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 SUMARIO

ISSN: 0185-3716
del Fondo de Cultura Económica

Una conversación
entre Picasso y Brassaï, Henry Miller
mediante

•Javier Sicilia: •Hermann Broch


Concepción Cabrera por Martin Lüdke
de Armida
•Ramón Xirau
•Carlos Pellicer López: y la poesía
Pellicer, por José María
López Velarde y Zaid Espinasa

•Poesía •J. G. Cobo Borda:


de Giórgos Seféris García Márquez
y Juan Carvajal y Álvaro Mutis:
la política y el olvido

Correspondencia
entre Alfonso Reyes y Enrique González Martínez

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SUMARIO
MAYO, 2002
del Fondo de Cultura Económica
GIÓRGOS SEFÉRIS: Salamina de Chipre • 3
DIRECTOR BRASSAÏ: Picasso en la Costa Azul • 4
Gonzalo Celorio
CARLOS PELLICER LÓPEZ: Por la Antología mínima • 11
EDITOR JUAN CARVAJAL: Por una toga deshabitada • 13
Francisco Hinojosa JAVIER SICILIA: Concepción Cabrera
de Armida • 14
CONSEJO MARTIN LÜDKE: Hermann Broch: el ángel acosado
DE REDACCIÓN y su doble oficio • 17
Ricardo Ancira, Adolfo Castañón, JOSÉ MARÍA ESPINASA: Ramón Xirau y la poesía • 21
Joaquín Díez-Canedo, LEONARDO MARTÍNEZ CARRIZALES: Los archivos de Reyes
María del Carmen Farías, y González Martínez • 23
Mario Enrique Figueroa, ALFONSO REYES Y ENRIQUE GONZÁLEZ MARTÍNEZ:
Daniel Goldin, Josu Landa, Dos cartas • 25
Marina Núñez Bespalova, JUAN GUSTAVO COBO BORDA: García Márquez y
Philippe Ollé-Laprune, Álvaro Mutis: la política y el olvido • 26
Jorge Ruiz Dueñas
ARGENTINA: Alejandro Katz
COLOMBIA: Juan Camilo Sierra
ESPAÑA: María Luisa Capella,
Héctor Subirats
PERÚ: Germán Carnero

REDACCIÓN
Marco Antonio Pulido

DISEÑO, TIPOGRAFÍA
Y PRODUCCIÓN
elδorado
Snark Editores, S. A. de C. V.
IMPRESIÓN
Impresora y Encuadernadora
Progreso, S. A. de C. V.


La Gaceta del Fondo de Cultura Económica es una publicación
mensual editada por el Fondo de Cultura Económica, con domici-
‹ ‹ ILUSTRACIONES TOMADAS DEL LIBRO DE PABLO PICASSO
lio en Carretera Picacho-Ajusco 227, Colonia Bosques del Pedre- SUITE VOLLARD, TURNER, MADRID, 1991 › ›
gal, Delegación Tlalpan, Distrito Federal, México. Editor responsable:
Francisco Hinojosa. Certificado de Licitud de Título número 8635 y de
Licitud de Contenido número 6080, expedidos por la Comisión Califi-
cadora de Publicaciones y Revistas Ilustradas el 15 de junio de 1995.
La Gaceta del Fondo de Cultura Económica es un nombre registrado
en el Instituto Nacional del Derecho de Autor, con el número 04-2001-
112210102100, de fecha 22 de noviembre de 2001. Registro Postal, MAYO, 2002
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Publicación Periódica: PP09-0206. Distribuida por el propio Fondo de
Cultura Económica.
Correo electrónico: lagacetafce@fce.com.mx

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Salamina de Chipre
3 Giórgos Seféris
3Versión de Francisco Segovia y Selma Ancira

...y aquella Salamina cuya metrópoli no le toma mucho tiempo


es ahora causa de estos llantos. llenarse de locura:
Esquilo, Los persas hay una isla...”

Amigos de la otra guerra,


A veces el sol de mediodía; a veces puñados de en esta playa desierta cubierta de nubarrones
lluvia ligera pienso en ustedes mientras pasa el día:
y la playa cubierta de una pedacería de antiguos aquellos que cayeron en la lucha y aquellos que
trastes. cayeron años después de la batalla,
Las columnas insignificantes; sólo la iglesia en aquellos que vieron la aurora entre la bruma de
ruinas de San Epifanio la muerte
que revela —oscura, hundida— el poder del o, en la salvaje soledad bajo las estrellas,
dorado Imperio. sintieron posarse sobre ellos los enormes
ojos oscuros
Cuerpos jóvenes pasaron por aquí, enamorados; de la catástrofe total;
vibrantes pechos, rosadas conchas, pies y también aquellos que rezaron
corriendo sobre el agua sin temor cuando un reflejo de acero aserró los barcos:
y abrazos abiertos para el apareamiento del “Señor, ayúdanos a recordar
deseo. la causa de esta violencia:
El Señor sobre las aguas, avaricia, dolo, egoísmo,
por encima de este paso. la desecación del amor;
Señor, ayúdanos a arrancar esto de raíz...”
Entonces escuché pisadas en los guijarros.
No vi rostros; se habían ido cuando me volví. —Ahora, sobre estos guijarros, es mejor olvidar;
Pero la voz, pesada como el paso de los bueyes, hablar no hace ningún bien;
permaneció allí, en las venas del cielo, en el ¿quién puede cambiar el ánimo de los
embate del mar poderosos?
entre las piedras, una y otra vez: ¿Quién puede hacerse escuchar?
Cada uno sueña para sí, sin escuchar la pesadilla
“La tierra no tiene asideros de los otros.
para que puedan llevarla en hombros,
ni pueden, por sedientos que estén, —Cierto. Pero el mensajero corre y, por largo que
endulzar el mar con la mitad de una pizca de agua. sea su camino, llevará
Y esos cuerpos, a los que trataron de encadenar el Helesponto
hechos de un barro que no conocen, las terribles noticias de Salamina.
tienen almas.
Ellos reúnen herramientas para cambiarlas; Voz del Señor sobre las aguas.
mas no lo harán con éxito: simplemente las Hay una isla.
desharán,
si es verdad que las almas pueden ser deshechas.
Salamina-Chipre, noviembre de 1953
No tarda el trigo en pudrirse,
no le toma mucho tiempo
a la levadura del amargor alzarse,
no le toma mucho tiempo
al mal levantar la cabeza • De Seféris el FCE publicó los tres tomos de El estilo
y a la inteligencia enferma que se vacía griego en su colección Lengua y Estudios Literarios.

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Picasso en la Costa Azul


3 Brassaï

B.: Yo le presento ahora. Y usted pue-


de volver a su casa otro día. Está usted en
Cannes, cerca de la Californie, a pocos
pasos de Picasso. Pronto estará usted en
Big Sur, en Grecia, en Japón o en Dios
sabe dónde. Y Picasso tal vez en Vauve-
nargues. Es perder una ocasión.
H. M.: Probablemente tiene usted ra-
zón. Hum, hum, ha-ha-ha. Pero no me
tiente. Hay que dejar actuar al destino.
Quizá la ocasión vuelva a presentarse
otro día. Yo soy fatalista. Es muy posible
que Larry me lleve a Vauvenargues,
cuando esté en Nîmes.1 Y si no puedo
conocerlo en este mundo —tengo 68
años y él 80—, estoy seguro de encon-
trarlo más tarde, dentro de 10 millones
de años, no sé dónde, porque ciertas
fuerzas, semejantes energías permane-
cen siempre activas.
GILBERTE: ¿Lo piensa de verdad? ¿Cree
usted en la inmortalidad?
 Capítulo del libro HENRY MILLER: Entonces lo verá us- H. M.: Sí, en cierto modo. ¡La inmor-
Conversaciones con Picasso, del ted mañana... talidad! Hum, hum, ha-ha-ha. ¿Sabe us-
fotógrafo de origen rumano Brassaï, B.: Henry, usted me escribió y me re- ted, querida Gilberte? Yo soy casi un
amigo íntimo del pintor español pitió en París que si había aceptado ser adepto de Krishnamurti, aunque nunca
durante etapas decisivas de su miembro del jurado del Festival de Can- haya tenido ocasión de verlo. El sabio
producción artística. nes era con la esperanza de conocer a Pi- hindú, ya sabe, que vive en Ojai, en Ca-
Conversaciones con Picasso se casso. lifornia. ¿La inmortalidad? Como dijo
publicó recientemente en la H. M.: Sí, le he escrito y le he pedido Nietzsche al borde de la locura: el eter-
colección Noema del FCE y Turner. que me lo presente. Cannes para mí es- no retorno. ¿Por qué no? Yo también soy
tará siempre asociada al nombre de Pi- filósofo de vez en cuando. De todas ma-
casso. Pero mañana tengo un día muy neras, dígale a Picasso cuánto lo quiero
recargado. El festival se acaba, y cada y lo admiro, cuánto me hubiera gustado
Cannes, vez estamos más atosigados. Tendré conocerlo.
martes 17 de mayo de 1960 tres sesiones en vez de dos, y la segun-
da empieza a las tres. ***
enamos con Henry Miller B.: En taxi estará en cinco minutos en

C en el Hôtel Montfleury. En
la mesa de al lado, Buñuel,
su hijo y unos amigos.
BRASSAÏ: Ayer hablé por teléfono
con Picasso. Su voz era tan juvenil que
el Palacio del Festival. Así lo podría co-
nocer.
H. M.: Conocer a Picasso... Desde lue-
go es uno de mis mayores deseos... Pero
no me gusta forzar las cosas. Induda-
Cannes, miércoles 18 de mayo de 1960

A las dos y media estoy en las colinas


de Cannes, ante la Californie. La villa de
Picasso es tan banal y señorial como to-
me pregunté: “¿Será él?” Y tan amisto- blemente podría ir con usted... Pero la das las que la rodean, de la época de los
sa: “¡Qué sorpresa oírlo, Brassaï! Ven- sola idea de dejarlo a una hora determi- grandes duques, la época gloriosa de la
ga pasado mañana si tiene libre el día. nada envenenaría cada minuto de nues- Costa Azul. Pero los jardines. Sin duda
Podemos pasar juntos toda la tarde. Es- tra charla. ¿De qué serviría un encuentro por falta de jardineros, pinos, cipreses,
taremos solos. Lo espero en la Californie tan precipitado? Hace falta más tiempo y eucaliptos, mimosas, nísperos, adelfas,
a las dos y media”. serenidad para establecer un contacto. madreselvas, han crecido a su antojo, as-

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fixiándose en una vegetación exuberan- por alta marquesina. Me besa en las dos
te. Sólo emergen los altos penachos de mejillas. No ha cambiado. Embutido en
las palmeras que aspiran el aire del mar un suéter de lana, el rostro curtido por •Marcapasos•
y escrutan el azul horizonte del Medite- el mistral y el sol, parece fuerte como
rráneo. ¿Qué azar hizo que le cupiera en una roca y sus ojos conservan todo su
suerte a esta villa el honor de ofrecer al- fuego. Nos hace entrar en su “estudio”:
bergue a Picasso y sus tesoros, de inspi- tres grandes habitaciones en fila, baña-
rar incluso su creación de los últimos das por la luz que entra a través de las
años, de inscribir su nombre a continua- cristaleras que dan al parque.
ción de Bateau-Lavoir, Boisgeloup, Va- En el fondo, nada ha cambiado des-
llauris, el palacio Grimaldi? El horror de de el día que lo conocí en la calle La Boé- Nos enteramos por el diario Cró-
Picasso hacia todo lo que es de “buen tie, excepto el mayor espacio y las cosas nica de que bajo “las duelas de
gusto”, su ternura por lo chusco, lo es- acumuladas a su alrededor. Soy feliz una casona en Nordholm, Norue-
trambótico, lo barroco —la villa se hun- por volver a estar con él. Desgraciada- ga, apareció el archivo de Knut
de bajo las escayolas y los floripon- mente, no veré a Jacqueline Roque, la jo- Hamsun”, el autor de Hambre
dios—, su indiferencia hacia los sitios ven compañera que conoció en Vallau-
y La bendición de la tierra, y
en que vive, su tendencia a confiar en ris y que comparte su vida desde hace
premio Nobel de literatura en
la providencia, es lo único que puede seis años. Acaban de operarla. Pero Pi-
1920. El archivo, premeditada-
explicar su elección. Así fue como dejó casso está tranquilo. Se encuentra mejor
a Kahnweiler el trabajo de mudar su y la van a traer a la Californie. mente bien escondido para ser
estudio de Montmartre a Montparnas- PICASSO: Pienso mucho en usted. Ha hallado, consta de los diarios
se cuando su viaje de novios con Eva, hecho hace poco una exposición de di- del escritor, manuscritos de sus
ma jolie, y encargó más tarde a Rosen- bujos y esculturas, ¿verdad? He oído ha- obras y su correspondencia:
berg que le buscara un apartamento blar de ella. Estoy al tanto de todo. todo catalogado para que, cin-
mientras que, lejos de París, él y Olga vi- ¿Cuánto tiempo hace que no nos vemos? cuenta años después de su
vían su historia de amor en España. B.: Desde 1947, me parece. Trece años. muerte, fuera encontrado por
Me dispongo a llamar; pero, ante mi P.: ¿Es posible? ¿Trece años? ¿Por su actual biógrafo, el escritor
sorpresa, la verja de la villa no está ce- qué no viene ya a verme? Sletten Kolloen.

u
rrada. La mujer del guarda nos anuncia. Muchas veces he estado tentado de
No hay nadie en la explanada. En el ga- visitarlo. Y esta tentación nunca fue tan
raje, entre varios coches, domina un fuerte como durante el Festival de Can-
gran Lincoln blanco. A la derecha de la nes de 1956, en el que, al mismo tiempo
escalinata, un viejo conocido: el Ciervo que El misterio Picasso, se exhibía mi pe-
del parque de Boisgeloup; a la izquier- lícula Mientras haya animales. Valeria Bergalli, de la Editorial
da, una extraña flor metálica con pétalos B.: Vengo mucho a la Costa Azul. minúscula (minuscula@mundi-
recortados, los de un artefacto estallado Tengo una casa en Eze-village. Con el via.es), nos envía su catálogo
que sembró la muerte. pensamiento, he estado muchas veces desde Barcelona. La serie Pai-
Aparece Picasso, muy pequeño en con usted. Pero telefonearlo, moles- sajes narrados “presenta obras
comparación con la escalinata cubierta tarlo... que ofrecen una perspectiva
original sobre un lugar, ya sea
una ciudad o una región con-
creta o un paraje imaginario”.
Unas muestras de su fondo:
Las ciudades blancas de Jo-
seph Roth, Cerdeña como una
infancia de Vittorini, Ferragus
de Balzac y Roma de Gógol, del
cual publicaremos un fragmen-
to en un número de La Gaceta
dedicado a las ciudades.

u
La otra colección de esta
misma Editorial minúscula

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P.: Usted dígamelo. Conozco muy


bien el país.
G.: Es una aldea muy pequeña. El
nombre es ridículo: Caudiès-de-Fenoui-
llèdes.
P.: Conozco bien Fenouillèdes. Es-
tá en el Rosellón, muy alto, cerca de
la frontera española. ¿Habla usted ca-
talán?
G.: Algunas palabras... Boutifares...
Picasso ríe y le hace una pregunta en
catalán, que ella no entiende.
P.: Ya veo. Usted no es una buena ca-
talana.
B.: Pero adora el país. Le chiflan las
sardanas.
Picasso alza los brazos, silba una sar-
dana. Es un joven y despierto catalán
que baila, que desliza rítmicamente sus
pies, calzados con curiosos mocasines
de ante, sobre el suelo de madera. Está
P.: Ha hecho usted mal. Ya no quiero bablemente a huir de aquí. Pero ¿qué radiante y como si se hubiera ido a no se
ver caras nuevas. ¿Para qué? Pero siem- hace usted en la Costa Azul? sabe qué lugar... de Cataluña. ¿Está en
pre estoy para mis amigos. Y sus visitas B.: Paso en Cannes tres semanas con Gozol, por encima del valle de Andorra,
me son aún más gratas desde que vivo Henry Miller. Es miembro del jurado libre, feliz, bebiendo, cazando con los
en reclusión, como un prisionero. No le del Festival. Durante el día está muy campesinos, danzando con las mucha-
deseo a nadie, ni a mis peores enemigos, ocupado, pero pasamos las tardes jun- chas, divirtiéndose con los contraban-
mi celebridad. Me hace sufrir físicamen- tos. Tiene miedo de la celebridad; teme distas, cabalgando a lomo de mula co-
te. Me protejo como puedo. Me atrin- perder su tranquilidad si sus obras se pu- mo antaño? ¿O en Céret, en los Pirineos
chero detrás de las puertas cerradas a blicaran en los Estados Unidos. orientales, donde, con sus amigos Bra-
cal y canto, durante el día y la noche. P.: Lo comprendo. ¿Para qué sirve te- que y Manolo, pasó tantos veranos en su
B.: Sin embargo, la verja estaba ner más dinero cuando ya se tiene bas- juventud? Bailaba la sardana. Estaba
abierta. tante? No se puede comer o cenar cuatro allí. “Nunca dejamos de pertenecer a
P.: La ha encontrado usted abierta veces porque sea uno más rico. Aunque nuestro país.”
porque lo esperaba y había dado orden sea rico o pobre, no fumaré otros pitillos B.: Al llegar un domingo por la tarde
de abrirle a las dos y media. que los Gauloises. Los únicos que me a Barcelona tuve una gran impresión.
B.: Entonces, si no he comprendido gustan. Por cierto, ¿puede darme un Aquella música ácida, agridulce. Aque-
mal, estamos en una fortaleza. Para los Gauloise? Precisamente no me quedan lla gran plaza repleta de muchachas, de
amigos bajan el puente levadizo. más en casa. gente joven. Los bolsos, las chaquetas,
P.: Una cosa así... B.: Quería presentarle a Henry Miller. amontonados en el suelo, y alrededor de
B.: ¿Y en Vauvenargues? ¿No está Le gustaría mucho conocerlo. Pero hoy cada montón un círculo de bailarines y
usted más protegido? no le venía bien. Tenía una sesión a las bailarinas ondulando. Fue tan impre-
P.: Es peor. Los curiosos afluyen. Te tres. No quería verlo precipitadamente. visto. Y la seriedad de las caras, tensas,
acechan con prismáticos. Espían todos P.: Tengo una gran admiración por casi patéticas. Ni un estallido de risa, ni
tus gestos. Quizá en estos momentos la Henry Miller. ¿Podrá tal vez volver con una sonrisa. Todos solemnes. Creía es-
gente nos observa desde las islas de Lé- él cuando se acabe el Festival? tar presenciando una ceremonia reli-
rins con telescopios. Si verdaderamente Mientras hablamos, Picasso observa giosa.
quisiera estar a salvo de las miradas in- a Gilberte, primaveral en su vestido ver- P.: ¡Es que la sardana es una cosa
discretas, tendría que correr las cortinas de estampado. muy seria! ¡Y difícil! Hay que contar los
de todas las ventanas. Pero entonces me P.: ¿De qué región es usted? pasos. En cada grupo hay un conductor
privaría de la vista del parque y del pai- G. [riéndose]: Soy un poco catalana. que lo hace por todos.
saje, que me es necesaria. Es terrible.2 Y P. [le brillan los ojos con fervor]: ¿Ca- Aquel baile es una comunión de al-
esto no es todo. Aquí me amenaza otro talana? He visto en seguida que sus ojos mas. Suprime toda diferencia de clase. Ri-
peligro: muy pronto, en el jardín de al no eran de aquí, sino de “allá”. Nunca cos y pobres, jóvenes y viejos, lo bailan
lado, van a levantar un inmenso edificio dejamos de pertenecer a nuestro país. juntos uniendo sus manos: el cartero con
de no sé cuántos pisos. No sólo me tapa- Pero ¿de dónde exactamente? el director del banco y las criadas con los
rá la vista de las islas de Lérins, sino que G.: No creo que conozca el puebleci- señores.
todos los vecinos podrán espiarnos des- to de los Pirineos orientales de donde es Le enseño mi libro de grafitos que
de sus balcones. Esto me obligará pro- oriundo mi padre. acaba de publicarse en Alemania. Para

