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"Sujeto, Repetición Y Goce"

(*) Reunión Lacanoamericana De Psicoanálisis. Buenos Aires. 2013.-

Analía Stepak

¿Qué alcance darle al término sujeto? Para el psicoanálisis un sujeto es lo que representa a
un significante para otro significante; en tanto representado está ausente, dividido, producido
por una articulación significante, marcado por la palabra, por una hendidura que nos indica
que para cada quien, no se trata de la relación con un objeto, sino del fantasma que lo
sostiene como deseante, mientras que supone que en el campo del Otro se organizan y
determinan sus elecciones. Sujeto que se constituye con relación al Otro, y que a diferencia
de lo que postulaba Jones, se presenta al comienzo de un análisis afanicizado mientras es el
deseo del Otro, el que comanda. Sujeto que se funda en el Otro y está determinado en todos
sus detalles por los efectos del significante.
Es en el análisis que el sujeto se confrontará necesariamente con el deseo del Otro. Análisis
que permite captar esa abertura sobre el corte, para poder ubicar la situación del deseo.
Deseo que sabemos ilusorio, que siempre se dirige a un resto: resto de la relación del sujeto
con el Otro, fundamento del sujeto deseante a localizar en tanto que alrededor del mismo
girará el deseo. Resto que descompleta al Otro y causa el deseo permitiendo enlaces
diversos.
En su visita a EEUU en la conferencia de Baltimore Lacan se pregunta ¿dónde está el sujeto?
para afirmar “es necesario encontrar al sujeto como un objeto perdido…” se rectifica luego y
afirma “este objeto perdido es el soporte del sujeto”.
Si un sujeto no se inscribe más que como repetición infinita nos preguntamos hoy una vez
más por la articulación entre la repetición y el goce ¿De qué modo se anudan las relaciones
de goce del sujeto? También me interesa indagar la relación de la repetición con lo real.
El sujeto dispone de las repeticiones y análisis mediante podrá encontrarse con un trazo que
hace diferencia con el Otro, será la emergencia de lo aparentemente idéntico, la que crea la
entrada a lo real.
En cada nueva vuelta nos topamos con la irrupción de un goce que permite situar una nueva
pérdida. Es la vuelta, la repetición, la que desgasta o percute el goce que parasita al sujeto, de
modo tal que nos da la oportunidad en un análisis de detenernos en los refugios en los que él
se parapeta esencialmente dividido. Sujeto del inconsciente que embraga sobre el cuerpo,

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cuyo discurso solo puede ser leído a la luz de su resorte inconsciente, que aparece y
desaparece en una pulsación repetida como efecto del significante.
Sabemos que la marca se inscribe en el cuerpo, marca indeleble que insiste y se repite
advirtiéndonos que el saber inconsciente se soporta por las huellas que esa insistencia deja:
“no de la verdad sino de su repetición” (1).
Se repite en transferencia dando lugar a poder leer en dicha repetición el trazo del sujeto,
rasgo unario que hace diferencia con el Otro, con su deseo. Es en transferencia que se juega
la posibilidad de interrumpir un goce, en tanto la repetición en su insistencia, en su retorno,
produce una mengua del mismo. Lacan lo dirá de este modo en L´etourdit: “el sujeto queda a
merced de su dicho si éste se repite”. (2) Repetición que entendemos convoca la emergencia
del sujeto .Lo que se repite, el hecho significante engendra al sujeto.
Si bien constatamos una y otra vez que el sujeto dispone de las repeticiones, no
consideramos que el fin del análisis se trate de la exhaustación de la misma, sino que
conmovidas las fijaciones que interrogan los puntos de pérdida, se dará a leer como se fue
produciendo el discurso de la renuncia al goce que irrumpe en lo real y no puede ser
capturado por el significante. Es el discurso analítico el que articula esta renuncia y permite
que un sujeto se anude a otros goces, de otro modo.
La economía del análisis es un hecho de discurso, cabe resaltar que el goce es también
efecto de discurso a interrogar, a perder, y fundamentalmente a reanudar.
Respecto a lo antes planteado me interrogo con asiduidad por los impasses del goce, por sus
restos irreductibles, a pesar de las innumerables vueltas de los diversos análisis, por lo que no
entra y en ocasiones no será factible que acceda al trabajo del análisis.
¿Qué incidencia tiene para cada quién como fue dicho, nombrado, alojado? Si todo lo que es
dicho hace gozar entendemos que esto tendrá sus efectos en el fantasma.
Constatamos en diferentes curas que hay goces que no caducan, que a pesar de las muchas
vueltas de los análisis permanecen desanudados, a veces locos, aquejando al sujeto.
Quien habla se confronta con el significante, síntoma o no, también con el fantasma, a
sabiendas que ambos son medios artesanales que no siempre resuelven los impasses del
goce. Quien habla está afectado por el Otro.
En muchas ocasiones los análisis pueden interrumpir ciertos goces que se prefijaban para el
sujeto como un destino en su insistencia compulsiva, permitiéndole a cada quien anudarse de
otro modo y gozar de la vida.
Y en aquellos casos en los que cuales esto no se produce ¿que podríamos formular? ¿Será
pertinente pensar, que el análisis no se detuvo suficientemente en la pregunta de qué clase
de objeto es el sujeto para el Otro, interrogando la verdad de lo que se ha creído ser para él?
¿Será que dicha interrogación se eludió convenientemente por las consecuencias
perturbadoras que podría el sujeto hallar en ciertas oportunidades? En cuyo caso ¿qué
relación suponer entre el goce y la verdad? Entendemos que la repetición permite articular un
efecto de verdad que aspira a aquello que cae del saber y que el lazo de quien habla a la
verdad, dependerá del modo en que ese sujeto sostenga su goce.

