Sei sulla pagina 1di 18

ISSN: 0185-3716

del Fondo de Cultura Económica

Salvador Elizondo visto por

Carballo • Castañón • Esquinca • Fell • A. Fuentes


• Curley • Malpartida • Paz

Miguel León-Portilla Hernán Lavín Cerda:


por Federico Navarrete, Bonifaz Nuño,
Alicia Mayer la amistad como un
y Pilar Máynez arte

Poesía de Wislawa Un cuento de Jaime


Szymborzka, Elsa Cross y Echeverri
Andrés Sánchez Robayna
Zulai Marcela Fuentes
José Kozer: sobre Carlos Peniche
Lectura y catarsis Ponce

• Tomás Segovia •
Las cartas de Gilberto Owen a Clementina Otero
SUMARIO La cebolla
AGOSTO, 2001
✸ Wislawa Szymborska
del Fondo de Cultura Económica Traducción de Gerardo Beltrán
WISLAWA SZYMBORSKA: Poema • 3
TOMÁS SEGOVIA: Gilberto Owen o la seducción • 4
DIRECTOR:
La cebolla es otra cosa.
Gonzalo Celorio ANDREA FUENTES: Salvador Elizondo, la redención infinita • 10
Ni siquiera tiene entrañas.
JORGE ESQUINCA: Farabeuf en el ómnibus • 13 Es cebolla enteramente,
SUBDIRECTOR:
ELSA CROSS: Ultramar • 14 al más cebolloso grado.
Hernán Lara Zavala
Por fuera tan cebolluda,
FEDERICO NAVARRETE: Tonantzin Guadalupe • 15 cebolla de raíz,
EDITOR:
JAIME ECHEVERRI: Gertrudis baja la escalera • 18 podría escrutarse por dentro
Francisco Hinojosa
sin ningún remordimiento.
JOSÉ KOZER: Lectura y catarsis • 21
CONSEJO ANDRÉS SÁNCHEZ ROBAYNA: Fragmento • 23 En nosotros todo extraño
DE REDACCIÓN:
HERNÁN LAVÍN CERDA: Bonifaz Nuño, la amistad como un arte • 24 apenas por la piel cubiertos,
y una anatomía violenta,
Ricardo Ancira, María Luisa ZULAI MARCELA FUENTES: Atlántida perdida, paraíso recobrado • 27
terror de la medicina,
Capella (España),
y en la cebolla, cebolla
Adolfo Castañón, Joaquín
INSTANTÁNTANEAS SOBRE SALVADOR ELIZONDO y no intestinos torcidos.
Díez-Canedo, María del Carmen
Desnuda repetidamente
Farías, Mario Enrique Figueroa, Emannuel Carballo • Adolfo Castañón • Claude Fell • y similar hasta el fin.
Daniel Goldin, Alejandro
• Dermot F. Curley • Juan Malpartida • Octavio Paz
Katz (Argentina),
Un ser sin contradicciones,
Josu Landa, Juan Camilo
criatura muy bien lograda.
Sierra (Colombia)
En una cebolla hay otra,
en la grande una pequeña
DISEÑO, TIPOGRAFÍA
y así sucesivamente,
Y PRODUCCIÓN:
una tercera, una cuarta.
elδorado
Una centrípeta fuga.
Snark Editores, S.A. de C.V.
Un eco cantado a coro.
IMPRESIÓN:
Impresora y Encuadernadora
A la cebolla la entiendo:
Progreso, S.A. de C.V.
el mejor vientre del mundo.
Sola se rodea de aureolas

 y para su propia gloria.


Nosotros: grasas y nervios,
La Gaceta es una publicación mensual, edita- secreciones y secretos.
da por el Fondo de Cultura Económica, con Y se nos ha denegado
domicilio en Carretera Picacho Ajusco 227, la idiotez de lo perfecto.
Colonia Bosques del Pedregal, Delegación
Tlalpan, Distrito Federal, México. Editor res-
ponsable: Francisco Hinojosa. Número de
Certificado de Licitud (en trámite); Número de
Certificado de Licitud de Contenido (en trámi- ‹ ‹ ILUSTRACIONES: SALVADOR ELIZONDO › ›
te); Número de Reserva al Título de Derechos
de Autor (en trámite). Distribuida por el propio
Fondo de Cultura Económica. Impreso por
Impresora y Encuadernadora Progreso, S.A.
de C.V., San Lorenzo Tezonco 244, Delega-
AGOSTO, 2001
• De Wislawa Zsymborska, escritora polaca que obtuvo el Premio Nobel de literatura en 1998, el FCE prepara actualmente una antología
ción Iztapalapa. SUMARIO poética.

LA GACETA LA GACETA
2 3
Gilberto Owen o la seducción •Marcapasos•

✸ Tomás Segovia

 El texto de Tomás Segovia que aquí se reproduce esa incesante maceración en que el sentido impregna a las cosas, e im-
Al cierre de esta entrega de La Ga-
forma parte del volumen Cuatro ensayos sobre Gilberto pregna sus propias regiones, hasta el límite de todo lo que puede in-
Owen que próximamente saldrá a las librerías con nuestro cluir en esa vasta digestión interminable y nunca del todo sondeable. ceta nos enteramos de que Juan
sello editorial. De Segovia, el FCE ha publicado Trizadero, Si ponemos tanta atención en la correspondencia privada y cir- García Ponce ha sido merecedor
Poesía y profética, Cuaderno inoportuno y cunscrita de ese muchacho, que nos parecería tal vez inocua si ese del décimo primer Premio de Lite-
Poesía (1943-1997). muchacho no se llamara Gilberto Owen, no es pues por ilusión o por ratura Latinoamericana y del Cari-
arbitrariedad, es que se ha vuelto efectivamente un documento hu-
be Juan Rulfo, que se otorga
mano importante por el hecho de que ahora sabemos de qué lengua-
je ese muchacho era el aprendiz y el siervo. La infancia de un lengua- anualmente en el marco de la Fe-
je que nos seduce, como la de una persona que nos seduce, no signi- ria Internacional del Libro de Gua-
fica lo mismo que las otras. No la clasificamos igual: ya no pertenece dalajara. En nuestro próximo nú-
eminentemente a la clase de las infancias sino a la clase de las etapas
mero dedicaremos un espacio al
ntentar ser poeta es aceptar, entre otras amenazadoras circuns- de esa vida particular, y al clasificarla así la clasificación no queda

I tancias, ponerse en una situación tal que todo lo que se escriba


se vuelva decisivamente significativo; es tener todo nuestro
lenguaje expuesto y tolerar que se le pidan cuentas sin apela-
ción. Por joven que sea un poeta y por nebulosa que sea la representa-
ción que se hace del tipo humano al que sueña llegar a parecerse un
violada o falseada sino que se orienta: toma sentido.
Pero quiero creer que en el caso particular de estas cartas hay al-
go más. Su reedición en tan breve lapso me parece sugerir que el in-
terés que han suscitado no se debe sólo al hecho de ser de Owen, si-
no también a su tema y a lo que sobre él dicen. Tengo la impresión de
rando en torno a él tanto o casi como hace un
siglo o dos, y que seguimos consumiendo
es reduccionista por vocación (y por defini-
ción). Reduce la experiencia “real” a la es-
comentario de Crónica de la inter-
vención, novela que recién he-
mos publicado en la colección Le-
tras mexicanas. De la vasta obra
día, tiene que sentir de una manera o de otra esa vertiginosa respon- que la circunstancia de tratarse de una correspondencia privada, y masivamente teleseries y casi masivamente tructura abstracta con que aspiramos a ex- de García Ponce tenemos en nues-
sabilidad, tan vulnerable además, que tal vez nadie le pide todavía pe- hasta la de haber sido escritas por un joven desconocido y acaso cali- películas donde no se habla o se disparata de plicarla (y llegada a manos de algunos, a tro catálogo, además, Apariciones,
ro que sabe que él mismo está provocando con vehemencia. ficable de ingenuo, les dan por suerte un aspecto que les permite ha- otra cosa; es claro también que un porcenta- controlarla o manipularla). Un arte en el El gato y otros cuentos, Inmacula-
Al leer estas cartas tan obviamente “íntimas”, como dicen, tan per- cer pasar, casi de contrabando, unos pensamientos que son hoy difí- je desproporcionado (por fortuna rigurosa- sentido en que uso aquí esa palabra (su sen- da o los placeres de la inocencia,
sonales y hasta casuales, y que sin embargo, de manera inevitable, to- cilmente presentables en la cultura instituida. Quiero decir pensa- mente imposible de cuantificar) de las con- tido de más vieja estirpe) es todo lo contra-
Las formas de la imaginación: Vi-
mamos terriblemente en serio, no es fácil recordar que fueron escritas mientos sobre el amor. versaciones de café, de esquina, de alcoba y rio de lo que hoy llamamos una teoría: es lo
por un joven, un verdadero muchacho de 23 años. Sin duda hay algu- Porque si hay un tema sobre el que hoy no se pueda reflexionar de otros tibios e inverificables parajes se en- que hoy llamamos una praxis. cente Rojo en su pintura, Figura-
na monstruosidad en esa actitud que nos empuja a las disquisiciones públicamente sin caer en lo ridículo o en lo rancio es justamente el te- reda con toda seriedad o toda falta de ella en Los textos que van a leerse fueron sin du- ciones, Encuentros y Pasado pre-
más o menos solemnes ante unas ocurrencias que, si vinieran de algún ma del amor. No pretendo por supuesto que ese tema no nos preocu- sus vericuetos. Pero eso no quiere decir que da originalmente unas “simples” cartas de sente. Enhorabuena a Juan por
inmaduro conocido nuestro, no nos distraerían mucho de nuestras pe y hasta nos obsesione. Es claro que la novela y el cuento siguen gi- se pueda presentar hoy una reflexión sobre el amor, revestidos del aura que les confiere el
tan justo reconocimiento.
otras preocupaciones. Y sin embargo esa actitud no es sólo, como de- amor y aspirar a conseguir el respeto de los ser textos de un gran poeta, se leen ahora, en-


cía, inevitable, sino también, me parece, justificable. Es claro que en conferidores de respetabilidad. Cuando digo tre otras cosas, como un verdadero arte de
1928, cuando Owen escribió esas cartas, no eran seguramente más sig- reflexión me refiero a una práctica que se amar: una reflexión sobre la experiencia del
nificativas que muchas otras cosas que debieron escribirse o incluso distingue de una doctrina científica o cienti- amor que no despega nunca del nivel de esa
publicarse ese año y que hoy, si todavía nos topáramos con ellas, re- ficoide, y pienso además en una reflexión ex- experiencia, preocupada constantemente de
Propuesta por la Fundación In-
tendrían probablemente nuestra atención menos aún que si las hubié- plícita y directa, porque claro que en una no- qué hacer frente al amor, y que no busca un
ramos leído entonces. Pero Owen, a lo largo de los años, logró cons- vela o una película suele haber una reflexión saber sobre esa experiencia sino en la medi- ternacional Yehudi Menuhin, la
truir un lenguaje que nos hizo resonar lo bastante como para prestar- sobre el amor, pero es una reflexión implíci- da en que ese saber sigue siendo un saber autora británica Doris Lessing,
le oídos, y esa seducción suscita un aura que se propaga a todos los ta y no directamente expresada. qué hacer. Dicho de otra manera, lo que bus- tal y como se anunció en La Ga-
rincones de ese lenguaje, que ilumina hasta sus más fragmentarios Sobre el amor, aparte de contar cuentos ca una reflexión como ésta es el sentido del ceta de julio, obtuvo el Premio
desvanes, y acaba por hacer que su pasado mismo se vuelva mítico. por escrito o por audiovisualizado, lo que es amor, y no, como la reflexión teórica, las con-
Príncipe de Asturias de Letras
Esa mitificación no es del todo indeliberada de parte del poeta. lícito presentar hoy en día sin hacer el ridí- diciones de ese sentido. La teoría se mueve
Desde el principio, y durante todo el resto de su vida, sabe que si fi- culo es únicamente una teoría, con todas las entera en el nivel de esas condiciones, y toca 2001. La novela más importante
nalmente alcanza lo que busca con todas sus fuerzas: una palabra sal- resonancias científicas que esa palabra tiene tan poco al sentido (y a la experiencia mis- de la prolífica autora lleva como
vada de la vanidad del parloteo, desde ese momento nada escribirá en en nuestra época. Lo que no es imaginable ma) que para ella ese sentido tiende a ser ilu- título El cuaderno dorado, la cual
vano, incluso nada habrá escrito en vano. Su victoria y su maldición es en este mundo nuestro es escribir un Arte de sorio: las reglas para la teoría indudablemen-
aborda los problemas de una
que lo que fue tal vez escritura intrascendente se ha vuelto ahora mí- amar o incluso una filosofía del amor. El Ar- te son, mientras que el sentido que producen
ticamente prestigiosa. Bendita mitificación, porque es parte de esa in- te de amar de Eric Fromm o los estudios so- o la realidad que gobiernan le aparecen co- mujer desde el punto de vista de
cesante animación de nuestra circunstancia que da su interés a la vida bre la pareja de Igor Caruso (se trata de dos mo efectos distantes y borrosos de esas re- la creación literaria, del compro-
y hace de la historia un despliegue que no sólo avanza sino que vive. ejemplos y ya sé que hay otros) son escasa- glas, realidad fantasmática, ser derivado o miso político, del psicoanálisis y
Las cosas que nos resultan profundamente significativas no lo eran ob- mente “artes”, y hasta lo poco que tienen de disminuido. En cambio para el que vive la
de las relaciones amorosas: una
jetivamente; o mejor dicho, objetivamente ni lo eran ni dejaban de ser- tratados consiste mucho más en ser tratados experiencia y se interesa en ella el sentido es-
lo, y cuando nos parece que sí lo eran es que la significación que reci- de psicoanálisis (más o menos disidente, y tá siempre de cara a la experiencia, y las re- excelente síntesis de las princi-
bieron anteriormente nos resulta ya indistinguible del objeto, pero no también eso es significativo) que en ser tra- glas que pueda vislumbrar a espaldas de él pales problemáticas del siglo XX.
nos resultaría así si cambiáramos el ángulo de la visión. Sólo que si la tados del amor. Incluso a esos libros relati- vendrán siempre después e intentará siem- Lessing estuvo a punto de ganar
vida tiene sentido es porque las cosas toman significación; la toman vamente arriesgados lo que los hace presen- pre hacer que obedezcan a la experiencia y
obviamente de nosotros, pero no de nuestro personal capricho sino de tables es la teoría que los sostiene. La teoría no al revés.

LA GACETA LA GACETA
4 5
bito social donde respiramos nuestro oxígeno público es sin embargo que no es ese tratado, pero que, como estas un equivalente más escueto y presentable del
impublicable. Aunque es a la vez el destinatario, la referencia y el sue- cartas, gracias a algún azar (o a alguna astu- arrebatamiento de albedríos, le es fácil que-
el Premio Nobel de Literatura en
lo nativo de todo lo que se da a la publicidad (o tal vez precisamente cia del espíritu) resulta serlo. dar libre del todo de alguna sombra de pudi-
por serlo), él mismo no puede ser publicitado: el patio de butacas es Y aquí, diría yo, todo se une felizmente. bunda sospecha, incluso o sobre todo en 1991 pero el Comité Nobel prefirió
seguramente esencial al teatro, pero no puede estar a la vez en su si- Pues esa astucia inocente, esa estrategia de- nuestros días. otorgárselo a Nadine Gordimer. El
tio y en el escenario. En cuanto a lo que se presenta en el escenario, si sarmada que juega con dinamita al borde Un uso “poético” de la escritura (el de la Príncipe de Asturias es una justa
buscamos allí nuestra moral amorosa sólo podrá ser en lo que nunca del abismo, es decir al borde del azar, ese ex- poesía y otros que se le parezcan) es un uso reivindicación por parte del jura-
habla de ella; o tal vez habría que decir que habla muchísimo de ella, traño juego que apuesta a perder, aunque retórico en este sentido; apunta a seducir. In-
pero sin nombrarla. Allí, en el escenario, sólo es presentable bajo otro claro que a perder de cierta manera, es lo cluso los estilos poéticos de hoy más aparen-
do español que la premió, según
nombre y en el papel de otro. O sea de una manera que a nuestra épo- que propondré llamar seducción. Y así la es- temente agresivos, subversivos y desdeño- consta en actas, por el relieve de
ca le gusta llamar reprimida. critura juega en su tablero el mismo tipo de sos son en el fondo complicaciones y cere- las mujeres que protagonizan sus
Un texto como éste refleja ejemplarmente esas condiciones. No es partida que en el suyo la experiencia a la bralizaciones, perversiones si se quiere, del relatos y por ser una “apasionada
por supuesto un texto clandestino: es tan públicamente recomendable que se la llamó a servir. Ese uso de la escri- arte de seducir. Si todos sabemos que una se-
luchadora por la libertad”.
como puede desearse. Pero su lectura constituye un paradójico acto tura que, aunque no tiene que encontrarse ñora que vemos fotografiada en una revista


