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Concepciones curriculares

Didáctica y concepciones curriculares implícitas


Nos situamos ahora en la dimensión psicopedagógica de la práctica docente, particularmente en lo que
toca al curriculum y a las concepciones curriculares implícitas, dadas sus implicaciones en los procesos
de planeación, ejecución y evaluación del proceso de enseñanza y aprendizaje.
En el ámbito de la educación, la noción de curriculum se refiere a “una tentativa para comunicar los
principios y rasgos esenciales de un propósito educativo, de forma tal que permanezca abierto a
discusión crítica y pueda ser trasladado efectivamente a la práctica” (Stenhouse, 1984: p. 29. Citado por
Contreras, 1994: p. 180).
En tal sentido, el curriculum se concibe como una propuesta programática, flexible y práctica, abierto a
la crítica, que permite orientar y dar significado a la planificación, la puesta en marcha y la evaluación
del proceso de enseñanza y aprendizaje, puesto que nos plantea, en su aspecto formal y en términos
generales, lo que se debe enseñar y aprender (contenidos), el para qué (objetivos, propósitos o
finalidades), el cómo (técnicas, métodos y procedimientos de enseñanza) y el cuán bien se enseña y se
aprende (evaluación). Desde luego, debemos considerar que se trata de una de las múltiples
definiciones que se han hecho respecto al curriculum. En realidad podemos hallar diferentes
concepciones y enfoques, en distintas épocas y autores.
Como sea, la expresión formal más concreta del curriculum se proyecta a través de los planes y
programa de estudio. En la práctica, en la acción escolar, el curriculum adquiere significados y rasgos
múltiples, diversos y cambiantes, que incluso pueden ser muy lejanos a los señalados en los planes y
programas de estudio. Es en este nivel de concreción del curriculum donde intervienen en mucho las
llamadas concepciones curriculares implícitas.
¿Concepciones curriculares implícitas?

Concepciones curriculares
Las concepciones curriculares implícitas se refieren a las representaciones y creencias de carácter
intuitivo que poseemos los docentes en lo que concierne a los contenidos de la enseñanza y el
aprendizaje, el para qué del proceso formativo en el aula, las formas de enseñar y de aprender, las
formas de evaluación, los materiales didácticos, el papel del profesor y del alumno, entre otros aspectos
más que se ponen en juego a través de la práctica docente. Suelen ser concepciones no conscientes, que
se adquieren a través de la experiencia propia en el aula, de la observación que hacemos respecto del
quehacer de otros profesores o de la interacción con otros docentes, por ejemplo. Pueden ser
conceptualmente inconsistentes y se aprenden incluso sin planificación previa.
Aún más, son concepciones independientes de la instrucción formal recibida en el campo de la
didáctica, que no siempre tienen relación con lo que hacemos o “debemos hacer” en el aula y que
condicionan de algún modo las formas de afrontar o de interpretar las situaciones dadas en el salón de
clase, la forma en que interpretamos el currículo, el modo de seleccionar los contenidos y los objetivos,
la metodología didáctica y el tipo de materiales que utilizamos, las formas de evaluar a los alumnos, la
manera en que planificamos el proceso de enseñanza y aprendizaje e, incluso, las formas en que
resolvemos las situaciones inesperadas en el aula.
Autores como Nora Scheuer y Juan Ignacio Pozo y otros, (2006) plantean que se trata de concepciones
que debemos explicitar para emprender procesos de cambio o innovación en la práctica educativa,
asunto que se genera a través de la reflexión o toma de conciencia de las propias concepciones
curriculares implícitas, reconociendo las contradicciones, las rutinas no deseables, las incertidumbres, y
todo aquello que deba modificarse o mejorarse para llevar a cabo una práctica docente congruente al
menos con los contenidos del curriculum formal y con los retos de la sociedad actual. ¿Qué tan
dispuestos estamos a explicitar nuestras concepciones curriculares implícitas? ¿Qué cambios
necesitamos hacer en cuanto a nuestras concepciones curriculares para reestructurar y mejorar o
innovar nuestra práctica docente?

