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ECUADOR, SIGLO XVIII

El siglo XVIII comenzó con la lucha por la corona de España, ya que el rey Carlos II de
la casa de los Austrias murió sin dejar herederos. La disputa, que involucró a varios países
europeos, terminó con el tratado de Utrecht en 1713, según el cual llegó al trono Felipe V,
de la casa francesa de los Borbones. Esto produjo grandes cambios en la política de gobierno
de las colonias americanas que hasta entonces habían alcanzado cierta autonomía1. Este
nuevo proceso se conoce como “Reformas borbónicas”.
El objetivo de los borbones era centralizar el poder sobre las colonias para incorporarlas
como proveedores de materia prima en la economía de la Península Ibérica. Dentro de las
nuevas medidas adoptadas se impulsó la agricultura tropical de las regiones costeras; se
aumentó la presión fiscal y sobre todo se luchó por disminuir el poder y privilegios de las
autoridades locales. Un ejemplo de las consecuencias inmediatas de estas reformas en el
Ecuador fue el desequilibrio en el poder económico y político entre las distintas regiones de
la Real Audiencia de Quito: mientras Guayaquil y Cuenca, crecieron (la segunda en menor
medida), la sierra central sufrió un retroceso producto de la crisis de los textiles serranos.
Así, desde entonces la costa se consolidó como zona agro-exportadora, mientras la sierra se
perfiló como zona de grandes haciendas orientadas a proveer el mercado interno.2
Gran parte de los sucesos ocurridos a lo largo del siglo XVIII en Latinoamérica y en
Ecuador, están relacionados, de manera directa o indirecta, con las reformas borbónicas, ya
fuera por las medidas tomadas desde la corona española, o por las reacciones que se dieron
en las colonias a partir de estas reformas. Dentro de estas tenemos los levantamientos
indígenas.

1. Levantamientos indígenas.
En contraste con la relativa paz social del siglo anterior, donde no hay registros de
incidentes de violencia colectiva; durante el siglo XVIII se produjeron varios levantamientos
indígenas en el campo y en las ciudades.
Según explica Carlos Espinosa, la calma del siglo XVII se debió a que la presión fiscal
se mantuvo estable sin nuevos impuestos. Todo esto cambió en el siglo XVIII con el aumento
progresivo de las obligaciones tributarias y la creación de estancos que produjo una fuerte
reacción en todos los sectores de la población. La mayoría de las protestas indígenas se
dirigieron contra la política fiscal de Estado. En el fondo estas rebeliones se debieron a que
la política de los Borbones alteró los acuerdos sobre impuestos y los privilegios que los
Habsburgo habían mantenido con la población indígena y criolla. De todos modos, una
característica general de estos levantamientos fue su desarrollo a nivel local involucrando
cada uno de ellos a una zona relativamente reducida.3
Las sublevaciones incluyeron tanto la violencia verbal como la fuerza, para expresar la
frustración o buscando que las autoridades se retractaran de las medidas que habían