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hojearlo, nos sentamos en torno de una pliegan en abanico y se dirigen unos ha-
mesita redonda. cia la frente, otros hacia la oreja, otros
se llama Alexanderplatz e in-
Trato de transcribir aquí fielmente hacia la mejilla. Los 12 surcos que escul-
cluye ensayos o novelas
nuestra conversación; pero sin lo que lo pen su perfil cuando se ríe. ¿Y qué es lo
“acerca de la realidad alema-
rodea respira mal, como el pez fuera del que anda rondando a nuestro alrede-
agua. Los estudios de Picasso, donde- dor? ¿Esas manchas color castaño, ne- na y de las áreas geográficas
quiera que estén, sean los que sean, pro- gro y blanco? Vaya, un basset. ¿Y aquél sobre las que esta cultura ha
vocan siempre una conmoción. Sólo la que viene detrás es un dálmata? ¿Otro ejercido su influjo”. Su primer
frecuencia de mis visitas podía inmuni- más, un bóxer? Espero a que de todos título es un intercambio epis-
zarme contra la violencia del choque. los rincones y esquinas del estudio sur- tolar entre Einstein y Freud
Pero yo no había visto a Picasso desde jan otros perros por docenas, por cente- llamado ¿Por qué la guerra?
hacía 13 años. La mayoría de las obras y nares: sus dos molosos de Montrouge, Otros autores de la colec-
los objetos que me rodeaban aquí me su primer fox-terrier parisiense, todos ción son Klaus Mann, Irmgard
eran desconocidos. Nada me protegía. los Frika, los Elft, los Kazbek... Todos los Keun, Victor Klemperer y Erika
Muchas veces me han asaltado: en el que tuvo o hubiera querido tener en su Mann. Quizás debido a que lo
puerto de Tánger la masa de maleteros vida. Lo escucho; pero, al mismo tiem-
minúsculo del nombre se re-
árabes, aullando, gesticulando, tirando po, todos estos objetos hechos por él,
fleja también en el volumen de
de los faldones de mi chaqueta, arran- reunidos por él o llegados hasta él por
sus libros, será difícil que po-
cándome uno el abrigo, otro las male- misteriosos caminos, acaparan la mira-
tas; en Estambul, en un descampado de da y me persiguen: la Mujer encinta, to- damos leer aquí una nueva
Péra, una tribu de gitanos que me ence- davía en yeso, con el vientre hinchado y versión de la obra de Alfred
rró en un círculo infranqueable; en Ba- los senos salientes; La lechuza; en cerá- Döblin que da título a la serie,
hía, en el Brasil, por un ejército de negri- mica, La grulla... Trato de descifrar los Berlín, Alexanderplatz.

u
tos en el paroxismo de la excitación a la desechos de objetos que han formado
vista de la cámara, bailando una zara- este pájaro. La cola, sin duda una pala;
banda alrededor de su prisionero. Pero el largo cuello, ¿un trozo de cable? El
nunca me han asaltado tan brutalmente penacho de plumas, ¿una espita vieja de
como en esta villa de la Californie. El ar- gas?... Pero ¿y su pata, tan delicada? ¿Y El 27 de diciembre de 2001 fa-
te y la naturaleza, la creación y el mito, estas garrafas, estas botellas, estos fru- lleció el conocido poeta esco-
la caballería y la tauromaquia, la imagi- tos en bronce, hermanos y hermanas del
cés Ian Hamilton (1938), asi-
nería popular, el Olimpo, la noche de Vaso de absenta y, como él, repintados al
duo colaborador del London
Walpurgis, te solicitan. Todos rompen óleo? ¿Son recientes? ¿Y estos tres enor-
Review of Books, de donde
a hablar a la vez, rivalizan, tiran de ti a mes focos proyectados sobre el caballe-
derecha e izquierda, te aturden, te des- te? Los he visto ya en algún sitio. ¡Natu- tomamos una frase suya que
pellejan, te enervan... ralmente! Aparecían en la serie de este bien se puede aplicar al medio
Mientras charlo con él, Les Demoise- estudio pintada por él. A la prueba de mexicano: “Muy pocas amis-
lles d’Avignon, desde el fondo de estas los sentidos se añade la emoción de vol- tades podrían sobrevivir al de-
inmensas habitaciones, me guiñan los ver a ver, después de tantos años, a Pi- cirles: Me caes bien, pero no
ojos. ¿Qué buscan aquí? ¿No vivían en casso, de oír su voz, más pesada, más me gusta tu poesía. Mucho
el Museo de Arte Moderno de Nueva grave, de aguantar su mirada y toda la mejor sería decirles: no me
York? ¿Y qué significan sus extraños co- masa de recuerdos, bruscamente pues- caes bien pero me gusta tu
lores? ¿Y esas cabezas de toro en bron- ta en ebullición. Trece años que recu- poesía”.

u
ce? ¿Son recientes? No las he visto nun- perar, 11000 preguntas que hacer. Mis
ca en reproducciones. ¿Y qué es ese gran pensamientos se agitan como las abejas
sol de una belleza insólita, pálido como de una colmena en efervescencia o un
un sol de invierno, luciendo sobre la pa- hormiguero perturbado.
red? ¿De dónde viene? ¿De México? ¿Cómo expresar, en su loco bullicio,
¿Será obra de Picasso? ¿Y esas tazas de esta masa de sensaciones, de imágenes, World Literature Today’s cele-
plata? En este momento, se me cae mi de palabras; las emociones que provoca, bra 75 años de excelencia edi-
boquilla y Picasso, adelantándose, la los recuerdos, que fluyen todos al mis- torial con la lista de los mejo-
atrapa y me la da. A los 80 años, sus mo tiempo? Habituado a la visión glo- res 40 libros publicados desde
músculos están tan flexibles, sus reflejos bal e instantánea de las cosas, el orden 1927 hasta 2001. Tal lista inclu-
son tan rápidos como antes. Me asom- forzosamente arbitrario de su descrip- ye siete títulos en español, a
bra el extravagante tejido de su panta- ción me desconcierta. Es como si un di- saber:
lón a rayas horizontales... ¿Seda salvaje? rector de orquesta tuviera que hacer so-
¿Lana cruda tejida a mano? ¿De dónde nar los instrumentos de una sinfonía no • Romancero gitano. Federico
procede? Observo su rostro, hago in- juntos, sino uno tras otro, en un orden García Lorca, España, 1928.
ventario de los pliegues de su perfil, fortuito, disperso. Sólo un escrito conce-
que, partiendo del rabillo del ojo, se des- bido como si fuera una partitura sinfó-

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P.: ¡Esto es prodigioso! He visto en


las paredes millares de corazones, pero
nunca de esta forma.
En el capítulo “Imágenes primitivas”,
le interesa especialmente una cabeza
“azteca” y exclama:
—¡Esto es tan rico como la fachada
de una catedral! Su libro liga el arte con
las artes primitivas. Enseña también —y
es importante— que el arte abstracto no
está lejos de los brochazos o de las es-
tructuras de las paredes. Se diga lo que
se diga, siempre se está imitando algo,
aun sin saberlo. Y cuando se abandonan
los modelos desnudos que cobran por
hora, hacemos posar a otras cosas. ¿No
le parece? Quizá le alegre saber que yo
también hago ahora grafitos. Pero, en vez
de hacerlos en la pared, los grabo en ce-
mento. Es un invento de un artista no-
ruego. Mis grafitos se amplían y graban
mediante punzones eléctricos. Están
nica, escalonada en tantos niveles como plaza de toros, el mar, la montaña, la destinados a una casa de Barcelona, y
impresiones y emociones simultáneas gente. Para llegar a la abstracción es ne- cada uno tendrá una altura de dos o tres
haya que traducir, podría expresar con cesario siempre empezar por una reali- pisos. Le voy a enseñar las maquetas.
alguna precisión instantes parecidos, dad concreta. Y Picasso, filtrándose por el extraor-
demasiado cargados, demasiado ricos. Llega al capítulo “Nacimiento del dinario batiburrillo de su estudio, se di-
Indudablemente, no sería más que una rostro”, donde he agrupado los rostros rige, a través de los acantilados de pa-
licencia fuera de las “reglas del juego” hechos con dos o tres agujeros.3 pel, no sin dificultades pero sin dudarlo,
del lenguaje; pero ¿cómo situar, si no, en P.: Yo también he hecho rostros pare- hacia un montón para coger la bolsita de
su contorno, las palabras que cambia- cidos muchas veces. Los que los graban las fotografías que busca. El edificio con
mos y que transcribo aquí, de modo que van, de entrada, a los signos. El arte es el los grafitos gigantes se perfila sobre las
tengan algún acento de verdad? lenguaje de los signos. Cuando yo digo cuatro torres insólitas de la Sagrada Fa-
Estamos sentados, pues, en torno de “hombre” evoco al hombre; esta palabra milia.4
una mesita redonda y Picasso hojea mi se ha convertido en el signo del hombre. B.: Va a hacer usted la competencia a
libro Graffiti. Le digo que he recogido No lo representa como podría hacerlo la Gaudí. Cuando fotografié su arquitectu-
sus observaciones respecto de los grafi- fotografía. Dos agujeros son el signo de ra en Barcelona, Prats me llevó a casa de
tos. “¿En qué banco hizo usted el grafis- la cara, suficiente para evocarla sin re- la hermana de usted y los Vilato, en el
mo del que me habló?”, le pregunto. presentarla. Pero ¿no es extraño que se Paseo de Gracia, y también a casa de los
P.: E l BNCI. Pregúnteselo a Sabartés. pueda hacer con medios tan sencillos? Junyer. Me quedé sorprendido al ver
Él lo sabe todo. ¿Que cómo está? Muy Dos agujeros son muy abstractos si se qué cantidad de obras tiene usted en
bien. Siempre fiel en su puesto. Todas piensa en la complejidad del hombre. Barcelona. Con las que posee allí el mu-
las mañanas en la calle de los Grands- Lo más abstracto es quizá el colmo de la seo se podría hacer un Museo Picasso.
Augustins, como antes. A veces viene a realidad. P.: Está en proyecto. El ayuntamien-
verme aquí, a Cannes o a Vauvenargues, En el capítulo “Máscaras y rostros”, to quiere comprar un antiguo palacio
porque yo ya no voy nunca a París. exclama: “¡Éste es un Rouault!”, “¡Aquél para ello. Ya veremos.
Picasso llega al capítulo “El lenguaje es un Klee!” En el capítulo “Animales” Le pregunto la procedencia del gran
de las paredes”. Las grandes pinceladas se detiene largo rato en un pájaro que yo sol de la pared.
que borran las inscripciones de la pared he tomado por un pichón. P.: Precisamente de Barcelona. Es
lo sorprenden. P.: ¿Un pichón? ¿No será más bien una rodaja de un tronco de palmera.
P.: Ha hecho usted bien al fotografiar una golondrina? Lo digo porque las alas Se llevan estos soles el domingo de Ra-
esto. Indica bien la naturaleza y los lími- se entrecruzan como unas tijeras. Pero mos en las procesiones. Es maravilloso,
tes del arte abstracto. Estas pinceladas probablemente no es ni un pichón ni ¿verdad? Yo también hice, en otro tiem-
son muy bellas. Pero es una belleza na- una golondrina, sino el Pájaro, la idea en po, cuadros con hojas de palmera.
tural. Los trazos de pincel que no tengan sí del Pájaro. G.: ¿Conoce usted las cosas que se
ningún significado no harán jamás un Llegamos al capítulo “Amor”. Dos venden en Niza delante de las iglesias
cuadro. Yo también doy pinceladas, y a corazones superpuestos en sentido in- por Pascua? Cortan las hojas de palme-
veces incluso se diría que es abstracto. verso, como en una especie de abrazo, ra, las pliegan y las repliegan. ¡A veces
Pero siempre significa algo: un toro, una llaman su atención. son bellísimas!

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P.: Estas cosas son típicas del Medi- una corrida que me puse a evocar todas
terráneo. Fíjense en la delicadeza de los sus fases. Aquello me metió de lleno en • Residencia en la Tierra, Pa-
tonos. Al secarse se va haciendo más la tauromaquia. Desde hace meses hago
blo Neruda, Chile, 1933-1947.
claro, más luminoso. Es realmente el sol, todas las tardes muchos dibujos a tinta
• Ficciones, Jorge Luis Bor-
la alegría, ¿verdad? china.
Me aclara también el secreto de Les Hablamos de su gran exposición
ges, Argentina, 1944.
Demoiselles d’Avignon, que dominan el en la Tate Gallery organizada por Ro- • El laberinto de la soledad, Oc-
estudio. land Penrose. Le pregunto si va a ir a tavio Paz, México, 1950.
P.: Venga y mírelas de cerca. Es una Londres. • Los pasos perdidos, Alejo
tapicería. A un buen hombre de Tolón P.: ¿Para qué perder el tiempo vol- Carpentier, Cuba, 1953.
se le metió en la cabeza hacer esto par- viendo a ver mi pintura? Tengo buena • La plaza del diamante, Mer-
tiendo de una horrible tarjeta postal. A memoria y me acuerdo de todos mis cé Rodoreda, España, 1962.
muchas de mis visitas les parece horri- cuadros. He prestado muchos de ellos a • Cien años de soledad, Ga-
ble y hablan de sacrilegio. No encuen- los organizadores, y con ello ya he teni- briel García Márquez, Colom-
tran mis colores, pero esto es precisa- do bastante trabajo. Sólo se expondrá bia, 1967.

u
mente lo que me seduce. Los colores del pintura y pocas obras recientes. Pero se
cuadro ya eran completamente diferen- podrá ver el gran telón de Parade. Las
tes en la reproducción y el pintor aficio- exposiciones ya no me dicen gran cosa.
nado inventó, a su vez, otros. Es casi Mis cuadros antiguos ya no me intere-
otro cuadro que recuerda mucho a Les san. Tengo mucha más curiosidad por
Demoiselles d’Avignon. los que todavía no he hecho. Recibimos de la Pontificia Uni-
Damos una vuelta. Me señala un ex- A la vista de todas estas nuevas es- versidad Católica del Perú la
traordinario armario de caoba con mu- culturas, entre las que figuran también nueva publicación de su serie
chos cajones planos. bronces que existían ya antes en cerámi- El manantial oculto. Se trata
P.: Pertenecía a Matisse y, como me ca —Picasso me explica que ha hecho de Personæ, de Ezra Pound,
gustaba mucho, después de su muerte fundir algunas terracotas que se presta- en traducción del poeta limeño
su familia me lo regaló. Lo había encar- ban a ello por su forma— y su obra Ricardo Silva Santiesteban,
gado para él. Lo quería muy alto, con 40 maestra la Cabra, hecha con una cesta de encargado también de dirigir
cajones para guardar sus dibujos. ¿Ver- mimbre, ramas de palmera, latas de con- esta excelente colección de
dad que está muy bien de proporcio- serva, jarras de terracota, no puedo me- poesía. Recordamos otras tra-
nes? Cuando lo miro, pienso en Matisse; nos que decirle:
ducciones del mismo libro de
es su viva imagen. —Nunca se podrán editar obras ver-
Pound hechas por Guillermo
B.: ¿Y este magnífico tótem de Nue- daderamente completas de su produc-
vas Hébridas? ción. Nada más aparece una, ya la hace
Rousset Banda, con un posfa-
P.: También regalo de Matisse. usted incompleta. Pensábamos llegar a cio de Juan José Arreola (Edi-
Cerca aparece, brillando con todos reunir en cuatro años todas sus escultu- torial Domés), y por Jesús Mu-
los reflejos de su pasamanería de oro, el ras. Y después he visto surgir otras que nárriz y Jenaro Talens para la
traje de un torero. no estaban en el libro. Hace poco he vis- española Hiperión.

u
P.: Es una triste historia. El traje de lu- to en el Hôtel des Ventes una curiosa
ces que está usted viendo pertenecía al madera esculpida por usted parecida a
matador Chicuelo II. Él me lo envió. Mu- un fetiche negro. Nunca la he visto re-
rió de una forma trágica. ¡Si al menos lo producida en ninguna parte. Sólo cono-
hubiera matado un toro! No, murió en cía tres esculturas de su época cubista: Hace meses llegó a la redac-
un estúpido accidente de aviación. Hoy las dos Mujeres desnudas y el Hombre de la ción de La Gaceta un número
en día los matadores se desplazan conti- cabeza cuadrada. No sabía que existiera
doble de la revista peruana
nuamente, siempre tienen prisa. Y mue- también ese niño.
more ferarum (5-6), dirigida
ren muchos más en accidentes de auto- P.: Yo también lo había olvidado.
móvil o de avión que por los cuernos de ¿Sabe usted lo que era? Se lo voy a de-
por José Ignacio Padilla y
los toros. Cuando me llegó el traje, él ya cir. La nieta de mi asistenta quería una Carlos Estela. Esta mención
había muerto. Era como un último men- muñeca. Yo vivía entonces en Montmar- viene a cuento porque dicho
saje de amistad. tre y estaba bastante tronado en aquella número es un homenaje a uno
Le pregunto si acude todavía tan asi- época. Entonces, a falta de muñeca, le de los poetas mayores de
duamente a las corridas de toros... tallé esa estatuilla “cubista”. No recuerdo nuestra lengua hoy en día:
P.: Sí, es mi pasión. Pero a veces no si le gustó a la chiquilla. Ignoro también Jorge Eduardo Eielson, autor
puedo ir. Entonces mis pensamientos por qué manos ha podido pasar la esta- del FCE (Primera muerte de
están en la plaza, oigo el pasodoble, veo tuilla en madera después hasta esa ven- María, Tierra Firme, 1988),
a la gente, la entrada de la cuadrilla, el ta en el Hôtel Drovot. coetáneo y amigo de una bri-
primer toro embistiendo a los caballos. B.: Kahnweiler quisiera editar una
Un día sentí tanto no haber podido ir a nueva obra de sus esculturas “puesta al

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to, ¿qué ha sido de ella? Era tan revolto-


sa, tan alegre, Marina...
B.: Dejó el baile y ha ingresado en un
convento.
Tengo que interrumpir la lectura.
Henry Miller nos espera a las siete en el
Palacio del Festival. Nos levantamos, Pi-
casso pone la mano sobre el paquete de
manuscritos y me dice:
—Esto es también verdad, tan autén-
tico como sus grafitos. Hay que editarlo.
Al irnos, pienso en los tres o cuatro
guaches de tauromaquia que no verán
nunca la luz, que ningún coleccionista,
ningún museo poseerán jamás, porque,
en vez de dibujar toda la tarde de este
miércoles 18 de mayo de 1960, Picasso la
dedicó a sus amigos.