de clandestinidad oficial: esa manera de espiar la correspondencia ín- necesariamente en la sola poesía, se mani- o un videoclip toda provista de pinchos, ca-
tima de una persona que ni se sabe espiada ni ha consentido en serlo fiesta sin embargo en ella del modo más cla- denas, látigos, botas y mefistofélico rímel es-
es bastante innegablemente clandestino; a la vez, se trata de un texto ro, es a no dudarlo un uso seductor. Eso lo tá tratando claramente de seducirnos, aun-
publicado y hasta eminentemente publicable, y por tanto del dominio vio siempre con evidencia la retórica anti- que con otro estilo, tanto como aquellas inve-
Augusto Monterroso recibió re-
público, por lo menos como texto, o sea como cosa legible, aunque gua, y siempre sacó sin hacerse demasiados rosímiles rancheritas de trenzas, blusa de
nuestras leyes pongan calificaciones a esa noción en cuanto a su ex- líos la consecuencia. La retórica era justa- Oaxaca y lunar junto a la boca aplicadamen- cientemente un doctorado hono-
plotación (que es lo que más preocupa a nuestras leyes). No estamos mente un arte en el sentido a que me referí te “fresca” de las postales de hace 30 años, ris causa en la Universidad Peda-
pues violando ninguna propiedad, intelectual en este caso (que es lo antes, un método práctico para saber hacer tampoco es difícil ver que esa escritura tipo- gógica Nacional Francisco Mora-
que más celosamente vigilan nuestras leyes), ni faltándole al respeto ciertas cosas, junto con una reflexión sobre gráficamente espasmódica, léxicamente ras- zán de Honduras. Además de es-
a ningún derecho ajeno, o por lo menos no está nada claro cuál es ese esa práctica que nunca se despega del nivel posa, sintácticamente tableada y semántica-
derecho y qué es faltarle al respeto. de la práctica misma, y tal vez extrañará me- mente impertinente de nuestras “revistas de
te merecido reconocimiento –que
Pero justamente, en nuestros días, resulta casi vergonzoso pensar Pero esta situación ejemplifica más cosas. Una de ellas es la am- nos verla sacar a colación aquí si recordamos jóvenes” (que siguen siendo idénticamente se añade al Premio Príncipe de
públicamente sobre algo importante como es el amor renunciando bigüedad del posesivo cuando hablamos de “nuestros” textos, que en los últimos retoños suyos más o me- “nuevas” desde hace 50 años) quiere tam- Asturias, el Villaurrutia, el Águila
tan abiertamente a poner en el centro (o hacer creer que se pone en el “nuestras” ideas o incluso “nuestro” lenguaje o lenguajes en general, nos desvalorizados que hemos conocido fue- bién a su manera, con su ritmo aplicadamen- Azteca y el Juan Rulfo, entre
centro) una claridad teórica expuesta o presupuesta. Las reflexiones ambigüedad demasiado escurridiza, a todas luces, para las gruesas ron probablemente los manuales de redac- te cojitranco, ser amada, tanto o más que las
otros–, la misma universidad, en
oficiales sobre el amor tenderán a ser aplicaciones de tal o cual teoría mallas de la tosca lógica jurídica. Las cartas, por ejemplo, ¿de quién ción de cartas, cuyos rastros son todavía visi- rimas de Bécquer o los azuleados madrigales
científica, o “científica”, o doctrinaria, y tenderán por lo tanto a no ha- son? Para llamarlas legítimamente nuestras ¿tenemos que ser su au- bles en las academias comerciales y otros cen- del modernismo conjunto con la Academia Hon-
blar del amor sino del concepto o la estructura que lo rige y lo expli- tor intelectual, su dueño legal, su propietario real, o simplemente tros de rancias enseñanzas. La retórica se pro- Pero hablar de una idea moderna, revisa- dureña de la Lengua Española,
ca, líbido, agresividad, instinto sexual, compulsión social o psicológi- afirmar que tenemos derecho a leerlas, sentir quizá que estaban he- ponía enseñarnos en la escritura cómo “arre- da o no, de la seducción, como de cualquier anuncia la creación de una cáte-
ca, lucha de poder de los sexos, o lo que sea. Mientras que del amor chas para nosotros, reivindicar la universal glasnost del pensamien- batar los albedríos”. Es una manera bella y re- otra idea moderna, es hablar de una idea he-
dra y un premio literario con el
mismo podremos hacer hablar a unos personajes de novela o de pelí- to? Esa ambigüedad está ahí desde la raíz, desde el acto mismo de es- tórica (¡claro!) de decirlo, y es lástima que redada del romanticismo. La retórica anti-
cula, géneros donde está muy mal visto sacar conclusiones, no diga- cribir. ¿Lo que te digo te lo regalo —por lo menos “en cierto modo”? nuestras pudibundeces modernas nos pon- gua murió justamente a manos de los román- nombre del autor de La oveja ne-
mos ya dar consejos, o dejar expresarse, por cierto que con más y más ¿De quién son los poemas mismos? ¿Por qué nos parecería inadmisi- gan nerviosos ante la idea de usarla. Tampo- ticos, y lo que desde entonces resulta necesa- gra y demás fábulas.
reticencia, a ese hablador imaginario que dice “yo” en los poemas. ble que los herederos de Fuensanta tuvieran la propiedad de los ver- co a la noción de seducción, que es sin duda riamente ingenuo en ella, a nuestros ojos por
Nada de eso compromete a mucho. En cuanto al saber práctico sobre
el amor, a las conclusiones que inevitablemente sacamos de su expe-
sos que López Velarde le dirigió en nítida segunda persona (“... y
porque eres, amada, la armoniosa elegida...”)?, y no juzgamos en

riencia, a las reglas de conducta ante él y los modos de descifrar sus cambio indecente que muchos poetas que insisten en individualizar
rostros, todo eso que nos ocupa bastante no tiene sin embargo voz en hasta la exageración a la destinataria real y concreta de sus efusiones, Otra universidad, la Veracruzana,
ningún foro reconocible. saquen después 3,000 copias de dichas efusiones y las vendan, con lo por conducto de su director edito-
Es que nuestra época ha mostrado repetidamente su incapacidad que muchas veces ganan la gloria, mientras dejan disiparse en el ol- rial, José Luis Rivas, amigo y au-
para asegurar un sitio al pensamiento moral. El peso específico des- vido a sus adoradas si excitan la curiosidad de los críticos menos de
tor de nuestra casa, nos hace lle-
proporcionado que en nuestra civilización ha ido tomando el cono- lo que sigue excitándola por ejemplo la indefensa Fuensanta —pero
cimiento teórico, objetivo, formalizable, ha desequilibrado tanto la a cuya gloria se suponía precisamente que se consagraban con exclu- gar a esta redacción los últimos
balanza, que cuando de nuestros conocimientos descendemos a la sividad esos poemas, muy por encima de la del autor mismo. Borre- volúmenes de la casi cincuente-
práctica, el terreno práctico en que desembocamos es siempre el de mos de inmediato parte de esa culpa confesando que toda esa mer- naria revista La palabra y el hom-
una técnica, una eficacia controladora, una tecnología; nunca el de cadotecnia de las glorias cae bastante fuera del control del poeta. De
bre. Su número 110 publica un
una norma, una organización de la conducta, un orden de valores; todos modos no queda muy claro por qué las palabras “amada mía”
nunca un orden moral. Tal vez no pueda decirse en rigor que no ten- puestas en una carta confieren a una señora la propiedad de ese tex- dossier sobre los “achaques litera-
gamos moral, puesto que en un sentido la moral es lo mismo que el to, pero no así puestas en un poema, aunque éste sea un poema-car- rios”, con textos de Voltaire, Ché-
comportamiento, y comportamientos seguimos teniéndolos inevita- ta y aquélla una carta harto poética. jov, Hemingway, Mann y Silvina
blemente; pero en todo caso no tenemos una moral explícita, formu- Sólo que en este caso, como decía, todo esto resulta afortunado. Ocampo. En “Sobre la inocula-
lable o tan siquiera interrogable. Nuestra moral, si es que la tenemos, Ese modo semiclandestino de inmiscuirnos en las escaramuzas con el
es irreconocible e irreconocida, dispersa y descentrada, en cierto mo- amor de un gran poeta incipiente nos permite tal vez reprimir menos
ción de la vacuna”, Voltaire cuen-
do clandestina. las ganas de tomar en serio, confesablemente, “públicamente”, un ar- ta que “En voz baja se dice por to-
Nuestra moral amorosa por ejemplo, la transmitimos, la inventa- te de amar que podemos estar asimilando sin llamarlo así, y hasta una da Europa que los ingleses son
mos y la modificamos en mil conversaciones privadas y en mil actitu- moral amorosa que no se nos exigirá reivindicar abiertamente, pues- locos y fanáticos; locos porque
des fuera de programa, que son nuestro caldo social, pero no el me- to que su propio autor sólo la reivindica en su privada y episódica es-
inoculan a sus hijos la viruela pa-
nú que inscribe e instituye los caldos así representados. Todo eso es trategia. Porque un tratado del amor es en nuestros días un libro que
privado no en el sentido de que no sea público, al revés: no sólo el cal- no se puede escribir, pero sí se puede leer, y esa lectura de un libro ra evitar que contraigan esa enfer-
do social es público y notorio sino que es propiamente la luz pública inescribible sólo puede hacerse bajo otro nombre, sólo puede ser la
adonde necesariamente sale lo que sale a la luz pública; pero ese ám- lectura de un texto que tiene otra forma, otra intención, otro lugar;

LA GACETA LA GACETA
6 7
supuesto, es la tentativa de codificar las reglas. Puesto a seducir a su Foucault de Les mots et les choses. Hay tal vez un centro de gravedad
lector, un moderno como Owen explora su estrategia, no puede ya de lo moderno, más o menos sepultado y clandestino, que es sistemá-
medad; fanáticos porque, para
creer que le sirva de nada aplicar con erudita obediencia unas reglas ticamente negado a la vez, aunque separadamente, por la mentalidad
de manual maniáticamente clasificadas de antemano. Más que una premoderna y por esa otra modernidad caudillesca, modernizante y prevenir un mal incierto, provo-
retórica, esa estrategia es una poética. El arte de escribir es en nues- modernizadora, emprendedora y triunfante. Ese centro es sin duda el can, tranquilamente, una enferme-
tros días una estrategia práctica tanto como en la antigüedad, pero un que erraron, saltándoselo sin darse cuenta, los que idearon la ocu- dad segura y terrible.” ¿Qué pen-
tratado de ese arte resulta hoy una reliquia porque esa estrategia es rrencia de salirse por la puerta de utilería de una supuesta posmoder-
saría el autor de Cándido acerca
ahora un arte abierto, que intenta buscar en cada momento, en la si- nidad. En torno a ese centro se movería, si es que mueve, toda posi-
tuación concreta de sus propósitos y problemas, las condiciones de ble moral amorosa de hoy, como todo otro pensamiento moral. de los vacunas actuales, las que
su respuesta, y no dispone pues de respuestas incondicionadas al- Owen adivina, pues, desde muy temprano una poética amorosa salvan nuestros discos duros de
macenadas de antemano. Paradójicamente, nuestra civilización ca- que es una estrategia de seducción. Sé que hay una idea moderna de ser destruidos?
da vez más técnica favorece sin embargo, a partir del romanticis- la seducción (con muchos antecedentes por supuesto) que tiende a
mo, un arte mucho menos técnico que el de antes. Esa paradoja se-
rá tal vez, para los historiadores del futuro, el rasgo más típico y
asociarla con ideas o imágenes de técnica, de manipulación, de domi-
nio y cosas de este tenor. Aunque ya me he explicado un poco sobre

pintoresco de nuestra época, esa época donde por ejemplo coexis- esto en otros lugares, daré aquí algunas aclaraciones sobre lo que
ten incomprensiblemente la fe en el cuerpo, en el deseo, en el in- quiero decir con ese término. Hablo de la seducción como tal. Un La Pontificia Universidad Católica
consciente, y el entusiasmo por la tecnología, la informática, la hi- hombre puede seducir a una mujer para manipularla, para sacar ven- del Perú nos envía dos de sus
perurbanización. tajas, para satisfacer su vanidad. Esos objetivos no son la seducción
más recientes publicaciones: A la
A los 23 años Owen es ya un poeta, es decir un seductor. Tal vez misma, sino aquello para lo que se la utilizó. Identificar lo uno con lo
lo más admirable de estos textos es la perfecta concordancia de la se- otro es como identificar el trabajo con la cocaína, con el argumento de rosa, de Martín Adán –de quien pu-
ducción lingüística de esa escritura con el uso a que aquí se la desti- que algunos trabajan para comprar cocaína. Otros trabajan para otras blicamos en nuestra colección Tie-
na: una seducción amorosa. La modernidad de Gilberto Owen (quie- cosas, como otros seducen para otras cosas. Ariadna quiere seducir a rra firme la antología El más her-
ro decir su posromanticismo) hace que la estrategia de esa seducción Teseo tanto como Teseo a Ariadna, e Isolda a Tristán tanto como don
moso crepúsculo del mundo–, y
amorosa sea estrictamente paralela a la de su lenguaje. También esa Juan a doña Elvira. Podemos embarcarnos en la seducción para una
otra estrategia está lejos de ser una retórica del amor; es una poética empresa conquistadora o saqueadora, pero también se embarcan los Terra incógnita, de Ricardo Silva-
del amor. No sólo no busca aplicar unas reglas preexistentes y re- exploradores y los más angelicales viajeros. El seductor no es necesa- Santisteban, traductor de Mallar-
transmisibles , una técnica aprendible y enseñable, sino que tampoco riamente el conquistador. En nuestra civilización, como en tantas mé, Joyce y Pound, y director de
le interesa extraer algún conocimiento objetivable por su valor teóri- otras, la mujer y el niño son arquetípicamente seductores, mientras la selecta y bien cuidada colec-
co, sino ante todo un resultado práctico: seducir a Clementina Otero. que el arquetipo del conquistador es netamente viril. No deja de ser nuestros hábitos mentales con ecos más bien na el sentido de nuestra seducción aunque
Tal vez habría que llamar a ésta la otra modernidad. Está tan lejos de significativo que en nuestros días los rasgos seductores atribuidos a femeninos. Pero saquemos a relucir un poco no responda a ella más allá de eso. En la se-
ción de poesía El manantial ocul-
las actitudes anteriores al romanticismo como de la fe tecnificadora un varón nos hagan dudar de inmediato de su virilidad. Tal parece nuestras modernas malicias freudizantes y ducción pedimos esa sanción de nuestra per- to que edita el rectorado de dicha
que atruena nuestro presente con sus promociones futurológicas. La que hay un conflicto de valores: o seducimos o dominamos, y si un podremos decir en ese lenguaje que cuando sona como ser significativo, esa plena digni- universidad.
poética generalizadora de un Owen, esa razón práctica, nombre kan- niño o una mujer pueden seducirnos sin merecer desprecio, puesto la seducción se cumple, el hombre entrega dad humana que sólo el ser amado puede
tiano de lo moral, es antípoda y complementaria de esa exaltación del
puro conocimiento, razón pura kantiana, expresada lo mismo por la
que no se espera que nos dominen, en cambio un varón que seduce
recurre a nuestros ojos a unos métodos innobles de dominio, y no
su arma más claramente aún que la mujer:
en ese lenguaje la idea fantaseada de tomar
darnos y sólo amándolo puede dárnosla. Pe-
ro esa sanción empieza por el reconocimien-

marquesa de Merteuil de Les liaisons dangereuses que por el Michel puede abrigar sino intenciones despreciables, que además tienen su (y de su sinónimo, tabú en Latinoamérica, to de esa petición y de su pleno sentido, y en
probable origen en un desarrollo defectuoso de su personalidad viril: coger) se ve como la inversión enmascara- ese reconocimiento se gesta ya, aunque toda- Para seguir con revistas y univer-
inmadurez o feminidad, grados inferiores de la escala humana. dora del verdadero deseo, pues está claro vía puede abortar, el amor que afirma y fun- sidades, la Autónoma de Puebla
Que seducir no es lo mismo que conquistar se ve palmariamente que es ante todo el arma viril la que quiere da nuestra persona significativa. Es induda-
nos envía Crítica, correpondiente
en estas cartas. Owen recurre a todas las armas de seducción que en- ser tomada. ble que el Gilberto Owen de estas cartas
cuentra al alcance de su mano, que no son pocas. Lo cual no impide De esa seducción pura, de esa seducción cuenta constantemente con esa verdad. Co- a marzo-abril de este año. Nos lla-
el fracaso de su conquista. Es que ha descubierto, “intuitivamente” seductora y no conquistadora, dan ganas de rre ejemplarmente el riesgo de no ganar; bus- man en especial la atención los
como dicen, o sea más allá de la retórica amorosa, que la verdadera decir que el joven Gilberto se las sabe todas. ca con admirable pureza seducir a la verda- ensayos de Martha L. Canfield so-
seducción implica la renuncia a asegurarse la victoria. Tiene que ju- Me imagino que ningún lector de estas cartas dera Clementina, que se esfuerza honesta- bre el translingüismo de César
gar (y escribir) sus cartas al borde del abismo, es decir sin clausurar deja de sorprenderse de que ese joven fuera mente por descubrir sin falseamientos, y se-
nunca el incontrolable azar. Seducir a una persona es siempre sedu- rechazado. Eso nos sugiere que en algún sen- ducirla con la desnudez del verdadero Gil-
Moro, “El amor breve” de Antón
cir también a la diosa Fortuna. Si la “suerte” amorosa estuviera garan- tido la seducción se cumple siempre. Tal vez berto, investigando con la misma buena fe; Arrufat –que es una sucinta histo-
tizada o controlada, eso no sería seducción. Recordemos que la pri- el joven Gilberto no sedujo a la destinataria propone todo el tiempo la entrega de sus ar- ria del soneto, desde el año de
mera figura del don Juan, la de Tirso de Molina, tiene la sabiduría de de estas cartas, pero a todos sus lectores nos mas, condición para un favor de la Fortuna 1220 hasta Alfonsina Storni–, así
no presentarlo como seductor, sino como burlador. Su seducción no tiene seducidos, y ¿es de veras esa eficacia que permita por un golpe de suerte, por un
como un fragmento de My life as
es tal, es un engaño. Nuestro moralismo exorciza así la amenaza de la totalmente ajena a su intención? La belleza favoritismo del azar, que ella le entregue las
seducción: su severa lección nos muestra que, una vez bajadas las de la escritura ¿no está por sí misma destina- suyas. Y el fracaso no le hace desdecirse, con author and editor, de H. L. Men-
máscaras, lo que el conquistador tiene entre sus brazos no es una mu- da, de manera acaso virtual e imaginaria, pe- lo cual ha salvado el sentido de su seducción ken, titulado “Frank Harris, Oscar
jer seducida sino una mujer burlada. ro no intencional, a una recepción que reba- y ha perdido el fruto del amor pero no su Wilde y lord Alfred Douglas”.
La seducción propiamente dicha trata precisamente de escapar de sa a todo destinatario declarado? Que la des- suelo. Y entonces, en esas condiciones, pue-
esa trampa. Si la victoria es eso, no sólo renuncia a asegurársela, sino
que rechaza de plano a toda victoria. Ya dije que juega a perder, pero
tinataria declarada de estas cartas haya aca-
bado por publicarlas nos muestra que así lo
de decirse que nunca se ama en vano.

a perder de cierta manera. Su estrategia es la entrega desarmante. Su fi- ha entendido y que ella misma se ha dejado
gura simbólica es el desnudamiento. No nos equivoquemos: los ata- seducir como lectora. Pero yo diría que no México, julio de 1988 Una más: Los universitarios, re-
víos de la seducción apoyan todo su sentido en el polo imantado de sólo como tal. Porque en esta clase de reco- vista de la Coordinación de Difu-
la final desnudez, y el más sugestivo atuendo se ha negado a sí mis- nocimientos no se cumple entero el sueño de


mo si no acaba tirado al pie de la cama. Pues la seducción se arma ex- la seducción, pero sí el germen de su existen-
sión Cultural de la UNAM, publica
clusivamente para entregar las armas, a fin naturalmente de que el cia y la posibilidad de su verdad. Ese cum- en su número de junio “Epigra-
otro entregue las suyas. Seducir es entregarse a la entrega del otro y plimiento nuclear se nos da cuando la perso-
buscar su entrega a la nuestra. Todo esto, no lo niego, resuena en na que queremos seducir reconoce y sancio-

