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Códigos Mentales (Parte 1)

“Tanto si crees que puedes como si crees que no,


en ambos casos tienes razón”

Henry Ford

“Es prácticamente imposible vender en este lugar, la gente aquí no tiene dinero
como para gastarlo. Estamos viviendo una época de crisis y no es buen
momento para vender este producto”.

De esta manera iniciaba mi conversación por Messenger con un buen amigo


que se dedica a las ventas pero que, por más esfuerzos que hace, no logra
despegar como un vendedor exitoso. A pesar de que cuenta con todas las
cualidades que llamaríamos “innatas” para dedicarse a esta actividad.

Yo realmente no me dedico a las ventas… aunque una buena parte de mi


tiempo entreno personas en este noble arte. Pero el punto no tiene que ver con
técnicas de ventas o cierres efectivos, conocimiento de producto o estrategias
comerciales. El problema no se encuentra en el concepto mismo de la venta,
sino en el proceso de “vender”. Venta es muy distinto a Vender. La primera es
un sustantivo, rígido, establecido; el segundo es un verbo que implica acción,
es dinámico.

La mayoría de los conflictos que tenemos son a causa de las acciones que
hacemos. Y las acciones que ejecutamos están gobernadas por nuestras
creencias. Es decir. Nosotros sólo hacemos aquello en lo que creemos.
Spencer Johnson en su célebre “¿Quién se ha llevado mi queso?” afirma:
“cuando tú cambias lo que tú crees, tú cambias lo que tú haces”.

Entre lo que deseamos y nuestra situación actual, se encuentra el ser humano


librando una batalla que, lamentablemente, en la mayoría de los casos pierde
debido a lo que Robert Fritz llama “Conflicto Estructural”, es decir, miramos
nuestro futuro como si estuviéramos encadenados a nuestro presente sin poder
avanzar hacia un futuro mejor. El Dr. Fritz dice que prácticamente son dos
creencias limitativas las que intervienen en este proceso de estancamiento:
Creencias de indignidad (no merezco) y creencias de impotencia (no puedo).

A menos que seamos capaces de superar este tipo de Código Mental (término
acuñado por el Dr. Michael Duckett haciendo alusión a cierta programación
mental que, al igual que un virus biológico, “infecta” nuestras intenciones y
sabotea nuestros intentos) será prácticamente imposible avanzar a lo que
deseamos. Por mucho que nos beneficie el cambio, nuestras intenciones no
bastarán y nos encontraremos, al poco tiempo, en el mismo nivel de donde
partimos, eso si, con mayor desgaste y frustración.

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La manera como estructuramos nuestro pensamiento va moldeando nuestro
sistema de creencias a lo largo de nuestra historia personal, éstas a su vez,
van generando nuestras acciones y, al cabo de un tiempo, nuestros hábitos.

Los Códigos Mentales obedecen a un ciclo. Estructuramos esos códigos a


través de rutas preestablecidas donde nuestro cerebro “ha aprendido a
representarse los diferentes eventos”. Generamos una conducta y obtenemos
un resultado. Ese resultado provoca un intercambio de información a nivel
neuronal (química cerebral) que llamamos “emoción”. Las emociones generan
rutas que forman hábitos de comportamiento. Ese es el Ciclo de los Códigos
Mentales. Los seres humanos somos “adictos a las emociones”. Por eso es tan
difícil romper con un hábito.

Cómo lo afirma el Dr. M. Duckett: “Sin importar la conducta habitual, las


personas no son adictas al hábito. Todo hábito crea una emoción y es ésta la
que las personas anhelan producir. En realidad todos somos adictos a una
emoción o a otra…”

Bryan Tracy, el gran consultor americano dice: “la gente exitosa es


simplemente aquella que tiene hábitos exitoso”. Necesitamos volvernos
“adictos a hábitos (emociones) de éxito”.

Existen diferentes tipos de “Códigos Mentales” que nos mantienen atorados en


nuestra situación actual, ya sea que tenga que ver con logros profesionales,
situación económica, relaciones personales y sentimentales, hasta aspectos
físicos como nuestra salud y apariencia.

Conocer estos Códigos es el primer paso para “quitar el pie del freno” y
avanzar consistentemente hacia lo que deseamos. Las repeticiones de
nuestras acciones en la vida son el resultado del Ciclo del Código Mental, el
cual crea y mantiene nuestros Códigos Mentales; y éstos a su vez, determinan
todo, desde nuestro nivel de felicidad hasta el grado de éxito o fracaso que
obtengamos.