1
Guillermo Bustos Lozano. “Tercer periodo: Redefinición del orden colonial”, en Historia del Ecuador I.
Epoca Aborigen y colonial, independencia, ed por Enrique Ayala Mora. (Quito: CEN, 2015), 106.
2
Carlos Espinosa. Historia del Ecuador en contexto regional y local. (Barcelona: Lexus editores, 2010), 365.
3
Ibíd., 402-403.
provocado las revueltas. Sin embargo, el discurso iba más allá del motivo inicial del
descontento, dando paso a la expresión de utopías milenarias, temores acumulados y una
serie de simbolismos que mezclaban lo indígena y lo cristiano. Por lo general la amenaza de
un nuevo censo era una causa, ya que estos se veían como un hecho que precedía al aumento
de nuevas cargas impositivas. Junto con esto circulaban rumores sobre lo que los españoles
harían con los indígenas luego del censo, como el que escogerían a algunos para sacarle sus
entrañas para fabricar jabón. Ante las amenazas, reales o imaginarias; los indígenas se
movilizaban para impedir que se produjeran los censos.4
El levantamiento se caracterizaba por la movilización en formación militar. Con
pendones y trompetas se lanzaban contra las autoridades coloniales armados únicamente con
piedras. Las peticiones eran diversas y en algunos casos se llegó a plantear un nuevo
gobierno, liderado por una autoridad inca, aunque se insistía en que se mantuvieran los
sacerdotes cristianos. En algunos casos se pronunciaba la formula “Viva el rey, muera el mal
gobierno”, pero en otros se llegó a pedir la muerte del rey de España.5
Los símbolos eran usados de manera recurrente en estas rebeliones, por ambos bandos.
Los indígenas solían sacar una imagen local de la Virgen para usarla como escudo. Así
legitimaban su lucha señalando que eran buenos cristianos, en cambio los criollos eran
herejes que querían romper la imagen de la Virgen. En ocasiones las órdenes religiosas
sacaban también imágenes de la virgen más venerada por la localidad para apaciguar los
ánimos de los indígenas, aunque en ocasiones también solían acusarles de rechazar la religión
cristiana esparciendo el rumor de que planeaban destruir iglesias.6
Por lo general la respuesta de la autoridad era movilizar a los criollos a la zona de
conflicto para reprimir el alzamiento. Estos respondían con armas de fuego y espadas. Por lo
general las bajas eran menores. Una vez reprimida la rebelión se castigaba a los líderes con
azotes y en casos más graves se les ejecutaba públicamente decapitando y descuartizando al
inculpado. Luego sus miembros se exhibían en diferentes partes de la ciudad para que
sirvieran de escarmiento.7
Las sublevaciones indígenas se producen en un contexto de dominación colonial. Aquí
los estratos inferiores, ante la incapacidad de defender sus derechos por otras vías, recurren
a la violencia. Aunque a primera vista pareciera que las rebeliones fueron similares no se
pueden homogenizar ya que los movimientos subversivos procedieron de distintos grupos
étnicos con un distinto grado de vinculación a la estructura colonial. Por esta misma
situación, las autoridades distinguían también entre las rebeliones organizadas por indígenas
de aquellas en las que existía presencia de elementos mestizos.8
Las principales rebeliones indígenas registradas durante el siglo XVIII con participación
mayoritariamente indígena son las siguientes.
1. La de 1730 en Pomallacta, la cual se produjo para defender las tierras comunales
de la anexión que pretendía hacer Estevan Rodríguez, vecino de Alausí.

4
Ibíd., 403.
5
Ibíd., 404.
6
Ibíd., 404.
7
Ibíd., 404.
8
Segundo Moreno Yánez. Sublevaciones indígenas en la audiencia de Quito. (Quito: CEN, 2014), 340.
2. La de 1764 contra la villa de Riobamba. Esta se produjo como protesta a la
numeración y la mita de gañanía.
3. La de San Miguel de 1766 contra los tributos.
4. La de San Ildefonso de 1768 por maltratos producidos en los obrajes.
5. Las de San Phelipe en 1771 y Otavalo de 1777, contra un censo de población
considerado como el inicio de nuevas contribuciones.
6. La de la comarca de Alausí en 1781 por defender a un indio de la comunidad para
evitar que fuera entregado al cura
7. La de Chambo en 1797 por incremento de la presión fiscal
8. Las de Columbo y Guamote de 1803 contra las extorsiones por pago de diezmos.9
En algunas de estas rebeliones también participaron personas no identificadas como
indígenas, sino como mulatos o mestizos; pero en la realidad estas personas habían sido
degradadas al estado indígena.10
Desde el punto de vista geográfico las sublevaciones no lograron las enormes
dimensiones que consiguieron otros movimientos como los del cuzco y Alto Perú dirigidos
por Tupac Amaru y Tupac Catari; todos fueron tanto geográfica como temporalmente
limitados y, en su mayoría abarcaron escasas comunidades. Aunque la de Otavalo tuvo
pretensiones de avanzar hasta Pasto y luego conquistar Quito y Guayaquil, su presencia no
superó los límites del corregimiento. Tampoco se desarrolló una conciencia política que
buscara por ejemplo, la liberación de la dominación española. Las protestas se dirigieron más
bien contra las reformas, sobre todo relacionadas con los impuestos. 11
Las rebeliones del siglo XVIII no lograron modificar las políticas fiscales de los
borbones. Aunque algunas veces se suspendieron los censos, la presión fiscal sobre los
indígenas se incrementó.12