Concepciones curriculares
Didáctica y concepciones curriculares implícitas
Nos situamos ahora en la dimensión psicopedagógica de la práctica docente, particularmente en lo que
toca al curriculum y a las concepciones curriculares implícitas, dadas sus implicaciones en los procesos
de planeación, ejecución y evaluación del proceso de enseñanza y aprendizaje.
En el ámbito de la educación, la noción de curriculum se refiere a “una tentativa para comunicar los
principios y rasgos esenciales de un propósito educativo, de forma tal que permanezca abierto a
discusión crítica y pueda ser trasladado efectivamente a la práctica” (Stenhouse, 1984: p. 29. Citado por
Contreras, 1994: p. 180).
En tal sentido, el curriculum se concibe como una propuesta programática, flexible y práctica, abierto a
la crítica, que permite orientar y dar significado a la planificación, la puesta en marcha y la evaluación
del proceso de enseñanza y aprendizaje, puesto que nos plantea, en su aspecto formal y en términos
generales, lo que se debe enseñar y aprender (contenidos), el para qué (objetivos, propósitos o
finalidades), el cómo (técnicas, métodos y procedimientos de enseñanza) y el cuán bien se enseña y se
aprende (evaluación). Desde luego, debemos considerar que se trata de una de las múltiples
definiciones que se han hecho respecto al curriculum. En realidad podemos hallar diferentes
concepciones y enfoques, en distintas épocas y autores.
Como sea, la expresión formal más concreta del curriculum se proyecta a través de los planes y
programa de estudio. En la práctica, en la acción escolar, el curriculum adquiere significados y rasgos
múltiples, diversos y cambiantes, que incluso pueden ser muy lejanos a los señalados en los planes y
programas de estudio. Es en este nivel de concreción del curriculum donde intervienen en mucho las
llamadas concepciones curriculares implícitas.
¿Concepciones curriculares implícitas?

Concepciones curriculares
Las concepciones curriculares implícitas se refieren a las representaciones y creencias de carácter
intuitivo que poseemos los docentes en lo que concierne a los contenidos de la enseñanza y el
aprendizaje, el para qué del proceso formativo en el aula, las formas de enseñar y de aprender, las
formas de evaluación, los materiales didácticos, el papel del profesor y del alumno, entre otros aspectos
más que se ponen en juego a través de la práctica docente. Suelen ser concepciones no conscientes, que
se adquieren a través de la experiencia propia en el aula, de la observación que hacemos respecto del
quehacer de otros profesores o de la interacción con otros docentes, por ejemplo. Pueden ser
conceptualmente inconsistentes y se aprenden incluso sin planificación previa.
Aún más, son concepciones independientes de la instrucción formal recibida en el campo de la
didáctica, que no siempre tienen relación con lo que hacemos o “debemos hacer” en el aula y que
condicionan de algún modo las formas de afrontar o de interpretar las situaciones dadas en el salón de
clase, la forma en que interpretamos el currículo, el modo de seleccionar los contenidos y los objetivos,
la metodología didáctica y el tipo de materiales que utilizamos, las formas de evaluar a los alumnos, la
manera en que planificamos el proceso de enseñanza y aprendizaje e, incluso, las formas en que
resolvemos las situaciones inesperadas en el aula.
Autores como Nora Scheuer y Juan Ignacio Pozo y otros, (2006) plantean que se trata de concepciones
que debemos explicitar para emprender procesos de cambio o innovación en la práctica educativa,
asunto que se genera a través de la reflexión o toma de conciencia de las propias concepciones
curriculares implícitas, reconociendo las contradicciones, las rutinas no deseables, las incertidumbres, y
todo aquello que deba modificarse o mejorarse para llevar a cabo una práctica docente congruente al
menos con los contenidos del curriculum formal y con los retos de la sociedad actual. ¿Qué tan
dispuestos estamos a explicitar nuestras concepciones curriculares implícitas? ¿Qué cambios
necesitamos hacer en cuanto a nuestras concepciones curriculares para reestructurar y mejorar o
innovar nuestra práctica docente?

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