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Horizonte comunicativo de la música

Zea Paula Ligia Elizabeth Cuervo Martínez

Universidad Distrital Francisco José de Caldas

Facultad de ciencias de la educación

Maestría en comunicación-educación

Línea de educación y medios interactivos

Bogotá D.C.

2019
I

HORIZONTE COMUNICATIVO DE LA MÚSICA

ZEA PAULA LIGIA ELIZABETH CUERVO MARTÍNEZ

Directora

Ana Brizet Ramírez Cabanzo PhD.

Tesis para optar por el título de

Magíster en comunicación

Universidad Distrital Francisco José de Caldas

Facultad de ciencias de la educación

Maestría en comunicación-educación

Bogotá D.C.

2019
II

NOTA DE ACEPTACIÓN

Directora de Tesis

______________________________________

ANA BRIZET RAMÍREZ CABANZO PhD.

________________________________

Evaluador 1: Carlos Guevara

________________________________

Evaluador 2: Alexis Rodríguez


III

A Daniel Sebastián, por inspirarme y llenarme de fe en la humanidad.


IV

AGRADECIMIENTOS

Agradezco a mis padres, por su apoyo incondicional y su sabiduría; a Sebas, por ser mi

motivación y ejemplo; a Tian por ser mi reflejo y amor todos los días. Gracias, adorada familia.

Doy gracias también a mis maestros; cada paso que me ayudaron a dar y cada una de sus

enseñanzas han nutrido los pensamientos plasmados en esta tesis. Gracias especialmente a Ana

Brizet por adoptarme y por entenderme, por su pericia y su paciencia.

Gracias a todas las personas que hicieron posible esta investigación: mis preciosos estudiantes,

Hannah, Juan Diego, Carlos y Daniel Sebastián; mis adorados amigos, Mariana y Daniel; mi

estimada maestra Liz y su esposo Guillermo. A todos ellos, no solo mi agradecimiento, sino

también mi mayor respeto y admiración.

A ustedes, infinitas gracias por leer, por escuchar, por creer en la sensibilidad.

Gracias a la música.
V

Resumen

En esta investigación se aborda la pregunta por la comunicación de la quintaesencia (aquello que

se encuentra en un nivel metafísico) a través de la música. Se presenta este arte como medio y se

indaga por las mediaciones que genera con el fin de hallar los puntos de encuentro y quiebre

entre quintaesencia–música-comunicación. Con la visión de ocho músicos y una perspectiva auto

etnográfica se llega a responder qué es lo que la música puede comunicar (y lo que no) de

aquella quintaesencia.

Palabras clave: música, comunicación, quintaesencia, medio, mediación.


VI

Abstract

In this research the main question is what of the quintessence (that which is on a metaphysical

level) can be communicated through music? This paper presents music as a means and as

mediation to approach to the question of what the music can bring from the quintessence. By means

of the visions of eight musicians and an auto-ethnographic perspective, it answers to the core

question of what music can (or cannot) communicate of the quintessence.

Key words: music, communication, quintessence, means, mediation.


VII

Tabla de contenido

1. Tema de investigación 12

* Aclaración técnica 12

2. Problema de investigación 13

Preámbulo 15

3. Pregunta problema 16

3.1. Objetivo general 16

3.2. Objetivos específicos 16

3.3. Supuestos de la investigación 16

3.4. Producto comunicativo 17

4. Justificación 18

5. Escenario teórico 20

5.1. Perspectiva personal musical 20

5.2. Reflexión filosófica para análisis del arte 21

5.3. Pregunta por la música 22

5.4. Pregunta por la quintaesencia. Relación mente - cuerpo 24

5.5. Música como quintaesencia 30

5.6. Poder expresivo de la música 38

5.7. Música como medio o como mediación 42


VIII

6. ¿Y las nuevas investigaciones? 57

6.1 Quintaesencia y límites 57

6.1.1. La escucha del infinito. 57

6.1.2. Devenir en corporalidad 63

6.2. Dualidad cuerpo-mente 64

6.2.1. ¿Eres un cuerpo con mente o una mente con cuerpo? 64

6.2.2. Bach artificial 67

6.2.3. ¿La danza también es conocimiento sensible? 69

6.3. Música y comunicación 72

6.3.1. Lo visual también reclama sonido 72

6.3.2. Música y lenguaje 74

6.4 Música, tecnologías y sensibilidad 77

7. Diseño metodológico 81

7.1. Producto comunicativo 85

8. Auto etnografía 87

8.1. Justificación 87

8.2. Música como consuelo 90

8.3. Música como ámbito natural 92

8.4. Música como amor y nutrición 94

8.5. Desencanto 96
IX

8.6. Desdén 98

8.7. Apertura 100

8.8. Retorno 102

8.9 Experiencia docente 104

8.10 ¿Qué es la música para mí? 107

9. Hallazgos 109

9.1 Entorno musical de cada uno de los sujetos 110

9.1.1. Primer compás: inicio 113

9.1.2. Segundo compás: acercamiento a la música 114

9.1.3. Tercer compás: del inicio a la permanencia en la música 115

9.1.4. Cuarto compás: relación actual con la música 116

9.1.5. Fragmento completo 117

9.1.6. Síntesis 119

9.2 Qué es la música 120

9.2.1. Primer y segundo compás: todo es música 126

9.2.2. Tercer compás: la música es un motivo y una forma de vida 127

9.2.3. Cuarto compás: la música es natural, es arte y es lenguaje 128

9.2.4. Quinto compás: la música es precursora del lenguaje, la vida es música, la música es

medicina. 129

9.2.5. Sexto compás: la música es un medio 130


X

9.2.6. Séptimo compás: la música te hace inmortal/infinito 131

9.2.7. Fragmento completo 133

9.2.8. Síntesis 135

9.3 Lo que comunica la música 136

9.3.1. Primer compás: música como medio 142

9.3.2. Segundo compás: comunicación musical dependiente de otros factores 144

9.3.3. Tercer compás: comunicación con el cuerpo 145

9.3.4. Cuarto compás: la música comunica todo 146

9.3.5. Quinto compás: la música no comunica todo 147

9.3.6. Fragmento completo 148

9.3.7. Síntesis 150

9.4 Lo que no comunica la música 152

9.4.1. Primer compás: punto de quiebre en la comunicación entre músicos 156

9.4.2. Segundo compás: comunicación musical sin punto de quiebre 157

9.4.3. Fragmento completo 157

9.4.4. Síntesis 159

10. Producto final 161

11. Conclusiones 166

12. Futuras investigaciones desde el campo comunicación-educación 176

13. Anexos 179


XI

Entrevista #1: Hannah y Juan Diego 179

Entrevista #2: Carlos y Daniel Sebastián 206

Entrevista #3: Mariana y Daniel Alejandro 218

Entrevista #4: Liz y Guillermo 234

Referencias bibliográficas 256


11

Horizonte comunicativo de la música

“La música se ubica sola frente a las demás artes... No expresa ninguna definitiva o

particular alegría, tristeza, angustia, horror, deleite o sensación de paz, sino alegría, tristeza,

angustia, horror, deleite o sensación de paz en sí mismas, en lo abstracto, en su natural

esencia, sin accesorios y por ello sin sus motivos usuales. Y sin embargo nos permite

aprehenderlas y compartirlas plenamente en su quintaesencia”.

Arthur Schopenhauer
12

1. Tema de investigación

La columna principal en torno a la cual gira esta investigación es la comunicación de la

quintaesencia a través de la música; es decir, cómo aquello que no es visible ni palpable, que se

encuentra en un plano metafísico, esa trama interior que está antes de captarse con las palabras,

puede comunicarse dentro del plano físico a través de la música.

* Aclaración técnica

Aunque la norma establece que todo proceso de investigación, desde la rigurosidad

académica, debe escribirse en tercera persona, esta investigación parte de una auto etnografía y

gira en torno a la reflexión de mi propia experiencia de vida; por lo tanto, sería absolutamente

impersonal usar la tercera persona. En esta tesis encuentran mi voz, mi alma, mi vida.
13

2. Problema de investigación

Así como la lengua es una herramienta para plasmar el pensamiento, existen otras

maneras en que los humanos nos comunicamos, entre esas, la música, que sirve como medio

conductor de emociones y sensaciones que no caben dentro de la expresión lingüística. La

música, en sí misma, no cuenta una historia de la misma manera que lo hace una obra literaria,

pero sí configura otra forma de representación con una complejidad que transgrede las

apariencias externas y es capaz de contener otras posibilidades expresivas inefables.

Aquello que se encuentra dentro de esas posibilidades incluye elementos sutiles. Lo que

Descartes llama el foro interno o el espíritu, esa parte de nosotros que piensa: que imagina, que

duda, que quiere y que siente, es decir, la mente, puede llegar al plano material. Esta articulación

entre mente y cuerpo se puede plasmar de diversas maneras; en este caso, estudio la conjunción

entre esta dicotomía de lo incorpóreo y lo físico desde la música. Me pregunto por la posibilidad

de materialización que brinda la música de lo que aquí llamaré, inspirándome en Schopenhauer,

“quintaesencia”.

Aventurarme a investigar sobre la quintaesencia es pensar en ese elemento que no es

visible, que no está en el plano físico. Intento encontrar cómo eso que no es palpable sí puede

llegar a nosotros a través de la música, pero no me refiero a los sonidos aislados, o al ritmo, la

melodía o la armonía, sino al conjunto en general de la música que logra conmover las fibras

sensibles y comunicar lo sublime. En la comunicación verbal, entendemos que existen ciertos

procesos para comunicar lo que sentimos, pensamos o percibimos, desde lo mundano, hasta lo
14

sutil; en la comunicación musical, me veo obligada a salir del proceso convencional, y al

preguntarme por la quintaesencia debo pensar más allá del mundo físico, y cómo eso, que puede

ser un “inmaterial” diferente al comunicable verbalmente, puede llegar hasta nosotros de

maneras musicales, incluyendo el mundo físico representado en el pentagrama, la partitura o la

nota.
15

Preámbulo

Con el fin de aclarar mi pregunta, maniobrando mi mejor esfuerzo para enmarcarla dentro

de las estructuras lingüísticas cotidianas, empiezo por explicar teóricamente el acercamiento

filosófico a la música. Luego, exploro la relación entre música y quintaesencia para,

posteriormente, darle paso a la pregunta sobre la música como medio y las mediaciones que

produce. Indago también sobre las investigaciones recientes que se preguntan por los límites de

la música y la relación entre música, tecnologías y sensibilidad. Finalmente, uno las aristas

anteriores para llegar al propósito de esta investigación: encontrar los puntos de encuentro y

quiebre entre quintaesencia-música-comunicación.

Para llegar a este objetivo final, entiendo este proceso de comunicación desde dos

perspectivas distintas. Empiezo desde la primera persona, es decir, desde una perspectiva auto

etnográfica (auto narración musical) la cual me permitirá indagar sobre qué tanto de lo que está

en ese plano abstracto puedo plasmar en la música, y cómo entienden esto los demás. En

segundo lugar, me preguntaré por lo que otros músicos sienten que pueden plasmar a través de la

música para ser entendidos por terceros y comparo mi perspectiva con la de estos ocho músicos

entrevistados.
16

3. Pregunta problema

¿Cuáles son los puntos de encuentro y quiebre entre quintaesencia-música-comunicación?

3.1. Objetivo general

Descubrir los puntos de encuentro y quiebre entre quintaesencia-música-comunicación.

3.2. Objetivos específicos

3.2.1. Indagar, desde una perspectiva auto etnográfica, sobre lo que música ha

significado para mí y sobre las mediaciones que desde allí se han generado.

3.2.2. Examinar qué es la música desde el punto de vista de otros músicos y qué

es lo que comunica, o no comunica, para ellos.

3.3. Supuestos de la investigación

3.3.1. La música posibilita una articulación entre el plano inmaterial y el

material.

3.3.2. A través de la reflexión filosófica se puede lograr un acercamiento a la

comunicación musical.
17

3.3.3. El proceso que va desde la imaginación y las sensaciones personales, a la

expresión a través de la música es un proceso de comunicación.

3.4. Producto comunicativo

Como producto se concibe una composición musical que presenta la complejidad

simbólica de la expresión musical, sin llegar a tratar la música como un simple medio para la

cognición de algo con naturaleza extra-musical. Es decir, a partir del análisis y la comparación

de las perspectivas de las voces que se plasman en esta tesis, se compone una pieza musical

sobre la música: metamúsica.


18

4. Justificación

Mis docentes, mis compañeros, mi familia, mis amigos, todos los que han tenido contacto

conmigo en este proceso se habrán podido dar cuenta de cuánto tiempo me costó finalmente

decidirme por un tema específico para trabajar en esta tesis. Al momento de emprender un viaje

investigativo estaba interesada en una diversidad de temas tan amplia como lo que abarca el

campo comunicación-educación.

Pasaron tantas cosas interesantes por mi cabeza, desde uso de redes, pasando por gestión

emocional y llegando hasta frecuencias sonoras, andaba en un mar de incertidumbre y,

considerándolo desde este punto, entiendo cómo hubiera sido de útil saber exactamente lo que

buscaba desde el inicio de la maestría. Pasé por el lado de tantas herramientas, textos, autores e

ideas que me son tan primordiales en este momento, que creo que, si me hubiera organizado

mejor, este proceso de redacción habría terminado hace mucho tiempo.

A pesar de eso, también pienso que, aunque hubiera tenido a mi lado todas las respuestas

no habría podido verlas, no sabía que estaban allí, porque no sabía qué era lo que estaba

buscando o cuáles eran en realidad las preguntas importantes para mí. Y, siendo un poco más

sensata, creo que todo el recorrido, pasar por el lado de todo, pasar por alto muchas cosas, ser

inocente de la magnitud de información que se me presentaba y que hoy encuentro fundamental

para responder a las cuestiones que propongo en esta tesis, fue la parte más importante del

proceso. Estar en ese contacto, velado pero constante, fue lo que me ayudó a decidir

embarcarme en el tema de la música y la comunicación.


19

Además de que el tema me acechó silenciosamente durante toda la maestría, es un tema

que ha estado presente en mi vida. Pienso que, para realizar un buen trabajo, en cualquier

ámbito de la vida, más que la productividad o que la creatividad, que son importantes en su

debido momento, es fundamental que este quehacer tenga su base en una motivación real, en

algo que realmente mueva el espíritu, y no solo el espíritu individual, sino también el colectivo.

El tema de la música ha sido el motor de mi espíritu desde que tengo memoria, pero creo

que la música, y el arte en general, tiene una función comunicativa, estética y transformadora

para el individuo y para la sociedad. Dentro de la investigación entiendo que el papel del arte va

más allá del placer estético, y es por esto que surge mi interés por estudiar la música y su papel

socio-cultural, sus capacidades, su influencia desde y hacia el individuo y lo que puede o no

puede comunicar.

Finalmente, considero que si se estudia y se logra llegar a un mejor entendimiento sobre

el poder de la música y sobre lo que ella comunica, esto se podría incorporar en diversos

ámbitos que, al final, podrían (más allá de funcionar dentro de los medios masivos de

comunicación para movilizar) lograr pulsar las fibras sensibles en nuestra sociedad; no para

dominar la conducta de las personas, sino para entender y sentir, desde otras comunicaciones,

las formas de ser de los otros. Justifico el tema de esta tesis apelando a la idea de que cuando

nos comunicamos mejor, cuando hay mayor empatía y cuando entendemos cómo hacer esto

desde diversos ámbitos, incluyendo el lenguaje escrito, el oral, la danza, la música, etc.,

podemos evolucionar como una sociedad que piensa, siente y empatiza.


20

5. Escenario teórico

Los antecedentes de esta investigación se encuentran luego de finalizar el escenario

teórico. Escojo este orden porque considero que el marco teórico es la base, no solo histórica,

sino sustancial, de las nuevas investigaciones que expongo respecto al tema.

5.1. Perspectiva personal musical

El psicólogo y profesor de educación y cognición de la Universidad de Harvard, Howard

1
Gardner, propone la teoría de las inteligencias múltiples (1983) . Esta teoría critica la visión

típica del intelecto humano que expone que hay un solo tipo de inteligencia que se puede medir

con test de IQ, o similares. Según esta, la cognición humana es polifacética; ya sea por factores

genéticos o experienciales, cada persona tiene un perfil intelectual distinto.

Según Gardner (1983) y su equipo de la Universidad de Harvard, existen ocho tipos

distintos de inteligencia: lingüístico-verbal, lógico-matemática, visual-espacial, corporal-

cinestésica, intrapersonal, interpersonal, naturalista y musical. En esta tesis no me interesa

criticar o secundar esta teoría; más allá de emitir juicios sobre esta, lo que me interesa es resaltar

el hecho de que a cada persona se le mueven sus fibras sensibles y creativas de maneras distintas.

1
Algunas palabras, frases o nombres están subrayados y tienen el símbolo: . Esto significa que son hipervínculos
y en la versión digital de este documento llevan a los sitios web con los libros, las publicaciones, las obras musicales
o información referente.
21

Inicio el escenario teórico abordando esta teoría porque prima aclarar que todo lo que están a

punto de leer, o escuchar, se hace desde una “inteligencia” musical. Es mi perspectiva (que como

verán más adelante está profundamente entrelazada con la música), relacionada con la

perspectiva de otras personas para quienes la música también es su forma de vida. No pretendo

exponer verdades absolutas, ni dogmatizar; lo que se expone a continuación, se hace dentro de

un paisaje musical.

5.2. Reflexión filosófica para análisis del arte

Partiendo de la aclaración de que estamos intentando hablar sobre música, dentro de una

esfera musical, considero que debo empezar por explicar el cómo se pretende emprender esta

tarea. Bien, creo que hablar sobre lo que está antes de ser captado mediante el lenguaje, pero que

sí se expresa desde el arte, puede hacerse desde una perspectiva filosófica.

El filósofo alemán, Theodor Adorno, en su Teoría Estética (publicada después de su

muerte, en 1970), expone sus pensamientos sobre el arte y la belleza. Dice que el arte se resiste a

la definición y afirma que, como la filosofía, la estética se trata de una reflexión sobre sí misma.

Lo que es la verdad del arte, o de la obra de arte, se puede alcanzar únicamente mediante la

reflexión filosófica, pues el arte no solo es, sino que es lo que puede llegar a ser. Sobre la

estética, nos dice lo siguiente:


22

“Que se dirija a su contenido de verdad la impulsa (en tanto que filosofía) más

allá de las obras. La consciencia de la verdad de las obras coincide, precisamente en

tanto que filosófica, con la forma en apariencia más efímera de la reflexión estética,

con el manifiesto” (p. 537).

Ese ir más allá es preguntarse por algo que está en un plano metafísico. Según el mismo

Adorno, la experiencia estética trata con algo que el espíritu no puede traer ni del mundo, ni de sí

mismo: el arte, que para él “es la posibilidad prometida por la imposibilidad” (p. 181). De la

misma forma, afirma que el arte, cuando toma forma material desearía satisfacer el espíritu; así

como el pensamiento, el arte posibilita a lo que es distinto el ir hacia lo que el arte mismo

quisiera hacer hablar. Es un medio.

5.3. Pregunta por la música

Pero entonces ¿de qué se trata la imposibilidad? El arte puede hablar de aquello que está

en un plano fantasmagórico y de ensueño, que no ha sido captado aún por el lenguaje verbal,

pero que sí se puede comunicar. Esto requiere ese ejercicio de reflexión, en donde el arte está

envuelto en sí mismo, es decir, en palabras de Adorno (1970): “puede ser que el verdadero límite

entre el arte y otros conocimientos consista en que éstos pueden pensar más allá de sí mismos sin

renunciar, pero el arte no produce nada importante que él mismo no llene desde sí mismo” (p.

338).
23

¿Cómo hablar de música, cómo hablar de arte o de determinada pieza utilizando

estructuras lingüísticas? Si se tomara como premisa lo que diría Kubrick (1968) (en Norden,

2016), “explicar una sinfonía de Beethoven sería como castrarla levantando una barrera artificial

entre la concepción y la apreciación”, entonces, ¿cómo hablar de música sin despojarla de su

esencia?, ¿cómo decir qué es lo que comunica? y aún más difícil, ¿cómo decir qué es lo que no

comunica?

Al formularme estas preguntas me siento a punto de caer por un abismo de paradojas, y

para aliviar un poco el vértigo, recurro a ¿Qué es metafísica? (1992) de Martín Heidegger. En

esta lección magistral, Heidegger plantea un interrogante metafísico: la pregunta por la nada. La

pregunta ¿qué es la nada? choca en sí misma. Solo el hecho de preguntarse por la nada la

convierte en algo, se vuelve una paradoja.

Por esto mismo, la forma en que el filósofo alemán plantea el interrogante me ayuda. No

habla sobre la metafísica, sino desde dentro de la misma. La pregunta que plantea no es ¿qué es

la nada?, sino ¿qué pasa con ella? No se trata de manifestar un cuestionamiento, se trata de

colocarse dentro del conflicto mismo.

Pues bien, precisamente para situar esto dentro de mi tesis es que me pregunto por la

música como medio y las mediaciones que desde allí se generan. Esa trama interior, lo que está
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antes de captarse, en el fondo (la quintaesencia), se puede traer a la luz, mostrando lo que

muestra en sí mismo. ¿Cómo?: realizando una reflexión.

El problema está en la verbalización de esta quintaesencia. La extracción de lo metafísico

al mundo se hace a través del verbo, de la filosofía, pero ¿es posible, o precisamente por

extraerlo deja de ser? Como pensaría Heidegger (1992), el problema de la filosofía no es la

verdad, sino el lenguaje. Por un lado, intento, a través de la reflexión filosófica, partiendo de

Adorno, poner en el plano físico, traer, poner a la vista, comunicar la música. Pero, partiendo

Heidegger (1992), pienso el interrogante desde la música misma - metamúsica. Y es a partir de

esto que justifico el producto final de esta tesis. Más allá de la producción escrita o verbal, está la

producción musical; la explicación de la música mediante la metamúsica, música sobre la

música. El interrogante dentro de lo interrogado.

5.4. Pregunta por la quintaesencia. Relación mente - cuerpo

Según Enoch y Fieser (2003), Empedocles, filósofo de Sicilia, afirmaba que el mundo se

componía de cuatro esencias: agua, tierra, fuego y aire. Sin embargo, para Aristóteles existía una

quinta esencia correspondiente a un elemento más sutil, invisible pero fundamental en la

composición del universo. Esa quintaesencia o elemento etéreo se encontraba más allá del plano

material, pero no por eso dejaba de ser precisamente lo esencial, lo más puro.

Tomando este concepto prestado del pensamiento griego, y volviendo al tema inicial, me

pregunto por lo que la música puede traer de la quintaesencia, del plano inmaterial al material:
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¿qué de lo que está en el plano metafísico, qué de la quintaesencia, se puede comunicar a través

de la música?

Para abordar este tema empiezo por preguntarme por la relación entre la quintaesencia y

lo tangible. Con el fin de emprender esta cuestión nos enmarcamos en el dualismo antropológico

de Descartes. Para él, hay una división entre la mente y el cuerpo, en donde lo que uno piensa es

igual a los actos conscientes del espíritu. La realidad, para Descartes no se encuentra en lo físico,

sino lo que está en los pensamientos.

Para explicar esto, tomo un ejemplo que Descartes (1642) presenta en su meditación

segunda de Meditaciones metafísicas. El filósofo, científico y matemático francés nos pone en

consideración una cosa común y sencilla: un trozo de cera que acaba de ser sacado de una

colmena. Si lo concebimos con nuestros sentidos percibiremos algo así: con la vista: vemos un

color que puede ser blanco, amarillo o incluso rojo, un tamaño determinado y una figura

compuesta por celdillas en forma de hexágonos; con la escucha: podemos golpear el material y

percibimos un sonido hueco, parecido al del plástico tal vez; con el olfato: sentimos un aroma

dulce, que nos recuerda a las flores de donde proviene el material; con el tacto: sentimos que es

duro y frío; y con el gusto: saboreamos un poco de la dulzura de la miel que contenía.

Tenemos una descripción y una percepción clara de lo que es este sencillo objeto. Ahora

supongamos que por algún motivo este trozo de cera pasa por el fuego ¿qué sucede? Todo lo que

percibimos inicialmente con nuestros sentidos cambia: con la vista, la sustancia pierde su forma

y su tamaño; con la escucha, ya no podemos golpear el trozo que teníamos y no podemos


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percibir su sonido, al menos no de la misma manera; con el olfato, su aroma floral se

desvanecerá; con el tacto, percibiremos algo líquido y caliente. No podríamos decir que esta cera

líquida no está compuesta por la misma sustancia original, pero sí podemos afirmar que la misma

cera permanece. Su esencia no ha cambiado; su estado, por intervención del agente externo

(calor) sí.

Nuestros sentidos, así como nuestra imaginación, son parte de nosotros, pero la parte

fundamental es aquella que es capaz de reconocer la esencia de las cosas a partir de una reflexión

sobre las mismas. Como humanos, al pensar en lo esencial que trasciende las condiciones

externas y el tiempo, es decir, aquello que se despliega mucho más allá de lo que es perceptible a

primera vista o a nuestros otros sentidos, ahí es cuando, para Descartes, en realidad existimos.

De ahí “cogito ergo sum”: pienso, luego existo.

De lo anterior que, si lo que pienso es más fiel a mi existencia que lo que encuentro en el

mundo material, el pensamiento se encuentra en un plano distinto. Sin embargo, este plano se

manifiesta en la conciencia del sujeto que se encuentra en el mundo material; es decir, aunque

haya planos distintos, no significa que estén separados; al contrario, estos confluyen, y de esta

manera somos.

Si detrás del humano, más allá de un mecanismo, debe haber pensamiento, lo que

comunicamos está empapado de este plano (del pensamiento). Sin embargo, no podemos negar

que la comunicación también se teje en el plano espacial, temporal, además de que depende de

las condiciones físicas que permiten que las palabras se escriban y se lean, o se digan y se
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escuchen. Es decir, la comunicación es aquello que me permite expresar las ideas que provienen

de la quintaesencia (incluyendo lo que pienso, lo que siento, lo que imagino, lo que creo y lo que

percibo) a través y dentro del plano material.

Con las ideas, como plantea Descartes (1642) en su meditación tercera, ocurre que, entre

el objeto y la idea, es decir, entre el referente y el significado, puede haber una gran diferencia.

Entre lo que es (por ahora dejemos a un lado la representación, el signo, la palabra) y lo que

entiendo hay un trecho en el que diversos factores pueden influir y distorsionar, o simplemente

significar. Por ejemplo, si nos basamos en nuestros sentidos, el sol parece diminuto, pero si lo

pensamos y tenemos en cuenta todo el pensamiento que ha rodeado a este objeto, entendemos

que es un cuerpo celeste mucho más grande que la tierra. Son dos ideas acerca de un mismo

objeto que son completamente opuestas dependiendo de la forma en que se interpreta (por los

sentidos o por la razón).

Ahora bien, eso es en términos de una sola persona. Si el objeto y la idea se ven desde un

punto de vista más amplio, desde la sociedad y tomando en cuenta la perspectiva del tiempo, el

mismo objeto puede traer la idea de infinidad de cosas: un dios, fertilidad, calor, energía, etc. Es

aquí donde la comunicación tiene un rol vital. Para poder convivir en comunidad, para que una

serie de sujetos compartan algo en común se necesita comunicación. Para que haya

comunicación se necesita un referente común, es aquí en donde entra el lenguaje.

Ahora sí, fijándonos en la representación, la comunicación toma las subjetividades, toma

las experiencias y los procesos cognitivos, psicológicos, estéticos, éticos, emocionales, todo
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aquello que no es innato, pues depende de una comunidad, y también toma esas percepciones

sensoriales privadas, y a partir de los universos de dos subjetividades distintas construye una

intersubjetividad y permite intercambios e interacción, tejiendo horizontes de sentido entre dos

personas. La comunicación es esa magia que permite que, sin importar la infinita multiplicidad

de ideas que puedo tener acerca de un objeto, o las abismales diferencias que pueden existir entre

mis ideas y las tuyas (acerca del mismo objeto), podamos establecer un signo que para los dos

tiene un referente común; una palabra, mediante la cual podemos compartir, dialogar y relacionar

nuestros conocimientos.

A pesar de que tomar un objeto, representarlo y crear una idea con base en una referencia

común es un ejercicio tan cotidiano, en realidad es algo tan complejo que, al unir las múltiples

percepciones mías con la infinidad de percepciones tuyas, es un proceso con sus propias brechas.

Para hacer esta idea un poco más clara, voy a tomar el ejemplo del escarabajo de Wittgenstein

(Investigaciones filosóficas, 1953), en el cual se le asigna a varios sujetos una caja. Se les dice

que dentro de sus cajas van a encontrar un escarabajo. Cada persona puede ver su caja, no

obstante, nadie puede ver las cajas de los otros, es decir, nadie sabe lo que hay en el interior de la

caja del otro. Puede que en la caja de mi vecino haya un escarabajo, o una mariposa, o una

piedra, o nada; sin embargo, para él eso será el escarabajo, y estará tan convencido como yo lo

estoy de que lo que tengo en mi caja es nada más que dicho insecto.

En analogía con las percepciones, cada sujeto tiene sus particulares sensaciones, si bien

estoy segura de que el otro tiene una determinada sensación, sea dolor, o regocijo, no puedo
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sentir la sensación del otro. Es en este punto dónde las brechas se amplían, pues se comprende el

referente, pero no es posible predicar de ello con el mismo criterio interno. He aquí un punto de

quiebre entre quintaesencia y comunicación a través del lenguaje.

Esa es la brecha que existe en la comunicación mediante el lenguaje, pero, la pregunta de

esta tesis es la de la comunicación mediante la música. Partiendo de la suposición de que la

música es capaz de comunicar ¿existen estas brechas también? Lo que sucede con la música es

que es algo que no cuenta con cajas, como las de Wittgenstein (1953); no se trata de una

comunicación referencial, no toma una cosa y la representa; la música expresa un concepto que

es mucho más amplio que las ideas que tú o yo podamos tener.

Para ser un poco más concreta, aunque existen investigaciones que afirman que cierto

modo o tonalidad o ritmo pueden comunicar determinado sentimiento de alegría o tristeza, no

puedo decir que una cierta combinación de elementos musicales represente una idea. Se trata de

algo un peldaño más arriba en el mundo metafísico, no expresa mi idea o tu idea acerca de algo,

sino que expresa una generalidad, que puede ser concebida de diversas maneras.

Se podría entender la comunicación a través de la música como un ejercicio contrapuesto,

pero trasversal, a la comunicación a través de las palabras. Las palabras traen un algo inmenso y

lo condensan en un signo enmarcado dentro de un espectro socio-cultural-temporal en una

comunidad; la música, en cambio, proviene de un algo inmenso, pero no lo condensa, sino que

teje nuestras intersubjetividades sin necesidad de la referencia. La música, en sí misma, trae un

infinito, que podemos percibir de cierta manera y en una limitada proporción, desde nuestra
30

experiencia, nuestros sentidos y nuestro razonamiento, cuyos límites humanos no se pueden

comparar de ninguna manera con la infinidad que rebasa nuestras capacidades. Y así como el

lenguaje se define a sí mismo, la música se puede pensar a sí misma desde la música, pero ¿sería

posible expresar conceptualmente lo que expresa la música?

5.5. Música como quintaesencia

Para resolver este interrogante volvemos a entrelazarnos con la filosofía y propongo

como referencia a Schopenhauer (2004), quien nos dice que, si fuera posible expresar

conceptualmente lo que la música expresa sin conceptos, se estaría llegando a la verdadera

filosofía. Para Schopenhauer (2004) la música es vista en una esfera aparte de las otras artes,

pues no es una copia o reproducción de una idea de la esencia del mundo. Para él, todas las artes

objetivan las ideas o voluntades de manera indirecta, valiéndose de las ideas, pero la música va

independiente del mundo fenomenológico, es decir, entiende la música dentro del contexto de su

metafísica.

El mundo fenomenológico es el mundo de las apariencias y las representaciones, pero

aparte de este mundo existe el "algo más", la "naturaleza interna": lo que Schopenhauer (2004)

caracteriza como "voluntad". Esta "voluntad" que está por encima del mundo de la experiencia,

como una supra-realidad, puede conocerse a través de la conciencia de nosotros mismos. Aquí

volvemos al dualismo que nos recuerda a Descartes, el cuerpo es un objeto entre todos los otros

objetos físicos, pero detrás de cada cuerpo hay un hombre con conciencia que revela que es un
31

individuo actuando bajo su propia "voluntad". Es decir, el cuerpo no es sino la representación de

la "voluntad" objetificada.

La "voluntad" se ve representada de varias maneras. Por un lado, se manifiesta en las

fuerzas invisibles como la gravedad y el magnetismo; por otra parte, se ve en las fuerzas de la

germinación y vegetación del mundo de las plantas; y finalmente se ve en las personalidades y

acciones del hombre. En este sentido, el mundo es a la par "voluntad" y representación. Esta

voluntad tiene varios grados en que se presenta, estos grados son llamados Ideas Platónicas por

Schopenhauer. Las Ideas Platónicas se encuentran por fuera de la esfera del conocimiento del

mundo de la experiencia, pero pueden convertirse en objeto de conocimiento a través de la

contemplación estética.

Schopenhauer organiza las artes en una jerarquía de acuerdo al grado de la Idea que cada

arte representa. La arquitectura es un arte de grado bajo, pues está atada a las fuerzas de

gravedad y rigidez; la pintura puede tener un grado más alto porque puede manifestar ideas de la

vida o del carácter y acciones humanas; la literatura tiene un grado aún más alto porque muestra

el progreso y el movimiento de acciones al tiempo que expresa pensamientos y emociones.

Muchos creen que para Schopenhauer la música está en lo más alto de esta jerarquía, pero

no es así. La música se encuentra por fuera, más allá, por encima de toda esta jerarquización, ya

que esta no es una copia o repetición de ninguna idea de la naturaleza del mundo, no copia la

idea, sino la "voluntad" de la misma idea. Por esto, la música penetra de una manera tan
32

poderosa, porque no se refiere a hablar de la sombra o el reflejo del mundo material, sino que es

en sí la esencia.

Para justificar la música como copia de la "voluntad", Alperson (1981) nos describe

cómo Schopenhauer presenta una serie de analogías entre la música y el mundo fenomenológico.

Esto lo justifica diciendo que la "voluntad" se objetiva tanto en las Ideas Platónicas, como en la

música, de formas muy distintas, por lo que no se puede buscar una sinonimia, sino una analogía.

Para realizar estas analogías, se refiere a tres características de la música: armonía, melodía y

ritmo.

La armonía refleja el grado de las ideas en que la "voluntad" se objetiva: así como el

sonido tiene un límite de lo audible, la materia tiene un límite desde donde empieza a percibirse,

límite que se marca desde el punto en el que hay forma y cualidad, es un punto en el que empieza

una fuerza igual de inexpresable que la música. Es decir, no hay materia sin "voluntad". Así

mismo, en la armonía se encuentran grados e intervalos, como en la naturaleza existen grados

que definen las especies o cosas del mundo orgánico e inorgánico. La estructura armónica

corresponde a la ley natural bajo la cual todo existe de acuerdo a su naturaleza, pero también

reconoce que existen desviaciones (como cuando hay una mezcla de dos especies), las cuales

compara con la disonancia musical.

La estructura melódica refleja la vida consciente del hombre. La organización de la

melodía tiene un antes y un después, así como el camino de la vida humana, permite tantas

posibilidades como la existencia y se conecta como un todo de principio a fin. Así mismo, la
33

desviación de los centros tonales se compara con la naturaleza humana de la satisfacción: una

vez la "voluntad" se alcanza, se cambia a una nueva, para, luego de alcanzarla, tener un nuevo

deseo y una nueva satisfacción. La melodía refleja la vida de la mente, no solo la intelectual, sino

que se puede comparar con cada agitación, movimiento, sentimiento, que son más que

abstracciones de la razón.

La estructura rítmica refleja algunas características del camino y las aspiraciones del

hombre. La felicidad ordinaria, por ejemplo, se compara con los pasajes cortos y rápidos, a los

cuales se llega y de los cuales se sale rápidamente. Los allegro maestoso en pasajes largos, con

desviaciones largas, reflejan otros esfuerzos que requieren más perseverancia, pues se dirigen

hacia una meta más grande. El ritmo de la música, se compara con el ritmo de la vida, tal vez con

la relatividad del tiempo que aún está por encima de nuestro entendimiento.

Estas analogías no implican que la música sea o provea una denotación particular de las

cosas en el mundo fenomenológico, porque, recordemos, para él la música no expresa el

fenómeno en sí, sino la naturaleza o la esencia misma del fenómeno: la quintaesencia.

Según Schopenhauer (2004), la universalidad pertenece únicamente a la música. La

música se presenta como una universalidad opuesta a los números, pues estos tienen una forma

universal de todos los objetos posibles, que se pueden aplicar a todos ellos, que no son abstractas

sino definidas y perceptibles, pero la música tiene la universalidad extraída, reproduce las

emociones más profundas sin necesidad de una referencia directa a la realidad:


34

“En ella no conocemos la copia, la reproducción de alguna idea del ser del

mundo: pero es un arte tan grande y magnífico, actúa tan poderosamente en lo

más íntimo del hombre, es ahí tan plena y profundamente comprendida por él, al

modo de un lenguaje universal cuya claridad supera incluso la del mundo

intuitivo, que con toda seguridad hemos de buscar en ella algo más que un

exercitium arithmeticae occultum nescientis se numerare animi2, tal y como

Leibniz la definió” (p. 153).

Según Bertos (2013), el filósofo y matemático Leibniz concibe la música dentro de una

estructura matemática: “La armonía matemática del universo se revela por ello de modo sensible

e inmediato a la percepción aún antes que a la razón” (p. 3). Es por esto que para Leibniz es

fundamental la armonización entre sensibilidad, intelecto y una visión integral de arte y ciencias.

ya que, según él, ese reflejo inconsciente de las proporciones matemáticas en la música es la

causa del efecto sensual de la misma.

Para Schopenhauer la música es mucho más que esto, no es un placer, no es la cuenta

inconsciente, es el todo en sí. Sin embargo, la relación entre la música y las matemáticas no tiene

que ser necesariamente contrapuesta, como las ideas de Schopenhauer y Leibniz, sino que, más

bien, es algo que tiene mucho más en común de lo que nos imaginamos.

2
[Un ejercicio oculto de la aritmética por parte de un espíritu que no sabe que está contando]
35

Leibniz no ha sido el único que ha encontrado fascinación por estas relaciones de

proporción. Desde otros ámbitos, aplicando estas mismas proporciones, otros científicos y

filósofos han encontrado relaciones. Kepler (1619), por ejemplo, se basó en la idea de la armonía

de los mundos para descubrir las leyes de los movimientos planetarios, al comparar la relación de

las velocidades angulares del afelio y perihelio3 de Saturno se dio cuenta que guardaba una

relación de cuatro a cinco (lo que equivale a una tercera mayor en armonía musical).

Al fijarse en estas relaciones en Marte encuentra una quinta y al observar a Júpiter

encuentra una tercera menor, de lo cual concluye que los movimientos celestes son un canto

continuo que no se percibe con el oído, sino con el intelecto. Pero, ¿desde dónde viene esta

fascinación por las proporciones en la música? Bueno, de hecho, se llaman relaciones de

proporción pitagóricas y ya voy a explicar por qué.

La música para los griegos no era simplemente un modo de entretenimiento para el

espíritu, sino que además representaba la complejidad y la unidad del universo y en el cual se

podía fundamentar la filosofía. De hecho, Bertos (2013), afirma que la Musiké abarcaba

gimnasia, danza, poesía, teatro y música. Según Betteo (2010), para los antiguos griegos la

música no solo era “aquello que suena, sino, ante todo, el paradigma mismo del ser, entendido

éste como armonía” (p. 30). Es decir, se estimaba profundamente la relación entre números, alma

y música, entendiendo que la ciencia y la música no solo estaban conectadas, sino que eran una

identidad en armonía.

3
Punto más lejano y punto más cercano de la órbita del cuerpo celeste alrededor del sol
36

Betteo (2010) nos cuenta cómo Pitágoras, por ejemplo, distinguía tres tipos de música:

instrumental, humana y mundana. Con la música humana e instrumental, este filósofo en su

papel de sanador, al tocar una cuerda con un plectro producía una vibración que vibraba en el

instrumento humano (por efecto de vibraciones simpáticas), y de esta manera usaba la música

como remedio de enfermedades que no entraban en el reino de lo pronunciable.

Dentro de su trabajo, Pitágoras, sin darse cuenta, reveló las bases tonales de la música

occidental. En un inicio, la afinación occidental que conocemos como diatónica (do, re, mi, fa,

sol, la, si), surgió por la afinación de la lira (mi, si, la mi). Al analizar las longitudes de las

cuerdas, Pitágoras le dio la valoración de proporciones numéricas. Entre mi y si hay una quinta, y

entre la y mi hay otra quinta. Estas dos quintas nos dan una octava dividida en dos intervalos de

cuarta. A partir de estas divisiones, logró encontrar la escala musical occidental: si de mi a si hay

una quinta y entre la y mi hay otra, entre cada uno de estos pares hay tres tonos.

Figura 1. Intervalos de quintas para encontrar la escala occidental. Ilustración por Sebastián Quigua.
37

Desde antes, se había descubierto que cierta combinación de notas generaba un efecto

placentero, mientras que otras combinaciones generaban desagrado. Sin embargo, antes de

Pitágoras, antes de un sistema que estableciera objetivamente una afinación, la armonía entre

ciertas notas era un misterio considerado una intervención del espíritu. Con sus descubrimientos,

que organizaron los sonidos desde los números, se encontró que las armonías se daban por

simples relaciones matemáticas.

Al pasar por una herrería, Pitágoras escuchó martillos golpeando el hierro. Cuando

sonaban al tiempo, algunos martillazos sonaban armónicamente, pero la combinación de otros,

no resonaba. Al analizar los martillos descubrió que aquellos que tenían una combinación de

sonidos armónicos simplemente tenían una relación en sus proporciones: uno tenía la mitad del

peso del otro, el otro dos tercios y el otro tres cuartos. Si se tocaba un martillo que no tuviera una

relación simple con el peso de estos cuatro, se generaba disonancia.

Esto que Pitágoras descubrió allí, fue la proporción de los armónicos y es algo que,

atrevidamente, llamaría una verdad. Si se interrumpe la vibración de una cuerda al tocarla

suavemente en la mitad, se puede escuchar una octava arriba el mismo sonido, es decir, el

armónico de la nota base; si se interrumpe en un tercio o un cuarto se obtienen otros armónicos.

Si se toca un do en un piano, resonarán sus octavas sus cuartas y sus quintas (fa y sol), pero otra

nota, por ejemplo, un fa sostenido, no sonará, porque no se encuentra dentro de las proporciones

simples que descubrió Pitágoras.


38

5.6. Poder expresivo de la música

La música, por su propia naturaleza, es música, no palabras, no signos, no representaciones,

sino música. Es intraducible y se diferencia del lenguaje por eso. Sin embargo, sí es capaz de

expresar, solo que expresa sin conceptos concretos. La música no expresa una cosa, el sonido no

es la representación de un objeto o de una sensación, pero sí es la cosa… pero es que ¿acaso el

lenguaje es la imitación del objeto o de la sensación? ¿no es arbitrario?

El signo lingüístico es comparable a la música, esta no necesita referencia a algo por

fuera de ella misma para sostenerse, es ella en sí misma… y ahí está la definición saussureana

del signo lingüístico. El signo no necesita un referente en el acto de significación, se basta a sí

mismo porque es lo que todos los otros signos no son. La diferencia entre el signo y la música

reside en que esta no es algo, no se refiere a una cosa por lo que es o no es; todo lo contrario, en

la música no hay una referencia.

Los argumentos que acabo de presentar los dos párrafos anteriores corresponden

únicamente a un punto de vista. Pero siempre existe el otro lado de la dicotomía. Barenboim

(1992), por ejemplo, nos dice:

“La música no solo expresa las emociones existentes en los seres

humanos, sino que es en sí misma una creación humana que pretende

imitar a la naturaleza en su más profundo sentido” (p. 201).


39

Se ve, entonces, la música como algo que efectivamente representa, imita, se

refiere a algo en la naturaleza. Pero, desde el punto de vista de Barenboim, la capacidad

expresiva de la música es inmensa, y es aún mayor que la capacidad expresiva de las

palabras.

Entonces, según este punto de vista, la música no solo se refiere a algo, sino que se

refiere a algo mucho mayor, que no es posible expresar mediante palabras. Llegamos de

nuevo al argumento de Schopenhauer. Al final, los dos argumentos coinciden en una cosa:

la música, con o sin referencia concreta, expresa lo inefable.

5.7. Música como lenguaje

Dentro de los autores que se han dedicado a pensar la relación entre música y lenguaje, el

espectro es muy amplio y se pueden encontrar diversas posiciones. Por un lado, está la posición

en la que la música es intraducible, es opuesta al lenguaje articulado, no significa nada y es

precisamente por esto por lo que se diferencia del lenguaje. Este es el caso de uno de los más

grandes compositores del siglo XX, Igor Stravinsky, quien, en sus escritos, como Poética de la

Música (1947), expresa que el fenómeno de la música es como el fenómeno de la especulación,

como una voluntad en un reino abstracto. Para él, la música tiene el propósito de dar un orden a

las cosas, prestando especial importancia a la relación con el tiempo. Los dos elementos que

requiere la música son el sonido y el tiempo.

