CORREO

SEMANAL
ULTiMAHORA
ASUNCIÓN
SÁBADO 30, DICIEMBRE 2006

El escenario político Zapatos de ángel Las voces de los testigos

El liderazgo político paraguayo se ve in-
merso en cuestiones corporativas in-
ternistas y no parece tener conciencia
de los desafíos y oportunidades. Por
Alejandro Vial Saavedra. Pág. 4
Natalia González, periodista y es-
critora, escribió un relato que reci-
biera tiempo atrás una distinción
en el concurso “Luis García Ber-
langa”, de España. Pág. 6
Aída Lara lanzó su libro Vidas, perfi-
les y recuerdos, que reúne vivencias
de grandes creadores populares, en
una valiosa labor de rescate. Por Ma-
rio Rubén Álvarez. Pág. 11

Mundo guaraní, una

visión antropológica
La literatura etnológica hace du- Aunque parezca paradóji-
co, los mejores y más sig-
dar de que el modo de ser de nificativos trabajos sobre el
mundo indígena guaraní
los paraguayos sea aún cultura provienen de autores que
se sitúan fuera del mundo
guaraní, y hay que preguntarse paraguayo, pero que fue-
ron atraídos y ganados por
de qué cultura se trata, según el el peculiar modo de ser
guaraní. En otros términos,
nuevo libro de Bartomeu Melià. no es la ideología de un pa-
raguayo que busca en lo porque se trata de una to- guaraní y, aun concedién-
guaraní sus raíces la que ma de posición, un prejui- dolo, hay que preguntarse
haya llevado a encontrar cio y un vicio, diría yo, que de qué cultura guaraní se
el buen camino, es decir, todavía interfiere en la in- trata. En el campo de la len-
haya conducido a situar- vestigación del mundo gua- gua, por ejemplo, es clara-
se en las perspectivas más raní y le resta objetividad y mente exagerado decir que
adecuadas ni haya provo- coherencia. hay bilingüismo oficial, si
cado las más oportunas La literatura etnológica nos bien el guaraní es todavía
cuestiones sobre el mun- puede hacer dudar de que el idioma propio del Para-
do guaraní. Hay que aler- el modo de ser de los para- guay y es la lengua nacio-
tar sobre este fenómeno, guayos sea todavía cultura nal. Pág. 5
 2 correo semanal ULTiMAHORA ASUNCIÓN
SÁBADO 30, DICIEMBRE 2006

Puntos de vista

+ cartas de
Presentaron libro sobre Puerto Casado lectores
El pasado miércoles 27 de do, quien afirmó que la ex-
diciembre fue presentado, propiación se realizó sobre
en el auditorio del Centro la base de la búsqueda de la Señores Correo Semanal: taleciéndose.
Cultural de la República “El dignidad del hombre. Ade- Antes que nada quiero felicitar-
Cabildo”, el libro Puerto Ca- más hizo un llamado a la les por el Correo Semanal que Diego Ayala Valdez
sado: Verbo e imagen de la dig- ciudadanía a apoyar el pro- acompañó mi tarea educati- C.I.: 3.985.441
nidad, del senador José Ni- yecto Casado. va durante todo este año 2006. Asunción
colás Morínigo y el Lic. Al- El libro es una presentación Ojalá el suplemento nos acom- ••••••••••••••••••••
fonzo Olmedo. de artículos, exposiciones, pañe con los mismos ricos con-
La presentación estuvo a car- documentos, en donde la tenidos durante este año que se Señores Correo Semanal:
go del monseñor Juan Bau- palabra rescatada pre tende avecina. Sigan incluyendo temas Antes que nada les agradezco
tista Gavilán, Obispo de la convertirse en un eco per- propios de la literatura paragua- porque todo el año 2006 nos
Diócesis de Coronel Ovie- manente en el tiempo ya y especialmente les solicito brindaron buenas lecturas de ar-
informaciones sobre Filosofía tículos culturales. También espe-
del hombre paraguayo o Filoso- ro que en el 2007 nos ofrezcan
A modo de aclaración Se inicia curso de fía de la educación paraguaya.
Aprovecho para solicitarles que
más aportes de claridad como
los últimos comentarios sobre
me incluyan en el sorteo de los la obra de Ohran Pamuk y los
En el número del pasado sá- poema de José-Luis Apple- Filosofía Griega libros. Éxitos y... sigan adelan- consejos de lectura de títulos se-
bado de nuestro Correo Sema- yard, por lo cual ofrecemos te!!! leccionados. Felicidades por Na-
nal se deslizó un involunta- nuestras disculpas a los lec- El recientemente vidad y Año Nuevo para todos
rio error al publicarse de ma- tores, ofreciendo el texto ín- constituido Co- Lic. Luis Andrés Villanueva los periodistas y trabajadores de
nera incompleta el hermoso tegro del gran creador. legio de Inves- C.I. Nº 1.071.271 Última Hora. Me anoto una vez
tigaciones Fi- Encarnación-Itapúa más para el concurso de libros
Tiempo de Navidad losóficas jun- •••••••••••••••••••• por fin de año. Gracias.
Es Navidad un tiempo, una manera to con el Ate-
de festejar la vida del verano, neo Paragua- ¿Qué tal gente?: María Cristina Arnella
una forma de hacer obligatorio yo ofrecerán Quisiera participar del sorteo C.I. 530-584
el mensaje de paz en un regalo. un curso de de los libros, pues me encan- Asunción
Un tiempo de realzar con falsedades Historia de taría ganarlos. Además aprove-
la mentira sutil de todo un año. la Filosofía char para felicitar al equipo de ••••••••••••••••••••
De jugar al pesebre mientras muere Griega, en el “Correo Semanal” por este año
el soplo de verdad que hay en los labios. local de esta de trabajo, culturizándonos ca- Señores Correo Semanal:
Navidad es llenar con luces blandas última insti- da semana. Esto es importan- El aporte sabatino del “Correo
la penumbra de todo ser humano. tución, sito en te, y más para jóvenes como yo, Semanal” es de incalculable va-
Es ornar de oropeles los ramajes Nuestra Seño- que tengo 16 años y me puedo lor para un pueblo que sobrevi-
de un árbol nunca nuestro y siempre extraño. ra de la Asunción dar cuenta de lo que estamos vi- ve en el oscurantismo cultural.
Navidad es la historia repetida 820 c/ Humaitá. El viendo. Creo que la cultura y la Es un rayito de luz que alumbra
que, de tanto saberla, la ignoramos, primer módulo del literatura en sí pueden ayudar- la esperanza de mejores días.
que nos cuenta de Dios, cuya memoria curso se inicia el jueves 4 de enero y versará nos a cambiar nuestra menta- Muchas gracias por mostrarnos
es un perfil de barro sobre el patio. sobre “Los presocráticos”, figuras como Tales lidad, a entender que leyendo que existen temas superiores,
Navidad es una infancia muerta de Mileto, Pitágoras, Heráclito (foto), Par- e informándonos es la mane- que están por encima de nues-
entre flores de coco y de quebranto, ménides. Las jornadas serán los jueves, de 19 ra. Tal vez es el rinconcito en el tras miserias cotidianas. Nues-
y es un poco de pan que ha sido dulce a 21. Los siguientes módulos versarán sobre que nos vemos obligados a res- tro bendito y postergado pue-
porque supo llorar el padre un año. Sócrates y los Sofistas, Platón y Aristóteles, guardarnos. Espero que el 2007 blo necesita fundamentalmente
escuelas helenísticas y Plotino. El curso está a sea aun más próspero y exitoso, dos cosas: Educación y Educa-
Es esta Navidad, Señor, la nuestra: cargo del profesor Sergio Cáceres Mercado y que se siga creando un espacio ción. Lo demás vendrá por aña-
un recordar momentos y veranos se dirige a docentes, estudiantes y público in- para los jóvenes, porque aún te- didura.
y es el tiempo preciso cuando el hombre teresado en la filosofía. El costo del módulo nemos puestas esperanzas den-
usa y abusa de Tu Nombre en vano. es de G. 120.000, e incluye certificado. Más tro de nuestro país. Espero que Juan Blanco Fernández
José-Luis Appleyard informes al 491-495 o al 0981 569-518. este espacio siga creciendo y for- C.I. Nº 323.743

Canasta de libros de fin de año

Conforme a lo anunciado
en números anteriores, hasta
hoy sábado 30 los lectores de
Capital y ciudades del inte-
rior pueden escribir para par-
ticipar del concurso en que
se sortearán dos canastas de
libros. La primera será desti-
nada a los lectores de Asun-
ción y la segunda será sortea-
da entre los cartas y los men-
sajes llegados del interior. Las
obras seleccionadas pertene-
cen a grandes autores como
Augusto Roa Bastos, Rubén
Bareiro Saguier, Elvio Ro-
mero, Gabriel Casaccia. Así
como a Mario Vargas Llosa,
Camilo José Cela, Heinri-
ch Boll, Miguel de Cervantes
Raymond Chandler, Geor-
ges Simenón. También se in-
cluyen textos de Alfredo Boc-
cia Paz, Fanny Bogarín, Car-
los Cuauhtémoc Sánchez,
Ricardo Staglianó, Alberto
Manuel Sisa, José Falcón,
Margot Ayala y Ricardo de la
Vega, entre otros, por gentile-
za de librerías y editoriales.
Los que deseen participar
pueden hacernos llegar sus
cartas y sugerencias escri-
biendo a: Concurso Canasta
de Libros, diario Última Ho-
ra, Benjamín Constant 658,
Asunción. Y también por fax
al 021 447-071 y por mail a:
correo@uhora.com.py

Correo Semanal La revista cultural de Última Hora. Coordinador: Antonio V. Pecci. Benjamín Constant 658 Asunción. Teléfono (021) 496-261. Fax: (021) 447-071. E-mail: correo@uhora.com.py
ASUNCIÓN
SÁBADO 30, DICIEMBRE 2006 ULTiMAHORA correo semanal 3

Arte y Memoria

El justo homenaje a las víctimas

de un régimen inhumano
El Museo de las Memorias fue sede de una de las experiencias más significativas, en que se evidenció que
testimonios y música pueden anudarse para abrir caminos hacia un tiempo de esperanza.
Antonio V. Pecci rio del Interior, bajo la jefatu- notas de “Nde rendápe aju”
ra de Antonio Campos Alum, y “Panambi vera”, rindiendo
se halla convertido hoy en un tributo también a dos gigan-
Periodista museo que expone fotos y un tes en el arte como fueron Jo-
listado de víctimas que por allí sé Asunción Flores y Manuel
apecci@uhora.com.py pasaron, a lo largo de más tres Ortiz Guerrero, perseguidos
décadas. Pero que además de- en su tiempo. Y los sonidos de

E
ste diciembre que
culmina ha sido un
mes marcado por los
numerosos actos rela-
cionados a los derechos huma-
nos, desarrollados en la Capital,
pero también en distintos luga-
res del interior, organizados y
apoyados por una cincuentena
de oenegés. Y que han contado
con la participación de grupos
significativos de ciudadanos y
ciudadanas, a pesar de la pre-
eminencia que los medios de
comunicación otorgan al tema
político-partidario.
En particular deseo referir-
me al panel y exposición foto-
gráfica realizado en el Museo
de las Memorias, para evocar
el 14º aniversario del descu-
brimiento del Archivo del Terror
y del cierre de la Técnica. Este
centro de torturas y maltratos
a prisioneros, que funciona-
ba en el ámbito del Ministe-
sarrolla una importante labor
educativa en pro de la memo-
ria histórica, con talleres y se-
minarios, visitas guiadas y fo-
lletería mínima pero impres-
cindible, teniendo como prin-
cipal objetivo a los grupos de
jóvenes estudiantes que lo vi-
sitan a menudo.
Allí evocaron –el 22 de di-
ciembre– periodistas junto a
Martín Almada y el juez Agus-
tín Fernández, por vez prime-
ra reunidos, cómo y por qué
se pudo descubrir el archivo
de la policía política stronis-
ta, guardado celosamente por
Pastor Coronel, y lo que sig-
nifica hoy.
Y el momento más emocio-
nante sin duda lo constituyó la
presencia de una orquesta de
cuerdas de UniNorte que, bajo
la dirección del maestro Die-
go Sánchez Haase, desplegó
ante un auditorio colmado las
violines, cellos y del piano re-
corrieron libremente el patio y
todas las dependencias de ese
edificio que durante décadas
fue un símbolo del terror, de
lo lúgubre y tétrico de un ré-
gimen que despreciaba los de-
rechos humanos. Allí donde
tantos compatriotas sufrieron,
donde la poetisa y militante
Carmen Soler pasó tormen-
tos indecibles que le sirvieron
para –sobreponiéndose al do-
loroso recuerdo– escribir poe-
mas acerca de esa experien-
cia, allí la música fue un sono- Hecho inédito. El grupo de cuerdas de UniNorte hace música en la ex Técnica.
ro homenaje a todos ellos. Y
cuando la orquesta finalmen- que quizá nunca soñaron po- co se fue dando el cruce con testimonios, estuvo la esplén-
te atacó los primeros compa- der ver este tipo de sitios con- lo artístico, como otra forma dida música de nuestros gran-
ses de “Gallito cantor”, esa vertido en un espacio de en- de abordaje de la memoria des creadores, para expresar de
‘música de esperanza’ –como cuentro, de tolerancia, de res- colectiva. Así fueron dándose un modo único que del dolor
diría el maestro Sánchez Haa- peto a las víctimas y a su lucha las canciones de Mario Casar- puede surgir la esperanza de
se–, gruesos lagrimones surca- en búsqueda de la verdad. telli, en uno de esos eventos, una sociedad mejor, más tole-
ron los rostros de muchos de Así se cerraba un año de y de Yenia Rivarola, en otro, rante, con libertad y democra-
los presentes. Varios de ellos charlas, visitas, jornadas por la que desembocaron en este ac- cia para nosotros, y sobre todo
ex presos de ese siniestro lugar, memoria, en que poco a po- to masivo en que, junto a los para nuestros hijos.

