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Introducción

Si bien no se hallan los textos en los que hagan mención de él Homero y Hesíodo, ya
era conocido en la época de Íbico (ca. 530 a. C.), y Píndaro (522 — 442 a. C.) se refiere
a él como «el padre de los cantos».

Desde el siglo VI a. C. en adelante fue considerado como uno de los principales poetas
y músicos de la Antigüedad, el inventor de la cítara y quien añadió dos cuerdas a la lira:
antes, la lira tenía siete cuerdas; la lira de Orfeo, nueve, en honor a las nueve musas.1
Con su música, Orfeo era capaz no solo de calmar a las bestias salvajes, sino incluso de
mover árboles y rocas y detener el curso de los ríos. Como músico célebre, fue con los
Argonautas en busca del vellocino de oro. Se le supone como uno de los pioneros de la
civilización, habiendo enseñado a la humanidad las artes de la medicina, la escritura y la
agricultura. En su aspecto más conectado con la vida religiosa, fue augur y profeta.
Practicó las artes de la magia, en especial la astrología. Fundó o hizo accesibles muchos
cultos importantes, como los de Apolo y Dioniso; instituyó ritos místicos, tanto públicos
como privados; prescribió rituales iniciatorios y de purificación. Se dice que visitó
Egipto y que allí se familiarizó con los escritos de Moisés, y con la doctrina de una vida
futura.

Genealogía

Vida de Orfeo.

De acuerdo con la tradición más conocida, Apolo y su musa Calíope fueron los
progenitores de Orfeo.2 Esto último es coherente con la devoción de Orfeo por este dios,
que es el dios de la música. Orfeo aprendió la música de Apolo, quien le entregó su
propia lira (fabricada por Hermes con el caparazón de una tortuga), como un presente de
amor.

Expedición de los Argonautas


A pesar de su origen tracio, Orfeo se unió a la expedición de los Argonautas, en la que
marcaba el ritmo de los remeros y protegió a sus compañeros de las sirenas con su
música. Estas vivían en la isla Antemóesa y cantaban hermosas canciones que atraían a
los marineros hacia ellas. Entonces los devoraban. Cuando Orfeo oyó sus voces, sacó su
lira e interpretó su música, que era más bella que la de ellas, tapándola y ahogándola.
Butes fue el único que no pudo resistir los cantos de las sirenas y se lanzó al mar para
nadar hacia ellas, siendo salvado por la diosa Afrodita.345
Rescate de Eurídice en el inframundo

Orfeo, intentando rescatar a Eurídice que caiga al inframundo.

La historia más conocida sobre Orfeo es la que se refiere a su esposa Eurídice, Eurídice
murió al ser mordida por una serpiente mientras huía de Aristeo; otras, que el hecho
fatal ocurrió mientras paseaba con Orfeo.

En las orillas del río Estrimón, Orfeo se lamentaba amargamente por la pérdida de
Eurídice. Consternado, Orfeo tocó canciones tan tristes y cantó tan lastimeramente que
todas las ninfas y todos los dioses lloraron y le aconsejaron que descendiera al
inframundo (catábasis) en busca de su amada. Durante el camino en las profundidades
del inframundo, Orfeo tuvo que sortear muchos peligros; empleando su música, hizo
detenerse los tormentos del inframundo (por primera y única vez), y, llegado el
momento, ablandó los corazones de Hades y Perséfone, que permitieron a Eurídice que
volviera con Orfeo al mundo de los vivos, pero con la condición de que él caminase
delante de ella y no mirase atrás hasta que hubieran alcanzado el mundo superior y los
rayos de sol bañasen a la mujer.