A diferencia de las artes plásticas y visuales, que son artes espaciales (se presentan como
40

un objeto en el espacio), la música es un arte cronológico. Es verdad que el tiempo también

influye en la percepción de las artes visuales, porque encontramos detalles, porque las

apreciamos de maneras distintas, porque nosotros mismos nos transformamos y entendemos el

mundo de otra manera; pero, si se deja el objeto, congelado en el tiempo, sigue existiendo la

totalidad del mismo. Con la música, en cambio, el tiempo, su paso y la organización de los

sonidos en el tiempo son fundamentales, y para él esto es lo esencial de la música.

Es así como para Stravinsky la música, más allá de los efectos que produce en las

sensibilidades de las personas, tiene un propósito que está más ligado a la conciencia del

presente, del orden, de la coordinación entre el hombre y el tiempo. En su autobiografía (1962),

incluso expresa claramente que la música no es capaz de expresar nada:

“Considero que la música es, por su propia naturaleza, esencialmente

incapaz de expresar cualquier cosa, ya sea un sentimiento, una actitud

mental, un estado de ánimo psicológico, un fenómeno de la naturaleza, etc.

[...] La expresión nunca ha sido una propiedad inherente de la música. Ese no

es el propósito de su existencia” (p. 53).

Si nos da la impresión de que la música está expresando algo es, según Stravinsky

(1962), porque hemos adoptado ese hábito de relacionar y darle significado a nuestra vida y lo

que nos rodea, pero no hemos llegado hasta la profunda reflexión en que entendemos que lo

esencial de la música no es comunicar ni expresar. De la misma forma, según él es imposible


41

definir la dialéctica musical valiéndonos de la dialéctica verbal. Son dos naturalezas totalmente

aparte.

Leer estas palabras del compositor del Pájaro de fuego y de La consagración de la

primavera parece inverosímil, cuando al escuchar sus propias obras es inevitable sentir su

profunda expresividad. Sus obras expresan, comunican e incitan, pero, dentro del espectro

comunicativo en el que nos encontramos en este punto, hay que tener en cuenta que la música es

opuesta al lenguaje articulado. Sin embargo, lo que hay dentro de cada obra es mucho más que la

relación entre el sonido y el tiempo, así como en el lenguaje escrito lo que hay trasciende al

tiempo de lectura o escritura; claramente, es fundamental, sin tiempo no hay nada más que un

vistazo de un todo mucho más amplio, pero el tiempo es tan solo una variable que no es la

esencial. Las palabras, los fonemas, el sonido, el medio físico no son nada sin el tiempo, pero

aún con el medio y el tiempo, las variables que hay que considerar para extraer la esencia, ya sea

de dialéctica verbal o de dialéctica musical, son mucho más profundas.

Dentro de este extremo del espectro también se encuentra Roman Jakobson, filólogo

ruso. Jakobson (1956) fue quien argumentó que el lenguaje tiene seis funciones: la expresiva o

emotiva (emociones y actitudes), la conativa (efecto que produce), la referencial (orientación en

los contextos), la fática (contacto y relación), la metalingüística (identificación del código) y la

poética (“relación del mensaje consigo mismo”). Aunque Stravinsky y Jakobson están al mismo

lado del espectro en que la música no es comparable con el lenguaje, entre los dos se pueden dar

argumentos para contrarrestarse. Si para Stravinsky la música no tiene la función expresiva, hay

que examinar si puede tener alguna de las otras funciones propuestas por Jakobson.
42

Creo que todas se pueden encontrar en la música, pero este será tema para futuras

investigaciones. En la presente investigación tomaré el ejemplo de la función conativa y cómo

esta puede ser una de las funciones del lenguaje musical. ¿Cuál es el efecto del mensaje musical

en el destinatario? Para responder a este interrogante nos adentramos en la música como

mediación.

5.7. Música como medio o como mediación

La función principal de la comunicación es permitir el entramado entre sociedad y

cultura. Para que haya interacción entre los individuos de una sociedad, para que se dé el

intercambio cultural, es necesaria la comunicación; es decir, la sociedad se da a través de

interacciones, así como la cultura se materializa a través del intercambio social, y esta

interacción se da por los procesos de comunicación.

El sistema social y el sistema de comunicación están estrechamente relacionados. La

comunicación es parte de la estructura de la sociedad, por lo tanto, es agente en las dinámicas de

la misma y, de la misma forma, la sociedad afecta los procesos de comunicación. Existen

interdependencias entre la transformación de la comunicación pública y los cambios de la

sociedad. Sin embargo, a diferencia de las ciencias de la mente o las ciencias del

comportamiento, las ciencias de la comunicación no cuentan con una teoría de la producción

social de la información. Por esta razón, Manuel Martín Serrano en su Presentación de la Teoría

Social de la Comunicación (2004) da cuenta de las mutuas afectaciones entre estos sistemas, a
43

través del paradigma de la “Teoría Social de la Comunicación”.

Esta teoría cobra importancia debido a que se centra en un tema que repercute en toda la

sociedad. El devenir de una comunidad depende de las interacciones, de las confluencias y de las

bifurcaciones entre la persona y el todo, y entre la cultura y la sociedad. Ya sabemos que la

sociedad y su cultura tienen una relación, pero más allá de eso, estas dos conforman una entidad,

son inseparables. Hay una cohesión entre estos dos elementos, pero a la vez, pueden ser

analizados como procesos distintos que interactúan y dependen entre ellos. Según Martín

Serrano (2004), lo que permite que haya interacción y que se eleve un puente entre cultura y

sociedad son, precisamente, los procesos de comunicación, entre los que yo incluyo la

comunicación que se puede dar a través de otros medios, en este caso, la música.

Pasando a un plano más específico, algunas de las principales cuestiones que, para Martín

Serrano, se deben establecer como prioridad al construir una teoría acerca de la comunicación

son, entre otras: a) la diferencia entre la comunicación pública y otros tipos de comunicación

social; b) los tipos de sistemas comunicativos que han existido para gestionar la comunicación

pública; c) la integración de la producción y reproducción social y de la comunicación pública,

desde un plano histórico; d) las categorías, los métodos y las técnicas para investigar los

productos comunicativos e indagar su naturaleza y sus funciones, desde su dimensión de relato y

de cosa material; y e) el proceso que relaciona las transformaciones sociales con el cambio de las

visiones de la realidad.

Enfocando la Teoría Social de la Comunicación dentro del tema principal de esta tesis,
44

sin pretender encontrar una teoría social de la comunicación musical, podría transponer una

cuestión principal de esta teoría para ayudarme a responder mis propias preguntas: ¿cuál es la

relación entre la producción (o reproducción) musical y los movimientos sociales dentro del

plano histórico?, ¿cómo es esa relación entre las transformaciones de la producción o

reproducción musical (o artística en general) con el cambio de las visiones de la realidad?

Para analizar este tema tomo como base el concepto de estética, visto desde el punto de

vista del filósofo francés, profesor de política y estética, Jacques Rancière. Rancière, en su libro

Aisthesis (2011), aborda este tema desde diferentes corrientes artísticas, literatura, teatro, danza,

etc. El origen de la palabra estética viene del griego αἴσθησις [aísthesis], ‘sensación’,

‘sensibilidad’, e -ικά [-icá], ‘relativo a’. Es así como la Aisthesis es un régimen de identificación

del arte, es el modo mediante el cual se designan una variedad de producciones como

pertenecientes al arte. Pero esta designación no se da solo por condiciones materiales (como los

lugares de exposición, las formas de circulación y de producción y reproducción), sino que

incluye un factor de percepción, de emoción, de sensibilidad, a través del cual se clasifican estas

producciones dentro de esta esfera.

El arte es un mundo aparte, y es capaz de acoger objetos e ideas que se oponen a la idea

de lo “bello” precisamente porque el régimen de percepciones, sensaciones e interpretaciones se

altera, se reconstituye y se transforma con el paso de la historia. Las nuevas emergencias

artísticas obligan a modificar los paradigmas del arte y este se va redefiniendo con las

mutaciones de nuestros tejidos sensibles.


45

Para Rancière la escena no es el lugar en donde se ven plasmados los ideales, sino que se

trata de “una pequeña máquina óptica” que muestra las ideas y los pensamientos que configuran

los lazos que unen las sensibilidades, las percepciones y las ideas. Es a partir de la escena en

donde se constituye y se encuentra la comunidad sensible e intelectual que hace pensable lo que

él llama el “Régimen estético del arte”. Es decir, las transformaciones no son individuales, la

escena provee el espacio en que se entretejen las ideas que darán lugar a las metamorfosis en las

lógicas de percepción, afección y pensamiento.

Por esa relación recíproca de construcción sensible desde y reflejada en la escena, yo veo

la escena no solo como una máquina que refleja las ideas, sino como un espacio en donde se

entiende y se da rienda a la comunicación artística. La música, el arte en general, es inteligible,

tenga o no un referente; comunica, teje, moviliza y, no solo se encarga de transmitir, sino que

también es responsable de la creación de representaciones sociales, imaginarios y creencias, a

partir de las cuales se crean identidades, reconocimientos y se configura lo común, la comunidad,

la comunicación.

La correspondencia que se puede establecer entre el régimen estético del arte y la

pregunta por la relación entre la producción (o reproducción) musical y los movimientos sociales

dentro del plano histórico, tiene su base precisamente en este lugar que Rancière llama la escena.

Aquí es donde se manifiestan los pensamientos y se constituye lo que se considera como arte. La

escena es ese lugar en donde se evidencian cómo los cambios sociales e históricos cambian

también al público y cómo a partir de esto la música (o el arte, en general) va modificándose.

Pero no solo ocurre esto. En la escena se evidencia cómo el arte va configurando, a través del
46

tiempo, la sensibilidad y la percepción de la realidad de las personas. La relación entre los

cambios sociales y las transformaciones artísticas es recíproca.

Además de todo esto, el paradigma del arte desde el artista o el equipo artístico también

cambia. La obra musical no es únicamente de ellos o para ellos; una parte que fundamenta la

experiencia artística es el espectador. El espectador no solo escucha de manera pasiva, sino que

se involucra, percibe todo desde su propia experiencia y le da su significado. La experiencia de

cada sujeto, sus relaciones con el mundo cultural e histórico de su comunidad lo constituyen.

Desde esa individualidad, compuesta por la experiencia propia, se percibe de una u otra manera

el fenómeno musical y se generan unas u otras reacciones. Es así como llegamos a poder hablar

de la música como medio y el significado y la experiencia del espectador como mediación. Para

poder hablar de los conceptos de medio y mediación desde la música, continuaremos por aclarar

lo que significan estos en términos de comunicación

En La mediación de los medios de comunicación (1993), Manuel Martín Serrano se

propone hacer un análisis de la mediación al estudio concreto de los medios de comunicación de

masas. Para iniciar, propone que la sociedad tiene una estructura, es un sistema multidimensional

compuesto de subsistemas. El subsistema de comunicación hace parte de esa estructura social.

Como se decía en la Presentación de la Teoría Social de la Comunicación, la comunicación

pública hace parte del entramado de la historia social, cultura, técnica y científica de la

humanidad, y más que hacer parte, permite que este tejido se dé.

Los medios de comunicación de masas (MCM) intervienen en la elaboración de la


47

representación de lo que sucede en el entorno, y, por tanto, en el cambio social. Estos medios de

comunicación de masas relatan la realidad; en sus procesos se escogen la información, los datos

de referencia, la forma de presentarla, etc., en otras palabras, los MCM juegan un rol principal en

las operaciones de mediación de los sistemas de la sociedad.

Los MCM juegan su rol de tejedores de sistemas a partir de otros elementos y

condicionados por el resto de la sociedad. Es decir, la relación de los MCM y la sociedad es

recíproca. El hacer de los medios depende tanto funcionalmente como institucionalmente de los

cambios del entorno. Los medios identifican el cambio del entorno, trayendo consigo un tiempo

informativo que da cuenta del devenir socio-político. Del mismo modo, cada medio debe

identificar los cambios sociales y su rumbo, para ganarse cabida dentro de la posición social

deseada.

Los medios son los dispositivos estratégicos que permiten el funcionamiento de la

sociedad, pero también la producción y reproducción del sistema. Su juego de mediación se da

de dos maneras. La mediación puede ser estructural (ritualización) y puede ser cognitiva

(mitificación).

La mediación estructural es una mediatización de la realidad. A través de esta, los medios

alimentan las modalidades comunicativas de cada medio productor, construyendo la estructura

preestablecida. A través de los discursos construidos se ejerce un control sutil, simbólico, que

juega con la categoría de dominación. Los MCM moldean y controlan la realidad.


48

La mediación cognitiva toma los dispositivos de enculturación y de socialización para

lograr que el cambio sea aceptado en la realidad, en la concepción, del mundo de los

consumidores. Esta mediación provee los mitos, o las representaciones compartidas, y de esta

forma se desarrollan prácticas que refuerzan los ritos. Este papel de elemento regulador de los

modelos de representación del mundo, lo juegan los MCM.

Para Martín Serrano, el análisis de contenido o “métodos de análisis de las

representaciones del relato” (p. 9) permite ver los datos de referencia que aporta un producto

comunicativo, ya sea desde el punto de vista de las representaciones, o desde el punto de vista

material. Este análisis de las representaciones del relato puede diseñarse desde la mitificación o

desde la ritualización. Finalmente, puede realizarse un análisis de la participación del medio en

la selección del acontecer público. Es decir, cómo el medio establece qué es lo que queda en

boca de la sociedad, y lo que quedará en la historia.

La comunicación, y los medios de comunicación pública, dictan la realidad a nivel de la

estructura de la sociedad y de las mentes de los agentes de la misma. Si su papel es tan

importante, es fundamental darle prioridad al análisis de los contenidos que estos medios

difunden. De esta manera, se puede entender la construcción de la realidad y de la historia.

La música, como es usual, puede ser vista como uno de los contenidos difundidos por los

medios. Sin embargo, desde esta tesis se plantea como el medio en sí. La música comunica,

representa lo que sucede en el entorno, es agente del cambio social, es un subsistema clave en el

entramado social y, así como puede alimentar la producción y reproducción del sistema, tiene el
49

poder de cambiar y emancipar.

Pero la música por sí misma no es la que logra todo esto. Para que haya una repercusión

desde la música es fundamental la mediación: lo que la música incita, lo que la música hace

sentir, lo que transmite y comunica no depende únicamente de esta como medio, sino que

también se debe tener en cuenta el rol del espectador, de quien escucha.

Para adentrarnos en las mediaciones que puede producir la música, en lo que la música

puede comunicar y en lo que puede incitar en el receptor, vamos a irnos de la mano con Martha

Nussbaum (2001), quien toma un conjunto de distinciones conocidas en el ámbito de la literatura

y los traspone en el análisis de las emociones que suscita la música (p. 288). Las emociones que

despierta la música, según Nussbaum, dependen de una triada: 1. Las emociones del

lector/escuchante, 2. La intención de la música y 3. La identidad del compositor.

En primer lugar, las emociones del lector/escuchante se dividen en dos ámbitos: el

escuchante implícito en la obra y el escuchante en la vida real. El implícito es quien siente una

respuesta emocional dependiente de la música en sí, quien va siguiendo las subidas y bajadas

sonoras y las va asimilando e incorporando en su propia experiencia. El escuchante de la vida

real puede estar oyendo la música, pero también puede estar inmerso en su propia cotidianidad,

lo cual implica que su sentir no se enfoca en la música sino en sus propios altibajos. Dentro de

los escuchantes también se puede hacer una distinción por tres parámetros, hay unos que se

centran en el punto de vista de la música, hay otros que se identifican con algo que encuentran en

la música y los otros son los que están distraídos, que escuchan la música de fondo.
50

En segundo lugar, la intención de la música se refiere a las propiedades expresivas

específicamente musicales de la obra. Si el tempo es rápido y la tonalidad es mayor, es más

probable que la música transmita felicidad a que transmita tristeza; sin embargo, de todos los

ámbitos por los cuales se puede analizar la música, este es de los más susceptibles de crítica, ya

que la música no toma un concepto específico para referenciarlo a partir de notaciones

musicales. Es inteligible, pero no necesariamente tiene una referencia pre-existente.

En tercer lugar, la identidad del compositor puede verse desde dos perspectivas. Por un lado, está

el autor, en este caso será el compositor implícito, que es quien se presenta de cierta manera a

través de su música, situando ante el escuchante su propio sentido de la vida, con todas sus

emociones. Por otro lado, está el compositor en la vida real, que es mucho más complejo que lo

que puede plasmar en una de sus obras, está compuesto por un gran conjunto de cotidianidades y

emociones que no siempre quedan expuestas en su música.

Por otro lado, para entender las mediaciones que puede generar la música se debe

entender cómo se da la comunicación. En el artículo La eficacia comunicativa en la educación:

potenciando las emociones y el relato, Joan Ferrés (2017) expone una investigación realizada

entre 2014 y 2015 en la cual explora lo que diversos profesionales de la comunicación entienden

por el concepto de comunicación, y cómo afrontan el reto de interaccionar con las mentes de los

demás.

Utilizando los hallazgos de la neurociencia en torno al funcionamiento de la mente


51

humana, compara los puntos de vista de los diferentes grupos (profesores, publicistas, periodistas

y sacerdotes) frente a la comunicación y concluye con una propuesta comunicativa. Con los

resultados de la investigación, se evidenció que la comunicación se tiende a ver (en el caso de

esta investigación esta visión viene desde los educadores) desde una perspectiva unidireccional

de la comunicación, focalizada en la transmisión y en lo cognitivo, exclusivamente centrada en

lo reflexivo y lo racional. En contraste, los publicitarios ven la comunicación como un proceso

dialógico e interactivo e incorporan el factor emocional como prioritario.

De esta manera, los publicistas comprenden que la transmisión de un conocimiento y la

comprensión del mensaje son factores imprescindibles, pero son insuficientes en un proceso

comunicativo que busque adhesión. “De poco sirve que un cliente potencial conozca la Pepsi

Cola y comprenda su publicidad si lo que desea es tomar Coca Cola” (Ferrés, 2017. p. 57). La

compresión sola no basta, esta debe ir acompañada de la activación de una respuesta emocional

para ser efectiva.

Ferrés explica cómo, desde la neurociencia, se ha descubierto que la razón y la

conciencia no son los ejes fundamentales de la actividad mental. Cuando una persona sufre una

lesión que afecta su cerebro emocional, es incapaz de tomar decisiones adecuadas en términos de

eficacia y ética, sin importar que su capacidad de razonar esté intacta. Así mismo, se ha

descubierto que las respuestas inconscientes se dan antes que las conscientes y, por esto, las

primeras condicionan a las segundas. Para soportar este argumento, Maturana y Bloch (1998)

nos dicen que “Las emociones constituyen el fundamento de todo lo que hacemos, incluido el

razonar” (p. 137). El cerebro gestiona y filtra una multiplicidad de estímulos, y selecciona, para
52

llevar al nivel consciente, solo aquellos que representan una oportunidad o una amenaza, es

decir, aquellos que son emocionalmente competentes para el sujeto.

Ferrés referencia a Shell & Moussa (2007), afirmando que los mejores negociadores

dedican el 40% de su tiempo de preparación a buscar y gestionar los intereses de la otra parte. Es

en este aspecto en el que el educador debería evolucionar, “El amor y el deseo son motores de

acción y, en consecuencia, estímulos para el aprendizaje” (Ferrés, 2017). En otras palabras, la

escuela separa la mente del cuerpo, lo racional de lo emocional, lo abstracto de lo perceptivo y lo

consciente del inconsciente, y en esto subyace su mayor error.

Ferrés concluye que la eficacia comunicativa exige capacidad de gestión de la “central

energética” citando: «Una comunicación que atiende solo a lo cognitivo está condenada al

fracaso, porque el sistema límbico o cerebro emocional “es la central energética del cerebro”».

Tomando como base las proposiciones de Nussbaum y Ferrés, entendemos por qué la

música comunica. Es un medio que toma lo abstracto y lo transmite apelando a emociones muy

profundas. Sí, la música despierta emociones dependiendo de la triada de elementos propuesta

por Nussbaum; sin embargo, desde mi perspectiva personal, pienso que se deben tener en cuenta

otros aspectos.

Por un lado, para entender las mediaciones que produce la música es fundamental tener

en cuenta qué sucede con el que escucha. Los tipos de escuchantes, en mi opinión, son mucho

más variados; más allá del escuchante implícito en la obra o el escuchante en la vida real, y aún
53

más allá de los otros tres parámetros propuestos por la autora (concentración, identificación o

distracción), se debe tener en cuenta la experiencia específica que permite a una persona apreciar

la obra. No es lo mismo mostrarle una fuga de Bach a un estudiante de música que a un

estudiante de medicina. Esto no significa que no pueda conmover fibras más o menos profundas

en uno o en otro, o comunicar más o menos, pero sí que lo que el escuchante entiende, busca,

percibe, discrimina es muy diferente.

Desde mi perspectiva, se encuentran dos tipos más de escuchantes, es decir, podemos

hablar de cinco tipos: el desinteresado, el interesado, el que identifica, el músico y el compositor.

El primero, el desinteresado, se puede comparar con el distraído de Nussbaum, oye la música de

fondo, le puede despertar emociones, pero seguramente su concentración no está enfocada en la

música. El segundo, el interesado, es el que escucha la música con cuidado, sigue sus

transformaciones y las siente desde su propia perspectiva, se podría comparar con el concentrado

de Nussbaum. El tercero, el que identifica, es quien, después de estar interesado, extrae un

elemento de lo que la música comunica (el ritmo, la letra, el color, etc.) lo separa, lo identifica y

lo relaciona con una experiencia propia o conocida. Para el que identifica, la música puede ser un

medio de meditación, en el que puede conectarse, no tanto con lo que quiere decir el compositor,

sino con sí mismo; así es que deja fluir sus pensamientos como fluye la música. El cuarto, el

músico, tiene una capacidad mayor de concentrarse en elementos específicos de la música, la

puede entender desde una visión, tal vez, un poco más cercana a la del compositor y la puede

juzgar basado en sus parámetros. El músico no es necesariamente un estudiante de música, pero

sí una persona instruida en la parte teórica, histórica, social del asunto, lo cual puede hacer que

su visión, aunque más educada, puede estar limitada por la construcción de unos parámetros
54

técnicos sobre lo que debe ser la música. Finalmente, el compositor es quien se concentra

fácilmente en la música, entiende su estructura, extrae con facilidad sus elementos, tanto así que,

desde la música misma, o desde el silencio, la puede comprender y crear.

Del mismo modo, para entender las mediaciones que produce la música se debe entender

el proceso completo de comunicación, que en la música no tiene un emisor y un receptor, no es

un proceso lineal y tampoco es circular. La música definitivamente incluye prosumidores

(aquellos que reciben, pero que también son proactivos en el proceso de la comunicación).

Podríamos llamarlos escuchantes emancipados, haciendo referencia al espectador emancipado de

Jacques Rancière (2008) , que es aquél que tiene el poder de “traducir a su manera aquello que

él o ella percibe, de ligarlo a la aventura intelectual singular que los vuelve semejantes a

cualquier otro aun cuando esa aventura no se parece a ninguna otra” (p.23).

Además de que el oyente está jugando un papel fundamental en el proceso de

significación, hay que tener en cuenta que en la música se trata de mucho más que de quien

produce y quien recibe (sea o no agente). El punto en la música es que hay un actor extra: está

quien compone o escribe y quien escucha, pero también está la persona, o personas, que

interpretan la música. Creo que ni siquiera en el caso en que el autor y el intérprete sean el

mismo podríamos llegar a entenderlos de la misma manera siempre.

Cuando un músico encuentra una partitura, la lee, la analiza, la entiende y la interpreta.

La expresividad de cada intérprete es distinta y de esto depende totalmente lo que la música

comunique. Así como con los escuchantes, también propongo varios tipos de intérpretes. El
55

primero, el novato, es quien aún está concentrado en las especificidades técnicas de la música, su

concentración está en lo particular y no en la musicalidad ni en la expresividad; este puede

comunicar profundamente, hasta el punto en que se encuentra con un problema técnico e

interrumpe la música, cortando así el tren de comunicación. El segundo, el músico, es quien

sigue sin problema las reglas de tiempo y de movimiento dentro de la música, y puede

concentrarse en transmitir determinada emoción; si se topa con problemas técnicos, puede

reinterpretarlos para convertirlos en la obra misma. El tercero, el maestro, es quien entiende la

música, la siente, se puede identificar, la comprende desde su interior y desde su exterior, indaga

sobre lo que pudo haber pasado por la vida del compositor y puede, sin tropiezos técnicos,

expresar con amplitud lo que desee.

El intérprete se puede entregar a la música o puede quedarse pensando en las

tecnicidades, y esto define qué tanto puede expresar a través de ella. Para aclarar este punto, cito

a Milan Kundera (1967), quien, nos explica la profundidad de la maquinaria comunicativa de la

música en comparación con la del amor:

“La maquinaria sicológica y fisiológica del amor es tan complicada que en

determinada época de la vida el joven que se ve obligado a concentrarse casi

exclusivamente en aprender a manejarla y entonces se le escapa el verdadero

contenido del amor - la mujer a la que ama (de un modo similar al joven violinista

que no es capaz de concentrarse adecuadamente en el contenido de la pieza hasta

no haber dominado la técnica manual en la medida necesaria para dejar de pensar

en ella mientras toca)” (p. 39).


56

Ahora bien, hay que considerar que la música se interpreta, muchas veces, no por una

sola persona, sino por un conjunto. Esto también se debe tener en cuenta, pues si para cada

intérprete la experiencia es distinta, la amalgama de intenciones de un conjunto de músicos es

inmensa. Además, es fundamental entender la forma como el intérprete o el conjunto sienten o se

identifican con la música. No es lo mismo escuchar un conjunto de músicos colombianos

interpretando música europea o asiática, que música colombiana. Si todo el conjunto se identifica

o siente de una manera en común, puede haber mejor comunicación no solo entre ellos, sino

también entre ellos y el escuchante.

En la comunicación verbal a todos nos ha pasado que lo que más nos impresiona y más

entendemos sobre determinado mensaje no es tanto la idea o las palabras en sí, sino la forma de

transmitir la idea. Lo mismo sucede con la música. Con un proceso de comunicación en donde lo

que se puede entender depende de tantos factores, en donde cada persona, sea compositor,

intérprete y oyente, puede transmitir tantas emociones desde un abanico de identidades y en

donde cada uno agencia de cierta manera, se puede deducir que lo comunica la música es tan

privado, como amplio, tan individual, como impreciso.


57

6. ¿Y las nuevas investigaciones?

Ahora, teniendo en cuenta la teoría, pasamos a indagar sobre las últimas investigaciones.

¿qué nos dicen sobre la música, cómo se ha relacionado con la comunicación, qué se ha

investigado sobre la quintaesencia y su relación con la música y la comunicación? Para abordar

el estado del arte de estas investigaciones, me enfoco en tres ejes. Empiezo por exponer lo que se

ha investigado en los últimos años respecto al concepto de quintaesencia y su relación con la

música y lo físico (el cuerpo); de ahí, paso a indagar sobre la investigación de dualidad cuerpo-

mente y, finalmente, me pregunto sobre la relación entre música-comunicación

6.1 Quintaesencia y límites

6.1.1. La escucha del infinito.

La investigación realizada por Llorente, J. (2017) aborda el significado ontológico-

metafísico sobre la música desde una reflexión estética. Llorente examina esa tensión entre el

límite físico y la quintaescencia que alcanza la música desde tres perspectivas: la perspectiva de

Emmanuel Lévinas, filósofo y escritor lituano-judío; la de F. W. J. Schelling, filósofo alemán: y

la de Arthur Schopenhauer, filósofo alemán a quien ya nos hemos referido en la teoría.

Llorente empieza por afirmar que la naturaleza del ser (ontología) en relación con la

música ha sido desdeñada, aun cuando otras artes como la pintura, arquitectura o literatura sí son

estudiadas desde una perspectiva ontológica. Para ejemplificar este desdén cita a Adorno (2000):
58

«No han faltado intentos de “interrogar” al puro Ser de la música, es decir, intentos de

fundamentación de una ontología musical (…). Así, se ha querido extraer la esencia

musical de la constatación de que el espacio y el tiempo musicales forman un continuo

propio, absolutamente diferente del espacio y el tiempo empíricos, o también, lo que es

parecido, que la música es una lengua sui generis. Es característico de todas estas tesis

que permanezcan en la universalidad más exterior y vaga, sin obtener a través de la

precaución contra todo lo que les parece contingente y pasajero, la verdad apriorística que

pretenden (...) la actitud de la filosofía hacia la objetividad musical, es decir, el intento de

responder con el concepto a la pregunta del enigma, la que ella dirige al oyente, exige

determinar tales constelaciones hasta lo más interior (...). Sólo a través de todas esas

mediaciones, y no en la inmediatez de la pura pregunta por el Ser, puede acercarse el

pensamiento a lo que la música es» (pp. 72 y 74-75).

Es decir, la pregunta por el Ser desde la música no es suficiente, pues no se trata

únicamente de la universalidad exterior y vaga del medio (la música), sino que es a través de las

mediaciones (lo que se hace con la música) que se puede llegar a un acercamiento sobre lo que es

en realidad este arte.

Llorente, para contrarrestar esta visión de Adorno, afirma que existe un relativo

consensus que reconoce el hecho de que la música, entre todas las artes, es la que logra producir

con mayor intensidad una “agitación espiritual”, un efecto emocional, una afectación de la

subjetividad del receptor. Para poder estudiar esto es necesario no solo abordar el was de la
59

música (el qué es), sino el dass (su darse como acontecimiento). Es por esto que, Llorente

legitima la necesidad de abordar la música desde una consideración ontológica-filosófica.

Antes de exponer las reflexiones ontológicas sobre la música propuesta por los tres

pensadores (Schelling, Schopenhauer y Lévinas), el autor pone un pie de página, refiriéndose a la

posición de Eugenio Trías para comprender la naturaleza de la relación entre música y ontología.

Eugenio trías, un filósofo español que murió en el 2013, reflexiona sobre el concepto de límite,

esa frontera entre lo que se puede manifestar y lo que no se puede manifestar como fenómeno.

Para referirse al límite, con respecto a la música, Trías (2007) explica:

«Tales de Mileto, en los orígenes de la filosofía, decía: “Todo está poblado de dioses”

[…]. Todo está poblado, en efecto, de un entorno ambiental que constituye el ámbito de

la foné en la radical y originaria indistinción de sonido y ruido, sobre la cual tendrá lugar

la indistinción musical: la que promueve el trazado de un Límite que determina lo

indeterminado, ápeiron, o que establece sobre el continuum una posible determinación

(péras)» (pp. 907-908 y 912).

Así, Trías propone una frontera entre lo que es indistinguible como música y lo que

puede dar una posible determinación de esta. Encuentra que sí hay una manera de distinguir la

dialéctica de lo continuo y lo discreto, de lo indeterminado o lo determinable, ápeiron o péras.

Es decir, propone que sí existe un horizonte ontológico de la música, horizonte que nos
60

proponemos dilucidar en esta investigación, pero no desde la pregunta por el ser de la música,

sino más desde la capacidad comunicativa de la música.

Para continuar con las reflexiones no-horizontales sobre la música, Llorente (2017) inicia

por exponer la perspectiva de Schelling. En primera instancia Schelling (1856-1861) da a la

música el sentido metafísico, advirtiendo así una relación entre filosofía y música. Para ello

introduce un primer elemento, el sonido, tomándolo como el soporte material de la música, como

el medio para erigir la configuración de lo infinito a lo finito, atribuyendo así una identidad de lo

absoluto. Por otra parte, alude a la música como ese detonante que permite el vínculo metafísico

entre lo único y lo múltiple, entre lo indeterminado y lo finito.

Enseguida introduce un segundo elemento, el ritmo, al cual dota con una facultad

especial, pues es el elemento constituyente a partir del cual se logra la transconfiguración de lo

infinito a lo finito. Definiéndolo como “… distribución periódica de lo homogéneo en virtud de

lo cual lo uniforme llega a estar conectado con la multiplicidad y, por lo tanto, la unidad con la

pluralidad” (Schelling, p. 492). Ante lo cual afirma que el ritmo permite la transformación de una

sucesión sin significado a una sucesión significativa, la configuración de lo inefable. Así mismo,

es por medio del ritmo que el todo adquiere en sí mismo el tiempo, apartándose del yugo que le

impone el tiempo ordinario. Así pues, la música es en sí un lenguaje despojado de todo concepto:

ella no admite reflexión, pues en ella está implícito el concepto, mientras que la música goza de

ser un lenguaje a-conceptual.


61

Por otro lado, Schopenhauer (2004) presenta la música como la expresión de una especial

reproducción, la cual no provee conocimiento basado en otro conocimiento ni se trata de emular

un modelo; se trata de la trascendencia ante los fenómenos del mundo empírico, para así llegar a

ser perceptible pese a ser un evento intangible e indeterminado.

Para Schopenhauer (2004) la música es particular en sí misma, debido a que no imita

fenómenos, ni hace una objetivación del deseo; por el contrario, es una colindante copia del

deseo mismo, de la voluntad, encarnando lo intangible del mundo, ante lo cual afirma que el

mundo es música transformada en cuerpo o voluntad traducida en cuerpo. La música es

autosuficiente del mundo de los fenómenos, es por esta razón que tiene la facultad de trascender

las ideas y por encima de ello, existir aún sin contemplar el mundo fenoménico, razón por la cual

se halla por encima de las demás artes, pues ellas son dependientes al mundo.

Finalmente, para Lévinas (1987) la música es absoluta, pero en un sentido distinto al que

le da Schelling. Lévinas no la propone como un arte que vincula lo finito y lo infinito, sino que la

música está separada de todas las cosas finitas. Es algo que il y a (hay). Es decir, se ubica como

un evento puro del Ser, impersonal, anónimo precedente a la aparición de lo concreto.

Para Lévinas la música, la sonoridad, representa ese Leib (entidad corporal propia no

objetivable) sin necesidad de que exista el Körper (realidad física, cuerpos singularizados) (estos

dos términos los exploraremos más adelante, cuando hablemos de tango y corporeidad). El

sonido es una cualidad desvinculada del objeto, es un “hay” pre cósmico, que supera lo que se
62

ve, que supera incluso el estímulo sónico y que trasciende hasta tocar las fibras de la estética y

reordenarla de una manera totalmente distinta a como lo harían, por ejemplo, las artes visuales.

Las tres perspectivas nos permiten ver esa singularidad estética, filosófica,

epistemológica y ontológica de la música. Para los tres autores, aunque de maneras distintas, la

música es algo que está en el campo de la quintaesencia. Para uno la música se puede ver como

algo que va desde lo más infinito, hasta lo más finito, pero el hecho de que para Schelling esta

relación se pueda ver en forma de espiral, no quiere decir que no se pueda comparar con ese

mismo carácter volitivo y desmarcado del discurso conceptual que establece Schopenhauer para

la música, y tampoco con lo que dice Lévinas, porque aunque la música, para él, no se puede ver

como algo que une lo finito y lo infinito, no significa que en algún punto de la espiral de

Schelling no nos encontremos con este espacio pre-cósmico en el que Lévinas sitúa a la música.

A diferencia de Llorente, pienso que las tres posturas no son opuestas, no se contradicen,

sino que se complementan. Son, cada una, matices de un mismo color, ese color que representa

el inefable e infinito carácter de la música. El ápeiron, eso ilimitado, indefinible, infinito es un

principio que se puede escuchar en la música, pero acaso ¿no es el principio de todo?

Bueno, para retomar el rumbo de esta investigación, recordamos la pregunta inicial ¿qué

de lo que está en la quintaesencia (ese infinito que definitivamente está en la música) logra la

misma música traer al plano en el que nos encontramos? ¿qué comunica la música? ¿qué puede

revelar la música del ápeiron en nuestro péras, en nuestra realidad física, corpórea y limitada?
63

6.1.2. Devenir en corporalidad

Para entrar a hablar sobre la corporeidad, voy a empezar por Rueda, J. (2013) , quien,

en su tesis de maestría en investigación social interdisciplinaria de la Universidad Distrital

Francisco José de Caldas, investiga sobre el devenir, la subjetivación y el acontecimiento en

corporalidades de profesionales en cultura física y educación física.

La relación que el autor estudia es la del cuerpo y las formas de existir. Para él, el cuerpo

es mucho más que una simple máquina, no es algo que tenemos, sino que, dependiendo de

nuestra potencia, lo vamos construyendo. Esto puede sonar un poco cartesiano, sin embargo,

Rueda (2013) apunta hacia algo totalmente distinto. Para Rueda es a través del cuerpo que

superamos las imposiciones que son instituidas y naturalizadas por poderes hegemónicos y nos

construimos como sujetos.

La distinción entre cuerpo y alma es algo que, según él, es una milenaria división que se

ratifica por los dispositivos de poder de nuestra época. El autor afirma que el cuerpo no se tiene,

ni se es dueño del mismo. La corporalidad es nuestra forma de devenir en el mundo, nos

construimos corporalmente.

Las relaciones que Rueda establece en esta investigación se pueden comparar con la

relación entre la quintaesencia y lo físico. Se podría equiparar con nuestra comparación de la

siguiente manera: lo físico no se tiene, uno no es dueño del cuerpo ni de la materia. Lo material
64

es nuestra forma de devenir en el mundo. Y aquí podemos establecer una relación de contraste

directa con el planteamiento de Descartes (1980).

Tenemos, por el lado de Rueda, un planteamiento en el que lo corpóreo es la forma en

que acontecemos y nos construimos, y por el lado de Descartes, la idea de que el cuerpo es

secundario, y existimos es a partir de lo que pensamos.

¿Cuál de estas posiciones es la verdadera? Las dos posiciones se tratan de perspectivas, a

simple vista, distintas: una establece que la subjetivación se construye desde la corporalidad y la

otra que el sujeto es porque siente y piensa, y así su cuerpo es un receptáculo de sabores, olores,

etc. Pero al final, Rueda nos muestra que el cuerpo es capaz de manifestarse en contra de la

normalización a partir de la potencia de cada individuo. Es decir, es gracias a lo que piensa cada

persona que puede ser capaz de ir más allá de lo establecido y trascender el velo de lo instituido

para encontrarse como sujeto. ¿No les parece como si las dos posiciones siguen (aunque una

busque todo lo contrario) alimentando la dualidad entre cuerpo y mente?

6.2. Dualidad cuerpo-mente

6.2.1. ¿Eres un cuerpo con mente o una mente con cuerpo?

En una Ted Talk presentada por Alimardani, M. (2017), denominada “Are you a body

with a mind or a mind with a body?”, esta doctora en ingeniería y profesora de ciencias

cognitivas e inteligencia artificial hace un recorrido sobre toda la teoría que ha rondado a
65

partir de la pregunta: ¿Eres un cuerpo con mente o una mente con cuerpo? Alimardani empieza

por demostrar la relación complicada que hay entre nuestra conciencia o mente y nuestro cuerpo

con el experimento de la ilusión de la mano de goma .

En este experimento te muestran una mano de goma mientras cubren tu mano real por un

muro. Tu mano y la mano de goma son acariciadas por un pincel al mismo tiempo, pero,

recuerda, tú solo ves la mano de goma. Aunque eres consciente de que la mano de goma no es

tuya, eventualmente tu cerebro empieza a sentir como si sí fuera tuya y, de un momento a otro, le

pegan con un martillo a esta mano de goma.

¿Qué sucede? Sabes que no es tu mano, tu mano real no ha sufrido ningún daño, pero tú,

automáticamente te asustas, saltas, gritas o reaccionas de alguna manera. Este experimento ha

servido para mostrar la increíble plasticidad del cerebro, pero, al mismo tiempo, nos hace

preguntarnos ¿qué es lo que nos define, nuestra mente o nuestro cuerpo? Nuestros sentidos

pueden ser engañados fácilmente ¿Podría ser todo lo que percibimos una ilusión?

Para Descartes, incluso si lo que sintiéramos y percibiéramos se tratara de una ilusión o

un sueño, nuestra mente y pensamientos seguirán allí, y ahí se encuentra la base de nuestra

existencia; es por esto que se hace una división entre nuestra corporeidad separada de nuestra

mente y nuestra conciencia. Aquí se encuentra esa división entre cuerpo y mente, noción que ha

sido la base de muchas religiones para traer el concepto del espíritu y ver el cuerpo como un

caparazón pasajero.
66

La charla continúa con las formas en que diferentes filósofos han mostrado cómo es Dios

quien mueve el cuerpo, cómo la realidad física es una ilusión que existe solo por percepciones

mentales y, finalmente, muestra cómo la psicología y la neurociencia se han preocupado por la

separación entre cuerpo y mente. Para muchos científicos no hay una división entre mente y

cuerpo, de hecho, la neurociencia sugiere que la actividad cerebral está ligada a nuestro cuerpo y

percepciones y, entre ambas, forman nuestra conciencia. Lo que vemos y percibimos del mundo

nos va moldeando el cerebro y nuestra propia subjetividad. Algo como lo que Rueda (2013)

llamaría “imposiciones que son instituidas y naturalizadas”, solo que Rueda lo relaciona con las

instituciones que inyectan unas u otras ideas sobre lo que debe o no debe ser.

Volviendo a la charla Ted, Alimardani nos recuerda que los experimentos que juegan con

nuestro sentido de la realidad (como el de la mano de hule) nos demuestran que nuestro cuerpo y

lo que nos rodea son inseparables de nuestra conciencia y que, de ahí, la dualidad propuesta por

Descartes puede ser rebatida. Pero, hago aquí una acotación, ¿el experimento de la mano de

goma no nos demuestra todo lo contrario? ¿No hace que nos olvidemos de cuál es nuestro cuerpo

en realidad?, ¿acaso no nos demuestra que podemos separar nuestro cuerpo de lo que creemos

como nuestro cuerpo consciente?

La dualidad antropológica de Descartes (1980) sigue siendo rebatida por Alimardani con

el argumento de que si nos sentamos en una habitación no podemos en realidad pensar en nuestro

cuerpo como algo separado de nuestra mente, no es algo de lo que nos podamos separar, pero,

vuelvo a poner mi voz, ¿no es acaso eso lo que se logra con una buena meditación? ¿olvidarnos
67

de nuestros cuerpos? ¿o es acaso porque también logramos separarnos de nuestras mentes que

podemos llegar a un plano espiritual?

En fin, el video de la charla Ted termina mostrando cómo es de importante seguir

ahondando en las preguntas sobre mente-cuerpo, pues estamos en un momento en el que la

realidad apunta hacia tecnologías en las que estas preguntas pueden ser fundamentales (por

ejemplo, al hablar de las personas que tienen partes biónicas para mejorar su calidad de vida,

como es el caso de prótesis que no solo permiten un control intuitivo y una gran libertad de

movimientos, sino que también tienen sentido del tacto ). Nuestra realidad empieza a parecer

salida de ciencia ficción y, si se presta atención a estas preguntas que han estado rondando a los

humanos desde la antigüedad, podremos aportar a construir un futuro en donde podamos,

incluso, transferir nuestra conciencia, como en el futuro distópico que se muestra en la cinta

cinematográfica Chappie (2015).

Si seguimos así, podríamos terminar en una realidad en la que las máquinas, con una

buena selección humana de entradas (input) y unos algoritmos bien logrados, podrían hasta

componer música e imitar a genios artísticos, como Bach… Suena imposible, aunque ¡eso ya

existe!

6.2.2. Bach artificial

El 21 de marzo del 2019, Google lanzó el primer doodle (esos homenajes que hacen en

días especiales en su página de inicio y a partir de su logo) alimentado por una inteligencia
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artificial . Ese día, para conmemorar al compositor Johann Sebastian Bach, Google creó un

modelo de aprendizaje para máquinas que consiste en proveer a un sistema digital con muchos

ejemplos, en vez de darle reglas sobre cómo hacer algo (algo así como lo que para los humanos

sería la experiencia). El mismo sistema analiza los ejemplos y descubre patrones que después

puede imitar con naturalidad.

Esto es un avance que puede sonar totalmente normal dentro del desarrollo de

programación computacional. Ya sabemos que las máquinas pueden lograr un aprendizaje en

donde ellas mismas (con el input correcto) podrían superar las capacidades humanas; de hecho,

desde Asimov hasta Kubrick sabíamos que llegaría este día. Hoy, la inteligencia artificial, a

partir de datos llenos de alma, puede reproducir esa misma intención.

Con un análisis de 306 composiciones de Bach, el doodle de Google logra, mediante el

aprendizaje automático, detectar los patrones de un genio como Bach y armonizar una melodía

cualquiera propuesta por cualquier usuario. Además, ¿qué es lo mejor (o peor) ?, compone

(¿simula?) melodías bellísimas, al mejor estilo de Bach.

Claramente aún hay mucho por ajustar, pero, de cualquier manera, esto, más que susto, o

impresión, nos hace cuestionarnos sobre los límites de la inteligencia artificial. Si la máquina

logra abastecerse de suficiente información, ¿sería capaz de comunicar como lo haría un

humano? ¿qué comunicaría? ¿imitaría los motivos también? Pero ¿no se supone que lo que

pensamos, sentimos y comunicamos es infinito? ¿y si nuestro infinito es un conjunto infinito

mucho menor que otro conjunto de infinito (y así es, por allá está la quintaesencia) y nosotros
69

tenemos un input limitado puesto por otros seres que habitan en un conjunto de con un infinito

un poco más infinito?

