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INTRODUCCIÓN
Es común que a los psicólogos nos soliciten hacer un Dx, es decir describir en términos objetivos el
padecimiento de alguien. Se dice que una afirmación es objetiva cuando describe una serie de
correspondencias que pueden ser formuladas por un código común. Desde este punto de vista, la
objetividad se refiere a aquello que resulta comprobable por todos, es decir cuando diferentes
observadores coinciden en lo observado. Entonces podemos decir que la objetividad es una forma
de inter subjetividad.
La objetividad de las ciencias es una construcción del hombre. Por lo tanto, la realidad que revela
dicha objetividad no puede ser independiente del hombre, ya que es la respuesta a una pregunta o
a un problema planteado desde el propio sujeto.
A partir de Einstein, los físicos comienzan afirmando que la objetividad depende del sistema que la
manifiesta o del instrumento de observación al que está sometida. La física abandona así la llamada
objetividad pesada, por una objetividad ligada al observador.
Esta implicancia del observador en lo observado es lo que Brenato describe como el carácter
intencional de la conciencia, que ésta es siempre conciencia de algo. La conciencia es subjetiva
porque pertenece al sujeto, pero necesariamente y al mismo tiempo, será objetiva en tanto está
dirigiendo a algo que es exterior a ella.
A diferencia de las teorías racionalistas, que cuando piensan la realidad la desdoblan para buscar
inmediatamente las causas, la fenomenología acepta la realidad tal como se presenta.
Estas formas de conocimiento reflejan dos maneras de vincularse con el objeto de conocimiento ya
que el racionalista pone distancia con la realidad, mientras que el fenomenólogo se implica en ella.
Para Bellak es este factor el que deformaba la percepción, el que además la enriquece y hace que la
verdad sea, al mismo tiempo, relativa y absoluta.
Todo diagnostico es un recorte posible de la realidad de un tú; realidad cuya subjetividad cubre y
que mi subjetividad intentará descubrir. Esto significa, desde una postura humanista, pasar de la
relación sujeto-objeto a la relación sujeto-sujeto unidos por una misma intencionalidad, que es la
introvisión.
El “otro lugar” es lo que en las ciencias humanas llamamos “sentido”. Implica las inagotables
connotaciones de un fenómeno.
El objeto ya no es claro y distinto, ya no tiene una objetividad pesada, sino que, como sostiene la
fenomenología, el objeto real está velado, está cubierto y su descubrimiento se producirá en otro
lugar, que no será físico sino metafísico.
El abordaje humanista del Dx, exige la conciencia de que por encima de toda técnica, hay una clínica,
una praxis que integra los datos cualitativos y cuantitativos a esa totalidad que es el ser humano. Y
también la conciencia de que por encima de toda clínica hay una metaclinica, esto es un “otro lugar”.
Por eso es necesario situarnos un paso anterior a la escisión sujeto-objeto, un paso donde solo se
puede conocer al objeto estando junto a él.
Luis Martin Santos describe a la enfermedad como un repliegue, que es vivenciado por la persona
como un corte. Nuestra tarea es ayudarla a hallar el enlace de sentido, para darle esa sensación de
continuidad que necesita su identidad.
A partir de estas reflexiones podemos decir entonces que el diagnostico en psicología debe pasar
por tres momentos:
Ésta última es la libertad de la que habla Frankl cuando describe su idea de hombre. El hombre ya
no depende de sus condicionamientos, sino que tales condicionamientos dependen de la decisión
del hombre en cuanto a rendirse ante ellos o superarlos.
La libertad de… corresponde a los tres primeros niveles, mientras que la libertad para… corresponde
al último nivel, porque el ser es potencia y posibilidad. La libertad ontológica es entonces la que nos
faculta para elegir un cambio, un proyecto, un sentido. Y es precisamente esta libertad, la que nadie
nos puede arrebatar, lo que hace que la vida tenga sentido.
Sin embargo, no significa que la libertad ontológica carezca de límites. La libertad es siempre libertad
situada, contextuada y acotada por las propias imperfecciones del hombre.
El hombre es un ser factico, depende de su cuerpo y del mundo que lo rodea, y esta facticidad lo
condiciona, por lo que su libertad solo puede ser tal dentro de los límites que ese cuerpo y ese
mundo le imponen.