Humor

Diálogos improbables, pero no imposibles

Hablan por teléfono José Luis Chilavert y Carlos Mateo MATEO:–Esperá un poco, José Luis... Mi partido tiene sus un corno!: ¡Me importa medio corno! Ya tengo mi propio
Balmelli. Fue un día de estos, recientemente pasado. reglas. No creo que me permitan armar un binomio por mi partido: el CHIPAPUN (Chilaveristas Paraguayos Por la
cuenta. Unidad).

CHILA: –¿Holáaa? ¿Carlitos? CHILA: –Mirá, Carlitos, tu partido me importa un corno. ¡Qué MATEO: –¿Tenés un partido ya? ¿No es un movimiento?

MATEO: –Depende. Este número que sale en mi celular no CHILA:–Movimiento va a ser el baile que les voy a dar a todos
me es conocido. los que se atrevan a enfrentarme en las urnas...

CHILA:–Porque nunca te yamé, gilún. MATEO: –¡Pero hay que juntar firmas, registrarse en el TSJE,
formar diversos equipos de trabajo...
MATEO:–¡Epa, un poco de respeto, caramba! ¿Quién habla
ahí? CHILA:–A papá le venís con trabajos de equipo y pavadas por
el estilo... Yo chuto y hago gol, hermano.
CHILA: –El mejor arquero del mundo, el mejor shoteador del
planeta, el mejor futuro Presidente del Paraguay... ¿Querés MATEO:–Los jueces electorales y los partidos formales te
que siga? van a tirar con todo.

MATEO:–No hace falta: José Luis Chilavert. CHILA: –Qué tiren. El mejor arquero del mundo les espera.

