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Los símbolos protectores, en las antiguas casas ibicencas, solían pintarse en la fachada Norte
20.03.2016 | 16:42
Cruces en la torre de Can Guimó, en Sant
Josep Joan Costa
Estos rituales apotropaicos traducidos en símbolos suelen encontrarse junto a las ventanas,
impidiendo así que los malos espíritus penetren por ellas, y existen varios tipos distintos:
cruces simples en la pared o simples sobre los marcos también blancos de las ventanas,
figuras compuestas por dos o tres cruces y cruces en el interior de círculos, básicamente. Y si
bien son signos que pueden encontrarse en las casas rurales de otras partes de Europa, como
en algunas regiones francesas, las cruces de Ibiza tienen la particularidad de estar pintadas,
habitualmente, en la fachada norte de las viviendas, aunque algunas de las que aún se
conservan no lo están y, sencillamente, han sido pintadas sobre los muros no encalados. La
explicación de que la pared norte fuera una de las zonas acostumbradas para marcar contra
els mals esperits es que era la más desprotegida de la vivienda, ya que la vida se desarrollaba
frente a la fachada principal y en el norte podían existir grandes extensiones sin construir y sin
cultivos; el lugar ideal por el que hacer acto de presencia los fantasmas y llevarse a los niños
recién nacidos (uno de los temores más comunes en épocas en las que la mortalidad infantil
era muy elevada).
Si en las fachadas del sur era menos habitual el uso de cruces conjuratorias, sí parece ser que
se usaban otra técnicas contra el mal, como la colocación de sal bendecida en los travesaños
de las puertas de entrada. Incluso la tradicional trencada de pinyons de Tot Sants está
relacionada con estas creencias, ya que un buen plato de estos piñones se dejaba por la
noche en la cocina y estaba destinado a complacer a los espíritus. Cabría sospechar que
algún habitante de la casa, al igual que hacen hoy los padres con la leche que los niños dejan
a Papá Noel, se comía los piñones para que el resto pudiera mantener la fe.
También, al menos para algunos autores que han estudiado la casa payesa y sus
particularidades, algunos colores podrían estar relacionados con el temor a los espíritus y la
necesidad de protegerse de ellos. Es el caso del pigmento rojo que puede encontrarse en
pozos y cisternas, también en algunas torres de refugio. No hay que olvidar, sin embargo, que
tal pigmento suele obtenerse con una base de manganeso, con propiedades profilácticas, al
igual que la cal, lo que explicaría su uso en fuentes y pozos. Y, a menudo, la explicación más
sencilla –y la más pragmática– suele ser la verdadera.