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BRAC - Barcelona Research Art Creation. Vol. 3 No. 2, June 2015, pp.
179-200
Abstract
Resumen
-ni tan siquiera por parte de los pintores-, quedando relegada del primer
plano y por tanto cayendo en el desconocimiento. Sin haber desaparecido
por completo, su empleo es escaso y se limita -principalmente- a pinturas
figurativas.
Lo primero que pensará el lector al leer la palabra grisalla es en pinturas
ejecutadas en blanco y negro, el propio término conduce a relacionarlo con
la pintura monocroma. Además el propio término grisalla es poco preciso,
englobando una serie de procedimientos, similares pero no idénticos,
adaptados a lo largo del tiempo en diferentes técnicas.
Aún así, podemos diferenciar dos variantes, la más conocida -pero menos
practicada- que se centra exclusivamente en valores de claroscuro, y la
más extendida y practicada, donde se trabajan tanto los valores lumínicos y
cromáticos.
Esta diferenciación queda reflejada en la pluralidad de definiciones sobre
la grisalla, donde podemos constatar como, las obras generalistas se limitan
al primer grupo:
Diccionario de la RAE (22ª edición):
Grisalla (Del fr. grisaille)
1.- Pintura realizada con diferentes tonos de gris, blanco y negro, que imita
relieves escultóricos o recrea espacios arquitectónicos.
Diccionario del Institut d´Estudis Catalans (segunda edición):
1.- Pintura executada només amb diverses tonalitats de gris.
2.- Representació figurada en un vitrall obtinguda pintant amb diversos tons
de gris.
Fatás y Borrás (1993, p.124): “Composición pintada exclusivamente a base
de la gama del gris, del blanco y del negro, imitando el efecto del bajo relieve.
Se usó mucho en el siglo XVI”.
Estas definiciones muestran una versión sesgada, desviándose del concepto
principal, centrándose en una práctica pictórica de carácter inferior y mucho
menos extendida. La Grisalla es algo más que una simple imitación de la
piedra o de molduras en trampantojo. Entendemos que estos procedimientos,
realizados exclusivamente con grises, se asocien con ella, pero la vertiente con
mayor significación tanto histórica como artística es la que ha sido empleada
ininterrumpidamente desde -al menos- el siglo XIII hasta nuestros días. En
ninguna de las anteriores definiciones se nombra el color, es más, se niega
su presencia; cuando el color es una parte esencial, sin color no puede haber
Grisalla. En cierta medida, el hecho de que la vertiente principal de la grisalla,
se trate de un procedimiento pictórico cuyo resultado final, sea la suma de
BRAC - Barcelona Research Art Creation, 3(2) 183
Doerner (1986, pp.182-183): [Sin llamarlo Grisalla sino pintura por capas,
lo describe de la siguiente manera]
Estas definiciones muestran como la Grisalla es mucho más que una pintura
para imitar bajorrelieves y esculturas, adoptando una concepción pragmática
del proceso de ejecución de la obra, creando las formas mediante el claroscuro,
para después colorearlas mediante veladuras. Empleando una gama de grises
porque es el tono ideal para crear volúmenes, ¿que mayor contraste se puede
conseguir que con blanco y negro? Además es el que menos variará el color
de las sucesivas capas de color. Atendiéndonos a las diferentes definiciones,
la relación entre palabras como monocromo y grisalla parece difusa, ¿pero
son la misma cosa?
También Battista Armenini (1998, p.163) recomienda que “para hacer las
mezclas de claroscuro (…) molido el carbón y purificado el blanco, se hacen
de estos dos extremos al menos tres intermedios, cada uno más claro que el
otro”.
En la bibliografía española del Siglo de Oro, la fase de claroscuro
monocroma queda registrada en las disertaciones sobre el bosquejo -manchar
o meter colores-, donde se esbozaba la configuración de la tridimensionalidad
de las formas, Bruquetas (2002, p.318) expone que:
obteniendo resultados que nada tienen que ver con la pintura directa. La gran
ventaja de la Grisalla, es que las formas se pueden conseguir con el grado
de detalle que deseemos, para después despreocupándonos de la forma -ya
plasmada-, aplicar libremente el color. La Grisalla es fundamentalmente buena
definidora de volúmenes, capaz de graduar el color con una gran precisión,
logrando resultados imposibles de obtener con técnica directa.