Traducción de Tirso Echaendía

NOTAS
día”. La publicaría un editor de Stutt- Ahora, completamente seco, está duro
gart. Me ha pedido que fotografíe sus como el hierro. Pero lo guardo. Petrifi- 1. Larry, apellido de Lawrence Durrell,
estatuas hechas a partir de 1947. cado es tan bello como las rocas del que vive cerca de Nîmes.
P.: Cuando usted quiera. También Baux. ¿No le parece? 2. Ayer, en un periódico de la tarde,
romperlas. Estoy de broma, pero la ver- Empieza a caer la tarde sobre la Ca- he leído unas declaraciones de Brigitte
dad es que los fotógrafos son terribles y lifornie. Estamos desde hace horas con Bardot, quedando sorprendido al ver
el más terrible: Man Ray. ¡La de esta- Picasso, incansable, hablando, pregun- cómo las quejas de la celebridad tienen
tuas que me ha roto! Incluso las irrom- tando, enseñándonos todo, guiándonos el mismo acento: “Es peor que nunca.
pibles. por los recovecos de su laberinto. He traí- De verdadera locura. Tengo un coche
Llegamos ahora a una serie de ban- do un paquete de manuscritos. Hace descapotable y no puedo quitarle la ca-
dejas de plata. unos meses, ordenando mis cosas, me pota. Una terraza, un jardín sobre el que
P.: Estas cosas me las hace François encontré una caja con el rótulo Conversa- todo el mundo cae con sus prismáticos,
Hugo. El hermano de Jean Hugo, un ar- ciones con Picasso. Las leí y quería ense- sus teleobjetivos. Tengo que encerrarme
tesano maravilloso. Le he hecho algunos ñárselas a Picasso. No se sorprende al en casa todas las tardes, tengo que elegir
dibujos. Todos estos objetos son de pla- ver que son nuestras conversaciones. una isla desierta para ir de vacaciones…
ta. Impresiona, ¿verdad? Y, sin embar- En su momento, leyó y le gustaron mi Pero el desierto no me divierte nada.
go, no salen mucho más caros que en Histoire de Marie y las conversaciones re- Hay momentos en los que tengo ganas
bronce. Me va a hacer también algunas cogidas en un bistro-tabac durante la de irme corriendo a un especialista de
joyas en oro. ocupación. cirugía estética para que me cambie la
Reaparecen los tres perros. El que P.: ¿De verdad ha recogido todo es- cara”.
había tomado por un basset es un teckel. to? ¡Es apasionante! Vamos a sentarnos 3. Entre los rostros hechos con dos o
Se llama Loump. Yan, el bóxer, está cie- y léame algunas páginas. tres agujeros sobresalen la Bañista de pie,
go. Picasso nos dice que su ceguera no le Le leo varias “visitas” tomadas al de 1929, y muchas de sus mujeres autó-
impide guiarse y venir cuando lo llaman. azar en el montón. Le leo 20 páginas, 30 matas de 1930. Picasso volvió a adoptar
El tercero, blanco y negro, es un magní- páginas. Me pide que continúe. Atento, esta forma de representación más tarde
fico dálmata. “Aparece en muchos de pensativo, divertido, escucha la lectura, en un gran número de sus esculturas.
mis cuadros”, dice Picasso. interrumpiéndome a veces para indicar- 4. Los grafismos de Picasso fueron
Encima de un baúl, sobre una bande- me un detalle o completar una historia. instalados en el Colegio de Arquitectos
ja de plata, yace un pastel a medio em- Por ejemplo, cuando le leo mi visita con de Barcelona, frente a la Catedral. Como
pezar, lleno de cuevas, como un abrup- la bailarina Marina de Berg, me detiene: por su situación es imposible pensar en
to acantilado roído por el mar. P.: Al fin no pude decirle cómo se su- una fotografía en la que aparezcan si-
P.: Es un pan italiano con pasas den- jetan las mallas. ¡Con una moneda! Olga multáneamente los grafismos de Picasso
tro. Se llama panettone. Comimos un trozo empleaba una moneda taladrada. La en- de Barcelona y las torres de la Sagrada
hace... dos años más o menos. Después lo rollaba en el tejido y las mallas se soste- Familia, debe pensarse en un error del
olvidé. Un festín para mis ratones, ¿ver- nían. Cada oficio tiene sus secretos que autor del libro, o bien, como es más pro-
dad? Empezaron a roerlo, escarbaron no se pueden inventar. Lo que yo quería bable, en un fotomontaje completamen-
dentro un laberinto. Así que se los cedí. enseñarle a la bailarina era eso. Por cier- te convencional. [T.]

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Por la Antología mínima llante generación de poetas


como Blanca Varela, Javier
3 Carlos Pellicer López Sologuren, Salazar Bondy y el
recientemente fallecido E. A.
Westphalen. El trabajo de los
editores de more ferarum es
una labor exhaustiva de reco-
 Las páginas que ofrecemos a nocen, con un suspiro: “¡A cuánto amor pilación de textos dispersos
continuación son un ejercicio de el corazón obliga!” en revistas, suplementos cul-
crítica comparada entre Pellicer, Naturalmente que una antología turales, libros, catálogos, etc.,
López Velarde y Grabriel Zaid, hecha por Zaid ha de ser breve. Él es debidos tanto a la pluma de
a propósito de la reciente edición un poeta de pequeñas grandes joyas. Eielson como a quienes se
de la Antología mínima del primero Su poesía es producto de relojería, pero han ocupado de analizar y co-
(FCE, Letras Mexicanas, 2002). no de esos aparatos fríos que repiten
mentar su obra (Rodolfo Hi-
mecánicamente un mismo paso, sino
nostroza, Mirko Lauer, William
del reloj de sol que gracias a estos poe-
tas nos da la hora exacta de la alegría, de
Rowe, Javier Sologuren, entre
la libertad y de la confianza en la vida. Y muchos otros). A este trabajo
abriel Zaid comulga en la el buen relojero sonríe ante el desastre viene a sumarse el esfuerzo

G alegría con Carlos Pellicer.


Para ellos, como decía la
monja Juliana de Norwich,
en el siglo XVI: “La mejor oración es des-
cansar en la bondad de Dios, sabiendo
de su compañero:

ESTUDIOS

I
de more ferarum por ampliar
el radio de sus posibles lecto-
res mediante el empleo noble
de la web. En efecto, gracias
al patrocinio de Telefónica del
que esa bondad alcanza hasta lo más Relojes descompuestos, Perú existe ahora una versión
hondo de nuestra indigencia”. voluntarios caminos digital de este homenaje a
Aquella milagrosa confianza de hace sobre la música del tiempo. Eielson, que se puede consul-
600 años desciende desde tan “esbeltas la- Hora y veinte.
tar en la dirección electrónica
titudes” para retoñar en estos poetas ca- Gracias a vuestro
del Centro Cultural Perú Vir-
tólicos y mexicanos, que parecen haber paso
tual: www.perucultural.org.pe/

u
escuchado al Señor —como Juliana— lento,
asegurar que “todo irá bien y absoluta- llego a las citas mucho después
mente todo saldrá bien”. y así me doy todo a las máquinas
La divisa de estos poetas es confiar gigantescas y translúcidas del
en la palabra del Señor y por ello reco- silencio.
Agradecemos el envío de la
revista La tempestad, que nos
hace llegar su director José
Antonio Chaurand desde Mon-
terrey. El número 22, corres-
pondiente al primer bimestre
de este cuarto año de existen-
cia, dedica buena parte de su
espacio a Joseph Conrad y
Francis Ford Coppola bajo el
sugerente encabezado de Las
tinieblas del Apocalipsis. Feli-
citamos a esta publicación
que número con número gana
en calidad y consistencia, y
que tiene muy presente lo que
muchos olvidan: el lector.

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II sentidos, hoy rudos y entonces perfec- Nadie te dijo, amor, que yo existía.
Diez kilómetros sobre la vía tos”. Gabriel, siguiendo este pensa- El amor es silvestre,
de un tren retrasado. miento, nos regala este poema: uno lo encuentra en todas partes;
en los días sin cielo,
El paisaje crece ALABANDO SU MANERA DE HACERLO en las tierras sin flores,
dividido de telegramas. lo mismo en la mañana que en la
¡Qué bien se hace contigo, vida mía! tarde.
Las noticias van a tener tiempo
de cambiar de camisa. Muchas mujeres lo hacen bien Como ustedes ven no hay asomo de
pero ninguna como tú. culpa ni amargura. Pellicer y Zaid están
La juventud se prolonga diez del lado humilde y sencillo de la luz. Al
minutos, La Sulamita, en la gloria, igual que su hermano mayor, de apenas
el ojo caza tres sonrisas. se asoma a verte hacerlo. 33 años, cualquiera de ellos puede de-
clarar:
Kilo de panoramas Y yo le digo que no,
pagado con el tiempo que nos deje, que ya lo escribiré. Yo sólo soy un hombre débil, un
que se gana espontáneo
perdiendo. Pero si lo escribiese que nunca tomó en serio los sesos de
te volverías legendaria. su cráneo.
III
Las horas se adelgazan; Y no creo en la poesía autobiográfica A medida que vivo ignoro más las
de una salen diez. ni me conviene hacerte propaganda. cosas,
Es el Trópico, no sé ni por qué encantan las
prodigioso y funesto. hembras y las rosas.
Nadie sabe qué hora es. Pellicer y Zaid tienen un sexto senti-
do del humor. Todavía a los 72 años, Pe- Es notable la rima de este último dís-
Hay un poema de Gabriel que me llicer recae y reincide: tico de López Velarde, idéntica a la de
gusta especialmente. Me lo imagino co- Pellicer en los “Recuerdos de Iza”:
mo un comentario pelliceriano al monu- En este asunto del amor, que a veces,
mental poema “Muerte sin fin” del pai- uno quisiera Aquí no suceden cosas
sano Gorostiza. Si Pellicer se queja por que no acabara nunca de empezar, de mayor trascendencia que las
estar condenado a ser “el Ayudante de parece que alguien dice: rosas.
Campo del sol”, aquí Zaid nos trae el sol “¿Dios es eternamente joven?”
a la mesa y nos pinta una naturaleza Gracias a esta Antología mínima re-
muerta milagrosa, como los pintores es- Es tanta la alegría, que uno descubrimos la alegría cristiana de la
pañoles del siglo XVII: ignora poesía que nos ofrecen López Velarde,
catástrofes y duelos. Pellicer y Zaid.
SOL EN LA MESA Usted dice que sí a toda
la enorme y tan humana tontería.
Dios está aquí. Sólo hay un pensamiento, Febrero de 2002
Perdido en el abismo sólo una idea sola
de un vaso de agua que es multitud, y uno quisiera
demasiado visto. leerlo todo con los ojos cerrados
y no tener noticias de uno mismo,
Dios está aquí. ni recuerdos de nada ni de nadie;
La brisa, el sol, la mesa, un ágape de luces
no son Dios. Mis ojos a través de las horas inmortales.
no son Dios.
Dios está aquí. Yo había puesto
Se movió la ventana, encima de mi pecho,
y el Espíritu Santo un pequeño letrero que decía:
bailó en un vaso de agua. “Cerrado por demolición”.

Es notable cómo comparten estos Y aquí me tiene usted pintando las


dos poetas una sensualidad feliz, un go- paredes,
zo de los sentidos fresco, diáfano y lu- abriendo las ventanas,
minoso. Como decía Pellicer en una car- adornando la mesa con la flor
ta de 1928 a su hermano Juan: “Si un día amarilla
he de llegar a Dios, será a través de mis con que paga el otoño sus encantos.

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Por una toga deshabitada


(Profanación in memoriam Giórgos Seféris)

3 Juan Carvajal

Jamás estuve en Grecia. Sólo mi sombra estuvo allí... Erguido el pecho, el rayo entre sus ojos, y esa prestancia,
Nietzsche asombros y conceptos por doquier,
en sus palabras, en sus gestos, en sus silencios;
y sus hondos lamentos,
estaba allí, junto a un pizarrón.
“Los glosadores no te dejan dormir en Harvard.”
Púdico glosador, entre el tráfago de las hojas, ¿Y en Grecia?
tú, que dispensas el sentido primigenio de las obras En Grecia nada, los presocráticos...
en espíritus desatentos y en las almas Así lo dispusieron los dioses.
de quienes encuentran imposible su lectura.
Ciega voz, lectura que en la noche de la memoria Y Lou Andreas Salomé se unía a Freud como a un ser de
va tentaleando infolios, palimpsestos, no me atrevería a carne y hueso,
decir... y nosotros, durante todo el siglo,
textos; asesinamos a nuestros padres en nombre de Nietzsche.
y el amargo jadeo del escoliasta exasperado.
Un gran torpor había caído sobre las mentes.
“Los glosadores no te dejan dormir en Harvard.” Tantos filósofos arrojados a las fauces de Kant, a las
¿Y qué es Harvard? ¿Quién conoce ese infierno? fauces de la lógica
He pasado mi vida oyendo intérpretes ignorantes, y tantas alumnas desperdiciadas como trigo en los
doctrinas hueras, hueras locuras de los hombres molinos sin muela.
que no son dioses, Los campus henchíanse en sus Islas rodeados de hierba
mi destino oscilante reseca
entre la última estocada de un Lukács por un endeble concepto, por un anticonceptito,
y el hallazgo de otro Gilles Deleuze por un rumor de academia, por un plumón de cisne,
me ha traído hasta aquí, a esta Universitas. por una toga deshabitada, por un alumno de Tubinga.
¿Y mi condiscípulo?
La luna
se levantó del mar como en Venecia, Glosador, glosador, glosador,
ha eclipsado a quienes no quisieron y a quienes no ¿qué cosa es Dios? Y Dios, ¿acaso murió?
supieron Y, en medio de ambas cosas, ¿resucitó?
entender que Todo se metamorfosea.
“Los ruiseñores no te dejan dormir en Harvard.”
¿Dónde está la verdad?
Yo también filósofo fui cuando la guerra; Medroso profesor, educado en Harvard por los wasp
mi destino fue el de un germano que no dio en el blanco. donde me fue prescrito que educase a mi país.
Yo solo aquí eché amarras en este mito,
Glosador, aedo si es verdad que se trata de un mito,
en un aula como ésta, si es verdad que los que piensan no caen ya
los alumnos de la UNAM te escucharon y alzaron su en el viejo cebo de los dialécticos;
lamento. si es verdad
Entre ellos —¡quién lo hubiera sospechado!— estaba que, después de tanto estudio, otro Heidegger
Nietzsche, o un Lacan, un Jaspers, o una Arendt
a quien buscamos durante largos años en los o algún desconocido, anónimo, espectador
consultorios; de los cadáveres que se hacinaban adentro y afuera de
estaba allí, a la orilla de un pupitre. La Facultad,
no estuviese llamado a escribir otro tratado
Yo lo escuché, y él nos habló: que intente decirles
“No es verdad, no es verdad”, gritó. que tanto trabajo y tanta vida
“Yo no escribí La voluntad de poder fueron tirados a la Nada
y no pisé jamás los templos-burdeles de Grecia.” por una toga deshabitada, por un Nietzsche.

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Concepción Cabrera de Armida


3 Javier Sicilia

 Fragmento del capítulo “Los sas del Sagrado Corazón que, al menos por casada. Sin embargo, sus deseos de
años de prueba...”, del libro las hijas de las clases acomodadas, ten- ser toda de Jesús, de amar cada vez más,
Concepción Cabrera de Armida. drán una sólida educación religiosa. no la desalientan. Si ya nunca podrá ser
La amante de Cristo, A Concha, que lleva por dentro un religiosa, puede, al menos, amar con la
recientemente publicado fuego y un fervor que la devoran y siente misma y tal vez con mayor pasión que
por el FCE en la colección Vida y su vida matrimonial como un obstáculo ellas a Dios. ¿O acaso no es la amante,
Pensamiento de México. para entregarse plenamente a Dios, la por su estado de indefensión frente a la
presencia de las Religiosas del Sagrado legitimidad de la esposa, la que se es-
Corazón le cae como un balde de agua fuerza más por agradar al amado? Con-
onseñor Montes de Oca helada, como un cuchillo que le lacera el cha se lanza, y en esa búsqueda no esca-

M ha hecho bien su trabajo.


