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Introducción
1 El primer encuentro cercano con Dios
2 ¡Teme a Dios!"
3 Salvo y llamado a predicar
4 Mi experiencia con ángeles
5 Trasladado por Dios
6 Mi viaje al cielo
7 En el cielo vi niños con Jesús
8 Lecciones del cielo
9 Vi el trono de Dios
11 De regreso en casa
13 Conclusión
In t r o d u c c ió n
En este libro describo algunas experiencias que tuve en mi relación personal
con Dios. Las llamo "Encuentros Cercanos con Dios", y una de ellas es mi viaje
al cielo en 1988. Por mucho tiempo luego de que tuve esa experiencia casi no
hablé acerca de ella con nadie, hasta que el Señor comenzó a permitirme
compartir algunas partes. Algunas personas al escuchar testimonios como este,
que relata algo tan glorioso y tan maravilloso, se compenetran tanto con ellos que
terminan concentrándose en esas experiencias y dejan de lado a la persona de
Dios. Disfruté mucho "mi viaje" al cielo y creo que usted va a ser muy bendecido
al leer acerca de él. No olvidemos que lo que nos mantiene en constante relación
con Dios es el crecimiento diario en su Palabra. La fe no nos es dada por es-
cuchar acerca de las experiencias que alguien ha tenido con Dios:
"Así que la fe es por el oír; y el oír; por la palabra de Dios" (Romanos 10:17).
Este viaje me ayudó a entender al ciclo como algo tangible, algo físico. Es
un lugar real. Ahora comprendo que el ciclo es un hecho. Es algo que va más allá
que una esperanza; para míes una realidad. Pero la gente no tiene que creerme, la
prueba de lo que digo está en el fruto de las vidas de las personas que reciben
este testimonio.
Algunos me han preguntado, "¿Por qué Dios te llevó al cielo?" Yo no sé.
Pudo haber llevado a cualquiera de ellos, yo no soy nada especial bajo ningún
punto de vista. Un día se me ocurrió preguntarme por qué yo. Simplemente amo a
Jehová mi Dios y estoy dispuesto a darle cualquier cosa que tengo, así como El
está dispuesto a darme cualquier cosa que tiene.
Soy un apersona que da pasos de fe. No me quedo en la barca, siempre
intento caminar sobre las aguas. Puede que mis pies se mojen y hasta puedo
hundirme varias veces, pero sé que Jesús siempre estará siempre allí, sobre esas
aguas. He comprobado que sí, El siempre está allí. Antes de hundirme del todo
me tomo de sus pies. Entonces El me levanta, me seca y me hace cruzar el mar.
No hay absolutamente nada que no podamos hacer a través de Jesucristo. Como
dice la Palabra:
"Si puedes creer; al que cree todo le es posible" (Marcos 9:23).
La descripción del cielo en este libro es una profecía. El Señor tiene cosas
maravillosas reservadas para nosotros en el cielo y en la Tierra. El bendice
abundantemente a aquellos que lo conocen, lo aman y lo obedecen. El dijo,
"Díganles que voy a regresar". Me llevó al cielo para decirme precisamente eso.
Allí pude ver la tremenda compasión que siente por aquellos que no lo han
recibido como su Salvador. Volví más apremiado que nunca a contarle a la gente
acerca de El.
Mientras lea, juzgue esta profecía por sí mismo. ¿Se alinea con su espíritu?
¿Se siente ministrado por ella? ¿Trae fruto a su vida? Si lo hace, entonces sabré
que usted querrá decirles junto conmigo que ¡El va a regresar!
C A P Í T U L O U N O
E l p r im e r e n c u e n tr o
Las experiencias que relato las llamo Encuentros cercanos con Dios. Cuando
Dios se te acerque, tu espíritu lo notará, su alma lo notará y tu cuerpo lo notará.
Veamos en Génesis 1:26-28 lo que podríamos llamar el primer encuentro
cercano con Dios.
"Entonces dijo Dios: hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra
semejanza..." (Génesis 1:26).
¿Quieres saber cómo luce Dios? Se parece a ti y a mí ya que fuimos hechos
conforme a su semejanza. Las personas que me escuchan predicar a veces me
preguntan "¿Por qué actúa de esa manera, hermano Jesse?, ¡usted es muy
expresivo!" Actúo de esa manera porque fui hecho a semejanza de Dios.
Déjame que te diga algo acerca de Dios: Él no es tranquilo, es un Dios muy
ruidoso. En todo lo que, hace es tan expresivo como un actor de teatro, expresa
lo que siente. Piensa en esto. El es un Dios todopoderoso que todo lo consume.
Así que Dios dijo:
...hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza,
conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar; en las aves de los
cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra..
Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen d Dios lo creó; varón y hembra
los creó, los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y
sojuzgadla, y se floread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas
las bestias que se mueven sobre la tierra" (Génesis 1:26-28).
Me pareció raro que Dios usara las palabras sojuzagdla, y señoread al referirse
a una sociedad perfecta como lo fue su creación al principio de los tiempos. Pero
Dios le estaba dando una pista a Adán acerca de lo que pasaría más tarde. Le
estaba insinuando que aun en una sociedad perfecta habría cosas que se saldrían
de lugar. Por eso Dios uso una palabra tan fuerte en hebreo . Palabra que nosotros
traducimos como sojuzgar o señorear.
Adán fue el único hombre que en su carne vio a Jehová Dios cara a cara y
sobrevivió a la experiencia. Adán tenía a Jehová dentro de sí. Adán tuvo la
misma esencia de lo que Dios es. Dios estuvo a tan solo cinco centímetros de la
nariz de Adán cuando sopló en él aliento de vida. Entonces Adán fue un alma
viviente. Dice la Biblia:
"Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz
aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente" (Génesis 2:7).
No fue que Dios le hizo respiración artificial a Adán para que sus pulmones
se llenaran de oxígeno. Si hubiera hecho eso, le hubiera cerrado los orificios
nasales con sus dedos y luego le hubiera soplado en su boca. La Escritura dice
que Dios sopló en su nariz aliento de vida. Luego de ser insuflado con vida,
Adán abrió sus ojos y entonces vio a su Creador.
Este fue el primer encuentro cercano con Dios. El cuerpo físico de Adán no
fue creado; su cuerpo fue formado del polvo de la tierra. Su alma o su espíritu
fueron creados. Fue entonces que Dios implantó vida en el hombre.
Cuando alguien muere ocurre lo contrario. Allí está Dios para recibir ese
aliento de vida que una vez le diera. Cuando Dios expira las cosas reciben vida;
mas cuando El inhala, esa vida vuelve a Él. Piense acerca de esto.
Cuando mi madre murió la escuché expirar y Dios me dijo, "Acabo de hacer
con tu mamá lo mismo que hice con Adán". Dios sopló vida en mi madre cuando
ella estaba viniendo a este mundo. Luego se acercó a ella para recibir de ella ese
aliento de vida que antes le diera. Este es un encuentro cercano con Dios.
A través de la Biblia encontramos muchos de estos encuentros, como
sucedió con Noé, Abraham y Moisés.
Jacob también experimentó uno de estos encuentros en Génesis 32:24. Dice
que peleó toda la noche con un Varón. Ese varón fue el Ángel del Señor.
Gedeón también tuvo un encuentro cercano con Dios. El Ángel del Señor se
le apareció y le dijo: "Jehová está contigo, varón esforzado y valiente... vé con esta tu
fuerza, y salvarás a Israel de la mano de los madianitas. ¿No te envío yo?" (Jueces
6:12,14).