A diferencia de la primera fase, la manera de ejecutar la segunda es
fundamental, modificando sustancialmente su aspecto ulterior. No se obtendrá
el mismo resultado mediante veladuras que con medias pastas que resten la
influencia del fondo, o incluso obrando puntualmente con pinceladas cargadas
de materia que ocultan por completo la fase anterior. Generalizando, podemos
diferenciar dos maneras diferentes de aplicar el color:
Coloreada: Cuando el color se aplica mediante veladuras uniformes, que
tiñen las formas de la fase de claroscuro, pudiendo modular los matices del
color por transparencia, variando su disolución.
Pintada: Son aquellas que modificando la opacidad de las tintas de coloración
matizan o modifican las formas de la fase de claroscuro. Por lo general están
pintadas mediante técnica mixta, que aprovecha la fase de claroscuro como
una referencia sobre la que aplicar el color con mayor libertad, modificando
en parte la fase anterior obrando mediante veladuras, restregones, empastes...
Por tanto, mientras la pintura Monocroma solo se interesa por las formas,
creadas mediante el claroscuro; la Grisalla abarca tanto las formas como el
color, con la singularidad -respecto a otros procedimientos- que lo hace de
forma separada.
El empleo de transparencias requiere predecir lo que sucederá, no se trabaja
directamente sobre la imagen final, sino que la obra se va construyendo estrato
por estrato. Con técnica directa, forma y color se deben elaborar al mismo
tiempo, lo cual dificulta una finalización uniforme. En el proceso de pintura
por capas que adopta la Grisalla, la obra se ejecuta por fases acumulativas,
de cuya correcta suma depende el resultado final. Debido a lo cual, pese a
trabajar la forma y el color de forma separada, ambas fases mantienen una
relación directa, complementándose la una con la otra. Esto conduce a que su
interdependencia produzca una regla de compensación en la elaboración de
las fases, que por lo general es desigual, lo que provoca que cuando una está
más elaborada, la otra lo esté menos. Por ejemplo si el grado de elaboración
de la fase de claroscuro es elevado, la fase de coloración se realizará de forma
simple. Y al contrario, teniendo que finalizar la creación de las formas al mismo
tiempo que se añaden los colores. En este sentido Doerner (1986, p.183) ya
192 Andrés Torres – La grisalla en la pintura
escribía que: “Una capa inferior correctamente aplicada sirve también para
simplificar la ejecución de la superior, que debe ser en lo posible directa,
descargando con ello el trabajo”.
Esta metodología hoy resulta extraña por poco frecuente, pero debemos
tener en cuenta que es el resultado de una evolución desarrollada durante
siglos por numerosos pintores -siendo el método habitual en Europa durante
los siglos XIV y XVII, manteniendo bastantes adeptos hasta la mitad del siglo
pasado-.
Entorno a sus Orígenes
Notas
1
A lo largo del artículo escribimos “Grisalla” con mayúscula cuando nos referimos al
procedimiento pictórico que divide el proceso de elaboración en dos fases, fase de claroscuro
y fase de coloración; diferenciándola así de la “grisalla” en general, con todas sus acepciones.
2
En este periodo existen numerosas obras, que debido al deterioro o perdida parcial de las capas
de coloración, nos permiten observar con claridad la fase de claroscuro, uno claro ejemplo es el
rostro de la figura central de san Esteban del retablo del Maestro de Badalona (Museu Nacional
d´Art de Catalunya).
3
La variante flamenca -al ser esta escuela la primera que extiende la fase de claroscuro a todo el
área de encarnadura-, que podemos -por ejemplo- observar en la pintura anónima de Niños
mendigos (Museu Nacional d´Art de Catalunya); o, con una ejecución dispar, sin preocuparse
por la unión, en la Epifanía de Francisco Herrera “el viejo”.
4
Pese a tratarse de una pintura ejecutada por capas, ocultando las ulteriores a las primeras, el
paso del tiempo o la propia voluntad del pintor, permiten observar en la actualidad la fase de
claroscuro en un gran número de obras, como es el caso de las obras de el Greco, uno de los
artistas que han utilizado la Grisalla de manera más explícita, véase por ejemplo La visión de
san Juan (Metropolitan Museum of Art).
5
“Yo tengo más acertado comenzar a bosquexar de todos colores, por las cabezas y carnes
de las figuras y más si son del natural”. De ahí que la menosprecie como un método para
pintores con poca resolución, justo por una de sus ventajas, que es poder poner y quitar “más
fácilmente” (Pacheco, 1990, p.482).
