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C o n te n id o

Introducción
1 El primer encuentro cercano con Dios
2 ¡Teme a Dios!"
3 Salvo y llamado a predicar
4 Mi experiencia con ángeles
5 Trasladado por Dios
6 Mi viaje al cielo
7 En el cielo vi niños con Jesús
8 Lecciones del cielo

9 Vi el trono de Dios

10 Dios enjugará las lágrimas

11 De regreso en casa

12 Todos eran un equipo en el cielo

13 Conclusión

In t r o d u c c ió n
En este libro describo algunas experiencias que tuve en mi relación personal
con Dios. Las llamo "Encuentros Cercanos con Dios", y una de ellas es mi viaje
al cielo en 1988. Por mucho tiempo luego de que tuve esa experiencia casi no
hablé acerca de ella con nadie, hasta que el Señor comenzó a permitirme
compartir algunas partes. Algunas personas al escuchar testimonios como este,
que relata algo tan glorioso y tan maravilloso, se compenetran tanto con ellos que
terminan concentrándose en esas experiencias y dejan de lado a la persona de
Dios. Disfruté mucho "mi viaje" al cielo y creo que usted va a ser muy bendecido
al leer acerca de él. No olvidemos que lo que nos mantiene en constante relación
con Dios es el crecimiento diario en su Palabra. La fe no nos es dada por es-
cuchar acerca de las experiencias que alguien ha tenido con Dios:
"Así que la fe es por el oír; y el oír; por la palabra de Dios" (Romanos 10:17).

Este viaje me ayudó a entender al ciclo como algo tangible, algo físico. Es
un lugar real. Ahora comprendo que el ciclo es un hecho. Es algo que va más allá
que una esperanza; para míes una realidad. Pero la gente no tiene que creerme, la
prueba de lo que digo está en el fruto de las vidas de las personas que reciben
este testimonio.
Algunos me han preguntado, "¿Por qué Dios te llevó al cielo?" Yo no sé.
Pudo haber llevado a cualquiera de ellos, yo no soy nada especial bajo ningún
punto de vista. Un día se me ocurrió preguntarme por qué yo. Simplemente amo a
Jehová mi Dios y estoy dispuesto a darle cualquier cosa que tengo, así como El
está dispuesto a darme cualquier cosa que tiene.
Soy un apersona que da pasos de fe. No me quedo en la barca, siempre
intento caminar sobre las aguas. Puede que mis pies se mojen y hasta puedo
hundirme varias veces, pero sé que Jesús siempre estará siempre allí, sobre esas
aguas. He comprobado que sí, El siempre está allí. Antes de hundirme del todo
me tomo de sus pies. Entonces El me levanta, me seca y me hace cruzar el mar.
No hay absolutamente nada que no podamos hacer a través de Jesucristo. Como
dice la Palabra:
"Si puedes creer; al que cree todo le es posible" (Marcos 9:23).

La descripción del cielo en este libro es una profecía. El Señor tiene cosas
maravillosas reservadas para nosotros en el cielo y en la Tierra. El bendice
abundantemente a aquellos que lo conocen, lo aman y lo obedecen. El dijo,
"Díganles que voy a regresar". Me llevó al cielo para decirme precisamente eso.
Allí pude ver la tremenda compasión que siente por aquellos que no lo han
recibido como su Salvador. Volví más apremiado que nunca a contarle a la gente
acerca de El.
Mientras lea, juzgue esta profecía por sí mismo. ¿Se alinea con su espíritu?
¿Se siente ministrado por ella? ¿Trae fruto a su vida? Si lo hace, entonces sabré
que usted querrá decirles junto conmigo que ¡El va a regresar!
C A P Í T U L O U N O

E l p r im e r e n c u e n tr o
Las experiencias que relato las llamo Encuentros cercanos con Dios. Cuando
Dios se te acerque, tu espíritu lo notará, su alma lo notará y tu cuerpo lo notará.
Veamos en Génesis 1:26-28 lo que podríamos llamar el primer encuentro
cercano con Dios.
"Entonces dijo Dios: hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra
semejanza..." (Génesis 1:26).
¿Quieres saber cómo luce Dios? Se parece a ti y a mí ya que fuimos hechos
conforme a su semejanza. Las personas que me escuchan predicar a veces me
preguntan "¿Por qué actúa de esa manera, hermano Jesse?, ¡usted es muy
expresivo!" Actúo de esa manera porque fui hecho a semejanza de Dios.
Déjame que te diga algo acerca de Dios: Él no es tranquilo, es un Dios muy
ruidoso. En todo lo que, hace es tan expresivo como un actor de teatro, expresa
lo que siente. Piensa en esto. El es un Dios todopoderoso que todo lo consume.
Así que Dios dijo:
...hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza,
conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar; en las aves de los
cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra..
Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen d Dios lo creó; varón y hembra
los creó, los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y
sojuzgadla, y se floread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas
las bestias que se mueven sobre la tierra" (Génesis 1:26-28).

Me pareció raro que Dios usara las palabras sojuzagdla, y señoread al referirse
a una sociedad perfecta como lo fue su creación al principio de los tiempos. Pero
Dios le estaba dando una pista a Adán acerca de lo que pasaría más tarde. Le
estaba insinuando que aun en una sociedad perfecta habría cosas que se saldrían
de lugar. Por eso Dios uso una palabra tan fuerte en hebreo . Palabra que nosotros
traducimos como sojuzgar o señorear.

Dios estaba previniendo a Adán acerca de la serpiente que vendría con su


boca abierta para comenzar a hablarle a su esposa y, de esa manera, tratar de
desbaratar la creación. "¡Tendrás que hacerla callar! Tienes dominio sobre todo
lo que he creado, de manera que señorea sobre ella, ¡hazla callar!"
Pero Adán no hizo lo que Dios le estaba insinuando que hiciera. No
comprendió la pista. Solo se limitó a pensar en fructificar, multiplicarse y en
llenar la Tierra. Se olvidó de sojuzgar, de señorear.
De alguna manera podemos decir que el primer encuentro cercano con Dios
fue a través de Adán. Fíjese que Dios no maldijo a Adán ni a su esposa; por el
contrario, los bendijo. La Escritura dice:
"Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y
sojuzgadla, y señoread..." (v. 28).

Adán fue el único hombre que en su carne vio a Jehová Dios cara a cara y
sobrevivió a la experiencia. Adán tenía a Jehová dentro de sí. Adán tuvo la
misma esencia de lo que Dios es. Dios estuvo a tan solo cinco centímetros de la
nariz de Adán cuando sopló en él aliento de vida. Entonces Adán fue un alma
viviente. Dice la Biblia:

"Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz
aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente" (Génesis 2:7).

No fue que Dios le hizo respiración artificial a Adán para que sus pulmones
se llenaran de oxígeno. Si hubiera hecho eso, le hubiera cerrado los orificios
nasales con sus dedos y luego le hubiera soplado en su boca. La Escritura dice
que Dios sopló en su nariz aliento de vida. Luego de ser insuflado con vida,
Adán abrió sus ojos y entonces vio a su Creador.
Este fue el primer encuentro cercano con Dios. El cuerpo físico de Adán no
fue creado; su cuerpo fue formado del polvo de la tierra. Su alma o su espíritu
fueron creados. Fue entonces que Dios implantó vida en el hombre.
Cuando alguien muere ocurre lo contrario. Allí está Dios para recibir ese
aliento de vida que una vez le diera. Cuando Dios expira las cosas reciben vida;
mas cuando El inhala, esa vida vuelve a Él. Piense acerca de esto.
Cuando mi madre murió la escuché expirar y Dios me dijo, "Acabo de hacer
con tu mamá lo mismo que hice con Adán". Dios sopló vida en mi madre cuando
ella estaba viniendo a este mundo. Luego se acercó a ella para recibir de ella ese
aliento de vida que antes le diera. Este es un encuentro cercano con Dios.
A través de la Biblia encontramos muchos de estos encuentros, como
sucedió con Noé, Abraham y Moisés.
Jacob también experimentó uno de estos encuentros en Génesis 32:24. Dice
que peleó toda la noche con un Varón. Ese varón fue el Ángel del Señor.
Gedeón también tuvo un encuentro cercano con Dios. El Ángel del Señor se
le apareció y le dijo: "Jehová está contigo, varón esforzado y valiente... vé con esta tu
fuerza, y salvarás a Israel de la mano de los madianitas. ¿No te envío yo?" (Jueces
6:12,14).

Cuando Gedeón escuchó esto, pensó: "¿Con quién está hablando? ¿Por qué me
elegiría a mí para hacer esto? Yo simplemente estoy tratando de sobrevivir en esta
tierra... mi familia es pobre y yo soy el más chico de la casa. No soy la persona
indicada para esto". (v. 15, paráfrasis del autor).
Desde su punto de vista Gedeón no supo por qué Dios lo escogía para hacer
algo grande. Gedeón no se sentía capaz de hacer algo grande. Pero la respuesta
que Dios le dio fue: "Ciertamente yo estaré contigo, y derrotarás a los madianitas
como a un solo hombre" (v. 16).
Gedeón obedeció las instrucciones de Dios y de esta manera prevaleció
sobre los madianitas.
Dios sabe lo que podemos hacer cuando El está detrás de nosotros. Nos lleva
a la victoria como lo llevó a Gedeón. Lo que a Dios le importa es si vamos a
escucharlo, confiar y obedecer a lo que nos mande. En otras palabras, El está
interesado en nuestra relación con El. El está deseoso no de relacionarse con
nosotros, sino de tener comunión profunda con nosotros. Él nos quiere ver tanto
como nosotros queremos verlo a El.
Puedes tener un encuentro cercano con Dios. Y puedes comenzar a conversar
con Dios por medio de la oración. La oración son las alas sobre las cuales vuela
la fe. Nuestra fe no volará a menos que oremos. Cuando esa fe se monte sobres
las alas de la oración, entonces producirá resultados.
En los siguientes capítulos comparto algunos de los encuentros cercanos con
Dios que he tenido en mi vida. Mi primera experiencia fue cuando era apenas un
niño...
C A P Í T U L O D O S

¿ T e m e a D io s !"
En casa éramos cuatro hermanos. Tres varones y una niña. Los tres varones
dormíamos en un cuarto. Cuando mi madre recibió al Señor como Señor y
Salvador, entraba a nuestro cuarto por las noches cuando ya estábamos
durmiendo y oraba por nosotros imponiendo sus manos. (Me lo contó cuando yo
fui salvo.)

L LAMADO A PREDICAR
Una noche antes de orar por nosotros mamá dijo: "Señor, quiero un hijo
predicador. ¿Cuál de todos será?"
El Señor contestó: "Jesse".
Cuando mamá escuchó eso dijo: "¿Qué? No, Jesse no, es indomable." (Yo no
me había dormido todavía y escuche todo lo que se decía, y estaba de acuerdo,
"Definitivamente, no puede ser Jesse".
Mientras yacía en la cama medio dormido, mi mamá me impuso sus manos y
dijo, "Señor, estás llamando a este niño, quizás él no se de cuenta pero, Señor,
donde quiera que vaya, síguelo".
La imposición de manos que vemos en las Escrituras es una herramienta
muy poderosa y Dios honró la palabra que le dio a mi madre Esa noche fui
ungido sin siquiera saber lo que sucedía.

MI PRIMER ENCUENTRO CON DIOS


Tuve mi primer encuentro con Dios cuando tenía nueve años. Cuando niño
no le tenía miedo a nada, sin importar lo que fuera. Tampoco tenía temor a Dios
porque no sabía si realmente existía.
No comprendía nada acerca de Dios. Pero esa noche tuve un poco de temor.
Cuando estaba en la cama tuve algo así como un sueño, aunque no fue
realmente un sueño. Fue más una visión que cualquier otra cosa. Había truenos y
relámpagos; luego vi en el cielo la cara de un hombre con barba gris que se
dirigía hacia mí. Comenzó a gritarme, y decía: "¡Teme a Dios! ¡Teme a Dios!"
Esto me llenó de temor.
Corrí hacia la habitación de mi madre y le dije: "¡Mamá, mamá, había un
hombre en mi cuarto, al lado de mi cama, que me decía que temiera a Dios!"
"¿De qué tienes miedo?", me preguntó.
"¡Me dijo que temiera a Dios!"
"Tienes que respetar a Dios", me dijo.
Mi madre se dio cuenta que tuve un encuentro cercano con Dios esa noche.
Esto fue el comienzo, una muestra de lo que sucedería luego en mi vida más
tarde. Nunca lo olvidaré.

C ONFUNDIDO ACERCA DE D IOS


Yo estaba confundido acerca de Dios. No llegaba a comprenderlo y encima
le tenía miedo. Pensaba que si Dios algún día viniera a la ciudad me mataría.
Tenía miedo, pero al mismo estaba convencido de que su Espíritu me rodeaba
todo el tiempo. Podía sentir la presencia de Dios.
Cuando escuchaba a mi madre decir "Dios te bendecirá", yo le contestaba,
"Si Dios nos bendice, ¿cómo es que somos tan pobres? Si Dios te sana, ¿corno es
que estás tan enferma?"
Ella no podía contestar a mis preguntas. La mayoría de las personas que
conocíamos que creían en la sanidad divina estaban enfermas, y los que creían en
prosperidad de Dios eran muy pobres. Fueron enseñadas a dar, pero no sabían
cómo recibir.
Cuando era niño, en cada lugar que iba parecía experimentar encuentros
cercanos con Dios. Aun puedo recordar momentos en que iba caminando por los
pasillos de la escuela primaria y sentía la presencia de Dios alrededor de mí.
Nunca olvidaré cuando se lo conté a una maestra. Le dije: "El Señor me sigue".
Lila simplemente me dio una mirada.
'No estoy jugando", le dije, "El me sigue, y es probable que entre por esa
puerta en sólo unos minutos".
"¿Qué te hace pensar eso, Jesse?"
"Solo sucede así."
Por supuesto, ella no comprendió lo que yo le decía, pero mamá me
entendía, Ella sabía.

E NCUENTRO CERCANO CON D IOS DURANTE UN ACCIDENTE AUTOMOVILÍSTICO


En 1967, cuando tenía diecisiete años, todavía no estaba cerca de Dios.
Estaba en una etapa de rebeldía y realmente no quería saber nada con Dios, Le
había pedido el automóvil prestado a mi novia. Conducía, cuando tuve otro
encuentro cercano con El.
El día antes mi madre había tenido un sueño: yo estaba parado en la playa y
venía una ola de la sangre de Cristo sobre mí. Ella no supo lo que significaba su
sueño, pero sabía que tenía un significado. Mientras me contaba yo pensaba:
"Otra vez viene con (odas estas cosas espirituales". Le di je, "Mamá, no me
vengas con esas cosas otra vez".
Al día siguiente yo conducía de la manera que muchos joven lo hacen: muy
rápido, cuando cambié de carril para pasar a otro automóvil. Llovía mucho, pero
decidí pasarlo de todos modos. Usted sabe cómo los jóvenes se comportan detrás
del volante. Conducía a casi 110 km por hora cuando de pronto el motor se
detuve. Pensé que se había mojado alguna parte eléctrica. Mientras tanto podía
ver cómo otro auto se acercaba en sentido contrario al mío, mientras yo no sabía
qué hacer. Intenté frenar y el auto comenzó a colear como un pez mientras se me
iba de control. Apenas si pude evitar al otro auto. Choqué algo, y de pronto,
comencé a volar. Nunca voy a olvidar lo que se siente al perder el control de un
auto.

LA MANO DE D IOS ME PROTEGIÓ


El auto voló por encima de un buzón de 1,80 m. de alto, lo vi pasar por
debajo. La policía me dijo luego que cuando comencé a colear una de las ruedas
delanteras golpeó contra una alcantarilla de cemento. El impacto arrojó al auto
hacia arriba, y voló sobre el buzón; entonces comenzó a dar vueltas en el aire en
sentido longitudinal. Dio tres vueltas mientras toda clase de cosas se rompían y
partían dentro de la cabina.
Mientras daba vueltas en el aire me tomé con todas mis fuerzas del volante.
Fue entonces que sentí como si algo me tomara del hombro y me mantenía
sentado en la butaca. El volante se rompió en mis manos; una de las puertas se
abrió, un pedazo de metal se me venía encima. Me sentía como en el interior de
un gran acordeón.
Todas las cosas del auto se caían y rompían junto a mí, ese filoso pedazo de
metal pudo haber penetrado por mi costado y perforar mis pulmones, lo que me
hubiera causado la muerte en un instante. Algo me estaba protegiendo.
En ese momento pensé: "¿Qué es lo que tengo alrededor que nada me daña?"
No lo supe en ese momento, pero más tarde me di cuenta que fue la mano física
del Señor la que me sostuvo en el asiento. Su mano me tomó del hombro y me
protegió. Fue como que de pronto todo se detuvo. No vi su mano, pero pude
sentir su presión sobre mi hombro. Simplemente me mantuvo en el asiento.
Luego muy suavemente me soltó. Esta fue la primera vez que Dios físicamente
puso su mano sobre mí.

"¡M AÍZ INFLADO SE DESPRENDÍA DEL VOLANTE !"


Es extraordinario cómo Dios hace algunas cosas. Mientras el auto daba
vueltas en el aire y el volante se hacía pedazos en mis manos, yo veía maíz
inflado que venía hacia mí, hasta que de pronto comenzó a pegarme en el cuerpo.
Cuando el auto se detuvo, traté de salir por mis medios, pero estaba atrapado
dentro de los hierros retorcidos, cabeza para abajo. Gracias a Dios el auto no se
incendió, de otra manera hubiera muerto quemado.
Algunos se detuvieron para ayudar.
Tuvieron que cortar el auto con un soplete para abrirlo antes de que pudieran
liberarme. Luego me subieron a una ambulancia y fuimos con urgencia al
hospital.
Yo seguía gritando: "¡Había maíz inflado, había maíz inflado!" También les
conté que alguien me había sujetado. La mano de alguien estaba sobre mi
hombro, hubiera muerto de no haber sido así. Pero todos pensaron que estaba en
estado de shock y me dieron cuatro aspirinas.
En el hospital llamaron a mis padres por teléfono. Cuando hablé con mi
madre le dije: "Mamá, tuve un accidente".
Es asombroso. Ella había pasado por el lugar donde yacía el automóvil
retorcido y vio a la ambulancia partir. En ese momento le di jo a mi padre: "Hubo
un accidente terrible, oremos para que nadie muera".
Luego de asegurarse que yo estuviera fuera de peligro, me preguntó:
"¿Sentiste algo dentro del auto?"
Le dije: "¡Mamá, había maíz inflado saliendo del volante!"
No prestó atención a lo que le dije. Entonces volvió a preguntarme "¿Y
aparte de eso?"
"Mamá, sentí como que alguien me sostenía del hombro." inmediatamente
dijo: "Esa fue la ola de sangre que venía sobre ti en mi sueño de la otra noche.
¡Dios te estaba protegiendo! El te mantuvo dentro del auto para que no murieras
y te vayas al infierno. Deberías estar agradecido que estoy orando por ti, mu-
chacho".
Salí de ese accidente con solo un pequeño corte sobre un ojo y otro en mi
mano de un centímetro y medio de largo. Al día siguiente mi accidente se
encontraba en la primera plana de los periódicos locales. Los titulares decían:
"increíble que haya sobrevivido".
Cuando mis padres vinieron a buscarme al hospital para llevarme de regreso
a casa le dije a mi papá: "el volante se rompió en mis manos y ¡había maíz
inflado por todas partes dentro del auto!"
A lo que el doctor continuó diciendo: "No se preocupen, todavía está en
estado de shock. No había maíz inflado".
También le conté acerca de la impresión que tuve que algo me sostuvo en el
asiento durante el accidente. Nadie creyó eso, tampoco, especialmente cuando lo
decía luego de relatar lo del maíz inflado.
¡P ERO FUE REALMENTE ASÍ !
Al día siguiente estaba tan dolorido que ni podía moverme, pero le dije a mi
papá: "quiero ir donde está el auto y verlo con mis propios ojos". Así lo hicimos.
En el viaje continué diciéndole: "Todos creen que estoy en shock, pero yo sé
que vi maíz inflado volando por todos lados cuando se rompió el volante".
Así que mi padre me llevó al depósito donde se encontraba el auto. Lo
tuvieron que levantar con una grúa.
Cuando miramos dentro de la cabina, allí estaba: ¡había maíz inflado
desparramado por todo el piso del auto!
Entonces nos dimos cuenta qué pudo haber pasado. En la guantera
seguramente había una bolsita con maíz inflado. Cuando el auto comenzó a dar
vueltas por el aire se rompieron y desprendieron partes de la carrocería. AI
mismo tiempo que el volante se hacía pedazos entre mis dedos, se abrió la
guantera y dejó salir la bolsita con maíz inflado. Esto se registró en mi mente de
tal manera que en todo momento supe que así había sucedido. Esta fue la prueba
de que no estuve en estado de shock. Y esa mano que me sostuve en el asiento
todo el tiempo, también fue real.
Este fue otro encuentro cercano con Dios en mi vida.
S ENTIR LA PRESENCIA DE D IOS
Cuando crecí parecía que tampoco podía ir a ningún lado sin sentir la
presencia de Dios junto a mí todo el tiempo. De todos modos, cada vez estaba
más y más en pecado.
Comencé a tocar en una banda de rock. Cada vez que íbamos a un club
nocturno o a un concierto a tocar podía oír la voz de Dios en mi mente. Yo
continuaba diciéndole que me dejara solo.
A veces mientras fumábamos marihuana o inhalábamos cocaína yo
escuchaba a Dios que hablaba a mi corazón. Su voz era audible para mí.
Recuerdo una vez en que le pregunté al baterista: "¿Escuchaste eso?" Pero él no
había escuchado nada. Entonces grité con todas mis fuerzas: "¡Dios está en este
lugar!" Yo continuaba sintiendo la presencia de Dios en todas partes y
situaciones.
Algunos que me escuchaban decir estas cosas pensaban que yo tenía
alucinaciones, producto de las drogas que consumía.
Donde sea que fuera allí estaba el Espíritu de Dios que trabajaba en mí. El
estaba honrando la oración que mi madre hizo aquella noche cuando yo era un
niño.
Era como un niño con la presencia de Dios a su alrededor que lo protegía,
mientras decía: "él es mío, y ningún demonio del infierno me lo va a robar". Dios
continuó molestándome y yo seguía corriendo en dirección opuesta a El.
Rehusaba rendirme a Él. ¿Por qué? Porque tenía miedo.
A veces me detenía en lo que estaba haciendo para llamar por teléfono a mi
madre. Le preguntaba: "¿Estás orando? ¡Detente!" Y colgaba el receptor con
todas mis fuerzas.
Dios se acercaba a mí y yo trataba de correr lejos de Él.
Cuando iba a la iglesia a confesarme, nunca le decía la verdad al sacerdote.
No estaba dispuesto a decirle todas las cosas malas que había hecho. Hice tantas
en esos días, que de haber comenzado mi confesión todavía estaría delante de él,
contándole.