En fin, esas son cuestiones que dan mucho para analizar. Por ahora, solo tengamos en

cuenta que una inteligencia artificial es capaz de imitar los patrones de composición de uno de

los mejores músicos de la historia. Ahora, ¿la máquina está trayendo algo de la quintaesencia, o

qué es lo que está comunicando? Son cuestiones por las que me preocuparé en futuras

investigaciones.

6.2.3. ¿La danza también es conocimiento sensible?

Dentro de la investigación reciente también hay personas que se han preguntado por lo

que otras artes pueden traer de la quintaesencia, aquello que les permite expresarse pero que no

puede ser traducido al reino de las palabras. Villa (2017), dentro de su tesis El tango como fuente

de conocimiento sensible , de la Maestría en estudios artísticos de la Universidad Distrital

Francisco José de Caldas, indaga sobre esas formas de conocimiento que trae la danza (del tango

en este caso) y cómo esta manifestación artística es también una producción simbólica y una

expresión cultural.

El tango estimula las cualidades de sensibilidad del mismo cuerpo, entendiendo el cuerpo

de una manera que desmitifica la mirada dualista, pues para Villa existe una reciprocidad,

entrecruzamiento, complementariedad y sobreposición entre cuerpo y alma. Es así como la danza

del tango es una fuente de conocimiento sensible, entendiendo este como el conocimiento de
70

experiencia, comprendiendo que, a partir de las experiencias significativas emanan del

movimiento de los cuerpos, podemos nutrirnos, formar nuestras subjetividades, relacionarnos

con otros y con el mundo, habitando y pensando la vida.

También se hace una importante diferenciación entre el cuerpo sensible y el cuerpo

sintiente. Según esta investigación de Villa, el cuerpo sensible es ese receptáculo de estímulos

sensoriales que podría ser esa máquina comparable a la descrita por Descartes: un cuerpo electro-

químico que se tiene. El cuerpo sintiente, por otra parte, es ese que no se tiene, sino que se es, se

vive, está permeado por la cultura y se puede definir solo si se toma en cuenta el sentido más

amplio del espacio y el punto histórico en el que se encuentra.

Esta investigación nos muestra un punto de encuentro entre baile y comunicación, y nos

trae dos conceptos que resultan muy útiles para pensarlos desde la música. Por un lado, está el

concepto de körper, que se refiere a la realidad física, al cuerpo, al objeto que puede ser visto y

tocado, y, por el otro lado, está el concepto de Leib, que es la realidad no objetivable pero que sí

es vivenciada, es decir, eso que expresa el tango que no se puede traducir a palabras.

Recordemos que estos dos conceptos ya habían sido abordados más arriba, cuando hablábamos

de Lévinas (1987) y cómo para él la música representa ese Leib (entidad corporal propia no

objetivable) sin necesidad de que exista el Körper (realidad física, cuerpos singularizados).

Tanto körper, como leib son dos conceptos que se pueden explorar desde esta tesis

también. Está lo físico, que son los objetos de la realidad que pueden ser percibidos con nuestros

sentidos y pueden ser traducidos en términos de lenguaje estándar. Esto es el plano opuesto al de
71

la quintaesencia, que puede ser llamado entonces: körper (no solo refiriéndose al cuerpo humano

sino a todos aquellos objetos que se pueden tocar (incluyendo el cuerpo del intérprete, los

instrumentos musicales y, hasta tal vez, el aire y las ondas que permiten que exista el sonido y la

música). Por el otro lado, está lo que expresa la música solo a través de la vivencia de la misma,

esa quintaesencia que solo ella trae: el leib de la música. También, en ese sentido, existiría el leib

del lenguaje, que trae la experiencia misma del habla, pero que, evidentemente, no emana de él,

sino que es eso que no se puede ver, no se puede tocar, pero sí se puede sentir y es expresable a

través de palabras, como el amor, la fe, etc.

Aquí nos haría falta el término de ese todo, ese aquello que no está dentro de lo que es

expresable por las palabras, ni por la danza, ni por la música, lo que no es conocimiento sensible,

que tal vez podría ser conocimiento a través de otros medios, o que tal vez nunca conoceremos

en esta vida. Aquello que los padres filósofos griegos llamaban Hyperuránion tópon, ese mundo

que está mucho más allá de la realidad sensible y las apariencias. En el Fedón, de los diálogos de

Platón (1871), dice que, “nuestra alma, antes de venir a animar nuestro cuerpo, existe como la

esencia misma; la esencia, es decir, lo que existe realmente” (p. 74). Ese mundo de las ideas está

estrechamente relacionado con lo que aquí llamo quintaesencia; es ese todo que supera el infinito

de la música, de las palabras o de cualquier medio.


72

6.3. Música y comunicación

6.3.1. Lo visual también reclama sonido

La música induce emociones de gran intensidad que son difíciles de generar a través de

otros medios. A través de características físicas o sensoriales de la música, como el tono, el

volumen, el tiempo, el modo, la armonía se pueden percibir emociones.

El Lic. Martín Barberena (2016), en su texto de cátedra El sonido en la narración

audiovisual, define los sonidos como ondas que se perciben auditivamente a través de un soporte

material (aire, agua, estructura ósea). Dentro de su texto cita a Juan Carlos Asinsten quien

establece que “para que haya sonido es preciso que un cuerpo material vibre, que haya un

soporte material que propague esas vibraciones y, por último, que las mismas sean capaces de

impresionar los nervios auditivos del oído” (Asinsten, 2015).

De la misma forma, se establece la relación entre los signos visuales y los signos sonoros.

Estos pueden crear un nuevo sentido al mezclarse, pero no siempre los dos están presentes. La

acusmática, por ejemplo, es lo que se escucha sin ver las fuentes sonoras, y el sonido solo es el

portador de un concepto.

En el lenguaje audiovisual la acusmatización trae consigo opciones narrativas en tres

aspectos: doblaje, ambientación musical y efectos sonoros. En el doblaje, por ejemplo, el

espectador asocia la voz del doblaje con el personaje y no puede admitir otra.
73

El texto de cátedra también aborda la historia del sonido. En el cine mudo, la proyección

se solía acompañar con un pianista o una orquesta que ejecutaban melodías acordes con las

escenas que se mostraban. En realidad, aunque las condiciones no permitieran juntar lo audio-

visual, se recurría a la música en vivo, pues con esta no solo se acompañaba la imagen, sino que

se significaba la escena. Más adelante se pudo trabajar el sonido desde la grabación y la

posproducción, lo que le permitió su merecido lugar integrado en el cine.

En el campo audiovisual, el sonido se puede analizar dependiendo de su posición

respecto a la imagen. Para Michel Chion (1993) hay tres zonas, que se intercomunican. El sonido

in es visible y sincrónico con la imagen, el sonido fuera de campo no se ve en la escena, pero sí

es diegético (hace parte de la historia narrada) y el sonido off no se ve localizado dentro de la

imagen y tampoco hace parte de la historia. Por fuera de este círculo también se encuentran el

sonido territorio (ambiental), interno (físico y mental de personajes) y on the air (se presenta

retransmitido por radio, tv, etc.). Sin importar la zona o el tipo de sonido, lo cierto es que lo

visual reclama sonido: “el cine no nació mudo, nació con un reclamo de sonido. El cine mudo no

fue producto de una decisión de prescindir de la voz sino de una carencia técnica que desde un

inicio se trató de superar” (Díaz, 2011).


74

6.3.2. Música y lenguaje

Por otro lado, con base en la literatura en la cual se evidencia la importancia de las

emociones y de su interacción con otras funciones cognitivas, así como en los estudios que

buscan determinar los mecanismos cerebrales implicados en el procesamiento de la música y en

algunos estudios que señalan que en el cerebro música y lenguaje comparten ciertas áreas, la

tesis doctoral Efecto de la emoción inducida por la música sobre la comprensión de oraciones

busca averiguar cómo la música puede inducir ciertas emociones y cómo estas pueden afectar la

comprensión de oraciones, a nivel sintáctico y semántico.

Para llevar a cabo esta investigación, Sel (2012) realiza una revisión bibliográfica de la

música, como forma de comunicación, y sus características comunes con el lenguaje.; la

interacción entre emociones y cognición; algunos trabajos que evidencian el gran poder de la

música para generar emociones, describiendo aquellos mecanismos a través de los cuales la

música parece modular las emociones; teorías y modelos propuestos para explicar la

comprensión de las oraciones lingüísticas; y la técnica de los potenciales evento-relacionados,

especialmente sobre los índices de procesamiento semántico y sintáctico.

En cuanto a música y lenguaje, Sel resalta que el lenguaje y la música comparten

mecanismos cerebrales de procesamiento de la información semántica y sintáctica, pero aunque

existe “cierto grado de solapamiento entre música y lenguaje en el cerebro, este solapamiento no

es total, existiendo ciertas diferencias a nivel de procesamiento semántico de la información que

son necesarias considerar” (p. 5).


75

En cuanto al poder de la música para inducir emociones, se explica que la música induce

emociones de gran intensidad que son difíciles de generar a través de otros medios. Así mismo,

se expone que desde la psicología social esta relación se explica por las denominadas “7 Cs”:

contacto, cognición social, empatía social (en inglés, “co-empathy”), comunicación,

coordinación de movimientos, cooperación y cohesión.

Por el lado de la psicología cognitiva, se sugieren seis mecanismos para inducir

emociones a través de la música (Juslin y Vastfjall, 2008):

1. “Arousal” o activación: al poner un estímulo musical, el sujeto percibe una situación

novedosa y, por lo tanto, se genera una activación emocional indefinida.

2. En función a las expectativas del individuo: el orden en que se presenta la información

musical puede coincidir (o no) con las expectativas adquiridas a través del proceso

normal de desarrollo dentro de una cultura. Así, la música disonante se percibe de

manera negativa, y la música consonante (coincide con las expectativas) produce

placer.

3. Contagio emocional: se perciben emociones a través de características físicas o

sensoriales de la música, como el tono, el volumen, el tiempo, el modo y la armonía.

Aquí es donde se centra mi tesis, en explorar cómo la música estimula y comunica


76

distintas emociones. A continuación, se presenta una tabla elaborada por Sel, en donde

se comparan diferentes características con emociones positivas o negativas:

Figura 2: Tabla que resume algunos de los trabajos que determinan los parámetros musicales más
relevantes en la percepción de la emoción musical. Elaborada por Sel, 2012.

4. Acondicionamiento emocional: Los fragmentos musicales (inicialmente neutros) se

asocian con estímulos emocionales. Al volver a escuchar una canción, se genera “un
77

estado de ánimo muy similar al estado de ánimo que provocó el estímulo emocional,

pero en ausencia de éste (Field y Moore, 2005; Hammerl y Fulcher, 2005)” (p. 22).

5. Memoria episódica: el fragmento musical induce un recuerdo que se asocia con una

emoción

6. Imaginería visual: la experiencia emocional se da por la combinación de la percepción

de la música y las imágenes.

6.4 Música, tecnologías y sensibilidad

Una exposición reciente que nos muestra cómo la música va cambiando las percepciones,

emociones y sensibilidades que, a la vez, evidencia la reciprocidad entre los cambios socio-

culturales y el arte, es Björk digital . Björk digital es un recorrido de 90 minutos por algunos de

los temas principales de Vulnicura, un álbum lanzado en 2015 por la cantautora, compositora y

productora islandesa Björk.

Björk se ha caracterizado siempre por estar a la vanguardia, eliminando las fronteras

entre la música, el arte y la tecnología. En este proyecto logró experimentar, junto a la audiencia,

una forma de música que pasa por la realidad virtual, tecnologías como el vídeo panorámico, el

sonido binaural, la realidad virtual 360°, las imágenes 3D o los mandos y cascos de realidad

virtual (RV).
78

Este trabajo de RV fue hecho en colaboración con grandes directores como Michel

Gondry (Eterno resplandor de una mente sin recuerdos, 2004), Spike Jonze (¿Quieres ser John

Malkovich?, 1999) y Andrew Thomas Huang, que son reconocidos en el mundo audiovisual por

trabajar con agrupaciones como Rolling Stones, Arcade Fire y Atoms for Peace,

respectivamente.

En el recorrido, el espectador experimenta no solo con los ojos, sino con todo el cuerpo,

se desconecta del mundo para sumergirse en una nueva realidad e interactuar con el universo

Björk. A través de las diferentes salas se narra la mutación que siente la artista tras una ruptura

amorosa que sufrió con el realizador audiovisual Matthew Barney, y la idea es que quien asista

puede llegar a conectarse con esas emociones por las que Björk pasó.

Un ejemplo que se podría comparar con lo que suscita Björk digital se encuentra en el

capítulo 6 de Aisthesis (2011): La danza de luz. En este, Rancière, filósofo francés a quien ya

habíamos mencionado en la parte teórica de esta tesis, analiza los cambios de paradigmas en el

arte a partir del baile de Loie Fuller, realizado en París en 1893. Inicia citando la opinión del

poeta y crítico francés Stéphane Mallarmé (2003-primera edición en 1893), quien celebra la

regeneración estética que se da con la danza de esta bailarina que se caracterizó por concentrarse

en los efectos visuales; utilizando tejidos que flotaban y luces multicolores.

Este nuevo tipo de “danza serpentina” trae consigo el escenario del rechazo al modelo

clásico de la belleza. “Lo serpentino es la destrucción de lo orgánico como modelo natural de lo

bello (…) El cuerpo se vale de un instrumento material para producir un medio sensible de
79

emoción que no se le asemeja en nada” (p.121).

Desde mi perspectiva, se pueden comparar los giros a lo bello en Björk digital y en La

danza de la luz. Utilizando los elementos serpentinos de la contemporaneidad, el cuerpo de Björk

se vale de instrumentos materiales (paisajes, texturas, telas) e instrumentos digitales (sonido

binaural, realidad virtual, etc.) para hacer una transición de sonoridades a los tejidos, pero no

solo a los tejidos físicos, sino a tejidos de luz, a tejidos que existen en esa realidad virtual y que

cualquier espectador, con las gafas RV y los mandos, es capaz de hilar.

Para Rancière la danza de Fuller “no es solo un arte, sino la ilustración de un nuevo

paradigma del arte; ya no es una danza, sino la interpretación de un arte inédito o, mejor, de una

nueva idea del arte”. En Björk digital, la música, la danza, el canto no son un arte, sino

exactamente eso que Rancière consideraba de la Danza de la luz. Björk digital representa una

nueva idea de lo que es el arte, partiendo de la indistinción, de la fusión de las artes, pero

incorporando las herramientas de las que puede valerse en el presente (el diseño gráfico, sonoro

y las nuevas tecnologías digitales) como parte de esta esfera.

Este es un ejemplo de cómo se transforman las condiciones materiales. El concierto ya no

se da en un auditorio, ni en un estadio, se da en cualquier lugar que cuente con los recursos

digitales necesarios. Este lugar puede ser un espacio dispuesto por una organización, la casa o el

colegio.

Así mismo, para hilar con nuestra pregunta que relaciona los cambios del arte y de la
80

sociedad, este tipo de ejemplos demuestran cómo se transforman las formas de producción y

reproducción del arte. En la actualidad, este ya no depende de una sola persona, es un proceso

que involucra muchas sensibilidades; no es solo una cantante, no es solo un artista, es también

todo el equipo encargado orquestar la producción de la experiencia inmersiva.

Pero no solo se transforman las condiciones materiales, sino que, como expresa Rancière,

se reconfiguran también las sensibilidades. Björk digital introduce a la esfera del arte musical

nuevos componentes que hasta ahora venían siendo instrumentos para entretenimiento, pero que,

seguramente, a este paso, se volverán inseparables.


81

7. Diseño metodológico

La metodología de esta investigación cualitativa se basa en dos técnicas distintas. En

primer lugar, se recurre a la auto etnografía, como método de auto examinación y de encuentro

entre el yo y la cultura. Posteriormente, se exponen entrevistas en profundidad y abiertas a ocho

músicos de distintas edades, trayectorias educativas y experiencias alrededor de la música.

Para justificar el uso de la auto etnografía, debo empezar por aclarar a qué me refiero con

ella. Parto de la etnografía, que se caracteriza porque recoge los hechos, los describe y los

interpreta bajo el “marco de interpretación” desde el que los propios actores dan y entienden el

sentido. Así es que, el fenómeno se analiza desde la perspectiva de quien lo vive, bajo el

contexto en el que se encuentra. Es como estudiar una palabra polisémica, dándole especial

importancia al sentido que tiene la palabra para el grupo que se observa y en el que el

investigador se involucra.

Dependiendo del contexto y del uso, una simple palabra puede significar cosas

completamente distintas. Esto mismo sucede con las señas, los símbolos, las historias, las

narrativas, los hechos, los fenómenos sociales, etc. Cada hecho puede ser entendido de manera

diferente dependiendo de quién lo viva, y lo fundamental de la etnografía es que busca

entenderlo desde el punto de vista de quien lo vivió.

Ahora bien, la auto etnografía hace lo mismo, solo que quien lo vive, lo narra y quien lo

estudia, es la misma persona. Algunos de los acercamientos auto etnográficos más comunes
82

comprenden la auto etnografía reflexiva, narrativa personal, auto-etnografía confesional, y

memorias auto-etnográficas (Ellis, 2004; Chang, 2008). En las aproximaciones anteriores, el

investigador es parte del estudio, ya sea porque es parte de esa comunidad estudiada, o porque el

análisis se basa en su propia vida y experiencias Esta investigación parte de mi propia

experiencia, pero pretende ir un poco más allá, ya que se compara con las experiencias y

percepciones de los ocho músicos entrevistados, para así, trascender del plano autobiográfico,

estableciendo un enlace entre lo personal y lo cultural (Ellis y Bochner citado en Chang, 2008).

En esta auto etnografía, que categorizo como auto narrativa musical, pretendo analizar mi

perspectiva sobre la música y sus alcances como medio de comunicación de la mano de piezas

musicales que, personalmente, siento que relacionan la narrativa con mi sensación sobre lo que la

música fue para mí en momentos específicos.

Aprovechando el privilegio protagonista de esta metodología, que permite expresar, sin el

riesgo (¿o con el riesgo?) de malinterpretar, mi propio devenir, me preguntaré por el qué y el

cuándo de la música, diferenciando las etapas musicales de mi vida, de forma que entienda

cronológicamente el sentido que le ha dado a mi vida este arte; analizo cómo mi propia identidad

se vio transformada y quiénes estuvieron a mi lado; y, finalmente, llego a concluir lo que la

música ha significado en mi vida.

El trabajo auto etnográfico me permite, como investigadora, no solo analizar mi propia

experiencia, sino que también constituye un método en el que pretendo abstraerme de mí misma,

para resignificar mi mirada y entenderme desde la distancia que debería tener cualquier otro tipo
83

de etnografía. Partiré de mi memoria, de diarios, de grabaciones y videos, de las narraciones de

quienes me acompañaron y, en su mayor parte, de las evocaciones actuales que evidenciarán mi

trasegar por la pista de las incertidumbres de la mano de la música.

Conviene, en este punto, recordar la etimología de etnografía. Este vocablo proviene del

griego étnos (ἔθνος), palabra que significa pueblo, y de grafía (-γραφία), voz que significa

tratado o escritura. Grafía proviene de la raíz “γραφειν” (grapheĭn) que significa describir. Desde

su propia base, la palabra indica que lo que se describe se tiene que conectar con el étnos, el

pueblo. Es por esto, que desde mi perspectiva intento conectar mis experiencias y sentires con lo

que podría significar la música para otras personas, observándolo desde un punto de vista un

poco, solo un poco, más general. Es a partir de esto que, al concluir con mi propio enfoque,

pasaremos a la segunda parte de la investigación: la perspectiva de la música que tienen otras

personas.

Para investigar la mirada que tienen otras personas sobre la música, y empezar a

vislumbrar los alcances comunicativos de la misma, se realizaron entrevistas abiertas a músicos

de distintas edades, que me nutren con sus sentires sobre este arte. Las entrevistas se llevaron a

cabo sobre las mismas bases de la auto etnografía, buscando una reflexión trascendente sobre lo

que la música significa para ellos y cómo se podría comparar con la comunicación, pero no

pretenden cubrir su perspectiva desde una narrativa cronológica.

En estas se indaga acerca de los alcances sensibles, mentales y físicos de la música desde

las perspectivas de ocho músicos distintos, y también se busca comprender su entendimiento de


84

la misma como medio para comunicarse. Para tal fin, las entrevistas abiertas se realizan en

parejas; de esa manera, se permite un diálogo entre dos personas y la entrevistadora, y se genera

un ambiente relajado, en el que se pueden expresar diversas opiniones.

Esta investigación es totalmente cualitativa, ya que a través de ella estudio el vivir, la

cotidianidad, las experiencias, las percepciones y, sobretodo, las emociones y sentimientos de los

músicos. Según Sampieri (2014), cada individuo, grupo o sistema social tiene una manera única

de ver el mundo y de entender situaciones, y es esto lo que se debe tratar de comprender

mediante la investigación cualitativa. Eso, es precisamente lo que busco, entender los puntos de

vista únicos de cada uno de estos músicos.

Los músicos que me ayudaron a llevar a cabo esta investigación son de distintas edades.

Me colaboraron dos niños, dos adolescentes, dos adultos jóvenes y dos adultos. De ellos, tres son

mujeres y cinco son hombres. La primera entrevista fue a Hannah y Juan Diego, niños de doce

años, estudiantes del IPARM (Instituto Pedagógico Arturo Ramírez Montúfar, colegio de la

Universidad Nacional de Colombia), institución en la que me encontraba trabajando durante el

2018, año en que recolecté la información. La segunda entrevista fue realizada a Carlos y Daniel

Sebastián, de quince y dieciséis años, respectivamente, estudiantes de la misma institución. La

tercera entrevista la realicé con la ayuda de Mariana, de veintiún años, y Daniel Alejandro, de

veinticinco años, viejos amigos del mundo de la música que actualmente estudian canto y piano,

respectivamente, en la Universidad Pedagógica Nacional. La última entrevista fue realizada a

Liz, una de mis maestras de violín del Conservatorio de música de la Universidad Nacional de
85

Colombia, y a Guillermo, su esposo, maestro de trompeta e integrante de la Orquesta

Filarmónica de Bogotá.

Aunque se planearon las mismas preguntas para todas las entrevistas, y con la salvedad

de que todas giraron en torno al tema de la música como medio y las mediaciones que genera en

ellos, cada entrevista fue muy diferente. Las preguntas abiertas y la posibilidad de diálogo entre

los sujetos hicieron de cada experiencia única. Especialmente, la entrevista a Liz y Guillermo,

fue muy abierta, en un entorno totalmente familiar y relajado, permitiendo la interacción de otros

tres sujetos (mi padre, mi madre y la hija de Liz y Guillermo, Johanna); por lo tanto, esta fue la

entrevista que más se desvió de las preguntas iniciales. A pesar de esto, todas las entrevistas

tienen puntos en común y permiten un análisis general que me ayuda a responder a mis objetivos

y que podrán ver plasmado en el producto final.

7.1. Producto comunicativo

El producto comunicativo final se realizó a partir de un análisis de las entrevistas y una

comparación con mi perspectiva (expuesta en la auto narrativa musical). De esta manera,

encontré los puntos en común y las diferentes opiniones de los nueve (los ocho sujetos

entrevistados y yo) acerca de cuatro ejes: el entorno musical de cada uno, qué es la música, lo

que comunica la música (los puntos de encuentro) y lo que no comunica la música (los puntos de

quiebre). Este producto consiste en una pieza musical con la sistematización de toda esta

información. Dicha pieza se visualiza en forma de partitura, pero también se puede leer y

escuchar su versión digital en la plataforma flat.io , sitio web que utilicé para la escritura de la
86

música. Escogí esta plataforma pues no solo permite la composición en línea, sino que ofrece la

posibilidad de compartir el producto con quien uno desee.

A continuación, encontrarán la auto etnografía o auto narrativa musical. Así la denomino

puesto que, como va de la mano de piezas musicales que, personalmente, relaciono con lo que la

música fue para mí en momentos específicos, pretendo que el lector pueda sentir un poco de lo

que yo recuerdo sobre esos momentos desde el plano musical. Por ese motivo, en diversas partes

de la narrativa, van a encontrar nombres de piezas musicales acompañadas del símbolo: ♫. Para

lograr el propósito y poder comunicar de forma musical, al tiempo que comunico con mis

palabras, les pido el favor de ir escuchando cada una de las piezas en los momentos indicados.

Muchas gracias.
87

8. Auto etnografía

8.1. Justificación

♫ Romance del diablo- Astor Piazzolla

Después de largas reflexiones y copiosas bifurcaciones, luego de bailar dilatadamente por

una amplia pista de incertidumbres, al recapitular un poco sobre mi vida y gracias a las

circunstancias en que me encuentro, atiné a vislumbrar que en mi vida, la mayoría del tiempo, he

estado galopando4 para cumplir con las obligaciones gravadas por la estructura invisible. De dos

años entré al jardín, y a los cuatro empecé a ir al colegio. A los siete entré al conservatorio, y mi

vida no tuvo respiro de ahí hasta que me gradué del colegio a los dieciséis. Apenas me gradué,

entré a la universidad, en donde no me preocupó tanto el hecho de detenerme a pensar en lo que

soy en esencia, o de indagar sobre lo que me interesaba, sino que simplemente me ocupé de

cumplir con los requisitos para poder graduarme y, finalmente… empezar a vivir.

Así, siempre con tantas ansias del futuro, siempre corriendo y sin detenerme al lado del

camino, pensando que la respuesta al sentido la iba a encontrar más adelante, al graduarme del

pregrado me di cuenta de varias cosas. Primero, me arrepentí profundamente de no haber

disfrutado con más tranquilidad mi tiempo en la universidad. La vida no estuvo adelante, nunca.

La vida siempre estuvo en el momento en que no me detenía a pensar en ella por estar pendiente

de un futuro prometedor. Tantas posibilidades que brinda la Universidad Nacional, desde el

ámbito cultural y social, hasta el académico, que no pude disfrutar tanto como me hubiera

4
Sí, galopando. No corriendo, porque ni siquiera eran mis piernas las que se apuraban. No era consciente de la
velocidad a la que el mundo me llevaba.
88

gustado, quedaron para siempre en una tangente imaginaria. Lo que sí fue, que fue mucho menos

de lo que tenía como posibilidad, quedó invariablemente en el pasado.

Segundo, ese futuro imaginario, prometedor, con la seguridad de un cartón, se volvió un

presente peor de incierto. En la Universidad al menos tenía trabajo fijo, trabajo que además era

mucho mejor pago que cualquiera que me ofrecieran recién graduada. En el ámbito laboral las

posibilidades eran profundamente deprimentes, y no solo por su paupérrimo reconocimiento

monetario, sino porque nada parecía llenar mis expectativas. Sin experiencia, sin ganas, sin la

satisfacción de haber disfrutado al máximo la universidad y sin nada más que el cartón empecé a

formar parte del sistema.

♫ Autum leaves -Yenne Lee plays 2004 Pepe Romero Jr.

Tercero, estaba ahí dentro, ahí estoy, en el sistema, en el que me nutre, me inspira y al

que aborrezco. Soy parte del mismo y no puedo negarlo, así como soy parte de una humanidad a

la que amo tan profundamente como la odio. Tengo tanta esperanza como desasosiego. Y este es

el punto en el que me encuentro. Pero, más allá de esas angustias, tengo que desadormecerme un

poco y preguntarme qué hacer. Si me dedico a seguir galopando seguramente seré un excelente

engranaje dentro de un mecanismo que obedece a un puñado, pero no quiero eso y me pregunto

¿realmente hay algo que pueda hacer?


89

Figura 3: fotografía tomada por Zea Cuervo- Rivera, Huila. Enero 2019

Para Adorno estar alienado está en las relaciones, pero para Heidegger (1992) la

alienación empieza en el propio ser. Cuando uno no se hace cargo de su propio existir, de su

propio modo de ser, va a estar irremediablemente alienado. En este caso, para empezar a

animarme, me basaré en la lógica de Heidegger, porque al final, para mí, ese es el mejor punto de

partida: uno. Para poder transformar el mundo en un lugar un poco más deseable quien debe

empezar a transformarse es uno.

Es así como llego a este día, con la idea de que el cambio, el que yo puedo hacer, por más

pequeño que sea, es no solo significativo, sino fundamental. Es a partir de mí que cambio mi
90

propio mundo, mis relaciones y, al final, mi existencia y mi sistema. El pensar sobre mi propio

ser, me permite reflexionar sobre mí misma y empezar a transformarme.

No digo que no siga bailando en la pista de las incertidumbres, espero no dejar de

hacerlo, tal vez mañana espere dejar de hacerlo, pero hoy, las abrazo, les agradezco porque ese

hecho de vivir dudando me ha llevado a este punto, en el que decido que voy a inquirir más por

lo que me hace sentir, por lo que me hace vivir, por lo que me ayuda a mutar y lo que para mí es

catarsis: hoy me pregunto por la música.

8.2. Música como consuelo

♫ Pedro Guerra y Jorge Drexler - Cuídame

La música ha estado presente en mi vida invariablemente, desde el vientre materno hasta

este mismo instante en que me encuentro escribiendo una tesis de maestría sobre el tema. Quiero

ser muy clara en que, si bien, las diversas apreciaciones y ópticas de la humanidad sobre la

música pueden coincidir en varios puntos en común, cada experiencia es única, así como cada

mente; lo que pasa por ella, cada forma de ver y de sentir la música, y cada quintaesencia es

íntima e irrepetible como la persona misma. Lo que se expone en esta investigación no pretende

llegar a verdades absolutas, ni generalizar mis apreciaciones. Estoy segura de que no hay dos

experiencias, apreciaciones y sensibilidades iguales; por eso, siendo una investigación sobre algo

tan absoluto e inefable, expongo mi perspectiva, y la de algunos otros, que me permitirá

vislumbrar un enlace entre lo personal y lo cultural, culminando con algunas conclusiones sobre

estas apreciaciones específicas sobre la música, pero, insisto, no pretendo llegar a absolutos.
91

Para mí, la música ha sido una constante. Se podría narrar mi vida desde la música y eso

es lo que, desde un esfuerzo sin ego y sin pretender eclipsar otras visiones, me dispongo a hacer

en este capítulo. Procuraré narrar de manera cronológica, y buscando llevar al lenguaje escrito

claro, lo que ha sido mi experiencia desde la música.

En 1996, cuando yo tenía cuatro años y mi hermano 8, la curtiembre de mis padres sufrió

una grave inundación. Para la época, la curtiembre representaba el lugar en donde transcurrían

las vidas de mis padres, de mi familia, y con la inundación no solo se dañaron los productos o la

infraestructura del edificio, sino que además se destruyeron las máquinas y se arruinaron

pequeños bienes materiales que significaba mucho para nosotros. Yo no comprendía muy bien la

magnitud del evento, no en términos objetivos, pero el hecho de haber perdido el caballito de

madera en el que nos balanceábamos, la monareta que nos había dejado mi abuelito, los

cuadernos del colegio, el tarro lleno de piquis, entre otras fortunas de niños, nos llenaba de una

tristeza tan abismal (sobre todo a mi hermano que era un poco más consciente de todas las

consecuencias que traía este hecho), que mis padres decidieron que debían buscar una alternativa

que nos alejara del desconsuelo.

Guiados por la sensibilidad y esa sabiduría profunda de padres, lograron encontrar una

opción bellísima: lo que nos salvó de la tristeza y nos dio descanso de esa aflicción que nos

oprimía no solo el ánimo, sino el alma, fue la música. La música nos consoló el alma.
92

8.3. Música como ámbito natural

♫ Mercedes Sosa - Duerme negrito

Por fortuna, mi mamá y mi papá siempre han sido grandes amantes de la música, han

sabido apreciarla con tal cariño que, bueno, miren lo que estoy escribiendo. La opción que

escogieron fue poner a mi hermano a estudiar música con un grupito de niños que iba a la casa

de un profesor que vivía a unas cuantas cuadras de nuestro apartamento.

Aunque yo era muy joven aún, el profesor aceptó que mi hermano fuera conmigo a las

clases y, con la ternura de un maestro sensible, inició a mi hermano en el estudio del piano, y a

mí me dio un acercamiento a la percusión. Recuerdo que tenía apenas cuatro años, siquiera

hablaba o caminaba bien, cuando ya estaba en un escenario, con un grupo de niños, tocando las

maracas de Yo me llamo cumbia (cumbia del cantante barranquillero Mario Gareña).

El profesor vio un gran talento en mi hermano5 y, por eso, con el aval (y gran orgullo) de

mis padres lo preparó para entrar al programa de básico del Conservatorio de Música de la

Universidad Nacional. Con tan solo nueve años, Sebas entró al Conservatorio, y yo, desde los

cinco años, empecé a acompañarlo a este lugar que aún me conmueve.

Como mis padres siempre han estado un eón más adelante, supieron encaminarme

también a mí, y desde esa misma época estimularon mi camino musical. Mi madre me dijo que

5
Hago un paréntesis aquí para resaltar la vital repercusión que ha tenido la presencia (o ausencia) de mi hermano en
mi vida. Como se habrán podido dar cuenta, la historia no habría empezado si no fuera por el gran talento de él, y,
algo que puedo afirmar con certeza es que soy quien soy hoy por él. Gracias, amor.
93

escogiera un instrumento, como se podrán imaginar, escogí el mismo que mi hermano. Mi

madre, en su sabia terquedad, me instó para que escogiera un instrumento que me gustara a mí,

no a mi hermano. Decidí que quería tocar violín.

Rápidamente, mis padres encontraron una profesora de violín, Eugenia Milanés, prima de

Pablo Milanés, mujer con gran sentido pedagógico, que me infundió una pasión por el violín

desde el primer acercamiento. Tengo el privilegio de decir que desde que tenía cinco años ya

sabía que amaba la música.

Al igual que mi hermano, me preparé para entrar a estudiar formalmente al Conservatorio

y, a los siete años, entré al programa de pre-básico. Mi primer maestro de violín fue Marcelino

Prats, un ser lleno de paciencia y amor, que se dedicaba a mostrarle a un grupo de niños de siete

y ocho años (y a sus padres), cómo se tocaba y se sentía el violín desde el Método Suzuki

(método de enseñanza musical creado por el violinista japonés Shinichi Suzuki (1978), el cual

incluye un aprendizaje colectivo, colaboración entre compañeros, docentes y padres, mucha

paciencia, aliento, retroalimentación positiva, cariño y repetición constante).

Desde entonces, mi vida dejó de centrarse en el colegio, en el barrio, en los amigos, en el

entretenimiento o en cualquier otra pieza de la vida que para otros niños fuera fundamental, y

pasó a girar completamente alrededor de la música. Durante esta época el acompañamiento de

los padres era vital y como mis padres, y mi hermano, es decir, toda mi familia, estaba englobada

dentro del mismo ámbito, para mí fue completamente natural.


94

Es desde este momento en el que puedo afirmar que mi vida se empezó a forjar alrededor

de una inteligencia específica y es donde acojo la visión de Gardner (1983), pues empiezo a

entender que la cognición humana es polifacética y que la mía, sea por suerte de haber dado con

una actividad que era naturalmente (genéticamente) apropiada para mí o por haber tenido mi

experiencia específica, es una inteligencia musical.

Figura 4: fotografía de álbum familiar- Bogotá, Colombia. 1997

8.4. Música como amor y nutrición

♫ Yo-Yo Ma & Bobby McFerrin - Air (Bach)

Después de dos años con el maestro Prats, pasé al programa de Básico del Conservatorio,

y, a partir de este punto, a los nueve años, empecé a estudiar con la maestra Liz García.

Curiosamente, por esas casualidades que si alguna vez tienen sentido será justo en el instante
95

final, Liz también fue maestra de violín de mi padre, cuando ella tenía quince y él treinta. Esta

cercanía con ella, desde un comienzo, me dispuso favorablemente para las clases.

Las clases que más recuerdo con Liz eran grupales. En la primera hora, nos dedicábamos

a jugar, a hacer estatuas con nuestros cuerpos, a sentir que estábamos hechos de plastilina, a

hacer máquinas de sonidos, a exhalar de una y otra manera, a ser conscientes de cada parte de

nuestro cuerpo, a bailar, a saltar, a actuar, a hacer videos y a meditar sobre nuestra respiración.

En la segunda hora, cada uno tocaba su programa y todos nos escuchábamos y comentábamos.

Ahora que lo pienso, esa segunda parte de la clase suena como una desazón en potencia, pero

nunca lo fue; ningún comentario era desalmado, claro, había pena y risa nerviosa, pero nunca

malas energías.

Una de las sesiones que más recuerdo fue cuando Liz nos llevó a todos sus estudiantes al

edificio de Física. Un profesor de esa facultad nos mostró experimentos con cuerdas y láminas

para explicarnos la forma en que funcionan las ondas de sonido. Aunque éramos muy jóvenes, y

no teníamos ni idea de ningún concepto de física, nunca nos pareció que el tema fuera difícil de

comprender. Luego de esa sesión nos dedicamos a tocar notas al aire, ejerciendo más o menos

presión, con más o menos volumen, concentrándonos en las vibraciones que la frotación del arco

producía en la cuerda, y sintiendo cómo estas se transportaban desde el cuerpo del violín hasta

nuestro cuello, nuestros brazos, nuestra cabeza y nuestro cuerpo entero.

Todas estas prácticas eran muy extrañas para los otros maestros y estudiantes del

Conservatorio. Usualmente ellos se enfocaban en el programa, se dedicaban a repetir y prestaban


96

poca importancia al resto del mundo y a la sensibilidad. A pesar de esto, muchos compañeros se

daban cuenta de lo divertido que era para nosotros y lo mucho que avanzábamos en términos de

ejecución del instrumento. La clase, que era en el auditorio Olav Roots, terminó llenándose de

estudiantes de otros maestros (obviamente Liz no tuvo ningún problema con recibir al mundo

entero, pues ella es una persona llena de alegría, amor y generosidad).

Para mí no era un proceso consciente, pero esa sensibilización me enamoraba, me

relajaba y me hacía crecer. A partir de esta relajación, e inspirada por el amor, tocar violín era

totalmente agradable y natural. Liz sabía perfectamente lo que hacía. Para mí era mágico, pero en

realidad no se trataba de un secreto, simplemente de una maestra de música que comprendía que

la música encarna la complejidad del universo (y la nuestra); una complejidad que también existe

en los niños y que, por eso, si se explica a través de experiencias reales, conectadas con los

intereses de cada uno, es comprensible desde edades muy tempranas. Liz entendió, así como

griegos antiguos, que la música no es solo la organización de sonidos, sino que se refiere a toda

la armonía del ser (Betteo, 2010); los niños también podíamos entender que el conocimiento no

está segmentado y que la música, los números, la ciencia y las artes son una identidad en

armonía.

8.5. Desencanto

♫ Cande Buasso/Paulo Carrizo - Barro tal vez (Luis Alberto Spinetta)


97

Hasta el momento he narrado mi experiencia únicamente con mis maestros titulares de

violín, pero debo aclarar que todo el tiempo que transcurrí en el conservatorio, a parte de la

materia del instrumento, veía simultáneamente una materia de lecto-escritura y un conjunto.

En lecto escritura empecé con la maestra Rocha. Ella fue otro personaje que, dentro de

una estructura de entendimiento de la música tan precisa, me hizo enamorar de las minucias, de

la importancia del tiempo, de la secuencia, de la coordinación, de la afinación. Tenía la suficiente

paciencia para enseñar calmadamente a un grupo de 15 niños de siete años, cómo leer, cantar,

escribir música en partituras.

Al cumplir algunos años en el programa básico, me cambiaron de maestra titular de

violín. Esta vez, quien me acogió en sus fuertes brazos rusos fue Antonia Kapitanova. Con ella,

el proceso fue distinto. Para ella la técnica era vital. La maestra Kapitanova era excelente

docente y violinista, pero justo aquí, con ella, la conjunción de momento y circunstancias me

llevó a tomar la determinación de que no quería seguir dándole toda mi vida a la música. Fue

como un descubrimiento copernicano, la vida no gira alrededor de la música.

Sentir que le había dedicado toda mi corta vida a salir del colegio, para ir a clases en el

conservatorio, para llegar a estudiar y dejar las tareas a medio hacer, para madrugar y repetirlo

todo, fue algo que me desencantó completamente. Durante mi niñez y adolescencia no me

dediqué a tener amigos, a salir al parque, a salir de rumba, a nada de eso que es tan normal. Yo,

en ese momento, añoraba lo normal. La música era maravillosa, pero no suplía las necesidades

sociales. Mi vida no podía estar tan enfrascada en una sola cosa.


98

Aunque la música me permitía comunicarme muy bien conmigo misma y con mis otros

amigos músicos, ni siquiera tenía la posibilidad de comunicarme con mis amigos del colegio, no

solo porque no tuviera el tiempo, sino porque no hablaban ese idioma. De nada me servía

expresar tanto, si a quienes quería hablar no entendían. Por eso mis relaciones en el colegio

siempre fueron con aquellas personas interesadas en la música: el guitarrista, la cantante, la

baterista, el niño del coro; realmente, no era que me importara tanto relacionarme con el resto,

pero sí sentía una barrera que no me gustaba. Nussbaum (2001) propone que las emociones que

la música despierta dependen de tres factores: 1. Las emociones del lector/escuchante, 2. La

intención de la música y 3. La identidad del compositor. En este caso, mis compañeros del

colegio eran escuchantes que muy pocas veces estaban implícito en la obra. Para la mayoría, la

música era simplemente un acompañamiento de fondo a lo que estaba sucediendo. Para mí, como

escuchante o como intérprete, era muy diferente. Había, entonces, un ruido en la comunicación.

8.6. Desdén

♫ Daughter - Landfill

A los 16 años, cuando me iba a graduar del colegio, cuando ya tenía listo mi examen

específico para presentarme al programa de pregrado de violín del Conservatorio, cuando ya me

había inscrito, cuando ya todos mis profesores y mi familia estaban seguros de que me iba a

dedicar a la música, en ese momento, al borde del paso en el que consagraba mi vida a la música,

decidí terminar esa relación asfixiante.


99

Sentí que ese momento era como el “hable ahora o calle para siempre” y, con el dolor de

mis padres y la presión tan fuerte, encontré la valentía para cambiar el rumbo de mi vida. Abrí el

frasco y, al fin, después de 11 años de andar día tras día viviendo, sintiendo y pensando en la

música, me alcé y pude sentir el tiempo, el aire y la libertad que tanto anhelaba. Aún no entendía

que la carrera no es lo que define a una persona.

Al principio fue maravilloso. Tuve tiempo libre. Me salí de obrar en la línea en donde mis

capacidades brotaban y decidí dedicarme a la filología. Seguramente, por el ejemplo de mis

padres, también veía como natural el hecho de leer, o escribir, o aprender nuevos idiomas. El

lenguaje y la comunicación han sido algo que me ha interesado siempre y, aunque no fuera un

campo en el que tuviera una experiencia o dominio comparable al que tenía con la música, me

lancé a las letras.

Por dos años enteros ni siquiera abrí el estuche de mi violín.

Andando por los caminos de las letras, encontré que con la literatura y la poesía existía

una comunicación sublime, que, podía ser comparada, en cierto sentido, con la comunicación

que se logra a través de la música. Aunque todas ellas abarcan posibilidades comunicativas

infinita (dentro de lo que conocemos), hay una brecha porque ni la poesía, ni la literatura, ni la

música alcanzan a expresar la totalidad de lo que pasa por mi mente, o lo que existe más allá de

nuestros sentidos.
100

Figura 5: fotografía tomada por Zea Cuervo- Rivera, Huila. Enero 2019

8.7. Apertura

♫ Foo Fighters - Everlong (Acoustic)

Aunque estar lejos de la música (como intérprete) me rompía el corazón, al mismo

tiempo, me permitió abrirme a nuevos aspectos musicales a los que había sido absolutamente

reticente. Desde que entré al conservatorio (es decir, desde los 5) me dedicaba a escuchar

Mozart, Schumann, Bach, Beethoven, Chopin, Orff, Wagner… el mundo de la música que

conocía era absolutamente académico. En vez de escuchar La mega o Radioactiva o emisoras

populares, yo escuchaba la emisora de la Universidad Nacional; en vez de ir a bailar salsa,


101

vallenato o reggaetón (géneros que en esa época eran absolutamente insoportables para mí), iba a

conciertos de música clásica en el León de Greiff o en el Teatro Colón.

Debo admitir que, aunque el estar alejada de la “normalidad” me cansó a los 16, antes de

eso, era un motivo de orgullo para mí. Esa soberbia ciega no me permitía percibir otras

realidades que, aunque (en este caso) fueran normales o estuvieran dentro de lo popular, tienen

un gran valor. Y esto es algo que aún me encuentro admitiendo. Gracias a todo el proceso que

he vivido, he logrado comprender que un estándar no es la verdad, que un paradigma no es la

realidad y que, así como la lengua cambia y es el uso, no la regla, lo que la define y la

transforma, el rigor y las normas de cierto tipo de música no puede definir que otras músicas

sean o no buenas, valiosas, meritorias, estimables o, incluso, admirables.

Es hasta este año que he podido encontrar el valor del reggaetón.