Ha logrado armonizar
de tal forma las relacio-
nes de la Iglesia con el Estado que, en
noviembre de 1885, crea el Colegio-Se-
alma. Por vez primera se da cuenta de
que su vida pudo haber sido distinta.
Pero es tarde, al menos es lo que piensa.
Nunca podrá ser como ellas:
tima esfuerzos.
¿Cómo lo hace?
Ya hemos visto la manera en que se
las ha ido arreglando para mantener en
orden su casa y darse sus escapadas a la
minario de San Luis Potosí y, en mayo [...] y sentí luego en mi alma una san- iglesia, al sagrario y a la oración. Inclu-
del siguiente año, instala a las Religio- ta envidia, al grado de que, apenas so, hemos visto la forma en que las con-
sas del Sagrado Corazón atrás del con- concurría yo a aquella capilla, cuan- trariedades de su vida cotidiana las uti-
vento de El Carmen. do las lágrimas acudían a mis ojos. liza como ejercicios de orden espiritual.
No sólo el obispo, sino toda la clere- Sólo Jesús veía el dolor de mi cora- Sin embargo, aquello no le basta. Con-
cía y el laicado católico están de pláce- zón al sentir la impotencia de haber- cha, delante de la presencia de las Reli-
mes. La apertura del Colegio-Seminario me consagrado a Él en alguna reli- giosas del Sagrado Corazón, quiere de
—cuya dirección Montes de Oca ha gión, no precisamente ahí, porque no alguna forma parecerse cada vez más a
puesto en manos de los jesuitas, que re- me inclinaba la enseñanza y trato una religiosa. Así es que se alista en la
cientemente, gracias al idilio de don Por- con el mundo [...] Orden Tercera de San Francisco, donde
firio y los prelados, han regresado a Mé- encuentra, para su condición de laica ca-
xico— garantiza que San Luis Potosí ten- Siente que hay en aquellas mucha- sada, una realidad que se parece un po-
drá no sólo muchachos y sacerdotes bien chas, que han consagrado su pureza a co al estado religioso.
preparados, sino también ciudadanos Dios, una legitimidad (la legitimidad de
católicos, y la instalación de las Religio- las esposas) que a ella le está prohibida La Orden Tercera de San Francisco, una de las
más inquietantes que hayan nacido en el se-
no de la Iglesia como preludio de la impor-
tancia que tendría el laicado en siglos poste-
riores, fue fundada por Francisco de Asís
cuando el ejemplo de su vida y de su prédica,
que ya había arrastrado con él a varios com-
pañeros, provocó una severa conmoción en
los pueblos de la Umbría: seducidos por el
Poverello, que los visitaba, hombres, mujeres
y niños salieron a la calle, abandonaron sus
quehaceres, sus bienes y sus hogares y le supli-
caron que desde ese mismo instante los acep-
tara en su ejército de Dios.
Francisco no sólo se asombró, sino tam-
bién se aterró. Aquello era hermoso y con-
movedor, pero también espantoso: si todo el
mundo hiciera como ellos, pronto se acabaría
la vida civil. Además, tenía ya suficientes
problemas con la orden, que sin él pretender-
lo había crecido desmesuradamente, para

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 SUMARIO

ahora acrecentarla con cientos de hombres, revelación, sino un profundo y mayor dor en las páginas del Tercer abecedario
mujeres y niños cuyo destino no sabría con- desgarramiento: un fuego, una luz, que del padre Osuna que don Pedro, su tío,
ducir: ¿qué haría con todos ellos? ¿Adónde la consumen. le regaló cuando, enferma ya de su his-
los llevaría y cómo los alimentaría? Fue en- Su experiencia, creo que vale la com- trionismo, pasa una temporada en su
tonces que se le ocurrió instituir la Orden paración por los paralelismos que las casa de Hortigosa, Concha lo encuentra
Tercera (la segunda la había fundado con unen, es más difícil que la que estaba en esa intuición metafísica que, con tro-
Clara), con los mismos votos de pobreza, atravesando Santa Teresa a su edad, piezos, en medio de la oscuridad de la
castidad y obediencia, pero mitigados, ade- cuando, en el momento en que ingresa vida diaria, la ha ido guiando hacia
cuados a las condiciones de la vida civil y en el convento, enferma de lo que los Dios, y en esas mociones del Espíritu
matrimonial. modernos llamamos histrionismo. Santo que, a través de las visiones, han
Al igual que la santa de Ávila, vivía hecho que su amor crezca y lo dirija ha-
Concha entró, pues, en esa Tercera su camino de vocación religiosa como cia el crucificado. Teresa se abre a una
Orden “como para estar más cerca de Je- si quisiera “huir de realidades tentado- oración que llamó de “recogimiento”,
sús perteneciéndole de algún modo más ras” que, al mismo tiempo que la atraían, Concha a una de amor desbordado. Ha
íntimo. Hice la profesión con todo el fer- ponían su alma en peligro; Concha está descubierto que en su oración no sólo
vor del que fui capaz”. desgarrada entre sus aspiraciones reli- puede estar con Cristo, sino también ha-
Sin embargo, con el crecimiento de giosas y las exigencias del mundo tra- blarse abiertamente con Él. Ha encon-
su vida espiritual, también el de su vida tando de armonizarlas. trado un nuevo modo de tratarse con
marital se complica: Panchito ha crecido Ambas viven una tensión que las ba- Dios y comienza su aprendizaje de mirar
y ella espera a su segundo hijo. Tiene lancea por una parte hacia ideales muy más amorosamente a ese Otro que está
entonces que hacer esfuerzos verdade- altos, hacia ese Dios en donde encontra- dentro de sí y que la interpela, que la lla-
ramente heroicos para compaginar esos rán la satisfacción, la paz y los bienes ma y la aguarda.
dos mundos: ordenar su casa, educar al permanentes; y por otra, en el caso de El proceso se desencadena lentamen-
niño, cuidar su embarazo, atender y sa- Teresa, hacia poderosas llamadas instin- te. Pocos meses después del nacimiento
tisfacer a Pancho que no cesa de invitarla tivas de vigor pasional; en el de Concha, de su segundo hijo, Carlos (28 de mar-
a bailes, teatros y compromisos sociales, hacia las de un mundo que reclama su zo de 1887), casi dos años después de sus
que a ella le caen en el puritito hígado, y pasión y que ella quiere dirigir hacia primeras visiones, Concha comienza a
junto con eso asistir a la iglesia, visitar a otro lado. Ambas, sin embargo, sujetan dar rienda suelta a su pasión, a sacar el
las Religiosas del Sagrado Corazón y y controlan esas pasiones gracias a un fuego que la devora escribiendo cartas a
cumplir sus compromisos franciscanos, poderoso esfuerzo de voluntad. Jesús.
que siente incompatibles no sólo con la Es un defecto histriónico, un desajuste Aunque existe una, fechada en 1885,
vida social que le pide su marido, sino entre las aspiraciones superiores del yo y Concha parece no haber vuelto a escri-
también con sus “deberes” conyugales. la esfera emocional inferior, cuya conse- bir hasta este periodo en el que su co-
¿Lo logra? cuencia hace que el núcleo personal fun- rrespondencia con Jesús se hace abun-
En el mundo exterior sí, en el inte- cione inseguro, inestable y soporte conti- dante.
rior no: aquel fuego que lleva por den- nuos sobresaltos que provienen de las En las cartas que se conservan
tro, que no la deja en paz y que crece energías inferiores dispuestas a abrir bre- (Concha quemó la mayoría después de
brutalmente en su vida no la colma. A cha aun a costa de descomponer el todo. sus segundos Ejercicios espirituales, en
pesar de haber ingresado en la Orden Lo que esto quiere decir es que nues- 1891), la vemos a veces suplicante, lle-
Tercera, se siente (será una imagen que tra muchacha, como la de Ávila, a lo lar- na del amoroso agradecimiento que
a lo largo de su vida llegará constante- go de los años ha estado sosteniendo su tenía el culto a las llagas y al corazón
mente a su pluma) como “un volcán sin llamada de Dios, su ideal, sin apoyo de de Jesús:
respiradero”. Tiene, delante de las in- elementos emocionales. Aunque Con-
comprensiones del canónigo Peña, ar- cha continúa con el canónigo Peña, ha Jesús, amor de mi corazón: hoy ha-
dientes deseos de “un director que me ingresado en la Orden Tercera y consul- bía ya consentido en tener la inmen-
comprendiera, que me empujara, que ta a las monjas del Sagrado Corazón, sa dicha de recibirte en mi pecho.
me aclarara tantas dudas, que me uniera ninguno le da el apoyo que necesita: ¡Ay, mi Jesús!, mañana sí concéde-
con mi Dios”. Está inundada de amor y “Varias veces intenté desahogar mi pe- me sentirte con toda tu majestad en
de desesperación por no alcanzarlo. En cho con alguna de las Madres, pero casi mi pobre y mísero corazón. ¡Ay, mi
el fondo, la vida religiosa tampoco era nunca me comprendieron las que vi. vida, te quiero estrechar con las fuer-
su vocación ni su destino. ¿Cómo se ama a Dios? —les pregunta- zas de mi alma y de mi cuerpo, sen-
ba—, porque ésta era mi ansia, mi anhe- tir tu corazón sobre mi corazón, oír
Si tuvo razón aquel científico que dijo que lo: el saber amarlo con delirio”. sus suspiros, contar sus latidos, em-
“somos una enfermedad de la luz”, Con- De haberse prolongado tan duro briagarme, por fin, en ese mar de
cha, entonces, está enferma de luz, de conflicto psíquico, Concha, al igual que delicias inextinguible! ¿Verdad que
fuego. Está sumergida en una atmósfera Teresa de Ávila, se habría arrastrado to- me lo vas a conceder? Sí, mi bien,
que, si bien había ido percibiendo a lo da su vida por un desierto interior. por lo que más ames. Quiero recos-
largo de su vida, es ahora vivida por Sin embargo, si Teresa de Ávila en- tarme en tu costado y besarte tu ma-
ella de manera inédita: no sólo es una contró el fermento del proceso renova- no agujereada [...]

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 SUMARIO

A veces, llena de felicidad: desde entonces una felicidad mara- puesto en marcha y nadie lo detendrá.
villosa para vencerme [...] Bendita pasión la que la devora. Pasarán
Jesús, mira. Todos los días te digo lo muchas cosas, pero desde ese momento
mismo y, sin embargo, no puedo de- Regresa dichosa e inmediatamente Concha está acompañada. Su amado va
jar de decírtelo. Te amo tanto, de una se pone a escribir una carta a uno de sus con ella y no la abandonará. Ha descu-
manera tan profunda que ahora sí no santos patronos. bierto lo que Santa Teresa, gracias al pa-
creo, Señor, que me resfríe jamás. Lo que me intriga no es que lo haga. dre Osuna, descubrió en los momentos
Ella, que tiene conciencia de su peque- más críticos de su proceso interior: que
A veces, desesperada: ñez, sabe que necesita una intercesión la oración es “tratar de amistad, estando
para abrirse más a Dios. Sino que la ha- muchas veces tratando a solas con quien
Dios mío, quiero llorar, quiero gritar. ya dirigido, no a la Virgen ni a San Fran- sabemos nos ama”.
Siento mi alma presa de una agita- cisco, sino a Santa Teresa. Concha será más audaz. Dirá, por-
ción terrible y al mismo tiempo una Se me dirá que ése era el día consa- que así lo dicen sus cartas, que es tratar
paz profunda la quiere dominar. Sé grado a ella. Lo sé, pero Concha escogió de amor. Desde entonces no cesará de
que Tú me sostienes, ¡ay, Jesús, ten ese día con toda deliberación, cuidado- contarle a Jesús todo lo que le sucede y
piedad de mí! ¡Qué pequeño es el co- samente. Entonces fue el azar. Pero ¿qué de decirle todo lo que lo ama:
razón para contener un bien tan es el azar, sino la secreta voluntad de
grande! Dios? Lo que yo creo es que fue el pro- Por las tardes, al oscurecer, me iba a
ducto de una intuición clarividente. En la iglesia de San Juan de Dios, y ahí
A veces, despechada: los procesos del espíritu, como en los de cerquita del Sagrario desahogaba mi
la creación poética, se abren espacios en pecho cerca de Jesús [...] Le escribía a
Ah, mi Jesús, ¿por qué no me arran- donde el tiempo deja su linealidad para mi Jesús cartas muy tiernas que le
cas el alma de una vez y te la llevas convertirse en simultáneo: ayer es hoy y iba a leer al Sagrario. Unos pliegos
contigo? ¡Ay!, nada más la alborotas mañana también. Todo converge y Con- que les puse “Cinco minutos a los pies
y la dejas aquí penando. No sé lo que cha, sin saber por qué, elige a aquella a del Tabernáculo” también iba a me-
querrás de mí; pero a todo estoy dis- la que más se parecerá: amante desespe- ditarlos cerca de Él.
puesta. Mira, yo no aguanto esto que rada de Dios, encantadora, con rasgos
siento tan extraordinario. Es un con- histriónicos, política intuitiva y funda- En esos cinco minutos a los pies de
junto de dolor con gozo y no sé qué dora. ¿Quién otro de todos los santos Jesús, no sólo es Concha la que habla. A
lo supera [...] La verdad es que no me que Concha conocía era el más indicado veces escribe lo que cree que Jesús pien-
doy cuenta de lo que me pasa y sólo para comprender lo que sucede en su al- sa. Su pasión, su agradecimiento por el
sé que me duele el corazón. ma y llevarle el mensaje a Dios? amor que se expresa en las llagas y el co-
Así que se pone a escribirle también: razón de Jesús, cede sitio al sentido re-
A fuerza de esta forma de oración, parador y culpabilizante de su época:
Concha va creciendo espiritualmente y ¡Oh, gran Teresa!, hoy es tu día y “¡Ay, hijita —escribe en una carta como
el 15 de octubre, siguiendo su vínculo mi corazón henchido de gozo se te si fuera Cristo el que se dirige a ella— ya
con la Orden Tercera de San Francisco, ha consagrado con inmensa alegría. me cansan tantos pecados! Es preciso
decide hacer promesas de pobreza, cas- Yo te amo mucho por lo que amas- contrarrestar esos crímenes. ¿Cómo?
tidad y obediencia. Ha iniciado su me- te al Señor y por el bien que hace a mi Desagraviando mi Corazón con tus sa-
canismo de respuesta a ese asedio de alma tu lectura. Al consagrarme a ti crificios y tu amor; ofreciéndote como
Dios. quiero ser tu hija; quiero ser tu amiga, víctima. ¿Qué no lo harás por tu Jesús?
No sabemos a qué hora fue. Supon- y como tal mis confidencias serán ¿No lo espero de ti?” —para después ce-
go, por la manera en que se vivía en las para ti [...] Quiero ser de Jesús como der nuevamente al aspecto amoroso y
ciudades pequeñas, que sucedió en la mi- tú. La última, sí, la última de sus hi- agradecido que tiene el ancestral culto
sa de la mañana, a las seis o a las sie- jas, pero de Él para siempre [...] Los al corazón de Jesús—. “No olvides que
te. Concha sale de su casa y se dirige a afectos de mi familia son grandes, necesito almas, almas, muchas almas
la iglesia de San Juan de Dios. Ha ele- muy grandes, pero no bastante para amantes para calmar mi sed... Necesito
gido el momento indicado para pro- llenar las aspiraciones de mi alma. muchas virtudes, sacrificios y sobre to-
nunciar sus promesas: en la comu- Quiero que la consuma el amor a Je- do mucho amor. Ya sabes que de eso vi-
nión: sús, aunque muera en la fuerza del vo Yo”, y, después, moverse en una am-
amor [...] bigüedad: entre el agradecimiento y la
Nadie las presenció. Sólo Dios, mis deuda, que insinúa ya su profunda in-
santos patronos y yo lo sabíamos. Al Gracias a estos desbordamientos, las tuición mística: hay que amar como
recibirlo en la comunión, me pareció piezas de su vida interior comienzan a Cristo: “¡Ánimo! Yo te ayudaré y la re-
que ahí estaba la Santísima Virgen, ajustarse. Va a ser un camino largo y tra- compensa que te guardo sólo Yo la sé.
San Francisco y Santa Teresa presen- bajoso en donde Concha cambiará de Acuérdate que Yo te quiero mucho;
tando a Jesús mis promesas. estado anímico, amará y sufrirá intensa- que he muerto por ti; estoy en este ta-
Ahí, conmovida, se las hice con mente y se sentirá abatida, pero nunca bernáculo y nada te detenga para inmo-
todo mi corazón, experimentando abandonará el camino. El proceso se ha larte por mí”.