LA GACETA LA GACETA
8 9
gen virtual homenaje a La Soirée avec Mon-
Salvador Elizondo: la redención infinita sieur Teste, de Paul Valéry, a quien por cier-
mática”, de Martín Luis Guzmán
to tradujo, entre otros, y quien fuera in-
fluencia decisiva en él). Este Monsieur Tes- –como adelanto del libro que pró-
✸ Andrea Fuentes te (Test, text, texto en inglés) encarna el Sa- ximamente editará dicha coordi-
bio ideal, Sacerdote Intelectual idílico que nación–, que fuera una columna
vive para pensar.
anónima de la revista Tiempo, di-
Así, Elizondo sigue la línea de los apócri-
fos: se asoma como anotador al mundo de lo rigida entonces por el autor de La
 El FCE está por concluir la edición de La palabra que lo crea todo y por ende porque ante ellas se abre siempre una nue- terrible: muerte, dolor, tortura, asesinato, lo- sombra del caudillo. Esta entrega
la obra completa de Salvador Elizondo, a la nada: Le livre de Mallarmé, un único Li- va interrogante. Esta es quizá una de las cura. A los autores que toma de la mano él ofrece también un artículo de Ruy
en tomos separados, dentro de la bro hacia el que convergen todas las escri- características que más lo definen: los la- mismo los cita, los analiza y establece con Pérez Tamayo sobre “La mitolo-
colección Letras mexicanas. turas anteriores y las venideras, el Libro berintos que traza van y vienen a través de ellos un diálogo escrito: su trabajo no sólo es
gía del genoma humano”, una
que trascenderá el tiempo del hombre. Des- sus textos siendo duda, duda que busca, la exégesis sino, sobre todo, y a partir de és-
prendido desde allí por largos y longevos que encuentra, que vuelve a dudar. El ob- ta, la paulatina estructuración textual de la “doble” biografía de Michel Leiris
hilados, Elizondo cuestiona la realidad del jetivo de tal escritura, o al menos el resul- incertidumbre. escrita por Philippe Ollé-Laprune,
hombre y la realidad del libro, palabra y tado de tal escritura, no es de hecho la lizadas por el doctor Farabeuf, médico del si- Sus ensayos, de temas más que variados, una breve pieza dramática de Jai-
...No hay una cosa ser; ambos, según sugiere, se crean al uní- construcción de premisas ontológicas sino glo XIX que inventara los aparatos quirúrgi- discurrirán sobre esta gama de “oscurida-
me Chabaud y un texto sobre la
Que no sea una letra silenciosa sono. ¿Acaso existen? se pregunta, para la deconstrucción continua de todas ellas. cos que llevan su nombre y que son utiliza- des”. Un particular y lúcido examen del tipo
De la eterna escritura indescifrable después evidenciar la imposibilidad de su No concibe la literatura como una narrati- dos para las amputaciones. es el que realiza sobre la cuestión del mal, su obra de Carlos Pellicer López a
Cuyo libro es el tiempo... definición y cuestionar su identidad cons- va con líneas argumentales sino como una Este inicio suena aberrante. Es, de hecho, historia, su evolución como concepto y su in- cargo de Eliseo Alberto.
tantemente. hipótesis, una “fantasía literaria causada perturbador. Elizondo explora allí ciertos fluencia en la historia del pensamiento, en
JORGE LUIS BORGES
Para una versión del “I King”
La escritura, y por lo tanto la realidad,
sucede sólo cuando el lector entra en el
por un imperativo real”.
Lo que le interesa —el escriba ha dicho
conceptos substanciales: por una parte, el
tiempo y la memoria, a cuyas artificiales es-
Teoría del infierno y otros ensayos. Los artículos
que integran este libro son una muestra ex-

juego y decide aceptar la partida. Tal co- (y aunque esto ya es sabido resulta central tabilidades desestructura de tal forma que celsa de ese análisis concienzudo que realiza
mo lo demuestra en El hipogeo secreto: el en la comprensión de su firmamento lite- por consecuencia la Identidad (de ellos, de Elizondo: en ellos advierte, entre otras cues- Nos dio gusto saber que Enrique
Treinta radios convergen hacia el lector lee y lee lo que está siendo escrito — rario)—, son las visiones que trastocan y las imágenes, de la historia) se ve fina y bru- tiones, la variación de la idea del mal en el


Vila-Matas fue el merecedor del
eje, pero el vacío entre ellos crea la él mismo— por alguien más mientras es subvierten cualquier concepción del mun- talmente desequilibrada. Y por otra, por su- tiempo y su transición de componente dia- más reciente premio Rómulo Ga-
naturaleza de la rueda. La forma leído. Lo mismo le sucede al autor. Y la do. Tres, específicamente, del siglo XX: la puesto, el erotismo y la muerte. léctico del universo (Dante) a conjunción sin-
llegos, otorgado en Venezuela des-
del vacío engendra la esencia de la combinación entre tales factores resulta en escena del ojo en Un chien andalou, de Luis Y a la manera de Bataille, para quien el táctica de una nueva visión del mundo (Bla-
forma creada”. La letra es la forma creada y una ecuación también interminable: la Buñuel, la escena del asesinato de Nadia erotismo no sólo es una figuración de la ke). Este recorrido teórico incluye, obvia- de 1964, por su novela El viaje ver-
su vacío, el vacío gráfico que encierra, el va- suerte no está echada, Un coup de dés... en Rocco e i suoi fratelli y la fotografía del muerte sino la característica diferencial de mente, una revisión de diversos pensadores, tical. El jurado estuvo integrado
cío simbólico que guarda y las palabras que nunca abolirá el azar. suplicio chino de los cien pedazos o Leng los seres humanos, Elizondo busca siempre desde San Agustín (¿es la ausencia total del por Sergio Ramírez, Carmen Ruiz
silencia son precisamente la búsqueda litera- Este es el universo literario de Elizondo Tch´e (el desmembramiento paulatino y la realidad a través del lenguaje, de la pala- tiempo o su totalidad?) hasta Sade y su Justi-
Barrio Nuevo, Eduardo Rodríguez
ria, filosófica, poética, que lleva a cabo la es- quien, obsesionado con el fenómeno de la exacto del castigado en vida, realizado por bra escrita, porque no encuentra otra forma ne: ¿Es acaso el bien el contrario del mal?
critura de Elizondo. Por eso se llama a sí mis- escritura, ha buscado sus mecanismos y fi- última vez a principios de siglo como pe- de probar que existe. Dolor y muerte son ¿Cuáles son sus límites? Juliá y Victoria de Estéfano. El chi-
mo el grafógrafo, el escriba; como antiguo nes a lo largo de su ya extensa trayectoria li- na máxima al asesino del heredero al tro- considerados sádicamente; es decir, como La senda de Elizondo es una sola, sin du- leno Roberto Bolaño, que recibió
copista y transcriptor de esa fuerza inexora- teraria, a través de novelas, cuentos, textos no), reproducida por Georges Bataille en entelequias del pensamiento. Pero sobre to- da. Kantiano, busca esa última sustancia de la edición anterior de este mismo
ble e infinita que es la palabra. La aparente de prosa poética, compilaciones de aforis- Les armes d´eros. do resultan los dos únicos instantes absolu- la realidad exterior que no puede definirse o
premio, se deslindó del jurado por
concretud de esa palabra —sobre cuya base mos, ensayos, artículos y traducciones. Es a partir de esta tercer imagen que Eli- tos, ese absoluto —como sujeto— del que demostrarse analíticamente. Pero como el
descansa todo el peso de una supuesta vera- De las obras de Elizondo y en las obras zondo crearía una de las novelas centrales de Steiner tiene nostalgia. objeto de reflexión de su producción literaria razones de salud. Felicidades para
cidad, porque, todavía se cree, la palabra da de Elizondo hay una serie de preguntas su producción, Farabeuf. En ella reconstruye Este es el juego de exploración literaria es la literatura misma, no deja de indagar y el primer shandy.
fe, la palabra arraiga, la palabra nombra y al cardinales que, cual dilema filosófico, son y evoca a través de un hombre y una mujer a que también hará sobre el fenómeno del esta búsqueda le lleva a practicar la inquisi-
dotar a las cosas de un nombre se les asigna
una realidad específica que las define en el
planteadas una y otra vez en las diversas
circunstancias. Y aunque aventura res-
través de un espejo, el tormento que, en la
historia, aparece en un viejo periódico, el
dolor —su lenguaje, su forma— en “El mal
de Teste” (uno de los textos-prisma inclui-
ción: Elizondo no sólo explora el lado “oscu-
ro” de la vida, sino que le interesan todas

espacio y en el tiempo (he ahí que son apre- puestas, éstas duran apenas un instante North China Daily News y las operaciones rea- do en Camera lucida, en el que crea una ima- aquellas ramificaciones en las que deriva su
hensibles)— se desmorona bajo la escritura También felicidades a Mauricio
de Elizondo. Achar por los primeros treinta
Elizondo: una escritura que pretende años de la librería Gandhi de Mi-
trascender las lecturas totales, las premisas La escritura del placer se enrosca como una víbora o una liana –co- A diferencia de la mayor parte de los escritores latinoamericanos guel Ángel de Quevedo, que hoy
consumadas, las concepciones categóricas, mo una interrogación. Es una pregunta que estrangula o que, al me- contemporáneos, Elizondo rechaza el caleidoscopio histórico y telú-
todo sistema. Herida abierta hacia el infinito, en día tiene sucursales en el inte-
nos, inmoviliza a su objeto. Y la respuesta a esa pregunta, si es que rico, social y político, psicológico y mitológico. “El suplicio –dice– es
es juego de matrushkas que en su interior al- efectivamente la muerte es una respuesta, es un garabato: un signo una forma de escritura.” Sin embargo, esta rebusca del ser, esta es- rior de la República así como fue-
bergan una nueva figura cuyo interior alber- no sólo indescifrado sino indescifrable y, por tanto, in-significante. pera angustiosa del éxtasis, esta tortura deliciosa y horrible humani- ra del país, y cuyo concepto
ga una nueva figura cuyo interior alberga Así pues, la traducción de este signo (que es la marca de nuestra za paradójicamente el desconcierto de los personajes, sumerge en abarca también la venta de dis-
una nueva figura... ad infinitum. Pero no sólo mortalidad) nunca puede ser literal. Por eso Elizondo no escribe ni un universo “pánico”, en el sentido arrabaliano del término. “¿No so-
hasta el infinito; a la vez, esa matrushka-tex- cos y libros para niños, cafetería,
ensayos de filosofía ni tratados de erotología. Escribe novelas: me- mos por casualidad nada sino una imagen borrosa sobre un trozo de
to-historia-escritura se desliza por una ban- táforas de una realidad que siempre se nos aparece, ella misma, co- vidrio?” teatro, sala de exposiciones y
da de moebius que no comienza ni termina mo signo, como metáfora. centro de reunión para jugadores
jamás ni posee un solo lado. Danza entre di-
mensiones, molusca indecisa. ✸ CLAUDE FELL: de ajedrez.
✸OCTAVIO PAZ:
Y es precisamente en ese espacio inter-
medio, entre el derecho y el envés, donde El signo y el garabato, Joaquín Mortiz, 1973.
Estudios de literatura hispanoamericana contemporánea,
SepSetentas, 1976. 
Elizondo se empeña en construir la única
realidad que cree posible: la de la palabra.

LA GACETA LA GACETA
10 11
literal puesta en escena titulada Miscast o ha
llegado la señora Marquesa. ¿Qué sucede cuan-
do un personaje pierde la memoria? La
Farabeuf en el ómnibus
enunciación corresponderá nuevamente a la
palabra, maestra de la ficción. ✸ Jorge Esquinca
Y Elsinore: un cuaderno. Elsinore, la bella
Leonor del lago de Elizondo, es —contraria-
mente a la idea de vertiginosidad a la que se
refiere en su principio—, un sueño vago y
memorioso cuyo horizonte se va dibujando el enigma de una vida”, dijo la voz entre las la ventanilla. Sentiste entonces el contacto
paulatinamente a través de todas las brutales ramas, con el último hálito del día. sólido del vidrio helado sobre el que comen-
y adolescentes palabras distribuidas en fra- Sí, recuerdo. Era la estación más seca del zaban a resbalar unas gotas negras de lluvia.
ses largas, apresuradas pero lentas. Elsinore año, en una ciudad de provincia. Olía a ma- Con los ojos cerrados te esforzaste en recor-
tiene ritmo y poesía, lleva en la lluvia que le rihuana en los pasillos de la universidad, dar la naturaleza de esa voz que, días antes,
cae el tono de una muerte sin fin y es naci- había música de cítaras, charangos destem- inmóvil en tu sitio de dudoso guardián de
miento del recuerdo, doblemente intenso, plados, niñas lánguidas de pechos afilados, un territorio perdido para siempre, habías
doblemente lejano. pantalones de mezclilla, sandalias, minifal- escuchado entre los arbustos. Cerraste los
Autobiográfica, no más ni menos que das. El sol, el último, tal vez estaba ahí, co- ojos y volviste a abrirlos casi inmediatamen-
cualesquiera de sus otros títulos, en esa his- mo un coágulo sobre nuestras cabezas. Las te. Un presentimiento atroz, un lento escalo-
• Lámina extraída del Précis de Manuel pectivas y con los mismos ojos: El grafógrafo, toria de adolescencia transcurrida en un co- vacas bostezaban entre moscardones. Estoy frío como el trazo de un bisturí…
Opératoire, par le L.H. Farabeuf, professeur El retrato de Zoe, Cuaderno de escritura, Contex- legio militar de Estados Unidos, con la som- seguro que tú lo recuerdas, tenías dieciocho, ¿Recuerdas? Sí, recuerdo la noche, las lu-
a la faculté de médecine de Paris, Paris, tos, todos ellos constituyen digresiones don- bra de la guerra, la capacidad narrativa de diecinueve años. Detenido, bajo la pesantez ces amarillas de los gallineros, un cielo con
Masson et Cie Éditurs, 1876, p.86, de la de la escritura se engendra como un mundo Elizondo se muestra culminante. Elsinore de un sol oleaginoso, en el sopor de la caní- unas cuantas estrellas… Sin embargo no te es
Colección de Rodrigo Fernández de Gortari. en sí mismo que se crea y se recrea sólo a tra- encarna la trampa de la realidad, dibujada en cula, entre las moscas verdes, coléricas. Es- posible establecer el momento exacto en que
vés del lenguaje y cuya finalidad misma es el una espiral ascendente cuya imagen es, co- cuchaste entonces, en tu sitio de indolente comenzaste a leer esa novela… La noche era
acto de escribir. Parecería caótico: pero como mo el mismo Elizondo lo plantea, el deseo. vigía del solar universitario, o creíste escu- un largo camino, un libro que se escribía
pensamiento. Por ello también analiza en sus todo caos tiene un orden preciso y específico Un deseo que transita por mundos imagina-  Dos libros del poeta Jorge Esquinca char, una voz, un nombre…Farabeuf…”Sí, la conforme avanzaba el ómnibus y tú recorrías
libros (en la colección de artículos Estanqui- de atracción molecular. rios en cuyo seno el tiempo es apenas un ins- han sido publicados en nuestra experiencia de entonces era una sucesión de las páginas con la avidez de quien está siem-
llo, por ejemplo) una serie de nociones como tante evocado por la memoria. colección Letras mexicanas: Alianza de instantes congelados”. pre al filo de hallar en ese texto la clave de un
la ley, la historia, la ideología más que la po- Lo vemos caminar por el filo de un pen- “Ligero, gozoso y literalmente magis- los reinos y Paso de ciervo. Actualmente ¿Recuerdas? Pero nunca podrías precisar secreto que habrá de revelarle el sentido últi-
lítica y el acto de la creación, así como una samiento como sobre una navaja y siem- tral”, dice Eduardo Lizalde, el relato está ro- Esquinca organiza las actividades con exactitud cómo vino a dar a tus manos mo, prístino quizá, de su propia existencia.
serie de elementos que intervienen en la co- pre, con una infalible precisión de acró- deado de una realidad que lo aísla: es nota- culturales de nuestra librería José Luis ese libro. Recuerdo que, antes de subir al óm- Sí, recuerdo. Con las primeras luces co-
tidianeidad y su efecto en ella. En sus ensa- bata chino, en el momento justo, con ble justamente porque es un sistema autóno- Martínez en Guadalajara. nibus, mirabas con detenimiento la portada. menzaron a perfilarse los cerros. Habíamos
yos y en tinta recorre también las geografías apenas un quiebro, salta, vuela y cae, ile- mo —e interminable en su interioridad—, Trazos que semejaban las huellas que la san- viajado, habíamos leído durante toda la no-
humanas de los autores que le fueron signi- so, sobre el suelo que no depende de ningún elemento exter- gre, luego de un corte brusco, deja al saltar che. Apagaste la lamparilla, ya inútil ante la
ficativos y le signaron, tanto de sus coterrá- OCTAVIO PAZ no. Posee varios niveles de escritura y en sobre un vidrio o un muro. Recuerdo que mi- claridad que se extendía en el interior del
neos americanos (Tablada, González Martí- ellos esgrime un desliz de dos lenguas hasta rabas, ya en tu sitio, en el asiento número 3, ómnibus. Al llegar a las últimas páginas te
nez y Gorostiza, entre otros), como extranje- Elizondo practica su operación una y crear su particular lenguaje; sueño dentro

¿
la fotografía del supliciado chino y tratabas distrajo el reflejo de algo que vagamente pa-
ros: Borges, Joyce, Pound, Apollinaire, otra vez. En su búsqueda, la de primacía de del sueño, recuerdo dentro del recuerdo pe- Recuerdas…? Se trata de un he- de adivinar, antes de leer siquiera la primera recía configurarse en la ventanilla, surcada
Lowry, Poe, Nerval... la palabra, el escriba utiliza herramientas y ro sobre todo experiencia de la experiencia. cho que, ahora, es imposible pre- página, si ese rostro indefinible podría ser el todavía por tenues estrías de lluvia que con
Y de entre las grietas de su andanza sur- signos recurrentes: máquinas y espejos, co- “La imagen consumada y la idea fija”, di- cisar. Tenías dieciocho, diecinue- mismo que, mediante una operación mental, el sol rojizo del amanecer adquirían un tinte
gen también cavilaciones sobre los poemas, mo puerta y como ventana a la otredad, a lo ce Elizondo. Su escritura navega por los ve años. Inmóvil, recargado con- tú habrías de imponerle a la voz tras los ar- sangriento. Una imagen aparecía sobre el vi-
la energía, los sueños, los mitos, el arte. In- otro, a los otros que serán realidad o reflejo o meandros: se interna en esa fijeza momentá- tra el muro de mosaicos desteñidos, en el pa- bustos. Antes de leer siquiera la primera pá- drio traslúcido, como en una placa fotográfi-
mensidades inaprehensibles, longitudes de espejismo de la esencia humana. La identi- nea de Steiner, de Paz, intentando definirlas sillo de esa universidad, recorrías con la mi- gina, bajo la tenue luz de la lamparilla adosa- ca. Era, sí, lo supiste en un instante que no
carne hasta pensamiento, distancias breves e dad, esa pregunta, es formulada nuevamen- a través del pensamiento y de un discurso rada las ventanas rectangulares de las aulas, da en el techo del ómnibus, miraste con dete- podrías olvidar jamás, el rostro que anhela-
insalvables se abordan desde distintas pers- te desde la única de sus piezas teatrales, una textual. Intérprete y reproductor de específi- los campos entonces baldíos donde las vacas, nimiento esa fotografía. Era sin duda una de bas imponerle a la voz inefable que te condu-
cos universos filosóficos literarios, se adentra macilentas, deambulaban entre los estudian- esas imágenes-zahir que, como el libro mis- jo hasta el libro, era el rostro paroxístico del
en las zonas liminales que dentro de la escri- tes de pelo largo, morral al hombro y las mu- mo o, mejor dicho, como la substancia misma supliciado chino que se alza para recibir de
tura se generan para registrar, por una parte, chachas de minifalda tableada, tal vez lán- que anima las páginas de ese libro, tienen la un golpe toda la luz del cielo, era —ahora lo
Salvador Elizondo (México, 1932) es uno de los escritores de nuestra la naturaleza del mundo constituido por un guidas, rubias. Muchachas como vistas por cualidad de volverse inolvidables. recuerdas— tu propia cara.
lengua que más tiene en cuenta al lector; afirmar esto puede resultar número infinito de correlaciones cambiantes la vez primera, que olían a perfume fino, ¿Recuerdas? Tras la ventanilla, cuya cor-
extraño referido a alguien de tan fuerte tradición mallarmeana, para el que sólo pueden expresarse en un instante aplicado minuciosamente sobre el cuello, en tina habías descorrido en un vano intento de
que un concepto subrayadamente social como el de comunicación es, dado y, por otra, el hipertexto existente de- las axilas. Es posible, por lo tanto, conjeturar posponer esa contemplación, las luces ama-
en principio, lejano. Pero Elizondo tiene en cuenta al lector no para ha- trás de toda realidad y toda voz, gráfica o que, tras el roce de esas faldas, entre el ince- rillas de los gallineros en la distancia, bajo un
lagarlo ni para amodorrarlo, tampoco para adaptar su proyecto litera- lauda; lo que no se ve, lo equívoco, lo sutil, lo sante zumbido de las moscas, escuchaste —o cielo vagamente estrellado. Farabeuf fue en-
rio a expectativas ancilares –tarea tan bien desempeñada por una na- efímero y definitorio. Entre Parménides y imaginaste escuchar-— los retazos de una tonces algo más que un sonido pronunciado
rrativa dispuesta a vender el mismo libro todos los años– sino porque Heráclito, el mundo inmutable y el continuo conversación. Alguien, a tus espaldas, tras el por una voz imprecisa, un conjunto de sig-
espera del lector un acto verdadero de lectura, de creación que, en ri- fluir, edifica el mapa arquitectónico de su barandal, entre los arbustos dijo algo acerca nos sobre la página, un nombre, una cifra
gor, comienza con el acto de escritura/lectura del autor mismo. escritura. de un libro: “un libro que cuenta la historia ¿de qué? Abajo, en letras más pequeñas lees:
Ensayando paradojas, Elizondo escribe la de un sólo instante”. La voz se filtraba por Salvador Elizondo. Pero las letras se borran y
✸JUAN MALPARTIDA: historia de una idea particular, la suya, “un
orden especial del espíritu como lo es ese en
las hojas de los setos, entre los rosales mar-
chitos, mientras tú, sin dejar tu sitio junto al
en su sitio reaparece la fotografía del supli-
ciado, el rostro anónimo que se alza hacia un
Prólogo a la Narrativa completa de Salvador Elizondo, Alfaguara, 1997. el que por la intersección de un tiempo y un muro de mosaicos, mirabas pasar a las joven- cielo vacío, en el colmo del dolor, en el colmo
espacio definidos con un lenguaje se produ- citas sonámbulas, y a las vacas. “En ese libro del placer. Tal vez fue en ese instante cuando
ce toda una vaga literatura”, la suya. que cuenta la historia de un instante se cifra apartaste la mirada y recargaste la frente en