No es posible hablar de libertad sin hacer mención de la responsabilidad que consiste en hacerse
cargo. Se puede ser libre sin responsabilidad, pero no podemos ser responsables sin libertad.
Al elegir nos hacemos cargo de nuestra decisión y aceptamos sus riesgos y sus consecuencias, pero
esto entraña otro problema, la posibilidad de equivocarnos.
El acto libre conlleva los riesgos del fracaso y de la falibilidad y aparece el miedo. La superación de
este temor es también un indicador de salud.
La salud implica aceptar el propio miedo, que en realidad es temor de sufrir o incluso de morir. La
salud permite al hombre apelar a la posibilidad de crear, de hacer algo y como resultado, crecer,
evolucionar, madurar.
Es la clínica la que nos provee de los parámetros para catalogar una conducta dentro de un continuo
cuyos polos son la salud y la enfermedad. La norma clínica no concibe la salud como ausencia de
enfermedad, sino como capacidad de desarrollo.
Otro parámetro que nos provee la clínica es el concepto de normatividad. Se define como la
coherencia o continuidad que subyace en la fluctuación entre los polos salud y enfermedad. Esto
significa que la aparición de un síntoma en la conducta de una persona, será evaluada clínicamente
dentro de su normatividad subjetiva.
A partir de estos dos parámetros (libertad y normatividad) podemos establecer como patológico en
la vida de una persona:
o Toda puesta en marcha de una energía mayor a la suficiente y necesaria para una tarea
determinada.
o Toda función que se desestructura, que en lugar de llevar a la adaptación la dificulte.
o Toda alteración de los valores hasta ahora sostenidos.
o Toda conducta o pensamiento que restrinja la posibilidad de elegir.
En cuanto a la observación de la conducta, Husserl proponía con su método “ir a las cosas mismas”.
No quedarse en la experiencia sensible y además no implica “explicar” lo que aparece. Ir las cosas
mismas demanda llegar a su esencia, a aquello que hace que esta cosa sea esto y no otra cosa.
Jaspers toma lo de captar intuitivamente la esencia, pero lo aplica a los estados psíquicos de los
enfermos, es decir a las vivencias. Transforma así la fenomenología eidética de Husserl en
fenomenología empírica de los hechos psíquicos.
Schneider que continuo el desarrollo del método fenomenológico de Jaspers, clasifica los datos de
la siguiente manera:
Esto significa que lo esencial del método fenomenológico descriptivo es que nunca toma los
fenómenos aisladamente, sino que todo fenómeno está referido a un yo. El yo,
fenomenológicamente hablando, apunta a la experiencia de uno mismo, ya que es una organización
compleja (por los múltiples aspectos que lo constituyen) dinámica (por la interacción de dichos
aspectos) y temporal (porque tiene un hilo conductor, que nace en el pasado y se dirige a un futuro).
ESTRUCTURA: distribución y orden de las partes de un todo. Armadura que sustenta alguna cosa.
Modo en que se organizan las funciones de los elementos dentro del sistema del que forman
parte. Disposición, manera de ser.
Para establecer el tipo de estructura de la personalidad tendremos en cuenta los siguientes criterios:
El yo percibe un mundo externo del cual elabora un juicio de realidad y, al mismo tiempo, está en
contacto con su mundo interno, conformado por su propia imaginación, sus deseos y sus fantasías)
Un yo sano y maduro delimita con precisión las fronteras de uno y de otro.
La función yoica que se pone en juego para integrar los polos de esta dimensión es el principio de
realidad. Este se refiere al grado de discriminación entre el yo u el no-yo, entre el mundo interno y
el mundo externo. Un yo maduro y sano debe convivir con ambos dinámicamente armonizados: el
mundo interno puebla el mundo externo y el mundo externo informa y enriquece al interno.
B. INTEGRACION DE LA IDENTIDAD
La identidad es el más alto grado de nivel de organización psíquica. Es la vivencia de ser la misma
persona a lo largo del tiempo y a pesar de os cambios.
Una identidad poco integrada se rigidiza o estanca, respondiendo a todas las demandas de a misma
manera.