Cuando Gedeón escuchó esto, pensó: "¿Con quién está hablando? ¿Por qué me
elegiría a mí para hacer esto? Yo simplemente estoy tratando de sobrevivir en esta
tierra... mi familia es pobre y yo soy el más chico de la casa. No soy la persona
indicada para esto". (v. 15, paráfrasis del autor).
Desde su punto de vista Gedeón no supo por qué Dios lo escogía para hacer
algo grande. Gedeón no se sentía capaz de hacer algo grande. Pero la respuesta
que Dios le dio fue: "Ciertamente yo estaré contigo, y derrotarás a los madianitas
como a un solo hombre" (v. 16).
Gedeón obedeció las instrucciones de Dios y de esta manera prevaleció
sobre los madianitas.
Dios sabe lo que podemos hacer cuando El está detrás de nosotros. Nos lleva
a la victoria como lo llevó a Gedeón. Lo que a Dios le importa es si vamos a
escucharlo, confiar y obedecer a lo que nos mande. En otras palabras, El está
interesado en nuestra relación con El. El está deseoso no de relacionarse con
nosotros, sino de tener comunión profunda con nosotros. Él nos quiere ver tanto
como nosotros queremos verlo a El.
Puedes tener un encuentro cercano con Dios. Y puedes comenzar a conversar
con Dios por medio de la oración. La oración son las alas sobre las cuales vuela
la fe. Nuestra fe no volará a menos que oremos. Cuando esa fe se monte sobres
las alas de la oración, entonces producirá resultados.
En los siguientes capítulos comparto algunos de los encuentros cercanos con
Dios que he tenido en mi vida. Mi primera experiencia fue cuando era apenas un
niño...
C A P Í T U L O D O S
¿ T e m e a D io s !"
En casa éramos cuatro hermanos. Tres varones y una niña. Los tres varones
dormíamos en un cuarto. Cuando mi madre recibió al Señor como Señor y
Salvador, entraba a nuestro cuarto por las noches cuando ya estábamos
durmiendo y oraba por nosotros imponiendo sus manos. (Me lo contó cuando yo
fui salvo.)
L LAMADO A PREDICAR
Una noche antes de orar por nosotros mamá dijo: "Señor, quiero un hijo
predicador. ¿Cuál de todos será?"
El Señor contestó: "Jesse".
Cuando mamá escuchó eso dijo: "¿Qué? No, Jesse no, es indomable." (Yo no
me había dormido todavía y escuche todo lo que se decía, y estaba de acuerdo,
"Definitivamente, no puede ser Jesse".
Mientras yacía en la cama medio dormido, mi mamá me impuso sus manos y
dijo, "Señor, estás llamando a este niño, quizás él no se de cuenta pero, Señor,
donde quiera que vaya, síguelo".
La imposición de manos que vemos en las Escrituras es una herramienta
muy poderosa y Dios honró la palabra que le dio a mi madre Esa noche fui
ungido sin siquiera saber lo que sucedía.
S a lv o y lla m a d o a p
Fue en septiembre de 1974. Todavía no conocía a Dios. Lo conocía de una
manera religiosa, pero no en forma personal. Estaba más perdido que un ganso
volando en la niebla. Entonces fui salvo.
Cuando esto pasó yo estaba en el baño de un hotel en Boston. De todos los
lugares en que uno puede ser salvo, yo lo fui en un baño. ¿Por qué allí? Porque
Dios sabía que yo no estaba yendo a la iglesia. Dios irá donde sea que estemos
en el momento en que nos disponemos a volvernos a El.
Había estado mirando a Billy Graham en la televisión. Cuando mi esposa
me dijo que él iba a predicar por la televisión esa noche, yo le dije: "No quiero
escucharlo".
Cathy me respondió: "Bueno, él es exitoso y lleva más gente a un estadio
que cualquiera de tus conciertos".
Me senté en el piso mientras pensaba: "Con tal de sacarme a esta mujer de
encima me siento a ver a este predicador por un momento y listo".
De pronto comenzó a ministrar y dijo: "Si estás en un habitación en un hotel
ahora..." Cuando llama al altar siempre dice eso, y termina así: "...o donde
quiera que estés, escríbeme y te enviaremos la misma literatura que estamos
dando esta noche aquí, y ve a la iglesia el próximo domingo". Me puse de pie
inmediatamente y me fui al baño, donde le di mi corazón al Señor. Había sido
tocado por Dios y no quería que mi esposa Cathy me viera llorar. Era el único
lugar en todo el hotel donde estar en privado.
Luego de ser salvo regresé a Louisiana. Comprendí que debía ser parte de
una iglesia y local y que debía estar bajo la autoridad
de un pastor para poder conocer más acerca de Dios. Yo sabía que Dios me
había hecho parte del cuerpo de Cristo y me propuse que de allí en adelante sería
una buena persona. Iría a la iglesia y haría todo lo que se suponía que hiciera.
Tan sólo quería ser un ayudante más del Señor.
Dios me dio un hambre espiritual que iba más allá de toda comprensión
humana. Comencé a leer la Biblia y lo hacía en voz alta. Yo quería que mis oídos
escucharan lo que mi boca decía. Ni siquiera me importaba que estuviera en
público mientras lo hacía. Anhelaba más que cualquier otra cosa testificar de
Dios.
P REDICAR EN EL TRABAJO
Entonces algo sucedió mientras estaba en mi trabajo. Lo que le voy a contar
suena como una locura, pero es la verdad.
En esos días trabajaba para una empresa de camiones de transporte.
Recuerdo que estábamos dentro de la oficina, la cual no tenía ventanas, cuando
las luces se apagaron. La oscuridad era total y, por consiguiente no podíamos ver
nada. Honestamente creo que Dios apagó las luces de ese lugar. Nunca voy a
olvidarlo.
Mientras permanecíamos inmóviles y a oscuras en ese lugar, nos decíamos
los unos a los otros que no camináramos para no tropezar y caernos.
Con anterioridad yo había tratado de testificarles a mis compañeros, pero
ellos no parecían tener interés alguno. De pronto, desde mi interior me vino la
convicción de que iba a predicarles a esos "paganos del infierno". Aunque yo era
salvo, no tenía ningún sentido lo que me venía a la cabeza, pero tenía una
necesidad tremenda de hablarles de Cristo.
Entonces les dije: "¿Ven esta oscuridad?, esto es lo que van a tener por toda
la eternidad. Se van a ir al infierno si no dejan que Cristo sea el Señor de sus
vidas. ¡Van a caer en un pozo donde el fuego arderá por toda la eternidad!"
Yo les predicaba con toda intensidad, cuando las luces volvieron a
encenderse. Todos me miraban. Yo no supe qué hacer ya que era un bebé
espiritual, pero había armado una gran trifulca.
Dos de las chicas que trabajaban allí vivían con sus parejas. Luego de que
estuvimos en ese apagón, regresaron a sus casas, echaron a sus novios fuera de
sus departamentos y se entregaron a Jesús. Fue hermoso.
L LAMADO AL MINISTERIO
Compartí esta experiencia con mi pastor, pero él no comprendió. Me dijo:
"No sé, nunca conocí a alguien que tuviera un encuentro así con Dios".
Entonces hablé con un hermano a quien estimaba mucho en la fe. El era un
precioso hombre de Dios, un ejemplo de dignidad con cincuenta años de
experiencia en el ministerio.
