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LA UNIDAD NO ESTA POR ENCIMA DE LA

VERDAD

por Dietrich von Hildebrand,

publicado en France Catholique,


21-4-1972 y en “Iglesia-Mundo” 8-12-1973.
Visto en Syllabus, 16-Nov-2015.

“El gran peligro que amenaza hoy a los


católicos y a una amplia parte de la
jerarquía, es el deseo de conciliar cosas
que son inconciliables (…)

Algunos, en efecto, no se dan cuenta de


que declarando: “Debemos abandonar el
ghetto católico y adoptar una actitud más
positiva en relación al mundo”, abren la
puerta al diablo, que les conduce a no ver
ya el contraste, irreconciliable y sin fin,
entre el espíritu del Cristo y el espíritu del
mundo. (…)
La unidad no está por encima de la
verdad.

Una tendencia muy extendida es la que


pone la comunidad por encima de la
verdad; eso lleva a considerar la unidad
más importante que la verdad y a temer
más el cisma que la invasión del error y
de la herejía en la Iglesia. Considerando
esencial la paz de los creyentes, si
verdaderos discípulos de Cristo alzan la
voz, para defender el depósito de la fe
católica contra las falacias de nuevas
interpretaciones que despojan de su
contenido sobrenatural el mensaje del
Verbo encarnado, son considerados por
muchos prelados como perturbadores
incómodos.

Toda unidad entre creyentes, si se obtiene


a expensas de la verdad, no es sólo una
pseudo-unidad; en su esencia más
profunda es una traición a Dios. Se coloca
la fraternidad social, el vivir bien juntos y
el no molestar a nadie por encima de la
fidelidad a Dios. Esa es precisamente la
actitud contraria a la de todos los grandes
adversarios del arrianismo: de un San
Atanasio, de un San Hilario de Poitiers.

Nadie, como Pascal, ha desenmascarado


tan clara y profundamente el falso
irenismo que pone la unidad por encima
de la verdad. Escribe: “¿No se ve con
claridad que, como es un crimen perturbar
la paz cuando reina la verdad, también lo
es permanecer en paz cuando se destruye
la verdad? Hay, pues, un tiempo en el que
la paz es justa y otro en el que es injusta.
Está escrito que ‘Hay tiempo de paz y
tiempo de guerra’: es el interés de la
verdad el que los discierne. Pero no hay
tiempo de verdad y tiempo de error; está
escrito, al contrario, que ‘la verdad de Dios
permanece eternamente’ Por eso
Jesucristo, que dice que ha venido a traer
la paz, dice también que ha venido a traer
la guerra; pero no dice que ha venido a
traer la verdad y la mentira. La verdad es,
por tanto, la primera regla y el último fin
de todas las cosas (Pensées, 949)”.

Dietrich von Hildebrand, publicado en


France Catholique, 21-4-1972 y en “Iglesia-
Mundo” 8-12-1973. Visto en Syllabus, 16-
Nov-2015.

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