Que una sinfonía tenga una armonía compleja y una interacción de diferentes melodías

con varios instrumentos, no la hace más o menos que una canción que usa cuatro acordes y no

está perfectamente afinada. El arte es mucho más que las fórmulas, se trata de eso. A los 18 años,

aproximadamente, me di cuenta de esto. La música no es sin emoción, y la emoción está mucho

más allá de los perfeccionismos. Me llevó mucho tiempo y una percepción alejada de la

academia musical entender la propuesta de Rancière (2011): la estética, o el régimen de

identificación del arte, es decir, lo que se clasifica como arte- música, no se da solo por

condiciones materiales (como los lugares de exposición, las formas de circulación y de

producción y reproducción), sino que es fundamental tener en cuenta el factor de percepción, de


102

emoción, de sensibilidad, pues la emoción es lo que hace que las producciones artísticas se

clasifiquen dentro de esta esfera.

8.8. Retorno

♫ Violin concerto- Philip Glass

Al superar la vana superioridad, fui volviendo a acercarme a la música desde otros

ámbitos. Eventualmente, por diversas circunstancias, fui invitada a tocar en Legends , una

banda de power metal. Sí, power metal. Cuando antes ni siquiera podía soportar la idea de

sonidos estruendosos. En fin, así fue como me reencontré con el violín.

Para muchos sonará absurdo, pero al volver a tocar mi violín sentí cómo le había dolido

que lo dejara de la forma en que lo hice. No me refiero a que el aspecto técnico de interpretación

fuera más complicado por la falta de práctica (obviamente era un factor fundamental en ese

sentimiento de “extraño”), sino que el acercamiento era raro. Así como yo había cambiado, ella

(mi violín) también; su voz había estado encerrada por mucho tiempo.

Afortunadamente, como cuando hay afecto, ese sentimiento extraño se desvanece

rápidamente y es reemplazado por la dicha del reencuentro. El recuerdo de la experiencia vivida

es muy fuerte y la conexión se recupera con rapidez. El abandono es tan fútil como el tiempo de

separación y, queda claro que, no es el espacio ni el tiempo lo que define la cercanía o el amor.

Volví, volvimos, volví diferente, y ella (mi violín, la música) volvió diferente:
103

♫ Bienvenida - Mario Benedetti (1999)

Se me ocurre que vas a llegar distinta

no exactamente más linda

ni más fuerte

ni más dócil

ni más cauta

tan solo que vas a llegar distinta

como si esta temporada de no verme

te hubiera sorprendido a vos también

quizá porque sabes

cómo te pienso y te enumero

después de todo la nostalgia existe

aunque no lloremos en los andenes fantasmales

ni sobre las almohadas de candor

ni bajo el cielo opaco

yo nostalgio

tu nostalgias

y cómo me revienta que él nostalgie

tu rostro es la vanguardia

tal vez llega primero

porque lo pinto en las paredes

con trazos invisibles y seguros

no olvides que tu rostro

me mira como pueblo


104

sonríe y rabia y canta

como pueblo

y eso te da una lumbre

inapagable.

Ahora no tengo dudas

vas a llegar distinta y con señales

con nuevas

con hondura

con franqueza

sé que voy a quererte sin preguntas

sé que vas a quererme sin respuestas.

8.9 Experiencia docente

♫ Pyotr Tchaikovsky - Swan Lake suite Op. 20a

Voy a devolverme un poco en la línea temporal para incluir un aspecto de la música que

me enseñó mucho: la experiencia que tuve como docente. Empecé a dictar clases de violín

cuando tenía 12 años. Mis estudiantes eran un par de hermanitas, de seis y ocho años. Yo iba a su

apartamento, y claro, con el ejemplo de Liz, la mayor parte de la clase la pasábamos jugando.

Aunque yo era muy tímida, y ellas también, en cuestión de muy poco tiempo logramos

conectarnos y entendernos. Ellas eran muy felices y yo también.

Esta experiencia me hizo comprender que cada persona funciona de maneras distintas,

maneja energías y frecuencias complejas, desde que son muy niños. Por ejemplo, con Andrea, la

hermana mayor, nuestra comunicación fluía espontáneamente, y a los dos meses ella ya tenía una

posición admirable y empezaba a tocar canciones; sin embargo, con Gabriela las frecuencias no
105

empatizaban de una manera tan natural y tomó más tiempo lograr que su cuerpo estuviera lo

suficientemente relajado como para lograr una buena posición.

Cuando me di cuenta de esto, empecé a controlar mi energía, a bajar un poco mi

frecuencia, a entender que lo que la relajaba no era el juego tan dinámico, a Gabriela le gustaba

realizar ejercicios lentos e introspectivos. A partir de ahí, de encontrar su motivación, de

establecer una nueva conexión y de entender lo que la hacía feliz, logramos comunicarnos mejor

y ella logró alcanzar un nivel de ejecución impresionante para su edad.

Al analizar estas experiencias, desde la perspectiva del estudiante y del docente, me doy

cuenta de que esta felicidad y compatibilidad (que percibo como elementos fundamentales para

el aprendizaje) fueron muy escasas, si no nulas, en el colegio. Aunque todas mis clases fueron

cuidadosamente ordenadas, siempre tuve excelentes notas y fui una estudiante “destacable”, no

hay ningún momento de mis clases del colegio que me haya marcado. Veo la experiencia del

colegio como un deber, nada memorable.

Es impresionante que esta etapa, que es primordial en la educación, se sienta como

insustancial. ¿Cómo se puede aprehender si nuestra parte sensible no se involucra? Ahora es

claro que, al menos para mí, es imposible. Cuando pienso en Liz, en mis compañeros y en el

amor que se respiraba en esa clase recuerdo claramente todos los ejercicios (de hecho, hoy en día

todavía los practico); sin embargo, no recuerdo absolutamente nada de mis clases del colegio.
106

Todo en el colegio se centró en unos contenidos, en correr para llenar las listas con un

número de notas que nos cuantificara justificadamente, ningún profesor se preocupó por

encontrar empatía con nosotros. Se dedicaban a controlarnos y se les olvidó ayudarnos a

encontrar inspiración.

A partir de todo esto, puedo afirmar que, en el aula de clase, los docentes tenemos una

tendencia a enfocarnos mucho en temas específicos, sabiendo que ya todo esto está fácilmente al

alcance de quien quiera. Pienso que es vital dar un paso atrás, ver la educación desde una

perspectiva más amplia, pensar en la importancia de la energía y el amor que transmitimos y

recibimos.

La cura puede estar en nuestros sentimientos. El problema no es que los estudiantes

tengan o no talento, el problema es que todos son diferentes y si no los entendemos, si no

empatizamos, no vamos a inspirarlos de ninguna manera. Si lográramos conectarnos mejor con

ellos y hacerlos felices, podríamos marcar un momento en sus vidas, o mover alguna fibra en sus

almas para que ellos mismos encuentren los pasos de resistencia.

La educación debe integrar no solo las ciencias, y las humanidades, sino también las

artes, la energía y la sensibilidad. Los maestros deben llegar a sus estudiantes con amor y alegría,

pendientes de lo que están sintiendo los niños. Sé que suena utópico, ¿cómo hacerlo con 50 niños

en un aula? pero sé que es posible. Así como lo hacía Liz, sin importar que se llenara todo un

auditorio, prestando atención a la respiración, la empatía y la comunicación; esa comunicación

que va más allá de las palabras, más allá de lo que percibimos con nuestros cinco sentidos.
107

8.10 ¿Qué es la música para mí?

Todo es música, todos somos música . La música me ha permitido ver la vida de

distintas maneras, me ha hecho feliz y me ha causado profunda tristeza y desencanto también.

No solo es una forma en la que puedo comunicar a otras personas lo que siento, sino que es una

forma de encontrarme conmigo misma. Cuando toco, puedo adentrarme en mis propios

pensamientos como no lo puedo hacer con ningún otro tipo de meditación. Ahora, si toco frente a

un público, no estoy en mi cabeza, estoy conectada con sus emociones, con la manera en que me

miran y responden, y de acuerdo a sus expresiones, yo puedo modular la música para acentuar

una u otra característica que sé que emociona al público.

Por otra parte, cuando escucho música, encuentro un espacio de meditación, en el cual

puedo entenderme y conectarme conmigo misma. Muchas veces ni siquiera importa tanto lo que

quiera decir el compositor, sino la manera en que la música tiene un don de hacer fluir los

pensamientos. No es que la música me diga algo particular, pero sí despierta pensamientos

particulares míos que se desenmarañan al tiempo que se desarrolla la línea musical. Con esto no

quiero decir que al escuchar música resuelva todos mis problemas, pero sí me permite al menos

ser consciente de lo que pasa por mi cabeza. En ocasiones, siento una preocupación o un miedo

que, al sonar un acorde, se desvanece por completo. La música me recuerda que todo se puede

resolver.
108

En ese sentido, la música está profundamente conectada con algo que no está en un plano

físico. Aunque se representa visual y sonoramente en lo físico, su impacto llega a la mente e

incluso al espíritu. Con la música se crean imágenes que, como muchos pensamientos, no están

traducidas lingüísticamente, y tal vez ni alcancen a llegar a un plano tan palpable, pero existen,

están más allá y se pueden vislumbrar gracias a ciertos tonos, matices y vueltas que da la música.

La música me ha cambiado, y, en este momento, estar indagando sobre ella, me hace más

consciente sobre muchos aspectos personales; aspectos que nada tienen que ver con lo físico.

Agradezco la oportunidad de poder acercarme a este arte a través de una visión investigativa;

agradezco haberme desencantado, para poder volver con una mirada distinta sobre ella, para,

después de haberla visto desde lejos, entender que es parte de mi vida, que por más que quiera no

va a salir; agradezco esa unión que la música permite, con otros, conmigo y con lo

incomprensible; agradezco poder ser feliz con ella; agradezco a la música.

Con esta auto narración musical pude ser un poco más consciente sobre lo que la música

significa para mí. No se trata de una obligación, como lo pensé en un momento de mi vida, ni de

un pasatiempo, como lo percibí en otro momento. Tampoco fue la salvación y no fue por

ninguna de estas razones que ha prevalecido dominantemente en mi vida. La música ha sido

tantas cosas para mí, que analizarla desde lo que me ha ayudado a comprender sobre mí misma o

a comunicar a otras personas sería contener y menospreciar su cabida. La música no solo

transmite, empatiza, crea lazos y sociedad, sino que abarca mucho más y, en mi caso, me ha

marcado y me ha definido como persona. Narrar mi experiencia en relación con la música me ha

ayudado a entenderme a mí misma.


109

9. Hallazgos

Para consolidar los hallazgos, realicé una sistematización de los datos a través de

partituras, que dan como resultado el producto comunicativo: la quintaesencia de mi tesis

expresada en la música. Partí de cuatro ejes que se expresan en cuatro fragmentos musicales: el

primero es el entorno musical de cada uno de los sujetos, en donde se entiende el contexto de

cada persona y su relación inicial con la música; el segundo se refiere a lo que significa la música

para cada uno, en el cual exploro los conceptos que cada persona relaciona con la música y cómo

esta representa un medio para ellos; en el tercer fragmento musical se exploran las posibilidades

comunicativas de la música y aquí podemos entender cuáles son las mediaciones que ellos creen

que produce la música; finalmente, en el cuarto fragmento se aborda lo que cada uno de los

sujetos cree que no se puede comunicar a través de la música, lo que me ayuda a llegar a los

puntos de quiebre entre quintaesencia-música-comunicación.

Con el fin de lograr organizar la información en forma musical y visualizarla en los

pentagramas, le asigné un instrumento específico a cada persona, por lo cual todas las partituras

constan de nueve voces. Algunos fragmentos tienen más compases que otros, dependiendo de la

variedad de opiniones sobre el eje específico. La voz de cada persona tiene su línea propia y,

mediante la comparación de las diferentes líneas en el pentagrama, pueden escucharse y verse las

tendencias o las diferencias de las perspectivas de los nueve sujetos.


110

Por medio de una explicación detallada de lo que significa cada elemento de la partitura,

a medida que se va avanzando en la melodía, procuro que quien que se encuentre con esta tesis,

entienda la sistematización y comparación de la información, sin necesidad de leer pentagramas.

Encontrarán diferentes tonos y ritmos que reflejan las opiniones de los sujetos entrevistados y la

mía; la explicación se realiza por cada compás6 pues cada tono y cada ritmo tienen un significado

específico y diferente dependiendo del momento musical; esto se debe a que la asignación de una

u otra nota o ritmo no depende de un criterio común, sino que más bien se va significando a

medida que se estructura el movimiento armónico de la pieza, no pre-existe, sino que acontece.

Es así como, gracias a la amplitud creativa que permite la escritura musical, podrán entender, a

través de la música, la variedad de opiniones de mis admirados amigos entrevistados.

9.1 Entorno musical de cada uno de los sujetos

Para entender lo que la música comunica para cada persona, empezaré por entender lo

que la música significa para cada persona, partiendo de la relación entre músico-música.

Volviendo a Gardner (1983), quien propone que cada ser humano tiene un perfil intelectual

distinto, y que dentro de los tipos de inteligencia está la inteligencia musical, encontré que, en

definitiva, la perspectiva de los entrevistados frente a la música es muy similar a la mía, están

todos enmarcados dentro de un paisaje musical.

Juan Diego, de 12 años, toca el clarinete. Inició en la música desde los cuatro años,

porque su padre es músico y a él le llamaba la atención tocar clarinete. Hannah, que también

6
Un compás es la división de fragmentos musicales que se indica mediante una barra vertical que atraviesa el
pentagrama.
111

tiene 12 años, toca varios instrumentos, le gusta la percusión y los instrumentos melódicos

también. Inició a tocar a los cinco años, también porque el padre es músico y la incentivó; a ella

le llamó la atención tocar instrumentos de percusión y melódicos. Esto significa que mis dos

entrevistados más jóvenes vienen de familias musicales y llevan más de la mitad de sus cortas

vidas tocando algún instrumento musical, en sus propias palabras “nosotros tenemos una vida

musical, entonces, eso nos define”.

Carlos, de 15 años, toca batería y piano. Él le pidió a su padre una guitarra a los ocho

años. A esa edad empezó a tocar piano y, más adelante, entró a un centro orquestal en donde

inició sus estudios en percusión. Daniel, de 16 años, canta y toca guitarra. Empezó a los siete

años en el colegio, donde vieron su talento y lo pasaron de tocar flauta, como todos los otros

niños, a tocar guitarra. Aunque en estos dos casos la iniciativa no surgió a partir de un ejemplo

familiar, ambos llevan un poco más o menos de la mitad de sus vidas sumergidos en la música.

Para Mariana, estudiante de canto, de 21 años, la música está en su sangre, es una

constante en su vida, algo que empezó a explorar incluso desde antes de hablar bien. Su padre es

arpista, su madre es cantante, su tío es doctor en piano y muchos otros familiares son músicos

empíricos. En sus propias palabras: “yo nací en ese ambiente y no recuerdo, no tengo recuerdos

de mi vida en donde no esté haciendo una práctica musical”. Daniel, estudiante de piano, de 25

años, no proviene de familia de músicos, pero su madre, quien es licenciada en danzas y teatro,

siempre lo apoyó con la música. Empezó a los nueve años a tocar piano y de ahí no se ha

separado de la música. En sus palabras “uno tiene como una personalidad de músico”. Aunque el
112

momento de cercanía con el estudio y ejecución de la música es muy distinto en Mariana y

Daniel, indudablemente, la visión de los dos se enmarca en un panorama absolutamente musical.

Liz, maestra de violín del conservatorio, nació en una familia de músicos. Desde los tres

años, se levantaba a las 5:30 a.m. a tocar piano. Desde los siete años empezó a estudiar gramática

musical en el conservatorio y a los 11 años empezó a tocar violín. Guillermo, trompetista de la

Orquesta Sinfónica de Colombia, también nació en una familia que amaba la música. En sus

palabras: “La música ha estado desde que yo nací, en mi vida. Ha sido parte mi atmósfera, de mi

ambiente. Crecí en la música”. Con el caso de Guillermo hay algo que se sale un tanto de la línea

melódica, y es que en su familia todos apoyaban que cantara y tocara muchos instrumentos, pero

no querían que estudiara música (como carrera). A pesar de eso, su pasión era clara y él luchó

para lograr ser el gran trompetista que es hoy. Tanto Liz, como Guillermo, crecieron en la

música y tienen una visión musical de la vida.

Las ocho personas entrevistadas han estado rodeadas de música y enamoradas de ella la

mayor parte de sus vidas. Para visualizar un comparativo de los ocho sujetos entrevistados y mi

propia experiencia, vamos a verlo en forma de música. Cada sujeto tiene asignado un

instrumento que representa un poco su experiencia musical.

Hannah, es un vibráfono, instrumento de percusión que, al mismo tiempo es melódico;

Juan Diego es el clarinete; Carlos es la batería, Daniel Sebastián es la guitarra; Mariana es la voz;

Daniel Alejandro es el piano; Liz es el violín; Guillermo es la trompeta; y yo (tuve dificultad

para definir mi propio instrumento) soy el sintetizador. Aclaro en este punto que todos los
113

instrumentos están situados en una misma tonalidad, aunque algunos instrumentos, por su

naturaleza, tienen afinaciones distintas (como el clarinete y la trompeta), claves7 distintas, y

armaduras8 distintas. Esto no significa que estén por fuera de la tonalidad, sino que han sido

transpuestos para que, visual y auditivamente, la misma nota se entienda igual para todos. En la

siguiente partitura encuentran cuatro compases que muestran cómo fue el inicio de la relación

con la música, cómo ha sido esa relación a través del tiempo y qué se encuentra haciendo

actualmente cada sujeto frente a la música. Para poder entender lo que significa, voy a explicar

el sentido de cada compás.

9.1.1. Primer compás: inicio

El primer compás se refiere al inicio de la vida de cada persona en relación con la música.

Hay dos opciones: si la persona nació en un entorno musical, con padres o familia música, se le

asignó la nota mi; si nació en una familia en donde no hay músicos, se encontrará la nota sol.

Nació en familia de músicos

No nació en familia de músicos

7
Es el signo que se encuentra al inicio de la partitura, el cual denota la altura de la música. Por ejemplo, para
instrumentos que tienen tonos agudos, como el violín, se utiliza la clave de sol: , pero para instrumentos que
tienen tonos más graves, como el bajo, se utiliza la clave de fa:
8
La armadura es lo que se encuentra justo después de la clave. Se compone de las diferentes alteraciones (sostenidos
o bemoles) de la tonalidad específica de la pieza musical.
114

9.1.2. Segundo compás: acercamiento a la música

El segundo compás se refiere al momento exacto en el que cada persona empezó a

interpretar un instrumento y a cómo fue su acercamiento. Hay 7 opciones y una pequeña

variación. Guillermo afirmó que la música ha estado desde que nació, en cuyo caso se asignó un:

mi; Liz y Mariana iniciaron a los 3 años: fa; Juan Diego y yo a los 4: sol; Hannah a los 5: la;

Daniel Sebastián a los 7: si; Carlos a los 8: do; y Daniel Alejandro a los 9: re. Todos iniciaron su

acercamiento a la música antes de los 10 años.

La variación que existe se encuentra en la nota do, que en este compás se refiere a Carlos

y la manera como inició. En vez de estar en forma de corchea, como todas las otras notas de este

compás, Carlos tiene dos semicorcheas. Esto se debe a que fue el único sujeto que tomó, por sí

mismo, la decisión de iniciar la práctica musical. De resto todos o nacieron en el entorno y

tuvieron un acercamiento natural a la música, o iniciaron motivados por sus padres o familiares.

Desde el nacimiento, motivado por su familia

A los 3 años, motivado por su familia

A los 4 años, motivado por su familia

A los 5 años, motivado por su familia


115

A los 7 años, motivado por su familia

A los 8 años, por motivación propia

A los 9 años, motivado por su familia

9.1.3. Tercer compás: del inicio a la permanencia en la música

El tercer compás vuelve a decirnos el momento exacto en que se inició en la música, pero

también evidencia la permanencia. Por un lado, si la práctica empezó a los tres años o antes, se

representa con un la; si se empezó entre los 4-5 años, se representa con un do; y si empezó entre

los 7 y los 9, se representa con un mi. Por el otro lado, si la persona inició la práctica musical y

nunca se ha alejado de esta, se representa con una redonda; por el contrario, si hubo alguna

interrupción, vuelta o re-enamoramiento, tanto la nota, como el patrón rítmico cambian.

Inicio a los 3 o antes, sin interrupciones

Inicio a los 4-5, sin interrupciones

Inicio a los 7 -9, sin interrupciones


116

Inicio a los 4-5, interrupción y vuelta

Re-enamoramiento

9.1.4. Cuarto compás: relación actual con la música

El último compás de este fragmento que se refiere a la relación músico-música,

representa el vínculo que tiene cada uno con la música actualmente. Hay cuatro opciones. Si las

personas se encuentran estudiando o practicando de manera empírica, se representa con un mi; si

se encuentran en los estudios iniciales de música, se representa con un sol; si ya están estudiando

de manera profesional, se representa con un si; y si ya son maestros de música, se representa con

un mi.

Práctica empírica de la música

Estudio inicial de la música

Estudio profesional de la música

Maestro de música
117

9.1.5. Fragmento completo

Suena como un disparate presentar un fragmento completo. En este caso, les pediré que

lo tomen como un oxímoron, como un “instante eterno” o una “llama helada” que, aunque estén

compuestos por palabras con significados opuestos, al unirse forman un tercer significado. En la

siguiente página tenemos el fragmento (porque efectivamente es un fragmento musical de tan

solo cuatro compases) completo (porque aunque sea corto, estos cuatro compases representan su

completitud) click aquí para ver la partitura del fragmento del entorno musical de cada uno de los

9
sujetos en una plataforma que permite escucharla .

9
Conviene recordar en este punto que el software que usé para construir estas partituras es flat.io , una herramienta
virtual para crear partituras que permite escribir, escuchar y compartir las composiciones, incluso dando la
posibilidad de componer en línea de forma colaborativa (hasta mil personas escribiendo sobre la misma partitura al
tiempo). Para efectos prácticos, la versión de las partituras que comparto en esta tesis es de lectura, no de edición.
118

Si comparamos las experiencias de todos, tanto entrevistados como la mía, encontramos

tres diferencias. La primera es la de Carlos, quien es el único en tener un ritmo distinto en el

segundo compás, lo cual se debe a que fue el único que, sin tener impulso de sus padres o

familiares, decidió, por su propia cuenta, empezar a tocar un instrumento.


119

Otra de las diferencias notables es el cambio de notas y ritmos en el tercer compás, lo

cual muestra que yo fui la única que se separó de la música por un tiempo, mientras todos los

entrevistados han estado estudiando o ejecutando constantemente desde el momento en que

decidieron ser músicos. La otra, es que todos (menos yo) se encuentran estudiando, ya sean

estudios iniciales o profesionales, o son maestros; es decir, soy la única que no se encuentra

estudiando música de manera formal.

9.1.6. Síntesis

Figura 6. Gráfica sobre el acercamiento a la música en cuatro ejes.

El entorno musical de las nueve personas, aunque es variado, nos muestra que hay puntos

de encuentro. Todos, aunque nacieran o no en familia de músicos, iniciaron con la práctica


120

musical a edades muy tempranas (a más tardar a los nueve años de edad). Así como expreso en

la auto narración musical, todos ellos crecieron moldeándose dentro de una inteligencia musical

(Gardner, 1983).

9.2 Qué es la música

Para Hannah, la música es algo con lo que se pueden transmitir sentimientos, es como un

lenguaje distinto. Sin música no habría mundo, porque “el sonido es la música, y pues, sin aire

no hay sonido y sin aire no hay vida, entonces, pues, básicamente no habría nada”. La visión que

tiene Hannah sobre la música abarca la vida. Es algo que no solo está presente en su vida, sino en

la de todos y todo. Es una percepción pura, desde alguien que se siente parte de la música. Este

planteamiento se puede comparar con lo que hace Heidegger (1992) al preguntarse por la nada,

la pregunta no es tanto el “qué es” y se trata más bien de un situarse dentro de.

Para Juan Diego, la música es una forma de expresar diversos sentimientos. Y además no

solo es una forma de expresión, sino que a través de la misma puede sentir. Algo muy valioso

que nos dice Juan Diego es que él no puede poner en palabras lo que es la música, pero que sí

podría expresar qué es la música a través de la misma. Esta visión es comparable con lo que

afirma Adorno (1970) sobre el arte, el cual se resiste a la definición, por lo que la estética se trata

de una reflexión sobre sí misma. En este caso, Juan Diego, de 12 años, propone que la reflexión

sobre la música se haga desde la música.


121

Para él, a través de las melodías puede encontrar una conexión con los sentimientos: “la

música es una forma de expresarse, una forma de lenguaje muy buena”; esto nos muestra una de

las maneras en que el lenguaje y la música, comparten características propuesta por Sel (2012).

Por otro lado, él piensa que la música existe desde antes de Cristo, le da una mirada histórica y la

sitúa en el momento más antiguo de la humanidad que encuentra. Finalmente, la define como

“una forma más de vida (...) un motivo más para vivir”.

Carlos empieza por dar una definición teórica de la música, explicándole como “sonidos,

que, organizados en cierto ritmo, forma melodías que son agradables al oído”. Pero también va

más allá y explica que la música es algo con lo que se puede conectar. Al escucharla y producirla

causa placer y es capaz de llegar a los adentros del ser. Es un arte que le permite explorar las

emociones. Esta idea es comparable a la proposición de Schopenhauer (2004), quien sitúa a la

música como un arte que penetra de una forma muy profunda porque no se remite a copiar una

idea, sino porque toma es la voluntad de la idea en sí. Sin embargo, es contraria a la idea de

Carlos, pues él nunca sitúa la música por encima de otras artes. Es simplemente un arte más tiene

esta profunda capacidad de penetrar al ser a través de diversas emociones.

Además, Carlos sitúa a la música desde una posición antropológica, en donde nos dice

que es natural en el ser humano: “creo que el humano, ya de por sí, nació con un metrónomo en

sus adentros, desde la primera persona que cogió una varita y le empezó a pegar a la tierra

explorando qué sonido tiene”. También nos dice que la música es “una forma de sentir en

conexión con el mundo”.


122

Daniel Sebastián afirma que “la vida es música”. Así como la vida, la música tiene

vueltas, tiene distintas formas de vivirla, distintos paradigmas. Para él, la música constituye la

forma más explícita de sentir “la forma más bonita de hacerlo, la forma más fácil (...), la forma,

en la que más se permite sentir”. Daniel sí toma un poco esta jerarquización que propone

Schopenhauer (2004), en la que la música está por encima de las otras artes. Sin embargo, para

Daniel, esta jerarquización de la música no se debe a que esta tenga una propiedad de mostrar la

voluntad, por lo que se situaría arriba en la pirámide de las artes, sino que es en sí algo que

tenemos muy dentro de nuestro ser y, por lo tanto, el sentir a través de la música es inherente al

humano, es “indudablemente natal”. De aquí, Daniel me hace pensar que la música no expresa el

fenómeno en sí, y tampoco la naturaleza o la esencia misma del fenómeno: la quintaesencia, sino

que, más bien se trata de que el fenómeno está dentro de nosotros, como la música está dentro de

nosotros, y así nos permite descubrir (tanto interior, como exteriormente) lo que es esa esencia

intrínseca y universal. Remitiéndome a los términos utilizados por Trías (2007), es como si lo

indeterminado, ápeiron, o infinito, se encontrara en nosotros mismos, y en la materialización de

la música se pudiera comunicar. Ese infinito, indeterminado, indestructible e inmortal, ese

principio de todos y todo, según Anaximandro, podría encontrarse en la música, y la música

dentro de nosotros. Esta idea recuerda un poco lo que la música era para los griegos, como vimos

en la teoría, según Betteo (2010), para los antiguos griegos la música no solo era “aquello que

suena, sino, ante todo, el paradigma mismo del ser, entendido éste como armonía” (p. 30).

Mariana nos dice que para responder a la pregunta sobre “qué es la música”, la primera

reacción de un músico es irse a la teoría y responder “es el conjunto de sonidos ordenados y …”

pero para ella, en realidad, la música es algo más cercano a la magia, porque “es capaz de
123

generar estados psicológicos en las personas” sin importar lo que están atravesando. Para ella, la

música es instintiva. Ella se encontraba trabajando el origen de la música con sus estudiantes

(niños), y llegó a la conclusión de que esta se puede ver desde muchas culturas como algo que

nace “desde el carácter imitativo, por una necesidad de comunicación (...), de imitación de la

naturaleza, imitación de asuntos de la vida cotidiana”.

En este punto, Mariana también nos hace una aclaración importante y es que, desde una

visión académica, se debe hablar de “las músicas” en plural, no de la música sola, porque de esa

manera nos referimos a un abanico que abarca no solo la música occidental, sino las músicas

regionales. De esta manera, me hace caer en cuenta de algo fundamental. Si nos remitimos a

Nussbaum (2001), las emociones que la música despierta dependen de una triada: 1. Las

emociones del lector/escuchante, 2. La intención de la música y 3. La identidad del compositor.

Aquello fundamental que agregaría aquí es el contexto cultural, tanto de escuchante como de

compositor. No hay una sola música, hay una gran diversidad de músicas que están atadas a

diferentes culturas, tienen distintos usos y pueden ser un medio para expresar una variedad tan

amplia como la variedad cultural.

Para Daniel Alejandro la música se refiere a la “capacidad de manipular el sonido y coger

las ondas que están por ahí”. Con la música podemos manipular, ordenar, categorizar y

jerarquizar las ondas sonoras para hacer arte. Para Daniel, así como para la mayoría de los

entrevistados, y para autores como Barenboim (1992) la música es inherente. Daniel introduce el

concepto de la música primaria, que es aquella de la que deriva la música que hacemos nosotros

en la actualidad. Es una música que ve como una forma primaria de comunicación y la compara
124

con la comunicación entre pájaros, ballenas y otros seres vivos. Según él, de esa música primaria

se deriva tanto la música actual, como el lenguaje. Esto se puede comparar con lo que piensa

Daniel Sebastián, quien también sitúa a la música como precursora al lenguaje, al decir que la

música nació por el hecho de querer comunicar algo y no poder hacerlo con palabras, pues en el

momento no existían. Para él llegaron primero los sonidos “sonidos que luego se transformarían

en palabras”. Esto es también muy parecido a lo que dice Mariana cuando nos habla de su

exploración del origen de la música con sus estudiantes “chiquitos”.

Continuando con Liz, para ella, en un principio, los bebés exploran su voz y su cuerpo;

de las primeras cosas que exploran es la voz. De ahí, compara los sonidos que emitimos cuando

bebés, con los sonidos de los animales, y plantea la posibilidad de que esos sonidos que no

entendemos de pronto son un “medio de comunicación que va más allá de nuestro lenguaje, de

pronto ellos tienen su propio lenguaje”. A partir de esto, nos habla de los instrumentos

prehispánicos y cómo estos comunican y transmiten “sentimientos de unión con la naturaleza”.

Son instrumentos que imitan los sonidos de los pájaros y los sonidos del agua y vuelve a ese

sentido de sonido que encuentra en los gemidos de los bebés: son sonidos que comunican “más

allá de las palabras”. Esto se relaciona con la visión de Lévinas (1987), para quien la

comunicación a través de la música precede a la aparición de lo concreto, está más allá, es algo

pre-material, que permite una conexión antes del lenguaje. Daniel Sebastián también compara la

música con el llanto de los bebés. Al hablar del porqué nos gusta la música, él nos dice que hay

algo dentro de nosotros que nos hace quererlo: “Es como el llanto de un bebé, aunque a veces

puede tornarse molesto, la mayoría de la gente lo siente como algo hermoso, como inercia. Es

eso, es algo indudablemente natal”.


125

Guillermo nos da una perspectiva acerca de lo que es la música, un poco alejada de lo

estructural y académico que se podría esperar de un maestro de música. Para él “la música es una

abstracción intelectual de lo natural”. Este punto se enlaza también con la visión de Barenboim

(1992), quien nos dice que la música “es una creación humana que pretende imitar a la

naturaleza en su más profundo sentido”. Así como Mariana, él nos dice que las funciones de la

música cambian, dependiendo del lugar al que nos referimos, marcando así una variable cultural

que también presentan Juslin y Vastfjall (2008) como una de las condiciones para la trasmisión

de emociones a través de la música. En algunos lugares, la música es un medio que permite una

“conexión con los espíritus de la naturaleza”. Nos cuenta que, en la tradición Védica, en la India,

hay personas de mucha meditación y desarrollo interior (monjes) que llegan a niveles de

compresión de su propia naturaleza y estados de conciencia de sí mismos tan expandidos que

logran escuchar cómo vibra la naturaleza en sus estados más sutiles. Ellos perciben el sonido de

los átomos, lo imitan y entienden que el universo está constituido por vibraciones. Es así que han

aprendido a detectar desórdenes fisiológicos y, a través de sus voces y de la recitación védica,

logran curar personas, animales y bosques. Para él, esta música que Daniel Alejando llama

música primaria, no es música, es “la forma como la naturaleza logra comunicarse con ella

misma”. Para este trompetista de la sinfónica, el ser humano es vibraciones, “es como si el

hombre fuera una sinfonía”. Y si lo comparamos con la visión de Kepler (1619), quien a partir de

la armonía musical encontró las leyes de los movimientos planetarios, podríamos reformular esta

oración y afirmar: es como si el universo entero fuera una sinfonía. Para Guillermo, para Kepler,

para Daniel Sebastián, así como para muchos otros, incluyendo a los griegos, la música

representa la complejidad y la unidad del universo.


126

Para mí, la música “no solo es una forma en la que puedo comunicar a otras personas lo

que siento, sino que es una forma de encontrarme conmigo misma”. Es un medio que me permite

una conexión exterior e interior. La música es emoción y, por eso, va mucho más allá de las

fórmulas y los perfeccionismos. Para mí, se trata de una forma de sentir y, evidentemente (por el

tema de esta tesis), de transmitir sentimientos inefables. Creo que todo es música, desde la

creación, desde el sonido de los árboles y los pájaros, hasta las vibraciones planetarias.

De nuevo, para visualizar en forma musical un comparativo de la perspectiva de los

nueve sujetos sobre ¿qué es la música? voy a usar los mismos instrumentos (relacionados con la

experiencia musical de cada persona) y a explicar por fragmentos musicales.

9.2.1. Primer y segundo compás: todo es música

En el primer compás se muestra como Hannah expresa que sin música no habría

nada, razón por la cual el vibráfono (su instrumento) empieza a tocar todas las notas de la escala,

como una forma de mostrar cómo la música abarca todo. Empieza ella sola, pero al final del

primer compás entra mi instrumento, pues yo, de manera similar a lo que piensa Hannah, creo

que todo puede ser música. Como el pensamiento “sin música no habría nada” y “todo es

música” son similares, pero no iguales, las melodías de ambos instrumentos abarcan la escala

completa (mi, fa, sol, la, si, do y re) pero en forma de fuga (una voz repite lo que la otra hace,

pero con variaciones en el orden, la forma o el tiempo). Todos los otros instrumentos se

encuentran en silencio, pues ninguna otra persona expresó que todo fuera música.
127

Sin música no habría nada

Todo es música

No expresa que la música sea

todo o que sin ella no habría

nada.

9.2.2. Tercer compás: la música es un motivo y una forma de vida

Durante el tercer compás las voces de Hannah y la mía continúan navegando por toda la

escala y manteniendo la idea musical de la fuga, lo cual continúa expresando que la música lo

abarca todo. En este compás entra el clarinete, es decir, la voz de Juan Diego, quien expresa que

la música es “una forma más de vida, un motivo más para vivir”. Los otros instrumentos
128

continúan en silencio pues ninguna otra persona expresó que la música fuera un motivo o una

forma de vida.

Música como forma de vida

Música como motivo de vida

Sin música no habría nada

Todo es música

9.2.3. Cuarto compás: la música es natural, es arte y es lenguaje

En el primer tiempo del cuarto compás entran las voces de Carlos, quien expresó que la

música es natural; Daniel Sebastián, quien dijo es natal; Mariana, quien manifestó que es

instintiva; y Daniel Alejandro, quien dijo que es inherente. En la primera mitad del cuarto tiempo

se une la voz de Juan Diego a la de Daniel Alejandro, pues los dos manifestaron que la música es

arte y en la segunda mitad del cuarto tiempo es Liz quien se une a la voz de Daniel Alejandro,

porque ambos piensan que la música es lenguaje. Las voces de Hannah y la mía continúan

moviéndose por la escala, significando que la música abarca todo. La voz de Guillermo es la
129

única que está en silencio todo el compás, ya que él fue el único que no expresó que la música

fuera natural, arte o lenguaje, que fuera todo o que sin ella no habría nada.

La música es natural o

La música es arte

La música es lenguaje

Sin música no habría nada

Todo es música

9.2.4. Quinto compás: la música es precursora del lenguaje, la vida es música, la música es

medicina.

En el quinto compás todos empiezan en silencio, a excepción de Daniel Alejandro y Liz,

quienes expresan que la música es precursora del lenguaje. En el tercer tiempo entra Daniel

Sebastián solo, quien fue el único que dijo que la vida es música, y en el cuarto tiempo entra

Guillermo solo, pues fue la única persona que expresó que el ser humano y el universo es

vibraciones y que, al comprender eso, la música es medicina. Los otros instrumentos están en

silencio pues ninguna otra persona expresó esto sobre la música.


130

La música es precursora del lenguaje

La vida es música

La música es medicina

9.2.5. Sexto compás: la música es un medio

En el sexto compás todos los instrumentos están sonando al tiempo, pues todos los

sujetos están de acuerdo en que la música es un medio. Hannah cree que la música es un medio

para expresar sentimientos y sensaciones. Juan Diego dijo que con la música puede expresar lo

que le salga del corazón y también es un medio para sentir. Carlos también dijo que es un medio

para sentir en conexión con el mundo y para conectarse no solo con los otros, sino con sí mismo.

Del mismo modo, Daniel Sebastián expresó que la música es un medio para expresar sus

sentimientos y para sentir. Mariana fue la única que dijo que es un medio para alterar los estados

psicológicos. Daniel Alejandro manifestó que la música es un medio para expresar todo lo que

conoce, sentimientos, sensaciones y atmósferas. Liz expresó que la música es un medio para

expresar lo que es la naturaleza. Guillermo, por su parte, dijo que la música es un medio para

expresar emociones. Yo creo que la música es un medio para comunicarse con uno mismo y con

el mundo, así como un medio para expresar sentimientos y sensaciones.

Música como medio de expresión de sentimientos


131

Música como medio de expresión de sensaciones

Música como medio de sentir-sentirse a sí mismo

Música como medio para expresar lo que salga del corazón

Música como medio para alterar estados psicológicos

Música como medio de atmósferas

Música como medio de conexión con la naturaleza

Música como medio de expresión de emociones

9.2.6. Séptimo compás: la música te hace inmortal/infinito

En el séptimo compás las únicas dos líneas que suenan son las de Carlos y Daniel

Sebastián, pues ellos dos fueron los únicos que expresaron que la música los hace sentir inmortal

e infinito, respectivamente. Es por esto que ambos casos se terminan con un calderón, figura

musical que indica que el tiempo se detiene y la duración de la nota depende del director o del

intérprete.
132

La música me hace sentir inmortal

La música me hace sentir infinito


133

9.2.7. Fragmento completo


134

Con la partitura completa de este fragmento podemos observar como en el sexto compás

(penúltimo) se resalta el hecho de que todos ven la música como un medio de expresión.

También es notable el hecho de que voces como la de Daniel Alejandro se une con la de Juan

Diego y la de Liz, mientras que otras voces, como la de Mariana, Guillermo y Daniel Sebastián

tienen espacios en los que el resto están en silencio, lo cual muestra que ellos tienen unos
135

pensamientos sobre la música que no se presentan en ninguna otra persona de esta muestra. Para

ver y escuchar esta sistematización click aquí .

9.2.8. Síntesis

Figura 7. Gráfica sobre lo que significa la música.

Para todos los sujetos la música es una variedad de cosas, desde arte y lenguaje hasta la

vida misma y el todo, pasando por medicina y una forma de sentirse inmortal e infinito. Hay

unas visiones comunes y otras únicas, en donde las que más se comparten son que la música es

natural (cuatro personas) y que la música es un medio (todos).

Lo que se resalta de este eje de análisis es precisamente eso: todos los sujetos expresaron

en algún momento de la entrevista que, para cada uno de ellos, la música es un medio; es un
136

medio de comunicación porque eleva puentes entre individuo-cultura-sociedad (Martín Serrano,

2004). Es así como afirmo que la hay puntos de encuentro entre quintaesencia-música y

comunicación en cuanto a sensaciones, sentimientos, emociones, atmósferas, estados

psicológicos, conexión con la naturaleza y expresión del corazón; todos estos, elementos etéreos.

Nadie afirmó que fuera un medio para comunicar descripciones de algo físico o de elementos

objetivos, pero todos están de acuerdo en que, con ella se puede comunicar aquello que para

Descartes (1642) está separado del cuerpo, es decir, lo tan mencionado en esta tesis: la

quintaesencia.

9.3 Lo que comunica la música

Más que considerar la música, dentro de sus aspectos técnicos y su análisis incisivo,

como una forma de narrar literalmente experiencias o sentimientos, esta se puede considerar

como una manera de unir lo que pasa por nuestros foros internos (Descartes, 1642) y lo que

podemos traer al mundo físico. Con la investigación, me encontré con que la mayoría de

entrevistados están de acuerdo en que a través de la música pueden comunicar sentimientos muy

íntimos y, con ella, pueden trabajar la parte sensible y artística que hay en el ser humano. Juan

Diego, por ejemplo, considera que “podría hablar con la música” y que le gusta muchísimo más

que hablar con palabras. Encuentra una conexión entre los sentimientos y la música a través de

las melodías. En sus propias palabras, la música es “como una forma mejor de expresarme con el

instrumento, porque pues, improvisando yo puedo hacer lo que me salga del corazón”. Este

pensamiento se vincula con el planteamiento de Ferrés (2017) y, si tenemos en cuenta que una

comunicación que apela a lo emocional es muy poderosa, entendemos por qué a Juan Diego le
137

parece que la música es una forma mejor de expresarse. Poder poner lo que sale del corazón es

una forma de traer esa quintaesencia que está por detrás del mundo físico, y traerla a la luz de

manera natural a través de la música.

Hannah nos cuenta que ella, cuando improvisa, puede sentir que está conectada con la

música. En el momento en el que toca su instrumento, transmite de maneras distintas, “uno lo

transmite a través de uno mismo, de lo que siente” es decir, lleva lo que hay en su interior y lo

pone en el mundo exterior para que ella u otras personas puedan sentirlo también. Esta

formulación refleja (desde la música) el planteamiento de Rueda (2013), quien nos dice presenta

mediaciones físicas que, en este caso, se plasman a través de la interpretación de un instrumento.

Al preguntarle a Juan Diego cómo hacía para comunicarse con otros músicos a la hora de

improvisar, se confundió un poco, dijo “no entiendo, pues mi papá termina de improvisar y pues

yo empiezo, ¿sí? Y yo termino y pues él empieza”. Para él es absolutamente natural, es como un

diálogo, en el que no se tienen que poner de acuerdo previamente, sino que simplemente van

respetando el flujo de la conversación. La función poética (Jakobson, 1956) de la música, así

como la función fática en relación con otros músicos, son absolutamente naturales para Juan

Diego.

Por otro lado, al indagar sobre lo que pasa cuando ellos escuchan su música favorita,

Hannah respondió que ella no sentía nada físicamente. Juan Diego dijo que le pasaba lo mismo,

no sentía una reacción fisiológica al escuchar música, pero sí dijo que la sensación es distinta

dependiendo de la música que se escuche. Con la música clásica, por ejemplo, cierra los ojos y se
138

relaja, es decir, la música clásica la relaciona con tranquilidad; el jazz con swing y la música

colombiana con alegría. Retomando los términos utilizados por Villa (2017), en este caso la

mediación del körper (física) no es evidente, pero la mediación del leib (vivencial) es clara y

depende del tipo de música. Ahora bien, al momento de tocar, Juan Diego intenta no pensar en

nada, sino, simplemente, enfocarse en lo que está tocando. Hannah, por su parte, dice que

también depende del ritmo; si está tocando algo suave, se dedica a sentir la música; sí ya está

tocando algo “un poco más rockero” para ella es más divertido, se mueve más y se dedica a

disfrutarlo. Cuando toca rock, siente un poco de alegría y de locura.

Para Hannah, la música está tanto en el plano material como en el no material. Hannah

dice que puede ser que lo mental, lo que uno piensa, pueda traerlo y escribirlo después en lo

material, o transmitirlo físicamente a través del instrumento, recordándonos el planteamiento de

Barenboim (1992). Para Juan Diego, por el contrario, “la música no es material de ninguna

forma”, evocando el planteamiento de Stravinsky (1992). Si la gente baila, eso es baile, más no

es la música en sí; y la partitura, que es la forma material, o el CD, tampoco son la música en sí.

“Lo que realmente importa es cuando se toca la música, no cuando la escriben en una hoja de

papel”. Cuando él toca, definitivamente siente que puede poner lo que está en su corazón y

mostrárselo a otros, y nos narra cómo su público se maravilla, se conmueve e incluso deja

escapar lágrimas al escucharlo, evidenciando cómo la función fática (Jakobson, 1956) también

está presente en la comunicación musical.