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Solo contamos con el a, que no pertenece al sujeto ni al Otro, que resiste a la
significantización, a como núcleo elaborable de todo goce, como efecto de la caída, como
causa de la Spaltung del sujeto, refugio detrás del cual se perfila indefectiblemente el Otro.
Me resultó de sumo interés encontrarme en esta oportunidad con lo siguiente: “Es este
significante del goce, este significante excluido (el significante fálico) alrededor del cual se
ordenan todas las biografías…se trata de explorar no solo la historia sino: saber, goce y objeto
a, de qué modo fueron ofrecidos efectivamente al sujeto” (3).
Quisiera detenerme especialmente en el modo en que estos términos: saber, goce y objeto a,
fueron ofrecidos al sujeto, quizás allí hallemos la clave de lo que no caduca, de lo que insiste y
repite una vez más.
Lo que resta al final de un análisis no solo es lo irreductible del goce. Cada quien encuentra en
un final nuevos horizontes para la pulsión, también la inevitable confrontación con el límite del
saber. Si el análisis opera eficazmente nuestro sujeto podrá anudarse de otro modo. Sin
embargo en esta oportunidad me interesó detenerme en los restos no asimilables ni
interpretables, en las insistencias gozosas que repiten y no sucumben con el análisis. No
siempre el análisis puede “deshacer por la palabra lo que fue hecho con la palabra”. No todo
se puede decir, no todo se puede analizar y allí habremos de confrontarnos con lo imposible.
Estamos advertidos respecto de que ningún discurso puede decir la verdad, es más: la
orientación de la verdad no es hacia un saber, verdad que habremos de buscar en las fallas
del enunciado. Verdad de la que en el mejor de los casos, podremos captar solo un pequeño
fragmento.
Si un sujeto puede producir nuevos enlaces con relación al enigma de su deseo, es en tanto
vuelve a pasar una y otra vez por el objeto a. Avanzando más allá del descifrado del
inconsciente y deteniéndose en la cifra de goce que lo retuvo.
Es la operación analítica la que confronta a un sujeto con su decir hasta el límite de la frontera
del saber, restará el a, residuo irreductible, testimonio de un saber agujereado, encuentro con
lo real que relanza el deseo.
Si lo que se revela finalmente es el agujero producido en el saber cabe la posibilidad de una
apertura a lo real. Es tarea del análisis hacer pasar el goce a la contabilidad del inconsciente,
advertidos de que lo real no está para ser sabido.
Es en tanto el análisis opera, que un sujeto podrá anudarse de otro modo, si bien a esta
formulación la encontramos en algunas ocasiones insuficiente, cuando el análisis no permite
reducir suficientemente la cara real del goce.
La aproximación a lo real es sumamente estrecha, solo será en la reiteración de la
confrontación con dicho real en el curso del análisis que cada quien podrá recorrer una vez
más sus marcas inconscientes y la insistencia de la verdad que las habita, poniendo en juego
el modo en que se recortó el goce y los efectos del significante con respecto al deseo.
Es operando como sujeto que alguien podrá exiliarse finalmente del goce que lo habitó, goce
que bien podría estar ligado a ésta altura a la lógica de la vida. La renuncia al mismo como
efecto de discurso, no siempre podrá darse a leer; asi mismo hay síntomas que no pueden

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reducirse.
Solo si un sujeto se sitúa respecto de su decir, podrá establecer a partir del análisis otro lazo
social otra relación al semejante, al saber y a la verdad.
NOTAS:
(1) J Lacan “Los no Incautos Yerran” Clase del 15-1-74, inédito publicación para circulación
interna de la EFBA
(2) J Lacan L´etourdit, inédito publicación para circulación interna de la EFBA
(3) J Lacan Seminario XVI clase del 21-5-69, inédito publicación para circulación interna de la
EFBA

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