2. La expulsión de los Jesuitas


Otra consecuencia de las reformas borbónicas fue la expulsión de los jesuitas de
Latinoamérica. Esto se debió a que la política de la nueva casa buscaba reducir la influencia
de las órdenes religiosas a las que consideraban demasiado independientes, para ello lo que
pretendían era traspasar sus propiedades al mercado de tierras. Desde el siglo XVI las órdenes
religiosas habían estado a cargo de la evangelización de los indígenas, además habían
establecido importantes lazos clientelares con los estratos populares urbanos en los barrios
de las principales ciudades. En respuesta, la Corona intentó terminar con el poderío de estas
órdenes, especialmente de los jesuitas ya que estaba convencida de que estos eran un
obstáculo para la centralización política y el aumento de la carga fiscal. Los jesuitas eran
considerados un polo de poder independiente dentro del imperio español. Por otro lado el
carácter de institución internacional de la compañía significaba que esta no debía lealtad a
ningún Estado.13

9
Ibíd., 340-341.
10
Ibíd., 341.
11
Ibíd., 342-344
12
Espinosa., Historia del Ecuador…, 404.
13
Espinosa., Historia del Ecuador…, 405-406.
Los jesuitas realizaban tareas que debían ser exclusivas del Estado como regir en el sector
indígena u organizar la economía. También en los sectores urbanos, aunque su poder era
menor que en las misiones, tenían la capacidad de movilizar y desmovilizar a la plebe urbana.
Entonces competían con el Estado y podían llegar a bloquear cualquier reforma que
emprendiera la monarquía borbónica. También tenían los jesuitas cierto grado de poder en
las fronteras donde las misiones compartían tierras entre colonias españolas, francesas,
inglesas o de Portugal. La corona pretendía militarizar estas áreas, pero el alto grado de
autonomía de las misiones jesuita le impedía controlar las fronteras. Por último, para la
Corona, las inmensas posesiones de los jesuitas dificultaban la formación de un mercado de
tierras en las colonias y disminuía las oportunidades de inversión para los hacendados. Por
ello la Corona se apoderó de todas sus tierras y las remató para que pasaran a propietarios
supuestamente más eficientes. Por todo lo anterior se decretó la expulsión de los jesuitas del
imperio español en 1767 bajo el gobierno de Carlos III de España.14
En Quito los jesuitas recibieron la notificación el 20 de agosto. Si no se obedecía se les
acusaría de incurrir en un crimen de lesa majestad. Dentro de los bienes que pertenecían a
los jesuitas, algunas joyas del templo de la compañía fueron enviados a España; la biblioteca
quedó en Quito y posteriormente pasó a manos del Dr. Eugenio Espejo. Se formó una Junta
o Ramo de Temporalidades para recibir, administrar o vender las haciendas. Los jesuitas
también abandonaron 9 colegios, que no volvieron a funcionar. Las autoridades prohibieron
cualquier tipo de manifestación que desaprobara la medida adoptada.15
La expulsión significó que salieran de esta región un total de 269 jesuitas entre las
regiones de Quito, Popayán y Panamá. Dentro de estos destaca el historiador Juan de Velasco,
que, como tantos otros, se refugió en Italia. Tanto las propiedades de tierras, como los
esclavos negros que laboraban en las haciendas del valle del Chota fueron expropiadas por
la Corona y puestas bajo la administración del Ramo de Temporalidades que las arrendó o
remató.16
La expulsión de los Jesuitas fue un golpe tanto para la orden religiosa, como para los
grupos que estaban bajo su tutela, como eran los esclavos negros y algunos indígenas. Estos
veían en la compañía un escudo contra los abusos de los sectores blancos, del clero secular,
de los funcionarios reales y de los hacendados, entre otros. En general la expulsión trajo
consecuencias negativas: las misiones amazónicas decayeron, por lo que la presión española
en las áreas selváticas dio paso a la penetración portuguesa; la educación superior
experimentó un retroceso por la salida de los jesuitas de universidades como la de San
Gregorio de Quito; en el arte también hubo un retroceso debido a la pérdida de sus principales
mecenas. Quizá en el ámbito de la producción agrícola la situación no sufrió grandes cambios
ya que las haciendas pasaron a manos privadas que con el tiempo equipararon los niveles de
producción de los jesuitas.17