Continuando con la entrevista de Carlos y Daniel Sebastián, ellos también consideran la

música como un medio para comunicar. Para Daniel Sebastián, el ser humano “aún desde los
139

comienzos, siendo un bebé, tiene ese sentido musical (...) el hecho de caminar a cierto ritmo, de,

incluso cuando nos lavamos los dientes, tiene ritmo”. Esta propiedad innata lo hace situar a la

música como una primera alternativa de comunicación para poder decir lo que no se podía con

las palabras, de la misma manera que Lévinas (1987) ubica a la música como un evento puro del

ser. Daniel Sebastián también nos cuenta que aprecia mucho lo que a él le han despertado sus

músicas favoritas, y aún más, lo que él puede despertar e otras personas; lo que a él tanto le da

satisfacción es que le digan “me hace sentir”; para él, el hecho de hacer sentir a una persona

debería ser la aspiración de los músicos; esas funciones emotiva y fática (Jakobson,1956) son las

que Daniel Sebastián considera fundamentales en la comunicación musical.

Carlos, cuando toca, se siente parte de algo, siente que está participando, además, la

música le hace recordar momentos felices, por lo cual el solo sonido ya lo hace feliz. La música

tiene para él ese poder de traer recuerdos, como, por ejemplo, las bandas sonoras reviven la

experiencia audio-visual de la película, de la misma manera que plantea Díaz (2011) que lo

visual y lo sonoro están correlacionados y recordando también el mecanismo de imaginería

visual propuesto por Juslin y Vastfjall (2008) el cual plantea que la experiencia emocional se da

por la combinación de la percepción del conjunto de música e imágenes. Por otra parte, nos

cuenta cómo la música le ha servido para abrir su mente y tener pensamientos que no hubiera

tenido antes, cuando no escuchaba música.

Al escuchar su música favorita, Carlos siente reacciones a nivel físico: “a veces siento

como escalofríos por la cara” o ganas de pararse y saltar; Daniel también dice que siente ganas

de bailar “no de una forma precisa y técnica, sino como lo pide el cuerpo”. Ellos dos sí presentan
140

una mediación con el körper (Villa, 2017). Emocionalmente, Carlos dice que la música le da

mucha felicidad y Daniel dice que depende de la canción, pero también de cómo se encuentre

previamente. Según él, una canción puede traer todos los sentimientos.

Al tocar, Carlos dice que se siente como que nada en el mundo puede con él, se siente

elevado, aislado del resto de las personas y es una sensación muy placentera: “me siento especial

cuando toco, como si fuera uno con la canción y entonces, en ese momento, como que me siento

inmortal, durante el tiempo que toco”. Esa inmortalidad, atemporalidad, nos recuerda el ápeiron

o infinito, que se encuentra en nosotros mismos, y que se puede materializar en la música. Así

mismo, nos recuerda los experimentos que juegan con nuestro sentido de la realidad expuestos

por Alimardani (2017), ya que el tiempo cobra un sentido distinto. Luego, Daniel reafirma esta

idea al decir que cuando toca puede transmitir cosas que no es capaz de hacer con las palabras,

“sentimientos que son abismalmente mayores a lo que permite una palabra”. Tocar es como

“sentirse infinito. Es sentirse, como todo el tiempo, lleno”. Estas dos visiones están

estrechamente enlazadas con la proposición de cómo la música levanta un puente entre lo finito y

lo infinito (Schelling, 1856).

Por otro lado, Mariana nos dice que le gusta la música porque posibilita “trabajar en toda

la parte sensible y artística que se pueda en el ser humano (..) permite bailar, expresarnos

corporalmente, pero también comunicarnos e interpretarla y escucharla”. La música para ella

tiene la posibilidad de comunicar cualquier cosa, no solo porque utiliza lenguaje musical y

verbal, sino que también es capaz de generar emociones, sensaciones y estados psicológicos en
141

las personas. La función emotiva, la fática y la conativa (Jakobson, 1956), son para ella motivo

de amor por la música.

Daniel Alejandro nos habla del “poder comunicativo tan fuerte que tiene la música” y

todo lo que se podría hacer a partir de eso. Nos dice que con la música se podría cambiar

personas, países, generaciones. Esto se puede comparar con uno de los postulados de Martín

Serrano en la Presentación de la Teoría Social de la Comunicación (2004), que dice que los

medios de comunicación son agentes de cambios sociales. La música, puede ser vista como un

medio, que no solo tiene la capacidad de hacer sentir a una sola persona, sino que también tiene

el poder de cambiar y emancipar en la esfera social.

Por otro lado, para Daniel, el lenguaje verbal es parte inherente de la música. Entonces,

además de que la música puede comunicar todo lo que podemos comunicar a través del lenguaje,

que no es necesariamente todo lo que pensamos o sentimos, esta nos permite expresar todo eso

que encuentra un límite en lo verbal “tiene la capacidad de expresar esas cosas que nosotros no

logramos poner en palabras: sentimientos, atmósferas, sensaciones”, postulando así una posición

con gran semejanza a la de Schopenhauer (2004), para quien la música es capaz de romper los

puntos de quiebre del lenguaje y la quintaesencia. Al igual que Mariana, Daniel piensa que no

hay alguna cosa que la música no pueda comunicar.

Para Liz y Guillermo, quienes también evocan el planteamiento de Schopenhauer (2004),

los sonidos comunican más allá de las palabras. Guillermo pone en primer lugar la capacidad de

la música para comunicar estados de ánimo, sentimientos como amor, y “todas las emociones del
142

hombre” como furia y tristeza. Liz nos dice que la música comunica esa “unión con el universo,

unión con la naturaleza, con Dios, como quieras llamarlo” lo que de nuevo nos remite a ese

ápeiron dentro de la música y esa línea que Lévinas (1987) traza con una flecha musical de lo

finito hasta lo infinito.

En lo personal, yo pienso que a través de la música se puede comunicar tanto como se

puede comunicar con las palabras y, tal como dice Liz, las sensaciones se pueden exaltar aún

más, en un sentido más profundo (Barenboim, 1992). Sin embargo, aquello que comunica no

abarca la totalidad de la quintaesencia, porque esta, precisamente, consiste en aquello que está en

un plano distinto al mundo físico. Hubo momentos en que la música, aun abarcando la mayor

parte de mi vida, no fue suficiente, y no solo porque la elección específica de práctica musical

era muy limitada, sino porque a través de ella, por muy mágica que sea, no pude alcanzar a

escuchar o expresar la totalidad de lo que pasa por mi mente, mi sentir, mi espíritu, o el espíritu.

Para visualizar lo que los nueve sujetos creen que comunica la música, voy a continuar

con un comparativo usando los mismos instrumentos de los fragmentos musicales anteriores. De

nuevo, la explicación será por compases.

9.3.1. Primer compás: música como medio

La melodía de este fragmento parte de las mismas notas del sexto compás del fragmento

“Qué es la música”, pues allí ya se muestra la música como medio de expresión de sentimientos,

de sensaciones, de atmósferas, de emociones, de conexión con la naturaleza, así como medio


143

para expresar lo que salga del corazón, sentirse a sí mismo, y hasta para alterar estados

psicológicos.

Música como medio de expresión de sentimientos

Música como medio de expresión de sensaciones

Música como medio de sentir-sentirse a sí mismo

Música como medio para expresar lo que salga del corazón

Música como medio para alterar estados psicológicos

Música como medio de atmósferas

Música como medio de conexión con la naturaleza

Música como medio de expresión de emociones


144

9.3.2. Segundo compás: comunicación musical dependiente de otros factores

En el segundo compás nos fijamos que Juan Diego resalta que la sensación que se

comunica a través de la música es distinta dependiendo del tipo la música. Con la música clásica,

por ejemplo, cierra los ojos y se relaja, es decir, la música clásica la relaciona con tranquilidad; el

jazz con swing y la música colombiana con alegría. Hannah está de acuerdo con que, lo que

siente a través de la música, depende del tipo de música, pero agrega que depende de la letra que

tenga. Daniel Sebastián también nos dice que lo que él siente, dependiendo de “la canción”

puede sentir ganas de todo. Carlos dice que escuchar su música favorita le da ganas de pararse y

saltar. Mariana también resalta el hecho de que tampoco se puede hablar de la música en general,

sino de, las músicas. Liz, por su parte, nos dice que lo que puede comunicar la música depende

de si tiene letra o no. Guillermo dice que gracias al gran abanico de estilos musicales se ha

podido diversificar ampliamente la capacidad comunicativa de la música. Yo creo que la

comunicación depende del tipo de escucha, así como de quién y cómo interpreta.

Depende del tipo de música

Depende de la letra

Depende de la ubicación geográfica/momento histórico

Depende de quién escuche o quién toque


145

El jazz se relaciona con swing

La música clásica se relaciona con tranquilidad

La salsa se relaciona con alegría

La música se comunica con el cuerpo,

provocando ganas de ponerse de pie y saltar

La música se comunica con el cuerpo y

puede provocar ganas de todo

9.3.3. Tercer compás: comunicación con el cuerpo

Lo que la música le transmite a Carlos, a Hannah, Juan Diego y Daniel Sebastián, esa

comunicación que hay entre su cuerpo, la música y ellos mismos, no solo depende del tipo de

música, sino que es distinto para cada uno. Hannah y Juan Diego dicen que, ellos no sienten nada

físicamente, pero Carlos, manifiesta que puede llegar a sentir “escalofríos por la cara”, ganas de

pararse y saltar; por su parte Daniel Sebastián dice que siente ganas de bailar “no de una forma

precisa y técnica, sino como lo pide el cuerpo”.

La música no transmite nada físicamente


146

La música produce escalofríos

La música da ganas de bailar como lo pida el

cuerpo

9.3.4. Cuarto compás: la música comunica todo

Los sujetos a los que se les hizo la pregunta directa sobre “¿qué comunica la música?”,

respondieron con un abanico muy amplio. Mariana dijo que “la música tiene la posibilidad de

comunicar cualquier cosa” al igual que Daniel Alejandro, que dijo que la música tiene la facultad

de comunicar todo lo que él conoce. Liz dijo que es unión con el universo, la naturaleza y con

Dios, y Guillermo dijo que con la música se pueden manifestar todas las emociones del hombre.

La música puede comunicar cualquier cosa

La música puede comunicar todo aquello

que conocemos

La música comunica unión con la naturaleza,

con Dios, con el universo

La música puede comunicar todas las

emociones del hombre


147

9.3.5. Quinto compás: la música no comunica todo

Mi perspectiva personal es que, aunque la música tiene una posibilidad comunicativa

infinita (dentro de lo que conocemos), hay una brecha porque no alcanza para expresar la

totalidad de lo que pasa por mi mente, o lo que existe más allá de nuestros sentidos. Es por esto

que se ve representado con una gran cantidad de líneas imaginarias en el pentagrama.

La música no comunica la totalidad de la quintaesencia


148

9.3.6. Fragmento completo


149

Al ver el fragmento completo de cinco compases y escuchar su versión midi , se nota

que ya no es tan fácil encontrar momentos en que todas las voces estén de acuerdo. Sin embargo,

sí se encuentran algunas tendencias, como el hecho de que la comunicación depende de varios

factores, incluyendo el tipo de música, la letra y el lugar geográfico en el que se ubique la música
150

o la persona. Así mismo, quienes fueron abordados con la pregunta específica, muestran una

respuesta que, aunque es distinta en cada uno, para todos incluye el hecho de lo infinito de la

comunicación musical. El fragmento parece incompleto, ya que en el último compás no se

resuelve y el único instrumento que suena es el mío. Eso se resolverá en el siguiente fragmento.

9.3.7. Síntesis

Figura 8. Gráfica sobre lo que comunica la música.

Partiendo de que la música es un medio que permite comunicar la quintaesencia, en este

fragmento musical vemos cómo los sujetos entienden que, más allá de comunicar, la música

puede mover y conmover, tanto a ellos mismos, como a otras personas, dependiendo de ciertas

características. La música incita, hace sentir, hace nacer mediaciones con la cultura, con el
151

entorno, con la naturaleza y con la emoción y, de esta forma, es agente de configuración social y

cultural.

En un plano material encontré que hay una mediación física, ya que para algunos sujetos

un tipo de música específico despierta reacciones específicas, desde sensaciones internas, como

tranquilidad (música clásica) y alegría (salsa), hasta sensaciones físicas, como ganas de ponerse

de pie y saltar, o ganas de todo.

La música incita una mediación estética que, como propone Rancière (2011), permite

reconfigurar el régimen de percepciones, sensaciones e interpretaciones. Los mismos sujetos son

los que nos muestran cómo perciben las mediaciones musicales culturales, dentro de las cuales

se debe considerar la ubicación geográfica y el momento histórico; también encuentran

mediaciones musicales con el entorno, que dependen del tipo de música y de la letra; así

mismo, y sobretodo, se encuentran mediaciones musicales con la emoción, incluyendo además

la capacidad para modificar estados psicológicos, para lo cual se debe tener en cuenta todo lo

anterior, más quién escucha y quién toca, elementos propuestos también por Nussbaum (2001).

De todas estas mediaciones, considerando las características de la música, la cultura y los

sujetos, se encuentra que la música produce una mediación cognitiva (Martín Serrano, 1993),

pues no es solo un medio, sino que en sí misma funciona para reforzar mitos, representaciones

compartidas y, de esta manera, crea, transforma o refuerza prácticas y ritos.


152

Desde otro punto de vista, la música también permite la mediación espiritual y la

mediación con la naturaleza que, junto con la mediación estética, podrían ser categorizadas

como mediación estructural (Martín Serrano, 1993), pues, si bien, a primera vista, no son

agente de configuración social, en un análisis más consciente y profundo, es a partir de estas

mediaciones que se construye la estructura cultural y del sistema. Al descubrir y entender la

naturaleza, nuestra y de nuestro entorno, se advierte que cada humano y la totalidad de la

estructura social depende de esta compresión de la naturaleza humana, animal, terrestre,

universal, que, a través de la música, tiene un punto de encuentro.

Ahora, es fundamental destacar que surgió la premisa de que la música comunica “todo

aquello que conocemos”, y es a partir de esto que doy paso a indagar sobre lo que no comunica

la música.

9.4 Lo que no comunica la música

La pregunta por lo que la música no puede comunicar es la más difícil de esta tesis. Es

evidente para muchas personas que la música puede ser y comunicar muchas cosas. Pero lo que

no es se torna muy difícil de dilucidar, y más para una persona absolutamente sumergida en el

encanto de la música, o que posee una inteligencia musical (Gardner, 1983). Sin embargo, sí hay

algunos indicios que me indican los límites de la música.

Hannah, nos cuenta que, al momento de improvisar, los otros intérpretes puede que se

sientan de una forma similar, pero en realidad no están llegan a comprender la cantidad o la
153

complejidad de la energía que ella misma siente cuando toca: “él está feliz, pero él no está

sintiendo, digamos, la energía que yo tengo cuando toco”. Aquí nos presenta un fallo en la

función fática de la música (Jakobson, 1956). También nos recuerda un poco el escarabajo de

Wittgenstein (1953), pero en este caso cada persona tiene, no un escarabajo, sino unas

sensaciones particulares incomunicables. Juan Diego también expresa que al momento de

improvisar sí hay una comunicación con los otros músicos, pero “la verdad, en término

musicales, cada uno está pensando en cosas diferentes para tocar”, expresando un punto de

quiebre en otra de las funciones del lenguaje propuesta por Jakobson (1956): la metalingüística

(en este caso meta-musical) de la comunicación entre músicos. Aquí hay una brecha de un

músico al otro, en donde, ni entre dos personas que están comunicándose con el mismo lenguaje

musical es posible transmitir la complejidad de “energía” o de música que una persona está

sintiendo. Lo que se comunica es suficiente para que la línea melódica y la improvisación tengan

un sentido, y para que el ensamble funcione, pero llega hasta ahí; cuando tocas no le puedes

transmitir exactamente a la otra persona la energía que estás sintiendo. La comunicación

organiza el diálogo melódico, pero no transmite la totalidad de la energía musical de una persona

a otra.

Por otra parte, Hannah nos recuerda algo que hay que considerar como un atributo de la

música: la letra. Al criticar el reggaetón, dice que hay que pensar tanto la musicalidad, el ritmo y

los timbres, como en la letra que tenga: “pues, a mí, no sea que no me guste, pero, digamos, es

por la letra (...) el ritmo está bien (...) depende de qué letra tenga”. Así como nos decían Mariana,

Daniel, Liz y Guillermo, la parte verbal se debe considerar al juzgar la capacidad comunicativa

de la música.
154

Así como la música puede comunicar hasta cierto punto, el lenguaje verbal también tiene

un límite, y cuando estas dos formas de comunicar se combinan, pueden, como lo dice Liz

“exaltar aún mejor las palabras”. Hannah nos dice que una pintura, por ejemplo, despierta

sentimientos distintos a los que la música, “conmueve de distintas maneras (...) y la literatura

también”. Pero Juan Diego, nos dice que una pintura podría llegar a transmitir “sentimientos

musicales” como cuando ve una guitarra o un libro y piensa en una melodía. Esto nos recuerda el

planteamiento de Barberena (2016), quien nos habla de los nuevos sentidos que se establecen a

relacionar signos visuales y signos sonoros. Es así como la música, a pesar de tener ciertos

límites, al combinarse con las artes visuales o el lenguaje verbal, asciende un paso más en el

escalón de la comunicación. La imagen comunica hasta cierto punto, el lenguaje verbal

comunica hasta otro punto, si se combina con música, tanto la una, como la otra, o la tercera,

pueden transmitir un sentimiento mayor.

Carlos y Sebastián en todo momento hablaron de las inefables propiedades comunicativas

de la música, recordando una posición parecida a la de Schopenhauer (2004), por lo cual con

ellos no encontré un punto de quiebre entre música y comunicación. Es debido a esto que, en las

siguientes entrevistas (con Mariana, Daniel Alejandro, Liz y Guillermo), decidí hacer la pregunta

directamente

Al preguntar por aquello que no podría comunicar la música, Mariana, dijo “creo, siento

y pienso que la música tiene la posibilidad de comunicar cualquier cosa”. Daniel Alejandro dice

que es consciente de que el lenguaje verbal no es capaz de comunicar todas las cosas que
155

sentimos o pensamos, “pues estamos limitados por las palabras y la organización de nuestros

idiomas”, pero la música va más allá y a través de ella se pueden expresar todas esas cosas que

no se transmiten con el lenguaje verbal. Dice que “no hay ninguna cosa que yo conozca que la

música no pueda comunicar”. Las posiciones de Mariana y Daniel Alejandro también se

conectan con la visión de Schopenhauer (2004), para quien la universalidad pertenece a la

música, pero, la posición de Daniel Alejandro no se puede vincular directamente con la de otros

autores como Schelling (1856) porque establece una relación con el infinito, sino que se percibe

un límite en las palabras “que yo conozca”. Aquí entramos a vislumbrar un punto de quiebre,

pues, si bien es posible comunicar todo lo que conocemos, vale la pena pensar en la infinita

cantidad de cosas que no conocemos también, en esa quintaesencia (Schopenhauer, 2004).

Por el lado de Liz, su primera a la pregunta por lo que la música no comunica fue: “lo que

se puede comunicar con las palabras”. Para aclarar, con la música instrumental, Liz insiste en

que no se pueden comunicar cosas más tangibles y objetivas, sin embargo, al incluir las palabras

en la música se abarcaría todo. Luego, Guillermo reflexiona y dice que “en los oratorios y en las

óperas” hay palabras, por lo que cambian de parecer y dicen que la música sirve para “exaltar

aún mejor las palabras”. Según Guillermo, con el “gran abanico de estilos musicales, y épocas

musicales de la humanidad”, así como las necesidades de los artistas, se ha podido diversificar la

capacidad comunicativa de la música. Esto nos remite a Rancière (2011), quien nos recuerda que

la escena y, con ella, las sensibilidades se reconstruyen constantemente, por lo cual los artistas (y

sus necesidades) cambian. El ejemplo del estado del arte más palpable de la evolución y

diversificación de la comunicación musical que traigo a partir de esta tesis es Björk, quien

representa una nueva idea de lo que es el arte, incorporando las herramientas de las que puede
156

valerse en el presente. Es a partir de este cambio en la estética, que obliga a las transformaciones

artísticas, que Guillermo afirma que la música cuenta con un abanico suficientemente diverso.

Para mí, la quintaesencia (Schopenhauer, 2014) incluye un infinito que aún no

conocemos y que, precisamente por esa razón, no podemos comunicar. Ni a través de la música,

ni de otro medio.

La comparación final sobre lo que no comunica la música también se hace en un

fragmento musical que refleja lo que cada una de las personas piensa sobre esta brecha

comunicativa.

9.4.1. Primer compás: punto de quiebre en la comunicación entre músicos

Los dos músicos más jóvenes, Hannah y Juan Diego, manifestaron que, al momento de

improvisar, no se comprende la cantidad o la complejidad de la energía que ellos sienten;

asimismo, en términos musicales, cada uno está pensando en cosas diferentes. Esta opinión no se

dio en ninguno de los otros entrevistados, lo cual nos hace pensar que existe la posibilidad de que

esta brecha comunicativa se presente por la cantidad de tiempo y la destreza requerida para

desarrollar esta comunicación entre músicos, aunque también, pueda deberse a la honestidad

pura de los niños. De cualquier manera, la brecha comunicativa existe para ellos.
157

Brecha comunicativa entre músicos al momento de improvisar

9.4.2. Segundo compás: comunicación musical sin punto de quiebre

Tanto como para Carlos como para Daniel Sebastian, que no expresaron ningún punto de

quiebre comunicativa de la música, como para Mariana y Daniel Alejandro, quienes sí fueron

interrogados directamente, no existe nada que la música no pueda comunicar. Para Liz y para

Guillermo, la brecha se da cuando las palabras no se incluyen como parte de la música, pero si sí,

se podría comunicar todo. Para mí, el punto de quiebre es tan infinito como lo que puede

comunicar la música, por eso también se expresa en silencios.

No hay puntos de quiebre entre música y comunicación

Hay puntos de quiebre y, precisamente por eso, son

inexpresables

9.4.3. Fragmento completo

El fragmento consiste en estos dos compases. En este link se puede escuchar la

composición sobre lo que no comunica la música:


158
159

9.4.4. Síntesis

Figura 9. Gráfica sobre lo que no comunica la música, los puntos de quiebre quintaesencia-música-comunicación.

Se hallaron algunos puntos de quiebre claros en la comunicación musical, pues, la brecha

comunicativa al momento de improvisar, que fue mencionada por dos de los sujetos, supone una

grieta entre quintaesencia-música-comunicación. Al aceptar que cada músico piensa, en términos

musicales, de maneras distintas y al encontrar que, aunque la comunicación musical organiza el

diálogo melódico, no es capaz de transmitir la cantidad o la complejidad de energía de un músico

a otro, identifico el primer punto de quiebre.

Debido a que todos los sujetos poseen una profunda inteligencia musical (Gardner 1983),

los puntos de quiebre entre su quintaesencia y lo que pueden comunicar a través de la música son

escasos. Cuando una persona crece, se desarrollas y se forma en un entorno absolutamente


160

musical, la música se percibe como un lenguaje, y si las capacidades expresivas musicales del

sujeto son muy amplias, reconocer o admitir brechas en la comunicación musical es complicado.

Seguramente es por eso que, siendo la única que no estudia música formalmente y que la

ha abandonado, reconociendo mi ignorancia, encuentro el segundo punto de quiebre entre

quintaesencia-música y comunicación. Al pensar en la quintaesencia, en el Hyperuránion

tópon, ese todo que existe, pero al que no tenemos acceso completo, encuentro que, lo que no

conocemos es infinito y, por lo tanto, nuestros medios, incluyendo la música, por más amplitud

comunicativa que tengan, no son capaces de expresar lo que aún no pasa por nuestra mente. Aquí

Descartes (1642) se encuentra de nuevo con mi tesis, porque, aunque ese infinito exista, si no lo

pensamos, no existe en nosotros y, por lo tanto, sin importar el medio, es inexpresable. Si sí se

piensa (así no se conozca) de alguna manera se expresa; en este caso, es a través del silencio.
161

10. Producto final

Esta partitura es el compilado del análisis de las entrevistas y la auto etnografía. Es la

música expresada a través de la música.


162
163
164
165
166

11. Conclusiones

Los pasos, las vueltas, las equivocaciones, los caminos estrechos y anchos, todo el

trasegar que viví en el desarrollo de esta tesis, incluyendo la revisión teórica, la búsqueda de

investigaciones afines, el trabajo de exploración propio y la búsqueda de los sentires de otros

músicos, me llevaron a hallar puntos de encuentro y quiebre entre quintaesencia–música-

comunicación; a entender la música como un medio de la quintaesencia, tanto para mí como para

otros músicos; y a descubrir las mediaciones que desde allí nacen.

En un primer lugar, con la revisión teórica, aunque encontré diversidad de posturas,

también encontré que estas se complementan, como matices de un mismo color que representa el

inefable e infinito carácter comunicativo de la música, el cual ha sido constantemente objeto de

análisis y admiración. Luego, las nuevas investigaciones me demostraron que el tema de la

música y la comunicación de la quintaesencia, que parece rezagado y un poco inusitado, es en

realidad bastante visible. Tanto las reflexiones investigativas, como el desarrollo digital y

tecnológico, están progresando en la indagación y el aprovechamiento estético de la música y el

arte en general.

Por otra parte, la auto etnografía me permitió entender muchas cosas de mí misma que no

había analizado antes, a partir de lo cual puedo ser más consciente de mí, del infinito que habita

en mí y de cómo ese entender me permite hacerme cargo de mi propio ser para, luego,

relacionarme de mejores maneras y tejer con más amor dentro de la sociedad. Finalmente, la

experiencia de las entrevistas me permitió ver que la indagación por el sentir de los otros es
167

inquietante, maravillosa, llena de emociones y vueltas imprevistas, llevándome no solo a un

acercamiento y a un entendimiento, sino a una profunda admiración y amor por cada uno de

estos seres; por su nobleza, por su sabiduría, por su sensibilidad, y por abrirme su corazón, de

nuevo agradezco a Hannah, Juan Diego, Carlos, Daniel S., Mariana, Daniel A., Liz y Guillermo.

Animo a la indagación por los sentires propios y de los otros, no solo desde el ámbito

investigativo, sino desde las interacciones diarias; esto permite un crecimiento cognitivo,

sensible y emocional que enriquece de maneras inesperadas y hermosas.

Pasando a las conclusiones específicas acerca de esta investigación, empiezo por afirmar

que la quintaesencia (aquella esencia invisible a los ojos, pero fundamental) se puede comunicar

en el mundo físico a través de la música. Este arte va mucho más allá de combinar ritmo,

armonía y melodías; transgrede los límites racionales y permite una forma de comunicación

sublime, que sigue un camino que no solo es lógico, sino también sensible, por lo que nos

permite reflexionar y percibir lo etéreo de una manera más patente. La música es una de las

formas, así como la poesía, la danza y otras artes, de darle forma a lo que a veces no entendemos

de manera lógica. Así, a través de “narrar musicalmente” lo que no se expresa con palabras, nos

conocemos a nosotros mismos y a los demás de formas distintas. Esta comunicación, que tiene

tanto puntos de encuentro, como puntos de quiebre, nos permite considerar la música como

medio y las diversas mediaciones que nacen a partir de ella; sin embargo, para entender lo que

comunica la música y lo que de allí nace, debernos partir de lo que esta investigación nos dejó

sobre el qué es la música.


168

Con la música nos podemos conocer a nosotros mismos porque la música permite esa

conexión con los sentimientos propios, ese espacio de meditación y de auto escucha. Como dice

Carlos, uno de mis jóvenes entrevistados: la música es “como algo que llega a tus adentros. Un

sonido que te toca por dentro y que, por lo tanto, con ella exploras tus emociones”. Es por eso

que la música es narración; a través de la narrativa musical no solo le narramos a otros, sino

que nos entendemos y comunicamos con nosotros mismos. Hamui (2011), en su investigación

sobre narrativas, nos cuenta cómo narrar es una forma de dar significado a la experiencia. Ya sea

desde la expresión o desde la interpretación, la narrativa (así como la música) representa un

puente entre la quintaesencia, o el mundo interno de los pensamientos y sentimientos, y el

mundo físico, de los cuerpos y las acciones. Al narrar no solo se ponen en palabras y en orden las

ideas, sino que además se encuentra un medio de reflexión y aprendizaje, que permite dar un

paso hacia el entendimiento de un fenómeno particular. La narración musical es un punto de

encuentro entre quintaesencia-música-comunicación, que permite una mediación espiritual con

nuestro foro interno.

Por otro lado, como también nos dice Carlos, la narrativa musical permite “una forma de

sentir en conexión con el mundo”. Es decir, no solo me conecta con lo que se encuentra en mi

ser, sino que, de igual manera, posibilita un puente comunicativo con otras personas. Además,

trasciende esta barrera y posibilita una mediación con la naturaleza, pues también significa:

“unión con el universo, unión con la naturaleza, con Dios, como quieras llamarlo”, como diría

Liz, mi maestra de violín entrevistada. La música es tantas cosas, que la comunicación de lo que

está tanto en el plano físico, como de lo que está en su forma más volátil, se puede dar. Es así

como encuentro otro punto de encuentro entre quintaesencia-música-comunicación, entendiendo


169

que no solo nos comunica con nuestro espíritu, sino también con el de los otros y con el de la

naturaleza. Por esto, la música es libertad, entendiendo que esta palabra se deriva del griego

ἐλεύθερος “eléutheros”, que, como nos dice Diana Uribe (2012), implica hacer parte de una

comunidad. Para que haya comunidad y libertad, se necesita compresión entre las almas,

comunicación, la cual, se da desde las formas más sensibles, como la música.

De la misma manera, la música es tejido, la música es texto; como dijo Eduardo

Galeano en un recital en el Teatro El Galpón de Montevideo en 1999: “Quien escribe, teje. Texto

proviene del latín, “textum” que significa tejido. Con hilos de palabras vamos diciendo, con hilos

de tiempo vamos viviendo. Los textos son como nosotros: tejidos que andan” . La música es

como un tejido fractálico, pues, a través de las mediaciones estructurales (Martín Serrano,

1993) que surgen de ella, nos permite tejernos a nosotros mismos, formar hilos y tejidos,

entender ese infinito que hay en nuestro interior, que está en la música y dentro de nosotros, para

poder unir nuestro tejido con otros y construir tejidos de pareja, de hermanos, de familia, de

comunidad, de país, de sociedad, de tierra, de seres sintientes. La música es texto porque con

hilos de ritmos vamos sintiendo, con hilos de armonías vamos conectando, con hilos de melodías

vamos llegando a los rincones más silenciosos y vamos trenzando con las ideas y los sentires de

otros, incluso seres con los que no tenemos comunicación verbal.

Por otro lado, la música es tiempo, y se puede comparar con la manera en la que la

verbalidad se encaja en el tiempo. En la mente las ideas van mezcladas, en forma de conceptos

vagos, sin tiempo, y al darles su cabida en el mundo del lenguaje, estas se ordenan, en la

universalidad. La música, así como la narración escrita y oral, sigue unas reglas de tiempo y
170

orden, que permiten al compositor, al intérprete, a la misma música y al espectador comunicarse

en términos distintos, en términos musicales, creando una mediación con el entorno. Tomando

el tiempo en un sentido más amplio, la música es historia; ella, como el arte en general, retrata

los momentos, nos muestra hechos históricos, sentimientos de una época, así como los cambios y

las mutaciones que se dan con el paso del tiempo mismo, rompiendo incluso barreras

espaciales10. De esta manera, se descubre otro punto de encuentro entre música-comunicación, a

través del cual la música posibilita mediaciones culturales; asimismo, con ella no solo se

representan las ideas y los pensamientos que configuran los lazos y unen las sensibilidades, las

percepciones y las ideas (Rancière, 2011), sino que también se crean, transforman o refuerzan

prácticas y ritos, constituyendo, así, una mediación cognitiva (Martín Serrano, 1993).

Con ironía, sin embargo, también encuentro que la música es un vacío en el tiempo,

porque, aunque la música significa el tiempo transcurrido, también encarna la ausencia del

tiempo; para algunos músicos, como mis jóvenes entrevistados Carlos y Daniel Sebastián, el

instante en el que escuchas o tocas música, te sientes “inmortal”, te sientes “infinito”. En ese

instante se rompe con la temporalidad y se crea una mediación estética, con la cual se pulsa tan

profundamente la sensibilidad, que la relatividad de las dimensiones en que nos encontramos se

torna palpable. Por otro lado, incluso, se encuentra un punto de encuentro tan manifiesto entre

quintaesencia-música-comunicación que además de la mediación estética, se encuentra una

mediación física, como en la danza (Villa, 2017), pero también en las ganas de saltar o en los

escalofríos que mis entrevistados sienten con la música.

10
No es en vano que el Disco de oro de las Voyager, un disco que se envió en las sondas espaciales Voyager 1 y 2,
en caso de contacto con seres extraterrestre, contenga (además de saludos en varios idiomas e imágenes) música de
todo el mundo, desde música tradicional de Perú y de Australia, hasta composiciones de Bach y Chuck Berry.
171

Esta y otras propiedades me hacen ver que la música es magia. A través de los sonidos

musicales no solo se anula el tiempo o se pueden encontrar los sentimientos de otros tiempos,

sino que se logra penetrar a las personas hasta generar estados de conmoción. La música llega,

toca, emociona y conmueve; comunica, de esa manera, lo que el compositor, el productor o el

intérprete siente. Es así como se manifiesta otro punto de encuentro entre quintaesencia-música-

comunicación, a través del cual la música impulsa una mediación emocional. La particularidad

de la comunicación musical reside en que la música no convierte un concepto en un signo con

propiedades de objetivación. La música es libre. Expresa la subjetividad y alcanza la

subjetividad. La música no es una representación de la quintaesencia, pero sí tiene puntos de

encuentro con esta, pues, con lo que comunica, permite una manifestación terrenal de lo esencial,

de la energía del amor y de la quintaesencia. Es una forma más de sentir y expresar lo que, como

humanos, podemos percibir.

Ahora bien, entendiendo que la música es un medio por el que se comunican emociones,

sentimientos, historias, momentos, atmósferas y elementos que no se pueden nombrar, o que aún

no han sido nombrados, y que a partir de sus múltiples puntos de encuentro con comunicación y

quintaesencia se producen mediaciones estructurales y cognitivas (Martín Serrano 1993), es

conveniente recordar que la investigación mostró que las mediaciones dependen de

características como el momento histórico, el lugar, el tipo escuchante, de intérprete, etc. Es por

esto que los puntos de quiebre entre música-comunicación son nebulosos; de la misma manera en

que sucede con el punto de quiebre entre verbalidad-comunicación, el límite comunicativo de la

música es distinto para cada persona. En la comunicación verbal hay idiomas, dialectos,
172

formas de expresarse, riqueza de términos, expresividad, compresión, etc., y todo esto determina

el límite. En la comunicación musical hay géneros, hay hábitos culturales, hay riquezas y

simplicidades, hay expresividad y emotividad, así como hay personas que están preparadas -o

no- para escuchar o a tocar piezas musicales de uno u otro modo.

De esta manera, surge la urgencia de mover el foco de atención en la educación y

repensar la influencia, el poder y las mediaciones reales de una comunicación tan natural y

amplia como la música. Cuando el escuchante, el compositor, el intérprete o cualquier otro actor

del proceso es consciente de la música que escucha, de la manera en que la escucha, de lo que

despierta en su ser, sus formas de percibir y discriminar son muy diferentes. Sin buscar una

forma parametrizada de juzgar la música, sino más bien una forma consciente de

escuchar/componer para aprovechar al máximo el poder comunicativo de la música, y aun

teniendo en cuenta que lo que comunica la música es tan privado, como amplio y tan individual,

como impreciso, propongo una educación integral, que incluya educación del oído, pero también

de la mirada y del cuerpo; una educación que entienda que todos percibimos los colores, los

tonos, las formas y las texturas de la vida de maneras distintas. Es decir, se debe reivindicar la

estima profunda que tenían los griegos acerca del conocimiento integral, y la correlación entre

números, alma y música, entendiendo que la ciencia y la música no solo están conectadas, sino

que son una identidad en armonía.

Debo aclarar en este punto que creo que todo arte tiene un valor cultural, estético, político

y comunicativo; toda la música (desde Mozart hasta J. Balvin, desde Björk hasta lo que canta la

persona en el bus) más allá de su propósito comercial, tiene un valor emocional y estético, sea
173

para el compositor, para el productor, para el intérprete, para el presentador, para el oyente, para

el que le hace covers, o para cualquier actor involucrado en el sentir de la pieza. Si, además, a

través de su propósito técnico, logra despertar sensibilidades, ya está trascendiendo una barrera

personal y cultural que no muchos medios logran en tal magnitud. Es decir, no creo que escuchar

o tocar cierto tipo de música sea bueno o malo; así como nosotros cambiamos todo el tiempo y

así como el lenguaje muta constantemente, la música y otras representaciones artísticas también

lo hacen. El punto es poder ser conscientes de lo que tal o cual música despierta en mí, percibir

esa sensibilización y entender cómo eso me constituye y me transforma a mí y a mi comunidad.

Para poder adquirir esta conciencia es fundamental una educación con más énfasis en la

música. El hecho de leer un texto como este, por ejemplo, no es suficiente. Predicar sobre la

música es castrarla, porque al explicar algo sobre ella, se contamina su esencia misma; al intentar

describirla, se modifica y se le despoja de su naturaleza. La música no es un referente, no expresa

un cierto objeto, la música expresa en cuanto es, no en cuanto se explica. La música se asemeja a

un lenguaje privado en sí misma, pues hace uso de sus recursos para comunicar; se vale de la

metamúsica, un lenguaje circunscrito en su naturaleza misma. Por esta razón es que un músico

entiende la música de una manera tan profunda y, por esto mismo, la posibilidad de acceder a

una educación musical (entendiendo también el conocimiento como un integral artístico,

filosófico, matemático, lingüístico, científico que guarda magia comunicativa en sí mismo y en

cada una de sus ramas) debería brindarse a la mayor cantidad de personas posibles.

La música comunica y lo llega a hacer de maneras muy profundas porque apela a las

emociones de las personas. A través de la música se encuentra un puente entre quintaesencia y


174

plano físico, mente y cuerpo, lo racional y lo emocional, lo abstracto y lo perceptible, y lo

consciente y lo inconsciente. Si esto se incorpora en la educación puede llevar a mejor

comunicación, a mejor compresión, a tejidos más fuertes, a mayor empatía y a creación de lazos

de resistencia a las injusticias y ensambles por la mejora.

Ahora bien, ¿cuáles fueron los puntos de quiebre entre quintaesencia-música-

comunicación? La quintaesencia puede ser comunicada hasta cierto punto. Esta se puede

relacionar con el Hyperuránion tópon, ese mundo que está mucho más allá de la realidad

sensible y las apariencias, ese todo que existe, pero al que no tenemos acceso completo, pues es

un infinito imposible de cercar; es por esto que hay un punto de quiebre ineludible e infinito

entre quintaesencia-música-comunicación. La quintaesencia que, como humanos, podemos traer

a nuestra realidad es solo una parte de este todo. El acercamiento a esa porción de la

quintaesencia se ve limitado por nuestras habilidades humanas; nosotros podemos comunicar lo

que percibimos de esa quintaesencia a través del lenguaje, de las matemáticas, de las ciencias, de

la filosofía, de la danza, de la música y de muchas otras maneras. Sin embargo, este infinito, más

grande que el infinito al cual pertenecen nuestras ideas y nuestras almas, sobrepasa nuestras

capacidades de percepción y, por lo tanto, de comunicación.

La relación música - comunicación -quintaesencia me sitúa en medio de una paradoja, un

bucle infinito porque, así como hay infinidad de posibilidades comunicativas con la música,

también hay infinidad de infinitos en la quintaesencia, tanto así que el concepto mismo de

infinito pierde sentido. Es como comparar el universo de los números naturales (1, 2, 3…), que
175

en definitiva es infinito, con el de los números enteros (-3, -2, -1, 0, 1, 2, 3…) que también es

infinito. Sin embargo, hay un conjunto cuyo infinito es aún más grande.

Aquello que puede comunicarse a través de la música es infinito. Aquello que no

puede comunicarse a través de la música también es infinito. Por esta razón, los puntos de

encuentro y quiebre se encuentran en un horizonte: el horizonte comunicativo de la música.

Este es comparable al horizonte en el mar, pues es tan amplio como nuestra visión y hay tanto

hacia abajo (que refleja lo que conocemos y podemos comunicar a través de la música), como lo

que hay hacia arriba (que irradia todo lo que aún no sabemos). Este horizonte musical podría

comprarse con un palíndromo; hay tanto del lado que comunica, como del que no. Lo que pasa

es que el lado que vemos es infinito, pero perceptible; en cambio, el otro lado es invisible ante

nuestros ojos y silencioso ante nuestros oídos.

Lo que no puede comunicar la música, el quiebre entre música-quintaesencia-

comunicación, es tan (o aún más) inefable como la música misma. Es un infinito, probablemente,

más grande que el infinito de las cosas que comunica, el cual no se puede comunicar a través de

la música, pero sí se puede sentir a través del silencio. Sí, el silencio puede ser parte de la

música, pero es la parte de la música que también permite vislumbrar ese todo de la

quintaesencia incomunicable. Ese vacío tan grande como el infinito inexpresable se comunica

con el silencio…
176

12. Futuras investigaciones desde el campo comunicación-educación

Soy consciente de que esta investigación abrió más puertas a las dudas que a las

respuestas. Tanto las entrevistas, como la narrativa personal y la revisión bibliográfica, son

inmensamente ricas y dejan mucho más para pensar que solo la relación entre comunicación-

música-quintaesencia. En esta sección propongo temas e interrogantes variados que nacen de la

reflexión sobre la música dentro del campo comunicación-educación, sea porque yo misma

quiero en un futuro indagar sobre estos, o porque a otros investigadores interesados en el tema

puedan servirles como inspiración.

En primer lugar, teniendo en cuenta el doodle de Bach (2019), la inquietud por el arte y

las inteligencias artificiales provoca diversos cuestionamientos. Si la máquina logra abastecerse

de suficiente información, ¿sería capaz de comunicar como lo haría un humano? ¿qué

comunicaría? ¿imitaría los motivos también? ¿la máquina está trayendo algo de la quintaesencia,

o qué es lo que está comunicando? Este es un problema filosófico que vale la pena pensar con

más profundidad.

En segundo lugar, valdría la pena explorar las otras funciones del lenguaje propuestas por

Jakobson en relación con la música. En esta investigación me pregunté por la función conativa,

al explorar las mediaciones de la música, y toqué algunas otras funciones en los hallazgos, pero

pienso que también podrían explorarse a profundidad las funciones emotiva, referencial, fática,

metalingüística y poética en la música.


177

Así mismo, y con base en las comparaciones de la comunicación música y la

comunicación verbal, creo que se puede abrir toda una rama de la semiología de la comunicación

musical, en donde se estudie con más profundidad la relación entre música y representación,

porque, si bien esta investigación nos deja que la música no representa un objeto, sí existe una

relación, que puede tener otros patrones, otras direcciones y otras interpretaciones.

Por otro lado, creo que la relación entre música-comunicación-educación es muy amplia

y debe seguir explorándose desde muchas visiones. Una, por ejemplo, que no se indagó en esta

tesis es la posición política de la educación musical, y dentro de las entrevistas se notan ciertas

tendencias que indican que este tema da para una investigación muy rica.

Entre otras cosas, y para seguir dejando abiertas otras inquietudes de investigación

respecto a este tema, creo que es importante investigar las posibilidades comunicativas de la

música, pero teniendo en cuenta las músicas, los distintos tipos, los géneros, las corrientes, las

épocas, así como los diferentes tipos de escuchantes y de intérpretes. Sería muy interesante, por

ejemplo, indagar esta misma cuestión sobre música-quintaesencia-comunicación en personas que

no fueran músicos, en filósofos, en matemáticos, etc.

Frente al campo y, especialmente, la línea de medios, pienso que hay dos cosas que decir.

Primero, el proceso investigativo puede ser muy satisfactorio y enriquecedor cuando la

motivación es real; se trata de poder disfrutar y embarcarse en viajes que, más allá de

cualificarnos, nos hagan felices y nos permitan crecer. Segundo, aventurarse a preguntar por

otras tantas posibilidades infinitas que nos permite el campo comunicación-educación, ya sea
178

desde problemas edu-comunicativos específicos, medios, nuevas tecnologías, infancias, hasta

expresiones artísticas, filosóficas o científicas, entre muchos otros, vale la pena. Sigamos

trabajando desde nuestras singularidades, uniéndolas con el campo y expresándolas a la

comunidad. Tejamos juntos.

Finalmente, solo me queda decir que espero que las paradojas, las contradicciones y los

vacíos que este trabajo suscita sean fuente de inspiración para ustedes. Gracias
179

13. Anexos

Entrevistas abiertas

Entrevista #1: Hannah y Juan Diego

Hannah Arnedo (12 años. Percusionista, pianista, cantante)

Juan Diego Panadero (12 años. Clarinetista)

Zea: Bueno, entonces, primero, porfa, me dicen sus nombres, en dónde viven, cuántos años

tienen, con quien viven, etc.

Juan Diego: Bueno, mi nombre es Juan Diego Panadero, yo tengo 12 años, vivo en Bogotá y

vivo con mis abuelos.

Zea: ¿En dónde vives?

Juan Diego: Vivo con mis abuelos al sur de Bogotá y mi papa vive a dos cuadras de mi casa.

Hannah: Mi nombre es Hannah Arnedo, yo vivo en Guasca, Cundinamarca, vivo con mi mamá y

tengo 12 años.

Zea: Listo, muy bien, entonces, la primera pregunta es ¿Cómo o por qué empezaron a tocar

música?