A pesar de sus ansias, Orfeo no volvió la cabeza en todo el trayecto: ni siquiera se


volvía para asegurarse de que Eurídice estuviera bien cuando pasaban junto a un
demonio o corrían algún otro peligro. Orfeo y Eurídice llegaron finalmente a la
superficie. Entonces, ya por la desesperación, Orfeo volvió la cabeza para ver a su
amada; pero ella todavía no había sido completamente bañada por el sol, y aún tenía un
pie en el camino del inframundo, así que se desvaneció en el aire, y esa vez para
siempre.6

Según relata Platón, los dioses del infierno solo presentaron a Orfeo una aparición de
Eurídice. No le entregaron a su amante porque les parecía que se mostraba cobarde, y
no había tenido el arrojo de morir por amor, sino que había buscado el medio de
penetrar con vida en el Hades.7

Pausanias indica que el lugar donde ocurrió este mito era Aorno, en Tesprótide, donde
había un oráculo de los muertos.8

Muerte de Orfeo
Orfeo encantando a los animales. Detalle de mosaico, Museo Arqueológico Regional de
Palermo.

Según cuenta Ovidio, Orfeo intentó regresar al inframundo, pero Caronte le negó el
paso por el río Leteo, así que Orfeo se retiró a los montes Ródope y Hemo, donde
permaneció tres años evitando la unión amorosa con cualquier mujer, a pesar de que se
le ofrecieron muchas ninfas. Orfeo seguía cantando y tocando la lira, lo que provocó
que los árboles se conmovieran.9 En esos montes, fue visto por las bacantes tracias que
se sintieron despreciadas por él. Apresaron a los animales que lo acompañaban y a él lo
apedrearon, lo despedazaron y esparcieron sus miembros. Su cabeza y su lira fueron
arrojadas al río Hebro; esos restos fueron a parar al mar, y, cerca de la isla de Lesbos,
una serpiente quiso comerse la cabeza de Orfeo, pero Apolo la transformó en roca. Por
su parte, Dioniso castigó a las bacantes convirtiéndolas en árboles. Mientras, el alma de
Orfeo encontró a la de Eurídice en el inframundo, y desde ese momento son
inseparables.10

En otra versión, que fue recogida por Eratóstenes y que se remonta a la obra perdida de
Esquilo Las basárides, Orfeo, al final de su vida, desdeñó el culto a Dioniso, del que
antes presidía los misterios. En cambio, consideró a Helios, a quien llamó Apolo, como
el principal dios. Por ello, mientras Orfeo se encontraba en el monte Pangeo esperando
la salida del sol, Dioniso envió a las ménades para que lo despedazaran. Pero unas
ninfas reunieron sus pedazos y los enterraron en un lugar llamado Libetros, cerca del
monte Olimpo. Mientras, la lira fue colocada por Zeus entre las constelaciones.111

Otras versiones, recogidas por Pausanias, señalaban que Orfeo obligaba a los maridos
de las mujeres de Tracia a que lo siguieran en sus viajes. Por eso lo mataron mientras
estaban embriagadas de vino, y por ello se estableció la costumbre de que los hombres
salieran a combatir tras haber bebido. También se contaba que a Orfeo lo había matado
un rayo enviado por Zeus en castigo por haber enseñado a los hombres misterios
inauditos. Otros contaban que, subiendo del averno, Orfeo se había vuelto para ver si lo
seguía Eurídice, y al no verla, se suicidó. Los tracios decían que los ruiseñores que más
alto y mejor cantaban eran los que anidaban en la tumba de Orfeo.12

Por su parte, Higino recoge otras dos tradiciones. Calíope, madre de Orfeo, había
participado como juez en la disputa entre Afrodita y Perséfone por la posesión de
Adonis. Afrodita, al no satisfacerle el veredicto, hizo que todas las mujeres tracias se
enamoraran de Orfeo hasta tal punto que llegaran a despedazarlo. Otros contaban que la
causa había sido que Orfeo había sido el primero en mantener relaciones amorosas con
hombres, lo que había supuesto una ofensa para las mujeres.13

Según Platón, los dioses impusieron a Orfeo el castigo de morir a manos de mujeres por
no haber tenido el arrojo de morir por amor como Alcestis, hija de Pelias, que había
muerto en lugar de su marido Admeto.7

Sepulcro de Orfeo

Muerte de Orfeo de artista italiano Michele Tripisciano (yeso 1898).

