del siglo VIII a.C. se refieren a importantes acontecimientos bélicos o míticos (Homero:
Ilíada y Odisea, Hesíodo: Teogonía). En los siglos VI-V a.C., surge una poesía lírica, acompañada de instrumentos
musicales para su recitación, en la que destacan Safo y Píndaro. También durante esta época se refuerza el gusto por el
teatro, surgiendo los géneros de la tragedia y la comedia. Así, aparecen las obras de Esquilo, Sófocles, Eurípides y
Aristófanes.
1.3.5. Vida cotidiana
La sociedad griega era una sociedad patriarcal. El hombre era el responsable del cuidado de la mujer y los hijos, así
como de los demás miembros que habitaban en la casa (esclavos y sirvientes). Las mujeres de clases acomodadas solían
vivir en una estancia especial, el gineceo, en el que desarrollaban las actividades propias de las amas de casa. El
divorcio, al igual que el aborto, era legal desde el momento en que así lo disponía el marido. En caso de divorcio, que
no era necesario justificar, el marido estaba obligado a devolver la dota a su mujer.
La educación entre hombres y mujeres se realizaba separadamente. Tradicionalmente las mujeres recibían menor
instrucción, mientras que los varones podían acudir a las academias a instruirse en lectura, caligrafía y filosofía. No
obstante, existen algunas polis, como Esparta, que subvierten este tipo de costumbres.
El ocio formaba una parte fundamental de la vida de los griegos libres. Las ciudades griegas abrieron espacios públicos
para el disfrute de sus ciudadanos, como los pórticos o stoai, centros de debate político y cultural. Otro lugar importante
era el ágora, donde los griegos charlaban, paseaban y, sobre todo, comerciaban toda clase de productos. El teatro era
el principal espectáculo de masas. Para las representaciones se construyeron grandes complejos arquitectónicos
semicirculares aprovechando la disposición del relieve. Entre las obras que gozaban de mayor popularidad,
encontramos las tragedias y las comedias, sobre todo las de carácter irónico. Dentro de este apartado cabe destacar los
symposion o banquetes, que se celebraban en casa privadas con motivo de las fiestas familiares, las fiestas de la ciudad
o cualquier otro acontecimiento digno de celebrarse: éxitos diversos, sobre todo en los concursos de los poetas o de los
atletas, la llegada o la partida de un amigo. Tanto en Atenas como en las sisitias espartanas, se trataba siempre de
comidas entre hombres, celebradas en el andrón. Las mujeres quedaban totalmente excluidas de estas reuniones
sociales. Como compensación tenían banquetes reservados para ellas, por ejemplo, en Atenas, en las tesmoforias.
2. EL MUNDO ROMANO
2.1. Introducción geográfica
Asentada en el centro del Mediterráneo, la Península Itálica se sitúa como un gran puente entre Oriente y Occidente,
entre Europa y África. Al igual que Grecia, este territorio no presenta unidad geográfica y en él conviven dos grandes
zonas:

• la Italia continental, integrada por los Alpes y la llanura del Po;


• y la Italia Mediterránea, atravesada de norte a sur por los Apeninos.
• La zona insular está integrada por islas grandes como, Sicilia y Cerdeña, y otras menores, como Capri o
Lipari.

La especial situación geográfica de Roma, situada en un cruce de caminos al borde del río Tíber harán que esta se vea
favorecida por el control de las comunicaciones y la riqueza circundante, evolucionado hacia una potencia militar
expansiva.

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2.2. Evolución histórica

2.2.1. Origen. La fundación de Roma (753 a.C.)


La historia de Roma comienza en la región del Lacio, situada al sur del bajo Tíber, entre los montes Albanos y el mar
Tirreno. Esta zona fue ocupada primero por los latinos, uno de los pueblos de origen indoeuropeo que llegaron a Italia
en el curso del II milenio a.C. Pronto este grupo se fusionó con el de los sabinos, formando la Liga de Septimonium
(Liga de las Siete Colinas), unión que, bajo la influencia de los etruscos, propició la integración de las aldeas ubicadas
entre las siete colinas del Lacio en una verdadera ciudad: Roma.