14
Espinoza., Historia del Ecuador…, 406-407.
15
Guissela Jurado de Guerra. “Visión General sobre la expulsión de los jesuitas decretada por el rey Carlos III”
en Historia de la Iglesia Católica en el Ecuador T. III dir. por Jorge Salvador Lara. (Quito: Abya-Yala, 2001),
1554.
16
Espinoza., Historia del Ecuador…, 407.
17
Espinoza., Historia del Ecuador…, 407.
3. Rebelión de los barrios de Quito
Hacia mediados del siglo XVIII se advierten serias necesidades fiscales que intentaron
resolverse tomando medidas que fueron más allá de las negociaciones con los sectores
locales, como había sido la tónica hasta entonces. En la Audiencia de Quito la solución a los
problemas fiscales se quiso resolver por medio del establecimiento del estanco del
aguardiente en 1765. Esta medida dio lugar a la llamada Rebelión de los Barrios de Quito o
Rebelión de los Estancos. 18
Hacia entonces, el negocio del aguardiente constituía uno de los sectores más dinámicos
de la economía de la Audiencia. La posibilidad de que la Corona interviniera en el control de
este reamo fue una preocupación constante para todos los grupos que de él dependían. Un
intento fallido lo había propiciado el presidente Araujo Río en 1736 y aunque se dieron
nuevos intentos, no tuvieron el éxito pretendido.
Esto cambió en 1764, cuando don Pedro Messía de la Cerda, Virrey de Nueva Granada
decidió introducir la administración directa de del monopolio del aguardiente y de la alcabala.
En Quito, estos estaban administrados de manera privada por arrendadores a los que no les
preocupaban los intereses de la Corona, sino por el contrario, formaban parte de una red de
intereses locales que la administración real quería desmantelar.19
Esto despertó el rechazo inmediato de diversos sectores que incluían a los propietarios de
haciendas de trapiche, cañaverales; pequeños productores de aguardiente, pulperos,
beneficiarios de los censos que gravaban a las haciendas productoras de licor y consumidores,
entre otros.20 La oposición surgió en primera instancia desde los niveles más altos de la
sociedad de Quito. El cabildo, conectado a las familias nobles de la ciudad llevó una campaña
contra las medidas fiscales. Luego la comunidad eclesiástica que presionó para que la
oposición criolla se realizara en condiciones distintas. Es probable que también hubiera algo
de oposición al interior de las autoridades reales ya que algunos de sus miembros eran
criollos. Pero esto no provocó mayores cambios en las disposiciones. Por el contrario, el
virrey ordenó incrementar en 200 las tropas disponibles.21
Al estanco se sumó un impuesto de Aduana que afectaba el comercio interregional y con
ello a los pequeños comerciantes, lo que agravó la conmoción social. El problema estalló
cuando el Virrey no aceptó que una delegación del cabildo intercediera ante la Corte de
Madrid.22
La rebelión estalló el 22 de mayo de 1765, en medio de los preparativos de la fiesta
Corpus Christi. Esa noche las multitudes fueron convocadas por las campanas de la Iglesia y
algunos cohetes lanzados desde las parroquias de San Roque, San Sebastián y San Blas. Las
modestas fuerzas de la Audiencia no pudieron contener la revuelta y los amotinados
terminaron por demoler la Casa de la Aduana y el Estanco de Aguardiente. 23 Solo la
intervención eclesiástica pudo calmar los ánimos y así, el obispo consiguió un perdón