E SCUCHÉ GRITAR A D IOS


Nunca voy a olvidar una vez que estaba en México. Me encontraba en un
club nocturno rodeado de toda clase de pecados. No podría contarles todo lo que
sucedía en ese lugar.
En medio de ese terrible lugar pude escuchar en forma audible a Dios gritar:
"¡Sal de ahí, ahora!"
Me puse en pie, estupefacto. La persona que estaba conmigo me dijo: "¿Qué
te pasa?"
"Dios nos dijo que salgamos inmediatamente de este lugar. Temo que nos
vayan a matar a todos aquí, ¡vamonos!"
Salí de allí y me fui al hotel. Llamé a mi madre por teléfono en Louisiana.
Cuando contestó, dije: "¿Mamá?"
Ella contestó: "Estaba orando y Dios me dijo que estabas en ese lugar
inmundo. Entonces le pedí que te dijera que salieras de allí. ¿Lo escuchaste?"
"Si mamá, Dios me habló."
En los años que experimenté estos encuentros cercanos con Dios me volví
más alerta a la presencia de Dios. Un gran cambio estaba a punto de suceder en
mi vida.
C A P Í T U L O TR E S

S a lv o y lla m a d o a p
Fue en septiembre de 1974. Todavía no conocía a Dios. Lo conocía de una
manera religiosa, pero no en forma personal. Estaba más perdido que un ganso
volando en la niebla. Entonces fui salvo.
Cuando esto pasó yo estaba en el baño de un hotel en Boston. De todos los
lugares en que uno puede ser salvo, yo lo fui en un baño. ¿Por qué allí? Porque
Dios sabía que yo no estaba yendo a la iglesia. Dios irá donde sea que estemos
en el momento en que nos disponemos a volvernos a El.
Había estado mirando a Billy Graham en la televisión. Cuando mi esposa
me dijo que él iba a predicar por la televisión esa noche, yo le dije: "No quiero
escucharlo".
Cathy me respondió: "Bueno, él es exitoso y lleva más gente a un estadio
que cualquiera de tus conciertos".
Me senté en el piso mientras pensaba: "Con tal de sacarme a esta mujer de
encima me siento a ver a este predicador por un momento y listo".
De pronto comenzó a ministrar y dijo: "Si estás en un habitación en un hotel
ahora..." Cuando llama al altar siempre dice eso, y termina así: "...o donde
quiera que estés, escríbeme y te enviaremos la misma literatura que estamos
dando esta noche aquí, y ve a la iglesia el próximo domingo". Me puse de pie
inmediatamente y me fui al baño, donde le di mi corazón al Señor. Había sido
tocado por Dios y no quería que mi esposa Cathy me viera llorar. Era el único
lugar en todo el hotel donde estar en privado.
Luego de ser salvo regresé a Louisiana. Comprendí que debía ser parte de
una iglesia y local y que debía estar bajo la autoridad
de un pastor para poder conocer más acerca de Dios. Yo sabía que Dios me
había hecho parte del cuerpo de Cristo y me propuse que de allí en adelante sería
una buena persona. Iría a la iglesia y haría todo lo que se suponía que hiciera.
Tan sólo quería ser un ayudante más del Señor.
Dios me dio un hambre espiritual que iba más allá de toda comprensión
humana. Comencé a leer la Biblia y lo hacía en voz alta. Yo quería que mis oídos
escucharan lo que mi boca decía. Ni siquiera me importaba que estuviera en
público mientras lo hacía. Anhelaba más que cualquier otra cosa testificar de
Dios.
P REDICAR EN EL TRABAJO
Entonces algo sucedió mientras estaba en mi trabajo. Lo que le voy a contar
suena como una locura, pero es la verdad.
En esos días trabajaba para una empresa de camiones de transporte.
Recuerdo que estábamos dentro de la oficina, la cual no tenía ventanas, cuando
las luces se apagaron. La oscuridad era total y, por consiguiente no podíamos ver
nada. Honestamente creo que Dios apagó las luces de ese lugar. Nunca voy a
olvidarlo.
Mientras permanecíamos inmóviles y a oscuras en ese lugar, nos decíamos
los unos a los otros que no camináramos para no tropezar y caernos.
Con anterioridad yo había tratado de testificarles a mis compañeros, pero
ellos no parecían tener interés alguno. De pronto, desde mi interior me vino la
convicción de que iba a predicarles a esos "paganos del infierno". Aunque yo era
salvo, no tenía ningún sentido lo que me venía a la cabeza, pero tenía una
necesidad tremenda de hablarles de Cristo.
Entonces les dije: "¿Ven esta oscuridad?, esto es lo que van a tener por toda
la eternidad. Se van a ir al infierno si no dejan que Cristo sea el Señor de sus
vidas. ¡Van a caer en un pozo donde el fuego arderá por toda la eternidad!"
Yo les predicaba con toda intensidad, cuando las luces volvieron a
encenderse. Todos me miraban. Yo no supe qué hacer ya que era un bebé
espiritual, pero había armado una gran trifulca.
Dos de las chicas que trabajaban allí vivían con sus parejas. Luego de que
estuvimos en ese apagón, regresaron a sus casas, echaron a sus novios fuera de
sus departamentos y se entregaron a Jesús. Fue hermoso.

Yo QUERÍA VER A D IOS


Había leído en la Biblia que Dios se había mostrado a ciertas personas, así
que determiné que quería ver a Dios.
Le dije: "Bueno, Señor, te has mostrado a personas como Adán, Abraham,
Noé, Moisés, Pedro y Pablo. ¿Por qué no te muestras a mí ahora? ¿Qué sucede?
Yo sé que soy simplemente un campesino de Louisiana, pero quiero verte. Dices
que no haces acepción de personas, pero a mí me parece que no es así".
Me estaba enojando un poco con Dios, y no oraba como más convenía, ya
que era muy inmaduro. Todavía tenía "pañales espirituales" y no sabía cómo
orar. Pero Dios me comprendió, de todos modos. Yo sólo quería tocarlo.
Cuando fui con mi esposa a reuniones de avivamiento tuve otro encuentro
con Dios que me sacudió hasta los zapatos.
En medio de la predicación fui llamado por el pastor a pasar adelante. Me
dijo: "Usted señor... venga aquí arriba"
Lo primero que vino a mi mente fue: "Oh, Dios... ¿qué habré hecho ahora?...
"Pero no creía haber hecho nada malo.
El pastor me dijo: "Yo no sé quién es usted señor, pero Dios me dice que has
estado pidiéndole que querías verlo".
En ese momento no podía creer lo que estaba oyendo. Luego dijo: "El Señor
me dice que te va a conceder una visita". Me dije a mí mismo, "Pero he orado por
esto por los últimos dos años y Dios no pareció escucharme jamás". Esto ocurrió en
1976 luego de haber sido salvo en 1974.El ministro dijo: "Él vendrá a verte. Va a
venir de noche y estarás en la cama con tu esposa. Ella estará dormida y no
escuchará nada ni se despertará. El Señor irá a verte a ti".
Yo le pregunté: "¿Cuando?"
Él dijo: "Pronto".
Yo sabía que ese ministro era un hombre de Dios, así que me fui a casa
pensando que lo que me anunció iba a pasar esa noche. Cathy se fue a la cama y
yo me quedé levantado. Esperé toda la noche, pero no pasó nada. Dios no vino.
La próxima noche tampoco vino.
Me quedé levantado por tres o cuatro noches seguidas. Pero nada sucedía
aún.
Pasaron dos semanas y Dios seguía sin visitarme.
Como un perfecto bebé cristiano esto me hizo enojar mucho con Dios. Me
sentía agraviado y ofuscado. Pensé, "el pastor se equivocó, Dios no quiere venir a
verme".
Mientras tanto yo quería hacer algo para Dios. Todo el tiempo había
escuchado que tenía que hacer algo para Dios, pero nadie me había dicho qué
hacer ni cómo hacerlo. En ese momento necesitaba saberlo.

E NTONCES APARECIÓ DIOS


Por lo general voy a dormir más tarde que mi esposa. Era casi la medianoche
y me fui a acostar. Oré como siempre lo hago antes de dormirme, agradeciéndole
a Dios por el día, y me quedé dormido.
Lo que sucedió esa noche fue otro encuentro cercano con Dios. Fue una de
las cosas más extraordinarias que jamás me hayan pasado. No podría decirle si
yo estaba en mi cuerpo o fuera de él.
De pronto estaba muy despierto. Pude ver en el reloj de nuestro cuarto que
eran las tres en punto de la madrugada. Un viento comenzó a soplar dentro de la
habitación. Al principio pensé que era el aire acondicionado, pero se volvió cada
vez más fuerte, tan fuerte era, que en un momento las cortinas volaban por
encima de las ventanas.
Mientras esto sucedía yo estaba acostado sobre mi estómago, podía sentir el
viento que recorría mi cuerpo. Lo sentía en mis ojos, debajo de mis uñas y en
cada poro de mi piel. Perdí las fuerzas y me sentía como si estuviera clavado a la
cama.
"¿Qué está pasando?", pensé.
Entonces escuché que Una voz me decía en forma audible: "Pediste verme,
date vuelta".
Esta fue una experiencia muy extraña.
Mientras me encontraba sobre la cama, inmóvil, dije: "¡Dios!"
Dos veces más El me dijo: "Pediste verme, date vuelta".
Yo no sabía qué hacer. Sentía que mi carne se desprendía de mis huesos. Era
una presión tan intensa en mi cuerpo que no lo podía resistir. Así que no me
moví.
Lo primero que pensé fue que Cathy lo vería. Pero ella estaba dormida. La
golpeé con mi codo mientras le decía: "Despierta, ¿no ves que Dios está en el
cuarto?" Pero ella estaba dormida y nada parecía despertarla. La profecía que
había recibido estaba comenzando a cumplirse esa noche.
Luego de que el Señor repitió la misma frase por tercera vez, le dije: "Dios,
perdóname por ser tan estúpido. Perdóname. No sabía lo que estaba pidiendo".
Yo podría haberme dado vuelta, pero no podía. Era como estar clavado a la
cama. Fue tan maravilloso que perdí hasta el aliento, mientras el viento
continuaba soplando dentro del cuarto. Durante todo el tiempo yo sabía que Dios
estaba allí, pero no sabía qué hacer.
Continué dando codazos a Cathy, pero ella no iba a despertar. De repente,
todo se calmó. Las cortinas dejaron de volar. Inmediatamente me di vuelta y
miré. No había nada allí.
Entonces me enojé mucho conmigo. Me dije, "Eres un estúpido y un idiota,
¿qué pasa contigo? Le dices a Dios que quieres verlo. El viene a verte y no eres capaz
de darte vuelta!"
Realmente me sentía muy contrariado, de manera que traté de despertar a
Cathy nuevamente. Esta vez lo logré. "¿Qué quieres?", me dijo. "Te lo perdiste."
"¿Qué cosa me perdí?"
"Dios estuvo en este cuarto, pero tu tenías que dormir. Está bien, vuelve a
dormir..."
"¿Cómo era su aspecto?", me preguntó.
"Aaaaahhhhh...Yo... ¡no pude darme vuelta...!"
ES MEJOR CREER SIN VER
Enseguida me levanté y me fui al living. Lo que acababa de suceder me
había enojado mucho. Fui hacia el refrigerador y me hice un sándwich.
Mientras estaba sentado en el sofá comiéndolo, me sentía como un idiota.
Dije: "Dios, vienes a mí, puedo escucharte con mis oídos físicos, ¡y ni siquiera
me di vuelta!"
El dijo estas palabras a mi espíritu: "Es mejor que no lo hayas hecho.
Prefiero que creas aunque no me hayas visto".
"¡Pero el deseo de mi corazón es verte!"
Entonces me dijo: "Pero no hubieras podido soportar mi gloria. Estás dentro
de un vaso corruptible, un cuerpo que morirá".
"¿Es por eso que sentía tanto dolor?", le pregunté.
"Esa es la razón por la que sentías dolor en tu cuerpo. Tu carne no puede
soportar la gloria de lo que Soy", me dijo.
Este es un relato verdadero. Entonces conocí el sonido de la voz de Dios.
Fue otro encuentro cercano con Dios.

L LAMADO AL MINISTERIO
Compartí esta experiencia con mi pastor, pero él no comprendió. Me dijo:
"No sé, nunca conocí a alguien que tuviera un encuentro así con Dios".
Entonces hablé con un hermano a quien estimaba mucho en la fe. El era un
precioso hombre de Dios, un ejemplo de dignidad con cincuenta años de
experiencia en el ministerio.
Luego de haberle contado todo en detalles, le dije: "Esto es lo que pasó.
¿Qué piensas? ¿Por qué me pasó?"
Él se sonrió, y con lágrimas en los ojos comenzó a decirme: "No sé porqué
sucedió, pero sé que es del Señor. Estás llamado al ministerio".
"No, no comprendes. Yo puedo tocar un instrumento, pero no soy un
ministro."
"Bueno, a eso te está llamando Dios. Como no eres un ministro, Él ahora
puede prepararte para que seas un ministro."
Como dije antes, un encuentro con Dios no te da más fe. La Palabra de Dios
dice:
"Así que la fe es por el oír, y el oír; por La Palabra de Dios"
(Romanos 10:17).

De manera que Dios comenzó a "soplar" estas cosas en mi nariz y así


empecé a orar; decía: "Señor, no necesito verte para creer en ti". Todo ese
tiempo oré sin entendimiento, en forma equivocada y Dios comprendió que yo
era tan sólo un bebé espiritual.
Estaba creciendo en el Señor y sólo quería más de su Palabra. No estaba
interesado en ninguna otra cosa que no fuera lo que El quería decir. Con ese
deseo profundo de conocerlo más, comencé a estudiar y a orar y a entregarme
más y más a Él.
Algunos piensan que entré al ministerio inmediatamente, pero no fue así.
Dios no pone a bebés espirituales en el campo ministerial, ya que se
avergonzarían cuando se les cayeran los pañales.
Nunca pensé que iba a ser un predicador. Realmente puedo decir como el
apóstol Pablo: Dios me puso en el ministerio, aunque yo no quería ser un
ministro; sólo quería ir a la iglesia como todo el mundo.
Cuando entré al ministerio, oraba y Dios me respondía. Honestamente puedo
decir que Dos ha hecho todo lo que le pedí en oración. Y esto no es simplemente
una manera de decir. Oré de (acuerdo a la sabiduría y a la Palabra de Dios, y Él
ha sido muy gentil conmigo.
Una vez escuché a alguien decir: "Prefiero desgastarme a oxidarme". De
manera que comencé a predicar.
En mi primer año de evangelismo tuve cincuenta y una semanas con
reuniones de avivamiento. No fue fácil ya que tenía que mantener a mi familia.
Nunca pensé que Dios me haría predicar tanto. Estaba siempre yendo de un lugar
hacia otro, predicando todos los días, algunas veces dos sermones en un día, de
domingo a domingo. Predicaba en cualquier parte, solamente necesitaba una
oportunidad para hablar y comenzaba a hablar acerca de Jesús.
Creo que si realmente conoces a Dios tendrás un encuentro cercano con El.
Te acercarás tanto a El, que luego de un rato, comenzarás a escucharlo hablar a
tu espíritu. Quizás nunca lo escuches hablarte audiblemente mientras te visita
dentro de ti.

D IOS ME ESCUCHÓ
Me di cuenta de que Dios estaba interesado en mi vida. Hasta en los detalles
más diminutos. Uno de los más grandes milagros en mi ministerio ocurrió como
resultado de que Dios escuchó y respondió a una simple frase que un día dije.
Estaba en un avión rumbo a Dallas donde iba a predicar el Evangelio, y me
dije a mí mismo, "Necesito comprar un cortaplumas para limpiar mis uñas mientras
viajo". Luego lo dije en voz alta.
Cuando terminé de predicar en esa reunión me dieron una ofrenda. Ya me
estaba yendo cuando el administrador de la iglesia se acercó a mí y me dijo
"Hermano Jesse, esto también lo pusieron en la ofrenda".
En su mano había un cortaplumas en su estuche.
Comencé a llorar y dije: "Esto es un milagro". Me dirigía a la oficina del
pastor y me arrodillé, mientras decía: "Señor, tú me diste este cortaplumas. No
cuesta mucho dinero, quizás cuatro o cinco dólares. ¡Yo lo podría haber
comprado!"
El me dijo: "Ya sé que hubieras podido hacerlo".
"Entonces, ¿por qué lo hiciste, Señor?"
"Te escuché cuando lo mencionaste en el avión."
"Pero, Señor, solo estaba pensando en voz alta", le dije.
"Bueno, yo estaba escuchándote", me dijo. "¿Te gustó? Pertenecía a un niño,
y le gustaba mucho. Era el mejor regalo que tenía."
"Señor, si me dices quién es, se lo devuelvo y yo compro otro."
El me dijo: "No, porque sino, no podría bendecirlo".
"Pero, Señor, esto es tan diminuto, tan pequeño."
"Ya lo sé. Pero yo estoy interesado hasta en las cosas más pequeñas."
Dios me bendijo mucho con ese regalo. Otro encuentro cercano con Dios se
me había hecho manifiesto.

