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INTRODUCCIÓN
En vista de todas estas dificultades, era necesario un método que permitiera que
elementos de identificación, como las huellas dactilares o el rostro, pudieran ser rescatados para
su posterior análisis, ya que estos análisis son más fáciles de llevar a cabo. Además, para evitar
problemas, este método deberá ser breve y poco costoso, que pueda ser llevado a cabo por
cualquiera, a pesar de no tener mucha experiencia o preparación.
REHIDRATACIÓN CADAVÉRICA
GENERALIDADES
Hernández ha comentado que esta técnica sirve para identificar y determinar la causa de
muerte de los cuerpos que entran en estado de momificación o putrefacción.
“Esta técnica consiste en revertir los fenómenos cadavéricos para que el cadáver quede
como si acabara de fallecer y así encontrar características útiles para identificarlo y saber de qué
murió”, aseguró el especialista.
Hernández espera que este método sea “aceptado universalmente y utilizado en cualquier
parte del mundo” para beneficio de las víctimas, sus familias y de la justicia. Por esta razón ha sido
invitado a varios países para brindar conferencias sobre esta técnica.
PROCEDIMIENTO
Para introducir el cadáver en el jacuzzi, el doctor junto con un asistente, suben el cuerpo a
una especie de hamaca sujetada a un arnés corredizo instalado en el techo del laboratorio. Una
vez ahí lo ubican sobre el contenedor y bajan el cuerpo.
“Al principio el cuerpo empieza a flotar, pero después se acentúa en la fórmula”, comenta
el Médico Cirujano Dentista.
“Los residuos se van por el desagüe hasta una fosa séptica especial. Cuando se llena, una
empresa la retira y le da un tratamiento especial”, explica el maestro en Ciencias Forenses.
APLICACIÓN
Con la técnica de rehidratación, el cadáver puede volver a su condición original para que las
familias puedan identificarlo.
También pueden ser reconocidos por otras particularidades como: Tatuajes, huellas
dactilares, cicatrices, marcas de nacimiento, etc.
REALIZACIÓN DE LA TÉCNICA
Según Hernández para perfeccionar esta técnica se tardó cerca de dos años. El laboratorio
de Hernández Cárdenas ciertamente es pequeño, apenas de cinco por cinco metros. Tiene
estantes más parecidos a los de una cocineta, contenedores de acrílico de varios tamaños a la
medida para las extremidades del cuerpo. Hay bidones acomodados unos sobre otros, ahí
almacena la fórmula para revivir a los muertos.
Sus primeras pruebas comenzaron con dedos momificados, los cuales sumergía en una
solución química a la cual modificaba la concentración de sustancias para obtener diversos
resultados y discernir cuál era la mejor combinación. Posteriormente probó la fórmula en otras
extremidades como brazos y piernas.
La experimentación surgió como una necesidad ante la cantidad de cuerpos que se han
encontrado en brechas y fosas clandestinas. También como una forma de ayudar a madres de
mujeres víctimas de feminicidio, cuyos cuerpos han sido abandonados en lotes baldíos y a mitad
del desierto que se fusiona con la ciudad.
El doctor comenta que pretende mejorar la fórmula para reducir el tiempo de espera para
la rehidratación. En lugar de esperar de 5 a 7 días, busca que los efectos sean inmediatos, con el
objetivo de acelerar la identificación del cadáver, además de permitirles a las autoridades
investigadora abrir una carpeta de investigación si la persona tenía reporte de desaparición o la
causa de muerte podría asociarse a un hecho delictivo de alto impacto.
COSTO
CONCLUSIÓN
Este método de rehidratación cadavérica ha tenido un alto impacto entre los medios y en
el ámbito forense por las posibilidades que abre cuando existen dificultades en una investigación.
Es sencillo, práctico y económico, lo que lo hace un candidato ideal para aquellos casos
donde existe momificación del cuerpo. Además, brinda la posibilidad a los familiares de las
víctimas a que puedan reconocer el cuerpo y despedir a sus seres queridos tal y como los
recordaban, lo que permite que la familia pueda llevar a cabo su duelo y seguir adelante, por lo
cual llamarlo un método humano y compasivo, me parece correcto.
BIBLIOGRAFÍA