Luego de haberle contado todo en detalles, le dije: "Esto es lo que pasó.
¿Qué piensas? ¿Por qué me pasó?"
Él se sonrió, y con lágrimas en los ojos comenzó a decirme: "No sé porqué
sucedió, pero sé que es del Señor. Estás llamado al ministerio".
"No, no comprendes. Yo puedo tocar un instrumento, pero no soy un
ministro."
"Bueno, a eso te está llamando Dios. Como no eres un ministro, Él ahora
puede prepararte para que seas un ministro."
Como dije antes, un encuentro con Dios no te da más fe. La Palabra de Dios
dice:
"Así que la fe es por el oír, y el oír; por La Palabra de Dios"
(Romanos 10:17).
D IOS ME ESCUCHÓ
Me di cuenta de que Dios estaba interesado en mi vida. Hasta en los detalles
más diminutos. Uno de los más grandes milagros en mi ministerio ocurrió como
resultado de que Dios escuchó y respondió a una simple frase que un día dije.
Estaba en un avión rumbo a Dallas donde iba a predicar el Evangelio, y me
dije a mí mismo, "Necesito comprar un cortaplumas para limpiar mis uñas mientras
viajo". Luego lo dije en voz alta.
Cuando terminé de predicar en esa reunión me dieron una ofrenda. Ya me
estaba yendo cuando el administrador de la iglesia se acercó a mí y me dijo
"Hermano Jesse, esto también lo pusieron en la ofrenda".
En su mano había un cortaplumas en su estuche.
Comencé a llorar y dije: "Esto es un milagro". Me dirigía a la oficina del
pastor y me arrodillé, mientras decía: "Señor, tú me diste este cortaplumas. No
cuesta mucho dinero, quizás cuatro o cinco dólares. ¡Yo lo podría haber
comprado!"
El me dijo: "Ya sé que hubieras podido hacerlo".
"Entonces, ¿por qué lo hiciste, Señor?"
"Te escuché cuando lo mencionaste en el avión."
"Pero, Señor, solo estaba pensando en voz alta", le dije.
"Bueno, yo estaba escuchándote", me dijo. "¿Te gustó? Pertenecía a un niño,
y le gustaba mucho. Era el mejor regalo que tenía."
"Señor, si me dices quién es, se lo devuelvo y yo compro otro."
El me dijo: "No, porque sino, no podría bendecirlo".
"Pero, Señor, esto es tan diminuto, tan pequeño."
"Ya lo sé. Pero yo estoy interesado hasta en las cosas más pequeñas."
Dios me bendijo mucho con ese regalo. Otro encuentro cercano con Dios se
me había hecho manifiesto.
M i e x p e r ie n c ia c o
Ha habido oportunidades en que vi ángeles con mis ojos físicos. Estos
fueron otros encuentros cercanos y constituyeron una hermosa bendición de Dios
para mi vida.
Fu i tra n s p u e s to p o r D io s
Había ido a Monroe, Louisiana, para predicar en una convención. Por lo
general viajo en avión, pero esta vez había decidido conducir mi automóvil.
Durante la convención un hombre me llamó por teléfono desde una ciudad
cercana pidiéndome si de regreso a mi casa podía pasar por el hospital a orar por
su pequeña hija que tenía mucha fiebre y no podían bajársela con nada.
Generalmente no oro por las personas en los hospitales ya que soy evangelista y
no me gusta interponerme con el ministerio de los pastores locales. Pero no me
mal interprete, si un pastor me lo pide voy donde sea, pero entiendo que esto es
parte del cuidado pastoral hacia su grey. Siempre prefiero sujetarme al llamado
específico de Dios para mi vida y no asumir otras áreas de ministerio, para las
cuales Dios ha llamado a otras personas.
Antes de dejar la ciudad de Monroe, me detuve en la oficina de un amigo. El
me había pedido si podíamos charlar por unos momentos antes de irme. De
manera que estuvimos juntos por unos minutos.
Dejé su oficina a las 10:35 esa mañana. Estaba saliendo de Monroe, que
queda en la parte noreste del estado de Louisiana, hacia mi casa en la ciudad de
Houma, que queda en el sudeste del mismo Estado. Conducía por la autopista
165 hacia el sur donde iba a tomar la ruta 49.
¡M I BEBÉ SE MUERE !
Cuando volví a recuperar mi mente ya casi había llegado a Lafayette,
Louisiana y me di cuenta que tenía mis dos manos le yantadas al aire.
Inmediatamente pensé, "Jesse, ¿qué estás haciendo? Puedes adorar a Dios cuanto
quieras, pero vas a matarte en medio de esta adoración. ¡Pon tus manos en el volante!"
Miré para todos lados, estaba confundido. ¿Qué estaba sucediendo?
Entonces miré mi reloj. Como les dije antes, había dejado la oficina de mi
amigo en Monroe a las 10:35 y, de acuerdo a mi reloj, ¡eran las 11:05! Pensé que
no funcionaba bien. Ni siquiera recordaba haber conducido a través de la ciudad
de Alexandria cuando comprendí que si ya había llegado a Lafayette tenía que
llamar al hermano que me había pedido que fuera al hospital a orar por su hijita.
Me detuve en un negocio del camino para hablar por teléfono. Llamé a este
hermano, pero no se encontraba en casa. Luego pensé que estaría en el hospital.
Así que llamé al hospital y pedí hablar con él. Me comunicaron con la habitación
de su hija, y cuando atendieron solo escuchaba gritos y más gritos, mientras yo
continuaba diciendo, "¿Hola? ¿Hola?"
Finalmente, una voz masculina contestó, "¿Hola?"
Dije: "Habla el hermano Jesse".
Entonces escuché la voz del papá de la niña decirme: "Hermano Jesse, mi
niña está muriendo, ¡se está muriendo!"
Traté de mantener una conversación con él mientras conseguía más
información sobre el caso. Mientras tanto podía escuchar las voces de los
doctores en el fondo que decían: "!Haz algo, haz algo!" En ese momento yo no
sabía que la niña estaba con fuertes convulsiones producto de los cuarenta y tres
grados de Fiebre que tenía. Mientras tanto los doctores se esforzaban por
mantener con vida a la pequeña de tan solo tres años de edad.
M i v ia je a l c ie lo
En agosto de 1988 yo estaba predicando en una reunión de avivamiento en el
Centro Cristiano de Magnolia, una hermosa iglesia pastoreada por Paul Troquil.
Mientras estaba en la ciudad de Magnolia, Arkansas, paré en un hotel llamado
Best Western.
Una mañana, el pastor me llamó y me dijo que pasaría por mí al mediodía,
para almorzar. Cuando desperté esa mañana sabía que algo inusual iba a suceder
ese día. Yo podía sentir que mi espíritu estaba inquieto, perturbado. En lo natural
era como estar nervioso, podía sentir la adrenalina correr por mis venas, pero no
había una razón aparente para que esto estuviera pasando. Siempre puedo
anticiparme cuando Dios va a hacer algo conmigo.
El pastor llegó y cruzamos a un restaurante al otro lado de la calle.
Inmediatamente después de pedir nuestro almuerzo sentí que debía regresar a mi
habitación en el hotel. Era un sentir que me urgía a retirarme.
Enseguida le dije al pastor que me disculpara, que no quería ser descortés
con él, pero que algo estaba sucediendo, yo no sabía qué, pero debía regresar al
hotel.