6
La gran difusión de la Grisalla en los talleres góticos, propició que surgieran maneras que
aprovechaban su principio, como por ejemplo el efecto cangianti o changeant, que consistía
en el realce de las luces con blanco o amarillo y la acentuación de las sombras mediante negro,
violeta o verde oscuro. Aunque la variante con una mayor continuidad en el tiempo e incluso
con una gran extensión geográfica fue el verdacho. Que sustituía a los grises o tierras de las
partes sombreadas, sobre el cual se iluminaba con blanco o directamente se aplicaban las tintas
de encarnación clara. También fue utilizado como fondo, cubriendo uniformemente las áreas
de encarnadura sobre la imprimación. Sin embargo -salvo contados casos- el verdacho apenas
valora el claroscuro, siendo más bien una base.
7
En su tratado (Da Vinci, 1950, p.301) empieza a describir este procedimiento, aunque debido,
según el propio Leonardo, a lo extenso del tema, no termina de explicarlo, emplazándonos a un
próximo libro dedicado a la práctica y la teoría; lamentablemente, -parece ser- que fue una de
las tantas ideas que no llegó a materializar.
8
Como muestran -por ejemplo- los frescos de Santa Cecilia in Trastevere de Pietro Cavallini,
la Madonna del Bordone de Coppo di Marcovaldo en pintura, donde ejecutan un esbozo previo
del modelado con tonos tierra o incluso con grises, e incluso obras del renovador Giotto como
el Crucifijo de Rimini, con una valoración lumínica más refinada; las vidrieras de Namburgo
y Chartres, con una pintura con grisalla fundamentalmente dibujística, pero con medios tonos
para las zonas sombreadas; o -en los inicios del S.XIV- las miniaturas de Jean Pucelle en el
Libro de Horas de Jeanne d´Evreux (Metropolitan Museum; The Cloisters Collection).
9
Dos excelentes muestras del influjo medieval bizantino, son las pinturas murales de los
monasterios de Sopocani y Mileseva (S.XIII).
10
Léase Lowenfeld, V. (1977). Desarrollo de la capacidad creadora. Buenos Aires: Kapelusz;
Luquet, G. H. (1978). El dibujo infantil. Barcelona: Médica y Técnica; o Gardner, H. (2005).
Arte mente y cerebro: una aproximación cognitiva a la creatividad. Barcelona: Paidós. pp.177-
194.
198 Andrés Torres – La grisalla en la pintura
11
Recordamos la anécdota (leyenda) de Miguel Ángel y Rafael, sucedida cuando un amigo del
florentino quiso observar las obras del joven pintor que tanto éxito estaba cosechando recién
llegado a Roma. Rafael lo recibió en su estudio, y durante toda la tarde pudo observar como
pintaba una cabeza de Anibal Cartaginés, “que borró muchas vezes, haziendo y desaziendo,
cuidadoso de executar lo que la mente y el deseo tenia concebido”. A su regreso “le preguntó
Micael: Y que viste? Respondio: Pocos años, y poco saber; porque en toda la tarde que he
estado con él, no ha hecho sino quitar y poner, hazer y borrar: al fin todo era ir tentando, como
persona que no sabe, y que a tiento obra. A quien respondio Micaelangel: Haze y borra, quita y
pone? Ese sabe, y a ese temo” (Carducho,1979, p.203).
12
Hay que entender que el proceso de trabajo es libre, por mucho que el pintor parta de una
idea inicial, esta no es inalterable ni tiene que estar concluida. A diferencia -por ejemplo- de la
de un edificio, donde el arquitecto plasma hasta el más mínimo detalle en su proyecto, el pintor
-con o sin proyecto- a medida que da forma física a su idea, puede modificarla repetidas veces,
porque su creación y su plasmación van unidas, mientras que un arquitecto no puede empezar
la(s) obra(s) pensando <<a medida que lo construyo dejo que el edificio me hable indicándome
que dirección tomar>>. Sobre este toma y daca, Eisner (2004, p.106) escribe que “en el caso de
las artes [plásticas], la persona se deja guiar por la obra. La obra, por así decirlo, también habla,
y es el artista quien escucha. La obra que se crea empieza a parecerse más a una conversación
que a un monólogo”.
Referencias