Hannah: Pues la verdad yo creo que era algo así que mi papá quería, porque pues a él le parece

muy interesante y pues también me gusta. Y me llama bastante la atención tocar instrumentos de

percusión y melódicos, es muy interesante.

Juan Diego: Pues bueno, a mí, pues yo cuando veía a mi papá tocar, pues a mí me gustaba mucho

como él tocaba y yo quería aprender a tocar clarinete, y entonces en mi cumpleaños, a los cuatro

años, me regaló un clarinete y desde los cuatro años pues empecé a practicar.
180

Zea: O sea que llevas ocho años tocando.

Juan Diego: Sí señora.

Zea: ¿Y tú Hannah?

Hannah: Yo desde los cinco años.

Zea: Desde los cinco. Muy bien. Ahora ¿Qué es la música?

Hannah: Pues la música es algo por ejemplo con lo que se pueden transmitir sentimientos o

lenguajes distintos, pues no sé, me siento bien con eso.

Juan Diego: Bueno pues, yo opino casi lo mismo que Hannah porque pues la música es una

forma de expresarse, de bueno sí, diversos sentimientos, de sentirlos, y de pues sí, tener como

una conexión entre la música y los sentimientos, con melodías. Sí.

Zea: ¿Una conexión entre la música y lo que ustedes sienten?

Hannah: Sí.

Juan Diego: Sí.

Zea: Muy bien. ¿Por qué existe la música?

Hannah: Pues digamos, si no existiera, la gente no sabría expresarse, algo así como ¿qué es la

música? es porque la música ¿por qué existe la música?, es algo muy parecido, porque pues, si

no existiera la música, la gente no se podría expresar y pues sería un poco más difícil.

Juan Diego: Bueno pues yo creo que la música existe, no sé quién se inventó la música, es desde

antes de Cristo obviamente.

Zea: Es algo natural, ¿tú crees?

Juan Diego: Desde antes de Cristo, y yo creo que existe, pues sí, por darle una manera de

divertirse a las personas, de diferentes formas, y existe como para tener una forma más de vida,

una, como un motivo más para vivir.


181

Zea: Creo que esto se puede volver repetitivo porque todo gira en torno al mismo tema de la

música ¿Por qué les gusta la música o qué es lo que más les gusta de la música?

Hannah: Pues a mí me gusta, más que todo improvisar, porque pues a uno le sale cualquier cosa,

y eso, y pues también es muy divertido pues uno sentir que está conectado con eso.

Zea: Que estas conectada ¿con la música?

Hannah: Sí, con la música.

Zea: ¿Cómo?

Hannah: Pues cuando uno toca, es distinto como lo transmiten.

Zea: ¿Cómo es distinto?

Hannah: O sea, no mentiras, es lo mismo. O sea, uno lo transmite, a través de uno mismo, de lo

que siente ¿no?

Zea: O sea, tú, lo que tienes acá, por dentro, lo puedes poner afuera.

Hannah: Aja.

Zea: Ok.

Juan Diego: ¿Cuál era la pregunta?

Zea: ¿Por qué te gusta la música o qué es lo que más te gusta de la música?

Juan Diego: Bueno pues, a mí me gusta la música porque, pues sí, es una forma de expresarme,

como yo hablar, pero de una forma diferente, y lo que más me gusta de la música pues, es la

parte instrumental y todo lo que tiene que ver con música colombiana y Jazz.

Zea: Wow, ¿y a ti? Música Colombiana y Jazz. ¿Y Hannah?

Hannah: A mí me gusta más el Rock.

Zea: ¿Tienen un artista favorito?


182

Juan Diego: Bueno pues, el mío es Lucho Bermúdez, el maestro Carlos Piña, un gran amigo de

nosotros. Bueno, el papá de ella (Hannah) también es re chévere, Antonio Armero (Risas)

Zea: Cuéntanos, ¿quién es tu papá?

Hannah: Bueno, mi papá es Antonio Armero un músico muy reconocido en Colombia. Bueno, él

al inicio quería estudiar Geología, pero después empezó a estudiar música solo y se ganó una

beca para irse a estudiar a Berkley y pues tenía tiempo recortado entonces le tocó acabar en dos

años el estudio y se graduó con honores. Después volvió a Bogotá a hacer el programa de Jazz de

la Universidad Javeriana, y pues, después ingresó a la Universidad Nacional como docente y fue

director del conservatorio.

Juan Diego: Bueno, mi papá también. El comenzó como a los 12 años a tocar clarinete, y luego

de eso, él entró a un lugar que se llama “Batuta”, y entonces el participó en un concurso de

jóvenes talentos en la biblioteca Luis Ángel Arango, y se lo ganó, y entonces luego siguió

estudiando, entró a los básicos a la nacional, empezó a estudiar carrera con un maestro que se

llama Robert D… Luego se ganó el premio por la universidad a mejor clarinetista de Colombia y

luego se ganó el segundo mejor clarinetista de Latinoamérica en Perú, en Lima, y él es profesor

de clarinete en la Universidad del Bosque. Trabaja en la banda que se llama “Bandía” en un

programa de Caracol que se llama “Día a día” y es un músico muy reconocido.

Zea: ¿Cómo se llama?

Juan Diego: Julio Panadero.

Zea: Muy bien. Nos desviamos un poco. Dime si tienes un artista favorito, porque tú me dijiste

Lucho Bermúdez, Carlos Piña, Antonio Armero, tu papá.

Juan Diego: Y así de otras músicas, ya mis favoritos son, Bruno Mars y Freddy Mercury

Zea: Muy bien, excelente. Ahora tú (Hannah).


183

Hannah: Bueno, a mí me gusta mucho, pues, me gusta “Iron Maiden”. También hay bandas

latinoamericanas que me gustan como “El cuarteto de nos”, Gustavo Cerati también es muy

bueno y ya.

Zea: Listo, ahora, qué sienten, ¿qué siente cada uno de ustedes que ha logrado con la música?

Juan Diego: Bueno, pues yo creo que el logro con la música, bueno, aparte del aprendizaje, he

logrado como, lo que te decía, como una forma mejor de expresarme con el instrumento, porque

pues, improvisando yo puedo hacer lo que me salga del corazón, y pues sí, eso, más experiencia

con los premios que he ganado y ya.

Zea: Dices que es una forma mejor, de expresarte. ¿Por qué es mejor?

Juan Diego: Porque, bueno para mí, uno podría hablar con la música, y me gusta más, es muy

raro, pero me gusta muchísimo más que, pues hablar obviamente, y por eso digo que me parece

como una forma mejor de expresarme, porque pues sí.

Zea: Excelente, ¿Hannah?

Hannah: Lo que más… ¿me repites la pregunta por favor?

Zea: ¿Qué sientes que has logrado como música?

Hannah: Pues un poco, ser más, organizada en los tiempos, pues a, tiene que ser muy organizado

por ejemplo con el instrumento porque tiene que estudiar todos los días. Pues también a, lo que

decía panadero, a que uno se puede comunicar mejor y pues que, pues el aprendizaje, como decía

el Panadero, y que uno puede lograr cosas mejores.

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Zea: Listo, entonces. Logros. Ayer me dijeron, a ver les recuerdo, que, aparte del aprendizaje,

habían visto que la música era una mejor forma de expresarse, podían expresar lo que sentían,

especialmente cuando improvisaban, entonces eso les ayudaba a tener una mejor comunicación
184

en general, y Hannah dijo que también le había ayudado mucho en la organización de tiempos,

pues decía que la música requiere de eso. ¿Qué otros logros?

Juan Diego: De premios ¿cierto?

Zea: Sí, lo que tú me quieras decir.

Juan Diego: Bueno, pues yo, como a mis seis o cinco años, gané un concurso en una emisora que

se llama “Vibra”, un concurso que se llamaba “Estrellitas vibran”, no sé si lo sigan haciendo, que

uno subía un video y entonces la gente votaba, y si uno ganaba, le daban un Wii, una bicicleta,

un kit de magia y unos patines, y entonces me lo gané y luego de eso…

Zea: ¿Te dieron todo eso?, ¿El Wii, la bicicleta, los patines y el Kit?

Juan Diego: (Asiente con la cabeza) Sí, sí, pero de eso ya no me queda casi nada. El Wii, pues lo

vendimos para comprarnos un Play 4 pro, la bicicleta la tengo en Girardot, los patines los regalé

a un niño de bajos recursos, y el Kit de magia esta desordenado por toda la casa.

Y bueno, entonces luego, a ver me acuerdo, ah sí, luego pues entré a una banda que se llama “La

obra salesiana del niño Jesús”, entonces entré a esa banda, pero a la infantil, entonces con esa

banda infantil fuimos a un concurso que se llama, bueno, un concurso de bandas nacionales. Un

concurso nacional de bandas en Viterbo, Caldas, y ahí, pues la banda no ganó nada, pero yo me

gané el primer puesto a mejor instrumentista, en Viterbo y luego de eso, al otro año viajamos a

Europa, a participar en el concurso más importante de bandas del mundo, el “mundial de

bandas”, por decirlo así, que se llama el “Word music contest” en Holanda, aunque estuvimos

por hartos países de Europa pero fuimos especialmente a ese, y en ese, ganamos el primer puesto

y por decirlo así, nos… es como decir que somos una de las tres bandas juveniles, las tres bandas

especiales, más importantes y buenas del mundo, y entonces ganamos eso y luego fuimos al

certamen de bandas en Valencia, España, que también es uno de los mejores concursos, y
185

ganamos el segundo puesto y luego fuimos… esa fuimos con “la especial”, pero luego yo fui otra

vez con la infantil, al concurso de bandas nacionales más importante de Colombia, en Paipa, y

también me gané el mejor instrumentista, en maderas, a no mentiras, en esa época era el mejor

instrumentista de todo, pero en juvenil y en infantil y entonces, luego de eso, me gané un

concurso que es el más importante de música infantil Andina, Colombiana, que se llama “El

cullabrito de oro” y también gané el primer puesto en la categoría de maderas, y luego pues

estuve con una banda que se llama “la banda fiestera del bosque”, que también, que la dirige mi

papá, y la semana pasada, pues ganamos el primer puesto en el concurso de bandas fiesteras, y

ya.

Zea: Muy bien. Qué es más importante, ¿lo que has ganado para ti, o estos premios?

Juan Diego: ¿Cómo así?

Zea: O sea, lo que has ganado en términos de, expresividad, de poder ser más sensible, tal vez.

Juan Diego: A sí, eso es más importante, toda la vida, que los premios, que lo material.

Zea: Ok, siguiente. ¿Cuándo escuchas música?

Hannah: Pues, casi todo el tiempo. Pues a excepción de algunas veces en el colegio, pero todo el

tiempo estoy escuchando música.

Zea: ¿También escuchan música clásica?

Hannah: Sí.

Juan Diego: A veces sí (Risas), siempre hay que utilizar audífonos.

Zea: Cierto, ¿y tú? (Juan Diego)

Juan Diego: Yo también, pues a excepción del colegio porque pues obviamente no se puede, a

veces, escuchar música en el colegio. Pero sí, pues todo el tiempo uno está escuchando música,
186

así sea por fuera, por ejemplo, ahorita escuché como una guitarra, entonces sí, pues uno está

escuchando música, así, todo el tiempo.

Zea: ¿Tú crees que eso, las risas y esos sonidos, son música?

Hannah: Pues sí, en parte, si uno las sabe, como contextualizar, sí.

Juan Diego: Pues a veces. A veces hay tanto ruido que obviamente no, ya no es música, pero a

veces… No mentiras, para mí no es tanto, pues, hay una película que se llama “escucha tu

destino” creo, que es de que, el niño, pues, cree, bueno, dice que todo es música ¿cierto? pero

pues, para mí no es tanto, no, para mí no es tanto el ruido que hacen, sino…

Zea: ¿Cuál es la diferencia entre el ruido y la música, entonces?

Juan Diego: No pues, el ruido es una cosa que, pues, o sea, son niños hablando, gritando, sin

saber lo que hacen, ni tener un…

Hannah: Conciencia.

Juan Diego: Conciencia de lo que están haciendo, ¿sí o no?, en cambio la música ya es planeada,

ya se sabe qué uno va a hacer, y no, no es como desprevenida ¿sí? No algo que está planeado.

Zea: Muy bien. Ahora ¿cuándo tocan música?

Juan Diego: ¿Cómo así?

Zea: ¿Cuándo tocan?, ya me dijeron cuando escuchan, que, casi siempre, ¿Cuándo tocan? ¿En

qué momento practican o…?

Hannah: Aja. Aaaa ok. Pues. Yo, cuando estoy en mi casa, a veces traigo algunas cosas al

colegio, pero casi siempre cuando estoy en mi casa.

Zea: ¿En la mañana? ¿en la tarde?

Hannah: En la tarde.

Zea: ¿Y cuánto tiempo, más o menos?


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Hannah: Pues, casi toda la tarde.

Zea: ¿Todos los días?

Hannah: Sí.

Zea: ¿Y tú? (Juan Diego)

Juan Diego: Yo estudio por ahí unas dos, tres horitas diarias. En la tarde también. Cuando tengo

tiempo. Que es hacer ensayos y eso.

Zea: Pero ensayos igual cuenta como un momento en que lo estas dedicando a tocar música.

Juan Diego: A bueno, pues también. Entonces todo el tiempo.

Zea: Muy bien. Ahora, Hannah, tú me dijiste que te gustaba Iron Maiden. Qué sientes cuando

escuchas…

Hannah: Pues, un poco chévere, ¿no? Disfrutar de lo que uno está escuchando.

Zea: Pero, ¿qué sientes? ¿Sientes cosas a nivel físico, emocional, o las dos?

Hannah: No.

Zea: ¿Se te paran los pelitos de acá?

Hannah: No.

Zea: Físico, nada.

Hannah: No.

Zea: O sea, ¿no empiezas a mover los pies tampoco? (Risas)

Hannah: Pues sí, un poco, pero, no. Casi siempre que escucho música, me siento en la batería a

tocar un poco, pues, y ya.

Zea: A interpretar.

Hannah: Aja. (Asiente con la cabeza)

Zea: ¿Y tú? (Juan Diego)


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Juan Diego: Pues, no, a mí tampoco me pasa que se me paran los pelos ni nada (risas), solo

cuando me da frío y escucho música, pero, no, por ejemplo, cuando escucho clásica, pues, cierro

los ojos y la escucho, me relajo. Pero en cambio, pues cuando estoy escuchando Jazz, por

ejemplo, ya es como… (Chasquea los dedos con ritmo) y…

Zea: ¿Son sentimientos distintos?

Juan Diego: Sí claro, y cuando por ejemplo uno ya, bueno yo nunca escucho eso, pero, un

ejemplo, alguien escuchando metal ya es como (mueve todo el cuerpo y sacude la cabeza) ohhh

Dios mío, entonces es como algo así. Y la música bailable, pues, donde uno se mueve (mueve el

cuerpo con ritmo) y que tales.

Zea: Entonces, si escuchas Jazz, ¿con qué palabra podrías definir el sentimiento? del Jazz.

Juan Diego: Jazz. Con… Swing.

Zea: ¿Y de la música clásica?

Juan Diego: La música clásica. Tranquilidad.

Zea: ¿La música clásica es tranquilidad?

Hannah: Sí, yo pensé lo mismo también.

Juan Diego: Aunque bueno, pues obviamente hay partes rápidas ¿no?, pues en la música clásica,

pero, sí, pues es como tranquila. Como bonito. Como bien hecho.

Hannah: Sí.

Zea: Tranquila y bonita. ¿El Jazz?

Hannah: Es un poco más movido. Pero también es chévere.

Zea: Movido, con Swing. ¿La salsa?, por ejemplo.

Hannah: Bueno, esa sí ya es como un poco más…

Juan Diego: Alegría ¿no?, sí, alegre.


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Zea: ¿Alegre? ¿La música colombiana?

Hannah: Sí, en general. Bueno, pues tiene un poco más ritmo para moverse ¿no?

Juan Diego: Como alegre ¿no?, también.

Zea: ¿Y el reggaetón?

Juan Diego: No. No quiero decir nada. (Risas)

Hannah: Pues, a mí no sea que no me guste, pero digamos es por la letra ¿no? Digamos, el ritmo,

está bien, digamos, depende de qué letra tenga ¿no?

Zea: Ok, entonces, bajo esa misma lógica, una canción de Jazz, puede tener una letra muy triste,

¿no? y ya no sería algo movido, ¿Qué importa más?

Hannah: Depende del mensaje que transmite.

Juan Diego: No, es que el Jazz siempre tiene Swing, el ts, tis ts ts, (mueve las manos, como

tocando una batería) por más que sea…

Zea: Sí, pero que tal haga, ts, tis ts ts, y la letra sea la vida es horrible…

Juan Diego: Pues como siempre es en inglés, pues uno no lo entiende, pero pues bueno. O bueno,

aunque sea, pues sí…

Zea: O sea para ustedes, les importa más es el sonido de la música, ts, tis ts ts.

Juan Diego: Aunque yo escucho más Jazz, pero instrumental.

Zea: A, ok. Bueno, ¿Qué sientes cuando tocas?

Juan Diego: Creo que ya nos lo habías preguntado.

Hannah: N-n (niega con la cabeza) no, ¿cuándo tocas?, eso preguntó la anterior vez.

Zea: Cuando escuchas ¿qué sientes?, ahora, cuando tocas, ¿qué sientes?... es solo de lo que está

pasando por tu cabeza, tal vez.


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Juan Diego: Pues la verdad, yo cuando toco, trato de no pensar en nada, sino, solo enfocarme en

lo que estoy tocando ¿sí? Porque pues a veces me ha pasado que, pues por ejemplo a veces, ya

hartos maestros me han dado consejos de que, pues cada vez que esté tocando, si es una parte, así

como triste, entonces pensar como en un familiar muerto ¿cierto? Esa es una parte, así como

tierna, pensar por ejemplo en mi hermanito, que tiene tres añitos, y si es una parte por ejemplo

muy alegre, pues pensar en el momento más alegre de mi vida ¿cierto? Pero si te soy sincero, a

mí nunca como que me ha servido eso, porque, como que a veces yo me pongo a pensar en otras

cosas, y me equivoco y eso, entonces, yo como que siempre trato es de hacer música, disfrutarlo,

como que moverme un poquito, pero siempre estoy es enfocado en lo que voy a tocar.

Hannah: Pues yo, depende de lo que toque ¿no?, pues porque si es un ritmo muy como suave,

pues, yo sí lo puedo disfrutar ¿no? pues un poco más sentir la música, y pues, distintas formas.

Depende de lo que esté tocando. Porque pues, digamos, si estoy tocando algo así, un poco más

rockero, pues es un poco más divertido, ¿no? uno se mueve más. Y pues, disfrutarlo ¿no?

Zea: ¿Qué sientes cuando tocas rock?

Hannah: Pues, alegría un poco, ¿no?

Juan Diego: Locura.

Hannah: Sí, algo así. Sí.

Zea: Listo. Ahora quiero que me hablen un poco de lo que pasa con su cuerpo, como, ¿qué

movimientos necesitan utilizar?, la respiración, no sé, ¿qué es lo que ustedes hacen cuando

tocan? físicamente.

Juan Diego: Bueno, pues, lo que yo hago cuando toco, si estoy tocando algo como clásico,

nunca me muevo. Si estoy tocando algún solo, pero sin nadie acompañándome, o sea, por

ejemplo, hay veces yo trabajo, bueno, en esta temporada, en una empresa musical que se llama,
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“music producciones”, entonces yo estoy en el musical que se llama “30 años de navidad” y

entonces, en una parte, pues yo quedo solito, y pues, o sea, yo estoy tocando y obviamente está,

la que acompaña eso es la nueva filarmonía, que la dirige, Ricardo Jaramillo, y entonces, ellos se

quedan haciendo una nota pero súper pasito, y en esos momentos, cuando, como, cuando no hay

ritmo, sino yo puedo hacer lo que quiera, pues yo no me muevo ¿sí?, pero al final de ese solo, ya

pues empieza la percusión, y ahí si como que ya me empiezo a mover y hago otro solito así, y ya.

Es como, sí, depende de la música. Por ejemplo, a veces, cuando ya estoy tocando Jazz, como

que me muevo, así como (sonidos con la boca, con ritmo) sí, como de puro Swing ¿sí?, sí, es

depende de la música, yo a veces bailo, como se baila esa música, mientras que canto.

Zea: ¿No es muy difícil, o es natural?

Juan Diego: No, es natural totalmente. A veces es difícil, tocar y bailar al mismo tiempo, o tocar

guitarra y cantar al mismo tiempo.

Hannah: Eso a veces sí se me dificulta.

Juan Diego: Sí. Pero no, yo al comienzo, tocar guitarra y cantar al mismo tiempo, si no, pailas,

pero ahorita ya, le cogí un poquito el tiro ahorita que estoy tocando, qué música, pero se me

rompió, entonces…

Zea: ¿Y tú? (Hannah)

Hannah: Pues, a mí se me dificulta un poco más bailar, porque pues estoy sentada, pero digamos,

sentir el ritmo un poco con el cuerpo ¿no? Sí.

Juan Diego: Igual, uno se va moviendo así, ¿no? entonces… (movimientos con el cuerpo, con

ritmo)

Zea: Sí tú puedes dejar, digamos, todo el cuerpo rígido, solo mover los dedos, y va a sonar, pero

tú, no te puedes quedar quieta, en ningún momento.


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Hannah: no, a mí me toca moverme. Sí, sobretodo en la batería un tiene que estar cómodo

sentado, porque si no, no puede tocar bien. Digamos si uno va a tocar algo muy rápido, no puede.

Zea: Ok. Next. ¿Qué crees que sienten las personas cuando te escuchan?

Juan Diego: Bueno, pues también obviamente depende de la música. Yo un día tuve un

concierto, en un lugar que se llama “El centro de convenciones Agora” y me gustó mucho la cara

de la gente, pues porque cuando toqué mí solo, eso fue un concierto con la filarmónica joven de

Colombia. Iba con el coro de misa, y era el mismo solo que yo tocaba en misa, y entonces me

gustó mucho la cara de uno de los más importantes de misa que se llama, Diego León Hoyos, y

también me gustó la cara de muchas personas, porque yo, por lo general cuando toco cosas, así

como sin acompañamiento, cierro los ojos, ¿cierto?, pero abrí en un momento los ojos y vi que se

le salía una lagrima a uno de los del público, y que algunos estaban así, (junta las manos y cruza

los dedos de una mano con los de la otra, mientras mira para arriba, con cara de fascinación)

estaban así, y pues eso me gusta hartísimo. En cambio, por ejemplo, cuando yo toco música

Colombiana, cuando me pongo a improvisar, a la gente le gusta mucho cuando mi papá y yo

improvisamos juntos, y eso ya es otra cara totalmente diferente, es como ushhhh, uaaashh (Se

toca la cabeza y hace cara de fascinación mientras sacude una mano de arriba abajo, moviendo

los dedos) como así ¿sí? y es como uaaaash (hace caras alegres, mientras se mueve en forma de

baile) uashhh ushhh, y van bailando, en cambio ya cuando es música clásica es todo como (Cara

de fascinación mientras junta los puños de las manos con los dedos y suspira) y es diferente es…

y yo creo que pues, obviamente se siente bien. Y depende de la música.

Hannah: Pues, yo nunca he estado en un concierto ahí tocando, pero digamos, cuando a veces

toco para mi papá, a mi papá le gusta mucho, pues porque, a él le gusta que yo esté feliz ¿no? y

pues, que yo disfrute lo que estoy haciendo ¿no?


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Zea: ¿Y tú crees que tu papá siente lo mismo que tu estas sintiendo, que tocas?

Hannah: No, es distinto.

Zea: ¿En qué cambia?

Hannah: Pues, él está feliz, pero él no está sintiendo digamos, la energía que yo tengo cuando

toco ¿sí? así.

Zea: Entonces, ¿cómo te sirve para comunicar la música? Si no estás sintiendo lo mismo.

Hannah: Pues depende de lo que toque. Pues depende de lo que él vea, ¿no? Porque digamos, si

yo toco algo muy rápido o muy fuerte, es distinta la cara que pone ¿no? porque pues, siento otra

cosa distinta, además, hay algo muy distante que tiene mi papá con el rock, casi no le gusta,

entonces pues es un poco más complicado que, algo que yo esté tocando y le guste. Casi no toco

ritmos de otras…

Zea: Claro, entonces para que haya una buena comunicación los dos tienen que estar en el mismo

nivel, que, si me gusta el rock al otro también y ahí nos entendemos, ¿Tal vez?

Hannah: Ujm, sí, tal vez.

Zea: Y tú con tu papá ¿Cómo te comunicas, como haces para improvisar? (Juan Diego)

Juan Diego: No, pues obviamente, cada uno. Yo comienzo a improvisar igual a mi papá, pero

luego pues empiezo a improvisar ya, como por mi parte ¿sí? Y yo creo que no me comunico con

mi papá, o sea, si me comunico, pero la verdad en términos musicales cada uno está pensando en

cosas diferentes para tocar ¿sí? Y no solo eso, pues sí, por ejemplo, mi papá no es el qué está

tocando lo que yo estoy tocando ¿sí?, como que no sentimos lo mismo, porque a veces mi papá

quiere hacer algo clásico, en una improvisación ¿sí? Suena muy chévere cuando a veces, por

ejemplo, nosotros tenemos la maña de a veces en una improvisación colombiana, para variar un

poco, meterle un poquito de Jazz, paralala (sonido de Jazz) y seguimos ¿sí? Pero ya con la
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música colombiana. Y eso es lo que a él le gusta harto ¿cierto? Y a mí también, pero, por

ejemplo, en esa parte cuando mi papá, digamos, está tocando algo así, como más clásico ¿sí?, y

yo mientras estoy tocando algo ya más colombiano, pues se nota la diferencia en que él está

tocando algo más relax y yo estoy tocando algo como más, como colombiano y tradicional ¿sí?

Zea: Pero no se hablan, o sea, ustedes no dicen, ahora voy yo y ahora vas tú y tú vas a tocar algo

colombiano y yo algo más…

Juan Diego: No, no, no.

Zea: ¿Cómo hacen entonces? ¿Cómo se entienden?

Juan Diego: O sea, por ejemplo, no entiendo, pues mi papá termina de improvisar y pues yo

empiezo, ¿sí? Y yo termino y pues el empieza ¿sí? Y, por ejemplo, en “fiesta negrito” ya es otra

cosa, la banda hace “pararararará” y entonces él hace una frase ¿cierto? Luego otra vez la banda

“pararararará” y yo hago otra frase, ¿sí? O a veces yo tengo un solo completo y luego hacen el

“pa pa rá” y luego mi papá va, con un solo completo ¿sí? Y así.

Zea: ¿pero tú crees que eso es algo natural? Porque eso…

Juan Diego: Sí. Para mí es natural, yo tengo que improvisar y eso.

Zea: Bien. Siguiente. ¿Ustedes componen?

Juan Diego: Yo una vez compuse un tema. Pues obviamente uno, es triste saber a veces que, a

veces a uno en un sueño, a mí me ha pasado, que se me ocurre tremenda letra, no letra, a mí

nunca se me ocurren como letras, sino, se me ocurren son melodías. Una vez, soñé con una

melodía súper chévere, y yo dije, huy, dios mío, me toca decirle a mi papá para que lo pase a

finale, porque yo no tengo… y obviamente yo podría escribir una partitura, pero me demoraría,

así, escribiéndola, me toca mejor en computador, pero claro, a mi papá también le pasó lo

mismo, que era un sueño que se le ocurrió, y luego, como que se despertó, pensó otra vez en la
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melodía, y se volvió a dormir y ya se le olvidó, entonces, eso ha pasado. Pero yo una vez,

compuse un tema, que sí lo pasé a final, que se llama libertad, que, pues bueno es por una niña,

que yo conocí hace rato, pero, bueno, fuimos muy amigos, más que amigos, y pues luego, ella se

fue del conjunto, y entonces la noche antes que nos… nos volvimos más que amigos, entonces,

pues nada, como que nada extraordinario pasó, y como que pues yo me, como que se me vino la

melodía a la cabeza, el temita es cortico, no es la gran cosa, pero ahorita si se me han ocurrido

hartas ideas, pero pues no he tenido como el tiempo para escribirlas y eso. Pero pues…

Zea: ¿Y tú? (Hannah)

Hannah: Pues a veces sí, cojo el computador de mi papá y empiezo a improvisar un poco y meto

distintas pistas, como un canon, y pues ahí salen cosas, pero no algo así como impresionante.

Zea: ¿Y también utilizas finale, o qué, guitar pro, o qué?

Hannah: No me acuerdo como se llama lo que tiene mi papá ahí.

Juan Diego: Es que a veces sí, para improvisar, hay, mi papá tiene un mini estudio de grabación

en la casa, bueno, pero es re contra mínimo. Un microfonito, eso es ahí en el cuarto, un

microfonito, un vaino para el, o sea como, poner las diferentes voces que uno graba, un

amplificador y lo que siempre utilizan para el sonido, que es también chiquitito, es, ni siquiera se

podría decir que un estudio de grabación, es chiquitito. Y ahí por ejemplo para improvisar,

nosotros a veces grabamos mambos, ¿sí? Bueno, sí, mambos para improvisar ¿cierto? Que es,

una frase que se repite mucho, que es, sobre, por ejemplo, un tono, y la tónica, y entonces, van

haciendo dos frases, la tónica, dos frases, la tónica, y entonces, si no estoy mal, lo de las frases,

nosotros grabamos eso, grabamos una voz primero, luego grabamos la otra, grabamos la otra y

grabamos la otra, y luego a veces le queremos meter percusión, obviamente mi papá no tiene
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instrumentos de percusión, mi mamá sí, que es percusionista, pero a veces le metemos como “Tsi

tsi tsi”.

Zea: ¿Con la voz?

Juan Diego: Sí con la voz, y sobre ese mambo, lo ponemos hartas veces, y ahí nos ponemos a

improvisar, yo, por ejemplo, con mi papá con esos mambos improvisé mucho, porque pues, yo

fui también a un concurso, que es muy reconocido, el concurso de “San Pelayo” de solo bandas

Pelayanas, fiesteras, y entonces ahí hay un concurso para los mejores solistas, que ponen una

canción al azar, una obra colombiana, que tenga improvisación al azar ¿cierto? Y entonces con

mi papá grabamos mambos, en todos los hartísimos tonos, todos, porque allá improvisan en

todos los tonos, y aprendí a improvisar en todos los tonos, y es muy difícil, a veces hay unos

tonos que son con muchos sostenidos y mucha digitación, entonces eso a veces era paila, pero

igual fue, con mucho esfuerzo lo logré, y allá en “San Pelayo” hice un muy buen papel, y pues

esa vez ganamos el segundo puesto, con una banda que se llama “nuestra generación de

manguenito” y si me sirvió mucho eso porque improvisamos en muchos tonos.

Zea: ¿Improvisar es una forma de componer, tú crees?

Juan Diego: No, no improvisar, no es, no, para mí no. No es una forma de componer porque no,

o sea, no sé cómo explicarlo. La improvisación es por ejemplo… no, es que no sé cómo

explicarlo, pero, para mí no es una improvisación. Son como frases que no tienen como un coro,

para digamos componer algo, como mambo para componer algo, un inicio, un desenlace y un

final, no tiene eso, es como, la improvisación obviamente, si tiene esas partes, pero es ya como,

son cortas y no, tampoco tendría sentido para componer algo, para mí. Pero pues hay gente que,

si no estoy mal, sí lo aplica. Una improvisación que ellos hayan hecho, como para una idea de

una composición. Eso sí podría pasar, para mí, yo estoy de acuerdo con eso, que de pronto yo
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escuche una improvisación que me gustó mía y que ahí vi una frasecita que me puede

complementar una composición que estoy haciendo o algo así, eso sí, pero como tal una

improvisación no puede ser una composición.

Zea: ¿No? ¿y para ti? (Hannah)

Hannah: No, tampoco. No, es un poco más difícil, pues porque a uno le sale así barrido, y pues

ya.

Zea: Listo. Ya casi. Entonces. ¿Y tú no compones? A sí ya me dijiste que a veces te pones a

molestar con el compu de tu papá. Bueno…

Hannah: Sí. Pues sí, a veces también improviso con mi papá y se pone a estudiar en el saxofón y

yo lo acompaño en el piano. Yo también toco piano.

Zea: ¿En el piano? ¿Qué más tocas?

Hannah: Yo toco un poco también clarinete, saxofón, batería.

Juan Diego: ¿Clarinete?

Hannah: sí. Mi papá tenía un clarinete y se lo robaron. Sabrá dios quién se lo robo.

Juan Diego: Pero poco.

Hannah: Un poco. Saxofón, trompeta y también guitarra.

Juan Diego: Yo también sé un poquito de saxofón, como decía Hannah, un poco. También tengo

un piano en la casa, me lo gané por lo de Paipa, y también lo toco harto. Mi papá me ha enseñado

un poco de guitarra, huy porque mi papá si toca muchas cosas, él toca, por ejemplo, en el musical

él está en la banda, en la orquesta, en la campaña musical, y esta solo ahí. Él toca flauta traversa

y las tiene que tocar muy bien para que pueda estar acompañando el musical, es muy difícil

acompañar eso. Toca flauta traversa, clarinete bajo, clarinete, saxofón, barítono, toca guitarra,

sabe tocar un poco de piano, toca gaita, toca, bueno pues obviamente si uno sabe tocar guitarra
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también es muy fácil toca cuatro y ukelele, y bueno, clarinete en la, y todo ese tipo de cosas, toca

mucho eso y huy yo lo admiro mucho, yo no sé cómo aprende, él por sí solo, por sí solo aprendió

saxo y flauta traversa, y ahorita los toca muy bien, por ejemplo estaba tocando en un especial que

hizo “Cine Colombia”, que la música era en vivo.

Zea: A, tú fuiste a “Av. chile” (Centro comercial)

Juan Diego: no, pues yo no fui, pero mi papá era el que estaba tocando. Y eso también era con la

que acompaña a mise, Y sí él ha tocado, él en eso, tocó clarinete en La, saxofón, clarinete,

clarinete bajo ¿cierto? No sé cómo hizo.

Zea: Bueno, la música, ¿ustedes creen que está en un plano material? O que es algo más sin

materia.

Hannah: Tiene en parte de las dos cosas, es un poco más equilibrado.

Zea: ¿Qué tiene de una cosa y que tiene de la otra?

Juan Diego: ¿Cómo así? No entendí la pregunta.

Hannah: O sea, puede ser que, de lo mental, tiene algo de lo que uno piensa, digamos desde que

uno mentaliza, para escribirlo después en lo material.

Zea: Eso es. ¿Está más acá, o está más acá en lo físico?

Juan Diego: Para mí la música, no es material de ninguna forma, para mí, otra cosa es que la

gente baile, la música, pero eso ya es físico, y cuando la partitura, bueno cuando la música se

transporta a la partitura, tampoco sigue siendo la música ¿sí? Solo que esta es, escrita, en una

hoja de papel.

Zea: Sí, ¿eso no es música?

Juan Diego: Eso no es música, no, obviamente no, es solamente que está escrita en una hoja de

papel, pero lo que realmente importa es cuando se toca, la música, no cuando la escriben en una
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hoja de papel ¿sí? Obviamente, es súper importante la hoja de papel, pero no es música, porque

la hoja no suena, la hoja no va a tocar toda la música, un score no va tocar toda la música.

Zea: Y cuando está en el plano digital, cuando tú escribes en finale, ¿está? Solo las pepas allá,

pero suena, ¿o no?

Juan Diego: Pues sí suena, pero pues sigue, o sea, pues son voces robóticas ¿no? no, pa mí no

tiene tanto sentido eso.

Zea: Entonces. Ahora la misma pregunta, el lenguaje, la lengua, lo que ustedes hablan, ¿está más

en el plano mental o en el plano físico?

Hannah: Pues en ambos también, no mentiras.

Juan Diego: No porque es… Bueno sí. Porque a veces hablan mudo ¿no? pues, así como (hace

señas con las manos)

Zea: ¿Entonces?

Juan Diego: Pues las dos, yo diría que las dos.

Hannah: Pues las dos, y también cuando uno habla un mensaje en WhatsApp.

Zea: Pero es lo mismo, también puedes grabar música digital, un CD, no sé un cassette o una

USB, pero ¿eso es la música?

Juan Diego: Lo que suena, es la música. Pero lo que suena no, o sea, puede estar en un CD y ese

CD suena, y cuando suena, ya es música, pero el CD en verdad no está haciendo nada, solamente

está girando ¿sí?

Hannah: Pero digamos, lo que transmite, ¿no? También pues depende de lo que uno escucha

¿no?
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Zea: Pero entonces, ustedes dirían que el lenguaje, está más en el plano material que la música,

definitivamente, porque tú me dices que por lenguaje de señas por ejemplo eso sí podría ser.

Entonces.

Hannah: Sí obvio.

Juan Diego: En cambio la música, no se puede tocar así (hace señas en el aire con las manos)

Zea: El Theremin ¿No han visto ese instrumento?

Hannah: Sí, obvio.

Juan Diego: ¿Qué es el Theremin?

Hannah: Ese que se toca juiiiii (Hace sonidos con la voz y movimientos con las manos)

Zea: Que suena como unos “Aliens” (Hace sonidos con la voz).

Juan Diego: Sí, pero suena de todas maneras.

Zea: Sí claro, pero…

Juan Diego: No es mudo, mis manos no suenan.

Hannah: Pero lo haces sonar con tus manos.

Zea: Sí claro, pero ¿sin manos, y sin movimiento, podrías tener música? ¿Sin el plano físico,

habría música?

Hannah: No, porque pues sin nada. Bueno, depende del movimiento de pues…

Juan Diego: Sin manos pues tampoco habría música porque o si no como se tocan los

instrumentos.

Hannah: Depende de qué música estemos hablando porque digamos, en lo que nos decía la profe

era como si todo el sonido era música, depende, porque si hay ruido, pues sí hay música, pero

pues si no hay ruido, no hay música.

Zea: ¿Cómo se transmite el sonido? Para que haya música se necesita, aire, ondas.
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Hannah: Sí.

Juan Diego: Sí.

Zea: Listo. ¿La música, expresa tus sentimientos o pensamientos, de manera distinta a otras

artes, como la literatura, la pintura, el cine?

Juan Diego: Claro.

Zea: Cómo, cómo es distinto.

Hannah: ¿Es distinto? Pues sí en parte, por lo que la gente escucha, por lo físico, pues lo que uno

escribe. Sigue (juan Diego)

Juan Diego: Por ejemplo, la música es arte ¿cierto?, la pintura también es arte…

Archivo: DSC_0074

Juan Diego: Pues la música, yo creo que, o sea, es como que es, la pregunta es como que se

refleja ¿cierto? O cómo así. Bueno, yo diría que sí, por ejemplo, la música es arte y la pintura es

arte ¿cierto?, obviamente, sí tienen familia ¿cierto?, pero no solo eso, un compositor puede hacer

una obra con base a una pintura, o alguien puede hacer una obra con base a…

Hannah: Pues también lo que sienten, ¿no? pues digamos…

Juan Diego: …A la maleta que estoy viendo ahí. Yo hago, ¡la maleta! Huy listo, tales. Se me

ocurre esto con base a la maleta.

Hannah: …De lo que uno siente, digamos, uno viendo la pintura siente algo distinto, algo que lo

conmueve de distintas formas, digamos, y la literatura también.

Zea: ¿Y cómo es distinto de la música?

Hannah: Pues, depende de lo que uno sienta, porque pues yo puedo ver un cuadro de una carita

feliz, pero pues me pongo brava o algo así.


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Juan Diego: O sea, pues, distinta sí es obviamente, pues una pintura es una pintura y la música es

la música ¿sí?, pero lo que dice Hannah, una pintura puede transmitir sentimientos musicales

¿sí?, como, por ejemplo, yo veo esa guitarra y me acuerdo de una melodía y digo “huy sí”,

mientras veo la guitarra estoy pensando en la melodía ¿sí? Y también, por ejemplo, en un libro

¿sí? Es raro, pero yo, por ejemplo, hay mucha gente que saca hasta letras de un libro, o con solo

ver la portada dice, “huy esta melodía se me ocurre”, o “es que esta portada me da como

nostalgia, voy a escribir algo nostalgio” ¿sí? “nostálgico”

Zea: Muy bien, ustedes podrían decirme, ¿Qué es la música, a través de la música?

Juan Diego: Claro, claro, tocando, o sea, claro.

Hannah: ¿la música a través de la música? Pues sí, en lo físico. Sí en lo físico, claro, cuando uno

lo transmite a través de un instrumento.

Juan Diego: Pues sí, pero no es físico, como tal. Uno haciendo música, la gente puede saber qué

es música, o sea, por ejemplo, yo voy a tocar una melodía ¿cierto? Y la gente que está viendo

dice “pues es una melodía, son notas ¿no?, música ¿no?” o sea es, no sé cómo explicarlo, pero

obviamente sí se podría transmitir la música, porque si no se pudiera transmitir, la gente no

sabría qué es lo que estamos tocando, si no se pudiera transmitir con la música ¿no?, la gente no

sabría que estaríamos tocando.

Zea: Sí, creo que están de acuerdo. Entonces, o sea, tocando es que se puede decir, lo que ustedes

quieren…

Juan Diego: Sí porque yo te puedo decir ¿Sabes qué es la música? Y tú me puedes decir que no

¿cierto? Y no sabría explicártelo bien. Podría decir “las notas son…” o sea “la música son notas,

son melodías” ¿Sí?

Hannah: Pero entonces, ¿cómo hacen los cantantes?


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Juan Diego: Pues porque están cantando música.

Hannah: Pero no con una letra.

Juan Diego: Por eso, yo puedo cantar…

Hannah: Entonces ahí podría, explicar bien ¿no? porque pues ya conocen la música a través de la

voz.

Juan Diego: No, es que, no me están entendiendo. O sea, la música, yo te puedo preguntar, si tú

no sabes qué es la música, no te lo puedo explicar diciendo, es muy difícil. Cantando también,

porque cantar es música ¿sí?, y también tocando algo porque también es música ¿sí?, y también

con una canción que explique qué es la música, eso.

Zea: Bien, y ultima ¿Qué pasaría?, no mentiras, penúltima, ¿qué pasaría si la música no estuviera

en tu vida? ¿cómo sería de distinta?

Juan Diego: Qué pasaría si la música no estuviera en mi vida, ¿cierto?

Hannah: Pues sería un poco más distinto, hablando en contextos de lo que yo siento, pues no

sería igual. Un poco más aburrida. Uno no tiene como un contexto tan profundo.

Juan Diego: Pues, en este momento, yo diría, en este momento, que, si yo no tuviera música,

pues, si mi vida no tuviera música pues, no sería nada ¿cierto? Y lo sigo pensando, o sea, mi vida

no sería nada si no existiera la música ¿cierto? Y también sería más aburridora y no tendría tanto

sentido. La música es una forma de expresarse, una forma de lenguaje muy buena ¿sí? Pero, no

me gustaría decirlo, pero, por ejemplo, si hubiéramos nacido sin saber qué es la música, pues

ahorita no sabríamos qué es la música y nos daría igual ¿cierto? Porque no tendríamos, como la

idea de qué es la música y ya tendríamos vidas diferentes ¿cierto? Y en estos momentos no nos

importaría que nos hicieran esa pregunta ¿cierto? Pero en estos momentos, claro que nos importa
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la música, porque pues, claro, ahorita ya, nosotros tenemos una vida musical, entonces, eso nos

define.

Zea: Y a eso iba la última pregunta. ¿Cómo sería el mundo sin música?

Hannah: Pues la verdad, no habría mundo porque pues, lo que decíamos antes, pues el sonido es

la música, y pues, sin aire no hay sonido y sin aire no hay vida, entonces pues, básicamente no

habría nada, por eso.

Juan Diego: Bueno pues, yo diría que pues, si en el mundo no hubiera música, desde que

nacimos pues, nadie sabría que es la música y nos daría igual, porque pues, si nos haría falta

algo, pero, no sabríamos qué. Y obviamente, el mundo siempre había sido un mundo sin música

¿cierto?, y obviamente, pues si tendría, lo que es aire y hablar, pero pues, no estoy, como que

no…

Zea: ¿Cómo sería el mundo sin lenguaje, entonces?

Hannah: No, la verdad no habría, digamos una…

Juan Diego: Pues habría diferentes lenguajes.

Hannah: Pues sin lenguaje, sin ningún tipo de lenguaje, dice la profe. La verdad no habría cómo

comunicarnos, básicamente, no sería necesario que hubiera mundo.

Juan Diego: No pues, sería muy difícil un mundo sin lenguaje. Sin ninguna forma de lenguaje

pues no, como cada uno por su lado ¿no?

Hannah: Pues sería así.

Zea: ¿Cuántas formas de lenguaje se les ocurren? que no sea la lengua.

Juan Diego: La música.

Hannah: La música, pues sí. La música, desde que uno escuche ¿no?, los sonidos. También en lo

físico, con las manos, escribiendo o pues digamos, no sé.


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Zea: Bueno. Muchas gracias, saluden.

Hannah y Juan Diego: Chao.


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Entrevista #2: Carlos y Daniel Sebastián

Carlos (15 años, percusionista)

Daniel (16 años, guitarrista y cantante)

Zea: Bueno. Muchas gracias por darme su tiempo. Esta es una entrevista para mi tesis de

maestría que tiene que ver con música, entonces, pues por eso los estoy entrevistando. Entonces

para empezar, por fa, me dicen sus nombres, de dónde vienen, en dónde viven, con quién viven,

cuántos años tienen, sí una pequeña presentación.