La tradición que sostenía que los restos de Orfeo habían estado en un principio en
Libetros recogía la leyenda de que un oráculo de Dioniso había dicho que cuando el sol
viera los restos de Orfeo la ciudad de Libetros sería destruida por ataque de jabalí. Pues
bien: un pastor se acostó junto al sepulcro de Orfeo, empezó a cantar versos de este
entre sueños y unos agricultores y otros pastores se reunieron para oír el canto, se
empezaron a pelear por estar más cerca del cantor y acabaron rompiendo la columna y
la urna que contenía los restos, que quedaron expuestos al sol. La noche siguiente llovió
mucho, y el río Sys («Jabalí»), que bajaba del monte Olimpo, arrasó la ciudad y
murieron todos sus habitantes y sus animales. Después, los restos de Orfeo fueron
trasladados a Díon.14

Decía la tradición que los restos mortales de Orfeo estaban encima de una columna
situada en el camino que iba desde la ciudad de Díon hasta el monte Helicón, en Pieria.
También hay un río llamado Helicón que desaparecía bajo tierra y luego volvía a
aparecer. Decía del río la tradición que antaño discurría por la superficie, y que después
se había escondido bajo tierra para evitar que las que habían matado a Orfeo pudieran
purificarse en sus aguas.15

Poemas y ritos órficos


Artículo principal: Orfismo

Como a otras figuras humanas legendarias como Bacis, Museo, Abaris, Aristeo,
Epiménides y la Sibila, se ha atribuido a Orfeo un gran número de poemas religiosos
griegos en hexámetro. De la vasta literatura solo sobreviven dos ejemplos completos: un
conjunto de himnos compuestos en algún momento del siglo III o del siglo II a. C. y una
Argonáutica órfica compuesta entre los siglos VI y IV a. C.. La literatura órfica
temprana que puede datar del siglo VI a. C. sobrevive solo en fragmentos de papiro y en
citas de autores posteriores.

Además de servir de almacén de datos mitológicos, la poesía órfica ha sido recitada en


ritos mistéricos y rituales de purificación. Platón, en particular, habla sobre una clase de
sacerdotes mendicantes que ofrecían a los ricos, mediante sacrificios y encantamientos,
purificaciones de crímenes que hubieran podido cometer ellos o sus antepasados. Añade
que estas prácticas, llamadas «iniciaciones a los misterios» se apoyaban en libros de
Orfeo y Museo.16 Aquellos que eran especialmente devotos de estos rituales y poemas
frecuentemente practicaban el vegetarianismo y la abstinencia sexual, y evitaban comer
huevos. Esta costumbre llegó a ser conocida como «vida órfica» (Orphikos bios).

Orfeo en el arte
Las representaciones plásticas de Orfeo son muy abundantes. En pintura, Durero, Émile
Lévy y Émile Bin realizaron obras con el nombre de La muerte de Orfeo.

En música, es especialmente importante la obra de Claudio Monteverdi La fábula de


Orfeo (1607), considerada una de las primeras óperas de la historia. Otros importantes
compositores recrearon el mito: entre ellos, Christoph Willibald Gluck (Orfeo y
Eurídice) y Jacques Offenbach (en su paródica ópera bufa Orfeo en los infiernos).17

En la poesía latina, Orfeo aparece en el libro cuarto de las Geórgicas de Virgilio y en el


libro décimo de las Metamorfosis de Ovidio.

En lengua española, aparece en la lírica de Góngora. Francisco de Quevedo le dedicó el


poema Un Orfeo burlesco, y Juan de Jáuregui desarrolló por extenso el mito en un
poema en cinco cantos, en 1624.

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