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Hermann Broch: el ángel acosado


y su doble oficio
3 Martin Lüdke

l es, sin duda, el más clásico bien porque arrastra tras de sí a los otros más afamados, lo colocan a la altura de

É
entre los clásicos de la moder- diarios desde Seattle hasta Nueva Or- los más célebres, Broch continúa siendo
nidad: Hermann Broch, muy leans. una suerte de misterio. Todavía en mar-
citado y apenas leído. De todas Pero, como siempre, aquí Broch fue zo de 1950 su hijo le escribía desde Vie-
las grandes figuras en la historia literaria víctima una vez más de la mala suerte. na, su ciudad natal: “Tú aquí sigues
de este siglo, como Kafka, Proust, Joyce o El comentario de Marguerite Young lle- siendo una celebridad desconocida a la
Musil, incluido Thomas Mann, él ha que- gó al periódico; el New York Times, en manera del bienamado Dios: se sabe
dado hasta nuestros días como el menos cambio, no llegó a la calle. El periódico que algo reina ahí en lo alto, tras las nu-
conocido. Durante toda su vida llegó no fue distribuido a causa de una huel- bes, pero con exactitud, nada se sabe”.
siempre a escena con un pequeño pero ga, y sólo un puñado de personas pudo Actualmente el asunto cobra un cariz
decisivo retraso. El destino, podría de- leer el artículo. ¿El destino? bien diferente: el prejuicio de que es di-
cirse, pero en parte él mismo tuvo la cul- Algo similar en esencia le sucedió fícil y también algo aburrido ha llegado
pa. Pues nada perjudica más a un autor con su trilogía Los sonámbulos. Cuando a filtrarse hasta en la enseñanza general.
que, como juicio analítico —ya sea entre el tercer y último tomo, Huguenau o el La cuestión es que Broch siempre es-
la crítica o entre el público lector—, te- realismo, estuvo finalmente concluido, tuvo rozando la fama muy de cerca sin
ner la reputación de ser inteligente. tras una larga y penosa faena de reela- poder llegar nunca a ella, y quizás le hu-
Apenas esto se divulga, sus libros son boración, tocaba ya a las puertas el Ter- biese sido otorgado el premio Nobel de
tildados de “difíciles” y relegados a un cer Reich. Broch decía: “No soy un pesi- no haber muerto tan prematuramente,
rincón impunemente. Hace mucho que mista, pero me estoy acostumbrando a con sólo 64 años, el día 30 de mayo de
la lectura ha degenerado en una distrac- la idea de que Los sonámbulos no podrán 1951 durante el exilio en los Estados
ción para el tiempo libre, y alguien co- alcanzar el éxito literario”. Finalmente, Unidos. A causa, oficialmente, de un pa-
mo Broch, que se toma la literatura en así sucedió. Y así ha permanecido hasta ro cardiaco, pero como resultado, para
serio, es propiamente culpable. No obs- hoy. Su editor, y más que nada, su ami- ser exactos, de un permanente exceso de
tante tuvo también mala suerte. go Daniel Brody expresaba con rudeza: trabajo que duró en definitiva toda su
Cuando en 1945 la editorial Pantheon “Todas esas brillantes críticas aún no vida. Broch se propuso siempre muchas
de Kurt Wolff sacaba a la luz en Nueva han hecho caer en la red ni a un solo cosas, mucho trabajo que se echó a cues-
York una edición simultánea en alemán comprador”. tas, y también mucho que se dejó endo-
e inglés de su llamada obra capital, esa Aun en la actualidad, cuando varios sar; y por si fuera poco, hizo siempre su
epopeya un tanto áspera y extensa titu- de sus contemporáneos, hoy mucho entrada —¿tal vez por eso?— con ese
lada La muerte de Virgilio, entonces la
guerra recién había llegado a su fin y
la mitad de Europa se hallaba en ruinas
y parecía que a Broch, tras largos años
de incansable labor en medio de las
condiciones más difíciles y hasta deni-
grantes, iba a cumplírsele un modesto y
legítimo deseo: poder vivir sin preocu-
paciones financieras del fruto de su tra-
bajo, de los ingresos de sus libros.
El éxito se programó por anticipado.
El ocho de julio de 1945 aparecía en pri-
mera plana del New York Times Book
Review, en grandes titulares, una entu-
siasta crítica, “A Poet’s Last Hours On
Earth”. Una presentación de esa índole
garantizaba —y garantiza aún en nues-
tros días— el éxito de un libro en los Es-
tados Unidos. No solamente porque el
New York Times sea muy leído, sino más

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 SUMARIO

familia y no dejaría de ser interesante;


asimismo, de los Schnabel-Broch, en
cada una de sus épocas, podría escri-
birse toda una serie de novelas Rou-
gon-Macquart, una estampa infernal
de mezquindad bondadosa y amorosa
vileza”.
De bondad o amor sólo se percibe
muy poco de vez en cuando. A fines de
los años veinte, cuando ya Broch había
salido victorioso de sus tan frecuentes
“escaramuzas de retirada” y las fábricas
habían sido vendidas, su hermano in-
tentó escamotearle la herencia paterna.
Más bien predominaban la mezquindad
y la vileza. La familia fue surtida con la
herencia y para él no quedó nada. No
obstante, Hermann se sintió liberado: se
había convertido en escritor. En Los so-
námbulos, libro que vio la luz por esa fe-
cha, se muestran, si bien de un modo
pequeño pero decisivo retraso. Alguien comprensibles declara inocente la nece- para nada autobiográfico, claros vesti-
galardonado posteriormente con el No- sidad existente en su trasfondo. gios de su vida. Por otra parte, jamás
bel, Elias Canetti, quien lo conociera en Es decir, que lo que obligaba a Broch consiguió desasirse totalmente de la fa-
Viena a principios de los años treinta a ese andar siempre de prisa era algo milia. Durante toda su vida se conside-
(y quien tal vez le deba bastante) habla más que una simple disposición psíqui- ró como víctima de la “crianza en una
de él en su autobiografía. Habla de su ca. Tratábase de un intento por encarar rancia familia judía”.
nobleza, de su vasta cultura y de su en- tensiones y antagonismos, por vivir con A Kind gehört gestraft (expresión que
canto personal, de su inagotable altruis- contradicciones pero sin ocultarlo. Era en español, en traducción un tanto li-
mo y la otra cara de éste, su increíble el intento por permanecer a la altura de bre, equivaldría a decir: “Los niños son
desamparo. Escribe Canetti: “Cada en- los tiempos. En una ocasión él mismo hijos del castigo”), era ésa la máxima
cuentro era para él un riesgo, pues luego expresaba: “Hay algo que sí comparto favorita del padre, la cual determinó to-
ya no podía sustraerse a él. Para zafarse, con Kafka y Musil: ninguno de los tres da una educación encaminada hacia lo
precisaba de gente que esperara por él poseemos una biografía propiamente pragmático: Realgymnasium (instituto de
en alguna otra parte”. Por eso siempre dicha; hemos vivido y escrito, eso es to- bachillerato con predominio de una ense-
andaba con prisa, continuamente acosa- do”. En esto tiene razón, aunque en rea- ñanza orientada principalmente a las
do. “Se aseguraba el camino que lo lle- lidad él sí vivió una vida dramática, ciencias naturales), sin nada de latín, de
varía de uno a otro; se preparaba para tanto por su origen como por su capa- griego ni de arte (profesión que nada
recorrerlo con prisa [...] El apuro en que cidad, sus intereses y, no en última ins- daba), luego la formación como ingenie-
siempre se le veía cuando uno lo trope- tancia, impelido por las circunstancias ro textil y por último la incorporación a
zaba casualmente en la calle era su úni- históricas. la empresa familiar. De este modo llegaría
ca salvaguardia. Sus primeras palabras Hermann Broch nació el primero de a trabajar con éxito y reconocimiento
eran: ‘Tengo prisa’, y aunque lo decía en noviembre de 1886 como hijo de un en- como director de la hilandería de Tees-
lugar del saludo, siempre lo hacía en un cumbrado judío moravo, surgido desde dorf; ascendería de la noche a la ma-
modo amable. Movía los brazos, sus re- las condiciones de vida más pobres. El ñana a la condición de “dignatario in-
cortadas alas, como queriendo elevarse padre había adquirido algunas fábricas, dustrial”, convirtiéndose “en eso que
en un vuelo, los sacudía un par de veces hilanderías, en fin, un pequeño imperio llaman un capitán de industria”, pero
para luego dejarlos caer desalentado [...] en la industria textil austriaca. Un clan quedando, al parecer, “prisionero para
En algunas ocasiones lo seguía con la no por próspero menos difícil. En 1949, toda la vida”. Durante el día trabajaba
vista hasta que se perdía en alguna ca- en mirada retrospectiva, Broch escribía en la fábrica y por las tardes y las noches
lle: su esclavina se levantaba al viento a su hijo: “Provienes de una familia gra- (entretanto ya se había casado) conti-
cual dos alas. Todo esto parecía ser al- vemente neurótica. Un abuelo maniaco- nuaba enfrascado en sus estudios sobre
go muy rápido sin que en realidad lo depresivo, incontenible y apático, con temas lógico-matemáticos primero y tam-
fuese.” algunos destellos de genialidad; la bién filosóficos después. Cuando le fue
Es probable que la economía de esta abuela, una neurótica obsesiva de pri- posible asistió a conferencias en la Uni-
forma de desplazamiento sea difícil- mer orden y, por si fuera poco, de esca- versidad de Viena o recibió clases de la-
mente reconocible a primera vista. Ca- sa inteligencia, con manías de poder, tín, y continuó siendo un autodidacta de
netti, con fino olfato, percibe lo afectado terca y vanidosa. Podría describir en por vida, hecho éste que trató de compen-
de esta conducta, si bien por motivos detalle la situación psicológica de la sar con una avidez de trabajo insaciable.

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En una carta a Kurt Wolff fechada con mayor claridad, ninguno lo descri- vemos en conjunto, se observa en él un
en 1942 justificaba sus penurias de bió con mayor rigor. intento por hallar un equilibrio a esta
tiempo alegando que se trataba de una Respecto del exceso de trabajo en polaridad. La tensión se convierte así en
“agotadora y tenaz lucha contra el pro- Huguenau o el realismo, le escribía a el motor de su quehacer. Consumió 10
pio diletantismo”, una “servidumbre” Daisy Brody, esposa de su editor: “No años bien contados, 10 años de intensísi-
que, “al margen del quehacer en la uni- hay duda de que el ejercicio de la poesía ma labor en su Teoría de la locura de ma-
versidad, lo ataba a la máquina de es- tiene sus inconvenientes. Y no se trata sas, de la cual sólo dejó fragmentos (una
cribir durante casi 14 horas diarias”. No solamente del constante temor que sien- empresa comparable a la de Canetti en
era exageración; solamente la amplia co- to a que los escollos externos menosca- Masa y poder, y a los estudios sobre “Au-
rrespondencia, que él llevaba muy con- ben su calidad (eso sería infundado), si- toridad y familia” del Instituto de Inves-
cienzudamente, excede, sobre todo en no que un temor de esa naturaleza se tigaciones Sociales), y al mismo tiempo
los años de exilio, cualquier volumen de sustenta en motivos mucho más profun- escribió La muerte de Virgilio, ese relato
trabajo normal. dos: hacer poesía es pretender conquis- breve, fabuloso, que devendría más tar-
Puede decirse con todas sus letras tar el conocimiento a través de la forma, de la monumental epopeya del mismo
que Broch se inmoló escribiendo. (Su co- y un nuevo conocimiento sólo podría nombre.
rrespondencia con Volkmar von Zühls- nutrirse de formas nuevas [...] La Continuó trabajando en Los inocentes,
dorff es una muestra de la seriedad con poesía que no implique un nuevo cono- ese ciclo de relatos relegado hasta hoy a
que asumió el “deber metafísico” al que cimiento habrá perdido su propio senti- un segundo plano. En realidad, escribir
se veía sujeto.) Jamás prescindió de su do y, por tanto, vería necesariamente dis- novelas le resultaba muy fácil; podía
“doble oficio” ni de las “terribles fati- minuir su calidad, lo cual la convertiría cuando quería, sólo que a la hora de na-
gas” vinculadas a él. De este modo con- en algo que, tanto por razones externas rrar nunca quiso olvidar los escrúpulos
siguió eludir decisiones e ignorar alterna- como internas, jamás debió haber sido que le inducían a formularse una pre-
tivas. Una debilidad personal, es cierto, escrito. La nueva forma, por el contra- gunta tan sencilla como legítima: “si to-
pero que al mismo tiempo constituye el rio, significa un mayor distanciamiento davía hoy la poesía es lícita como ex-
fundamento de su fuerza, de su impor- del público, algo no comerciable, pero presión de la vida”, en presencia de un
tancia. Su “ambición por unificar todo” además, ha de ser el viraje hacia un ca- mundo que se ha desquiciado y vuelto
se manifiesta allí de alguna manera. mino que ya ha sido vallado por Joyce”. además “complejo en tal extremo”, que
En una tardía carta a Waldo Frank, Así es. Broch se movió desde un ini- está obligado a desintegrar definitiva-
con fecha 12 de enero de 1950, señalaba cio en los marcos de este dilema, y lo hizo mente la “forma tradicional de nove-
este dilema: “El escribir novelas me re- desprovisto de todo compromiso. Esto la”. Si la novela pretendía “subsistir co-
sulta tan fácil que se me dificulta. Los lo diferencia de esos artistas del entrete- mo género artístico” habría de llegar “a
conocimientos que me interesan yacen nimiento en nuestros días, lo cual a su una transformación autodesintegrado-
en un nivel demasiado profundo como vez le reporta muy pocas simpatías. ra”. Este comentario suyo, referido a Los
para ser expresados en forma de novela, Las insuficiencias de la filosofía lo lle- inocentes (1949), una suerte de profesión
y si bien aparecen en mis obras —no varon a la literatura; las insuficiencias de de fe poética, describe asimismo la pro-
hay ser humano capaz de librarse del la literatura lo hicieron retornar siempre gresión de Los sonámbulos (1932).
todo de sus problemas, y éstos lo per- a las ciencias, a la filosofía. Broch, por mo- Tres periodos: Pasenow o el romanti-
siguen a uno en todas sus manifesta- mentos, trasmuta los acentos, pero si lo cismo, 1888; Esch o la anarquía, 1903; y
ciones—, lo que les hago con incluirlos
no es más que una injusticia”. Y continúa
diciendo: “Cuando me dedico a la fi-
losofía política o a la teoría del conoci-
miento, cumplo entonces con las res-
ponsabilidades que me son impuestas
tanto ante mí mismo como ante mi tra-
bajo o ante el mundo; en cambio, al es-
cribir novelas percibo una total falta de
responsabilidad. Y ahí radica todo, en el
sentido de la responsabilidad que se
posea”. Con esto ya ni siquiera admite a
Joyce; cuando más a Kafka, y eso por-
que a este último “le preocupa un bledo
lo técnico-estético y en su lugar echa
mano a lo ético justamente por su raíz
irracional”.
Su manera de pensar —y obrar—, ra-
dical y consecuente, llega a ser impre-
sionante. No existe otro poeta de este si-
glo que consiguiera discernir el dilema

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 SUMARIO

Fue en Viena donde se puso de ma-


nifiesto lo que al cabo significa el
encubrir la miseria con riqueza; allí,
durante su espectral periodo de
postrero esplendor, se hizo más evi-
dente que en ningún otro momento
o lugar: un mínimo de valores éticos
debía quedar encubierto por un má-
ximo de valores estéticos, que, por
cierto, no eran tales ni podían serlo,
ya que un valor estético no surgido
desde una base ética constituye pre-
cisamente lo contrario, es decir,
kitsch. Y como capital del kitsch, Vie-
na devino también metrópoli del va-
cío de valores de una época.

Muy cierto. Sólo que nosotros hemos


seguido avanzando por esta senda co-
mo si tal cosa, y entretanto el kitsch ha
llegado a ocupar a escala universal el si-
tio del arte. Los diagnósticos de Broch
Huguenau o el realismo, 1918. Tres figuras dora”: una reflexión en torno a la desin- exhiben hoy día su condición profética.
que, de tres maneras diferentes, se las en- tegración de valores. El mundillo de la literatura, inclui-
tienden —o han de entendérselas— con Esta idea fundamental determinó dos el público y la crítica, recompensa
los conflictos de su época, con la desin- sin excepción toda la obra de Broch. En para siempre la inteligente renuncia.
tegración de formas de vida tradiciona- ella caben lo mismo su teoría de la lo- Quien asume la doble carga del “doble
les. Lo que comienza con Pasenow, la cura de masas como su gran ensayo so- oficio” es propiamente culpable. Al me-
historia del prusiano aristócrata, en un bre “Hofmannsthal y su época”, sus nos para el escritor, el trabajo de las
estilo todavía a lo Fontane, entrañable y análisis del kitsch y sus investigaciones ideas y el empeño no implican ninguna
casi ceremonioso, transita luego por el acerca del mito. El hallazgo teórico de- recompensa, y después de todo es más
vago presentimiento de un nueva época venido génesis práctico de la labor narra- cómodo prescindir de ese voluminoso y
y las esperanzas que Esch, el simple em- tiva, que a su vez ha ido a establecerse pesado lastre que son la teoría y la refle-
pleado, cifra en América cuando le obli- en los límites de los conceptos. La desin- xión. Quien trabaja duro de día, por la
gan las circunstancias, hasta desembo- tegración de formas de vida inveteradas noche tiene derecho al asueto, sin duda.
car en Huguenau, donde todo eso va a provoca reacciones irracionales. Es ahí Pero eso de que el arte, como creía
cederle paso a una valoración desapa- donde se refleja la desintegración de to- Broch, tiene algo en común con el cono-
sionada. Este último se escabulle con dos los valores conservados. Los perso- cimiento, es ya harina de otro costal.
habilidad y maña, sin el más mínimo es- najes de Broch han de vérselas con el ¡Sea! Broch, al cabo de 115 años de su na-
crúpulo moral, en medio de los desór- miedo, la soledad y la indiferencia. Teo- talicio y 50 de su muerte, seguirá siendo
denes de una época: el último año de la ría y poesía se compenetran; de otro mo- un clásico, célebre e ignorado. Él, perso-
primera Guerra Mundial. Cuando el do sería imposible comprender la “es- nalmente, nunca creyó que las palabras
hambre aprieta, primero están los dien- tructura irracional” que, a juicio suyo, obrasen milagros.
tes que los parientes. “sirve de base al oficio de poeta”.
Centradas en la historia de estos per- Como racionalista consecuente que Texto tomado de Der Spiegel.
sonajes, las tres novelas describen —al era, Broch pretendió despojar de sus Traducción de José Aníbal Campos
principio de modo apenas perceptible— marcos psicológico-individuales a la
la “desintegración de los valores”, el máxima de Freud, “allí donde estuvo el
gran tema de Hermann Broch, uno de los Ello, ha de devenir el Yo”, e interpretar-
que lo ocupó durante toda su vida, lo la como tarea social. Se enfrascó en la
mismo en sus relatos que en sus nove- tentativa casi paradójica de fundamen-
las, en los ensayos y los dramas, en su tar éticamente la autonomía de lo estéti-
quehacer teórico y literario. En Los so- co. Desde una postura crítica, surgen de
námbulos, este motivo se va imponiendo esa tesis magníficos juicios, sobre todo
cada vez con mayor fuerza, también acerca de la Viena de entre siglos: “Si al-
desde el punto de vista formal. Lo que guna vez la miseria quedó encubierta
se inicia con Pasenow a modo de relato por la riqueza, fue entonces”. Con esta
convencional, concluye con Huguenau agudeza se inicia el ensayo “Hof-
en una “transformación autodesintegra- mannsthal y su época”.