Albert Einstein decía: “Locura es intentar siempre lo mismo con la intención de


obtener resultados distintos…”

Un Código Mental puede mantener a una persona estancada en un nivel de


vida, limitando su progreso y distorsionando su realidad. No importa lo
inteligente que seas o cuánto trabajes, no lograrás progresar mucho si tus
Códigos Mentales no están alineados a tu deseo. Esto significa que en muchas
ocasiones deseamos tener ciertos resultados pero nuestro sistema de
creencias no apoya este deseo. Intentar lograr las cosas sin creer que las
lograremos es como intentar avanzar en nuestro vehículo con los neumáticos
desinflados… los logros serán limitados.

Francis H. Bradley (filósofo inglés precursor del idealismo) decía: “El único
conocimiento que vale la pena tener es el conocimiento de nuestra propia
mente”, ya que como él sostenía, nuestra realidad es producto de nuestras
representaciones mentales y no de nuestros sentidos. En muchas ocasiones “lo

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que vemos” no es un factor determinante en nuestros resultados; sino “la
manera como nos representamos lo que vemos” es lo que genera la gran
diferencia.

Si no somos capaces de ordenar nuestra mente para que pueda alinearse con
lo que deseamos, siempre estaremos a expensas de las circunstancias
externas, “lo que está afuera” y logramos percibir a través de nuestros sentidos.
La información que recogemos a través de nuestros sistemas
representacionales (visual, auditivo y kinestésico) es sólo “una parte de la
realidad” no es “la realidad”.

En México tenemos un gran grupo musical de rock llamado Jaguares (que en


sus inicios en la década de los 80’s se hacían llamar Caifanes). Hay una
canción de ellos que dice “afuera tú no existes, sólo adentro… Afuera no te
cuido sólo adentro… Afuera te desbarata el viento sin dudarlo… Nadie es nada
sólo adentro…” Esta canción al más puro estilo idealista nos recuerda las
teorías de Bradley acerca de lo que él consideraba la “única verdad sin
contradicciones” (Apariencia y Realidad; 1893) y cómo, nuestra realidad interna
crea nuestra realidad externa.

Cuando cambias la forma de ver las cosas… las cosa que ves cambian de
forma (Wayne W. Dyer; El Poder de la Intención, Grijalbo).

El punto es ¿en qué creemos? ¿qué creencias gobiernan nuestras acciones?


¿cuál es el Código Mental (o Códigos Mentales) que nos mantienen atorados a
pesar de nuestros buenos intentos por cambiar algunos aspectos de nuestra
vida o iniciar proyectos? ¿Se pueden modificar esos Códigos Mentales?
¿Cómo se vería modificada nuestra vida si cambiáramos “el cableado mental”?

Códigos Mentales (Parte 2)

“Todo lo que somos es el resultado de lo que hemos pensado. Todo se basa


en nuestros pensamientos. Si uno habla o actúa con un pensamiento puro, la
felicidad le sigue como una sombra que nunca desaparece…”

Dhammapada

Hace muchos años en la antigua China, vivía un monje que todos los días se
subía a un árbol a meditar. No importando las inclemencias del clima él se
mantenía firmemente sujeto a las ramas. Por esa razón le llamaban los
aldeanos “Nido de Pájaro”. Como mucha gente que pasaba de pronto le
preguntaba cosas a Nido de Pájaro, sus consejos rápidamente se hicieron
famosos y mucha gente de pueblos de los alrededores acudía a escuchar su
sabiduría.

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Hasta oídos de un gran gobernador de una provincia lejana llegaron los
rumores sobre las enseñanzas de Nido de Pájaro; así que fue hasta donde se
encontraba para recibir consejo.

- Nido de pájaro, soy el gobernador de una provincia lejana y he


emprendido un viaje de dos días para escucharte. Tengo una pregunta
muy importante.

El gobernador espero paciente la respuesta pero sólo alcanzó a escuchar los


sonidos de las ramas de los árboles.

- Esta es mi pregunta, Nido de Pájaro: ¿cuál ha sido la enseñanza de


todos los sabios? ¿qué fue lo más importante que dijo Buda?

- Esta es su respuesta, gobernador (por fin respondió Nido de Pájaro), no


hagas cosas malas, siempre haz cosas buenas. Eso enseñó Buda.