T ESTIFICAR DE DIOS EN N AVIÓN


Dispongo de ciertas partes del día para orar en el Espíritu. Me gusta mucho
hacer esto ya que es una bendición de Dios. Incluso oro en voz alta aun cuando
viajo en avión.
Algunos que me escuchan piensan que soy extranjero y ni bien tienen una
oportunidad me preguntan: "¿Usted... habla... inglés?" Luego de escucharme orar
en dialecto Cajún estoy seguro que piensan que no hablo una palabra de inglés.
Pero enseguida les contesto: "Si, claro, hablo inglés".
"¡Oh, si!, ¿en qué idioma estaba hablando hace unos instantes?"
"Era la lengua del Espíritu Santo, y hoy usted tiene la oportunidad de
conocer a Jesucristo a través de la persona del Espíritu Santo."
Algunos me miran y dicen: "¿Usted es predicador, no?"
Cuando les digo que si automáticamente comienzan a preguntarme acerca de
los diferentes escándalos y situaciones controversiales de la iglesia.
Una vez mientras leía la Biblia era como que Dios me decía: "El diablo está
tratando de molestarte". Enseguida le contesté: "Señor, voy a buscar la
oportunidad justa para confundirlo ya que él es el autor de las confusiones".
Más tarde yo iba en un avión cuando un hombre me miró y me preguntó:
"¿Usted es predicador?"
"Si", le contesté.
Cuando vi su expresión, pensé, "Oh, aquí viene". Pero solo sonreí mientras
contestaba.
El me dijo: "¿Y qué piensa acerca de los pastores que cometen adulterio?"
"¿Por qué no hablamos de sus pecados primero, señor. Dígame, ¿alguna vez
cometió adulterio?"
Con gran sorpresa, me dijo: "¿Cómo...?"
"¿Alguna vez cometió adulterio? ¿Es usted un adúltero? ¡Vamos! Dígame."
Cuando pronuncié la palabra adulterio, todos los que estaban alrededor de mi
asiento guardaron silencio. Todos querían escuchar la respuesta de aquel hombre.
No pudo responderme. Solamente tuvo fuerzas para decir: "Hum..."
Entonces la esposa del mismo hombre entró en la conversación: "Vamos,
dile algo".
No contestó nada.
Mientras salíamos del avión ellos estaban detrás de mí, y la señora le decía a
su esposo: "Bueno, por lo menos contéstame a mí, ¿cometiste adulterio alguna
vez, lo hiciste?"
¡Qué bueno! Fue una bendición de Dios. Podía imaginarme al diablo decirle
a sus cortesanos, "¡Cómo metimos la pata hoy!"
Mientras me ponía el saco, pensé: "Un punto para el Señor".
El avión era uno de esos muy anchos que tienen varias filas de asientos en el
medio. Mientras todos sacaban sus bolsos de los compartimentos ubicados sobre
los asientos, este hombre pasó a mi lado mientras su esposa seguía increpándolo
para que le contestara si alguna vez había sido adúltero.
Las otras personas que habían escuchado nuestra conversación decían cosas
como: "Lo hizo, sé que lo hizo. Podría asegurarlo. Cuando usted le preguntó, yo
pensé que lo había hecho".
Una mujer estaba tan enojada que decía: "Si fuera mi marido lo dejaba hoy
mismo". Algunos se entusiasman mucho con el tema del adulterio.
Mientras descendía del avión, dije: "Señor, le causamos un problema al
diablo, ¿no es cierto?"
Ese también fue un encuentro cercano con Dios. El estaba conmigo en el
avión. Fue hermoso.
C A P Í T U L O C U A T R O

M i e x p e r ie n c ia c o
Ha habido oportunidades en que vi ángeles con mis ojos físicos. Estos
fueron otros encuentros cercanos y constituyeron una hermosa bendición de Dios
para mi vida.

UN ÁNGEL VINO DE NOCHE


Hace ya algunos años, estaba predicando en Jonesville, Louisiana. En
aquellos días se usaba que el predicador fuera hospedado en la casa pastoral.
Recuerdo que en esa época me dolía el pecho y tenía estrés, pero no le había
dicho nada a Cathy ni a nadie. Yo seguía predicando en muchos lugares y mi
vida transcurría a toda velocidad (hoy vivo de la misma manera.)
Antes de retirarme a dormir por la noche, leí la Biblia, ya que me gusta
terminar el día con pensamientos acerca de Dios y no de otra cosa. Esa noche leí
un par de pasajes. Estaba a punto de cerrar la Biblia, apagar la luz y comenzar a
dormir.
Miré el reloj y era casi la medianoche. Ya sea que creas o no lo que voy a
contarte, no importa, de todos modos pasó.
Vi parado a los pies de mi cama al personaje más grande que jamás haya
visto en mi vida. No escuché que nadie entrara al cuarto, él estaba allí,
mirándome. Era un ángel de Dios, muy grande, como de dos metros diez de
altura, de cabello rubio más largo que el mío. Brillaba. Fue una experiencia tan
fuerte que si hubiera podido moverme, habría salido de ese lugar a través de la
pared.
Me dijo: "He sido enviado por el Señor para decirle que estás muy estresado,
Él quiere que duermas".
Yo no estaba dispuesto a discutir con un ángel rubio de más de dos metros
de altura. Simplemente acepté esas palabras como que venían de Dios.
Inmediatamente después desapareció.
Yo todavía tenía la Biblia en mis manos, así que la dejé caer sobre mi pecho
y me dormí. Por lo general duermo por cuatro o cinco horas, nunca más de seis.
Pero esa noche dormí por doce horas sin interrupción.
Era el mediodía del día siguiente cuando desperté. No me moví en toda la
noche. Todavía estaba en la misma posición en que me había dormido, con la
Biblia en mis manos, apoyada sobre mi pecho. Me sentía maravillosamente bien.
Cuando vi al pastor, le dije: "había un ángel de Dios en tu casa anoche".
Me dijo: "sabes, mis dos perros estaban como locos. No sé qué les pasaba.
Hice todo lo que pude para que se callaran, pero no pude lograrlo".
"No los escuché ladrar, de hecho no escuché otra cosa que al ángel del
Señor", contesté.
"¿Cómo lucía?", me preguntó.
"Era un hombre alto".
Una cosa en particular que recuerdo de él es que no tenía alas.

Á NGELES DURANTE LA REUNIÓN


He tenido la visita de muchos ángeles mientras predico. En una iglesia
vinieron en el medio de la predicación. Había unas cien personas allí.
Mientras predicaba, miré hacia donde se sentaba el coro y vi todos esos
asientos llenos de ángeles. Parecían ases de luz.
Dejé de predicar mientras miraba en esa dirección casi sin importarme que
habían cien personas delante de mí en la iglesia.
De pronto, una anciana sentada al fondo del templo se paro con fuerza y
grito: "¡Yo también los veo!" Nadie más los vio.
Caminaron desde el lugar del coro hacia la plataforma. Uno de ellos pasó
junto a mí y sonrió. Pude ver los detalles de su cara, pero no reparé en color de
sus ojos o de su pelo.
Mientras caminaban por la iglesia todos comenzaron a caer al suelo bajo el
poder de Dios. Yo era el único que seguía en pie. No había nadie consciente con
quien hablar, así que me senté.
Unos treinta minutos más tarde, algunos comenzaron a levantarse y
volvieron a sus asientos. Pregunté a varios si los habían visto, pero todos
contestaron que no vieron nada; pero habían sentido algo.
No tienes que creer esto, pero es cierto. Había pecadores allí que se
arrastraban para salir del lugar. El pastor de la iglesia no creía en caer bajo el
poder de Dios, tampoco los miembros de la iglesia lo creían. Pero él, su esposa y
sus hijos, todos, cayeron bajo el poder. Ni una sola persona pudo permanecer de
pie.
Más tarde, un hombre en el atrio decía: "No sé qué paso, perdí mis fuerzas y
caí sobre mis rodillas. No podía mover ni un dedo".
Sí, Dios tiene ángeles. La Biblia dice:
"...algunos, sin saberlo, hospedaron ángeles" (Hebreos 13:2).

Estas experiencias con ángeles fueron otros encuentros con Dios.


CA P Í T U L O C I N C O

Fu i tra n s p u e s to p o r D io s
Había ido a Monroe, Louisiana, para predicar en una convención. Por lo
general viajo en avión, pero esta vez había decidido conducir mi automóvil.
Durante la convención un hombre me llamó por teléfono desde una ciudad
cercana pidiéndome si de regreso a mi casa podía pasar por el hospital a orar por
su pequeña hija que tenía mucha fiebre y no podían bajársela con nada.
Generalmente no oro por las personas en los hospitales ya que soy evangelista y
no me gusta interponerme con el ministerio de los pastores locales. Pero no me
mal interprete, si un pastor me lo pide voy donde sea, pero entiendo que esto es
parte del cuidado pastoral hacia su grey. Siempre prefiero sujetarme al llamado
específico de Dios para mi vida y no asumir otras áreas de ministerio, para las
cuales Dios ha llamado a otras personas.
Antes de dejar la ciudad de Monroe, me detuve en la oficina de un amigo. El
me había pedido si podíamos charlar por unos momentos antes de irme. De
manera que estuvimos juntos por unos minutos.
Dejé su oficina a las 10:35 esa mañana. Estaba saliendo de Monroe, que
queda en la parte noreste del estado de Louisiana, hacia mi casa en la ciudad de
Houma, que queda en el sudeste del mismo Estado. Conducía por la autopista
165 hacia el sur donde iba a tomar la ruta 49.

S ENTÍA QUE ALGO ESTALLABA EN MI PECHO


Mientras conducía el Espíritu de Dios comenzó a inquietarse dentro de mí.
Sentía que tenía burbujas dentro de mi pecho y ellas estallaban. Yo estaba solo
en el auto.
Algunos no van a creer esta experiencia, está bien. Nunca vas a
experimentar algo parecido si no crees que pueda ser posible.
En una parte de la autopista hay una reducción de cuatro vías a dos. Cuando
me acercaba a ese punto fue como que esa burbuja que sentía dentro de mi pecho
comenzaba a estallar. Sentía la necesidad de alabar a Dios, así que levanté una
mano y comencé a adorarlo. Le dije: "Oh, Padre, gracias. Te amo, Jesús. Tú eres
una bendición para mi vida".
Entonces la sensación que sentía en mi pecho comenzó a hacerse más y más
fuerte. Cuando esto sucede, siempre levanto la voz y grito, digo: "¡Gloria a
Dios!"
Lo que voy a contarles ahora sé que a más de uno lo va a sorprender mucho.
Estaba a punto de tener otro encuentro cercano con Dios. No había tenido ningún
indicio de que esto fuera a suceder, así ni lo esperaba.
Mientras adoraba a Dios, parecía que el auto se llenaba de humo. Por un
momento pensé que se estaba incendiando, pero no era un humo que yo pudiera
oler, era como una niebla. La unción de Dios estaba fluyendo, así que continué
diciendo: "Gloria a Dios, gracias Jesús".
No sé qué pasó a continuación, pero de pronto yo estaba en el Espíritu, no vi
ni sentí nada más. Solo estaba dentro de esa niebla, rodeado por el humo dentro
de la cabina de mi auto.
Adoraba a Dios y decía: "Gloria a Dios, hosanna al Altísimo"; disfrutaba la
presencia del Señor a tal punto que mi mente natural no registraba nada de lo que
pasaba con el auto. Fui tomado por el Espíritu.

¡M I BEBÉ SE MUERE !
Cuando volví a recuperar mi mente ya casi había llegado a Lafayette,
Louisiana y me di cuenta que tenía mis dos manos le yantadas al aire.
Inmediatamente pensé, "Jesse, ¿qué estás haciendo? Puedes adorar a Dios cuanto
quieras, pero vas a matarte en medio de esta adoración. ¡Pon tus manos en el volante!"
Miré para todos lados, estaba confundido. ¿Qué estaba sucediendo?
Entonces miré mi reloj. Como les dije antes, había dejado la oficina de mi
amigo en Monroe a las 10:35 y, de acuerdo a mi reloj, ¡eran las 11:05! Pensé que
no funcionaba bien. Ni siquiera recordaba haber conducido a través de la ciudad
de Alexandria cuando comprendí que si ya había llegado a Lafayette tenía que
llamar al hermano que me había pedido que fuera al hospital a orar por su hijita.
Me detuve en un negocio del camino para hablar por teléfono. Llamé a este
hermano, pero no se encontraba en casa. Luego pensé que estaría en el hospital.
Así que llamé al hospital y pedí hablar con él. Me comunicaron con la habitación
de su hija, y cuando atendieron solo escuchaba gritos y más gritos, mientras yo
continuaba diciendo, "¿Hola? ¿Hola?"
Finalmente, una voz masculina contestó, "¿Hola?"
Dije: "Habla el hermano Jesse".
Entonces escuché la voz del papá de la niña decirme: "Hermano Jesse, mi
niña está muriendo, ¡se está muriendo!"
Traté de mantener una conversación con él mientras conseguía más
información sobre el caso. Mientras tanto podía escuchar las voces de los
doctores en el fondo que decían: "!Haz algo, haz algo!" En ese momento yo no
sabía que la niña estaba con fuertes convulsiones producto de los cuarenta y tres
grados de Fiebre que tenía. Mientras tanto los doctores se esforzaban por
mantener con vida a la pequeña de tan solo tres años de edad.

ENTONCES LLEGÓ EL PODER SANADOR DE DIOS


El papá continuaba diciendo: "Mi niña se muere!"
Finalmente, grité por el teléfono y le dije, "¡Escúcheme, escúcheme, ponga
su mano sobre la niña!"
"Bueno", me elijo. Puso su mano sobre ella mientras yo decía: "¡Tú,
demonio del infierno, te ato con el poder del nombre de Jesús. No toques más a
esa niña porque Dios te lo ordena desde su trono!"
De pronto, luego del griterío, escuché la padre decir: "¡Alabado sea Dios,
alabado sea Dios!"
"¿Qué sucede? ¿Qué pasa?" Yo trataba de saber lo que ocurría en la
habitación del hospital, pero todo había terminado.
Entonces escuché a uno de los doctores decir: "¡Miren esto!"
La niña, al instante había dejado de convulsionarse, abrió sus ojitos, y le
dijo a su madre: "Tengo hambre".
El papá lloraba, la mamá lloraba, y yo comencé a llorar.
Les pregunté: "¿Cómo se encuentra ahora?"
Inmediatamente la temperatura había bajado de cuarenta y tres grados a
treinta y siete.
El papá me dijo: "Hermano Jesse, quiero agradecerle, ¡Dios sanó a mi hija!"
"¡Alabado sea Dios, hermano!" le dije.

H ABÍA SIDO TRANSPUESTO


Luego de todo esto comencé a pensar en mi viaje. Allí estaba yo, en
Lafayette, Louisiana, luego de viajar durante treinta minutos en mi automóvil. Ni
un jet lo puede hacer en ese tiempo, mucho menos un auto.
"Escuche, hermano", le dije, "lo veré en otro momento. Debo irme ahora".
El estaba llorando sin parar, y repetía: "Gracias hermano Jesse". Al poco
tiempo me enteré que su hija había sido dada de alta del hospital dos horas más
tarde.
A partir de este momento mi mente comenzó a registrar lo que había
sucedido conmigo. Llame a mi esposa. Había hablado con ella un momento antes
de dejar la oficina de mi amigo en Monroe.
Ella me preguntó: "¿Dónde estás?"
"Cathy, estoy en una cabina telefónica en Lafayette, mira tu reloj."
"Qué rápido que llegaste, mi amor, ven pronto a casa."
Yo quería decirle: "¡Escúchame bien!" y contarle lo que había sucedido,
mientras que deseaba que Dios interviniera nuevamente y me llevara a su lado
antes de que colgara el teléfono, pero no lo hizo...
Cuando me di cuenta que había sido transpuesto, pensé: "¡He sido
transpuesto, Dios me llevó de un lugar a otro en una fracción de tiempo. Así que
no debo haber gastado casi combustible!"
Cuando regresé al auto, puse la llave en la ignición y la aguja indicadora de
combustible se fue hacia arriba, marcaba "lleno", mientras yo decía: "¡Oh, Dios!"
Dios me dijo: "Tenía que llevarte a Lafayette muy rápido porque la niña se
estaba muriendo". La razón por la que tenía que estar en Lafayette para ministrar
a esa familia a través del teléfono, la desconozco. Podría haberlo hecho también
llamando desde cualquier otro lugar... Sólo sé que así fue como pasó.
Ahora, esta es la parte tonta de la historia. Conduje hacia las afueras de
Lafayette para retomar la autopista. A un lado del camino había un puesto de
policía caminera, así que me detuve allí. Mientas estaba sentado dentro de mi
auto, comencé a orar: "Yo sé Dios, que me puedes llevar desde aquí hasta mi
casa, por favor, hazlo".
Oré, grité, lloré, pero seguía en el mismo lugar. Luego un hombre se acercó
al auto y me preguntó: "¿Puedo ayudarlo en algo?"
"Le estoy pidiendo a Dios que me lleve a casa", le dije.
Pude entender los pensamientos de este hombre corno si estuviera
hablándome: "Conduce tu auto, entonces, tonto. Así llegarás a tu casa".
Me llevó dos horas y cuarto llegar.
Al llegar me vino a la cabeza que Dios no solo me había llevado volando de
un lugar a otro, simplemente porque así le plugo, sino que El estaba trabajando
en medio de esa emergencia.
Este fue otro encuentro cercano con Dios.
C a p í t u l o S E I S

M i v ia je a l c ie lo
En agosto de 1988 yo estaba predicando en una reunión de avivamiento en el
Centro Cristiano de Magnolia, una hermosa iglesia pastoreada por Paul Troquil.
Mientras estaba en la ciudad de Magnolia, Arkansas, paré en un hotel llamado
Best Western.
Una mañana, el pastor me llamó y me dijo que pasaría por mí al mediodía,
para almorzar. Cuando desperté esa mañana sabía que algo inusual iba a suceder
ese día. Yo podía sentir que mi espíritu estaba inquieto, perturbado. En lo natural
era como estar nervioso, podía sentir la adrenalina correr por mis venas, pero no
había una razón aparente para que esto estuviera pasando. Siempre puedo
anticiparme cuando Dios va a hacer algo conmigo.
El pastor llegó y cruzamos a un restaurante al otro lado de la calle.
Inmediatamente después de pedir nuestro almuerzo sentí que debía regresar a mi
habitación en el hotel. Era un sentir que me urgía a retirarme.
Enseguida le dije al pastor que me disculpara, que no quería ser descortés
con él, pero que algo estaba sucediendo, yo no sabía qué, pero debía regresar al
hotel.
El me preguntó: "¿Se siente bien, le pasa algo?"
"No, no, todo está bien, sólo tengo la necesidad de volver a mi cuarto. Por
favor, discúlpeme."
Me paré, salí del restaurante, y crucé la calle y me dirigí hacia el hotel.
Cuando llegué a mi cuarto puse el cartel "No Molestar" en la puerta Miré el
reloj. Faltaba un minuto para la una.
No tenía idea de lo que estaba sucediendo, así que estaba listo para comenzar
a orar y permitir al Espíritu Santo que intercediera.
En ese momento pensé: "Quizás Dios me quiera hablar acerca del culto de esta
noche".
Me saqué el saco y me arrodillé junto a la cama. Mientras hacía esto, el reloj
digital cambió de las 12:59 a las 13:00. Dije: "¿Qué pasa Dios, qué sucede,
qué...?"

U NA CITA CON D IOS


De pronto me sentí succionado, como si algo me sacara fuera del cuarto. No
me di vuelta para ver cómo dejaba mi cuerpo físico, como algunos han descripto
en circunstancias similares. Sentí un ruido, wuuuush, y fui sacado del cuarto. No
sé si estaba en mi cuerpo o fuera de él.
Sabía que había dejado el cuarto y que me desplazaba a una velocidad
increíble, como siendo remolcado. Era como un carruaje sin caballos, pero no
uno de esos que vemos en las películas, era completamente cerrado y podía ver la
ventanilla que se desplazaba rápidamente, pero no podía saber qué era lo que lo
conducía.
Entonces miré hacia arriba y allí había otro ser. Lo reconocí enseguida. Era
el ángel rubio que me había visitado en Joinesville a quien le pregunté,: "¿A
dónde vamos?"
Mientras sonreía me dijo: "Tienes una cita con el Señor Dios, con Jehová".
Sentí que el carruaje comenzaba a detenerse, hasta que paró. Cuando la
puerta se abrió experimenté lo más tremendo de mi vida: ¡Estaba en el cielo!