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 SUMARIO

Ramón Xirau y la poesía


3 José María Espinasa

s frecuente que los ensayis- páginas? Es lógico, Ramón vive y escri- periódicos, o las necesidades de su labor

E tas que nos hemos ocupado,


desde muy distintas discipli-
nas y miradas, de la obra de
Ramón Xirau señalemos como esencial
su poesía, condición sine qua non de to-
be (y lee) en México, no lo hace por nin-
gún afán nacionalista —está vacunado
por medida doble frente a las quimeras
de la ideología—, sino por una necesaria
elección que no por necesaria deja de ser
docente y la redacción de algunos ensa-
yos, pero siempre están escritos desde
lo que —con un arrebato inevitablemen-
te cursi— el hoy injustamente olvidado
Roland Barthes llamó “el placer del tex-
do el conjunto, y tal vez se hace esto un acto de libertad, pero también por- to”. Y ese placer es lo que le da al final
pensando en que una obra tan diver- que sabe que las raíces del poeta son sus coherencia al teatro sobre el viento ar-
sa, que incluye desde su Historia de la ramas, son los brazos que lo hermanan mado, o sobre la página que es más efí-
filosofía hasta sus Epígrafes y comenta- no por la sangre sino por el espíritu. Por mera aun que el viento.
rios, la cohesión la mantiene una actitud eso el libro es a la vez un documento de Es decir: muchas veces un ensayo se
ante la creación como vida, cuya unidad pertenencia y una vocación de universa- escribe sin que el autor sepa que lo es-
es el hombre. Tal vez por eso Adolfo lidad. tá escribiendo, se le pide una reseña sobre
Castañón y Josué Ramírez abren el libro Conocimiento y poesía, reunidos en un libro, se ocupa de algún tema especí-
antológico que hoy nos convoca con un el título del libro, son dos términos que fico en la obra de un autor, reflexiona
poema-epígrafe, como pórtico a la selec- se relacionan gracias a una conjunción sobre sus nexos con otros poetas y co-
ción de ensayos sobre poesía iberoame- clave, puente y abismo sobre la que al- menta un ensayo crítico o una biografía,
ricana. guna vez Eduardo Nicol reflexionó con y de pronto allí están, a veces repartidas
Es inevitable, también, que su labor tino en su ensayo “Poesía y filosofía: el en distintos lugares, las partes de ese to-
como lector sea parte de esta obra, ya problema de la y”: el entre, que subraya do que no sabíamos que existía. Son tes-
que el que de verdad lee no concluye su la condición temporal más que matemá- timonio de una fidelidad, como ocurre
gesto en la última página del libro, sino tica de la conjunción, se debe a que esa de manera manifiesta en los ensayos so-
que busca compartirlo. Así puedo ima- temporalidad es simultánea, una de las bre sor Juana y sobre Octavio Paz.
ginar sin dificultad a Ramón Xirau, que formas más complejas de la duración: No buscan, los ensayos, agotar a un
ha terminado de leer un libro de Alfon- pensar la poesía es conocer, y conocer es autor (tarea que no conseguirían nunca
so Reyes, irrumpir en medio de una cla- ejercer la crítica. y en cambio sí agotarían al lector), sino
se sobre la dialéctica hegeliana con una Al final de su libro, Xirau traza un pensar en voz alta, dialogar con esos in-
breve cita de un poema culinario del au- sintético panorama de las disciplinas, terlocutores imaginarios que siempre
tor de El deslinde, de la misma manera teorías y autores que han prevalecido en son irreales, aunque se llamen amigos,
que lo recuerdo en una conferencia que la crítica del siglo XX, y sin embargo, a él colegas, alumnos o simplemente lecto-
interrumpió para preguntar cómo iba el —crítico en sentido más lato— no se le res. Cada que se refrenda o reafirma la
marcador del Holanda-Alemania. puede identificar con ninguna y es ob- lectura de uno de “nuestros” autores
Lo que se cocina, o lo que se conoce vio que las conoce, cambia, sin necesi- (las comillas son para matizar la pedan-
en la poesía, es la vida misma: él lee co- dad de justificarse, tanto de sistema co- tería) se vuelve sobre el legendario ges-
mo respira, y a lo largo de los años ha mo de parámetros, y crea un espacio de to del “decíamos ayer” que suprime no
respirado y leído muchas veces. El que la crítica que es el más plenamente ensa- el paso del tiempo sino la infidelidad que
lee a los 20 años y lee a los 70 es y no es yístico. Esto es muy importante: podría- concita.
el mismo, como las aguas de Heráclito mos, si tuviera algún sentido, calificar a Si no son ensayos de un profesio-
mezclándose con las de san Agustín. No Ramón Xirau de un profesional de la fi- nal, con los defectos usuales en esos
deja de llamarme la atención que un li- losofía, pero como crítico su obra apun- casos, menos aún son los de un especia-
bro tan claramente ensayístico sea a la ta a una imposibilidad de la profesiona- lista, debido a que justamente no cierran
vez tan autobiográfico, tan coherente a lización, es decir, la conservación de un el marco de interpretación sino que lo
lo largo de los días y las páginas. Las impulso debido al gusto y al amor por abren. Así puede, sin problemas, encon-
aquí reunidas no son todas, mucho me- lo que se hace, por ejemplo leer. Para es- trar en un mismo autor ideas contradic-
nos son representativas (esa obsesión to tenemos que revisar un poco la géne- torias y hacerlas complementarias, a la
tan propia de quien no lee), pero su mi- sis de este libro: en él se reúnen ensayos vez que sostener una tercera posición,
rada sí es abarcadora. de otros títulos muy diversos, como las tan antitética como admirativa.
En el libro los poetas mexicanos son páginas de un diario de viaje. Al autor Quisiera subrayar ciertos paralelis-
mayoría y Octavio Paz ocupa unas ¿100 seguramente se los solicitaron revistas y mos en el concepto de lo iberoamericano.

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Le interesa enormemente, ya se dijo, la te demasiado suyo, y aquí quisiera in- —por cierto— acepta de buena gana.
tradición mexicana, de la que se apropia vertir alevosamente la ecuación y decir Moderno no quiere decir (o no sola-
pronto, y en la que autores como sor que escribe mucho sobre Octavio Paz no mente) que esté al día en lo que a meto-
Juana, Othón o González Martínez le re- porque lo considere “demasiado ajeno”, dologías y autores se refiere, que lo es-
sultan centrales. También se apropia de sino demasiado otro, y se sabe que tan- tá, ni que está a la moda (que no lo está
la española: en sus trabajos sobre Juan to para el autor de Libertad bajo palabra tanto) sino que es contemporáneo de
Ramón, los poetas del 27 y José Hierro, como para Xirau, lo otro, el otro, la otre- sus lecturas.
justamente donde nace un paralelo con dad son valores positivos. Y, casi está Los textos reunidos, es cierto, no in-
lo que escribe de Contemporáneos y de más decirlo, ambos sabían que la cluyen ensayos sobre escritores poste-
Paz. En otro lado, hablando también de otredad no está en los extraterrestres riores a los años veinte, un poco tomán-
Xirau, he mencionado que ese paralelis- sino en el prójimo, ese otro que lo es en dose él mismo, que nació en 1924, como
mo no es sino la evidencia de que son el buena medida para permitirme a mí límite, pero existen suficientes como pa-
mismo viaje, como lo serían Vallejo y ser yo, o ser otro pero a la manera de ra armar otro volumen similar sin me-
las vanguardias latinoamericanas, pa- Rimbaud. noscabo de la calidad y con la misma
sando por Borges hasta llegar a Rojas Quiero subrayar, ya lo hice antes, proyección histórica. Quiero decir con
o los poetas concretos brasileños. No pero ahora lo hago de nuevo, que este esto que no le ha tenido miedo a entrar
se trata de un libro de historia sino de libro se hizo en el tiempo pero parece en la discusión más inmediata y a defen-
huellas, de calas armonizadas en el dis- escrito de un plumazo, como dice la ex- der valores aún no establecidos —hace
curso sin renunciar a su natural discon- presión popular. ¿Cómo imagino un unos meses un escritor argentino me
tinuidad. plumazo? Entiendo que es equivalente preguntaba por qué a los mexicanos nos
Es curioso cómo se reencuentra con li- de “en una sentada”, “de un jalón” o en gustaba tanto Juarroz; al leer el ensayo
bros tan distintos, pero a los que sirve de “una sola emisión de voz”, pero pienso incluido en este libro pensé: “por eso,
apostilla y corrección, como Los hijos más en esa pluma, fuente desde luego, porque hay gente que lo ha leído muy
del limo de Paz y La máscara, la transpa- que deja caer una mancha sobre la hoja, bien”—.
rencia de Sucre. Mapas, recorridos, itine- mancha que, como en la caligrafía orien- Más incluso: los valores se establecen
rarios, asombros instantáneos y fideli- tal o en las pinturas de Michaux, se a cada momento. Pongo por ejemplo de
dades mantenidas a lo largo de los años, transforma en escritura. La síntesis del nuevo a Juan Ramón Jiménez. Ningún
todo toma parte en el juego combinato- poema entre el instante y la duración se poeta iberoamericano que haya empeza-
rio de esa aventura colectiva de la poe- traslada aquí al ensayo. ¿Cuál es enton- do a escribir en los años cincuenta quedó
sía. Volver relato lo que es revelación no ces la diferencia con libros como Los hi- libre de su influencia; por el contrario, los
sólo es trabajo de la narrativa, también jos del limo y La máscara, la transparencia? nacidos en esa década lo leyeron poco y
del ensayo. Diría que Entre la poesía y el conocimiento más bien como obligación escolar —no
¿A qué me refiero con esto? Veamos, es menos conclusivo, está en una dispo- al poeta de Espacio sino el de Platero y
por ejemplo, los ensayos sobre Paz. Es sición más abierta, maneja ideas y con- yo—, mientras que a principios del siglo
evidente que el seguimiento de la obra ceptos pero no tesis, y no por ello pierde actual Jiménez vuelve a ser lectura y re-
del gran poeta, su amigo y en muchos rigor. A su vez —desde luego— se le no- ferencia obligada. Esto se debe a un es-
sentidos maestro, se da como un texto tan mucho más las costuras y remiendos píritu crítico como el que ejerce Xirau,
coherente cohesionado por la constan- (tal vez “de un plumazo” signifique en un proceso a la vez de conocimiento y
cia, como se señaló antes, pero también un solo corte de tela o de película cine- despojamiento de la información para
por una confianza en ese libro que a la matográfica). El trabajo de rompecabe- pasar a la médula, a la esencia.
manera talmúdica escribimos entre to- zas o mecano literario, debido a Adolfo La fortuna de un libro así es, pues,
dos, o mejor dicho leemos entre todos. Castañón y Josué Ramírez, abunda en mayúscula. Si Ramón lo hace con sus
Por eso algo tienen de escolios, de anota- esa condición de diálogo de su escritura; autores, nosotros también debemos ha-
ciones al margen, en las que se discuten conversación que, como bien sabía Blan- cerlo con él: son textos para la relectura,
ideas, se confirman coincidencias y se pro- chot, no concluye, lo que quiere decir en los que se establece ya una condición
yectan otras lecturas. En efecto, se trata que resulta infinita. de cómplice en el mejor sentido, de fa-
de un todo compuesto de fragmentos Otra de las figuras tutelares en el li- miliaridad, de pertenecer, más allá de
que no aspiran a totalizar sino relativi- bro, junto a la de sor Juana y Paz, es la las diferencias, al mismo discurso, al
zar el juicio, evitando su absolutismo de Juan Ramón Jiménez. Es lógico, jun- mismo curso, ése en el que tal vez lo que
dogmático. Por eso lo que antes se defi- to al poeta mexicano, es la figura central se mueva no sea —como en el río de He-
nió como mesura se transforma en estra- para su generación y una de las voces ráclito— el agua sino las orillas.
tegia del texto: se habla en voz baja para más importantes en el siglo XX, maestro
que se entienda mejor lo que se dice y colérico de sus destacados alumnos del
para conocer mejor aquello de lo que se 27, pero también de poetas en su cauda,
habla, la poesía. como el propio Xirau, y un interlocutor • Texto leído el 20 de marzo del
En distintas ocasiones, incluso hace otro para nuestra modernidad. Porque 2002, en la presentación del libro de
unos días para el periódico La Jornada, Xirau es un crítico plenamente moder- Ramón Xirau Entre la poesía y el conoci-
Xirau señala que no ha podido escribir no por más que su eclecticismo parezca miento, realizada en la librería Octavio
sobre Antonio Machado porque lo sien- remitirlo a un estilo impresionista, que Paz del FCE.

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Los archivos de Reyes


y González Martínez
3 Leonardo Martínez Carrizales

una herencia cultural. De las Obras tura mexicana. Un gesto de carácter pú-
completas quedó fuera —entonces y blico, pertinente en la administración de
aún hoy— la publicación de su copio- los bienes propios de una comunidad li-
sa correspondencia; una enorme acu- teraria. El editor de Ábside lanzó la con-
mulación de papeles postales que Re- vocatoria y la apoyó con el ejemplo: pu-
yes organizó —no sabemos con certeza blicó las cartas que González Martínez
hasta qué punto— en los años mexica- había remitido a su hermano, Gabriel
nos del final de su vida. Prueba de es- Méndez Plancarte, fundador y primer
to es el epistolario del regiomontano director de la revista, y a sí mismo. Al-
con Enrique González Martínez. En se- gunos más secundaron esta iniciativa y
guida, se cuenta la historia de este ex- la “estela” comenzó a formarse.
pediente en el archivo documental de Entre los corresponsales de Enrique
Alfonso Reyes. González Martínez que acudieron al lla-
El poeta Enrique González Martínez mado de Ábside, Alfonso Reyes destaca
murió en su domicilio de la Colonia del por la magnitud de su respuesta, pues
 Fragmento del prólogo que Valle el 19 de febrero de 1952. Inmedia- confió al director de la revista los testi-
encabeza la Correspondencia de tamente, el medio cultural se congregó monios epistolares del trato que mantu-
Alfonso Reyes y Enrique González en torno a la familia del poeta, mientras vo por espacio de 40 años con el poeta
Martínez, de próxima publicación en el Estado y el gobierno de la República fallecido.
el FCE dentro de la colección se preparaban para rendir homenaje al No guardamos una noticia exacta del
Biblioteca Americana. escritor y la prensa se apresuraba a dar origen de la decisión tomada por Reyes.
cuenta de las reacciones públicas que el Éste debió conocer, como el resto de los
fallecimiento había suscitado en diver- escritores mexicanos sensibles al pro-
sos sectores de la sociedad. Se trata de yecto cultural de Ábside, el llamado del
una manifestación colectiva de tal en- editor de esta revista. Es casi seguro que
vergadura que no puede explicarse sólo Alfonso Méndez Plancarte, con quien
como efecto de la cortesía ni como refle- mantenía una comunicación constante,
omo todos lo recordamos, jo de las obligaciones del gremio ante nutrida y sincera —un trato que incluso

C don Alfonso invirtió casi


un tercio de su vida en el
servicio de la diplomacia
de México, entre 1913 y 1939, con algu-
nas breves interrupciones debidas al
uno de sus integrantes.
Entre las reacciones desencadenadas
por la muerte de González Martínez,
nos interesa particularmente la convo-
catoria que Alfonso Méndez Plancarte
había resistido con fortuna algunas dis-
crepancias noblemente dirimidas—, le
haya enviado directamente la invitación
en alguna de las tardes en que se daban
cita en el número 122 de la avenida In-
mecanismo que es propio de las sustitu- lanzó desde la revista Ábside. La convo- dustria, domicilio particular de Reyes.
ciones y los enroques de los cargos di- catoria de marras se dirigía a los escrito- Sin embargo, el gesto del polígrafo no se
plomáticos. Una vez establecido en la res mexicanos que hubiesen intercam- explicaría sólo por la piedad fraternal o
capital del país, Reyes consagró buena biado correspondencia con el poeta la simpatía con el inquieto editor.
parte de sus empeños intelectuales y muerto, pidiéndoles que enviaran a la Es un hecho que Reyes eligió a la re-
de sus energías físicas a la administra- revista los documentos al respecto; así, vista Ábside como órgano difusor de,
ción de su obra literaria en obediencia se iría constituyendo, conforme a los en- por lo menos, dos proyectos literarios,
de un plan concebido varios años antes de víos, una “estela” de palabras cordiales notables por su largo aliento. Nota-
su retiro diplomático, y cuya culmina- en memoria del poeta. Ábside se com- bles no sólo por el número y las caracte-
ción es la edición de sus Obras completas. prometía a ser el vehículo de esta mani- rísticas propias de los documentos que
Una tarea rendida en 20 años que tiene festación póstuma de la amistad. Esta- dio a conocer en las páginas administra-
el carácter de la creación literaria —por mos ante un acto relacionado con las das por el padre Méndez Plancarte, sino
ejemplo, Reyes escribiría en este periodo manifestaciones públicas de duelo pro- también por las consecuencias que tal
la mayor parte de las páginas dedica- pias del catolicismo, pero también, y so- publicación tuvo en la administración
das a su afición a Grecia—, pero tam- bre todo, un gesto social portador de documental de su propia obra y su bio-
bién el de un archivo y la disposición de sentido entre los personajes de la litera- grafía; celosa administración en la que