Según la tradición, Roma se funda como ciudad en el 753 a.C. por Rómulo, que traza el surco o pomerium con un arado
y dos bueyes. Esta primera aldea acabaría convirtiéndose así en una ciudad-Estado que extendió su autoridad sobre los
pueblos de Italia, primero, gracias a su situación sobre un importante eje de comunicaciones en el comercio de la sal,
y, después, sobre todas las tierras que bordean el Mediterráneo, hasta convertirse en el centro de un poderoso imperio.
La historia de Roma se divide en tres periodos cronológicos definidos por distintas formas de gobierno: monarquía
(753-510 a.C.), república (510-27 a.C.) e imperio (27 a.C.-476 d.C.).
2.2.2. El periodo monárquico (753-509 a.C.)
Durante el periodo de la Monarquía (de carácter electivo) el poder de Roma recayó sobre un rey, apoyado por la curia,
reunida en asamblea, y el Senado, que actuaba como consejo real y estaba formado por los patres familiae bajo un
principio de selección basado en la edad. En esta primera época se suceden varios reyes, algunos semilegendarios:
Romulo, Numa Pompilio, Tulio Hostilio y Anco Marcio. Tras estos reyes romanos se impone la dinastía etrusca, que
ejemplifica el control de las ciudades etruscas sobre el Lacio y sobre Roma: Tarquino Prisco, Servio Tulio y Tarquino
el Soberbio. Fue éste el último rey de Roma, siendo destronado en el año 509 a.C. por una conjura aristocrática como
respuesta a sus medidas políticas de base popular y su política expansionista. Así, la monarquía quedó abolida y fue
sustituida por una nueva forma de gobierno, la República.
2.2.3. República romana (509-27 a.C.)

La República nace bajo la constante polémica de los dos grandes grupos sociales que la conforman, patricios y
plebeyos, lo que dará lugar a constantes revueltas sociales. Los patricios son los descendientes de los originales
pobladores de Roma, una oligarquía aristocrática que controla todos los resortes del poder político (como el senado y
las magistraturas) y se organiza en gens, grupos con un supuesto antepasado común. Los plebeyos, fundamentalmente
la classi (plebeyos cuyos recursos económicos les obligaban a formar parte de la milicia militar), se veían excluidos de
la esfera política y sufrían desigualdades económicas, sociales y religiosas frente a los patricios. Esta situación dio lugar
a un largo periodo de revueltas sociales que acabó en el siglo III a.C. con el nacimiento de una serie de instituciones
plebeyas que caracterizarán el resto de la historia romana (los tribunos de la plebe, la apertura del puesto de edil a la
población plebeya y la asamblea) y la instauración de las leyes Licinio-Sextias (367 a.C.), que supusieron la conquista
de las reivindicaciones plebeyas. Así, nace un sistema de gobierno donde todos los romanos, distribuidos por tribus y
clases, ejercen su derecho a la elección de magistrados.

El sistema republicano romano se basaba en el reparto del poder político entre:

• Asambleas populares (comitia): reuniones de todos los ciudadanos para votar las propuestas de los magistrados,
que presidian la asamblea. Estas asambleas podían ser centuriadas (el pueblo en armas se reunía en centurias),
que elegían a los magistrados superiores; curiadas (asamblea que tiene su origen en la institución monárquica) o
plebeya (formada solo por los ciudadanos plebeyos). También existen unos comicios por tribus que elegían las
magistraturas inferiores. A pesar de la multiplicidad de asambleas, el sistema republicano romano no era
democrático, el poder estaba controlado por las clases adineradas y el sistema de elección no era representativo.