UN LUGAR PRECIOSO
El cielo no debió haber estado muy lejos. No parecía que hubiera salido de
nuestra galaxia. Por supuesto, no soy astrónomo, de manera que no podría
decirlo con seguridad.
Mientras bajaba del carruaje todo parecía ser muy hermoso. Siempre pensé
que cuando fuera al cielo iba solo a ver una ciudad.
Pero el primer lugar que vi fue el paraíso; no había sido destruido. El
paraíso es un lugar grande que rodea por completo a la Santa Ciudad. Es como
estar en otro planeta.
Me arroje al suelo y comencé a adorar a Dios; decía: "¡Gloria a Dios!" El
ángel también se arrojó al suelo, y decía: "¡AI Altísimo Dios Jehová, hosanna en
las alturas!" Juntos adoramos a Dios.
Yo estaba tan excitado que continuaba preguntándole al ángel: "¿Dónde
estoy, qué estoy haciendo aquí?"
El me dijo: "Tienes una cita con el gran Dios Jehová. Iremos a la Ciudad, ya
lo verás".
Mientras me paraba vi luz, luz que nunca había visto en toda mi vida.
Mientras miraba alrededor me di cuenta que Dios tiene consigo algunas
cosas que creó en la Tierra. Estaba rodeado de un suntuosísimo tremendo, valles
muy hermosos, muchas montañas y corríentes de aguas. Vi nieve, aunque no
hacía frío. Yo estaba sorprendido.
Había unas flores en el cielo que nunca en mi vida había visto con
fragancias que no había conocido antes. Nunca había visto colores como los que
estaba viendo allí. Había rojos, verdes, violetas, azules, amarillos. El oro lucía
como oro, aunque era transparente como el cristal.
Era una tierra hermosa. Los árboles estaban alineados a lo largo del Río de
la Vida en su curso, que fluía desde el paraíso. Miles de personas estaban
paradas por todos lados debajo de los árboles. Todos ellos habían sido llevados
allí en esos carruajes como el que me llevó a mí.
Siempre pensé que todos los que eran llevados al ciclo eran adultos, pero vi
niños también. También noté que había caballos, perros y grandes gatos como
leones.
Todos parecían dirigirse hacia al trono de Dios en la Ciudad Santa, la cual
podía divisar en la distancia. Su Trono estaba levantado sobre un lugar alto y
podía ser visto desde cualquier dirección.

L AS ROPAS QUE VESTÍAN


Yo todavía tenía mi ropa puesta, jeans y una camisa, pero pude ver que los
que descendían de los carruajes lucían unas togas muy hermosas. Ni bien bajaban
del carruaje se dirigían hacia la Ciudad Santa y hacia el Trono mientras gritaban
y alababan a Dios.
Luego vi otras personas que tenían estas togas; ellos vestían unos vestidos.
Comenzaban a caminar hacia la ciudad pero pronto parecía que se debilitaban. Vi
cómo caminaban hacia los árboles, tomaban algo parecido a frutas y las comían.
Luego tomaban algunas hojas de los árboles, y las llevaban hacia sus caras
mientras las olían.
Le pregunté al ángel: "¿Qué sucede?"
Me dijo: "Algunos de ellos no han vivido como era debido. Creían en Dios y
amaban a Jesús, pero no vivieron al máximo de su potencial".
Entonces le pregunté: "A pesar de ello, ¿podrán presentarse delante del
Trono?"
"Sí, Dios es misericordioso para con ellos", me dijo, "pero tienen que ser
preparados antes de presentarse ante el Todopoderoso".
"¿Qué pasa cuando comen suficiente fruta?"
"Serán fortalecidos", me dijo. "Mientras nos acercamos a la ciudad, la luz y
la unción van aumentando. Cuando estemos delante del Trono puede ser
enceguecedora".
Luego vi a un hombre que bajaba de un carruaje como el mío. Tenía puesto
un vestido, no una toga. Dijo: "¡No pensé que iba a lograrlo, pero lo hice!"
Luego se tiró sobre su rostro y comenzó a besar el suelo.
El ángel que lo había llevado lo levantó y le dijo: "Ven, ven hijo mío".
Luego lo llevó hacia los árboles y le dijo: "Come de estas frutas y huele estas
hojas". Comprendí que las hojas eran para sanidad de las naciones, como dice el
apóstol J u a n en Apocalipsis 22:2.
En medio de la calle, y a cada lado del río, estaba el árbol de la vida, que
daba doce clases de frutos, y los daba cada mes: "
y las hojas del árbol eran para la sanidad de las naciones"
"Después me mostró un río limpio de agua de vida. resplandeciente como
cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero" (Apocalipsis 22:1).
Pude notar que la fruta ayudaba a esas personas a estar en la gloria de Dios.
Le pregunté al ángel que estaba conmigo: "¿Podré llegar al Trono?"
"Apenas si logró llegar hasta este lugar, ¡pero nuestro Dios es
misericordioso!" me dijo.
Recuerdo el pasaje de las Escrituras que dice que el estar ausente del cuerpo
y presentes al Señor (2 Corintios 5:8). Pensé que esto sucedía en el instante en
que morimos y pasamos al otro lado. Aunque algunos no viven para Dios como
deberían, Dios sigue mostrando misericordia para con ellos. El de todos modos
los ayuda y los toca, pero deben ser enseñados. Lo que no aprendan aquí, en la
Tierra, deberán aprenderlo allá.
Aquellos vestidos que vi eran hermosos, y luego de haber visitado el cielo
comencé una investigación acerca de los vestiduras que vi allí. Encontré en Isaías
61:10-11 que Dios otorga mantos de justicia y vestiduras de salvación. Hay
diferencias entre los dos. Miremos la explicación de Isaías:
"En gran manera me gozaré en Jehová, mi alma se alegrará en mi Dios; porque
me vistió con vestiduras de salvación, me rodeó de manto de justicia, como a novio me
atavió, y como a novia adornada con sus joyas. Porque como la tierra produce su
renuevo, y como el huerto hace brotar su semilla, así Jehová el señor hará brotar
justicia y alabanza delante de todas las naciones" Algunas personas no se acercan a
Dios de la manera en que debieran. Tienen a Jesús como su salvador, pero
podrían hacer mucho más que esto. Una vez en el cielo hasta podrán ir frente al
Trono de Dios, pero les llevará más tiempo llegar allí. Pablo nos enseña que una
vez que somos salvos debemos ser ejemplos de la justicia de Dios. Vayamos a 2
Corintios 5:20-21:
"Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por
medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios. Al
que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos
hechos justicia de Dios en él".
Cuando comencé a sentirme débil, el ángel se dirigió hacia uno de los
árboles, tomó de sus frutos y me los trajo. No sé qué clase de fruta era, pero no
eran manzanas. Era jugosa y de color cobreado.
El ángel me dijo: "Come de esta fruta y podrás soportar la gloria de Dios".
De manera que la comí y fui fortalecido al instante.
Mientras caminábamos yo quería verlo todo. Yo era como un águila sobre el
pico de una alta montaña tratando de ver todo, hasta la más pequeña hoja de
pasto. No me quería perder nada. Siempre pensé que el paraíso se había perdido
para siempre con la caída del hombre, pero Dios lo llevó al cielo y lo tienen allí
para nosotros.

¡E NTONCES CONOCÍ A A BRAHAM!


El ángel me preguntó: "¿Tienes sed?" "Sí," le dije.
"Te conseguiré algo para beber", me contestó. Del otro lado el río había un
hombre con el pecho como barril. Él ángel dijo: "Se lo acercaré". Vi que tenía
una copa de oro en su mano, la cual sumergió en el río. El río no era grande, era
más bien como un arroyo, solo que era puro y cristalino. Me llamó la atención el
gran porte de este hombre. Parecía tener muchos años, pero al mismo tiempo
lucía joven. No tenía arrugas en su cara y era obvio que era un patriarca. Cuando
lo vi, supe en mi espíritu quién era y pensé: "ese es Abraham, y yo soy su
simiente. Este es mi tátara, tátara, tatarabuelo. Si no fuera por él yo no estaría
aquí". Pablo nos enseña en Cálalas 3:26-29:
"Pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús; porque todos los que
habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos. Ya no hay judío ni
griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois
uno en Cristo Jesús. Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham
sois, y herederos según la promesa.

Seguí observando cómo Abraham se acercaba a nosotros, me dio la copa y


dijo: "Bebe esto, Jesse". Yo no podía quitar mis ojos de el.
En realidad le pregunté: "¿Quién eres". "Soy Abraham, y el paraíso es mi
lugar." Yo sentía dentro de mí que lo conocía como si fuera mi propio padre. Me
arrojé al suelo delante de su presencia, pero él me dijo: "Ponte de pie, al único
que debes adorar es al Señor tu Dios. Yo soy solo un siervo y he venido para
ayudarle. Yo salgo a recibir a todos los que vienen aquí porque el paraíso es mi
seno". Cuando me paré, Abraham me dijo: "Te ayudaré", y me preguntó cómo me
sentía.
Yo le dije: "Estoy bien, gloria a Dios". Cuando dije esto, Abraham dijo:
"Gloria a Dios". Y el ángel también dijo: "Gloria a Dios". Originé una reacción
en cadena, ya que todos los que estaban alrededor dejaron de hacer lo que
estaban haciendo y adoraron a Dios. El sonido de sus alabanzas parecía recorrer
todo el paraíso.
Me dijo Abraham: 'Bebe de esta agua, te va ayudar". Sentí una sensación
muy refrescante. Y aparte de esto me fue servida en una copa de oro. Me llamó la
atención que no fuera una taza de plástico.
Luego, le dijo al ángel: "Llévalo, debe presentarse delante del Dios
Altísimo".
Yo quería seguir conversando con Abraham por unos momentos, más ya que
mi pasaje favorito de las escrituras es Romanos 4:17, que dice, refiriéndose a
Abraham, "quien llama a las cosas que no son como si fuesen". Como Abraham, yo
no quería debilitarme en la fe sino estar plenamente convencido (ver Romanos
4:19-21).
Abraham me dijo "Nos volveremos a ver. Debo ir a encontrarme con los
otros que han venido a esta tierra de bendición".
El ángel dijo: "Debemos llevarte a la ciudad donde tienes una cita".
Entonces nos pusimos en fila junto con los otros y comenzamos a marchar hacia
la ciudad.

L AS FLORES NO SE PODÍAN APLASTAR


Mientras caminábamos, nos acercamos a senderos cubiertos de flores. Su
fragancia y belleza estaban más allá de la comprensión humana. Al principio yo
no quería pisarlas, pero el ángel me dijo que podía hacerlo. Me sorprendí mucho
al ver que no se aplastaban al caminar sobre ellas. Entonces entendí que no hay
muerte en el cielo. En vez de aplastarse cada pimpollo volvía a abrirse y era
como si giraran mientras pasábamos junto a ellas como para que no perdiéramos
de vista su belleza. También observé que no había hojas marrones o secas en
ninguna planta. Tampoco hay polvo en el cielo. Nada se rompe o corrompe allí.

NO HABÍA SOMBRAS EN EL CIELO


Caminando con el ángel noté que mi cuerpo no hacía sombra. Seguí mirando
al suelo y él me preguntó: "¿Qué estás buscando?"
"No tengo sombra".
"En este lugar", me dijo, "no hay oscuridad. Dios es Luz y en
El no hay oscuridad ni sombra de cambio."
El ángel no estaba citando las Escrituras, pero supe que lo que decía se
encontraba en la Biblia. Primera de Juan 1:5 dice: "Dios es luz, y no hay ningunas
tinieblas en él". Santiago 1:17 nos dice que "toda buena dádiva y todo don perfecto
proviene de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de
variación".
Yo le dije: "Espera un momento, déjame ver si puedo hacer sombra".
"Te dije que no hay oscuridad. Este es un lugar de luz - todo luz. Dios rodea
y abarca todo."
Miré hacia las montañas, hacia los arroyos y en toda dirección, trataba de
encontrar una sombra, pero no pude hallar oscuridad de ninguna clase. Todo era
luz, y la luz era un fenómeno que iba más allá del razonamiento humano.

LA FRAGANCIA QUE OLÍ


Había una fragancia en el aire, así que le pregunté al ángel: "¿Qué es ese
olor?"
Me dijo: "Es la fragancia de Dios. El está en cada cosa presente en este
lugar". Entiendo que se refería a que esta fragancia podía percibirse en todo el
cielo.
Una vez más, caí sobre mi rostro en adoración y comencé a alabar a Dios:
"El gran Dios. Jehová". El ángel se unió a mí: "¡Hosanna en las alturas!"
C A P I T U L O S I E T E

E ne l c i e l o h a b í a n i ñ o s
De pronto escuché a muchos niños cantando y adorando a Dios. Enseguida
pude verlos, llevaban pequeñas arpas.
Entonces pensé, ¿Y ahora qué están haciendo estos niños aquí? Como dije
antes, en mi formación teológica me fue enseñado que no habría niños en el
cielo. Así que le pregunté al ángel: "¿De dónde vienen esos niños?"
"Estos son los niños que la Tierra no quiso", me dijo. "Dios los trajo aquí."
"Pero yo pensaba que los que venían al cielo era por su propia elección."
"No, Jesse, los niños deben ser enseñados en las revelaciones de Dios."
Vi a muchas personas enseñando a los niños, por lo que comprendí que Dios
en el cielo usa tanto a personas como a ángeles para enseñar sus verdades.
Luego pregunté: "¿Te refieres a que estos niños fueron víctimas de
abortos?"
"Sí, estos chicos están muy ansiosos por ver a sus madres."
Las edades de los niños que vi parecían estar entre los tres y los diez años.
Los bebés se encontraban en otro lugar.

J ESÚS VISITABA A LOS NIÑOS


Mientras la gente cantaba a toda voz con alegría los niños interpretaban
hermosas canciones en sus arpas y cantaban también. Todos estaban muy
contentos. De pronto escuché un susurro, las personas con vestidos estaban
mirando hacia la ciudad y todos los que estaban cerca de nosotros comenzaron a
decir: "¡Ahí viene!, ¡ahí viene!, ¡ahí viene!"
Entonces pregunté: "¿Quién viene?"
"Vas a ver al Santo", me dijo.
De pronto vi una luz que salía de la ciudad. Se encontraba muy lejos de mí.
Inmediatamente los niños comenzaron a correr hacia la luz. Entonces comprendí
que se trataba de Jesús.
No pude ver su cara porque me encontraba muy lejos, pero pude ver sus
manos que alcanzaban a los niños mientras estos jugaban y cantaban y lo
abrazaban. Estos chicos lo adoraban. De pronto lo escuché decir: "Dejad a los
niños venir a mí (...) porque de los tales es el reino de Dios" (Marcos 10:14).

A MEDIDA QUE NOS ACERCÁBAMOS A LA CUIDAD


De pronto el ángel me dijo: "Debemos ir a la ciudad".
Mientras caminábamos en esa dirección el ángel dijo: "Te vas a ir
debilitando más y más". El llevaba frutas consigo y me las ofrecía para que yo
comiera cada tanto.
Noté que algunas de las personas que tenían vestidos resbalaban debajo de
los árboles mientras caminaban hacia la ciudad. Cuando casi llegaban, se
detenían y volvían sobre sus pasos. Parecía que estaban deprimidas.
Escuché a alguien decir: "No existe la depresión aquí. Solo come del árbol
de la vida, huele sus hojas para sanidad y deja que tu espíritu crezca. Estarás
frente al trono de Dios".
Luego vi a las personas que vestían las túnicas de justicia, que marchaban
decididamente hacia la ciudad.

¡L LEGUÉ A LA CIUDAD !
Mientras caminábamos hacia la ciudad llegamos al muro de jaspe, como se
describe en el libro de Apocalipsis. Esc muro era inmenso. Según Apocalipsis
21:17, el muro es de 144 codos, o sea unos 70 metros. No sabemos si se refiere a
la altura o espesor, pero la ciudad tiene unos 2.400 kilómetros; y su profundidad,
ancho y altura es de la misma medida (v. 16). Quise ver los nombres en los
cimientos del muro como se describe en Apocalipsis capítulo 21, que dice:
Y el muro de la ciudad tenía doce cimientos, y sobre ellos los doce nombres de los
doce apóstoles del Cordero(...) El material de su muro era de jaspe; pero la ciudad era
de oro puro, semejante al vidrio limpio; y los cimientos del muro de la ciudad estaban
adornados con toda piedra preciosa. El primer cimiento era jaspe, el segundo, zafiro; el
tercero, ágata; el cuarto esmeralda (...) Y no vi en ella templo; porque el Señor Dios
Todopoderoso es el templo de ella, y el Cordero. La ciudad no tiene necesidad de sol ni
de luna que brillen en ella; porque la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es su
lumbrera. (Apocalipsis 21:14, 18-19,22-23).

El ángel entró primero y yo le dije: "Espera, leí sobre esto. Quiero ver los
nombres de los apóstoles".
Así que miré los pilares. El primer nombre que vi en el cimiento fue el de
Pedro. Pensé que el segundo nombre iba a ser el de Juan, pero era Pablo. Los
nombres que figuraban allí eran Pedro, Pablo, Santiago y Juan. Comencé a dar
voces de júbilo ya que estaba muy entusiasmado por ver los nombres que había
estudiado tantas veces.
El ángel me dijo: "Ven pronto, debes presentarte a tu cita". Yo quería ver
esos nombres y le dije: "Puedo predicar sobre esto cuando regrese a la Tierra.
Déjame que recuerde el orden de los nombres correctamente".
Pero el ángel me tomó de la mano y dijo: "Ven". Subimos de nuevo al
carruaje y entramos a la ciudad.
Una vez dentro de la ciudad vi el Libro de la Vida. Es grandísimo, mide
como un metro ochenta de alto y cinco centímetros de espesor. Pareciera que está
encuadernado en lamé dorado. También tienen una inscripción tallada en su tapa.
Había gente alrededor del libro, pero no sé que estaban haciendo ya que el ángel
no me permitió detenerme allí.
Cuando íbamos por las calles vi a un hombre con una corona sobre su
cabeza. Más tarde descubrí que era David. Le dije al ángel: "¿Y este quién es?"
El me dijo: "Enseguida lo vas a conocer", y pasamos a su lado sin
detenernos.
VI A J ESÚS CON MIS PROPIOS OJOS
De pronto el ángel detuvo el carruaje abruptamente y me dijo: "Arrodíllate,
El está aquí".
Me sentí débil y caí sobre mis rodillas. El ángel me alcanzó una fruta y me
dijo: "Come".
Mientras Jesús se acercaba a mí, los niños corrieron hacia El. Le cantaban
alabanzas y El los abrazaba y se gozaba con sus cánticos.
Para mí, su apariencia era la de un as de luz. ¡Tan glorioso!
Se volvió hacia mí y caí a sus pies.
"¡Oh, Dios!" le dije reverentemente.
"Aquí estoy", me dijo.
Mientras estaba de rodillas noté que los pies de Jesús lucían como bronce
bruñido. Pensé que eran cicatrices en sus manos y pies. Pero no parecía que sus
miembros hubieran sido cortados o que tuvieran cicatrices. Pude ver los agujeros
en sus pies. Eran tan grandes, (como de dos centímetros de diámetro) que pude
ver luz a través de ellos. Me di cuenta, entonces, cuan grandes habían sido los
clavos con los que lo clavaron a la cruz.
No nos damos cuenta del sufrimiento de Jesús en la cruz. No hay adjetivo
que pueda describir lo que El vivió en la crucifixión.
Me puso la mano sobre el hombro y me dijo: "Jesse, ponte de pie".
Me paré y lo miré. Había un brillo que manaba de El como olas de gloria.
Luz salía de su rostro. Sus ropas eran hermosas, lucían como hechas de
resplandecientes y destellantes diamantes.
Jesús era más alto de lo que yo había imaginado. Siempre pensé que habría
medido entre un metro ochenta y un metro ochenta y cinco.
Al principio me pareció que su pelo era blanco; pero cuando giró la cabeza
vi que era castaño claro. Cuando me miró, la gloria de Dios emanó de El.
"¡Jesús!", le dije.
Simplemente me contestó: "¿Te gusta este lugar?" Le dije: "Sí,
Señor".
"DÍ A MI PUEBLO QUE REGRESO"
Lo primero que quise hacer fue confesarle mis pecados. "No soy la persona
que debería ser, ¡he cometido errores!" Cuando llegas al cielo lo único que
deseas hacer es arrepentirte.
Pero El me dijo: "Estás perdonado. Soy el autor del plan de redención".
"Entonces, ¿qué hago aquí? ¿Por qué estás aquí, conmigo?" "Quiero que
regreses y le digas a mi pueblo que regreso". "Pero no me creerán", le dije.
"Durante siglos no lo creyeron, pero fui y regresaré." Luego puso su mano
sobre mi hombro. Nunca lo olvidaré. Me miró y dijo: "Hay cosas que deberías
ver y aprender aquí, pero te he traído para decirte que vayas a decirle a mi pueblo
que regreso". Entonces le dije: "¡Ya lo saben!"
"No, no lo saben. Te traje para que vuelvas a decirles que regreso. ¿Me
oyes? Regreso. Vé a decírselos."
Quizás te preguntes cómo luce Jesús. El es hermoso, no solo bien parecido,
es hermoso. Cuando lo miré vi amor y ternura. El es amor y puede ver a través de
las personas. La gloria de Dios emana constantemente de El. Sus ojos son como
estanques de amor y tiene el color de la luz.
Cuando extiendes tus brazos para abrazarlo, El tiene una reacción
automática: te toma en los suyos. El puede estar mirando a millones de personas,
pero sientes que eres el único a quien mira.
Luego le pregunté: "Has cuidado de todos esos bebes, ¿no es cierto?"
"Nunca he perdido ni a uno solo," me contestó.
Hubo momentos en los que algún pensamiento me venía a la mente, y antes
de que pudiera expresarlo en palabras, El me contestaba.
En un momento pensé, Estoy seguro que debes estar enojado con alguna de
estas personas, a quienes me envías.
En respuesta a mi pensamiento, me dijo: "No, los perdono, porque no saben
lo que hacen. Muchos saben quien soy y compartirán su vida y eternidad con el
don que envié a la Tierra". Hablaba como si el Padre estuviera haciéndolo a
través de El.
Mientras conversaba con Jesús pude ver la compasión que tiene por aquellos
que no lo han recibido como su salvador. ¡Él me pidió que te diga que regresará
pronto!
Creo que esta es la razón por la cual no he descansado en toda mi vida desde
ese entonces. Había tal urgencia en su voz. Debemos saber que algo está
sucediendo en el cielo, ¡Jesús está pronto a regresar!
Quizás quieras ver a Jesús o ver el cielo; mirar las flores que allí crecen y
caminar en las calles de oro. O quizás quieras ver el contorno glorioso y
magnifícente de la ciudad. Nuestra mente natural no puede comprender lo que
Dios tiene reservado para nosotros. Por ello necesitamos un nuevo cuerpo: para
poder asimilar lo que Dios tiene para nosotros en su santo lugar.
Esta es la razón por la cual les quiero contar a todos los que conozco que
deben aceptar al hecho de que Jesús murió en su lugar para que sus pecados les
fueran perdonados. He visto el ciclo y sé lo que nos espera allí. Por eso quiero
ver a la gente confiando sus vidas a Jesús como el Señor de sus vidas para que
disfruten las bendiciones que el Padre tiene para ellos.
CAPITULO OCHO