Para el viaje de dos días, esta respuesta al gobernador le pareció demasiado


simple, no correspondía a las enseñanzas de una mente brillante.
Decepcionado, gritó a Nido de Pájaro:

- ¡Hey, monje! “no hagas cosas malas, solo haz cosas buenas”, ¡eso lo
sabía desde que tenía tres años!

Con una sonrisa traviesa, Nido de Pájaro miró al gobernador y le contestó:

- Si, los niños de tres años lo saben. Pero a un hombre de ochenta años
aún le resulta muy difícil hacerlo.

En realidad, si es que pudiera existir alguna “realidad real”, nuestros Códigos


Mentales se mantienen a un nivel inconsciente. Es difícil que nos percatemos
de ellos a menos que prestemos atención a las circunstancias de nuestra vida y
nuestros resultados, y éstos serán tan grandiosos como nos lo permitan
nuestros Códigos.

Piensa y responde con franqueza:

• ¿has deseado algo y por más que te esfuerzas no lo has conseguido?


• ¿te aquejan problemas crónicos de salud?
• ¿tienes aparentemente una buena relación de pareja, y haces algo
estúpido terminando esa relación?
• ¿No logras despegar en tu profesión aunque tengas el talento y la
experiencia necesaria?
• ¿Sueles dejarlo todo para mañana… o para pasado mañana que es
peor?
• ¿Hay áreas de tu vida en las que sientas bloqueos como finanzas,
relaciones o algún tipo de aprendizaje?
• ¿tienes la intención de realizar algo distinto, pero siempre encuentras
motivos suficientes para no emprenderlo?

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Si eres como la mayoría de las personas, seguramente habrás respondido
afirmativamente cuando menos a una de las preguntas anteriores. Lo cual
indica la presencia de un Código Mental persistente que ha encontrado campo
fértil para asentarse y multiplicarse como un auténtico “Virus” infectando todas
tus acciones y decisiones.

El concepto Virus Mental fue introducido por primera vez por Robert Dilts, uno
de los pioneros en el campo de la Programación Neurolingüística y se refiere a
ellos como un pensamiento incoherente e incongruente que se desconecta de
nuestra parte consciente e inconsciente para cobrar “vida propia”. Ajeno a la
lógica o a nuestra voluntad un Virus Mental afecta nuestros resultados
alejándonos del gozo por la vida.

¿Pero cómo nos hicimos de todo este repertorio de Virus que nos acompaña
en cada acción que realicemos?

Existe un fascinante campo de investigación que se llama Memética y cuya


labor es profundizar es los aspectos de nuestra mente. Análogo a la Genética
(que estudia el cuerpo) y cuya unidad básica es el gen, la Memética estudia la
mente, y su unidad básica es el meme. A diferencia de la Genética que puede
estudiar estructuras físicas y de energía en el cuerpo, los memes no tienen
propiedades físicas. No podemos verlos al microscopio ni escannearlos de
ninguna manera… sólo podemos ver sus efectos.

Richard Dawkins, etólogo de la universidad de Oxford (El Gen Egoista, 1976)


inventó este término para referirse a las unidades de pensamiento que pueden
ser transferidas de mente a mente. Esta información puede ser recibida por una
mente y trasferida a otras provocando una propagación masiva de un Código
Mental.

Una vez que un meme entra en tu mente, puede influir significativamente en tu


conducta (Wayne W. Dyer, How to Change Lifelong Thoughts). Desde muy
temprana edad vamos construyendo nuestros Códigos Mentales a través de
transmisión memética. Le has dado la bienvenida a miles de “huéspedes” que
han llegado para quedarse. Forman tus creencias, hábitos y rasgos de tu
personalidad.

Los memes son difíciles de quitar porque se han convertido en “lo que tú crees
que eres”, pero la realidad es que te separan de “quién eres realmente”.

Hemos recibido memes de nuestros padres y de nuestros abuelos… y hemos


convertido en portadores de estos virus a nuestros hijos.

Recuerdo que algunos de los memes que me fueron instalados se parecían a


ideas como:

• No gastes a lo loco
• El dinero no se da en maceta
• Tienes que trabajar duro si quieres ser alguien en la vida
• Pon atención a las matemáticas, que son las más difíciles.