• Magistrados: diferentes y complejos según su función, realizaban una larga carrera política (cursus honorum) y
eran cargos electivos. Por orden de importancia encontramos:

- El cónsul, máxima autoridad política, que ejercía el mando militar supremo (imperium). En el caso
de Roma el gobierno era ejercido por dos cónsules, elegidos cada año por los Comicios
Centuriados.
- El pretor; que administraba justicia.
- El edil, encargado de la policía y el abastecimiento local.
- El cuestor, encargado de las finanzas.
La carrera política hacia el consulado se iniciaba así con el cargo de cuestor, seguido del puesto de edil,
pretor y, por último, cónsul. Existían magistraturas extraordinarias, como el censor, que confeccionaba
el censum o lista de ciudadanos. Dentro de las magistraturas cabe destacar la dictadura, entendida por

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los romanos como un cargo de emergencia en situaciones de excepcionalidad. Así, ante una situación
de peligro, el cónsul podía nombrar un dictador que concentrara todos los poderes políticos, cuyo
mandato no podía rebasar los seis meses. Lugar aparte ocupaban los tribunos de la plebe, creados durante
los enfrentamientos civiles entre patricios y plebeyos, y encargados de defender los intereses de la plebe,
siendo su persona inviolable y bajo pena de muerte.

• El Senado: institución que aglutinaba a la aristocracia patricio-plebeya que ejercía el poder político. Estaba
formado, en origen, por los cabezas de familias más influyentes, pero durante la República fue transformándose
en un Consejo Supremo que asesoraba a los magistrados. En 216 a.C. se convirtió en el lugar de reunión de todos
los exmagistrados. Las tareas del Senado eran variadas. Si bien se encargaba de ciertos aspectos religiosos, sus
competencias principales se relacionaban con la administración del Tesoro y los bienes del Estado y la política
exterior, decidiendo sobre las operaciones militares, acuerdos, tratados, el envío de embajadas, etc.
➢ POLÍTICA EXTERIOR REPUBLICANA. GUERRAS CIVILES Y TRIUNVIRATOS
Entre los años 510 a. C. y el 264 a. C. Roma aplicó una política exterior expansionista muy agresiva. Esta política
exterior se puede articular en tres bloques:

• Dominio del resto de la península itálica: campañas militares que se corresponden con las llamadas guerras
latinas y samnitas, entre 450-270 a.C. Tras estos enfrentamientos, Roma se configura como la principal
potencia en Italia, apoyada por las colonias griegas de la Magna Grecia. Estas victorias modificaron en gran
parte la estructura social romana, surgiendo así una nueva aristocracia, los optimates, que fueron desplazando
a la vieja aristocracia patricia.

• Dominio del Mediterráneo occidental: la expansión romana acabó chocando con los intereses de Cartago,
una de las fundaciones fenicias más relevantes en el norte de África. Durante el siglo III a.C., el dominio de
Cartago se extendía por el Mediterráneo occidental hasta las islas de Sicilia, Córcega y Cerdeña. La rivalidad
entre romanos y cartagineses derivó en las tres Guerras Púnicas por el control de Occidente:
1. La Primera Guerra Púnica (264-241 a.C.) supone la conquista por parte de Roma de Sicilia, que
se convierte así en la primera provincia romana. La lucha fue larga y desgastó a ambos
contingentes, pero fue Roma quien venció, imponiendo sobre Cartago unas severas condiciones de
paz. Cerdeña y Córcega también pasaron a manos romanas, aprovechando la revuelta de
mercenarios que se desató en Cartago tras el conflicto.