Daniel: Soy Bond, James Bond (Risas)

Carlos: Bueno, mi nombre es Carlos Manuel Chinchilla, tengo 14 años, ay no, de nuevo de

nuevo, de nuevo.

Daniel: No, no tengo 14 años, ay carajo, ¿cuántos años tengo?

Carlos: Me equivoqué, perdón.

Zea: 3, 2, 1.

Carlos: Bueno, mi nombre es Carlos Manuel Chinchilla, tengo 15 años, vivo en Bogotá en el

barrio salitre alto.

Zea: ¿Con quién vives?

Carlos: Vivo con mi papá, con mi hermana y mi mamá.

Daniel: Yo soy Daniel Latorre, tengo 16, también de Bogotá y vivo con mi mamá en el recuerdo.

Zea: Bueno, ésta entrevista, puede resultar un poco monótona, porque va a hablar siempre sobre

el mismo tema. El tema es la música. Entonces, para empezar, quiero que me cuenten, ¿cómo

empezaron a tocar?, ¿por qué empezaron a tocar?, ¿cuánto llevan tocando?


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Carlos: Bueno, mi historia es un tanto, escabrosa, vamos a llamarla, o pues bueno, con muchas

vueltas, puesto que, mi primer deseo fue “papá, cómprame una guitarra”. Me compró una

guitarra y me contrató un profesor. El profesor no era de guitarra sino era de piano. Entonces,

compramos el piano y ahí dejé la guitarra. Más adelante, inició un programa de educación

musical gratuito, de la alcaldía, en la alcaldía de Petro, por cierto, de los centros orquestales. En

los centros orquestales inicié y me metí a percusión, de ahí fue que seguí explorando ese mundo

musical hasta que llegué finalmente a la batería, y actualmente estudio frecuentemente batería y

piano.

Daniel: Yo, desde los siete años, acá en el colegio con una flauta, me dijeron que, si quería subir

el nivel y pasarme a una guitarra, y así empezó todo.

Zea: Y tú ¿a qué edad le pediste la guitarra a tu papá? (Carlos)

Carlos: A los 8 años.

Zea: Pregunta. ¿Qué es la música?

Carlos: Para mí, la música… definirlo científicamente, podría ser, son sonidos, que, organizados

en cierto ritmo, forman melodías que son agradables al oído. Aun así, creo que la música puede

ir un poco más allá puesto que hay un punto en el que realmente te conectas con la música y que

no solo el escucharla te causa placer, sino también el producirla. Entonces creo que la música,

por un lado, es un arte, y también es, como algo que llega a tus adentros. Un sonido que te toca

por dentro y que, por lo tanto, con ella exploras tus emociones y me parece que eso es algo muy

satisfactorio.

Daniel: Yo considero que la vida es música, la vida en el sentido en que tiene vueltas, tiene

formas de vivirla, son distintos paradigmas, pero al final no puedes decir como que tiene una

buena o una mala forma de tocarse, tiene unos reglamentos, sí, pero a este punto y en la
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actualidad ya tiene, todo es clasificado música, por más de que no le guste a una u otra persona,

sin embargo, sin hablar del tema científico y las frecuencias y todo, como dijo Carlos, considero

precisamente eso, pues, la forma, personalmente la considero, la forma más explícita de sentir.

La forma más bonita de hacerlo y la forma más fácil, de alguna forma, la forma en la que más se

permite sentir.

Zea: ¿Por qué existe la música?

Carlos: Desde un principio el humano, creo que el humano ya de por sí, nació con un metrónomo

en sus adentros, desde la primera persona que cogió una barita y le empezó a pegar a la tierra

explorando qué sonido tiene, me parece que todos ellos, exploraban las cualidades del sonido y

del mundo que lo rodeaban, y finalmente creo que la música se inventó por eso, explorando qué

es lo que nos da placer en el mundo y comprendimos que los sonidos, lo pueden dar.

Básicamente esa es mi respuesta.

Daniel: Yo considero que, por comunicación, porque sí, el ser humano aun desde los comienzos,

siendo un bebe, tiene ese sentido musical, por decirlo de alguna manera. Todavía, el hecho de

caminar a cierto ritmo, de, incluso cuando nos lavamos los dientes, tiene ritmo. Es todo. Pero ya,

a este punto creo que fue creada, así como melódicamente, por el hecho de querer comunicar

algo. Por el hecho de, no saber comunicarlo con palabras. De querer decir algo, más allá de lo

posible con las palabras, palabras que para el momento no existían, y que llegó en cambio, los

sonidos. Sonidos que luego se transformarían en palabras.

Zea: Bueno, ¿por qué les gusta la música?

Carlos: Como ya dije, la música, toca con mis adentros, y a veces la música me hace recordar

eventos que ocurrieron, que para mí fueron felices. Tal vez, el simple sonido me hace feliz.
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Entonces, creo que la música es para sentir, para buscar una forma abierta, en conjunto con el

mundo, la música para mí es una forma de sentir en conexión con el mundo.

Daniel: Yo creo que la música, el por qué nos gusta, es porque es inercia, porque tiene que

hacerlo, porque nuestros oídos están adaptados para ello, algo en nuestro subconsciente, nos hace

quererlo. Es como el llanto de un bebe, aunque a veces puede tornarse molesto, la mayoría de

gente lo siente como algo hermoso, como inercia, es eso, es algo, indudablemente natal, creo yo.

El hecho de que podamos sentir con una armonía o con una melodía, es lo que hace primordial el

hecho de que la música tenga tanto éxito y personalmente, es eso, hace sentir y como hace sentir,

llega a ese punto de adicción, a sentir, cuando te vuelves adicto a sentir, escuchas música.

Zea: Sí dices que es natal, ¿Tú crees que a todo el mundo le gusta la música?

Daniel: Sí.

Carlos: Yo, por un lado, sé que hay personas a las cuales no les gusta la música. Por un lado,

pueden padecer una enfermedad, la cual es la que, les causa que no logren distinguir, por

ejemplo, unas ollas golpeando en una cocina, a una canción. Por lo general esta gente escucha es

bandas sonoras, pero es más para recordar la experiencia audio-visual de la película.

Zea: Bueno. ¿Qué es lo que más te gusta de la música?

Carlos: Es una pregunta muy difícil, no hay una cosa especifica que más me guste de la música,

yo diría que, aun así, pensándolo, yo diría que participar en ella, es decir, tocarla, inventarla,

incluso cantarla, cuando tienes tus audífonos puestos y estas escuchando X canción, y la cantas,

siento que uno está participando y eso es lo que más me gusta de la música.

Zea: Participar.

Daniel: Yo, sí, es como, es una pregunta muy difícil de responder por eso mismo porque es

como, ¿por qué te gusta el cielo? O ¿qué es lo que más te gusta del cielo? Entonces es como,
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creo que, a este punto agradezco el simple hecho de verla y, creo que es lo mismo con la música.

Creo que es el hecho de, aun si no la produce, creo que sí, incluso antes de producirla anhelaba o

amaba el hecho de escucharla y creo que es lo que más me gusta de la música, el hecho de que

existe.

Zea: Bien. ¿Tienen un artista favorito? O ¿varios?

Carlos: Es que hay muchos.

Zea: Los más, más.

Carlos: Bueno, así como de primerazo que me salga, un compositor y guitarrista de metal

progresivo que se apoda “Plin…” es australiano, y me parece que la complejidad de sus obras es

espectacular, todas las amalgamas que logra hacer, la verdad me gusta mucho y mejor dicho es

algo que me parece, por alguna extraña razón, muy satisfactorio, oír amalgamas, para mí, es

genial.

Zea: ¿Qué es una amalgama, Carlos?

Carlos: Una amalgama es como, podríamos definirlo, podríamos separarlas entre, poliritmias y

métricas raras. Las métricas raras son, métricas que están compuestas por dos cifras diferentes,

por ejemplo, podemos tener un, el compás básico es 4/4, pero entonces podemos hacer un 7/4

uniendo uno de 4/4 y uno de 3/4 esto sería una métrica rara, y la poliritmia es cuando diferentes

instrumentos, o un mismo instrumento, por ejemplo, la batería o el piano, mientras que, por

ejemplo, la mano derecha marca negras, puedes estar en la izquierda, como trabajando en 6/8 o

en el pie, 5/4 mientras que siempre mantienes el pulso en 4/4 en tu derecha, eso sería una

poliritmia. Esos serían los tipos de amalgamas.

Zea: Y eso te gusta mucho, te satisface, te hace feliz (risas). ¿Qué te satisface, Carlos? Las

amalgamas (Risas) y tú, ¿tienes un artista favorito? (Daniel)


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Daniel: Tengo varios. Pero ¿puedo nombrar una banda?

Zea: Claro.

Daniel: Hay una banda que se llama Architects y… ¿tengo que decir por qué? Pues, el simple

hecho de que aun desde los comienzos no eran como metal, como con ese sentido de, un niño

adolecente hablando de como la novia lo dejó, o de cómo tiene problemas con los papás, sino, la

mayoría de sus canciones hablaban sobre temas políticos o sobre muerte, pero viendo la muerte

desde otra perspectiva, y eso se puede apreciar mucho en los dos últimos álbumes, porque en

uno, tienen la… fue escrito por el guitarrista que posteriormente se murió, falleció a Cáncer y, sí,

a causa de cáncer, y lo bonito de esa banda, o lo que yo considero apropiado resaltar, es el hecho

de que todo lo hace sentir, puedes separar cada una de las piezas de los instrumentos, incluida la

voz, y cada uno ellas, así sea escuchado por separado, va a hacer sentir, porque, se siente el

sufrimiento en el disco anterior, y en el último se siente el momento de superación de la muerte

del guitarrista que también era familiar de uno de los integrantes del grupo, entonces, es, sí, creo

que es como lo que más hemos hablado en esta entrevista, es el hecho de que hacen sentir, y sí,

es el hecho como de que ven la muerte desde otra perspectiva, ven el sufrimiento desde otra

perspectiva y me gusta el hecho de que coinoría con la mía.

Zea: ¿Una qué?

Daniel: Una coinoría, bueno una coincidencia, sí, coincida con mi perspectiva de la muerte. Es

como lo que yo siempre he pensado, es, puesto en la canción, es, ese momento de cohesión

digamos, de, algo que no creía que muchas personas tuvieran en el mundo.

Zea: Muy bien.

Zea: Bueno, ¿continuamos? ¿Qué sienten que han logrado ustedes con la música? Ya sea

escuchándola o tocándola; compartiéndola.


212

Carlos: Por un lado, tocándola, creo que, pues está el típico discurso de padres que me alejó de

los vicios malos, tocarla, y también el escucharla, me ha abierto mucho la mente, no sé, he tenido

ciertos pensamientos que antes no hubiera tenido cuando no escuchaba música frecuentemente, y

creo que en parte el abrirme a música nueva me ha abierto también la visión frente a otras cosas,

es decir, antes yo no escuchaba absolutamente nada aparte, porque era digamos, música de

problemáticos, ahora, no, no, no, no, no, ahora me gusta muchísimo y creo que es el abrirse a

nuevas personas, a conocer nuevas personas. Tal vez antes, yo tenía categorizado a alguien que

escucha metal, como alguien con el cual no me debería juntar, ahora sí, está bien.

Daniel: ¿Cuál es la pregunta?

Zea: ¿Qué sientes que has logrado con la música?

Daniel: Uish, que complicado.

Zea: Sí.

Daniel: Yo creo que, empezando por escucharla, creo que, sí, creo que es como parte de todas las

situaciones de la vida. Es como “la música es la mayor situación”, la situación constante en mi

vida, es lo que ha hecho que llegue a este punto como soy y sí, yo como que le doy como ese

lugarcito de ¿qué he logrado con la música? He logrado crecer. Creo que sí, creo que más que

cualquier relación, excepto la de mi mamá, me ha hecho crecer como persona, crecer como ser

humano, y descubrir que el cambio es bueno, el cambio, si se sabe llevar es bueno. Y

produciéndola, no sé, vamos a ver, próximamente sacamos álbum.

Zea: Estén pendientes de nuestras redes.

Daniel: Sí (risas), redes sociales. No pero sí, produciéndola creo que más que una

autosatisfacción, es el hecho de… y lo que más me ha gustado es que he podido ver que la gente

tiene esa reacción con la música que he producido, como yo la tengo con los grandes artistas,
213

como los que yo tengo, como adorados, digamos, porque es eso, es una de las reacciones

principales al escuchar la música producida, es el hecho de que han dicho “me hace sentir” y

creo que es lo que todo músico debería aspirar. El hecho de hacer sentir a una persona.

Zea: Pregunta fácil. ¿Cuándo escuchan música? ¿En qué momentos?

Carlos: Yo escucho, cuando estoy aburrido, cuando estoy feliz, cuando estoy triste, ¿en qué

momento no? bueno, a ver, yo escucharía música cuando estoy en mi casa, cuando estoy jugando

videojuegos, a veces cuando estoy acostado, me pongo a escuchar música, cuando voy en el

carro, cuando mis papas salen a dar alguna vuelta de trabajo o lo que sea, y me llevan, yo

siempre llevo mis audífonos para escuchar, cuando, digamos que no haya nada más que hacer.

Zea: ¿Cuándo no escuchas música, entonces?

Carlos: No escucho música cuando estoy, bueno, cuando estoy en clase de música, escucho a los

otros practicar, pero digamos que es música, pero yo no lo clasificaría como sentarme a escuchar

música, como tal, más bien, cuando escuchamos las obras, cuando las ensayamos, yo creo que la

estoy escuchando, porque para saber lo que debo hacer, tengo que escuchar a los demás. Y pues,

en las clases escolares no escucho música, a menos de que nos lo permitan.

Zea: And you? (Daniel)

Daniel: Yo. A mi si me da igual, yo si escucho música todo el tiempo. En clases y en

evaluaciones, siempre, porque, pues es como bonito. Ayuda a concentrarme, y sí, creo que

también, en todo momento, bañándome, leyendo, creo que todo, menos cuando estoy viendo

series con mi mamá, de resto, todo el tiempo.

Zea: ¿Leyendo?

Daniel: Sí.

Zea: ¿No te cuesta concentrarte como en palabras mientras escuchas otras palabras?
214

Daniel: No. No, porque es que, por ejemplo, lo que me pasa cuando estoy jugando futbol. Yo así

tenga música pues no le estoy poniendo mucho cuidado a la canción, pero me gusta como tener

la melodía atrás.

Zea: La banda sonora.

Daniel: Exacto. No le tengo como, presente en qué tiempo va a entrar la letra o qué está

diciendo, sino, simplemente ya es como esa disociación, digamos, de cuando, en serio quiero

ponerme a escuchar música y cuando es parte de algo más.

Zea: Ok. Y ahora ¿cuándo tocan? ¿en qué momentos tocan?

Carlos: Yo toco cuando estoy en el… si no tengo que estar en clase. Cuando me lo permiten,

porque normalmente de una hora de ensayo de orquesta, los percusionistas tocamos cinco

minutos, y en mi casa, realmente toco las tardes entre una hora y media y dos horas. También es

complicado por los vecinos y en general eso. Toco generalmente en esos horarios. Y pues los

sábados, toco toda la mañana, partiendo como desde las nueve y en la tarde dos horas.

Daniel: Yo. Yo no sé así como de sentarme a estudiar, como de dos a tres horas diarias, pero, el

resto como de tiempo, sí, como después de llegar del colegio, como de 3:30 a 10 de la noche,

tengo como una guitarra en mis piernas, pero no porque la esté tocando todo el tiempo, sino,

porque en algún momento que estoy viendo algo, siempre me pongo a tocar. Siempre, así no

tenga ni idea de lo que esté haciendo, y así compongo mis canciones (risas). Mentiras, no es

cierto. Pero, pero sí creo que tocarla, tocarla… a bueno, los sábados también. Sí, como todos los

días. Siempre que tengo como algo distinto que hacer, porque tampoco hago tareas, entonces

estoy con la guitarra.

Zea: ¿Por qué no haces tareas?


215

Daniel: Porque considero que son estúpidas, porque no aprendo, porque siento que, si no me voy

a poner, porque es distinto a leer un libro, y la gente lo suele comparar como “ay, si no hace

tareas ¿para qué lee libros?” no, no. ¿Por qué? Porque pues el libro si lo estás leyendo, te está

contando una historia, estas aprendiendo, quieras o no. Pero con una tarea no. Una tarea se me

hace más copiar y copias y pegas lo que está escrito por otra persona y realmente no lo analizas,

o hasta cierto punto, lo pienso yo así, o sea, eso es con las tareas obligadas, porque sí, creo que

en todo lo que he aprendido, que no ha sido en el colegio, ha sido por eso, por estudiar afuera,

porque me pongo y… una vez me puse a leer el “Algebra” solamente por molestar, y pues, yo no

lo cuento como tarea, pero es parte de eso, es como… aprendo mucho más si no me exigen que

lo haga, afuera, y creo que por eso no hago tareas.

Zea: Bueno, volvamos a la música. Ya me dijeron algo de sus artistas favoritos. ¿Qué sienten

ustedes, física, mental y emocionalmente, cuando escuchan música?

Carlos: Físicamente, digamos que así en los puntos cúspides de las canciones, o en ciertos

momentos que me parecen particularmente impactantes, por decirlo así, a veces siento como

escalofríos por la cara, y emocionalmente no sé, siento de todo, a veces siento ganas como ganas

de, por ejemplo, de pararme y saltar, por la música, tal vez felicidad, o a veces, en general creo

que me siento muy feliz cuando escucho música. A veces puede ser, por ejemplo, que esté mal, y

que pongo música para, en parte, soltarlo, desahogarme y ya. Eso es más o menos lo que siento.

Daniel: Yo también siento ganas de soltar, sobre todo si es de puentes. No mentiras (risas).

Zea: Malo, malo (risas).

Daniel: No, pero sí. Creo que se puede definir como bailar. No de una forma, precisa y técnica,

sino, como lo pide el cuerpo. Sí, creo que físicamente es eso, como ganas de todo, depende de la

canción como, ganas de saltar de un puente en serio si es una canción digamos de Adele, o de
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estar brincando en un concierto con otras 5.000 personas saltando, si es una canción como, de

metal poderosa. O ganas de proponerle matrimonio a una persona, si estamos escuchando una

canción así, de Johnny Cash, digamos. Y emocionalmente, es más complicado porque una

misma canción puede tener como, todos los sentimientos. Puede empezar súper triste y a la mitad

de la canción ponerse súper feliz y luego te deja abrumado del susto y luego terminas todo

pasivo. Creo que sí, depende como muy situacionalmente como esté previamente, digamos, si

tuve un buen día, la canción así sea triste, dan ganas de saltar, si tuve un mal día, y aun así la

canción sea feliz, dan ganas como de deprimirse más. Todo, sí, es cuestión de perspectiva.

Zea: Bueno, ahora quiero que me digan lo mismo ¿Qué sienten, física, emocional, mentalmente,

cuando tocan?

Carlos: Tal vez suene súper presumido, pero, cuando toco, me siento especial, como que, nada en

el mundo me puede, valga la redundancia, tocar. Es decir, me siento elevado, como si…aislado

del resto de las personas y digamos que siento mucho placer, al tocar ¿sí? Espero que esto no se

malinterprete, pero sí, me siento especial cuando toco, como si fuera uno con la canción y

entonces en ese momento como que, me siento inmortal, durante el tiempo que toco.

Daniel: Tocando. Creo que hay una escena que lo define muy bien y es el hecho de querer estar

como en un escenario, pero no con mucha gente viendo, sino solamente el hecho de estar en un

escenario, el hecho de sentirse dueño del mundo, así suene súper prepotente, es como eso, es

sentirse inmortal, es sentirse parte de algo y pues es un cobijo para la gente, medio pendejita

como yo, que, no se siente parte de muchas cosas, pero sí, es como… Tocando siento que puedo

mostrar que puedo hablar, cosas que no soy capaz de hacerlo con las palabras, cosas que,

sentimientos que son, abismalmente mayores a lo que permite una palabra, y parte de eso es que

las palabras, han sido corrompidas, de alguna forma, han sido… se han normalizado tanto las
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palabras que hacen que pierdan su significado, y cuando pierde su significado, se vuelve como la

música actual. Como toda la música del mismo género, suena, para una persona que no está

acostumbrada a escucharla, suena toda exactamente igual. Puede pasar con el metal, puede pasar

con el reggaetón, puede pasar con el reggae. Y para una persona que no está habituada a

escuchar eso, va a sonar exactamente igual, es lo mismo que una palabra y sí. ¿Cuál es la

pregunta? Ya me perdí. (Risas)

Zea: ¿Que sientes cuando tocas? (Risas)

Daniel: A pues sí. Creo que, sí, es sentirse como lo dice un libro muy muy malo, es sentirse

infinito. Es sentirse, como todo el tiempo, lleno. Es como, durante esos tres minutos que dura la

canción, tienes presente como todos los meses que duró la composición y la grabación de la

canción. Todo el tiempo que duraste pensando cómo sería ese momento de realmente llegar a

producirla y lo que se siente es algo inefable, algo… es un bum.

Zea: Gracias.
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Entrevista #3: Mariana y Daniel Alejandro

Mariana (21 años, cantante)

Daniel (25 años, pianista)

Zea: Hola. Bueno, ya saben que esto es parte de la investigación que estoy haciendo en la

maestría, que es como en general sobre música, entonces pues, por eso quise entrevistarlos a

ustedes, pues porque son unos músicos muy ásperos.

Mariana: Gracias.

Daniel: Gracias.

Zea: Sí, en verdad entienden la música de una forma muy bonita. Y son muy ásperos (risas).

Entonces bueno, esto es como para un registro completo entonces necesito que primero me digan

¿Quiénes son? ¿Cuántos años tienen? ¿Qué hacen? Generalidades.

Maríana: Ok. Vale, pues mi nombre es Mariana Camacho, tengo 21 años, soy de Tunja, soy

estudiante de la Universidad Pedagógica Nacional, estudio licenciatura en música, estoy en sexto

semestre, bueno quinto-sexto y bueno, pues trabajo como músico independiente, dictando clases

particulares y también trabajo amenizando todo tipo de eventos.

Daniel: Yo soy Daniel Quintero, soy estudiante de la Universidad Pedagógica también, en la

licenciatura en música, tengo 25 años y trabajo con Mariana. Hacemos clases particulares a

domicilio, de diferentes instrumentos y trabajamos amenizando eventos y tocando en donde se

pueda tocar también.

Zea: Gracias. ¿En dónde viven? ¿De dónde vienen? Si nacieron acá o en otras partes.

Daniel: Bien, yo soy de Bogotá. Mi familia es de Caldas, pero yo soy de Bogotá. Yo nací en

Bogotá. Crecí en el centro de la ciudad, sobretodo moviéndome por la zona histórica, era muy
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chévere. Y estudié en un colegio que se llamaba el “centro educativo libertad” que es, bueno es

como de la orientación de mi mamá, pienso yo, es como encaminado finalmente. Y estoy aquí.

Mariana: Ok. Yo vengo de Tunja, la capital de Boyacá, estoy viviendo en Bogotá hace ya casi

tres años, estudié en un colegio que se llama “Rayuela” en Tunja, de allá me gradué, y nada, pues

ahorita estoy viviendo en el norte de la ciudad de Bogotá. Siempre he vivido, pues mi familia, ha

estado por este sector y ya.

Zea: Muy bien ¿cuánto…? Ahora sí, llegamos a las preguntas de música, podemos hablar

¿cuánto llevan tocando? ¿cómo empezaron? ¿por qué empezaron a tocar?

Mariana: Yo nací en una familia de músicos. Mi papá es arpista clásico, un tío es doctor en

piano, y por la familia de mi mamá, son la mayoría músicos empíricos, pues ella, estudió hasta

octavo semestre música, se retiró y mi tío también como hasta séptimo y se retiró. Pero pues en

realidad creo que es la sangre, yo nací en ese ambiente, y no recuerdo, no tengo recuerdos de mi

vida en donde no esté haciendo una práctica musical. En realidad, no hay una temporada larga

donde no esté envuelta de música, no recuerdo. Desde, no sé, tengo un video en el que estoy

cantando a los tres años en una presentación del colegio, creo que, sí hablo de tiempo, desde ese

entonces estoy tocando.

Zea: ¿Desde qué edad?

Mariana: tres años. Tengo un video. La graduación de pre-escolar, era (Risas). Salí cantando.

Zea: ¿Cantando?

Mariana: Canté, una canción de Andrés Cepeda, creo. Sí, y no podía decir un pedazo de la

canción, entonces digo como, “un dero, un dero, un dero, un dero” larguísimo, un pedazo de la

canción diciendo “Un dero”, por eso me la montan en mi casa.

Zea: Que chimba (Risas) ¿por qué no podías decirlo?


220

Mariana: Porque era muy chiquita.

Zea: ¿No podías hablar bien todavía?

Mariana: Pues a mi edad decía palabras chistosas todavía, pues es que a los tres años uno todavía

se confunde (Risas). Sí, entonces, sí, nada, pero a mis papás eso les gustaba, y ya, pues me

dejaron cantar así.

Zea: Que chimba (Risas) y tú (Daniel)

Daniel: Yo, huy perdón. Yo empecé a los nueve años, en mi familia no hay músicos, en realidad

como que tengan una práctica musical constante, digamos. Mi abuelita, cantaba muy bien, era

muy afinada, hacia segundas voces por ahí de esas cosas. Mi mamá también lo hace, no tan bien

como mi abuelita, pero lo hace muy bien. Pero pues eso no era una cosa de todos los días, yo he

visto cantar a mi mamá contadas veces. Sí, entonces a los nueve años, nosotros solíamos ir en la

ciclo ruta al parque nacional los domingos a ver teatro, en las bicis, y allá en el parque nacional,

abrieron un programa, bueno no, ya llevaba abierto, mi mamá lo encontró, es sobre… se llamaba

“CIPA, Centro de integración para las artes” entonces ahí mi mamá me metió a tocar piano.

Piano era el único instrumento que había y pues a mí me gustó y yo seguí tocando. Sí, luego, eso

lo cerraron. Si no estoy mal, cuando se posicionó Uribe, cerraron eso.

Zea: Cuando se posiciono lo cerraron, y ¿quién lo abrió?

Daniel: No sé.

Mariana: Que misterioso.

Daniel: Sí, pero entonces, como lo cerraron, yo me fui para “Batuta” pero en “Batuta” no hay

piano, entonces empecé a estudiar piano. Y ya, ahí después, seguí tocando. Pasé por el

conservatorio, pasé por la “ASAB”, y ahorita estoy en la Universidad, en la Pedagógica.

Zea: Muy bien.


221

Daniel: Sí, en realidad pues fue como que mi mamá le pegó ¿sí? Y a mí me gustó.

Zea: Claro, las mamás saben mucho (Risas).

Daniel: Sí, ush, pero sobretodo me alentaba mucho y me apoyaba mucho, me ponía mucho a

estudiar, severo. Ella no es músico, pero es licenciada en danzas y teatro también, es profesor.

Zea: Qué bien. Vamos 10 minutos. ¿Qué es la música para ustedes?

Mariana: Cuando a uno de músico le preguntan eso, uno se va de una a la teoría, ¿no? “es el

conjunto de sonidos ordenados y tal” pero en realidad, para mí la música es un ente súper

cercano a la magia. Suena muy chistoso, pero yo sí siento eso, porque, es capaz de generar

estados psicológicos en las personas, repentinamente ¿sí?, no importa qué estés atravesando.

Escucha o interpreta, o ¿sí? Algo con la música, y ya, despierta una vaina en tu ser, es muy

bonito, eso es la música.

Daniel: Yo diría. Pues es que hablábamos como, hace un tiempo ya, uish, sí, de como con la

música, nosotros teníamos la facultad de manipular el sonido, de coger las ondas que están por

ahí ¿cierto? (Mueve las manos en el aire para todas las direcciones), manipularlas y no solo,

digamos, ordenarlas y incluso jerarquizarlas, y ¿cómo se llama eso?, categorizarlas y todo eso,

las cosas que podemos hacer, sino, se puede hacer arte con eso también, es muy chévere,

entonces, siento que es una facultad que tiene el ser humano al final, de comunicarse con, ¿sí?,

como tenemos la facultad de emitir diferentes vocales, diferentes consonantes con la boca. Claro

que, vienen siendo como lo mismo, ahora que lo pienso, así, o sea, la música y el lenguaje. La

diferencia es que la música utiliza los timbres también. A, pero, sí, es esa facultad que tenemos

nosotros de comunicarnos, como ondulación de los sonidos, que están por ahí. Es muy chévere.

Es muy chévere, es muy divertido, es muy…

Mariana: Es lo mejor.
222

Zea: Que chimba. Bueno, Ahora que decías que tal vez por las características, por, no sé las

circunstancias, podemos hacer música, entonces, ¿sí?, ¿no? ¿Lo entendí re mal?

Daniel: Perdón, no te entendí lo primero que dijiste.

Mariana: Sí, ahorita decías que, pues por las circunstancias o características físicas o no sé, es

posible hacer música y ahí iba a seguir, ¿cierto?

Daniel: Seguramente, claro.

Zea: Seguramente, claro, qué.

Daniel: Sí. No, o sea que sí, sí lo entendiste bien.

Zea: Ok.

Daniel: O sea, puedes… ¿ibas a decir algo a partir de eso?

Zea: Sí, a partir de eso, ¿de dónde creen que proviene la música? ¿Qué generó la música?

Mariana: ¿Cuál es el origen de la música?, es la pregunta.

Daniel: Yo pensaría que es algo, ¿cómo se llama? Como algo, que está obligado en los seres

vivos. O sea, es que, obligado suena muy chistoso, pero es que no sé, se me escapa la palabra,

¿inherente? Al ser vivo ¿es esa la palabra?

Zea: Sí.

Daniel: ¿Cierto? No sé, bueno, el caso. A los seres vivos. Es, pensaría yo que, el lenguaje, por

ejemplo, lo que hablábamos ahorita, se deriva de la música, es como la forma primaria de

comunicación que tiene el ser vivo, pienso yo. No solo entre los seres vivos ¿no?, pues sí, los

gatos tienen formas de comunicarse, con sonidos, los pájaros, no sé, las ballenas, todas esas

cosas, pero también de comunicarse como con otro tipo, no sé, de seres, que para algunas

culturas pueden ser los dioses y esas cosas, como, de comunicarse en realidad (Agita los brazos

en el aire), entre seres vivos. Y de ahí, pienso yo, pues deriva el lenguaje ¿no? y pues nuestra
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música, supongo, sería como una derivación al final, o sea la música que nosotros hacemos, de

esa música primaria, no sé, ¿no? Yo creo que es así.

Mariana: El origen de la música, yo me voy a los chiquitos, a los que les enseño, claro. A los que

les doy clase. Trabajé un tiempo sobre el origen de la música con ellos. De pronto sí, un

yéndome a lo poético tal vez, porque, se puede ver desde muchas culturas, ya desde el carácter

imitativo, por una necesidad de comunicación, ¿sí? De imitación de la naturaleza, imitación de,

no sé, asuntos de la vida cotidiana, si se cayó entonces puede haber un golpe y lo imito y ya, y se

van formando patrones con esa imitación.

Zea: ¿Por qué les gusta la música?

Daniel: Yo, es que es una pregunta muy difícil. Que es una vaina muy, como instintiva un poco,

porque uno naturalmente se siente atraído a algo. Pensaría yo que, es sobretodo ver, el poder

comunicativo tan fuerte que tiene la música, sí, y todo lo que uno puede hacer a partir de eso. O

sea, hasta cambiar personas, por ejemplo, no sé, cambiar países, cambiar generaciones o cambiar

a una sola persona, digamos. Hacerla sentir mejor, yo que sé. Es como una cuestión más de

admiración también, un poco, no más, no, una cuestión de una admiración o una posibilidad tan

increíble, es muy chévere. Creo que, pues eso.

Mariana: A mí me gusta la música, porque me posibilita como, no sé, como trabajar en toda la

parte sensible y artística que se pueda en el ser humano. La música nos permite, bailar,

expresarnos corporalmente, pero también comunicarnos, e interpretarla y escucharla y bueno, en

fin. Creo que por eso me gusta. Pero también sí, es una vaina instintiva.

Daniel: Sí como natural, ¿no? uno se siente naturalmente atraído hacia eso. Sobre todo, la

posibilidad de hacerla ¿no? como de hacer música. Algunos y los demás no sé.

Zea: ¿Qué tipo?


224

Daniel: Refiriéndonos sobre todo como a la música occidental, porque pues hay músicas muy

diferentes en otras partes del mundo, en otras especies, puede, incluso, pues nosotros estamos

con unos tipos muy determinados de música. Al final lo que uno busca es como hacer su propia

música ¿no? pero pues, es como uno podría llegar en algún momento, pero pues sí nosotros

podemos ahorita movernos dentro de unos tipos de música muy específicos, que pertenecen a la

cultura occidental ¿no? más que todo. Entonces, sí, es como, uff, nosotros podemos hacer la

música. Es complicado, pensarlo así. Y más si es como, pues podemos hacer algo, con unos tipos

de música, ¿cierto? Ya.

Mariana: Es música.

Zea: entonces, Con tantos tipos, con tanta diversidad, ¿tienen como algún tipo de música que les

guste más?

Mariana: Pues ya estábamos abordando hace poco, un texto que habla sobre la necesidad de

poner la música en plural, de hablar de las músicas, porque si, pues cuando se habla de música,

nos referimos únicamente a todo lo que, no sé, connota esa cultura occidental, pero no solo eso,

sino que dejamos a un lado también, como músicas de nuestras regiones, y bueno, en fin.

Entonces, creo que la respuesta está muy permeada de eso, de esa occidentalidad. A mí me

gustan muchos, muchos tipos de música y me siento atraída por ciertas cosas del folklor

latinoamericano, pero, creo que uno de mis géneros, no sé, como predilectos, por así decirlo, es

la salsa y sus subgéneros, ahorita me siento muy inclinada hacia la timba cubana, por ejemplo,

pero no es una música que yo tenga como fin hacer, de interpretar, sino que de verdad disfruto

escucharla analizarla, sentirla ¿sí? He encontrado alguna fascinación por algunas bandas de

metal, pues en lo que llevo conociendo a Daniel, y… Pero también me encontré con el terno

noventero, por ejemplo, y eso si es una cosa que tenemos pensado como, poder hacer, interpretar,
225

no solo basándonos en elementos electrónicos y, sí, con herramientas electrónicas, sino también

utilizando todas nuestras facultades y herramientas musicales, en el canto y en la interpretación

de diferentes instrumentos. Eso no quiere decir que lo único que queramos hacer sea tecno, el

Jazz, por ejemplo, es otra música, porque…que me está gustando de pronto ahorita un montón,

que me gustaría también, poder aprender y aprender, y aprender, cada vez más para esa sí,

ponerla en una cuestión interpretativa. Sí, pero pues son muchos, muchos los géneros que uno

puede abordar, pero esos son los que me gustan más o menos.

Daniel: Es que sí, es muy difícil decir como “como que esta es la música que más me gusta”. Yo

escucho mucho metal, escucho mucho pues hartas cosas, hemos escuchado mucho Jazz, mucha

música electrónica últimamente, mucha música progresiva, nos movemos mucho dentro de la

música clásica y yo, por ejemplo, disfruto mucho tocando música clásica. Pero pues, sí, yo sé

que a uno le gusta algo por encima de todo y no sé, es difícil, yo siento fascinación como por la

música, creo, en general, y creo que lo que me gustaría, hablando un poco de lo que decía antes

de encontrar su propia música uno, creo que el ideal, pensaría yo, para mí, sería como eso, como,

poder hacer una música que fuera mi favorita, que chimba.

Zea: Que chimba.

Mariana: Que bonito, sí.

Daniel: Pero es muy difícil pensar… y que hay pues, no sé al final es, muchas miles de veces

más lo que desconocemos que lo que conocemos, entonces, es más difícil todavía, decir que una

música es mi favorita o como la que, más disfruto, no sé, lo que más, no sé, es difícil. Pero sí, es

sobre todo como por esos géneros, al final uno sí tiene inclinaciones.
226

Zea: Si les preguntaran, como, ay se me olvidó (Risas). Es que son dos, son dos. Ya, ya, si

tienen, algo que les gusta más tocar, más allá de escuchar, tocar, ¿obtendría la misma respuesta

que me acaban de dar?

Daniel: Muy parecida, pienso yo, la diferencia es que pues, o sea, la diferencia a mi parecer, es

que, uno sí es mejor tocando una música, o unas músicas que otras músicas, pero pues no es que

uno sea mejor realmente escuchando una música que otra. Sí, tal vez a uno se le facilita más, no

sé, analizar ciertas cosas en unas músicas y en otras, pero, pues sí, eso no quita que, a la hora de

tocar, de interpretar, digamos, uno sí es mejor en unas cosas que en otras, entonces, creo que uno

se puede sentir inclinado a disfrutar más como en lo que es bueno, sea porque a uno le gusta más

de verdad o porque así pasaron las cosas, digamos, en su educación musical, por ejemplo, si,

digamos que, a mí por ejemplo me…ay espera.

Daniel: A ok, entonces estaba diciendo que…

Mariana: Ay, ya. Ya nos acordamos.

Daniel: Sí, que interpretativamente cuál era la música que a uno como que más le gusta.

Entonces yo estaba diciendo, que no necesariamente la que a uno más le gusta, es en la que es

mejor, pero uno, digamos, que en el momento si disfruta mucho, tocando bien, como cuando a

uno le están sonando las cosas, eso es muy chévere, es una vaina ¿sí? Obviamente si es música

horrible pues ya es otra cosa, pero cuando ya es música chévere (Risas), perdón, perdón. Pero

qué, pero, entonces a mí, por ejemplo, o sea yo pienso, no sé, que disfrutaría mucho escuchando,

qué, tocando, Jazz, ¿Sí? Porque hay muchas cosas que he encontrado que me gustan muchísimo.

Y pienso yo, que disfrutaría mucho más, tocando eso, que, tocando, no sé, música clásica,

sonatas de Beethoven y esas cosas. Sin embargo, yo en este momento, toco Jazz y no lo disfruto

tanto como tocar una sonata de Beethoven, pero pues, me sale mejor, por ahora, es cuestión de
227

estudio, pienso yo. Entonces sí creo que el gusto y el disfrute, no están tan pegados en la

interpretación y lo ideal pues es disfrutar al máximo lo que a uno le gusta tocar, supongo. Es

como el ideal. Pero siempre es muy chévere tocar. Así inicia lo que a uno más le gusta. Además,

que, sí, a uno le gusta más una cosa hoy y mañana le gusta más otra cosa, incluso en unas obras,

es… y con tanta información que tenemos ahora, tan, con acceso tan fácil a tanta música, es muy

fácil que esto cambie. También es como lo divertido ¿no? tocar. Como poder tocar muchas

cosas, severo.

Mariana: Sí voy a decir algo así, como que, en realidad uno disfruta mucha música, pero al

momento de interpretar, interpretar también es un gusto muy diferente, al disfrute neto de la

música porque la música existe, y creo que de pronto yo he estado más expuesta a cantar muchas

cosas, que no hacen parte, en nada de lo que yo escucho ¿sí? Y seguramente yo me pongo a

escuchar una ranchera y ush, la disfruto, pero cuando la canto, “que chimba, me está saliendo” y

estoy cantando y estoy divirtiendo a la gente, me estoy sintiendo tranquila. Lo mismo, no sé, con

algunas cosas de la música colombiana que de pronto no me atraen tanto. Pues está muy bonito y

está muy divertido cantarlas. De todas formas, siento que cuando pueda, sí, no sé, canta y

moverme muy bien, en las músicas que pretendo hacer, como el Jazz, como lo que hablaba del

Techno, creo que me voy a sentir muy, muy, muy feliz y bueno, no sé también está la música

clásica, a mí también me encanta un montón, y me va bien, es muy raro, pero me va bien, como

con todo lo del canto lirico, y es una cosa que también me gusta mucho, es como cambiar de

papel ¿sí?, como, como jugar un poco a hacer bien, y sin importar en qué género estés, ve al caso

y desenvuélvete ¿sí?, y eso lo tiene uno como músico, esas herramientas y poder.

Zea: No me acuerdo, porque, bueno esto es el lado bonito, y ahora quiero… vamos a ver cuál es

la música horrible (Risas).


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Daniel: La música horrible. Fíjate que, yo siento que la música horrible no es tanto como por

géneros, sino, como por intenciones ¿será? Eso, por un lado, por el otro, no porque se van a reír

de mí. No mentiras.

Zea: No.

Mariana: No, por qué.

Daniel: No, no, no, esa. Es que me hacen reír entonces son puedo. Eso, por un lado, pero por el

otro, así como uno naturalmente se siente atraído a ciertas músicas, pues también naturalmente le

disgustan otras músicas ¿sí? No necesariamente son géneros, a eso iba, hay, simplemente como

composiciones específicas, pienso yo que incluso a veces son los arreglos los que no permiten

que la música como, no sé, como que fluya, esa es la música más difícil, o sea, más difícil no

sino como más tediosa, tal vez de tocar, no sé, la música como que no fluye, que no es… pero es

lo mismo. Muchas veces ese disgusto que uno siente por alguna música, es simplemente

desconocimiento, es ignorancia, ¿sí?, entonces, creo que tiene que ver más con eso. No es tanto

que la música, o sea, que haya músicas horribles, sino, música que a uno le disgusta

naturalmente. Más como por cultura ¿no?, por crianza y por esas cosas ¿sí? Sin embargo, yo digo

que hay géneros que, por ejemplo, no me gustan ¿sí? A mí no me gusta el reggaetón, por ejemplo

¿sí? Sin embargo, hay una que otra canción de reggaetón que es chimba, es una chimba, sí, no

disfruto el ballenato, por ejemplo, pero hay una que otra canción de ballenato que es chimba ver

como Yamel la canta, por ejemplo, ¿sí? La música popular que estuvo tan de moda hace unos

pocos años, se llamaba música popular porque es un derivado de la norteña yo no sé ¿sí? Esas

cosas, eso para mí es muy difícil de escuchar, por ejemplo, pero, pues sigue siendo como falta de

conocimiento al final.

Zea: Perdón, es que, ya quiero saber como… qué es lo que les ha tocado tocar que es tan paila.
229

Mariana: Estaba pensando que es una vaina que tiene el canto que no tiene ningún otro tipo de

instrumento y es la letra, es una… y pues ese es mi instrumento ¿sí? Creo que efectivamente uno

pues por crianza, por cultura, se siente como, siente un rechazo natural por cierta música. Ush,

pero como cantante a mí me ha tocado hacer cosas, yo por ejemplo no soy creyente, nos ha

tocado, nosotros nos la pasamos de misa en misa católica, pero no solo en eso, en las cristianas

también, y esos manes tienen letra como un putas, y uno está ahí con las palmas y con… y yo,

¡jueputa no! wuu…

Daniel: Esa música es difícil para nosotros de tocar.

Mariana: Es muy difícil.

Zea: Ay, que pereza.

Mariana: No, a nosotros nos toca hacer cosas muy chistosas.

Daniel: Hay canciones que tienen frases muy chistosas, cómo era lo que… (risa)

Mariana: Sí, y pues las rimas re mal, entonces aparte de que la letra pues, es muy respetable,

igual chévere que les guste, pero a nosotros no nos gusta y no la compartimos, como unas rimas

súper malas, entonces ahí va Daniel lo que decía de los arreglos y de la, de composiciones

específicas que como que no tienen ni pies ni cabeza, ni nada. Creo que sí, yo he tenido que

cantar cosas de políticos una vez. Me contrataron para hacer unas cuñas, pero como

levantándome de la nada en un centro comercial o…(risa) ay no entonces tenía así que… (se

mueve “bailando” con el cuerpo y las manos) Pero entonces, por ejemplo, en Tunja, que salió

una vez claro, y tuve que hacerlo en algunos restaurantes de ahí o cafés, y entregar tarjetas, ush

eso ha sido… eso fue muy terrible, porque ni siquiera era un man de un partido que yo, como

que estuviera afín, pero bueno, me pagaban bien, necesitaba el dinero. Pero aparte nosotros,

como decíamos al inicio, amenizamos todo tipo de eventos, y ese “todo tipo de eventos” de
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verdad es, todo tipo de eventos y no sé, nos ha tocado resolver viejotecas por ejemplo, solos, yo

creo que yo tengo mucho más fácil, un desenvolvimiento en ese tipo de música, no con una

práctica constante sino, porque, pues yo me crie viendo a mis papás en eso, en orquestas y

“chizgueando”, entonces pues sí, eso también ha sido chistoso, como animar a la gente cantando

salsa o merengue, creo que al final, pues no es una cosa que me disguste pero, sí hacen parte de

lo que, raya un poco como en lo que uno quiere y en lo, sí, lo que uno quiere hacer, como

músico. Creo que a Daniel le cuesta un poquito más todo eso, de la rumba.

Daniel: Sí, pero, es más, lo mismo, yo creo, casi que falta de costumbre, incluso. Sí, es falta de

tocar y de empaparse un poco de las cosas.

Mariana: Yo sí, definitivamente… a mi sí no me gusta el ballenato, eso para… eso sí es una

experiencia, fea, para mí. Daniel dice como, “uno que otro”. Uish yo… el reggaetón, yo pues sí,

me lo paso, uno solo “perrea” al final, no sé. Bueno, algunos temas que son bacanos, otros sí uno

se sienta, marica, pero cuando me dicen “no, cántate un ballenato”, uish a mí eso, me duele así

(se da un golpe en el estómago) como en el estómago, pero pues no, o sea sí, toca.