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Y algunos otros que forman parte de nuestra “sabiduría popular” y que son
perfectas excusas para justificar nuestro fracaso o nuestra falta de iniciativa:

• “el que nace pa’ maceta del corredor no pasa”


• “Algunos nacen con estrella y otros “estrellados”
• “árbol que crece torcido jamás su rama endereza”
• “Hijo de tigre, pintito…”
• “Más vale pájaro en mano que ciento volando”

El entorno en el que te desenvuelves también es fuente de infección. Los


memes de las personas que te rodean, tu ámbito laboral, tus redes de amigos
seguramente que influirán en tu manera de ver el mundo. Al cabo de un tiempo,
esos memes formarán parte de tu acervo de conocimiento, aunque no lo notes;
forman parte de tu “mente habitual”, de la manera como comúnmente piensas.
Tus maneras de actuar se apoyan en tus pensamientos. Son éstos los que
resuelven o te arruinan la vida. Hay una diferencia fundamental en dejar que tu
mente habitual dirija tu vida o poner una intención consciente y desafiar a “lo
que has creído siempre”

“Nuestra vida es lo que nuestros pensamientos le hacen ser…”

Marco Aurelio

Ahora, lo más importante no es tanto “saber” de donde vienen esos Códigos


Mentales, en realidad eso es lo menos útil. El hecho de que nos enteremos que
nuestra precaria situación sentimental fue debida a un meme que adquirí en mi
infancia no me ayudará en nada a corregir mi situación actual. Como
señalamos anteriormente, ese Código se repetirá una y otra vez formando
“nuestra realidad” y reforzando aún más ese ciclo ininterrumpido.

Quizá lo más importante es saber que esos Códigos Mentales no son tan
“inaccesibles” como pensamos. Podemos ingresar al programa original y hacer
los cambios pertinentes para que retomar la vida que deseamos. Si bien tus
memes adquiridos son responsables de tu situación actual (en cualquier área),
éstos no tienen por qué ser responsable de ahora en delante de cómo vivas tu
vida.

Tomar conciencia es el primer paso. Desafiar nuestra situación actual


atreviéndonos a pensar que nada de lo que hemos creído anteriormente tiene,
necesariamente, que ser cierto. Que nuestra “realidad” sólo es la manifestación
de nuestros pensamientos dominantes y la manera como hemos encarado el
mundo.

¿Podemos vivir vidas más felices y productivas?, ¿relaciones personales más


enriquecedoras y auténticas? ¿podremos ser más saludables y llenos de
energía? ¿podremos entregarnos a una tarea que nos apasiona y nos llena de
gozo?

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¿“y si si” es posible?

Esta sola pregunta te arrastra al terreno de “Todas las Posibilidades”; cuando


te cuestionas libremente y te atreves a “mirar fuera de la caja”. Tus anteriores
ideas se tambalean ante la sola posibilidad de que las cosas no son cómo
creías que eran.

William James, padre de la Psicología contemporánea, nos exhorta a ser


conscientes del peligro de vivir como si no hubiera alternativas:

“el infierno que habremos de padecer en el futuro, del que habla la teología, no
es peor que el infierno que nos creamos nosotros mismos en este mundo,
generalmente modelando nuestro carácter de manera equivocada… nosotros
tejemos nuestro destino, bueno o malo…”

Códigos Mentales (Parte 3)

“Ellos (los seres humanos) son forjadores de sí mismos… en virtud de los


pensamientos que escogen y estimulan; que la mente es la fábrica maestra que teje
las ropas que visten tanto en lo profundo del carácter como en lo externo de las
circunstancias, y que si hasta ahora han tejido ignorancia y sufrimiento pueden tejer
iluminación y felicidad.…”

James Allen
As a man thinketh

Al abordar el tema de los procesos mentales que nos llevan a tener (o no)
resultados, es inevitable que de alguna forma me detenga a analizar algunas
de las experiencias personales acerca de la manera de cómo mi cableado
mental me ha impulsado o detenido en algunas etapas de mi vida. Y es un
buen momento para pedirte lo mismo:

• ¿En algún momento te has sentido como “tu peor enemigo”?


• ¿Te has bloqueado al momento de querer iniciar alguna relación o tomar
alguna decisión importante?
• ¿Por más esfuerzos que haces, de alguna forma, siempre acabas
“boicoteándote” a ti mismo?
• ¿inicias alguna acción para mejorar algún aspecto de tu vida, pero
“como por arte de magia” acabas regresando al mismo lugar?
• ¿Tienes “los mismos problemas de siempre”?
• ¿No puedes con ese sobre peso?
• ¿no puedes con esas deudas?