CHILA:–Bien, seré breve, gordo y breve: ¿Querés ser mi MATEO: –Dame tiempo para pensar la oferta. Digamos unos
Vicepresidente en el 2008? diez años...
MONECO LÓPEZ
 4 correo semanal
Coyuntura
Pedro Fadul. Político opositor emergente.
¿Cambió el escenario político?
El liderazgo político paraguayo se ve inmerso en cuestiones corporativas internistas y no parece tener
conciencia de los desafíos y oportunidades que tiene el país en la encrucijada en que se encuentra.
Alejandro Vial
Saavedra
Sociólogo
avial@rieder.net.py
C
uando analizamos
resultados como
estos, tratamos
siempre de pre-
guntarnos si está cambiando
la sociedad nacional, o si lo
que nos dicen los resultados
es más de lo mismo. Si bien es
común escuchar de personas
ubicadas en los más diversos
sectores de la comunidad na-
cional que en Paraguay nada
cambia y que incluso buena
parte de la gente ni siquiera
está interesada en el cambio,
el análisis de nuestra infor-
mación sugiere algo distinto.
En efecto y desde hace varios
años, el seguimiento a la situa-
ción política y social del país
nos está llevando a la conclu-
sión de que el mero mante-
nimiento del statu quo –que
es como podríamos definir
la transición y que ha sido la
gran tarea materializada por el
Partido Colorado– parece es-
tarse agotando como modelo.
Ya lo percibíamos en el in-
forme del año pasado, cuan-
do decíamos que sin las
transformaciones que las
grandes mayorías y las estruc-
turas productivas modernas
requieren, se hará muy difícil
no tan solo el futuro del país,
ya que no podrá responder a
los desafíos económicos, so-
ciales, ambientales, políticos
ULTiMAHORA
y culturales que el mundo ac-
tual demanda, sino que co-
menzará a afectar la propia
estabilidad o statu quo, que
ha sido hasta ahora el activo
principal del oficialismo go-
bernante (...).
Un liderazgo extrasistema
En la actualidad, la emer-
gencia como de la nada de
un nuevo liderazgo aún más
extra-sistema que el oviedis-
mo, confirma el hartazgo y
la necesidad de que el país
aborde las transformaciones
profundas que la historia le
demanda.
Ni este ni ningún otro país
en el mundo son hoy una is-
la, y entonces Paraguay está
sujeto a la marejada globali-
zadora que se cuela por todos
lados, lo que significa que el
cambio está ocurriendo de
todas formas, con el agravan-
te de que no está siendo diri-
gido, pensado, orientado ni
anticipado por su clase diri-
gente, lo que implica que so-
lo se actúa reactivamente ante
lo que viene sucediendo, sin
estrategia ni políticas públicas
que orienten y enmarquen el
proceso al interior de un mo-
delo de desarrollo dinámico
e incluyente. Esto tiene que
ver con la forma con que se
administra el statu quo –sin
duda brillante desde el punto
de vista de mantenerse en el
poder–, pero con una meto-
dología que no tiene en cuen-
ta lo que está pasando en el
mundo y, por ende, sin adap-
tar las estructuras del Estado
Fernando Lugo. Una nueva figura en el escenario.
a la modernidad que nos es-
tá golpeando la puerta y las
ventanas.
Las prácticas políticas clien-
telistas y autoritarias que per-
miten mantener el statu quo
son las que están tocando
fondo porque no permiten
los avances económicos, ju-
rídicos, culturales, ambienta-
les, sociales y políticos que el
nuevo mundo demanda (...).
Por contraste, y salvo excep-
ciones, el liderazgo político
paraguayo se ve demasiado
inmerso en cuestiones corpo-
rativas internistas y no parece
tener conciencia de los desa-
fíos y oportunidades que tie-
ne el país en la encrucijada en
que se encuentra (...).
La situación misma es tan
apremiante que, pese a los in-
terrogantes que asolan las dos
candidaturas principales (la
de Lugo y Duarte Frutos) –
lo que hace incierto adelantar
si prevalecerán en definitiva–
, los tiempos se adelantaron
porque se acorta el rango po-
sible para mover las pinzas de
la reelección y Duarte Frutos
podría ser presa del síndro-
me del pato cojo (sin poder),
al interior de su propio par-
tido, si fracasa en ese intento
de reelección vía enmienda,
intento que por ahora quedó
archivado por el mismo pre-
sidente, en un compás de es-
pera contra reloj. Por su parte,
los partidos de la oposición
comienzan a inquietarse y
presionan también por ade-
lantar las cosas (...).
Desde luego, que los tiem-
pos políticos se estén adelan-
tando tanto es una mala noti-
cia para el país, pues va a afec-
tar los proyectos de mediano
y largo plazo, estimulando la
preocupación por la coyun-
tura y estimulando muy pro-
bablemente la inflación, que
siempre socava el sustento or-
gánico de la economía y el sa-
lario de los más pobres (...).
Por el lado opositor, y con
la importante excepción del
PLRA, veremos incrementar
el nerviosismo para apurar
la carta de Lugo, único lide-
razgo con alguna chance de
victoria, por ahora. Un es-
cenario de proselitismo po-
lítico muy largo no favore-
ce al país y tampoco a los
candidatos, aunque aquí tal
vez los perjuicios sean dis-
pares. Si bien contar con el
control del Gobierno es un
arma formidable, el activo
principal de Duarte Frutos
son cierta estabilidad alcan-
zada y la construcción de un
imaginario de aparente con-
solidación del statu quo, que
la acción política con opcio-
nes de cambio real altera, y
en esta encuesta vemos que
ya está ocurriendo. Pero a su
vez le da tiempo para que el
Gobierno muestre todavía
logros de alguna significa-
ción que pudieran justificar
la tremenda alteración insti-
tucional que tiene que mo-
dificar la normativa cons-
titucional para una reelec-
ción, pues mantener el statu
quo no parece suficiente ante
tamaño cambio.
Nicanor Duarte Frutos. Juega su carta a la reelección.
Si bien la política macro no
ha cambiado de forma im-
portante en el año transcurri-
do, algunos elementos nue-
vos que aparecieron en el pe-
riodo tienen un potencial de
transformaciones significati-
vo. Así, por ejemplo, decía-
mos el año pasado que las
tres fuerzas políticas principa-
les en el país eran coloradas
o neo-coloradas: la corrien-
te liderada por el presiden-
te Duarte Frutos, el siempre
presente liderazgo de Oviedo
y cierto stronismo que inten-
taba reflotar. Comenzando
por el último, las internas del
Partido Colorado dejaron un
tanto maltrecho a ese stronis-
mo, lo que reforzó la corrien-
te nicanorista dentro del par-
tido oficial. A su vez, la eterni-
zación del general Oviedo en
la cárcel va socavando, aun-
que muy lentamente, su lide-
razgo (...).
Auge y descenso en la ANR
Es decir, el presidente se for-
taleció al interior de su tienda
(Partido Colorado) y fue qui-
zás en ese momento de máxi-
mo poder cuando comenzó
su declinación en la propia
ANR, porque al exponerse
mostró debilidad y le dio a la
oposición la única opción de
liderazgo nacional en mucho
tiempo, opción que, siendo
extra-partido, permite que
colorados descontentos que
jamás votarían por un liberal
o un patriaqueridista, pudie-
ren terminar haciéndolo por
un liderazgo no excluyente
ASUNCIÓN
SÁBADO 30, DICIEMBRE 2006
como el que encarnaría Lu-
go. Exceptuando a Lugo, aun-
que a enorme distancia, Pe-
dro Fadul aparece como el
político opositor con mayor
mención, pero muy abajo y
cayendo respecto al año an-
terior (...).
El problema de Duarte
Frutos es que concentra una
proporción de voto negativo
elevadísima –subió respecto
a años anteriores–, al pun-
to que bordea la quinta par-
te del total de menciones. Por
contraste, monseñor Lugo
prácticamente carece de in-
tención de voto negativa, por
lo que su techo para crecer es
mucho mayor que el que tie-
ne el presidente. Es de imagi-
nar, sin embargo, que a partir
del momento que Lugo defi-
na y lance su candidatura, la
artillería de ataques podría
hacer aumentar significativa-
mente esa proporción de vo-
to negativo.
Siendo el Partido Colorado
masivo y popular, la baraja de
liderazgos con proyección na-
cional podría cambiar rápida
y drásticamente si el presiden-
te no corre finalmente. Frente
a esto y en una cuestión que
no es menor, poquísima gen-
te está satisfecha con la forma
que funciona la democracia
en Paraguay, en tanto que ca-
si el 80% está “insatisfecho o
muy insatisfecho”.
Extractado de Cultura y
Gobernabilidad democrática
2006, estudio elaborado por
el CIRD.
ASUNCIÓN
SÁBADO 30, DICIEMBRE 2006
Antropología
Bartomeu
Melià S.J.
Antropólogo
A
unque parezca pa-
radójico, los mejo-
res y más significa-
tivos trabajos so-
bre el mun- do indígena gua-
raní provienen de autores que
se sitúan fuera del mundo pa-
raguayo, pero que fueron atraí-
dos y ganados por el peculiar
modo de ser guaraní. En otros
términos, no es la ideología de
un paraguayo que busca en lo
guaraní sus raíces la que haya
llevado a encontrar el buen ca-
mino, es decir, haya conduci-
do a situarse en las perspectivas
más adecuadas ni haya provo-
cado las más oportunas cues-
tiones sobre el mundo guaraní.
Hay que alertar sobre este fenó-
meno porque se trata de una
toma de posición, un prejuicio
y un vicio, diría yo, que todavía
interfiere en la investigación del
mundo guaraní y le resta obje-
tividad y coherencia.
Se hace eco de esta confu-
sión incluso el planteamiento
de actividades que se le propo-
nen al consultor de este infor-
me.
La literatura etnológica nos
puede hacer dudar de que el
modo de ser de los paragua-
yos sea todavía cultura guara-
ní y, aun concediéndolo, hay
que preguntarse de qué cultu-
ra guaraní se trata.
En el campo de la lengua,
por ejemplo, es claramente
exagerado decir que hay bilin-
güismo oficial, si bien el gua-
raní es todavía el idioma pro-
pio del Paraguay y es la lengua
nacional. Y no se trata de cri-
ticar opiniones y sentimien-
tos convencionales profunda-
mente arraigados ni de echar
por el suelo convicciones am-
pliamente aceptadas, sino de
declarar conceptos y analizar
realidades. Por lo que respec-
ta a los pueblos indígenas de
la familia lingüística guaraní,
hay que reconocer que están
en un proceso de grave dete-
rioro y destrucción, aunque
no del todo irremediable. Va-
mos por partes.
Guaraníes vistos por explora-
dores y conquistadores
La primera cita específica
que encontramos sobre los
Guaraníes se la debemos a
Luis Ramírez en la carta a su
padre, de 1528:
“Aquí con nosotros está otra
generación que son nuestros
amigos, los cuales se llaman
Guarenís, por otro nombre
Mundo guaraní:
visión antropológica
La literatura etnológica nos puede hacer dudar de que el modo de ser de los paragua-
yos sea todavía cultura guaraní y hay que preguntarse de qué cultura guaraní se trata.
Rebeliones indígenas. Pueden ser motivo hoy de exaltaciones por ser movimientos de justa libertad.
Chandrís: éstos andan della-
mados [derramados] por es-
ta tierra, y por otras muchas,
como corsarios a causa de ser
enemigos de todas estotras na-
ciones... son gente muy trahi-
dora... éstos señorean gran par-
te de la India y confinan con
los que habitan la Sierra. És-
tos traen mucho metal de oro
y plata en muchas planchas y
orejeras, y en hachas con que
cortan la montaña para sem-
brar; éstos comen carne hu-
mana.” (Ramírez, 1941: 98.)
Otras observaciones recogi-
das al paso, como la de Diego
García (1530), son análogas.
Ahora bien, presentan mayor
detalle aunque no excesiva
novedad, cuando la conviven-
cia con los Carios, grupo de
la misma cultura, se intensifi-
ca en el lugar donde se asien-
tan los españoles en 1537, y
que se llamará Asunción. Las
indicaciones sobre los Guara-
níes toman a partir de enton-
ces un nuevo giro: los indios
aliados se convierten en pa-
rientes, los conquistadores se
vuelven cuñados. La relación
del primer Domingo Martí-
nez de Irala (1541), así como
la carta del que será después
hermano jesuita Antonio Ro-
dríguez (1553), muestran con
entusiasmo lo que es una eco-
nomía de reciprocidad, que
recibe al recién llegado como
si fuera un semejante que se-
rá tan generoso en el dar co-
mo noble es el que lo recibe.
Ulrico Schmidl (1567) y Ál-
var Núñez Cabeza de Vaca
(1555) serán igualmente testi-
gos de esta forma de intercam-
bio en la que es más el que
más da. La misma antropo-
fagia se inscribe en la misma
economía, pero como recipro-
cidad negativa de venganza,
un sistema que el conquista-
dor solo capta como crueldad
y barbarie.
Muchas notas etnográfi-
cas de esa época se producen
por contraste, bajo el signo del
conflicto y la reacción indíge-
na. El indio guaraní es codi-
ciado como mano de obra (y
esto durará durante todo el
tiempo colonial) o presenta-
do como rebelde y contumaz.
Hay que notar que las rebelio-
nes indígenas bien documen-
tadas por L. Necker (1974;
1983) y D. Rípodas Ardanaz
(1987), que tanto preocupa-
ron a los colonos, pueden ser
motivo hoy de cierta exalta-
ción por ser movimientos de
justa libertad.
Pero la colonia no tarda en
desbaratar esa economía, y lo
que era don –jopói– solo se
conseguirá por vía de resca-
te y venganza –tepy–; es decir,
pagando precio. Desde 1556,
cuando se establece también
en Paraguay el sistema de
encomienda, el trabajo por
amistad pasa a ser disimula-
do y forzado cautiverio.
A partir de entonces la et-
nología guaraní aparecerá so-
bre todo en la historia de re-
beliones y de fugas, rota la
primera alianza e instaurado
ese implacable genocidio que
acabaría con gran parte de la
población guaraní que, a fin
de cuentas, resulta en suicidio
de la naciente sociedad colo-
nial. Los gobernadores, entre
ellos el mismo Hernanda-
ULTiMAHORA correo semanal
rias, denunciarán la perver-
sidad y miopía de encomen-
deros y mestizos que, con el
maltrato a los indios, se des-
truyen a sí mismos. La mo-
derna etnohistoria encontrará
en esos datos provenientes de
informes y relaciones oficiales
(ver Zabala 1968) la justifica-
ción para escribir la “brevísi-
ma historia de la destrucción
del guaraní” a la manera de
la obra de título análogo de
fray Bartolomé de Las Casas.
Nuestro Bartolomé de Las Ca-
sas fue el apenas recordado
clérigo Martín González, que
ofrece datos escalofriantes de
la gran mortandad de muje-
res guaraníes en Asunción y
los maltratos que recibían. El
final del siglo XVI se viste de
rojo con tanta sangre y muer-
te, que llevaron al pueblo gua-
raní al ocaso biológico en tan
corto tiempo colonial. Lo que
había comenzado como ale-
gre himeneo acababa en tra-
gedia; el nacimiento de mes-
tizos tuvo como resultado,
por contraste, la eliminación
de muchos indios originarios.
5
Éste es un aspecto que la his-
toriografía convencional ha
tergiversado sistemáticamen-
te, o simplemente ignorado.
Sobre los primeros guara-
níes no tenemos una etno-
grafía sistemática, como la tu-
vieron los Tupíes de la costa
brasileña, con autores como
Hans Staden (1557), André
Thévet (1557) o Jean de Lé-
ry, pero no carecemos de in-
teresantes observaciones que
permiten ilustrar algunos ras-
gos de su aspecto físico y de
sus adornos corporales, entre
los que se distingue el tembe-
tá, o boquete labial; sus capa-
cidades como agricultores, ca-
zadores y recolectores; sus há-
bitos alimentarios; sus formas
de hacer la guerra, sus armas y
su ritual para el combate; sus
sistemas de parentesco, en el
que se vieron involucrados los
primeros españoles (ver Me-
lià, 1987: 23). Con esos por-
menores y detalles nos asoma-
mos a sus aldeas de una, dos,
tres o cuatro casas grandes; en-
tramos en ellas, vemos sus fue-
gos y miramos las ollas y otros
utensilios cerámicos, así como
los cestos de uso vario. Pero
tal vez el aspecto más llamati-
vo –por lo sorprendente– que
registran los cronistas es la an-
tropofagia, de complicado ri-
tual y compleja significación,
cuyo sentido profundo es to-
davía objeto de apasionadas
lucubraciones y discusiones
(ver Melià y Temple, 2003).
¿Cuántos eran los Guara-
níes a la llegada de los espa-
ñoles y portugueses? En esa
ciencia de opiniones que es
la demografía de aquel tiem-
po, la estimación y los cál-
culos llevan la cifra hasta los
2.000.000 de guaraníes de va-
rios grupos y denominacio-
nes, habitantes de esta región,
aunque otros autores se con-
tentan con cifras mucho más
bajas. (Clastres, 1973; Melià,
1986: 48-90.)
(*) Fragmento del libro
Mundo Guaraní, Banco Inte-
ramericano de Desarrollo y
Ministerio de Relaciones Ex-
teriores de Paraguay, 2006.
 6 correo semanal
Cuento
Zapatos de ángel
La autora, periodista y escritora escogió este tema entre cientos de historias silenciosas y que, convertidas en
relatos, recibieran tiempo atrás una distinción en el concurso “Luis García Berlanga”, de España.
Natalia G.
González
Giménez
nattygon@hotmail.com
E
l sol estaba tibio. Ra-
mona colgó el delan-
tal y sacó su mece-
dora al jardín; tomó
a Kuriki en sus brazos y am-
bos, gato y ama, se bebieron la
luminosa tarde, una de las tantas
que regala el invierno en Asun-
ción.
La mujer estaba contenta por-
que su única hija había ingresa-
do a la universidad. –Me salió
bien la mitãkuña’i* –le dijo a su
confidente, que la miraba soño-
liento, mientras acurrucaba me-
jor su grisácea cola en el regazo
de lana azul.
El viento del sur movió las
hojas del viejo guayabo y algu-
nas danzaron hasta el piso. Las
huellas de aquellos zapatos se-
guían allí. Eran los de María El-
vira. Sus tacones habían sido
capturados por el cemento fres-
co que aquel día festivo había
echado don Carmelo, el albañil
del barrio. Estaban también los
pasos de Ricardo, del brazo de
quien llegó ella para quedarse.
Había pasado tanto tiem-
po, treinta, treinta y cinco años,
tal vez, desde la noche en que
aquellos tacones cruzaron la
puerta de la casa y cambiaron
su vida.
Ramona había nacido en
Ñumí, en la miseria de un
pueblo abandonado a su suer-