El me preguntó: "¿Se siente bien, le pasa algo?"
"No, no, todo está bien, sólo tengo la necesidad de volver a mi cuarto. Por
favor, discúlpeme."
Me paré, salí del restaurante, y crucé la calle y me dirigí hacia el hotel.
Cuando llegué a mi cuarto puse el cartel "No Molestar" en la puerta Miré el
reloj. Faltaba un minuto para la una.
No tenía idea de lo que estaba sucediendo, así que estaba listo para comenzar
a orar y permitir al Espíritu Santo que intercediera.
En ese momento pensé: "Quizás Dios me quiera hablar acerca del culto de esta
noche".
Me saqué el saco y me arrodillé junto a la cama. Mientras hacía esto, el reloj
digital cambió de las 12:59 a las 13:00. Dije: "¿Qué pasa Dios, qué sucede,
qué...?"
UN LUGAR PRECIOSO
El cielo no debió haber estado muy lejos. No parecía que hubiera salido de
nuestra galaxia. Por supuesto, no soy astrónomo, de manera que no podría
decirlo con seguridad.
Mientras bajaba del carruaje todo parecía ser muy hermoso. Siempre pensé
que cuando fuera al cielo iba solo a ver una ciudad.
Pero el primer lugar que vi fue el paraíso; no había sido destruido. El
paraíso es un lugar grande que rodea por completo a la Santa Ciudad. Es como
estar en otro planeta.
Me arroje al suelo y comencé a adorar a Dios; decía: "¡Gloria a Dios!" El
ángel también se arrojó al suelo, y decía: "¡AI Altísimo Dios Jehová, hosanna en
las alturas!" Juntos adoramos a Dios.
Yo estaba tan excitado que continuaba preguntándole al ángel: "¿Dónde
estoy, qué estoy haciendo aquí?"
El me dijo: "Tienes una cita con el gran Dios Jehová. Iremos a la Ciudad, ya
lo verás".
Mientras me paraba vi luz, luz que nunca había visto en toda mi vida.
Mientras miraba alrededor me di cuenta que Dios tiene consigo algunas
cosas que creó en la Tierra. Estaba rodeado de un suntuosísimo tremendo, valles
muy hermosos, muchas montañas y corríentes de aguas. Vi nieve, aunque no
hacía frío. Yo estaba sorprendido.
Había unas flores en el cielo que nunca en mi vida había visto con
fragancias que no había conocido antes. Nunca había visto colores como los que
estaba viendo allí. Había rojos, verdes, violetas, azules, amarillos. El oro lucía
como oro, aunque era transparente como el cristal.
Era una tierra hermosa. Los árboles estaban alineados a lo largo del Río de
la Vida en su curso, que fluía desde el paraíso. Miles de personas estaban
paradas por todos lados debajo de los árboles. Todos ellos habían sido llevados
allí en esos carruajes como el que me llevó a mí.
Siempre pensé que todos los que eran llevados al ciclo eran adultos, pero vi
niños también. También noté que había caballos, perros y grandes gatos como
leones.
Todos parecían dirigirse hacia al trono de Dios en la Ciudad Santa, la cual
podía divisar en la distancia. Su Trono estaba levantado sobre un lugar alto y
podía ser visto desde cualquier dirección.
E ne l c i e l o h a b í a n i ñ o s
De pronto escuché a muchos niños cantando y adorando a Dios. Enseguida
pude verlos, llevaban pequeñas arpas.
Entonces pensé, ¿Y ahora qué están haciendo estos niños aquí? Como dije
antes, en mi formación teológica me fue enseñado que no habría niños en el
cielo. Así que le pregunté al ángel: "¿De dónde vienen esos niños?"
"Estos son los niños que la Tierra no quiso", me dijo. "Dios los trajo aquí."
"Pero yo pensaba que los que venían al cielo era por su propia elección."
"No, Jesse, los niños deben ser enseñados en las revelaciones de Dios."
Vi a muchas personas enseñando a los niños, por lo que comprendí que Dios
en el cielo usa tanto a personas como a ángeles para enseñar sus verdades.
Luego pregunté: "¿Te refieres a que estos niños fueron víctimas de
abortos?"
"Sí, estos chicos están muy ansiosos por ver a sus madres."
Las edades de los niños que vi parecían estar entre los tres y los diez años.
Los bebés se encontraban en otro lugar.
¡L LEGUÉ A LA CIUDAD !
Mientras caminábamos hacia la ciudad llegamos al muro de jaspe, como se
describe en el libro de Apocalipsis. Esc muro era inmenso. Según Apocalipsis
21:17, el muro es de 144 codos, o sea unos 70 metros. No sabemos si se refiere a
la altura o espesor, pero la ciudad tiene unos 2.400 kilómetros; y su profundidad,
ancho y altura es de la misma medida (v. 16). Quise ver los nombres en los
cimientos del muro como se describe en Apocalipsis capítulo 21, que dice:
Y el muro de la ciudad tenía doce cimientos, y sobre ellos los doce nombres de los
doce apóstoles del Cordero(...) El material de su muro era de jaspe; pero la ciudad era
de oro puro, semejante al vidrio limpio; y los cimientos del muro de la ciudad estaban
adornados con toda piedra preciosa. El primer cimiento era jaspe, el segundo, zafiro; el
tercero, ágata; el cuarto esmeralda (...) Y no vi en ella templo; porque el Señor Dios
Todopoderoso es el templo de ella, y el Cordero. La ciudad no tiene necesidad de sol ni
de luna que brillen en ella; porque la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es su
lumbrera. (Apocalipsis 21:14, 18-19,22-23).
El ángel entró primero y yo le dije: "Espera, leí sobre esto. Quiero ver los
nombres de los apóstoles".
Así que miré los pilares. El primer nombre que vi en el cimiento fue el de
Pedro. Pensé que el segundo nombre iba a ser el de Juan, pero era Pablo. Los
nombres que figuraban allí eran Pedro, Pablo, Santiago y Juan. Comencé a dar
voces de júbilo ya que estaba muy entusiasmado por ver los nombres que había
estudiado tantas veces.
El ángel me dijo: "Ven pronto, debes presentarte a tu cita". Yo quería ver
esos nombres y le dije: "Puedo predicar sobre esto cuando regrese a la Tierra.
Déjame que recuerde el orden de los nombres correctamente".
Pero el ángel me tomó de la mano y dijo: "Ven". Subimos de nuevo al
carruaje y entramos a la ciudad.
Una vez dentro de la ciudad vi el Libro de la Vida. Es grandísimo, mide
como un metro ochenta de alto y cinco centímetros de espesor. Pareciera que está
encuadernado en lamé dorado. También tienen una inscripción tallada en su tapa.
Había gente alrededor del libro, pero no sé que estaban haciendo ya que el ángel
no me permitió detenerme allí.
Cuando íbamos por las calles vi a un hombre con una corona sobre su
cabeza. Más tarde descubrí que era David. Le dije al ángel: "¿Y este quién es?"
El me dijo: "Enseguida lo vas a conocer", y pasamos a su lado sin
detenernos.
VI A J ESÚS CON MIS PROPIOS OJOS
De pronto el ángel detuvo el carruaje abruptamente y me dijo: "Arrodíllate,
El está aquí".
Me sentí débil y caí sobre mis rodillas. El ángel me alcanzó una fruta y me
dijo: "Come".