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• ¿lees todos los libros sobre “Secretos” y nada parece cambiar en tu
vida?
• Mmmm… ¿no tendrás algún “virus”?

El Dr. Tad James (The Basic NLP Training Collection, Advanced


Neurodynamics, Honolulú, 1990) nos dice que en todos nosotros hay partes del
inconsciente que, en mayor o menor medida, están funcionalmente aisladas del
resto del sistema nervioso. La comunicación que existe entre una parte (virus
mental) y el resto del inconsciente es más o menos limitada. Por lo tanto, el
Virus es una parte del inconsciente que prácticamente “cobra vida propia”.
Filtra y distorsiona las maneras en que damos sentido a la vida y genera un
pensamiento incoherente e incongruente (Donald Lofland, Toughts Viruses;
1997).

Un virus cobra vida y manifiesta un pensamiento incoherente e incongruente


ante alguna decisión o acción que hagamos. ¿Por qué? Porque es la manera
como nos lo representamos en nuestra mente. Lo que nuestra percepción
genera y envía estímulos a nuestro sistema nervioso para emprender o no
acciones que nos lleven a resultados específicos.

Armando es un vendedor con experiencia en suministros para equipo de


cómputo. Durante años se ha dedicado a esa actividad con un éxito moderado
(nada espectacular), pero que le ha permitido pagar sus cuentas. De pronto la
empresa que representa cambia su sede y ya no puede seguir contando con
los servicios de Armando. Con un cheque de liquidación en la mano y su
corazón lleno de miedo, empieza la búsqueda de alguna otra empresa que
solicite vendedores con experiencia en la venta de suministros de equipo de
cómputo.

La búsqueda ha sido infructuosa durante varias semanas. El dinero en el banco


empieza a acabarse y la paciencia de su esposa también. Él sabe que debe
encontrar una empresa que venda suministros de equipo de cómputo lo antes
posible porque su situación familiar se tornará cada vez más complicada.
Mientras más lo piensa, más se estresa… y mientras más se estresa… ¡más lo
piensa! Un pensamiento lleva al otro y su mente empieza a construir su Código
Mental: “Conseguir trabajo vendiendo suministros de equipo de cómputo es
muy difícil en estos tiempos de crisis”.

- Estoy en una carrera contra el tiempo, y no encuentro trabajo de lo que


soy…
- ¿y qué eres? –le pregunté-
- Soy vendedor de suministros de equipo de cómputo
- ¿eso “eres o eso haces”?

No pudo responder…

Su mente estaba infectada por un virus mental. La búsqueda de trabajo se


orientaba “exclusivamente” a encontrar una empresa que vendiera suministros
de equipo de cómputo, ya que, como sostenía, “Soy vendedor de…” por lo
tanto, si de pronto encontraba una empresa que solicitaba vendedores para

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distribuir equipo de oficina, fotocopiadoras, o lo que fuera… su virus mental se
activaba y solo prestaba atención a lo que él creía que formaba parte de su
identidad.

Existen Virus Restrictivos, que son aquellas creencias que nos limitan en la
vida incapacitándonos para emprender alguna acción aunque nos reporte
beneficios.

En el caso de Armando, un Virus Restrictivo había infectado su Código Mental.


Inconscientemente decía “no” a todas las oportunidades que se le presentaran.
Si visión se limitaba y, por ende, reducía las oportunidades de tener éxito en su
búsqueda. Las restricciones o limitaciones que nos ponemos sólo existen en el
reino de la mente.

Mucha gente experimenta situaciones similares ante nuevos retos o desafíos.


Le encantaría iniciar actividades más estimulantes pero, su Virus Mental se
activa de inmediato enviando mensajes como:

- Me encantaría iniciar mi nuevo negocio, pero no tengo ni tiempo ni


dinero…
- Sería genial titularme, pero no sé si pueda cumplir con los requisitos… ¡a
mi edad!
- Tengo que quedarme en este trabajo aunque no me guste… ¡a los 40´s
nadie te contrata!
- ¿Para qué enamorarse? ¡Si siempre acaban engañándote…!