L e c c io n e s d e l c ie lo
Jesús puso su mano sobre mi hombro mientras mirábamos cómo un hombre
con una corona sobre su cabeza se nos acercaba. Me dijo: "Quiero que conozcas
a otro rey".
Lo reconocí, era el hombre que había visto antes. Era pelirrojo. Supe de
inmediato que era David. Mientras se acercaba, dijo: "Ante el gran Rey de Reyes
me inclino".
Jesús me dijo: "Jesse, quiero que conozcas al rey de Israel". El Señor di jo:
"Lleva a Jesse a su casa. Muéstrale lo que he preparado para él, luego tráelo
delante de mi trono. Debo irme. Mi Padre me requiere".
Miré al hombre al cual Jesús me había presentado y le dije: "Hola". No
sabía qué decirle. "Tu nombre es David, ¿cierto?"
Sí", contestó.
Inclinándome, le dije: "¡Oh, rey!"
"No te inclines ante mí. Acabas de ver al Rey de reyes. Se me ha asignado
que te muestre algunas cosas."
Le pregunté: "¿Hay algo que pueda hacer por ti?"
Me contestó,: "No comprendes, aquí somos todos siervos. Estamos aquí para
servirte. ¿Qué quieres, Jesse? ¿Hay algo que necesites?"
Miré nuevamente, buscaba sombras alrededor del ángel. "¿Qué estás
buscando?"
"No haces sombras", le dije. Todavía seguía maravillado por el hecho de
que no había oscuridad de ninguna clase allí.
"No, no hay sombras aquí, Dios es luz, y no hay ningunas: tinieblas en El, ni
sombra de variación."
Entonces David dijo: "El Señor me pidió que te lleve a conocer tu casa".
"¿Mi casa?" dije. Yo quería quedarme allí, junto al muro de jaspe. Quería
hablar más con Jesús y con Abraham. Quería seguir mirando las calles de oro y
oler la fragancia de las flores, pero había cosas que hacer.

P ABLO CONTINUABA ENSEÑANDO ACERCA DE LA REVELACIÓN DE D IOS


David me llevó a una casa. Yo no sabía de quién era. Entramos a un hermoso
recibidor y, junto a la pared cerca de un rincón vi al apóstol Pablo sentado, con
varios hombres. No te puedo contar mucho de la casa porque mis ojos estaban
puestos en Pablo. El y los hombres estaban conversando de la Palabra de Dios.
Pablo era petiso. Noté que sus pies no llegaban al piso cuando estaba sentado en
el banco con los hombres. Dirigió su mirada hacia nosotros y dijo: "¡Jesse!"
"¡Sabe mi nombre!", dije.
Entonces me preguntó: "Jesse, ¿qué dicen de mi evangelio?" (Todavía lo
llama mi evangelio.)
"Predico acerca de todo lo que escribiste. Todo. Si volvieras a la Tierra me
podrías hacer juicio por usar tu propiedad intelectual. En serio, predico acerca de
todo lo que nos enseñaste. Creo que las epístolas paulinas son hermosas."
Sonrió. Yo quería conversar con él por largo rato. Todavía sigue siendo un
maestro, y percibí que tenía una más profunda revelación aun, pero que la
disfrutaríamos una vez que llegáramos al cielo. Me sentí muy atraído por el
conocimiento de Pablo. Todavía continúa explicando y enseñando a otros acerca
de Dios.
Le dije: "Fuiste arrebatado hasta el tercer cielo. Leí en las Escrituras que
fuiste arrebatado". Yo pensaba en el pasaje de 2 Corintios 12:2: " Conozco a un
hombre en Cristo, que hace catorce años (si en el cuerpo, no lo sé; si fuera del
cuerpo, no lo sé; Dios lo sabe) fue arrebatado hasta el tercer cielo19.
"Sí, como tu", me interrumpió.
Sí, este lugar es hermoso", le dije. Pablo asintió y dijo: "Invertí mi vida para
estar aquí". Tenía mucho para decirle. "Creo que has sido el más grande
intelectual que jamás haya conocido la cristiandad". 'Gracias", me dijo. "El Señor
me dio de su gracia." Era muy humilde. Su humildad me ministró. Creo que si
tengo un héroe en las Escrituras, ese sería Pablo. El se mantuvo fiel a pesar de
las grandes aflicciones que padeció. Nació en una familia prominente; conocedor
de las leyes sociales y un fariseo de la tribu de Benjamín. Escalaba
ambiciosamente en su carrera, pero cuando conoció a Jesús, llegó tan alto como
un hombre puede llegar. Se mantuvo firme en la fe, peleó la buena batalla y
terminó la carrera. Yo también he tomado la determinación de pelear la buena
batalla, como Pablo. Quiero que se diga de mí: "Guardó la fe". Y eso es lo que he
hecho, no lo digo arrogantemente, porque cualquiera de nosotros puede
determinarse a tomar una decisión y no desviarse de ella.
Le dije a Pablo: "Sufriste mucha persecución". "Sí", contestó, "pero nuestra
aflicción dura solo un momento. Algunas personas la adoptan de por vida,
cuando pueden cambiar y hacer que solo sea temporal."
Me emociono cuando recuerdo estas palabras. Es por un momento, no para
toda la vida. "Haz que sea temporal." He usado esta frase en seminarios y me han
felicitado por el mensaje que deja, pero yo no soy el autor de ella. Pablo lo es.
Veamos cómo Pablo lo explica en 2 Corintios 4:17-18:
Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez
más excelente y eterno peso de gloria; No mirando nosotros las cosas que se
ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las
que no se ven son eternas.

Pablo siguió conversando conmigo: "Haz que sea temporal, Jesse". Luego
susurró: "Haz que sea temporal, que no dure toda la vida. Yo guardé la fe y solo
de esa manera se lo puede lograr".
Nunca olvidaré las palabras de Pablo. Todas las luchas y cargas que he
tenido desde mi viaje al cielo en 1988 no están más sobre mis hombros. Se han
caído.
Luego sonrió y me dijo: "Nunca cambies el mensaje para complacer a la
audiencia. Habla de lo que Dios te dé".
Cuando regresé escribí sus palabras para no olvidarlas nunca. Pude
conversar por unos momentos más con él antes que David y el ángel me dijeran
que debíamos continuar para tener nuestra cita. Compartiré más de lo que Pablo
me dijo en otro capítulo. David estaba dispuesto a que yo tomara más tiempo,
pero el ángel me recordaba a cada ralo que debía continuar ya que había otros
lugares que debía visitar.

D AVID ME CONTÓ DE LAS RESPUESTAS DE D IOS


Mientras David caminaba conmigo le dije: "Has sido un personaje muy
interesante para mí. Cuando era niño me profetizaron que yo iba a tener una vida
parecida a la tuya".
Se rió y me dijo: "Te estás adelantando un poco". Yo también me reí.
Le conté que yo era músico y eso le interesó ya que él tuvo un don musical
muy hermoso, "claro, yo no he escrito tan cosas hermosas como las que tu
escribiste", dije. Volvió a reír. Me parecía que lo conocía de toda mi vida. Tenía
una personalidad fuerte y autoritativa, pero tenía corazón de siervo por todo lo
que Dios había hecho en él. Se comportaba como un amigo aunque era un rey.
Fue el único a quien vi con una corona, excepto Jesús.
Había algo en él que hacía que todos le rindieran respeto mientras pasaban a
su lado. Tenía una sonrisa contagiosa. Muchos me han dicho que tengo lindos
dientes, pero los suyos eran hermosos. Tenía una risa muy fuerte y se sacudía
todo mientras reía. Me sentí muy cómodo con él.
Le pregunté de dónde tomaba ideas para componer sus canciones, ya que sé
que los músicos son inspirados por una gran variedad de cosas.
"Del Señor", me contestó, mientras nos reíamos nuevamente.
Luego continuó diciéndome que había escrito canciones acerca de sus
experiencias, como muchos también lo hacen. "Pero las mejores que escribí
fueron aquellas en que permití que el señorío de Dios en mi vida se viera más
que los problemas que tuve", continuó.
Si bien no lo dijo, interpreto que lo que quiso decir era que si bien muchos
creían que sus luchas y dificultades fueron parte importante de sus escritos, lo
que él creía, en realidad, era que cuando le daba lugar a Dios para que fluyera a
través de él, entonces escribía palabras ungidas como "el Señor es mi pastor nada
me faltará".
Usó el salmo 23 para explicarme que había permitido que Dios y su unción
fluyeran a través de él al hacer esa canción. También me explicó: "en otras
canciones expresé fuertemente mis tribulaciones. Creo que tendría que haber
permitido que la respuesta fuera el tema principal, en vez de mis quejas". Estas
no fueron sus palabras textuales, pero eso fue lo que quiso significar.
"Me hubiera gustado más escribir canciones acerca de las respuestas de Dios
que acerca de mis dificultades. Si hubiera escuchado más a Dios hubieran habido
muchas cosas que no hubiera tenido que padecer. Pero tú tienes mi experiencia
para que te sirva de referencia para no caminar por los caminos tortuosos que yo
tuve que atravesar."
Nunca voy a olvidar sus palabras.
Me preguntó qué instrumento tocaba y le dije que el piano y la guitarra. "El
piano es como el arpa", le expliqué ya que no había pianos en los tiempos de
David.
"Ya sé", me dijo. Me reí porque me di cuenta que él sabía muchas más cosas
que yo acerca de todo lo que te puedas imaginar, pero de todos modos yo no
dejaba de hacerle preguntas que parecían tener unas respuestas muy obvias.

VI MI MORADA EN LOS CIELOS


Luego me llevó a mi morada en el cielo. Mientras caminaba miré los
jardines y vi una fuente de agua en la parte de adelante. Era el lugar más hermoso
que mis ojos hayan visto. "¿Esta es mi morada, mi casa?"
"Sí", dijo David. "¿Quieres verla por dentro?" "Claro", le
contesté.
Para mí la entrada de una casa describe cómo será el resto. Cuando atravesé
la puerta de entrada noté altos techos con molduras alrededor.
"¿Te gusta?" me preguntó David.
"Sí, claro, ¡es muy herniosa!" Estaba toda decorada y los muebles eran de la
clase que más gusta. "Este lugar es hermoso, no esperaba verlo. Mira todas estas
cosas... pusieron muebles como los que tengo en mi casa en la Tierra, ¡me
encanta!"
"Seguro, el Señor sabía que te gustan todas estas cosas, así que las pusimos
aquí para ti. Te dijimos que El te concedería los deseos de tu corazón; todos tus
deseos se concretan en este lugar. Se pensó hasta en los más pequeños detalles,
sí, todos tus deseos, y aún aquellas cosas que ni siquiera pensabas que podrían
conseguirse."
Todo era perfecto, hasta el más insignificante detalle estaba allí presente ¡y
era todo tan hermoso! Puse la atención en tantos detalles y objetos como nunca
antes lo había hecho en mi vida. Había mármol, ¡y en la entrada se encontraba
esta mesa con águilas de oro en sus esquinas! "¡Mira esto!" le dije.
"David, aquí hay muchas cosas que se parecen a las que hay en la Tierra."
"Bueno", me dijo, "no olvides que la Tierra fue hecha a gusto del Señor.
Recuerda que El fue su creador, de manera que mucho de lo que ves allí, también
lo verás aquí. Ven, déjame que te muestre más."

F AMILIAS REUNIDAS
Cuando dejamos la casa y proseguimos hacia el Trono, vi a un hombre, a
una mujer y unos niños. Me dirigí hacia la puerta y le pregunté: "¿Quiénes son?"
David me dijo que era una familia que había muerto en un accidente aéreo.
Esto me intrigó mucho, así que le dije: "Perdón por la ignorancia, pero no pensé
que íbamos a vivir juntos, en familia. Una mujer me dijo una vez que no quería ir
al cielo si no iba a poder vivir con su marido. Mi esposa se llama Cathy, ¿vamos
a estar juntos?"
"Si, van a vivir juntos, pero no de la manera que conoces en la Tierra. Va a
ser mejor de lo que puedas pensar."
Entonces le pregunté a la familia hacia dónde se dirigían. "Vamos a casa, y
luego de picnic, ¿quieres venir?"
"¡Sí!" les contesté. Tenía muchas ganas de ir con ellos, pero David me
detuvo y me explicó que debíamos ir al Trono primero. "Luego te llevaré con
ellos, pero antes se me pidió que le lleve delante del Trono. Eso es lo que debo
hacer. Pero no te preocupes, porque todavía no has visto lo mejor. Vamos,
debemos apresu rarnos". Quería mostrarme más casas camino al Trono.
VI DONDE VIVÍAN LOS PROFETAS
Me llevó por una calle que parecía la parte más antigua de Nueva York.
Había unas mansiones muy hermosas.
"¿De quienes son estas casas? ¿De los patriarcas?"
"Sí", me dijo, "aquí es donde viven los profetas."
Vi sus casas, y vi a algunos de los profetas de los libros del Antiguo
Testamento.
Mientras caminábamos nos saludaban con su mano y decían: "Hola David".
Cuando yo los saludaba con mi mano me decían: "Hola Jesse".
"¿Me conocen?" pregunté.
David me explicó: "¡Has predicado sus sermones! Dios los bendice al saber
que sus mensajes todavía alcanzan a las personas.
Se sienten muy complacidos porque Dios los ha usado tanto que el mensaje
de sus sermones todavía sigue vigente."
Mientras tanto yo tenía que seguir comiendo de esas frutas de color cobrizo
para no sentirme débil. Era jugosa y muy rica y me daba las fuerzas necesarias
para continuar. J ONÁS ENSEÑA SOBRE LA NATURALEZA DE D IOS .
Ya había visto a Jonás antes, pero el ángel continuaba apresurándome hacia
la reunión que debía tener. Cuando íbamos por la calle de los profetas pude
distinguir a Jonás que salía de su casa. Yo tenía mucho interés en preguntarle
acerca del gran pez que se lo tragó. En realidad yo no sabía si había sido una
ballena u otro gran pez y quería preguntarle qué había sentido durante esos tres
días que pasó dentro de su estómago.
Me apresuré para ir a su encuentro y le dije: "¡Estuviste dentro de esa
ballena! ¿Qué sentiste al estar allí?"
Me pareció que se emocionó por un momento, pero al mismo tiempo parecía
estar descontento. Pensé que había cometido un error al mencionarle este
acontecimiento que probablemente le traía descontento. Quizás era algo que
quería olvidar.
Entonces me corrigió: "No, yo estaba siendo desobediente
Desobediencia, pensé, mientras me daba cuenta que estaba trayendo a
memoria la peor parte de la historia. Recordé que Dios le había pedido que fuera
a la ciudad de Nínive para recordarles a sus habitantes que poniendo su atención
en ídolos sin valor estaban abandonando a Dios, la fuente de toda misericordia y
amor. El capítulo 4 verso 2 del libro de Jonás nos muestra que Jonás sintió que
Dios revocaba su sentencia contra los ninivitas y abandonó lo que Dios le había
pedido que hiciera.
Mientras estaba en el barco que lo conducía en dirección contraria a la
ciudad de Nínive, se desaló una gran tormenta. Los marineros comenzaron a
arrojar por la borda toda clase de cosas que podían estar causando la ira de Dios.
La tormenta continuaba y parecía que iba a deshacer la nave. Ya casi no quedaba
qué tirar cuando decidieron sacar a Jonás del barco. Luego de varias preguntas lo
tiraron por la borda. La tormenta cesó inmediatamente. Cuando los marineros
vieron lo que había sucedido comenzaron a adorar al poderoso Dios de Jonás.
Entonces un gran pez, (algunas versiones de la Biblia dice que fue un monstruo
marino) tragó al profeta quien pasó tres días y tres noches en su estómago (Jonás
1:1-17). Ahora podía ver que Jonás no estaba preocupado por el pez ni por los
tres días que pasó en su interior. Lo que le preocupaba era haber desobedecido a
Dios.
"La desobediencia es algo muy poderoso en tu contra. No solo en la vida que
vives ahora en la Tierra, sino que aquí también lo es."
Todavía no puedo darme cuenta qué quiso decir, pero sin dudas que el tema
de la desobediencia era su preocupación. Creo que quiso significar que la
desobediencia provoca una demora al tratar de alcanzar la altura a la que
deberíamos llegar. Podemos, quizás llegar a esa altura en la eternidad, pero creo
que la obediencia a la Palabra de Dios nos permite alcanzarla con mucha mayor
rapidez.
Recuerdo exactamente lo que me dijo: "La Palabra de Dios debe ser
obedecida al pie de la letra".
Luego continuó diciendo: "Cuando salí de allí solo tenía una cosa en mente,
y eso era hacer lo que Dios me había dicho que hiciera. Cuando Dios usó
misericordia sobre la ciudad de Nínive en vez de destruirla, me enojé".
Yo trataba de asimilar cada palabra que me decía. Recordaba la profecía que
Jonás le dio a los habitantes de Nínive. Dios iba a destruir su ciudad en cuarenta
días. Todos creyeron en sus palabras, al punto que el rey mismo proclamó un
ayuno para demostrar el pesar que sentían por sus pecados. Ni hombre ni bestia
bebió agua ni probó bocado en demostración de su gran pena. El rey clamó,
"¿Quién sabe si se volverá y se arrepentirá Dios (si lo obedecemos), y se apartará
del ardor de su ira, y no pereceremos?" (Jonás 3:9).
El capítulo 3 verso 10 registra que "Vio Dios lo que hicieron, que se
convirtieron de su mal camino; y se arrepintió del mal que había dicho que les
haría, y no lo hizo". El capítulo 4 nos muestra que Jonás sabía que Dios tenía
gracia y misericordia y que era tardo para la ira y grande en bondad. Pero dada su
gran misericordia, Dios no cumplió su promesa de destruir a los habitantes de la
ciudad de Nínive, lo que causó que Jonás quisiera escapar de nuevo. Luego me
dijo: "Me sentí muy irritado porque tuve más estima de mí mismo que de la
naturaleza de Dios. Su naturaleza no es destructiva, Dios sana y bendice".
Esto me dio mucho en qué pensar. Aunque quería ver más de la ciudad no
podía quitar lo que me dijo de mis pensamientos. Yo sabía que tenía mi propio
destino para cumplir y que Dios me estaba permitiendo ver el cielo con un
propósito y razón específicos. El ángel me dio a comer más fruta y proseguimos
hacia el Trono de Dios.
CA P Í T U L O N U E V E

V i e l tr o n o d e D io s
Me sentí cada vez más débil a medida que nos acercábamos al recinto del
Trono. Creo que había millones de personas allí. Mientras miraba en todas las
direcciones vi veinticuatro asientos vacíos ubicados muy cerca del Trono.
Entonces le pregunté al ángel: "Leí en las escrituras acerca de los veinticuatro
ancianos. Yo sé que esos son sus asientos pero, ¿dónde están ellos?"
"Jesse, todos somos siervos aquí", volvió a decir David. "Ellos están en la
ciudad o en el paraíso ayudando a los demás. Aquí todos ayudamos a otros.
Todos sirven. Siempre hay alguien tratando de hacer algo por ti. Siempre hay
alguien preguntando ¿puedo ayudarte en algo?"
Hasta las flores se vuelven a uno como en una actitud de servicio. Se
vuelven y "te miran". Y aunque no tienen ojos ellas saben que estás allí y
tampoco puedes aplastarlas ya que atraviesan tus piernas. Recuerdo que miraba
las flores que recién había pisado y no podía creer que no las aplastara. No hay
nada que pueda matarse allí, ya que no existe la destrucción.
Luego de observar cómo se servían los unos a los otros no creo que Dios
tenga en su mente ningún concepto individualista. Creo que El está interesado en
equipos de trabajo. Recuerdo el relato de Santiago y Juan en la Biblia cuando le
preguntan a Jesús cómo podían hacer para tener un lugar especial en el ciclo.
Jesús les explicó (Marcos 10:43-45):
...el que quiere hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor; y el
que de vosotros quiera ser el primero será el siervo de todos.
Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir; y
dar su vida en rescate por muchos.