LA GACETA LA GACETA
12 13
Ultramar (Fragmento) Tonantzin Guadalupe
✸ Federico Navarrete
✸ Elsa Cross

Antinomias  Premio Internacional Menéndez tica indígena e introdujo elementos de la cos- gena una preocupación profesional. Ade-
en el espacio cerrado de la conciencia. Pelayo y Premio Fray Bartolomé de las movisión prehispánica en su católico mensa- más de estas actividades intelectuales, Va-
Casas, ambos otorgados en España este je. Paralelamente, a partir de las noticias que leriano fungió como exitoso funcionario vi-
Caminan el sueño y lo real para encontrarse, año, Miguel León-Portilla ha publicado nos dejó Carlos Sigüenza y Góngora en el si- rreinal, llegando a ocupar el cargo de go-
y se miran de frente en el FCE Los antiguos mexicanos a glo XVII, y de las mucho más recientes pro- bernador de su nativa Azcapotzalco y pos-
sólo tal vez junto a la muerte. través de sus crónicas y cantares, puestas de Edmundo O´Gorman en su libro teriormente de México-Tenochtitlan. Hay
Humanistas de América y Destierro de sombras, León-Portilla identifica que destacar que Valeriano no era noble, lo
Huehuehtlahtolli: testimonios de la convincentemente al indígena Antonio Vale- que significa que no hubiera alcanzado tan
Se encumbra el sol.
antigua palabra, entre otros. El texto de riano, intelectual y gobernante azcapotzalca exaltada posición de no haber sido por la
Irisación de hierbas entre las telarañas. Federico Navarrete —autor de Cautivos del siglo XVI, como autor del texto. Final- conquista española y que por ende le debía
El viento se lleva las flores del eucalipto en el altiplano y Viajes al mercado de mente, fecha la elaboración de este docu- todo, su educación, su prestigio y su poder,
—zumban las abejas confundidas, México, publicados en nuestra colección mento en 1556, lo que significa, como ya lo al régimen colonial.
para niños— junto con los de Eduardo había señalado O´Gorman, que puede ser De un fiel y exaltado servidor de la coro-
apuntalan
Matos Moctezuma, Alicia Mayer y Pilar considerado la auténtica relación original de na, y de un cercano y muy apreciado colabo-
con su voz cierta Máynez sirvieron de presentación a la aparición milagrosa de la Virgen conocida rador de los franciscanos, se esperaría la más
el sol de la mañana— Tonantzin Guadalupe de León-Portilla en como Guadalupe. completa lealtad a los valores cristianos con
brillo de dioses. la librería Octavio Paz del FCE. Estas tres propuestas configuran una los que había sido educado y a la orden que
nueva lectura del Nican mopohua y también lo había acogido. Sin embargo, como señala
nos permiten echar nuevas luces sobre el ori- León-Portilla, en el asunto guadalupano hu-
¿Qué formas toman gen de la venerable tradición guadalupana. bo un claro diferendo entre el alumno y sus
cuando bajan a encarnarse en estas luces? Dedicaré el resto de mi breve intervención maestros franciscanos. Mientras éstos expre-
a lectura del libro Tonantzin Gua- de esta noche a reflexionar sobre esta nove- saron repetidas veces su tajante condena al
Alguien los toca
y no quiere sino morir
a la orilla del reflejo,
desvalido de tanto mar,
L dalupe de Miguel León-Portilla, y
de la sugerente y novedosa tra-
ducción del texto náhuatl conoci-
do como Nican mopohua que contiene, me
han dejado, y espero que deje a todos sus lec-
dosa y estimulante perspectiva, siguiendo
las líneas marcadas por el propio doctor
León-Portilla en Tonantzin Guadalupe.
Para empezar me detendré en la figura
del autor, Antonio Valeriano. Como señala
culto a la virgen del Tepeyac, Valeriano es-
cribió un extenso y ambicioso texto en que
buscaba precisamente demostrar el origen
sobrenatural y milagroso de la imagen de la
Virgen para así cimentar su culto entre los
de tanto sol sobre las piedras, tores, con la convicción de la inmensa tras- el libro, este personaje nació pocos años indígenas. Si examinamos el Nican mopohua
cendencia y valor de este documento del si- después de la conquista y fue alumno de más de cerca, el diferendo puede resultarnos
con su sueño clavado como astilla
glo XVI. Claro que los estudiosos del guada- los franciscanos en el colegio de la Santa más comprensible.
en mitad de los ojos. lupanismo conocen perfectamente este opús- Cruz de Tlatelolco. Ahí conoció a fondo la En primer lugar, aunque parezca obvio,
culo devoto y lo aprecian por su detallada y alta cultura occidental y clásica y adquirió hay que tomar en cuenta el idioma en que
Y tu belleza emotiva descripción del milagro de la apari- dominio sobre las lenguas española y lati- fue escrito el texto. El doctor León-Portilla ci-
invisible ción de la Virgen en 1531. Pero el mérito de na. Paralelamente, colaboró con fray Ber- ta en Tonantzin Guadalupe una carta escrita
esta nueva versión al español reside en reve- nardino de Sahagún en su ambiciosa em- en latín por Valeriano al rey de España, a
se ilumina en el sendero, larnos una inédita faceta del texto y en abrir presa de investigación sobre las culturas nombre de los otros principales de Azcapot-
oh Radiante, toda una nueva avenida para el estudio de prehispánicas. De esta manera, hizo de su zalco. Sabemos también que podía escribir
inmenso ante las cosas. su contenido. En suma, Miguel León-Portilla heredado conocimiento de la cultura indí- en español. Por ello su decisión de escribir
logra que leamos el Nican mopohua con reno-
vada sorpresa, hazaña admirable cuando se
¿Son dioses atrapados en la forma
trata de un documento que ha sido publica-
u hombres atrapados en un sueño do, analizado, discutido, parafraseado y re- El que conoce la historiografía guadalupana sabe que la importancia de los textos
lo que brilla petido durante cuatro siglos. en náhuatl es innegable; así lo reconocieron en el siglo XVII Luis Lasso de la Vega
en el sol de esta mañana? La aportación de Tonantzin Guadalupe y Luis Becerra Tanco, por mencionar a dos de los llamados “evangelistas guadalu-
no se inserta en el terreno de la centenaria panos”, junto con el insigne sabio Carlos de Sigüenza y Góngora, cuyo conocido ju-
polémica guadalupana, pues no se refiere ramento, expresado en su Piedad heroyca de Fernando de Cortés, de que el autor del
al controvertido milagro del Tepeyac. El documento era un indio de nombre Antonio Valeriano, cimentó bien el camino pa-
doctor León-Portilla aborda la lectura y la ra el estudio de esta fuente. Ahora, más de 300 años después de que por obra de los
traducción del Nican mopohua con otro obje- eruditos de la colonia se instalara la Virgen de Guadalupe definitivamente en los
tivo: reconocer y explorar su raigambre in- corazones del pueblo mexicano, Miguel León-Portilla profundiza en ese pensa-
dígena. Esta empresa se sustenta en tres miento indígena que confluyó con el mensaje cristiano y que aportó elementos pro-
premisas. pios que no desaparecieron con el correr de los siglos.
En primer lugar, nuestro autor demues- ✸ALICIA MAYER
• De Elsa Cross el FCE tiene en su catálogo Canto malabar. Recientemente ha publicado Los sueños. Elegías (Práctica mortal, CNCA), tra claramente que este documento no sólo
Espirales. Poemas escogidos 1965-1999 (Poemas y ensayos, UNAM) y la traducción de Poemas de amor del antiguo Egipto, según fue escrito en lengua náhuatl, sino también
la edición y versiones de Ezra Pound y Noel Stock (Hotel Ambosmundos). utilizó los ricos recursos retóricos de la poé-

LA GACETA LA GACETA
14 15
así yo enderezaré, rreinal. Por otro lado, hay que destacar que
remediaré todas sus varias necesidades, Valeriano trata siempre con todo respeto a
sus miserias, sus pesares. los frailes, y enfatiza que Juan Diego se diri-
gía a escuchar misa en Tlatelolco la mañana
En este parlamento la Virgen se declara, que habló con la Virgen por primera vez, y
en primer lugar, madre y protectora de Juan que en la última ocasión iba en busca de un
Diego y de “todos los hombres que vivís jun- padre para que diera la extremaunción a su
tos en estas tierras”, es decir de los indíge- tío enfermo. Igualmente, la culminación de
nas. De esta manera establece una relación la mariofanía se da sólo cuando ésta es acep-
privilegiada y directa con los más humildes tada por las autoridades eclesiásticas, encar-
nativos de la naciente Nueva España (y no nadas en el mismo obispo. Por último, hay
debemos olvidar aquí que el propio Valeria- que tener en cuenta que las circunstancias de
no era macehual). Sólo después de esta pro- la dominación colonial en el Altiplano cen-
fesión menciona al clero católico: tral y en Chiapas eran radicalmente distintas
y que en la primera región nunca hubo una
Y para que sea realidad lo que pienso, rebelión indígena significativa.
lo que es mi mirada compasiva, Me parece que la intención de Antonio
ve allá al palacio del obispo de México. Valeriano al plantear que la Virgen se apare-
ció para los indígenas no era fomentar una
Como es bien sabido, Zumárraga se negó separación del mundo indígena y español
a creer en dos ocasiones el mensaje enviado como sucedió en Cancuc, sino todo lo contra-
por la Madre de Dios y fue necesario que la rio: quería tender un puente entre su nueva
Virgen estampara milagrosamente su ima- religión y su ancestral cultura, entre la nove-
gen en la humilde tilma de Juan Diego para dosa verdad que tenía por absoluta y la añe-
que el obispo franciscano aceptara finalmen- ja tradición que no deseaba abandonar. En
te la realidad de su aparición. La repetición suma, quería indianizar el cristianismo para
este texto devoto en náhuatl no se puede te en esa misma lengua con un pobre mace- de las apariciones de la Virgen ante Juan poder cristianizar mejor a los indígenas.
atribuir a falta de alternativas, sino a que te- hual indígena, el famoso Juan Diego. Éstas Diego para lograr convencer al escéptico re- Sin embargo, el hecho es que cualquier dades siempre y cuando no se hicieran ex- pués autores indígenas como Vegerano, un
nía la intención de dirigirse a un público na- son sus palabras, según Valeriano, en la ver- ligioso, y luego la milagrosa cura de su tío relación directa entre la divinidad católica y plícitas ni amenazaran la supremacía oficial colega de Valeriano, y Tezozómoc, Chimal-
huatlato, es decir, a los indígenas de su re- sión de León-Portilla: Juan Bernardino, no sólo sirvieron para con- los indígenas era por definición subversiva del cristianismo. A su vez, el sueño de un pain e Ixtlilxóchitl, y que no sirvieron para
gión y su tiempo. firmar la autenticidad de la mariofanía, sino del orden colonial español, que se basaba en cristiano indianizado de Valeriano se topó cimentar el poder y privilegios de la nobleza
La relación con el público indígena es re- Mucho quiero yo también para estrechar los vínculos entre el monopolio de la iglesia sobre lo sagrado. con la intolerancia oficial contra este tipo de indígena, lo que era su objetivo original, sino
forzada, sin duda, por la utilización de la re- mucho así lo deseo los nativos y la señora del cielo. En este sen- Quizá por ello, los franciscanos vieron con manifestaciones y, de manera aún más trá- que fueron empleados para fundamentar el
tórica náhuatl más refinada, las metáforas que aquí me levanten tido no parece casual que el primer milagro tan malos ojos al culto guadalupano preconi- gica, fue inexorablemente destruido por la nacionalismo criollo y su ambigua reivindi-
tradicionales que hablaban de flores y plu- mi casita divina, de esta Virgen haya sido precisamente cu- zado por su alumno indio. En 1556, el mismo disolución de la élite de nobles indígenas cación del pasado indígena.
mas, de jade y metales preciosos para referir- donde mostraré, rar a un enfermo, pues en la época los indí- año en que verosímilmente fue redactado el cristianizados y educados que podían darle En esta breve reflexión espero haber su-
se a las antiguas deidades. Igualmente signi- haré patente, genas eran víctimas de recurrentes y mortí- Nican mopohua, el provincial de la orden de liderazgo y realidad. gerido una de las nuevas avenidas de refle-
ficativa es la utilización de los términos que entregaré a las gentes feras epidemias. San Francisco, fray Francisco de Bustamante, Por ello, no es casual que el Nican mopo- xión que nos abre la novedosa lectura e inter-
utilizaban los indígenas para referirse al pa- todo mi amor, En suma, Nican mopohua propone la exis- predicó en contra del culto a la Virgen de hua, tras casi un siglo de olvido, cayera en pretación del Nican mopohua que ha hecho el
raíso de Tamoanchán, para nombrar el cielo mi mirada compasiva, tencia de una hierofanía cristiana dirigida Guadalupe, por idolátrico, porque desviaba manos de un grupo muy distinto, los crio- doctor Miguel León-Portilla en su libro To-
donde habita la virgen. Es indudable aporta- mi ayuda, mi protección. privilegiadamente a los indios. Para enten- la devoción que se debía a Dios y no a su ma- llos, y fuera usado por ellos para afianzar su nantzin Guadalupe. Sólo me resta agradecer,
ción de este estudio de León-Portilla haber Porque, en verdad, yo soy der los posibles alcances de esta pretensión dre y porque actuaba en detrimento de la co- naciente patriotismo, centrado también en la una vez más, la continua fecundidad de su
demostrado las continuidades del Nican mo- vuestra madrecita compasiva, hay que recordar el caso de otra aparición de rrecta evangelización de los indios. Dos dé- figura de la Virgen de Guadalupe y en la rei- labor y la profundidad de su conocimiento y
pohua con la retórica tradicional de la flor y el tuya y de todos los hombres la Virgen ante nativos mesoamericanos, en cadas después, el propio Bernardino de Sa- vindicación de su privilegiada relación con compromiso con las siempre cambiantes y
canto. Hay que recordar, sin embargo, que que vivís juntos en esta tierra Cancuc, Chiapas, en el año de 1711. En esa hagún criticó el floreciente culto guadalupa- ellos. Algo similar pasó con las majestuosas vitales culturas indígenas de nuestro país.
esta retórica tenía mucho de esotérica, y que y también de todas las demás gentes, ocasión la Virgen se reveló a diversos indíge- no como una continuidad de la idolatría pre- obras históricas que escribieron poco des-
su oscuridad fue lamentada por grandes co- las que me amen, nas tzeltales, les habló también en su idioma hispánica a Tonantzin, la madre de los dio-
nocedores españoles de la lengua náhuatl co- los que me llamen, me busquen, y les pidió igualmente que le construyeran ses. No creo que esta condena se debiera a
mo Durán y Sahagún. confíen en mí. un templo, desde donde les daría particular una incomprensión del mensaje implícito en
En este texto escrito en náhuatl y dirigido Allí en verdad oiré protección y consuelo. Estas mariofanías fue- el texto de Valeriano, sino precisamente a un
a nahuas, la virgen se comunica directamen- su llanto, su pesar, ron la base de un movimiento de revitaliza- consciente rechazo a un proyecto indiocris-
ción en que los tzeltales crearon una iglesia tiano de identificación entre la Virgen y los
indígena, con su clero y funcionarios verná- indios y entre la antigua religión y la nueva.
culos. Tal acto de independencia religiosa se Este diferendo entre los misioneros y su
Juan Diego presenta ante el obispo Zumárraga la imagen de la virgen plasmada en extendió, como era de esperarse en esa épo- alumno dilecto no encontró solución en su
su tilma, acompañada de bellas y variadas flores imposibles de cultivarse en el te- ca, a lo político y a lo económico y terminó época. La gran empresa evangelizadora de
rreno pedregoso de aquel cerro. Los que presencian la escena advierten que están en una abierta rebelión que fue violentamen- los frailes mendicantes del siglo XVI se topó
frente a un milagro; a partir de ese momento comprueban que la insistencia del in- te reprimida por los españoles. por esos años con infranqueables límites ins-
dio sobre la orden que le diera la virgen para que se construyera su templo en ese Desde luego no estoy sugiriendo aquí titucionales y humanos: por un lado se en-
lugar estaba plenamente justificada. que Valeriano hubiera tratado de promover frentó a la continuidad de las culturas indí-
una rebelión de esta índole en el Valle de genas y de muchos aspectos de su religiosi-