Y al leer estas frases, probablemente alguno diga “¡pero es que es verdad! La


vida es difícil, nadie te contrata a los cuarenta, poner un negocio requiere
capital y tiempo, no es bueno enamorarse…” y, efectivamente, es verdad.
Porque así lo ha creado la mente. Y la respuesta congruente es manifestar en
la “realidad” el producto de sus representaciones mentales. Toda manifestación
es congruente con tus pensamientos dominantes. Mientras más lo creas (de
creer), más lo creas (de crear)…

Una cosa es desear algo y, otra muy diferente, es emprender acciones que te
lleven a la realización. Toda acción que realices que no sea congruente con tus
pensamientos dominantes, acaba, invariablemente, en fracaso. ¿Por qué?
Porque en algún momento tu Virus Mental Restrictivo infectará tu pensamiento
emprendiendo acciones inconscientes que te lleven, invariablemente, al
fracaso.

Haces más con el pensamiento que con la acción. Si emprendes algo con los
pensamientos incorrectos, los resultados no te gustarán.

¿Por qué es tan difícil inmunizarnos de éstos Virus Restrictivos? Porque


siempre tienen “intenciones positivas”. Es decir, al ser inconscientes, éstos
virus lo que buscan es “proteger” al portador de peligros latentes… minimizan
el riesgo minando nuestros deseos, enviando mensajes acerca de nuestra
incapacidad para lograr algo o, peor aún, de que no merecemos algo. El

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resultado es que retrocedemos y decimos adiós a posibilidades que pudieran
enriquecer nuestra vida… ¡pero estamos a salvo del peligro!

Finalmente, la intención positiva se cumple: la manera más segura de no


fracasar… ¡Es no intentar jamás!

Lo más curioso, es que la mayoría de nosotros está prácticamente convencido


de que no puede cambiar sus creencias. Aunque esté consciente que lo limitan.
¡otro Virus Restrictivo!

Haz un ejercicio:

Toma una hoja de papel y escribe en el encabezado:

YO DEBERÍA:

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_______________________________________________________________
_______________________________________________________________
_______________________________________________________________
_______________________________________________________________

Y anota todos “los deberías” que se te ocurran. Permite que los pensamientos
fluyan libremente. No juzgues, sólo anota (yo debería ganar más dinero… yo
debería hablar con mi pareja… yo debería solicitar una promoción en mi
trabajo… yo debería terminar la escuela… etc…).

Una vez que termine tu lista, lee cada uno de los “deberías” y analiza cómo te
sientes… ¿a dónde te llevan esos pensamientos? ¿qué sientes en tu cuerpo?

Ahora házte la siguiente pregunta:

¿POR QUÉ NO LO HE HECHO?

Analiza cada una de las líneas. Acabas de identificar tus Virus Restrictivos.
Algunos tienen que ver con creencias acerca del tiempo y el dinero. Otros quizá
tengan que ver con cuestiones de edad, raza o sexo. Quizá otros tengan que
ver con capacidades o aspectos de dignidad personal.

Ahora te invito a que taches con una cruz enorme (si puedes de color rojo) la
frase YO DEBERÍA… y la sustituyas por la frase:

SI YO QUISIERA PODRÍA…
_______________________________________________________________
_______________________________________________________________
_______________________________________________________________
_______________________________________________________________
_______________________________________________________________

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Y vuelve a leer tu misma lista.

¿qué pasa ahora? ¿Qué sentimientos diferentes llegan a tu cuerpo? Identifica


las sensaciones. Lee cada una de los antiguos “deberías” empezando con la
frase SI YO QUISIERA PODRIA… Si yo quisiera podría ganar más dinero, si yo
quisiera podría hablar con mi pareja, si yo quisiera podría solicitar una
promoción en mi trabajo, si yo quisiera podría terminar la escuela…

Siempre he creído que todas las personas y organizaciones vivimos “una


realidad paralela”, donde nos encontramos ya experimentando los mayores
niveles de bienestar, salud y prosperidad, donde nos encontramos viviendo ya
el tipo de vida que deseamos… paralelamente a nuestra “realidad actual”. Sólo
tenemos que “pasarnos de ese lado” ver con “otros ojos” para poder acceder a
esa realidad aparte, como dicen los naguales.

“… Tú sólo “miras”… el mundo cuando “ves” no es como ahora piensas que es.
Es más bien un mundo fugaz que se mueve y cambia…”

Don Juan a Carlos Castaneda.


Una Realidad Aparte
Fondo de Cultura Económica; 1971

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