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Reyes estaría empeñado luego de su re- referidos a la educación universitaria y embargo, en los términos de nuestras
greso definitivo a México en 1939, pro- la cultura literaria: conferencista en la preocupaciones, este punto de vista re-
cedente de Río de Janeiro, la última de Universidad Nacional y en El Colegio sulta insuficiente para dar cuenta de
sus misiones diplomáticas. Hablamos, Nacional, presidente de El Colegio de una aspiración que, por lo menos, se re-
claro está, de la publicación ya referida México; embajador en retiro y delega- monta hasta 1926, cuando Reyes redactó
de la correspondencia que sostuvo con do ocasional del Estado en foros inter- una misiva dirigida a Genaro Estrada y
González Martínez, y la mucho más nu- nacionales...; en fin, un árbitro supremo Enrique Díez-Canedo, mitad juego lite-
trida que nos informa de su encuentro y de la cultura mexicana, personalidad de rario mitad confesión personal, en la
colaboración con el hispanista francés nota en una institución social destinada que confiaba a los dos amigos más en-
Raymond Foulché-Delbosc. a la administración del patrimonio cul- trañables residentes en cada una de las
En cuanto a la importancia de estos tural del país. riberas del Atlántico que más le impor-
documentos, poco tendremos que co- Esta serie de tareas cumplidas por taban, México y España, el cuidado y la
mentar si recordamos el curso —tan lar- Reyes como condición necesaria de su edición de su obra en caso de falleci-
go como profundo— del trato que Re- reinstalación en la vida pública de Méxi- miento. Cualquiera que sea el valor emo-
yes mantuvo con el hombre del búho y co no sólo dejó su impronta en la biogra- cional conferido por Reyes —el amigo o
con el director de la Revue Hispanique. fía pública, sino también en el régimen el escritor— a este documento, difundi-
Cualquier alegato en favor de la valía de privado de la escritura. Nos referimos a do en la quinta serie de Simpatías y dife-
las cartas publicadas por Ábside tendría un ejercicio literario que se despliega rencias, allí reside un plan general de or-
un balance favorable si sólo se concen- con la convicción de que el escritor es el ganización de sus libros que no sufriría
trara en relatar circunstanciadamente ciudadano de una república obligado a modificaciones sustanciales en el pro-
las experiencias compartidas entre los rendir constancia y ejemplo ante sus se- yecto de las Obras completas. La célebre
personajes implicados. Sólo por aludir mejantes mediante el aliño de su obra. serie de artículos Historia documental de
a un par de puntos en dichas experiencias Y para ello, es obvio, no sólo hay que es- mis libros ofrece un testimonio más de la
baste señalar que la correspondencia con cribir esa obra, sino preservarla, orde- solidez y la naturalidad con las cuales
González Martínez arroja luz sobre el narla, inscribirla en la vigencia de un or- la idea de organizar su propio legado li-
escenario de la carrera diplomática de den social, atenderla, contenerla en una terario había crecido en el pensamiento
los corresponsales, así como también so- tradición. Este empeño reclamaría casi de Reyes.
bre sus convicciones estéticas en torno a completamente a Reyes durante los años Nos parece claro, y lo apuntamos al
la poesía; y la sostenida con Foulché- de su definitiva residencia mexicana. margen, que esta actitud no sólo es atri-
Delbosc rinde un testimonio todavía Desde nuestro punto de vista, el mo- buible a la intención de la persona y a
inexplorado sobre la educación y los há- mento más notable de la conducta con- las obligaciones de carácter político y
bitos filológicos de Reyes, templados, ni servadora, legislativa y organizadora de social que la institución literaria plantea
más ni menos, en los problemas textua- Reyes ante sí mismo radica en la planea- a sus integrantes, sino que también en-
les que los poemas de Góngora propo- ción y edición de sus Obras completas, tran en juego las cláusulas de un código
nían al editor especializado del segundo cuyo primer volumen data de 1955. literario según el cual el desarrollo de
decenio de este siglo. Sólo este aspecto A veces se ha juzgado este hecho co- una obra es paralelo a la formación de la
sería suficiente para reservar un lugar mo un capricho de la vanidad o una persona que crea dicha obra: un código
destacado a esta correspondencia en el medida del cálculo político. El juicio que atribuye al hecho literario una di-
terreno de la poesía española e hispa- obedece al influjo que dejaron tras de sí mensión moral y normativa, un valor
noamericana. los conflictos que se suscitaron cuando directamente relacionado con la con-
A pesar de lo anterior, nos interesa Reyes cumplía con esta tarea y estrecha- ducta del creador atenida a un modelo.
destacar, antes que cualquier otra cosa, ba las manos del sector más influyente Nos referimos a un aspecto sancionado
el peso acordado por Reyes a esta inicia- de la generación de Medio Siglo; grupo por la tradición clásica, cuyas normas
tiva en la economía documental de sí que, como ya lo hemos discutido, había Alfonso Reyes acató en todas sus conse-
mismo. Nos referimos a una conducta problematizado el proceso de la literatu- cuencias. La constitución que Reyes hi-
que Reyes observaría al organizar su ra mexicana. Ni siquiera un hombre co- zo de su legado literario luego de 1939
propio patrimonio literario, en conso- mo Reyes quedó al margen de las dispu- proyecta los valores en los cuales sus-
nancia con una imagen pública tem- tas, y parte de ello puede advertirse en tentó esta empresa sobre su epistolario
plada en su largo periplo diplomático una nota de escepticismo en torno de personal. El hecho de que aún hoy este
y en los años de su instalación defini- sus Obras completas que desde entonces corpus no haya merecido un lugar en el
tiva en México. Hablamos de un capítu- ha acompañado su desarrollo. El escep- proyecto de las Obras completas no
lo en la vida de Reyes que se caracteriza ticismo ante el escritor que negocia los quiere decir que no haya tenido un si-
en el ámbito de lo público por haberse bonos de su fama pública con el futuro tio en la economía moral de sus escritos.
convertido en un consejero de mandata- inmediato. Cualquiera que sea su perti- El cómputo de los hechos que conducen
rios y oficinas gubernamentales que pu- nencia, esta explicación incide en una a Reyes a organizar y difundir su corres-
so al servicio de los asuntos públicos zona del fenómeno que deberíamos ex- pondencia con González Martínez ilus-
una experiencia de primer nivel y una plorar de acuerdo con los mecanismos trará los elementos más notables de la
refinada competencia técnica; un admi- de la representación social de las perso- construcción definitiva de la imagen pú-
nistrador generoso de bienes públicos nalidades y los valores literarios; sin blica de aquél.

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Dos cartas
3 Alfonso Reyes y Enrique González Martínez

México, D. F., 15 de junio [sic] de 1951.


Sr. Dr. Don Enrique González Martínez,
Adolfo Prieto 715,
Colonia del Valle,
México, D. F.

Mi muy querido amigo:


Permítame usar en esta carta un tono mezclado de estilo amistoso y estilo burocrático.
El Colegio de México, cuya Junta de Gobierno presido, deseoso en alguna manera de hon-
rarse asociando a su cuadro de labores el alto nombre de nuestro máximo poeta, se atreve a
ofrecer a usted la siguiente proposición, cuyo valor es más simbólico que efectivo.
Quisiera el Colegio que aceptara usted una modesta ayuda de $ 600.00 mensuales durante
el 2º semestre del año en curso, ayuda renovable en principio para en adelante, a cambio de
lo cual sólo le pediría que consagre usted algunos ratos de su precioso tiempo a ir organizan-
do la colección de su obra completa, con el destino editorial que usted guste y que a usted le
convenga, y sin compromiso ninguno de usted para con nuestra institución.
Esperamos con impaciencia su respuesta. Ojalá este ofrecimiento le sea grato y compren-
da usted el legítimo interés que nos mueve a solicitar, por nuestra parte, algún reflejo de su
merecido prestigio. Muy cordialmente suyo.

Alfonso Reyes
[Rúbrica]
Presidente

rrr
México, D. F., 19 de mayo [sic] de 1951.
Señor Doctor
Don Alfonso Reyes,
Presente.

Mi muy querido y admirado amigo:


Su atenta y grata carta del 15 del actual me informa de que El Colegio de México ha querido
asociarme a sus labores, de tan alta significación en la cultura hispanoamericana. Un deseo de
tal índole enorgullecería a cualquier escritor mexicano o extranjero. Mas la forma generosa
con que se me llama a incorporarme a tan ilustre institución y a estar cerca del preclaro pre-
sidente de la Junta de Gobierno, hace irrecusable mi aceptación y obliga profundamente mi
gratitud.
Estoy, pues, a las órdenes del Colegio, y ojalá que me sea dado prestarle servicios más
efectivos que los que se me exigen tan delicada y graciosamente.
Quedo, con gran afecto, su servidor y amigo,

Enrique González Martínez


[Rúbrica]

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García Márquez y Álvaro Mutis:


la política y el olvido
3 Juan Gustavo Cobo Borda

Pero, en realidad, cuán remoto y política adelantada por Fidel Castro en


anacrónico es ese mundo. Qué lejanas los 40 años de su mandato junto, por
esas guerras civiles y qué aureola de le- cierto, con esa proximidad afectiva que
yenda extinta la que ilumina, simultá- atestigua su retrato de Castro en el pró-
neamente, al coronel Aureliano Buendía logo al libro del periodista italiano
y a Simón Bolívar. Ese Bolívar carismá- Gianni Mina.3 Al referirse a Castro dirá
tico y caribe que García Márquez quiso en el mismo prólogo a Lleras Camargo:
restituir a nuestro lado, con los pies en
la tierra, como el heraldo renovado de la Su visión de la América Latina en el
utopía, pero que en realidad vuelve a porvenir es la misma de Bolívar y
fundir los pescaditos de oro de una ilu- Martí: una comunidad integral y au-
sión que se muerde la cola y termina por tónoma capaz de mover el destino
disolverse en la sacralidad del mito. del mundo [p. 23].
Padre Bolívar que estás en el cielo de
nuestras vidas, como lo cantarían Pablo Podríamos pensar entonces en una ac-
Neruda y Miguel Ángel Asturias e in- ción a la vez literaria y política para re-
tentaría desmitificarlo en vano Germán mozar y volver operante lo que había
a obra de Gabriel García Már- Carrera Damas,1 como lo comprobamos devenido una retórica única pero ya

L quez, nacido en 1927, es sin


duda el aporte más decisivo
de Colombia a la literatura
universal en el siglo XX. No sólo la litera-
tura en lengua española, en América y
ahora ante el renacido ideario bolivaria-
no del coronel Hugo Chávez...
Como lo explicó el propio Gabriel
García Márquez, en su prólogo a las me-
morias del expresidente colombiano Al-
cansina —are en el mar, siembre en el
viento—. El estremecedor Bolívar que
veía derrumbarse su sueño, como lo
captaron muy bien Germán Arciniegas
y Fernando Cruz Kronfly4 en libros an-
en España, fue alterada por el impacto berto Lleras Camargo, sus convicciones teriores a El otoño del patriarca. Un sueño
de su escritura, siempre tan próxima a la políticas se sustentan precisamente en la de integración hecho polvo y ceniza.
poesía, sino que su endiablada capaci- figura de Bolívar. Al referirse a Lleras Desmembrado por las vanidades perso-
dad para edificar personajes y fabular Camargo diría: nales y los intereses localistas, Bolívar
un mundo hace que hoy todos nos sin- terminaba por considerar a esa porción
tamos orgullosos habitantes —por el pa- Él vería la Revolución cubana como del universo llamada América literal-
saporte de su lectura— de un país lla- una punta de lanza del comunis- mente ingobernable y natural emigrar a
mado Macondo. mo soviético contra las Américas, y quienes habían intentado darle consis-
Nocivas paradojas contradictorias de la sola mención de Fidel Castro le tencia y rumbo. Serían castigados por el
la globalización: cuando todos los países causaba escozor. Yo la veía y la sigo exilio o debían asumirlo como el único
del mundo exigen a los colombianos vi- viendo como una barrera contra la destino posible.
sa, sospechosos de narcotráfico, todos expansión imperial de los Estados Pero siempre renace el terco afán por
los países del mundo leen y estudian a Unidos y me causaba escozor el concretar esa ilusión empecinada. Un
Gabriel García Márquez, candorosa- presidente Richard Nixon y la ma- continente de hombres libres, bien nu-
mente convencidos de que Colombia y yoría de sus antecesores después de tridos en pan y justicia, pero espiritual-
García Márquez no son el mismo asun- Lincoln. mente también alimentados por una no-
to. Quizás no lo sean del todo, pero la El modelo de Alberto Lleras eran ción de autonomía. Por una capacidad
transposición creativa que ha hecho de los Estados Unidos, y por lo mismo de elección en relación con su futuro y
nuestras realidades, buenas y malas, ha fue su partidario entusiasta. Mi ideal los caminos para conseguirlo. Algo de
contribuido a enriquecer el mundo. En era y sigue siendo un mundo ético. eso lo encontramos en su discurso al re-
todo caso, no es de extrañar que estudie- Por consiguiente no tenía un modelo cibir el premio Nobel o al proponer un
mos para el diccionario cuál será el más de carne y hueso, sino el idealismo desmesurado esfuerzo de pedagogía co-
adecuado de los gentilicios para esa tri- fantasmal de Simón Bolívar [p. 19]. 2 lectiva para crear, por fin, un mundo al
bu que habita Macondo. Un gentilicio alcance de los niños.5
que también debe ser válido en turco, ja- Su ideario político se nutre, en conse- Pero este mundo es un mundo de
ponés o tagalo. cuencia, de ese símbolo y de la muy real doble faz. Una cara de América siempre

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está vuelta hacia el pasado. Ese pasado Su silueta comienza a recortarse me- Gabo me recibió en una oficina llena
que en un primer momento podemos jor; luces y sombras, sobre el escenario de monitores y aparatos de grabación
llamar Europa. Dirá en El otoño del pa- que tantos partícipes dibujan con sus en los estudios de RTI, la estación de
triarca (1975): “Por favor, carajos, déje- testimonios autobiográficos o sus re- televisión donde para entonces se es-
nos hacer tranquilos nuestra Edad Me- creaciones a partir de la ficción. taba filmando La mala hora bajo la di-
dia”, o en su discurso al recibir el Nobel: Un primer esbozo surge del hones- rección de Jorge Alí Triana, quien
to y hermoso testimonio de Sergio Ra- años después iba a dirigir también la
La interpretación de nuestra realidad mírez: Adiós muchachos. Una memoria serie basada en mi novela Castigo di-
con esquemas ajenos sólo contribuye de la revolución sandinista (Madrid, vino para la misma RTI.
a hacernos más desconocidos, cada Aguilar, 1999). Para mejor ubicarlo re- Jamás antes nos habíamos visto,
vez menos libres, cada vez más soli- tengamos apenas dos ideas centrales y este episodio lo hemos recordado
tarios. Tal vez la Europa venerable del libro de Sergio Ramírez, expresadas juntos. Le conté todo el plan, sin
sería más comprensiva si tratara de con sus propias palabras. Primero al ha- omitir los 1 200 hombres sobre las ar-
vernos en su propio pasado. blar de los Somoza en Nicaragua dirá: mas, y él me escuchó sin perder pala-
“Vivíamos bajo una dictadura dinás- bra. Luego, con el entusiasmo repo-
Pero el presente de sus textos conlle- tica protegida por Estados Unidos” sado del que tantas veces le he visto
va otros usos de sus palabras. Si bien (p. 80). hacer gala en la vida a la hora de las
hoy en día todos los políticos colombia- Ese estado de cosas sería aquel que el buenas causas, tomó el teléfono y le
nos han saqueado el rico arsenal idio- sandinismo intentaría cambiar, dando preguntó a alguna de las secretarias
mático de sus novelas para los fuegos por resultado el siguiente balance, tam- de aquel enjambre que bullía puertas
fatuos de sus discursos, en realidad la fi- bién en sus propias palabras: afuera a qué horas salía el domingo
gura Nobel ha sido asimilada y forma un avión hacia Caracas. Uno que fue-
parte integral, junto con el café y la cum- El nuestro fue un régimen muy de- ra un jumbo, porque les tenía más
bia, de nuestro folclor. mocrático, en un sentido nuevo, y confianza. Era jueves.
De sus muy explícitos apoyos polí- muy autoritario, en un sentido viejo. Un día de hace poco me contaba
ticos al presidente conservador An- Pasados los años, lo que se llamó el que el alcalde de Aracataca, al inau-
drés Pastrana a la incorporación de proyecto táctico terminó imponién- gurar un modesto obelisco en el sitio
trozos de su vida a las letras de las can- dose, como ya dije, y la democracia, de la matanza de los trabajadores ba-
ciones vallenatas. Desde su fascinación ya sin apellidos, ni burguesa, ni pro- naneros, episodio que pasó a las pá-
por los oscuros entresijos del poder has- letaria, vino a ser el fruto más visible ginas de Cien años de soledad, había
ta el preocupado y sincero afecto por su de la Revolución. La gran paradoja recordado en su discurso a las 3 000
salud. Todo ello siempre enmarcado por fue que, al fin y al cabo, dejó en he- víctimas de ese día, un número que
las incontables reediciones de sus libros, rencia lo que no se propuso: el fin del sólo está en la novela y que segura-
incluidas las ediciones piratas. atraso, la pobreza y la marginación mente nunca llegó a ser tan grande,
De ahí que facetas de su actividad [p. 107]. como las dimensiones mismas de la
política comiencen a develarse en las plaza lo denuncian. La imaginación
memorias de este fin de siglo. Ya no es Dentro de este marco se inserta el derrotaba, otra vez, a la realidad. Y
sólo el conspirador secreto que cumple apoyo de García Márquez al sandinis- yo le recordé que él había ido a ver a
misiones confidenciales en causas que mo; consecuencia natural, por así decir- un presidente en nombre de un ejér-
requieren del máximo sigilo: desapare- lo, de anteriores iniciativas políticas su- cito guerrillero de 1 200 hombres que
cidos del Cono Sur, por ejemplo, bajo las yas dentro de América Latina. Van ellas no pasaba realmente de 80 [p. 114].
dictaduras militares en Argentina, Uru- desde su donación a Teodoro Pettkoff y
guay y Chile, sino ruidosos y publicita- el MAS de Venezuela de su premio Ró- Los poderes de la ficción para alterar
dos compromisos, sean de rechazo a mulo Gallegos, obtenido en 1972, hasta la realidad continúan operando a nivel
Augusto Pinochet como de apoyo a la su apoyo a los gobiernos de Omar Torri- de realismo mágico o de costumbrismo
Revolución sandinista. jos en Panamá y su lucha por la recupe- mitológico. Pero lo que parecía tan loa-
Todo ello hace parte de la historia ración del canal y su simpatía por los ble, a nivel revolucionario, con la menti-
oficial de una América Latina en el siglo montoneros en la Argentina. Algo de to- ra piadosa de esos 80 hombres —los
pasado, la cual continúa debatiéndose do ello puede rastrearse, con sus propias cuales recibirían el apoyo efectivo del
entre democracia y militarismo, entre palabras, en su última recopilación pe- entonces presidente de Venezuela, Car-
presencia imperial norteamericana y ve- riodística: Por la libre (1999), incluidos los Andrés Pérez, gracias a las gestiones
raz neoliberalismo de concentración de también sus reportajes periodísticos acer- de García Márquez—, se trueca luego,
capitales, altos índices de desempleo y ca de las primeras acciones armadas del en la propia Nicaragua, en algo muy
fusiones multinacionales; entre corrup- sandinismo. En todo caso, así retrata distinto: en demenciales proyectos fan-
ción, ONGS, derechos humanos y afán de Sergio Ramírez —el cuentista y novelis- tásticos que terminan por erosionar una
justicia; entre Iglesia católica, grupos ta que luego sería vicepresidente de Ni- economía muy endeble, como sucedió
cristianos, feminismo, culturas urbanas caragua— a Gabriel García Márquez, con la construcción de costosos aero-
y modernización parcial cuando no cuando recabó su apoyo para la causa puertos para aviones rusos Mig que
trunca.6 sandinista: nunca llegaron o de ingenios y maqui-