2. Mas tarde los cartagineses, liderados por Amílcar Barca, emprenden la conquista de la Península
Ibérica para compensar la pérdida de tan importantes territorios. La amenaza de los cartagineses
sobre las colonias griegas peninsulares, aliadas de Roma, supuso la acción inmediata de los
romanos en el territorio peninsular. Asdrúbal, yerno y sucesor de Amílcar, firmó un tratado con
Roma en función del cual los cartagineses se comprometían a no rebasar el río Ebro en su avance.
El tratado pronto fue quebrado por el sucesor de este, Aníbal, hijo de Amílcar, que conquistó y la
plaza romana de Sagunto en el 219 a.C., provocando el estallido de la Segunda Guerra Púnica
(218-201 a.C.). El caudillo púnico partió de Cartagena al frente de un ejercito y cruzó los Pirineos
y los Alpes en cinco meses de viaje agotador hasta llegar al valle del Po. Aunque consiguió sonadas
victorias, nunca llegó a atacar la ciudad de Roma directamente. La derrota de los cartagineses en
la Península Ibérica y el ataque contra la ciudad de Cartago provocaron la retirada de Aníbal hacia
el norte de África, siendo derrotado en la batalla de Zama (202 a.C.).
3. La Tercera Guerra Púnica (149-146 a.C.) tuvo una duración mucho menor y acabó con la
destrucción total de Cartago, que se convirtió en una provincia del Estado romano. Tras esta
victoria, Roma tuvo que hacer frente a una política internacional sin precedentes en el contexto
Mediterráneo ya que, desde el 201 a.C., Roma se vio envuelta en las rivalidades de los estados
helenísticos hasta que las legiones fueron imponiendo el dominio romano sobre Macedonia,
Corinto y, finalmente, sobre toda Grecia. Esto le permitió incrementar su influencia sobre la Siria
de Antíoco IV y el Egipto Ptolemaico e iniciar la conquista de Hispania.

• Dominio del Mediterráneo oriental: la expansión romana hacia Oriente dio lugar a la lucha con los diversos
estados helenísticos surgidos de la descomposición del imperio de Alejandro Magno. Las guerras
macedónicas contra Filipo V y la guerra contra Antíoco II de Siria acabaron con la victoria romana sobre
sus fuerzas. En el 168 a.C. se produce la batalla en Pidna que conduce a la derrota de Perseo de Macedonia
y abre el control sobre los reinos helenísticos de Oriente.

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Los efectos negativos de la expansión romana sobre las estructuras políticas generaron graves problemas para el Estado.
Así, los inmensos gastos militares, unido a las revueltas de esclavos y la crisis económica provocaron una situación
desestabilización política en Roma. A esto ha de sumársele las reformas agrarias de los Graco. Esta legislación tenia
por objeto el refuerzo del estrato de pequeños propietarios para aumentar las bases de reclutamiento del ejército, a
través del reparto de lotes de tierra que habían sido usurpadas por los grandes latifundistas. La reacción senatorial no
tardó en escucharse y los dos hermanos –Tiberio y Cayo– fueron asesinados por los sectores conservadores.
La convulsión en el siglo I a.C. llegó a sus máximos extremos por la sucesión de guerras civiles entre grupos políticos
opuestos. La reforma militar de Cayo Mario, que sustituyó el antiguo ejército de ciudadanos romanos por una milicia
profesional, provocó el enfrentamiento entre este y Lucio Cornelio Sila y, en ultima instancia, el establecimiento de un
régimen dictatorial vitalicio liderado por Sila. Tras la muerte de Sila, se inicia un periodo de 30 años durante los cuales
se produce la transformación del régimen republicano aristocrático en una autocracia militar. El ejemplo de Mario y
Sila, que se habían adueñado del poder por la fuerza, fue seguido por otros generales que se asociaron formando unos
gobiernos dictatoriales o triunviratos, el primero de los cuales se formó en el 60 a.C. con Craso, Pompeyo y Julio
César. Tras la muerte de Craso el triunvirato se rompió, sucediéndose una pugna entre César y Pompeyo por el poder
absoluto, que acabaría con el asesinato de este último en Alejandría.
Liberado ya de sus rivales políticos, Julio César implantó una dictadura perpetua en el 48 a.C., con Marco Antonio
como lugarteniente. Durante este periodo César realizó una importante obra legislativa tendente a la estabilidad política
a través de los tratados de paz, la distribución de tierras entre los veteranos, realización de notables obras públicas y
extensión de la ciudadanía romana, lo que supuso avances en la romanización. En el orden político, emprendió una
reorganización del Senado, restringiendo sus competencias y convirtiéndolo en un órgano vacío de poder. Los
magistrados, por su parte, perdieron la capacidad de obrar de manera independiente. En el conjunto de la obra de César
cabe destacar, finalmente, su reforma del calendario que, retocado en el siglo XVI, aun perdura. El temor al
establecimiento de una monarquía provocó el asesinato de Julio César el 15 de marzo del 44 a.C.