Daniel: Pues es que es obvio. Así como uno tiene personalidades, digamos, como persona, uno

tiene como una personalidad de músico. Es chévere.

Zea: Que chimba. ¿En qué momento escuchan? Eso les iba a preguntar ahorita, como, ¿en qué

momento escuchan ciertas cosas?, tienen como, en el carro un CD, no sé, algo todo el tiempo, un

género o les gusta una canción, o tienen que, dependiendo de las circunstancias escuchan, o…

Mariana: Que chimba que preguntes eso, hace cuánto, como dos días, estábamos hablando de

eso. Ush, es que nosotros, puede que no nos sentemos mucho a estudiar como formalmente, las

ocho horas que tiene que estudiar que estudiar el pianista pues para el conservatorio, diarias, pero

estamos, en cada momento del día que podamos, escuchando música, lo hacemos.
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Aprovechamos todo el tiempo, siempre, siempre, siempre que se puede. En la casa es muy raro

que no haya música, en el carro es muy raro que no haya música, y pues, en los trayectos,

estamos yendo a una universidad de música, o a dictar clases de música, o a algún evento a

donde vamos a hacer música, o grabaciones, Daniel toca un montón también, como con bandas.

Entonces, sí escuchamos. Todo, todo el tiempo estamos aprovechando, sobre todo, no solo por el

disfrute, sino pues, porque estamos aprendiendo de cada cosa, de cada canción, y repetimos

mucho las canciones, para aprender y analizarlas, y disfrutarlas.

Daniel: Y ahí las estudiamos.

Mariana: Y creo que es por épocas, ¿tal vez? Y por bandas. Nos enamoramos de una banda y la

desglosamos, y la trabajamos y sí, como que, ahondamos lo que más se pueda en esa banda.

Daniel: Aunque hay bandas difíciles “Yes”, hoy mirábamos y sacó el primer álbum en el 69 y el

último lo sacaron éste año.

Mariana: En el 2018, sí.

Daniel: Y han estado sacando álbumes todo este tiempo.

Zea: ¿Quién?

Daniel y Mariana: Yes.

Zea: A, “Yes”.

Daniel: Sí.

Mariana: Y nosotros habíamos escuchado una canción y nos gustó y ya.

Zea: ¿Desde cuándo?

Daniel y Mariana: Desde el 69.

Zea: ¿Y el último de cuándo fue?

Daniel: De éste año (2018)


232

Mariana: Sí, son, imagínate, estudiar una banda de esas, no la habíamos dado la oportunidad

hasta hace poco y, ush muy chévere, nos hemos encontrado con cosas muy bonitas. Sí, así es.

Daniel: Sí, nos gusta como estudiar bandas, estudiar canciones bandas también, estudiar artistas.

Mariana: Y no son como de los mismos géneros ¿no? nos estamos moviendo últimamente como

por el Jazz, por el Techno.

Daniel: Y el Rock también.

Mariana: Algo de Rock y…

Daniel: Hartas cosas, de lo que sea chévere.

Mariana: Sí bueno y estuve un tiempo como con “los sham song” pegada hace poco y el bosa, y

pues metal, metal siempre tengo.

Daniel: Sí, en algún momento siempre escuchamos metal. Pero no son momentos del día

específicos.

Zea: No son en momentos específicos.

Daniel: Del día, no. O sea, por géneros y eso, no. Son más épocas, temporadas y vienen

“Random”.

Zea: Vienen “Random”. Eso qué es. ¿Cómo que cambian de la una a la otra?

Daniel: No, eso es así.

Zea: Que chimba.

Daniel: Estábamos muy pegados con “Jungle” un tiempo.

Zea: Qué chévere. Bueno, para terminar, pasemos a unas preguntas más específicas. ¿Qué

comunica y que no comunica la música?

Mariana: mmmm, vale. Entonces… yo creo, siento y pienso que la música tiene la posibilidad de

comunicar cualquier cosa. Hice el ejercicio de pensar qué no podría comunicar y la verdad no se
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me ocurre nada. No solo porque tiene un valor comunicativo a partir del lenguaje musical y el

lenguaje verbal que utiliza, sino que también es capaz de generar emociones y sensaciones, ¿sí?

como estados psicológicos en las personas. Entonces sí, creo que puede comunicar y expresar, en

realidad, cualquier cosa.

Daniel: Ammm, pues fíjate que el lenguaje verbal hace parte como ya inherente de la música.

Incluso la música fue antes del lenguaje, podemos decir que el lenguaje parte de esa organización

que hace el ser humano de los sonidos, de la repetición y la reproducción de ciertos sonidos.

Entonces, diría yo que la música, aparte de tener la capacidad de expresar y comunicar todas las

cosas que nosotros podemos comunicar por medio del lenguaje, que no son necesariamente todas

las que sentimos o las que pensamos, porque pues estamos limitados por las palabras y la

organización de nuestros idiomas… tiene la capacidad también de expresar esas cosas que

nosotros no logramos poner en palabras. Y eso pues comprende una variedad de cosas:

sentimientos, atmosferas, sensaciones, no sé… todo ese tipo de cosas. Entonces, sí, pensaría

como Mariana también; no hay ninguna cosa que nosotros conozcamos, o que yo conozca, más

bien, que la música no pueda comunicar.


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Entrevista #4: Liz y Guillermo

Liz (maestra de violín del Conservatorio)

Guillermo (trompetista de la Orquesta Filarmónica de Bogotá)

Liz: Germán fue mi alumno de violín

Germán: el peor estudiante que tuvo (Risas)

Guillermo: ¿te acuerdas?

Liz: me acordé. (...) Sí porque mira, si tu pones un si en la cuerda la, depende de si tú estás

relacionándolo con si-mi, que es una cuarta, o con re-si, que es una sexta. Entonces es diferente

el si que te da; lo tienes que ajustar. O sea que todo depende.

Germán: y ese ajuste mental sí es perfecto

Guillermo: no, eso es lo que se ensaya cuando están en un cuarteto o cuando están con un piano

Liz: depende, hay veces que necesitas los dos

Guillermo: o sea, la versatilidad del músico debe ir hasta tal punto en el cual ellos pueden. Ah,

estoy con un pianista, entonces no puedo hacer lo mismo que haría con un cuarteto de cuerdas.

Entonces, de una vez, pues cambia.

Germán: Liz ¿Tú sabes qué es un 440? ¿Tú sí sabes? ¿Tú puedes decir, esto está afinado?

Liz: no, yo, primero, no tengo absoluto, tengo oído relativo, súper relativo. Qué eso es bueno y

malo, ¿no? Bueno y malo porque me puedo adaptar a cualquier cosa. Pero, por ejemplo, mi

compañero, el primer violín, tenía oído absoluto, entonces, él sí sabía cuándo estaba (Afinado).

Pero no era 440, sino 442. O sea, él está acostumbrado al 442. Siempre tocamos a 442. Pero yo

no. Yo soy relativa. Y también por eso digo que no hay un absoluto, absoluto.

Germán: ¿es verdad que los pájaros cantan afinado?


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Liz: sí, yo digo que sí. Sí ¿por qué no? Claro

Marleny: pero es innato. Sí, es divino, ¿no? Es como cuando yo entraba a las clases de Paulita y

los niños y uno sin ser… yo aprendí música con ellos prácticamente. Pero los pájaros, todos los

cantos de los pájaros son divinos.

Liz: Son divinos.

Marleny: Uno nunca dice: “le salió un gallo” (Risas)

Liz: No, ni cantó desafinado ni nada. Nosotros tenemos un pájaro donde vivimos ahorita, canta

divino. O en el Amazonas que estuvimos en enero hace un año. Divinos los pájaros.

German: Pero más pájaros que los que vi en la plaza de Leticia, en ninguna parte.

Liz: Divino, pero así era Neiva antes. Sí había muchos pájaros, ese era el paseo cuando éramos

chiquitos. Bueno pregunte.

Zea: Bueno, ¿qué es la música para ustedes?

Liz: (Risas). Bueno le cedemos la palabra a Guillermo.

German: No pero es que eso es muy difícil, más bien, ¿cuándo te empezó a gustar la música?

Guillermo: No me acuerdo, tal vez desde que era muy pequeño. En mi casa, había música,

entonces pues, yo quería también. Mi mamá tocaba piano, mi papá guitarra. Mi papá cantaba.

Nací en medio de la música, mi tía era directora coral. Me acuerdo que pasaban ratos, los fines

de semana ahí en mi casa. Yo era chiquito y se reunían mucho a ensayar.

Liz: También es que son como 80 primos, todos cantaban en el coro.

Gustavo: Mi mamá tocaba piano, mis hermanas mayores ya tocaban piano también.

Liz: Se llamaba el coro de los Samper.

Guillermo: La música ha estado desde que yo nací, en mi vida. Ha sido parte mi atmosfera, de mi

ambiente. Crecí en la música.


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German: Tú dónde estudiaste, ¿en el conservatorio también?

Guillermo: Yo estudié música como tal pues estudié en varias partes, pero nunca me gradué.

Estudié en la Universidad de los Andes, estudié en la Universidad de Indiana en Estados Unidos,

Estudié aquí, en una academia que había, fundada por un compositor, se me pasa ahorita el

nombre. No había para estudiar trompeta, en ninguna parte y yo quería era tocar trompeta,

entonces como que no me apure tanto a estudiar música fuera de eso. Quería que… en mi casa

mi papá estaba como asustado con eso entonces como que no me patrocinó mucho.

Zea: ¿Estaba asustado de qué?

Guillermo: Con que yo estudiara música y pues que no saliera con nada. Pero no, de todas

maneras ayudó, hasta donde pudo. Pero eso ya fue después, eso fue ya cuando terminé el

bachillerato. Pero antes yo estudié música. En mi casa todos estudiamos música antes, desde

chiquitos.

Liz: Mejor dicho, todos tenían que estudiar otra cosa, que no fuera música.

Guillermo: En mi casa una de mis tías fue la directora del coro de los Andes, toda la vida.

Fundadora de muchos coros en Colombia. Amalia San Pedro. Y ella organizaba con sus

sobrinos… ella no tuvo hijos, entonces todos sus sobrinos eran su coro. Nosotros, ensayábamos

con ella desde la edad de Johannah, más chiquita, más chiquito yo. Íbamos a cantar a la casa de

ella por lo menos una o dos veces al mes. Y entonces, para las navidades y todo, más.

Ensayábamos todos los días y las navidades en familia eran muy bonitas porque eran llenas de

cantos, música, guitarra y piano.

Liz: Además eran muchos primos ¿no?

Guillermo: Éramos muchos primos. Era una familia muy unida y éramos muchos. Entonces pues

hubo mucha música. Hubo mucha música desde que yo nací, desde chiquito. Pero después a mí
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me gustó fue la trompeta y al otro le gustó el clarinete y al otro le gustó el piano. Éramos ocho

además ¿no? Pero éramos como aficionados. Mi mamá sí había estudiado algo de piano en el

conservatorio cuando ella era joven y no se había graduado. Por ponerse a hacer familia… las

señoras en esa época no podían estudiar nada, tenían era que hacer familia. Entonces ella, pues

nunca estudió otra cosa sino piano. Y también fue un apoyo para todos los que quisimos estudiar

algo y con ella tocábamos piecitas. Pero a la hora de que, había que terminar el bachillerato y

decidirse uno por hacer algo, pues yo fui el único que me incliné realmente por la música, bueno

y otra de mis hermanas, solo que ella muy pronto cambió. Ella quiso estudiar flauta, estudió

flauta un poquito.

Johannah: ¿Quién?

Guillermo: Mónica. Pero después de un tiempo, un par de semestres, en que no se ubicó aquí en

Bogotá en ninguna otra profesión ni nada, se fue a Estados Unidos y consiguió como estudiar en

la Universidad de Indiana, en una excelentísima facultad de música y ella inicialmente quiso

llegar a estudiar flauta, pero se estrelló con la realidad de los músicos de allá de nivel tan alto que

aparte dijo, “no yo para qué quiero ser flautista” y cambió de profesión ella hizo una carrera en

estudios religiosos, y después de eso, su vida cambió más, y bueno, ella se quedó por fuera del

país e hizo muchas otras cosas pero nunca volvió a la música. Mientras que yo sí quería y quería,

entonces, como ellas estaban allá, mi hermana mayor, después de que se graduó en ciencias

políticas aquí en Bogotá, se consiguió un doctorado, bueno no un doctorado, pues, una maestría

en música, concretamente ¿en qué era eso?, ah, en folklore latinoamericano. Ella quiso hacer una

especialización en folklore latinoamericano. Curiosamente, sabían más de eso en Indiana, que

acá. Entonces ella se graduó. Cuando ella fue a estudiar eso allá, pues yo me fui detrás y ella me

ubicó, me consiguió profesor de trompeta, entonces pues yo empecé a estudiar, o no empecé,


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seguí estudiando trompeta. Pero estando allá, pues yo estaba muy desubicado en el nivel ¿no?, o

sea el nivel en Estados Unidos es lo mejor del mundo. Entonces, es increíble como, es decir, son

muy buenos.

German: Y en trompeta más.

Guillermo: No, en todo. Trompeta, Tuba, Trombón, Corno, es decir, los metales en Estados

Unidos es lo mejor. La mejor escuela del mundo. Bueno, descontando que en Alemania también

son 1A, y bueno, Inglaterra que fue donde yo después fui, ya no es tan, tan buena, aunque sí es

muy buena, obviamente. Como que esos son los tres sitios para estudiar metal, en bronce,

Estados Unidos, Alemania e Inglaterra. Y Francia. Entonces yo estuve en Indiana, llegué pues

con un nivel muy bajo, pero igual, a mí no me importó eso. Yo no estaba matriculado, porque

pues no había podido pasar el examen. Simplemente fui a tomar clases privadas y mis hermanas

vivían ahí entonces yo estudiaba trompeta todo el día. Estuve hasta de buenas ¿sí? No me tocaba

estudiar piano, ni solfeo, ni teorías, ni nada, sino yo estudiaba trompeta todo el día. Y me sirvió

mucho porque yo venía muy atrasado. Yo venía muy quedado en cuanto a estudios de trompeta

se refiere.

German: Y más o menos cuando los alcanzabas. ¿En un año ya? Más o menos para estar

competente con ellos.

Guillermo: No. Eso me tomó mucho tiempo más. Después. Mucho tiempo después. Es que los

gringos a los 12 o 14 años ya tocan muy bien. Un chino de 15 años, empezó a tocar trompeta por

ahí a los siete años, ocho años, y a los 15 ya está hecho.

German: ¿Hoy también?

Guillermo: Hoy también, claro. El nivel en los Estados Unidos es muy alto y muy pronto. No

pues sencillamente yo llegué otra vez acá, todo como… Sencillamente yo llegué aquí, un poco
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hasta descorazonado. Pero no, yo seguí estudiando y entré a la juvenil, con Ernesto Díaz y en ese

momento pues ese era, el único posible. Y ahí, sí toqué mucho ya en orquesta y sí, tocaba con los

que estaban ya en la filarmónica y en la sinfónica.

German: Tú llegabas de allá. Allá eras malo, pero acá eras bueno.

Guillermo: Sí exacto. Así era, tal cual. Sin embargo, yo no me la creía y entonces yo seguí

estudiando juicioso, con lo que podía estudiar acá y me gané una beca en Inglaterra. Inglaterra

tiene un sistema académico que es muy distinto al A mericano y yo no sé si al Alemán o no, pero

allá ellos estudian su bachillerato y después salen a hacer música, lo que quieran, pero allá me

recibieron en la Universidad a hacer estudios de trompeta sin haber tenido una carrera previa ni

nada. Simplemente un diploma en bronces. Y la beca me la dieron ellos y pude estudiar con

cuatro excelentes trompetistas allá. Un solo añito que estuve allá. Pero en ese año pues, recogí

muchos libros y muchas técnicas y el camino que me iba, a mí, a llevar a seguir, casi que por mi

cuenta. Yo soy bastante autodidacta.

German: Y fuiste autodidacta de niño.

Guillermo: Sí. Además, pues mi papá me enseñó un poquito, pero muy poquito.

German: ¿Él también tocaba trompeta?

Guillermo: Sí, él había tocado trompeta. Porque además los profesores de acá, me tomaban del

pelo. Gelvan era la embarrada, Gelvan que fue mi primer profesor así, ya estable, “-Llámeme. -

Cuándo nos vemos la próxima semana. -No sé, llámeme el miércoles.” lo llamaba y me decía,

“No, hoy no le puedo dar clase. No, hoy no le puedo dar clase” No le gustaba dar clase. Y los

otros profesores, no querían darme clase. Así pasé como que, dos, tres años.

German: Huy tenaz, ¿no?

Guillermo: Sí.
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German: Mejor dicho, para llegar a ser trompetista se necesitaba un milagro.

Guillermo: Pues, mucha decisión de mi parte, yo estaba muy decidido. Estudiaba todos los días

muy juicioso.

Zea: Por qué trompeta.

Guillermo: Porque, primero, ya había estudiado de chiquito. En mi casa había una trompeta, un

clarinete, un saxofón, y yo ahí como que jugaba con todos, pero me gustaba era la trompeta,

entonces pues, tocaba trompeta, mientras que el otro tocaba clarinete y el otro tocaba piano y el

otro tocaba…

Liz: Y te sonó más fácil que el resto.

Guillermo: Y a mí como que me… yo como que tenía la facilidad.

Marleny: ¿Y todos los hermanos tocaban algún instrumento?

Guillermo: Sí, todos tocábamos algo, entonces un grupo entre todos, entonces yo tocaba

trompeta. Pero en un momento dado a los 16 años, a mi mamá le regalaron un disco, de un

trompetista famosísimo, francés, y me acuerdo que ese disco, mejor dicho, lo rayé, era un LP. Lo

oí unas quinientas mil veces. Y yo soñaba, eso era el cielo para mí. Eso era el propio cielo, oír

tocar a ese señor trompeta. Y entonces nada, me pegué y mi mamá misma, me dijo: “Ay pues, yo

tengo un pariente que vive en París” Entonces, escribimos unas cartas y mi pariente es de lo más

amable. Yo nunca lo conocí, él nunca vino a Colombia. Me mandó una colección de partituras

increíbles, costosísimas, todas en original. Me mandó como cinco envíos distintos, cinco

paquetes como así de gruesos (gesto con la mano de 5 cm, aprox.) de partituras. Y era un primo

que mi mamá tenía y con el que habían jugado cuando eran chiquitos y no sé qué y se había ido a

vivir a Francia y nunca había vuelto. Lo mas de generoso, me mando todas esas partituras, pero
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claro, eran partituras avanzadas, yo no las podía hacer. Pero, sin embargo, pues fue como el

dulce para seguir estudiando y la motivación.

German: Tu tesis, ¿cómo es que se llama? (Zea)

Zea: “Horizonte comunicativo”

German: Paula pretende como, demostrar que las personas de la música comunican mejor.

Zea: No, no, no. Yo solo quiero ver qué tanto sí puede comunicar y qué no puede comunicar.

German: ¿Qué puede comunicar la música y qué no puede comunicar la música?

Marleny: Pues mire, Paula, muy chiquitica, yo le daba pecho, pero es que era de días, y ella

tomaba pecho y era, uhm uhm uhm (Gestos y cantos con ritmo)

German: Ella cantaba con el pecho.

Marleny: Muy chiquitica ella misma como ¿Sí?, era un arrullo. Diferente a Sebastián, que

Sebastián era, me cogía era la nariz, era todo el tiempo así (se toca la nariz con la mano y la

mueve de arriba a abajo), me rozaba la nariz mientras tomaba pecho, Paula me cogía era como

que el dedo chiquito y uhm uhm uhm (Gestos y cantos con ritmo)

Guillermo: Descubriendo su voz.

Zea: Pues sí.

Marleny: ¿Sí se acuerda?

Zea: No, pero me acuerdo del dedo.

Marleny: ¿Sí?

Zea: (Risas)

Marleny: Sí, ahora me acordé. Sí, ella me cogía el dedo, pero eso me acordé ahoritica, porque no

le había hecho... tal vez, traje a mi memoria cuando ella cantaba y me cogía el dedo, y Sebastián
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era la nariz. Y cuando ya me iba a retirar, que yo sabía que ya estaba como lleno, entonces me la

apretaba y como que no ¿no? No se había dormido, de pronto.

Liz: Sí, yo creo que los animales. Pues, perdón (Zea), no es que te trate de... (risas) no eras un

animal de bebé, no, no, o sea, pensando en que los bebés también están siempre explorando

¿no?, su voz, antes de comunicar ¿no? De hecho. Es que me acordé de Tábata que está allá abajo.

Entonces, lo que les quería decir es que a ella le falta solamente hablar. Ella es hmm hmm hmm

(Gemidos de perro). Sí. O como los animales, se comunican por medio de sonidos que no

entendemos, pero de pronto es un medio de comunicación que va más allá de nuestro lenguaje,

de pronto ellos tienen su propio lenguaje.

Marleny: Y de nuestra, como, percepción o algo.

Liz: Como los pájaros ¿no?, los pájaros o los gatos. Ay, la otra vez estaba, había un gato encima

nuestro, en Lima, y yo decía: “Es un bebé llorando. ¿Qué pasará con ese niño?” y entonces

Guillermo me dice: “No, es que es un gato” y yo: “¿De verdad?” (Hace gemidos y sonidos de

gato) ¿Sí?, o sea.

Marleny: Y cuando están en celo, es así. Es terrible, es terrible porque lo desespera a uno y como

también andan en manada, eso es, huy no. Nuestra “Luna” (Gata), lo lindo de ella es que ella

tiene, el sonido de ella es grf, grf (sonido apagado como de “ronquera”), y de ahí no pasa. Pero

nosotros ya, después de tanto tiempo, pues tiene 15 años con nosotros, va a cumplir 15 ahora en

marzo, entonces ya escuchamos, porque ella a veces, por ejemplo, abrimos la puerta y ella sale, y

no nos damos cuenta, y comienza a rasguñar, y yo estoy en la cama o algo y grf, “Ay, Luna se

quedó por fuera” entonces es algo que uno ya como que educa el oído ¿no?

Liz: Pues sí. Y también, pues pensando, también en nuestra experiencia de Lima, de Cusco,

había un señor que tenía, bueno una indumentaria, ahorita les muestro la fachada de Johannah en
243

ese momento, una indumentaria pues de cacique inca ¿no? Y nos mostró todos los instrumentos

prehispánicos y cómo era que comunicaban ¿no?, cómo transmitían, se supone, sentimientos de

unión con la naturaleza, por medio de esos instrumentos, y también, imitaban, los sonidos de los

pájaros, los sonidos del agua, los sonidos… es divino, divino, de verdad que muy bonito. Sí, y

pues yo creo que los aborígenes, tenían también ese sentido de sonido ¿no?, de comunicar más

allá de las palabras.

Zea: Comunicación más allá de las palabras.

Marleny: Comunicación más allá de las palabras. Sí.

Liz: Como, tratando de sentirse unidos a la naturaleza.

Zea: ¿Y eso era parte del festival o estaba por ahí?

Liz: No, es en Cusco. Sí, lo encontramos como por pura casualidad.

Ellos se comunican entre sí con eso ¿no? Por ejemplo, ese instrumento (muestra una foto del

celular) hace como si fuera un Jaguar, o como un gato, como, y mira esta cantidad, de

instrumentos pues ahí. Es como darse una idea de cómo era de importante para los prehispánicos,

su comunicación mediante la música, y además los chamanes, eran los que tocaban. Comían

coca y se transportaban y eso era los sonidos que ellos hacían. Yo creo que ellos adoraban a Zue,

al sol, al sol indio. Inti, se llamaba allá. Siempre estaban como Inti, la luna, las estrellas y la

montaña sobretodo, siempre estaban como ufff, queriéndose conectar con todo esto.

Marleny: Con la naturaleza. Mire que cuando nosotros estuvimos por el Amazonas, estuvimos la

mayor parte del tiempo fue en Puerto Nariño, ¿ustedes fueron a Puerto Nariño?, allá nos

quedamos como 10 días, porque dijimos, “ir a Leticia con todo ese ruido”, entonces nos

quedamos ahí y ahí comenzamos a mirar pues todas las reservas indígenas, y nos hospedamos en

la casa allá de un señor. Se llamaba “Ayahuasca” no sé si usted se acuerde, cuando fue allá. Es
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como un hostal, algo así, y este señor, masticaba coca, y él nos subió al tercer piso porque él

pintaba muy lindo, y nos enseñó, hasta nos invitó, que si queríamos. Yo no quise, Germán sí

quiso, él le enseñó cómo era, a mambear, entonces la pasaba de un lado a otro, y él se

transportaba y uno después miraba los cuadros, lo que él pintaba, y yo creo que él tenía que ver

eso, los colores y todo, eran reales en ese momento, mientras él mambeaba.

Liz: Sí, yo creo que ellos se transportan, y por eso es que les rinden tanto culto a la coca ¿no? Es

que es una cosa, muy sagrada, la coca.

Marleny: Muy sagrada, sí. Y yo lo percibí, también Liz, nosotros estuvimos un día, dormimos en

la copa de un árbol, y allá dormimos una noche, pero por la noche, el guía, nos llevó a conocer la

selva de noche.

Liz: Y es impresionante los ruidos ¿no?

Marleny: Los sonidos. Y los colores. Yo me acordaba de “Avatar” que uno dice, esa película, los

efectos, pero cuando apagábamos la linterna, teníamos linternas aquí frontales, las apagábamos y

mirábamos los hongos, las hojas, los animalitos, todo fosforescente, y no estábamos mambeando

ni nada ¿sí?, porque yo veía los cuadros de este señor y eran unos colores así, y yo dije “no, tiene

que ser” pero cuando estuve allá en el Amazonas, y estuve esa noche que hicimos el recorrido,

huy no, fue algo…

Liz: Y los ojos, viendolo a uno, ¿no te pasó?

Mira, acá tengo un video, hablando de comunicación. Y me causó curiosidad porque en la india,

las mujeres siempre están trabajando, cantando. Siempre trabajan cantando, además que tienen

que hacer de todo. En la india, las mujeres, como hay tantas cosas que hacer, de cortar no sé qué,

de pelar, no sé qué, es como mucho trabajo a mano, mucha artesanía, entonces, las mujeres,

todas se hacían así en círculo (dibuja un círculo con las manos), y cantaban, y siempre cantaban,
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y cantaban, y cantaban. Y entonces, tuve la oportunidad de, en esa mañana, estar con ellas,

porque tenía que esperar no sé qué, entonces me dijeron que sí, podía estar con ellas y me

aprendí pues unos cantos, y se le pasa a uno el tiempo rapidísimo. Es la forma en la que ellas

tienen, de hacer todo ese trabajo, que es, re pesado, es muy duro. Ellas hacen, cualquier cosita,

con telar y se demoran, en una tirita, por decirte, un día. Primero, cortando la lana, lavando la

lana, que no sé qué, poniéndolo a secar, después hilándolo.

German: Después de piden 500 mil pesos por un pañolón. No es caro.

Liz: Sí, pero a uno le parece caro (risas) uno valora el trabajo, pero jm.

German: Y nadie se los va a dar.

Liz: Sí. Y después tienen que teñir ¿no? Nos mostraron cómo teñían las cosas con planticas, con

la cochinilla que es el hongo de un cactus.

Guillermo: No es un hongo, es un insecto.

Liz: Ah, es un insecto. Entonces lo espichan y sale rojito. Se lo echan después en la boca.

Marleny: ¿Como labial?

Liz: Sí, como labial (risas)

Marleny: O sea que debe durar muchísimo tiempo.

Liz: Sí, muchísimo tiempo. Y el azul lo sacaban de una planta especial y el verde de la chilca, y

el morado de otra y entonces hacen las combinaciones del uno, del otro, y después de todo eso,

hacen los hilitos, eso es un proceso. Y después, con los telares, es un trabajo las formitas que

tienen, un hilito, dos hilitos. Pues esa es la forma, la fórmula, pasarla cantando ¿no? Pues no sé,

en la India es así. Es también como la forma de animarse, como mujeres, ¿y te acuerdas del

chaman ese, que lo tienes en tu celular? (Guillermo)


246

No hay video. Yo pensé que habíamos grabado lo que él había recitado con la coca, que era

como un ofrecimiento de la coca a las montañas, hasta nos pegó en la cola, ¿cierto? Nos pegó

con rejo, con laurel o que se yo. O sea, era toda una ceremonia, y eso fue el 30 o algo así.

Marleny: ¿Allá en Puerto Nariño?

Liz: No, eso fue en Cusco.

(Se desvía la conversación en temas personales)

Zea: ¿Cuándo empezaste a tocar violín?

Liz: Yo empecé a tocar a los 12, 11. O sea, yo empecé muy tarde.

Marleny: ¿En el conservatorio?

Liz: No, yo empecé a los siete en el conservatorio, pero era gramática, solamente gramática. No

era violín. Eso fue como a los 10, 11.

Marleny: Sí porque yo me acuerdo que usted, muy pequeñita, tocaban piano y tomaban clases en

la nacional. Llegaban por la tarde, ya nochecita.

Liz: Sí, era solamente coro y gramática, no más.

Marleny: ¿Con Rocha, también?

Liz: No, yo estuve fue con Carmen Barbosa. Y fue impresionante, Carmen Barbosa era

impresionante, pero impresionante. Ella era muy paciente. Huy sí, con ella estuve harto, como

seis semestres, algo así.

German: ¿Entonces tú a qué edad empezaste a tocar violín?

Liz: A los 7. A no, por ahí a los 11. 11, 12. Tarde.

German: Y antes piano.

Liz: Antes sí, piano, pues con mi papá, desde los tres años. Es que nosotros éramos la alarma de

todo el barrio (Risas).


247

Marleny: Liz vivía al frente de nosotros, en el Minuto de Dios. Entonces nosotros muy temprano,

escuchábamos el piano.

Liz: A las 5:30 am Ti ri ri (Sonidos de piano) que se yo, lo que sea. 15 minutos entraba yo con

mi papá, después Sonia y después Diego tres minutos. Y todos los días, pobrecitos, todos

tuvieron que levantarse temprano en ese hogar (Risas).

Marleny: No, pero era muy bonito. Es más, la cuadra, la llamaban “cuadra de la música”.

Liz: A sí, era la cuadra de la música.

Marleny: Pusieron un letrerito y decía... en la casa de ustedes, era ahí en toda la esquina. Decía:

“cuadra de la música” y el padre en ese tiempo, el padre García Herreros, le daba como nombres,

no me acuerdo de ningún otro nombre, yo me acuerdo era del nombre de nosotros que era

“cuadra de la música” y era por ustedes, cuadra de la música.

Liz: Sí. Sí, y hacíamos cosas, muchas cosas ahí en la cuadra ¿no? Es que éramos un tropel ¿no?

German: Pues fíjate que, con eso de la música, nosotros vivíamos en un apartamento cuando

llevaron, éste es gritón, suena durísimo (Un piano), tiene un vozarrón ese piano. Y German

Sebastian estudiaba, y alguien le dijo que, si estudiaba a primera hora del día, aprendía más fácil.

Cosa que, de verdad, debió ser. Entonces, él se levantaba a las 4:30.

Liz: Ay no, ¿a las 4:30? ¿En un apartamento?

Marleny: Claro porque la ruta lo recogía, y él le ponía las sordinas o algo así.

German: 15 minutos.

Liz: ¿15 minutos?

German: Tú quieres decir que, que por qué ésta semana Sebastian no tocó.

Liz: (Risa) Los vecinos decían, ¿ve, cómo así?


248

German: Como, con qué derecho no toca. Y los vecinos de aquí y los de enfrente. Bueno, ya

tocaba bonito. Ya eran piezas bonitas, cuando compramos el piano ya German estaba haciendo

piecitas chéveres.

Marleny: Tenía como 11 años.

German: Sí, de hecho, yo recuerdo que estaba tocando algo, ¿cómo se llama este compositor que

es de piano solamente? Que es tan romántico.

Guillermo: ¿Chopin?

Marleny: Chopin.

German: Chopin. Y tenía unas piezas que eran súper veloces. Iba para el baño y plurulu (sonidos

rápidos de piano con la lengua) y venía del baño y plurulu (sonidos rápidos de piano con la

lengua) a las 11, a las… no importaba la hora. Al final los vecinos, no reclamaron.

Liz: ¿No? ¡Qué maravilla!

German: Reclamaban lo contrario.

Marleny: Nosotros vivíamos en el 3er piso y la señora del segundo siempre “¿Qué pasó que hoy

no tocó Sebastian?” y Sebastian con esa delicadeza con la sordina para no despertar, porque era a

las 4:30. Es decir que, ustedes a las 5:30. Tenían una horita más de sueño.

Liz: Sí, nosotros nos despertábamos siempre a las 5:30. O sea, más tarde.

German: Muchas gracias (Risas)

Liz: Pero siempre 5:30. Sí, nos deben agradecer los vecinos (Risas).

Marleny: Pero ahora ¿qué le parece, esa madrugada, esa disciplina?

Liz: No pues es que mi papá sí era muy disciplinado ¿no? ¿Cierto?

German: ¿Y tu mamá?

Liz: Uish, mi mamá y mi papá eran muy disciplinados. Yo no soy tan disciplinada.
249

German: ¿Tú no crees que la música ayuda a ser muy disciplinado?

Liz: Jm.

Guillermo: No, lo que pasa es que, en la música, si uno es indisciplinado, no llega lejos, pero no

significa que haya que ser disciplinado para llegar lejos, en otras esferas de la vida. O sea, la

disciplina siempre, para toda la vida sirve, pero no es indispensable, como sí lo es para un

instrumento.

Marleny: Para un instrumento sí. Mucha perseverancia.

Liz: Yo pienso que las dos cosas van así encaminadas, y yo creo que también en la persona. Yo

no soy tan disciplinada con la música. No me levantaría ni de fundas a las 5:30 a darle clase, a

nadie.

Guillermo: Yo creo que la disciplina, como en términos generales, la disciplina en general, es

una disciplina, ahí sí, en el otro término semántico de la palabra. La disciplina, es una disciplina,

que le permite a uno llegar lejos. Así de simple. En lo que sea. En periodismo, en cualquiera de

las cosas en que el hombre pues, necesita ser mejor, y llegar lejos.

Liz: Y yo creo que cada persona, tiene su forma de estudiar, hay gente que es súper disciplinada

y hay otra que no. Por ejemplo, Guillermo es súper disciplinado. Tú eres muy disciplinado.

Guillermo: Pero es, por la naturaleza misma del instrumento, la trompeta es, el bronce es…

Liz: Pero tú, eres disciplinado por naturaleza. Para todo lo que te propongas, eres disciplinado.

Guillermo: Sí, también.

German: Los bronces, ¿qué ibas a decir? ¿son muy difíciles?

Guillermo: Los bronces, somos instrumentos, muy físicos, muy del físico, del cuerpo físico.

German: Pulmones, fuerzas.


250

Guillermo: Fuerzas, son muy físicos. Y a la vez, pues hay que llegar a unos niveles de

perfeccionamiento altos, para poder ser profesional. Entonces pues, claro, requiere de un buen

maestro, de una buena carrera, de una buena disciplina, una buena escuela ¿sí?, todo eso se

requiere, como en el violín o como en el piano. Pero, adicionalmente a eso, requiere una

disciplina muy, muy, muy rigurosa, porque es un instrumento muy físico y cualquier cosa que

tiene que ver con el físico, es como un deporte, que, si uno está llegando todos los días a la

carrera de, no sé, 100 metros planos, entre los 9 y los 10 segundos, ¿Cuál es que es el record, de

los 100 metros planos?

German: Como 9, 8.

Guillermo: 9, 8, no sé qué. Si uno va, ya en 9, 8.5, 9, 8.5, y para 5 días, no hace nada durante 5

días, no volvió a correr, a la siguiente vez, no va a llegar a menos de 12 ¿sí? Entonces es algo

que se pierde muy rápido. En los bronces se pierde muy rápido la disciplina.

German: Es decir, ¿tú te fuiste de vacaciones con trompeta?

Guillermo: Sí. No, ahorita no, ahorita yo dije…

Liz: Pero es primera vez que se va sin trompeta.

Marleny: ¿De verdad?

Guillermo: Primera vez, en mucho tiempo pues también no, yo lo suelo hacer, una vez al año.

German: Perdóname, y, sin embargo, sí hiciste ejercicios.

Guillermo: No, no hice nada.

German: Para la trompeta. Y cuando la tocaste, ¿cómo estaba ella?

Guillermo y Liz: Todavía no la ha(e) tocado (Risas)

Liz: Hoy es el último día de vacaciones.

Guillermo: No, yo creo que va a ser, que, el miércoles va a ser el último día.
251

German: Va a estar celosa la señora.

Guillermo: Sí. Eso es tremendo, porque uno no puede. El primer día…

Liz: En cambio, yo toqué ayer. Bach. En frente de todo el mundo.

Guillermo: Ella llegó y estudió Bach, por la mañana, y por la noche fue y tocó. La fuga.

Liz: La fuga. Sí, pero claro uno siente. Uno siente descontrol. Siente descontrol aquí y allá. Pero,

porque, yo sé que todo está acá, todo está en la cabeza.

Guillermo: Pero no, es que a nosotros se nos baja la tesitura totalmente. De por sí es un

instrumento que no tiene más de dos octavas y media, y esas dos octavas y media son ya para un

profesional. Dos, tres octavas máximo. Y entonces lo primero que uno nota cuando deja un día

de tocar, es que, ya no puede tocar sino una octava y media. Ahí mismo. A los dos días ya.

Cualquier cosa que, uno tenía que usar esos registros graves o agudos, no salen.

German: Bueno, ¿y tú puedes tocar también mentalmente y te funciona o tiene que ser

físicamente?

Guillermo: No, debe ser mentalmente también. Esa es una de las pedagogías más importante de

los bronces. Es que, uno tiene que estudiar todos los días, mental y físicamente, por el solo hecho

de que lo físico, es muy fácilmente… se agota mucho rápidamente, los labios.

Liz: Como las deportistas ¿no? Que tienen que tienen que estudiar mentalmente para poderlo

saber.

Guillermo: Entonces nosotros tenemos que estudiar mucho solfeando, tenemos que estudiar

mucho, por ejemplo, los sinfónicos que tenemos que hacer tanta transposición, entonces hay que

estudiar la transposición sin tocar, entonces hay que estudiar, un pasaje y el tiempo que le

demoró a uno tocarlo, por decir uno estudió un pasaje que duró 20 segundos, entonces hay que

descansar 40 segundos, ojalá antes de volverlo a tocar.


252

German: Pero mientras tanto lo repasas.

Guillermo: Mientras tanto, uno lo repasa mentalmente con el solfeo, o con las digitaciones que

hay que hacer en la trompeta o sencillamente se levanta y se estira un poquito, o va y se da una

vueltica y vuelve, pero no se puede enfriar mucho porque si uno se enfría, después no sale. Hay

que volver a calentar. Entonces uno tiene que estar midiendo muy bien los tiempos, esa es como

la mayor dificultad de los bronces. Que, uno tiene que tener mucha disciplina, pero disciplina de

todo tipo, disciplina por ejemplo a la hora de tocar, tocar afinado, pero de verdad afinado. Es ya

o ya, es que no puedo dejarlo para pasado mañana, es ya, que tengo que tocar afinado. Es ya. Si

yo toco una escala, por ejemplo, ahorita que voy a empezar a tocar voy a hacerlo Do, Re, Mi,

Do, Re, Mi, Fa, Re, Mi, Fa, Sol, Mi, Do (Va cantando las notas). Eso no me va a salir afinado.

German: Sí, sí le va a salir afinado.

Guillermo: No me va a salir afinado, la primera vez.

German: Pero la segunda sí.

Guillermo: Pero entonces, no puedo pasar, de que la siguiente vez, sea afinado.

German: Definitivamente la afinación de un instrumento de esos es aquí.

Guillermo: Sí, es todo acá, todo acá. Entonces depende de lo que uno esté logrando hacer con los

labios. Entonces, igual que ellos con el violín, tienen que afinar siempre, porque o si no después,

no sale afinado. Pero en sí, tocar de cualquier forma, más no afinado, pues es aprender a tocar de

esa forma. Entonces uno muy pronto tiene que, mientras está estudiando, entender exactamente

la afinación cuál es.

German: Guillermo en cambio ¿crees que la afinación, sí no se pierde?

Guillermo: Pues, el concepto de afinación, no se pierde.


253

German: Es muy profundo, ¿eso es una verdad que existe? ¿Tú sabes que estás tocando bien, o

desafinado? Tú ya no desafinas (Liz).

Guillermo: Pues cuando está en buena forma, precisamente. De pronto ayer, lo que tocaste en

algunos pasajitos tuyos, era, aprenderte la digitación nuevamente, pero también el punto exacto

de la afinación.

Liz: Pues yo digo que la afinación es relativa. De pronto a veces, uno se da cuenta, que algo que

ha estado tocando de una forma, no era así. Sobre todo, cuando, tu sabes que nosotros hemos

estado… yo he estado trabajando en cuarteto, ya llevamos ocho años en cuarteto.

German: Sí, sí, lo recuerdo.

Liz: Y a veces ellos me dan a entender, que, de pronto tienen otra imaginación de afinación, y de

pronto puede ser también, ¿no? Que es diferente a la mía.

German: Pero a ver. Tu nota, es la que tienes en la cabeza.

Guillermo: No lo que pasa es que, tanto las cuerdas, como el canto, tienen esa posibilidad de que

no tienen piano, el piano es bien temperado, y si el afinador no lo dejó bien, es porque… si lo

deja bien afinado, ya, así quedó. Pero, las cuerdas, entonces para una tonalidad tienen que tocar,

con sostenido más alto o en un bemol más abajo, entonces un Fa sostenido, es más arriba que un

Sol bemol, mientras que en el piano es la misma tecla, en el violín o en el canto, los bronces, los

vientos, es distinto. Permite la armonía que se está tocando.

Liz: Lo que yo creo es que de pronto mi imaginación, mi concepto de afinación de pronto puede

cambiar porque estoy tocando en un grupo. O cambia cuando estoy tocando en un piano ¿no?,

tienen que cambiar ¿no? Definitivamente.

Guillermo: mmm, pues es que eso es muy cultural ¿no? Y no solo la afinación sino lo que es la

música. La música es una abstracción intelectual de lo natural. Su función es distinta en cada


254

país, en algunas partes por ejemplo es como una conexión con los espíritus de la naturaleza. En

la india, hay personas de mucha meditación y de desarrollo interior, los monjes, que llegan a

tener niveles de comprensión de su propia naturaleza, muy profundos. En algunos casos, llegan a

trances o estados de conciencia de sí mismos, tan expandidos que han llegado a oír cómo vibra la

naturaleza en sus estados más sutiles. Ellos duran un montón de tiempo con alimentación frugal

y en pura soledad y empiezan a percibir el sonido de los átomos. Escuchan la vibración y los han

empezado a imitar; han entendido que el universo entero está constituido por vibraciones,

entonces las reproducen con sus voces. A través de la recitación védica curan, detectan

desordenes fisiológicos, con las vibraciones que oyen o no. Así curan personas, animales,

bosques, conjuntos de personas… con la música reordenan la salud de la sociedad. Hay un video

en YouTube donde muestran 600 niños meditando, en Perú, y logran traer la lluvia. Es que es

maravilloso. El ser humano es vibraciones. Es como si el hombre fuera una sinfonía. Los mantras

no son de creer, no hay que creerlo, es físico.

Zea: Mmm que interesante. Bueno, a partir de eso, ¿ustedes qué creen que pueden comunicar con

la música?

Guillermo: Pues, estados de ánimo.

Zea: Aja.

Liz: Pues, unión con el universo. Unión con la naturaleza, con Dios, como quieras llamarlo.

Guillermo: Mucho amor. Se puede, se pueden, todas las emociones del hombre, se pueden

manifestar. La furia.

Liz: La tristeza ¿no?

Guillermo: La tristeza.

Zea: Bueno. ¿Y qué no se puede comunicar con la música?


255

Liz: Lo que se puede comunicar con las palabras.

Guillermo: Pero que inclusive las palabras están puestas ahí ¿no? En los oratorios y en las

Óperas.

Liz: Pues sí. Hay música con palabras.

Guillermo: O sea que la música, inclusive, sirve para exaltar aún mejor…

Liz: Exaltar aún mejor las palabras.

Guillermo: Lo que las palabras quieren llevar, quieren comunicar.

Zea: ¿Se les ocurre algo más que no puedan comunicar con la música?

Guillermo: Pues yo creo que, con el gran abanico de estilos musicales, y épocas musicales de la

humanidad, se han podido, precisamente, diversificar tanto gracias a la necesidad del artista.

Liz: Pero tú no puedes comunicar como, “hay, quiero un espagueti, con salsa a la Bolognesi”

Pues a menos que sea una canción con palabras.

Marleny: ¿Una ópera?

Liz: No pues una ópera sí, pero hay muchas cosas cotidianas que, a menos que sea una canción

puesta por ahí, las cosas más tangibles, más objetivas, no se pueden comunicar, ¿no? Pues mira,

yo quiero dos naranjas, ¿cómo lo puedes decir?

Zea: Sí.

Liz: “Quiero naranjas” (canta) Sí, puedes hacer una canción, pero entonces ya estás usando las

palabras.

Zea: Pero instrumentalmente no.

Liz: Aja.

Zea: Bueno. Muchas, muchas gracias.


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