✸PILAR MÁYNEZ México. En primer lugar, no hay que olvidar


que nuestro autor no se sentía de ninguna
dad bajo el manto del floreciente culto cris-
tiano; por el otro fue detenida por la indife-
manera enemigo o víctima del régimen colo- rencia del clero secular y de la Corona que
nial, pues era un importante funcionario vi- estaban dispuestas a ignorar estas continui-

LA GACETA LA GACETA
16 17
en un continuo ir y venir, para marcar el or-
Gertrudis baja la escalera den caprichoso de las horas. Un presente
largo cortado por pedazos de ayeres perdi-
✸ Jaime Echeverri dos, sin destino, sin un mañana que los ha-
ga valer.
Cuando Gertrudis baja la escalera y me
quedo mirándola, la veo en todos su mo-
mentos. Bajo su figura de mujer vienen sus
otros cuerpos. Cuerpo que transparenta los
hace exhibir su pelo, sereno río oscuro que mismo. Debe ser por eso que me hablo y me cuerpos anteriores, como si la mirara a través
inunda la espalda, cubre la cintura y dibuja cuento lo que pasa. También puede ser para de un espejo hecho con varias láminas de
un delta antes de desaparecer sobre sus nal- tranquilizar mi conciencia. Aunque no sé. cristal. Entonces aparecen y conviven las
gas. Gertrudis insinuante, Gertrudis coqueta. No tengo de qué arrepentirme. No es pecado transformaciones ocurridas desde su naci-
No necesito estar escondido aquí para espiar a una hermana. ¿O sí? Mis palabras miento. La casa se llena de mujeres que co-
mirarla. La encuentro en todas partes, se me- vagan por la cabeza y no se asientan en nin- rren, van de un lado a otro, bailan y se enre-
te entre mis sueños, confunde todos mis pen- guna parte. Las preguntas vuelan sin encon- dan en sus vueltas. Y la música crece, los su-
samientos, desvirtúa mis actos. Entre las trar respuesta. ¿Qué me podría decir? surros se convierten en una melodía lenta y
sombras de la casa espero que salga a mi en- Le gusta cantar. Canta allá arriba, canta suave, casi silenciosa. De vez en cuando un
cuentro al dar vuelta a un pasillo, al ir de un cuando baja, canta mientras recorre la casa. grito alerta sobre la presencia de un insecto o
cuarto a otro. Aparece en los cuadros, su voz Por donde va deja el hilo de su voz, un tono de una sombra. Un aleteo tenue acaricia mis era el que más nos gustaba. Elene tenía 35 asegurar que es mirado. Piel tersa, suave,
se cuela entre las canciones mezcladas que bajo, susurrado de modo que sólo ella en- mejillas, un viento silencioso me envuelve. años y tres hijos de dieciséis para abajo. Una delgada hoja de papel que deja ver el curso
llegan de abajo, de la carretera donde los ve- tiende lo que canta. Inventa sus canciones, La alegría me enloquece. Salgo de mi escon- idiotez más que un pecado, se decía. Y una de las venas. Una pañoleta italiana le sirve
cinos compiten con estaciones de radio. Allí, encadena palabras, extiende o recoge las síla- drijo y me integro a la danza. Encuentro en- vida bebida con descaro. No necesitaba estar de turbante. Corren a saludarla. Le besan las
entre canciones y anuncios su voz llega para bas hasta encontrar el ritmo que parece bus- tonces a mis dobles que, como los de Gertru- desnuda, aún vestida con recato, su piel se mejillas. Aprietan sus manos. Nos sentamos
darle al rumor el tono de encanto que me ha- car. Siempre lento y dulce. De vez en cuando dis, parodian diferentes momentos de mi vi- adhería con tal fuerza a las telas que cada a su alrededor. Bebemos. Disimulamos. To-
ce ponerles atención. Pero a mis oídos sólo mete entre su canto versos de canciones en da. Mi historia, si la sucesión de imágenes hombre que pasaba a su lado quedaba con la dos, hasta los que menos tenemos que ver
sube un caldo de sonidos, pedazos de pala- inglés, de Tracy Chapman, Bob Dylan o John de nosotros mismos es historia, se desen- certeza de haberse acostado con ella allí de- con ella. Se sigue hablando. De política, de
uando Gertrudis baja la escale- bras, notas cortadas por otras notas, en un Lennon. Heart, love, baby y palabras así, la- vuelve simultáneamente y mis momentos lante de todos. Elene no les daba atención. Se arte, de cualquier cosa. Todos la miran de

C ra me quedo mirándola. Lanza


sus piernas largas. La izquierda
se estira con lentitud como si el
escalón que va a pisar fuera de agua y quisie-
ra saber si no está fría. Es lo primero que veo.
enredo de Babel. Me da por extender mi oí-
do, por entender dónde termina una can-
ción, dónde entra otra, lo que un locutor di-
ce y otro interrumpe o cubre con una cuchi-
llada de música o una estridencia mayor. No
midas por sus labios, salen por sus dientes,
haciéndole rasguños al silencio.
Sus susurros tienden líneas templadas
que cortan el silencio espeso de la casa. Me
encuentre donde me encuentre llegan hasta
más antiguos se confunden con los de aho-
ra que me encuentro aquí esperando que
baje, como siempre.
La casa estuvo de fiesta muchas veces. Se
sirvieron platos exquisitos en la larga mesa
obsesionaba con el menos previsto. Y se en-
redaba hasta encontrar la raíz del odio. Siem-
pre el equivocado, decían todos los hombres.
Los amigos trajeron a sus hijos. Hasta el me-
nos mostrable. Los Robledo trajeron a Fa-
reojo. Nadie le clava los ojos. Se fuma y se
vuelve a beber. Fabián ríe. Lo sientan a su la-
do en otra silla de ruedas y la mira como si
acabara de ver algo maravilloso. Voltea sus
ojos. Parece un galán del cine mudo. Ríe sin
La otra un segundo después hace lo mismo. logro nada. Los sonidos se deslizan por la ca- mi oído, indicándome sus rutas y la rutina de comer. Fuentes de plata circularon de la bián, un ser que no puede sostenerse y cuan- parar. La conversación tiene sus baches, hue-
La veo bajar con calma, tan lenta que a uno sa y parecen más tenues en algunos lugares. de sus días. Así sé cuándo despierta y cuán- cocina al comedor cubierto por manteles do no está en su silla de ruedas, se arrastra cos de mutismo, palabras cortadas por pen-
le parece que no terminará de bajar nunca, Arriba, en el reino de Gertrudis, no se oye ca- do va a la cama. Cuándo se extasía ante el es- bordados y cubiertos relucientes. Los músi- de un lado a otro. Fabián repta en traje de eti- samientos que nadie se atreve a expresar.
como si unos lazos la sostuvieran, atajando si nada. pejo. Buena parte de su tiempo la pasa dupli- cos invadieron el jardín y las parejas se per- queta por la casa dejando un charco de sali- Elene llegó para invadir nuestras cabezas.
el descenso. La veo. Quisiera dejar de mirar- Me encuentro hablando así. No sé a quién cándose allí, como si fuera su forma natural dieron en sus bailes. Invitados vestidos de va en el camino. Gertrudis ríe sin dejar que la De vez en cuando el parloteo se anima, es-
la, pero siempre termino aquí, esperando le hablo. Estoy solo aquí abajo y Gertrudis de reproducirse. Ya no sé cuántas veces he ceremonia cenaron y bailaron hasta que el risa toque sus labios quedándose en sus ojos. pantando la imagen de la reina en declive.
que esa especie de sábana blanca baje del cie- arriba y no le hablo para que no se dañe el sentido subir por mi espalda la larga aguja amanecer los disolvió en el aire. Y vinieron La esperan en grupos pequeños dispersos Vamos al comedor. La inmaculada enferme-
lo. Primero se ve la nube blanca y luego la juego. No sé quién dijo que el pensamiento del escalofrío, llegando en fracciones de se- otros a almorzar. Gertrudis, Silvio y yo ocu- por el jardín. Están nerviosos pero nadie ra empuja la silla de Elene. Antes de llegar a
pierna que se desliza. La vuelta en caracol la son palabras que uno vive diciéndose a uno gundo a mi cabeza, al verla desnudarse, de- pamos nuestros puestos en la mesa y comi- quiere que se note. Hablan de cualquier cosa, la mesa se le deshace el nudo de la pañoleta
jando caer esa especie de túnica a sus pies. Y mos y brindamos con ellos. Después de una fuman, ríen. Llegan carros. Puertas que se de seda. Cae a sus hombros. Nadie se da
me ha pasado igual cuando se inclina a reco- noche de fiesta Silvio desapareció con la hija abren. Puertas que se cierran. Silencio cor- cuenta. O todos hacen como si nada pasara.
ger la tela para subirla sin prisa, cubriendo de un invitado y no volvió. Yo le llevaba cin- tante en el jardín. Una blanquísima enferme- La conversación tarda en reanudarse. Nadie
más el cuerpo con alma de azogue que el que co años y Gertrudis siete. Más que herma- ra empuja el trono con ruedas de Elene. Está parece mirarla. Su cabeza abollada. Hendido
lo origina de este lado del cristal brillante. nos, parecíamos unos padres de emergencia. delgada. La piel forra sus huesos. Sus ojos vi- el parietal derecho. Huella de la tajada del
No sé medir el tiempo. Lo olvidé. Hace Los viejos salían a viajar y quedábamos en la vaces han quedado dispersos. Nadie puede neurocirujano. Una fruta mordida a la que le
mucho, no sé cuánto, se rompió la sucesión casa. Sin obligación alguna, atendidos por la
del día a la noche. Desde entonces vivimos vieja María Candelaria que no nos dejaba
en una larga franja, ni clara ni oscura, una morir de hambre, mientras Pedro, el chofer
vida que se desliza, vuela o repta por todas nos llevaba a recorrer la ciudad cuando algu- Con excepción de Elsinore... y de la memoria infantil de “Ein Helden-
partes de la casa, sin detenerse, sin insinuar no de nosotros lo pedía. A Silvio le gustaba leben”, los espacios creados por Elizondo se orientan hacia un locus
un cambio. Aunque subo a ver sus gestos a salir y andaba con Pedro a todas partes, solus: isla desierta, ciudad deshabitada, sala de quirófano, vastas
través del espejo, no estoy muy seguro si mientras Gertrudis y yo jugábamos a escon- estancias de magnitud sobrecogedora como las de Piranesi, islas
allá arriba hay una diferencia, si la zona de dernos el uno del otro, como ahora. pobladas de museos, ciudades desconocidas, espacios mentales
Gertrudis es más clara que la mía acá abajo. Última comida con Silvio: donde el horizonte se extiende con la imaginación mientras el escri-
Creo, no sé por qué, que hay una ilumina- Todos los amigos se reúnen para hacerle tor, distraído de las lecciones bobas de la cultura, se mira escribir y
ción. Tal vez sea ella misma porque todo pa- el honor a la más bella de las amigas de ma- aprende a leer a medida que escribe.
rece brillante cuando baja. Pero es imagina- má. La operaron del cerebro un año atrás.
ción mía nada más. La penumbra está adhe- Ninguno la veía desde un poco antes. Su
rida al silencio, como si fuera la cubierta du- gusto se imponía con dos argumentos arra- ✸ADOLFO CASTAÑÓN:
ra de una masa de gelatina. Y el tiempo es sadores. Belleza y arrogancia. A veces le de- Arbitrario de literatura mexicana, Editorial Vuelta, 1993.
igual, una superposición de recuerdos, taja- cían Jackie, a veces Marylin. Otros le decían
das de la memoria que se dilatan y contraen simplemente “la miss”. A Gertrudis y a mí

LA GACETA LA GACETA
18 19
escritorio. Mis estornudos se riegan por la
casa y vuelven en ráfagas a mi oído como si
otro los hubiera expulsado. Y detrás me llega
Lectura y catarsis
el arroyo de su voz. Sí. Es Gertrudis. Canta. ✸ José Kozer
Ya viene.
No tengo tiempo para ir a otro lado, para
camuflarme en otro rincón y poder verla.
Tengo que conformarme con sentirla pasar
frente a la puerta de este cuarto. Imaginar
sus pasos largos, las manos recogiendo la te- una página que en verdad es una narración
la más arriba de las rodillas y la mancha os- del cuentista Adolfo Castañón. Se trata de un
cura de su pelo escondiendo su espalda. Pa- recuento arrollador, arrasador, de una garra
sa. Su voz arrulla las sombras. Su voz se cue- que nos empuja, de horror en horror, hacia
la en mis oídos. Su canto enreda mis pensa- un fondo abisal de lenguaje, de textura de
mientos, confunde mis recuerdos. lenguaje, que es como ese “silencio insonda-
Cuando Gertrudis baja la escalera y me ble de las profundidades del mar” y ese
quedo mirándola, la cinta de recuerdos pasa “sueño ominoso” del que es cautivo Aaron
como una película vista a velocidad. Las del- Tefft, personaje central del cuento de Steiner,
gadas imágenes se superponen, modificando rerrelatado por Castañón. Cautivos queda-
el tiempo. Ese tiempo en que las cosas suce- mos ahora, gracias a la narración de Casta-
dían. Antes de que Gertrudis se casara y su ñón, tanto el crítico Steiner como el propio
matrimonio durara sólo un día. El mismo Castañón y, por seguro, el que suscribe estas
han colocado de nuevo la corteza sin lograr huida lo clausuraron. Pero antes Gertrudis y tiempo en que me fui de aquí para ser un palabras.
ocultar el mordisco. Se dispara la conversa- yo lo invadimos, llevándonos lo que nos gus- hombre independiente. El tiempo, en fin, en Tefft (theft): en inglés, robo. ¿Hay aquí
ción para no dejar tiempo a pensar. Se vuel- taba. Un reloj, un afiche, un libro, una lám- que regresé convencido de que el mundo no un robo de Castañón a Steiner? Por supues-
ve a hablar de política, se hacen chistes, se para. Un sombrero, un corbatín, un calenda- había sido hecho para mí y que yo no le ha- to: tal y como hay un robo de Steiner a Aa-
comentan chismes. Robledo habla de la bol- rio viejo. Lo hicimos de noche, sigilosos co- cía ninguna falta al mundo. Y cuando baja, ron Tefft, de Steiner a la multiplicidad del
sa. Su mujer de arte. Los temas se trenzan mo un par de ladrones. Cuando quisimos ve- aunque no la vea, como ahora que la siento conocimiento, a la referencialidad que sirve
hasta formar una amalgama de palabras sin nir por más recuerdos encontramos la puer- pasar y la imagino yendo a la cocina o al pa- de base y pretexto a la creación, un robo a
mayor sentido. Elene dice que no quería ve- ta cerrada con llave. tio. Saliendo a ver el jardín enmontado, lleno ese mundo políglota en que se crió el crítico
nir. Parece contenta de haberse decidido. Le A veces creo que Silvio es una imagina- de hojas muertas y de malas hierbas trepan- y ficcionador George Steiner. Todo hurto
dice algo al oído y la enfermera sale a decir- ción de Gertrudis y mía para poder creer en do por los muros a darle vuelta al lugar don- “literario” procede de la necesidad creado-
le algo al chofer. Es una sorpresa, dice Elene. nosotros mismos. Otras, que fue un fantasma de una tarde perdida nos encontramos fren- ra voraz, voraginosa, que no para mientes
Un momento después entran el chofer y la que se asustó con nosotros. Sea como sea, Sil- te a frente, nos tomamos la mano y la piel se en utilizar todo material que caiga en sus
enfermera trayendo un cuadro inmenso. Pa- vio estuvo y desapareció. Como han ido de- estremeció y tuvimos que huir el uno del  De Goerge Steiner, da de una carta personal que le había remiti- manos para crear ficción, invención ince-
ra mis queridos amigos, dice Elene. Papá y sapareciendo todos. Hasta María Candelaria, otro como si el roce hubiera dejado una señal Premio Prícipe de Asturias 2001, el FCE do hacía tiempo a Castañón: me leí. Me rela- sante: así Castañón, el crítico, nos traza un
mamá se levantan y lo reciben. Gracias, di- que se quedó consumiéndose en la cocina y de fuego o una sentencia. Ella corrió a refu- ha publicado Después de Babel: mí los labios; nada mal, me dije, ben trovato. paralelo: Steiner el crítico hace ficción; yo,
cen. Han levantado ya la sopera del ajiaco. estuvo allí hasta que la desesperación la hizo giarse arriba y yo quedé vagando por la ca- Aspectos del lenguaje y la traducción, Y pese al interés mayúsculo que tengo por Castañón el crítico hago ficción de la ficción
Viene el postre. El café luego. Un suspiro de dejar la casa. sa, persiguiendo siempre su sombra, escon- en versión de Adolfo Castañón. Steiner y por todo lo relacionado con su de Steiner que critico.
alivio al levantarnos de la mesa. Quedan dos Gertrudis no baja. Me refugio en el cuar- diéndome para verla bajar la escalera y que- Asimismo, del propio Steiner está por obra, puse a un lado el libro, no lo vine a leer Hay más: Castañón es un elfo, una panta-
o tres invitados charlando, mientras los de- to de Silvio. Si el tiempo en la casa no corre, darme mirándola. aparecer bajo el sello de nuestra casa sino meses después. Ahora entiendo la de- gruélica máquina de reír y, por supuesto, de
más regresan al jardín iluminado. Silvio aquí en este cuarto se detuvo definitivamen- editorial una reunión de ensayos titulada mora: un cierto pudor de reencontrarme cita- hacer reír: es un sabio mexicano, un espíritu
arrastra de un brazo a Leticia, la menor de te. El polvo se mete en las narices. Los días se Sobre la dificultad. do en el libro me impidió leer de inmediato que reconoce la sutileza de lo sencillo. Y leer-
las Uribe, y no lo volvemos a ver más. transformaron en una gruesa capa de polvo Colaborador asiduo esta Gaceta, José Lectura y catarsis. lo siempre es encontrar algún momento en
Si Gertrudis no baja yo me siento perdi- gris que se eleva en nubes cuando levanto un Kozer ha publicado en nuestra casa edi- Y hecha la lectura me plantee no tanto a que, como el que no quiere la cosa, se nos de-
do. Vago por la casa. Recorro los cuartos y afiche caído de la pared o cuando intento torial una selección de su poesía, Bajo George Steiner cuanto a Adolfo Castañón ja caer una gota de sabiduría, una de esas
me encierro en el de Silvio. Después de su leer alguno de los libros del estante sobre el este cien, y junto con Roberto planteándose a George Steiner. El plantea- sencilleces de la divagación que constituyen
Echavarren y Jacobo Sefamí Medusario: miento surge en un momento del libro, para un hallazgo “formal.” Y en Lectura y catarsis,
muestra de poesía latinoamericana. mí crucial, en que Castañón se refiere a la cómo no, aparece uno de esos aciertos casta-
primera narración del Steiner creador de fic- ñonianos (pág. 43): “¿Alguna vez habremos
ciones. Se trata del relato titulado “The deeps encontrado sentado en un parque a un carte-
El grafógrafo ha sido producido en la zona silenciosa de la imagina-
eo por norma los libros de Adol- of the sea” escrito con veintisiete años, publi- ro pergeñando una misiva?” nos (se) pre-
ción y esculpido con cuidado por una inteligencia eminentemente
técnica. La mano no ha estado ociosa. Desde el título del libro hasta
el último renglón la invención pura ha sido el objetivo constante: for-
mar (como se puede apreciar visualmente en la portada de la prime-
ra edición) geometría que no pueden existir más que en la página. El
L fo Castañón tan pronto como lle-
gan a mis manos. Y lo hago siem-
pre picado por la curiosidad del
que busca en la lectura una multiplicidad re-
ferencial, aprendizaje (conocimiento del pro-
cado en Botteghe oscura y, dentro de lo que el
propio Castañón cree saber, nunca traducido
en lengua española.
¿Qué suscitó mi interés no ya de la visión
de Steiner, no ya de la visión revelatoria, pre-
gunta Castañón. La respuesta es evidente: ja-
más hemos visto a un cartero pergeñar una
misiva propia en ningún sitio: y a la vez, par-
te de la respuesta implica que ahora por se-
guro en algún sitio nos encontraremos a un
grafógrafo es implacable metamorfosis, la inflexible negación de ha- pio desconocimiento) y participación al má- cisa, que nos da Castañón del Steiner narra- cartero sentado en un parque leyendo al
cer coincidir la imaginación con la realidad, la palabra con el objeto. ximo de la ajena avidez. dor, sino del propio Castañón? Por ser éste atardecer una carta recién recibida de la ma-
Hace meses, demasiados meses, Casta- un texto desconocido en español, Castañón dre, la amiga o la amada. Así, Castañón ha
✸DERMOT F. CURLEY: ñón me entregó su Lectura y catarsis (Edicio- se toma la molestia de recontarlo. Aquí, de aumentado, añadido a nuestra conciencia de
nes sin nombre/Juan Pablos, 2000), acendra- repente, descubro que para Castañón, cons- la realidad.
En la isla desierta, FCE, 1989.
do homenaje a su (mi) bienamado George ciente o inconscientemente, recontarlo es re- Leo a Castañón, y cuando lo hago sé que
Steiner. Ahí se te cita, me dijo: corrí a buscar- crearlo; y leyendo la descripción del cuento inveteradamente busco mayormente tres co-
me, y en efecto, se me citaba: una cita olvida- de Steiner me veo inmerso en la lectura de sas: la sorpresa; el conocimiento formal que