Tras la muerte de César se constituyó el segundo triunvirato, integrado por Lépido, Octavio César, sobrino-nieto
adoptivo y heredero de Julio César, y Marco Antonio. Las divergencias entre los triunviros no tardaron en aparecer,
provocando una efectiva guerra civil entre Marco Antonio y Octavio, que se saldaría con la victoria de este último y la
acumulación del poder en su persona. De esta forma, se produce un tenue pero inexorable cambio de régimen político,
dando paso a la etapa imperial.
2.2.4. Alto Imperio (27 a.C.-235 d.C.)

En el año 27 a.C. la institucionalización de este poder se hace efectiva con el nombramiento por parte del Senado de
Octavio como imperator Caesar que, desde entonces, recibió el título de Augusto, un término religioso que elevaba a
su portador por encima de la naturaleza humana. Se inicia así la época Imperial de Roma. El nuevo sistema de
gobierno, con el que Roma gobernará el mundo mediterráneo hasta el 467, se caracteriza por la existencia de un jefe
del Estado, el emperador, que asume todos los poderes en su persona, adquiriendo una autoridad absoluta tanto en los
aspectos civiles como militares. El periodo de gobierno de Augusto, tras vencer algunas resistencias en Hispania y
extender su dominio hasta el Rin y el Danubio, inaugura un largo periodo de paz en todo el Imperio –pax romana—
que continuó con sus sucesores y contribuyó a la prosperidad y romanización de las provincias.
A la muerte de Augusto (14 d.C.), será otro miembro de la familia julio-claudia, Tiberio, quien detente el poder,
probando así la heredabilidad del cargo. La sucesión de familias imperiales se produjo en el siguiente orden:
1. Dinastía Julio-Claudia (14-68 d.C.): etapa de máximo esplendor comercial, económico y político de Roma,
ejercido bajo un importante periodo de paz, que se conmemora con el Ara Pacis.
2. Dinastía Flavia (69-96 d.C.): durante este periodo la expansión del Imperio se produce hacia Palestina y
territorios de Próximo Oriente, se consolida el dominio en Britania y se construye el limes o frontera estable
para contener a los pueblos germanos.
3. Dinastía Antonina (96-193 d.C.): fundada tras el asesinato de Domiciano, en esta época tuvo lugar la
máxima expansión comercial y política de Roma. Tras la muerte de Trajano la frontera se estabiliza. Tras el
asesinato de Cómodo tiene lugar un segundo interregno en el que el poder se discute entre cuatro
emperadores, que acabará con la subida al poder de la Septimio Severo.
4. Dinastía Severa (193-235 d.C.): durante el gobierno de los Severo se produce la concesión de ciudadanía a
todos los habitantes del Imperio (Caracalla, 212 d.C. Constitutio Antoniana). La irrupción del cristianismo
tendrá un importante papel transformador en las ideas imperiales. Tras el asesinado de Alejandro Severo se
abre una nueva licha por la sucesión que lleva a la nueva etapa del Bajo Imperio.

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2.2.5. Bajo Imperio (235-476)

Este periodo se caracteriza por el debilitamiento del imperio y sus estructuras institucionales y políticas. En un primer
momento, la pugna por el control del ejercito fue el principio de una serie de usurpaciones militares que llevan al poder
a diversos generales, impidiendo la estabilidad política. Durante este periodo destacan los gobiernos de Galieno y
especialmente el de Diocleciano, que crea una amplia reforma del Imperio: sanea la economía, instaura la tetrarquía
o gobierno de cuatro –dos Augustos, encargados del gobierno en una parte del Imperio, acompañados de dos Césares
que habrían de ser sus sucesores— y divide el imperio en doce diócesis.