te, en plena dictadura militar.
Apenas pudo sostener una es-
coba, sus padres la entregaron
a una familia acomodada de
Asunción, con la promesa de
casa, ropas y escuela, a cambio
de ayudar en los quehaceres
domésticos. En su primer viaje
solo tuvo lo primero, más lar-
gas horas de trabajo y alguna
que otra prenda gastada, que
alguien ya había desechado.
Nunca le compraron zapatos.
La desnudez de sus pies mar-
có, como nada, su infancia y
condicionó su felicidad a la ca-
lidez y a la belleza de ese par
que parecía cada vez más leja-
no. Quizás, también por ese
sentir, las mujeres que apare-
cieron en su vida quedaron en
ULTiMAHORA
sus recuerdos solo por los za-
patos que llevaban.
Para su noveno cumpleaños
había recorrido varias casas y
solo pudo volver a su pueblo
en tres Navidades. Se consola-
ba mirando el pesebre de ba-
rro de su abuela donde el pe-
queño Jesús yacía desnudo y
descalzo, como ella.
En la cuarta casa, tampoco
cesaron el trabajo ni el casti-
go físico, pero cumplieron, al
menos, la promesa de enviar-
la a la escuela. Por fin, un día
de febrero la patrona, esposa
de un coronel, le compró un
guardapolvo, cuadernos y lá-
pices. Ramona se sentía como
una reina, acariciaba la prenda
y el blanco inmaculado le ar-
día en las manos, como la pri-
mera cosa nueva que tuvo en
su vida. Pero su dicha se vol-
vió viscosa y comenzó a pego-
tearse al piso cuando, al paso
de las horas, no aparecían los
zapatos. En su pueblo, gozaba
del calor de la tierra y de la li-
bertad de los montes, con los
pies descalzos. Y en la ciudad,
se resignó a aplanar las calles
con sus plantas anchas y mo-
renas al desnudo. Pero a la es-
cuela no podía ir sin zapatos,
pensaba una y otra vez.
La niña no pegó los ojos en la
víspera de su primer día de cla-
ses. Una vez lavados los platos
de la cena, se tumbó en el cuar-
tito que ocupaba al lado de la
cocina. En medio de ladridos y
cantos de ranas, que llegaban
del baldío contiguo, Ramona
ensayaba varias soluciones al
vacío que iba comiéndose su
sueño de verse calzada.
A las cinco y media de la
mañana ya estaba en pie, pre-
parando el mate de la seño-
ra, cuando ésta apareció y de-
jó caer al lado de la mesada un
par de mocasines gastados que
habían pertenecido a su hijo.
–A lo mejor te van éstos.
¡Suerte para vos que Ricardo
tenía los pies chicos cuando
iba al colegio! –le dijo, cruzan-
do de nuevo la cocina, con sus
pantuflas aplastadas, como la
bondad que presumía al co-
mentar en el barrio que había
recogido a una campesinita.
Desilusión, impotencia, ra-
bia, tristeza. No sabía lo que
sentía en realidad, solo que era
una sensación recurrente y que
la agobiaba, como una piedra
en el pecho.
“¡Paraguayos, república o
muerte, nuestro brío nos dio
libertad...!”, cantaban las figu-
ritas vestidas de blanco en el
patio de la escuela. La bande-
ra tricolor rompía el celeste in-
tenso del cielo. Ramona estaba
asustada; había llegado sola, a
diferencia de los otros niños,
despedidos con abrazos y be-
sos. Los zapatos le quedaron
algo grandes, pero confiaba en
que esa multitud no lo notara.
No se atrevió a moverse, ni a
levantar los ojos del suelo. Al
cabo del barullo, unos mocasi-
nes, brillantes de lustre, se acer-
caron, con pasos suaves, pero
seguros.
–Soy la profesora Marta, del
primer grado –le dijo una voz
amistosa. Instintivamente, mi-
Le hubiese gusta-
do que su madre
estuviera allí y le
dije que se veía
linda.
ró sus zapatos de cuero carco-
mido y no pudo ocultar la ver-
güenza.
Le hubiese gustado que su
madre estuviera allí y le dije-
ra que se veía linda con su uni-
forme nuevo, y que la quería
mucho. Pero ella estaba lejos;
además, nunca le había dicho
te quiero.
Las letras, los números, los
mapas, los compañeros y sus
bromas, a veces crueles, todo
era extraño para Ramona; so-
lo aquellos mocasines negros
le daban seguridad; hubiese
querido subirse a ellos y reco-
rrer el mundo, como creía, en
su inocencia, que hacía su bue-
na maestra. Miraba sus pies y
pensaba que eran felices yendo
y viniendo, a bordo del cuero,
eternamente reluciente.
La alegría tenía escaso espa-
cio en la vida de Ramona, en-
tre el pesado trabajo y la amar-
gura de la patrona. Las carreras
con Terry, el pastor alemán de
la casa; los dulces que le rega-
laba la modista doña Juana, la
Rick Lovell
guitarra de Ricardo y los zapa-
tos de su maestra, eran chispas
doradas para su corazón, en-
sombrecido a diario.
Pero la magia se fugaba an-
te el hueco y seco sonido de
los zuecos de la patrona. Ca-
minaba hiriendo las baldosas,
abriendo tajos al pasto recién
cortado. Era un golpe marcado
que espantaba los sueños más
puros y reducía la vida a sus
dictados, sin más.
Una siesta de verano, Ramo-
na miró aquellos zuecos por la
puerta entreabierta del cuarto de
sus patrones. Observó el cuero
crudo, con manchas oscuras de
hollín y sintió pena. Pensó que
pudieron tener mejor suerte: una
mujer risueña, una madre cari-
ñosa, una cantante, una maes-
tra o solo alguien que los azotara
menos; pero estaban allí, al lado
de las botas del coronel, esperan-
do una nueva orden.
El día empezó más tempra-
no aquel 20 de enero. Era el
cumpleaños de Ricardo y la
casa estaba especialmente al-
borotada. El muchacho pre-
sentaría a su novia en familia.
Ramona barrió, cocinó y fregó
más de lo acostumbrado. Co-
mo quebró un plato, acciden-
talmente, los nervios de la pa-
trona se descargaron, una vez
más, en sus flacas piernas.
A las ocho en punto de la
noche apareció Ella, vestida de
seda rosa, como una muñeca,
y calzando aquellos zapatos de
cuentos, nacarados, de tacos fi-
nos y altos. ¡Nunca había vis-
to nada parecido! El par, casi
alado, avanzó por el patio, aún
cubierto de cemento fresco.
Así, las huellas quedaron para
siempre en el piso y en el cora-
zón de Ramona.
María Elvira era bailarina,
tal vez por eso su andar, más
bien, parecía una danza, y su
risa, una castañuela adolescen-
te. Ramona esperaba ansiosa
cualquier pretexto para verla,
se ofrecía a llevar recados, reza-
ba por que llegaran más aprisa
cumpleaños y Navidades para
estar cerca de ella. María Elvi-
ra comenzó a ampararla de los
malos tratos, le enseñaba sus
zapatillas de ballet y le contaba
historias de los grandes escena-
rios del mundo. La niña soña-
ba calzarse las rosadas chatas y
vagar entre nubes y tules por el
resto de su vida.
Un día ocurrió el milagro:
la novia de Ricardo la invitó a
verla bailar. Ante sus excitados
ojos, aparecieron: primero, los
grandes volados; luego, los fie-
ros tacones. La fuerza de la gui-
tarra flamenca y el golpe contra
el piso, tan parecido y tan dife-
rente al eco de los zuecos man-
chados. La reclusión y la liber-
tad, la amargura y la belleza.
“Aaaaaave Maríiiiiaaaaa,
Aaaaaaaave...”, retumbaba la
voz en la Iglesia de la Santísi-
ma Trinidad. Ella bajó del lar-
go auto plateado y entró del
brazo de su padre, como una
princesa. Los blancos zapatos,
cargados de ilusiones, avanza-
ron por la roja alfombra y se
detuvieron ante el altar. Ramo-
na la vio pasar, con su rosario
de perlas y el áureo ramo entre
las manos, radiante; cerró los
ojos y lloró de felicidad.
María Elvira no se había ol-
vidado de ella, en ese día tan
importante. La pobre niña de
Ñumí vistió de encaje y cal-
zó, al fin, los zapatos de charol
más primorosos de la ciudad.
Las rosas florecieron en la
casa del patio gris. Ramona
siguió planchando y fregan-
do, pero su ángel de la guarda,
convertida en patrona, le abrió
las puertas para ser lo que nun-
ca pudo: una niña feliz.
La madre de Ricardo enfer-
mó al poco tiempo de la boda.
Durante largas noches la cria-
da veló el sueño de la señora,
hasta rezó por ella, cuando los
zuecos de hollín ya no se mo-
vieron del ángulo más oscuro
del cuarto. Las botas del coro-
nel también se rindieron unos
meses después.
María Elvira reinó en la casa
por varios años, pero su vientre
no dio frutos, por lo que Ricar-
do, confundido, abandonó el
hogar. Ramona enjugó las lá-
grimas de su protectora y cui-
dó de ella, hasta el día que de-
cidió morir. Antes de cerrar los
ojos, la mujer entregó a la cria-
da las llaves de la casa y una
añeja caja de letras doradas.
Y siguen allí, treinta años
después, en un rincón perfu-
mado de su cuarto y en el lu-
gar más cálido de su corazón,
los zapatos de María Elvira.
(*) Niña.
Literatura
Preferiría no hacerlo
A 150 años del cuento "Bartleby, el escribiente" de Herman Melville, sus repercusiones
filosóficas, literarias y políticas, en autores como Borges, Deleuze, Negri y Hardt.
Sergio Cáceres
Mercado
Docente
caceres.sergio@gmail.com
A
provechando la
excusa de los nú-
meros redondos,
y antes de que el
2006 se vaya, es justo re-
cordar un hecho literario
ocurrido hace 150 años. En
1856 el escritor estadouni-
dense Herman Melville pu-
blicaba un cuento titulado
“Bartleby, el escribiente”. Es-
ta historia estaría destinada
a llamar la atención de gran-
des filósofos y escritores. He
aquí un recuento somero de
toda el agua que ha corrido
bajo el puente construido
por Bartleby.
Borges
El escritor argentino no
solo llegó a ser admirador
de Kafka, sino también su
traductor. Tan llamativo es
el estilo kafkiano, que Bor-
Melville textual
¬ No es raro que el hom-
bre a quien contradicen
de una manera insólita e
irrazonable, bruscamente
descrea de su convicción
más elemental.
¬ Nada exaspera más a
una persona seria que
una resistencia pasiva.
¬ Su maravillosa manse-
dumbre, no solo me des-
armaba, me acobardaba.
¬ [...] la felicidad busca
la luz, por eso juzgamos
que el mundo es alegre;
pero el dolor se escon-
de en la soledad, por eso
juzgamos que el dolor no
existe.
¬ Los hombres han ase-
sinado por celos y por
rabia, y por odio, y por
egoísmo, y por orgullo
espiritual, pero no hay
hombre, que yo sepa,
que haya cometido un
asesinato por caridad.
ASUNCIÓN
SÁBADO 30, DICIEMBRE 2006 7
ges “premedita” precurso-
res del autor checo: uno de
ellos es Mellville. Lo inte-
resante es que tal hipótesis
no se encuentra en el famo-
so ensayo “Kafka y sus pre-
cursores” (Otras inquisicio-
nes, 1952), sino en su pró-
logo a Bartleby (traduci-
do por él) y otros cuentos
de Melville que incluyó en
uno de los tomos de su Bi-
blioteca Personal, colección
de libros que Borges lanzó
un año antes de morir. Ahí
nos explica quién es Bartle-
by, el “desconcertante pro-
tagonista” de esta historia:
“Un hombre oscuro que se
niega a la acción”. La defi-
nición que da Borges es te-
rriblemente exacta. Bartleby
profiere una frase desarman-
te: “Preferiría no hacerlo”. El
nudo gordiano del cuento
está en estas palabras que
dice constantemente nues-
tro pasivo protagonista.
Una, en apariencia, simple
frase que, sin embargo, per-
turba al antagonista-narra-
dor y también al casual lec-
tor que somos nosotros. Ya
Benedetti llamaba la aten-
ción en 1953 sobre el cam-
bio vertiginoso que sufre el
narrador, mientras Bartleby
“permanece incambiado,
firme en su absurdidad”.
Deleuze
Solo el talento genial de
este filósofo francés pue-
de entrever tantas aristas en
Bartleby, al que dedica un
capítulo de su libro Crítica
y clínica. Al iniciar nomás ya
lo califica de “un texto vio-
lentamente cómico”. Gran
parte del capítulo se centra
en la “solemne” frase “Pre-
feriría no hacerlo” (“I’d pre-
fer not to”), la cual resul-
ta ser una fórmula agrama-
tical, que es una especie de Herman Melville. Su célebre cuento ejerció gran influencia en muchos escritores.
forma límite al que puede
llegar una construcción gra- que hace que las palabras ya tulo 9 de su célebre Imperio, ved no servir más y estaréis
matical, pero sin romper las no se distingan, hace el va- ven a Bartleby como lo máxi- libres de inmediato. No os
reglas sintácticas. Deleuze cío en el lenguaje”). Lo de mo de la denegación. “Rehu- pido que levantéis vuestras
encuentra que tal oración Deleuze es más amplio y ri- sar someterse al trabajo y a manos conta el tirano para
no es ni una negación en- co, pero prefiero pasar a dos la autoridad o, en realidad, derrocarlo, sino simplemen-
fática, sino una preferencia discípulos suyos que tienen negarse a la servidumbre es te que dejéis de apoyarlo”.
hacia un no hacer y aquí ra- una propuesta no menos in- el comienzo de una políti- No perdemos nada con
dica el vacío que produce en teresante. ca liberadora”. De esto, inge- probar. Leer Bartleby, de
la existencia (“la fórmula es niosamente, los autores pa- Melville, y ver si acontece la
devastadora, hace estragos, y Negri y Hardt san al renacentista La Boé- desobediencia civil. No ven-
no permite que nada subsis- Estos filósofos ofrecen una tie, quien reconocía el poder dría nada mal a nuestro atá-
ta a su paso”... “excava una lectura política del cuento de político de la ciudadanía que vico servilismo hacia la auto-
zona de indeterminación Melville. Al final del Capí- prefiere no obedecer: “Resol- ridad de turno.
 6 correo semanal
Cuento
Zapatos de ángel
La autora, periodista y escritora escogió este tema entre cientos de historias silenciosas y que, convertidas en
relatos, recibieran tiempo atrás una distinción en el concurso “Luis García Berlanga”, de España.
Natalia G.
González
Giménez
nattygon@hotmail.com
E
l sol estaba tibio. Ra-
mona colgó el delan-
tal y sacó su mece-
dora al jardín; tomó
a Kuriki en sus brazos y am-
bos, gato y ama, se bebieron la
luminosa tarde, una de las tantas
que regala el invierno en Asun-
ción.
La mujer estaba contenta por-
que su única hija había ingresa-
do a la universidad. –Me salió
bien la mitãkuña’i* –le dijo a su
confidente, que la miraba soño-
liento, mientras acurrucaba me-
jor su grisácea cola en el regazo
de lana azul.
El viento del sur movió las
hojas del viejo guayabo y algu-
nas danzaron hasta el piso. Las
huellas de aquellos zapatos se-
guían allí. Eran los de María El-
vira. Sus tacones habían sido
capturados por el cemento fres-
co que aquel día festivo había
echado don Carmelo, el albañil
del barrio. Estaban también los
pasos de Ricardo, del brazo de
quien llegó ella para quedarse.
Había pasado tanto tiem-
po, treinta, treinta y cinco años,
tal vez, desde la noche en que
aquellos tacones cruzaron la
puerta de la casa y cambiaron
su vida.
Ramona había nacido en
Ñumí, en la miseria de un
pueblo abandonado a su suer-
te, en plena dictadura militar.
Apenas pudo sostener una es-
coba, sus padres la entregaron
a una familia acomodada de
Asunción, con la promesa de
casa, ropas y escuela, a cambio
de ayudar en los quehaceres
domésticos. En su primer viaje
solo tuvo lo primero, más lar-
gas horas de trabajo y alguna
que otra prenda gastada, que
alguien ya había desechado.
Nunca le compraron zapatos.
La desnudez de sus pies mar-
có, como nada, su infancia y
condicionó su felicidad a la ca-
lidez y a la belleza de ese par
que parecía cada vez más leja-
no. Quizás, también por ese
sentir, las mujeres que apare-
cieron en su vida quedaron en
ULTiMAHORA
sus recuerdos solo por los za-
patos que llevaban.
Para su noveno cumpleaños
había recorrido varias casas y
solo pudo volver a su pueblo
en tres Navidades. Se consola-
ba mirando el pesebre de ba-
rro de su abuela donde el pe-
queño Jesús yacía desnudo y
descalzo, como ella.
En la cuarta casa, tampoco
cesaron el trabajo ni el casti-
go físico, pero cumplieron, al
menos, la promesa de enviar-
la a la escuela. Por fin, un día
de febrero la patrona, esposa
de un coronel, le compró un
guardapolvo, cuadernos y lá-
pices. Ramona se sentía como
una reina, acariciaba la prenda
y el blanco inmaculado le ar-
día en las manos, como la pri-
mera cosa nueva que tuvo en
su vida. Pero su dicha se vol-
vió viscosa y comenzó a pego-
tearse al piso cuando, al paso
de las horas, no aparecían los
zapatos. En su pueblo, gozaba
del calor de la tierra y de la li-
bertad de los montes, con los
pies descalzos. Y en la ciudad,
se resignó a aplanar las calles
con sus plantas anchas y mo-
renas al desnudo. Pero a la es-
cuela no podía ir sin zapatos,
pensaba una y otra vez.
La niña no pegó los ojos en la
víspera de su primer día de cla-
ses. Una vez lavados los platos
de la cena, se tumbó en el cuar-
tito que ocupaba al lado de la
cocina. En medio de ladridos y
cantos de ranas, que llegaban
del baldío contiguo, Ramona
ensayaba varias soluciones al
vacío que iba comiéndose su
sueño de verse calzada.
A las cinco y media de la
mañana ya estaba en pie, pre-
parando el mate de la seño-
ra, cuando ésta apareció y de-
jó caer al lado de la mesada un
par de mocasines gastados que
habían pertenecido a su hijo.
–A lo mejor te van éstos.
¡Suerte para vos que Ricardo
tenía los pies chicos cuando
iba al colegio! –le dijo, cruzan-
do de nuevo la cocina, con sus
pantuflas aplastadas, como la
bondad que presumía al co-
mentar en el barrio que había
recogido a una campesinita.
Desilusión, impotencia, ra-
bia, tristeza. No sabía lo que
sentía en realidad, solo que era
una sensación recurrente y que
la agobiaba, como una piedra
en el pecho.
“¡Paraguayos, república o
muerte, nuestro brío nos dio
libertad...!”, cantaban las figu-
ritas vestidas de blanco en el
patio de la escuela. La bande-
ra tricolor rompía el celeste in-
tenso del cielo. Ramona estaba
asustada; había llegado sola, a
diferencia de los otros niños,
despedidos con abrazos y be-
sos. Los zapatos le quedaron
algo grandes, pero confiaba en
que esa multitud no lo notara.
No se atrevió a moverse, ni a
levantar los ojos del suelo. Al
cabo del barullo, unos mocasi-
nes, brillantes de lustre, se acer-
caron, con pasos suaves, pero
seguros.
–Soy la profesora Marta, del
primer grado –le dijo una voz
amistosa. Instintivamente, mi-