18
Rosemarie Terán Najas. “Sinopsis histórica del siglo XVIII” en Nueva Historia del Ecuador. Volumen 4:
Época colonial 2, ed. por Enrique Ayala Mora. (Quito: CEN-Grijalbo, 1991), 282.
19
Martin Minchom. El pueblo de Quito 1690-1810. (Quito: FONSAL, 2007), 242.
20
Terán Najas. “Sinopsis histórica…”, 284.
21
Minchon. El pueblo de Quito..., 243-244.
22
Terán Najas. “Sinopsis histórica…”, 284.
23
Minchon. El pueblo de Quito..., 244.
completo y la suspensión de las medidas antes adoptadas. Pero con el paso de los días se
dieron nuevos altercados, pero las cosas no pasaron a mayores. Según algunos testigos la
oposición real era casi nula y los manifestantes pudieron haber hecho más de lo que hicieron,
no obstante, las represalias posteriores fueron duras y el corregidor mandó a castigar a los
presos con azotes y hundimientos en agua. Esto provocó un nuevo alzamiento que estalló el
24 de junio de 1765 en medio de las actividades por fiestas de San Juan.24 Los manifestantes
lograron atrincherar a las autoridades y a algunos españoles obligándoles a buscar refugio en
los conventos. Con esto se dio un triunfo temporal a los sublevados ya que lograron obtener
armas que fueron entregadas a los barrios y porque desde sus refugios las autoridades
suprimieron el estanco y la Aduana, además de conceder un indulto general. Se exigió un
mandatario criollo, cargo que debía recaer en Manuel Guerrero IV Conde de Selva Florida,
pero este no aceptó y juró lealtad al Rey. La calma volvió a la ciudad en 1866 cuando desde
Guayaquil llegó el gobernador Zelaya con una tropa de 600 hombres. Un año más tarde se
restableció el estanco, al parecer sin oposiciones.25
Se han propuesto distintas interpretaciones sobre el carácter de esta sublevación. Para
algunos se trata de antagonismos entre facciones de la clase alta, por un lado, criollos y por
el otro, metropolitanos (Andrés Guerrero, Rafael Quintero). Pero es importante considerar
también la participación de los sectores populares que fueron quienes desde un inicio
definieron la naturaleza subversiva de los hechos. También se puede pensar en que esta
rebelión tiene que ver con el desarrollo de intereses locales a favor de la autonomía contra
los intereses metropolitanos de centralización y control.26

4. Primer periódico “Primicias de la Cultura de Quito”


En el contexto de reformas borbónicas se dieron también cambios a nivel de
pensamiento ya que comenzaron a ingresar a las colonias las nuevas ideas provenientes de
pensadores e ilustrados europeos.
Antes de la expulsión de los Jesuitas, estos habían jugado un papel clave en la difusión
de las nuevas ideas en la Audiencia de Quito difundiendo las ideas de Descartes, John Locke
y otros. En 1740 en la universidad de San Gregorio, de los jesuitas, se exponían ideas de
Galileo, Newton y Copérnico. Junto con ello existía en esta región una de las mejores
bibliotecas del continente. Estas circunstancias junto con algunos sucesos como la llegada de
la Misión Geodésica Francesa influyeron en el interés por las ciencias y en el desarrollo de
un movimiento ilustrado en la Audiencia de Quito.27
A mediados del siglo XVIII llegó a Quito la primera máquina de Imprenta, lo que
significó una importante transformación en la dinámica social y cultural de la ciudad.
Surgieron nuevas posibilidades de impresión y por lo tanto de circulación de nuevos
contenidos. Aunque los primeros escritos fueron de corte religioso, pronto se pasó a tratar
temas seculares. Esto debido a que la imprenta, estaba en principio en poder de los jesuitas,