LOS ÁNGELES ALABABAN A D IOS


Había varios ángeles grandes con alas que volaban alrededor del recinto en
que nos encontrábamos. Eran muy grandes y sus caras parecían que habían sido
cuidadosamente cinceladas. El ancho de sus alas desplegadas era como de diez
metros. El ángel que me acompañaba a mí no tenía alas, su apariencia era como
la de cualquier ser humano. Cuanto más nos acercábamos al Trono más me
debilitaba; era la gloria de Dios. A medida que las personas se acercaban al
Trono se podía ver la unción de Dios sobre ellos, pero al acercarnos más al
Trono no hay nada más notorio que la misma gloria de Dios.
Cuando la luz que salía del Trono me iluminó no pude resistir más y caí al
suelo. El ángel me dio a comer más fruta: "Come para que puedas resistir la
gloria de Dios". Comí, pero mis rodillas no respondían, así que permanecí, en el
suelo. Todos a mi alrededor estaban de pie. Dado que no tengo otra forma de
explicarlo, cuando estás frente al Trono, en pie o en el suelo, la Gloria de Dios
lava tu gloria, su Gloria va dentro de ti y sobre ti.
Todo en el cielo es muy hermoso. El suelo parecía mármol con vetas de oro,
como venas de oro que corren dentro del mármol. Aunque no pude levantar mi
rostro por largo rato, miré hacia arriba, en dirección de la luz admirable y lo vi.
Vi a Elohim, a Jehová Dios, a Yahvéh sentado sobre el Trono. Vi sus pies, solo
sus pies. La luz que de él salía era tan fuerte que no pude ver su rostro. Ahora
comprendo por qué la escritura dice que no podemos ver su rostro y vivir; por lo
menos sabía que yo no podía hacerlo. De todos modos volví a mirar y vi su mano
descansando en el apoya brazo del trono. Es tan grande nuestro Dios que no se lo
puede describir o limitar a una dimensión. Su mano es inmensa. Su cuerpo, la
forma de su cuerpo, es como energía, espíritu. Hay un muro en tomo del Trono,
pero el Trono es más alto que el muro, por eso es que se lo puede ver desde
cualquier distancia y dirección. Y ese poder, y ese humo de Dios como energía,
cubre todo el ambiente en que se encuentra el Trono.
Yo escuchaba un sonido, wuuuuuush. Había una cantidad muy grande de
energía en ese lugar. Esta es la única manera en que puedo explicarlo. Era el
poder de Dios. Se escucha ese sonido y la energía vuelve en dirección a Dios.
Hay humo y poder y ruido, el lugar es ruidoso, y los ángeles gritan
constantemente.
Los ángeles con alas volaban en tomo del trono, cantando y gritando: "El
gran Dios Jehová". Cada vuelta que daban alrededor del Trono alababan a Dios
porque descubrían una nueva faceta de El que no habían visto antes. Expresaban
lo que veían diciendo: "Santo, Santo, Santo". Así de vasto es Dios, y aunque los
ángeles han estado volando en torno del Trono desde el comienzo de sus
existencias, todavía siguen viendo nuevas revelaciones de su carácter y gloria.
Había una nube que lucía como humo que subía desde el trono y el ruido
que continuaba sonando, wuuuuuush. Era un poder tan grande que nunca antes mi
vida había visto algo así. Luego noté que uno de los dedos de Dios se había
movido casi imperceptiblemente. En ese momento uno de los ángeles fue
arrojado contra el muro haciendo un gran ruido, "¡Baaam!" No le hizo daño al
ángel, pero supe en ese momento que un ínfimo movimiento de Dios podría
deshacer todo un universo.
J ESÚS PREDICANDO CON PODER
Yo seguí sobre mi rostro, cada vez más débil delante de la gloria de Dios.
En esa masa de poder y energía podía ver a Jehová Dios, sus pies, mientras Él
estaba sentado. Hay una plataforma inmensa delante del Trono, como un
escenario. A mí me parecía que estaba al mismo nivel que el resto, pero en
realidad estaba levantado. Todo en el cielo está en nivel ascendente. La
topografía se eleva a medida que se acerca al Trono. Luego de esa masiva
manifestación de energía y Luz, amor y poder, vi a Jesús acercarse con cuerpo
humano. Allí estaba El, tal como lo había visto en el paraíso. Esa multitud que
parecían millones y millones de personas se postró sobre su rostro delante del
Trono de Dios y de Jesús.
Por primera vez en mi vida pude comprender a la trinidad en forma física.
Jesús salió de la nube y del poder del Padre. Literalmente salió de la misma
existencia de Jehová Dios, una vez allí, todos gritaron a gran voz. Jesús y el
padre eran uno, aunque eran dos. Jesús estaba en el Padre, y el Padre en El. El
era la mano derecha del Padre, y cuando emergió de esa nube de poder lo hizo
bajo la forma humana, se lo podía tocar.
Durante toda mi vida como ministro pensé en Jesús como una persona de
carácter moderado, calmo y como maestro. Cuando llegó a la plataforma ubicada
delante del Trono yo podía escuchar un ruido que salía del Padre, wuuuush,
wuuuush. Era el sonido del poder. El Jesús que escuché ese día no era un
maestro, aunque bien podía enseñar. Se lo veía como un predicador dinámico.
Siempre que pensé en Jesús en mi mente me lo imaginaba un apacible
maestro, pero El estaba lleno de poder y predicaba con autoridad. Todos allí lo
escuchaban con toda atención mientras predicaba con gran emoción. Yo podía
ver cómo se desgarraba en compasión por aquellos que todavía estaban en la
Tierra.
Predicó acerca de su segunda venida a la Tierra: "Voy a ir a buscar a mi
cuerpo, y mi cuerpo va a residir en este lugar, el cual mi Padre ha creado para
lodos nosotros". Una gran agitación se levantó de entre las personas que estaban
allí por millones, y comenzaron a gritar y alabar a Dios.
Jesús comenzó a gritar en medio de la alabanza de su pueblo en el cielo:
"¡Voy a ir a buscar a sus hermanos, voy a traer a sus hermanas, voy a buscar a
sus familiares y los voy a traer aquí para que vivan junto a mí por siempre!" Se
podía palpar la victoria de Jesús en sus palabras. Estaba muy entusiasmado y
todos contestaban con gritos de alegría.
Mientras predicaba, aunque todos allí tenían cuerpos celestiales, caían bajo
el poder de Dios. Inclusive en el ciclo los cuerpos caen bajo el poder de Dios.

Luego escuché la voz de Jehová decir: "Estoy muy satisfecho".


Yo seguía tendido en el piso tratando de retener todo lo que pasaba. Fue la
experiencia más extraordinaria y poderosa que jamás haya experimentado.
No pude mirar a la cara de Jehová, pero pude ver a Jesús. El corazón de Dios
es el Padre; el rostro del Padre es descubierto por el Hijo, Jesús; la voz de Dios
se escucha a través del Espíritu Santo; la mano de Dios se extiende abierta a
través de la Iglesia.
Mientras Jesús predicaba observé que reiteradamente se volvía hacia la luz.
Pero yo no podía hacer lo mismo, tenía que seguir mirando hacia abajo, aunque
podía ver destellos de lo que pasaba en torno a mí y, también, podía ver la cara
de Jesús. Casi no podía soportar el poder del Padre. Jesús miraba hacia atrás
donde estaba el Padre, a veces lo hacia mirando sobre su hombro, como si no
quisieran estar separados por un momento ni siquiera de su vista. Pude sentir el
amor de Dios en Jesús, y también pude ver cómo el amor y el afecto fluían entre
el Padre y el Hijo. Nunca antes vi un amor como este, parecía magnético, se
atraía el uno al otro.
Jesús entraba y salía de esta nube de poder, del fuego y de esa gran masa de
energía. Cuando Jesús caminaba hacia la nube de energía y se acercaba a ella, yo
tenía que bajar mi cabeza porque no podía soportar la luz. Su forma humana se
transformaba en Espíritu cuanto más se acercaba a la luz.
Pude comprender cómo la trinidad son tres, aunque son uno. Seguía tendido
en el suelo cuando me volvía hacia el ángel para preguntarle dónde estaba el
Espíritu Santo. "Está en la Tierra", me dijo.
Claro, cuando volví a pensar en esto un tiempo más tarde, me sentí muy
estúpido por haber hecho una pregunta tan sonsa. Todavía me avergüenza un
poco cada vez que lo recuerdo.

VI NIÑOS EN LOS PENSAMIENTOS DE DIOS


Vi nuevas vidas de pequeños bebés cantando y bailando en torno del trono
de Dios. Me daba la impresión de que esos bebés provenían del aliento de Dios.
Parecía que vestían camisones y volaban hacia la presencia de Jehová.
Me di cuenta que eran nuevas almas que salían de los pensamientos de Dios.
Dios piensa niños. Ahora sé por qué los recién nacidos son tan preciosos para
Dios. Los niños son regalos dados a nosotros directamente desde el Trono de
Dios.
Escuché que le decían a Dios: "¿Puedo ser espíritu? ¿Me enviarías a la
Tierra para poder ser espíritu? Quiero ser un redimido, ¿puedo ser espíritu?
Mientras miraba lo que sucedía podía escuchar el sonido del poder de Dios,
wuuuush, y los bebés se apartaban del trono por el poder de Dios.
No sé cuanto tiempo pasé allí, pero sentía que no podría resistirlo mucho
más. Por eso pienso que estaba en ese lugar en mi carne, que mi cuerpo físico
estaba allí.
De pronto el ángel me dijo: "Debemos irnos. Esto es muy fuerte para ti.
Ven". Me sacó del lugar donde estaba el trono, mientras David caminaba con
nosotros.
Volvimos todos al carruaje. Mientras nos alejábamos la gente me saludaba
con su mano.
Le pregunté a David si volvería ver a Abraham antes de irme. "Sí", me dijo,
"lo verás antes de volver."
Las personas comenzaron a irse del Trono rumbo a la ciudad y al paraíso.
Ayudaban a otros a hacerlo y los bendecían. Entre ellos había algunos que
conversaban acerca de temas teológicos de la Palabra de Dios.
Regresamos por la calle de los profetas. Pasamos junto a un hermoso
edificio y pregunté si podía entrar. "No", me dijo el ángel, "ningún ojo humano
ha visto el interior de ese edificio."
"¿Qué hay allí?"
"Solo Jehová sabe lo que hay allí. El ojo humano no ha visto su interior, ni
siquiera a Enoc se le ha permitido."
No tengo idea de qué es lo que había en él.

E NTONCES VOLVÍ A VER J ESÚS


Mientras regresábamos por la calle de los profetas, de pronto, volví a
escuchar una voz familiar que decía: "Jesse". Me di vuelta y vi que era Jesús.
"Qué lindo mensaje, fue hermoso", le dije. Todavía podían verse destellos de
luz que salían de El mientras me dijo: "Es un mensaje verdadero. Por ello estás
aquí, debes decírselo a mi pueblo".
"No me creerán", contesté.
Su voz fue más firme aun: "Tu sólo diles. Cuando menos lo esperen,
volveré".
Y una vez más me dijo con toda firmeza: "Vé, y di a mi pueblo que vuelvo".
Este era mi destino, ir al cielo para aprender esta lección. Pensé, ¡Esto es
todo? ¿para esto me trajo aquí? Yo estaba un poco desilusionado por el hecho de
saber que mi viaje al cielo fue para escuchar eso, nada más. Yo pensé que había
ido para aprender algo que nadie nunca había sabido u oído. El propósito por el
cual
fui al cielo fue escuchar a Jesús decir que El volverá por su pueblo, y que yo
debía decírselo.
Seguramente era muy obvia mi incredulidad. Le dije: "Señor, ya saben eso".
Se puso más severo conmigo y mientras me hablaba levantó aun más su voz:
"No, no lo saben; vé y diles que vuelvo".
Pablo nos escribió acerca de la segunda venida de Cristo en 1
Tesalonicenses 4:13-18:
Tampoco queremos, hermanos, que ignoréis acerca de ios que duermen,
para que nos os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza. Porque si
creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que
durmieron en él. Por lo cual os decimos esto en palabra del Señor: que
nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor; no
precederemos a los que durmieron. Porque el Señor mismo con voz de mando,
con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los
muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, las que
hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para
recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor. Por lo tanto,
alentaos los unos a los otros con estas palabras.

La intensidad de su amor por nosotros era muy evidente en su cara y en su


voz. Cuando miré a sus ojos comprendí la importancia de lo que me estaba
diciendo. En ese instante me di cuenta que su regreso es la cosa más grande que
podemos esperar. El mensaje de que Jesús vuelve pronto es la noticia más
extraordinaria que podamos compartir.
C A P Í T U L O D I E Z

D i o s e an sj u l gá ag rr ái m l a s
Jesús me había revelado el deseo de su corazón al pedirme que le dijera a
todos que pronto regresará a la Tierra por segunda vez. Mientras me decía esto
pude sentir la compasión con la que lo expresaba mientras esperaba mi respuesta.
Le dije: "Señor, haré todo lo que esté en mi conocimiento para contarles,
porque te amo con todo mi ser, pero he cometido algunos errores en mi vida".
Me dijo: "No sé lo que has hecho, yo lavé todas tus faltas con mi sangre,
estás libre". "Gracias", le dije.
Mientras comenzaba a decirme otra cosa pude ver cómo se acumulaban
lágrimas en sus ojos, antes de caer por sus mejillas. Entonces me dijo: "El peor
día de mi vida todavía no ha llegado". De pronto el Padre estaba hablando a
través del Señor Jesús, cuando dijo: "¿Conoces el pasaje de las Escrituras en el
que digo que voy a enjugar toda lágrima en el cielo?"
"Nunca comprendí del todo esta parte de tu Palabra, Señor", me apresuré a
contestarle. Yo sabía que Juan mencionó en Apocalipsis 21:1-5 que Dios tenía
planeado enjugar las lágrimas:
Vi un ciclo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera
tierra pasaron, y el mar ya no existía más. Y yo Juan vi la santa ciudad, la
nueva Jerusalén descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa
ataviada para su marido. Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el
tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su
pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios. Enjugará Dios toda
,
lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte ni habrá más llanto, ni
,
clamor ni dolor; porque las primeras cosas pasaron.
Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas
las cosas. Y me dijo: Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas.

Ahora Jesús estaba explicándome este misterio y me decía: "Esto incluye


las lágrimas de mis ojos, Jesse. En el día del gran juicio tendré que decirles a
algunos que amo mucho que se aparten de mí. Ese será un día terrible.
Terrible".
Yo podía ver lágrimas en sus ojos mientras me decía esto y me partió el
corazón. Creo que todos imaginamos a Dios enjugándonos las lágrimas a
nosotros en ese día. No comprendemos la magnitud del amor que El siente por
nosotros. Yo quise consolarlo, así que me acerque y puse mi brazo sobre sus
hombros. No supe que hacer en ese momento ya que podía percibir el dolor de
su corazón.
Hubo otros momentos en las Escrituras en los que nos encontramos con
Jesús llorando. Cuando lloró por Jerusalén pudo haber cambiado la situación
allí. Vimos sus lágrimas cuando la muerte de Lázaro, pero lo levantó de entre
los muertos. También vimos sus lágrimas durante su crucifixión, pero luego
vimos su resurrección. Pero el día en que llegue el gran juicio nada podrá
cambiar ya. Sus palabras serán irrevocables. Cuando tenga que rechazar a
muchos, su más preciada posesión, no podrá cambiar su porvenir. Ese será su
día más terrible.
Luego me dijo: "Jesse, esa será una decisión definitiva, no la podré
cambiar. Derramé muchas lágrimas el día en que Adán cayó de la gracia, pero
yo sabía que iba a enviarme a mí mismo para pagar el rescate. Pude hacer algo
por ellos. Pero ese Día se acerca y será final, no podré hacer nada. Una vez
que se pronuncie el veredicto no podrá ser cambiado. Tendré que enjugar las
lágrimas de mis ojos".
Entonces me habló con mucha firmeza: "Diles que regreso pronto. Jesse".
Le pregunté: "Señor, ¿cuándo volverás?"
No me dio una respuesta directa, pero me dijo: "Todos buscan las señales
cuando deberían testificar acerca de mí en su lugar".
Comprendí que quería explicarme el hecho que prestemos más atención a
las señales que indicarán su inminente regreso que
a ser sus testigos, que anunciemos que vuelve pronto, que compartir con
todos quién es El, la persona de Jesucristo.
Me di cuenta que El no sabía qué día ni en qué año iba a regresan pero
pude ver que su regreso no es simplemente su venida, es nuestro testificar
acerca de El. Cuando dijo en los evangelios que su reino no pertenecía a este
mundo, estaba tratando de que todos comprendieran que debían mirar a sus
testigos y no solamente prestar atención a las señales que lo muestran como el
Mesías.
Sentí que lo que quería decir era que nuestros ojos debían estar puestos en
El, en vez de en el período de la gran tribulación.
Pero como cuerpo de Cristo estamos en total desobediencia al pelear unos
contra otros. No estamos siendo buenos testigos. Satanás es el más grande
aliado de nuestras divisiones como cuerpo de Cristo. Pienso que Jesús quiere
que nosotros, la Iglesia, miremos más al que es que a nuestras diferencias. Si
comenzamos a revelar quién es Cristo, la persona de Jesús a las naciones,
entonces la gente se acercaría a El. Creo que estamos demorando su venida al
seguir esperando las señales antes de actuar de acuerdo a la Palabra, en vez de
mostrarnos como testigos de El ante un mundo de personas que mueren sin
conocerlo cada día.
Mucho creemos que los milagros hacen que las personas vengan a la
iglesia, cuando los milagros, en realidad, crean muchas dudas. Juan el Bautista
no tuvo ningún milagro en su ministerio, pero causó una reforma moral. Creo
que fue el único predicador a quien siguieron fuera de los templos para
escucharlo. Hasta el pagano más grande la ciudad de Jerusalén, Herodes,
sentía respeto por él.
Necesitamos predicar a Jesús y a su mensaje. La gente no comprende a
Jesús como persona. Yo lo conozco como una persona, y no obtuve ese
conocimiento en el cielo; lo obtuve una noche en Boston, Massachusetts,
cuando fui salvo. Creo que si la Iglesia trabajara junta en testificar acerca de
quién es Jesús, y que si nosotros predicáramos el mensaje de Jesús, entonces
podríamos evangelizar al mundo en tan sólo un día.
Jesús no me pudo decir cuándo vendría. Comprendí por qué el Padre no le
había revelado cuando sería el día del gran juicio. Sentí que Jesús me habría
dicho el día si El lo hubiera sabido; así estaríamos preparados. No creo que
pueda mantener el secreto si lo supiera por su gran amor a la humanidad.
Marcos 13 nos cuenta las señales que precederán su regreso. Los versículos
32-37 dicen:
Pero de aquel día y de la hora nadie sabe, ni aun los ángeles que están
en el cielo. ni el Hijo, sino el Padre. Mirad, velad y orad; porque no sabéis
cuándo será el tiempo. Es como el hombre que yéndose lejos, dejó su casa, y
dio autoridad a sus siervos, y a cada uno su obra, y al portero mandó que
velase.
Velad, pues, porque no sabéis cuándo vendrá el señor de la casa; si al
anochecer o a la medianoche, o al canto del gallo, o a la mañana;
Para que cuando venga de repente, no os halle durmiendo. Y lo que a
vosotros digo, a todos lo digo: Velad.