Durante el reinado de Constantino, la capital se traslada a Constantinopla y se produce un auge del absolutismo real.
La debilidad interna y la ineficacia administrativa crea las primeras fisuras en los límites del imperio: en Oriente a
causa de los persas sasánidas y en Occidente por los diversos pueblos germanos que empujan sobre el limes. Todo ello
da lugar a una inestabilidad política que descompone el sistema de intercambio comercial urbano. Se produce un
proceso de ruralización que adscribe a los campesinos a determinadas villae y se crea un incipiente régimen señorial,
génesis del feudalismo.
El sistema imperial perdurará y acabará por sancionar la división del Imperio Romano en el 395, por la cual Teodosio
dividía el Estado entre Occidente, con capital en Roma, que entregó a su hijo Honorio, y Oriente, con capital en
Constantinopla, que cedió a su hijo Arcadio.
Con Teodosio culmina la división del Imperio. En el año 395 este emperador decide dividir el Estado imperial entre
Occidente, con capital en Roma, que entregó a su hijo Honorio, y Oriente, con capital en Constantinopla, que cedió a
su hijo Arcadio. En el año 476 Rómulo Augústulo, emperador de Occidente, es depuesto por Odoacro, caudillo de los
hérulos, y con él cae el Imperio Romano de Occidente. Los sucesores de Honorio en Oriente regirían el Imperio Romano
de Oriente hasta 1435, año en que los turcos conquistan Constantinopla, cerrando por fin la historia de Roma
2.2. La economía de Roma
Tradicionalmente Roma basó su economía en la ganadería de pastoreo y en la agricultura, basada en el cultivo de
cereales, vides, legumbres y frutas. Tras las guerras púnicas numerosos campesinos propietarios quedaron arruinados,
favoreciendo el proceso de concentración de latifundios en manos de ricos hacendados.
El desarrollo industrial fue clave en numerosos puntos del Imperio. La explotación intensiva más importante fue la
minería (Hispania, Britania, Gallia), sin olvidar las factorías de salazones y la producción de cerámica, vidrio y tejidos.
Los excedentes agrarios e industriales favorecieron el auge de los intercambios comerciales. El comercio terrestre se
vio favorecido por la construcción de una amplia red de calzadas y canales interiores, mientras que el comercio naval
impulsó la creación de importantes zonas portuarias.
Las finanzas se incrementaron enormemente durante el periodo imperial, tanto para la administración pública del tesoro
de la ciudad, como para el control fiscal. Así, se crearon impuestos, que podían ser percibidos directamente o mediante
arriendo a los publicani.
El Estado romano fomentó la revitalización de viejas ciudades y la creación de nuevas fundaciones, especialmente en
la zona occidental del Imperio. La ciudadanía era muy importante, por eso Roma no la concedió masivamente hasta
una fecha muy tardía (212 d.C.). La imposibilidad de autoabastecerse por parte de las ciudades generaba una importante
comercialización de productos, especialmente alimenticios. La crisis de la ciudad y la huida de esta significaron la
ruralización de la economía y la ruptura del comercio, dando lugar paulatinamente al modo de producción feudal.
2.4. La cultura romana
A pesar de la herencia etrusca, el componente griego es fundamental en la cultura romana, sobre todo tras el control de
la Magna Grecia por parte de Roma y el sometimiento del Mediterráneo oriental. Todo ello dota a la cultura romana de
una continuidad cultural que bebe de las fuentes griegas
2.4.1. Ciencia y derecho
El mundo romano realizó importantes aportaciones de ingeniería y arquitectura. Del mundo etrusco heredaron el gusto
por la Astronomía y la adivinación; de los griegos, el estudio de la Física, Matemáticas, Filosofía y Medicina.

Sin embargo, el Derecho fue la gran aportación romana. Las leyes básicas eran las Doce Tablas (450 a.C.), base del
derecho civil. La compilación final del derecho romano toma cuerpo en el Corpus Iuris Civilis de Justiniano (siglo VI
d.C.). La mayor parte de esta tradición legislativa se considera consuetudinaria, siendo completada por disposiciones
legales posteriores.