Mientras Jesús se acercaba a mí, los niños corrieron hacia El. Le cantaban
alabanzas y El los abrazaba y se gozaba con sus cánticos.
Para mí, su apariencia era la de un as de luz. ¡Tan glorioso!
Se volvió hacia mí y caí a sus pies.
"¡Oh, Dios!" le dije reverentemente.
"Aquí estoy", me dijo.
Mientras estaba de rodillas noté que los pies de Jesús lucían como bronce
bruñido. Pensé que eran cicatrices en sus manos y pies. Pero no parecía que sus
miembros hubieran sido cortados o que tuvieran cicatrices. Pude ver los agujeros
en sus pies. Eran tan grandes, (como de dos centímetros de diámetro) que pude
ver luz a través de ellos. Me di cuenta, entonces, cuan grandes habían sido los
clavos con los que lo clavaron a la cruz.
No nos damos cuenta del sufrimiento de Jesús en la cruz. No hay adjetivo
que pueda describir lo que El vivió en la crucifixión.
Me puso la mano sobre el hombro y me dijo: "Jesse, ponte de pie".
Me paré y lo miré. Había un brillo que manaba de El como olas de gloria.
Luz salía de su rostro. Sus ropas eran hermosas, lucían como hechas de
resplandecientes y destellantes diamantes.
Jesús era más alto de lo que yo había imaginado. Siempre pensé que habría
medido entre un metro ochenta y un metro ochenta y cinco.
Al principio me pareció que su pelo era blanco; pero cuando giró la cabeza
vi que era castaño claro. Cuando me miró, la gloria de Dios emanó de El.
"¡Jesús!", le dije.
Simplemente me contestó: "¿Te gusta este lugar?" Le dije: "Sí,
Señor".
"DÍ A MI PUEBLO QUE REGRESO"
Lo primero que quise hacer fue confesarle mis pecados. "No soy la persona
que debería ser, ¡he cometido errores!" Cuando llegas al cielo lo único que
deseas hacer es arrepentirte.
Pero El me dijo: "Estás perdonado. Soy el autor del plan de redención".
"Entonces, ¿qué hago aquí? ¿Por qué estás aquí, conmigo?" "Quiero que
regreses y le digas a mi pueblo que regreso". "Pero no me creerán", le dije.
"Durante siglos no lo creyeron, pero fui y regresaré." Luego puso su mano
sobre mi hombro. Nunca lo olvidaré. Me miró y dijo: "Hay cosas que deberías
ver y aprender aquí, pero te he traído para decirte que vayas a decirle a mi pueblo
que regreso". Entonces le dije: "¡Ya lo saben!"
"No, no lo saben. Te traje para que vuelvas a decirles que regreso. ¿Me
oyes? Regreso. Vé a decírselos."
Quizás te preguntes cómo luce Jesús. El es hermoso, no solo bien parecido,
es hermoso. Cuando lo miré vi amor y ternura. El es amor y puede ver a través de
las personas. La gloria de Dios emana constantemente de El. Sus ojos son como
estanques de amor y tiene el color de la luz.
Cuando extiendes tus brazos para abrazarlo, El tiene una reacción
automática: te toma en los suyos. El puede estar mirando a millones de personas,
pero sientes que eres el único a quien mira.
Luego le pregunté: "Has cuidado de todos esos bebes, ¿no es cierto?"
"Nunca he perdido ni a uno solo," me contestó.
Hubo momentos en los que algún pensamiento me venía a la mente, y antes
de que pudiera expresarlo en palabras, El me contestaba.
En un momento pensé, Estoy seguro que debes estar enojado con alguna de
estas personas, a quienes me envías.
En respuesta a mi pensamiento, me dijo: "No, los perdono, porque no saben
lo que hacen. Muchos saben quien soy y compartirán su vida y eternidad con el
don que envié a la Tierra". Hablaba como si el Padre estuviera haciéndolo a
través de El.
Mientras conversaba con Jesús pude ver la compasión que tiene por aquellos
que no lo han recibido como su salvador. ¡Él me pidió que te diga que regresará
pronto!
Creo que esta es la razón por la cual no he descansado en toda mi vida desde
ese entonces. Había tal urgencia en su voz. Debemos saber que algo está
sucediendo en el cielo, ¡Jesús está pronto a regresar!
Quizás quieras ver a Jesús o ver el cielo; mirar las flores que allí crecen y
caminar en las calles de oro. O quizás quieras ver el contorno glorioso y
magnifícente de la ciudad. Nuestra mente natural no puede comprender lo que
Dios tiene reservado para nosotros. Por ello necesitamos un nuevo cuerpo: para
poder asimilar lo que Dios tiene para nosotros en su santo lugar.
Esta es la razón por la cual les quiero contar a todos los que conozco que
deben aceptar al hecho de que Jesús murió en su lugar para que sus pecados les
fueran perdonados. He visto el ciclo y sé lo que nos espera allí. Por eso quiero
ver a la gente confiando sus vidas a Jesús como el Señor de sus vidas para que
disfruten las bendiciones que el Padre tiene para ellos.
CAPITULO OCHO
L e c c io n e s d e l c ie lo
Jesús puso su mano sobre mi hombro mientras mirábamos cómo un hombre
con una corona sobre su cabeza se nos acercaba. Me dijo: "Quiero que conozcas
a otro rey".
Lo reconocí, era el hombre que había visto antes. Era pelirrojo. Supe de
inmediato que era David. Mientras se acercaba, dijo: "Ante el gran Rey de Reyes
me inclino".
Jesús me dijo: "Jesse, quiero que conozcas al rey de Israel". El Señor di jo:
"Lleva a Jesse a su casa. Muéstrale lo que he preparado para él, luego tráelo
delante de mi trono. Debo irme. Mi Padre me requiere".
Miré al hombre al cual Jesús me había presentado y le dije: "Hola". No
sabía qué decirle. "Tu nombre es David, ¿cierto?"
Sí", contestó.
Inclinándome, le dije: "¡Oh, rey!"
"No te inclines ante mí. Acabas de ver al Rey de reyes. Se me ha asignado
que te muestre algunas cosas."
Le pregunté: "¿Hay algo que pueda hacer por ti?"
Me contestó,: "No comprendes, aquí somos todos siervos. Estamos aquí para
servirte. ¿Qué quieres, Jesse? ¿Hay algo que necesites?"
Miré nuevamente, buscaba sombras alrededor del ángel. "¿Qué estás
buscando?"
"No haces sombras", le dije. Todavía seguía maravillado por el hecho de
que no había oscuridad de ninguna clase allí.
"No, no hay sombras aquí, Dios es luz, y no hay ningunas: tinieblas en El, ni
sombra de variación."
Entonces David dijo: "El Señor me pidió que te lleve a conocer tu casa".
"¿Mi casa?" dije. Yo quería quedarme allí, junto al muro de jaspe. Quería
hablar más con Jesús y con Abraham. Quería seguir mirando las calles de oro y
oler la fragancia de las flores, pero había cosas que hacer.
Pablo siguió conversando conmigo: "Haz que sea temporal, Jesse". Luego
susurró: "Haz que sea temporal, que no dure toda la vida. Yo guardé la fe y solo
de esa manera se lo puede lograr".
Nunca olvidaré las palabras de Pablo. Todas las luchas y cargas que he
tenido desde mi viaje al cielo en 1988 no están más sobre mis hombros. Se han
caído.