Comprendí que Dios desea profundamente nuestro amor. Antes de esto


nunca supe cuanto El necesitaba que yo alcanzara a otros. Siempre pensé
cuánto lo necesitaba yo a El, pero nunca pensé en cuánto El me necesita a mí.
Le dije: "Haré cualquier cosa por ti, aunque parezca un poco impetuoso de
mi parte. Pedro te dijo lo mismo, pero que yo sepa haré cualquier cosa por ti".
Se sonrió y me dijo: "Yo te elegí, nadie te quería, pero yo te necesito,
Jesse".
"Bueno, le diré a cada alma que conozca que tú vienes pronto", le dije.
"Te traje aquí con este propósito. Ahora debes regresar." "Me
gustaría quedarme", le dije.
"Estarás aquí por toda la eternidad", mientras miraba a David y al ángel
dijo: "David, a Jesse le gustan las montañas. Llévenlo por el camino de las
montañas".
Volvió a mirarme y sonrió. Otra vez pude ver sus rasgos, aunque no
podría decir de qué color eran sus ojos, pero eran como grandes estanques
llenos de amor. Me dijo: "Nos veremos pronto. El día llega en que no
tendremos que separamos ya más. Estaremos juntos por siempre, y será antes
de lo que piensas".
Isaías también profetizó que Dios enjugaría lágrimas en el capítulo 25
versículo 8:
Destruirás a la muerte para siempre; y enjugará Jehová el Señor toda
lágrima de todos los rostros; y quitará la afrenta de su pueblo de toda la
tierra; porque Jehová lo ha dicho.

Juan aprendió la misma lección cuando vio el cielo. Apocalipsis 7:17


dice:
Porque el Cordero que está en medio del trono los pastoreará, y los
guiará a fuentes de agua de vida; y Dios enjugará toda lágrima de los ojos
de ellos.

Pude notar la compasión en los ojos de Jesús. El no quiere que nadie


perezca, y quiere que todos se arrepientan para que reciban lo que el Padre
tiene para ellos.

UN VIAJE A LAS MONTAÑAS


Subí de nuevo al carruaje con David y el ángel. Jesús les había dado
instrucciones de llevarme de regreso a casa por el camino de las montañas.
Cuando pasamos junto a ellas pude escuchar el canto de los niños. No puedo
explicar lo hermoso que es el cielo, solo puedo estar de acuerdo con las
palabras de Pablo en 1 Corintios 2:9-10:

Antes bien, como está escrito: cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han
subido en corazón del hombre, son las que Dios ha preparado para los que le
aman. Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu
todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios.

Cuando estábamos cerca de las montañas vi que había gente de picnic,


comiendo y disfrutando. Luego vi a la familia con la que había hablado antes.
Uno de ellos me dijo: "Lamento que no puedas quedarte, pero cuando regreses
comeremos juntos".
Vi pequeños departamentos y condominios. Le pregunté a David qué eran.
Me dijo: "Jesse, aquí se conceden todos los deseos. Cada una de las personas
que vive aquí tiene una casa en la ciudad, pero a algunos les gusta el campo,
así que tienen un lugar donde venir cuando lo desean. Las personas no solo
viven en la ciudad, a algunos les gusta tener también un departamento, así que
el gran Dios se los provee. El deseo de cada persona es concedido aquí".
"¿Quieres decir que los que tienen una mansión también quieren tener un
lugar aquí?"
Me dijo: "Sí, ¿quieres uno tu también? Puedes tenerlo, porque el gran
Dios es todo misericordia. Como te dije, todos los deseos son concedidos".
Dios simplemente bendecía a todos. El salmo 37:3-4 lo confirma:
Confía en Jehová, y haz el bien; y habitarás en la tierra, y te
apacentarás de la verdad.
Deleítate asimismo en Jehová, y él te concederá las peticiones de tu
corazón.

Había gente de distintas razas allí. Noté que había un grupo de niños
orientales que eran enseñados en la Palabra del Señor por una mujer. Pregunté
"¿Hay padres y madres aquí?"
"Algunos lo son", me dijo David, "pero la mayoría no lo son. Llegan a
una edad en la que deben aceptar o rechazar a Dios. Los padres puede que lo
rechacen y vayan al otro lado, pero el gran Dios es misericordioso; El no
rechaza a sus hijos. A veces los niños mueren muy temprano en sus vidas, así
que les enseñamos y ellos crecen."
Conocía a padres que habían perdido a sus niños recientemente, quienes
estarían muy felices de saber que iban a encontrarse con ellos aquí. Los niños
serían enseñados en las cosas de Dios.
Creo que si todos pudieran ver los tesoros que Dios tienen almacenados
para ellos en el cielo, no sería tan difícil que comprendan la voluntad de Dios
respecto de que sean sanos y prosperen en la Tierra. Hay hojas para sanidad en
el ciclo, y la prosperidad se la puede ver por todos lados. Cualquier cosa que
se te pueda imaginar, cualquier cosa que se te ocurra en la Tierra, ya te ha sido
otorgada en el cielo.
A la humanidad le resulta muy difícil recibir lo que Dios tiene para ella
porque el pecado ha tocado sus vidas. Todavía el pecado sigue robándonos;
nos roba los pensamientos y la confianza en las promesas de Dios.
¿Has notado que la palabra Evangelio solo se encuentra en el Nuevo
Testamento? Esto es así porque su significado es "buenas nuevas", y no hay
buenas noticias en el Antiguo Testamento. Antes de que Cristo muriera por
nosotros era "haz o muere". El Antiguo Testamento solo nos muestra la ley
que no podemos cumplir. ¡Pero Cristo fue herido por nuestras transgresiones y
por sus llagas hemos sido sanados! Por su gracia podemos acercarnos al trono
de Dios y ser reconciliados con el Padre y con su glorioso plan de bendición
para nosotros.
Si alguna vez quisiste hacer algo para el Señor, puedes decirle a alguien
que El regresa y que regresa para llevarnos consigo. Ayuda al Señor a alcanzar
a aquellos que no han escuchado sus buenas noticias.
Cuando miraba una vez hacia Él sentí que casi no podría aguardar al día
en que, como el mendigo de Lucas 16, seré "llevado al seno de Abraham".
Le dije: "Gracias", y otra vez estaba en mi camino de regreso.
C A P Í T U L O O N C E

D e n ua es va o e n c
El carruaje comenzó a acelerar su marcha. Podía escuchar el poder con el
que se desplazaba, ¡wuuush! A los pocos segundos de haber dejado el paraíso
estaba de regreso en mi dormitorio, en la misma posición en que lo había
dejado a la una de la tarde. En mi mente todo parecía haber ocurrido tan solo
unos treinta minutos, pero eran las 6:15 de la tarde cuando volví a ver el reloj.
¡Había estado en el cielo durante cinco horas y quince minutos!
Alguien iba a recogerme para ir a la iglesia a las 6:45 así que me vestí
muy rápido. Todavía estaba aturdido con lo acontecido así que pensé, No le
voy a contar a nadie, van a pensar que estoy loco.
El hermano que me venía a buscar todas las tardes para ir a las reuniones
era de esos a los que les gusta hablar, pero esta vez, mientras íbamos a la
iglesia no pronunció ni una sola palabra; solo me miraba. Pensé, ¿ habré dicho
algo que lo ofendiera?
Cuando llegamos, la reunión había comenzado; estaban cantando, así que
me dirigí hacia adelante. Mientras caminaba comenzaron a señalarme con sus
dedos, "mira al hermano Jesse, le brilla la cara". Había luz en mi cara, había
estado en presencia de la gloria de Dios.
Cuando caminé hacia la plataforma, el pastor me siguió. Yo iba a
sentarme en uno de los bancos, pero el pastor me indicó que me acercara. Le
dije: "He estado en la presencia de Dios". Pero ellos pensaban que yo quería
significar que había estado orando.
Al darme cuenta que no habían comprendido, les expliqué: "No, no me
refiero a haber estado orando; quiero decir que estuve en la presencia física de
Dios". ¡Había estado en el cielo!
Ni siquiera prediqué esa noche, no dije una sola palabra, pero la gente
comenzó a caer bajo el poder del Espíritu de Dios. Hubo una poderosa
ministración en todo el auditorio sin que yo dijera nada más.

T ODO EL BIEN DE DIOS PASÓ DELANTE DE LA GENTE


Moisés no pudo ver el rostro de Dios y vivir después de ello, pero le fue
permitido ver su gloria. Lo puso en la peña y lo guardó en una fisura de la
roca; lo cubrió con su mano hasta que pasó. Veamos Éxodo 33:18-23:
El entonces dijo: Te ruego que me muestres tu gloria.
7 le respondió: Yo haré pasar todo mi bien delante de tu rostro, y
proclamaré el nombre de Jehová delante de ti; y tendré misericordia del que
tendré misericordia, y seré clemente para con el que seré clemente.
Dijo más: No podrás ver mi rostro; porque no me verá hombre, y vivirá.
8 dijo aun Jehová: He aquí un lugar junto a mí, y tu estarás sobre la
peña; y cuando pase mi gloria, yo te pondré en una hendidura de la peña, y
te cubriré con mi mano hasta que haya pasado.
Después apartaré mi mano, y verás mis espaldas; mas no se verá mi
rostro.

Cuando Moisés bajó del monte Sinaí luego de ver todo el bien de Dios, y
luego de recibir las instrucciones para Israel, la Biblia dice en Exodo 34:29
que él no se había dado cuenta que su rostro resplandecía por haber hablado
con el Señor.
La gente me dice que mi cara brilla cuando hablo de mi viaje al cielo, yo
no me veo, pero sé que siento un gran renuevo cuando hablo de ello o me
refiero al mensaje que allí recibí.
No es mi intención compararme con Moisés; solamente digo que Dios es
el mismo hoy. El ver la gloria de Dios me hace sentir una felicidad que me
desborda, por eso me siento llamado a un ministerio de felicidad intensa.
Dios todavía nos pone sobre la roca y nos esconde en una de sus
hendiduras para que podamos estar en presencia de todo su bien. Esa roca es
Jesucristo, y estamos cubiertos con su sangre para poder soportar todo su bien
hoy, así como Moisés lo hizo en el monte Sinaí.

E L S EÑOR NOS DA AGUA VIVA


Cuando los hijos de Israel necesitaron agua, Dios les dio una roca, y agua
viva brotaba de ella cuando tenían necesidad. Primera Corintios 10:4 explica
de dónde provenía esa agua:
9 todos bebieron la misma bebida espiritual; porque bebían de la roca
espiritual que los seguía, y la roca era Cristo.

Cuando estuve en el ciclo me sentía deshidratado, como uno se siente


luego de haber andado en motocicleta todo un día de calor. Tu cuerpo puede
comenzar a temblar cuando tienes tanta sed. Me dieron agua del río de la vida
por lo menos unas cinco veces; era tan fresca que enseguida me calmaba la
sed y me refrescaba cuando la tomaba. Al comer de las frutas recobraba las
fuerzas, también, pero al llegar al Trono de Dios recuerdo que tomaba agua y
eso me renovaba de una manera extraordinaria.
Jesús le dijo a la mujer junto al pozo, en Juan 4:10-14 que debería haberle
pedido agua a El:
Respondió Jesús y le dijo: Si conocieras el don de Dios, y quien es el que te
dice: Dame de beber; tú le pedirías, él te daría agua viva.
La mujer le dijo: Señor; no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo. ¿De
dónde, pues, tienes el agua viva? ¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Jacob,
que nos dio este pozo, del cual bebieron él, sus hijos y sus ganados? Respondió
Jesús y le dijo: Cualquiera que bebiera de esta agua, volverá a tener sed; mas el
que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo
le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna.

Creo que Dios quiere un avivamiento de gozo en su Iglesia. No interesa


cuán maduro seas, siempre serás un hijito, una hijita de Dios. Creo que Dios
quiere avivar a su pueblo con el refresco de todo su bien; como un padre
juega con sus pequeños, así nuestro padre en los cielos se deleita al escuchar
nuestra risa y alegría.
Dios no sólo está buscando una relación seria con nosotros, El quiere
que no estemos esperando con miedo a que nos dé una palmada por haber
hecho algo mal. Creo que hay momentos para una santa reverencia o para
permanecer silenciosos en su presencia, creo que a Dios le complacería
mucho ver su gozo restaurado en su iglesia. Nehemías dijo en el capítulo 8,
versículo 10 que "el y gozo del Señor es nuestra fortaleza".
Cuando el gozo es restaurado, quizás podamos comenzar a pensar en
trabajar junto a nuestros hermanos de otras denominaciones, en vez de
competir o de pelear los unos contra los otros, como tan a menudo sucede. El
más grande enemigo del cuerpo de Cristo es el "amigable" fuego que se
enciende cuando las personas hablan contra otras.
Este mensaje del cielo puede cruzar todas las denominaciones porque
todos deseamos ir al cielo. Para la mayoría de la gente el cielo es un lugar,
pero dado que yo estuve allí, puedo decirte que el cielo es Dios mismo. Es
donde El habita, su casa. Mientras nosotros, los creyentes, estamos aquí en
la Tierra camino a reunimos con El en el cielo, podemos aprender a trabajar
todos juntos, en unidad, para ser mejores testigos de su persona frente al
mundo.
Si testificamos acerca de la bondad de Dios más y más personas serán
acercadas a su amor. Mientras le mostramos al mundo cómo recibir a Jesús, El
los llenará de agua viva para que sean refrescados en la bondad de Dios. El
avivamiento no hace otra cosa que mostrar la gloria de Dios.
EL MISTERIO DEL PLAN DE DIOS ES REVELADO
Pablo explicó en Efesios 1:3-10 el misterio de la voluntad de Dios para
nuestra vida:
Bendito sea /alabado, laudado, elogiado] el Dios y Padre de nuestro Señor
Jesucristo [el Mesías], que nos bendijo con toda bendición espiritual [dada por
el Espíritu Santo] en los lugares celestiales en Cristo, Según nos escogió en El
[en su amor] antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos
[consagrados y separados para El] y sin mancha delante de él. En amor
habiéndonos predestinado [predestinado, planeado en amor para nosotros]
para ser adoptados [revelados] hijos suyos por medio de Jesucristo, según el
puro afecto de su voluntad, ¡porque así le plugo], Para [que nosotros seamos]
alabanza de la gloria de su gracia [favor y misericordia], con la cual nos hizo
aceptos en el Amado.
En quien tenemos redención [liberación y salvación] por M I sangre, el
perdón de pecados [transgresiones] según las riquezas de su gracia,
Que hizo sobreabundar para con nosotros en toda sabiduría e inteligencia,
Dándonos a conocer el misterio [secreto] de su voluntad [su plan, su
propósito], según su beneplácito, el cual se había propuesto en sí mismo,
De reunir todas ¡as cosas en Cristo, en la dispensación del cumplimiento
de los tiempos, así las que están en los ciclos, como las que están en la tierra
[ambas].

En los versículos 17 al 20 de este primer capítulo de la carta de Pablo a


los efesios, él ora para que Dios les dé revelación de sus misterios para que
pudieran comprender la grandeza de su poder en y para aquellos que creen,
como lo demostró al levantar a
Cristo de entre los muertos. Lo que Pablo oró por los creyentes de
Efeso, es también para nosotros hoy.
[Siempre oro] Para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de
gloría, os dé espíritu de sabiduría y de revelación [de los misterios y secretos]
en el conocimiento de él,
Alumbrando los ojos ele vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la
esperanza a que él os ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su
herencia en los santos [sus separados],
Y [para que puedan saber y comprender] cuál la supereminente grandeza
de su poder para con nosotros los que creemos, según la operación del poder
de su fuerza, La cual operó en Cristo, resucitándole de los muertos y
sentándolo a su diestra en los lugares celestiales.
He visto esta bondad y poder de Dios y he deseado compartir estas buenas
noticias con todos, aunque debo admitir que me tomó un largo tiempo antes de
poder compartir lo que había visto.

UN MENSAJE PARA COMPARTIR : ¡J ESÚS VIENE !


No le conté mis experiencias en el cielo a mi esposa, hasta cinco días
después de sucedidas. Le dije: "Cathy, siéntate, quiero que escuches lo que
voy a contarte". Luego la hermana de Cathy, Deborah, y su marido vinieron a
de visita.
Yo estaba listo para contarle mis experiencias cuando Deborah me
interrumpió y dijo: "La otra noche soñé que estaba en el ciclo, sentada con mis
cuatro hijos. Pero luego comprendí que debi haber malentendido porque sólo
tengo tres hijos".
Entonces la miré y le dije: "No, tienes cuatro hijos. Perdiste un embarazo,
¿recuerdas?" Luego les dije: 'Tómense de sus sillas y escuchen esto".
Cuando les conté que vi aquellos niños en el ciclo, Deborah irrumpió
llorando, entonces le dije, "Lo que soñaste era verdad: tienes cuatro hijos. El
otro te está esperando en el cielo".
Ella estaba tan complacida de saber que había visto niños en el cielo que
estaban esperando que lleguen sus padres.
A lo mejor tú o alguien a quien conoces esté esperando ver a uno de sus
niños cuando llegue al cielo, y aunque no lo puedes traer de regreso (ver 2
Samuel 12:22-23), puedes ir a tu hijo dándole tu vida a Jesús como Señor y
Salvador tuyo.

V IVE UNA VIDA QUE GLORIFIQUE A DIOS


No me llamen "el hombre que fue al cielo". Dios me llamó para ser
evangelista y para predicar el Evangelio. No tienes que creer mi testimonio,
aunque es verdad.
Ahora conozco la apariencia de Jesús, y sé qué les espera a los que creen
en El. El recibir una revelación de la verdad no hace que la persona reciba el
poder para vivir una vida santa. Cada uno de nosotros debe vivir su salvación
en total dependencia del Espíritu Santo, quien nos da el poder para vencer el
pecado y para vivir una vida como Cristo espera que vivamos.
Con esto me refiero a que Dios me ha dado el privilegio de predicar por
medio de este libro, aunque no me ha concedido el don de poder vivirlo. Debo
guardar mi salvación con temor y temblor. Algunos piensan que por tener un
gran llamado sobre sus vidas automáticamente adquieren la santidad necesaria
para cumplir con El, pero esto no es así. Hay que tomar la Palabra de Dios
para obedecerla y para aplicarla a nuestras vidas.
No tomo esto a la liviana, ni estoy interesado en lo espectacular; sólo me
interesa lo sobrenatural. Encuentro que lo espectacular lleva gloria al hombre,
mientras que lo sobrenatural glorifica a Dios. Si quieres un mover
caracterizado por el fluir de la unción de Dios y sí quieres que este no se
interrumpa, entonces no permitas que tu ministerio sea espectacular Mantenlo
en lo sobrenatural, donde el poder de Dios sea el único motor que lo impulse.
Isaías proclamó en el capítulo 2, versículo 11, que los altivos serán
abatidos y los soberbios serán humillados, y Jehová solo será exaltado en
aquel día. La gloria de Dios es lo suficientemente espectacular como para que
el hombre le agregue algo de sí.
Algunos tratan de prestar atención a los momentos espectaculares del
ministerio de Jesús. Ellos dicen: "¡Oh, hacedores de grandes milagros!" Pero
El dice: "No soy yo, sino mi Padre en mí que hace la obra. He venido a hacer
la voluntad de mi Padre" (Juan 14:10; 5:30 parafraseados por el autor).
Como la Iglesia, somos la mano extendida de Dios para alcanzar a un
mundo en agonía. Debemos vivir como sus hijos y compartir el testimonio de
su poder que nos salva de nuestros pecados para que otros puedan ver su obra
en nosotros y en nuestras vidas.
Créeme: Jesús vuelve, y Él me dijo que se lo advirtiera a su pueblo. He
visto el cielo, y es más hermoso de lo que cualquiera pudiera imaginárselo. Te
aseguro que no te lo quieres perder ni deberías permitir que otros se lo
pierdan.
C a p í t u l o D O C E

E n e l c i e l o pt oa dr to es de er al n m
e q u ip o
Cuando cuento mi viaje al cielo me sorprende ver la paz que trae a
quienes lo escuchan. Antes de escribir este libro, solo había compartido partes
de mi experiencia cuando ministraba en distintos lugares a los que era
invitado. Luego de compartir este testimonio muchos me decían que el haber
escuchado mi experiencia les había traído gozo a sus corazones. Algunos me
contaron que también fueron llevados allá y que habían visto los mismos
lugares que yo describí. Otros me comentaron que pudieron comprender mejor
a la trinidad y que se sintieron más cerca de Dios.
Permanecí callado por largo tiempo hasta que el Señor me urgió a
compartir lo que había visto. Muchos editores me pidieron que escribiera un
libro, pero yo ni siquiera consideraba la posibilidad.
Es difícil de explicar lo que esta experiencia significa para mí. No me
imagino yendo por todos lados diciendo lo que vi.
Pero una mañana en que me encontraba en una conferencia para ministros
Dios me habló y me dijo que quería que escribiera un libro de mi visita al
cielo.
Siete años habían pasado desde que estuve allí y Dios me estaba diciendo
que era tiempo de contar por escrito mi historia. Le pregunté al Señor:
"¿Cómo voy a hacerlo?" Ese día mi editor, Buddy Harrison, vino a verme, y
me dijo: "Jesse, de ninguna manera quiero que te sientas presionado, pero creo
que debes escribir un libro con tu historia". Supe que era una confirmación de
lo que el Señor me había dicho esa misma mañana.
El viaje al ciclo fue tan especial para mí que nunca quise que nadie tratara
de analizarlo o evaluarlo. Algunos podrían pensar que quería escribir para
ganar dinero por medio de las ventas del libro, aunque yo usaría ese dinero en
el Evangelio, de cualquier manera. Pero esta historia es parte de mí mismo; me
cambió la vida, y ahora comprendo que no fui llevado para ver lo que vi como
una experiencia personal. Sabía que el relato iba a ayudar a muchas personas,
también.
Todavía puedo escuchar la voz de Pablo cuando me decía que las
aflicciones de este tiempo son sólo pasajeras. El quería que yo te recordaría
que los tiempos difíciles que a lo mejor te tocan pasar no durarán toda la vida.
Durarán solo un momento en comparación a la eternidad que tenemos por
delante. El dijo en 2 Corintios 4:15-17:
"Porque todas estas cosas padecemos por amor a vosotros, para que
abundando la gracia por medio de muchos, la acción de gracias sobreabunde
para gloria de Dios.
Por tanto, no desmayemos; antes aunque este nuestro hombre exterior se
va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día.
Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez
más excelente y eterno peso de gloria".