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2.4.2. Religión

Los dioses romanos son fundamentalmente deidades agrarias y fuerzas de la naturaleza. Todos ellos guardan relación
con antiguos dioses latinos y etruscos. A partir del siglo III a.C., con el proceso de helenización, los dioses romanos se
asimilan a los dioses griegos de los que tomaron sus características y mitos, cambiando sus nombres. La llamada triada
capitolina de Júpiter, Juno y Minerva, tiene su origen en dioses etruscos con las mismas advocaciones (Tinis, Uni y
Menerva).
Cabe destacar que a lo largo de su historia los romanos incorporaron numerosas divinidades a su panteón a medida que
conquistaron otras tierras. Se esta forma, se asimilaron cultos orientales, como los de Cibeles, Mitra y Serapis.
Finalmente, el cristianismo se infiltró en la sociedad romana hasta acabar convirtiéndose en la religión oficial con el
Edicto de Milán del emperador Constantino (313 d.C.).
2.4.3. Filosofía
Los romanos se limitaron a recoger la cultura filosófica de los grandes maestros griegos. En Roma fueron especialmente
importantes las escuelas helenísticas epicúrea y estoica. Esta ultima tuvo una gran importancia al encarnar los ideales
de la tradición romana de virtud, prudencia y respeto a la moral y las costumbres (mores maiorum).
2.4.4. Literatura
Durante la República y los inicios del Imperio se desarrollan los géneros literarios propios de la cultura griega,
especialmente la comedia (Plauto), la historia (Cesar, Tito Livio Técito), los conocimientos generales (Varrón), la
oratoria (Cicerón), la poesía (Virgilio, Ovidio) y la geografía (Estrabón).
Durante el Imperio, la incorporación progresiva de las provincias a Roma dio lugar a una serie de escritores latinos de
provincias. Entre ellos destacan autores como Marcial, o Juvenal, Petronio, o los estudios descriptivos y científicos de
Plinio el Viejo.
2.4.5. Vida cotidiana
Al igual que ocurría en Grecia, la sociedad romana era una sociedad patriarcal. El papel fundamental en el ámbito
familiar era el del jefe de familia (paterfamilias), cuya autoridad pasaba a manos del hijo mayor, del que dependían
madre y hermanos. Los hijos eran aceptados una vez que el padre los cogía en brazos (liberum tollere) y tras ocho días
se les imponía el praenomen.
El ocio, como en Grecia, era fundamental en el mundo romano. Los ciudadanos romanos disfrutaban de numerosos
lugares en la ciudad destinados al ocio. El más importante de estos eran las termas, lugar de baños, ejercicios y debates
políticos. Otro lugar fundamental era el foro, que no solo ocupaba el centro físico de la ciudad, sino que además era el
lugar de arenga publica, de debate político e incluso de mercado. Entre los espectáculos, destacan en primer lugar los
juegos, tanto las lichas de gladiadores y las cacerías que tenían lugar en el anfiteatro; como las carreras de caballos
propias del circo. Como los griegos, los romanos también disfrutaban del teatro.
CONCLUSIONES
La civilización occidental devine en gran medida de Grecia y Roma. Los avatares de ambos pueblos están jalonados
por luchas políticas y militares y por una expansión militar y una riquísima cultura. En Grecia proliferaron las polis o
ciudades-Estado, enfrentadas durante buena parte de su historia por la hegemonía territorial. Su autodestrucción dio
paso al efímero dominio macedonio de la mano de Alejandro Magno, dejando un gran legado cultural en la región.
El dominio imperial romano puso bajo el mando de una civilización a todo el Mediterráneo a lo largo de varios siglos.
Sin embargo, el periodo de estabilidad política de la pax augusta se vino abajo por la sucesión de guerras civiles y la
penetración de pueblos germánicos que paulatinamente fueron erosionando el sistema político imperial. El declive de
este daría lugar al inicio de una nueva etapa en la Historia de Europa, la Edad Media.
BIBLIOGRAFÍA
GOMEZ PANTOJA, J. (2006): Historia antigua: Grecia y Roma. Ariel. En este manual se ofrecen las líneas básicas
del desarrollo histórico de la Antigüedad Clásica.
DOMINGUEZ MONEDERO, A., (1991): La polis y la expansión colonial griega (siglos VIII-VI a.C.). Síntesis. El
autor trata la historia de las polis griegas, estudiando los ámbitos políticos, económicos y filosóficos de cada una de
estas y su impacto en épocas posteriores.

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