24
Ibíd., 243-246.
25
Terán Najas. “Sinopsis histórica…”, 284-285.
26
Ibíd., 285-286.
27
María Elena Bedoya. Prensa y Espacio Público en Quito 1792-1840. (Quito: FONSAL, 2010), 23-24.
pero con su expulsión en 1767 pasó a manos de Raimundo de Salazar en 1779, siendo esta
ahora de uso exclusivo de la Presidencia de la Audiencia.28
En este contexto surgió la Sociedad Económica de Amigos del País en noviembre de
1791, de la cual el periódico Primicias de la Cultura de Quito sería algo así como su
publicación oficial. Este periódico nació en un contexto de pretensión de difundir nuevas
ideas. Los principales miembros de esta sociedad eran el Virrey, el Presidente y el Obispo.
También había Condes, Marqueses, algunos representantes de comunidades religiosos,
sacerdotes, profesionales y extranjeros. El secretario de esta Sociedad era Eugenio Espejo a
quien se le encargó la redacción de los estatutos y la edición del periódico.29
Eugenio Espejo había nacido en Quito en 1747 y murió en 1795. Se sabe que a los 15
años obtuvo el título de maestro en Filosofía y luego entró a la universidad Santo Tomás a
estudiar Medicina en donde se doctoró a los 20 años. Fue también licenciado en Derecho
Civil y Canónigo como en Derecho Teologal. Su formación y vínculos con los estratos de
poder y la Iglesia facilitaron su desempeño como intelectual de la época. No ha sido fácil
acceder a los escritos personales de Espejo ya que según se sabe mandó a escribir manuscritos
que en 1909 trataron de ser publicados bajo la dirección de Federico González Suárez. La
tarea fue difícil ya que algunos escritos estaban en malas condiciones, pero sobre todo por la
mala caligrafía y ortografía de los textos, entonces más que reescribir se interpretó lo que
estos decían.30
El primer número del periódico Primicias de la Cultura de Quito apareció el 5 de enero
de 1792 como publicación quincenal terminando su impresión en marzo del mismo año.
Entre los objetivos del periódico estaban expresar las opiniones y comentarios de los
suscriptores y de los miembros de la Sociedad Económica de Amigos del País. Los tres
grandes ejes temáticos del periódico estaban relacionados con las necesidades y problemas
que afectaban a la Audiencia de Quito:
1. La educación
2. La promoción de un sentido patriótico
3. La crítica a la gestión interna de ciertos sectores de la sociedad quiteña.
No se sabe exactamente cómo fue la circulación del periódico, pero se estima que gran
parte de sus lectores fueron los propios miembros de la Sociedad Económica. Quiénes fueron
los otros lectores, no se sabe por la falta de fuentes sobre los suscriptores del periódico. Se
sabe, por algunas notas de Espejo en el mismo periódico, que este tenía sus detractores.
Espejo debió defender su amor patriótico y su reputación literaria. 31
Gran parte de los escritos del periódico tratan sobre el patriotismo y las formas en que
se debería manifestar el amor por el terruño, además de educar a la sociedad: “Quiteños, sed
felices: quiteños lograd vuestra suerte a vuestro turno: quiteños, sed los dispensadores del
buen gusto, de las artes de las ciencias.” En marzo de 179 Espejo convocaba a la consonancia
entre el español y el americano pregonando la necesidad de igualdad entre ambos.32

28
Ibíd., 29-30.
29
Ibíd., 32-33.
30
Ibíd., 43-45.
31
Ibíd., 46-50.
32
Ibíd., 48-52
El periódico Primicias de la Cultura de Quito y su editor Eugenio Espejo han sido
considerados como los pioneros en el oficio. Se suele ver en este impreso la búsqueda de
emancipación o exaltación patria, pero no debe olvidarse que dicho periódico nació como el
órgano de difusión de la Sociedad Económica de Amigos del País, con licencia del Superior
Gobierno de la Audiencia. Parte de la aristocracia pertenecía a esta sociedad, incluido el
presidente de la Audiencia. Sin embargo, es cierto que el periódico presenta ideas ilustradas
con sentimientos de universalidad, igualdad, tolerancia, erudición y el cultivo de la razón, los
cuales debían ser la base para el crecimiento de los pueblos.33

33
Ibíd., 52

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