LA GACETA LA GACETA
20 21
obra de Steiner, me entero de que Tomás Se-
govia ha escrito un importante libro titulado
Poética y profética (FCE, 1985) donde se coin-
Fragmento
cide en una cierta crítica al seudocientifismo
de algunos post-estructuralistas. Leo y me ✸ Andrés Sánchez Robayna
dejo penetrar por la voracidad lectora de
Steiner, de Castañón, voracidad puesta de
manifiesto en el largo número de autores
que, inter alia, aparecen en el libro: Ivan Illich
(cuántos recuerdos de mocedad neoyorqui- El crepúsculo cae sobre calles en obras,
na suscita ese nombre); el filósofo francés vallas, taladradoras, arena amontonada,
Alain (jamás lo he leído, me desespero); Jean
Guitton (madre mía, primera vez que en-
suenan los cascos en los adoquines,
cuentro ese nombre para mí del todo desco- cocheros y caballos cabecean, el cielo
nocido); Edmund Wilson (en mi biblioteca se cierra lentamente como una gran alcoba.
debo tener aún cuatro o cinco libros suyos Sí, me digo, y el siglo sobre Kärntner Strasse.
sin leer); Elias Canetti (qué bien me haría en
estos momentos de mi vida releerlo); Sigüen-
za y Góngora (jamás lo he leído); Gershom Desde un gran ventanal, en la luz última,
Sholem (que trajo hace años a mi vida luces los tejados retienen un color que no es suyo,
máximas); Pierre Boutang (a quien leí echa- un granate forjado en amasados oros
do en una cama en casa del propio Castañón,
de nubes de verano, atravesadas
temblando); Denis Donoghue (cuya obra
completa gustaría degustar). por un sol todavía con largo poderío,
Y a medida que recorro Lectura y catarsis aún capaz de traer al cuarto oscurecido
experimento mi propia catarsis ética, rectifi- un resplandor final que el aire tiñe
cadora: y subrayo, con apaciguamiento, diría con el mismo color de la brasa carbónica.
que con mansedumbre, “iluminaciones” del
discurso que me corroboran una necesidad:
la de vivir la vida desde premisas espiritua- Poco a poco, lo oscuro se apodera del cielo,
les que conforman (confirman) mi origen el ventanal refleja un manto negro
“rabínico”, mi vocación personal. Y encuen- que se quiebra en el brillo del relámpago,
tro momentos para mí privilegiados de lec-
y la tormenta se desata, el aire
tura, momentos en que Castañón ralentiza,
hace cristalizar, módulos de verdad moral, se enrarece, la lluvia golpea los tejados,
de verdad espiritual. Y lo oigo decir que “se los parques, las estatuas. Se retiran
preparan fiestas”, que debo releer Le philo- con premura las últimas calesas.
sophe lisant de Steiner, que debo volver a mi-
rar el bello cuadro de Chardin, que debo
estimula a seguir leyendo, aprendiendo; y ve a Steiner de la mano a una querencia lati- mantener en firme esa verdad de la moderni- Es un día del tiempo. Y, sin embargo,
un acicate ético que impone una rectifica- noamericana, “utilizándolo” para mejor re- dad voraz que implica un cosmopolitismo es único este aire, me dije, la ciudad,
ción constante a mis propios desvíos éticos. conocernos. steineriano. Y atenerme al “oficio de la aten- alumbrada por bruscos resplandores,
Leo Lectura y catarsis y me sorprende grata- Leo esta obra y me entero del ancho ción”, a la búsqueda de “varios saberes y un penetra en esta hora, ante mis ojos, como
mente que su autor barra para adentro, lle- mundo bibliográfico que ya conforma la solo fermento ético”, a ser yo también “caza-
dor y coleccionista de silencios”, a reconocer
en lo eterno. Recógete, me dije,
que “toda verdadera lectura comparte una pues en este crepúsculo arde el tiempo,
purificación previa”, a que (ahora citando a se ha contraído en este cielo negro,
Conocí a Salvador Elizondo en 1953. Lo llevó a casa un amigo co- Steiner) “Leer bien es leer con una intensi- y cuanto ves es obra de una ciega tormenta.
mún, Julio Vidrio. Tenía 21 años y al hablar aparentaba tener 15 o 35; dad tal que se pueda encontrar el modo de
en momentos era más joven que lo joven, en otros sus juicios por actuar”, y que siempre (es ahora Castañón
quien habla) debemos leer “con cautela”.
personales y exactos hacían pensar que vivía adelantadamente una
Lectura y catarsis termina con un respe-
madurez envidiable. El humor negro, el erotismo entre doloroso y
tuoso, útil, aparato bibliográfico: gusta Cas-
cándido, la poderosa información (sobre todo acerca de libros “ra-
tañón de sernos útil, y eso es bueno, porque
ros”, remotos, subversivos desde el punto de vista de la moral bur-
las personas útiles hacen realidad lo sagrado.
guesa), la capacidad para acometer la literatura, la música, la pintu-
Al cerrar el libro, instintivamente vuelvo a la
ra, la fotografía y el cine, me deslumbraron, me hicieron pensar que
cita de Ivan Illich, la releo, se nos habla de la
podría convertirse cuando él así lo dispusiera en un artista extraña-
importancia de las Casas de lectura, del an-
mente innovador.
helo de que florezca un nuevo ascetismo de
la lectura: cierro el libro, cierro los ojos, soy
✸EMMANUEL CARBALLO: un muchacho joven que entra de la mano de
su abuelo en un shul judío donde se sienta a
Imagen, Zacatecas, 1998. copiar, mordiéndose los labios, unas prime-
ras letras en hebreo. • De Andrés Sánchez Robayna, el FCE ha publicado Para leer “Primero Sueño” de sor Juana Inés de la Cruz y La inminencia (dia-
rios, 1980-1995).

LA GACETA LA GACETA
22 23
Bonifaz Nuño: la amistad como un arte
✸ Hernán Lavín Cerda

 De Rubén Bonifaz Nuño, el FCE ha amar, es un regulador de voltaje del espíritu: entiendo. La poesía suena más que ese ruido
publicado Fuego de pobres, De otro el ansiolítico por antonomasia, Madre Nues- implacable, desde que el mundo es mundo.
modo lo mismo y El ala del tigre, tra, te pedimos que nunca nos abandones, La poesía ha sido el único acto libre de mi
entre otros, y de Hernán Lavín Cerda, Padre Nuestro, figuras talladas por la mano vida: ella es mucho más que una cámara de
nuestra subsidiaria en Chile publicó, del espíritu y del asombro en el mundo de espejos. Allí se toca fondo. Escribo poesía
en la colección Tierra Firme, los antiguos indígenas que también sabían con un rigor versificante, pero sin pensarlo
Música de fin de siglo. bailar y cantar sus ruegos. Poesía: Padre demasiado. Es un impulso orgánico, una
Nuestro y Madre Nuestra. descarga del cuerpo y del espíritu a través
Sin duda el impulso espiritual de Bonifaz del lenguaje, un poder fisiológico. Si lo pen-
Nuño nos enseña, sutilmente, con agudeza sara mucho, no habría escrito ni un solo poe-
en la sonrisa de abuelo, de padre, de hijo, de ma”. Es muy probable, asimismo, que Ru-
ué significa, quién es, qué sig- nieto, y algunas lágrimas en sus anteojos. Mi bén Bonifaz Nuño acepte, como suyas, estas obscenas, y las cópulas tristes, ilustran las tuilla prehispánica, un cuadro de su amigo nes/ de lujosísimos departamentos,/ si en-

Q nifica Rubén Bonifaz Nuño en


el aire de México y no sólo de
México. Para mí es el alqui-
mista clásico y romántico que como un Her-
mes Trismegistos lo transfigura todo en Poe-
alma piensa que así nos dice, como acaso si-
gue diciéndonos Gabriela Mistral: no seas
violento, hermano, ten misericordia de tu
sombra y de la sombra de los otros, pues tú
también eres los otros. Piedad y más piedad
palabras de nuestro querido artista del idio-
ma, Alí Chumacero: “La poesía tal vez no
sirve para nada. En eso radica su grandeza.
Es un oficio de locos, más bien de ilumina-
dos. Me parece que los poetas son criaturas
historias de la ciencia y el arte y la filosofía”.
¿Cómo olvidarme de aquellas conversa-
ciones en su oficina, mientras observábamos,
desde la Biblioteca Central, el césped casi
eternamente verde del campo universitario?
Santos Balmori, y al fondo aquel césped co-
mo una alfombra, más o menos virtual, entre
los árboles de un esplendor y de una oscuri-
dad más verde y más intensa. “Vea cómo
Neruda, en una expansión de círculos verba-
tonces recordamos que los platos/ aúllan de
nostalgia, boquiabiertos,/ y despiertan secas
las cucharas,/ y desfallecen de hambre los
ratones/ en humildes cocinas.// Y conste
que no hablo/ en símbolos; hablo llanamen-
sía; es decir, en el Arte de la Palabra. Tam- por las criaturas humanas, vegetales, anima- que perdieron el juicio. No están muy bien Con un interés auténtico, el maestro me pre- les puede lograr su objetivo, abriéndose ha- te/ de meras cosas del espíritu”.
bién es la fraternidad, el amor por los sueños les, minerales. Jamás te olvides de la ciencia de la cabeza, gracias a Dios, aunque son feli- guntaba sobre la geografía de Chile, aquel cia el verso imantado y libre. A mí me cues- Cuando el Instituto Nacional de Antro-
de las antigüedades grecolatinas y precolom- del equilibrio no siempre visible y del Arte ces, eso creo, tejiendo rítmicamente sus ver- tiempo de la luz y de los años fúnebres, y ta mucho seguir ese camino. Yo diría que no pología e Historia, en coedición con la Secre-
binas, la sabiduría de la compasión, la maes- de la Compasión. Cuida tu naturaleza origi- sos y sus sueños en el espacio y en el tiempo luego de Gabriela Mistral y de Pablo Neruda puedo. Para encontrar la libertad en el reino taría de Educación Pública, editaron en 1981
tría del espíritu que siempre viene de muy nal y recuerda que somos hijos de la Tierra, de la vigilia”. en Isla Negra. Yo le respondí con lentitud: de la versificación, necesito un corset que aquel hermoso volumen que se titula El arte
cerca y de muy lejos, casi la paternidad de de la luz del Sol y del murmullo del Agua, sí, Así como es imposible olvidar que Pablo “Mire, don Rubén, sólo permanece flotando tenga una medida justa: el eneasílabo y el de- en el Templo Mayor. México-Tenochtitlan, con
muchos, de varios, o de algunos de nosotros: somos los hijos de la Pachamama, la que aún Neruda, durante el invierno de 1961, hizo el espíritu de Neruda en aquella isla que no casílabo, fundamentalmente, pues mi caden- textos de Rubén Bonifaz Nuño y fotografías
una paternidad que igualmente se rige por emerge del barro fúnebre y genésico del in- que se publicaran mis primeros poemas en la es negra y que tampoco es isla. Es un fenó- cia rítmica encuentra allí su libertad expresi- de Fernando Robles, pude confirmar que
las leyes de la rotación y la traslación, como framundo, la apapachadora, cruel a veces y revista de arte y cultura Ultramar, que dirigía meno parecido al Desierto de los Leones, va. En algunos de mis textos, sin embargo, don Rubén estaba en un error al decir que la
sucede con nuestra pobre, triste, rica y jubi- benigna, la siempre antigua y siempre nueva en Santiago de Chile el ensayista Enrique Be- donde, por lo que sabemos (salvo que la rea- he conseguido ir más allá de ese registro mé- poesía no reinaba en el espacio de su prosa.
losa madre Tierra. Madre Naturaleza. Desde hace muchos años, llo, jamás olvidaré que aquí en México fue lidad cambie de un instante a otro), no existe trico, aun cuando dicha experiencia no me Recordé casi de inmediato el vigor y la ele-
Bonifaz Nuño, de mirada compasiva y Bonifaz Nuño, don Rubén, il miglior en sus Rubén Bonifaz Nuño quien sirvió de puente el desierto y tampoco se escucha el rugido de satisface plenamente. Es por eso que no se gancia de la poesía en prosa de Gabriela
perspicaz, a punto de sonreír o de reír, desde alturas y en sus honduras, calmo o convulso para que la Universidad Nacional Autóno- los leones”. Entonces, luego de una carcajada me da en plenitud, como quisiera, la poesía Mistral en su libro Croquis mexicanos, (Edito-
la luz o la sombra del túnel, como si fuera un en el cálamo que dibuja sus versos, se viste ma de México editara en su colección Poe- de ida, la suya, y una sonrisa de vuelta, la en prosa. Observe usted el caso de Jaime Sa- rial Nascimento, Santiago de Chile, 1979),
niño perpetuo, es el maestro de maestros que con su chaleco rubendariano de maese ele- mas y Ensayos mi antología poética Ciega- mía, él se levantaba de su escritorio y de un bines: en su escritura poética, hasta los defec- cuya selección y prólogo pertenecen a Al-
desde hace mucho tiempo se atreve, bendi- gante y la perla que brilla, solitaria, discreta, mente los ojos en 1977, con un glosario que librero cogía un ejemplar de Residencia en la tos tienen luz propia y funcionan bien. No es fonso Calderón, otro prosista de alto regis-
tos sean Dionisio y Tláloc, a reírse del tiem- inmóvil en su corbata gris, azul, o de color preparó un poeta y maestro inolvidable, el Tierra. “Mire, maestro”, me decía con una mi caso, ¿no le parece?” “Ay, don Rubén, tro en nuestra lengua. Escuchemos algunas
po y de sí mismo y de toda maestría. Lo adi- marengo como el espíritu adolorido y ceni- nicaragüense Ernesto Mejía Sánchez. En sonrisa de tristeza leve o tal vez de nostalgia, pienso que usted exagera un poco, me pare- líneas de Bonifaz Nuño sobre Coyolxauh-
vine o no lo adivine, él es una especie de ciento, a menudo, de aquel Catulo suyo que 1988, gracias al apoyo del don Rubén, volví a ¿por qué no recordamos algunos versos li- ce que no es para tanto. Yo no lo veo así, con qui, la diosa desmembrada y poderosamen-
monje taoísta en el siglo veinte y en el um- ya es nuestro: “Que aquél es igual a un dios, publicar un nuevo libro, La felicidad y otras bres de “Barcarola”? Y se ponía a leer de mo- esa autocrítica tan rigurosa, puesto que los te expresiva dentro de un círculo de piedra:
bral del veintiuno, con su Publio Virgilio me parece;/ que aquél, si es posible, vence a complicaciones, que reúne relatos y prosas do pausado y cadencioso: “Si solamente me hilos del corset no se advierten en su poesía, “En su lecho de roca levantado sobre anti-
Marón, su Cayo Valerio Catulo, su Publio los dioses,/ el que con frecuencia ante ti sen- breves, en la misma editorial universitaria. tocaras el corazón,/ si solamente pusieras tu no la asfixian con ese olor de cadavérico aca- guas escalas cuyo ascenso no desembocaba
Ovidio Nasón, y la blancura de su perla en la tándose/ te mira y te oye/ dulce riente, y eso Aquella vez, mi júbilo fue aún mayor, pues- boca en mi corazón,/ tu fina boca, tus dien- demicismo. Permítame recordar algunos ya en el cielo, reposaba invisible la diosa,
corbata. Este gran poeta que puede cantar y todos, mísero,/me roba los sentidos, pues en to que el volumen se abre con un prólogo tes,/ si pusieras tu lengua como una flecha versos suyos en voz alta, que pertenecen al guarnecida por el homenaje múltiple de
sufrir de amor con un estilo muy propio que cuanto/ te miré, Lesbia, no me queda nada./ breve y muy lúcido del propio Bonifaz Nu- roja/ allí donde mi corazón polvoriento gol- texto 22 de su libro de 1961, Fuego de pobres: ofrendas llegadas por los cuatro caminos del
va del equilibrio a la desgarradura, es gloria Mas cae mi lengua; entre mis huesos, tenue/ ño; se titula “Lo posible y lo imposible”. Me pea,/ si soplaras en mi corazón, cerca del “Algo se me ha quebrado esta mañana/ de mundo. Saurios, pájaros, peces, serpientes,
del castellano de América que aún nos alum- flama se escurre, con sonido suyo/ tañe el oí- permito ahora transcribir algunas líneas por- mar, llorando,/ sonaría con un ruido oscuro, andar, de cara en cara, preguntando/ por el antílopes, oro, conchas; criaturas de la tierra,
bra, mientras lo alumbramos. Rubén Bonifaz do, cúbrense con doble/ noche mis lum- que nadie, o acaso muy pocos, tal vez nadie con sonido de ruedas de tren con sueño,/ co- que vive dentro.// Y habla y se queja y se el aire, el agua, el fuego, se habían reunido
Nuño participa del alumbramiento de un bres”. (Los poemas a Lesbia, Catulo, versión de ha vislumbrado lo que él descubrió en 1988: mo aguas vacilantes,/ como el otoño en ho- me tuerce/ hasta la lengua del zapato,/ por en torno de ella, conciliados en el mismo im-
idioma en su esplendor, pero sin caer en la Rubén Bonifaz Nuño, Martín Casillas Edito- “Todo lo que es posible está en este libro. Y jas,/ como sangre,/ como un ruido de llamas tener que aguantar como los hombres/ tanta pulso de propiciar potencias victoriosas,
trampa de una solemnidad grave o estéril. res, México, 1982). Puro Catulo, sin duda, están en él también muchas cosas imposi- húmedas quemando el cielo, sonando como pobreza, tanto oscuro/ camino a la vejez; abridoras de vías de reconocimiento para el
Digámoslo una vez más: se trata de un tau- Dulce ridentem, misero quod omnis, el más pu- bles. Aquí las arañas y los caballos y las ser- sueños o ramas o lluvias,/ o bocinas de tantos remiendos,/ nunca invisibles, en la espíritu de hombres menesterosos y merece-
maturgo de la lengua (¿qué auténtico poeta ro Bonifaz Nuño, quien también nos enseña pientes y los fantasmas y las cucarachas y los puerto triste,/ si tú soplaras en mi corazón, piel del alma.// Yo no entiendo; yo quiero dores”. Puro Bonifaz Nuño, aunque de súbi-
no lo es?) con un fermento de monje taoísta de este modo, así es, De otro modo lo mismo hombres, en traje de amos o esclavos, de víc- cerca del mar,/ como un fantasma blanco, al solamente,/ y trabajo en mi oficio./ Yo pien- to nos desoriente, y puro Robles en aquellas
en tranquilidad casi absoluta, como a su mo- (Fondo de Cultura Económica, Letras Mexi- timas o victimarios, representan incesante- borde de la espuma, en mitad del viento,/ so: hay que vivir; dificultosa/ y todo, nues- fotografías espléndidas. Dos grandes artis-
do lo fueron, algún día, Juan Rulfo y Eliseo canas, 1979), el célebre título de su antología mente sus papeles sin sentido, y aman y ma- como un fantasma desencadenado, a la orilla tra vida es nuestra./ Pero cuánta furia me- tas de México y no sólo de México. Por
Diego. ¿La procesión más o menos convulsa mayor, lo mismo de siempre. Aún recuerdo tan y comen y se disuelven. Camiones y ca- del mar, llorando”. “Es increíble, ¿no le pare- lancólica/ hay en algunos días. Qué cansan- aquellos años de principios de la década de
va por dentro? No es imposible, aunque la al poeta en un diálogo de televisión: “Cuan- lles, alas y barcos, intercambian señales in- ce asombroso?”, me decía Rubén Bonifaz cio.// Cómo, entonces,/ pensar en platos 1980, visité varias veces a don Rubén. Con
poesía en verso o en prosa, ese gran arte de do hablo a solas, trato de decirme cosas que comprensibles. Y las edades, y las miserias Nuño mientras observábamos alguna esta- venturosos,/ en cucharas calmadas, en rato- sutileza y júbilo me hablaba de los poetas