Le hubiese gusta-
do que su madre
estuviera allí y le
dije que se veía
linda.
ró sus zapatos de cuero carco-
mido y no pudo ocultar la ver-
güenza.
Le hubiese gustado que su
madre estuviera allí y le dije-
ra que se veía linda con su uni-
forme nuevo, y que la quería
mucho. Pero ella estaba lejos;
además, nunca le había dicho
te quiero.
Las letras, los números, los
mapas, los compañeros y sus
bromas, a veces crueles, todo
era extraño para Ramona; so-
lo aquellos mocasines negros
le daban seguridad; hubiese
querido subirse a ellos y reco-
rrer el mundo, como creía, en
su inocencia, que hacía su bue-
na maestra. Miraba sus pies y
pensaba que eran felices yendo
y viniendo, a bordo del cuero,
eternamente reluciente.
La alegría tenía escaso espa-
cio en la vida de Ramona, en-
tre el pesado trabajo y la amar-
gura de la patrona. Las carreras
con Terry, el pastor alemán de
la casa; los dulces que le rega-
laba la modista doña Juana, la
Rick Lovell
guitarra de Ricardo y los zapa-
tos de su maestra, eran chispas
doradas para su corazón, en-
sombrecido a diario.
Pero la magia se fugaba an-
te el hueco y seco sonido de
los zuecos de la patrona. Ca-
minaba hiriendo las baldosas,
abriendo tajos al pasto recién
cortado. Era un golpe marcado
que espantaba los sueños más
puros y reducía la vida a sus
dictados, sin más.
Una siesta de verano, Ramo-
na miró aquellos zuecos por la
puerta entreabierta del cuarto de
sus patrones. Observó el cuero
crudo, con manchas oscuras de
hollín y sintió pena. Pensó que
pudieron tener mejor suerte: una
mujer risueña, una madre cari-
ñosa, una cantante, una maes-
tra o solo alguien que los azotara
menos; pero estaban allí, al lado
de las botas del coronel, esperan-
do una nueva orden.
El día empezó más tempra-
no aquel 20 de enero. Era el
cumpleaños de Ricardo y la
casa estaba especialmente al-
borotada. El muchacho pre-
sentaría a su novia en familia.
Ramona barrió, cocinó y fregó
más de lo acostumbrado. Co-
mo quebró un plato, acciden-
talmente, los nervios de la pa-
trona se descargaron, una vez
más, en sus flacas piernas.
A las ocho en punto de la
noche apareció Ella, vestida de
seda rosa, como una muñeca,
y calzando aquellos zapatos de
cuentos, nacarados, de tacos fi-
nos y altos. ¡Nunca había vis-
to nada parecido! El par, casi
alado, avanzó por el patio, aún
cubierto de cemento fresco.
Así, las huellas quedaron para
siempre en el piso y en el cora-
zón de Ramona.
María Elvira era bailarina,
tal vez por eso su andar, más
bien, parecía una danza, y su
risa, una castañuela adolescen-
te. Ramona esperaba ansiosa
cualquier pretexto para verla,
se ofrecía a llevar recados, reza-
ba por que llegaran más aprisa
cumpleaños y Navidades para
estar cerca de ella. María Elvi-
ra comenzó a ampararla de los
malos tratos, le enseñaba sus
zapatillas de ballet y le contaba
historias de los grandes escena-
rios del mundo. La niña soña-
ba calzarse las rosadas chatas y
vagar entre nubes y tules por el
resto de su vida.
Un día ocurrió el milagro:
la novia de Ricardo la invitó a
verla bailar. Ante sus excitados
ojos, aparecieron: primero, los
grandes volados; luego, los fie-
ros tacones. La fuerza de la gui-
tarra flamenca y el golpe contra
el piso, tan parecido y tan dife-
rente al eco de los zuecos man-
chados. La reclusión y la liber-
tad, la amargura y la belleza.
“Aaaaaave Maríiiiiaaaaa,
Aaaaaaaave...”, retumbaba la
voz en la Iglesia de la Santísi-
ma Trinidad. Ella bajó del lar-
go auto plateado y entró del
brazo de su padre, como una
princesa. Los blancos zapatos,
cargados de ilusiones, avanza-
ron por la roja alfombra y se
detuvieron ante el altar. Ramo-
na la vio pasar, con su rosario
de perlas y el áureo ramo entre
las manos, radiante; cerró los
ojos y lloró de felicidad.
María Elvira no se había ol-
vidado de ella, en ese día tan
importante. La pobre niña de
Ñumí vistió de encaje y cal-
zó, al fin, los zapatos de charol
más primorosos de la ciudad.
Las rosas florecieron en la
casa del patio gris. Ramona
siguió planchando y fregan-
do, pero su ángel de la guarda,
convertida en patrona, le abrió
las puertas para ser lo que nun-
ca pudo: una niña feliz.
La madre de Ricardo enfer-
mó al poco tiempo de la boda.
Durante largas noches la cria-
da veló el sueño de la señora,
hasta rezó por ella, cuando los
zuecos de hollín ya no se mo-
vieron del ángulo más oscuro
del cuarto. Las botas del coro-
nel también se rindieron unos
meses después.
María Elvira reinó en la casa
por varios años, pero su vientre
no dio frutos, por lo que Ricar-
do, confundido, abandonó el
hogar. Ramona enjugó las lá-
grimas de su protectora y cui-
dó de ella, hasta el día que de-
cidió morir. Antes de cerrar los
ojos, la mujer entregó a la cria-
da las llaves de la casa y una
añeja caja de letras doradas.
Y siguen allí, treinta años
después, en un rincón perfu-
mado de su cuarto y en el lu-
gar más cálido de su corazón,
los zapatos de María Elvira.
(*) Niña.
Literatura
Preferiría no hacerlo
A 150 años del cuento "Bartleby, el escribiente" de Herman Melville, sus repercusiones
filosóficas, literarias y políticas, en autores como Borges, Deleuze, Negri y Hardt.
Sergio Cáceres
Mercado
Docente
caceres.sergio@gmail.com
A
provechando la
excusa de los nú-
meros redondos,
y antes de que el
2006 se vaya, es justo re-
cordar un hecho literario
ocurrido hace 150 años. En
1856 el escritor estadouni-
dense Herman Melville pu-
blicaba un cuento titulado
“Bartleby, el escribiente”. Es-
ta historia estaría destinada
a llamar la atención de gran-
des filósofos y escritores. He
aquí un recuento somero de
toda el agua que ha corrido
bajo el puente construido
por Bartleby.
Borges
El escritor argentino no
solo llegó a ser admirador
de Kafka, sino también su
traductor. Tan llamativo es
el estilo kafkiano, que Bor-
Melville textual
¬ No es raro que el hom-
bre a quien contradicen
de una manera insólita e
irrazonable, bruscamente
descrea de su convicción
más elemental.
¬ Nada exaspera más a
una persona seria que
una resistencia pasiva.
¬ Su maravillosa manse-
dumbre, no solo me des-
armaba, me acobardaba.
¬ [...] la felicidad busca
la luz, por eso juzgamos
que el mundo es alegre;
pero el dolor se escon-
de en la soledad, por eso
juzgamos que el dolor no
existe.
¬ Los hombres han ase-
sinado por celos y por
rabia, y por odio, y por
egoísmo, y por orgullo
espiritual, pero no hay
hombre, que yo sepa,
que haya cometido un
asesinato por caridad.
ASUNCIÓN
SÁBADO 30, DICIEMBRE 2006 7
ges “premedita” precurso-
res del autor checo: uno de
ellos es Mellville. Lo inte-
resante es que tal hipótesis
no se encuentra en el famo-
so ensayo “Kafka y sus pre-
cursores” (Otras inquisicio-
nes, 1952), sino en su pró-
logo a Bartleby (traduci-
do por él) y otros cuentos
de Melville que incluyó en
uno de los tomos de su Bi-
blioteca Personal, colección
de libros que Borges lanzó
un año antes de morir. Ahí
nos explica quién es Bartle-
by, el “desconcertante pro-
tagonista” de esta historia:
“Un hombre oscuro que se
niega a la acción”. La defi-
nición que da Borges es te-
rriblemente exacta. Bartleby
profiere una frase desarman-
te: “Preferiría no hacerlo”. El
nudo gordiano del cuento
está en estas palabras que
dice constantemente nues-
tro pasivo protagonista.
Una, en apariencia, simple
frase que, sin embargo, per-
turba al antagonista-narra-
dor y también al casual lec-
tor que somos nosotros. Ya
Benedetti llamaba la aten-
ción en 1953 sobre el cam-
bio vertiginoso que sufre el
narrador, mientras Bartleby
“permanece incambiado,
firme en su absurdidad”.
Deleuze
Solo el talento genial de
este filósofo francés pue-
de entrever tantas aristas en
Bartleby, al que dedica un
capítulo de su libro Crítica
y clínica. Al iniciar nomás ya
lo califica de “un texto vio-
lentamente cómico”. Gran
parte del capítulo se centra
en la “solemne” frase “Pre-
feriría no hacerlo” (“I’d pre-
fer not to”), la cual resul-
ta ser una fórmula agrama-
tical, que es una especie de Herman Melville. Su célebre cuento ejerció gran influencia en muchos escritores.
forma límite al que puede
llegar una construcción gra- que hace que las palabras ya tulo 9 de su célebre Imperio, ved no servir más y estaréis
matical, pero sin romper las no se distingan, hace el va- ven a Bartleby como lo máxi- libres de inmediato. No os
reglas sintácticas. Deleuze cío en el lenguaje”). Lo de mo de la denegación. “Rehu- pido que levantéis vuestras
encuentra que tal oración Deleuze es más amplio y ri- sar someterse al trabajo y a manos conta el tirano para
no es ni una negación en- co, pero prefiero pasar a dos la autoridad o, en realidad, derrocarlo, sino simplemen-
fática, sino una preferencia discípulos suyos que tienen negarse a la servidumbre es te que dejéis de apoyarlo”.
hacia un no hacer y aquí ra- una propuesta no menos in- el comienzo de una políti- No perdemos nada con
dica el vacío que produce en teresante. ca liberadora”. De esto, inge- probar. Leer Bartleby, de
la existencia (“la fórmula es niosamente, los autores pa- Melville, y ver si acontece la
devastadora, hace estragos, y Negri y Hardt san al renacentista La Boé- desobediencia civil. No ven-
no permite que nada subsis- Estos filósofos ofrecen una tie, quien reconocía el poder dría nada mal a nuestro atá-
ta a su paso”... “excava una lectura política del cuento de político de la ciudadanía que vico servilismo hacia la auto-
zona de indeterminación Melville. Al final del Capí- prefiere no obedecer: “Resol- ridad de turno.
 8 correo semanal
Libros
Mercedes Sosa, el mundo personal
más allá de los escenarios
En este libro el periodista, narrador y dramaturgo Rodolfo Braceli desgrana de manera atrapante la
vida de esta tucumana de 71 años, unánimemente reconocida como “La Voz de América”.
Gustavo
Olmedo
Periodista
golmedo@uhora.com.py
D
escubrir “desde
dentro” la vida de
un personaje es-
pecial, con más de
40 años de trayectoria artística,
y un bagaje que concentra cien-
tos de historias y testimonios,
es una posibilidad no solo in-
teresante sino humanamen-
te gratificante. Una artista bien
conocida por nuestro público,
que mantuvo estrechos lazos
con Paraguay a través de sus
presentaciones, su amistad con
los miembros del Nuevo Can-
cionero y con Roa Bastos.
En el libro Mercedes Sosa, La
Negra, el periodista, narrador
y dramaturgo Rodolfo Bra-
celi desgrana de manera atra-
pante, con un toque de nos-
talgia y picardía, la vida de es-
ta tucumana de 71 años, uná-
nimemente reconocida como
Novedades
Paul Ricoeur
Ed. Síntesis
G. 221.500
300 págs.
Entrevista
Libro | Crítica y convicción
Un libro diferente del filó-
sofo francés Paul Ricoeur
(1913-2005), pues se tra-
ta de una completa trans-
cripción de conversacio-
nes mantenidas con los
informados interlocutores
François Azouvi y Marc
Launay. En estas entre-
vistas, el gran pensador
aborda, por primera vez
en este estilo, su trayec-
toria personal e intelec-
tual. (Gentileza de Libre-
ría Paulinas, Azara 279
c/ Iturbe)
ULTiMAHORA
“La Voz de América”, y –al de-
cir del propio autor–, junto
a Carlos Gardel, la cantante
popular de mayor proyección
mundial que produjeron la
Argentina y Latinoamérica en
el siglo XX.
“Mercedes no quiso hacer
como que escribía sus memo-
rias valiéndose de un escritor
fantasma. No quiso mandar-
se la parte ni simular. Esta es
una biografía escrita en voz al-
ta”, señala Braceli, resumien-
do las características del texto,
que en toda su secuencia no
tiene desperdicios, y cuya “co-
lumna vertebral” constituye el
relato en primera persona de
esta mujer, que en los prime-
ros tiempos optó por el nom-
bre artístico de Gladys Oso-
rio. “Ella se cuenta” a sí mis-
ma, añade el periodista, quien
guarda el privilegio de haber
vivido y compartido gran par-
te de las experiencias comen-
tadas en su publicación.
Es un libro marcado por va-
liosos testimonios, como el de
su madre, doña Ema del Car-
Eduardo
Quintana
Arandurã Editorial y
Univ.
Iberoamericana
160 págs.
Poesía
Libro | Sol nocturno
En este primer poema-
rio de Eduardo Quinta-
na, quien recientemente
ha concluido sus estudios
secundarios, la aparente
contradicción que deno-
ta entre las dos palabras
del título no es tal, pues
ella se resuelve en la po-
sibilidad que encuentra el
poeta de abrir con llaves la
realidad imposible disfru-
tando “el sol de la noche”.
Un libro, sin duda, que es
una muestra de la novísi-
ma poesía paraguaya.
men, su único hijo, Fabio; sus
hermanos Fernando (Cacho)
y Orlando (Chichí), y de los
amigos más íntimos; aquellos
de su natal San Miguel, de Tu-
cumán, como los unidos a ella
a través del tiempo, los ideales
y los escenarios compartidos.
Los diversos retratos –con
anécdotas inéditas, fotos des-
conocidas y emotivos rela-
tos– muestran no solo a la su-
prema cantante, sino también
a la Mercedes mujer, lejos de
los escenarios y las ovaciones.
Entre los retratistas de la “otra
Mercedes” aparecen figuras de
renombre como León Gieco,
Horacio Molina, Víctor He-
redia, Liliana Herrero, Carlos
Alonso y Charly García.
La obra posee un relato suel-
to, poco rígido, que, no obs-
tante, se detiene en momentos
precisos y básicos, entre ellos,
infancia, adolescencia, desper-
tar artístico, noviazgos, dicta-
dura militar, Triple A, cárcel,
exilio, creencias religiosas y su
enfermedad “con apetencia de
suicidio en el 97”.
Mirtha Barreto
Ed. Servilibro
110 págs.
Ensayo
Libro | Tierras mal habidas
El presente trabajo tiene el
objetivo de demostrar el pro-
ceso de entrega de las tierras
públicas en el Paraguay des-
de 1870 en adelante, y, espe-
cíficamente, la situación de
las tierras mal habidas, aque-
llas que con el ropaje “legal”
fueron mal vendidas, las que
fueron robadas al Estado y
las que fueron a parar en ma-
nos de quienes nada que ver
tienen con la Reforma Agra-
ria. Un trabajo de gran valor
informativo. (Gentileza de
Servilibro)
Para leer
Mercedes Sosa, La
Negra
Rodolfo Braceli
Editorial Sudame-
ricana
313 págs.
G. 50.000.
Librería Interconti-
nental
Biografía
En una parte, el periodista
sumerge a la cantante en un
Laura
Restrepo
Ed. Alfaguara
G.120.00
451 págs.
Novela
Revista | La novia oscura
La última novela de la escrito-
ra colombiana habla de Sayo-
nara, una joven que se prosti-
tuye en la selva, donde se en-
cuentran los pozos petroleros
colombianos y sus muchos
trabajadores que son clientes
suyos. Según Isabel Allende,
este libro habla de “amor, lu-
juria, desesperación, orgullo,
violencia, magia y esperanza
irracional”. Con una prosa do-
tada de mucho lirismo y agi-
lidad, Restrepo atrapa a sus
lectores hasta el final. (Gen-
tileza de Santillana)
diálogo imaginario con gran-
des personajes de la historia
como Mahatma Gandhi, Je-
sús, el Che Guevara, Hitler,
Evita, Perón y Carlos Gardel,
entre otros.
Con lenguaje sencillo, la lec-
tura transporta. En minutos es
casi como estar en una ronda
de amigos, charlando, y con
La Negra en medio contan-
do –entre mate y empanadas
de su pueblo– que también se
llama Haydée y que nació un
9 de julio (de 1935), lo que ca-
si le valió el nombre de Julia
Argentina, en homenaje a la
Independencia nacional que
se celebra en esa fecha.
Mercedes Sosa se muestra
simple y sincera; habla firme,
pero también titubea, ríe, cri-
tica y no tiene miedo de mos-
trar que sufrió, que aún llora
y que la soledad le causa un
gran dolor. “El exilio siempre
es una muerte. Ni el caviar ni
las ovaciones detienen esa he-
morragia que tenemos cada
día cuando estamos lejos”,
rescata al recordar duros años
Bernardo
Kliksberg
Temas Grupo
Ed.
G.85.000
224 págs.
Ensayo
Libro | Más ética, más
desarrollo
El autor lleva al lector a un rigu-
roso recorrido por la realidad
de América Latina, un conti-
nente groseramente inequita-
tivo. Hace un riguroso y agu-
do análisis sobre las muchas
desigualdades que persisten
desde hace décadas en el con-
tinente, de lo que no es excep-
ción Paraguay. Se trata de la
primera edición paraguaya de
un libro que desde hace mu-
chos años ya es un best-seller
internacional. (Gentileza El
Lector)
ASUNCIÓN
SÁBADO 30, DICIEMBRE 2006
de su vida.
Es el “relato de su asombro-
sa existencia”, dirá el mismo
Braceli, confesando que al es-
cribir el libro se enfrentó ante
el dilema de la abundancia –
que no es menos que la caren-
cia– con cientos de momentos
inolvidables compartidos en
los más de 30 años de amistad
que le une a la cantante.
La Negra se muestra así, con
un rostro humano, con esa
ternura de madre, de mujer, de
hija; con las preguntas sobre la
muerte, la vida y el futuro de la
Tierra; con las angustias y ale-
grías de cualquier mortal.
Al llegar a las últimas ho-
jas uno comprende por qué
Braceli sentencia en el prólo-
go de manera contundente.
Este se trata de un libro para
ser “escuchado” con la ore-
ja del corazón antes que con
la del cerebro; o, para decirlo
de otro modo, la posibilidad
de un mano a mano con esa
humanidad desconocida –o
poco conocida– de La Negra
Sosa.
Rafael Mas
Pallarés
Universidad
Nacional de
Asunción
G.170.00
236 págs.
Divulgación
Libro| Vertebrados del
Paraguay
Esta obra viene a satisfa-
cer la “literatura científica”
del Paraguay. Si bien existen
publicaciones parciales so-
bre la materia, ésta abarca
la totalidad de los cinco gru-
pos de vertebrados. Se hace
una descripción anatómica
de éstos, del hábitat de ca-
da uno de ellos, su alimenta-
ción, su distribución geográ-
fica dentro del país y de sus
voces. Un aporte fundamen-
tal para la bibliografía sobre
la fauna del Paraguay.
ASUNCIÓN
SÁBADO 30, DICIEMBRE 2006 ULTiMAHORA correo semanal 9