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narias abandonadas, por ineptitud y fal- leída necedad” de un presente que no hacer en forma definitiva. La feliz amne-
ta de planificación, en medio de la selva, sólo le resulta abominable sino peor sia que la ficción literaria engendra al
oxidándose entre el deletéreo clima del aún: anodino, y pone en boca de su per- cancelar lo que fue y proponer lo que to-
trópico. Escenas que bien pueden remi- sonaje femenino en La última escala del davía no existe, salvo como opción de
tirnos a la anulación del progreso en Tramp Steamer (1988) esta desencantada lectura.
medio de la circular frustración tropical, reflexión que ahora creemos ya haber No es de extrañar, entonces, que ya
o a la imagen poética del tren abandona- oído y que encierra estas dos trayecto- desde abril de 1952 Gabriel García Már-
do entre lianas con que Álvaro Mutis y rias creativas en un mismo círculo de quez escribiera:
su alter ego, Maqroll el Gaviero, han en- eterno retorno:
galanado sus prosas. Alguien dijo que la América está he-
En sus memorias, Sergio Ramírez Pero si quiere que le cuente lo que voy cha con los desperdicios de Europa.
también traza otro retrato certero: el de sintiendo en Europa, le diría que es Puede decirse, para remontarnos
Álvaro Mutis. Leerlo es ver a los dos, una lenta pero creciente decepción. más atrás en este progresivo rodaje
Gabriel García Márquez y Álvaro Mutis, Es como si todo esto que ahora trato de la bola, que Europa, a su vez, está
unidos en la reveladora disimilitud de de ver y de absorber en Europa ya hecha con los desperdicios del Asia
sus concepciones políticas pero, a la vez, me fuera conocido y ya me hubiera [Textos costeños, vol. I., Barcelona,
manteniendo activos los infinitos vasos aburrido antes. Bruguera, 1981, p. 736].
comunicantes que hacen de sus obras
un territorio común dentro de la ficción Ese deja vú que une a Álvaro Mutis Como Borges, a quien detestaba po-
colombiana y unas formas afines de in- con Gabriel García Márquez en sus alu- líticamente, García Márquez ve también
terpretación del mundo. Entre el izquier- siones a una historia europea que se eri- repetirse los ciclos y desgastarse el eje
dista y el reaccionario hay una zona com- ge como la historia por excelencia, y an- de la estirpe. De La mala hora a Noticia de
partida de ideas similares en su enfoque te la cual los conatos de independencia un secuestro. De la épica al periodismo.
del pasado, que subyace a los canjes, de los países periféricos semejan ser De las guerras ideológicas al secuestro
préstamos e intercambios entre sus res- siempre gestos truncos que no terminan turbio. Del mito a las sórdidas noticias
pectivas escrituras. por concretarse, depara dos resultados. policiales. De la razón al lucro. Tal el
Dice así Sergio Ramírez, al referirse a La constatación de una violencia que no complejo entramado de estos arduos
Álvaro Mutis: es propiedad exclusiva de ningún pue- asuntos.
blo del mundo sino que todos la ejercen Octubre de 2000
ADIÓS MUCHACHOS en determinados momentos y con inten-
sidades afines. Y esa sensación aluci-
Solía venir a Nicaragua para cobrar, nante de estar siempre repitiendo los NOTAS
en nombre de la Columbia Pictures, mismos impulsos para concluir siempre
las remesas que el Sistema Sandinis- en idénticas acciones baldías. Todo ello 1. Germán Carrera Damas, El culto a Bo-
ta de Televisión no podía honrar sino justificado por una retórica cada vez lívar, Bogotá, Universidad Nacional de
en córdobas devaluados, y las viejas más vacua y erosionada. Colombia, 1987, p. 303
cuentas de las salas de cine que para García Márquez, en Crónica de una 2. Alberto Lleras, Memorias, Bogotá,
entonces, también por falta de divi- muerte anunciada (1981), ante el crimen Banco de la República/El Áncora Edito-
sas, nada más exhibían películas de proclamado hace que un hermano Vica- res, 1987, 269 pp. Prólogo de García Már-
antes del Diluvio. Alguien le infor- rio le diga al otro: “Esto no tiene reme- quez, fechado en febrero de 1997, 9-21 pp.
mó que sólo yo podía ordenar que le dio —le dijo: es como si ya nos hubiera 3 . Gianni Mina, Habla Fidel, Bue-
pagaran, y cada vez que volvía nos sucedido”. nos Aires, Editorial Sudamericana,
pasábamos largas tardes conversan- Sociedades marginales repitiendo fa- 1988, 387 pp. Prólogo de García Már-
do en mi despacho de la Casa de Go- talidades previas y condenas ancestra- quez, 11-28 pp.
bierno, entre risas que deben haberse les intentan, en vano, exorcisar con la 4. Juan Gustavo Cobo Borda, El colo-
oído en los confines de las ruinas de sangre dudosos honores mancillados. quio americano, Medellín, Universidad
Managua. Nunca logró de mí un so- A partir de allí la cadena de venganzas de Antioquia, 1994.
lo dólar, pero en cambio se convirtió, resultará extensa. Un tumultuoso río de 5. Gabriel García Márquez, Por un
según confesión propia, en el único sadismo, degüellos y rabia. país al alcance de los niños, Bogotá, Ville-
monárquico sandinista sobre la tie- Mutis —el lector de Valéry Larbaud gas Editores, 1996. p. 147. Juan Gustavo
rra. [p. 220]. y Drieu la Rochelle— y García Márquez Cobo Borda, Repertorio crítico sobre Ga-
—el lector de Suetonio y Faulkner—, briel García Márquez, Bogotá, Instituto
Álvaro Mutis, el admirador de Na- miran ambos al pasado y comprueban Caro y Cuervo, 1995, 2 volúmenes; Juan
poleón y Proust, o del castillo que en cómo la lección europea no consiste en Gustavo Cobo Borda, Para llegar a Gar-
Vaux le Viconte construyó Fouquet, in- conocer mejor el pasado para así no re- cía Márquez, Bogotá, Temas de Hoy,
troduce así la necesaria gota de escepti- petirlo, sino en dejarlo de lado para así 1997. p. 256
cismo reaccionario en medio de las mili- construir nuestros propios olvidos. El 6. Carlos Monsivais, Aires de familia,
tantes campañas de su amigo García inconmensurable olvido que sólo la fic- cultura y sociedad en América Latina, Bar-
Márquez. Nunca deja de señalar la “des- ción es capaz de preservar, guardar y re- celona, Anagrama, 2000, p. 254.

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1934 • LIBROS PARA IBEROAMERICA • 2002
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• NOVEDADES •

RAMÓN XIRAU JOSÉ SARNEY


• Entre la poesía y el conocimiento • Saraminda

Ramón Xirau (Barcelona, 1924) llegó a México en Más allá de Marañón, hacia el norte y por la costa
1939. Su amplia labor como filósofo y académico atlántica, en el Amapá del siglo XX se abre una re-
no lo ha distraído de la creación de una original y gión que se confunde, entre montes y selvas, con
apreciable obra poética escrita en catalán. Ali- la Guayana. Entre sus pobladores, negros, indios,
mentada por la filosofía y la poesía, la obra ensa- mestizos —brasileños unos, franceses otros—
yística de Xirau es amplia y variada; se centra en cundió la inquietud por el oro que bajaba en alu-
la interrogación de la experiencia y la construc- vión por el río Calçoene. Para las historias de

s
ción poética, y sienta sus reales en una cuidado- Brasil y de Francia fue un episodio marginal,
sa indagación de las ideas y mitos que alimentan aun cuando a principios del siglo pasado una
la poesía. Entre la poesía y el conocimiento —an- corte suiza decidió el litigio sobre el inmenso terri-
tología preparada por Josué Ramírez y Adolfo torio en favor del país sudamericano. En los al-
Castañón— busca reconstruir la trayectoria que bores de un nuevo siglo, con la publicación en
durante cuatro décadas han seguido los ensayos Brasil de Saraminda, la ficción se apodera del se-
literarios de Ramón Xirau. miolvidado suceso con la intención de poblar el
yermo de la memoria, perdida en el centralismo de
la historia nacional brasileña.

JAVIER SICILIA EVA CRUZ


• Concepción Cabrera de Armida. • La forma del asombro.
La amante de Cristo Narrativa norteamericana contemporánea

De manera amena y sencilla, el autor reconstruye Poco conocidas en nuestro medio, las narradoras
y desentraña, junto con la vida de Concepción estadunidenses del siglo XX se han distinguido por
Cabrera de Armida, buena parte de la historia de explorar nuevos temas con gran maestría en el
México. Su narración es un largo recorrido que va manejo de la estructura y del lenguaje. En esta an-
de los violentos años posteriores a la Indepen- tología aparecen algunas de las mejores narrado-
dencia, pasa por el Porfiriato, la Revolución, la ras contemporáneas de los Estados Unidos: Les-

s
Guerra Cristera, el periodo presidencial de Calles, lie Marmon Silko, Anne Tyler, Jayne Anne Phillips,
el asesinato de Álvaro Obregón, hasta llegar al Cynthia Ozick, Bobbie Ann Mason, Joy Williams,
gobierno de Lázaro Cárdenas, que coincide con Ellen Gilchrist, Rebecca Goldstein, Bharati Muk-
el final de la vida de esta admirable mujer. Su herjee, Alice Walker, Marianne Wiggins, Anne
ejemplo de amor, humanidad y compromiso histó- Beattie, Ursula K. Le Guin, Joyce Carol Oates y
rico la colocan como una de las más altas místi- Grace Paley. Las autoras incluidas son muestra
cas de México, a la altura de mujeres excepciona- de la diversidad de culturas que han venido a en-
les como Santa Teresa de Jesús y Santa Teresita riquecer y a cuestionar la vida social, política y cul-
de Lisieux. tural norteamericanas.

HÉCTOR ORESTES AGUILAR HELIO JAGUARIBE


• Carl Schmitt, teólogo de la política • Un estudio crítico de la historia

Carl Schmitt (1888-1985) es uno de los autores de La concepción fundamental de la obra se corres-
teoría política y jurídica más controvertidos de la ponde con lo que usualmente se conoce como fi-
segunda mitad del siglo XX. Schmitt participó en el losofía de la historia, de san Agustín a Toynbee.
régimen nacionalsocialista alemán y lo defendió Sin embargo, se diferencia de esta disciplina por-
activamente; la corriente antiliberal que lo nutría que no parte de ninguna presuposición a priori,
choca radicalmente con las ideas de tolerancia y como la providencia divina para los autores men-
pluralismo con las cuales pretendemos construir cionados, el progresismo inmanente de Condorcet,
nuestras transiciones a la democracia. El presen- la lucha de clases de Marx, la marcha hacia la
te volumen no tiene por objeto justificar el compro- creciente libertad de Croce, y otros postulados de
miso del autor sino presentar un panorama cabal carácter religioso o metafísico. De ahí su singu-
de sus ideas en el curso de su prolongada vida. laridad: no atribuye al proceso histórico ninguna
Los materiales aquí reunidos incluyen, entre otros, finalidad previa; por el contrario, esta obra consi-
los polémicos e importantes ensayos de Schmitt dera la historia como un proceso secuencial resul-
Teología política I y II. tante, dentro de condiciones específicas, de di-
versas intervenciones humanas.

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LIBRERÍAS DEL FCE


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• Librería Alfonso Reyes • Librería Octavio Paz • Librería en el IPN


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Tels.: 5119 1192 y 2829

• Librería Daniel Cosío Villegas • Librería Un paseo por los • Próxima inauguración:
Avenida Universidad 985, libros Librería Juan José Arreola
Col. Del Valle, Pasaje Zócalo-Pino Suárez del Venustiano Carranza
México, D. F. Metro, y Eje Central.
Tel.: 5524 8933 Centro Histórico, Centro Histórico
México, D. F. de la Ciudad de México.
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GIÓRGOS SEFÉRIS: EL ESTILO GRIEGO


• COLECCIÓN LENGUA Y ESTUDIOS LITERARIOS •

“Soy un escritor —me dice


Giórgos Seféris— obsesiona-
do por unas cuantas cosas. Y
no hago más que repetirlas.”
Reconozco el aserto. Lo
he leído en su prosa y en sus
versos. Y me constan sus ob-
sesiones principales: Grecia,
la poesía, el destino. Acaso
se trata de un solo tema, in-
menso, virtualmente infinito.
I
K. P. Kaváfis
s II
El sentimiento
Giórgos Seféris (né Sefe-
riádes). Hijo de Stélio Se-
feriádes y Déspo Tenekídes,
nació en Smyrna, el 29 de fe-
brero de 1900. Recibió su
educación en Smyrna, Ate-
nas y París; en esta última
ciudad cursó la carrera de le-
yes, más bien interesado en
las letras. En 1926 ingresó a la
diplomacia. Cónsul en Lon-
Porque Grecia, la poesía y el T. S. Eliot de eternidad dres y luego en Albania; a la
destino, para Giórgos Sefé- caída de Grecia, en la segun-
ris, son diversas, fecundas da Guerra Mundial, siguió a
maneras de enfocar la pre- su gobierno en el exilio, sir-
sencia y la trayectoria del viéndolo en Creta, Sudáfrica,
hombre sobre la tierra. Antes Egipto, Inglaterra e Italia. Li-
que un país, Grecia es una berada su patria, fue secreta-
actitud que la tradición mantiene y vivifica. La rio del arzobispo-regente Damaskinós. Volvió a
poesía vendría a ser el rescate de esa actitud, y Londres, completando así un brillante círculo pro-
el destino su asunción plena. fesional. En 1962 le fue otorgado el premio Foy-
le de poesía, y al año siguiente el premio Nobel
JAIME GARCÍA TERRÉS III de literatura.
Todo está lleno
de dioses

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Para entender al Medio Oriente

v
• SUGERENCIAS DE NUESTRO CATÁLOGO •

• Helena Cobban • Pierre Vidal-Naquet


LA ORGANIZACIÓN PARA LOS JUDÍOS, LA MEMORIA
LA LIBERACIÓN DE PALESTINA Y EL PRESENTE

En el marco de los conflictos que el mundo ha vi- Libro que analiza algunos aspectos de la historia
vido después de la segunda Guerra Mundial, el lla- política e intelectual del judaísmo, en esa época
mado genéricamente enfrentamiento árabe-israelí decisiva marcada por la “disidencia cristiana”.
ocupa un lugar preponderante. Sin embargo, la Busca esclarecer el lugar de los judíos en el periodo
idea general que se tiene acerca del conflicto no lo de la modernidad política occidental. Asimismo,
muestra en su verdadera dimensión. Por ello este aborda “las oscuridades del exterminio”, con escri-

sss
libro de Helena Cobban, al analizar en toda su tos vinculados al Holocausto en los que aparecen
complejidad las múltiples variantes histórico-políti- “zonas inquietantes, a veces en el límite”, las que
cas del enfrentamiento global, ubica en su justa “hacen visible no sólo la complejidad de la trama
expresión el punto en que se encuentra el Medio histórica sino también, y antes, los indescifrables
Oriente y que lo ha convertido en la región más abismos de la conducta humana”.
convulsa, inestable e impredecible del planeta.

v
• Alessandro Bausani • Ali Merad
EL ISLAM EN SU CULTURA EL ISLAM CONTEMPORÁNEO

En este libro su autor ha querido dar una idea lo Este estudio presenta las grandes transformacio-
más clara posible del Islam como religión, para nes que sufrió el Islam desde finales del siglo XIX
lo cual es preciso aclarar un punto importante: hasta la época contemporánea.
cuando decimos religión, en el caso del Islam, de- Ali Merad analiza el tema del atraso islámico,
bemos abandonar el concepto de religión al que problema que orilló a pugnar por un avance cientí-
estamos acostumbrados —ateos y creyentes— en fico y cultural, junto con una rehabilitación social y
nuestro mundo tradicionalmente “cristiano”. Ha moral de la comunidad, así como la creación de
existido incluso un escritor musulmán, Ghulam Ah- nuevos modelos socioculturales que mejoraran los
mad Parwez, de Pakistán, que hace años pudo es- niveles de vida de los pueblos musulmanes. Cita
cribir un ensayo titulado Islam: a challenge to Re- también los diversos infortunios por los que atra-
ligion, es decir, El Islam: un desafío a la religión. vesó el Islam, sus crisis y conflictos con Occiden-
te, los tropiezos de sus gobiernos y los nuevos in-
tentos por establecer su independencia.

• NUESTRA DELEGACIÓN EN GUADALAJARA • • NUESTRA DELEGACIÓN EN MONTERREY •

Librería José Luis Martínez Librería Fray Servando Teresa de Mier


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