LA GACETA LA GACETA
24 25
faz Nuño, que publicó en noviembre del
2000 el Instituto de Investigaciones Filológi-
cas de la UNAM. Veo que don Rubén jamás
Atlántida perdida, paraíso recobrado
abandonará el espacio imaginario que cons- ✸ Zulai Marcela Fuentes
truyeron los poetas grecolatinos. Ovidio,
como jugando, es el cantor de los tiernos
amores, y, a su modo, Bonifaz Nuño tam-
bién es el poeta del amor, aunque éste sea,
con una frecuencia perturbadora, el surti-
dor de la nostalgia, la melancolía y el desga-  Este texto fue leído por su autora en mo escenario un microcosmos: el jardín de amado en donde él encuentra su expresión.
rro. Somos felices en los brazos del amor, la presentación del libro de Carlos una casa, en una obra cuyo entramado narra- Si bien para Octavio Paz (Corriente alter-
pero ¿por cuánto tiempo? Cómo olvidar la Peniche Ponce, Otro día de luz (FCE, tivo es la estrecha interacción del día con la na, 1967), “un pasaje no es la descripción,
frase de aquel otro poeta que dice: Ay, cuer- Letras mexicanas, 2000), cuyo prólogo noche; el arribo y la partida de las estaciones más o menos acertada, de lo que ven nues-
po, quién fuera eternamente cuerpo. A tra- fue escrito por Juan García Ponce. del año y el relato mensual pormenorizado tros ojos, sino la revelación de lo que está de-
vés de los versos de Publio Ovidio Nasón de interlocutores tales como la mirada, el cli- trás de las apariencias visuales”, vale decir
en su Arte de amar, el autor de la antología ma y la memoria. El texto no tiene más afán aquí que el paisaje de Peniche Ponce sí es un
De otro modo lo mismo nos recuerda que la que nombrar un objeto de contemplación, paisaje referido a sí mismo. ¿Cuál sería en-
juventud corporal va desapareciendo como donde los protagonistas no son sino nubes, tonces el mérito del libro ante la ausencia
el perfume de la rosa y la vehemencia inmó- sla de Santa María de los Remedios lluvia, viento, árboles, sus frutos y sus flores, aparente de urdimbre para una trama más
vil de sus espinas. Dice Ovidio en la versión
de Rubén Bonifaz Nuño: “Qué aprisa, míse-
ro de mí, se aflojan los cuerpos con arrugas,
y perece el color que fue en el rostro nítido”.
O bien: “Y las canas que juras que desde
I fue el primer nombre de Yucatán,
cuando se pensó que se trataba de
una isla, después de una primera ex-
ploración de reconocimiento conducida por
Francisco Hernández de Córdoba en el año
así como ciertas costumbres hogareñas, bajo
la luz eterna del sol y la luna. Así de simple.
Tan simple como el prodigio que ocurre día
con día, mes a mes, año tras año y que noso-
tros, cautivos en laberintos de asfalto, eludi-
elaborada? Sin duda, el lenguaje, la intención
poética, ese flujo y reflujo de intensidades don-
de el narrador se vuelve un “poeta de la pro-
sa”. Alberto Ruy Sánchez así lo explica cuan-
do señala que un texto que avanza por me-
muchacha tuviste, se esparcirán de súbito de 1517. El interés y admiración que el medio mos desde que abrimos los ojos y los volve- dio de imágenes y no por anécdotas requiere
por tu cabeza toda”. Sin embargo, la mujer físico de la Península despertó en los españo- mos a cerrar, si acaso deteniendo la vista en ser interpretado de un modo radicalmente
puede acudir al artificio para recobrar la lo- les fue sólo el génesis de una añeja vocación el suelo, en medio de prisas, histerias, relojes diferente de la prosa discursiva. He ahí el
zanía: “La mujer, su canicie tiñe con hierbas por explorar una de las regiones del mundo implacables, pésimas noticias, múltiples ago- mérito, pero también el peligro. La prosa
germanas, y un color, con el arte, mejor que que mayores inquietudes intelectuales han bios, extravagancias del clima, horror de los poética puede ser un verdadero campo mi-
el real, se busca;/ la mujer avanza densísi- suscitado desde tiempos remotos. De las pri- asaltos. De ahí la importancia de un texto co- nado en el que un paso en falso puede llevar,
ma de cabellos comprados, y suyos, con di- meras Relaciones y numerosas noticias de mo Otro día de luz, que puede reconfortarnos en cosa de un instante, a una muerte súbita si
nero, hace otros, por los suyos”. El poeta de viajeros ilustres como Brasseur de Bour- en el trayecto del metro, en una breve sobre- no es que violenta. Por eso es que no cabe lo
Albur de amor señala que “El hombre, en bourg, Charnay, los esposos Le Plongeon, el mesa en la fonda de una esquina, en la inter- melifluo ni el abigarramiento; ni siquiera ca-
cambio, carece de toda defensa, y tiene que conde de Waldeck, Stevens y Catherwood, a minable espera de algún trámite. Qué sé yo. ben las palabras poéticas, porque en los cami-
grecolatinos, pero también de los creadores desde los plenos poderes de su energía, soportar la fealdad impuesta por su precipi- las posteriores exploraciones de arqueólogos Al lector poco o nada interesa que el contex- nos accidentados del asombro éstas podrían
de la antigua Mesoamérica. Un día se refirió finalmente nos hablan. Observo con len- tada decadencia; nosotros, los varones, dice como Morley, Thompson, Ruz Lhuillier, to geográfico de la obra sea la ciudad de Mé- estallar y provocar una fatal caída.
al Museo de Antropología que está ubicado titud los detalles: la rugosidad o porosi- Ovidio, “mal destocados somos; robados de Redfield y Villa-Rojas —para mencionar rida, ni que la península sea la de Yucatán Pero si en cambio para Joyce, como con-
en Xalapa, Veracruz: dad de las pequeñas o grandes piedras, y la edad, los cabellos caen, como la frondas unos cuantos clásicos nada más— Yucatán Más bien, importa saber que el paraíso está en tinúa diciendo Ruy Sánchez, las epifanías en
de improviso aparece el ritmo verbal si el bóreas se sacude”. A juicio del poeta ha sido ese “centro de la más conspicua civi- todas partes o en ninguna, como decía Novalis. un texto son esas apariciones de lo sobrena-
No deje de visitar ese Museo: contiene adecuado, un fluir de imágenes que esta- mexicano, en el siguiente verso de Ovidio lización y de los más altos destinos”, a decir Si para escribir al autor le bastó la luz, y le tural entre las cosas naturales —como la luz
unas piezas maravillosas. Los antiguos blecen un vínculo misterioso con el ritmo aparece la conciencia de la brevedad de las del memorable José Castillo Torre en El país bastaron las horas, los días, los meses, los en la penumbra de una cocina llena de vapo-
mexicas, como otros grupos étnicos, no interior de cada figura. Siento que algo cosas. Es “uno de los versos más colmados que no se parece a otro (1934). sentidos, a nosotros para disfrutar nos basta- res—, entonces el libro de Peniche Ponce
hacían arte. Sus esculturas eran otra cosa. me sucede cuando estoy junto a esas pie- de significación que jamás se hayan escrito: El inventario de tiempos y paisajes que rán los ojos de la imaginación; nos bastará abunda en epifanías, a veces tan fascinantes
Un acto mágico, religioso, una cosmovi- dras: un impulso orgánico y fecundante, “E, ida la rosa, entiésase la abandonada es- hoy nos ocupa se refiere a Mérida, ciudad- también el ánimo de trasladarnos a ese finis- cuando aluden a la luna como esa “hostia de
sión desde el cuerpo de las piedras, un un desequilibrio que limita con el asom- pina”. En la sabiduría de Ovidio, vemos madre e identidad que confiere significación terre, lugar o simulacro de lugar, coin intime, luz que avanza por el altar desnudo del cie-
diálogo con las fuerzas ocultas, una acu- bro. He vuelto a recobrar la energía laten- que la rosa, “el objeto mismo de la compa- al mundo del autor. Otro día de luz tiene co- locus amoenus del escritor; es decir, el rincón lo” o esa “blanca locura que ronda entre los
mulación de energía, una carga que pue- te del asombro. Y si hay alteración orgá- ración, está ausente; no existe ya sino como árboles”, sin perder la intensidad cuando
de estallar en cualquier instante. Sólo ha- nica, hay alteración fisiológica; ya sabe- memoria triste”. pregunta qué hacer con esa luna e implorar
bita la intensidad del enigma en dichas mos que la escultura y la escritura, al fin, No es fácil cultivar el sueño en el ámbito que no se vaya, que no pase el tiempo, en el
piezas escultóricas. Fueron esculpidas son fisiología. Por ejemplo: alguna vez de la vigilia; se requiere de un ejercicio coti- tono exaltado de una revelación instantánea
como un todo orgánico, son abismal y ce- puse la mano en el entrecejo de una cabe- diano. En la incierta precisión de este mo- con espejos “que vibran y obedecen a las
lestialmente orgánicas, palpitan y respi- za de rasgos olmecas y cerré los ojos. mento, yo descubro a Rubén Bonifaz Nuño pulsaciones de la sangre que se excita ante su
ran lejos de la razón o del pensamiento Aparecieron, paso a paso, las visiones. Se mientras conversa con alguien que tal vez se propia nostalgia adolorida” (Alberto Ruy
lógico de Occidente. Cuando me aproxi- ven cosas, sí, estoy seguro. Sólo a usted, parece a mi sombra en su oficina de la Biblio- Sánchez, Al filo de las hojas, 1988).
mo a ellas, intento despojarme de los pre- querido Hernán, le cuento estas cosas, teca Central. ¿Sobre qué estarán dialogando? Finalmente, también se nos dice que al-
juicios éticos y estéticos del mundo occi- porque me consuela saber que se ha vuel- Esta sombra agradece a los dioses de la An- guna vez Pasolini comentó de este género
dental. Quiero dialogar con ellas a través to loco, al igual que yo, o tal vez un poco tigüedad por haberme concedido la fortuna mixto que la prosa es la poesía que la poesía
de imágenes; verbalizo la relación. Me ol- más. Sospecho que estamos en el umbral de conocer a don Rubén en carne y hueso, el no es. Justamente en este interregno aparece
vido entonces de Virgilio, de Catulo, de de lo visionario. No a cualquiera le digo gran maestro, y la sombra de don Rubén res- la iluminación, el significado ulterior, la me-
Propercio, de Ovidio, y permanezco, si- lo que acabo de decir esta mañana. Nos ponde, luego de una sonrisa juvenil y esti- tafísica del paisaje donde reside la pérdida:
lencioso, observando las figuras, y al fin volveremos a ver, maestro, y que los dio- mulante por lo sabia: “No es para tanto, que- pérdida de significación del mundo que lle-
me atrevo a preguntarles: ¿Y tú quién ses más antiguos nos protejan. rido Hernán. Buscamos la certeza de las co- va a la pérdida del lugar. De ahí que para no
eres, ven a mí, quién eres? Hasta que de sas y, cuando la hallamos, nos mordemos los perderlo del todo, para no perder la identi-
pronto me responden y trato de captar Ahora tengo en mis manos el volumen labios sin que nos demos cuenta”. dad que nos confiere dicho lugar (ser es ser de
esas señales. Los cuerpos escultóricos, Ovidio. Arte de hacerse amar, de Rubén Boni- donde se es, nos dice Eduardo Milán), hay que

LA GACETA LA GACETA
26 27
rendirle amor a lo propio, amor por el nido que arrulló en la vida y y la prosa se volviéron prosaicos. Uno o dos párrafos hicieron un ate-
arropó de ternura —igual que una mortaja— antes de ser expulsa- rrizaje forzado en una especie de moraleja que conmina a cuidar el
dos del paraíso. De este modo el autor recobra su lugar y se asu- medio ambiente. Se apagaron los reflectores, cesó la lluvia, dejaron
me como centinela, acaso Pedro Páramo de vuelta hacia el Edén de cruzar las nubes. Pero tal vez sea inevitable que las cosas termi- F O N D O D E C U LT U R A E C O N Ó M I C A
nativo. Sólo que sin haber muerto y con un paisaje que está lejos nen en forma prosaica; que el relieve del terreno de la prosa sea co- 1934 • LIBROS PARA IBEROAMERICA • 2001
de ser un páramo, aunque el narrador admita que escribe desde mo el relieve accidentado de la vida; que tenga escalas ascendentes Carretera Picacho Ajusco 227. Col. Bosques del Pedregal. Tlalpan, C.P. 14200. México, D.F.
un rincón de la ciudad “crecida y descompuesta”, tan crecida y y planicies calcáreas como la Península de Yucatán. Tels.: (5)227-4612, (5)227-4628, (5)227-4672. Fax: (5)227-4698 • Página en Internet http://www.fce.com.mx
descompuesta como prácticamente todas nuestras ciudades en Aún así, hay que navegar por ese mar poco profundo del Golfo de Coordinación General de Asuntos Internacionales rancira@fce.com.mx • cvaldes@fce. com.mx • mbenitez@fce.com.mx
Almacén México D. F. Dirección: José Ma. Juaristi 205, Col. Paraje San Juan.
América Latina, donde “el único reducto es la vieja casa con su México rumbo a la plataforma continental de la costa yucateca, para
mismo jardín y un huerto que hace lo que puede”. desembarcar entre ceibas y palmeras a la primera ínsula de Santa Ma- FILIALES Tels.: (5)612-1915, (5)612-1975. Fax: (5)612-0710

Y como contemplar es restablecerse, si además se produce la ilu- ría de los Remedios. Para entoldarnos bajo sus dramáticos celajes, ARGENTINA BRASIL COLOMBIA CHILE
minación, las heridas de la pérdida cierran casi por milagro después embriagarnos con ambrosía de frutos y placeres, guarecernos del fue-
Fondo de Cultura Económica de Fondo de Cultura Fondo de Cultura Económica Ltda. Fondo de Cultura
de que la casa se ha ido quedando sola ya sin el rumor de sus prime- go solar en las frondas de la noche. Tal vez después de todo sí impor- Argentina, S.A. Económica Brasil, Ltda. (Colombia) Económica Chile, S. A.
ros moradores. Al final, no hay nada que hacer sino salir a la terraza te que sea ése y no cualquier otro lugar: un antiguo fondo del océano Alejandro Katz Issac Vinic Juan Camilo Sierra Julio Sau Aguayo
El Salvador 5665 Rua Bartira, 351 Perdizes, Sao Paulo Carrera 16, Nº 80-18 Paseo Bulnes 152
y desde lo alto dar fe de ese prodigio que florece puntual en su per- donde anida el secreto que guarda la tierra en el cause de sus ríos CEP 05009-000 Brasil Santa Fé de Bogotá, Colombia Santiago, Chile
1414 Capital Federal, Buenos Tel.: (571) 257-0017 • 257-2215 •
manente mutabilidad; esa parcela del universo que crece al margen ocultos, transparentes, donde habitan peces ciegos de tanta penum- Tels.: (55-11) 3672-3397 y 3864-1496 Tels.: (562) 697-2644
Aires Fax: (55-11) 3862-1803 622-8815 • 531-2288 y 691-5970
de la mala voluntad humana pese al desconcierto y desdeñosa indi- bra. Atlántida perdida, paraíso recobrado. Tal vez allá logremos des- 695-4843 • 699-0189
Tels.: (541-1) 4-777-15-47 Correo electrónico: Fax: (571) 611-0705 y 688-1630
ferencia y el afán por destruir la Tierra y destruirse con ella. Pero es pertar en medio de ese sueño sin fin con el puntual graznido de las / 1934 / 1219 aztecafondo@uol.com.br Correo electrónico: Fax: (562) 696-2329
Fax: (54-11) 4-771-89-77 ext. 19 fondoc@cable.net.co
verdad, algo sucedió: cambiaron los climas. De pronto la reflexión aves y vivir, con toda intensidad, Otro día de luz. Página del FCE-Colombia: Correo electrónico:
Correo electrónico: fcechile@ctcinternet.cl
del autor se torna ecologista. Cambiaron los climas; el tono, el ritmo www.fce.com.co
fceak@attglobal.net

