¿De qué no se trata esto? No se trata de una conferencia, es decir, una
situación comunicativa estandarizada en donde aquel que sabe y que conoce el tema a tratar -y que lo ha preparado- ofrece su versión de algún asunto. No se trata de una charla, que es como una conferencia pero con una relación menos tajante entre orador y auditorio, aderezada con un lenguaje coloquial y armada de muchos casos y ejemplos de la vida real. Tampoco es un taller, en donde, inevitablemente, habrá alguien que ocupe el lugar del magister (el mismo de la expresión Magister Dixit, el maestro dice) que será el artifex y cuyo ars será develado, comunicado, comprendido al ser desagregado, tejné destornillada. Se trata, en cambio, de un laboratorio, esto es «lugar dotado de los medios necesarios para realizar investigaciones, experimentos y trabajos de carácter científico o técnico» (DRAE). Piénsese en las películas de Ciencia Ficción: habitación grande, con mucha luz blanca y llena de muebles particulares: refrigeradores y estantes con muestras de fluidos y tejidos, cajones para instrumentos especializados, sofisticados microscopios que permiten detallar lo que ocurre a diversas texturas, gente de bata blanca y guantes de silicona, trabajando en silencio (o, por el contrario, armando un escándalo creativo) o rozándose como hormigas alborotadas. Por ahí va la cosa, solo que no se trata de algo químico o médico y sí habrá habitación, pero ahí los instrumentos serán nuestra mente, lenguaje y creatividad. En cuanto al contenido, se trata de hacer experimentos sobre la mediación didáctica a través de la literatura: pondremos en evidencia tanto los procesos como las actividades implicadas en la puesta en escena de situaciones didácticas que se sirven de la literatura para, entre otras cosas, aprender sobre el lenguaje, la escritura, el mundo, los sujetos en el mundo. Y sobre el espacio, no hay en realidad un cuarto como el mencionado más arriba -más bien será lo que esté a la mano-, pero lo que sí hay es un campo de estudio, una especie de jardín de senderos que se bifurcan y que se alimentan de los estudios sobre la lengua, la literatura, la imagen, la semiótica, las teorías narrativas, las pedagogías y las didácticas. Glosando a Daniel Casanny: Observaremos cómo se mueven tus ojos cuando siguen estas líneas o cómo se activa un archivo de tu memoria cuando encuentras una palabra determinada. También veremos cómo afectan las letras, los párrafos o el género discursivo a la lectura. Todavía más, puesto que hoy usamos móvil y ordenador para casi todo, necesitarás internet para hacer algunos experimentos. En definitiva, este Laboratorio-taller implica la realización de muchos experimentos para sentir en la propia piel lo que dice la teoría, la consideración de muestras textuales diversas (como probetas llenas de células raras), la formulación de preguntas sin respuesta, los juegos de palabras, la fractura semántica de términos extraños, la maravilla frente interacciones de producción de sentido impresionantes y las soluciones parciales. ¿Y todo esto para qué? Pues para entender mejor cómo enseñamos y para poder hacerlo mejor en un mundo que ya es necesariamente letrado. Vivimos rodeados de textos: en la calle, en casa, en el colegio o en la universidad, en el celular, en el portátil... Por todas partes hay escritos. Y cada vez hacemos más leyendo y escribiendo, no solo palabras sino también imágenes, vídeos e iconos.