Señales Agenda
Blas Brítez
cultural
Periodista

bbritez@uhora.com.py
SÁBADO 30

19.30 hs.. Presentación del

Gunter Grass
premiado
Justo cuando las críticas arre-
ciaban en su contra –por ha-
ber confesado que en su ju-
ventud había sido miembro
de las SS hitlerianas–, el es-
critor alemán Gunter Grass
recibirá en la primavera de
2007 el Premio Ernst Toeller,
según lo ha anunciado esta
semana la Sociedad Ernst To-
eller, que lleva el nombre de
uno de los dramaturgos más
importantes de la República
de Weimar, quien se había ca-
racterizado por escribir obras
que criticaban el militarismo.
Parece ser que la concesión
es una manera de aliviar los
embates contra Grass, sobre
quien algunos habían dicho
incluso que debería ser des-
pojado del Premio Nobel.
Umbral de palabras
La Real Academia Española
premia a Enrique Vila-Matas
Con una medalla de oro
y 25.000 euros premió
la Real Academia Espa-
ñola (RAE) al escritor es-
pañol Enrique Vila-Ma-
tas, específicamente por
su última novela: Doctor
Pasavento. Otorgado al-
ternativamente a la me-
jor obra de creación o
de investigación lingüís-
tica o literaria del bienio
precedente, la obra de
Vila-Matas fue elegida
entre veintidós candida-
turas presentadas. Para
la RAE la novela coloca
“el ejercicio de creación
literaria en el centro de
la experiencia humana”.
No es el primer galar-
dón que recibe el espa-
ñol por la citada nove-
la, que antes había sido
reconocida con el Pre-
mio de la Fundación Jo-
sé Manuel Lara Hernán-
dez, concedido por do-
ce editoriales españolas.
Vila-Matas es uno de los
escritores españoles más
importantes y reconoci-
dos de los últimos años.
Un libro sobre el uso del
poder será presentado hoy
Hoy a las 19.30 hs., en el
Pub La Viola (Repúbli-
ca Francesa entre Maris-
cal López y Eligio Ayala),
tendrá lugar la presenta-
ción del libro El poder en
el no-lugar. Reflexiones so-
bre el uso del poder en la
vida cotidiana, de Fran-
cisco Franco Gauto. El
libro es dado a conocer
por Jakembó Editores y
Helvetas Paraguay, y es la
primera obra de la colec-
ción de ensayos “Bestias
oráculos” del citado se-
llo editorial. Según una
nota de los editores, el li-
bro es un “estudio sobre
el uso del poder y abarca
tanto exposiciones teó-
ricas (así, las relativas a
las tesis del panóptico
de Bentham como siste-
ma de control de los pre-
Vuelve Harry Potter
Ya tiene título el séptimo
volumen de la saga de
Harry Potter, según el si-
tio de internet oficial de
J.K. Rowling, su autora.
El mismo es “Harry Po-
tter and the Deathly Ha-
libro El poder en el no-
lugar. Reflexiones sobre
el uso del poder en la vida
cotidiana, de Francisco
Franco Gauto, en el Pub La
Viola (República Francesa
entre Mariscal López y Eli-
gio Ayala).
Apertura de las inscrip-
ciones para el Taller de
Prácticas Orquestales y
de Dirección Orquestal.
Departamento Cultural del
Centro Cultural Paragua-
yo-Americano. Tel.: 224-
831 o al mail: orquesta@
ccpa.edu.py. Fecha límite
de inscripción: viernes 5
de enero de 2007. Inicio:
sos, los enfermos y la so- lunes 8 de enero de 2007, a
ciedad en general), hasta cargo del maestro Gabriel
análisis de la experiencia Graziani.
inmediata”. En la oca-
sión también tocarán en 8 a 22 hs. Feria de productos
vivo el grupo punk Los artesanales organziada
Nietos del Papa y el cla- por la Coordinadora de
rinetista Gustavo Díaz Artesanos Productores del
Meyer. Paraguay. En su local de
RI6 Boquerón casi Rivaro-
la Matto.
llows”, lo que se podría 09: a 14 hs. Cierre de la mues-
traducir como Harry Po- tra fotográfica dedicada
tter y las llamadas morta- a la vida de Elvio Romero.
les. Parece ser que la es- Centro Cultural de la Re-
pera de los fanáticos del pública “El Cabildo”. Entra-
mago ya tiene las horas da libre.
contadas.
09: a 14 hs. Clausura de la ex-
posición de obras del artis-
ta William Riquelme. Cen-
tro Cultural de la República
“El Cabildo”. Entrada libre.

