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5. ¿Cuál fue la nueva estrategia para confrontar la religión islámica en lugar de las
armas, la cual también uso Ramón Llul, "cristiano arábigo"?
A partir del siglo XII, el cambio de estrategia consistió dentro del género literario apologético
del cristianismo y de rechazo del Islam: llegar a un mejor conocimiento del Islam para mejor
refutarlo; evangelizar y convertir a los sarracenos al cristianismo, en vez de combatirlos con la
espada. Así aparecen las primeras traducciones del Corán al latín, cuya intención no era tanto
valorar sus aspectos positivos, cuanto demostrar su falsedad y defender la verdad del cristianismo
y así, terminar con el Islam. Así, importante fue la contribución que prestó Llul al diálogo
intercultural a través de la fundación de la escuela de Miramar para el estudio de las lenguas
orientales en Mallorca. Defendía la existencia de un solo mundo, y no de tres mundos. Para él,
la razón constituye el instrumento natural del conocimiento que posibilita descubrir la existencia
de un único Dios, principio y fundamento del género humano. Su tarea intelectual estuvo
centrada en fundamentar de manera racional la unión de las tres religiones monoteístas, pero
también de los griegos, los nestorianos y los demás grupos separados de la Iglesia de Roma.
Tenía un profundo conocimiento de la cultura musulmana y mantuvo una relación muy estrecha
con la población musulmana tanto en Mallorca como en el norte de África. Una de sus obras
importantes es el "Libro del Gentil y los tres sabios".
7. ¿Cuáles son los pasos que propone Juan de Segovia para llegar a una convivencia
pacífica interreligiosa?
Son tres:
⎯ Mantener, dentro de lo posible, una paz duradera con los países musulmanes.
⎯ Intensificar las relaciones entre las comunidades cristianas y las musulmanas,
preferentemente en el plano sociocultural en un clima de comprensión que permita
suavizar los fanatismos de ambas partes y liberar los prejuicios.
⎯ Llevar a cabo un debate pacífico entre las doctrinas fundamentales en cada religión,
en una actitud tolerante, reconociendo los valores positivos del Islam, pero sin
claudicar en la fe.
Juan de Segovia creía que el debate doctrinal entre cristianos y musulmanes debía llevarse a cabo
“siempre con los alfaquíes y en presencia de los gobernantes musulmanes”
9. ¿Cuáles son los principios en los que Lessing basa su idea de tolerancia
interreligiosa y cuál debe ser la actitud para evitar los conflictos entre las religiones?
Son dos los principios:
a) Hay que anteponer el ser hombres al ser creyentes: “¿el cristiano y el judío son judíos
y cristianos antes que hombres?”… La común humanidad de todos los seres humanos
está en la base de la tolerancia.
b) Hay que reconocer el valor universal de la razón, común a todos los seres humanos,
patrimonio de la humanidad, dentro del respeto a la pluralidad cultural y religiosa de
racionalidades.
En el actual pluriverso religioso no cabe preguntar qué religión o religiones son verdaderas y
cuáles falsas. La actitud ha de ser, más bien, ir en busca de los destellos de verdad que hay en
todas las religiones, en busca de las manifestaciones de autenticidad en la vida de los creyentes.
Pero también en busca de las manifestaciones del error en cada religión, incluida la propia, y de
la inautenticidad en cada uno de los creyentes.
10. Para el autor, ¿cuáles son los obstáculos y las posibilidades para el diálogo entre
cristianismo e islam?
Las dificultades: el desconocimiento mutuo entre ambas religiones y las descalificaciones
mutuas. A la hora de valorar a las otras religiones, no se suele partir de una información objetiva
al respecto. Frecuentemente se opera con estereotipos que terminan por deformar el sentido
profundo de la religión.
Por eso, es necesario conocer todas las religiones y operar con criterios objetivos a la hora de
valorarlas. Lo que no implica la renuncia a la propia identidad religiosa, aunque sí a flexibilizar
las propias posiciones doctrinales y morales. El diálogo (crítico y autocrítico) solo es posible
entre identidades abiertas, mutuamente fecundantes, no entre personas o colectivos dogmáticos.
Así se toma conciencia del peligro que acecha a las religiones de convertir las mediaciones en
metas y de encerrar la religión en los estrechos límites de las instituciones. Por lo que existe una
oportunidad para descubrir la necesidad que tienen las religiones de renovarse, para comunicar
los mensajes del pasado con “savia nueva”, con lenguaje renovado y de realizar los ideales
religiosos en nuevas praxis históricas como respuesta a los desafíos de cada época, como “acto
creador que consiste en encender el antiguo fuego prendiéndolo en nuevas antorchas, de hacer
odres nuevos para el vino nuevo sin perder viejos aromas” (R. Panikkar). Toda religión debe
estar dispuesta a escuchar y aceptar las críticas procedentes de fuera, y no tomar como simples
malentendidos o interpretaciones equivocadas lo que la mayoría de las veces son constatación
sincera y objetiva de los propios límites.
COMENTARIO RESPECTO AL DIÁLOGO INTERRELIGIOSO
Algo que me parece oportuno es lo que menciona Andrés Torres Queiruga en su obra Diálogo
entre las religiones y autocomprensión cristiana: “cerrar los ojos ante esta semejanza
fenomenológica o negarse a reconocer su eficacia real en la vida de las personas significaría
tener «un corazón como el de Jonás y poco entendimiento para la historia de las religiones». Hay
que estudiarlas [las religiones] con cuidado, tratando incluso de interpretarlas a la luz de su
misma autocomprensión. Interpretar al otro de modo que él pueda reconocerse en nuestra
interpretación: «también la teología de las religiones está bajo el mandamiento de no pronunciar
ningún falso testimonio contra el prójimo» (P. Schmidt-Leukel)”.
Por eso, en primer lugar, estamos invitados a profundizar en nuestras propias creencias y
convicciones religiosas, ver como está nuestra propia experiencia cristiana, desde la propia casa
(así entiendo el ecumenismo), para saber expresar, ante los demás, lo auténticamente cristiano
desde nuestra particularidad (claro, sin agotarlo), de tal manera que, quienes nos están rodeando,
observando y esperando un testimonio y experiencia, puedan percibir nuestra fe vivencial y que,
nosotros, despejados de toda sospecha, duda o escrúpulo, podamos conocer sus experiencias de
fe en su respectiva religión. Estoy de acuerdo en que el encuentro con las religiones se inserta en
esa dinámica interna, enmarcada en un régimen de don y gratuidad, dentro del cual la
concurrencia o el intento de dominio queda desenmascarado como soberbia y pecado. El
absoluto corresponde solo a Dios. Lo que le toca al hombre es la tarea inacabable de ir asimilando
su presencia, tanto en la gloria y la humildad del servicio, ofreciendo a los demás lo que ha
descubierto, como en el duro y gozoso aprendizaje de lo que otros le ofrecen y que él reconoce
como perteneciente también a su mismo Dios, que es de todos (A. Torres Queiruga).