Una identidad mal integrada, desconoce sus verdaderas fuerzas y debilidades, debatiéndose entre
la impotencia y la omnipotencia: se siente incapaz de la más mínima tarea o fantasea poderlo todo.
C. OPERACIONES DEFENSIVAS
Los mecanismos de defensa son conductas inconscientes que se realizan para lograr una adaptación
y evitar una situación que pondría en riesgo el equilibrio entre el mundo interno y el mundo externo.
Su función es la de preservar el yo. A mayor grado de salud, mayor variabilidad de las defensas.
Lunazzi distingue las defensas de nivel evolucionado de las defensas primitivas:
Se entiende por pronostico el juicio que emite un agente de salud respecto de la evolución de cierto
cuadro. El pronóstico tiene una doble vertiente, ya que se puede hablar de un pronóstico personal
y de un pronóstico terapéutico. El primero alude a la apreciación de la evolución del sujeto si se
mantuvieran las actuales condiciones y conductas; y el segundo, al modo en que respondería a la
psicoterapia.
Intentamos ubicarnos junto al otro, en esa relación especial que la filosofía existencial llama
encuentro y describe como la mutua participación en la existencia del otro.
Para que el encuentro sea efectivamente una realidad concreta y no una pura intencionalidad, cada
uno de los partícipes debe “comprometerse”, es decir, prometerse recíprocamente amor,
confianza, protección, cuidado.
Pedro Laín Entralgo considera que el encuentro pose un soporte psicofisiológico que lo posibilita;
sostén que tiene 5 columnas:
La primera es la bipedestación. Privilegia la posibilidad de mirar a los ojos del otro. Deja en libertad
de acción los miembros superiores, con todas las posibilidades táctiles y de acción que ello conlleva.
La segunda columna es el estado vigil de la conciencia, ya que sin lucidez de la conciencia no podría
darme cuenta de la presencia de otro.
La tercera columna está integrada por los órganos exteroceptores, todos ellos necesarios para la
percepción del otro.
La cuarta columna de este soporte está formada por los órganos encargados de la propiocepción,
sin los cuales no tendríamos conciencia de nuestro cuerpo.
Finalmente, todo soporte sería insuficiente sin una estructura como la del cerebro, para dirigir las
expresión afectiva y motora.
Además de este soporte psicofisiológico, la posibilidad de encuentro entre los seres humanos se
fundamenta en dos realidades: la del cuerpo material y la de sus expresiones.
El encuentro implica estar uno frente al otro en un permanente y recíproco intercambio de gestos,
emociones y palabras. Esto se dará en un ámbito bidireccional, porque el encuentro es creación de
un dialogo, específicamente entre dos, cuya intención es el descubrimiento de un sentido; es decir
que el dialogo posibilita la auto trascendencia.
Para que este dialogo sea posible deben darse tres condiciones:
En su función diagnostica y siempre que el dialogo sea llevado con mensura y competencia, permite
la organización de la información y complementación de los datos. La función pedagógica se refiere
al dialogo como guía para ayudar a la reflexión. Y la función terapéutica se centra en la
reorganización del mundo percibido, la toma de conciencia de las propias limitaciones, así como de
las propias potencialidades, y la toma de posición respecto a todo ello.
Otro método que nos permite personalizar el diagnóstico es el interpretativo que hoy se denomina
“abducción” presentado por Charles Pierce. Es de orden inferencial o hipotético y se trata de
aventurar una hipótesis, una intuición, tal vez un palpito.
También está el método hermenéutico que es mas complejo porque requiere un sistema de
símbolos.
En el área clínica, se pueden describir dos caminos de acceso por los que la hermenéutica llega a
revelación de un símbolo:
1. Por la vía del psiquismo: Es la que usan Freud y Jung considerando la simbolización como un
proceso que parte desde el mundo interno y la subjetividad hacia el mundo externo y la
realidad.
2. Por la vía del lenguaje: Es la que elige Lacan, considerando la simbolización como un proceso
que permite al ser humano pasar de la enunciación de las cosas a las cosas mismas, a su
esencia.
En ambos casos: 1. El terapeuta, desde s arte y su saber es quien otorga sentido al símbolo. 2. Se
parte de una teoría de conocimiento que plantea una escisión entre el sujeto que conoce y el objeto
conocido.