Dora Gómez Bueno de Acuña Sigue la muestra colec-

tiva de artistas plásticos
y estudiantes en torno al
tema “La magia de la tie-
Nació en Luque en 1903 y falleció en Encarnación (1940), es considerado el primer poemario eróti- el abismo (1954), Vivir es decir (1977) y Antología rra”. Avda. Mcal. López 164
en 1987. Fue poetisa, maestra, periodista y actriz co publicado en el país. Sus obras posteriores in- (1985). (ruta Areguá-Patiño). En-
radial. Su primer libro de poemas, Flor de caña cluyen, entre otras: Barro celeste (1943), Luz en trada libre.

19:00 hs. Documental Sol y

El beso que en la agonía aceleraba el ritmo de mi sangre sombra, del director fran-
de la tarde serenamente bella reflejando en mi rostro la impaciencia; cés Philipp Claude. Audi-
Te di la fruta recibe en sus corolas el polen fecundante desesperado afán, oh, amada única torio Ruy Díaz de Guzmán
pulposa de mis labios, honrando así a la ley naturaleza obsesionante amada, la única: de la Manzana de la Rivera.
te di la fruta más rara del vergel, que es madre entre las madres. ¿zarpará hasta la playa el esperado Entrada libre y gratuita.
mi corazón ¡Y en esa inefable conjunción de los espíritus o se hundirá en la arista de mi angustia?
y no creíste en él... de dos almas febriles 21:00 hs. Concierto de rock
despreciaste su quintaesencia cuatro pétalos raudos De alegría y asombro estoy llorando. de Abomination, Vulga-
idealizada cuatro labios sedientos ridad, Flesh Hunter y To
¡y exprimiste su rabia jugosa con desdén! desmayan sus abriles! Vino el hijo esperado sobre el filo del día Arkam. Entrada 7.000 Gs.
la rosa carnal de mi boca y trajo nuevas ánforas de olorosos ungüentos;
como sangrienta tentación, Poema al hijo esperado llenará nuestras vidas total y plenamente Música, danza, teatro, con-
sigue buscando, amando, los pétalos magos apagando esta angustia de nuestros pechos fuertes; tact, máscara. Fiesta de
de tus labios de sol. En el devenir del tiempo, oh, amada, la seda de sus dedos, la curva de sus labios fin de año en el local del
Y te siento llegar a mí tan quedamente, los besos de un pequeño ambicionaba; oh, Dios, cuánto te debemos Sindicato de Periodistas
tan magníficamente humanizado y fue pasando un cielo desteñido no acude otra palabra sacudiendo mi entraña: del Paraguay. Desde antes,
que mi boca se entreabre imaginando sobre mi corazón, cielo embozado, gracias, gracias, Dios mío: durante y después de la
placeres ignorados, a pasos lentos, a perderse luego... medianoche. Herrera 948
cual flor santificada, Compañera ideal, tu morena belleza Alfarero, ya mi cielo está abierto. c/ EEUU. Entrada libre.
 10 correo semanal
Filosofía
El centenario de
Max Stirner
El filósofo cuya obra animara a los personajes de Orson Welles, a los vagabundos de
Jack London, a los arrogantes hobos de Robert Aldrich en El emperador del Norte.
Montserrat
Álvarez
Filósofa
madameratt@gmail.com
S
uele decirse que
es difícil encon-
trar algo adecua-
do sobre Stirner
en los manuales de historia
de la filosofía. Y parece na-
tural que si Johann Kaspar
Schmidt, el hombre, estaba
fuera del círculo de los “exi-
tosos”, los “triunfadores”,
y hasta los “decentes”, Max
Stirner, el autor, lo esté del
panteón de los filósofos “se-
rios”, y hasta “respetables”.
Ese violento Stirner que era
en la “vida real” el oscuro
y sufrido profesor Schmi-
dt de la academia de ma-
dame Gropius para señori-
tas, nacido en 1806, en un
hogar pobre de Bayreuth, y
que tras larga y entrecortada
carrera universitaria había
conseguido un certificado
para dar clases en institutos
prusianos. Que había tra-
bajado en efecto así más de
un año sin salario, a prueba,
tras lo cual no obtuvo sala-
rio alguno, pero que, pese a
no tener empleo, se había
casado en 1837, quedando
viudo en seguida. Que veía
esta vida tan alegre ameni-
zada por las recurrentes “va-
caciones” dedicadas a su
madre demente. Cuyo em-
pleo en el citado instituto
de madame Gropius había
dado inicio a la que quizá
sería su única época feliz: la
de la taberna de Hippel en
la Friedrichstrasse y los rui-
dosos debates de los jóve-
nes hegelianos, Die Freien,
“los Libres”, con Bruno y
Edgar Bauer y a veces Marx
y Engels en medio del ba-
rullo. Un día llegó allí una
joven hermosa y brillante,
Marie Dahnhardt, a quien
los Libres aceptaron pronto
como una buena camarada
que podía argumentar, por
ULTiMAHORA
un lado, y apurar su cerveza,
por otro, como cualquiera
de ellos. Stirner la desposó
en 1843, en una ceremonia
caótica e indecente en su
departamento, donde el cu-
ra lo encontró jugando car-
tas con los testigos en man-
gas de camisa y esperando
a la novia, que llegó vesti-
da como un día cualquie-
ra. Nadie se había acorda-
do de comprar alianzas, así
que usaron los aros de cobre
del portamonedas de Bru-
no Bauer. Al año siguiente,
en 1844, Stirner publicó El
único, causando un fugaz es-
cándalo, tras el cual regre-
só su mala suerte: perdió su
empleo, quizá por rumo-
res acerca de que el profesor
Schmidt era en realidad el
horrible anarquista Stirner,
y, para vivir, además de ha-
cer traducciones mal paga-
das, invirtió lo que quedaba
de la dote de Marie en una
lechería que fracasó rotun-
damente. Marie lo dejó en
1847. Mucho después, con-
cluyendo aquel siglo XIX, el
biógrafo Mackay la visitaría
en Australia, ya muy ancia-
na pero con el intacto y ví-
vido recuerdo de sus días
con Stirner, del cual miste-
riosamente afirmó que era
“muy pícaro”. Allá lejos en
el tiempo, después de que
Marie se fuera para siempre,
Stirner había comenzado a
caer en la oscuridad y la mi-
seria, subsistiendo en sórdi-
dos antros, apresado más de
una vez por deudas y, has-
ta su muerte prematura en
1856, huyendo sin tregua de
sus incontables acreedores.
Una obra polémica
El único fue retirado de
la circulación porque en
él “no solo Dios, Cristo, la
Iglesia y la religión en gen-
eral son objeto de la más
inconveniente blasfemia,
sino que también todo el
orden social, el Estado y
el Gobierno se definen co-
mo algo que no debería ex-
istir, mientras se justifican
la mentira, el perjurio, el
asesinato y el suicidio”. No
solo agitó a las autoridades,
sino también a los intelec-
tuales. Cuando apareció,
Engels escribió a Marx:
“Evidentemente, S(tirner)
es el más talentoso, inde-
pendiente y preciso entre
todos los Libres”. Sin em-
bargo, en La ideología ale-
mana Marx y Engels lo de-
molerán con saña. Feuer-
bach comentó también es-
ta obra “de extrema inteli-
gencia y genialidad”. Pero
en su siguiente carta habrá
cambiado: “Los ataques de
Stirner delatan una cierta
vanidad, como si quisiera
hacerse un nombre a ex-
pensas del mío”. Ruge cele-
brará El único en varias car-
tas; una dice: “El libro de
Max Stirner (Schmidt), que
quizá también Ludwig con-
oce (frecuentaba de noche
la taberna de Walburg y se
sentaba frente a nosotros),
es una extraña aparición.
Es el primer libro legible
de filosofía impreso en
Alemania; y podría decirse
que ha aparecido el primer
hombre totalmente exento
de pedantería”. No obstan-
te, su simpatía también ter-
minará pronto. Y, en 1847,
el ataque de Kuno Fischer
contra Stirner y los “sofis-
tas modernos” iniciará la
campaña para cerrar las re-
spetables puertas del gran
instituto para señoritas del
mundo académico y la his-
toria oficial del pensam-
iento de Occidente ante las
narices del indigno profe-
sor Schmidt. En adelan-
te, El único acompañará a
los parias, a los aventure-
ros sin fortuna, a los presos
por deudas, a los autodi-
dactas heterodoxos y de-
lirantes, a los filósofos ex-
céntricos de bares y de ca-
fés, a cuantos merodean en
los suburbios y en los ex-
tramuros del pensamien-
to civilizado, a los grandes
solitarios. Animará a los
personajes “insondables”
de Orson Welles, a los in-
fatigables vagabundos de
Jack London, a los arrogan-
tes hobos de Robert Aldrich
en El emperador del Norte,
e inspirará al dostoievski-
ano hombre del subsuelo
su terrible, honda, monó-
tona, espléndida salmodia
inolvidable: “Soy un hom-
bre enfermo, soy un hom-
bre desagradable, soy un
hombre malo”. En su man-
ual de filosofía moderna,
Fischer decide la expulsión
con un elegante juego de
palabras (“Stirner está en la
esquina de la filosofía ale-
mana”): “el que está en la
esquina”, der Eckensteher,
significa también “mozo
de cuerda”: Stirner nunca
fue más que un harapien-
to mozo de cuerda, vulgar
como todo harapiento, fas-
tidioso como todo harapi-
ento, pero también, prime-
ro, antes que nada, peligro-
so, como todo harapiento.
Ácido humor
“Yo desprecio la natura-
leza, los hombres y sus le-
yes, la sociedad humana y
su amor, y rescindo toda re-
lación natural con ella, in-
cluida la del lenguaje (…).
Ya hago una concesión si
me sirvo del lenguaje; pues
yo soy el ‘indecible’, ‘yo so-
ASUNCIÓN
SÁBADO 30, DICIEMBRE 2006
lo me muestro’”. Tajante au-
toexclusión y voluntad ato-
mizadora, disolvente de la
opresiva estructura de lo so-
cial, con las que el Único no
se contenta con enfrentar
al Estado ni con rebelarse
contra Dios, sino que desa-
fía al Hombre, los valores, la
Verdad, el Bien y el lengua-
je mismo, intolerable escla-
vitud de lo gregario que no
me dice, pues solo podría de-
cirme una neolengua única.
“¿Qué es lo bueno, qué es
lo malo? Yo mismo soy mi
causa, y no soy ni bueno ni
malo; ésas no son, para mí,
más que palabras”. Ideales
y valores: simples máscaras
de Dios. El egoísta no se so-
mete a Dios ni a idea o valor
alguno. ¿Por qué lo haría, si
Dios no lo hace? Dios no si-
gue la causa del amor, la jus-
ticia o la verdad, pues todas
ellas le son consustanciales:
sigue su propia causa; se es
su propia causa para sí: Dios
es el egoísta más perfecto, y
el egoísta, como Dios, se es
su sola causa, y por ello será
siempre el primer enemigo
del Estado, la moral y cuan-
to represente intereses gene-
rales y principios “universa-
les”. “Nuestros ateos son gen-
te piadosa”: niegan a Dios,
pero creen en los “derechos
del hombre”, en el “bien
de la humanidad”, etcéte-
ra. De modo muy diferente
interpela el amor del egoís-
ta: “Si yo te brindo atencio-
nes y cuidados es porque te
quiero, porque encuentro
en ti el alimento de mi cora-
zón, la suspensión de mi an-
gustia; si te amo, no amo en
ti a un ser superior de quien
seas la envoltura consagrada
ni veo en ti un fantasma ni
adivino un espíritu: te amo
por egoísmo”. “Si yo baso
mi causa sobre Mí, el Úni-
co, ella reposa sobre su crea-
dor efímero y perecedero
que se devora a sí mismo a
cada instante, y puedo de-
cir por ello”, escribe por fin
Stirner, cerrando su extraño
libro con una frase que po-
dría haber sido su propio y
airado epitafio: “Yo he fun-
dado mi causa sobre la Na-
da”. Hay blasfemias más her-
mosas que todos los sermo-
nes, y vidas de condenados
más nobles que las que na-
rran las hagiografías. La vi-
da de Johann Kaspar Schmi-
dt, áspera, dura, zanjada con
olvido y soledad, y el libro
de Max Stirner, altanero, vi-
goroso, lleno de entusiasta y
tosca poesía, ríen con la bár-
bara carcajada del orgullo, el
más peligroso de los peca-
dos capitales, y el predilecto
de las almas fuertes.
ASUNCIÓN
SÁBADO 30, DICIEMBRE 2006 ULTiMAHORA correo semanal 11