Luego sonrió y me dijo: "Nunca cambies el mensaje para complacer a la
audiencia. Habla de lo que Dios te dé".
Cuando regresé escribí sus palabras para no olvidarlas nunca. Pude
conversar por unos momentos más con él antes que David y el ángel me dijeran
que debíamos continuar para tener nuestra cita. Compartiré más de lo que Pablo
me dijo en otro capítulo. David estaba dispuesto a que yo tomara más tiempo,
pero el ángel me recordaba a cada ralo que debía continuar ya que había otros
lugares que debía visitar.
F AMILIAS REUNIDAS
Cuando dejamos la casa y proseguimos hacia el Trono, vi a un hombre, a
una mujer y unos niños. Me dirigí hacia la puerta y le pregunté: "¿Quiénes son?"
David me dijo que era una familia que había muerto en un accidente aéreo.
Esto me intrigó mucho, así que le dije: "Perdón por la ignorancia, pero no pensé
que íbamos a vivir juntos, en familia. Una mujer me dijo una vez que no quería ir
al cielo si no iba a poder vivir con su marido. Mi esposa se llama Cathy, ¿vamos
a estar juntos?"
"Si, van a vivir juntos, pero no de la manera que conoces en la Tierra. Va a
ser mejor de lo que puedas pensar."
Entonces le pregunté a la familia hacia dónde se dirigían. "Vamos a casa, y
luego de picnic, ¿quieres venir?"
"¡Sí!" les contesté. Tenía muchas ganas de ir con ellos, pero David me
detuvo y me explicó que debíamos ir al Trono primero. "Luego te llevaré con
ellos, pero antes se me pidió que le lleve delante del Trono. Eso es lo que debo
hacer. Pero no te preocupes, porque todavía no has visto lo mejor. Vamos,
debemos apresu rarnos". Quería mostrarme más casas camino al Trono.
VI DONDE VIVÍAN LOS PROFETAS
Me llevó por una calle que parecía la parte más antigua de Nueva York.
Había unas mansiones muy hermosas.
"¿De quienes son estas casas? ¿De los patriarcas?"
"Sí", me dijo, "aquí es donde viven los profetas."
Vi sus casas, y vi a algunos de los profetas de los libros del Antiguo
Testamento.
Mientras caminábamos nos saludaban con su mano y decían: "Hola David".
Cuando yo los saludaba con mi mano me decían: "Hola Jesse".
"¿Me conocen?" pregunté.
David me explicó: "¡Has predicado sus sermones! Dios los bendice al saber
que sus mensajes todavía alcanzan a las personas.
Se sienten muy complacidos porque Dios los ha usado tanto que el mensaje
de sus sermones todavía sigue vigente."
Mientras tanto yo tenía que seguir comiendo de esas frutas de color cobrizo
para no sentirme débil. Era jugosa y muy rica y me daba las fuerzas necesarias
para continuar. J ONÁS ENSEÑA SOBRE LA NATURALEZA DE D IOS .
Ya había visto a Jonás antes, pero el ángel continuaba apresurándome hacia
la reunión que debía tener. Cuando íbamos por la calle de los profetas pude
distinguir a Jonás que salía de su casa. Yo tenía mucho interés en preguntarle
acerca del gran pez que se lo tragó. En realidad yo no sabía si había sido una
ballena u otro gran pez y quería preguntarle qué había sentido durante esos tres
días que pasó dentro de su estómago.
Me apresuré para ir a su encuentro y le dije: "¡Estuviste dentro de esa
ballena! ¿Qué sentiste al estar allí?"
Me pareció que se emocionó por un momento, pero al mismo tiempo parecía
estar descontento. Pensé que había cometido un error al mencionarle este
acontecimiento que probablemente le traía descontento. Quizás era algo que
quería olvidar.
Entonces me corrigió: "No, yo estaba siendo desobediente
Desobediencia, pensé, mientras me daba cuenta que estaba trayendo a
memoria la peor parte de la historia. Recordé que Dios le había pedido que fuera
a la ciudad de Nínive para recordarles a sus habitantes que poniendo su atención
en ídolos sin valor estaban abandonando a Dios, la fuente de toda misericordia y
amor. El capítulo 4 verso 2 del libro de Jonás nos muestra que Jonás sintió que
Dios revocaba su sentencia contra los ninivitas y abandonó lo que Dios le había
pedido que hiciera.
Mientras estaba en el barco que lo conducía en dirección contraria a la
ciudad de Nínive, se desaló una gran tormenta. Los marineros comenzaron a
arrojar por la borda toda clase de cosas que podían estar causando la ira de Dios.
La tormenta continuaba y parecía que iba a deshacer la nave. Ya casi no quedaba
qué tirar cuando decidieron sacar a Jonás del barco. Luego de varias preguntas lo
tiraron por la borda. La tormenta cesó inmediatamente. Cuando los marineros
vieron lo que había sucedido comenzaron a adorar al poderoso Dios de Jonás.
Entonces un gran pez, (algunas versiones de la Biblia dice que fue un monstruo
marino) tragó al profeta quien pasó tres días y tres noches en su estómago (Jonás
1:1-17). Ahora podía ver que Jonás no estaba preocupado por el pez ni por los
tres días que pasó en su interior. Lo que le preocupaba era haber desobedecido a
Dios.
"La desobediencia es algo muy poderoso en tu contra. No solo en la vida que
vives ahora en la Tierra, sino que aquí también lo es."
Todavía no puedo darme cuenta qué quiso decir, pero sin dudas que el tema
de la desobediencia era su preocupación. Creo que quiso significar que la
desobediencia provoca una demora al tratar de alcanzar la altura a la que
deberíamos llegar. Podemos, quizás llegar a esa altura en la eternidad, pero creo
que la obediencia a la Palabra de Dios nos permite alcanzarla con mucha mayor
rapidez.
Recuerdo exactamente lo que me dijo: "La Palabra de Dios debe ser
obedecida al pie de la letra".
Luego continuó diciendo: "Cuando salí de allí solo tenía una cosa en mente,
y eso era hacer lo que Dios me había dicho que hiciera. Cuando Dios usó
misericordia sobre la ciudad de Nínive en vez de destruirla, me enojé".
Yo trataba de asimilar cada palabra que me decía. Recordaba la profecía que
Jonás le dio a los habitantes de Nínive. Dios iba a destruir su ciudad en cuarenta
días. Todos creyeron en sus palabras, al punto que el rey mismo proclamó un
ayuno para demostrar el pesar que sentían por sus pecados. Ni hombre ni bestia
bebió agua ni probó bocado en demostración de su gran pena. El rey clamó,
"¿Quién sabe si se volverá y se arrepentirá Dios (si lo obedecemos), y se apartará
del ardor de su ira, y no pereceremos?" (Jonás 3:9).
El capítulo 3 verso 10 registra que "Vio Dios lo que hicieron, que se
convirtieron de su mal camino; y se arrepintió del mal que había dicho que les
haría, y no lo hizo". El capítulo 4 nos muestra que Jonás sabía que Dios tenía
gracia y misericordia y que era tardo para la ira y grande en bondad. Pero dada su
gran misericordia, Dios no cumplió su promesa de destruir a los habitantes de la
ciudad de Nínive, lo que causó que Jonás quisiera escapar de nuevo. Luego me
dijo: "Me sentí muy irritado porque tuve más estima de mí mismo que de la
naturaleza de Dios. Su naturaleza no es destructiva, Dios sana y bendice".