ESPAÑA ESTADOS UNIDOS GUATEMALA PERÚ VENEZUELA


Fondo de Cultura Económica Fondo de Cultura Fondo de Cultura Fondo de Cultura Fondo de Cultura Económica
de España, S. L. Económica USA, INC. Económica de Económica del Perú, S. Venezuela, S. A.
María Luisa Capella Benjamín Mireles Guatemala, S. A. A. Pedro Juan Tucat Zunino
Sagrario Castellanos Germán Carnero Roqué Edif. Torre Polar, P.B. Local "E"
C/Fernando El Católico Nº 86 2293 Verus St. San Diego, Plaza Venezuela, Caracas,
SEXTO CONCURSO DE LIBRO ILUSTRADO Conjunto Residencial Galaxia
Madrid, 28015. España
CA. 92154, Estados
Unidos
6a. avenida, 8-65
Zona 9 Guatemala, C. A.
Jiron Berlín Nº 238,
Miraflores, Lima, 18
Venezuela.
Tel.: (58212) 574-4753
Fax: (58212) 574-7442
A LA ORILLA DEL VIENT0, FCE, 2001 Tel.: (34-91) 543-2904
543-2960 y 549-2884
Tel.: (619) 429-0455
Fax: (619) 429-0827
Tels.: (502) 334-3351
334-3354 • 362-6563
Perú
Tels.: (511) 242-9448 Correo electrónico:
solanofc@cantv.net
Fax: (34-91) 549-8652 Página en Internet y 362-6539 447-2848 y 242-0559
Correo electrónico: http:www.fceusa.com Fax: (502) 332-4216 Fax: (511) 447-0760 Librería Solano
capellafce@terra.es Correo electrónico: Correo electrónico: Correo electrónico: Av. Francisco Solano entre la 2a av.
fceguate@gold.guate.net fce-peru@terra.com.pe De las Delicias y Calle Santos
sales@fceusa.com Ermini, Sabana Grande, Caracas,
Con la finalidad de fomentar el desarrollo de la creación literaria y plás- 8. Las TRES copias de la maqueta deberán estar firmadas con seu- Página en Internet Venezuela.
tica para niños y jóvenes, el Fondo de Cultura Económica convoca al dónimo y acompañadas de UNA plica que contenga nombre, dirección, te- http://www.fceperu.com.pe Tel.: (58212) 763-2710
Sexto concurso de libro ilustrado A la orilla del viento. La presen- léfono fax y/o correo electrónico del o los participantes. En el exterior de Fax: (58212) 763-2483
te convocatoria se ajusta a las siguientes: la plica deberán escribirse el o los seudónimos utilizados y el título de la R E P R E S E N TA C I O N E S
obra concursante. BOLIVIA CANADÁ ECUADOR HONDURAS PUERTO RICO
BASES La dirección a la que deben ser remitidos los trabajos es la siguiente:
Los Amigos del Libro Librería Las Américas Librería Librimundi- Difusora Cultural México Editorial Edil Inc.
1. Podrán participar todos los escritores en lengua española e ilus- Librería Internacional Consuelo Andino
Werner Guttentag Ltee. S. de R. L. (DICUMEX)
tradores de cualquier nacionalidad, sin importar edad, lugar de origen Av. Ayacucho S-0156 Francisco González Marcela García Dr. Gustavo Adolfo Julián Blanco Esq. Ramírez Pabón
o de residencia. Quedan excluidos los empleados de esta editorial. Concurso A la orilla del viento Entre Gral. Ancha 10, rue St-Norbert Grosse-Luemern Aguilar B. Av. Juan Urb. Santa Rita. Río Piedras, PR
y Av. Heroinas Montreal Juan León Mera 851 Manuel Gálvez 0926
2. Las obras concursantes podrán ser presentadas por uno o va- Libros para Niños y Jóvenes P. O. Box 3029 Apartado Postal 23088,
rios autores e ilustradores. Fondo de Cultura Económica Cochabamba, Bolivia Québec, Canadá Quito, Ecuador Nº 234 Barrio La Puerto Rico
Tel.: (591) 450-41-50 H2X 1G3 Tels.: (593-2) 52-16-06 Guadalupe Tegucigalpa, Tel.: (1787) 763-29-58 y 753-93-81
3. Las obras concursantes deberán ser totalmente inéditas, tanto Miguel Ángel de Quevedo # 115, 2o. piso
y 450-41-51 Tel.: (514) 844-59-94 52-95-87 MDC Honduras C. A. Fax: (1787) 250-14-07
el texto como las ilustraciones, y no deberán estar participando en nin- Colonia Chimalistac, Delegación Álvaro Fax: (591) 411-51 28 Fax: (514) 844-52-90 Fax: (593-2) 50-42-09 Tel.: (504) 239-41-38 Correo electrónico:
gún otro concurso. Obregón, 01070, México, D.F. Correo electrónico: Correo electrónico: Correo electrónico: Fax.: (504) 234-38-84 editedil@coqui.net
4. El premio único está dotado de $ 60 000.00 (sesenta mil pesos gutten@amigol.bo.net librairie@lasamericas.ca librimu3@librimundi.com.ec Correo electrónico: Página en Internet
dicumex@compunet.hn www.editorialedil.com
m/n) y la publicación de la obra en la colección Los especiales de A la
orilla del viento del FCE. El importe de este premio será otorgado y 9. EN NINGÚN CASO SE DEVOLVERÁN ORIGINALES por lo que no Aparicio Distributors, Inc.
considerado como adelanto de pago de regalías por los derechos de deben incluirse ilustraciones originales o materiales costosos. Héctor Aparicio
PMB 65
autor estipulados en el contrato de edición. 10. Queda abierta la presente convocatoria a partir de su fecha de pu-
5. La historia podrá ser narrada con texto e imágenes o sola- blicación y hasta el 31 de octubre de 2001. En los envíos por correo se
DISTRIBUIDORES 274 Avenida Santa Ana
Guaynabo, Puerto Rico 00969-3304
mente con imágenes. Si hay texto, deberá estar escrito en lengua considerará la fecha del matasellos, y no se recibirán propuestas después COSTA RICA NICARAGUA PANAMÁ Puerto Rico
Tel.: (787) 781-68-09
española. de esa fecha. Aldila Comunicación, S.A. Fax: (787) 792-63-79
Librería Lehmann, S.A. Grupo Hengar, S.A.
6. La propuesta del libro a concursar deberá ser presentada en 11. El jurado estará compuesto por personas de reconocido prestigio Guisselle Morales B. Aldo Díaz Lacayo Zenaida Poveda de Henao Correo electrónico:
una maqueta al tamaño que incluya la totalidad de las ilustraciones en el área de la literatura infantil y juvenil. Su composición será secreta Av. Central calle 1 y 3 Centro Comercial Av. José de Fábrega 19 aparicio@caribe.net
(presentadas como bocetos en blanco y negro ) y el texto, en caso hasta la fecha de publicación de los resultados y su fallo será inapelable. Apartado 10011-1000 Managua. Módulo A-35 y 36 Edificio Inversiones Pasadena
San José, Costa Rica, A. C. Apartado Postal 2777 Apartado 2208-9A Rep. de REPÚBLICA DOMINICANA
de haberlo. La maqueta deberá presentarse por triplicado, y en ca- El premio podrá ser declarado desierto. Managua, Nicaragua Panamá
Tel.: (506) 223-12-12 Tel.: (505) 277-22-40
da copia deberá incluirse una fotocopia a color, impresión digital 12. Los resultados del concurso serán publicados a más tardar la se- Tel.: (507) 223-65-98 Cuesta. Centro del Libro
Fax: (506) 233-07-13 Fax: (505) 266-00-89
o fotográfica de al menos una de las ilustraciones TERMINADA, pa- gunda quincena de febrero de 2002. Fax: (507) 223-00-49 Sr. Lucio Casado M.
Correo electrónico: Correo electrónico: Correo electrónico:
ra que el jurado pueda apreciar el acabado final de la propuesta de 13. Cada concursante podrá participar con el número de propuestas Av. 27 de Febrero
llehmann@sol.racsa.co.cr aldila@sdnnic.org.ni campus@sinfo.net esq. Abraham Lincoln
ilustración. que desee. Su participación en el concurso explicita su aceptación de es- Centro Comercial Nacional
Librería Nuevos Libros
7. El tema de la obra y la técnica de ilustración son libres. El libro tas bases. México, a 15 de mayo de 2001 Sr. Juan José Navarro Apartado 1241
no podrá tener más de 32 páginas. El formato puede ser apaisado, Frente a la Universidad Santo Domingo, República
vertical o cuadrado, y no deberá sobrepasar los 20.5 x 27 cm. No se Centroamericana Apdo. Dominicana.
recibirán originales montados en cartulinas o en presentaciones ma- • Para mayores informes, comuníquese a: Tel.: (52) 54 80 18 20, Postal EC Nº 15 Tel.: (1809) 537-50-17 y 473-40-20
Managua, Nicaragua Fax: (1809) 573-86-54 y 473-86-44
yores a este formato. Fax: (52) 54 80 18 10. Correo electrónico: andreafs@fce.com.mx Tel. y Fax: (505) 278-71-63 Correo electrónico:
lcasado@ccn.net.do

LA GACETA LA GACETA
28 29
Salvador Elizondo LIBRERÍAS DEL FCE
• OBRAS EN LA COLECCIÓN LETRAS MEXICANAS • (Visite nuestra página de internet: www.fce.com.mx)

• FARABEUF
• Librería Alfonso Reyes • Librería Octavio Paz • Librería en el IPN
En Farabeuf, novela central de su producción, Elizon- Miguel Ángel de Quevedo 115, Av. Politécnico, esquina Wilfredo
do formula la pregunta de la identidad como en un
Carretera Picacho Ajusco 227,
juego de adivinaciones: símbolos y reflejos se cruzan
• EL HIPOGEO SECRETO Col. Bosques del Pedregal, Col. Chimalistac, Massieu,
con la memoria, el recuerdo y el olvido, en una cruel México, D.F. México, D.F. Col. Zacatenco,
y etérea danza de invocación escrita. Una fotografía El hipogeo secreto es el libro sagrado que está sien-
do escrito constantemente, ahora, en este momento... Tels.: 5227 4681 y 82 Tels.: 5480 1801 al 04 México, D.F.
borrosa, el North China Daily News, Él y Ella, el espe-
jo, París, un cuadro, los Aspects Médicaux de la Allí la realidad se crea al tiempo que se le da forma Tels.: 5119 1192 y 2829
Torture Chinoise del doctor H.L. Farabeuf; instantes y con la palabra: el lector es apenas un personaje esbo-
personajes son entretejidos laberínticamente en el zado por los sueños de un escritor que es soñado. En
una historia sin principio ni fin —la iniciación de una • Librería Daniel Cosío Villegas • Librería Un paseo por los • Ventas por teléfono:
espacio con precisión algebraica.
mujer— los miembros de una sociedad secreta inten- Avenida Universidad 985, libros 5534 9141
tan buscar a su creador, El Imaginado, para deducir Pasaje Zócalo-Pino Suárez del • Ventas al mayoreo:
Col. Del Valle,
qué sucede después de otras páginas y acabar con
un asesinato “ritual en una ceremonia equívoca”. México, D.F. Metro, 5527 4656 y 57
Tel.: 5524 8933 Centro Histórico, • Ventas por internet:
• EL RETRATO DE ZOE Y México, D.F. ventas@fce.com.mx
OTRAS MENTIRAS Tels.: 5522 3016 y 78
El retrato de Zoe aprehende instantes simbólicos que • EL GRAFÓGRAFO
se expanden entre las formas del tiempo hasta hacer-
se infinitos. Cada cuento es una evocación —plena Elizondo escribe y es escrito en una relación intermi-
de luces y espejos— donde la memoria existe porque nable. Con la escritura como única evidencia de su
es olvido: infabulaciones cuyo sentido último transgre- pensamiento, El grafógrafo crea un mundo nuevo con
de toda moraleja. Allí traza, con habilidad y delicia na-
rrativa, ventanas desde las cuales mirar el paisaje
las palabras y, así, bajo su pluma heurística, el len-
guaje adquiere una vida propia. En ella practica el ri-
FONDO DE CULTURA ECONÓMICA
abismal e imprevisto del alma humana: recuerdos, tual de la digresión constante y “explora la amplitud
deseos y mitos concluyen siempre con un misterio. del movimiento pendular de la imaginación”. El futuro
• C a l e n d a r i o d e a c t i v i d a d e s •
Sólo el espacio vacío engendra la esencia de la forma es ahora y el presente no existe: sólo es posible el ac-
creada. to de la escritura que restituye a los fenómenos de la
existencia su cualidad enigmática, no sin ironía.
AGOSTO 2001
• CONTEXTOS
•1 (MIERCOLES) •2 (JUEVES) •3 (VIERNES) •7 (MARTES) •8 (MIERCOLES) •10 (VIERNES)

“Expresión de un espacio y un tiempo definidos”, los


17:30 Unidad Cultural 17:30 Unidad Cultural 17:30 Unidad Cultural 11:00 Unidad Cultural 17:30 Unidad Cultural 17:30 Unidad
escritos de Elizondo reunidos en Contextos represen- • MISCAST Maestro Jesús Silva Maestro Jesús Silva Maestro Jesús Silva Maestro Jesús Silva Maestro Jesús Silva Cultural Maestro
tan la incursión de su amor en el periodismo, y cons-
tituyen una brillante práctica ideológica en su sentido O HA LLEGADO LA SEÑORA MARQUESA... Herzog Herzog Herzog Herzog Herzog Jesús Silva Herzog
más lato: el de razonar y analizar a la luz de los cono- ¿Cómo editar tu Taller Por mi madre Taller de crónica y ¿Cómo editar tu Por mi madre
cimientos teóricos y personales circunstancias que El proyecto literario de Elizondo, el de la escritura por revista? Taller de poesía bohemios relato revista? Taller bohemios
definen la condición humana. Las instituciones socia- sí misma, encuentra en esta obra su presentación experimental Imparte: Ernesto La bohemia en el Imparte: Marco experimental La bohemia en el
les, la educación, los valores, el arte, la literatura y al- dramática. En ella, un personaje vuelve a casa des- Imparte: José María Lumbreras cine mexicano. Aurelio Carballo Imparte: José María cine mexicano.
gunos de sus autores definitivos para la historia, así pués de haber sufrido un ataque de amnesia. Teatra- Espinasa Imparte: M.Julio Espinasa Imparte: M.Julio
como conceptos fundamentales de análisis filosófico, lización de un supuesto sobre la creación donde el Linares Linares
son el objeto de las disquisiciones del autor quien, al protagonista es la palabra, la obra cuestiona la verda-
hacerlo, no sólo revela un panorama sino que lo am- dera identidad de los actores; éstos, de caracteres
•14 (MARTES) •14 (MARTES) •15 (MIERCOLES) •17 (VIERNES) •21 (MARTES) •22 (MIERCOLES)
plía con su vasta erudición. fluctuantes e indefinidos, a fuerza de ser representa-
dos se convertirán en artífices de supuestos persona-
jes cuya realidad es solamente lenguaje. 11:00 Unidad Cultural 19:00 Lib. Octavio 17:30 Unidad Cultural 17:30 Unidad Cultural 11:00 Unidad Cultural 17:30 Unidad
• CAMERA LUCIDA Maestro Jesús Silva Paz Maestro Jesús Silva Maestro Jesús Silva Maestro Jesús Silva Cultural Maestro
Herzog La intendecia de Herzog Herzog Herzog Jesús Silva Herzog
Taller de crónica y Valladolid de ¿Cómo editar tu Por mi madre Taller de crónica y ¿Cómo editar tu
La escritura se convierte en una cámara clara: un dis-
positivo regulador del equilibrio entre la cosa, la ima- relato Michoacán revista? Taller bohemios relato revista? Taller
gen de la cosa y la idea de la cosa. Mediante sus pris-
• ELSINORE: UN CUADERNO Imparte: Marco de Iván Franco experimental La bohemia en el cine Imparte: Marco experimental
mas, Elizondo confecciona literatura para reflexionar Aurelio Carballo Imparte: José María mexicano. Imparte: Aurelio Carballo Imparte: José
sobre la literatura, sus mecanismos y sus intérpretes: Un sueño que tiene memoria; Elsinore es una nouve- Espinasa M.Julio Linares María Espinasa
escribe “el envés de la trama”. Guía heteróclita, reco- lle sobre una serie de iniciaciones adolescentes —de

 
pilación de artículos que narran y ensayan —apareci- referencia autobiográfica— en un colegio militar de •23 (JUEVES) •28 (MARTES) •28 (MARTES) •29 (MIERCOLES)
dos en las revistas Plural y Vuelta— como invencio- los Estados Unidos. Collage de lenguas, patrones so-
nes míticas, históricas, donde ciencia y arte se vuel- ciales y niveles expresivos que explora, a través de 19:00 Lib. Octavio 11:00 Unidad Cultural 19:00 Lib. Octavio Paz 17:30 Unidad Cultural
ven sentido de la creación, cuya tinta mental se aden- una cuidadosa, fina e irónica prosa, las distintas cate-
Paz Maestro Jesús Silva La importancia de las Maestro Jesús Silva
tra tanto en lo poético-filosófico como en la memoria y gorías de la realidad y su nostalgia, en ella Elizondo
Contemporáneos 100 Herzog reglas. Gobierno y Herzog
lo imposible, Camera lucida es el instrumento de la re- hace una jugada magistral a su proyecto literario: un
aparente realismo es enmarcado por un principio fan-
La vigencia de los Taller de crónica y empresarios después ¿Cómo editar tu
visión literaria. Contemporáneos relato de la nacionalización revista? Taller
tástico e imposible que sólo existe por la palabra mis-
ma: una realidad autárquica sólo posible en el espa- Mesa redonda Imparte: Marco bancaria experimental
cio y tiempo onírico de la escritura. Aurelio Carballo de Carlos Elizondo Imparte: José María
Mayer-Serra Espinasa

LA GACETA LA GACETA
30 31
Jacques Lacan
• A 100 AÑOS
DE SU NACIMIENTO
13 DE ABRIL DE 1901 - 9 DE SEPTIEMBRE DE 1981

• John Forrester
Seducciones del psicoanálisis.
Freud, Lacan, Derrida

• Elisabeth Roudinesco
Lacan: Esboso de una vida

Carl Gustav Jung


• 40 ANIVERSARIO LUCTUOSO
26 DE JULIO DE 1875 - 6 DE JUNIO DE 1961

• Carl Gustav Jung


Simbología del espíritu: estudios sobre
fenomenología psíquica, con una aportación
del Dr. Riwkah Schärf
• Carl Gustav Jung
Respuesta a Job

• NUESTRA SUCURSAL EN GUADALAJARA • • NUESTRA SUCURSAL EN MONTERREY •

Librería José Luis Martínez Avenida San Pedro 222,


Avenida Chapultepec Sur 198, Colonia Miravalle, Monterrey, Nuevo León,
Colonia Americana, Guadalajara, Jalisco, Tels.: (018) 335-0371
Tels.: (013) 615-12-14, con diez líneas y 335-03-19

ORDEN DE SUSCRIPCIÓN
Señores: Sírvanse registrarme como suscriptor de La Gaceta por un año

Nombre:
Domicilio:
Colonia: C.P.:
Estado: País:

Para lo cual adjunto giro postal o cheque por costos de envío: $150.00, para nacionales; $45 dólares al
extranjero. (Llene esta forma, recórtela y envíela a la dirección de la casa matriz del FCE: Carretera
Picacho Ajusco 227, Colonia Bosques del Pedregal, Delegación Tlalpan, C.P. 14200, México, D.F.) LA GACETA
33

LA GACETA LA GACETA
34 35

Potrebbero piacerti anche