Memoria viva

Las voces de los testigos

Aída Lara lanzó su libro Vidas, perfiles y recuerdos, volumen que reúne las vivencias de músicos, can-
tores y poetas populares del Paraguay. Permite conocer más a fondo a los grandes autores.

Mario Rubén (Vivencias de músicos, canto-
Álvarez res y poetas paraguayos). Sus
Poeta y periodista páginas albergan algunas
de las entrevistas realiza-
das a lo largo de sus pro-
gramas radiales vinculados
alva@uhora.com.py
a la música paraguaya. Las
compositor Ulises Ayala y
la artista guaireña Carmen
Villalba.
También se puede leer
lo que cuenta el guitarrista
salvadoreño José Cándido
Morales acerca de su maes-
solamente algunas de las
vivencias e ideas de los ar-
tistas, sino también aspec-
tos inéditos relacionados a
los que han elegido la mú-
sica como una identidad
personal.

G
ran parte de la
historia de la
música para-
guaya circula
en los cauces subterráneos
de la oralidad. Si bien las
letras están escritas e inclu-
so –en muchos casos– las
melodías ya tienen la se-
guridad del pentagrama, lo
relacionado a sus autores,
su entorno, las circunstan-
cias que fueron moldeando
sus recursos expresivos y su
pensamiento forman parte
del repertorio de un ancho
silencio.
Por eso, cuando se publi-
ca un libro que registra en
letras de molde una parte
del universo de los intér-
pretes y compositores, no
queda otra sino celebrar la
aparición de un material
que va a derrotar la fragi-
lidad de lo que solo vivi-
rá hasta que sus portadores
estén con vida. El resto será
polvo del olvido.
Aída Lara –locutora y
docente, proveniente de
una familia de músicos cu-
ya cúspide es Carlos La-
ra Bareiro– acaba de lan-
zar Vidas, perfiles y recuerdos
fotos y el disco que registra
las voces de los artistas con
los que conversó son el in-
apreciable valor agregado
del material.
“Aída nos pone frente a
personajes que han llegado
a la gloria musical. Al mis-
mo tiempo, frente a los es-
fuerzos, las desesperanzas,
el trabajoso camino por el
que anduvieron para al-
canzar el éxito. Se sabe que
en esta carrera hubo coda-
zos para llegar a la meta o
mantenerse en ella. Pero la
autora tuvo la delicadeza
de pasar por encima de las
heridas, de esquivarlas”,
dice el escritor y periodis-
ta Alcibiades González
Delvalle en el prólogo de
la obra financiada por el
Fondo Nacional de la Cul-
tura y las Artes (Fondec) y
publicada con el sello de la
Editorial Servilibro.
Los entrevistados son
Wilma Ferreira, cantan-
te y profesora de Canto,
compañera inseparable
de Julián Rejala; Rogelio
Quintana, autor de la letra
de Guarambaré; el arpista
Luis Bordón; el cantante y
tro Agustín Pío Barrios,
lo mismo que el conteni-
do de una conferencia de
Cayo Sila Godoy con res-
pecto al genial compositor
sanjuanino.
Emilio Bobadilla Cáce-
res, Cristóbal Pérez Or-
tiz (Chiquirí), Willy Mén-
dez, Virgilio Rojas, Digno
García, Herminio Gimé-
nez, Pedro Ramírez, José
Magno Soler, Cirilo Fre-
tes Franco, Pedro Leguiza-
món y otros son también
parte del universo compi-
lado por Aída Lara.
Un apartado muy espe-
cial está dedicado al poe-
ta Rigoberto Fontao Me-
za, primer letrista de José
Asunción Flores, hasta la
desavenencia originada en
la letra de la guarania In-
dia. Al profesor Tomás Li-
bardi se debe el hallazgo
de la partida de nacimien-
to de ese autor, probando
de esa manera, de modo
rotundo, que es oriundo
de San Pedro de Ycuaman-
dyyú.
Quien recorra con sus
ojos el itinerario trazado
en el libro encontrará no
Pedro Leguizamón, por
ejemplo, habla de la que
fuera su esposa, la arpista
Ada Valiente, más conoci-
da como Nenequita Valien-
te. Se refiere a un episodio
poco conocido: era la hija
de Agustín Barrios. De ni-
ña, la vestían de hombre
para que su padre no la pu-
diera reconocer.
En las conversaciones –
sin que sean su eje de inte-
rés principal, ya que el ob-
jetivo es conocer al artista y
su obra– aparecen las his-
torias de algunas cancio-
nes. Herminio Giménez
relata de qué modo, a los
13 años, compuso la músi-
ca de Jasy morotî, sobre ver-
sos de Darío Gómez Se-
rrato. Y Rogelio Quintana
rememora los pormeno-
res de la creación de Gua-
rambaré, por recordar solo
dos momentos en que los
autores mencionan algu- Herminio Giménez. Figura evocada en el libro.
nas de sus creaciones más
arraigadas en el sentimien- mitos y aclaran controver- tregas continúe compar-
to popular. sias. El archivo de la auto- tiendo con sus lectores las
La obra de Aída Lara es ra guarda tesoros tan valio- voces de los que ha ido en-
relevante. Los testimonios sos como los que comparte trevistando en su extensa e
de primera mano contes- con sus lectores. Es de es- intensa carrera en favor de
tan preguntas, derrumban perar que en sucesivas en- la cultura paraguaya.

Caricatura verseada
Comenzó entre los jerarcas
la otra concertación,
en la que están por cabezas
Castiglioni y Nicanor.
La otra concertación
Concertación contra Lugo, Nicanor Duarte Frutos También afirma haber dicho
por evidente temor –vieeejo manipulador– a Lugo en otra ocasión
de que la gente se incline acusa a Fernando Lugo que dejara la sotana
por él en la votación. de ser manipulador. para cumplir otro rol.
Sucede que Duarte Frutos Luis Alberto Castiglioni Ahora que ya lo hizo,
prometió y nada cumplió, –el vice kaigue rapo ipochyete Nicanor
y a los que algo en él creían y estafador del trabajo– porque, aunque quiera negarlo,
dejó gran desilusión. lo acusa de estafador. ve en Lugo a un gran contendor.
Y hoy esgrimen argumentos Nicanor dice haber visto Y a Castiglioni le aterra
de endeblísimo tenor, a Lugo con Wasmosón dejar de ser lo que es hoy:
con toques de conventillos cuando éste fue presidente: un purapinta pintado
de difamante rumor. ¿Y por casa, Nicanor? con flequillo y peinador. Mario Casartelli homerobach@hotmail.com
 12 correo semanal
CORREOSEMANAL
Arte
William Riquelme. De la serie “William Riquelme y su mundo”, 2006. 2,70 m x 1,80 m. Pintura sintética sobre duratex.
William Riquelme: Materia viva /
Contemporaneidades múltiples
El artista, antiguo integrante del grupo "Los novísimos", retoma el material de la época de los
60: pintura sintética de publicidad barata e irreverente frente a la tradicional nobleza del óleo.
Adriana
Almada
E
n el contexto de
una muestra mayor,
que reúne obras de
diversos períodos y
documentación amplia sobre
su trayectoria en el campo del
arte y la moda, la sala princi-
pal del Centro Cultural de la
República ofrece una serie de
pinturas recientes de William
Riquelme, realizadas específi-
camente para esta ocasión.
De grandes dimensiones,
éstas parecen condensar, en
la estridencia del color y la
fuerza expresiva de las figuras,
una rica herencia que exhibe
los rasgos tanto de la nueva
figuración argentina como de
la transvanguardia italiana.
Riquelme, con su praxis
alejada de todo intelectua-
lismo, incorpora a su obra
el “accidente” propio de la
mancha, a partir de la cual
comienza a entrever los per-
sonajes de un relato ancla-
ULTiMAHORA
do en contemporaneidades
múltiples: experiencias de ju-
ventud, seres populares que
deambulan por una ciudad
tan imaginaria como real que
no termina de desaparecer,
visiones de tiempos por ve-
nir. En este sentido, es posible
afirmar que el artista se acerca
a la posición de Achille Boni-
to Oliva cuando éste defien-
de “la nueva subjetividad y la
fragancia de una obra cuyos
componentes materiales no
estuviesen momificados por
posiciones ideológicas ni por
proyectos intelectuales, sino
transidos de materia viva...”.
Es ésta, pues, una pintura
muy ligada a la propia intui-
ción, sin intencionalidades,
casi una pulsión.
Riquelme, por su parte, re-
conoce que ha realizado estas
obras como aquellos protoar-
tistas que dejaron su impron-
ta en las cuevas de Altamira.
Solo que aquí el ritual ha ser-
vido para conjurar fantasmas
personales y colectivos, a tra-
vés de un relato vivencial que
incluye personajes familiares
y extraños a la vez, en un cli-
ma que oscila entre la intimi-
dad festiva de los amantes o
ASUNCIÓN
SÁBADO 30, DICIEMBRE 2006
los amigos y la inocultable
desesperación humana ante
la catástrofe. En estas grandes
superficies cromáticas, tam-
bién signadas por el trazo y el
volumen, Riquelme reata su
propia historia.
Animado por el carácter re-
trospectivo de la exposición
–que incluye sus dibujos,
desplegados en series infini-
tas, enlazadas, entrecortadas,
abismadas–, regresó al pun-
to que había dejado incluso a
mediados de los 60, cuando
cada uno de los integrantes
del grupo “Los novísimos”,
entre los cuales estaba, tomó
un rumbo diferente. Puesto
en situación de imaginar la
continuación de esa travesía, Aspecto de una parte de la muestra.
la suya propia, retomó el ma-
terial de aquella época: pintu- sos del propio pasado. O bien, tualidad de la pintura, enten- Felipe Noé, Rómulo Macció,
ra sintética de publicidad ba- con herramientas elementa- dida como capacidad de de- Ernesto Deira o Jorge de la
rata, irreverente y provocado- les, desarrolló el gesto atávico volver al proceso creativo un Vega dejaron en su memoria.
ra frente a la tradicional no- de pintar sobre una superficie intenso erotismo y el espesor Articula así un tejido de filiacio-
bleza del óleo. plana, dura y extensa, alimen- de una imagen que no se pri- nes que, más allá de la cita o el
Las grandes dimensiones tando la obra con voces tan ve del placer de la representa- homenaje, se convierte en un
por las que optó en esta oca- antiguas como actuales, dejan- ción y de la narración”. ejercicio personal de recono-
sión también son síntoma in- do en el soporte un entrama- Yendo aún más lejos, en esta cimiento del propio sustrato,
equívoco de la envergadura do de compleja factura. suerte de viaje río arriba y siem- cuya riqueza se acrecienta con
del desafío: en un juego para- También en este sentido el pre amparado por el esquema el contacto desprejuiciado con
doxal, a partir del futuro, Ri- artista responde a la actitud retrospectivo de la exposición, el otro (o los otros) y continúa,
quelme buscaba extraer los de la transvanguardia y su vo- Riquelme revitaliza las impre- por lo tanto, alimentando cada
ingredientes más sustancio- luntad de “recuperar la inac- siones que, entre otros, Luis nueva obra.