Esto me dio mucho en qué pensar. Aunque quería ver más de la ciudad no
podía quitar lo que me dijo de mis pensamientos. Yo sabía que tenía mi propio
destino para cumplir y que Dios me estaba permitiendo ver el cielo con un
propósito y razón específicos. El ángel me dio a comer más fruta y proseguimos
hacia el Trono de Dios.
CA P Í T U L O N U E V E
V i e l tr o n o d e D io s
Me sentí cada vez más débil a medida que nos acercábamos al recinto del
Trono. Creo que había millones de personas allí. Mientras miraba en todas las
direcciones vi veinticuatro asientos vacíos ubicados muy cerca del Trono.
Entonces le pregunté al ángel: "Leí en las escrituras acerca de los veinticuatro
ancianos. Yo sé que esos son sus asientos pero, ¿dónde están ellos?"
"Jesse, todos somos siervos aquí", volvió a decir David. "Ellos están en la
ciudad o en el paraíso ayudando a los demás. Aquí todos ayudamos a otros.
Todos sirven. Siempre hay alguien tratando de hacer algo por ti. Siempre hay
alguien preguntando ¿puedo ayudarte en algo?"
Hasta las flores se vuelven a uno como en una actitud de servicio. Se
vuelven y "te miran". Y aunque no tienen ojos ellas saben que estás allí y
tampoco puedes aplastarlas ya que atraviesan tus piernas. Recuerdo que miraba
las flores que recién había pisado y no podía creer que no las aplastara. No hay
nada que pueda matarse allí, ya que no existe la destrucción.
Luego de observar cómo se servían los unos a los otros no creo que Dios
tenga en su mente ningún concepto individualista. Creo que El está interesado en
equipos de trabajo. Recuerdo el relato de Santiago y Juan en la Biblia cuando le
preguntan a Jesús cómo podían hacer para tener un lugar especial en el ciclo.
Jesús les explicó (Marcos 10:43-45):
...el que quiere hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor; y el
que de vosotros quiera ser el primero será el siervo de todos.
Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir; y
dar su vida en rescate por muchos.
D i o s e an sj u l gá ag rr ái m l a s
Jesús me había revelado el deseo de su corazón al pedirme que le dijera a
todos que pronto regresará a la Tierra por segunda vez. Mientras me decía esto
pude sentir la compasión con la que lo expresaba mientras esperaba mi respuesta.
Le dije: "Señor, haré todo lo que esté en mi conocimiento para contarles,
porque te amo con todo mi ser, pero he cometido algunos errores en mi vida".
Me dijo: "No sé lo que has hecho, yo lavé todas tus faltas con mi sangre,
estás libre". "Gracias", le dije.
Mientras comenzaba a decirme otra cosa pude ver cómo se acumulaban
lágrimas en sus ojos, antes de caer por sus mejillas. Entonces me dijo: "El peor
día de mi vida todavía no ha llegado". De pronto el Padre estaba hablando a
través del Señor Jesús, cuando dijo: "¿Conoces el pasaje de las Escrituras en el
que digo que voy a enjugar toda lágrima en el cielo?"
"Nunca comprendí del todo esta parte de tu Palabra, Señor", me apresuré a
contestarle. Yo sabía que Juan mencionó en Apocalipsis 21:1-5 que Dios tenía
planeado enjugar las lágrimas:
Vi un ciclo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera
tierra pasaron, y el mar ya no existía más. Y yo Juan vi la santa ciudad, la
nueva Jerusalén descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa
ataviada para su marido. Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el
tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su
pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios. Enjugará Dios toda
,
lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte ni habrá más llanto, ni
,
clamor ni dolor; porque las primeras cosas pasaron.
Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas
las cosas. Y me dijo: Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas.
Antes bien, como está escrito: cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han
subido en corazón del hombre, son las que Dios ha preparado para los que le
aman. Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu
todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios.
Había gente de distintas razas allí. Noté que había un grupo de niños
orientales que eran enseñados en la Palabra del Señor por una mujer. Pregunté
"¿Hay padres y madres aquí?"
"Algunos lo son", me dijo David, "pero la mayoría no lo son. Llegan a
una edad en la que deben aceptar o rechazar a Dios. Los padres puede que lo
rechacen y vayan al otro lado, pero el gran Dios es misericordioso; El no
rechaza a sus hijos. A veces los niños mueren muy temprano en sus vidas, así
que les enseñamos y ellos crecen."
Conocía a padres que habían perdido a sus niños recientemente, quienes
estarían muy felices de saber que iban a encontrarse con ellos aquí. Los niños
serían enseñados en las cosas de Dios.
Creo que si todos pudieran ver los tesoros que Dios tienen almacenados
para ellos en el cielo, no sería tan difícil que comprendan la voluntad de Dios
respecto de que sean sanos y prosperen en la Tierra. Hay hojas para sanidad en
el ciclo, y la prosperidad se la puede ver por todos lados. Cualquier cosa que
se te pueda imaginar, cualquier cosa que se te ocurra en la Tierra, ya te ha sido
otorgada en el cielo.
A la humanidad le resulta muy difícil recibir lo que Dios tiene para ella
porque el pecado ha tocado sus vidas. Todavía el pecado sigue robándonos;
nos roba los pensamientos y la confianza en las promesas de Dios.
¿Has notado que la palabra Evangelio solo se encuentra en el Nuevo
Testamento? Esto es así porque su significado es "buenas nuevas", y no hay
buenas noticias en el Antiguo Testamento. Antes de que Cristo muriera por
nosotros era "haz o muere". El Antiguo Testamento solo nos muestra la ley
que no podemos cumplir. ¡Pero Cristo fue herido por nuestras transgresiones y
por sus llagas hemos sido sanados! Por su gracia podemos acercarnos al trono
de Dios y ser reconciliados con el Padre y con su glorioso plan de bendición
para nosotros.
Si alguna vez quisiste hacer algo para el Señor, puedes decirle a alguien
que El regresa y que regresa para llevarnos consigo. Ayuda al Señor a alcanzar
a aquellos que no han escuchado sus buenas noticias.
Cuando miraba una vez hacia Él sentí que casi no podría aguardar al día
en que, como el mendigo de Lucas 16, seré "llevado al seno de Abraham".
Le dije: "Gracias", y otra vez estaba en mi camino de regreso.
C A P Í T U L O O N C E
D e n ua es va o e n c
El carruaje comenzó a acelerar su marcha. Podía escuchar el poder con el
que se desplazaba, ¡wuuush! A los pocos segundos de haber dejado el paraíso
estaba de regreso en mi dormitorio, en la misma posición en que lo había
dejado a la una de la tarde. En mi mente todo parecía haber ocurrido tan solo
unos treinta minutos, pero eran las 6:15 de la tarde cuando volví a ver el reloj.
¡Había estado en el cielo durante cinco horas y quince minutos!
Alguien iba a recogerme para ir a la iglesia a las 6:45 así que me vestí
muy rápido. Todavía estaba aturdido con lo acontecido así que pensé, No le
voy a contar a nadie, van a pensar que estoy loco.
El hermano que me venía a buscar todas las tardes para ir a las reuniones
era de esos a los que les gusta hablar, pero esta vez, mientras íbamos a la
iglesia no pronunció ni una sola palabra; solo me miraba. Pensé, ¿ habré dicho
algo que lo ofendiera?