El versículo 17 se ha sacado de contexto durante siglos. Pablo dijo: "esta


leve tribulación momentánea". Nuestra aflicción es solo por un momento, no
para toda la vida. Si no eres cuidadoso, la iglesia hará que este "momento" se
transforme en toda una vida. Hay una muy grande diferencia entre un
momento y toda la vida.
La religión ha causado a todo el Cuerpo de Cristo un gran dolor a través
de este versículo. Lo primero que me dijeron en la iglesia luego de
convertirme fue: "Va a ser una vida difícil, Jesse. El diablo le va a hacer
tropezar y le va a castigar, pero el que persevere hasta el final será salvo".
Convirtieron la refriega de un momento en una situación de toda la vida.
¡No tienes que esperar toda la vida para ser sano! Por cuyas heridas fuisteis
sanado (1 Pedro 2:24). Muchos han frustrado la gracia de Dios al convertir un
momento en toda una vida.
¿Quieres hacer que toda tu vida de miserias sea transformada en solo un
momento de aflicción liviana? Una decisión radical y enérgica hace que toda
una vida sea solamente un momento, se necesita una pequeña palabra. Una
palabra. El diablo le tiene miedo. Cada gobierno de este mundo le tiene miedo.
La gente le tiene miedo.
Esa palabra se llama "¡No!"
Los cimientos comienzan a quebrarse cuando le dices al diablo "¡No!"
Jesús fue más allá, y le dijo: "Vete de mí, Satanás" (Lucas 4:8). En otras
palabras: "Retrocede, tu presencia arruina el paisaje".
Creo que cuando Jesús murió en la cruz, Satanás y sus seguidores se
alegraron de su victoria. Mientras tanto que Jesús partía susurraba: "No se
termina hasta que se termine" (paráfrasis del autor).
Ahora bien, cuando algo vienen para desanimarme, puedo escuchar
aquellas palabras: "Haz que dure sólo un momento". Cuando los doctores me
dijeron que estaba enfermo, escuché: "Haz que dure sólo un momento".
Cuando estuve frustrado por algunos detalles de nuestro ministerio
televisivo, escuche que Pablo me decía: "Haz que dure sólo un momento".
Ni bien mi actitud cambió, Dios me habló y me dijo que hacer con el
ministerio, y la frustración desapareció. Así que me siento empujado a hacer
lo que sea para ayudarte a comprender esas buenas noticias del cielo.
El mensaje del cielo es este: "los problemas de esta vida son solo
temporales, duran por un momento en comparación a la eternidad. No
permitan que duren toda tu vida. Haz que duren sólo un momento".

Dios NECESITA QUE LE CONTEMOS A OTROS


Nosotros, la Iglesia, somos la mano de Dios. Es a través de nosotros que
descubren cuánto Dios los ama. No se me había ocurrido pensar antes que
Dios nos necesita, nosotros somos su plan para alcanzar a otros.
Cuando vi las lágrimas en los ojos de Jesús al contarme que llegaría el día
en que tendría que darles la espalda a aquellos que lo rechazaron, sentí que un
cambio profundo tomaba lugar en mi vida. Experimente una nueva compasión
por los demás y deseo ayudar a todos los que pueda a comprender el gran
amor con que Jesús los ama.
Antes de mi viaje al cielo yo era muy criticón y juzgaba a todos. Juzgaba
las personalidades de los ministros de Dios, pero luego comprendí que el
Señor obra a través de esas personalidades. Algunos somos tranquilos y otros
un poco ruidosos. Dios usa nuestras características para alcanzar a distintos
tipos de personas. No soy tan crítico desde que vi el amor de Dios. Es como
una sustancia que se te impregna, y luego puedes anclar en misericordia y
gracia.
Desde que vi a Abraham y a David servir a otros con tanto ahínco, he
deseado ser como ellos. Quiero ser un siervo del Señor. Quiero ayudarte a que
veas cuánto te ama el Padre. Quiero ayudar a que todos puedan recibir las
gloriosas riquezas que Dios tiene reservadas para ellos. He experimentado una
nueva compasión por el cuerpo de Cristo.
Todos eran parte del mismo equipo en el cielo. Había solo dos
distinciones: los que vestían togas y los que tenían vestidos. Los que tenían
togas servían a los que tenían vestidos. Los que tenían togas ayudaban a los
que tenían vestidos a comprender la Palabra de Dios para que pudieran
presentarse y estar parados delante el Trono, en presencia del Padre.
Creo que lo que vi eran las vestiduras de salvación y los mantos de
justicia de los que habla Isaías en el capítulo 61:10. Dijo:
En gran manera me gozaré en Jehová, mi alma se alegrará en mi Dios; porque
me vistió con vestiduras de salvación, me rodeó de manto de justicia, y como a novia
adornada con sus joyas.
No comprendo las divisiones en la Iglesia. No comprendo los celos entre
predicadores. En el cielo todos recibimos la bendición de Dios. En la Tierra
solo Dios debería ser exaltado. No tengo que estar en la avanzada, soy parte de
un equipo y también voy a compartir el trofeo de nuestro triunfo, aunque
permanezca en el banco de suplentes. Quizás no sea el primer violín, pero no
importa, voy a compartir el trofeo como integrante del equipo ganador. Dios
necesita que sus creyentes formen un solo equipo.
LE PEDÍ A P ABLO QUE ME DIJERA SU SECRETO
Cuando estuve con Pablo en el cielo, estaba tan maravillado de estar con
el hombre que hizo tanto para que pudiéramos comprender la voluntad de Dios
para nuestras vidas. Soy una persona a la que le gusta tener información sobre
todas las cosas, y siempre me pregunté acerca de la familia de Pablo. El era
miembro del Sanedrín así que seguramente estaba casado, como algunos
dicen. "¿Puedo hacerte una pregunta?", le dije. "Sí", me contestó.
"Algunos dicen que tuviste un hijo. ¿Estabas casado?" Pablo sonrió y me
miró a los ojos. Nunca olvidaré sus palabras; me dijo: "Lo que yo le daría a la
gente es mi trabajo, la obra de mi vida. Soy un hombre muerto, Jesse". Y
continuó diciendo: "la razón por la que no sabes mucho acerca de mi vida
personal es porque eso no ayudaría a nadie".
Escuché con mucha atención lo que Pablo me contaba: "Si lo notaste,
tampoco conoces muchos detalles de la vida personal de Jesús, porque
tampoco ayudaría a nadie".
Retrospectivamente pienso que fue muy divertido para mí pensar que
Pablo me hubiera contado que tuvo una esposa y dos hijos. Ni siquiera
sabemos qué pasó con la vida de Jesús entre las edades de doce y treinta y tres
años. Lo que haya pasado seguramente no es relevante para nuestras vidas, de
otra manera estaría registrado en la Biblia. De otros que dieron
verdaderamente sus vidas por Jesús tampoco tenemos detalles de sus vidas
personales.
Pablo me recordó: "Ya no viven ellos, mas vive Cristo en ellos".
Luego de esa conversación David me dijo que tenía regresar. Me di vuelta
y le agradecí a Pablo: "Gracias por tu tiempo".
Mientras que con el puño golpeó la palma de su otra mano, me dijo:
"¡Predica el evangelio!" Pude notar que su corazón estaba agitado, su voz era
fuerte y atrevida. "Predicaré este evangelio", le dije. "Por esa razón estás
aquí", aseguró Pablo. En ese momento David nos interrumpió y dijo que
debíamos seguir camino. Todavía me parece escucharle decir: "Predica este
evangelio".
Predicar es la razón de mi vida. Si no puedo predicar en una iglesia me
predico a mí mismo. La gente se ríe cuando les cuento que me predico
avivamiento a mí mismo. Más que en ninguna otra cosa pienso en cumplir con
mi destino; mi mente nunca descansa, soy una persona impulsiva y también
soy atrevido. No me avergüenzo de predicar el evangelio ni de contarle a la
gente acerca del cielo. Hemos muerto juntamente con Cristo para ser los
principios de este mundo. Los muertos no pueden sentir vergüenza. En el
pasaje que se transcribe a continuación Pablo le escribe a los colosenses, pero
es para todos los creyentes. Yo sé que me habla a mí y que también te habla a
ti. Considera sus palabras cuando nos dice que estamos muertos a las cosas de
este mundo.
Si con Cristo ustedes ya han muerto a los principios de este mundo, ¿por
qué como si todavía pertenecieran al mundo se someten a sus preceptos (...)?
Ya que han resucitado con Cristo, busquen las cosas de arriba, donde está
Cristo sentado a la derecha de Dios. Concentren su atención en las cosas de
arriba, no en las de la tierra, pues ustedes han muerto y su vida está escondida
con Cristo en Dios.
Cuando Cristo, que es la vida de ustedes, se manifieste, entonces también
ustedes serán manifestados con él en gloria. (Colosenses 2:20; 3:1-4 NVI)

LA IGLESIA ES LA MANO DEL S EÑOR


El cuerpo de Cristo es la mano del Señor, Dios alcanza a otros por medio
de nosotros. No estoy tratando de promover mi ministerio, porque si ese fuera
el caso, con el dinero que ofrendé a otros ministerios podría haber estado en
más canales de televisión con mis programas. Si veo a alguien más adelante en
el camino promoviendo el evangelio, y a mí me tomaría dos años llegar a ese
punto, entonces prefiero darle mi dinero para que continúen con su trabajo,
porque creo comprender la manera en que el cuerpo de Cristo debe compartir
el trabajo para la evangelización del mundo.
Puedes esforzarte en alcanzar un punto tan alto en tu ministerio en el que
Dios todavía te pueda usar, pero en esos casos, por lo general, ya no queda
nada que pueda ser usado. Creo que esa es una de las trampas de Satanás para
que no cumplamos con nuestro ministerio. Si Satanás no puede detenernos,
nos empujará hasta que estemos tan cansados y débiles que si aun no hemos
llegado al cielo estaremos deseando hacerlo lo antes posible. El lugar donde
lastimamos al diablo es en la Tierra, por eso nos quiere borrar del planeta.
Satanás prefiere que estemos en el cielo y no aquí causándole problemas.
Un predicador joven me dio una palabra de sabiduría una vez. Me dijo:
"Hermano Jesse, el diablo no puede vencerte, le has pasado por encima. Y ya
que no puede ponerse delante de ti para detenerte, se pone detrás y te empuja.
El enemigo te dice "¡Vamos, vamos!; debes seguir adelante con la obra de
Dios. Vamos, Jesse, ¿para qué vas a dormir? Podrías haber ido a esa reunión
de oración, ¡vamos, vamos!'. El está detrás de ti, empujándote, y puede que no
completes lo que el Señor quiere que hagas".
Eso me cayó como una tonelada de ladrillos sobre mi cabeza. Era la
verdad. No es parte de mi naturaleza el descansar demasiado, y no importa
cuánto me haya esforzado, el Señor todavía me da la habilidad de terminar lo
que comienzo, siempre.
Ha habido veces en que me he dirigido a la plataforma estando tan
cansado que tuve que decirle: "Señor, voy a necesitar que me ayudes aquí, o
no duraré más de tres minutos". Y El dice: "Esta unción te ha salvado y te la
daré otra vez". Pero eso es desobediencia. Creo que voy a perder algunas
recompensas por no haber tomado más cuidado de mi persona física.
Por muchos años he usado una frase, "mejor desgastado que oxidado", y
todavía la sigo usando, pero he comprendido que ser obediente a Dios también
significa descansar y apoyar a otros cada vez que puedo. Inclusive una vez
Dios me envió a un ángel para decirme que debía descansar. En Mateo 11:30
el Señor dice, "porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga". Cuando somos obe-
dientes en hacer lo que Dios nos dice que hagamos y no lo que pensamos que
deberíamos hacer, estaremos haciendo nuestra parte como miembros del
cuerpo de Cristo, entonces su carga será ligera. Yo preferiría predicar el
evangelio a descansar, pero para ser obediente a veces digo que no a algunas
invitaciones que se me presentan.
Con esto no quiero decir que no demos un paso de fe. Como dije antes,
soy una persona que cree en andar y en dar esos pasos por fe: salto del bote y
comienzo a andar sobre las aguas sabiendo que Jesús me sostendrá si empiezo
a hundirme. Es muy importante que demos pasos de fe, pero lo que digo es:
pasa tiempo con el Señor y escúchalo, toma tu tiempo para escuchar lo que te
dice que hagas, y haz lo que te dice. La clave reside en escuchar y obedecer.
Entonces vivirás una vida rica y llena del plan que Él tiene para ti en el cuerpo
de Cristo; es su mano extendida para ayudar a otros.
Eso me cayó como una tonelada de ladrillos sobre mi cabeza. Era la
verdad. No es parte de mi naturaleza el descansar demasiado, y no importa
cuánto me haya esforzado, el Señor todavía me da la habilidad de terminar lo
que comienzo, siempre.
Ha habido veces en que me he dirigido a la plataforma estando tan
cansado que tuve que decirle: "Señor, voy a necesitar que me ayudes aquí, o
no duraré más de tres minutos". Y El dice: "Esta unción te ha salvado y te la
daré otra vez". Pero eso es desobediencia. Creo que voy a perder algunas
recompensas por no haber tomado más cuidado de mi persona física.
Por muchos años he usado una frase, "mejor desgastado que oxidado", y
todavía la sigo usando, pero he comprendido que ser obediente a Dios también
significa descansar y apoyar a otros cada vez que puedo. Inclusive una vez
Dios me envió a un ángel para decirme que debía descansar. En Mateo 11:30
el Señor dice, "porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga". Cuando somos obe-
dientes en hacer lo que Dios nos dice que hagamos y no lo que pensamos que
deberíamos hacer, estaremos haciendo nuestra parte como miembros del
cuerpo de Cristo, entonces su carga será ligera. Yo preferiría predicar el
evangelio a descansar, pero para ser obediente a veces digo que no a algunas
invitaciones que se me presentan.
Con esto no quiero decir que no demos un paso de fe. Como dije antes,
soy una persona que cree en andar y en dar esos pasos por fe: salto del bote y
comienzo a andar sobre las aguas sabiendo que Jesús me sostendrá si empiezo
a hundirme. Es muy importante que demos pasos de fe, pero lo que digo es:
pasa tiempo con el Señor y escúchalo, toma tu tiempo para escuchar lo que te
dice que hagas, y haz lo que te dice. La clave reside en escuchar y obedecer.
Entonces vivirás una vida rica y llena del plan que Él tiene para ti en el cuerpo
de Cristo; es su mano extendida para ayudar a otros.
No es que ya lo haya conseguido todo, o que ya sea perfecto. Sin embargo,
sigo adelante esperando alcanzar aquello para lo cual Cristo Jesús me alcanzó
a mí. Hermanos, no pienso que yo mismo lo haya logrado ya. Mas . bien, una
cosa hago: olvidado lo que queda atrás y esforzándome por alcanzar lo que
está adelante, sigo avanzando hacia la meta, para ganar el premio que Dios
ofrece mediante su llamamiento celestial en Cristo Jesús. (Filipenses 3:12-14
NVI)

He sido alcanzado, completamente poseído con un espíritu, el Espíritu


Santo. He sido alcanzado por Cristo; he sido alcanzado por su unción. He sido
tomado por el Espíritu Santo, y me mueve el amor de Dios y la compasión a
decirle a su pueblo que Jesús vuelve.
James Strong, "Diccionario Griego del Nuevo Testamento", Concordancia Exhaustiva de la Biblia de Strong
(Nashville: Abingdon, 1890), p. 40, Ny2638.

C o n c lu s ió n
Escribí este libro para que pudieras darle un vistazo al cielo, para decirte
cuán bueno y poderoso es Dios, para decirte cuánto desea usar ese poder para
bendecirte, y para contarte lo que vi, lo cual estará esperándonos allí, para
aquellos de nosotros que creemos en el Señor Jesucristo.
En el cielo pude ver la gran compasión de Jesús por aquellos que no lo
han aceptado como su salvador. Él te ama y desea que pases la eternidad con
El, tanto te ama que me llevó al ciclo para pedirme que diga que está a punto
de regresar.
El Señor es compasivo. El está dispuesto a bendecirte y puede hacerlo; de
hecho no quiere que esperes a estar en el cielo para disfrutar de una vida
abundante, te la ofrece mientras estás aquí, en la Tierra. En medio de estas
bendiciones, habrá aflicciones. El Salmo 34:19 dice: "Muchas son las
aflicciones del justo", pero más adelante continua diciendo, "pero de todas ellas
le librara Jehova". Jesús quiere que desde la perspectiva del apóstol Pablo
comprendas que tus aflicciones serán sólo por un momento.
El Señor tiene tantas bendiciones para ti en el cielo que apenas podrías
comenzar a imaginártelas o comprenderlas mientras estás en la Tierra.
El quiere concederte los deseos de tu corazón (Salmo 37:4), y quiere que
sepas que es bueno.
La Biblia dice: "la benignidad de Dios te guía al arrepentimiento" (Romanos
2:4). Este arrepentimiento quiere decir que debemos pedirle que nos perdone
por los pecados que cometimos creyendo que somos perdonados porque Jesús
murió cargándolos sobre sí en la cruz. Primera de Corintios 15:3 dice: "Cristo
murió por nuestros pecados".
Cuando comprendes cuan bueno es Dios, que El te ama, entonces quieres
estar con
Él, y la única forma de conseguir estar con Él es recibiendo a Jesús por fe.
Hebreos 11:6 dice: "Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario
que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le
buscan En Juan 14:6 Jesús dijo: "nadie viene al Padre, sino por mí".
Si no conoces a Jesús como tu Señor y Salvador personal, quisiera usar
esta oportunidad para que conozcas al Amigo más grande que puedas tener. Si
repites las palabras, que siguen y las crees con todo tu corazón, vas a nacer de
nuevo (lee Romanos 10:9-10).
O r a c ió n d e S a lv a c ió n
Jesús, ven a mi vida. Perdóname todos mis pecados. Te pido que me
limpies el corazón, y que hagas de mí una nueva persona, ahora. Creo que eres
el Hijo de Dios y que moriste por mí en la cruz. Jesús, quiero agradecerte que
me hayas amado tanto como para morir por mí y acepto todo lo que tu sangre
derramada compró por mí en la cruz, y te recibo como mi Salvador y Señor. En
tu nombre oro. Amén.

¡Felicitaciones! Eres una nueva criatura en Cristo. 2ª de Corintios 5:17 dice:


" l a s cosas viejas pasaron, he aquí son todas hechas nuevas". Amigo, amiga, tienes
una nueva vida para vivir con Jesús a partir de ahora. ¡Escríbeme, y cuéntame
tu nuevo nacimiento en Jesús!

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