Cuando llegamos, la reunión había comenzado; estaban cantando, así que
me dirigí hacia adelante. Mientras caminaba comenzaron a señalarme con sus
dedos, "mira al hermano Jesse, le brilla la cara". Había luz en mi cara, había
estado en presencia de la gloria de Dios.
Cuando caminé hacia la plataforma, el pastor me siguió. Yo iba a
sentarme en uno de los bancos, pero el pastor me indicó que me acercara. Le
dije: "He estado en la presencia de Dios". Pero ellos pensaban que yo quería
significar que había estado orando.
Al darme cuenta que no habían comprendido, les expliqué: "No, no me
refiero a haber estado orando; quiero decir que estuve en la presencia física de
Dios". ¡Había estado en el cielo!
Ni siquiera prediqué esa noche, no dije una sola palabra, pero la gente
comenzó a caer bajo el poder del Espíritu de Dios. Hubo una poderosa
ministración en todo el auditorio sin que yo dijera nada más.
Cuando Moisés bajó del monte Sinaí luego de ver todo el bien de Dios, y
luego de recibir las instrucciones para Israel, la Biblia dice en Exodo 34:29
que él no se había dado cuenta que su rostro resplandecía por haber hablado
con el Señor.
La gente me dice que mi cara brilla cuando hablo de mi viaje al cielo, yo
no me veo, pero sé que siento un gran renuevo cuando hablo de ello o me
refiero al mensaje que allí recibí.
No es mi intención compararme con Moisés; solamente digo que Dios es
el mismo hoy. El ver la gloria de Dios me hace sentir una felicidad que me
desborda, por eso me siento llamado a un ministerio de felicidad intensa.
Dios todavía nos pone sobre la roca y nos esconde en una de sus
hendiduras para que podamos estar en presencia de todo su bien. Esa roca es
Jesucristo, y estamos cubiertos con su sangre para poder soportar todo su bien
hoy, así como Moisés lo hizo en el monte Sinaí.
E n e l c i e l o pt oa dr to es de er al n m
e q u ip o
Cuando cuento mi viaje al cielo me sorprende ver la paz que trae a
quienes lo escuchan. Antes de escribir este libro, solo había compartido partes
de mi experiencia cuando ministraba en distintos lugares a los que era
invitado. Luego de compartir este testimonio muchos me decían que el haber
escuchado mi experiencia les había traído gozo a sus corazones. Algunos me
contaron que también fueron llevados allá y que habían visto los mismos
lugares que yo describí. Otros me comentaron que pudieron comprender mejor
a la trinidad y que se sintieron más cerca de Dios.
Permanecí callado por largo tiempo hasta que el Señor me urgió a
compartir lo que había visto. Muchos editores me pidieron que escribiera un
libro, pero yo ni siquiera consideraba la posibilidad.
Es difícil de explicar lo que esta experiencia significa para mí. No me
imagino yendo por todos lados diciendo lo que vi.
Pero una mañana en que me encontraba en una conferencia para ministros
Dios me habló y me dijo que quería que escribiera un libro de mi visita al
cielo.
Siete años habían pasado desde que estuve allí y Dios me estaba diciendo
que era tiempo de contar por escrito mi historia. Le pregunté al Señor:
"¿Cómo voy a hacerlo?" Ese día mi editor, Buddy Harrison, vino a verme, y
me dijo: "Jesse, de ninguna manera quiero que te sientas presionado, pero creo
que debes escribir un libro con tu historia". Supe que era una confirmación de
lo que el Señor me había dicho esa misma mañana.
El viaje al ciclo fue tan especial para mí que nunca quise que nadie tratara
de analizarlo o evaluarlo. Algunos podrían pensar que quería escribir para
ganar dinero por medio de las ventas del libro, aunque yo usaría ese dinero en
el Evangelio, de cualquier manera. Pero esta historia es parte de mí mismo; me
cambió la vida, y ahora comprendo que no fui llevado para ver lo que vi como
una experiencia personal. Sabía que el relato iba a ayudar a muchas personas,
también.
Todavía puedo escuchar la voz de Pablo cuando me decía que las
aflicciones de este tiempo son sólo pasajeras. El quería que yo te recordaría
que los tiempos difíciles que a lo mejor te tocan pasar no durarán toda la vida.
Durarán solo un momento en comparación a la eternidad que tenemos por
delante. El dijo en 2 Corintios 4:15-17:
"Porque todas estas cosas padecemos por amor a vosotros, para que
abundando la gracia por medio de muchos, la acción de gracias sobreabunde
para gloria de Dios.
Por tanto, no desmayemos; antes aunque este nuestro hombre exterior se
va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día.
Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez
más excelente y eterno peso de gloria".
C o n c lu s ió n
Escribí este libro para que pudieras darle un vistazo al cielo, para decirte
cuán bueno y poderoso es Dios, para decirte cuánto desea usar ese poder para
bendecirte, y para contarte lo que vi, lo cual estará esperándonos allí, para
aquellos de nosotros que creemos en el Señor Jesucristo.
En el cielo pude ver la gran compasión de Jesús por aquellos que no lo
han aceptado como su salvador. Él te ama y desea que pases la eternidad con
El, tanto te ama que me llevó al ciclo para pedirme que diga que está a punto
de regresar.
El Señor es compasivo. El está dispuesto a bendecirte y puede hacerlo; de
hecho no quiere que esperes a estar en el cielo para disfrutar de una vida
abundante, te la ofrece mientras estás aquí, en la Tierra. En medio de estas
bendiciones, habrá aflicciones. El Salmo 34:19 dice: "Muchas son las
aflicciones del justo", pero más adelante continua diciendo, "pero de todas ellas
le librara Jehova". Jesús quiere que desde la perspectiva del apóstol Pablo
comprendas que tus aflicciones serán sólo por un momento.
El Señor tiene tantas bendiciones para ti en el cielo que apenas podrías
comenzar a imaginártelas o comprenderlas mientras estás en la Tierra.
El quiere concederte los deseos de tu corazón (Salmo 37:4), y quiere que
sepas que es bueno.
La Biblia dice: "la benignidad de Dios te guía al arrepentimiento" (Romanos
2:4). Este arrepentimiento quiere decir que debemos pedirle que nos perdone
por los pecados que cometimos creyendo que somos perdonados porque Jesús
murió cargándolos sobre sí en la cruz. Primera de Corintios 15:3 dice: "Cristo
murió por nuestros pecados".
Cuando comprendes cuan bueno es Dios, que El te ama, entonces quieres
estar con
Él, y la única forma de conseguir estar con Él es recibiendo a Jesús por fe.
Hebreos 11:6 dice: "Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario
que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le
buscan En Juan 14:6 Jesús dijo: "nadie viene al Padre, sino por mí".
Si no conoces a Jesús como tu Señor y Salvador personal, quisiera usar
esta oportunidad para que conozcas al Amigo más grande que puedas tener. Si
repites las palabras, que siguen y las crees con todo tu corazón, vas a nacer de
nuevo (lee Romanos 10:9-10).
O r a c ió n d e S a lv a c ió n
Jesús, ven a mi vida. Perdóname todos mis pecados. Te pido que me
limpies el corazón, y que hagas de mí una nueva persona, ahora. Creo que eres
el Hijo de Dios y que moriste por mí en la cruz. Jesús, quiero agradecerte que
me hayas amado tanto como para morir por mí y acepto todo lo que tu sangre
derramada compró por mí en la cruz, y te recibo como mi Salvador y Señor. En
tu nombre oro. Amén.